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Spanish Pages 244 [242] Year 2013
Cosechar sin destruir
Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Cosechar sin destruir
Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Rodrigo Bernal y Gloria Galeano Editores
Bogotá, D. C., Colombia, octubre de 2013
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia Cosechar sin destruir : aprovechamiento sostenible de palmas colombianas / editores Rodrigo Bernal y Gloria Galeano. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias. Instituto de Ciencias Naturales : PALMS : Colciencias, 2013 244 páginas : ilustraciones Incluye referencias bibliográficas ISBN : 978-958-761-611-8 1. Palmas – Colombia 2. Ecología de cultivos – Colombia 3. Industria de la palma Tecnología poscosecha 4. Palmas - Distribución geográfica – Colombia 5. Silvicultura sostenible – Colombia 6. Etnobotánica – Colombia I. Bernal González, Rodrigo Germán, 1959-, editor II. Galeano Garcés, Gloria Amparo, 1958-, editora III. Grupo de Investigación en Palmas Silvestres Neotropicales CDD-21
584.5 / 2013
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Rodrigo Bernal y Gloria Galeano, editores © Facultad de Ciencias-Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Colombia © Palm Harvest Impact in Tropical Forests (PALMS) © Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias DECANO FACULTAD DE CIENCIAS
Jesús Sigifredo Valencia
VICEDECANO DE INVESTIGACIÓN Y EXTENSIÓN
Jaime Aguirre Ceballos VICEDECANO ACADÉMICO
Giovanny Garavito DIRECTOR DEL INSTITUTO DE CIENCIAS NATURALES
Germán Amat Revisión de textos: Pedro Organista Diseño y Diagramación: Liliana Aguilar Primera edición Octubre 2013 Cítese el libro como: Bernal, R. y G. Galeano (Eds.). 2013. Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas. Facultad de Ciencias-Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 244 pp. Cítense los capítulos como el siguiente ejemplo: García, N. 2013. Chambira (Astrocaryum chambira). Pp. 82-90. En: Bernal, R. y G. Galeano (Eds.) Cosechar sin destruir Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas. Facultad de Ciencias-Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 244 pp. Se autoriza la reproducción total o parcial por cualquier medio, siempre y cuando se den los respectivos créditos a los autores. Impreso y hecho en Bogotá D. C., Colombia
CONTENIDO 8
Prólogo, por Miguel Alexiades
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Agradecimientos
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Introducción
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Usos de las palmas
24
Manejo de las palmas
33
Elementos que determinan la sostenibilidad
47
Asaí (Euterpe precatoria)
54
Barrigona (Iriartea deltoidea)
63
Cabecinegro (Manicaria saccifera)
72
Caraná (Lepidocaryum tenue)
82
Chambira (Astrocaryum chambira)
91
Chiquichiqui (Leopoldinia piassaba)
101
Corozo de lata (Bactris guineensis)
109
Güérregue (Astrocaryum standleyanum)
118
Macanas (Wettinia disticha, Wettinia kalbreyeri, Wettinia fascicularis, Wettinia quinaria)
126
Milpesos (Oenocarpus bataua)
134
Moriche o canangucho (Mauritia flexuosa)
143
Naidí (Euterpe oleracea)
154
Palma de cera de la Zona Cafetera (Ceroxylon alpinum)
159
Palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense)
165
Palma de vino (Attalea butyracea)
175
Palma estera (Astrocaryum malybo)
183
Palmito (Prestoea acuminata)
190
Sará (Copernicia tectorum)
200
Tagua (Phytelephas macrocarpa)
209
Zancona (Socratea exorrhiza)
219 Referencias 235 Índice 240 Autores
PRÓLOGO Las palmas, consideradas como “el árbol de la vida” por quienes las conocen, han conformado tradicionalmente uno de los ejes de sustento material, y en muchos casos religioso y cultural, de las sociedades humanas en las tierras bajas de los trópicos americanos. En este aspecto, como en tantos otros de su gran naturaleza, Colombia goza de una riqueza privilegiada: la tercera parte de las 740 especies halladas en todo el continente crecen en nuestro país, principalmente en la Amazonia y el Chocó, pero también en zonas Andinas, en el Caribe y en la Orinoquia. La importancia social, cultural y económica de las palmas nunca ha pasado desapercibida entre los botánicos y estudiosos de estas zonas, empezando por Alfred Russell Wallace, fundador junto con Darwin de la biología moderna, y quien en 1853 escribió el primer compendio científico sobre las palmas y sus usos en la Amazonia. El presente libro refleja la continuación del legado de Wallace y de la botánica, a través de la aplicación de la observación y el método científico, consistente en ayudarnos a conocer, entender, valorar y, por ende, cuidar la naturaleza. Nadie mejor para seguir esta línea que Rodrigo Bernal y Gloria Galeano, editores de la obra, y cuya infatigable labor a lo largo de los últimos 30 años demuestra una admirable dedicación y compromiso con las palmas, la ciencia y la vinculación social de ambas. Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas marca un hito importante, no solo por reunir y presentar de manera sintética el conocimiento científico existente sobre la biología, ecología, uso y manejo de las 23 especies de palmas comercialmente más importantes, sino también por el empleo de lenguaje accesible para un público amplio, haciendo énfasis en la discusión general y muy útil sobre los principios técnicos y científicos del manejo sostenible de especies vegetales. El hecho de que el 19 % de las especies de palmas en Colombia se hallen en peligro de extinción nos parece ilustrativo de la tragedia que enfrentan países megadiversos como Colombia. A pesar de su inestimable importancia ecológica y social, y de su singular y muchas veces desaprovechado potencial para contribuir a la alimentación y bienestar social y económico de los colombianos, las palmas se configuran como una víctima más de un proceso histórico de desarrollo y modernización mal encaminado. La recopilación y la reflexión de los trece autores de este libro ayudan a perfilar un camino alternativo para el futuro social y ecológico de Colombia a partir de una contribución clave: el aporte de elementos técnicos necesarios que permitan un aprovechamiento racional y sostenible de las palmas en Colombia a través del manejo de las poblaciones existentes. El problema mayor, la destrucción de hábitat, es una situación que, tal como lo recuerdan los autores al inicio del libro, sobrepasa la dimensión técnica y se relaciona a su vez con procesos políticos, sociales e institucionales complejos y entrelazados. Aun así, la valoración de las palmas que hacen los autores sirve de recordatorio de lo que Colombia tiene y está por perder, y marca una hoja de ruta para un futuro inteligente, pensado y construido conjuntamente a partir del entendimiento. Ojalá que este trabajo sirva para motivar una reflexión más amplia y profunda entre aquellos que saben, aquellos que pueden y aquellos que hacen. Miguel Alexiades, Ph. D.
Profesor de Antropología Ambiental y Etnobotánica Escuela de Antropología y Conservación Universidad de Kent, Reino Unido
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AGRADECIMIENTOS Este libro fue producido en el marco del proyecto PALMS, financiado por la Comisión Europea (Convenio No. 212631). La investigación para el proyecto fue apoyada además por Colciencias (Proyecto No. 110148925263), la Sede Tumaco y la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia (Convocatoria Nacional de Investigación Pacífico 2009, proyecto 10362), la División de Investigación de la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia – DIB (Proyectos No. 13293, 14366, 14756, 15091, 15154), el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, la International Foundation for Science - IFS (contrato No. 5129-1), la Fundación para la Promoción de la Investigación y la Tecnología del Banco de la República (convenio No. 2011304), el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP), el Instituto Alexander von Humboldt, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y Artesanías de Colombia. La publicación contó con apoyo adicional del Fondo de Publicaciones de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Agradecemos a Renato Valencia por la enriquecedora discusión que llevó a su génesis. A las comunidades locales de San Martín de Amacayacu (Amazonas), Magangué (Bolívar), Guapi (Cauca), Chimichagua (Cesar), el Bajo San Juan, San Isidro y Puerto Pervel (Chocó), San Antero (Córdoba), Hatillo de La Sabana y San José del Purgatorio (Magdalena), Iscuandé y Chucunés (Nariño), a las Artesanas de Quibdó, la Brigada Forestal de Agua de Dios (Cundinamarca), la Alcaldía de Nilo (Cundinamarca), la Fundación Etnollano, la Reserva Natural La Planada y la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la Facultad de Ciencias, Universidad Nacional de Colombia; al Programa Paisajes de Conservación, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que es una iniciativa de cooperación técnica y financiera puesta en marcha por Parques Nacionales y Patrimonio Natural. Adicionalmente, a Carolina Amorocho, Juan Carlos Copete, Yisela Figueroa, María Fernanda González, David Jiménez, Alicia Mena, Dani Mosquera, Luis Alberto Núñez y Angél Pijachi. Alain Misrachi, de La Tagüería (www.latagueria.com) amablemente facilitó la fotografía de la página 200.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
INTRODUCCIÓN Colombia es uno de los países con mayor diversidad de plantas en todo el mundo. El aprovechamiento de los recursos provenientes de ellas ha jugado un papel importante en la economía del país a lo largo de su historia. Desde la explotación de la quina y el añil, la tagua y la ipecacuana, hasta la producción de madera y de palmito, los productos derivados de plantas han sido motor de poblamiento y expansión territorial en muchas regiones del país. En la mayoría de los casos, el aprovechamiento de las especies nativas ha estado basado en el simple extractivismo, es decir, la cosecha del recurso a partir de plantas silvestres de las especies involucradas sin ninguna atención a la suerte que pudieran correr en el largo plazo sus poblaciones. De esta manera se diezmaron las poblaciones de quina y de raicilla y se llevó al borde de la extinción a algunos de los árboles de madera más preciada, como el caobo y el comino. La extracción de productos derivados de nuestras plantas silvestres, como hojas, frutos, semillas, raíces aéreas, cortezas, fibras, palmitos y otros productos diferentes de la madera continúa en la actualidad, ejerciendo a veces una fuerte presión sobre las especies que los producen. En muchos casos la presión sobre los recursos va en aumento, como resultado de la creciente demanda generada por el incremento poblacional, el turismo y la globalización. Uno de los grupos de plantas que mayor diversidad de productos ofrece es la familia de las palmas, cuya utilidad para los pueblos aborígenes y para los habitantes de las áreas rurales es proverbial. De las 240 especies de palmas silvestres que crecen en Colombia, más de 20 proveen productos que se comercializan en mayor o menor escala, constituyendo, en muchos casos, una importante fuente de ingresos para las comunidades locales. No obstante, en la mayoría de los casos el aprovechamiento de estas palmas se hace sin un manejo adecuado y sin conocimiento cabal de la biología de las especies, que garanticen la sostenibilidad del extractivismo en el largo plazo. Con el fin de brindar las herramientas necesarias para la cosecha sostenible de las palmas colombianas y para una adecuada legislación sobre su aprovechamiento, el Grupo de Investigación en Palmas Silvestres Neotropicales, de la Universidad Nacional de Colombia, ha realizado durante las dos últimas décadas investigaciones biológicas que buscan entender aspectos fundamentales de las especies más utilizadas, como su dinámica poblacional, su fenología y su biología reproductiva. Algunos de estos estudios se han dado a conocer mediante artículos científicos, que en algunos casos resultan demasiado técnicos para el usuario común o para los legisladores. El presente libro reúne toda la información disponible sobre las 23 especies de palmas más utilizadas en Colombia y, con base en esa información, hace recomendaciones sobre las mejores prácticas para la cosecha sostenible de cada una de ellas. Ofrece también los fundamentos teóricos y metodológicos que permitirán a los usuarios monitorear el estado de las poblaciones que están bajo aprovechamiento y evaluar el potencial de otras que se pretenda utilizar en gran escala. Dado que la mayoría de las especies discutidas se encuentran también en países vecinos, el libro será de utilidad a nivel regional.
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USOS DE LAS PALMAS NATIVAS EN COLOMBIA
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
USOS DE LAS PALMAS NATIVAS EN COLOMBIA Gloria Galeano Las palmas se cuentan entre los grupos de plantas más útiles al hombre en el trópico. En Colombia, los estudios etnobotánicos dan cuenta de este patrón de uso de la flora a lo largo y ancho del país. La familia ha sido señalada como una de las que tienen mayor número de usos o mayor importancia de uso en diferentes sectores de la Amazonia [1, 2, 3, 4], del Pacífico [5, 6, 7, 8, 9], de la Orinoquia [10] y del Caribe [11, 12, 13]. La utilidad del grupo se hace más pronunciada en las regiones de bosque cálido y húmedo, como la Amazonia y la región Pacífico. Con el aumento en los últimos años de los estudios detallados sobre los usos de las palmas de Colombia [14, 15, 16, 17, 18, 19], nuestro conocimiento de las especies que se usan en el país ha aumentado considerablemente. No obstante, el diagnóstico, tanto para la región Pacífico [17] como para la Amazonia [18] y para todo el país en su conjunto [14], indica que todavía hay numerosos vacíos de información sobre los usos de las palmas en muchas etnias y regiones. Con todo, los datos actualizados incluyen información sobre uso para 160 especies de palmas silvestres nativas de Colombia, lo que indica que el 68 % de las palmas colombianas cuentan con al menos un registro de uso. El número total de usos diferentes registrados hasta ahora asciende a 192, los cuales involucran prácticamente todos los órganos de la planta, particularmente el tronco, las hojas y los frutos. Aunque la mayoría de los usos están relacionados con actividades de subsistencia, al menos 32 especies tienen algún nivel de comercialización. Los usos se agrupan en ocho categorías: construcción (104 especies), elaboración de utensilios y herramientas (87), usos culturales (75), alimentación humana (70), medicinales (31), alimento para animales (31), ornamentales (14) y combustibles (13). Para empezar, es importante resaltar las especies que son fuente de alimentación humana. Son 70 especies en esta categoría, 63 de las cuales tienen mesocarpo o semillas comestibles; de casi todas se producen además jugos y bebidas fermentadas (chicha), algunas de ellas de importancia central en la vida cultural de numerosas etnias. Los frutales son uno de los grupos más importantes porque apuntan directamente al mejoramiento de la seguridad alimentaria en la Colombia rural. Los frutales que sobresalen por sus propiedades alimenticias, reputadas o comprobadas, incluyen el chontaduro (Bactris gasipaes), el milpesos (Oenocarpus bataua), la canangucha (Mauritia flexuosa), el asaí (Euterpe precatoria), el naidí (Euterpe oleracea) y el mararay (Aiphanes horrida). Sin lugar a dudas, la más importante de todas las palmas frutales es el chontaduro. Domesticada por los pueblos amerindios en tiempos prehistóricos, esta palma es cultivada profusamente en todas las zonas bajas y húmedas del país, principalmente en la Amazonia y el Pacífico, donde constituye una fuente de alimento esencial para las comunidades indígenas y negras. El mesocarpo del chontaduro contiene todos los aminoácidos esenciales que necesita el cuerpo humano, altos niveles de ácido oléico y de potasio, selenio y cromo, componentes recomendados para una excelente dieta alimenticia [20, 21]. Un uso se define aquí como aquel asociado a una determinada categoría y subcategoría de uso y proveniente de una parte de la planta, independiente de la especie involucrada. Los frutos oleaginosos de la palma milpesos, que se consumen crudos o preparados en una bebida lechosa de sabor achocolatado, han sido fundamentales en la alimentación de numerosas etnias amazónicas y del Pacífico, y la especie ha sido reconocida desde hace varias décadas como una de las plantas más promisorias del Neotrópico [22, 23]. La pulpa de sus frutos tiene un contenido de
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El chontaduro (Bactris gasipaes) es una planta ubicua en los huertos y casas de las zonas cálidas y húmedas. A. En Guainía. B. En la Costa Pacífica. (G. Galeano).
proteína comparable a la de origen animal y mejor que la proteína de la mayoría de los granos y de las leguminosas [22]. Por esta razón, el milpesos es un alimento importante para garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones rurales, como parece haberlo sido también en el pasado, a juzgar por los abundantes restos de frutos hallados en sitios arqueológicos de la Amazonia, que datan desde el año 9000 AP [24]. Es indudable que la palma de milpesos jugó un papel muy importante en el desarrollo de las culturas indígenas y negras, y que tiene potencial para seguir siendo clave en el desarrollo futuro. Lo más lamentable es que la práctica de cosecha que prevalece actualmente en casi toda su área de distribución consiste en cortar el tallo para cosechar los frutos maduros, de tal suerte que sus poblaciones han ido disminuyendo, especialmente cerca a los centros poblados. Es necesario erradicar esa mala práctica de cosecha para que el recurso permanezca. Otra especie frutal que se destaca es la canangucha o moriche, una palma venerada por todas las etnias amazónicas por su multiplicidad de usos, pero especialmente por sus frutos alimenticios [19]. La pulpa de sus frutos es la fuente natural de vitamina A más rica que se conoce hasta el momento [25]; además, también contiene ácidos grasos insaturados y dosis importantes de calcio y fósforo, ideales para una dieta sana [23]. Aparte del uso doméstico, la canangucha tiene escaso comercio en Colombia, a diferencia de lo que ocurre en la Amazonia peruana, donde los frutos de la palma (conocida allí como aguaje) constituyen uno de los renglones más importantes de la economía local: durante el año 2012 se consumieron en Iquitos 149 toneladas mensuales de frutos de canangucha [26]. Así pues, por sus propiedades nutricionales y por tener ya un mercado establecido, la canangucha representa un gran potencial de desarrollo para la Amazonia colombiana. Para aprovecharlo, sin embargo, se requieren planes de manejo concertados con las comunidades y apoyados por las autoridades ambientales, que incluyan la erradicación de la práctica nociva de cosechar los frutos derribando la palma, que es la más frecuente en la Amazonia colombiana.
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El fruto de canangucho (Mauritia flexuosa), rico en vitamina A, es parte fundamental de la dieta de los pueblos amazónicos. A, frutos pelados, listos para ser consumidos; B, bolsas con pulpa en venta en el mercado de Leticia; C, jugo. (G. Galeano).
El asaí (Euterpe precatoria) y el naidí (Euterpe oleracea) son otros dos frutales extremadamente promisorios. Los frutos de ambas especies, además de sus propiedades alimenticias, contienen importantes antioxidantes (antocianinas de tipo polifenólico) [27, 28], con beneficios adicionales para la salud. No en vano estos frutos han sido tan importantes para los habitantes de los bosques de la Amazonia y el Pacífico. Aunque en el mercado colombiano han sido frutales subutilizados, el consumo de asaí en el mundo ha aumentado sustancialmente en los últimos años, con un mercado liderado por Brasil. Colombia, con grandes palmares de naidí en la región Pacífica y con poblaciones aprovechables de asaí en todas las áreas de tierras bajas y húmedas del país, tiene también un potencial importante en este mercado. Nuevamente, para lograr hacer realidad este potencial, se requiere de programas de manejo basados en investigaciones sólidas, con el compromiso de las comunidades y del estado.
Naidí (Euterpe oleracea). Frutos en el mercado en Guapi, Cauca. (R. Bernal).
Frutos de corozo de lata (Bactris guineensis) a la venta en la plaza de mercado de Santa Marta. (G. Galeano).
En la región Caribe, la palma frutal más importante es la corozo de lata o uvita de lata (Bactris guineensis), que produce jugosos frutos morados muy apreciados por su delicioso sabor y por sus reputadas cualidades nutricionales, y con un amplio comercio a nivel local y regional. A pesar de esto, las poblaciones de corozo de lata están siendo drásticamente reducidas por la ampliación
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de la frontera agropecuaria, a tal punto que ya han desaparecido de muchas áreas. Sería una palma excepcional para incluirla en sistemas agrosilvopastoriles en grandes extensiones de la costa Caribe. Sin embargo, es necesario llenar los vacíos de información que existen sobre la biología y ecología de la palma para planear el aprovechamiento sostenible de la especie ligado a sistemas de producción adecuados para la zona y sus habitantes. La mayoría de estas palmas frutales se encuentran en las tierras bajas. Sin embargo, en la zona andina hay también una palma altamente promisoria. Se trata del mararay o corozo (Aiphanes horrida), una palma frecuente en la cuenca del río Cauca y en la Zona Cafetera, cuyos frutos se comercializan a pequeña escala para el consumo de sus semillas, de
Naidí (Euterpe oleracea). Palmas cultivadas por sus frutos en Guainía. (G. Galeano).
Racimos de frutos de mararay o corozo (Aiphanes horrida) a la venta en el mercado de Santa Fe de Antioquia. (G. Galeano).
sabor semejante al del coco, y que hasta hace pocos años eran muy apreciadas para la elaboración de confitería. Un estudio sobre la composición nutricional de estos frutos [29] mostró que no solo la semilla constituye un alimento valioso en la dieta, dado su alto contenido de ácido laúrico y de proteína, sino que también la pulpa de los frutos debería ser aprovechada en la alimentación humana, teniendo en cuenta que tiene un contenido de vitamina A más alto que el de la zanahoria. Con estas propiedades, la especie tiene un enorme potencial para buscar la seguridad alimentaria en la región Andina. A pesar de la facilidad con la que se cultiva y cosecha, la palma se ha mantenido relegada y no ha recibido mayor atención para su integración en sistemas productivos.
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Entre las palmas frutales, 13 especies se usan también para extraer aceite, tanto del mesocarpo como de la semilla. Adicionalmente, al menos otras 15 especies (pertenecientes a los géneros Attalea y Astrocaryum) tendrían potencial como fuentes de ácidos grasos a partir de sus semillas. La mayoría de los aceites se usan para la alimentación, pero también tienen aplicaciones cosméticas y medicinales. Entre las especies más importantes como productoras de aceite, además del cocotero, se encuentran el milpesos (Oenocarpus bataua), la canangucha (Mauritia flexuosa), el naidí (Euterpe oleracea), el asaí (E. precatoria), el pusuy (Oenocarpus minor), la palma de vino (Attalea butyracea), el tamaco (Acrocomia aculeata), el corozo (Elaeis oleifera), y el chontaduro (Bactris gasipaes). Al menos de las cuatro primeras se sabe que son fuente de ácidos grasos no saturados de alto valor nutricional, con contenidos importantes de tocoferol, cuyas propiedades podrían disminuir los niveles de colesterol, la incidencia de enfermedades coronarias y la hipertensión [30].
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Semillas de palmas ricas en aceites. A, cuesco y semillas de táparo (Attalea amygdalina) en Andes, Antioquia; B, cuesco y semilla de táparo calimeño (Attalea cuatrecasana), apetecidas en el Sur del Pacífico colombiano, donde esta palma es endémica. (G. Galeano).
La calidad de estos aceites es muy similar a la de los más apreciados en el mercado, como los de oliva, girasol, maíz y soya, y mucho más alta que la del aceite de palma africana [31]. El aceite de mejor calidad entre todos ellos es el de milpesos, comparable o aun superior al aceite de oliva, de demanda creciente a nivel mundial y del que se importaron a Colombia 1476 toneladas en el año 2011, por valor de más de 9 millones de dólares. El aceite de milpesos es además rico en alfa-tocoferol, un antioxidante relacionado con la actividad de la vitamina E y, por lo tanto, ideal para incluir en una dieta saludable [32]. Todas estas especies oleaginosas representan un enorme potencial para obtener alimento de buena calidad, en la industria farmacéutica y cosmética y en la producción de biocombustibles. También en el campo de los alimentos se destaca el palmito. Aunque en Colombia se extrae palmito de 16 especies nativas, las más relevantes son el chontaduro (Bactris gasipaes), el naidí (Euterpe oleracea) y el palmito (Prestoea acuminata). El palmito de chontaduro se extrae de plantaciones comerciales, mientras que el de E. oleracea y de P. acuminata se extrae de poblaciones silvestres. Los palmitos de P. acuminata son parte importante de las celebraciones de Semana Santa por parte de grupos indígenas en Nariño, mientras que la explotación de palmito de E. oleracea alcanza niveles industriales, ocupando un papel importante en la economía de la Costa Pacífica de Nariño y Cauca.
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Palmas oleaginosas promisorias. A, frutos de corozo (Elaeis oleifera), Capurganá, Chocó; B, frutos de tamaco (Acrocomia aculeata), Casanare. (R. Bernal)
Finalmente, un uso alimenticio indirecto de las palmas es el de los troncos como substrato para criar el mojojoy, nombre que recibe la larva del escarabajo picudo de las palmas (Rhynchophorus palmarum), rica en aceite y muy apetecida entre las comunidades indígenas amazónicas, para las cuales constituye un manjar y un importante componente proteico de su dieta. En cuanto a los usos relacionados con la construcción, en su mayoría se aprovecha el tallo como elemento estructural y las hojas para los techos. Cuando se usa el tallo (52 especies), la cosecha necesariamente es destructiva, de tal forma que es necesario prestar especial atención al manejo de este tipo de recurso, pues su cosecha pone en riesgo la permanencia de las poblaciones. Las especies más importantes cuyo tallo se usa para construcción incluyen casi todas las palmas iriarteóideas (Iriartea deltoidea, Socratea exorrhiza, Socratea rostrata, Iriartella setigera, Wettinia spp.), las cuales se caracterizan por tener en la periferia del tallo fibras oscuras, densas, muy duras y resistentes. Sin embargo, también se usa el tallo de otras especies como Oenocarpus bataua en el Pacífico, Astrocaryum ferrugineum en la Amazonia, Bactris guineensis en el Caribe y varias especies de Wettinia y de Ceroxylon en la región Andina. En el caso de Iriartea deltoidea, la barrigona, el uso se ha diversificado gracias al trabajo de una pequeña empresa en el piedemonte amazónico, que transforma sus troncos en pisos, muebles y objetos decorativos. Dadas las cualidades de la madera de la barrigona, con un adecuado manejo esta especie podría ser objeto de una actividad económica importante y su aprovechamiento constituiría un incentivo para conservar los bosques donde crece la palma.
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Tallos de palma en la estructura de las viviendas. A, tallos de corozo de lata (Bactris guineensis) formando toda la armazón del bahareque en Chimichagua, Cesar; B, tallos de yaripa (Iriatella setigera) en la armazón del bahareque (los tallos horizontales) en Murciélago, Guainía; C, tallos de zancona (Socratea exorrhiza) para las paredes, en Murciélago, Guainía. (G. Galeano).
Con respecto a las hojas para techado, 50 especies registran ese uso, 33 de las cuales son reputadas como de buena calidad y se usan para construcciones permanentes; entre estas sobresalen la palma amarga (Sabal mauritiiformis), la palma de vino (Attalea butyracea) y la palma sará (Copernicia tectorum) en la región Caribe; el amargo (Welfia regia) y el cabecinegro (Manicaria saccifera) en la región Pacífica; y el caraná (Lepidocaryum tenue), la canangucha o moriche (Mauritia flexuosa), la canangucha de sabana (M. carana) y la palma de vino (Attalea butyracea), entre otras, en la Amazonia. Algunas de las hojas más apreciadas, como las de la palma amarga en el Caribe, tienen fama de durar hasta 50 años en un techo bien construido y con mantenimiento periódico, mientras que otras, como las hojas del Piso de barrigona (Iriartea deltoidea), Mocoa, Putumayo. (G. Galeano).
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amargo, pueden durar hasta 15 años en medio de selvas pluviales. Aunque en muchas regiones se ha reemplazado el techo de palma por otros materiales, principalmente fibrocemento (Eternit®) o zinc, el uso de techos de palma sigue teniendo gran acogida, tanto por su frescura como por su estética. Por esta razón, el uso de techos de palma podría ser considerado de gran potencial en el futuro, pero para ello es necesario tener planes de manejo para todas las especies productoras de hoja. También es necesario evaluar, para cada región, el riesgo de infestación con el chinche de las palmas o pito, Rhodnius prolixus, que en algunas áreas secas ocupa los techos de palma y es vector del Tripanozoma cruzi, causante de la enfermedad de Chagas [33, 34, 35].
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Techos de palma. A, casa en San José del Purgatorio, Magdalena, con techos de hoja de sará (Copernicia tectorum); las paredes son también de tallos de sará; B, carga de hojas de sará para techar, San José del Purgatorio, Magdalena. (G. Galeano).
Los tallos y las hojas son también usados para la elaboración de utensilios y herramientas, que incluyen numerosos artefactos para la vida cotidiana, entre los cuales se cuentan escobas, abanicos, esteras, hamacas, canastos, recipientes de diferente tipo, implementos de cocina (soplador, colador, molinillo, rallador) y diversas herramientas de trabajo doméstico y agrícola. Muy importante dentro de este grupo son las fibras que se obtienen de las hojas, principalmente de los cogollos de algunas especies. Las palmas son la familia con mayor número de especies proveedoras de fibras para artesanías en Colombia [36]. Las especies más utilizadas y para las que se ha identificado mayor potencial son la chambira (Astrocaryum chambira), el güérregue (Astrocaryum standleyanum), la palma estera (Astrocaryum malybo), el moriche (Mauritia flexuosa) y el chiquichiqui (Leopoldinia piassaba), entre otras. Todas ellas proveen fibra de excelente calidad, pero tienen propiedades tan diferentes como los procesos para extraerlas y como los productos que se elaboran con cada una de ellas [37, 38]. Además de los objetos de uso doméstico que se elaboran con cada especie, se ha venido produciendo un mayor número de objetos artesanales, con amplia aceptación en el mercado nacional e internacional [36, 37]. En síntesis, son fibras de alta calidad y con gran potencial, de tal forma que el proceso de cosecha y el manejo de las poblaciones de estas palmas debe ser objeto de atención por parte de pobladores rurales, autoridades ambientales e investigadores. Sólo así se podrá asegurar el uso del recurso a largo plazo. Entre los usos culturales sobresale la elaboración de ropa y accesorios, particularmente lo relacionado con adornos y piezas artesanales, que cobran cada vez mayor atención y son fuente importante de ingresos para las comunidades rurales. En este campo, también las palmas son
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Techos de palma. A, techo de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) y paredes de palmarito (Leopoldinia pulchra), Tonina, río Guainía; B, techo de caraná (Lepidocaryum tenue), Leticia, Amazonas; C, techo de moriche (Mauritia flexuosa), Puerto López, Meta. (G. Galeano).
importantes. Varias especies se usan para hacer sombreros de diferentes tipos, como el típico sombrero del campesino costeño de las orillas del río Magdalena, tradicionalmente elaborado con los cogollos de la palma sará (Copernicia tectorum), la cual crece en grandes grupos en las áreas inundables del río Magdalena; o el sombrero de palma de vino que es frecuente entre los campesinos del valle del Magdalena. En este renglón artesanal sobresale también la tagua, proveniente de las semillas de varias especies de Phytelephas. La extracción de tagua fue muy importante en la economía nacional a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando era la principal materia prima para elaborar botones [39]. Posteriormente fue olvidada durante décadas, pero en los últimos años se ha incrementado nuevamente su demanda, principalmente en el campo de la joyería y bisutería. Paralelamente con el resurgimiento de la tagua, las semillas de otras especies de palmas (asaí, zancona, barrigona, chambira, palma amarga, entre otras) han entrado también al mercado artesanal. Por su parte, las brácteas pedunculares del cabecinegro (Manicaria saccifera), extraídas de poblaciones silvestres en el Chocó, han cobrado enorme importancia en los últimos años como materia prima para numerosos objetos artesanales y piezas de vestuario [40], que se han posicionado como íconos de la cultura afrocolombiana. Relacionado también con usos culturales, se destaca el empleo de palmas en la lúdica y en las expresiones culturales de los pueblos. Instrumentos musicales tan clásicos como la marimba del Pacífico (elaborada principalmente con tallos de Iriartea deltoidea) o la guacharaca del Caribe (elaborada con tallos de Bactris guineensis y B. brongniartii), son evidencia de la compenetración del hombre con las palmas en los diferentes ecosistemas.
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Usos de las palmas nativas en colombia
Otro uso que merece especial atención es el de la extracción de savia para producir vino, principalmente a partir de la palma de vino (Attalea butyracea). Este uso plantea grandes posibilidades de desarrollo, si podemos cambiar las prácticas de cosecha actual en Colombia (que implican derribar la palma), mediante la transferencia y adaptación de la tecnología que se usa en Asia para extraer la savia a partir del sangrado de las inflorescencias, lo que permite una producción continua y sostenible. Es un paso que se debe dar, especialmente si tenemos en cuenta la abundancia y amplia distribución de la palma de vino en Colombia. Estudios recientes [41, 42] han señalado el gran potencial para la producción de azúcar a partir del sangrado de las inflorescencias de A. butyracea. El azúcar podría abastecer la demanda nacional o transformarse en biocombustible. Sistemas agrosilvopastoriles diversos, que incluyan la palma de vino y otras especies de palmas útiles, podrían ocupar vastas áreas de la región Caribe, los valles interandinos y la Orinoquia, hoy cubiertas por potreros o zonas deforestadas.
B A
C
D
E
Utensilios de uso domésticos elaborados con palmas. A, soplador de inayá (Attalea maripa), Laguna Colorada, Guainía; B, sebucán para exprimir la yuca brava, elaborado con tallos de yasitara (Desmoncus horridus), río Guainía; C, detalle del tejido del sebucán; D, escobas elaboradas con cogollos de corozo (Elaeis oleifera) y de palma de vino (Attalea butyracea), de fibra más clara, Chimichagua, Cesar; E, catumare tejido con hojas de milpesos (Oenocarpus bataua), Estación Biológica El Zafire, Leticia, Amazonas. (G. Galeano).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
En la categoría de uso como alimento para animales se registran 31 especies, todas con frutos ricos en aceite, por lo que representan una oportunidad para ser incluidas en sistemas agrosilvopastoriles en el Caribe (Acrocomia aculeata, Attalea butyracea, Copernicia tectorum, Sabal mauritiiformis), en el Pacífico (Bactris gasipaes, Euterpe oleracea, E. precatoria, Oenocarpus bataua, O. minor, Attalea spp.), en la Amazonia (Bactris gasipaes, varias especies de Astrocaryum, de Attalea, de Oenocarpus), en la Orinoquia (Acrocomia aculeata, Attalea butyracea, Attalea maripa, A. insignis) y en los Andes (todas las especies de Ceroxylon y de Wettinia).
A
B
C
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Fibras de palma. A, tejido con palma estera (Astrocaryum malybo), Chimichagua, Cesar; B, detalle de tejido de chambira (Astrocaryum chambira), Leticia, Amazonas; C, tejiendo con fibras de güérregue (Astrocaryum standleyanum), Ladrilleros, Valle del Cauca; D, detalle de tejido con cabecinegro (Manicaria saccifera). (G. Galeano).
Un uso poco frecuente de las palmas nativas es el de su cultivo para ornamentación. Por su elegancia y arquitectura particular, las palmas son altamente apreciadas para fines ornamentales. En Colombia se cultivan más de 40 especies de palmas ornamentales [43], pero la mayoría de
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Usos de las palmas nativas en colombia
ellas han sido introducidas de otros continentes. Sin embargo, más de 100 especies de palmas nativas de Colombia tienen cualidades para ser posicionadas en el mercado de las plantas ornamentales y contribuir al paisajismo nacional [44]. La importancia de todos los usos, propiedades y derivados de las palmas apoya la conclusión de que las palmas silvestres de Colombia representan un patrimonio inmenso, lleno de oportunidades para el establecimiento de modelos productivos en los que el desarrollo no riña con la conservación. Los sistemas agrosilvopastoriles y agroforestales, en los que las diferentes especies de palmas encajan totalmente, podrían llegar a ser esos modelos, como lo han señalado Johnson [23] y Ocampo [45], entre otros. Sin embargo, es muy preocupante que este promisorio patrimonio esté amenazado. Los estudios muestran que cerca del 19 % de las especies de palmas silvestres de Colombia se encuentran amenazadas de extinción [46]. Si bien la pérdida de hábitat es la principal causa de amenaza, la sobreexplotación y las malas prácticas de cosecha que prevalecen para algunas de las especies más importantes y más promisorias (incluyendo la práctica absurda de derribar las palmas para cosechar los frutos) están causando un deterioro de nuestro patrimonio futuro [47]. En este tema el adecuado manejo debe neutralizar la amenaza. Por esta razón, es necesario contar con un programa de trabajo apoyado por los diferentes sectores, que implique acciones más contundentes para aprovechar, por fin, el enorme potencial que representan las palmas para el desarrollo sostenible del país.
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MANEJO DE LAS PALMAS
Usos de las palmas nativas en colombia
MANEJO DE LAS PALMAS Rodrigo Bernal
L
a gran diversidad de usos de las palmas colombianas ha dado lugar a una amplia gama de estrategias de manejo, que van desde acciones tendientes a incrementar el tamaño de las poblaciones silvestres hasta la inclusión de algunas especies en complejos sistemas agroforestales. El número de especies sobre las que se tiene información de prácticas de manejo es mucho menor que el número de especies utilizadas, lo que sugiere que en muchos casos se aprovechan las palmas sin ninguna consideración sobre la suerte que puedan correr sus poblaciones a futuro [47]. El factor de manejo que más incide en la suerte de las poblaciones silvestres utilizadas es la técnica de cosecha que se emplee. Dependiendo del producto que se busque, estas técnicas pueden ser necesariamente destructivas o no necesariamente destructivas.
Uso necesariamente destructivo
Las técnicas necesariamente destructivas están asociadas a usos que requieren derribar la palma para obtener el producto deseado. El caso más obvio es el de las palmas que se cortan para utilizar su madera, como ocurre con la barrigona (Iriartea deltoidea), usada para fabricar muebles, la zancona (Socratea exorrhiza) con la que se construyen techos, o las varias especies de macana (Wettinia spp.), cuya madera extraída en forma de varas cilíndricas se utiliza en construcción en el Eje Cafetero. Otro tipo de uso necesariamente destructivo es la obtención de palmito para consumo como alimento a partir de diversas especies, principalmente el naidí (Euterpe oleracea) y el palmito (Prestoea acuminata). Dado que el palmito corresponde a las hojas en su estado más tierno de desarrollo, su obtención implica derribar la palma. Para las palmas que tienen un solo punto de crecimiento, el corte del tallo significa la muerte de la planta; para especies que tienen varios tallos, es posible cosechar algunos de ellos, y nuevos rebrotes pueden reemplazar a los tallos cortados si se siguen adecuadas prácticas de manejo que respeten los rebrotes pequeños. Otros casos de uso necesariamente destructivo tienen un impacto más bajo, pues se practican a menor escala y, en general, solo para consumo doméstico. El derribar las palmas para posteriormente recolectar las larvas de escarabajos que se crían en ellos es una práctica que ha sido documentada entre los bari de Norte de Santander [48], y posiblemente se da entre otros pueblos aborígenes, pues las larvas de escarabajo son consideradas una exquisitez entre los indígenas. Las principales especies de las que se cosechan larvas de escarabajo son el milpesos (Oenocarpus bataua) y el moriche (Mauritia flexuosa). Es probable que el impacto de este tipo de uso sea muy bajo y en la mayoría de los casos se obtienen las larvas a partir de palmas que fueron derribadas para cosechar sus frutos. Un último caso de cosecha necesariamente destructiva es la extracción de almidón a partir del tallo. Aunque en la actualidad este uso ya no se practica en Colombia, jugó un papel importante entre pueblos cazadores recolectores hace varios milenios. Los pueblos tukano extraían almidón de los tallos del moriche [49] y aparentemente también de la barrigona [50]. Es difícil saber el impacto que esta práctica pudo tener sobre las poblaciones de estas especies.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Cosecha no destructiva
En la mayoría de los casos, las hojas, las fibras y los frutos de las palmas se pueden cosechar de manera no destructiva, accediendo a ellos mediante el uso de herramientas muy básicas. En palmas que miden hasta unos 8 m de altura es posible alcanzar la corona usando una escalera o un palo inclinado con peldaños labrados. Lo más simple y liviano es un tallo de guadua (Guadua angustifolia), como se usa en El Guamo, Tolima, para cosechar las hojas de la palma de vino (Attalea butyracea).
Uso de un tallo de guadua (Guadua angustifolia) a manera de escalera para cosechar las hojas de la palma de vino (Attalea butyracea) en El Guamo, Tolima. (N. García).
Medialuna usada para cosechar hojas y frutos de palma. (R. Bernal).
Otra opción es cortar el producto deseado desde el suelo mediante el uso de la medialuna, una cuchilla encabada en el extremo de una vara larga. Estas cuchillas son baratas y están disponibles en las ferreterías. A menudo tienen forma de S, con filo en los dos lados cóncavos, lo que permite cortar de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. De esta manera resulta fácil cortar un racimo o una hoja. La medialuna se emplea de manera regular en la zona de San José del Palmar, Chocó, para cosechar los racimos de chontaduro (Bactris gasipaes). Su introducción en la región del bajo Río San Juan a finales del siglo XX para cosechar los cogollos de güérregue (Astrocaryum standleyanum) puso fin a la severa reducción de esta palma cerca de los poblados indígenas [51]. Cuando las palmas sobrepasan los 8 m de altura, la mejor opción es escalarlas. Existen diversos métodos para subir a las palmas, que varían en su grado de elaboración y en el nivel de comodidad y seguridad que ofrecen. El método más simple consiste en trepar directamente por el tallo
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Usos de las palmas nativas en colombia
sin ayuda, valiéndose sólo de los brazos y las piernas. Este método es útil para palmas de menos de 15 cm de diámetro y se utiliza a menudo para cosechar los frutos del asaí (Euterpe precatoria) y el naidí, al igual que los de algunas especies de Oenocarpus.
A
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Escalada de palmas. A, escalada de naidí (Euterpe oleracea) sin accesorios. B, escalada con cuerdas en los pies. (R. Bernal).
Un método ligeramente más elaborado se utiliza para cosechar los frutos del cocotero (Cocos nucifera) en las zonas costeras del Pacífico y del Caribe, y consiste en hacer pequeños cortes en el tallo, a manera de peldaños. Sin embargo, este método no es recomendable, pues las heridas del tallo pueden servir de entrada al picudo de las palmas (Rhynchophorus palmarum), que puede ocasionar la muerte de la planta. Una técnica de escalada un poco más sofisticada consiste en hacer un anillo con un bejuco o una cuerda, alrededor de la palma que se va a escalar, dejándolo suficientemente amplio para que quepa un pie entre el anillo y la palma a cada lado del tallo. Se introducen los pies en el anillo hasta un poco más abajo de los tobillos y se apoyan las plantas contra el tallo al tiempo que se abren las piernas. De esta manera, el peso del cuerpo se convierte parcialmente en presión contra el tallo y contra los tobillos, manteniendo los pies en posición mientras se estira el cuerpo. Se recogen entonces los pies y el anillo mientras se sostiene el cuerpo sobre el tallo con los brazos, y se apoyan de nuevo los pies para repetir el movimiento anterior. Esta técnica se ha observado en la Amazonia colombiana para cosechar frutos de Oenocarpus y aparentemente se usa también en algunas zonas de la costa del Caribe para cosechar las hojas de la palma amarga (Sabal mauritiiformis). Aunque es una técnica muy fácil de implementar o incluso de improvisar con algún bejuco del lugar, es exigente en esfuerzo físico y maltrata los pies.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Las dos siguientes técnicas son más elaboradas y ambas han dado excelentes resultados. Son simples de fabricar y de transportar, fáciles de construir y seguras de usar. Con ambas se puede escalar de manera rápida una gran variedad de palmas de diverso porte, incluso plantas de tallo grueso. Se trata del estrobo y la marota. El estrobo es el sistema que se usa para escalar los postes de teléfonos. Consiste en dos anillos de cuerda, cada uno de los cuales tiene aproximadamente cuatro veces la circunferencia del tallo que se va a escalar. Para escalar la palma, se rodea el tallo con el anillo extendido como si fuera una cuerda doble, y se pasa un extremo por el ojal que forma el otro extremo, apretándolo alrededor del tallo. Se ponen de igual manera los dos anillos, uno de ellos 80 cm por encima del otro. Cada uno de los anillos tiene una superficie adecuada para el pie en la parte inferior del extremo que cuelga. En la versión más elaborada, el que va debajo lleva una tabla de 30 cm de largo y 20 cm de ancho y el otro un segmento grueso forrado en tela o una banda de cuero. Para subir a la palma, el trepador se para con el pie derecho sobre la tabla del anillo inferior y mete el pie izquierdo por la argolla que cuelga del anillo superior, hasta el muslo. Apoyando el peso del cuerpo sobre el muslo, sube con las manos el anillo inferior hasta ponerlo al nivel del superior; se para entonces sobre la tabla del anillo inferior y sube el superior tanto como pueda y repite nuevamente la operación. Avanzando de este modo, un trepador con experiencia puede subir a una palma de 20 m en unos 2 minutos. El estrobo no se usa de manera regular en ninguna región del país pero ha tenido un gran éxito en la comunidad de Veinte de Enero, en la Amazonia peruana, donde su utilización durante los últimos veinte años tuvo una gran acogida entre los cosechadores de frutos de canangucho o aguaje y eliminó por completo la tala de palmas hembras.
A
B
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Equipo utilizado para subir palmas. A-B, estrobo. (G. Galeano); C, marota utilizada en chontaduro (Bactris gasipaes) (R. Bernal); D, marota utilizada en moriche (Mauritia flexuosa) (G. Galeano).
La marota se basa en el mismo principio de apretar la palma con el peso del cuerpo. Consiste en dos estructuras de madera con forma de X. Sosteniendo la X en forma horizontal, se presiona el ángulo distal contra la palma y se amarran con cuerda los dos extremos de cada lado, formando dos triángulos, dentro de uno de los cuales se encuentra el tallo. El triángulo que está hacia el
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Usos de las palmas nativas en colombia
lado del cosechador se cierra con otra vara de madera. Para subir la palma, el cosechador se sienta sobre el triángulo de la marota superior y sube la inferior con los pies tanto como le sea posible. Se para luego sobre ella y sube la superior tanto como pueda; luego, se sienta de nuevo en ella para repetir la operación. De esta manera, un cosechador puede subir a una palma de 20 m en 2-3 minutos. A diferencia de las otras técnicas de escalada de palmas, la marota tiene la ventaja de que el cosechador está a una buena distancia del tallo, lo que hace posible utilizarla para escalar palmas espinosas. De hecho, este método se ha usado en el bajo Anchicayá (Valle) y en San José del Palmar (Chocó) para cosechar los racimos de chontaduro.
Cosecha innecesariamente destructiva
En muchos casos se derriban las palmas para cosechar sus frutos, sus hojas o su savia, aunque estos productos se podrían obtener sin necesidad de cortar las palmas. Sin embargo, los cosechadores a menudo prefieren la opción destructiva porque es más fácil y más rápida [47]. Los casos más alarmantes en Colombia son la cosecha de frutos de milpesos y de canangucho o moriche y las fibras de chambira o cumare (Astrocaryum chambira). El caso del milpesos es particularmente preocupante, pues los frutos son altamente apreciados en todo el país, y la mala práctica de derribar las palmas para cosechar los racimos está extendida en todas las áreas donde ella crece [43]. En el caso del moriche, la mala práctica solo está extendida en la región del Río Amazonas, donde la palma, localmente llamada aguaje o canangucha, ha sido arrasada a tal punto, que ahora es difícil encontrar palmas hembra cerca de Leticia; las palmas que sobreviven son en su mayoría machos. Aunque se han hecho campañas en algunas áreas, las malas prácticas persisten en casi todas las regiones. En el caso de la chambira o cumare, a menudo se derriban las palmas para cortar los cogollos, de los que se extrae una fibra muy apreciada para tejer diversos artículos. En algunos sectores de los Llanos Orientales, en Casanare, esta práctica ha hecho que las palmas de cumare escaseen ahora. En la Amazonia también se sacrifican innecesariamente cientos de palmas, lo que ha generado un decrecimiento de las poblaciones [36, 52, 53], causando una disminución en la oferta de materia prima. Una situación similar se vivió con el güérregue en la zona del Bajo San Juan, en la Costa del Pacífico, durante las dos últimas décadas del siglo XX. El gran éxito que tuvieron en los mercados nacionales e internacionales los canastos tejidos con las fibras de esta palma generó una fuerte presión sobre sus poblaciones silvestres, llevando al agotamiento del recurso en los alrededores de los poblados indígenas. La situación se ha corregido en las últimas décadas con la introducción de herramientas adecuadas de cosecha, y las poblaciones se encuentran ahora en proceso de recuperación [51]. Un caso particular de cosecha innecesariamente destructiva es la obtención de savia azucarada a partir del meristemo de la palma, como se hace con el tamaco (Acrocomia aculeata) y la palma de vino. En este caso la mala cosecha no se hace por negligencia o por carencia de las herramientas adecuadas, sino porque no se ha desarrollado en América la técnica de obtención de la savia a través de las inflorescencias, como se practica en Asia con diversas especies de palmas pertenecientes a distintos géneros. En este caso, una transferencia de tecnología para sangrar las palmas a través de las inflorescencias podría tener un gran impacto. Para el caso de la palma de vino, se ha sugerido que un adecuado proceso de extracción de la savia, combinado con el establecimiento de la palma en sistemas agrosilvopastoriles, podría dar rendimientos comparables a los de la caña de azúcar panelera [41, 42].
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Ritmos de cosecha
Otro factor que determina la sostenibilidad del aprovechamiento, además de la técnica que se utilice para acceder a la estructura utilizada, es la intensidad de la cosecha. Las palmas producen sus hojas una a una, y cada especie tiene un ritmo de producción de hojas específico. Esta tasa de producción es más baja en las plántulas y se hace progresivamente más rápida a medida que las palmas se hacen adultas. En las palmas tratadas en este libro, la tasa de producción de hojas en los adultos oscila entre 1.5 y 11 por año (Tabla 1). Conocer la tasa de producción de hojas de cada especie en sus diferentes fases de desarrollo es un paso fundamental para planear su aprovechamiento sostenible. Tabla 1. Producción promedio de hojas por año en individuos de diferentes edades en palmas útiles colombianas.
Especie Astrocaryum chambira Astrocaryum malybo Astrocaryum standleyanum Attalea butyracea Ceroxylon alpinum Copernicia tectorum Euterpe oleracea Euterpe precatoria Iriartea deltoidea Lepidocaryum tenue Mauritia flexuosa Oenocarpus bataua Phytelephas macrocarpa Prestoea acuminata Socratea exorrhiza Wettinia quinaria
Plántulas Juveniles Adultos 1.5 1.8 1.7 0.8 0.9 4.8 1.0 1.0 0.66 0.93 1.4 0.9 1.2 1.54 1.6 1.9
1.7 2.0 2.0 1.8 1.4-2.2 6.6-19.3 1-2 1.0 1.8-2.2 1.0-1.3 2.2 0.9 1.8 2.1-3.2 2.7-4 2.5
2.9 2.5 3.1 5-8 7-11 12-33 7-10 3.8 2.1-2.4 1.4-1.7 6.8 2.1 6.1-7.4 3.6-5.3 4.5-5.4 2.4-3.6
Referencia [309] [309] [309] [54] [55] [310] [311] [312] [313] [56] [312] [312] [39] [57, 300] [313] [58]
Las flores y los frutos de las palmas crecen en inflorescencias que nacen sobre el tallo en la base de cada hoja. Generalmente hay una sola inflorescencia en cada hoja, pero varias especies de Wettinia y Aiphanes multiplex y Chamaedorea linearis tienen varias inflorescencias en cada nudo. En algunas especies, como la barrigona, la zancona y el güérregue, el desarrollo de las inflorescencias sigue el ritmo de producción de hojas y generalmente se pueden encontrar flores y frutos a lo largo del año. En otros grupos, como Ceroxylon, Mauritia, Phytelephas y Euterpe, las inflorescencias de varias hojas sucesivas se desarrollan simultáneamente en una época del año, de tal manera que hay uno o dos picos de floración y de fructificación cada año y a veces un pico de fructificación más grande cada varios años. El entendimiento de estos ciclos fenológicos es otro paso fundamental para regular los ritmos de cosecha de los frutos y la obtención de savia a través de las inflorescencias. Finalmente, en las especies que tienen múltiples tallos es necesario conocer el ritmo de producción de nuevos rebrotes y el crecimiento de éstos, para regular el corte de los tallos, ya sea para su utilización como madera o para la obtención del palmito. Los métodos para la medición de los parámetros descritos anteriormente se exponen en el capítulo siguiente.
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Usos de las palmas nativas en colombia
Factores que afectan el manejo
En no pocos casos el manejo se ve afectado por factores ajenos a las palmas mismas, como la tenencia de la tierra o las presiones de mercado. Cuando se cosechan productos de palmas en terrenos ajenos o de propiedad colectiva, la suerte de las especies involucradas parece revestir, en muchos casos, un interés menor para los cosechadores que el que se tiene cuando se cosecha en terrenos propios; este menor interés se ve reflejado a menudo en malas prácticas de cosecha, en muchos casos destructivas. En el caso de productos que se cosechan en terrenos ajenos, como la savia que se extrae de la palma de vino en el valle del Magdalena o los cogollos que se extraían de las palmas de cera (Ceroxylon alpinum y Ceroxylon quindiuense) en el Quindío, el cosechero está aprovechando un recurso cuyo acceso en el largo plazo es incierto, y por esa razón el futuro de la planta no reviste para él mucha importancia. En el caso de productos que se extraen de terrenos comunitarios, como los frutos de milpesos o de moriche las hojas de caraná (Lepidocaryum tenue) o los palmitos de naidí, a menudo el mal manejo del recurso se debe al razonamiento simple “si no lo hago yo, lo va a hacer otro”. Es lo que Hardin [59] llamó “la tragedia de la propiedad colectiva”. Las presiones del mercado juegan también un papel importante sobre las prácticas de manejo. La cosecha de un recurso puede hacerse de manera sostenible cuando el producto se obtiene para uso doméstico, pero el cosechador puede recurrir a prácticas destructivas para incrementar la producción cuando existe una considerable demanda sobre los productos derivados. Es lo que sucede en los alrededores de Leticia, donde el incremento del turismo y la consiguiente construcción de albergues de estilo tradicional han puesto una fuerte presión sobre las hojas de caraná y sobre los tallos de zancona a los que ellas se amarran, ocasionando una sobreexplotación del recurso y reduciendo así las poblaciones de ambas palmas.
Conservación a través del uso
Aunque existe un riesgo potencial de que el aprovechamiento comercial de una palma pueda afectar en algún nivel sus poblaciones silvestres, para algunas especies ese aprovechamiento comercial representa al menos una opción de conservación. Las palmas cuya cosecha se prohíbe por completo son consideradas inútiles o improductivas por los propietarios de los terrenos donde crecen, y corren el riesgo de ser eliminadas. Por ejemplo, los propietarios de terrenos en el valle del Magdalena, en Boyacá y Santander, protegen las palmas de tagua si pueden obtener ingresos de ellas al vender sus semillas [47]. Sin embargo, en muchas zonas de esa región la tagua permanece subexplotada por falta de permiso de las autoridades ambientales, a pesar de un estudio [39] que muestra que la cosecha de sus semillas es sostenible. La CAR, en cambio, ha autorizado la cosecha de hojas de palma de vino en la zona de Nilo, Cundinamarca, como una estrategia para evitar la destrucción de la planta por los propietarios de la tierra [47]. Así pues, el manejo de las palmas busca alcanzar un equilibrio entre la subutilización de las especies y su sobreexplotación. Ese punto de equilibrio, para el que este libro busca dar las bases, permitirá que las palmas se integren cada día más a la economía nacional, sin que se ponga en riesgo su supervivencia.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Legislación
El aprovechamiento de los productos derivados de las palmas silvestres colombianas está regido de manera general por el Estatuto de Flora Silvestre, que se adoptó mediante Acuerdo 38 del Ministerio de Agricultura, promulgado el 10 de septiembre de 1973; por el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, establecido mediante Decreto 2811 del 18 de diciembre de 1974; y por el Régimen de Aprovechamiento Forestal, establecido por Decreto 1791 del 4 de octubre de1996. Existe, además, legislación específica que regula la utilización de varias especies de palmas. Así, por ejemplo, la Resolución 1245 de Corpoamazonia, expedida el 19 de diciembre de 2006, reglamenta el aprovechamiento de tallos de Iriartea deltoidea en la Amazonia. Por su parte, el aprovechamiento de tallos de Wettinia kalbreyeri y Wettinia hirsuta fue prohibido en la jurisdicción de Corantioquia mediante la Resolución 3183 del 26 de enero de 2000; esta resolución también prohibió el uso de hojas de Ceroxylon alpinum para ramos de Semana Santa. Del mismo modo, la Carder, mediante Resolución 177 del 9 de abril de 1997, prohibió el aprovechamiento de Ceroxylon quindiuense, especie cuya tala está además prohibida en todo el territorio nacional por la Ley 61 de 1985, que designó a esta especie como Árbol Nacional de Colombia. El aprovechamiento de frutos y hojas de palma en la Amazonia fue reglamentado por Corpoamazonia, mediante Resolución 0727 del 19 de julio de 2010.
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ELEMENTOS QUE DETERMINAN LA SOSTENIBILIDAD
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ELEMENTOS QUE DETERMINAN LA SOSTENIBILIDAD Gloria Galeano, Rodrigo Bernal, Carolina Isaza, Jaime Navarro, Néstor García, Martha Isabel Vallejo y Claudia Torres La sostenibilidad de la cosecha de las palmas está basada en aspectos ecológicos de las especies, que afectan la oferta del recurso, tales como su distribución, su abundancia y su fenología, y en aspectos morfológicos de la palma como su hábito de crecimiento, el número de hojas de su corona y la facilidad de acceso a ella. Galeano et al. [60] dieron directrices para evaluar la sostenibilidad del aprovechamiento de las palmas silvestres; mucha de la información del presente capítulo es tomada de ese artículo.
Distribución
Para establecer la distribución de una especie y delimitar el área de manejo se recomienda usar imágenes de satélite para determinar las áreas de los palmares o de los bosques en los que ella crece. En algunas especies que forman grandes palmares (por ejemplo, el moriche), estos son detectables con este tipo de imágenes. Sin embargo, para la mayoría de las palmas, incluyendo las de sotobosque, las imágenes remotas permiten delimitar las zonas de bosque en las que la especie crece, pero no se pueden usar para estimar las áreas que ella ocupa dentro del bosque. En estos casos es útil recurrir a herramientas etnobotánicas, como la aplicación de entrevistas semiestructuradas y, especialmente, al uso de mapas parlantes, que consisten en mapas elaborados por la comunidad mediante un taller o una dinámica de grupo, y en los cuales se dibuja la distribución de una especie tal como la perciben los habitantes. La información de estos mapas parlantes se cruza con la cartografía oficial de la región y se puede tener una idea bastante aproximada de dónde se encuentra el recurso y de su abundancia. En el mapa resultante también se delimitan las zonas de extracción frecuentadas y potenciales (no cosechadas), identificando diferentes grados de uso, con sus rutas de acceso [61]. De esta forma se puede tener también una idea del potencial de aprovechamiento de una población de palmas, información esencial para reglamentar permisos de cosecha y planes de manejo.
Abundancia
La abundancia del recurso se establece con base en muestreos del área de distribución y de manejo; estos muestreos deben ser de un tipo, forma, tamaño y número adecuados a las condiciones intrínsecas de la especie y de su hábitat. Los muestreos son de dos tipos principales: aleatorios y sistemáticos, cada uno con ventajas y desventajas [61-63]. El tipo de muestreo más deseable desde el punto de vista estadístico es el aleatorio. Sin embargo, un tipo de muestreo completamente aleatorio no siempre es posible y depende de las condiciones específicas del hábitat en el que crece la especie. Con todo, en lo posible se sugiere escoger la aleatoriedad para tener un mayor soporte estadístico para los datos [63] y, en cualquier caso, es importante tener en cuenta la independencia entre parcelas para no incurrir en errores de seudo-réplica [ver 63]. Las parcelas que se establezcan para realizar el muestreo no deben nunca tocarse o ser contiguas y, para ello, resulta ideal la disposición de las unidades de muestreo en forma más o menos paralela.
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Elementos que determinan la sostenibilidad
El área de las muestras varía dependiendo del tamaño de la palma y de su densidad en el ecosistema; Galeano et al. [60] consideran que, en general, una unidad de muestreo de 1000 m2 puede ser suficiente en la mayoría de los casos. La forma también puede variar dependiendo de la especie y de su hábitat, aunque las parcelas cuadradas y rectangulares son las más usadas. Cuando sea pertinente se podría combinar la información que se tome con datos ya existentes, por ejemplo con los numerosos transectos de palmas de 500 x 5 m que ha hecho Henrik Balslev [64], y cuya información está disponible en GBIF (www.gbif.org). El número óptimo de unidades de muestreo depende de la variabilidad presente en la distribución de la especie. Como regla general es mejor tener un mayor número de unidades de muestreo que permita abarcar la máxima variación de la especie en el área [65]; sin embargo, se debe buscar un equilibrio entre el número de parcelas, el tiempo, los costos del muestreo y el nivel de error permitido. Cuando se establece un muestreo de tipo aleatorio se puede utilizar la fórmula citada por Peters [62] para estimar el número de parcelas con un error estándar determinado: S2 N= 2 2 D x Donde N = número de unidades de muestreo; S2 = varianza estimada de la población; D = error estándar que se aceptaría para el estudio; x = valor promedio estimado de la densidad de la población. La aplicación de esta fórmula requiere un premuestreo o suficientes datos de otros estudios que proporcionen información sobre la varianza de las poblaciones en áreas similares.
Fenología
El conocimiento de los ritmos de producción de hojas e inflorescencias es fundamental para planear estrategias de manejo. En las palmas es fácil seguir estos dos factores, pues las hojas se producen una a una, y cada hoja deja sobre el tallo una cicatriz visible a manera de anillo. Las inflorescencias se disponen en cada uno de estos anillos, así que su producción está ligada a la producción de hojas.
Tallo de naidí (Euterpe oleracea) mostrando las cicatrices de las hojas caídas (anillos). Las flechas señalan los anillos que tienen cicatrices de inflorescencias (R. Bernal).
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Para determinar la fenología de una palma se seleccionan al menos 30 individuos, escogidos preferiblemente de forma aleatoria, y se registran los cambios mediante observaciones que se realizan cada 2-6 meses, dependiendo de los ciclos de floración y fructificación de la especie. En algunas especies de ciclos largos se pueden tener períodos de observación más espaciados, pero aumentando la frecuencia de observaciones en los picos de floración o fructificación. Para definir la frecuencia y tiempo total de observación se puede tener en cuenta el conocimiento tradicional de los sabedores locales, en relación al ciclo de vida o producción de la palma. En aquellas palmas en las que los anillos son notorios y las cicatrices de las inflorescencias son fácilmente discernibles, es posible hacer una fenología retrospectiva, es decir, reconstruir de manera aproximada los ciclos reproductivos de varios años atrás combinando los datos de las cicatrices de inflorescencias y los anillos, con la información de la tasa de producción de hojas. Dado que la fenología vegetativa y especialmente la reproductiva no son homogéneas a lo largo del tiempo (hay especies que fructifican más abundantemente en ciclos de varios años), el período de observación debe ser lo más largo posible, bien sea a través de observación directa o a través de la fenología retrospectiva. Los datos fenológicos combinados con la información sobre distribución y abundancia son indispensables para estimar la oferta del recurso. Para tener un estimativo de la producción de frutos y semillas por infrutescencia se puede hacer un número determinado de conteos, dependiendo de la varianza de los datos; para la mayoría de los casos se logra una aproximación muy satisfactoria con el registro de 10-15 infrutescencias tomadas al azar, a las que se les cuentan (o pesan) el número de frutos y/o semillas. Para afinar la información sobre la productividad del recurso se pueden hacer también estudios en ambientes más controlados, que incluyan ensayos de diferentes intensidades y frecuencia de cosecha. Estos estudios también se pueden realizar con poblaciones que hayan sido sujetas a períodos prolongados de uso, para que la estimación de productividad sea más acertada, pues se acerca más a los patrones de productividad observados en situaciones reales [66, 67].
Caracterización de la cosecha En este punto es necesario tener en cuenta la estructura de la palma y la parte que se usa. Las observaciones deben incluir: a. Hábito (solitario, cespitoso, acaule, trepador). Para palmas cespitosas se determina también el número de tallos o rebrotes (ramet) por macolla (genet). b. Altura del tallo y longitud de los entrenudos, ya que en algunas especies la distancia entre anillos es diferente en la base, en la mitad y en la parte superior del tallo. Entrenudos muy cortos a menudo indican una tasa de crecimiento lenta. Para tener un buen promedio de esta variación, hay que hacer un número alto de medidas del número de anillos por tallo en diferentes condiciones de iluminación, pues la tasa de producción de hojas y de alargamiento de entrenudos varía con este parámetro. En general, hemos encontrado que alrededor de 20 palmas por tipo de hábitat son suficientes para cubrir la varianza en la mayoría de las especies. c. Número de hojas en la corona, el cual puede estar relacionado con el crecimiento y la producción de inflorescencias d. Número de inflorescencias e infrutescencias y número de frutos o semillas por infrutescencias. e. Aprovechamiento intrínsecamente destructivo (tallo, palmitos, savia) o no destructivo.
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Es importante determinar el nivel de uso: si es solo doméstico, o si hay algún tipo de comercio, a qué escala (local, regional, nacional o internacional) y en qué volúmenes, e incluir toda la información posible sobre la cadena de valor. Con respecto a la cosecha, esta se debe caracterizar detalladamente: saber si implica o no derribar la palma, (la cosecha no necesariamente tiene que ser destructiva pero la gente a menudo la hace de esta manera); tamaños o edades de las palmas que se cosechan (juveniles, adultos); frecuencia e intensidad de la cosecha (cada cuánto se cosecha un área y una palma en particular, tiempo entre jornadas de extracción y ciclos de cosecha); rendimiento del recurso (cantidad de material que se cosecha por palma, por área de cosecha, en un día de trabajo y en una temporada de cosecha); duración del proceso de cosecha (por palma y por área cosechada); número de personas involucradas, técnicas y herramientas que se utilizan; distancia a los sitios de cosecha; tamaño del área de cosecha y dificultades para realizar la cosecha. También se deben registrar, siguiendo las recomendaciones de Ticktin [68], todas las prácticas actuales o del pasado relacionadas con la palma o con su entorno (cortes específicos, retiro de malezas, fertilización, enriquecimiento de plántulas); otros usos de la tierra donde se cosecha (potreros, cultivos, chagras o sistemas agroforestales); tenencia de la tierra y forma de acceso al recurso, y factores de amenaza sobre las palmas y/o los ecosistemas diferentes al uso directo de las palmas. También se debe registrar el proceso de transformación: técnica, tiempo empleado en la elaboración del producto, personas involucradas, diferencias en calidades de la materia prima, tipo y cantidad de material de desecho, y usos de los productos elaborados. Finalmente, se deben registrar todos los usos adicionales que recibe la palma, con su correspondiente descripción del proceso de cosecha y manejo. La información derivada de este punto puede obtenerse con métodos tradicionales de la etnobotánica, como las entrevistas semiestructuradas, tratando de resolver las preguntas paulatinamente, a lo largo de varias sesiones diferentes de trabajo con la comunidad. Las entrevistas formales desestimulan y ahuyentan a los posibles informantes. Para cada entrevista se debe anotar de forma detallada la localización (departamento, municipio, vereda, finca, altitud, datos climáticos y coordenadas), nombre, género, ocupación, años de trabajo en la actividad y edad aproximada del entrevistado. Además de las entrevistas, para caracterizar la cosecha se recomienda utilizar la técnica de la observación participativa [69], la cual consiste en recopilar información participando directamente en el proceso que se quiere conocer. Según la complejidad o variedad de técnicas empleadas por los cosechadores de una comunidad, pueden hacerse 5-10 sesiones, preferiblemente en diferentes momentos durante el año, tomando cada sesión como una jornada de cosecha regular. En lo posible, se recomienda utilizar una grabadora y documentar las observaciones con fotografías o videos. Esta observación participativa resulta indispensable para la rigurosidad de los datos, pues permite evitar el sesgo por interpretaciones erróneas o imprecisas por parte de los cosechadores. Además, este método le permite al investigador involucrarse en el entorno social para entender las actitudes y comportamiento de las personas [69]. Se deben gestionar los permisos de investigación necesarios y establecer acuerdos con los diferentes actores involucrados (líderes comunitarios, cosechadores, intermediarios, artesanos, autoridades ambientales, autoridades tradicionales y propietarios o administradores de la tierra). Estos acuerdos deben hacerse tanto para el proceso de investigación como de divulgación. Es recomendable además que la investigación sea lo más participativa posible, pues esto facilita la definición y aplicación de propuestas de manejo y genera mayor interés en los usuarios para procurar su aprovechamiento sostenible.
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Evaluación de la sostenibilidad Incluye la recopilación de información biológica y su análisis posterior para evaluar el impacto de la cosecha y la sostenibilidad ecológica del proceso. Esta evaluación se puede hacer mediante un análisis de la estructura poblacional o mediante un análisis de la dinámica de la población. Si no se dispone del tiempo necesario para hacer un seguimiento de la población durante un período más o menos largo (dinámica), el análisis de la estructura resulta muy útil. Sin embargo, lo ideal es utilizar los dos modelos combinados.
Estudio de la estructura poblacional La estructura de una población es la distribución de la abundancia de los individuos en las diferentes categorías de edad o tamaño. Esta distribución de clases de edad o tamaño refleja cómo ha venido funcionando la población y da indicios de cómo se proyectará en el futuro. Por esto, usualmente la primera señal de que una población está siendo sobreexplotada se manifiesta en la distribución de clases de tamaño [62, 70, 71]. Por ejemplo, dado que para un gran número de palmas la distribución típica de clases de tamaño de una población en crecimiento tiene forma de J invertida (con un alto número de plántulas y un número decreciente de juveniles y adultos), el encontrar una población cosechada que se aleja de este modelo podría interpretarse como un indicativo de que la cosecha puede estar alterando esta estructura. Para el análisis de estructura de poblaciones es necesario tener muestreos no sólo de poblaciones cosechadas, sino también de poblaciones no cosechadas en las mismas condiciones ambientales, las cuales servirán como referente para comparar con la población cosechada. Para un análisis más ajustado de la estructura poblacional es necesario dividir las categorías de tamaño de acuerdo con la historia natural de cada especie, lo que requiere una buena observación en campo. La división más básica de una población comprende tres grandes categorías: plántulas, juveniles y adultos. Como plántulas se incluyen aquellos individuos que aún no tienen divisiones en sus hojas (hojas más jóvenes todavía lanceoladas o bífidas) o cuyas hojas más jóvenes difieren muy poco de las hojas iniciales, cuando éstas son pinnadas; como juveniles a aquellos que ya tienen hojas con divisiones (bien sean pinnas o segmentos) y que pueden haber desarrollado tallo, pero que aún no se han reproducido; y como adultos, a los individuos que tienen alguna evidencia de reproducción. Sin embargo, una división tan gruesa puede ser poco informativa: cuanto más refinada sea la división de categorías, más acertadas serán las inferencias. Por esto, lo ideal es hacer divisiones más finas en cada una de estas categorías, especialmente en las que tienen mayor variación. Los criterios para estas divisiones deben estar basados en la estructura de las hojas y no en su tamaño, pues éste a menudo está relacionado con condiciones ambientales y no con el estado de desarrollo. En general, es recomendable dividir las plántulas y juveniles en 2-3 categorías cada uno y, para esto, un criterio que resulta muy útil es el propuesto por Bernal [39], consistente en usar el número de pinnas, pliegues o venas principales en las hojas como criterio de desarrollo. En el caso de los adultos, lo ideal es tratar de dividir también en, por lo menos, 2-3 categorías, teniendo en cuenta la altura del tallo. Sin embargo, la división de categorías de tamaño es diferente para cada especie y depende de su historia de vida.
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Para obtener una estructura de la población se pueden utilizar las unidades de muestreo de la forma, tamaño y número que se mencionó en la evaluación de la abundancia. Dentro de las unidades de muestreo se registran y miden todas las palmas encontradas, se hace una división de categorías y posteriormente se construyen histogramas de frecuencia que muestren el porcentaje de individuos en cada categoría. Se recomienda aplicar pruebas estadísticas para asegurar que las muestras son representativas de una población.
Estudio de la dinámica poblacional La dinámica expresa los cambios que se dan en el tamaño o en la estructura de una población en un tiempo determinado. El estudio de la dinámica de una población requiere un monitoreo periódico de individuos durante un tiempo, preferiblemente de dos a cinco años [66, 68]. Para ello se deben establecer parcelas permanentes cuya forma, tamaño y número deben cumplir, idealmente, los mismos parámetros establecidos en la medición de la abundancia (aleatoriedad, independencia y representatividad). Sin embargo, es absolutamente necesario tener garantía de que las palmas marcadas no van a ser derribadas ni cosechadas y que se podrán monitorear a lo largo de varios años. Por esta razón, el principio de selección aleatoria no siempre es posible y en muchos casos la selección de sitio de muestreo es en parte aleatoria y en parte oportunista. El número de unidades de muestreo depende también de las condiciones, pero lo ideal es que se establezcan al menos seis parcelas por área de estudio. El área de las parcelas depende del tamaño de la palma y de su densidad. En general, hemos encontrado que parcelas de 1000 m2 (usualmente de 20 x 50 m) son satisfactorias, aunque palmas de distribución muy dispersa necesitarían parcelas más grandes o el uso de transectos que abarquen franjas más largas. Para el monitoreo de las plántulas, que suelen ser más abundantes, se usan subparcelas más pequeñas, anidadas dentro de la parcela principal, en un sitio de la parcela preferiblemente escogido de manera aleatoria. Es recomendable que en cada parcela haya al menos 15 individuos de cada categoría de edad, aunque las categorías superiores usualmente tendrán pocos individuos.
Etiqueta para marcar el tallo (ramet) número 5 de la palma (genet) número 54. (M.I. Vallejo)
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Dentro de cada parcela se marcan todos los individuos con una etiqueta de lámina de aluminio de calibre muy delgado (de tal forma que se pueda grabar al escribir con bolígrafo sobre ella), en la que se pone el número del individuo. En palmas cespitosas, el primer número corresponde a la macolla (genet) y se adiciona un segundo número que corresponde al número del tallo (ramet). La etiqueta se pone en el tallo o en una parte visible y resistente (para las palmas acaules). Además, se pone otra marca distinta en la hoja más joven, que puede ser un trozo de alambre de timbre o un alambre de color que no se oxide, o una cinta de color vivo y gruesa, para que las hormigas no la rompan fácilmente. Esta marca es importante para monitorear la tasa de producción de hojas nuevas. Se recomienda amarrar las marcas con un tipo de cuerda resistente (hilo sintético y de calibre grueso, por ejemplo), pero de tal forma que en ningún caso obstaculice el crecimiento posterior de la palma. Para monitorear la producción de hojas en palmas de tallo alto en las que es difícil el acceso a la corona, se retiran todas las hojas viejas que haya cerca de la palma, se cuentan las hojas presentes en la corona, se marca con pintura sobre el tallo en un sitio que quede verticalmente debajo de la hoja más vieja y se registra la tasa de caída de hojas, teniendo en cuenta que, en promedio poblacional, la tasa de producción de hojas es igual a la tasa de caída de hojas. Para hacer un mejor seguimiento de la tasa de producción de hojas, especialmente cuando se infiere a partir de la tasa de caída de hojas, resulta conveniente registrar la dirección de giro en la producción de hojas (que puede ser levógira o dextrógira según el individuo), como una ayuda para ubicar las hojas caídas.
Marcas sobre los tallos de naidí (Euterpe oleracea), indicando la vertical del sitio donde se encuentra la hoja más vieja de cada tallo. (R. Bernal).
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Para cada individuo se toman los siguientes datos: altura y diámetro del tallo (que en ocasiones puede ser útil para el manejo, especialmente en los casos en los cuáles hay correlación entre este párametro y la altura o el número de hojas en la corona), número de anillos, número de hojas en la corona (discriminando entre hojas maduras y hojas aún no expandidas), longitud del raquis en la hoja más joven (puede ser importante si está correlacionado con otros parámetros), número de pliegues, de venas principales o de pinnas de la hoja más joven (especialmente importante para juveniles y plántulas; se cuentan a un solo lado de la hoja y siempre al mismo lado), número y estado de desarrollo de las estructuras reproductivas (ver formulario en la figura de la página 43). Por otro lado, se debe hacer una descripción del sitio en donde se estableció la parcela, incluyendo fisiografía, tipo de vegetación, suelo, condiciones ambientales y microambientales, entre otras.
Elementos que determinan la sostenibilidad
Modelo de formulario para toma de datos de dinámica poblacional en palmas. Debe incluirse una columna adicional para cada estructura reproductiva.
Además de los datos anteriores se debe anotar, para las plántulas y los juveniles que aún no tienen tallo, el incremento en el número de pliegues o venas de una hoja a la siguiente. Se debe tomar esta información para un número alto de palmas (más de 30) por cada número de venas. El conteo se hace siempre en un solo lado de la hoja y siempre al mismo lado. Esta labor puede hacerse en un día de trabajo y se pueden incluir individuos que estén por fuera de las parcelas. Al combinar estos datos con la tasa de producción de hojas en esas categorías, se puede tener un buen estimativo de la edad de un individuo en particular, aunque no tenga tallo, lo cual es un dato muy importante para el manejo. Por ejemplo, si encontramos un individuo cuya hoja más joven tiene 50 venas o pliegues podemos saber, para esa especie, en promedio, cuántas hojas debió producir para tener una hoja con ese número de venas; y si conocemos la tasa de producción de hojas de la palma en las diferentes categorías de tamaño, podemos estimar cuál es la edad de ese individuo o de cualquier individuo de las categorías plántula y juvenil sin tallo. Para las palmas con tallo, la edad correspondiente al tallo se calcula dividiendo el número de anillos por la tasa anual de producción de hojas [72, 73]. Así, si a estos datos (edad de la roseta de hojas + edad del tallo), le sumamos el tiempo promedio que tarda una semilla en germinar y producir su primera hoja, podemos calcular la edad completa de un individuo.
Modelo de tabla para la toma de datos del incremento en el número de pliegues o venas de una hoja a la siguiente, para las plántulas y juveniles. Este ejemplo muestra ocho datos que se han tomado para hojas con cuatro venas en uno de sus lados.
Las mediciones posteriores que se hacen cada 6-12 meses en cada uno de los individuos marcados incluyen: número de hojas nuevas producidas, número de estructuras reproductivas nuevas, cambios en las estructuras reproductivas que se encontraron en la observación anterior, número de individuos nuevos (reclutamiento) y número de individuos muertos (mortalidad).
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Con esos datos se puede realizar el análisis de dinámica poblacional, que puede hacerse a partir de dos modelos diferentes: el modelo estático y el modelo dinámico. Sugerimos hacer, en lo posible y si el tiempo lo permite, una combinación de los dos modelos, en un proceso de mutua iluminación. El modelo estático (en inglés: time especific model [73]) es un modelo demográfico de la dinámica poblacional basada en datos estáticos, que parte de la lógica de que si en la categoría i hay n individuos y en la categoría i+1 hay m individuos es porque la supervivencia y crecimiento de la categoría i a la i+1 es m/n. Sin embargo, para que este modelo sea válido las categorías de tamaño deben tener la misma duración, y para esto se requiere tener una estimación de la edad en cada estado de desarrollo. Ahora, si tenemos datos para calcular la edad en cada categoría, como ya se explicó antes, podemos hacer una buena división de las categorías de edad, tanto para el modelo estático como para el dinámico. Con este método de división de categorías se evita tener que usar otros algoritmos, como los propuestos por Vandermeer [74] y modificados por Moloney [75], que son laboriosos y han recibido muchas críticas [76]. La división en categorías de tamaño es un proceso de exploración de datos, que puede hacerse a posteriori en el computador, si se tienen los parámetros necesarios, como los que aquí recomendamos tomar. Los modelos estáticos pueden ser muy útiles para establecer con menos costo y esfuerzo varias réplicas en sitios diferentes mediante la caracterización estructural una sola vez, y luego se incorporan algunos parámetros derivados de la dinámica.
Ciclo de vida de la palma clonal caraná (Lepidocaryum tenue) en una población cerca de Leticia [56]. Cada círculo representa una categoría diferente desde plántula, hasta adultos 4, y una categoría de estolón (rizoma), que corresponde a los rebrotes vegetativos. Las líneas (con sus respectivos valores arriba) indican la contribución de cada categoría a las demás, tanto a través del ciclo sexual como del asexual.
Con los datos, bien sea basados en el modelo estático o en el dinámico, se obtienen los coeficientes que representan el comportamiento de los parámetros de la historia de vida de la población, con los cuales se construyen el ciclo de vida y la matriz de transición [73]. El modelo matricial
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de crecimiento poblacional más conveniente para analizar palmas es el de Lefkovitch [77], que se construye con los datos de crecimiento (g), supervivencia (p) y fecundidad (f) para cada clase de estado o categoría, mediante la ecuación: n(t+1) = A n(t) Donde, n(t) y n(t+1) son los vectores columna que contienen la estructura de la población en el tiempo t y t+1, respectivamente; y A es una matriz cuadrada que contiene las probabilidades de transición entre clases en un lapso de tiempo [78]. La forma básica del modelo matricial se representa de la siguiente manera: n1t p1 f2 f3 ... fi n1 t+1 n2 t g1 p2 0 ... 0 n2 t+1 n3 t x 0 g2 p3 ... 0 = n3 t+1 ... ... ... ... ... ... ... ni t 0 0 gi ... pi ni t+1 donde fi = fecundidad; pi = probabilidad de permanecer en una misma clase; gi = probabilidad de pasar a una categoría superior. El valor intrínseco de la matriz (el autovalor λ) representa la tasa finita de crecimiento poblacional. Si λ >1 la población está en crecimiento; si λ < 1 la población está en disminución; si λ =1 la población está estable (la tasa de nacimiento es igual a la tasa de mortalidad) [61, 63, 76]. La estimación de la fecundidad (fi) depende de la especie y de aspectos relacionados con el estudio (tiempo de duración y recursos, entre otros); se ha realizado una estimación práctica de la fecundidad contando el número de frutos por infrutescencia y número de infrutescencias por individuo de cada una de las clases de adultos, en el período de tiempo (cuanto más largo, mejor), y multiplicándolo por el porcentaje de germinación de las semillas, el cual se obtiene por medio de ensayos de germinación en condiciones naturales. Es importante ajustar estos cálculos cuando se estudien especies dioicas, teniendo en cuenta solo los adultos que producen semillas [79]. En el caso de especies clonales, la producción de rametos se debe incluir dentro de la matriz [73]. Para hallar los intervalos de confianza de λ y otros estadísticos derivados de la matriz, se recomienda seguir a Caswell [76]. En la actualidad el uso del software R (www.r-project.org) facilita el procesamiento de la información.
Modelos de proyección integral para el análisis de la dinámica de las poblaciones Cuando una población descrita por un modelo matricial está caracterizada por una variable de estado continua o semicontinua es necesario realizar divisiones en clases discretas, las cuales pueden ser naturales (relacionadas con el ciclo de vida de la especie) o artificiales [80]. Si el modelo tiene pocas clases se corre el riesgo de incluir individuos muy disímiles en la misma clase y de describirlos con los mismos parámetros demográficos; mientras que si el modelo tiene muchas clases se puede afectar la estimación de los parámetros demográficos, pues se disminu-
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ye el número de observaciones por clase, incrementando el error. Además, se ha probado que en los modelos matriciales el número de clases de tamaño tiene efectos en la tasa de incremento poblacional (λ), en sus sensibilidades y sus elasticidades [81, 82]. Para obviar el problema de las clases de tamaño inherente a los modelos matriciales, Easterling et al. [80] propusieron un nuevo modelo para el análisis de la dinámica de las poblaciones estructuradas, conocido como Modelo de Proyección Integral (IPM, por sus siglas en inglés). El IPM se usa para describir cómo cambia en un período de tiempo discreto una población cuya estructura está caracterizada por una variable continua (altura, diámetro a la altura del pecho, peso, cobertura), una variable semicontinua (número de hojas y edad) o una mezcla de variables discretas y continuas [80, 83]. Para comprender este modelo es necesario considerar que el estado inicial de la población está descrito por una función de densidad de probabilidad, n(x, t), la cual representa la proporción de individuos de tamaño x en el tiempo t. De esta forma, el modelo para conocer la proporción de individuos de tamaño y al tiempo t + 1, es decir, para describir el cambio en la población pasado un período de tiempo discreto, se define por: n (y, t+1) = [p (x, y) + f (x, y)] n (x, t) dx Ω
k (y, x) n (x, t) dx
Ω
Donde k(y, x) representa todas las posibilidades de transición de un individuo de tamaño x en el tiempo t a un individuo de tamaño y en el tiempo t + 1, incluyendo los nacimientos. Esta función, denominada “kernel”, se integra sobre el conjunto de todas las posibilidades de tamaños (Ω) y está compuesta por dos partes: una función de supervivencia-crecimiento p(y, x) y una función de fecundidad f(y, x). Estas funciones son análogas a las entradas de la matriz en los modelos matriciales; la función de fecundidad f(y, x) es positiva para los individuos grandes (padres – x) y los individuos pequeños (progenie – y) y para todos los demás es cero, de igual forma que las transiciones de fecundidad en la matriz; la función p(y, x) incorpora el crecimiento y la supervivencia de todos los individuos, como lo hacen las transiciones de crecimiento y permanencia de la matriz [80]. El IPM tiene las mismas características que los modelos matriciales, es decir, permite calcular la tasa de incremento poblacional (λ), el valor reproductivo, la estructura estable de tamaños y realizar los demás análisis derivados [80, 83-86]; además, se ha sugerido que funciona mejor que los modelos matriciales cuando se tienen poblaciones pequeñas (con menos de 300 individuos), dado que producen estimaciones de λ más precisas, pues no se basan en estimados o promedios demográficos, sino que usan la información de todos los individuos para la construcción del modelo [85]. Las funciones de supervivencia-crecimiento y de fecundidad se basan en la construcción de modelos que describen las relaciones entre el tamaño y las tasas vitales. La función supervivenciacrecimiento se construye a partir de dos componentes: p (y, x) = s (x) g (x, y) El primero representa la probabilidad de supervivencia de un individuo de tamaño x, s(x) y el segundo representa la probabilidad de crecimiento desde el tamaño x al tamaño y, g(x, y).
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Así mismo, la función de fecundidad se construye a partir de dos componentes: f (y, x) = f 1(x) f 2 (x, y) El primero es el número promedio de descendencia de un individuo adulto de tamaño x, f1(x), mientras que el segundo representa la probabilidad de descendencia de tamaño y para un adulto de tamaño x, f2(x, y), para lo cual se considera como adulto cualquier individuo que se pueda reproducir [80]. En principio, construir un Modelo de Proyección Integral para las palmas no resultaría diferente de construir un modelo para cualquier otro organismo si su estructura está caracterizada por una variable continua o semicontinua; este es el caso de las palmas que no desarrollan un tallo aéreo, cuyo tamaño se define por la misma variable de estado en todos los individuos (por ejemplo el número de pinnas o el número de venas principales). Sin embargo, para las palmas que tienen una etapa de establecimiento acaule y luego desarrollan un tallo aéreo, su estructura a lo largo del ciclo de vida probablemente será caracterizada por una combinación de variables: en la etapa acaule el tamaño puede estar definido por el número de pinnas o de venas principales, mientras que en la etapa caulescente el tamaño será definido por la longitud del tallo. En este caso, el Modelo de Proyección Integral se puede construir alrededor de la etapa caulescente, usando la longitud del tallo como la variable continua que describe la estructura de la población y agregando los individuos acaules como fases discretas del ciclo de vida.
Modelación de la cosecha sostenible
Los modelos matriciales constituyen una herramienta muy importante para el manejo de una población, porque permiten hacer análisis de perturbación y evaluar la importancia relativa de cada parámetro de la historia de vida (crecimiento, supervivencia y fecundidad) y de cada clase sobre la tasa de crecimiento poblacional [76]. Los análisis de perturbación pueden ser prospectivos y retrospectivos. Los prospectivos exploran cómo cambiaría λ si se modifican los parámetros vitales e incluyen los análisis de sensibilidad y de elasticidad [87]. El análisis de sensibilidad tiene el problema de que los valores de la matriz tienen diferentes escalas. Para compensar este problema se utiliza el análisis de elasticidad [88, 89], que tiene en cuenta la proporción que cada uno de los elementos de la matriz tiene sobre λ. Estos modelos matriciales se pueden emplear para modelar a largo plazo los efectos de la cosecha sobre la dinámica de las poblaciones; por ejemplo, es posible saber qué pasará con λ si se modifican los valores de la fecundidad para simular una determinada cosecha de frutos. Además, se pueden examinar diferentes estrategias de manejo, como la regulación de los volúmenes y la frecuencia de cosecha o la reintroducción de individuos; se pueden proyectar también los futuros rendimientos del recurso y de esta forma regular su comercialización. Diversas aplicaciones de los modelos matriciales para el manejo de palmas silvestres sometidas a cosecha se pueden ver en Bernal [39], Escalante et al. [66] y Rodríguez et al. [90], entre otros. Para el análisis demográfico, incluyendo las matrices de transición y la simulación de los diferentes escenarios de aprovechamiento, se pueden emplear herramientas de fácil manejo como Pop Tools (www.cse.csiro.au/poptools/) que es un complemento muy versátil para Excel, o el programa R (www.r-project.org). Por su parte, los análisis retrospectivos (experimentos de respuesta de las tablas de vida o LTRE, por sus siglas en inglés [87]) permiten evaluar el efecto de diferentes tratamientos ya aplicados sobre poblaciones a partir de las observaciones de las variaciones en las tasas vitales de una serie de matrices.
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En los casos en los que la cosecha se efectúe de manera persistente (cosecha de frutos, flores, hojas o palmitos de especies clonales), es recomendable emplear este tipo de análisis, el cual permite saber cómo ha sido afectada la tasa de crecimiento poblacional (λ) por cambios en cada una de las tasas vitales en cada clase de tamaño [91]. Los LTRE son básicamente diseños experimentales en los que los factores que causan la variación en las tasas vitales (intensidades de cosecha, tipos de manejo o ambientes diferentes) pueden ser tomados como tratamientos [87], lo cual tiene como ventaja dejar ver de manera más clara si una intensidad de cosecha o una forma de manejo son sostenibles. En conclusión, cuando se quiera conocer el efecto de la cosecha (por ejemplo, de hojas) se deben establecer dos o más parcelas de monitoreo poblacional: una será tomada como testigo y la otra será sujeta a alguna intensidad de cosecha o forma de manejo; las parcelas deben ser monitoreadas por lo menos un año y los datos deben ser analizados por medio de LTRE. Ejemplos del uso de LTRE en palmas pueden verse en Zuidema et al. [92] y Martínez-Ballesté et al. [93].
Plan de manejo Utilizando la información de los puntos anteriores, se produce finalmente un plan de manejo, que es el mejor instrumento para mantener en el tiempo los límites de cosecha dentro de un margen sostenible. El plan de manejo que se propone está enmarcado en un “manejo adaptativo”, siguiendo a Salafsky et al. [94], lo cual implica el diseño de un modelo de cosecha con todos los elementos mencionados, evaluado a intervalos de tiempo determinados, mediante un plan de monitoreo; a través de este se analiza la bondad del plan de manejo, se comunican los resultados, y se modifica y propone un nuevo manejo si es necesario. La construcción de un plan de manejo debe incluir aspectos suficientes que permitan verificar en campo la sostenibilidad de la cosecha pero, a la vez, que sean fáciles de medir por parte de la comunidad usuaria [95]. Algunos aspectos que se deben considerar son el establecimiento de cuotas de cosecha, esquemas de rotación, zonificación de áreas de aprovechamiento, prácticas de manejo y seguimiento de indicadores de la dinámica de la población. La cuota de cosecha de una población de palmas se puede medir en términos de la cantidad de materia prima cosechada por tiempo o área o número de individuos, y se estima con base en la modelación de poblaciones realizando análisis de perturbación prospectiva. El análisis simula escenarios de intensidad (cantidad) y frecuencia (repeticiones) de cosecha, estimando el valor del crecimiento (λ) de la población en diferentes períodos de tiempo. No obstante, se debe tener en cuenta que este análisis parte del supuesto de que el ecosistema se mantendrá en las condiciones iniciales [76]. Por su parte, la zonificación de áreas de aprovechamiento implica establecer cronogramas de rotación y cosecha de acuerdo con la disponibilidad de los individuos y del recurso [95]. Finalmente, las prácticas de manejo permiten mejorar procesos a través de acciones concretas, como el desarrollo de herramientas adecuadas para la cosecha. El plan de manejo debe estar apoyado por una socialización suficiente de los resultados, dirigida tanto al mundo académico como a los diferentes actores del aprovechamiento, a través de artículos científicos, cartillas, talleres y otros medios de difusión que se consideren pertinentes. Pero más importante aún que la socialización, es la participación de los usuarios en la elaboración del plan de manejo y de monitoreo, que será enriquecido con el conocimiento tradicional y fortalecido por el compromiso de los usuarios [96]. Sólo así es posible lograr que los resultados de las investigaciones conduzcan a una verdadera sostenibilidad de la cosecha.
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Asaí Euterpe precatoria
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ASAÍ (EUTERPE PRECATORIA) Carolina Isaza
Otros nombres comunes
Asaí, asaí verdadero (Amazonia); cecilia, cicilio (Nariño); chapín (Chocó); guasaí, huasaí (Guainía, Guaviare, Vaupés); macana (Antioquia); maizpepe (Meta); manaca (Casanare, Guainía, Meta, Vichada); manaco, manaqué (Casanare, Meta, Vichada); murrapo, solita, palma solita (Chocó); naidicillo (Cauca); palmicha (Meta); palmiche (Antioquia, Santander); palmicho (Norte de Santander) [43].
Nombres indígenas
Manákai (achagua); pootá (andoque); naldisch (awa pit); mana (baniva); mihiño (barasana); manñeka (cabiyarí); wahu (carijona); manáka (cocama); divá (cofán); emimoe (cubeo); manáke (curripaco); mĩhĩ́ (desano); hinkató (embera); báha, guypani (guayabero); kerantë́ gn (kakua); sná (kogui); tooyige (miraña); tuuguiyi (muinane); yúbudi (nukak); manakai (piapoco); nenea (piaroa); wihpíño (piratapuyo); yod pi, yot, yot pigot (puinave); nenichi (sáliba); manakái, manakaiboto (sikuani); inibue (siona); mihíño (siriano); fiífia (tanimuca); waira ‒variedad común‒, tuchiwa ‒variedad de fruto grande‒ (tikuna); tsozǘsa (tinigua); mihpiño (tukano); mihpíñõ (tuyuca); needa (uitoto); mihpí (wanano); wasái kaapura (yeral); malakala (yukuna) [43].
Individuo adulto de asaí (Euterpe precatoria). (C. Isaza).
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Tallo de asaí (Euterpe precatoria). (C. Isaza).
Asaí - Euterpe precatoria
Descripción
Inflorescencia de asaí (Euterpe precatoria). (C. Isaza).
Palma usualmente solitaria, a veces cespitosa, usualmente con un tallo adulto y erguido de hasta 25 m de alto y 6-23 cm de diámetro, más ancho en la base por el cono de raíces epigeas, las cuáles pueden alcanzar hasta 1 m de alto. La corona está compuesta por 6-20 hojas de 3.5-4.5 m de largo; vaina 0.5-1.5 m de largo, verde o amarillenta, formando un capitel; pecíolo 12-57 cm; raquis 1.6-3.6 m de largo; pinnas 40-100 a cada lado, colgantes. Inflorescencias infrafoliares, más o menos horizontales en flor y colgantes en fruto, con 70-150 raquilas de hasta 80 cm de largo. Frutos esféricos, negro-violáceos en la madurez, 1-2 cm de diámetro, con mesocarpo delgado y jugoso, semillas esféricas con endospermo homogéneo, de cerca de 1 cm de diámetro, envueltas en una capa de fibras de color café claro [43, 97].
Frutos de asaí (Euterpe precatoria). (C. Isaza).
Distribución
Ampliamente distribuida en la Amazonia, los bosques de galería de los Llanos Orientales, las tierras bajas del Catatumbo, el Magdalena Medio, el Alto Sinú y el Pacífico, así como en los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta los 2000 m [43]. Común a lo largo de cauces de ríos por debajo de 350 m de altitud [43, 98].
Biología
El asaí crece en bosques de tierra firme hasta los 2000 m, pero es más abundante en zonas de tierras bajas sometidas a inundaciones estacionales. En estos bosques que presentan inundación periódica llega a ser dominante hasta con 248 individuos adultos por hectárea, y forma palmares que en el Amazonas son llamados asaizales, mientras que en bosques de tierra firme y a mayores altitudes disminuye
Distribución de Euterpe precatoria [43].
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su densidad, hallándose entre 9 y 20 adultos por hectárea [99, 100, 301]. En bosques inundables resiste períodos de inundación de hasta tres meses, gracias a las raíces epigeas y a su alta capacidad de regeneración, observable cuatro meses después de la época de fructificación, formando extensos bancos de plántulas, las cuales crecen vigorosamente en condiciones de luz y, al igual que los adultos, resisten la inunda- Bosque de asaí (Euterpe precatoria) en el Río Amacayacu, Amazonas. (C. Isaza). ción durante meses. En casi todos los bosques de tierras bajas la palma tiene tallo solitario, pero en tierras altas de los Andes se encuentran a veces individuos cespitosos con dos o tres tallos. Entre 2010 y 2013 se estudió el asaizal del río Amacayacu, al sur del Depatamento del Amazonas, en áreas contiguas al Parque Nacional Natural Amacayacu. Estos bosques presentan una densidad de 248 palmas adultas por hectárea, con pocos elementos leñosos, la mayoría de bajo porte, entre los que se destacan las familias Rubiaceae, Melastomataceae y Fabaceae, y cuyo dosel está prácticamente compuesto por la corona de hojas del asaí. En esta población, el 74 % de los individuos se encuentran en fase de plántula y se caracterizan por tener hojas de aspecto palmeado, con menos de seis pinnas en sus hojas, y el raquis aún poco desarrollado. La gran abundancia de plántulas compensa las altas mortalidades que se registran en esta etapa; se estima que apenas el 8 % de las plántulas alcanza el estado adulto y el reclutamiento entre la germinación y el primer año es de apenas el 3.6 %. Las principales causas de muerte incluyen la competencia entre las plántulas de los diferentes parches de germinación, los períodos de sequía y el daño físico de las plántulas, bien sea por la caída de ramas, o de hojas de las palmas adultas o por el pisoteo.
Plántula de asaí (Euterpe precatoria). (C. Isaza).
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Los datos preliminares recolectados por Isaza [301] sugieren que dentro del bosque la palma comienza su reproducción cuando tiene unos 40 años y una altura de 12 m; sin embargo, es conocido que los individuos que crecen a plena exposición solar tienen tasas de crecimiento más rápidas, reproduciéndose 15 a 20 años después de producir tallo o incluso antes. El crecimiento de la palma hasta alcanzar 1 m de altura es lento y depende de condiciones de luz constantes para sobrevivir; una vez supera esta altura, su crecimiento es acelerado, a una tasa de 30 cm por año, hasta alcanzar los 15 m. De acuerdo con modelos y observaciones de campo, se estima que cuando los indivi-
Asaí - Euterpe precatoria
duos tienen entre 15 y 18 m se encuentran en su pico reproductivo y de ahí en adelante inician su período de senescencia. La fase de adulto es la más larga y puede durar hasta 40 años. Las principales causas de muerte de los adultos de asaí en Amacayacu son: la pudrición del tallo por patógenos, el daño físico por la caída de troncos o ramas, una elevación excesiva de las raíces epigeas que hace que los individuos mueran arrancados de raíz, y la tala para cosechar sus racimos de frutos. La población florece y fructifica al mismo tiempo, pero los individuos lo hacen asincrónicamente, es decir, un individuo puede florecer en períodos alternados, en años seguidos o no florecer durante varios años. En el río Amacayacu la floración tiene un pico entre junio y agosto, aunque se encuentran individuos aislados en flor la mayor parte del año [301]. Las flores son polinizadas por abejas y moscas, que visitan las flores de ambos sexos [98]. Los frutos maduran seis a ocho meses después de la floración, registrándose la máxima fructificación entre enero y marzo en toda la región sur del Trapecio Amazónico; en las poblaciones del río Amacayacu, la fructificación alcanza un 68 % de sincronía [301]. Los frutos maduros son consumidos directamente del racimo por aves de gran porte como guacamayas (Ara), tucanes (Ramphastos) y mamíferos como murciélagos, monos, roedores y venados [98, 101, 102]. En las estimaciones de productividad recogidas durante dos años en el río Amacayacu se registró un promedio de 6000 frutos por individuo en cada época de fructificación, con un peso de 11 kg. La producción anual para la población se calculó en 2.2 ton por hectárea [301].
Usos y mercados
El asaí es una especie multipropósito y casi todas sus partes son utilizadas, ya sea para la construcción o con fines alimenticios, artesanales u ornamentales. El uso más popular es la extracción de frutos para la alimentación. Existe evidencia de que la especie fue empleada desde épocas prehispánicas y que fue parte del conjunto de recursos empleados por muchas sociedades indígenas amazónicas [103]. Semillas probablemente pertenecientes a esta especie fueron halladas en un sitio arqueológico del siglo XII en Risaralda [24]. El uso de los frutos prevalece entre casi todas las etnias del sur de la Amazonia colombiana [43]. La pulpa es la parte que se consume, y se extrae amasando los frutos enteros en agua caliente. En Leticia, durante los meses de enero a mayo, es usual observar vendedores ambulantes en las calles más transitadas ofreciendo bolsas de jugo de asaí y en algunas heladerías se encuentran paletas y helados hechos a partir del jugo [301]. Desafortunadamente, en Colombia aún no hay procesos tecnológicos a escala comercial para aumentar la vida útil de la pulpa y permitir ampliar la oferta de productos derivados de este excelente alimento; dichos procesos ya se han desarrollado para la especie hermana Euterpe oleracea y serían fácilmente aplicables para la extracción comercial de la pulpa de E. precatoria. La pulpa del asaí es la base de una amplia lista de recetas y productos [104]. Conocida en los mercados internacionales con el nombre brasileño de açai, la pulpa de Euterpe ha alcanzado popularidad mundial en los últimos años por la gran cantidad de antioxidantes de tipo fenólico que posee [27, 28]. Aunque la mayor parte de la pulpa en el comercio internacional proviene de la más abundante E. oleracea, las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias de E. precatoria son superiores [28]. De otro lado, el palmito es un alimento muy apetecido entre los tikuna y se vende fresco, a manera de espagueti, en los mercados de Iquitos, Perú, pero no en los de Colombia. En la Amazonia de Bolivia y Perú se envasa y se exporta a los mercados europeos [105], aunque este tipo de
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
A
B
C
Alimentos preparados con asaí (Euterpe precatoria). A, bebida; B, palmito en el mercado de Iquitos; C, paleta en Leticia. (C. Isaza).
aprovechamiento ha sido considerado no sostenible [106-108], a menos que las intensidades de cosecha sean muy bajas (25-50 % de todas las palmas adultas) y en ciclos largos (16-32 años) [108], lo que probablemente no sería rentable. Los tallos se usan como material de construcción para hacer cerramientos; las hojas se tejen para hacer improvisados morrales de selva, llamados capillejos, y cernidores para la yuca, y ocasionalmente se usan también para techar. Las semillas tienen un color marfil que se puede teñir fácilmente y se usan como cuentas en collares, pulseras, cinturones y carteras, con una alta demanda en los mercados artesanales de las principales ciudades del país [109, 301]. Entre los tikuna de Colombia la especie es un elemento cultural predominante: en su honor se realiza la fiesta del asaí, en la que se hacen bailes, se ofrecen regalos a los participantes, se le hacen ofrendas a la palma y se preparan en abundancia jugo y platos de palmito para toda la comunidad, similar a una celebración de vendimia y abundancia [301].
Manejo pasado y actual
El manejo de Euterpe precatoria es por lo general básico y destructivo: comúnmente se talan las palmas para obtener los racimos, sin una reposición posterior de los individuos cosechados [110, 301]. En pocas ocasiones se escala una palma o se cosecha desde el suelo usando un gancho o medialuna, debido en parte a que la planta alcanza grandes alturas (más de 22 m), tiene un tallo muy delgado y se percibe como un recurso muy abundante que tolera la cosecha destructiva. No
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se han desarrollado aún en Colombia programas de manejo que presenten alternativas de cosecha no destructiva para el aprovechamiento de los frutos. Tampoco se han desarrollado plantaciones o cultivos sistemáticos, ya que su uso ha sido reemplazado en sistemas agroforestales por E. oleracea, su especie hermana, de hábito cespitoso y rápido crecimiento [104, 301]. La situación es preocupante, si se tiene en cuenta que la demanda de frutos con fines alimenticios y de semillas con fines artesanales se ha incrementado notablemente en el departamento del Amazonas, pasando de 15.3 ton/año en 1995 a 49.5 – 99 ton/año en 2012, teniendo en cuenta sólo la cosecha con fines comerciales [111, 301]. Este incremento, combinado con las prácticas destructivas de cosecha, ha ocasionado una drástica reducción de los asaizales cercanos a Leticia, en especial aquellos ubicados a lo largo de la vía que conduce a Tarapacá, en los que se observa en la actualidad una densidad de menos de 30 adultos por hectárea donde antes era un bosque dominado por la palma [301]. Estudios de la dinámica poblacional del asaí realizados en Brasil mostraron que los adultos son la categoría de tamaño que más contribuye al crecimiento poblacional y que la permanencia de los adultos es el parámetro demográfico más importante [112]. Estos resultados son similares a los obtenidos en el río Amacayacu, que además mostraron que sólo se podría cortar el 5 % de las palmas adultas en cada ciclo de cosecha para evitar el colapso de la población. Estas cifras evidentemente son muy bajas y no permitirían un uso comercial de las poblaciones bajo el presente sistema de cosecha destructiva, pues solo para abastecer el mercado actual de Leticia habría que tumbar cerca de 3000 tallos por mes [301]. Sin embargo, si se cosechan los frutos empleando métodos no destructivos, el panorama de cosecha resulta altamente prometedor, pues a partir de simulaciones de cosecha basadas en modelos para la población del río Amacayacu, se encontró que se podría cosechar hasta el 75 % de los frutos sin afectar el crecimiento de la población. En el estudio realizado en Brasil la cifra fue del 50 % de los frutos [99], valor que ofrece todavía un panorama generoso de aprovechamiento de este recurso. Es posible que la diferencia en los valores de Colombia y Brasil se deba a que en el primer caso la población cuenta con una densidad media de 248 adultos por hectárea, mientras que en la población brasileña se calcularon 60 adultos por hectárea [112]. Con base en las observaciones realizadas durante jornadas de cosecha, se estima que la remoción de frutos no alcanza el 75 %, ya que los adultos de más de 18 m no se cosechan y un 10 a 20 % de frutos maduros caen antes de que se madure el resto de frutos en el racimo. Por lo general esos frutos son consumidos por animales o arrastrados por la corriente en áreas inundadas y llevados lejos de su parental. Debido a la sobreoferta de frutos del asaí, la especie tiene potencial para su aprovechamiento a escalas comerciales. De modo que para continuar disfrutando de los beneficios que brinda este alimento es necesario cuidar los estados adultos cuando se realiza la cosecha, ya que su crecimiento es muy lento y son los individuos reproductivos los que tienen el mayor aporte al crecimiento poblacional. Una práctica tradicional tikuna recomienda talar los individuos de más de 20 m de altura porque es difícil escalarlos y son los senescentes de la población, pero en términos ecológicos conviene dejarlos en pie a causa de su larga permanencia en este estado (> 30 años) y a su aporte de semillas constante a la población.
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Barrigona Iriartea deltoidea
Barrigona - Iriartea deltoidea
BARRIGONA (IRIARTEA DELTOIDEA) Jaime Navarro
Otros nombres comunes
Barrigona, barrigona negra, barrigonilla (Pacífico); bombona (Amazonas, Caquetá, Putumayo); cachuda (Caquetá, Meta, Putumayo); cachuda barriguda (Río Guaviare); chonta (la madera, general); chonta negra(Cauca); choapo, chuapo, corneto (Meta); huacra pona, pachuba, pachiuba barrigona, pona, pona barrigona, pona lisa (Amazonas); palma cachuda (Caquetá); pachuda barriguda (Vaupés); pambil (Nariño); tablemina (Magdalena Medio); yaripa (Amazonas, Caquetá); yunyuna (Yalí, Antioquia), zancona (Meta) [43].
Nombres indígenas
Hiriwaime iwakuchano (carijona); bombo, bumbuhe (cofán); éwañi (cubeo), púpa (curripaco); ñumúñu, ñumúñu ñóre (desano); himentë́ gn, pu’të́ gn (kakua); arrá (embera); orañi (koreguaje); hĩkõ (macuna); aayae, ayako, háyaeu, iyase (miraña); hayaku (muinane); bëi’, huruda wa (nukak); kohsáñodu (piratapuyo); nyoko (secoya); butsiboto, misíboto (sikuani); obá (siona); wahkáriñu (siriano); ñãẽã (tanimuca); eiñaphí (tariano); etá, ngope (tikuna); wahtapahkeño (tukano); wahta páhkañõ (tuyuca); fegona, hiaigina (uitoto); bahtápohkoño (wanano); ar (waunana); kobónase (yagua); hẽñã (yukuna); ñoriñá atié tiróñi (yurutí) [43].
Descripción
Palma arborescente de tallo solitario, monoica, que puede alcanzar hasta 30 m de altura y 30 cm de diámetro. Tallo grisáceo, a menudo con un ensanchamiento o “barriga” hacia la mitad, que puede alcanzar 70 cm de diámetro. Raíces epigeas de hasta 3.5 m de alto, formando un cono denso, de
Planta de barrigona (Iriartea deltoidea) con inflorescencia e infrutescencia. (J. Navarro).
Tallo engrosado de barrigona (Iriartea deltoidea). (J. Navarro).
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color negro con espinas blancas de punta roma. Hojas hasta 8, pinnadas; vaina cerrada formando un capitel de hasta 1.2 m de alto, verde grisáceo; pecíolo cilíndrico de hasta 40 cm de largo; raquis de hasta 4 m de largo con 13-15 pinnas a cada lado, alternas, divididas longitudinalmente en varios segmentos orientados en diferentes planos, triangulares y de margen mordisqueado. Inflorescencias por debajo de las hojas, colgantes y arqueadas en la yema, con forma de cuerno, de hasta 2 m de largo; pedúnculo de hasta 44 cm de largo, hasta con 15 brácteas pedúnculares; raquis de hasta 46 cm de largo, hasta con 37 ramas simples. Frutos esféricos de 2-3 cm de diámetro, café amarillentos al madurar [113].
Frutos caídos de barrigona (Iriartea deltoidea). (J. Navarro).
Botones florales de barrigona (Iriartea comúnmente llamados cachos. (J. Navarro).
deltoidea),
Distribución
Se distribuye por toda el área tropical húmeda del país, desde la Costa Pacífica hasta la Amazonia y el valle medio del Magdalena, donde ahora es escasa. Es especialmente abundante a lo largo del piedemonte amazónico y asciende en los Andes hasta 1350 m. Se distribuye ampliamente por bosques tropicales premontanos o de zonas bajas, desde Nicaragua hasta Bolivia y Brasil [43, 97,113].
Biología
En la Amazonia la barrigona crece tanto en bosques temporalmente inundables como de tierra firme, principalmente sobre suelos ar-
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Distribución de Iriartea deltoidea [43].
Barrigona - Iriartea deltoidea
cillosos, pero también se puede encontrar en muy bajas densidades sobre suelos arenosos. Es una de las 10 especies arbóreas más importantes en el occidente de la Amazonia, por ejemplo en Manu (Perú) [114], Madidi (Bolivia) [115], Yasuní (Ecuador) [116] y Amacayacu (Colombia) [117]. Sin embargo, es especialmente abundante en la zona de piedemonte [113], como en Mocoa (Putumayo) donde se han reportado densidades de 121 individuos > 10 cm DAP por hectárea [118] y hasta 154 adultos por hectárea en los sitios mejor conservados. En estas zonas de piedemonte puede ser una de las especies dominantes del bosque [118]. En la Amazonia ecuatoriana, Iriartea es más común en sitios cercanos a quebradas [119]. En el Parque Nacional Natural Amacayacu (Amazonas) la barrigona puede ser más abundante en sitios con grado medio de intervención (sitios lejanos a las chagras pero donde se realiza cacería y recolección de productos del bosque); allí también se presenta la mayor depredación de plántulas [120].
Población de barrigona (Iriartea deltoidea) en Santa Rosa, Cauca. (J. Navarro).
En las poblaciones de Iriartea predominan las plántulas, que representan más del 80 % de los individuos (hasta 5327 por hectárea). Esta clase es también la que presenta la mayor mortalidad: alrededor del 48 % mueren, principalmente por competencia intraespecífica y porque son aplastadas por hojas de las palmas adultas. Por otro lado, se ha observado que las palmas adultas pueden morir por volcamiento (debido a la pendiente o a vientos huracanados), partidas por árboles, fulminadas por rayos o, simplemente, cuando cumplen su ciclo de vida. Cuando ocurren vientos huracanados aumenta la mortalidad de las palmas adultas; se pueden encontrar en una hectárea entre 5 y 10 palmas adultas derribadas.
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Es común que las palmas adultas sean dejadas en pie cuando se tumba el bosque para abrir potreros. En estos sitios, la mortalidad de plántulas es del 100 %, ya que el ganado se las come o ellas no resisten la plena exposición, pues la luz convierte en patógeno al hongo Diplodia mutila, que normalmente vive como endosimbionte inocuo dentro de los tejidos de la palma en condiciones de sombra [121]. Así, las poblaciones de potrero son inviables debido a que no hay regeneración que persista, imposibilitando la presencia de individuos juveniles y finalmente los tallos adultos terminan muriendo de viejos. Arteaga [122] realizó ensayos de germinación de Iriartea en Mocoa, encontrando que en el bosque, bajo condiciones naturales, solo germina el 4.5 % de las semillas, mientras que bajo condiciones de vivero el porcentaje de germinación aumenta significativamente y puede variar entre 33 y 54 %. En otros ensayos de germinación desarrollados en la Amazonia se han encontrado cifras muy variables aunque mayores a las reportados por Arteaga en el bosque; por ejemplo, Jordan [123] encontró porcentajes de germinación de 18-79 %, Losos [124] de 33 % y Anderson [125] de 58 %. Con datos de crecimiento de las poblaciones de Mocoa se ha estimado la edad de un tallo adulto de 24 m en aproximadamente 96 años, valores similares a los reportados para poblaciones de Brasil (96 años) y Ecuador (92 años en palma de 20 m) [125-127]; sin embargo, Anderson [125] ha reportado edades de hasta 145 años para palmas mayores a 20 m de alto. La fase de plántula es la de mayor duración, alrededor de 21 años, debido a la baja tasa de producción de hojas (cerca de 1 hoja por año); sin embargo, en poblaciones de la Amazonia ecuatoriana se ha estimado su duración en 12 años [128]. La tasa de producción de hojas aumenta a medida que aumenta el tamaño de la palma, pero una vez alcanza 5 m de alto la tasa se estabiliza en 2-3 hojas por año y sigue así hasta la edad adulta. Cuando una palma alcanza los 20 m de altura disminuye drásticamente la elongación del tallo y a partir de allí puede tardar hasta 8.5 años para aumentar un metro más. El crecimiento del tallo se da casi desde el mismo momento en que germina. Una vez germina la semilla, desarrolla una pequeña raíz pivotante y varias raíces secundarias para adquirir estabilidad. El tallo, que a menudo en la fase de plántula es rastrero, se va alargando hasta que la planta comienza a desarrollar pequeñas raíces adventicias y se yergue. Una vez alcanza 2-3 m de altura, comienza a producir las características raíces zancos, las cuales se desarrollan durante toda la vida de la palma y pueden alcanzar una altura de hasta 3.5 m. Este sistema radicular hace posible que tallos juveniles (hasta 2 m de alto) se puedan parar de nuevo después de haber sido derribados. Generalmente la sección de tallo rastrero de la fase de plántula se descompone con el tiempo, pues ya no es funcional cuando las raíces adventicias sirven de sostén. La caída de hojas de Iriartea es un factor determinante para la permanencia de otras especies del bosque, y sirve de filtro para seleccionar los mejores individuos que pueden llegar al subdosel y al dosel. Este filtro puede actuar sobre la estructura y diversidad de los individuos juveniles de los bosques amazónicos [129], aspecto de suma importancia por el que I. deltoidea parece ser una especie fundamental en el bosque, cuya desaparición podría acarrear graves consecuencias para el ecosistema. Una vez la palma llega a ser adulta (alrededor de 13 m de alto y 65 años de edad) comienza a producir infrutescencias ininterrumpidamente, emergiendo usualmente una yema con cada hoja nueva. Se pueden encontrar hasta 4 infrutescencias en diferentes etapas de desarrollo en una palma adulta. Si bien se encuentran flores y frutos maduros a lo largo del año [113], parece haber picos de flora-
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Barrigona - Iriartea deltoidea
ción. En las vertientes amazónicas de la Cordillera Oriental, entre Mocoa (Putumayo) y Santa Rosa (Cauca), en agosto, hay montañas tapizadas de blanco debido a la floración en masa de Iriartea. La polinización es efectuada por abejas de los géneros Trigona, Melipona y Apis [113, 130, 131].
Plántula de barrigona (Iriartea deltoidea). (J. Navarro).
Raíces epigeas de barrigona (Iriartea deltoidea). (J. Navarro).
Entre los dispersores de la barrigona se encuentran los puercos de monte o saínos (Tayassu tajacu), dantas (Tapirus terrestris), borugas (Agouti paca) y tucanes (Ramphastos) [131-133]. Los saínos, aunque son dispersores de la palma, pueden llegar a ser depredadores de las semillas [132]. Wyatt y Sylman [134] encontraron que el número de semillas no depredadas es mucho mayor en bosques donde han desaparecido los puercos que donde persisten. Por otro lado, estos autores encontraron que escarabajos de la familia Bruchidae son depredadores efectivos de las semillas y pueden afectar hasta el 41.9 % de ellas en bosques no intervenidos y hasta el 35.6 % en bosques intervenidos. González et al. [120] encontraron que los sitios con mayor disturbio tienden a tener una mayor agregación de plántulas bajo el parental, debido a que en ellos hay menor abundancia de dispersores o depredadores. En Costa Rica, las semillas de Iriartea son dispersadas, en promedio, a 270 m de distancia de la planta madre, pero pueden superar a veces los 875 m; el polen, en cambio, solo es dispersado hasta unos 220 m de distancia [131].
Usos y mercados
El principal uso de la barrigona es el dado en construcción en zonas rurales, especialmente para pisos y paredes, de los cuales se dice que pueden durar hasta 30 años [43, 97, 135]. Además del uso en construcción, los tallos eran empleados por comunidades indígenas para elaborar lanzas, flechas o mazos de guerra; actualmente estos artefactos se elaboran con fines artesanales. En Colombia, la especie se usa en casi todas las zonas selváticas para la construcción de viviendas. En Mocoa era usual que se emplearan varas de barrigona para sostener los tejados de barro, uso que tiende a desaparecer debido a que este tipo de techos se han ido reemplazando por tejas de fibrocemento o de zinc. Otros usos antiguos, pero que aún se mantienen de forma aislada en áreas rurales, son la fabricación de cercas, canales para transportar agua, columnas y puentes. También se elaboran varas que son empleadas en el hilado de la lana. En el departamento de Putumayo existe un uso semiindustrial de la madera de Iriartea para fabricar muebles y artesanías que tienen un mercado regional y nacional [136]. Sin embargo, hace falta establecer programas de secado para evitar rajaduras cuando los productos son llevados
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a zonas más secas. Dada su densidad mayor a 1 y sus propiedades físico-mecánicas [137], esa madera es útil también para pisos de parqué. Los pisos de parqué elaborados con barrigona son ampliamente comercializados en Ecuador, debido a su durabilidad y belleza [138, 139]. El palmito de Iriartea se usa ocasionalmente para alimentación en áreas apartadas. Balslev et al. [140] han documentado otros usos tradicionales en la Amazonia peruana como es el del tallo para postes tutores en cultivos o para criar larvas de coleóptero comestibles (mojojoyes). Dado el porte y belleza de la palma, esta podría ser usada en parques y avenidas amplias como especie ornamental.
A
C
B
F D
E
G
H
I
Algunos productos y artesanías elaborados con los tallos de barrigona (Iriartea deltoidea). A, cerco; B, puente; C, soporte para tejas de barro; D, niña cofán con arco y flechas; E, butaca; F, piso; G, portavasos; H, madera vendida como material dimensionado; I, barril para cerveza. (J. Navarro).
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Barrigona - Iriartea deltoidea
Las semillas de Iriartea, tradicionalmente usadas por algunas comunidades indígenas para elaborar artículos decorativos o religiosos, presentan ahora un interesante mercado en el campo de la bisutería. Esta podría ser una alternativa para el manejo de las poblaciones de la palma, pues se pueden comercializar las semillas mientras se espera el turno de corta de las palmas más grandes. El mercado de las semillas es interesante y promisorio y ya ha alcanzado niveles internacionales; productores de Perú ofrecen el producto por internet.
Manejo pasado y actual
En el pasado, los tallos de Iriartea se usaban específicamente para las viviendas y para la construcción de instrumentos de uso diario, por lo que el recurso era altamente valorado. Además, la dureza del tallo hacía del corte de la palma una actividad ardua y por esa razón se dejaban los tallos en pie cuando se abrían potreros. Con la llegada de la motosierra fue posible obtener tablas de madera y las típicas casas de Iriartea se fueron reemplazando progresivamente. Además, la motosierra facilitó el corte de las palmas de tal forma que ya no había necesidad de dejarlas en pie. Al mismo tiempo, el uso ha pasado de ser exclusivamente doméstico a ser la base de una pequeña industria artesanal de muebles, pisos y artículos decorativos. Estos nuevos usos son generadores de empleo y pueden mejorar la calidad de vida de las personas que se dedican a la actividad, al aumentar los ingresos familiares. Sin embargo, la actividad no puede crecer si no se maneja adecuadamente el recurso, de tal forma que pueda mantenerse la actividad económica y la especie cumpla con sus funciones propias en el ecosistema. Los productos para los que se emplea la madera de Iriartea requieren de las palmas más grandes y viejas (>20 m de alto), las cuales ofrecen mayor cantidad de tallo aprovechable. Los primeros 9-12 metros por encima de las raíces son dedicados a pisos, muebles o madera dimensionada debido a su grosor (hasta 4 cm); el resto del tallo aprovechable (entre los 12 y los 16 m) se puede emplear para otros productos artesanales, cercas, pisos y paredes de construccionaes rurales, pues produce madera más delgada. Los tallos más altos se tumban y se cortan en secciones de 3 m de largo; a continuación se raja longitudinalmente cada trozo en secciones de 10 cm de ancho y de esta manera se transporta la madera a los sitios de procesamiento. Las herramientas empleadas en el corte y procesamiento de Iriartea son las mismas que se usan para cortar o transformar maderas duras. Los estudios realizados en la Amazonia de Brasil [126] y Ecuador [125] han arrojado datos del impacto de la cosecha de tallos sobre el crecimiento poblacional de Iriartea, y han aportado algunas pautas de manejo de las poblaciones naturales. En el estudio de Pinard [126] se encontró que los individuos entre 5 y 20 m de alto son los más importantes para la población y su cosecha puede afectar negativamente la tasa de crecimiento poblacional, mientras que la cosecha de individuos de más de 20 m se puede realizar sin poner en riesgo la población. Por su parte, Anderson [125] encontró que en un bosque maduro hay menos individuos juveniles que en un bosque secundario y por consiguiente el tiempo para reemplazar a un adulto cosechado será más largo en un bosque maduro, lo que indica que la cosecha es más factible en bosques secundarios. Esto es apoyado por los análisis de cosecha, los cuales mostraron que en bosque secundario se pueden cosechar hasta un 20 % de individuos mayores de 15 m sin que la población disminuya, mientras que en bosque maduro solo se podría cosechar el 10 % de individuos mayores a 15 m. Por otro lado, estudios realizados en Mocoa, Putumayo, indican que las poblaciones de esa zona se encuentran estables, ya que su tasa de crecimiento oscila alrededor de 1; además, los análisis
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
matriciales sugieren que la cosecha de tallos de Iriartea puede ser sostenible siempre y cuando se cosechen solo las palmas de más de 20 m de alto. En la zona de Mocoa, el número de individuos mayores de 20 m de alto puede variar entre 12 y 74 por hectárea. La actividad artesanal y semiindustrial de la barrigona requiere ser articulada en una cadena productiva. Un primer paso es cuantificar el recurso o establecer qué zonas son susceptibles de ser sembradas con la especie para tener una oferta constante de materia prima. En este punto, es importante involucrar a los campesinos dueños de las fincas y brindarles alternativas productivas mientras llegan los turnos de corta. Es importante mejorar los precios de venta para que la producción de barrigona se vea como una actividad rentable y no exista la necesidad de cortar los tallos al abrir potreros. Una vez se tenga asegurado el capital natural, es posible que la actividad productiva se mantenga y crezca, trayendo beneficios a la región. La actividad productiva de la barrigona presenta buenas características para ser sostenible, pero se debe hacer un gran esfuerzo para concientizar a los cosechadores de que se respeten los tamaños mínimos de corte (palmas mayores a 20 m de alto), que se haga una zonificación de áreas aptas para la siembra de la especie, se incentive la siembra en esas áreas y se mejoren los precios de venta. La promoción de esta actividad productiva no solo redundará en beneficios económicos para el municipio y sus habitantes, sino que también mejorará las condiciones biológicas de la región, al recuperar terrenos degradados o que por su pendiente no son adecuados para la actividad agropecuaria; además brindará alimento y refugio para muchas especies de fauna.
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Elementos que determinan la sostenibilidad
Cabecinegro Manicaria saccifera 63
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
CABECINEGRO O JICRA (MANICARIA SACCIFERA) Gloria Galeano y Eva Ledezma
Otros nombres comunes
Jícara, jicra, jíquera (Costa Pacífica); jiclilla (la bráctea peduncular, Cauca); sanagua (nombre comercial de los frutos en los mercados naturistas urbanos); temiche (Guainía); ubí (Vaupés) [43].
Nombres indígenas
Muichiãbo, wachi (cubeo); wati, watiphe (curripaco); kaĩngát, kaĩntokëgn (kakua); tukira (embera); mekwáibak, taahiyie (miraña); waazi, waazima, (piapoco); watiboto (sikuani); bohsomuhĩ́ (siriano); wahée (tanimuca); ampiapúne (tariano); tau né (tikuna), bohsomuhĩ́ (tukano); bohsomũĩ (tuyuca); mũã pũrí (wanano); kéd, tṹkür (waunana); busú (yeral); wáhe (yukuna) [43].
Descripción
Palma usualmente cespitosa (solitaria en las poblaciones amazónicas), con tronco de hasta 10 m de alto y 13-35 cm de diámetro, cubierto con las bases de las hojas viejas persistentes y acumuladoras de materia orgánica. Corona conformada por 4-12 enormes hojas (raras veces hasta 25 hojas) erguidas, de hasta 8 m de largo, casi enteras o desigualmente divididas, a me-
Palma de cabecinegro (Manicaria saccifera), en Guapi, Cauca. (R. Bernal).
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Palma de cabecinegro (Manicaria saccifera), en Quibdó, Chocó, con dos inflorescencias cubiertas por las brácteas pedunculares. (G. Galeano).
Cabecinegro - Manicaria saccifera
Infrutescencia de cabecinegro (Manicaria saccifera), en Quibdó, Chocó. (G. Galeano).
Inflorescencias de cabecinegro (Manicaria saccifera), cubiertas por las brácteas pedunculares, en San Isidro, Chocó. (E. Ledezma).
nudo con numerosos segmentos anchos de hasta 1.4 m de largo con márgenes de aspecto dentado. Inflorescencias e infrutescencias que salen de entre las hojas, de hasta 1.5 m de largo, envueltas por una bráctea fibrosa de color chocolate, que a veces persiste hasta que se desarrollan los frutos. Frutos esféricos o con 2-3 lóbulos, de 4-6 cm de diámetro, de color café claro, cubiertos con cortas protuberancias leñosas piramidales; endocarpo esférico, liso, de color morado claro, de unos 3-5 cm de diámetro [43].
Distribución
Manicaria saccifera tiene distribución disyunta: a lo largo de la Costa Atlántica en Centroamérica, desde Belice hasta Brasil; en la Costa Pacífica de Colombia y zonas aledañas en Ecuador; y en la formación del escudo Guayanés y zonas amazónicas aledañas en
Distribución de Manicaria saccifera [43].
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Colombia, Venezuela, Perú, Brasil y las Guayanas. En el Pacífico colombiano forma poblaciones usualmente muy densas y extensas a lo largo de los ríos cerca a la costa y en la parte media y baja del río Atrato; en la formación de la Guayana está presente en localidades dispersas en Amazonas, Caquetá, Guainía y Vaupés [43].
Biología
En el Pacífico colombiano es una palma principalmente estuarina, y en ocasiones forma parte del guandal, bosque dominado por sajo (Campnosperma panamensis), cuángare (Otoba gracilipes) y la palma naidí (Euterpe oleracea), aunque también se encuentra en la llanura aluvial del río Atrato y sus afluentes, en áreas que se inundan temporalmente, donde forma enormes poblaciones [43]. En el centro del departamento del Chocó se encontraron 316-344 palmas adultas por hectárea [40] y en un bosque de Costa Rica, donde el cabecinegro también es dominante, se han encontrado densidades de 344-732 palmas adultas por hectárea [141]. En las formaciones del escudo Guayanés las poblaciones son más reducidas, a excepción de las que se encuentran en el delta del río Orinoco, donde forman también extensos palmares estuarinos. El cabecinegro produce flores y frutos a lo largo de todo el año, tanto en el Pacífico [43] como en la región del Orinoco [142]. Copete et al. [143] estudiaron la biología reproductiva de Manicaria saccifera en cercanías de Quibdó, Chocó, y encontraron que cada palma produce entre una y cinco inflorescencias al año y que la floración a nivel de población se da durante todo el año, con un pico entre abril y mayo. Aunque las inflorescencias son visitadas por unas diez especies de insectos, el polinizador más efectivo fue el nitidúlido Mystrops cercus, un escarabajo diminuto que desarrolla su ciclo de vida dentro de la palma, pues los otros visitantes, que son de mayor tamaño, no pueden acceder a las flores, debido a que no logran penetrar la bráctea peduncular fibrosa que permanece cubriendo la inflorescencia durante la antesis; según estos autores, la relación entre el cabecinegro y su polinizador es un caso de mutualismo obligado. En un muestreo en la misma zona del Chocó, entre los meses de diciembre de 2009 y enero de 2010, se encontró que la mayoría de las palmas adultas tenían entre uno y tres racimos y en pocos casos hasta cinco racimos contemporáneos [40]. La formación de los frutos a partir de la fecundación de las flores tarda unos 15 meses [302]. Aunque la pulpa de los frutos es roída por algunos mamíferos y las semillas se han reportado como consumidas por los saínos [144], la dispersión del cabecinegro parece estar mediada principalmente por agua, ya que las semillas pueden flotar por largos períodos de tiempo [144] y en la base de las palmas se pueden encontrar grandes grupos de frutos que son arrastrados por el agua cuando llegan las crecientes. Así, los endocarpos se encuentran entre los restos vegetales que con mayor frecuencia arroja el mar a las playas del Pacífico y del Caribe [43]. Las semillas germinan en unos 4 meses [145]. No se conoce información sobre el crecimiento del cabecinegro ni sobre la dinámica de sus poblaciones.
Usos y mercados
Ledezma y Galeano [17] recopilaron los usos de Manicaria saccifera en el Pacífico colombiano y encontraron que se aprovechan las hojas completas, sus venas principales, el cogollo, la bráctea peduncular, los frutos y las semillas; registraron para la especie seis usos diferentes agrupados en seis categorías de uso (alimento para animales, alimento humano, construcción, utensilios y herramientas, usos culturales y usos medicinales).
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Cabecinegro - Manicaria saccifera
Techo elaborado con hojas de cabecinegro, Manicaria saccifera, en Quibdó, Chocó. (G. Galeano).
En construcción, las hojas completas son muy apreciadas para techar, por su facilidad de tejido y por su duración [146]. Rojas [147] señala que un techo de cabecinegro puede durar hasta 50 años si se tiene un buen mantenimiento, y que para techar una casa de 15 x 12 m se requieren unas 2500 hojas. A nivel doméstico, se hacen escobas con los cogollos y se tejen canastos con las venas de las hojas maduras [17]. Los frutos son consumidos por los cerdos [148]. Las semillas inmaduras se usan para calmar la sed en las faenas de monte y desde hace varios años también se comercializan en algunas ciudades y pueblos del Pacífico y del centro del país para ser usadas en tratamientos de enfermedades de los riñones [17] y la tos ferina [149]; estas propiedades medicinales, sin embargo, aún no han sido clínicamente certificadas. Las semillas ya germinadas se abren y se consume el endospermo, que en ese estado es de consistencia blanda y de sabor dulce [147].
Con todo, el uso más importante tiene que ver con su bráctea peduncular, la cual consiste en una capucha cónica sin suturas, compuesta por fibras densamente entretejidas y de color café chocolate. Antiguamente la bráctea era usada como colador y como red para pesca de camarones y peces pequeños [150], para elaborar sombreros de uso cotidiano, como material de amarre y también con algunos fines medicinales [17]. Estos usos tradicionales son ahora poco comunes y fueron reemplazados por el uso de la fibra para la elaboración de objetos artesanales, cada vez con mayor demanda en la medida que se elaboran diseños más refinados y se combina con otros materiales [36]. Las artesanías elaboradas con la bráctea de cabecinegro se han convertido en un ícono del Pacífico colombiano y representan una actividad económicamente importante, especial- Fibra de la bráctea peduncular de cabecinegro, Manicaria saccifera. (G. Galeano). mente para la población afrodescendiente en Quibdó, Chocó, donde funciona el centro de procesamiento, aunque también se ha registrado el aumento de productores de artesanías en cabecinegro en otros sitios de la Costa Pacífica, como Guapi [36]. Ledezma [40] estudió la etnobotánica de la bráctea de cabecinegro en Quibdó y áreas aledañas. Documentó el comercio de la bráctea en el mercado de Quibdó y encontró que las brácteas son comercializadas en paquetes de 100 unidades, los cuales son comprados directamente a los co-
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Gorro de cabecinegro (Manicaria saccifera) en Guapi, Cauca. (R. Bernal).
Sombrero de cabecinegro (Manicaria saccifera). Quibdó, Chocó. (G. Galeano).
Flor decorativa con cabecinegro (Manicaria saccifera). Quibdó, Chocó. (G. Galeano).
Figura decorativa con cabecinegro (Manicaria saccifera). Quibdó, Chocó. (G. Galeano).
sechadores por parte de intermediarios en los pueblos cercanos a los palmares o son vendidos directamente por los cosechadores a las artesanas cuando aquellos viajan a Quibdó. Para el año 2010, un paquete de brácteas era comprado por las artesanas en COP 20.000 a 60.000 dependiendo de la época de cosecha (los precios más bajos se pagan entre abril y mayo, que coincide con el pico de floración de la palma), y la demanda mensual era de 1-6 paquetes por artesana.
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Cabecinegro - Manicaria saccifera
En la producción de artesanías participaban por lo menos diez familias de Quibdó, quienes producían al menos 19 tipos diferentes de objetos, incluyendo sombreros, bolsos y flores, que se vendían tanto en el mercado local como en el nacional; algunos incluso llegaban a los mercados internacionales. Teniendo en cuenta las estadísticas sobre participación en Expoartesanías, la principal feria de artesanías en Colombia, Linares et al. [36] señalaron que la elaboración y venta de los productos artesanales con base en la fibra de cabecinegro se incrementó de manera considerable entre los Artesanías elaboradas con cabecinegro (Manicaria saccifera). Quibdó, Chocó. (G. Galeano). años 2005 y 2007, con la participación directa e indirecta de más de 500 personas para ese último año. Al parecer, ninguna de las actividades relacionadas con la producción de la fibra de cabecinegro (cosecha, transformación o comercialización) involucra grandes ganancias; sin embargo, para muchos afrocolombianos, estos ingresos representan una de las pocas fuentes de dinero para cubrir sus necesidades básicas.
Manejo pasado y actual Cosecha de la bráctea peduncular. En el departamento del Chocó la cosecha es realizada directamente en las poblaciones silvestres, en su mayoría por hombres afrodescendientes, quienes acercan la inflorescencia con un gancho y luego la cortan desde la base utilizando un machete; inmediatamente después se separa cuidadosamente la bráctea del resto de la inflorescencia, la cual se desecha en la base de la palma. Cuando se trata de una palma alta se accede a las inflorescencias por medio de una escalera improvisada, que usualmente es un tronco o un tallo de otra palma más delgada, como el naidí (Euterpe oleracea) [40, 147].
Cosechando cabecinegro (Manicaria saccifera). San Isidro, Chocó. (E. Ledezma).
Ledezma [40] observó, en varias faenas de cosecha, que las inflorescencias cosechadas tenían un tamaño variable entre 76 y 168 cm de longitud y entre 5 y 12.5 cm de ancho, aunque otros autores [146] mencionan un tamaño mínimo de 50 cm de largo para la bráctea cosechable. En general, la condición para cosechar es que la bráctea esté en perfecto estado y ello solo es posible cuando la inflorescencia está
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muy joven, pues al crecer los frutos la bráctea se deteriora. Aunque la cosecha se puede realizar en cualquier momento del año, la cosecha más importante tiene lugar entre abril y mayo, que coincide con el pico de floración, cuando, según los recolectores, pueden cosechar entre una y cinco inflorescencias por palma y extraer en una jornada de cinco horas hasta 100 brácteas por cosechador. Ledezma [40] registró, en seis faenas de cosecha en una época por fuera del pico de floración, el corte de 1-3 inflorescencias por palma, de tal forma que usualmente quedaban en cada palma 1-2 inflorescencias que no eran aptas para cosechar, las cuales lograban producir frutos más adelante. Una vez en la comunidad, las brácteas son lavadas para retirar cualquier tipo de impureza y puestas a secar al sol, para luego almacenarlas en un lugar seco. Inflorescencias de cabecinegro (Manicaria saccifera) Finalmente se organizan en paquetes de a cien desechadas en el piso del bosque, después de retirarles la y se alistan para la venta. bráctea peduncular. San Isidro, Quibdó, Chocó. (E. Ledezma). Dado que la cosecha implica el corte de toda la inflorescencia cuando todavía está joven, se esperaría un impacto negativo de la cosecha sobre el potencial reproductivo de las poblaciones. Ledezma [40] realizó una evaluación preliminar sobre el posible impacto de la cosecha de brácteas sobre la estructura de las poblaciones en la cuenca del río Atrato, en los municipios de Cantón de San Pablo y Río Quito, en el Departamento del Chocó. Comparó la estructura de poblaciones cosechadas en el corregimiento de San Isidro, Río Quito, con la estructura de poblaciones no cosechadas en el corregimiento de Puerto Pervel, Cantón de San Pablo, y encontró que en las poblaciones cosechadas el número de individuos en todos los estados de desarrollo (plántulas, juveniles y adultos) fue solo levemente menor, mientras que el reclutamiento fue significativamente más bajo en comparación con los sitios no cosechados. A nivel reproductivo, sin embargo, no se encontraron diferencias en el promedio de estructuras reproductivas por adulto entre el sitio cosechado y el no cosechado. Con base en estos resultados Ledezma concluyó que, aunque el efecto es leve, sí hay un impacto en las poblaciones, especialmente a nivel de la capacidad reproductiva, que se evidencia en un menor reclutamiento en los sitios con cosecha. Las diferencias en estructura demográfica no son tan evidentes, dado que no se derriban los individuos. Por otro lado, la cosecha parece estar más concentrada en los meses de pico de floración, pero la palma sigue produciendo inflorescencias a lo largo del año, de forma que tal como se cosecha hoy en día se mitiga un poco el efecto sobre la reproducción. De todas maneras, si se aumenta la demanda y si no se tienen unas recomendaciones de manejo, las prácticas de cosecha actuales podrían tener consecuencias graves para el manteni- Brácteas de cabecinegro (Manicaria saccifera) en proceso de secado, luego de cosechadas y lavadas. San Isidro, Quibdó, miento de las poblaciones a largo plazo. Chocó. (E. Ledezma).
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Cabecinegro - Manicaria saccifera
En consecuencia, es importante explorar una forma de recolección que no implique el corte total de la inflorescencia, ni perjudique los procesos reproductivos. En este sentido, Ledezma et al. [303] estudiaron el efecto de la forma como se cosecha la bráctea para extraer la fibra sobre el éxito reproductivo de la palma. Los ensayos, que incluyeron cuatro tratamientos (recubierta: se retiró la bráctea y se volvió a cubrir atada con un lazo; parcial: se hizo un corte longitudinal de manera que las flores quedaran expuestas; expuesta: se retiró toda la bráctea; y el testigo, que se dejó naturalmente), no mostraron diferencias significativas en la formación de frutos; sin embargo, sí se presentaron diferencias en la duración de la fase femenina, cuyos efectos a largo plazo no se conocen. Es necesario realizar estudios específicos que lleven a proponer una nueva técnica de cosecha que no involucre el corte de la inflorescencia, y posteriormente realizar un proceso de sensibilización con los cosechadores, de manera que adopten la nueva técnica, pues esta implicaría más trabajo y más cuidado, lo cual puede ser poco estimulante para ellos, dado los bajos precios de compra de la bráctea. Sin embargo, según las observaciones de Ledezma [40], actualmente el mayor riesgo que corren las poblaciones de M. saccifera es tal vez la destrucción de su hábitat natural, debido principalmente a la extracción minera, la cual está ocasionando la pérdida de bosques en el Departamento del Chocó en proporciones nunca antes vistas. Cosecha de las hojas. No hay datos en Colombia sobre la cosecha de hojas para ser usadas en los techos, pero un estudio hecho en Costa Rica [141] concluyó que el tamaño óptimo de cosecha para este fin corresponde a palmas que tienen entre 3 y 9 m de alto, con hojas entre 2 y 7 m de largo, preferiblemente por encima de los 4 m. De cada palma se debe cosechar un número de hojas tal que permita dejar 3-4 hojas en buen estado en cada palma, para asegurar que la planta sobreviva y el recurso se regenere. Por otro lado, también se recomienda rotar los sitios de cosecha para que se puedan regenerar totalmente las palmas cosechadas y, además, cosechar en menguante para que las hojas sean más resistentes al ataque de insectos y los techos sean más duraderos, evitando así aumentar innecesariamente la demanda.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Caraná Lepidocaryum tenue 72
Caraná - Lepidocaryum tenue
CARANÁ (LEPIDOCARYUM TENUE) Jaime Navarro
Otros nombres comunes Puy (Amazonas), irapay (Perú).
Nombres indígenas
Tado (andoque); hota mohe (barasana); ruchi (cabiyarí); muy (cubeo); aheko, ahi, tegpayage (miraña); deene háhe, háheku, bibimiku háheku, cigao háheku, diku háheku, niya háheku (muinane); tuí (puinave); muhí (taiwano); muiĩa (tanimuca); kotu ‒nombre general‒, ngupe ‒forma de hojas poco divididas‒, waichara ‒forma de hojas muy divididas‒ (tikuna); potamé (tukano); dikuháhe imoháhe, ereri, iiamaiki, ropokire (uitoto) kaarú, karugiri (yukuna) [43].
Descripción
Palma cespitosa, dioica, con crecimiento clonal por medio de rizomas estoloníferos de hasta 1.5 m de largo. Tallos de hasta 4.2 m de altura y 3 cm de diámetro. Hojas 4-18; pecíolo hasta 1.5 m de largo, lámina palmeada, dividida en 2-18 segmentos, más frecuentemente en 4, con raquis de hasta 4 cm de largo; segmentos 48-75 cm de largo y 5-8 cm de ancho, usualmente con pequeñas espinas en el margen y las venas principales. Inflorescencia erguida, interfoliar; pedúnculo hasta 1 m de largo; brácteas pedunculares hasta 8; raquis 10-20 cm de longitud;
Planta femenina de caraná (Lepidocaryum tenue). (R. Bernal).
Tallo de caraná (Lepidocaryum tenue), mostrando los estolones. (J. Navarro).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Flores de caraná (Lepidocaryum tenue). A, masculinas; B, femeninas fecundadas. (J. Navarro).
raquilas 2-18, hasta 15 cm de longitud; las inflorescencias masculinas son generalmente más grandes; flores masculinas 6-9 mm de largo; flores femeninas 6-7 mm de largo. Infrutescencias colgantes, hasta con 58 frutos, generalmente oblongos o casi esféricos, terminados en una pequeña punta, hasta 3 cm de largo y 2 cm de diámetro, cubiertos por escamas imbricadas de color amarillo o rojonaranja al madurar, normalmente con una sola semilla [135, 151, 152].
Frutos de caraná (Lepidocaryum tenue). (J. Navarro).
Distribución
Sur de la Amazonia, al sur del Río Apaporis (Amazonas, Caquetá y sur de Vaupés), con un registro en el Río Negro (Guainía). Amazonia de Colombia, Perú, Brasil y Venezuela [43].
Biología
El caraná crece principalmente en bosques de tierra firme o levemente inundables pero con buen drenaje, principalmente sobre suelos arenosos. En estos sitios puede formar poblaciones densas, llamadas caranales, con 550014700 tallos por hectárea [56]. En un caranal predominan los tallos masculinos, los cuales pueden llegar a ser más del doble de los femeninos. Por observaciones de campo se ha encontrado que la proporción de tallos masculinos respecto a los femeninos
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Distribución Lepidocaryum tenue [43].
Caraná - Lepidocaryum tenue
puede estar alrededor de 3:1. Sin embargo, es necesario hacer estudios más detallados para dilucidar correctamente este aspecto. En campo se pueden diferenciar fácilmente los grupos de tallos femeninos, ya que casi siempre hay alguno con frutos. La mayoría de tallos en un caranal presentan hojas con 4 segmentos, pero se encuentran individuos con uno o dos segmentos angostos entre cada par de segmentos anchos; ocasionalmente se encuentran palmas hasta con 22 segmentos angostos o, incluso, palmas adultas con hojas bífidas.
Diferentes tipos de hojas de caraná (Lepidocaryum tenue) en un bosque cerca de Leticia, Amazonas. (R. Bernal).
Navarro et al. [56] han estudiado una población de caraná en la Estación Biológica El Zafire, en los alrededores de Leticia, desde el año 2007. En este sitio han encontrado que la mayoría de individuos de la población corresponden a juveniles (49.8 %); las plántulas, por el contrario, no son tan abundantes (34.7 %, de las cuales más de la mitad son clonales). Esto se debe probablemente
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
a que los genets invierten gran parte de sus recursos en tejidos subterráneos (rizomas), manteniendo un banco de plántulas clonales muy resistentes y robustas, en lugar de invertir recursos para producir muchas semillas que generan plántulas más débiles y susceptibles de morir. Los nuevos individuos clonales pueden emerger como plántulas o como juveniles, dado que la integración clonal les da mayor vigor y resistencia. El crecimiento clonal puede tomarse como una estrategia de ahorro de recursos, ya que se producen pocas plántulas pero muy vigorosas, en lugar de gastar muchos recursos en estructuras reproductivas que son más costosas de producir [153]. Esto es especialmente relevante si tienen tasas de crecimiento bajas y la disponibilidad de recursos en el sotobosque es limitada [154]. Una plántula producida por semilla puede demorar aproximadamente 16 años para pasar a la siguiente fase (juvenil 1), mientras que las plántulas clonales pueden demorar la mitad del Palmar de caraná (Lepidocaryum tenue) cerca de Leticia, tiempo [56]. Así, un tallo proveniente de semilla Amazonas. (J. Navarro). puede demorar hasta 68 años en llegar a ser reproductivo y uno clonal solo 60 años [56]. El crecimiento de los tallos puede estar altamente influenciado por la disponibilidad de luz, y cuando se abren pequeños claros es probable que el crecimiento de los individuos pequeños se dispare, reduciendo el tiempo que se necesita tanto para pasar de una fase a otra como para ser reproductivo. El tallo se empieza a desarrollar aproximadamente a los 45 años, pero luego de esta etapa puede demorar alrededor de 12 años para llegar a ser adulto [56].
A
B
Plántulas de caraná (Lepidocaryum tenue). A, plántula clonal; B, plántula de semilla. (J. Navarro).
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Caraná - Lepidocaryum tenue
Sistema de estolones en un individuo de caraná (Lepidocaryum tenue). (J. Navarro).
La mayor cantidad de reclutas en la población provienen de los rizomas (63.7 %) [155], lo cual, muestra nuevamente la importancia del crecimiento clonal. El tipo de crecimiento clonal de Lepidocaryum, con ramets alejados del genet y separados entre sí por ángulos de 120°, le dan al individuo una amplia distribución en el terreno y la posibilidad de captar más recursos, contrario a lo que ocurre con otras palmas clonales en las que todos los rametos están cercanamente dispuestos. La mortalidad del caraná disminuye con el crecimiento de los tallos, ya que al crecer estos se hacen más robustos. La principal causa de muerte de los tallos es la caída de ramas y hojas de palmas arborescentes (Socratea, Oenocarpus); sin embargo, los tallos de caraná son muy resistentes y la integración clonal hace que muchos tallos aplastados sobrevivan y en algunos casos vuelvan a erguirse. Se ha observado que los tallos adultos pueden morir de viejos cuando han alcanzado aproximadamente 4 m de alto; al alcanzar este tamaño empiezan a producir menos hojas y más pequeñas hasta que todas las hojas se ponen amarillas y el tallo muere. Si bien se presenta senescencia en los ramets, el genet puede perdurar por mucho tiempo, ya que, si un tallo de 4 m puede vivir más de 100 años y está ligado a otros ramets pequeños que crecerán y seguirán produciendo rizomas, un genet fácilmente puede tener varios cientos de años [56]. En condiciones naturales las semillas de caraná comienzan a germinar al año de sembradas y pueden seguir germinando hasta 27 meses después de haberse sembrado; el porcentaje de germinación en campo es del 27 %, apróximadamente. Por otro lado, en ensayos de germinación realizados por Alvan [156] bajo condiciones controladas se encontró que germina entre el 3340 % de las semillas y estas comienzan a emerger a las 18 semanas de haberse sembrado.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Si bien hay baja proporción de tallos femeninos, la regeneración de la población es constante gracias a la producción de plántulas clonales y a la presencia de un banco de semillas. En el Trapecio Amazónico se ha observado al caraná floreciendo en los meses de septiembre y noviembre. El desarrollo de los frutos demora aproximadamente un año. La producción de frutos no es homogénea para todos los tallos; en un período de cuatro años, algunos tallos produjeron infrutescencias cada año, mientras que otros solo lo hicieron una vez en todo el período. De los tallos observados algunos presentaron hasta 2 racimos en un mismo año y los racimos podían tener entre 2-58 frutos; en promedio un tallo femenino podría producir 15 frutos al año [155]. Una vez los frutos han madurado pueden caer al suelo o permanecer en el racimo hasta casi un año, tras lo cual se tornan negros y se pudren en el racimo hasta que caen. Aunque no se sabe cuáles animales son los dispersores de los frutos, es probable que sean pequeños roedores, debido a su color llamativo y a que se han encontrado semillas enterradas hasta 4 cm de profundidad. Como se puede ver, la producción de semillas no es muy alta, pero el banco de semillas permite que en cualquier época del año se encuentren plántulas de semilla; además, el aporte de plántulas clonales se da tanto por tallos femeninos como masculinos y desde poco antes de que los rebrotes empiecen a producir un tallo visible, con lo cual no faltan individuos nuevos en la población. Cada tallo de caraná tiene en promedio 9 hojas en su corona y produce en promedio 1.5 hojas al año, aunque esto varía con el tamaño del tallo (1 hoja en plántulas a 1,7 hojas en adultos) [155]. Sin embargo, en sitios con buena disponibilidad de luz (pequeños claros) los tallos pueden producir hasta 3 hojas por año, lo cual indica que la luz puede ser un factor importante para manejar los palmares de caraná.
Usos y mercados
La palma caraná es usada principalmente para techar, ya que es muy abundante y sus hojas son muy durables. Cuando un techo está bien tejido y adecuadamente construido puede durar hasta 6 años, aunque hay personas que afirman tener techos de hasta 9 años, específicamente en cocinas de leña, donde permanecen ahumados. El caraná es una de las palmas más usadas en la Amazonia colombiana [157] y una de las palmas más comercializadas en la Amazonia peruana [158]. La importancia de la palma está reflejada también en la historia ancestral de varias comunidades indígenas (por ejemplo, uitotos, boras y yucunas), en la que se relaciona a la palma con dioses y dueños del bosque que enseñaron al hombre el uso de la planta, así como la forma de tejer la hoja y elaborar los techos. También existen algunos usos mágico-medicinales o mágico-religiosos, como el dado por algunos uitoto, quienes usan los pecíolos de las hojas para corregir las piernas torcidas de los niños pequeños; para esto se toma un pecíolo, se hace una oración y se cuelga detrás de una puerta, y a medida que el pecíolo se va secando y torciendo, los pies del niño se van enderezando. Entre los yucuna se emplean los pecíolos para elaborar un artefacto que, según se cree, sirve para engañar al curupira cuando uno cae bajo su encanto en el bosque, es decir, cuando lo hace perder. Aunque el uso del caraná es principalmente doméstico para el techado de viviendas, cocinas y construcciones familiares, también se presenta un comercio de carácter local gracias al crecimiento de los centros poblados. Un ejemplo de esto es el comercio que se presenta en Leticia, cuyo creciente turismo ha generado un aumento en la demanda de construcciones típicas techadas con caraná, atractivas para los turistas por su belleza y frescura.
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Caraná - Lepidocaryum tenue
Las hojas de caraná se trenzan sobre una vara de palma chonta o zancona (Socratea exorrhiza), para formar segmentos de techo de 3-4 m de largo y unos 75 cm de ancho, llamados paños en Leticia y criznejas en zonas aledañas de Perú. Un paño de 3 m, que es la medida más común, cubre un área efectiva de cerca de 1 m2. Entre 2010-2012, uno de estos paños valía entre COP 3500-5000 en los alrededores de Leticia; la variación en el precio se debe principalmente a la calidad del tejido. Los paños se venden generalmente en los sitios donde se elaboran y el transporte corre por cuenta del comprador. El Paños de caraná (Lepidocaryum tenue) listos para ser valor del paño también puede variar de acuerdo empleados en un techo. (J. Navarro). con la calidad del tejido y de la hoja empleada, ya que buscar y recolectar hoja de buena calidad y elaborar un buen paño requiere mayor esfuerzo en tiempo y dinero. En general, los paños de mejor calidad se reservan para construcciones propias y no para la venta, ya que casi nadie está dispuesto a pagar un precio mayor al del promedio del mercado. Un paño para comercio tiene 115-130 hojas, mientras que uno elaborado para la casa propia puede tener menos de 100 hojas; esta diferencia se debe a que para los primeros, los cosechadores echan mano de todas las hojas que encuentran, así no sean de la mejor calidad o no tengan el tamaño adecuado. Las hojas de mejor calidad son más grandes y ocupan mayor espacio en la vara de zancona. Gracias a la disponibilidad del recurso y a las características de calidad y belleza de los techos, es factible fortalecer el comercio local de caraná. Para ello es necesario manejar adecuadamente las poblaciones naturales; además, sería conveniente explotar la variedad de tejidos y techos tradicionales para darle valor agregado al producto. Sin embargo, el uso de tejidos y techos diferentes requiere del trabajo mancomunado entre comunidades e instituciones para promover su elaboración y el pago justo de estos.
Manejo pasado y actual
Antiguamente las hojas de caraná solo se empleaban en construcciones tradicionales; sin embargo, el crecimiento poblacional y el turismo las han hecho un producto comercial [56]. El uso tradicional implicaba cosechas menos intensivas que las de ahora, pues para las malocas y casas tradicionales la gente buscaba los mejores palmares y las mejores hojas, con lo que no era necesario cosechar todas las hojas de un tallo, pues no todas las hojas son de buena calidad. Además, los techos eran elaborados con mayor dedicación y cuidado, lo que garantizaba una vida útil mucho más larga que la de los techos elaborados comercialmente. Otro factor que aumentaba la duración de los techos era el ahumado que se le aplicaba al cocinar dentro de las viviendas. Estas prácticas hacían de la cosecha tradicional una actividad sostenible, ya que generaban menos presión sobre las poblaciones de caraná, al hacer cosechas menos intensivas y al extender los períodos entre ellas. En la zona de Leticia, los cosechadores afirman que siguen prácticas tradicionales de cosecha, consistentes en dejar las tres hojas más jóvenes de la palma. Sin embargo, la realidad es otra, pues en observaciones de campo realizadas en varios sitios de cosecha se encontró que a muchos de los tallos se les habían cortado todas las hojas e incluso el cogollo, práctica a todas luces insostenible, pues puede llegar a matar los tallos y a afectar la permanencia de los palmares.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
A
B
Construcciones amazónicas techadas con caraná (Lepidocaryum tenue). A, Maloca tradicional (R. Bernal); B, Construcción actual (J. Navarro).
Para tejer buenos paños se necesitan hojas con unas dimensiones determinadas (segmentos y pecíolos de mínimo 50 cm de largo), las cuales son producidas tanto por tallos adultos como juveniles. Sin embargo, los cosechadores suelen cosechar más intensamente los tallos juveniles, por ser más abundantes y más accesibles. Dada la baja tasa de producción de hojas de los juveniles (alrededor de 1 hoja por año), y considerando que la cosecha de más del 50 % de las hojas puede afectar negativamente la tasa de crecimiento poblacional [56], las cosechas intensivas que se realizan actualmente sobre los juveniles pueden provocar la desaparición de los palmares de caraná. En la figura se observa el efecto que tendría en las poblaciones de caraná la desaparición de los individuos juveniles, los cuales son los más importantes para que la población persista. Cuando desaparece alrededor del 60 % de los individuos juveniles la tasa de crecimiento poblacional disminuye peligrosamente, pero si los juveniles desaparecen junto con los adultos el panorama es aún más crítico y la población se pone en peligro más rápido. Por ello, es recomendable centrar la cosecha sobre los tallos adultos y, sobre todo, dejar en cada uno mínimo 3 hojas en la corona para garantizar que el tallo se recupere y no muera. Estas actividades de manejo se pueden complementar con la apertura de pequeños claros para mejorar la entrada de luz dentro de los caranales. Sin embargo, es necesario realizar experimentos donde se evalúe el efecto que la luz pueda tener sobre el crecimiento, con el fin de encontrar los niveles de aclareo adecuados. Durante el 2008 se realizaron encuestas en las comunidades del Resguardo Multiétnico y el km 11 del municipio de Leticia. La mayoría de los encuestados afirmaron que durante los años 80 del siglo XX se encontraba la hoja a solo 10-15 minutos de camino de la comunidad; en la actualidad hay que caminar hasta 2 horas o más para poder recolectar un bulto de hoja. Este hecho muestra cómo ha ido desapareciendo el recurso cerca a las comunidades. Los cosechadores, por su parte, afirman que el proceso de recolección de hojas puede demorar entre uno y dos días, mientras que hace 30 años se podía hacer en menos de un día. El proceso de recolección de la hoja requiere como primer paso la búsqueda de un buen palmar del que se puedan extraer suficientes hojas (al menos 1000) para armar un bulto de aproximadamente 70 kg de peso que pueda cargar una persona. Si la recolección es para la propia casa se puede demorar casi cinco horas, mientras que para negocio el tiempo puede ser más reducido debido a que se cosecha todo lo que se encuentra sin hacer selección de hojas.
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Caraná - Lepidocaryum tenue
Efecto de la cosecha de tallos de caraná (Lepidocaryum tenue) sobre la tasa de crecimiento de la población. La línea azul representa la cosecha de los individuos adultos, la línea verde la cosecha de los individuos juveniles y la línea roja la cosecha de juveniles y adultos.
Aunque la elaboración de paños y techos de caraná puede ser rentable [159], es claro que la sobreexplotación y la falta de manejo están diezmando los palmares cercanos a las comunidades y se llegará a un punto en el que la actividad no será sostenible si no se toman medidas para promover su manejo y conservación. Si la actividad comercial llegara a acabar la hoja de caraná, se podría generar un gran problema social, ya que en varias comunidades es el principal material de techado, cuya obtención no requiere de dinero sino del esfuerzo propio y colectivo. La desaparición del recurso obligaría a muchas personas a comprar tejas, lo cual sería un duro golpe para sus finanzas, teniendo en cuenta que muchas de estas familias tienen economía de subsistencia y sus ingresos monetarios son reducidos. Si bien la hoja de caraná es aún un recurso abundante (aunque cada vez más lejano a las comunidades), podría desaparecer en el mediano y largo plazo si no se implementan políticas claras de manejo y no se concientiza a las comunidades sobre la importancia de planear y regular las cosechas. Si por lo menos se cumpliera con los parámetros que dicta la cosecha tradicional, según los cuales se dejan tres hojas en la corona, los tallos tendrían menos riesgo de morir y las poblaciones se mantendrían. A esto hay que añadir la planeación de las cosechas, seleccionando y censando los palmares de tal forma que se pueda hacer rotación de las áreas de cosecha (volver al mismo palmar cada cuatro años) para que la corona de las palmas se pueda renovar.
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Chambira o cumare Astrocaryum chambira 82
Chambira o cumare - Astrocaryum chambira
CHAMBIRA O CUMARE (ASTROCARYUM CHAMBIRA) Néstor García
Otros nombres comunes
Coco (Ríos Caquetá y Putumayo) [43].
Nombres indígenas
Kumali (achagua); takone (andoque); dumestri (baniva); betaño (barasana); tuinfa (cofán); betoñi, hókiki, mũĩũká, ñúkañi (cubeo); kumaria, wáketi (curripaco); ñohkháphora (desano); kaméla (guayabero); komtë́ gn (kakua); nühü’ë̀ hǘü’ò (miraña); matáigahiba, néhe (muinane); wamni, ut (nukak); kumali (piapoco); yarí (piaroa); ñukáhpuño (piratapuyo); kumaki (puinave); kumaliñu (sáliba); kumari, kumaliboto (sikuani); beto, chambira, nyũkwa (siona); ñukã (siriano); kumaliphé (tariano); ñukaño (tatuyo); naĩ, nãi, naaĩ (tikuna); hiimasa (tinigua); behtáñó, ñohkápũrí, ñohká (tukano); betañṍ, ñohká (tuyuca); ñekina, uigonokidye (uitoto); ñĩhkípũ, ñukipisa (wanano); tátəchi (yagua); tukú (yeral); tuuphí (yucuna) [43].
Descripción
Tallo solitario de hasta 22 m de alto y 35 cm de diámetro y fuertemente armado con espinas de hasta 20 cm de largo, con apariencia negra a distancia. Hojas 8-20, erguidas; vaina + pecíolo hasta 5 m de largo, con espinas grises o pardo-amarillentas de hasta 15 cm de largo; raquis 3.9-5.5 m de
Chambira (Astrocaryum colombiana. (N. García).
chambira)
en
la
Amazonia
Chambira (Astrocaryum chambira). Plántula. (N. García).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Chambira (Astrocaryum chambira). Detalle de tallo y espinas de un juvenil. (R. Bernal).
largo, con espinas como las del pecíolo; pinnas 110-135 a cada lado dispuestas casi regularmente; solo en la mitad basal se disponen en grupos poco discernibles de 3-8 pinnas orientadas en varios planos, lineares, bífidas y fuertemente inequiláteras en la punta, blanquecinas por debajo, las márgenes con espinas cortas, hasta 1.5 m de largo y 5 cm de ancho. Inflorescencia interfoliar, erguida en flor y en fruto; pedúnculo de hasta 2.5 m de largo; bráctea peduncular de hasta 1.9 m de largo inserta cerca de la parte superior del pedúnculo, densamente cubierta con espinas negras o pardas; raquis hasta 1.5 m de largo con 150-300 ramas de hasta 50 cm de largo, cada una con 2-4 flores femeninas en la base, en el resto masculinas. Frutos obovoides a casi esféricos, terminados en un pico corto de 6-7 cm de largo, verde-amarillentos cuando maduros; cáscara con diminutas espinas y escamas blanquecinas; endocarpo obovoide, terminado en un pico corto, 5-7 cm de largo [43].
Distribución
En zonas bajas de tierra firme tanto en selvas húmedas como en bosque de galería, en la Amazonia y los Llanos Orientales, desde Meta hasta Amazonas, entre 100 y 500 m de elevación; ausente en gran parte de las formaciones rocosas de Guainía. A menudo es plantada o conservada en las chagras. En el occidente de la Amazonia desde Venezuela hasta Perú y el occidente de Brasil [43].
Biología
La chambira crece en suelos de tierra firme, aunque también se puede encontrar en suelos temporalmente inundados, tanto en áreas abiertas como en el interior de los bosques [43, 160, 161]. Crece asociada a las comunidades humanas y se encuentra principalmente en chagras, matorrales y bosques secundarios, mientras que es muy escasa o no se encuentra en bosques maduros. En chagras y bosques secundarios de diferentes localidades de la
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Distribución de Astrocaryum chambira [43].
Chambira o cumare - Astrocaryum chambira
Amazonia se ha encontrado una densidad promedio por hectárea de 233 plántulas, 317 juveniles, 35 subadultos y 26 adultos, mientras que al interior de la selva al norte de Leticia se encontró una densidad por hectárea de 10 plántulas, 13 juveniles y un individuo adulto [53]. En bosques maduros a lo largo del río Caquetá y el río Guaviare no se encontró [304]. Los rasgos de historia de vida de la palma de chambira también difieren entre las poblaciones que crecen en chagras y bosques secundarios y las poblaciones dispersas que crecen al interior de la selva. Las plántulas, caracterizadas por sus hojas con lámina bífida, en un ambiente secundario producen cerca de 2 hojas/año y crecen a una tasa de 3.3 venas principales/año, y requieren de 5-6 años para pasar a juveniles. En contraste, al interior de la selva las plántulas producen 1 hoja/año, con un incremento de 1 vena/2 años, con lo cual se estima que requieren hasta 38 años para llegar a juveniles. Así mismo, el crecimiento de los juveniles, es decir, los individuos con hojas divididas y sin tallo evidente, varía significativamente entre las poblaciones de ambientes secundarios y maduros. En las chagras y los matorrales los juveniles producen 1-2 hojas/año, con un incremento en venas principales de 4-5 venas/año, tardando hasta 23 años para producir tallo aéreo, es decir, para pasar a la etapa de subadultos. Al interior de la selva los juveniles producen 1 hoja/año con una tasa de incremento de 2-3 venas/año, lo cual indica que pueden emplear hasta 38 años para desarrollar tallo. Los subadultos en las chagras y matorrales se caracterizan por ser palmas de hasta 3 m de alto con unas 9-10 hojas en la corona; estas palmas crecen a una tasa de 64 cm de tallo/año y producen 3 hojas/año. En la selva los subadultos son palmas de hasta 13 m de alto con unas 7 hojas en la corona; estas palmas crecen a una tasa de 30 cm de tallo/año y tienen una producción anual de cerca de una hoja. En los ambientes secundarios la producción de estructuras reproductivas se ha observado en individuos desde 2.2 m de alto, mientras que en la selva solo se ha observado en individuos de al menos 11-12 m de alto. En las chagras y matorrales estos individuos adultos alcanzan hasta 17 m de alto, con una tasa de crecimiento de 22 cm de tallo/año y una producción de 3 hojas/año. En la selva los adultos alcanzan hasta 28.5 m de alto con una tasa de crecimiento de 15 cm de tallo/año y una producción de 2 hojas/año. Con todo, se estima que bajo condiciones favorables en las chagras y bosques secundarios una palma de chambira tarda menos de 20 años desde que nace hasta que es un adulto reproductivo, mientras que al interior de la selva tarda hasta 112 años. Las palmas de chambira producen en promedio dos inflorescencias al año. En la Amazonia colombiana el pico de floración tiene lugar de enero a marzo y el de fructificación entre febrero y junio [109]. Desde la producción de la yema hasta la maduración de los frutos se requieren cerca de 10 meses. Las semillas son dispersadas exclusivamente por especies de roedores de los géneros Agouti, Dasyprocta y Myoprocta [109, 162]. El éxito de la dispersión está relacionado con el hecho de que estos roedores entierran las semillas para su posterior consumo y dejan algunas sin recuperar [162]. Al igual que con otras palmas, como Astrocaryum standleyanum, las semillas enterradas son la que tienen probabilidad de germinar, dado que cuando quedan sobre el suelo son atacadas por insectos depredadores [162, 163]. En el caso de la chambira se ha encontrado que dos especies de escarabajos curculiónidos depredan las semillas [162]. Asimismo se ha encontrado que la dispersión de las semillas está relacionada con el grado de alteración del ambiente donde crece la palma; la remoción de las semillas es proporcional a la densidad de animales, siendo menor en ambientes alterados; además, en estos ambientes la infestación de las semillas por insectos depredadores es proporcionalmente mayor que en ambientes no modificados [162]. Lo anterior evidencia la estrecha relación entre la chambira y sus dispersores, lo cual se debe considerar en
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el momento de diseñar sistemas de manejo de la especie. Por otro lado, también se ha encontrado que el mico maicero (Cebus apella) se come las semillas de la palma de chambira, por su endospermo y por las lavas que crecen adentro [164]. Es poco lo que se sabe sobre la geminación de las semillas, pero al parecer pueden durar más de un año enterradas antes de germinar [162]. Un experimento realizado en San Martín de Amacayacu mostró que después de un año, en condiciones naturales dentro la selva, menos del 1 % de las semillas había germinado.
Frutos de chambira (Astrocaryum chambira). (N. García).
Usos y mercados
La chambira es una de las palmas más usadas en la Amazonia colombiana [19]. En esta región se han registrado 54 usos diferentes por 21 comunidades indígenas. Se ha usado para alimentación, construcción, artesanías, medicina, combustible y en usos sociales y religiosos [19]. De la gama de usos que tiene la palma de chambira, uno de los más característicos y tradicionales en las culturas amazónicas, y también en culturas de la Orinoquia, ha sido el uso de sus fibras. Artefactos como hamacas, mochilas y redes de pesca elaborados con fibra de chambira
Mujer tikuna procesando la fibra y tejiendo una mochila con chambira (Astrocaryum chambira). (N. García).
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Chambira o cumare - Astrocaryum chambira
Manillas elaboradas con fibra de chambira (Astrocaryum chambira). (N. García).
Mochila elaborada con fibra de chambira (Astrocaryum chambira). (N. García).
son elementos propios de la vida cotidiana de los indígenas de esta región. La propia cultura indígena refleja profundos vínculos entre la chambira y sus costumbres y tradiciones. Por ejemplo, entre los tikuna, cuando las niñas eran apartadas de su comunidad, durante su transición a mujer, ocupaban su tiempo torciendo fibras de chambira; y aunque hoy en día no son apartadas, aún dedican parte de su tiempo al trabajo con la fibra [165]. Entre los siona del alto Putumayo, mientras que las mujeres torcían chambira durante su período menstrual o en los ratos de ocio, tanto hombres como mujeres se ocupaban procesando la fibra, actividad que consideraban como un pasatiempo [166]. La vida cotidiana de los indígenas yagua, asentados en las inmediaciones de Leticia, gira alrededor del uso de la chambira, cuya cosecha es realizada por la pareja de esposos y cuyo procesamiento hace parte de los momentos de interacción social
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
[165]. Para los indígenas tikuna, las hojas y las cuerdas elaboradas con la fibra de esta palma son elementos importantes en las ceremonias tradicionales [167]. En el Vaupés, el cumare, como se conoce allí, hace parte del conjunto de plantas que los indígenas mantienen en sus chagras [168]. La comercialización de productos de chambira como artesanías ya se conocía en los años 60 y 70 del siglo XX, especialmente de mochilas y hamacas [166, 169-171], pero a partir de los 80, con el auge del turismo, se incrementó su comercialización. Hoy en día se vende una enorme variedad de productos que incluyen las tradicionales mochilas y hamacas, y una nueva variedad de bolsos, carteras, manillas, collares, cinturones, individuales, bandejas, abanicos y sombreros [36, 52, 53, 109]. Aunque las artesanías de chambira se encuentran en toda la Amazonia y la Orinoquia, su comercialización se concentra en Leticia y Puerto Nariño y en la mayoría de las comunidades indígenas a lo largo de la ribera del río Amazonas, lugares donde se concentra la principal afluencia de turistas [36, 53, 109]. En los últimos años las artesanías de chambira se han venido comercializando en las ferias artesanales de Bogotá, donde su popularidad apenas está creciendo. Las estadísticas de Expoartesanías mostraron que entre 2005 y 2006 participaron en esta feria 27 expositores con productos de chambira en representación de cerca de 250 artesanos [36]. La mayoría de los participantes pertenecían a comunidades indígenas de Leticia y sus alrededores, de Vaupés y Vichada y, en menor proporción, de Caquetá, Meta, Guaviare y Guainía. Los ingresos por la venta de productos de chambira representan 40-100 % de los ingresos de las familias indígenas en los alrededores de Leticia y Puerto Nariño [52]. Los mayores ingresos se obtienen cuando los productos se comercializan a los turistas directamente en las comunidades, aunque en los últimos años la afluencia de turistas ha disminuido y con ello las oportunidades de comercio. Cuando los productos son llevados a Leticia o Puerto Nariño para venderlos a las tiendas de artesanías, el margen de ganancia de las familias disminuye hasta en más del 50 % [52]. En general, la cadena de comercialización de chambira en la Amazonia es muy reducida, prácticamente sin la participación de intermediarios, a excepción de los almacenes locales de artesanías, en los cuales los productos de chambira representan apenas entre un 10 al 30 % de las ventas [52]. Para algunos indígenas la participación en las ferias artesanales se percibe como una oportunidad de mejorar los ingresos derivados de esta actividad. Las láminas de las hojas que sobran después de extraer la fibra se emplean como relleno para elaborar paneras y bandejas o se usan completas para hacer escobas, al igual que las venas medias sobrantes. Las semillas son comestibles y el endocarpo se usa para fabricar pulseras y anillos o como recipiente para el ambil, una pasta de tabaco empleada por los indígenas uitoto en sus ceremonias [43].
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Mujer tikuna extrayendo la fibra de chambira (Astrocaryum chambira). (N. García).
Chambira o cumare - Astrocaryum chambira
Manejo pasado y actual
En los alrededores de Leticia y en las comunidades asentadas sobre la ribera del río Amazonas, las palmas que se aprovechan para obtener los cogollos son las palmas sin tallo más grandes y las palmas con tallo. Cuando las palmas son acaules o su tallo es corto, los indígenas cosechan los cogollos cortándolos con la ayuda de alguna herramienta, normalmente un machete o una cuchilla atada a un palo. En contraste, cuando las palmas tienen tallos altos, de más de 3-4 m, no se cosechan o se cosechan derribándolas. La frecuente cosecha, a veces destructiva, ha venido generando un paulatino decrecimiento de las poblaciones [36, 52, 53], lo cual ha causado una disminución en la oferta de materia prima. Algunas comunidades ubicadas sobre la ribera del río Amazonas han agotado de tal manera las poblaciones de chambira que deben recurrir a los caseríos vecinos en Colombia o en Perú para adquirir la fibra de chambira [52, 53]. A diferencia de lo que ha sucedido con la palma de güérregue en la Costa Pacífica, en el Trapecio Amazónico no ha habido suficientes campañas dirigidas a la introducción de herramientas, como la medialuna, para la cosecha de los cogollos sin derribar las palmas. Aún hoy es frecuente que en comunidades cercanas a Leticia, los indígenas desconozcan la existencia o la forma de uso de estas herramientas. En cuanto a otras regiones de la Amazonia y la Orinoquia, se desconoce el tipo de palmas que se aprovechan y la existencia de prácticas de manejo no destructivo. En el alto Putumayo los indígenas siona cosechaban la palma de chambira con la ayuda de un machete o un hacha, abriendo la corona de hojas y cortando el cogollo; sin embargo, no se reporta qué tipo de individuos se cosechaban o Indígena tikuna cosechando el cogollo de chambira (Astrocaryum chambira). (N. García). si se derribaban las palmas más grandes [166]. Una práctica frecuente, asociada al manejo de la chambira en los asentamientos humanos, ha sido la de dejar solo las palmas grandes después de limpiar la selva para abrir una nueva área de cultivo. Otra práctica de manejo, implementada ocasionalmente por los indígenas tikuna, consiste en recoger las plántulas en los bosques aledaños y luego sembrarlas en las chagras. Un análisis del efecto de estas prácticas en las poblaciones de chambira muestra que la estructura y la abundancia cambian drásticamente después de tumbar la selva, y solo después de unos 50 años las poblaciones se recuperan; así mismo, la producción de cogollos decae rápidamente después de intervenir la población. Por otro lado, el trasplante de plántulas para asegurar su supervivencia contribuye al crecimiento de las poblaciones y puede incrementar a largo plazo la producción de cogollos. En cuanto a las prácticas de manejo relacionadas con la cosecha, se ha encontrado que en comunidades de la ribera del río Amazonas las palmas se cosechan periódicamente, dependiendo de la necesidad de materia prima o de la oportunidad de encontrar un cogollo apropiado. Como la cosecha de las palmas no está organizada en las comunidades, se encuentran palmas con evidencias de una hoja cosechada y otras hasta con cinco o seis hojas cortadas. Un estudio detallado de
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la tasa de producción de hojas indica que las palmas juveniles grandes, aún sin tallo, producen dos hojas al año, mientras que las palmas con tallo producen entre 2-3 hojas al año [53]. Esto sugiere que la cosecha de hojas no podría superar una o máximo dos hojas por individuo al año, manteniendo siempre la práctica de dejar una hoja por medio sin cosechar. El estudio de la demografía de la chambira en algunas localidades del Trapecio Amazónico indica que a pesar de la baja proporción de individuos adultos y subadultos con tallo, estas poblaciones están creciendo levemente, a una tasa de 0.8 % al año. Al igual que en otras especies de palmas, su supervivencia, especialmente la de los individuos subadultos y los adultos jóvenes, es el aspecto más importante para el crecimiento de las poblaciones. Práctica de cosecha de cogollo de chambira (Astrocaryum Así, la costumbre de derribar los individuos chambira) con medialuna. (N. García). altos para obtener los cogollos es la principal limitación para un manejo sostenible de la chambira. De las lecciones aprendidas en el manejo de la palma de güérregue en el Pacífico [38], resulta claro que se deben fortalecer las campañas dirigidas al uso de herramientas de cosecha, como la medialuna, entre los pueblos indígenas de la Amazonia y la Orinoquia. Así mismo, dado que la palma de chambira está estrechamente ligada a la cultura indígena y crece asociada a las comunidades, se debería incentivar su cultivo en arreglos agroforestales propios de la región, sin olvidar que es necesario mantener las poblaciones naturales de las áreas boscosas. Es poco probable que solo el control de la cosecha mejore las condiciones de conservación de la especie; en su lugar, un manejo agroforestal de la palma podría aumentar el interés de los indígenas por su protección, a la vez que incrementaría la disponibilidad de fibra para la actividad artesanal.
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Elementos que determinan la sostenibilidad
Chiquichiqui Leopoldinia piassaba 91
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
CHIQUICHIQUI (LEOPOLDINIA PIASSABA) Gloria Galeano
Otros nombres comunes Fibra, palma de fibra (Guainía).
Nombres indígenas
Malama (baniva); maráma, maramapé ‒la palma‒, maramathe ‒el fruto‒ (curripaco); chìkichìki, maráma (piapoco); marama (piaroa); hañõn, maramá (puinave); sikisikiboto (sikuani); piasaba (yeral) [43].
Descripción
Palma de tallo solitario de hasta 10 m de alto y unos 15 cm de diámetro, con la parte superior cubierta por las fibras de las vainas y por numerosas hojas secas persistentes. Hojas 14-25, de hasta poco más de 4 m de largo, regularmente divididas en 53 a 59 pinnas a cada lado, las más
Hábito de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba). Río Atabapo, Guainía. (G. Galeano).
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Palma de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba), mostrando las fibras de la vaina de hojas más viejas. Río Guainía. (G. Galeano).
Chiquichiqui - Leopoldinia piassaba
Palma de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba), mostrando las fibras de la vaina de hojas jóvenes. Río Guainía. (G. Galeano).
largas de hasta 80 cm de longitud y 5 cm de ancho; vaina con las márgenes provistas en la parte superior de tiras largas y delgadas, que finalmente se rompen en fibras individuales rígidas, delgadas y fuertes de hasta 1.5 m de largo, de color café oscuro, que son persistentes y cuelgan sobre el tronco como una falda. Las inflorescencias nacen entre las hojas y llevan numerosas ramas delgadas con muchas flores pequeñas de color blanco amarillento. Las inflorescencias son de dos tipos: masculinas y femeninas, siendo las femeninas menos ramificadas y de color verde amarillento y las masculinas con más ramas, de color café rojizo y de apariencia aterciopelada. Los frutos son irregularmente redondeados a casi esféricos, de tamaño variable, de 3.5-5 cm de largo y 3-5 cm de diámetro, y pasan de amarillentos a rojo vináceo o pardo-anaranjados en la madurez; el mesocarpo (pulpa) es blanquecino y carnoso y la semilla está envuelta en una red de fibras gruesas y rígidas [43].
Distribución
Es endémica del Escudo de las Guayanas, en la cuenca del río Negro y el alto río Orinoco, en la zona fronteriza entre Colombia, Venezuela y Brasil, aunque la mayor parte de su área de distribución se encuentra en territorio venezolano [172]. Etter e Imamoto [173] estimaron que las áreas donde crece el chiquichiqui en Colombia están restringidas a algunos sectores que comprenden cerca de 548.100 ha, ubicadas principalmente en el Departamento del Guainía.
Biología
El chiquichiqui es una palma gregaria que forma poblaciones densas, llamadas fibrales, especialmente en áreas con inundación esporádica durante solo 3-4 semanas cada cierto número de años. Es raro encontrar palmas aisladas. Las poblaciones se encuentran principalmente en áreas de influencia de ríos
Distribución de Leopoldinia piassaba [43].
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Aspecto de un fibral (bosque dominado por chiquichiqui, Leopoldinia piassaba). Río Guainía. (G. Galeano).
de aguas negras, aunque también se encuentran poblaciones en cuencas de ríos de aguas blancas [174]. Lescure et al. [175] encontraron en la región del Río Negro, Brasil, en formaciones casi homogéneas, densidades de 308 a 325 palmas por hectárea, de las cuales 240 a 292 tenían más de 1 m de alto. En Colombia hay dos tipos de fibrales: unos más densos ubicados sobre suelos arcillosos y otros menos densos que se encuentran sobre suelos arenosos y son los que ocupan mayor extensión; en conjunto, la densidad promedio estimada para los fibrales de Colombia fue de 413 palmas por hectárea, de las cuales un promedio de 165 palmas por hectárea eran mayores de 1 m de alto [173]. Tanto en Brasil como en Colombia las plántulas presentaron un comportamiento agrupado, mientras que la distribución de los adultos correspondió a una distribución más homogénea [173, 175]. Las infloresencias masculinas de L. piassaba alternan con inflorescencias femeninas en años consecutivos, de tal manera que la palma es funcionalmente dioica [176]. Guánchez [174] estudió la estructura demográfica y la fenología de poblaciones de L. piassaba durante cuatro años en la región del río Negro en Venezuela y encontró que la floración es anual y que ocurre de forma sincrónica en toda la población, con 16-58 % de los individuos adultos floreciendo anualmente. La principal floración tuvo lugar durante los meses de octubre y noviembre; los frutos tardaron 7-12 meses en desarrollarse y había frutos maduros en enero, junio y octubre. En otros años también se han encontrado frutos maduros de mayo a julio [43, 173]. Guánchez
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Chiquichiqui - Leopoldinia piassaba
[174] encontró que cada palma adulta puede llevar 1 a 4 racimos de forma simultánea y que los racimos femeninos producen 107 frutos en promedio; cada fruto pesa en promedio 31 g, de los cuales cerca del 47 % corresponde a la pulpa. Los frutos son consumidos y dispersados por mamíferos como picures (Dasyprocta spp.), lapas (Agouti paca), dantas (Tapirus terrestris), cachicamos o armadillos (Dasypus sp.), saínos (Tayassu tajacu), venados (Mazama americana), micos maiceros (Cebus apella), y por varias especies de loros, entre otros [173, 174]. Además de los frutos, algunos animales se ven atraídos también por la cubierta de hojas y fibras que cubre el tronco, en la que encuentran refugio. Esta cubierta se ha interpretado como una trampa de nutrientes en adaptación a un hábitat de suelos pobres, debido a que la materia orgánica dejada por los animales que se refugian entre las fibras es luego transportada por el agua lluvia hasta la base de la palma [174]. El crecimiento del chiquichiqui es lento: la producción de hojas en plántulas es de poco menos de una por año, mientras que en adultos es poco más de dos por año. La producción es mayor cuando las palmas han alcanzado más de 2 m de altura; una vez que sobrepasan su etapa de establecimiento, las palmas pueden ser bastante resistentes a daños externos, incluyendo los ocasionados por el fuego [174].
Usos y mercados
Techo de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba), en Tonina, Río Guainía. (G. Galeano).
Por sus múltiples usos, el chiquichiqui ha sido considerado como una de las palmas más versátiles y de potencial económico significativo para la Amazonia [177]. Las hojas han sido un material de techado muy apreciado en la región del río Negro [43, 177, 178]; se colocan completas, simplemente apiladas unas sobre otras en densidades suficientes para que no penetre el agua; si están dispuestas de forma apretada el techo puede durar en buenas condiciones de 15 a 20 años [173, 174].
Los frutos también han sido tradicionalmente un alimento apreciado y son un componente importante en la dieta en la región del río Negro en los meses de cosecha [173]. La pulpa se consume directamente o se macera y se mezcla con agua para preparar una bebida espesa que también se mezcla con mañoco (harina de yuca) [173, 178, 179]. Si los frutos no están completamente maduros se sumergen en agua durante 3-4 días o se dejan en agua tibia durante un rato para ablandarlos. Sin embargo, el producto más conocido del chiquichiqui es la fibra proveniente de la vaina de las hojas, la cual posee cualidades que la hacen particularmente valiosa: es una fibra dura pero flexible, de baja densidad, que permite tracción longitudinal y es resistente a la humedad. Por estas propiedades el chiquichiqui fue, por lo menos desde inicios del siglo XIX [178], el producto más valioso y motivo de intenso comercio en la región del río Negro; las fibras eran torcidas en cuerdas y sogas muy apreciadas para la navegación por el río Amazonas, dado que
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Interior de techo de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba), en Tonina, Río Guainía. (G. Galeano).
eran durables y muy livianas y no se hundían en el agua. Antes de la independencia de Brasil el gobierno de Portugal tenía el monopolio para manufacturar estos cables en una fábrica en el río Pandurí, uno de los tributarios del río Negro. Fue luego, desde mediados del siglo XIX, cuando se empezó a exportar la fibra a través del puerto brasileño de Belém hacia Inglaterra, donde era usada para fabricar escobas y cepillos empleados principalmente para barrer las calles de los pueblos y ciudades. Spruce [179] menciona también que la fibra era exportada en grandes cantidades a Norteamérica. Además de la fabricación de lazos y cuerdas empleadas en marinería, también se empleaba la fibra para la producción de escobas, cepillos, cestería, tejidos para alfombras, protección de cables eléctricos y aislamiento de partes metálicas en la fabricación de muebles. En Venezuela también se han usado las fibras para la elaboración de techos [174]. Según Crizón et al. [180], los registros de exportación de fibra de chiquichiqui en la región del río Negro de Colombia datan de antes de 1930, aunque el mayor auge ocurrió durante 1960-1970, cuando se exportaba la fibra a Venezuela y principalmente a Brasil. Los mismos autores señalan que el comercio de fibra al interior del país, a través de Inírida-Bogotá-Medellín, se inició poco antes de 1960 y tuvo su punto más alto entre 1960 y 1980, cuando se convirtió en el primer renglón en la economía del Guainía, ya que proveía materia prima para varias empresas productoras de escobas en Medellín. Esta actividad extractiva fue tan importante que influyó en la distribución actual de muchos de los asentamientos indígenas de esta región del país [180]. Los poblados se establecieron buscando alguna cercanía con los fibrales, aunque nunca demasiado cerca, pues los suelos donde crece el chiquichiqui no son usados para sembrar [174].
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Chiquichiqui - Leopoldinia piassaba
A partir de 1980 el comercio de chiquichiqui empezó a disminuir lentamente. Sin embargo, para el año 1996 cerca de un 10 % de la población indígena del departamento del Guainía todavía dependía de la extracción de fibra para cubrir sus necesidades básicas: cerca de 2900 personas de 369 familias se dedicaron a la extracción de fibra, para un total comercializado ese año de 500 toneladas, por un valor de COP 175.000.000 [180]. En 1996 el precio de compra de un kilo de fibra en el Guainía era de COP 200-350 [181]. Las razones para la disminución en la demanda de fibra son múltiples. En primer lugar, por veleidades del mercado, las escobas y cepillos de fibra natural fueron reemplazadas en gran medida por fibras sintéticas, a pesar del gran problema que estas representan en términos de contaminación. En segundo lugar, el sistema de extracción era ineficiente y trabajaba a pérdida, dados los precios tan bajos que recibía Escoba elaborada con fibra de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) en las fábricas de Medellín. (G. Galeano).
el extractor, los cuales no compensaban el tiempo ni el esfuerzo invertido [180]; además, los beneficios económicos para los pequeños empresarios de las fábricas de escobas y cepillos tampoco eran muy estimulantes, dado el alto porcentaje de fibra de mala calidad que debían descartar de cada cono de fibra que compraban [180].
Jarrón elaborado con fibra de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) en técnica de rollo, mezclado con cerámica. Artesanía curripaco en Expoartesanías, Bogotá. (G. Galeano).
A pesar de la decadencia del comercio de chiquichiqui, todavía se registra la extracción de esta fibra como una actividad económica importante [182]. Aunque un buen porcentaje de la fibra extraída se comercializa en Brasil, todavía salen algunas cantidades por Inírida para abastecer una pequeña industria de escobas en Medellín. Además, cierta cantidad de fibra se queda en la región para la elaboración de artesanías, las cuales se han empezado a promover desde hace varios años con el apoyo de Artesanías de Colombia y algunas ONG. Se
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producen diversos objetos artesanales (muebles, jarrones, canastos, individuales y portavasos, entre otros) con diseños originales y atractivos, utilizando además otros materiales y técnicas que se manejan en la región, como cerámica y madera, los cuales han tenido gran aceptación a nivel nacional e internacional [36]. Además de servir como materia prima para artesanías, las fibras de chiquichiqui pueden tener un gran potencial para producir un nuevo material que reemplace los productos basados en polímeros, utilizados actualmente en la industria mundial, los cuales no son degradables y por lo tanto son altamente contaminantes.
Manejo pasado y actual
Para el techado se cosechan las hojas de las palmas que tienen de 1 a 6 m de alto, utilizando escaleras improvisadas; se dejan usualmente 2-4 hojas en la palma porque se cree que si se cortan todas las hojas esta no se recupera [174, 177]. Para techar una casa de 8 x 4 m se requieren 600-800 hojas [174]. Putz [177] y Guánchez [174] hicieron una descripción detallada del proceso de extracción de la fibra en Venezuela. Para Colombia, Crizón et al. [180] realizaron un estudio integrado de diferentes aspectos del sistema extractivo. Dado que es una misma región geográfica, los procesos son similares y se sintetizan a continuación. El proceso de extracción de fibra es realizado por indígenas de varias etnias, incluyendo los curripacos, piapocos y puinaves. Usualmente se hace la cosecha en grupo familiar en jornadas diurnas, pero si deben ir lejos se organiza una excursión con provisiones para alimentar el grupo. La época más importante de cosecha es la temporada de lluvias, usualmente entre junio y agosto, ya que a través de los caños el agua facilita el acceso a los fibrales más alejados, que son los que contienen más fibra. Usualmente se instala el campamento por fuera de los fibrales, ya que existe la creencia de que en ellos habita un espíritu muy temido, llamado curupira; por esa razón prefieren no trabajar solos ni dormir dentro de los fibrales [183]. El fibral se limpia de vegetación del sotobosque y alrededor de las palmas para facilitar el corte y la recolección de las fibras y para disminuir el peligro de encontrarse con animales venenosos que tienen allí su refugio. Las palmas preferidas para la extracción de fibra son las que tienen entre 1 y 4 m de alto, las cuales, según se dice, tienen mejor calidad de fibra, aunque la mayor producción de fibra se da en palmas de alrededor de 2.5 m de alto. Cálculos basados en la tasa de producción de hojas reportada por Guánchez [174] sugieren que las palmas empiezan a producir fibra aprovechable cuando tienen una edad no inferior a 30 años. Después de limpiar el fibral se procede a cortar las hojas verdes más viejas para facilitar la extracción de la fibra de mejor calidad, que es la que proviene Manojo de fibra de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) de las vainas que están a menos de 15 cm de las recién cortado, Río Guainía. (G. Galeano).
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Chiquichiqui - Leopoldinia piassaba
hojas más jóvenes y que tienen menos de cinco años de haber sido producidas, pues las fibras más viejas son quebradizas y de mala calidad. Si las fibras no han sido retiradas nunca o desde hace más de cinco años, se debe hacer una limpieza removiendo las fibras más viejas. Posteriormente, se retiran todas las impurezas y se golpea la fibra con un palo, con el fin de limpiar más profundamente y de ahuyentar los posibles animales peligrosos que puedan estar metidos dentro de las fibras. Finalmente, las fibras se “peinan”, separándolas en grupos pequeños, para terminar la limpieza y dejarlas sueltas y organizadas. Para cortar las fibras se agarra un manojo de ellas con la mano y se corta con un cuchillo o machete, tratando de sacar hilos tan largos como sea posible; los manojos se van juntando en el piso del bosque hasta conformar atados de 15-20 cm de diámetro, los cuales se amarran con tallos del bejuco mamure o mure (Heteropsis spp.) para ser transportados hasta la comunidad.
Palma de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) a la que se le acaba de cortar la fibra, Río Guainía. (G. Galeano).
Una vez en la comunidad, las fibras se lavan y para ello se desamarran los manojos y se sumergen en agua durante varias horas o hasta unos pocos días. En este proceso las fibras absorben humedad y se hacen más manejables. Posteriormente, la fibra es embalada en una elaborada estructura en forma de cono denominada bojote, de hasta 1.8 m de largo y de 12 a 15 kg de peso [180], amarrada con tallos de mamure. El promedio de cosecha en un día por persona es de unos tres bojotes, que equivalen a unos 36 kg, provenientes de unas 15 palmas [180]. El embalaje en bojotes es conocido desde mediados del siglo XIX [179] y es considerado la parte más difícil y costosa del proceso [174]; además, dado que sólo es visible la fibra de la parte externa de los conos, este tipo de embalaje no permite un control de calidad de la fibra, y en muchos casos se incluye en el interior fibra de mala calidad, lo cual desestimula el consumo por parte de los empresarios que compran el producto [180]. Guánchez [174] sugiere considerar otras formas de embalaje que sean menos elaboradas y que permitan una estandarización y supervisión de la calidad de toda la materia prima que se comercia. Guánchez [174] registró una producción de 1.7 hojas/año en las palmas más frecuentemente cosechadas (1-4 m). Putz [177] estimó una producción de 1 kg fibra/palma/año (aunque Guánchez [174] calculó una cifra 20 veces menor, que parece improbable). Basados en las cifras de Putz, Crizón et al. [180] estimaron el potencial productivo de fibra de chiquichiqui en Colombia en 2.540 ton/año (teniendo en cuenta la existencia de cerca 548.100 ha de fibrales). No hay claridad sobre cuál es la frecuencia ideal de cosecha de un mismo fibral, y los datos disponibles varían desde cada dos a tres años [174, 177] hasta cada cinco a seis años [178]. Hay unanimidad entre los diversos investigadores en que el impacto de la cosecha de fibra sobre las poblaciones de chiquichiqui es bastante limitado, debido a que la extracción de la fibra se hace de tejido muerto y su cosecha no implica tumbar la palma: si la yema terminal no es dañada
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Bojotes de fibra de chiquichiqui (Leopoldinia piassaba) listos para la venta. Remanso, Río Inírida, Guainía. (G. Galeano).
y se dejan algunas hojas, no parece haber ningún impacto negativo sobre las palmas [174, 177, 180]. La principal preocupación radica en que la regeneración de la población se puede ver alterada por el pisoteo durante las faenas de cosecha. Sin embargo, un muestreo en un área cosechada continuamente durante más de 50 años en Brasil mostró una estructura demográfica de una población en crecimiento [175]. Con todo, es necesario hacer un monitoreo a más largo plazo de la dinámica de las poblaciones, para determinar el verdadero impacto de la cosecha y planear la conservación del recurso a largo plazo. Entre tanto, una medida que se podría tomar para mitigar este posible efecto negativo sería la de hacer una rotación de áreas de cosecha de por lo menos cinco años, con el fin de permitir que algunas plántulas alcancen la edad de establecimiento, cuando ya tienen más probabilidades de sobrevivir. Por las consideraciones anteriores que muestran un potencial de cosecha sostenible, y por sus múltiples usos, el chiquichiqui se ha sugerido como una palma con gran potencial para ser incluida en un sistema integrado de manejo [174, 177, 184]; un uso combinado de frutos, hojas y fibra sería ideal para el establecimiento de reservas extractivas en los fibrales. El estudio más completo que se ha realizado en Colombia, en el que se incluyen aspectos geográficos, biológicos y económicos relacionados con la sostenibilidad del sistema de extracción, y cuyos resultados están consignados en el libro editado por Crizón [185], constituye información de alta calidad para el diseño de planes de manejo. También se podría pensar en la inclusión de esta especie en sistemas agroforestales; sin embargo, poco se sabe sobre su cultivo, y Lescure et al. [175] registraron un lento crecimiento para plantaciones establecidas desde hacía más de 20 años en la región del río Demini en Brasil.
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Elementos que determinan la sostenibilidad
Corozo de lata Bactris guineensis 101
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COROZO DE LATA (BACTRIS GUINEENSIS) Luisa Fernanda Casas, Catherine Gamba-Trimiño y Katherinne Benavides
Otros nombres comunes
Lata de corozo (Atlántico, Córdoba); lata hembra (Cesar, Córdoba); corozo de lata (Bolívar, Magdalena); tamaquito, corocito (Sucre); lata, palma de lata (Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena); lata sabanera (Atlántico); cañabrava (Guajira); castilla, gallinaza, güevoetigre, palmaelata, palma de corozo, uvitaelata (Cesar) [43].
Descripción
Palma cespitosa que forma agrupaciones hasta de 100 tallos de 0.8-4 m de alto y 1.5-3 cm de diámetro, con espinas en los tallos, las hojas y las brácteas pedunculares. Hojas pinnadas, 5-11 por tallo; raquis 20-82 cm de largo, cubierto por debajo con largas espinas de color amarillento y negro de hasta 15 cm; pinnas 19-42 a cada lado, de hasta 30 cm de largo, dispuestas en grupos de 2-9, separadas por pequeños espacios e insertas casi en el mismo plano. Inflorescencias interfoliares; pedúnculo hasta 20 cm de largo, con indumento café claro, a veces con espinas; bráctea peduncular hasta 35 cm de largo, también cubierta por espinas amarillentas; raquilas 20-30. Frutos casi esféricos, 1.5-2 cm de diámetro, de color púrpura casi negro; mesocarpo jugoso, blanquecino, agridulce; endocarpo achatado, con muchas fibras [43, 97].
A
Hábito de la corozo de lata (Bactris guineensis). (G. Galeano).
B
Espinas de corozo de lata (Bactris guineensis). A, en las hojas; B, en los tallos (L.F. Casas).
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Corozo de lata - Bactris guineensis
A
B
Frutos de corozo de lata (Bactris guineensis). A, racimo inmaduro; B, racimo maduro (L.F. Casas).
Plántula de corozo de lata (Bactris guineensis). (L.F. Casas).
Distribución
El corozo de lata se encuentra en la costa Pacífica de Nicaragua, Costa Rica y Panamá y en la región Caribe de Colombia y Venezuela. En Colombia se encuentra en los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena y Guajira. Crece en bosques deciduos o en áreas abiertas, en regiones estacionalmente secas, entre 0 y 300 m [43, 97].
Distribución de Bactris guineensis [43].
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Biología
El corozo de lata suele encontrarse en zonas abiertas, tales como potreros, cerca de pequeños bosques al borde de las ciénagas o en bajos de caños. En zonas con suelos bien drenados se encuentran plantas en forma dispersa, mientras que en los bajos y bordes de ciénagas, es decir, en zonas con suelos mal drenados, hay una mayor abundancia de plantas. Requiere zonas abiertas con alta incidencia de luz para crecer y tener un buen desarrollo, aunque algunas palmas crecen en zonas con sombra, pero su desarrollo es más lento. En general, el desarrollo y abundancia son mayores en zonas donde los suelos son arcillosos y se inundan un poco. Esta especie, al tener la posibilidad de crecer y propagarse en zonas abiertas, puede poblar potreros y zonas deforestadas, lo que le permite sobrevivir en la región Caribe a pesar del deterioro de su hábitat. Se propaga por semillas, las cuales son dispersadas por mamíferos, incluido el hombre, pues la gente mientras trabaja come corozo y arroja las semillas a medida que va caminando. Adicionalmente, por ser una especie de crecimiento cespitoso tiene una alta capacidad de regeneración. Casas [186] estimó la densidad del corozo de lata para algunas zonas de los Municipios de San Antero y Montería, Córdoba, en 28 palmas por hectárea en bordes de ciénaga y 2.6 palmas por hectárea en potreros. Las palmas que están en potreros suelen ser más pequeñas y con menor cantidad de tallos, mientras que las que crecen en rastrojos y bordes de ciénagas son de mayor altura y presentan muchos más tallos, hecho que puede estar asociado a que en estos sitios la presencia de ganado es más limitada. La abundancia del corozo de lata también varía de acuerdo con el manejo de las áreas donde crece, ya que la mayor parte de su hábitat ha sido transformado. En zonas donde los dueños de las fincas la valoran y la ven como un material útil, la palma es abundante, mientras que en zonas donde la prioridad es el mantenimiento de potreros suelen tumbar las palmas jóvenes, dejando muy pocos individuos adultos y restringiendo su regeneración a rastrojos y bordes de ciénagas. En las fincas donde se permite el crecimiento del corozo de lata en los potreros se da una alta regeneración natural, con un promedio de 46 palmas juveniles/0.1 ha, y se observan individuos de todos los tamaños, lo que significa que si no se cortan las palmas, la población, aun en medio de potreros y sometida a cosecha, puede mantenerse. El principal factor de amenaza sobre esta especie es la pérdida de hábitat debido a la expansión de la frontera agropecuaria. Aunque por ahora no se considera amenazada, en un futuro cercano podría estarlo, dado el estado de sus poblaciones [46]. Por lo tanto, es una especie a la cual se le debe prestar atención para fomentar su aprovechamiento sostenible y sobre todo no permitir que sea erradicada totalmente de las zonas donde predomina la actividad ganadera. No se tienen datos sobre la producción de hojas y rebrotes del corozo de lata, información que es fundamental para planear su manejo.
Usos y mercados
El corozo de lata ha sido de gran importancia cultural a través de la historia, ya que es valorado por sus frutos comestibles y sus tallos útiles. La pulpa de los frutos -que suelen tener una cosecha al año-, es empleada en la elaboración del jugo de corozo, una bebida muy refrescante y tradicional. Para su preparación los frutos maduros se ponen a hervir en agua con azúcar, que
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Corozo de lata - Bactris guineensis
luego se deja enfriar. También es común que los frutos sean consumidos crudos, o en forma de postres, bolis o vino. El jugo de corozo tiene promisorias propiedades antioxidantes que no se alteran con el proceso de cocción [318]. Los cosechadores del corozo son campesinos sin tierra, quienes se quejan de que cada vez deben caminar distancias más largas para conseguir el recurso. La expansión de la frontera ganadera, junto con el deseo de los propietarios de la tierra de evitar que los cosechadores ingresen a su propiedad, ha hecho que la palma de corozo esté siendo talada. En palabras de un propietario entrevistado en el 2013, “Es difícil luchar en contra del pensamiento tradicional de los recursos colectivos: el campesino siempre ha colectado el corozo y ahora es difícil decirle que no lo haga porque tiene dueño... se deben incentivar otras iniciativas que beneficien al propietario de tierras y al cosechador, porque es más costoso para el propietario ejercer control. Por esta razón el ganadero la tumba para evitar problemas de inseguridad; esta especie es de las primeras que erradican cuando hay conversión a potreros Preparación de jugo con frutos de corozo de lata (Bactris porque quita mucho espacio”. guineensis). (L.F. Casas).
El mercado de los frutos es muy activo en el Caribe colombiano, siendo estacional y con precios muy variables. El precio cambia dependiendo de si es época de cosecha, de la distancia al lugar en el que se recolectó la fruta, del número de intermediarios y de si la venta se realiza en una ciudad o lugar turístico. En un estudio de mercados que se realizó en el 2013 [305] se encontró que un bulto de corozo es comprado por el acopiador local directamente al cosechador por COP 5000-8000 en época de cosecha, mientras que en época de escasez el precio sube hasta COP 40.000. Al alcanzar el mercado urbano, el precio de este bulto sube a COP 25.000 en cosecha y hasta COP 170.000 en escasez. El peso del bulto también varía, oscilando entre 40 libras cuando no hay frutos, a 100 libras cuando hay cosecha. En Bogotá la libra de corozo se vende en Corabastos entre COP 2500 y 7000.
El corozo entre los productos de un puesto de jugos en Barranquilla (C. Gamba-Trimiño).
En Barranquilla es posible conseguir corozo ‒ y jugo de corozo ‒ a lo largo de casi todo el año, con una diferencia de precios bastante alta entre temporadas. Esta ciudad es sin lu-
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
gar a dudas el centro de comercialización de la fruta en el Caribe, a donde llega el producto de diversas regiones y de donde se distribuye a mercados lejanos como el de Bogotá. En Barranquilla y Cartagena existen pequeñas industrias que transforman la fruta y elaboran pulpa. Una de estas industrias la distribuye a todas las capitales del Caribe colombiano a través de una cadena de supermercados, por un valor de COP 3000-3200 por bolsa de 300 g en el 2013. Así mismo, existen en Mompox y Barranquilla algunas industrias de vino hecho a partir de la fermentación de los frutos. Este vino es tradicionalmente dulce, pero en Mompox ya existe una industria que elabora vino
Tallos de corozo de lata (Bactris guineensis), secándose para ser usados en construcción. (L.F. Casas).
Tallos de corozo de lata (Bactris guineensis), usados en decoración de muebles y puertas. (L.F. Casas).
seco de corozo. En ciudades turísticas, como Cartagena y Santa Marta, hay restaurantes de comida fusión que integran el fruto del corozo como ingrediente para salsas de platos fuertes. En 2013, una botella de vino de 750 ml valía COP 10.000 y un plato de comida fusión con reducción de corozo valía alrededor de COP 45.000.
Tallos de corozo de lata (Bactris guineensis), usados en decoración de muebles y puertas. (L.F. Casas).
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Los tallos del corozo de lata, llamados latas, han sido usados para la construcción de techos, paredes y cercas de viviendas, usos que
Corozo de lata - Bactris guineensis
se mantienen en la actualidad, pues todavía se encuentra gran cantidad de casas construidas con este material; en muchas fincas los travesaños de los techos de palma son elaborados con tallos de corozo de lata; además, se fabrican muebles, puertas y ventanas. No obstante, para la construcción de paredes se usan indistintamente los tallos de esta especie, conocida también como lata hembra, y los de lata macho (Bactris major). El mercado y la comercialización de los tallos de B. guineensis también es informal: frecuentemente se Fragmentos de tallos de corozo de lata (Bactris guineensis) empleados en la elaboración de manijas de canastos. (L.F. Casas).
negocian directamente en las fincas donde se cortan; pocas veces se venden en aserraderos, pero ocasionalmente se pueden comprar por encargo. El valor de los tallos varía enormemente de acuerdo con las necesidades de los dueños de fincas y de la cantidad de la cual disponga cada uno. Gamba-Trimiño y Benavides [305] encontraron que, en 2013, 100 varas de lata se vendían por COP 12.000-15.000 en las fincas, mientras que una docena en un depósito de maderas en Lorica, Córdoba, costaba COP 15.000.
Fragmentos de tallos de corozo de lata (Bactris guineensis) usados en la elaboración de guacharacas. (L.F. Casas).
En el departamento de Córdoba se elaboran artesanías con corozo de lata utilizando pequeñas secciones del tallo para manijas de canastos, mangos de cucharas y otras aplicaciones decorativas. Este uso es muy local, lo que implica que hay una baja demanda por tallos de lata para este fin. De manera más amplia y tradicional, los tallos se emplean en la elaboración de la guacharaca, instrumento tradicional de la música vallenata.
Manejo pasado y actual
Se cosechan tallos que miden en promedio 2.6 cm de diámetro y 3.8 m de altura. Cuando se hace recolección de tallos con fines artesanales las cosechas suelen ser muy pequeñas; un artesano requiere aproximadamente entre 20 y 50 tallos de corozo de lata al año, por lo que puede abastecerse de materia prima con muy pocas palmas. La baja cantidad de tallos que se emplean para la elaboración de artesanías se debe a que la comercialización y producción de estas es aún
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muy baja; no obstante, es una especie con mucho potencial artesanal, lo que implica que hacia el futuro podría aumentar la demanda por esta materia prima. Para la construcción no se conoce con exactitud cuál es la demanda de tallos; sin embargo, se sabe que para construir una casa se emplean hasta miles de tallos de lata, lo que se traduce en el uso de varias palmas, a las cuales en la mayoría de los casos les cortan todos sus tallos. Por ser una palma de altura media, se pueden cosechar los frutos de forma manual sin causar daños a la planta; además, la observación de buena regeneración natural es un indicativo de que la cosecha tampoco afecta de forma considerable su reproducción. En el caso de los tallos, la planta no ha de sufrir daños si se cosecha adecuadamente, ya que se trata de una planta cespitosa que puede tener en promedio 62 tallos (mínimo 20, máximo 110, estimado en la región de San Antero, Córdoba). Por estas características se considera que el corozo de lata tiene buenas posibilidades para ser aprovechado de forma sostenible [186]. Entre las buenas prácticas de manejo que se recomiendan para la especie está el no quemar la palma para realizar el aprovechamiento de los tallos. Esta mala práctica se realiza con el fin de eliminar las espinas; para evitar hacerse daño con ellas el recolector debe estar bien protegido con zapatos cerrados y guantes. En el momento de la recolección de tallos de corozo de lata no se deben cortar todos los de una misma planta, ya que esto va a retrasar le regeneración, lo cual afecta la producción de más tallos que en el futuro podrán ser usados como materia prima. Casas [186] sugiere que un porcentaje máximo de tallos a cosechar por palma podría ser aproximadamente del 30 % de los tallos existentes. Tradicionalmente, en la región de Córdoba se considera que el mejor momento para el corte es después del quinto de luna, o sea cinco días después de la luna llena. Esta práctica está directamente relacionada con la calidad de las varas, pues los cosecheros sostienen que si los tallos se cortan fuera de este período, las varas presentan más afectación por plagas como el comején.
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Güérregue Astrocaryum standleyanum
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GÜÉRREGUE (ASTROCARYUM STANDLEYANUM) Néstor García
Otros nombres comunes
Chunga (costa Pacífica del Chocó); güerre (Antioquia, Chocó, Córdoba); güéguerre, huéguerre, huerre, huérregue (Chocó); güinul (Nariño) [43].
Nombres indígenas
Guinul (awapit); higuá, higuatá, werre (embera); wéger, wigirbü (waunana) [43].
Descripción
Tallo solitario de hasta 12 m de alto y 15-20 cm de diámetro, densamente cubierto con espinas negras, aplanadas, de 12-18 cm de largo, ocasionalmente sin espinas. Hojas 7-18, ligeramente curvadas en la punta; vaina 1.4-1.5 m de largo, verde, abierta, extendiéndose hasta el raquis o más corta y seguida por un pecíolo de ca. 1.2 m de largo densamente armado, al igual que la vaina, con espinas aplanadas pardas o negras de hasta 12 cm de largo; raquis 2.2-3.8 m de largo, con espinas anchas aplanadas; pinnas 100-116 a cada lado, dispuestas en grupos de 4-7, insertas en varios planos, hacia el extremo de la hoja insertas casi en un mismo plano, a veces las últimas 5 terminales unidas, todas lineares, estrechándose hacia una punta larga, las pinnas medias hasta
Güérregue (Astrocaryum standleyanum) en el Bajo San Juan. (N. García).
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Detalle de las espinas de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
Güérregue - Astrocaryum standleyanum
1.4 m de largo y 5.5-6 cm de ancho. Inflorescencia interfoliar, erguida en la yema, colgante en fruto; pedúnculo 1-2 m de largo y 6 cm de diámetro, densamente armado con espinas pardovioláceas aplanadas; raquis 60-115 cm de largo, sin espinas; raquilas unas 200, de hasta 23 cm de largo. Flores femeninas 2-8 hacia la base de cada raquila, 1 cm de largo, cónicas. Frutos obovoides, anaranjados en la madurez, 4-5 cm de largo y 2.7-3.5 cm de diámetro, con un pico prominente, ásperos; mesocarpo anaranjado intenso; endocarpo ca. 2 cm de largo [43].
Distribución
En las tierras bajas del Pacífico, desde el norte del Chocó hasta el sur de Nariño, y Alto Sinú, en bosques húmedos de tierra firme por debajo de 200 m de elevación. Sureste de Costa Rica hasta el noroeste de Ecuador [43].
Biología
El güérregue crece en suelos de tierra firme, aunque tolera ambientes temporalmente inundables. Presenta micorrizas, especialmente en la etapa de establecimiento de las plántulas [187]. En la región del Bajo San Juan, entre Chocó y Valle del Cauca, se ha encontrado una densidad por hectárea de 616 plántulas, 178 juveniles, 70 subadultos y 26 adultos. Las plántulas pueden alcanzar hasta
Distribución de Astrocaryum standleyanum [43].
Plántula de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
más de 1 m de alto y se caracterizan por tener hojas con lámina bífida; en promedio, las plántulas producen 1.5 hojas/año. Su crecimiento está acompañado por un incremento en el número de venas principales de la hoja; así, cuando una plántula nace tiene alrededor de 4-5 venas principales y continúa su crecimiento con un incremento de alrededor de 1 vena/año. Cuando alcanzan el estado de juvenil, es decir, cuando sus hojas se dividen en varias pinnas, las plántulas tienen alrededor de 20 venas principales. Lo anterior significa que un individuo pasa entre 13 y 14 años en estado de plántula; además, solo un 14 % de las plántulas llegan a juveniles; las demás mueren durante esta etapa.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Como juveniles, los individuos continúan su crecimiento con la producción de numerosas pinnas y el incremento del número de venas principales en las hojas. Esta etapa finaliza cuando los individuos comienzan a producir un tallo aéreo evidente, momento en el que las hojas tienen hasta 80 venas principales y su longitud excede los 3-4 m. Los juveniles producen cerca de 2 hojas/año, con un incremento de 3-4 venas/año; de tal manera que un individuo pasa cerca de 21 años en esta etapa. Una vez los individuos producen el tallo se consideran como subadultos hasta el momento en el que comienza la producción de estructuras reproductivas. La etapa de subadulto se caracteriza por un rápido crecimiento del tallo, en promedio unos 63 cm/año. Estos individuos producen alrededor de 3 hojas/año, manteniendo unas siete hojas en la corona; se estima que duran en esta etapa alrededor de 10 años. Las palmas de güérregue comienzan Juvenil de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García). su reproducción cuando su tallo alcanza alrededor de 5 m de alto, momento desde el cual se consideran adultos. El crecimiento de estos individuos disminuye comparado con el de los subadultos, alcanzando en promedio 26 cm de tallo/año. En la región del río San Juan, una palma adulta puede alcanzar hasta 12 m de alto y su corona está conformada por cerca de 9-10 hojas. En condiciones naturales, la mayoría de las palmas adultas sobreviven por largos períodos que se calculan en cerca de 25 años. Con todo, se estima que desde que nace una plántula hasta que es un adulto reproductivo, se requieren unos 44 años. Sin embargo, esto corresponde a valores promedio en condiciones naturales. En Ecuador, se ha encontrado que los individuos de A. standleyanum crecen más rápido en areas intervenidas, como bosques secundarios y zonas de cultivo, donde además están sometidos a condiciones de manejo y fácilmente pueden competir con las especies cultivadas [188].
Detalle de los frutos de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
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Los individuos adultos regularmente tienen inflorescencias e infrutescencias. En promedio, se ha observado la producción de 1.4
Güérregue - Astrocaryum standleyanum
Mujer waunana tejiendo una bandeja con fibra de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
inflorescencias por individuo al año. Desde la producción de la yema hasta la maduración de los frutos se requieren cerca de 8-9 meses. Cada racimo produce alrededor de 290 frutos, los cuales cumplen un importante papel ecológico por constituir un suministro continuo de alimento para la fauna silvestre [163], pues son consumidos y dispersados por el ñeque o guatín (Dasyprocta punctata), ardillas (Sciurus granatensis), guaguas (Agouti paca), tatabros (Tayassu tajacu), ratones (Siplomys y Proechymis) y algunas aves grandes, como tucanes (Ramphastos), pavas (Penelope) y loros (Amazona y Pionus menstruus) [36, 163, 189-192]. En la isla Barro Colorado, en Panamá, Smythe [163] documentó la estrecha relación que existe entre el güérregue y los guatines (Dasyprocta), concluyendo que la desaparición de una de las dos especies tendría un efecto dramático en las poblaciones de la otra. Este mismo autor demostró que solo cuando se
entierran de manera efectiva las semillas se garantiza la posibilidad de germinación: la tasa de germinación de las semillas enterradas en su experimento fue 27 % mayor que la de las semillas dejadas sobre el suelo. Ensayos realizados en Panamá mostraron una tasa de germinación del 35 % a los 13 meses y del 40 % a los 27 meses [193]. En ensayos realizados en el Bajo San Juan se ha encontrado que las semillas comienzan su germinación a los dos o tres meses de plantadas y a los nueve meses se obtiene una tasa de germinación cercana al 50 %.
Usos y mercados
El uso más característico del güérregue ha sido el que realizan los indígenas waunana y embera para elaborar artesanías. El aprovechamiento de las fibras de güérregue ha sido tradicional en estas culturas, originalmente para realizar amarres y cestas sencillas para guardar objetos personales. En los años 70 del
Indígena waunana cosechando el cogollo de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Artesanías elaboradas por indígenas waunana con fibras de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
siglo XX, una misionera introdujo de Botsuana una variante de la técnica de tejido en rollo para elaborar cestería con güérregue [51]. Desde entonces la elaboración de objetos como bandejas y jarrones se ha constituido en la fuente de ingresos para las familias waunana del Bajo San Juan y también para algunos grupos embera de otros lugares de la Costa Pacífica. La actividad se basa en la cosecha de los cogollos de las palmas grandes, los cuales se procesan hasta obtener una fibra a manera de hilos provenientes de la epidermis de las pinnas. La fibra de esta palma también es usada por indígenas embera y waunana de Panamá para elaborar artesanías [194], aunque el procesamiento y la elaboración de los productos difiere en algunos aspectos [38]. En Ecuador se usan las pinnas enteras de A. standleyanum como fibra para elaborar sombreros, muebles, esteras y otros objetos [188, 195]. Ocasionalmente se aprovecha la fibra en la forma en que lo hacen los indígenas colombianos, para elaborar hamacas y redes de pesca [188].
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Güérregue - Astrocaryum standleyanum
Mujer waunana extrayendo la fibra de güérregue (Astrocaryum standleyanum). (N. García).
Fibras de güérregue (Astrocaryum standleyanum) secando después de procesadas. (N. García).
Considerada como una de las principales fibras usadas en artesanías, la de güérregue ha alcanzado un gran auge en el mercado artesanal colombiano[36]. Los productos de güérregue se comercializan con frecuencia en ferias artesanales, como Expoartesanías, realizada anualmente en Bogotá. Se comercializan asimismo en tiendas especializadas o a través de comerciantes intermediarios. Los productos de güérregue han participado en Expoartesanías desde 1991, y desde entonces ha crecido de manera constante el número de expositores; tanto en 2005 como en 2006 asistieron 13 expositores, representando a cerca de 1000 artesanas, principalmente del Bajo San Juan. Aunque la participación en las ferias continúa, al parecer las ventas se han ido reduciendo en los últimos años, lo cual afecta la ya crítica situación económica de las familias waunana [38, 52]. En las comunidades del Bajo San Juan la elaboración de artesanías de güérregue es la principal actividad económica, aunque los ingresos mensuales provenientes de ella no superan medio salario mínimo por persona. En Panamá se ha documentado un importante mercado para las artesanías de esta palma, concentrado en la ciudad de Panamá, donde los turistas son los principales compradores [194]. En Colombia, algunos intentos de comercialización de los productos de güérregue directamente a los turistas ha llevado a que mujeres waunana se desplacen a centros turísticos del Pacífico para vender sus artesanías [38, 52]. A pesar del amplio reconocimiento que recibe la cestería de güérregue, la comercialización de los productos sigue siendo limitante para el desarrollo de la actividad. Por otro lado, las semillas de la palma de güérregue se emplean para elaborar anillos, lo cual demanda la extracción de grandes cantidades de semillas desde las poblaciones del Bajo San Juan [38, 52]. Este uso genera un ingreso insignificante para los waunana, no sólo porque los anillos
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
son baratos y tienen poca demanda, sino también porque los waunana venden los endocarpos sin ningún procesamiento a los intermediarios y los anillos son producidos en Cali y Bogotá. El precio de un anillo en una tienda de artesanías en Bogotá en 2010 era de COP 2000 [38, 52]. El impacto de esta actividad extractiva aún no ha sido valorado pero probablemente es mínimo, ya que las poblaciones de palmas usualmente son muy poco sensibles a cambios en la fecundidad [38]. Otros usos que recibe la palma de güérregue incluyen el empleo de los tallos como pilotes y horcones de vivienda, para la fabricación de trapiches y para la elaboración de utensilios. El mesocarpo es comestible y las semillas son comestibles y oleaginosas. Los cogollos también son comestibles y, junto con las espinas, se usan en ceremonias de curación [43].
Manejo pasado y actual
Debido a las largas espinas que posee la palma de güérregue, tradicionalmente los indígenas waunana han derribado las palmas para obtener los cogollos y extraer de allí la fibra con la que elaboran sus artesanías. La eliminación sistemática de las palmas ha llamado la atención de numerosas entidades gubernamentales y ONG, lo que ha dado origen a diversas actividades dirigidas al manejo sostenible del güérregue [36, 38, 196, 197]. Desde los años 80 del siglo XX se han realizado campañas para sensibilizar a los indígenas y también a los afrocolombianos que en ocasiones cosechan la palma, para realizar un aprovechamiento no destructivo; asimismo se han repartido cuchillas metálicas, conocidas como medialunas, las cuales se ensamblan en una vara larga. De esta forma se puede acceder a los cogollos desde el suelo o desde un árbol vecino, facilitando la cosecha sin derribar la palma. Con el paso del tiempo los indígenas waunana del Bajo San Juan han venido adquiriendo la costumbre de usar la medialuna. Aunque algunos autores han reportado que aún se derriban las palmas [36, 197], observaciones recientes en la comunidad de Puerto Pizario evidencian que los indígenas efectivamente usan la medialuna [38]. La medialuna es adecuada para palmas de hasta 8 m de altura. Para palmas más altas, es necesario acceder al cogollo desde árboles vecinos. Alternativamente, las palmas de mayor tamaño podrían dejarse sin cosechar. Otra práctica de manejo que realizan los indígenas waunana es dejar las palmas grandes de güérregue cuando se desmonta la selva para establecer áreas de cultivo. Con esta práctica se favorece el crecimiento de estas palmas y se mantiene por algún tiempo la producción de cogollos en el sitio; sin embargo, aunque es positivo que no se eliminen las palmas altas, la estructura y abundancia de las poblaciones intervenidas se afecta dramáticamente y solo después de varias décadas estas poblaciones podrían recuperar sus condiciones iniciales; al cabo de unos 15 años la producción de cogollos decaerá completamente en ese sitio debido a la falta de reemplazo entre clases de tamaño. También se realiza el trasplante de plántulas desde lugares donde crece la palma a áreas donde es escasa o donde se quiere que esté disponible. Esta práctica ha tenido algún éxito, pues se mantienen áreas con la palma en crecimiento combinada con otras especies. En Ecuador la palma de güérregue se ha manejado en sistemas agroforestales, demostrando buena capacidad de regeneración y crecimiento [188]. Un estudio detallado de las poblaciones de güérregue del Bajo San Juan ha encontrado que las palmas subadultas o adultas con tamaño de cosecha producen cerca de tres hojas al año. Con base en estos datos se sugiere que máximo se pueden cosechar dos cogollos al año en un mismo individuo,
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Güérregue - Astrocaryum standleyanum
aplicando la práctica de dejar al menos una hoja intermedia entre cosechas. De acuerdo con las observaciones que se han realizado en las palmas de güérregue usadas por los indígenas del Bajo San Juan, la frecuencia de cosecha que ellos aplican se mantiene en una tasa similar a la propuesta, pues las palmas observadas tienen entre 1 y 3 hojas cosechadas de las cerca de 9-10 hojas que poseen en la corona [38]. Por otro lado, el estudio de la dinámica poblacional del güérregue mostró que aunque existe una baja proporción de palmas subadultas y adultas, la población está en crecimiento a una tasa anual de 2 %. Lo anterior sugiere que las poblaciones se están recuperando después de años de destrucción de individuos subadultos y adultos para obtener su fibra. Los estudios indican que es justamente la supervivencia de estos individuos la que sustenta el crecimiento de las poblaciones. Esto refuerza la necesidad de generalizar la aplicación de las prácticas no destructivas, mediante nuevas campañas relacionadas con el manejo del güérregue, que involucren tanto a los indígenas como a los afrocolombianos. Además, los estudios demográficos han indicado que mantener las poblaciones en los bosques secundarios, garantizando el reemplazo entre los individuos de diferentes tamaños, es una buena estrategia para mantener un suministro constante de materia prima. Una actividad de manejo del güérregue que sería altamente favorable a largo plazo es la selección de una variedad sin espinas, que facilitaría la cosecha de los cogollos. En las poblaciones naturales del Bajo San Juan hay una proporción muy baja de individuos, cercana al 1 % del total, que tienen el tronco completamente desprovisto de espinas [314]. La localización de estas palmas y su polinización controlada para seleccionar una variedad sin espinas es una tarea relativamente fácil y altamente prioritaria. Los indígenas waunana del Bajo San Juan han venido cambiando sus prácticas destructivas por la incorporación de la medialuna como una herramienta de cosecha y la regulación de la frecuencia de extracción de los cogollos. En estas comunidades el uso y manejo del güérregue es un tema central, alrededor del cual se sustenta la economía familiar y se estructuran los planes de vida. Las investigaciones recientes han dado bases científicas para el diseño de planes de aprovechamiento que facilitarán la comercialización de las artesanías de güérregue [38]. Sin embargo, la oferta de las poblaciones naturales es limitada, por lo cual es necesario, además de mantener estas poblaciones, integrar la palma en sistemas productivos con distintos arreglos agroforestales, como se ha hecho exitosamente en Ecuador [188].
Palma de güérregue (Astrocaryum standleyanum) con tallo completamente desprovisto de espinas (derecha) y con tallo espinoso (izquierda). Río Pichimá, Chocó (R. Bernal).
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Macanas Wettinia disticha Wettinia kalbreyeri Wettinia fascicularis Wettinia quinaria
Macanas - Wettinia spp.
MACANAS (WETTINIA DISTICHA, WETTINIA KALBREYERI, WETTINIA FASCICULARIS, WETTINIA QUINARIA) Rodrigo Bernal
Otros nombres comunes
Wettinia fascicularis: Chonta de mico (Antioquia); maquenque (Chocó); palma chonta (Cauca); Wettinia kalbreyeri: Crespa (Chocó); gualte bola (Nariño); guaira bombón (Putumayo); palma bolillo (Risaralda); Wettinia quinaria: Gualte (Valle del Cauca, Nariño); guarnul (Nariño); murrapo (Darién); maquenque (Chocó, Darién); memé (Chocó) [43].
Nombres indígenas
Wettinia quinaria: Guarnul (awa pit); meme (embera); chorr (waunana) [43].
Macana abanico (Wettinia disticha). Vista desde abajo. (R. Bernal).
Macana abanico (Wettinia disticha). Vista de frente.
Gualte bola (Wettinia kalbreyeri). (R. Bernal).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Descripción
Con el nombre de macana se conoce la madera dura de varias especies de palmas del género Wettinia que entran a los mercados de Antioquia y la Zona Cafetera provenientes de la Cordillera Occidental. Diez especies de este género crecen en las vertientes occidentales de los Andes en Colombia: W. kalbreyeri, W. fascicularis, W. disticha, W. quinaria, W. castanea, W. equalis, W. lanata, W. oxycarpa, W. radiata y W. verruculosa. Sin embargo, solo las primeras cuatro especies tienen el suficiente tamaño y son lo bastante abundantes como para ser una fuente significativa de madera. Es posible que las otras especies contribuyan en menor proporción.
Macana (Wettinia fascicularis). (R. Bernal).
Memé (Wettinia quinaria). (R. Bernal).
Wettinia kalbreyeri, W. fascicularis, W. disticha y W. quinaria son palmas solitarias, con tallo de 10-20 m de alto y 12-18 cm de diámetro, blanquecino a grisáceo, sostenido por un cono denso de raíces zancos de hasta 1 m de altura que llevan pequeñas prominencias cónicas a manera de espinas. Todas tienen coronas con 4-8 hojas sostenidas por un capitel notorio de alrededor de 1 m de largo, verdoso o grisáceo. En W. disticha las hojas están dispuestas en un solo plano a lado y lado del tallo (hojas dísticas), característica muy rara en la familia de las palmas, y que se puede apreciar muy bien cuando se mira la palma desde abajo. En W. kalbreyeri, W. fascicularis y W. disticha las hojas tienen las pinnas longitudinalmente divididas hasta la base y los segmentos se disponen en muchos planos, dando como resultado una hoja plumosa, de la cual se deriva el nombre de crespa, con el que se conocen varias de ellas en algunos sitios. En W. quinaria, en cambio, las pinnas son indivisas y cuelgan en un solo plano. Las inflorescencias nacen sobre el tallo por debajo del capitel; en las palmas jóvenes, que apenas comienzan su floración, las inflorescencias nacen de a una en cada nudo, pero a medida que la palma se hace mayor, el número de inflorescencias va aumentando, siempre en número impar, con una yema más grande en el centro y yemas progresivamente menores hacia los lados. A veces sólo se desarrollan por completo la yema central y una o dos de las laterales. Los racimos de flores son
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Macanas - Wettinia spp.
Frutos de macana abanico (Wettinia disticha). (R. Bernal).
Frutos de gualte bola (Wettinia kalbreyeri). (R. Bernal).
Frutos de memé (Wettinia quinaria). (R. Bernal).
Frutos de macana (Wettinia fascicularis). (R. Bernal).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Semillas de memé (Wettinia quinaria). (R. Bernal).
en su mayoría unisexuales y a veces hay un racimo masculino y uno femenino en floración simultáneamente en el mismo nudo o en nudos vecinos. En las cuatro especies los racimos tienen varias ramas. Las flores masculinas miden cerca de 1 cm de largo, son blanquecinas y llevan numerosos estambres. Las flores femeninas están muy separadas a lo largo de las ramas en W. disticha y W. kalbreyeri, pero están muy apiñadas en W. quinaria y W. fascicularis. En esta última especie las ramas son muy cortas y todo el racimo forma una masa compacta de aspecto elipsoide. Análogamente, los frutos son separados y redondeados en W. disticha y W. kalbreyeri, mientras que en W. quinaria y W. fascicularis son angulosos y apiñados. Cada fruto tiene una sola semilla, redondeada o angulosa según la especie, de color café oscuro con un llamativo retículo de color amarillento.
Distribución
Las cuatro especies se encuentran en la vertiente oeste de la Cordillera Occidental donde se reemplazan a lo largo del gradiente altitudinal, desde las tierras bajas hasta 2250 m. W. quinaria se extiende por las tierras bajas hasta el norte de Ecuador y el centro de Panamá. W. kalbreyeri
Distribución de Wettinia quinaria [43].
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Distribución de Wettinia kalbreyeri [43].
Macanas - Wettinia spp.
se extiende hasta Ecuador y alcanza también las vertientes amazónicas de los Andes desde Caquetá hacia el sur, y el norte de la Cordillera Central desde Antioquia a Quindío. W. fascicularis se extiende hasta Ecuador, y alcanza por las vertientes orientales de los Andes hasta el Meta, y por el extremo norte de la Cordillera Central hasta los alrededores de Guatapé, Antioquia, donde las palmas son muy pequeñas. W. disticha tiene la distribución más restringida de las cuatro especies y se encuentra solo desde Antioquia hasta Cauca [43].
Distribución de Wettinia fascicularis [43].
Distribución de Wettinia disticha [43].
Biología
Las cuatro especies crecen en bosques muy húmedos a pluviales, y las que se encuentran en las partes más elevadas son elementos del bosque de niebla. Son muy abundantes en el bosque, donde llegan a ser a veces el elemento dominante. Es poco lo que se conoce de su ecología salvo los estudios de dinámica poblacional y biología reproductiva de W. quinaria, y W. kalbreyeri. Waldrón [58] estudió la dinámica poblacional de W. quinaria en la región del Cabo Corrientes, en la Costa Pacífica del Chocó. En esa zona había más de 58.000 plántulas y 193 palmas adultas por hectárea. De las palmas adultas, sólo 45 individuos por hectárea tenían una altura de más de 9 m, el tamaño mínimo apropiado para ser cosechadas; con tamaños menores la madera todavía es muy blanda para ser utilizable. La densidad de adultos es comparable a la que se ha observado de manera casual para esta especie en otras áreas en el centro del Chocó y en la vertiente de los Andes en Nariño hacia los 900 m de elevación, y más baja que la de W. kalbreyeri en muchos sectores de la Cordillera Occidental.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Las plántulas de W. quinaria en Cabo Corrientes producían en promedio 1.9 hojas por año; esta cifra se incrementaba hasta alcanzar 3.4-3.6 hojas por año en los adultos de 5-11 m de alto, para disminuir nuevamente hasta 2.4 hojas por año en las plantas más viejas. Las palmas alcanzaban el tamaño mínimo apropiado para ser cosechadas (9 m de altura) cuando tenían unos 25 años de edad. Las plantas adultas de 17 m de altura, el tamaño más común entre las palmas más altas, tenían una edad estimada de 81 años, y unos pocos individuos alcanzaban hasta 20 m de altura y 137 años de edad. Las principales causas de mortalidad de las plántulas eran la caída de hojas de la planta madre y la herbivoría. Sin embargo, el mayor impacto sobre la población lo tenía la muerte de los juveniles de entre 1 y 5 m de altura. Esto es comprensible, pues se trata de plantas que han invertido mucho tiempo en alcanzar ese tamaño (7-15 años) pero todavía no han comenzado a reproducirse. Lara et al. [198] estudiaron la demografía de W. kalbreyeri en un bosque de la Cordillera Occidental entre Jardín y Támesis (Antioquia). En este sitio había una densidad promedio de 130.000 plántulas y 768 adultos por hectárea. En promedio, las palmas adultas produjeron cada una menos de un racimo por año y cada racimo llevaba 1268 semillas, cuya tasa de germinación fue del 15 %. Así que, en promedio, cada adulto produjo unas 119 plántulas por año. La población tenía una tasa de crecimiento anual del 7.9 %, representada en su mayoría por nuevas plántulas. Sin embargo, las plántulas tenían también la mayor mortalidad. Con todo, la población era más sensible a la mortalidad de los adultos, aunque esto probablemente sea un sesgo causado por la mayor duración de esa clase en el modelo que esos autores emplearon. Una simulación matemática de perturbación de la población mostró que bastaría con que se cosechara por una sola vez la tercera parte de las palmas adultas para que la población en su conjunto empezara a decrecer. Así, Lara et al. concluyeron que la extracción de adultos podría amenazar la persistencia de la especie en el largo plazo. Sin embargo, con base en la matriz de transiciones de estos autores se puede estimar que en el bosque de Jardín-Támesis cada año aproximadamente unas 12 palmas por hectárea alcanzarían un tamaño de 10 m, y serían cosechables. De todas maneras, cualquier bosque que se vaya a aprovechar debe contar con un estudio previo. Núñez [199] y Núñez et al. [200] estudiaron la biología reproductiva de Wettinia quinaria en el Cabo Corrientes. La floración tenía lugar durante todo el año, con un pico de diciembre a marzo; el número de inflorescencias masculinas era tres veces mayor que el de femeninas, y había un 1.6 % de inflorescencias que tenían tanto flores masculinas como femeninas. Las inflorescencias abren centrífugamente en cada nudo, y la central usualmente es femenina. Las inflorescencias femeninas abrían durante la noche principalmente poco antes del amanecer (4-6 am); las masculinas también abrían durante la noche, principalmente entre las 6 pm y las 2 am. Aunque las inflorescencias femeninas eran visitadas por 39 especies de insectos, solo 12 de ellas llevaban polen; la polinización era efectuada principalmente por una especie de Mystrops, un pequeño escarabajo nitidúlido. Las palmas producían en promedio poco más de dos racimos de frutos por año, con unos 660 frutos por racimo; las semillas tenían una germinación del 56.5 % [58]. Lara [201] estudió la fenología y biología reproductiva de W. kalbreyeri en los bosque de la Cordillera Occidental entre Jardín y Támesis (Antioquia). Las palmas florecieron y fructificaron durante todo el año pero hubo un pico de frutos maduros en junio. Los racimos de flores duraban entre 3 y 4 días y eran visitados por 39 especies de insectos. Los polinizadores más
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Macanas - Wettinia spp.
probables eran pequeños escarabajos de los géneros Mystrops (Nitidúlidos) y Phyllotrox (Curculiónidos), así como estafilínidos de la subfamilia Aleocharinae. Los frutos tardaban poco más de nueve meses en desarrollarse.
Usos y mercados
El producto más importante de las especies de Wettinia es la madera de sus tallos, conocida como macana o chonta. Los tallos se emplean para construcción directamente en los sitios donde crece la palma, o su madera se comercializa en forma de barrotes cilíndricos de 90 cm de longitud y 1.9 cm de diámetro (3/4 de pulgada), que se distribuyen principalmente en Medellín, las ciudades de la Zona Cafetera y Cali, ciudad en la que igualmente se comercializan en varas de 2 x 2 cm y 2 m de largo. Los barrotes se usan para hacer las barandas (chambranas) que caracterizan la arquitectura tradicional de la Zona Cafetera. En enero de 2013 un barrote de 90 x 1.9 cm costaba COP 1000 en Manizales, COP 1200 en Pereira, COP 1500 en Armenia, y COP 2500 en Cali. En esta última, un barrote de 2.5 cm de diámetro (1 pulgada) costaba COP 3000 y una vara de 2 m costaba COP 2000. Una palma de 15 m de alto puede producir unos 100-120 barrotes o unas 60 varas. La mayoría de barrotes que se comercializan en la Zona Cafetera provienen de la Cordillera Occidental al occidente de Riosucio, Caldas. Los que se comercializan en Cali vienen de allí mismo o de la zona de Buenaventura. Hasta hace algunos años se extraía macana de la zona del Alto del Galápago, en la carretera de Ansermanuevo a San José del Palmar, Chocó. En la actualidad, en los bosques de esa zona, por encima de 1500 m no se encuentran palmas de macana adultas en varios kilómetros a lado y lado de la vía.
Manejo pasado y actual
No se conoce ninguna práctica de manejo de las especies de Wettinia; su aprovechamiento está basado en simple extracti- Barrotes de macana (Wettinia sp.), a venta en un depósito de materiales vismo destructivo, hasta que se agota el recurso, como sucedió la en Montenegro, Quindío. (R. Bernal). en la zona de San José del Palmar. La extracción sostenible probablemente permitiría la corta de sólo unas cuantas palmas altas por hectárea cada año, dependiendo de la densidad del palmar. En bosques como los del Cabo Corrientes, por ejemplo, con una densidad de 193 palmas adultas de W. quinaria por hectárea, sólo 45 de ellas tenían más de 9 m de altura y serían aprovechables. Sin embargo, según los datos de crecimiento de Waldrón [58], solo unas siete palmas por hectárea alcanzan ese tamaño cada año en la región del Cabo Corrientes; según los datos de Lara et al. [198], unas 12 palmas de W. kalbreyeri alcanzan 10 m de altura cada año. Así que después de una cosecha inicial de un determinado número de adultos, solo se podrían cosechar siete palmas de W. quinaria por hectárea/año en Cabo Corrientes y 12 de W. kalbreyeri por hectárea/año en la zona de Jardín-Támesis, si se quiere mantener la producción a largo plazo. Estas cifras, desde luego, son solo indicadores generales: cualquier permiso de aprovechamiento deberá contar con un estudio específico del bosque a aprovechar.
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Milpesos Oenocarpus bataua
Milpesos - Oenocarpus bataua
MILPESOS (OENOCARPUS BATAUA) Carolina Isaza
Otros nombres comunes
Chapil (Nariño); milpé, milpés (Amazonas, Caquetá, Guaviare, Meta); milpesos (generalizado); patabá (Vaupés); seje (Guainía y Llanos Orientales); seje grande (Guainía); unamo (Meta); trupa (costa Pacífica del Chocó) [43].
Nombres indígenas
Makúpai (achagua); bateí, batú (andoque); chapil (awa pit); yaro, yäu (baniva); ñomuño (barasana); kuuruhu, tsitsihu (bora); kumu (carijona); nihuchu (cofán); bokohañu, boreyabeñu, duebokohañu, duibokane, hebukanu, kohañu, kõhãñi, pũrãmãñɨ, pũrámañũ, yavekohañu (cubeo); ibe (cuna); punáma (curripaco); ñiimí (desano); arú, sokarrõ, sokorrong, trupa, urabá, urúkena, urútha (embera); xü (guayabero); okú bot (jitnu); wát¨égn (kakua); kõsa, kõsañi (koreguaje); guakaria (macuna); koomehi, kóomi (miraña); babayhu igai, come, kuméerio, iidikuumee, haadió kuume, kiríyahe, tehe kumee (muinane); yab, tërukë (nukak); punama, taina (piapoco); bareu puori, isoi, peédi (piaroa); ñumúño, pahkaño (piratapuyo); ium, vuó, wo (puinave); gõsa (secoya); ataiboto, pewitsaboto, toxoloboto (sikuani); kosá, ungurahua (siona); ñumúño, ñumúnu wadíhñu (siriano); ñoõmĩá (tanimuca); punámaphi (tariano); ñomiño (tatuyo); bórúá, düü (tikuna); ñumú, ñumú pahkáño (tukano); károwara, sítuma (tunebo); ñumú pahka wahkariká (tuyuca); komaíhe, komeé, komaña, dobómaña, hiidíko paña, paatina, ure maña (uitoto); gibiño, ñimisa (wanano); simese, thimasé (yagua); patabá (yeral); wáh (yuhup); punama (yukuna); ñumá (yurutí) (Galeano y Bernal 2010) [43].
Descripción
Individuo adulto de milpesos (Oenocarpus bataua). (C. Isaza).
Palma solitaria de hasta 22 m de alto, con tallo de 15-25 cm de diámetro, liso, con cicatrices foliares notorias. Corona con 6-14 hojas erguidas, con aspecto de plumero; vaina parda oscura, las márgenes con fibras rígidas y largas; pecíolo 10-50 cm; raquis de 5-7 m de largo con 82-107 pinnas a cada lado, regularmente dispuestas en un plano. Inflorescencia en forma de cola de caballo, con raquis corto y 118-370 raquilas densamente dispuestas, colgantes, 70130 cm de largo, de color amarillo en flor y pardo rojizas en fruto. Fruto negro-violáceo, ovoide a elipsoide, terminado en un pico, 3-4.5 cm de largo y 2-2.7 cm de diámetro; mesocarpo
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Tallo de milpesos (Oenocarpus bataua). (C. Isaza).
Infrutescencia de milpesos (Oenocarpus bataua). (R. Bernal).
carnoso y oleaginoso, con una capa interna de fibras que envuelven la semilla; endospermo ruminado; plántula con hojas bífidas, los segmentos convexos, por debajo blanquecinos y con escamas [43, 97].
Distribución
Detalle de los frutos de milpesos (Oenocarpus bataua). (C. Isaza).
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Ampliamente distribuida a ambos lados de los Andes, en bosques húmedos de tierras bajas en la Amazonia, el Catatumbo, el Magdalena Medio (Antioquia, Boyacá, Santander), el Bajo Cauca, el Alto Sinú, el Pacífico, desde Urabá hasta Nariño y en bosques de galería de los Llanos Orientales [43]. Usualmente crece por debajo de los 1000 m de altitud tanto en suelos inundados como no inundados, formando en algunos sitios del Pacífico y los Andes Occidentales bosques en los que la palma es dominante [202].
Milpesos - Oenocarpus bataua
Biología
El milpesos crece tanto en suelos de poco drenaje (igapós o planos inundados) como en bosques de tierra firme, y la densidad de palmas adultas varía entre 15 y 160 por hectárea [109, 203-207, 306]. Requiere de una etapa de sombra para germinar y crecer como plántula, y de alta luminosidad para desarrollarse y fructificar [207, 208, 306]. En el río Amacayacu, un pequeño afluente del Amazonas, se estudió una población de milpesos ubicada en bosques de várzea; allí esta especie es uno de los elementos dominantes del paisaje, presentándose 41 adultos por hectárea en bosques de tierras pantanosas y una baja densidad de árboles [306]. La población está compuesta por un 21 % de individuos en estado de plántula, que miden entre 10 y 40 cm de altura y tienen 1-5 hojas bífidas, y un 65 % por juveniles, caracterizados por presentar 2 a 6 ho-
Distribución de Oenocarpus bataua [43].
jas pinnadas (con 2 a 80 pinnas a cada lado) y no tener tallo visible. Las semillas tardan entre 2 y 6 meses en germinar. El porcentaje de germinación es muy bajo, ya que apenas el 0.1 % de los frutos llegan a ser plántula, y menos del 30 % de la plántulas logra sobrevivir el primer año. No obstante, la población cuenta con un banco de juveniles de diferentes tamaños, que crecen lentamente y permanecen en la población por largos períodos de tiempo; se estima que un juvenil de milpesos puede permanecer en este estado (sin desarrollar un tallo visible) más o menos 40 años, a la espera de la apertura de un claro en el dosel, y así crecer hasta la etapa de adulto.
Interior de palmar de milpesos (Oenocarpus bataua) en el Río Amacayacu, Amazonas. (C. Isaza).
Se estimó que en el río Amacayacu una palma de milpesos tarda aproximadamente 75 años desde la germinación hasta alcanzar la madurez sexual. Sin embargo, esta cifra es un promedio del crecimiento de todos los individuos; cuando un individuo crece en claros del dosel, tiene una tasa de crecimiento mayor, alcanzando la etapa de adulto en menor tiempo.
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Los individuos pueden tardar más o menos 40 años creciendo hasta formar un tallo aéreo; entretanto van aumentando paulatinamente el número de hojas de su corona y de pinnas en cada hoja nueva producida, hasta alcanzar el tamaño con el que puedan formar un tallo. Una vez forman este tallo aéreo pasan rápidamente por la etapa de subadultos, creciendo a razón de 44 cm por año. La edad estimada para una palma de milpesos de 20 m, tomando el promedio de crecimiento de los individuos en la población, es de 166 años, lo que confirma los datos preliminares de otros estudios en los que se clasifica la especie como de lento crecimiento [207, 306]. Las principales causas de muerte de los individuos jóvenes en las várzeas del Amacayacu son la pudrición del cogollo y el daño mecánico ocasionado por la caída de troncos o ramas de la vegetación circundante. Por otro lado, la Plántula de milpesos (Oenocarpus bataua). (R. Bernal). mortalidad de los adultos se debe principalmente al desenraizamiento, observado especialmente cuando las palmas sobrepasan los 18 m de altura. Otra causa frecuente de muerte entre los adultos es que sean derribados por árboles caídos o que sean talados para cosechar los frutos [209, 306]. El milpesos es una especie monoica, con flores masculinas y flores femeninas en la misma inflorescencia; las flores masculinas se desarrollan antes que las femeninas [202]. Diversos estudios de la fenología de poblaciones localizadas en bosques premontanos de los Andes, del Pacífico y de la Amazonia, han mostrado que el milpesos es asincrónico en su floración y en su fructificación, con un mayor número de individuos en flor durante la época seca [202, 203, 210, 211, 306]. En los Andes existe un mayor pico entre junio y septiembre, al igual que en la Amazonia y el Pacífico, pero responden a períodos alternados, es decir, unos años hay mayor sincronía que en otros [210, 211, 306]. Adicional a la asincronía a nivel poblacional, también es frecuente observar diferencia en los ritmos reproductivos de cada individuo en particular: un individuo puede florecer durante varios años seguidos y luego suspender uno a tres años su producción [306]. Las flores son polinizadas por escarabajos de diferentes géneros: Phyllotrox, Anchylorhynchus (Curculionidae) y Mystrops (Nitidulidae) [202]. La presencia de flores todo el año, con un mayor número de flores masculinas en las raquilas y una producción constante de estructuras a lo largo del año, garantizan la permanencia de los polinizadores en la población [202, 306]. Los frutos tardan entre 16 y 24 meses en desarrollarse, y se encuentran frutos maduros durante todo el año [211, 306]. Cuando tienen una coloración pardo-violácea comienzan a caer. Son consumidos directamente en el racimo por loros (Amazona ochrocephala y Amazona farinosa), tucanes (Ramphastos tucanos), murciélagos y primates de gran tamaño, como monos capuchinos (Ce-
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Milpesos - Oenocarpus bataua
bus albifrons y C. apella) y monos araña (Ateles belzebuth); cuando caen, son consumidos por saínos (Tayassu tajacu) y ñeques (Dasyprocta punctata); estos animales usualmente dispersan los frutos lejos de su parental, aumentando sus probabilidades de desarrollo [208, 212-214]. En el río Amacayacu cada adulto produce, en promedio, 1254 frutos por año, para una producción de 22.142 semillas por hectárea/año que equivalen a 0.5 ton por hectárea en cada ciclo [306]. En el Chocó, la productividad anual fue de 3 ton por hectárea en un bosque dominado por milpesos y 0.3 ton en un bosque mixto [211].
Usos y mercados
Del milpesos se obtienen diversos productos: por ejemplo, sus tallos son usados como columnas en la construcción de casas y las hojas se usan para tejer capillejos, catarijanas o tanchos, improvisadas “maletas de la selva” empleadas para cargar frutos o animales de caza; se emplean también para fabricar escobas [215]. La fibra del cogollo es usada ocasionalmente por algunas etnias para hacer cordelería y otros elementos tejidos [216, 217]. En el tallo se crían mojojoyes, larvas del picudo de las palmas, Rhynchophorus palmarum, altamente apetecidas en toda la Amazonia por su sabor oleaginoso y textura carnosa [97, 204, 218]. Sin embargo, de todos los usos que se le dan a la especie el más popular es el consumo de los frutos como fuente de alimento. Los frutos maduros se ablandan (‘maduran’) en agua tibia y luego se comen directamente o se maceran para extraer el mesocarpo carnoso, desechando la semilla. Esta es la leche o chicha de milpesos, una popular y deliciosa bebida con sabor a leche y nuez; se le puede agregar azúcar o harina de yuca, obteniendo un potaje nutritivo, con un contenido de proteínas más elevado que las bebidas de soya [22, 32]. Del fruto también se obtiene un aceite, calentando el líquido descrito en el proceso anterior hasta evaporar el agua. El aceite de milpesos es un producto con gran potencial, debido a su excelente calidad que iguala la del aceite de oliva por sus altos contenidos de grasas insaturadas como ácidos oleicos, y de antioxidantes como tocoferoles, lo que lo sitúa como un producto bastante prometedor en un mercado mundial que tiene una alta demanda de compuestos grasos finos para la industria alimenticia y cosmética [22, 32, 219]. Por estas razones se ha propuesto como un sustituto del aceite de oliva, que reemplace las importaciones del aceite de origen europeo en América Latina, una idea que aún requiere de un significativo desarrollo tecnológico para lograr niveles de aprovechamiento a gran escala [220]. En Bolivia y Perú el comercio del aceite de milpesos cubre una demanda nacional, pero se posiciona como un mercado joven con mucho potencial [221]. El valor del aceite es de aproximadamente USD 10 por litro (COP 20.000 en Colombia), un precio alto si se compara con el de otros otros aceites de la misma gama [209, 222, 315]. En Colombia se han ejecutado varios proyectos para desarrollar tecnologías de fabricación del aceite y para posicionar el producto en el mercado nacional, pero dificultades en el suministro y calidad del producto, costos de transporte y acceso al mercado han impedido su penetración en la economía nacional [222, 223]. Diferentes grupos indígenas le dan varios usos medicinales al milpesos. Mezclado con limón, o solo, se usa para tratar infecciones bronquiales y pulmonares [224]. Se emplea también para tratar la tuberculosis y como laxante [225]. Tiene gran fama de tónico para el cabello y se dice que previene su caída, da brillo y elimina la caspa [218, 225]. Mezclado con ungüentos se usa para tratar la artritis, el reumatismo y dolores en los huesos en general. Es ampliamente empleado como humectante corporal y para prevenir la aparición de hongos en la piel [218].
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Alimentos preparados a partir de los frutos de milpesos (Oenocarpus bataua). A, leche o chicha (G. Galeano); B, helado, en una heladería en Iquitos; C, aceite. (C. Isaza).
Manejo pasado y actual
Para realizar la cosecha de los frutos se prueban primero frutos caídos en la base del tallo para comprobar su madurez, ya que el color oscuro del fruto no permite ver a larga distancia si se encuentra a punto para cosechar. Algunas personas, inclusive, emplean caucheras o palos para derribar algunos frutos del racimo y así comprobar si están aptos para el consumo. Los individuos con frutos maduros se cosechan usualmente talando el tallo. En algunas ocasiones, cuando los individuos no sobrepasan los 5 m, se escala la palma o un árbol vecino y se cosecha directamente el racimo sin afectar la planta [109, 203]. En ciertas áreas del Pacífico se cosecha el racimo usando una medialuna en individuos de bajo porte [203]. Durante los años 80 del siglo XX se estableció una planta de extracción de aceite de milpesos en los Llanos Orientales; sin embargo, esta iniciativa se detuvo porque el aceite no tuvo el mercado esperado [204]. Tradicionalmente, diferentes etnias que habitan en la Amazonia y el Pacífico han cosechado los frutos de milpesos para satisfacer sus necesidades de alimentación y aceites; dado que el aceite era un recurso de difícil obtención para los habitantes del bosque antes del ingreso de productos de mercado, el milpesos era una especie de gran importancia [103]. Este uso doméstico de los frutos aparentemente no afectaba su disponibilidad ni la conservación de las poblaciones, como se evidencia en los diferentes bosques manejados durante varios siglos por pueblos aborígenes americanos [226]. Los efectos de la cosecha de bajo impacto se amortiguan porque la palma tiene una larga vida, permaneciendo como adulta por más o menos 50 años, suministrando un pulso constante de semillas a la población y, además, porque los individuos pueden producir frutos continuamente durante varios años [202]. Sin embargo, probablemente a causa de la sedentarización y densificación de muchos grupos humanos en el Amazonas y el Pacífico, la práctica de derribar la palma para cosechar sus frutos ha llevado a una disminución en las poblaciones, efecto que se ha incrementado con el ingreso del aceite y de los frutos en mercados regionales [109]. Pero en los bosques subandinos, la mayor amenaza no es el uso destructivo sino la ampliación de la frontera agrícola [227]. Un estudio demográfico realizado en el río Amacayacu encontró que la población de milpesos no toleraría una cosecha destructiva, es decir, derribando las palmas, de más del 10 % de los adultos cada año, mientras que si se escalaran las palmas y se cortara solo el racimo, se podría
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Milpesos - Oenocarpus bataua
cosechar hasta el 70 % de los frutos sin modificar la tendencia de crecimiento de la población. Es muy probable que, aun dentro de un esquema de cosecha comercial, no se alcance a remover más del 70 % de las semillas, porque estas son consumidas y dispersadas por aves y mamíferos o pueden quedar enterradas en los pantanos en épocas de creciente, escapando así de la cosecha. En conclusión, el milpesos es un recurso que ofrece un potencial de uso extraordinario, cuya actividad puede ser sostenible si no se talan los adultos en el proceso de la cosecha y se respetan los límites de cosecha de los frutos. Es posible cosechar libremente los frutos, dejando sin tocar individuos muy altos o que presenten un cono de raíces prominente, el cual representa un riesgo para el cosechador, ya que los individuos no están suficientemente anclados al suelo. Se propone la regulación comunitaria del recurso a través de normas que prohíban la tala de adultos y establezcan cuotas de aprovechamiento de los frutos basados en monitoreos cada cuatro años. El no establecimiento de normas para su aprovechamiento puede acarrear la destrucción de los palmares por falta de incentivos para su uso. Es así como en seis comunidades del Trapecio Amazónico (Macedonia, Mocagua, Palmeras, San Martín, El Vergel y Zaragoza) se gestionó un proyecto para la obtención y comercialización el aceite de milpesos (http://cindap.wordpress. com/?s=bataua), en respuesta a una decisión comunitaria. Pero, a causa de la falta de claridad sobre la regulación de cosecha de los frutos con las autoridades ambientales, el proyecto, que había instalado ya una planta procesadora del aceite en la comunidad de Macedonia, tuvo que suspender sus operaciones [316].
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MORICHE O CANANGUCHO Mauritia flexuosa
Moriche o canangucho - Mauritia flexuosa
MORICHE O CANANGUCHO (MAURITIA FLEXUOSA) Carolina Isaza
Otros nombres comunes
Aguaje (río Amazonas); canangucha, cananguche, canangucho (Amazonas, Caquetá, Putumayo); moriche (Guainía, Llanos Orientales) [43].
Nombres indígenas
Diwita (achagua); konta (andoque); tewi (baniva); reño (barasana); iñéhe (bora); neeño (carapana); kwai (carijona); kanongocho (cofán); nain, neiñi (cubeo); inhoboto (cuiba); itebi, itewída (curripaco); néñu (desano); nohá (guayabero); kwátbot (jitnu); yak, ya’të́ gn (kakua); nanikuni, neéñi (koreguaje); ínë́ ’ë̀ tsóó’ò, ínë̀káhá (miraña); inóho (muinane); eú (nukak); idéwi (piapoco); warí (piaroa); néeño (piratapuyo); iyõ (puinave); llĩde (sáliba); ma neé, soto neé (secoya); inohoboto (sikuani); kanangucho, neé (siona); neeñú (siriano); neẽa (tanimuca); teevidá, teuira (tariano); ne (tatuyo); dauri ‒var. de fruto rojo‒, nguchiaü nguã ‒var. de fruto ácido‒, okaimo ‒var. de fruto amarillo‒, tema, téma ‒nombre genérico‒, tema chikü ‒var. de mala calidad‒ (tikuna); kwí’osa (tinigua); nẽẽ (tukano); neé, ñumúñõ (tuyuca); konéna, hiaukiña, híduiki, kinena (uitoto); naa á (wanano); ndesé (yagua); mirití (yeral); itewi (yukuna) [43].
Descripción
Moriche o canangucho (Mauritia flexuosa). A, planta masculina; B, planta femenina. (C. Isaza).
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Inflorescencia femenina de moriche o canangucho (Mauritia flexuosa). (C. Isaza).
Tallo de moriche o canangucho (Mauritia flexuosa). (R. Bernal).
Frutos de moriche o canangucho (Mauritia flexuosa). (C. Isaza).
Palma de tallo solitario de hasta 25 m de alto y 30 a 50 cm de diámetro. Corona esférica con 8 a 15 hojas enormes, costapalmeadas, con las hojas viejas persistentes; vaina con pocas fibras, pecíolo de 2 a 4 m de largo, lámina de 2.5 a 3 m de largo, 4.5 m de ancho, dividida casi hasta la base en 120-230 segmentos dispuestos en diferentes planos, la hoja ondulada y a veces con espinas cortas en la vena principal. Inflorescencias erguidas, saliendo entre las hojas, con 18 a 50 ramas de hasta 1.5 m de largo, colgantes y dispuestas en un solo plano, divididas a su vez en raquilas de hasta 5 cm de largo, también dispuestas en un solo plano. Es una palma dioica, con plantas macho que llevan solo flores masculinas y plantas hembra con solo flores femeninas. Las flores son pequeñas, de consistencia coriácea, de color amarillento a anaranjado y las masculinas están más densamente dispuestas y sumergidas en depresiones en el tejido de la raquila. Frutos alargados, elipsoides o casi esféricos de hasta 7 cm de largo y 5 cm de diámetro, con la cáscara compuesta de hileras de escamas que se sobrelapan, de color pardo-anaranjado a pardorojizo en la madurez; mesocarpo (pulpa) carnoso y aceitoso, de color amarillo o anaranjado; semilla alargada a casi esférica, pardo claro, raras veces dos semillas por fruto [43].
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Moriche o canangucho - Mauritia flexuosa
Distribución
Se distribuye en las tierras bajas al oriente de los Andes, incluyendo toda la Amazonia y Orinoquia. A menudo forma palmares densos, llamados morichales, cananguchales o aguajales. Probablemente es una de las palmas más abundantes en el neotrópico y en Colombia, donde cubre vastas áreas de bosque [43].
Biología
El moriche o canangucho crece en áreas periódica a permanentemente inundadas o de drenaje deficiente, como pantanos, o cerca de ríos en bosques de galería; sin embargo, con menos frecuencia se puede encontrar también en áreas de tierra firme hasta 900 m, usualmente cultivado en huertos. Cuando las condiciones son ideales, especialmente en suelos con alta saturación de agua, la especie forma inmensos palmares casi homogéneos, donde Distribución de Mauritia flexuosa [43]. se comporta como una planta pionera, con abundante producción de plántulas después de cada época de fructificación. Los adultos, por su parte, debido al continuo y abundante aporte de materia orgánica en forma de hojas caídas, tallos muertos, infrutescencias y frutos, van colmatando estas áreas pantanosas y formando poco a poco suelos aptos para la creación de un bosque más diverso con otro tipo de vegetación. Por esta alta producción de materia orgánica, los cananguchales puros se han considerado como un gran depósito de carbono, al almacenar un estimado de 600 toneladas de dióxido de carbono por hectárea [228].
Cananguchal en el Río Amacayacu, Amazonas. (C. Isaza).
Sin embargo, no todos los cananguchales o morichales son iguales ni responden a las mismas dinámicas; es por esto que diversos autores han reconocido diferentes tipos de formaciones, que evidencian el carácter plástico y adaptativo de esta especie. Se reconocen varios tipos de cananguchales o morichales de acuerdo al paisaje en el que se encuentran, como los situados en los Llanos Orientales, los pertenecientes a la cuenca Amazónica y los que
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
se ubican en los deltas de los ríos Amazonas y Orinoco [104, 229]. Dentro de los cananguchales amazónicos se encuentran también diferencias de acuerdo con el tipo de suelo e influencia hídrica que reciben. Se pueden encontrar cananguchales puros, caracterizados por tener densidades que varían entre 138 y 275 adultos por hectárea [160, 230] o cananguchales mixtos, que pueden albergar hasta 80-90 adultos por hectárea [79, 109, 231-234]. Además, el tipo de cananguchal también influye en algunas características como el tamaño de las palmas adultas; así, en promedio, los individuos de los bosques son más altos que los que crecen en áreas abiertas como sabanas [235]. Isaza et al. [236] estudiaron una población de canangucho en los bosques de pantanos cercanos al río Amacayacu, en el Trapecio Amazónico, en área limítrofe con el Parque Nacional Amacayacu. El cananguchal encontrado allí es de tipo mixto y coincide con las formaciones descritas por Goulding y Smith [104], asociadas a depresiones del terreno y alejadas de los bordes de los ríos. En estos cananguchales la palma es la especie dominante, con baja densidad de plantas leñosas y el dosel está formado por las coronas de las palmas. La densidad registrada fue de 2736 individuos por hectárea en promedio, de los cuales 74 eran adultos, mientras la mayoría (89 %) eran plántulas. La mortalidad en el estado de plántulas fue muy alta; antes del primer año se estima que sólo sobrevive el 4 % de las plántulas y poco menos del 2 % logra alcanzar la etapa de adulto. La principal causa de muerte de las plántulas es la fluctuación del régimen hídrico, sea por inundación o por sequía. En cambio, una vez la palma pasa la etapa de establecimiento y empieza a desarrollar tallo, la probabilidad de sobrevivir hasta la etapa adulta es de cerca del 99 % [236]. La tasa promedio de producción de hojas documentada en la misma área fue de 3.6 hojas/año en individuos juveniles menores de 6 m de alto, de 4.7 hojas/año en subadultos mayores de 6 m de alto y de 6.5 hojas/año en adultos. En condiciones de bosque se requieren 30 a 40 años en promedio para que un individuo pase de la fase de plántula a su etapa de madurez, cuando alcanza una altura promedio de 14 m; no obstante, los individuos que crecen a plena exposición solar pueden iniciar su reproducción después de 10 a 15 años de crecimiento, cuando tienen sólo cerca de 5 m de alto [236]. El desarrollo en la fase juvenil es muy lento: las palmas permanecen en una especie de letargo en la penumbra del sotobosque hasta que se abre un claro como producto de la caída de una rama grande o de un tronco, y la luz permite un aumento en el crecimiento hasta formar tallo aéreo, el cual se alarga a razón de 1 m por año [236]. A partir de los datos de las tasas de crecimiento se estima que la edad promedio de un individuo de 25 m es de 90 años, pero estos datos varían con respecto a la historia de vida de cada individuo; otros autores han estimado una longevidad de más de 85 años para cananguchos de más de 25 m de alto [104].
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Plántula de moriche (Mauritia flexuosa). (C. Isaza).
Moriche o canangucho - Mauritia flexuosa
Las principales causas de muerte de las palmas adultas son la infestación del tallo por larvas de coleópteros curculiónidos, que dependen de estas palmas para completar su ciclo de vida; el estrangulamiento del meristemo por lianas que invaden la corona y la utilizan como soporte para crecer; y la tala de palmas hembra para la cosecha de frutos, especialmente frecuente en áreas cercanas a poblados. Las poblaciones de moriche florecen y fructifican al mismo tiempo, pero los individuos lo hacen asincrónicamente; es decir, un individuo puede florecer en períodos alternados, en años seguidos o no florecer durante varios años [230]. Los ciclos de floración y fructificación son diferentes a lo largo de su rango de distribución geográfica. En el medio río Caquetá, por ejemplo, Urrego [230] registró el período de floración entre junio y octubre. En el Trapecio Amazónico la floración tiene un pico entre septiembre y octubre, aunque se encuentran individuos aislados en flor la mayor parte del año, especialmente machos. Existe controversia sobre el agente polinizador del moriche. Mientras Ervik [237], Storti [238] sugirieron que la polinización parecía ser mediada por coleópteros, Khorsand Rosa y Koptur [235] registraron el viento como principal vector de polinización en morichales de la región de Roraima, en Brasil. Por su parte, Núñez et al. [239] señalaron que el nitidúlido Mystrops dalmasi era el responsable del transporte del 91% de los granos de polen en morichales de los Llanos Orientales de Colombia. En la región de Amacayacu, Amazonas, la maduración de los frutos toma entre 11 y 12 meses, y aunque se encuentran hembras fértiles todo el año, la mayoría de las hembras (68 %) fructifica en los meses de junio hasta agosto [236]. Este patrón de fructificación, con algunas pequeñas variaciones, es común también en otras poblaciones de la Amazonia, como las del río Caquetá en Colombia [230], y en algunos sectores de la Amazonia peruana [240]. Cuando caen los frutos, tanto la cáscara como la pulpa blanda y oleaginosa son consumidos por dantas (Tapirus terrestris), ñeques (Dasyprocta) y borugos (Agouti paca), dejando expuesta y limpia la semilla, acción que facilita su germinación. Cuando los frutos comienzan a desprenderse de un racimo es un indicio de madurez y es la señal para realizar la cosecha. La productividad de frutos es muy variable, dependiendo del tipo de bosque y de su grado de intervención. Para la Amazonia colombiana se han estimado producciones de 9 ton por hectárea en cananguchales puros no intervenidos del río Caquetá [230], y de 3.4 a 5.3 ton por hectárea en terrazas bajas mal drenadas y en planos aluviales mal drenados, respectivamente, también en el río Caquetá [241]. En el Trapecio Amazónico, en el área de San Martín de Amacayacu, en cananguchales mixtos de mediana intervención, se ha estimado una producción de 1.5 ton de frutos por hectárea, teniendo en cuenta un promedio de 19-23 hembras por hectárea, cerca de tres racimos por palma/año y 1339 frutos/hembra, con una producción promedio de 71 kg/palma [236].
Usos y mercados
El moriche es una especie multipropósito, porque casi todas las partes de la palma se utilizan, ofreciendo un abanico de recursos promisorios. Sin embargo, los usos más importantes en Colombia están relacionados con sus frutos como alimento y con sus hojas jóvenes (cogollos) para la extracción de fibra, especialmente en la Orinoquia. En toda su área de distribución, para los grupos indígenas que habitan estos territorios el fruto constituye parte fundamental de su esquema alimenticio, ya que el mesocarpo o pulpa contiene altos contenidos de vitamina A, proteínas, carbohidratos, ácidos oleicos, tocoferoles y carotenos [25]. Los frutos se consumen frescos o se preparan en jugo (aguajina) y bebidas fermentadas. En Colombia, el fruto de moriche no se
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Canasto elaborado con la técnica de rollo a partir de fibra de moriche (Mauritia flexuosa) en la Orinoquia colombiana. (G. Galeano).
consume por fuera de la Amazonia-Orinoquia y la cosecha ha estado destinada principalmente al autoconsumo dentro de las comunidades indígenas. El comercio más importante del fruto, aún incipiente pero en crecimiento, se presenta en la ciudad de Leticia, donde se venden los frutos frescos, la pulpa o la aguajina. Para el año 2012 se estima que el comercio de canangucho en Leticia fue de 33-72 ton/ mes, para un total en ese año de 201-435 ton [236]. Además de ser un recurso importante para la seguridad alimentaria de los pueblos amazónicos, los frutos de moriche tienen un potencial enorme de convertirse en una fuente de ingreso para la Amazonia y la Orinoquia, si se tiene en cuenta su consumo en otras ciudades amazónicas, como Iquitos, donde su demanda ascendió a 149 ton mensuales en el año 2012 [26].
El segundo uso más importante en Colombia es el de los cogollos para extraer fibras de muy buena calidad, con las que se elaboran diversos objetos para uso cotidiano y artesanal, como hamacas, mochilas, sombreros, canastos, individuales y portavasos, entre otros. Aunque este uso se conoce en diversas partes de la Amazonia, es mucho más importante en la Orinoquia, donde hay numerosas comunidades que derivan gran parte de su sustento de la extracción y elaboración de artesanías de moriche. Adicionalmente, las hojas se utilizan para techar. El tallo se emplea para construir los pisos y paredes de las casas y como cebo para la cría del mojojoy (larvas del picudo de las palmas, Rhynchophorus palmarum), el cual se considera un manjar y es una fuente importante de proteína en la dieta amazónica. Los pecíolos de la hoja se emplean para hacer cerramientos de las casas o ventanas y para elaborar esteras; en la Amazonia peruana se usan para elaborar cajas para el empaque de productos y se le ha encontrado potencial en la industria papelera. La fibra del cogollo también se usaba antiguamente para elaborar redes de pesca, manillas y trajes ceremoniales. Aunque al parecer es una práctica poco común en Colombia, de la pulpa del fruto también se extrae aceite muy fino, rico en ácidos grasos no saturados, ideal para aplicaciones cosméticas o alimenticias con gran potencial. Diferentes historias de la tradición oral revelan la importancia de la especie en muchas culturas amazónicas, las cuales consideran los morichales o cananguchales como refugio de animales y el lugar donde habita la madre del bosque, entre otros espíritus.
Manejo pasado y actual
La práctica más común en Colombia para cosechar los frutos del moriche es la tala de las palmas para alcanzar los racimos, situación absurda que persiste hasta hoy. En raras ocasiones se escala la palma o se usa un gancho para realizar la cosecha, debido a que en los bosques los individuos cosechables son usualmente muy altos (la altura promedio de fructificación es alrededor
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Moriche o canangucho - Mauritia flexuosa
A
B
C
Productos de moriche (Mauritia flexuosa). A, frutos y pulpa en el mercado de Leticia; B, aguajina, jugo preparado con la pulpa; C, paleta en Leticia (C. Isaza).
de los 14 m), porque se percibe como un recurso abundante y porque no se han implementado planes de manejo que transfieran técnicas y equipos de escalada de bajo costo, seguros y eficientes que reemplacen la práctica destructiva. Como consecuencia de esta cosecha inadecuada, que ha aumentado a raíz de la creciente demanda de los frutos en Leticia en los últimos años, se ha producido un gran deterioro de las poblaciones cosechadas, en especial de aquellas más cercanas al área de influencia de la ciudad. Este deterioro está evidenciado por un desbalance en la proporción de sexos, con menos de una hembra por hectárea en algunos casos. Estudios de dinámica poblacional realizados en Ecuador indicaron que se debe mantener un mínimo de 20 hembras por hectárea para que la población continúe creciendo, y que la cosecha destructiva sólo es sostenible a muy bajas intensidades y frecuencias, del 22 % de las hembras por hectárea cada 20 años, cifras que corresponden a un uso doméstico y seminómada del territorio y no a un uso comercial [79]. Una situación de desabastecimiento de aguaje se presentó hace 20 años en los aguajales cercanos a Iquitos, donde la tala desmedida para la cosecha de frutos ocasionó una disminución de palmas hembra, con registros de 3.5-10 machos por cada hembra e incluso palmares sin una sola hembra [234]. Para conservar y recuperar las poblaciones de esta especie tan importante para la Amazonia peruana se realizaron campañas para adoptar métodos de cosecha no destructiva, como subir a las palmas, lo que ha permitido la paulatina recuperación de las poblaciones en muchas áreas [234, 236]. Entre los métodos más populares de ascenso a las palmas están el estrobo y la marota o triángulo, siendo el primero el más utilizado en la Amazonia peruana por ser considerado más práctico, seguro y fácil de usar. Con el estrobo, la cosechada a un aguaje se puede demorar unos 10 minutos; sin embargo, no se recomienda para palmas mayores de 21 m de alto porque puede ser peligroso [104]. Debido a la implementación de planes de manejo la situación de los aguajales ha mejorado en la Amazonia peruana; estos planes, además de incorporar técnicas de escalada para la cosecha, incluyen un inventario detallado de los aguajales, control para cuotas de extracción, prácticas de enriquecimiento y siembra de plántulas provenientes de los mejores frutos en los huertos familiares [240]. A pesar de esto, la práctica de la cosecha destructiva aún no se ha erradicado totalmente en la Amazonia peruana [234]. Para apoyar las acciones de manejo, Goulding y Smith [104] sugieren que se pague un precio más alto por los frutos que tengan certificación de cosecha sostenible, de tal forma que se ofrezca un incentivo económico adicional para subir a las palmas.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
La historia del uso y manejo del aguaje en la Amazonia peruana es una enseñanza para planear el proceso de introducción de esta especie en la economía colombiana y refuerza aún más la urgencia de popularizar en Colombia los métodos de ascenso a las palmas para su cosecha, como una condición indispensable para la sostenibilidad de la extracción de los frutos. Por otro lado, si se cosecha sin tumbar es posible obtener una muy buena producción sin afectar el mantenimiento de las poblaciones. En el área de San Martín de Amacayacu se estimó que una cosecha de hasta el 80 % de los frutos sería adecuada; el 20 % que se deja sin cosechar correspondería a palmas de más de 21 m de alto y a un porcentaje de frutos maduros que caen antes de que madure el resto del racimo, y que por lo general son consumidos por animales y llevados lejos de su parental. Por su alta producción de frutos, el canangucho ofrece una increíble oportunidad para su aprovechamiento, tanto a nivel doméstico como a nivel comercial. Debe tenerse especial cuidado en mantener equilibrada la proporción de palmas macho y hembra, y en dejar sin cosechar algunas hembras de las más altas. Una práctica sugerida en algunos planes de manejo consiste en talar los machos para dejar espacio para el crecimiento de hembras; sin embargo, es una recomendación que tiene poco fundamento biológico porque puede tener consecuencias negativas, al disminuir la disponibilidad de polinizadores en las poblaciones, lo que afectaría la eficiencia de la fructificación. Es necesario que todas las comunidades que tienen canaguchales dentro de sus áreas de reserva tengan un plan de manejo sostenible y, sobre todo, que se erradique definitivamente la práctica de derribar las palmas para cosechar los frutos. Con respecto a la extracción de fibra de los cogollos del moriche, para la elaboración de diversos artículos, incluyendo artesanías (una actividad económica y culturalmente importante en la Orinoquia colombiana), existe preocupación por la escasa oferta de hojas debido a la sobrecosecha [242]. Aparentemente no se tumban las palmas para cosechar los cogollos, pues se cosechan de palmas que no son muy altas (juveniles y subadultas), cuyos cogollos se pueden cortar desde el piso con desjarretadora o con machete subiéndose a la palma; sin embargo, a pesar de no ser una cosecha destructiva hay sobrecosecha pues se cortan más cogollos de los que son recomendables para que la palma produzca la misma calidad de hojas y continúe su crecimiento [242, 243]. Para tratar de contrarrestar este problema, la Fundación Etnollano produjo una cartilla para el uso sostenible del moriche en Vichada [242], en la cual se recomiendan, además de no tumbar las palmas, las siguientes medidas: 1. Llevar un inventario detallado de las palmas apropiadas para extraer cogollo en los morichales usados por la comunidad; 2. Cosechar solo de palmas mayores de 2 m de alto; 3. Cosechar máximo hasta dos cogollos por palma cada año; 4. Rotar la cosecha en los diferentes morichales, para dejarlos descansar; 5. Llevar un registro de los cogollos cortados y procesados por parte de las artesanas. En conclusión, el aprovechamiento de los frutos y de los cogollos de canangucho o moriche requiere que las comunidades dueñas de los territorios establezcan planes de manejo que aseguren la sostenibilidad del recurso. El estado y las autoridades ambientales deben acompañar estos procesos a través de la investigación y la educación.
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Naidí Euterpe oleracea
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
NAIDÍ (EUTERPE OLERACEA) Martha Isabel Vallejo
Otros nombres comunes
Murrapo (Chocó, Urabá); tapafrío o palma triste (noreste de Antioquia) [43].
Nombres indígenas
Nãhõemimueñi (cubeo); tarábwa mĩhĩ́, tarapã́ nẽ (desano); naidí (embera), murrapho (waunana); wasái do Pará (yeral) [43].
Descripción
Palma cespitosa hasta con 25 tallos por macolla, cada tallo hasta 16 m de alto y 18 cm de diámetro, con un cono de raíces de color rojo en la base y con abundantes neumatóforos; corona con 8-14 hojas pinnadas; vaina hasta 1.2 m de largo; pecíolo 17-50 cm de largo; raquis 1.5-3.7 m de largo; pinnas 40-80 a cada lado, colgantes, las pinnas medias hasta 1.1 m de largo y 4.5 cm de ancho. Inflorescencia infrafoliar, con 80-162 raquilas de hasta 75 cm de largo, con flores unisexuales dispuestas en tríadas de una femenina central y dos masculinas laterales hacia la parte proximal y pareadas o solitarias en la parte distal. Frutos esféricos de 1-2 cm de diámetro, de color púrpura a negro; epicarpo delgado, mesocarpo granular, endocarpo fibroso cubriendo completamente la semilla esférica, endospermo ruminado. Plántulas con hojas bífidas [244].
A
B
Naidí (Euterpe oleracea). A, macolla; B, palma en flor. (M.I. Vallejo).
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Naidí - Euterpe oleracea
Naidizal, bosque dominado por naidí (Euterpe oleracea) en Iscuandé (Nariño). (M.I. Vallejo).
A
B
Naidí (Euterpe oleracea). A, infrutescencia; B, plántula. (M.I. Vallejo).
Distribución
Desde Panamá (San Blas), a lo largo de la Costa Pacífica de Colombia (Chocó, Valle, Cauca y Nariño) hasta el norte del Ecuador (Esmeraldas y Pichincha), en la cuenca media y baja del río Atrato (Antioquia y Chocó), en el Bajo río Cauca y el Medio Magdalena (Antioquia, Boyacá, Santander), en la cuenca del río Sinú (Córdoba) y en zonas estuarinas de Trinidad, Venezuela, las
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Guayanas y Brasil [43, 97, 244]. En Colombia se encuentra también cultivada, a partir de poblaciones silvestres de Brasil, a lo largo de los ríos Amazonas, Vaupés, Guainía y Negro [43]. Crece a elevaciones inferiores a 100 m, donde forma extensas poblaciones en zonas inundables, a menudo con influencia marina.
Biología
La palma de naidí crece silvestre en zonas estuarinas del Pacífico y en zonas inundables del interior, donde forma poblaciones densas y abundantes conocidas como naidizales (Costa Pacífica) o murrapales (río Atrato). Las áreas con mayor abundancia de naidí en los departamentos de Cauca y Nariño son las que conforman los deltas de los ríos Mira, Patía y Guapi; sólo para el departamento de Nariño se ha estimado que existen aproximadamente 100.000 ha de bosque con palma naidí, en asociaciones puras o mezclada con otras especies de árboles Distribución de Euterpe oleracea [43]. como Otoba gracilipes, Campnosperma panamensis, Symphonia globulifera, Compsoneura atopa, Carapa guianensis y Mora oleifera [245]. Para la cuenca media del río Atrato se reconocen murrapales puros y mixtos dependiendo del grado de inundación; en los sustratos más firmes de los murrapales más inundables, E. oleracea domina sobre otras especies arbóreas como Pterocarpus officinalis, Pentaclethra macroloba y Grias cauliflora, mientras que en los murrapales menos inundables se da gran diversidad florística, con significativa presencia de palmas como Oenocarpus bataua, O. minor, Mauritiella macroclada y Manicaria saccifera [246]. Entre 2010-2012 se estudiaron las poblaciones de E. oleracea en naidizales de las cuencas bajas de los ríos Guapi (Cauca) e Iscuandé (Nariño), al sur de la Costa Pacífica, donde la palma se aprovecha comercialmente para la obtención del palmito. En esta región existe una trayectoria de más de treinta años de extracción de dicho recurso, por lo que la condición actual de los palmares es el resultado de una historia de manejo y aprovechamiento ligada al régimen de cosecha. Los investigadores encontraron que en sitios que no han sido cosechados por más de 10 años, los palmares tienen estructuras propias de poblaciones que se están regenerando de forma natural, gracias al aporte de las clases de tamaño más jóvenes [247]. Así, un naidizal no cosechado está compuesto en un 69 % por plántulas que miden entre 40 y 50 cm de altura y tienen 1-2 hojas bífidas, un 20 % por rebrotes y juveniles sin tallo, un 6 % por tallos no reproductivos y un 5 % por adultos potencialmente reproductivos, de los cuales solo el 30 % estaban en flor o fruto en el momento de realizar el estudio. Vallejo et al. [247] encontraron naidizales en la cuenca del río Iscuandé con 660 a 780 macollas adultas por hectárea, con un promedio de 18 tallos por macolla. Aunque la mayor parte de la población la conforman las plántulas, muchas de ellas mueren antes de desarrollar una hoja pinnada y convertirse en juveniles, por lo cual la principal fuente de reemplazo de la población adulta proviene de rebrotes generados por reproducción clonal. En
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Naidí - Euterpe oleracea
dos años de observaciones se registró una mortalidad de plántulas del 67 % y ninguna transición de la etapa de plántula a juvenil. La mortalidad de las plántulas estuvo asociada principalmente a procesos de pudrición debido a los eventos de inundación permanente que ocurren con el movimiento de las mareas, pero también a daños mecánicos ocurridos por la caída de hojas de las palmas más grandes. Por su parte, los rebrotes y juveniles clonales tuvieron, para el mismo período de tiempo, una supervivencia del 96 %, y las causas de muerte fueron el desecamiento, la herbivoría sobre las hojas más tiernas y daños mecánicos ocasionados por la caída de troncos o ramas de árboles durante actividades de corta de madera, típicas de la región. Los datos muestran, además, que en condiciones naturales el desarrollo de un rebrote hasta iniciar su reproducción tarda en promedio 26 años, mientras que una palma adulta de 18 m, que para la zona de estudio es la altura más común registrada para las palmas más altas, tiene una edad cercana a los 40 años. Sin embargo, se encontraron algunas palmas de 28-30 m que sobresalían notablemente por encima del dosel del bosque, lo que da indicios de la transformación que han sufrido los naidizales por cuenta de actividades como la tala de madera y la cosecha de palmito. Hace 50 años, antes de que el palmito comenzara a aprovecharse, la palma de naidí era probablemente una de las especies que dominaban en los estratos más altos de los bosques de guandal, pues las especies maderables de gran altura, como el nato (Mora oleifera), el sajo (Campnosperma panamensis) y el cuángare (Otoba gracilipes), ya habían sido objeto de tala desde principios del siglo. Además, E. oleracea tiene una alta resistencia a las condiciones de humedad e inundabilidad de los suelos del Pacífico y se desarrolla fácilmente en sitios abiertos por su condición de heliófita invasora, convirtiéndola en una especie profundamente adaptada y competitiva con otras especies de árboles o palmas [248] y, por ende, dominante. Los naidizales constituyen solamente una fase en el proceso de sucesión que conduce del manglar al guandal. El naidí se establece detrás de los manglares de barra en pantanos con pocos árboles, como especie pionera de la sucesión, y a medida que los pantanos se colmatan con sedimentos y materia orgánica, otras especies invaden el palmar, el bosque adquiere mayor riqueza y la palma se mantiene en el bosque gracias a sus abundantes rebrotes, mas no a sus semillas, que solo cuando se encuentran en claros poco competidos tienen alguna posibilidad de establecerse [43, 249]. E. oleracea es monoica, florece durante todo el año, pero normalmente presenta dos picos de fructificación. Para el sur del Pacífico el período de mayor fructificación se da usualmente entre marzo y abril, y uno más pequeño se presenta entre septiembre y octubre [247], mientras que para la cuenca media del río Atrato, en el Chocó, el pico más alto de fructificación ocurre entre noviembre y diciembre en murrapales puros y entre marzo y abril en murrapales mixtos [250]. Una macolla tiene en promedio dos tallos reproductivos, cada uno de los cuales produce 3-5 racimos por año, con unos 2000 frutos por racimo, que pesan en promedio 6 kg [247]. Los frutos tardan poco más de cinco meses en desarrollarse desde la flor hasta que maduran, momento en el que adquieren un color negro cenizo. El desarrollo de una estructura reproductiva, desde la aparición del botón floral hasta la maduración y caída de los frutos, tarda en promedio 7.5 meses [250]. Sin embargo, no todos los botones florales llegan a convertirse en frutos maduros: el 65-68 % de ellos se convierte en frutos verdes, y de estos el 23-33 % alcanza la madurez fisiológica, lo que corresponde solo al 15.6 % de los botones florales. Esto refleja un alto porcentaje de abortos de flores y frutos verdes [250].
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Muchos de los frutos caen de los racimos de forma natural, mientras que otros son consumidos por ardillas y diversas especies de aves antes de que se desgranen por completo o sean cosechados por los habitantes locales, quienes trepan la palma para bajar el racimo entero y consumir los frutos como alimento. Los frutos que caen al suelo germinan en menos de seis meses; según ensayos realizados al sur de la Costa Pacífica, el porcentaje de germinación para un período de un año es de 37-42 % [247].
Usos y mercados
Se han registrado 22 usos diferentes para todas las partes de la palma, desde las hojas hasta las raíces. [251, 252]; no obstante, en Colombia solo están documentados seis usos, a partir de cuatro partes de la planta. El más importante y más ampliamente difundido entre las comunidades del Pacífico colombiano, especialmente al sur de Buenaventura, es la preparación de un alimento conocido como pepiao, que es el jugo de los frutos macerados en agua y mezclados con azúcar, y de una bebida conocida como cernido de naidí, que se obtiene al colar el pepiao, desechar el bagazo y adicionar agua y azúcar al gusto. Otro uso importante, que genera mayor presión sobre la planta, es la obtención del palmito o corazón de palma, a partir del cogollo o parte más tierna del tallo (donde se forman las hojas nuevas). Este producto se comercializa a nivel internacional, pero apenas si es consumido por las comunidades locales, que lo consideran poco sabroso [247]. Los otros usos que se conocen de esta palma incluyen la construcción de puentes, paredes, corrales y azoteas a partir de los tallos; igualmente, se emplea como leña o para la elaboración de trampas para capturar camarones de río, conocidas como churucos. El churuco es un fragmento de tallo de aproximadamente 1 m de largo, que se vacía de sus tejidos internos para dejar solo un tubo, al que los camarones entran pero del cual no logran salir. Por último, las hojas del naidí se usan para techar, aunque ésta es una práctica ocasional. Euterpe oleracea es conocida a nivel mundial como asaí, nombre común dado a los frutos en Brasil, desde donde se exporta en grandes cantidades a diferentes países. En Colombia, el consumo de los frutos es una práctica tradicional arraigada entre las comunidades negras y es altamente apreciado por su valor nutritivo; no obstante, es el palmito el producto que le ha dado la importancia comercial a esta especie en la Costa Pacífica colombiana durante las últimas cuatro décadas [247]. La explotación del palmito se inició en Colombia a mediados de los años 70 del siglo XX con la instalación de dos empresas procesadoras de alimentos en la Costa Pacífica, las cuales empezaron a extraer palmito en grandes cantidades sin ningún permiso de aprovechamiento forestal. Fue tal el grado de explotación, que al poco tiempo se prendieron las alarmas frente a un hecho que fue considerado en su época una catástrofe ambiental [253]. No obstante, a pesar de algunas medidas tomadas por las autoridades ambientales de ese momento, como la implantación de vedas por varios años, la explotación continuó, y para mediados de los años 80 ya existían nueve empresas establecidas en las costas de Cauca y Nariño, dedicadas exclusivamente a la comercialización de este producto [245]. Las exportaciones colombianas aumentaron progresivamente y para 1991 se registró una de las cifras más altas alcanzadas hasta el momento, 4.2 millones de dólares [254]. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente con eventos que llevaron a la quiebra de todas las empresas
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Naidí - Euterpe oleracea
hacia finales de los años 90. Entre los sucesos más importantes está el surgimiento de la Ley 70 o Ley de Comunidades Negras, mediante la cual se les reconoció a las comunidades ribereñas del Pacífico el derecho a la propiedad colectiva, lo cual llevó a la suspensión inmediata de los permisos de aprovechamiento hasta tanto no se definiera la situación jurídica de los terrenos, antes considerados baldíos. Otros sucesos claves fueron la competencia en el mercado con Ecuador, que empezó a producir palmito a partir de plantaciones de Pepiao, bebida preparada con frutos de naidí (Euterpe chontaduro (Bactris gasipaes), y la apertura oleracea). (R. Bernal). económica, que introdujo nuevos productos al mercado nacional a menor precio y que complicó la comercialización de productos como el palmito, que ya contaba con varias dificultades relacionadas con el acceso a la zona, la falta de liquidez y la inestabilidad en la cantidad y calidad de la materia prima [247]. En la actualidad sólo existe una empresa de procesamiento de palmito en Colombia. Una de las antiguas enlatadoras, tras superar la crisis, retomó actividades en 2002 y abrió dos plantas de procesamiento, una en el municipio de Guapi (Cauca) y otra en Tumaco (Nariño). Según el IBCE [255], entre 2004 y 2009 Colombia sumó más de 4 millones de dólares en exportaciones de palmito, cifra record para seis años de actividad, considerando que se trata de una sola empresa. Aunque Colombia ocupa el séptimo lugar en exportaciones entre los países latinoamericanos (con apenas el 1 %), se destaca que solo Guyana, Brasil y Colombia obtienen el palmito de poblaciones silvestres de E. oleracea [247]. El principal país de destino de las exportaciones de palmito colombiano es Francia.
A
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A, B. Presentaciones en lata y frasco del palmito de naidí (Euterpe oleracea) que se exporta desde Colombia. (M.I. Vallejo).
Manejo pasado y actual
Las prácticas de manejo que se conocen para la palma de naidí se encuentran relacionadas con el uso del fruto y del palmito, y están asociadas principalmente a las comunidades negras del sur del Pacífico.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Los frutos maduros se reconocen fácilmente por el color negro cenizo que adquieren. Los nativos emplean la palabra mongón para referirse a los frutos casi maduros cuando tienen una tonalidad café oscura y jechos cuando están bien maduros, es decir, cuando están negros y opacos. Este es el momento apropiado para que los campesinos trepen las palmas valiéndose únicamente de su habilidad física y de un machete pequeño que llevan en la boca mientras suben por el tallo delgado pero resistente del naidí. El machete lo emplean únicamente para hacer un corte en la base del racimo, lo que facilita su posterior desprendimiento, jalándolo con la mano. Una vez cortado el racimo, arrojan el machete al piso, sujetan el racimo con los dientes o con una mano y descienden deslizándose por el tronco. Aunque trepar a las palmas es una práctica bastante común en la región, no todos pueden realizarla: se requiere de una buena condición física y de un cuerpo ligero para poder trepar, razón por la que, usualmente, solo lo hacen los niños entre 10 y 12 años y ocasionalmente jóvenes y adultos entre 16 y 25 años. No obstante, algunos propietarios de fincas, que subsisten de la venta de los frutos de naidí en temporada de cosecha, emplean otra técnica para acceder a los racimos: tumban las palmas más altas, dejando solamente aquellas con alturas de máximo 12-13 m, a las que luego acceden con ayuda de una escalera de guadua apoyada sobre el tallo. Adicionalmente, embolsan los racimos en sacos de polipropileno cuando están verdes para evitar que los pájaros se los coman. Dependiendo de la temporada de cosecha, un racimo puede producir entre 2 y 10 viandos de frutos (5 en promedio). Un viando es la unidad de medida empleada en la región para la venta del naidí y equivale aproximadamente a 1 kg de frutos. En marzo de 2010 un viando se vendía en
A
B
Cosecha de frutos de naidí (Euterpe oleracea). A, trepando la palma; B, bajando con los frutos. (M.I. Vallejo).
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Naidí - Euterpe oleracea
las localidades de Guapi (Cauca) e Iscuandé (Nariño) a COP 1000, lo que equivalía a un precio de COP 2000-10.000 por racimo [247]. Si un racimo produce en promedio 6 kg de naidí y una palma produce 4 racimos por año, significa que un campesino puede cosechar de una sola palma cerca de 24 kg de fruto al año y obtener una ganancia aproximada de COP 24.000. A su vez, en una jornada de campo un campesino alcanza a cosechar un bulto de naidí, que equivale a 50-60 viandos, es decir que recibe COP 50.000-60.000 diarios, de los cuales debe descontar el pago de los recolectores, quienes normalmente cobran COP 10.000 por bulto, y el valor del trasporte o desplazamiento, dependiendo de dónde planee vender la carga.
Técnica de cosecha de frutos de naidí (Euterpe oleracea) usando escalera. En la foto de la derecha se aprecia la bolsa con la que cubren la infrutescencia para evitar que las aves se coman los frutos. (M.I. Vallejo).
Cesto de naidí (Euterpe oleracea) desgranado a la venta en el municipio de Guapi. Al interior se observa el viando. (M.I. Vallejo).
En cuanto a la cosecha del palmito, las prácticas de manejo no han cambiado mucho desde que comenzó a explotarse en los años 70 del siglo XX. Los corteros realizan esta actividad de manera espontánea con base en la demanda de materia prima por parte de las empresas productoras de palmito. Actualmente, la empresa recibe dos tipos de palmito: los de primera calidad, aquellos que tienen 1 pulgada de diámetro, y los de segunda, los que miden menos de 1 pulgada. Los corteros seleccionan a ojo los tallos con base en su diámetro a la altura del pecho (unos 8 cm) y en el grado de madurez de la palma, ya que estas dos variables están relacionadas con la calidad del palmito.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Criterio de selección del palmito de Euterpe oleracea. A, palmito de primera calidad (diámetro ≥ 1 pulgada); B, palmito de segunda calidad (diámetro < 1 pulgada). (M.I. Vallejo).
Una vez seleccionado el tallo, el cortero elimina la maleza y los tallos de la misma macolla que están obstruyendo la acción del machete, principal herramienta del cortero, y luego tumba la palma escogida con cortes a una altura que varía entre 1 y 2 m, dependiendo de la altura del cortero y de la topografía del sitio. Cuando la palma queda enredada entre las copas de otras palmas o árboles, el cortero derriba otros fustes para que la palma caiga. Con el tallo en el piso, se procede a cortar el cogollo y se pela para eliminar entre 4 y 5 vainas, de aproximadamente ocho hojas que protegen el palmito, con el fin de aligerar la carga y evitar el transporte de desechos al sitio de procesamiento [247]. Posteriormente se forman montones de 50 cogollos y se lían con bejucos para ser transportados a hombro hasta la orilla del río, donde son embarcados hasta la planta enlatadora [247]. Los corteros trabajan a destajo. El pago que recibían por cada cogollo entre 2009 y 2012 era de COP 200, pero se redujo a COP 180 en 2013; así, para obtener una ganancia de COP 30.000 diarios (equivalentes a un salario mínimo legal sin prestaciones sociales), un campesino debe tumbar al menos 167 palmas, es decir, una palma cada tres minutos durante una jornada de ocho horas, sin contar las que van a ser rechazadas por no cumplir con los estándares de calidad, que usualmente corresponden al 5 % de las cosechadas. De acuerdo con la demanda del mercado y dependiendo de la temporada de cosecha, se estima que anualmente se cortan entre 1 y 2 millones de palmas de naidí. No existen ciclos exactos de corte; todo depende del tipo de naidizal y de la decisión de los consejos comunitarios de declarar un período de veda para que los palmares se puedan recuperar. También depende de la empresa, que puede decidir no seguir comprando en un sitio determinado porque el grosor del palmito no es satisfactorio [247]. En poblaciones que llevan más de diez años sin ser cosechadas, la dinámica es aparentemente estable; es decir, aumentan y disminuyen en el tiempo pero mantienen una estructura estable. Estas poblaciones se caracterizan por estar en bosques mixtos dominados por naidí, con poca entrada de luz al sotobosque debido al dosel cerrado que forman las copas de las palmas y otras especies de árboles. En contraste, poblaciones que han sido sometidas a regímenes de cosecha moderada (usualmente corte de tallos más altos) o intensiva (corte de tallos de todos los tamaños 3-4 veces por año) registraron disminuciones drásticas en el tamaño de la población durante los primeros años y
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Naidí - Euterpe oleracea
una aparente recuperación posterior, no asociada con la distribución estable de clases de tamaño. Estas poblaciones, que se caracterizan por tener un dosel despejado, con mayor ingreso de luz al sotobosque, nunca recuperan su estructura original, a menos que se dejen descansar como mínimo entre 7 y 8 años. El principal cambio que se presenta en la estructura de las poblaciones cosechadas intensivamente es la desaparición de las clases reproductivas y por ende de las semillas, con lo que desaparece la reproducción por vía sexual. Adicionalmente, se afecta la oferta de palmito de buena calidad, por lo que el interés de los corteros se traslada hacia otras categorías de tamaño ocasionalmente aprovechables (adultos no reproductivos de 4-8 m de altura). En otras palabras, no solo se afectan procesos como la dispersión de semillas y el mantenimiento del flujo génico entre poblaciones, sino también la disponibilidad del recurso. En consecuencia, los campesinos deben ir cada vez más lejos a conseguir el palmito para poder cumplir con la cuota mínima diaria que supla sus necesidades más básicas. Vallejo et al. [307] propusieron un esquema de cosecha basado en la simulación de diferentes escenarios, que permitiría no solo mantener una oferta permanente de palmito de las categorías aprovechables, sino garantizar la disponibilidad de fruto para las comunidades, ya que este hace parte de sus tradiciones y es un recurso importante para su seguridad alimentaria. Ese esquema de cosecha favorecería, además, la recuperación de las poblaciones y ayudaría a restablecer el flujo génico. Las poblaciones de naidí son ideales para establecer un buen manejo, gracias a la estrategia de reproducción clonal de la especie y a su condición heliófita, aspectos que inciden favorablemente en la regeneración de las macollas y en el rápido desarrollo de los individuos más jóvenes (rebrotes y juveniles). Pero al igual que con otros recursos, el aprovechamiento descontrolado puede conducir al agotamiento de la especie en un área determinada.
Recomendaciones para el manejo del naidí como fuente de palmito • Realizar cortas anuales en cada sitio de máximo el 50 % de los tallos aprovechables, los cuales incluyen, durante la primera cosecha, únicamente las clases adultas (reproductivas). • A partir de la segunda cosecha se pueden cortar también los tallos no reproductivos de 4-8 m de altura. • No deshijar ni maltratar los rebrotes y juveniles pequeños, ya que estos constituyen el futuro reemplazo de los tallos que fueron cortados. • Aprovechar los residuos de la cosecha (troncos y ramas de la misma palma) como abono orgánico, trozándolos y depositándolos alrededor de las matas. • Limpiar las matas de residuos del bosque y de desechos de las mismas palmas, tales como hojas y ramas caídas. • Dejar descansar entre 7 y 8 años los palmares cosechados intensivamente.
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Palma de cera de la Zona Cafetera Ceroxylon alpinum
Palma de cera de la Zona Cafetera - Ceroxylon alpinum
PALMA DE CERA DE LA ZONA CAFETERA (CEROXYLON ALPINUM) María José Sanín
Otros nombres comunes
Chonta (Quindío); palma de cera (Quindío, Valle del Cauca); palma real (Valle del Cauca).
Descripción
Tallo de 8-21 m de alto y 15-30 cm de diámetro, blanco a casi grisáceo en los individuos más viejos, cubierto con una capa de cera más o menos gruesa; entrenudos irregulares, con cicatrices oblicuas. Hojas 17-25 formando una corona hemisférica; pecíolo 10-30 cm de largo; raquis 1.9-2.7 m de largo, girado en la porción distal, con escamas blancas; pinnas 90-110 a cada lado, regularmente dispuestas y casi horizontalmente extendidas, cubiertas por debajo con una capa delgada de escamas blancas. Inflorescencias varias simultáneas, con 6-7 brácteas pedunculares pardas y lanosas de hasta 148 cm de largo; raquis de hasta 1.2 m de largo, hasta con 62 ramas,
Aspecto de Ceroxylon alpinum. (R. Bernal).
Comparación entre Ceroxylon alpium (derecha) y Ceroxylon quindiuense (izquierda) que se sobrelapan altitudinalmente. Salento, Quindío. (R. Bernal).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
las inferiores más grandes y muy ramificadas, las raquilas delgadas y sinuosas. Flores masculinas con 12-19 estambres, las anteras con el conectivo prolongado. Frutos 1.6-2 cm de diámetro, rojos al madurar, con la cáscara verrugosa [256].
Distribución
Poblaciones aisladas y muy localizadas en la Cordillera Occidental (desde El Dovio, Valle del Cauca, hasta Jardín, Antioquia) y en la vertiente oeste de la Cordillera Central (Quindío y Risaralda) y Oriental (desde Sasaima a Chaguaní, Cundinamarca). También en la Cordillera de la Costa, en Venezuela. Restringida a zonas de bosque premontano húmedo entre 1400 y 2000 m, ahora convertidas casi por completo en potreros o plantaciones de café y plátano. En una franja altitudinal de 100-200 m cerca de los 1900 m de elevación crece junto a Ceroxylon quindiuense (por ejemplo en Cocora, Quindío, y en Jardín, Antioquia).
Característicos frutos verrugosos de Ceroxylon alpinum. (R. Bernal).
Biología
La palma de cera de la zona cafetera crece en laderas y zonas con drenaje de los bosques húmedos premontanos, formando poblaciones aisladas y densas. Vergara-Chaparro [55] evaluó la demografía en tres remanentes de bosque de Salento, Quindío, y encontró una densidad poblacional de hasta 140 adultos por hectárea. La población estaba creciendo a una tasa anual del 1 %, con probabilidad de decrecer según los intervalos de confianza de esta estimación. La población era más sensible a la mortalidad de individuos con tallo de hasta 19 m de altura, que corresponden a juveniles y adultos jóvenes [55].
Distribución de Ceroxylon alpinum [43].
Las palmas de cera tienen una larga fase de establecimiento. En C. alpinum se calculó que en condiciones de bosque esta etapa dura hasta 57 años, al cabo de los cuales la palma empieza a desarrollar un tallo aéreo. Para llegar a los 25 m de altura una palma tarda alrededor de 140 años y la expectativa de vida se sitúa alrededor de los 213 años. La fase reproductiva conlleva una reducción drástica de la longitud de los entrenudos, disminuyendo sustancialmente el crecimiento anual en altura. En las poblaciones remanentes en el Valle de Cocora, las palmas de 0 a
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Palma de cera de la Zona Cafetera - Ceroxylon alpinum
Población de Ceroxylon alpinum en Chaguaní, Cundinamarca. Al igual que ésta, las poblaciones que quedan de la especie se componen de plantas en pequeños fragmentos de bosque y adultos remanentes en los potreros circundantes. (G. Galeano).
5 m de altura crecieron 56 cm por año mientras que las palmas de 35 a 40 m de altura crecieron 20.5 cm por año. Allí se encontró una producción de 0.9 hojas por año en las plántulas, 2.3 en los juveniles sin tallo, 7 en los juveniles con tallo y hasta 11 en los adultos [55]. Las palmas de cera son dioicas y en C. alpinum la proporción entre los sexos es de 1 a 1. La reproducción comienza a los 83 años de edad, que corresponden a unos 12 m de altura del tallo [55]. Los ciclos reproductivos son anuales. En Salento, la floración principal en los dos sexos se da cerca del mes de septiembre, y los frutos tardan siete meses en madurar. Aunque la maduración está sincronizada dentro de la misma área, a veces fluctúa entre distintas áreas. Cada adulto produce 4-12 inforescencias por año, cada una de ellas con 2000-3000 frutos. Un aspecto importante de la fenología de C. alpinum es la maduración irregular de infrutescencias contemporáneas. Este hecho implica que no todas las infrutescencias de un año maduren al mismo tiempo y, por tanto, que haya una oferta de frutos maduros durante más de la mitad del año. Los frutos son consumidos por una variedad de animales. Mejía-Londoño [257] reportó como dispersores de los frutos de C. alpinum a la pava (Chamaepetes goudotii), el quetzal (Pharomachrus auriceps), el barranquero (Momotus aequatorialis), las tucanetas (Aulacorhynchus haematopygus, A. prasinus) y el murciélago Artibeus jamaicencis. Otros dispersores potenciales incluían el tinamú (Nothocercus julius), la perdiz (Odonthophorus hyperythrus), el trogón (Trogon personatus), el yacutoro (Pyroderus scutatus), el carriquí (Cyanocorax yncas) y los mirlos (Turdus ignobilis y T. fuscater).
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Usos y mercados
Las hojas jóvenes de los juveniles han sido tradicionalmente usadas en las procesiones del Domingo de Ramos de la Semana Santa católica [258]. Los tallos rajados se usaban desde el siglo XIX para hacer cercas y paredes. Aunque en la actualidad estos usos están prohibidos en Colombia, persisten ilegalmente.
Manejo pasado y actual
Durante varias décadas se cortaron cada año las hojas no expandidas (cogollos) de las palmas para venderlas como ramos en la Semana Santa. Los ramos más grandes y más fácilmente cosechables se obtenían de las palmas que estaban en la fase de roseta grande. Como en esta fase de la planta un cogollo consta de dos hojas sin expandir, una más larga que la otra, lo más probable es que ambas hojas fueran cortadas. Esta cosecha, en sí misma, no acarreaba la muerte de la palma. Sin embargo, como lo demostró Vergara-Chaparro [55], las plantas de ese tamaño producen alrededor de dos hojas por año, de manera que cortando año tras año las dos nuevas hojas producidas, la palma terminaba por quedarse sin hojas y moría. Hay evidencias de que en Salento la extracción de ramos produjo una disminución notable en la población de esta especie, porque afectaba el crecimiento de las clases de edad cuya supervivencia es clave para el mantenimiento de la población [55]. Por este motivo, se sugiere mantener la veda sobre la extracción de ramos de esta especie para las festividades religiosas de la Semana Santa católica. La mayoría del hábitat de esta especie ha sido convertido en potreros o plantaciones, por lo que se estima que es una de las palmas más amenazadas de Colombia. Se calcula que en Colombia las poblaciones se han reducido en 80 % en las últimas tres generaciones, por lo que se considera una especie en peligro [46]. Gaitán-Solís [259] detectó erosión genética en las plántulas de una de las poblaciones más grandes existentes, la de Salento, Quindío, así que es de esperar que esta sea aún mayor en poblaciones más reducidas. Algunas otras recomendaciones para el manejo de la especie son: a) promover la protección de áreas donde existen poblaciones de esta especie; b) cercar los relictos de bosque donde se encuentren palmas para prevenir el ingreso de ganado, que destruye la regeneración; c) incluirla en colecciones vivas; d) incentivarla como palma ornamental; e) conectar los relictos poblacionales para promover el flujo genético entre los individuos [55].
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Palma de cera del Quindío Ceroxylon quindiuense
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PALMA DE CERA DEL QUINDÍO (CEROXYLON QUINDIUENSE) María José Sanín
Otros nombres comunes
Palma de cera, palma de ramo (generalizado); chonta (Antioquia).
A
C
B
D
E
Ceroxylon quindiuense. A, infrutescencias; B, juvenil en roseta; C, plántula; D, detalle del tronco; E, plántula; F, frutos. (R. Bernal).
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Palma de cera del Quindío - Ceroxylon quindiuense
Descripción
Tallo de 15-60 m de alto y 25-40 cm de diámetro, blanco a grisáceo claro por la gruesa cubierta de cera; cicatrices de las hojas horizontales a oblicuas. Hojas 14-20, verde azulosas, formando una corona hemisférica, erguidas en los individuos jóvenes; pecíolo 44-75 cm de largo, con denso tomento de escamas café claro; raquis 1.8-3.5 m de largo; pinnas 70-128 a cada lado, regularmente dispuestas, insertas en el mismo plano, colgantes, cubiertas por debajo con grueso tomento de escamas blanco-amarillentas a pardo claras. Inflorescencias hasta 6 contemporáneas, colgantes en fruto, hasta 4 m de largo; con 5-7 brácteas pedunculares de hasta 2 m de largo, con tomento lanoso café claro; raquis 90-163 cm de largo, con 63-76 ramas, las basales hasta 80 cm de largo, divididas en raquilas de segundo orden, de hasta 15 cm de largo. Flores masculinas con 9-17 estambres. Frutos 1.6-2 cm de diámetro, la cáscara de color rojo-anaranjado intenso con puntitos negros al madurar, lisa; semilla 1.2-1.5 cm de diámetro [256].
Distribución
Se encuentra en poblaciones aisladas en Colombia y Perú. En Colombia crece en las Cordilleras Oriental (Norte de Santander hasta Caquetá) y Central (Antioquia a Tolima), y más escasa en la Cordillera Occidental (alrededores de Jardín y Andes, Antioquia, y Riosucio, Caldas, y al oeste de Cali). En Perú se encuentra en el norte del país en ambas vertientes de los Andes. En Colombia es particularmente abundante en las dos vertientes de la Cordillera Central, sobre todo en la vertiente del río Cauca. Es abundante en bosques de niebla, entre los 2000 y 3100 m, donde a menudo llega a ser el elemento dominante en terrenos escarpados, ocasionalmente descendiendo hasta 1550 m en la Cuchilla del Ramo, al oeste de Zapatoca, Santander [314].
Biología
Las palmas de cera del Quindío son las más altas del mundo. Tienen ciclos de vida que superan los dos siglos y son, como sus congéneres, dioicas. La proporción entre los sexos es Distribución de Ceroxylon quindiuense [43]. de 1 a 1. Las palmas de cera tienen una fase de establecimiento prolongada; sin embargo, su duración en esta especie no ha sido calculada, aunque se cree que puede ser comparable a la de C. alpinum, es decir, unos 57 años antes de empezar a producir tallo [260]. Los adultos cultivados producen cerca de 9 hojas por año [261]. La floración es anual y tiene lugar entre marzo y abril. Los frutos son consumidos por carriquíes (Cyanocorax yncas), tucanes (Aulacorhynchus prasinus), mirlas (Turdus spp.) y loros (Hapalopsitaca fuertesii, H. amazonina), incluyendo el loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis), cuyo estado de amenaza se ha asociado a la disminución de los palmares de C. quindiuense [46]. Adicionalmente, las tairas (Eira barbara) y los venados (Odocoileus virginianus) consumen los frutos caídos al suelo [308]. Los cogollos son consumidos por el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) [97].
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Dos aspectos fundamentales del ciclo de vida de estas palmas le confieren una relativa capacidad de recuperación, que puede ser una fortaleza para los programas de conservación. El primero es que las rosetas son altamente resistentes, puesto que tienen un meristema subterráneo protegido que logra preservarse tras el fuego, algunos tipos de daño mecánico, la herbivoría y el corte a ras del suelo. Esta resistencia no es de ninguna manera ilimitada, sino que se restringe a eventos puntuales. Si esta afectación se repite, la planta finalmente muere. Esto significa que si a un terreno intervenido o talado se le permite recuperar su cobertura boscosa, las rosetas estarán en capacidad de fundar una nueva población. El segundo es que los adultos son muy longevos (esta fase dura alrededor de 130 años). Esa longevidad brinda una ventana de tiempo de más de un siglo, tiempo durante el cual las palmas sobrevivientes en una zona deforestada pueden fundar una nueva población, si el área se deja en recuperación [260]. En las dos últimas décadas una supuesta enfermedad nueva y desconocida ha ocasionado la muerte de muchas palmeras adultas [262]. Sin embargo, es posible que las muertes más bien estén asociadas a la edad avanzada de las palmas o a factores de manejo de las poblaciones remanentes, pues la mortalidad en los potreros aparentemente es más elevada que en las zonas de bosque aledañas.
Usos y mercados
Hasta hace pocos años, las hojas jóvenes se cortaban en grandes cantidades para su uso en el Domingo de Ramos durante la Semana Santa. Esta práctica fue ampliamente comercial, poniendo en peligro a la especie, pero se ha reducido severamente en los últimos años como resultado de la aplicación de la ley y de una campaña educativa generalizada. La extracción de la cera que cubre los tallos era una actividad económica importante durante el siglo XIX; la cera se vendía en los pueblos en pequeñas tortas [263], y se utilizaba para la fabricación de velas y fósforos, los cuales eran vendidos en los mercados locales. Con el fin de extraer la cera, se escalaban las palmas y se raspaba el tallo, dejando caer la cera sobre una tela; con más frecuencia, sin embargo, se derribaban las palmas, práctica que causó la muerte de cientos de ellas [46]. En Antioquia y Tolima los tallos son un importante material de construcción, uso que es altamente destructivo, tratándose de una especie longeva de tallos solitarios. Los tallos se utilizan para hacer las columnas, los travesaños de los techos, como tejas y, rajados, para cubrir las paredes interiores o el piso en las casas, para hacer las cercas de las huertas y corrales, y como postes [256]. Existen otros usos menores que son bastante variados: los frutos sirven de alimento para las vacas y los cerdos, y a menudo la planta es usada como ornamental.
Manejo pasado y actual Al igual que sucedía con C. alpinum, durante varias décadas se cortaron cada año las hojas no expandidas (cogollos) de las palmas para venderlas como ramos para la Semana Santa. Los
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Adorno hecho con cogollos de Ceroxylon, a la venta en Semana Santa en Bogotá. (R. Bernal).
Palma de cera del Quindío - Ceroxylon quindiuense
Cerca construida con tallos de Ceroxylon quindiuense rajados. Roncesvalles, Tolima. (R. Bernal).
ramos más grandes y más fácilmente cosechables se obtenían de las palmas que estaban en la fase de roseta grande. En esta fase de la planta un cogollo consta de dos hojas sin expandir, una más larga que la otra. Lo más probable es que ambas hojas fueran cortadas. Esta cosecha, en sí misma, no acarreaba la muerte de la palma. Sin embargo, como lo demostró Vergara-Chaparro [55] para Ceroxylon alpinum, las plantas de ese tamaño producen alrededor de dos hojas por año. Es probable que esta cifra sea similar en C. quindiuense, de manera que cortando año tras año las dos nuevas hojas producidas, la palma terminaba por quedarse sin hojas y moría. La palma de cera del Quindío fue una especie muy abundante en Colombia hasta principios del siglo XX, y aunque algunas poblaciones grandes persisten en la Cordillera Central, ha sido clasificada como en peligro (EN) [46]. La mayor parte de los bosques donde esta especie crece ha sido convertida en pastizales, y aunque numerosas palmas adultas están todavía en pie en estos hábitats, las plántulas no logran desarrollarse allí, por lo que esas poblaciones no tienen futuro. Se recomiendan las siguientes prácticas para la conservación de la especie: a) mantener e incentivar las campañas para erradicar el uso de cogollos durante la Semana Santa; b) promover la protección de áreas donde existen poblaciones de esta especie; c) cercar los relictos de bosque donde se encuentren palmas para prevenir el ingreso de ganado que destruye la regeneración; d) incluirla en colecciones vivas; e) incentivar su uso como planta ornamental; f) conectar los relictos poblacionales para promover el flujo genético entre los individuos [55].
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La Ley 61 de 1985 declaró a la palma de cera del Quindío como Árbol Nacional de Colombia y prohibió su tala de manera indefinida y en todo el territorio nacional. Adicionalmente, la Carder, mediante Resolución 177 de abril 9 de 1997, prohibió su aprovechamiento en el territorio de su jurisdicción, y Corantioquia, mediante Resolución 3183 de Enero 26 de 2000, prohibió el uso de las hojas para ramos de Semana Santa.
LEY 61 DE 1985 (septiembre 16) Por la cual se adopta la palma de cera (Ceroxylon quindiuense) como Árbol Nacional. El Congreso de Colombia DECRETA: Artículo 1º.- Declárase como Arbol Nacional y Símbolo Patrio de Colombia a la especie de palma científicamente llamada Ceroxylon quindiuense y comúnmente denominada palma de cera. Artículo 2º.-Facúltase al Gobierno Nacional para que con estricta sujeción a los planes y programas de desarrollo, realice las operaciones presupuestales correspondientes, contrate los empréstitos y celebre los contratos necesarios con el fin de adquirir terrenos, que no sean baldíos de la Nación, en la cordillera Central, para constituir uno o varios parques nacionales o santuarios de flora a fin de proteger el símbolo patrio y mantenerlo en su hábitat natural. Artículo 3º.-Prohíbese la tala de la palma de cera bajo sanción penal aplicable en forma de multa, convertible en arresto, en beneficio del municipio donde se haya cometido la infracción, de conformidad con el Decreto-Ley 2811 de 1974. Artículo 4º.-Esta Ley rige a partir de la fecha de su sanción. República de Colombia - Gobierno Nacional Publíquese y ejecútese. Dada en Bogotá D.E., a 16 de septiembre de 1985 El Presidente de la República, BELISARIO BETANCUR. El Ministro de Educación Nacional, RODRIGO ESCOBAR NAVIA.
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Palma de vino Attalea butyracea
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PALMA DE VINO (ATTALEA BUTYRACEA) Gloria Galeano e Ingrid Olivares
Otros nombres comunes
Canambo (Caquetá, Putumayo); corozo de marrano (Tolima, Valle del Cauca); corozo de puerco (Valle del Cauca); corozo de vaca (Cundinamarca, Tolima); corúa, curúa, palma corúa (región Caribe); cuesco, palma de cuesco (Cundinamarca, Tolima, Valle del Cauca); curumuta, corozo —los frutos— (Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena); palma dulce (Cesar); palma de ramo (Vaupés); palma de vino (Cesar, Magdalena, Urabá, río Magdalena); palma real, palma rial (Amazonas, Caquetá, Casanare, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Guainía, Guaviare, Huila, Tolima); shebón (río Amacayacu, Amazonas); yagua (Vichada) [43].
Nombres indígenas
Ümeh (bora); sapohe (cofán); kóchbot (jitnu); nulyi (kogui); buha tuuko (muinane); mabái (piapoco); ikutiñu (sáliba); purumaboto (sikuani); pa pa (siona); kurua (tikuna); barie (uitoto); mĩã phã pú, phã pú (wanano); kuluuala (wayuunaiki); tomohonase (yagua); mapanaré (yukuna) [43].
Descripción
Palma muy corpulenta, de tallo solitario de hasta 25 m de alto y 70 cm de diámetro, de color café-grisáceo claro. Hojas 22-40, de 6-12 m de largo, dispuestas en una corona hemisférica, curvadas de tal manera que la mitad terminal de la hoja aparece dispuesta verticalmente; sin pecíolo; raquis 4.8-10 m de largo, con 166-234 pinnas a cada lado, regularmente dispuestas y horizontales, o en grupos y levemente dispuestas en varios planos, las del medio de la hoja hasta 1.6 m de largo y 4-10 cm de ancho. Inflorescencia entre las hojas, con pedúnculo de 1-2 m de
Hábito de la palma de vino (Attalea butyracea). En la costa Caribe (G. Galeano).
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Palma de vino - Attalea butyracea
largo, 4 cm de diámetro, comprimido; bráctea peduncular 2-3.5 m de largo, leñosa, fuertemente estriada, café, prolongada en una punta de 40-65 cm de largo; raquis 0.7-1.5 m de largo, amarillento en vivo al igual que las raquilas; raquilas masculinas 95-230, 15-53 cm de largo y unos 3 mm de diámetro, dispuestas alrededor del raquis en todas las direcciones. Flores masculinas blanco-amarillentas, de poco más de 1 cm de largo, con pétalos cilíndricos y 6 estambres. Raquilas femeninas 124-300 en cada racimo, de hasta 35 cm de largo. Flores femeninas hasta 15 por raquila, todas a un solo lado de la raquila, de unos 2.5 cm de largo, en vivo blanco-amarillentas. Frutos elipsoides o alargados, 5-9 cm de largo, amarillos o amarillo-anaranjados, pardos en plantas de la Amazonia, de mesocarpo aceitoso, jugoso o más o menos seco, con endocarpo leñoso que encierra 1-3 semillas angostas y aceitosas, de hasta 3.5 cm de largo [43].
Hábito de la palma de vino (Attalea butyracea) en el valle del río Magdalena (Nilo, Cundinamarca) (I. Olivares)
Distribución
Tiene amplia distribución, desde México hasta Bolivia. En Colombia es frecuente y abundante en todas las zonas secas del Caribe, el valle alto y bajo del río Magdalena y la cuenca alta del Río Cauca, la cuenca del río Zulia, los Llanos Orientales y la Orinoquia; también se encuentra en algunos sectores húmedos como las regiones de Urabá, el Magdalena Medio y la Amazonia; en esta última región es escasa y crece principalmente a lo largo de los ríos. Crece en bosques y en sitios abiertos de 0 a 1000 m [43].
Biología
Distribución de Attalea butyracea en Colombia [43].
Attalea butyracea es una de las palmas más robustas de Colombia y una de las más abundantes en áreas perturbadas y en potreros. En un estudio sobre la estructura poblacional de esta especie en la región Caribe, Uribe et al. [264] encontraron que la alta densidad de individuos era favorecida en los sitios perturbados y en los potreros, donde sus frutos son consumidos y dispersados por el ganado; en
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
estos sitios encontraron 3-14 palmas de más de 5 m de alto por hectárea y una buena representación de plántulas y juveniles. En cambio, en sitios con poca intervención como en potreros y campos de cultivo abandonados, la densidad total fue menor, con muy poca representación de plántulas y juveniles, y con 8-18 palmas de más de 5 m de alto por hectárea. En todos los casos, en las fases avanzadas de sucesión vegetal, como en bosque secunPalma de vino (Attalea butyracea) en potreros. Nilo, Cundinamarca. (I. Olivares). dario, la densidad de palmas en todos los tamaños fue mínima, con muy poca o ninguna representación de plántulas y juveniles a medida que el bosque se hacía más denso. Por esta razón, en muchos sectores del Caribe dedicados a potreros y plantaciones forestales la palma de vino llega a ser una maleza [43]. Esto concuerda con la afirmación de que la disponibilidad de luz es también fundamental para el crecimiento de la palma de vino, tal como lo concluyeron Olivares y Galeano [54] en un estudio en el valle seco del río Magdalena, donde encontraron que la producción de hojas se relacionaba directamente con el número de hojas expandidas y este, a su vez, con la disponibilidad de luz: en subadultos y adultos se registró una producción promedio de 8 hojas/ año en sitios expuestos y de 5 hojas/año en sitios con cobertura boscosa. En bosques maduros y secundarios en Panamá se ha señalado una producción de 4-11 hojas/año [265]. Una vez alcanzada la edad adulta, la palma de vino produce, de forma asincrónica a nivel de la población, flores y frutos a todo lo largo del año, aunque se registran picos de floración y fructificación en diferentes épocas del año, según la región. Por ejemplo, en el valle del Magdalena se ha registrado el pico de floración en los meses de menor precipitación, al inicio del año [54], mientras que en la Orinoquia el pico de floración tiene lugar en la época lluviosa, entre agosto y octubre [266]. En el valle medio del río Magdalena se ha encontrado una producción promedio anual de 6.5 inflorescencias/palma (rango: 2-22), siendo las palmas totalmente expuestas al sol las más productivas [54].
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Inflorescencia masculina de la palma de vino (Attalea butyracea). (G. Galeano).
Palma de vino - Attalea butyracea
La biología reproductiva de la palma de vino fue estudiada por Mesa y Romero [266] en la Orinoquia colombiana. Durante el año de observación, cada palma produjo entre 1 y 4 inflorescencias, las cuales eran de dos tipos: masculinas y andróginas (con flores masculinas y femeninas), las cuales se presentaban tanto de forma simultánea como alternadamente. Las inflorescencias eran visitadas por 37 especies diferentes de insectos y los principales polinizadores eran pequeños escarabajos de la familia Nitidulidae (Mystrops spp.). El desarrollo de las yemas florales duraba 3-6 meses, y el desarrollo de los frutos desde la polinización tomó 9-15 meses. En potreros del Magdalena medio el período desde que la yema estuvo visible (aprox. 30 cm de longitud) hasta la caída de los frutos, registró un tiempo de 6.8 meses en promedio, mientras que en bosques se-
Frutos maduros de palma de vino (Attalea butyracea) en Chimichagua, Cesar. (G. Galeano).
Infrutescencia inmadura de palma de vino (Attalea butyracea) en Nilo, Cundinamarca. (I. Olivares).
cundarios el mismo proceso tuvo una duración promedio de 9 meses [54]. Los frutos son consumidos y dispersados por mamíferos, incluyendo el ganado vacuno. No existen estudios detallados respecto al crecimiento y edad de la palma, pero sí aproximaciones: Harms y Dalling [267] encontraron un tiempo promedio de germinación de 10 meses en la Isla de Barro Colorado, Panamá. Olivares y Galeano [54] estimaron que en condiciones naturales, una palma podría permanecer en estado de plántula entre 5 y 13 años y en estado juvenil sin tallo entre 15 y 27 años; el desarrollo de un tallo de 5 m podría tardar 14-18 años más, de tal forma que un adulto con tallo de unos 5 m de altura podría tener una edad entre 35 y 59 años. Sin embargo, en la costa Caribe se han observado poblaciones de palmas de vino adultas, mayores de 5 m de alto, cuya edad, según datos confiables de los administradores de las fincas, no sobrepasaba los 25-30 años. Así que es posible que las cifras calculadas por Olivares y Galeano estén sobreestimadas.
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Usos y mercados
Attalea butyracea es una de las palmas con mayor número de usos registrados en Colombia. Bernal et al. [42] documentaron 36 usos diferentes agrupados en ocho categorías para esta especie a lo largo y ancho del país, de tal forma que se puede considerar una palma multipropósito por excelencia. La mayoría de los usos registrados están relacionados con la elaboración de utensilios de uso cotidiano, como escobas, abanicos y sombreros, y con su consumo como alimento humano o animal. Algunos de los usos pasados y actuales con mayor potencial para el desarrollo rural son los siguientes: Frutos como alimento: con la pulpa se prepara chicha a nivel doméstico. En el Caribe, la pulpa y las semillas son usadas, cada vez más esporádicamente, para engordar cerdos. A partir de la pulpa y de las semillas se obtiene aceite, siendo el de las semillas el de mejor calidad; si bien hubo en el pasado alguna explotación comercial en la región Caribe para extraer aceite comestible a partir de sus semillas, tal explotación ya no existe y actualmente la extracción sólo se hace a nivel doméstico [42]. Sin embargo, por sus propiedades organolépticas, se ha considerado que el aceite de las semillas tiene un gran potencial para la elaboración de margarinas y cosméticos [42, 268]. Los usos más importantes hoy en día están relacionados con la extracción de sus hojas expandidas para la cobertura de techos, y de sus cogollos para ser usados como ramo bendito durante la Semana Santa, así como para la producción de sombreros y otros productos artesanales menores. Por su disponibilidad y su versatilidad para hacer diferentes tipos de tejido, los techos de palma de vino son muy apreciados en la costa Caribe [16, 269], en el valle del Magdalena [42] y a lo largo del río Guaviare [18]. Su duración en sitios secos, con un buen manejo, se ha estimado en cerca de 10 años [269]. No existe, sin embargo, un comercio formal para las hojas expandidas, y estas se obtienen por encargo o se cosechan directamente, alcanzando solo un comercio espo-
B
A
C
Techos con hojas de palma de vino (Attalea butyracea). A, en Guainía; B, interior de techo en Mingueo, Guajira; C, Interior de techo en Guainía. (G. Galeano).
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Palma de vino - Attalea butyracea
rádico y errático que varía según la región. En el municipio de Melgar, en el valle medio del río Magdalena, se vendía en el año 2009 un ciento de hojas por COP 120.000 [42]. Los cogollos tienen un comercio local y regional para ser usados en la procesión del Domingo de Ramos durante la Semana Santa, cuando se venden miles de hojas en los mercados de los pueblos y de las grandes ciudades. Por su parte, la elaboración de escobas, sombreros y otros artículos artesanales a partir de los cogollos de la palma de vino es una actividad importante a nivel local en Tolima, pero con un comercio muy localizado, con precios que oscilaban en 2009 entre COP 1000 y COP 2700 para un sombrero y COP 14.000-18.000 para un bolso [42].
Escobas elaboradas con los cogollos de palma de vino (Attalea butyracea), en Tolima. (N. García).
Sombreros y productos artesanales producidos con las fibras de los cogollos de la palma de vino (Attalea butyracea), en Tolima. (N. García).
Otro uso interesante en la región Caribe es el de las inflorescencias femeninas para elaborar el musengue, un utensilio con el que se espantan las moscas y que se hace soltando las fibras
Musengue (utensilio para espantar moscas) elaborado con la inflorescencia femenina de la palma de vino (Attalea butyracea) en Cesar. (G. Galeano).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
de la parte basal del racimo, una vez cortadas todas las ramas. Aunque ciertamente no hay un mercado promisorio para el musengue, las fibras que lo componen son suaves y muy resistentes, comparables a las de la cabuya (Furcraea cabuya), y podrían tener perspectivas importantes en el mercado de las fibras naturales [42].
Venta de vino de palma de Attalea butyracea a la orilla de la carretera, cerca de Melgar (Cundinamarca). (G. Galeano).
Manejo pasado y actual
Otro de los usos actuales con algún comercio es la extracción de savia del tronco para la producción de vino. Aunque este tipo de bebida se produce a nivel casero en varios sectores de su área de distribución, especialmente en la costa Caribe, el Magdalena Medio y la Orinoquia, existe un comercio muy rústico pero constante en la región de Melgar, en el valle medio del río Magdalena [42]. En esta región, una palma de unos 8 m de alto produce, después de ser derribada, cerca de un litro de savia por día durante 20 a 30 días, con un contenido de sacarosa de 11.7 % [41]. El precio de una botella de 1 litro en el año 2009 en la zona de Melgar era de COP 5000 [42]. La capacidad que tiene la palma de vino de producir savia con alto contenido de sacarosa representa un gran potencial para su uso como fuente de azúcar y de biocombustible [41, 42].
Para la cosecha de hojas expandidas para el techado de casas, se prefieren palmas adultas que tengan numerosas hojas. Usualmente se asciende a la corona de las palmas con algún tipo de escalera (en el valle del Magdalena es frecuente una guadua con cortes a manera de escalones) y se cortan con machete todas las hojas verdes, dejando solo los cogollos; más raramente se derriban las palmas para cortar sus hojas. La cosecha se hace preferiblemente en menguante; de cada palma se cosechan entre 14 y 30 hojas y de cada hoja se usa solo la porción central de 3-4 m de largo [42]. Para techar, las hojas se colocan extendidas o partidas a lo largo del raquis: hay muchos estilos de techado dependiendo de la región. Según el estudio de Olivares y Galeano [54], se recomienda cosechar solo las palmas que tengan una mayor producción de hojas, que son aquellas con tallo mayor de 3 m de alto y con más de 25 hojas en su corona, las cuales tienen una mayor capacidad de recuperación. En cualquier caso, no es recomendable cosechar todas las hojas expandidas de la corona, y debe hacerse una rotación de las áreas de cosecha para permitir la recuperación de las palmas cosechadas. Desafortunadamente, no se ha estudiado para esta especie el impacto de la cosecha de hojas sobre el crecimiento ni sobre otras funciones fisiológicas tan importantes en una palma multipropósito como son la producción de inflorescencias y de frutos; por lo tanto, no se tienen datos suficientes para hacer recomendaciones precisas. Sin embargo, con base en los datos
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Palma de vino - Attalea butyracea
de Olivares y Galeano [54], una medida conservadora para el manejo de las palmas que crecen en potrero, destinadas a la producción de hojas para techado, podría incluir un máximo de cosecha de hasta el 20-30 % de las hojas de la corona, como se ha recomendado para otras especies [270]. Además, se debe dejar descansar cada palma por lo menos dos años antes de volver a aprovecharla, de tal forma que pueda recuperar toda la corona de hojas. Los cogollos que se usan como ramo bendito durante Semana Santa se extraen realizando un corte lo más cercano que se pueda del “nacimiento del cogollo” (unos 25 cm por encima del meristemo) [54]. Para la elaboración de sombreros y otros productos artesanales se cortan 3-4 cogollos de cada palma. No se tiene información sobre la frecuencia de cosecha ni sobre el impacto que esta tiene en el crecimiento y desempeño de las palmas. Es posible que esta práctica represente una amenaza para la población de palmas, ya que la regeneración de cogollos es un proceso lento, particularmente para los individuos juveniles, que producen en promedio 1.7 cogollos por año; las palmas subadultas y adultas, en cambio, producen en promedio 5 y 8 cogollos por año, respectivamente [54]. Por lo tanto, en este caso la recomendación es igualmente que la extracción de cogollos solo se efectúe de individuos subadultos o adultos para evitar Extracción de cogollos de palma de vino (Attalea butyracea) para la producción de productos artesanales, en Tolima. (N. la pérdida de palmas juveniles, cuya produc- García). ción es más baja; también es aconsejable que se deje en cada palma por lo menos uno de los cogollos sin cortar, para asegurar la continuidad en la producción de hojas. En la cosecha de los frutos, para usar la pulpa o las semillas, usualmente se accede a la corona mediante escaleras y se cortan los racimos con machete. No se tienen datos sobre la intensidad y la frecuencia de esta práctica, que es cada vez menos frecuente. La extracción de savia para la producción de vino se hace derribando la palma y excavando una cavidad a la altura del meristemo terminal, donde se recolecta diariamente la savia, para luego fermentarla y obtener el vino [41, 42]. Esta es una práctica destructiva que debería evitarse a toda costa. Sin embargo, el potencial de producción de azúcar y de etanol a partir de la savia de la palma de vino es tan alto, que es urgente explorar la forma de extraer la savia de forma no destructiva, a partir de las inflorescencias, como se hace tradicionalmente en Asia con diversas especies de palmas [41, 42]. El potencial de la palma de vino para este fin es todavía más claro si se tiene en cuenta la producción continua de inflorescencias a lo largo del año. Con base en los estudios sobre producción de savia y su contenido de azúcar en en el valle del Magdalena, Pulgarín y Bernal [41] estimaron el potencial de producción de azúcar, suponiendo que fuera
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
posible la extracción de savia por medio del sangrado de las inflorescencias, en 42.7 kg/palma/ año, lo cual supondría una producción de poco más de 5 ton de azúcar por año si se establecieran plantaciones de esta especie [42]. Estas cifras son muy estimulantes, tanto para la producción de azúcar como de biocombustible. Sin embargo, teniendo en cuenta los peligros inherentes a un monocultivo, el manejo ideal sería a través de sistemas agrosilvopastoriles, combinando la palma de vino con otras especies de palmas, de árboles maderables y de forrajeras en áreas de pastoreo. En conclusión, la palma de vino es una planta multipropósito con un potencial muy importante para contribuir al desarrollo económico de vastas áreas en Colombia, especialmente en la costa Caribe, el valle del Magdalena y la Orinoquia. Paradójicamente, en muchas de estas áreas, donde es abundante, es vista como una maleza y su potencial es completamente desperdiciado. Para que este potencial pueda ser desarrollado es necesario, como proponen Bernal et al. [42], que se realice la transferencia de tecnología necesaria para extraer la savia a partir de las inflorescencias, y que la palma de vino se integre en sistemas agrosilvopastoriles.
Perspectivas de investigación
Actualmente contamos con algunos conocimientos básicos de la biología de la palma de vino; sin embargo, para promover sus múltiples usos es necesario conocer en profundidad Preparación de la cavidad para extracción de savia de la palma de vino (Attalea butyracea) para la producción de su ecología. Las tasas de crecimiento, natalivino, en Melgar (Tolima). (R. Bernal). dad y mortalidad, así como su longevidad, son rasgos fundamentales que debemos investigar para incentivar la preservación y el manejo de esta especie. Igualmente, es imperativo el estudio de los efectos de la cosecha de hojas y frutos o de la extracción de savia a través de las inflorescencias sobre el desarrollo y crecimiento de los individuos, para implementar un manejo adecuado de las poblaciones. Dado el potencial de la savia para la producción de azúcar y biocombustible, es de particular importancia el estudio de las técnicas de extracción a través de las inflorescencias.
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Palma estera Astrocaryum malybo
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
PALMA ESTERA (ASTROCARYUM MALYBO) Néstor García
Otros nombres comunes
Anchamba, ancharma (Urabá); anchambe, enchama, enchamba (Córdoba, Sucre); bobil, bobila, mobil (Magdalena Medio); chingalé (Bajo Magdalena); lanceta, palma lanceta (Córdoba, Urabá), malibú (en desuso, Magdalena Medio), palma estera (Bolívar, Cesar, Sucre); palma rucia (Bajo Atrato, Juradó) [43].
Nombres indígenas Alúnka (damana) [43].
Descripción
Solitaria, con tallo subterráneo o raramente aéreo y de hasta 3 m de alto y 20 cm de diámetro, pardo, con anillos muy cercanos y grupos de espinas negras de hasta 10 cm en cada entrenudo. Hojas 15-20, erguidas; vaina + pecíolo cerca de 1 m de largo, densamente cubiertos con espi-
Palma estera (Astrocaryum malybo) en el Caribe colombiano. (N. García).
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Palma estera - Astrocaryum malybo
nas anchas aplanadas, pardo oscuras a negras, de hasta 20 cm de largo dispuestas en grupos de 3-9; raquis 3.5-5 m de largo; pinnas 80-120 a cada lado, regularmente dispuestas, insertas en un mismo plano, hasta 1 m de largo y 4 cm de ancho. Inflorescencia con pedúnculo hasta 1 m de largo; bráctea peduncular de 50 cm de largo, densamente cubierta con espinas; raquis 25-35 cm de largo, con numerosas ramas, de hasta 15 cm de largo, cada una con 2-4 flores femeninas hacia la base. Frutos amarillentos cuando inmaduros, pasando a violáceos o casi negros al madurar, lisos, elipsoides, obovoides u oblongos, terminados en un pico, 3.5-4 cm de largo [43].
Distribución
Crece en los bosques húmedos a medianamente secos de tierra baja en la cuenca del río Magdalena, desde Mariquita, Tolima (donde ahora es muy escasa) hasta Cesar y Sucre, y a través de Córdoba hasta Urabá y el extremo norte de la Costa Pacífica, cerca de Punta Ardita, a unos 7 km de la frontera con Panamá. Probablemente alcanza el extremo oriental de ese país. En el Valle del Magdalena es más común al norte de Puerto Boyacá [43].
Biología
Crece dentro de relictos de bosque y matorrales, a menudo cerca de caños; cuando se elimina el bosque, sobrevive aislada en los potreros, pero su regeneración es escasa. En los alrededores de Chimichagua, en el sur del Cesar, se ha encontrado dentro de los relictos de bosque una densidad de 91 plántulas, 59 juveniles y 125 subadultos/adultos por hectárea, mientras que en los potreros la densidad es de 40 plántulas, 20 juveniles y 30 subadultos/adultos por hectárea [37, 271].
Plántulas de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
Distribución de Astrocaryum malybo [43].
Las plántulas tienen hojas bífidas y no sobrepasan los 50 cm de alto. Producen 2 hojas/ año y se estima que en condiciones naturales pueden tardar hasta doce años en esta etapa y que solo el 64 % de ellas alcanza la fase de juvenil; las demás mueren durante este tiempo. Una vez como juveniles, la supervivencia se incrementa, pues cerca del 96 % llegan a la etapa de adulto. La etapa de juvenil es un período largo en la vida de la palma estera, pues comienza con individuos pequeños, con sus hojas apenas divididas en algunas pinnas, y finaliza cuando los individuos son grandes y
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Juvenil de palma de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
Frutos de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
robustos, con cerca de 9 hojas divididas en unas 60 pinnas. La tasa de producción de hojas oscila alrededor de 2 hojas/año durante este período. Se estima que como juvenil una palma estera puede durar, en condiciones naturales, hasta 21 años. Una vez comienza la etapa reproductiva, la palma puede tener hasta 38 hojas (15 en promedio) y su tasa de producción de hojas oscila alrededor de 3 hojas/año. Es posible que una palma en este estado sobreviva por largo tiempo, quizás más de 60 años. La palma estera se ha encontrado con flores en junio y con frutos entre junio y noviembre. Se han observado hasta seis inflorescencias por individuo. Los frutos tienen un mesocarpo carnoso, probablemente consumido por la fauna silvestre. Se estima que sus semillas tardan hasta un año para germinar [271].
Usos y mercados La palma estera es la base de una importante industria artesanal en el sur del Caribe. Sus cogollos y hojas más jóvenes se cosechan para obtener fibras con las que se elaboran todo clase de esteras, así como individuales, portavasos y piedecamas [36, 37]. La actividad artesanal se concentra en los municipios de Chimichagua y Tamalameque, en el departamento de Cesar, donde se estima que hay más de 200 mujeres que devengan parte de sus ingresos elaborando esteras [37, 271]. En menor proporción, en el corregimiento de Hatillo de La Sabana, en el municipio de El Banco, Magdalena, viven otras familias de artesanos que devengan ingresos vendiendo la fibra o elaborando y vendiendo esteras.
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Palma estera - Astrocaryum malybo
Artesana tejiendo una estera con la fibra de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
Al parecer, el origen de las esteras tiene sus raíces en las culturas indígenas que habitaron la región, probablemente entre los chimilas [37, 272]. Las esteras tradicionales, llamadas petates, se elaboraban con fibra de palma estera mezclada con fibra de palma de corozo (Elaeis oleifera). Hoy en día aún se elaboran esteras de este tipo, aunque su demanda es baja. El auge comercial de las esteras modernas comenzó desde hace unas tres décadas, cuando Artesanías de Colombia inició la capacitación de grupos de mujeres artesanas. Aunque la forma como se elabora el tejido sigue siendo la misma, las esteras modernas incluyen diseños geométricos con combinación de fibras teñidas de diversos colores. Estos nuevos desarrollos fueron forjando una floreciente actividad artesanal, particularmente en Chimichagua; a mediados de los años 90 del siglo XX las esteras comenzaron a ser vendidas en Expoartesanías, y ya para el 2007 participaban en esta feria cinco grupos expositores, que representaban a más de 130 mujeres de Chimichagua [36]. Hoy en día las esteras se encuentran en las principales ferias artesanales del país y en las tiendas de artesanías en ciudades como Bogotá o Valledupar. Hasta hace algunos años se reportaba que las esteras llegaban al mercado internacional en Europa [36]; no obstante, las propias artesanas carecían de los permisos de exportación por tratarse de un producto derivado de la flora silvestre, lo cual suponía numerosos trámites y costos adicionales. En 2011 un estudio de la cadena de comercialización de palma estera [52] no encontró registros de su exportación a otros países. Se han identificado cuatro canales de comercialización de las esteras: a través de la venta directa a turistas y visitantes en las viviendas de las artesanas; a través de ferias regionales y de almacenes de artesanías y a través de Expoartesanías, el canal de comercialización que revierte los me-
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Esteras elaboradas con fibra de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
Palma estera (Astrocaryum malybo) creciendo en potreros. (N. García).
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Palma estera - Astrocaryum malybo
jores ingresos a las artesanas [52]. En general, su cadena de comercialización es corta, y en ella las artesanas cubren la mayor parte de los eslabones, incluyendo parte de la cosecha, el procesamiento de la materia prima y la elaboración y venta de las esteras. Para las artesanas, emplearse en esta actividad es una buena forma de obtener ingresos, normalmente complementarios a otras actividades económicas. Comparado con otros productos artesanales derivados de las palmas, como las artesanías en güérregue y chambira, los productos de palma estera probablemente generen los mejores ingresos, pues se estima que una artesana dedicada exclusivamente a esta actividad podría llegar a devengar en un mes entre uno y dos salarios mínimos [37, 52]. Además de las esteras, son pocos los usos que recibe esta palma. Con las venas medias de los pinnas que sobran del procesamiento de la fibra se elaboran escobas que se vende a nivel local [36, 37]. Además, los campesinos ocasionalmente se comen sus frutos, los cuales son considerados de buena calidad [36].
Manejo pasado y actual
Para obtener los cogollos, las artesanas visitan los palmares que quedan en los relictos de bosque o las palmas que crecen en los potreros en fincas de propiedad privada, pues las artesanas por lo general carecen de los medios económicos para tener sus propios predios [37, 271]. Corpocesar, en convenio con Artesanías de Colombia, desarrolló un proyecto dirigido a dotar a las asociaciones de artesanas de pequeñas parcelas para el cultivo de la palma; con el tiempo, estas iniciativas no han prosperado y, aunque se han sembrado algunas palmas, el cultivo no se ha logrado desarrollar. Las propias artesanas han realizado ensayos de propagación de las semillas sin mucho éxito. También se han hecho recolecciones de plántulas en los bosques cercanos, las cuales se han manejado en vivero, pero con el tiempo se han perdido por la carencia de terrenos dónde sembrarlas. Solo una experiencia exitosa se ha documentado en la propiedad de una artesana en los alrededores de Chimichagua, en la cual se mantienen cientos de palmas en potreros y matorrales asociadas con ganado. En estos matorrales se alcanza una densidad de hasta 130 palmas adultas por hectárea, con regeneración de plántulas y juveniles. En Hatillo de la Sabana, Magdalena, se conserva uno de los pocos relictos boscosos de la región, donde crece una población de palma estera que es aprovechada por algunos de los habitantes del caserío. La palma estera se comienza a aprovechar cuando está cerca de iniciar su estado reproductivo. Como la palma usualmente no tiene tallo aéreo, el acceso a los cogollos es fácil, y nunca se derriban las palmas, como inapropiadamente se hace a veces con las otras especies de Astrocaryum (ver güérregue y chambira). En esta región se ha originado una práctica de manejo que busca disminuir el daño ocasionado por la cosecha de los cogollos; consiste justamente en no cortar el cogollo, sino solo doblarlo hasta alcanzar y arrancar las pinnas más grandes, dejando intactas las de la base y la punta de la hoja, que son más pequeñas; el cogollo se devuelve luego a su sitio para
Osmelia Pedrozo, artesana, cosechando un cogollo de la palma estera (Astrocaryum malybo). (N. García).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
que continúe su desarrollo [37, 271]. Aunque a veces algunos de los cogollos se quiebran, muchos sobreviven y se desarrollan en hojas maduras que se reconocen porque solo tienen pinnas en la base y en la punta. Otra práctica de manejo que busca disminuir los daños de la cosecha es la de dejar uno o dos cogollos sin aprovechar entre dos cosechados [37, 271]. Aunque a veces se ven hojas cortadas, normalmente las artesanas aplican estas prácticas de manejo. Considerando que la palma estera ha sido categorizada como en peligro de extinción [46], su conservación en esta región del Caribe no solo está ligada a las prácticas extractivas de las artesanas, sino al manejo de las fincas por parte de los propietarios. Se ha dicho que aunque la cosecha debe tener algunos efectos en el desarrollo de las palmas, estos son mínimos comparados con la devastación de las poblaIndividuo de la palma estera (Astrocaryum malybo) con ciones de la palma cuando se derriban los boshojas cosechadas. (N. García). ques para establecer potreros o cultivos [37, 271]. Los propietarios prefieren eliminar la palma, por las lesiones que pueden generar sus largas espinas y por las molestias supuestamente causadas por las incursiones de las personas que la cosechan. Aun en los relictos boscosos que se conservan en los alrededores de las cañadas, las palmas sufren las consecuencias de la ganadería, pues el ganado vaga libremente, pisoteando las plántulas. A pesar de todo esto, son los remanentes de bosque los únicos lugares donde las poblaciones de la palma logran regenerarse. Un estudio de la dinámica poblacional de la palma estera, en uno de estos relictos en los alrededores de Chimichagua, indica que la población crece a una tasa anual de 4.4 %. Al parecer, es muy susceptible en sus etapas juveniles pero una vez establecida puede sobrevivir fácilmente, reproduciéndose por muchos años. Así las cosas, la conservación de esta especie y de la tradición artesanal está ligada a la conservación de los bosques remanentes de la región. Se ha propuesto que la palma estera se puede integrar en sistemas de manejo agroforestal, pero los problemas de propiedad de la tierra y la falta de continuidad en las iniciativas de propagación y cultivo han limitado hasta ahora cualquier desarrollo en este campo.
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PALMITO Prestoea acuminata
Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
PALMITO (PRESTOEA ACUMINATA) Catherine Gamba-Trimiño
Otros nombres comunes
Palma colorada (Sierra Nevada de Santa Marta); palmicha (Chocó); palmiche, palmiche colorado (Norte de Santander); palmicho (Antioquia); palmito (Nariño) [43].
Nombres indígenas
Murrapho (embera); buitsaha (inga) [43].
Descripción
Palma cespitosa del sotobosque y subdosel, con tallos de hasta 15 m de altura y 20 cm de diámetro, de color gris o verde, a menudo con un cono de raíces en la base. Hojas 4-10, pinnadas, de hasta 3 m de largo, con la vaina larga, de color verde o verde purpúreo; pinnas largas, estrechas y dispuestas en un único plano. Inflorescencias infrafoliares, ramificadas, con una bráctea peduncular grande y con forma de canoa, con abundantes flores dispuestas en tríadas de una flor femenina central y una masculina a cada lado. Frutos esféricos, de color negro violáceo en la madurez. Plántula con hojas bífidas [43]. El individuo típico de Prestoea acuminata está compuesto por uno o dos tallos altos rodeados por numerosos rebrotes de diversos tamaños. P. acuminata es la única palma andina de este tamaño que es cespitosa y carece de espinas. En Colombia hay dos variedades: acuminata y dasystachys [244], siendo la var. acuminata la de más amplia distribución. Prestoea acuminata var. acuminata se caracteriza por sus raquilas angulares, pubescentes, con flores y frutos levemente hundidos en las raquilas y frutos esféricos de 1-1.2 cm de diámetro. Prestoea acuminata var. dasystachys comprende palmas más corpulentas, con infrutescencias más robustas, con frutos ovoides u obovoides, raras veces casi esféricos, de 1.5-1.8 cm de diámetro.
Distribución Geográfica
Crece en toda la zona andina de Colombia y en la Sierra Nevada de Santa Marta, entre 1500 y 2650 m. Se encuentra en bosques húmedos,
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Distribución de Prestoea acuminata [43].
Palmito - Prestoea acuminata
ocasionalmente conservada en áreas deforestadas, donde no se regenera. Está ampliamente distribuida desde Nicaragua hasta Bolivia y las Antillas. La var. dasystachys está restringida a la Cordillera Oriental en Santander y Norte de Santander, y se extiende hasta Venezuela [43].
Biología
La mayoría de los frutos maduros de P. acuminata caen por gravedad y se acumulan alrededor del parental o son transportados por corrientes de agua. Guzmán [273] estudió la biología reproductiva de la especie en la Reserva Natural La Planada, en Nariño, donde cuatro especies de aves funcionan como agentes de dispersión efectiva de las semillas, al consumir los frutos maduros directamente desde los racimos y regurgitar o defecar las semillas a distancias variadas del parental. Estas aves son el gallito de roca (Rupicola peruviana), el pájaro bobo (Snowornis criptolophus), el tucán de montaña (Andigena laminirostris) y la pava (Chamaepetes gou-
Plántula de palmito (Prestoea acuminata). (C. GambaTrimiño).
dotii). Igualmente, el ratón de monte (Orizomys albigularis) actúa como dispersor al recolectar los frutos del suelo y consumir la pulpa, dejando la semilla intacta. Knudsen [274] reportó una especie de escarabajo curculiónido como posible depredador de frutos inmaduros en un bosque de Ecuador.
Tallo juvenil de palmito (Prestoea acuminata). (C. GambaTrimiño).
La germinación de P. acuminata es hipogea y, de acuerdo con la clasificación de Henderson [275], de tipo adyacente. El tiempo requerido para la germinación es variable. Las semillas dispersadas por animales germinan de manera más rápida y presentan un porcentaje de mortalidad menor que aquellas dispersadas por gravedad: de un total de 146 semillas regurgitadas y 180 defecadas sobre hojarasca en el bosque, el 100 % germinó al cabo de 34 días, mientras que de 75 frutos maduros sin procesar, el 60 % germinó a los 62 días. Dentro de estos frutos intactos se observó infestación fúngica en la pulpa, que en algunos casos atacó también al botón cotiledonar, causando la inviabilidad de las semillas [273]. Knudsen [274] encontró un porcentaje de germinación
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
del 53 % al cabo de 178 días en frutos maduros sembrados a diferentes densidades en un bosque en la vertiente oriental de los Andes ecuatorianos, mientras que Bonilla y Feil [275] reportaron un porcentaje de germinación del 60 % al cabo de 105 días en semillas sembradas en bosque y en pastizal dentro de la Reserva Río Guajalito, Ecuador. Las plántulas se encuentran en su mayoría agregadas, tanto cerca del parental como bajo las perchas de regurgitación, donde se encuentran generalmente asociadas a plántulas de Chamaedorea linearis (Arecaceae) y Persea sp. (Lauraceae) [273]. Gamba-Trimiño et al. [57] estimaron un reclutamiento anual de más de 11.500 plántulas por hectárea y una supervivencia para esta clase de menos del 45 %. Las plántulas producen en promedio 1.28 hojas por año y la duración de esta categoría de edad es de 5.3 años [274]. Una vez terminado el estadio de plántula se desarrollan las hojas pinnadas, que aumentan en número y tamaño a medida que la palma va creciendo. Los juveniles producen entonces alrededor de 1.54 hojas nuevas por año, con un incremento promedio de 1.5 pinnas por año a cada lado en las hojas nuevas [57]. Sin embargo, esta tasa es muy variable, y de hecho el 72.6 % de los rebrotes crece lentamente, mientras que los otros se desarrollan más rápidamente. La tabla de la página 188 muestra las edades estimadas para eventos significativos en el ciclo de vida de Prestoea acuminata en condiciones silvestres, teniendo en cuenta las diferencias de crecimiento observadas en los rebrotes acaules. Un individuo de P. acuminata produce en promedio 2.6 rebrotes al año, sin diferencias significativas entre clones de diferente tamaño o estatus funcional. Una vez visible, el tallo se alarga rápidamente a razón de unos 55 cm por año hasta alcanzar unos 5 m de altura; en este punto la tasa de crecimiento comienza a disminuir y se estabiliza alrededor de los 13 m [57]. El engrosamiento del tallo se da principalmente durante la fase acaule, y de manera hipogea [274, 314]. Tanto el número de hojas en la corona como la tasa de producción de hojas se incrementan cuando P. acuminata desarrolla un tallo aéreo, encontrándose que cuanto más alto es el tallo, mayor número de hojas produce anualmente [57]. Edades estimadas (años) para eventos significativos en el ciclo de vida de Prestoea acuminata en condiciones silvestres. Las estimaciones de edad incluyen la fase de plántula, aunque los rebrotes producidos por crecimiento clonal no pasan por esta fase. Los rebrotes de crecimiento promedio y de crecimiento rápido se refieren a la fase acaule, y el número de pinnas es el de un lado de la hoja más nueva [57].
Parámetro Inicio de la fase clonal (23 pinnas) Tallo visible (35 pinnas) Tamaño apto para palmito (4 m) Inicio de la madurez sexual (7.5 m) Longevidad (14.05 m)
Edad (años) Brotes de crecimiento rápido 12.3 16.2 28.4 35.5 57.5
Brotes de crecimiento promedio 20.0 28.0 40.2 47.3 69.4
Normalmente cada planta solo tiene un tallo adulto a la vez -raramente dos-, seguido de unos pocos tallos de tamaño progresivamente menor, y el conjunto rodeado por un gran número de rebrotes acaules (19 en promedio). Por esto, se ha sugerido que existe una alta integración clonal y especialización de funciones dentro de los rebrotes que conforman una planta de P. acuminata [57].
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Palmito - Prestoea acuminata
Yema e inflorescencia de palmito (Prestoea acuminata). (R. Bernal).
En la Reserva Natural La Planada, el patrón de floración de P. acuminata es continuo y los individuos, una vez inician su madurez sexual, producen generalmente una inflorescencia por hoja. Sin embargo, tanto Guzmán [273] como Murillo [277] observaron picos en el número de individuos en floración coincidentes con la época de lluvias, y Guzmán [273] estimó un cese en la producción de yemas florales durante el fenómeno de El Niño de 1998 (año de prolongada sequía). La especie pareciera ser susceptible a dinámicas transitorias causadas por fenómenos climáticos [57]. Knudsen [274] reporta una duración de la fase de apertura de flores masculinas de 10 días, y una especie de mosca no identificada como un posible polinizador. Los frutos tardan un año en desarrollarse, y cada infrutescencia tiene 573-2659 frutos maduros [273]. En el estudio de Gamba-Trimiño et al. [57] el 36.4 % de los adultos monitoreados durante un año produjeron frutos maduros, siendo la mitad de estos adultos tallos entre 10 y 12 metros de altura (54.4-61.8 años de edad, aproximadamente).
Usos y mercados
En Colombia los tallos de P. acuminata son usados ocasionalmente para construcción y las flores masculinas para hacer un té que supuestamente limpia la sangre [244]. En el suroccidente colombiano el palmito de P. acuminata es extraído por los indígenas awá durante todo el año para autoconsumo, prefiriéndose el palmito de los tallos mayores a 4 m de altura [278]. Sin embargo, el incremento en el consumo del palmito en la dieta de las comunidades mestizas -quienes lo consumen guisado-, junto con un desplazamiento creciente de los elementos de la dieta awá por productos típicos del “hombre blanco”, han impulsado significativamente un mercado local del recurso [273]. Particularmente durante la época de Semana Santa, las comunidades mestizas optan por el consumo del palmito en reemplazo de la carne roja, y es posible observar puntos de venta en poblados como Chucunés y San Isidro, Nariño. En estos puntos, tres palmitos frescos se vendían por COP 1000 en el 2002. No hay datos precisos sobre la intensidad de esta extracción, pero dada la demanda del palmito durante la Semana Santa, La Reserva Natural La Planada -que tenía grandes poblaciones de esta especie- debía contratar personal para hacer rondas dentro de La Reserva que impidieran su extracción. Aún así, Gamba-Trimiño [279] registró extracción ilegal de palmito dentro de esta reserva en la zona de El Diego, encontrando que en un área de 0.1 ha el 50 % de los tallos aptos para cosecha habían sido derribados, a razón de 1 ó 2 tallos por palma.
Manejo pasado y actual
El palmito es la estructura cónica, formada por las hojas en diferentes estados de desarrollo, que se encuentra ubicado en el centro de la corona de hojas de las palmas. La cosecha del palmito es una práctica necesariamente destructiva: el tallo es derribado, se corta la corona de hojas y
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
se pelan las vainas de las hojas más externas, excepto unas pocas que sirven para la protección del palmito contra la oxidación, deshidratación y golpes durante el transporte. Dado el carácter destructivo de la práctica, resulta preferible extraer palmito de las especies cespitosas, pues la cosecha de un tallo no mata al individuo. En Colombia, los palmitos de Prestoea acuminata se consumen frescos y no hay registros de explotación comercial pasada o presente. En Ecuador, sin embargo, sí fueron explotados para ser vendidos a compañías enlatadoras durante la década de 1980 [280], pero esta práctica fue interrumpida [47], probablemente por agotamiento del recurso [47, 57, 274]; sin embargo, hasta 2012 todavía se vendía palmito a orilla de carretera en la población de Nanegalito, en la provincia de Pichincha. El palmito de P. acuminata mide alrededor de 40 cm y puede durar hasta una semana sin oxidarse. Con este tamaño, para una lata estándar de palmito bastaba con un solo tallo [274]. Teniendo en cuenta el aparente potencial para cosecha sostenible del palmito de P. acuminata, Gamba-Trimiño et al. [57] realizaron un estudio demográfico en la Reserva Natural La Planada, Nariño, y generaron recomendaciones para el manejo de la especie. El estudio mostró que la palma no es susceptible de ser aprovechada comercialmente en condiciones silvestres. Aunque la cosecha del palmito no mata la planta, sí afecta sustancialmente su reproducción sexual, por lo que solo el 10 % de los tallos aprovechables en un área determinada podrían ser cosechados cada año. Pese a que P. acuminata es una palma abundante, con 3593 rebrotes por hectárea en los bosques de La Planada, su patrón de arquitectura -con solo uno o dos tallos desarrollados y hasta 56 rebrotes acaules- hace que la densidad de tallos cosechables por hectárea sea de solo unos 127. De esta manera, si se cosechara el 10 % de los tallos, no se obtendrían, de manera sostenible, más de 13 palmitos por hectárea cada año. Sin embargo, Prestoea acuminata puede cosecharse para consumo doméstico, siendo posible su manejo sostenible para mantener la tradición cultural de indígenas y mestizos y con posibilidad de convertirse en un complemento alimenticio y fuente significativa de minerales para estas poblaciones [281]. Los ensayos de manejo realizados no han ido más allá de la fase de establecimiento, por lo que aún no resulta claro el desempeño de Prestoea acuminata en este sentido. Guzmán [273] probó técnicas de propagación a partir de semillas y plántulas en la Reserva La Planada, y encontró que la germinación de semillas tratadas -lavadas y remojadas varios días- era alta en bosque, rastrojo y vivero (85-90 % al cabo de 28 días), con una baja tasa de invasión fúngica (6 %). Así mismo, al transplantar plántulas a condiciones de vivero, encontró una producción foliar nueve veces mayor a la reportada en bosque, con una supervivencia del 94 % en tres meses de monitoreo. Knudsen [274] sugirió que la especie es susceptible a la alta radiación solar, por lo que sería preferible ensayar su cultivo en sistemas agroforestales en los que las condiciones de sombra se garanticen. Los siguientes aspectos requieren aún investigación con miras al manejo sostenible de esta especie: estudios de genética de poblaciones; efectos del corte sobre el crecimiento de los rebrotes y sobre la tasa de reproducción sexual y vegetativa, aunque datos preliminares [274, 300] sugieren que la cosecha tiene un efecto neutro sobre estos aspectos; conocimiento tradicional ecológico y de manejo de la especie; datos cuantitativos sobre la demanda de palmito de P. acuminata y las motivaciones y preferencias de consumo, en especial durante Semana Santa; crecimiento en condiciones de cultivo, particularmente en sistemas agroforestales, y efectos de la intensidad lumínica sobre las tasas de crecimiento y reproducción.
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Palmito - Prestoea acuminata
Recomendaciones para el aprovechamiento sostenible del palmito de Prestoea acuminata • Realice un censo de los tallos mayores a 4 m presentes por hectárea y coseche anualmente solo el 10 % de estos. • Permita que los tallos fructifiquen antes de cosecharlos, monitoree su reproducción o, en lo posible, coséchelos cuando hayan alcanzado alturas mayores a los 10 m. Tenga presente que en los años de sequía es posible que la población no se reproduzca; es necesario disminuir el porcentaje de cosecha durante el fenómeno de El Niño. • Rote las palmas o parcelas que cosecha y establezca protocolos de monitoreo que le permitan evaluar los efectos de la cosecha en su población. • No coseche dentro de áreas protegidas, ya que estas poblaciones podrían actuar como reservorios de diversidad genética para las poblaciones explotadas. • Al cosechar, planee dónde caerá el tallo derribado para evitar matar otros rebrotes o plantas aledañas. En lo posible acceda al sitio de cosecha sin destruir. • Las autoridades ambientales deberían prestar vigilancia a la cosecha que se realiza en Semana Santa, para evitar que se exceda la recomendación de corte del 10 % anual por hectárea. • Estas recomendaciones de manejo deberían ser discutidas y complementadas en reuniones con las comunidades, administradores de áreas protegidas y con la Iglesia Católica.
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Sará Copernicia tectorum
Sará - Copernicia tectorum
SARÁ (COPERNICIA TECTORUM) María Claudia Torres
Otros nombres comunes
Palmiche (Atlántico, Bolívar, Guajira, Magdalena).
Nombres indígenas Páutta (wayuunaiki) [43].
Descripción
Palma solitaria, de tronco erguido, de 5-10 m de alto y 20-30 cm de diámetro, que permanece cubierto durante algún tiempo por las bases persistentes de las hojas viejas, las cuales finalmente caen, dejándolo liso. La corona está formada por unas 25 hojas palmeadas, casi circulares y divididas en muchos segmentos rígidos de hasta 1 m de largo, sostenidas por largos pecíolos de hasta 1.6 m de largo, armados en las márgenes con espinas semejantes a ganchos. Las inflorescencias son interfoliares y sobresalen de la corona, son repetidamente ramificadas y llevan flores pequeñas, blancoverdosas y hermafroditas. Los frutos tienen la forma de una aceituna, de unos 2 cm de largo, de color negro brillante en la madurez, y llevan una semilla en su interior [43].
A
Hábito de la palma sará (Copernicia tectorum). A la izquierda, palma con bases persistentes de las hojas viejas; a la derecha, palma con el tallo liso. (C. Torres).
B
Palma sará (Copernicia tectorum). A, inflorescencias; B, frutos maduros. (C. Torres).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Distribución
Se encuentra solo en Venezuela y Colombia, donde crece en la región Caribe, desde Sucre hasta Guajira, extendiéndose por el sur hasta los alrededores de Mompox y Bosconia. Es abundante en áreas de extrema sequedad en verano, en contraste con las condiciones de permanente inundación durante los meses de lluvia, mientras que en terrenos no inundables se encuentran individuos aislados. En los sitios con condiciones apropiadas, como en las ciénagas temporales del río Magdalena (especialmente en la Depresión Momposina), forma extensos palmares. De todas las palmas de Colombia, es la única que crece en algunas zonas áridas de la Guajira. Las poblaciones más grandes observadas hasta ahora se encuentran en el complejo cenagoso ZárateMalibú, en Plato, Magdalena. Distribución de Copernicia tectorum [43].
Biología
La palma sará es excepcional en cuanto a su adaptación a condiciones extremas de sequía e inundación: en la temporada octubre 2010-enero 2011, por ejemplo, la inundación llegó hasta 4.5 m sobre el nivel del suelo en algunos palmares de la Ciénaga Cuchillo, en Plato, Magdalena. También se observa su resistencia a incendios que se dan de forma natural o por intervención humana durante las largas temporadas de sequía [282, 283]. Estas adaptaciones le han permitido establecerse en extensas áreas, en las que la palma es el componente dominante de la vegetación, ya que ninguna otra especie de porte arbóreo logra tolerar las condiciones extremas de sequía e inundación. La palma también se encuentra, aunque en menor abundancia, en áreas con inundaciones menos extremas; incluso permanecen palmas adultas aisladas en potreros, rastrojos y fragmentos de bosques no inundables. Esta especie tiene una diversidad de interacciones bióticas que, según Troth [282], son inusuales para una palma: es hospedero de
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Individuo juvenil de la palma sará (Copernicia tectorum) que sobrevivió a un incendio. Se observan las hojas quemadas, pero un nuevo cogollo en crecimiento. (C. Torres).
Sará - Copernicia tectorum
Palmares de Copernicia tectorum. Se observa el contraste entre las condiciones de extrema sequía e inundación. (C. Torres).
termitas, hormigas y avispas; las aves hacen nidos en la parte baja de la corona; los frutos son alimento para peces, aves y mamíferos, y varias especies de hemiepífitas, especialmente del género Ficus, crecen sobre ella [282, 283]. Todo esto hace que la palma revista una gran importancia ecológica en los complejos cenagosos, donde es el componente dominante de la vegetación. La estructura actual de las poblaciones es una combinación del efecto de factores naturales y antrópicos, siendo el más importante la dinámica fluvial entre los complejos cenagosos y los ríos. En palmares no cosechados o con cosecha de cogollos solo en palmas subadultas (altura de tallo mayor a 1.6 m) y adultas, predominan las palmas de estas dos clases, con densidades
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Poblaciones de la palma sará (Copernicia tectorum) en Plato, Magdalena. Se observa el predominio de individuos adultos, una buena regeneración natural, pero muy pocos individuos en las clases juveniles. (C. Torres).
entre 350 y 900 palmas por hectárea. En palmares donde la cosecha de cogollos se hace en palmas juveniles, como en Magangué, esta retrasa su crecimiento, por lo que las palmas se quedan en las clases juveniles, lo que deja a la población sin posibilidad de reproducirse. En los lugares donde existen palmas adultas y por tanto buena regeneración natural, los individuos llegan usualmente solo a juveniles y luego mueren por causa de las inundaciones prolongadas o por el ramoneo. Esto se podría explicar en parte por la alteración de la dinámica hídrica (especialmente interrupción de los flujos entre los ríos, caños y ciénagas por causas antrópicas), ya que la dinámica de la población tiene una fuerte relación con esta.
Estructura de la población de palma sará (Copernicia tectorum) en Magangué y Córdoba (Bolívar) y Plato (Magdalena).
Copernicia tectorum tiene un crecimiento rápido y una alta producción de hojas -incluso en palmas sometidas a cosecha de cogollos- en comparación con otras palmas. Torres [283] reporta que una palma puede tardar unos 23 años en llegar a ser adulta y que en este estado puede producir entre 12 y 33 hojas en un año. Esto se debe probablemente a que la palma crece a plena exposición y los suelos son abonados de forma permanente por residuos vegetales que trae el agua en los períodos de inundación; por otra parte, a aquellas palmas a las que se les corta el cogollo usualmente se les deja el pecíolo, y este probablemente continúa haciendo fotosíntesis.
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Sará - Copernicia tectorum
Usos y mercados
El uso comercial más importante de la sará es la cosecha de los cogollos de palmas juveniles y adultas, de los cuales se obtiene fibra para trabajo artesanal. Los cogollos se ponen a secar al sol y posteriormente los segmentos se separan, se les corta el borde y luego se dividen longitudinalmente para obtener varias hebras con las que se procede a tejer trenzas; finalmente, las trenzas se cosen para elaborar sombreros, el producto más importante que se elabora en Magangué, principal centro de transformación artesanal de la fibra de la palma sará. También se tintura a veces la fibra, especialmente con productos químicos, y así, con las trenzas tejidas de colores, se elaboran productos con mejores diseños y acabados, como bolsos, individuales y porta-celulares, entre otros [284]. La cosecha de hojas para techos se hace de palmas subadultas y adultas, pero con mayor con abundante producción de hojas en la que se intensidad por palma, ya que se pueden cortar Palma observa la presencia de 6 cogollos en desarrollo. (C. Torres). al tiempo casi todas las hojas expandidas (hasta 30), dejando la palma con 2 ó 3 hojas únicamente. Los recolectores afirman que las palmas luego renuevan toda la copa y no se mueren como consecuencia de la cosecha. Este uso solo se hace actualmente en Plato, porque en Magangué hay pocas palmas de las clases adecuadas para este tipo de cosecha y además tienen muy pocas hojas. Las hojas se utilizan especialmente para las construcciones domésticas de los mismos recolectores, lo que significa que la cosecha es de baja frecuencia e intensidad; únicamente se vende fuera del área en caso de que haya un encargo para alguna construcción en Plato o en Zambrano (Bolívar). Hace cuarenta años los techos de palma sará eran más comunes en todos los poblados de la región, lo que significó una cosecha muy intensa, que según el reporte de los recolectores pudo llegar hasta 40.000 hojas/mes. Los tallos también se talan para construcción de cercas y paredes, uso que actualmente se considera de baja intensidad, ya que la demanda es solo local para las viviendas del corregimiento de San José del Purgatorio, en Plato. Se dice que los tallos pueden durar sumergidos en el agua hasta 40 años.
Manejo pasado y actual
La cosecha de cogollos en palmas adultas y subadultas, se hace con la herramienta llamada puntilla, que puede ser una sección de un machete o una herramienta más elaborada en forma de hoz, que facilita el corte y asegura que este sea más preciso para no dañar los cogollos que vienen saliendo. Esta forma de cosecha parece no afectar el crecimiento de la palma, ya que esta puede continuar con la producción de hojas, incluso si queda con muy pocas después de la cose-
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Artesanías tejidas con fibra de los cogollos de la palma sará (Copernicia tectorum). (C. Torres).
A
B
Palma sará (Copernicia tectorum) utilizada en construcciones domesticas. A, hojas para techo; B, tallos para pared. (C. Torres).
cha (aunque esta práctica no es recomendable) y tampoco se afecta la reproducción. En cambio, la cosecha de palmas juveniles (menos de 1 m de altura) sí tiene un impacto negativo para la población, como ha ocurrido en Magangué, donde la oferta limitada de la palma (porque se talaron los
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Sará - Copernicia tectorum
palmares para ser reemplazados por cultivos y pastos) ha forzado a los cosechadores a sobreexplotarla; como consecuencia de esto, actualmente hay muy pocas plantas adultas, poca regeneración natural y predominio de individuos de clases juveniles que no han podido crecer de forma normal, quedando “enanas”, como resultado del efecto combinado de la cosecha y el ramoneo [283].
A
B
Cosecha de cogollos de la palma sará (Copernicia tectorum); A, acceso al cogollo; B, detalle de la herramienta de corte en forma de hoz. (C. Torres).
Algunas prácticas recomendadas para el aprovechamiento sostenible de la palma sará (Copernicia tectorum) • Cosecha selectiva: solo debe hacerse el corte de hojas y cogollos en palmas subadultas (tallo de más de 1.6 m de altura) y adultas, y excepcionalmente en juveniles que tengan al menos 10 hojas y una altura de tallo de 1 m (parámetros actuales de cosecha en Plato). Esto significa que se debería limitar la cosecha en la mayoría de palmas de Magangué que no cumplan estas características. En cualquier caso, las palmas nunca se deben dejar con menos de cinco hojas. • Limpieza: esta práctica es necesaria, ya que se encontró abundante presencia de hemiepífitas y enredaderas terrestres, y una tendencia a su aumento, lo que ha sido descrito por los recolectores como “aumento del bejucal”; además, se ha comprobado que la presencia de hemiepífitas disminuye el crecimiento, aumenta la mortalidad y disminuye la producción de frutos. • Dotación de herramientas de corte apropiadas y trabajo de capacitación, sensibilización y seguimiento con los recolectores para evitar el daño de los cogollos nuevos y la muerte de las palmas. • Introducción de prácticas como entresaca y disminución en la intensidad del pastoreo para favorecer el reclutamiento de las palmas jóvenes.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Palmares de sará (Copernicia tectorum) sobrecosechados. Magangué, Bolívar. (C. Torres).
Para mantener la viabilidad y funcionalidad de las poblaciones de palma sará es prioritario detener la tala de palmares para uso comercial de tallos en construcción y restablecer la dinámica natural de los complejos cenagosos y su interacción con los caños y ríos. Todo lo anterior debe ir acompañado por procesos de capacitación entre recolectores; el establecimiento de acuerdos entre propietarios de predios donde crece la palma, recolectores y artesanos, para la conservación de esta; y actividades de seguimiento, tanto por parte de las autoridades ambientales como de los mismos recolectores. En los lugares donde hay abundancia de palmas adultas (especialmente en el complejo cenagoso Zárate-Malibú) se recomienda permitir la cosecha de los cogollos para uso artesanal, teniendo en cuenta que esta no afecta de manera significativa ni la reproducción ni el crecimiento de las palmas, dada la elevada tasa de producción de hojas; incluso es posible la cosecha de las hojas y tallos solo para uso doméstico en construcciones locales. Por tal motivo, cualquier iniciativa de las autoridades ambientales para regular el uso de los recursos naturales en estas zonas deberá considerar la posibilidad de la cosecha de este producto no maderable, ya que la forma de cosecha y manejo que han hecho de forma tradicional las comunidades que viven en esta zona, ha permitido la conservación de los palmares. Por el contrario, en los palmares sobrecosechados, como los de Magangué, se debe regular la cosecha para dejar que las palmas se recuperen, y se debe fomentar el cultivo de la palma en áreas de uso comunitario; del mismo modo, para no afectar la actividad artesanal, de la cual dependen más de 200 familias en este municipio, se requiere apoyar y fortalecer la articulación en
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Sará - Copernicia tectorum
la cadena de provisión (propietarios de predios donde crece la palma, recolectores, acopiadores, artesanos y autoridades ambientales), ya que la oferta de cogollos de los palmares de Plato está en capacidad de sustentar la demanda para el trabajo en Magangué.
Palmas de sará (Copernicia tectorum) con la copa cubierta por residuos vegetales y plantas hemiepifitas cuyas semillas fueron transportadas por la inundación. Para ellas se recomienda la práctica de limpieza. (C. Torres).
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Tagua Phytelephas macrocarpa
Tagua - Phytelephas macrocarpa
TAGUA (PHYTELEPHAS MACROCARPA) Rodrigo Bernal Nota: La información presentada corresponde a la tagua del Chocó, Urabá y la cuenca del Magdalena, Phytelephas macrocarpa, pues la información disponible sobre la tagua de Tumaco, Phytelephas tumacana, es muy poca. Sin embargo, es probable que la mayor parte de los datos biológicos sean semejantes para ambas especies, aunque la especie de Tumaco alcanza mayor altura y no tiene tallo postrado sobre el suelo.
Otros nombres comunes
Antá (Chocó, Costa Pacífica); cabeza de negro (Tolima; en desuso); cuca (Tolima); yarina (Amazonas) [43].
Nombres indígenas
Chipati (cocama); sagu (cuna); ãtá (embera); ngumü chi (tikuna); taaudau (waunana); pátiu (yagua) [43].
Tagua (Phytelephas macrocarpa). A, Planta masculina; B, planta femenina. (R. Bernal.)
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Descripción
Tallo de tagua (Phytelephas macrocarpa). (R. Bernal).
A
Tallo solitario, subterráneo o postrado sobre el suelo y parcialmente erguido, 1-4 m de alto y 25 cm de diámetro. Hojas 12-27; pecíolo hasta 40 cm de largo, verde, por encima cóncavo y algo elevado en el centro; raquis 2.4-7 m de largo; pinnas 67-95 a cada lado, regularmente dispuestas, insertas en un mismo plano, horizontales, lineares a estrechamente lanceoladas, con una vena secundaria notoria por debajo cerca de cada margen, las pinnas medias de hasta 89 cm de largo y 4-5 cm de ancho. Inflorescencia masculina de hasta 1.5 m de largo; pedúnculo 36 cm de largo; espiga 69120 cm de largo, 5 cm de diámetro, pasando de color crema a pardo oscuro, pudriéndose rápidamente después de la floración. Flores masculinas 1.5-2 cm de largo; estambres 200-400. Inflorescencia femenina con pedúnculo de 25 cm de largo, 6 cm de diámetro; cabezuela con 5-10 flores, de hasta 20 cm de largo. Infrutescencia casi esférica, de unos 30 cm de diámetro, con 5-9 frutos de unos 13 cm de diámetro, achatados, con protuberancias leñosas delgadas de 1.5-2 cm de largo, cada uno con 5-7 semillas.
B
Inflorescencias de tagua (Phytelephas macrocarpa). A, inflorescencia masculina; B, inflorescencia femenina. (R. Bernal).
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Tagua - Phytelephas macrocarpa
A
B
Frutos y semillas de tagua (Phytelephas macrocarpa). A, frutos; B, semillas peladas. (R. Bernal).
Distribución
Tierras bajas del Pacífico, principalmente cerca de la costa, desde Urabá y el Darién hasta los alrededores de López de Micay (Cauca); Alto Sinú, Magdalena Medio (Antioquia, Boyacá, Cesar, Norte de Santander, Santander y Cundinamarca, cerca de Yacopí) y alto Magdalena (Huila y Tolima), hasta el sur de Guadalupe, en los límites con Caquetá, y los alrededores de San Agustín; cuenca del Catatumbo al oriente de Ábrego; una pequeña población aislada (y quizás ya desaparecida) en la cuenca del río Cauca, entre Corozal y Miravalles, al sur del Municipio de La Victoria (Valle del Cauca), y sur del Trapecio Amazónico, cerca al Río Amazonas. En bosques húmedos por debajo de 300 m, pero alcanzando hasta un poco más de 1700 m en el alto Magdalena en Huila [43].
Biología
La tagua crece sobre terrazas temporalmente Distribución de Phytelephas macrocarpa [43]. inundables en las orillas de los ríos, donde llega a formar palmares densos, llamados taguales, con un promedio de 352 plantas adultas por hectárea, la mitad de ellas hembras. También crece a veces en terrenos pendientes, en los que por lo general no desarrolla un tallo por encima del suelo [43]. En la cuenca del Magdalena casi todas las palmas tienen tallo muy corto y subterráneo y, aparentemente, ya no se encuentran allí palmas con tallo grande y postrado como las que hay en las terrazas aluviales del Pacífico. Esto se debe probablemente a la eliminación de la especie en la mayor parte de los terrenos planos de esta región, pues hay reportes de principios del siglo XX de palmas con tallo largo y postrado [285].
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Tagual, bosque dominado por la tagua (Phytelephas macrocarpa) en el Río Boroboro, Chocó. (R. Bernal).
Bernal [286] estudió las poblaciones de esta especie en los taguales de suelos aluviales del Río Boroboro, en la costa del Pacífico, cerca del Parque Nacional Utría. Allí las palmas forman un dosel denso por debajo del dosel del bosque, por lo que la luz que llega al suelo es muy poca. Las poblaciones de la palma están compuestas en un 90 % por plántulas, que miden alrededor de 60 cm y tienen 1-3 hojas pinnadas. La mortalidad de las plántulas en los primeros 7 años es muy alta, y solo el 5.6 % de ellas llegan a ser adultos. Los palmares tienen así un rico banco de plántulas que está a la espera de la formación de un claro para poder desarrollarse. Los claros se forman por la caída de una palma, ya sea por su propio peso o derribada por la caída de un árbol del dosel o de una rama grande. En estos claros una o más plántulas se desarrollan rápidamente hasta llegar a adultos. El desarrollo de una plántula hasta iniciar su reproducción toma unos 24 años [39]. Sin embargo, esta cifra toma en cuenta el crecimiento promedio de todas las plántulas de la población, que para la mayoría de ellas es muy lento, así que el tiempo real que una planta requiere para llegar a adulta probablemente sea menor. Las palmas adultas desarrollan un tallo inclinado que está postrado sobre el suelo y es erguido solo en su extremo, alcanzando hasta unos 3 m de alto. Al llegar a esta altura, el peso de la corona de hojas y de los racimos de frutos (en las plantas hembra) causa la caída de la palma [287]. Sin embargo, la caída no ocasiona su muerte, pues las abundantes raíces adventicias que hay en la cara inferior del tallo facilitan su rápido enraizamiento. La corona retoma su crecimiento vertical hasta que se presenta una nueva caída. Las partes viejas del tallo que están sobre el suelo se van descomponiendo con el tiempo. De esta manera, creciendo por el ápice y muriéndose por la base, la palma renueva permanentemente sus tejidos y tiene una vida potencialmente indefi-
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Tagua - Phytelephas macrocarpa
nida. La edad que se puede estimar para las palmas es sólo la representada en la parte del tallo que queda. La mayor edad estimada de esta manera para una palma fue de 184 años [39]; sin embargo, las palmas seguramente viven mucho más. La principal causa de muerte de las palmas adultas, en los bosques de las planicies aluviales del Pacífico, es la erosión de las orillas de los ríos como consecuencia de la migración del cauce, lo cual arroja las plantas al agua [39]. La segunda causa de muerte es el estrangulamiento de la corona por las raíces del árbol de yarumo (Cecropia obtusifolia). Estas raíces, provenientes de árboles que se desarrollaron aprovechando los mismos claros que las palmas, crecen hacia dentro de la corona de la palmera buscando el humus que resulta de la abundante hojarasca que ésta atrapa, pues por la disposición de sus enormes hojas funciona a manera de un gigantesco embudo [288]. De esta manera la palma se fertiliza a sí misma atrapando hojarasca, pero paga por ello con la muerte de algunos individuos. La tagua es una especie dioica, con plantas masculinas y plantas femeninas. La proporción de sexos en la población es de 1 a 1. En la Costa Pacífica hay un pico de floración entre febrero y mayo, aunque se encuentran individuos aislados en flor a lo largo del año. Las inflorescencias masculinas, carnosas y putrescibles como hongos, son visitadas por miles de pequeños escarabajos estafilínidos del género Amazoncharis, emparentados con los que se reproducen en diversas especies de hongos carnosos; estos estafilínidos se reproducen exclusivamente en las inflorescencias masculinas de la tagua y son los que polinizan las flores femeninas [289]. La floración de individuos aislados a lo largo del año garantiza la supervivencia del insecto por fuera de la estación de floración. Los frutos toman más de tres años para desarrollarse, y hay frutos maduros a lo largo del año. Al madurar el fruto se quiebra su cáscara leñosa y las semillas caen al suelo envueltas en la pulpa anaranjada del mesocarpo. De allí las remueven los roedores, principalmente los guatines o ñeques (Dasyprocta punctata). Es también del suelo de donde las recogen los cosechadores. En el río Boroboro cada palma hembra produce 30 semillas por año en promedio, para una producción total de 5215 semillas por hectárea por año. Las semillas están envueltas por un endocarpo leñoso de color café claro de cerca de 1 mm de espesor. Es necesario dejarlas secar durante varios días para poder quebrar el endocarpo y extraerlas. Son de color café chocolate por fuera y de color cremoso por dentro y en promedio pesan alrededor de 50 gramos cuando están secas. Las semillas toman unos 2.5 años para germinar.
Plántula de tagua (Phytelephas macrocarpa). (R. Bernal).
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Usos y mercados
En todas las regiones donde crece la palma se usan sus hojas para techar, y los techos pueden durar hasta cinco años si están bien tejidos; el endosperma inmaduro se consume ocasionalmente durante el trabajo en el bosque. Phytelephas macrocarpa y Phytelephas tumacana fueron las especies más utilizadas en la era dorada de la tagua en los siglos XIX y XX [184]. La tagua apareció por primera vez en las estadísticas colombianas de 1840 y 1841, años en los que constituyó una pequeña fracción de las exportaciones. Su comercio continuó creciendo sin interrupción, y entre la década de 1860 y el año 1891 hizo una contribución modesta pero constante a las exportaciones colombianas [290]. Alcanzó su punto más alto en el siglo XIX entre 1875 y 1878, cuando llegó a ser el sexto producto más importante de las exportaciones, con un 3.1 % del total de las divisas [291]. De allí en adelante fluctuó, alcanzando su pico en 1911, con un 3.4 % del total de exportaciones. Después de esa fecha declinó hasta desaparecer por completo de los mercados internacionales en los años 50 del siglo XX [292]. Sin embargo, gran parte de la tagua que salía de la costa del Pacífico norte era llevada directamente a Panamá y muy probablemente no ingresaba a las estadísticas del país, así que las exportaciones probablemente fueron mucho mayores que lo mostrado por las cifras disponibles. La explotación de la tagua fue uno de los factores determinantes en el poblamiento de Urabá y el norte de la Costa Pacífica, y su extracción y comercio generaron grandes emporios y barones que controlaban el negocio. En Urabá, uno de estos capos controlaba a los cosecheros manteniéndolos atrapados mediante el sistema de endeudamiento [293], mientras que en Tumaco algunos de los comerciantes de tagua acuñaban su propia moneda para forzar a los cosechadores a abastecerse en sus almacenes [43]. En la costa del Chocó, las semillas a menudo eran trocadas a los comerciantes por mercancías y utensilios domésticos. Cuando se acabó el boom de la tagua a mediados del siglo XX, el uso del producto sobrevivió en Chiquinquirá, donde varias fábricas de artesanías continuaron produciendo diversos productos, la mayoría de ellos torneados [294]. Estas fábricas, que aún existen, se abastecen de tagua proveniente del Magdalena Medio, principalmente de Boyacá y Santander. En 1992 la Fundación Inguedé, de Bogotá, inició un proyecto de capacitación de artesanos en El Valle, Chocó, para la producción de tallas y joyas en tagua [286]. A partir de este proceso, la tagua recobró su importancia a nivel local y se convirtió en fuente de ingresos para numerosas familias chocoanas. Posteriormente se ha extendido su uso a otras regiones del país y ahora la tagua es un material común
Talla y joyas hechas con semillas de tagua (Phytelephas macrocarpa). (R. Bernal).
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Tagua - Phytelephas macrocarpa
entre las artesanías colombianas. Una industria productora de artículos de tagua en Bogotá produce botones desde 1985, aproximadamente, y artículos de bisutería desde el año 2000. En la actualidad emplea a unas 30 personas de manera directa y a 20 más de manera indirecta. Entre 2007 y 2010 la empresa utilizó hasta 10 ton de semillas por año pero actualmente no pasa de 5 ton [317].
Manejo pasado y actual
El aspecto exterior de los racimos de la tagua no revela su estado de maduración, y en el momento en que los frutos alcanzan su tamaño final, las semillas todavía no están completamente maduras. Por esta razón, el momento ideal para recolectar las semillas es cuando estas caen al suelo, al abrirse los frutos. Por su gran peso, las semillas caen al pie de la palma. En la época dorada de la tagua, los cosecheros se internaban en los taguales a recoger semillas, y era tanta la competencia entre cosechadores, que se salía a recoger incluso durante la noche [39]. No se tienen registros de que se utilizara con la tagua del Chocó, Urabá o el valle del Magdalena la mala práctica del maceo, que se utilizaba en la costa ecuatoriana [295], la cual consistía en recolectar los racimos que todavía no estaban maduros para ponerlos a madurar enterrándolos en el suelo. Como la especie de tagua que crece en Ecuador, Phytelephas aequatorialis, tiene tallo erguido, que a veces se eleva hasta 5 m, esta práctica llevaba a veces a los cosecheros a derribar las palmas. Es posible que el maceo se haya usado en Colombia con la tagua de Tumaco, Phytelephas tumacana, pero no se ha recabado información al respecto. En 1991, los ancianos de la Costa Pacífica del Chocó coincidían en afirmar que la cosecha de semillas de tagua durante casi un siglo no había afectado las poblaciones de la palma y que los taguales se habían mantenido en buen estado. Esto se debió, sin duda, a la longevidad de la palma, que amortigua fácilmente los cambios en el número de plántulas y de palmas jóvenes. De esta manera, aunque es obvio que el número de plántulas en los taguales debió de reducirse severamente durante ese tiempo, la mayoría de las palmas adultas sobrevivieron y permitieron que la población recuperara en pocos años su estructura normal, una vez acabada su explotación.
Cambio en la tasa de crecimiento poblacional, λ, de la tagua (Phytelephas macrocarpa) bajo diversos regímenes de intensidad de cosecha. [39].
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas
Lo anterior está soportado por el modelo poblacional construido por Bernal [39] para las poblaciones del río Boroboro. Las simulaciones hechas en este modelo muestran que se podría cosechar hasta el 86 % de todas las semillas producidas, sin que la tasa de crecimiento poblacional, λ, fuera inferior a 1, el punto en el que población se mantendría estable. Es muy probable que, incluso bajo un régimen de cosecha intensa, la cifra total de semillas recolectadas no alcance ese 86 %, pues muchas semillas serían enterradas por los roedores o sepultadas por crecientes relámpago de los ríos, antes de ser encontradas por los cosecheros. Y son precisamente esas semillas que son removidas del pie de las plantas madre las que tienen mayor posibilidad de llegar a adultas. Así pues, la tagua ofrece excelentes condiciones biológicas para un aprovechamiento intensivo. Debe permitirse la cosecha libre de semillas en las áreas donde hay taguales, con la garantía de que la cosecha no afectará la supervivencia de la especie. Cada permiso de aprovechamiento debe ir acompañado de un estudio preliminar de las poblaciones y monitoreos periódicos cada cinco años. Períodos de monitoreo más cortos que estos probablemente no revelarán cambios notables en los taguales. El no otorgamiento de permisos de aprovechamiento acarreará la destrucción de la palma, al no tener esta ningún valor para los dueños de las áreas donde crece. Así, por ejemplo, en el río Cupica, donde Seeman [296] encontró extensos taguales a mediados del siglo XIX, la especie desapareció casi por completo cuando se acabó el comercio de la tagua [286], pues fue reemplazada por cultivos de arroz o por potreros. Una práctica de manejo que se utiliza en Ecuador consiste en eliminar palmas macho de los taguales para dejar más espacio a nuevas palmas hembra. Consideramos que esta práctica no es recomendable, debido a la gran especificidad de los estafilínidos polinizadores. Un número reducido de palmas macho pondría en riesgo la supervivencia de estos insectos durante las épocas de baja floración, afectando posteriormente la polinización y por consiguiente la producción de semillas.
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ZANCONA Socratea exorrhiza
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ZANCONA (SOCRATEA EXORRHIZA) Jaime Navarro
Otros nombres comunes
Araco (Guainía y Llanos Orientales); araque, (Llanos Orientales); cachuda zancona (Guaviare); crespa (Pacífico); choapo, chuapo (Guainía, Llanos y Vaupés); chonta (la madera, generalizado); chonta pambil, gualte macho (Nariño); guasaina (La Macarena); jira (Darién); macanilla (Guainía); palma mulata (Cauca y Nariño), pachúa zancona, pachuda zancona, pachuba pequeña (Vaupés); patona (Meta y Santander); patuda (Antioquia y Vaupés); pona lisa (Trapecio Amazónico); ponilla (río Amazonas); raíza (Chocó); rallador, ralladora (Amazonia y Putumayo); raspador (Putumayo); yaripa zancona (Amazonas); zancona (Amazonia, Pacífico, La Macarena) [43].
Nombres indígenas
Huba (achagua); pooko (andoque); upa (baniva); hiriwa (carijona); anaku tsatsavó (cofán); éwani kíhiñi, ebáñi maihóbariño, ñobeañi, ñopoñu, piohoko (cubeo); ẽeñá, púpa (curripaco); mii (desano); arra sĩi, hira (embera); komálbot (jitnu); himuntë́gn (kakua); iguayi, ikwahii (miraña); igaiko, igüayi, takimiku (muinane); huru, hurudã (nukak); poá, puuba (piapoco); poabä (piaroa); kohsáño (piratapuyo); kupa, uom sowai (puinave); misiboto (sikuani); bonbon, ñikó (siona); gõháño (siriano); kajá (tanimuca); pupaphí (tariano); eta, etá irakü (tikuna); wahtáño, wahtáhsaro (tukano); wahta méhtaña (tuyuca); dorida, imeda (uitoto); khósao (wanano); häbübü (waunana); pupa (yukuna) [43].
Descripción
Palma arborescente de tallo solitario de hasta 28 m de alto y 15 cm de diámetro, grisáceo. Raíces epigeas de hasta 2.8 m de alto, formando un cono espaciado de color pardo y con espinas amarillentas muy agudas. Hojas hasta 8, pinnadas; vaina cerrada formando un capitel de hasta 1.8 m de largo, verde grisáceo; pecíolo hasta 46 cm de largo, cilíndrico; raquis hasta 3.2 m de largo con 15-26 pinnas regularmente dispuestas, divididas longitudinalmente hasta en 8 segmentos orientados en diferentes planos, de margen mordisqueado. Inflorescencias por debajo de las hojas, hasta 90 cm de largo; pedúnculo hasta 50 cm de largo, con 3-6 brácteas pedúnculares de hasta 70 cm de largo; raquilas 11-17, colgantes. Frutos elipsoides u obovoides de hasta 4 cm de largo, amarillentos al madurar, con una sola semilla elipsoide y café. Plántulas con hojas bífidas, los segmentos mordisqueados hacia la punta [43, 113].
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Hábito de la zancona (Socratea exorrhiza). (R. Bernal).
Zancona - Socratea exorriza
A
B
Raíces de zancona (Socratea exorrhiza). A, conos de raíces; B, detalle de las espinas de las raíces. (J. Navarro).
Inflorescencia de zancona (Socratea exorrhiza). (J. Navarro).
Infrutescenciasde zancona (Socratea exorrhiza). (R. Bernal).
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Distribución Se encuentra en toda el área tropical húmeda del país, desde la Costa Pacífica hasta la Amazonia y los Llanos Orientales. Es común en bosques tropicales de zonas bajas, desde el nivel del mar hasta 1150 m de altura, desde Nicaragua hasta Venezuela, las Guayanas, Bolivia y Brasil [43, 113].
Biología La zancona crece tanto en bosques temporalmente inundables como de tierra firme, sobre suelos arenosos y arcillosos. En los bosques de los alrededores de Leticia es una especie medianamente abundante, y se pueden encontrar hasta 127 individuos por hectárea (sin incluir plántulas), 16 de ellos con tallo de más de 10 cm de diámetro. En otros sectores de la Amazonia la zancona es una de las 10 especies más abundantes, con densidades de hasta 47 palmas por hectárea (>10 cm de diámetro) [116, 133, 297].
Distribución de Socratea exorrhiza [43].
Las poblaciones de zancona en los alrededores de Leticia presentan alta prevalencia de plántulas (98 % aproximadamente); sin embargo, cada año muere más de la mitad de ellas, principalmente por la caída de ramas u hojas de las palmas madres. De tal forma que las palmas que logran desarrollarse son generalmente las que se encuentran lejos de la sombra de caída de hojas de las madres. Por otro lado, la apertura de claros favorece el crecimiento de la zancona [43, 113], y en estos sitios puede desarrollar tallos más robustos y alcanzar el estado adulto con apenas 6 m de alto. Las raíces zancos, que comienzan a aparecer casi desde la germinación de la semilla, le sirven a la palma para adquirir estabilidad y comenzar a elongar el tallo, permitiéndole aprovechar pequeños claros para crecer rápidamente y alcanzar el dosel [113]. De esta manera, el desarrollo del cono de raíces (su número, altura y diámetro) ayuda a que el tallo alcance más rápido grandes alturas, a pesar de que presenta diámetro pequeño y su sistema de raíces subterráneo no es tan grande como el de otras palmas [298]. Sin embargo, el solo cono de raíces no es suficiente para que la palma alcance grandes alturas, por lo que es necesario incrementar el diámetro y lignificar y endurecer el tallo con la edad [299]. Por otro lado, las raíces le permiten a la palma levantarse después de haber sido derribada (solo se ha visto en palmas de menos de 3 m de alto), por lo que también podría ser un mecanismo adaptativo para resistir los daños mecánicos provocados por la caída de ramas, tan frecuente en los bosques tropicales. Las espinas que cubren las raíces, que en realidad son pequeñas raíces laterales, sirven como sistema de aireación en suelos anegados, aunque también puede ser un sistema de defensa contra posibles depredadores de flores provenientes del suelo [113].
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Zancona - Socratea exorriza
La edad de una palma zancona de 20 m de altura es de aproximadamente 75 años, siendo las fases de plántula e infantil las más largas (aproximadamente 10 años). La etapa reproductiva la alcanzan a los 10 m de altura cuando tienen una edad aproximada de 35 años. Sin embargo, en zonas con buena disponibilidad de luz, el tiempo se puede reducir a menos de la mitad (15 años). La edad máxima de una zancona (28 m de alto) es de unos 135 años. La zancona florece y fructifica a todo lo largo del año [43, 113], con picos de floración en diferentes épocas del año dependiendo de la localidad [133]. La polinización se da principalmente por escarabajos de los géneros Phyllotrox y Mystrops [113]. El desarrollo del fruto toma alrededor de 11 meses. Los frutos maduros son consumidos por monos, guacamayas y tucanes, y los que caen al piso, por saínos (Tayassu tajacu), dantas (Tapirus terrestris) o venados (Mazama americana) Plántula de zancona (Socratea exorrhiza). (G. Galeano). [113, 133]. En Leticia se han contabilizado en promedio 242 frutos por infrutescencia; con un promedio de dos infrutescencias por palma y 7 palmas reproductivas por hectárea, se podrían encontrar alrededor de 3300 semillas por hectárea cada año. Los frutos se pueden cosechar del suelo o directamente de la palma, pero la primera opción es la más ventajosa, ya que mejora la germinación. La germinación de las semillas cosechadas del suelo es de cerca del 75 %, si se riegan regularmente [193].
Usos y mercados La zancona se utiliza principalmente en construcciones rurales para pisos, paredes y como soporte para techos, debido a la dureza y durabilidad del tallo [97, 135]. Uno de los usos más generalizados, especialmente en la Amazonia colombiana, es el de soporte para techos: sobre trozos de tallos de zancona (llamados ripas) se tejen las hojas de caraná (Lepidocaryum tenue) para formar las secciones de techo (paños o criznejas) que se emplean en malocas y casas. Distintas partes de la zancona se usan para varios fines: el tallo también se emplea para fabricar arcos y flechas; las hojas se usan para techar construcciones temporales; secciones de las raíces se usan para rallar tubérculos y plátano; el palmito también es comestible; las larvas de mojojoy que crecen en los tallos caídos se recolectan para la alimentación y las semillas se usan en collares [113, 140]. Con todo, el principal mercado que presenta actualmente la zancona es el relacionado con los paños de caraná, pero no se cuenta con precios del producto, ya que la extracción de la ripa está incluida en el proceso de elaboración de los paños, cuyo precio oscila entre COP 3500 y
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5000 dependiendo de la longitud y el tejido que se elabore. Las ripas usadas para comercio son generalmente más pequeñas que las usadas en casas propias; así, la de un paño que se comercializa mide 2.5-3 cm de ancho, mientras que la de una casa propia mide 4-5 cm de ancho. Una ripa más ancha ayuda a prolongar la vida del paño, ya que si es muy delgada tiende a pudrirse más rápido en contacto con la humedad. Por otro lado, las ripas anchas pueden ser reutilizadas cuando se cambia un techo. El uso de ripas delgadas en Ripas de zancona (Socratea exorrhiza) empleadas para tejer hojas de caraná paños para la venta está di(Lepidocaryum tenue). (J. Navarro). rectamente relacionado con la baja disponibilidad de palmas adultas, pues los extractores tratan de maximizar el poco producto que consiguen. El techo gigantesco de una maloca tradicional tiene cerca de 25.000 hojas de caraná [43], es decir, unos 250 paños; las ripas para tejer estos paños pueden requerir entre 10 y 20 zanconas adultas. El incremento en el uso de techos de caraná en Leticia ha generado gran presión sobre las poblaciones de zancona, ya que para la mayoría de comunidades asentadas allí solo esta especie proporciona la madera apropiada para tejer los paños. Esto ha llevado a la desaparición de la palma cerca a las comunidades, siendo incluso más dispendioso conseguir la ripa que la hoja de caraná para elaborar los paños. La escasez de zancona ha llevado incluso a cortar palmas de menos de 15 m de alto, que es la talla mínima apropiada. Si bien la zancona es la fuente principal de ripas para los paños de caraná, algunas personas (especialmente provenientes de Perú) utilizan el tallo del platanillo (Phenakospermum guyannense) para este fin; existen contradictores que afirman que las ripas de esta especie se doblan fácilmente y se pudren más rápido. Es necesario estudiar con más detalle la durabilidad y propiedades del platanillo para difundir su uso en los techos de caraná. Por ser una especie de tallos cespitosos cuyo crecimiento es más rápido que el de la zancona, el uso del platanillo podría ayudar a disminuir la presión sobre las poblaciones de zancona.
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Semillas de zancona (Socratea exorrhiza). (J. Navarro).
Zancona - Socratea exorriza
Tejiendo las hojas de caraná (Lepidocaryum tenue) sobre una ripa de zancona (Socratea exorrhiza) para formar un paño. (J. Navarro).
Las semillas de zancona también se comercializan, aunque en pequeña escala, ya que al igual que otras semillas de palma se pueden emplear en bisutería. Su uso más común es en collares, aretes y cortinas.
Manejo pasado y actual
Como el uso principal de la zancona implica la muerte de la palma, es necesario que la actividad extractiva cuente con reglas de extracción claras. Tradicionalmente se cosechan las palmas más viejas cuyos tallos pueden ofrecer entre tres y cinco trozas de 3 m de largo. Las zanconas de 20 m o más pueden ofrecer hasta cinco trozas, mientras que tallos más cortos ofrecen generalmente tres trozas. El corte de las palmas grandes garantiza que el individuo haya dejado suficiente descendencia; además, las ripas que se sacan de estas palmas son más resistentes debido a que el tallo está más lignificado. Sin embargo, ante la escasez de palmas viejas los cosechadores tienden a cortar tallos de adultos jóvenes que aún no producen suficiente ripa, o la producen de mala calidad debido a que el tallo no se ha endurecido lo suficiente. Si se sigue la simple regla de cortar solo las palmas más altas, la población de zancona no se ve afectada y se puede recuperar satisfactoriamente, debido a que las palmas que más aportan al crecimiento y mantenimiento de la población son las menores de 15 m de alto. De tal forma que la cosecha de los adultos mayores a 15 m de alto no tendrá un impacto significativo sobre el
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crecimiento poblacional. Por otro lado, no todas las palmas adultas son aptas para cosechar, debido a que a veces tienen tallos muy torcidos y la ripa que ofrece no es de buena calidad; de esta forma, siempre queda una proporción de individuos adultos dentro del bosque que continuarán aportando semillas a la población. Los cosechadores tradicionales tienden a dejar y proteger las palmas jóvenes, pensando que en el futuro les pueden servir para su casa. Sin embargo, hay personas que al ir a extraer productos al bosque o al abrir chagras cortan cualquier planta que se cruza en su camino, incluyendo las zanconas jóvenes. La pérdida de una palma joven tiene consecuencias graves en la población, ya que es un individuo que no dejó descendencia y además es una palma que no se podrá aprovechar para beneficio de la comunidad. La extracción de semillas, por otro lado, tiene un impacto mínimo sobre el crecimiento poblacional. Se podría extraer hasta el 70 % de las semillas de una población sin que la tasa de crecimiento se viera afectada. Sin embargo hay que tener en cuenta que los frutos de la zancona son fuente de alimento para varias especies animales, incluidos algunos que son objeto de cacería, como los saínos y las dantas; por lo tanto, es necesario dejar siempre algunos sitios sin cosechar, para que los animales puedan consumir los frutos. Teniendo en cuenta lo anterior, las poblaciones de zancona son susceptibles de ser aprovechadas por sus tallos y semillas, siempre y cuando se mantengan los individuos juveniles de la población, se respete una talla mínima de cosecha de 15 m y se dejen sitios libres de cosecha de semillas como comederos de animales. Bajo las condiciones actuales de demanda, es posible que las poblaciones de zancona en los alrededores de los grandes centros poblados, como Leticia, no sean suficientes para cubrir la demanda de techos de palma. En cualquier caso, en sitios de alta presión de uso se debe hacer un censo de las palmas adultas susceptibles de ser aprovechadas, con el fin de programar las cosechas. Se recomienda igualmente hacer enriquecimiento de claros y chagras con plántulas de zancona.
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285. Claés, F. 1925. Quelques donnés utiles sur le Phytelephas macrocarpa Ruiz et Pav. L’Agronomie Coloniale 96: 291-294. 286. Bernal, R. 1996. Natural History of the Vegetable Ivory Palm Phytelephas seemannii in Colombia. Tesis de Ph. D., Department of Systematic Botany, University of Aarhus, Dinamarca. 287. Bernal, R. 1998a. The growth form of Phytelephas seemannii -- a potentially immortal solitary palm. Principes 42: 15-23. 288. Bernal, R. y H. Balslev. 1996. Strangulation of the palm Phytelephas seemannii by the pioneer tree Cecropia obtusifolia: the cost of efficient litter trapping. Ecotropica 2: 177-184. 289. Bernal, R. y F. Ervik. 1996. Floral biology and pollination of the dioecious palm Phytelephas seemannii in Colombia: an adaptation to staphylinid beetles. Biotropica 28: 682-696. 290. Ocampo, J.A. 1984. Colombia y la Economía Mundial 1830-1910. Ed. Siglo XXI, Bogotá. 291. Tovar Zambrano, B. 1989. La Economía Colombiana (1886-1922). Vol. 5. en Tirado Mejía, A. (ed.). Nueva Historia de Colombia. Ed. Planeta, Bogotá. 292. Domínguez, C. y A. Gómez. 1989. La Economía Extractiva en la Amazonia Colombiana 18501930. Tropenbos/Corporación Colombiana para la Amazonia, Bogotá. 293. Velásquez, M.E. 1996. El barón de la tagua. La Hoja (Medellín) 44: 19-23. 294. Barfod, A. 1989. The rise and fall of vegetable ivory. Principes 33: 181-190. 295. Acosta-Solís, M. 1944. La Tagua, corozo o marfil vegetal. Flora (Quito) 4 (11-12): 1-55. 296. Seeman, B. 1853. Narrative of the Voyage of H. M. S. Herald. Vol. 1. Reeve and Co., Londres. 297. Boom, B.M. 1986. A forest inventory in Amazonian Bolivia. Biotropica 18: 287-294. 298. Goldsmith, G.R. y R.A. Zahawi. 2007. The function of stilt roots in the growth strategy of Socratea exorrhiza (Arecaceae) at two neotropical sites. Revista de Biología Tropical 55: 787-793. 299. Rich, P.M. 1986. Mechanical architecture of arborescentrain forest palms. Principes 30: 117-131. 300. Bernal, R. y J. Bittner, datos sin publicar. 301. Isaza, C., G. Galeano & R. Bernal, datos sin publicar. 302. Copete, J.C., L.A. Núñez, datos sin publicar. 303. Ledezma, E., J.C. Copete, G. Galeano, L.A. Núñez y I. Olivares, datos sin publicar. 304. Balslev, H. datos sin publicar. 305. Gamba-Trimiño, C. y K. Benavides, datos sin publicar. 306. Núñez-Avellaneda, L.A. y C. Isaza, datos sin publicar. 307. Vallejo, M.I., G. Galeano, R. Bernal y P. Zuidema, datos sin publicar. 308. Sanín, M.J. y F. Anthelme, datos sin publicar. 309. García, N., comunicación personal 2013. 310 Torres, M.C., comunicación personal 2013. 311 Vallejo, M.I., comunicación personal 2013. 312. Isaza, C., comunicación personal 2013. 313. Navarro, J.A., comunicación personal 2013. 314. Bernal, R., comunicación personal 2013.
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315. Fundación Espavé, comunicación personal 2012. 316. Nacimiento, A.J., comunicación personal 2012. 317. Misrachi, A., comunicación personal 2013. 318. Rojano, B., I.C. Zapata y F.B. Cortes. 2012. Estabilidad de antocianinas y valores de capacidad de absorbancia de radicales oxígeno (ORAC) de extractos acuosos de corozo (Bactris guineensis). Revista Cubana de Plantas Medicinales 17: 244-255.
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ÍNDICE Los números en negrita indican las páginas en las que se discute en detalle el concepto correspondiente. Acrocomia aculeata, 16, 17, 22, 29 Agouti paca, 59, 95, 113, 139 aguaje, 13, 28, 29, 135, 141, 142 Aiphanes horrida, 12, 15 Aiphanes multiplex, 30 amargo, 18, 19 Amazona, 113 Amazona farinosa, 130 Amazona ochrocephala, 130 Amazoncharis, 205 anchamba, 176 anchambe, 176 ancharma, 176 Anchylorhynchus, 130 Andigena laminirostris, 185 antá, 201 araco, 210 araque, 210 ardilla, 113, 148 armadillo, 95 Artibeus jamaicencis, 157 asaí, 12, 14, 16, 20, 27, 48-53 asaí verdadero, 48 Astrocaryum, 16, 22 Astrocaryum chambira, 19, 22, 29, 30, 83-90 Astrocaryum ferrugineum, 17 Astrocaryum malybo, 19, 22, 30, 176-182 Astrocaryum standleyanum, 19, 22, 26, 30, 85, 110-117 Ateles belzebuth, 131 Attalea, 16, 22 Attalea amygdalina, 16 Attalea butyracea, 16, 18, 21, 22, 26, 30, 166-174 Attalea cuatrecasana, 16 Attalea insignis, 22 Attalea maripa, 21, 22 Aulacorhynchus haematopygus, 157 Aulacorhynchus prasinus, 157, 161 Bactris brongniartii, 20 Bactris gasipaes, 12, 13, 16, 22, 26, 28, 149
Bactris guineensis, 14, 17, 18, 20, 102-108 barranquero, 157 barrigona, 17, 18, 20, 25, 30, 55-62 bobil, 176 bobila, 176 bombona, 55 boruga, 59 borugo, 139 cabecinegro, 18, 20, 22, 64-71 cabeza de negro, 201 cachicamo, 95 cachuda, 55, 210 Campnosperma panamensis, 66, 146, 147 canambo, 166 canangucha, 12, 13, 16, 18, 29, 135 canangucha de sabana, 18 cananguche, 135 canangucho, 135-142 cañabrava, 102 capuchino, 130 caraná, 18, 20, 31, 42, 73-81, 213-215 Carapa guianensis, 146 carriquí, 157, 161 castilla, 102 Cebus albifrons, 131 Cebus apella, 86, 95, 131 cecilia, 48 Cecropia obtusifolia, 205 Ceroxylon, 17, 22, 30 Ceroxylon alpinum, 30-32, 155-158 Ceroxylon quindiuense, 31, 32, 155, 156, 160-164 Chamaedorea linearis, 30, 186 Chamaepetes goudotii, 157, 185 chambira, 19, 20, 22, 29, 30, 83-90 chapil, 127 chapín, 48 chinche de las palmas, 19 chingalé, 176 chiquichiqui, 19, 20, 92-100 choapo, 55, 210
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chonta, 55, 79, 125, 155, 160, 210 chonta de mico, 119 chonta pambil, 210 chontaduro, 12, 13, 16, 26, 28, 29, 149 chuapo, 55, 210 chunga, 110 cicilio, 48 coco, 83 cocotero, 16, 27 Compsoneura atopa, 146 Copernicia tectorum, 18, 20, 22, 30, 191-199 corneto, 55 corocito, 102 corozo, 15, 17, 21, 105 corozo de lata, 14, 18, 102-108 corozo de marrano, 166 corozo de puerco, 166 corozo de vaca, 166 corúa, 166 crespa, 119, 120, 210 cuángare, 66, 147 cuca, 201 cuesco, 166 cumare, 29, 83-90 curúa, 166 curumuta, 166 Cyanocorax yncas, 157, 161 danta, 59, 95, 139, 213 Dasyprocta, 85, 95, 113, 139 Dasyprocta punctata, 113, 131, 205 Dasypus, 95 Eira barbara, 161 Elaeis oleifera, 16, 17, 21, 179 enchama, 176 enchamba, 176 estrobo, 28, 141 Euterpe, 30, 51 Euterpe oleracea, 12, 14-16, 22, 25, 27, 30, 35, 40, 51, 66, 69, 144-153 Euterpe precatoria, 12, 14, 27, 30, 48-53 fibra, 92 Ficus, 193 gallinaza, 102 gallito de roca, 185 Grias cauliflora, 146 guacamaya, 51, 213 guadua, 26, 150, 172
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Guadua angustifolia, 26 guagua, 113 guaira bombón, 119 gualte, 119 gualte bola, 119 gualte macho, 210 guarnul, 119 guasaí, 48 guasaina, 210 guatín, 113, 205 güéguerre, 110 güerre, 110 güérregue, 19, 22, 26, 29, 30, 89, 90, 110117, 181 güevoetigre, 110 güinul, 110 Hapalopsitaca amazonina, 161 Hapalopsitaca fuertesii, 161 Heteropsis, 99 huasaí, 48 huéguerre, 110 huerre, 110 huérregue, 110 inayá, 21 irapay, 73 Iriartea deltoidea, 17, 18, 20, 25, 30, 32, 5562 Iriartella setigera, 17 jícara, 64 jiclilla, 64 jicra, 64 jíquera, 64 jira, 210 lanceta, 176 lapa, 95 lata, 102 lata de corozo, 102-108 lata hembra, 102 lata sabanera, 102 Leopoldinia piassaba, 19, 20, 92-100 Leopoldinia pulchra, 20 Lepidocaryum tenue, 18, 20, 30, 31, 42, 7381, 213-215 loro, 95, 113, 130, 161 loro orejiamarillo, 161 macana, 25, 48, 119-125 macana abanico, 119, 121
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macanilla, 210 maizpepe, 48 malibú, 176 mamure, 99 manaca, 48 manaco, 48 manaqué, 48 Manicaria saccifera, 18, 20, 22, 64-71 maquenque, 119 mararay, 12, 15 marota, 28, 141 Mauritia, 30 Mauritia carana, 18 Mauritia flexuosa, 12, 14, 16, 18-20, 25, 135142 Mauritiella macroclada, 146 Mazama americana, 95, 213 memé, 119-122 milpé, 127 milpés, 127 milpesos, 12, 13, 16, 21, 25, 29, 31, 127-133 mirla, 161 mirlo, 157 mobil, 176 mojojoy, 17, 60, 131, 140, 213 Momotus aequatorialis, 157 mono, 51, 130, 131, 213 mono araña, 131 Mora oleifera, 146, 147 moriche, 13, 18, 19, 20, 25, 28, 29, 31, 34, 135-142 murciélago, 51, 130, 157 mure, 99 murrapo, 48, 119, 144 Mystrops, 124, 125, 130, 169, 213 Mystrops cercus, 66 Mystrops dalmasi, 139 naidí, 12-14, 16, 25, 27, 31, 35, 40, 66, 69, 144-153 naidicillo, 48 nato, 147 Nothocercus julius, 157 ñeque, 113, 131, 139, 205 Odonthophorus hyperythrus, 157 Oenocarpus, 22, 27, 77 Oenocarpus bataua, 12, 16, 17, 21, 22, 25, 30, 127-133
Oenocarpus minor, 16, 22, 146 Ognorhynchus icterotis, 161 Orizomys albigularis, 185 oso de anteojos, 161 Otoba gracilipes, 66, 146, 147 pachúa zancona, 210 pachuba pequeña, 210 pachuda zancona, 210 pájaro bobo, 185 palma africana, 16 palma amarga, 18, 20, 27 palma bolillo, 119 palma chonta, 119 palma colorada, 184 palma corúa, 166 palma de cera, 155-164 palma de cera de la Zona Cafetera, 155-158 palma de cera del Quindío, 160-164 palma de corozo, 102, 105, 179 palma de cuesco, 166 palma de fibra, 92 palma de lata, 102 palma de ramo, 160, 166 palma de vino, 16, 18, 20, 21, 26, 29, 31, 166-174 palma dulce, 166 palma estera, 19, 22, 176-182 palma lanceta, 176 palma mulata, 210 palma real, 155, 166 palma rial, 166 palma rucia, 176 palma solita, 48 palma triste, 144 palmaelata, 102 palmarito, 20 palmicha, 48, 184 palmiche, 48, 184, 191 palmiche colorado, 184 palmicho, 48, 184 palmito, 10, 16, 25, 30, 31, 36, 46, 51, 52, 60, 146, 147-153, 184-189 patabá, 127 patona, 210 patuda, 210 pava, 113, 157, 185 Penelope, 113
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Pentaclethra macroloba, 146 perdiz, 157 Pharomachrus auriceps, 157 Phenakospermum guyannense, 214 Phyllotrox, 125, 130, 213 Phytelephas, 20, 30 Phytelephas macrocarpa, 30, 201-208 Phytelephas tumacana, 201, 206, 207 picudo de las palmas, 17, 27, 131, 140 picure, 95 Pionus menstruus, 113 pito, 19 platanillo, 214 pona, 55 pona lisa, 210 ponilla, 210 Prestoea acuminata, 16, 25, 30, 184-189 primates, 130 Proechymis, 113 Pterocarpus officinalis, 146 puerco de monte, 59 pusuy, 16 puy, 73 Pyroderus scutatus, 157 quetzal, 157 raíza, 210 rallador, 210 ralladora, 210 Ramphastos, 51, 59, 113 Ramphastos tucanos, 130 raspador, 210 ratón, 113 ratón de monte, 185 Rhodnius prolixus, 19 Rhynchophorus palmarum, 17, 27, 131, 140 Rupicola peruviana, 185 Sabal mauritiiformis, 18, 22, 27 saíno, 59, 66, 95, 131, 213, 216 sanagua, 64 sará, 18-20, 191-199 Sciurus granatensis, 113 seje, 127 seje grande, 127 shebón, 166 Siplomys, 113
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Snowornis criptolophus, 185 Socratea exorrhiza, 17, 18, 25, 30, 79, 210-216 solita, 48 Symphonia globulifera, 146 tagua, 10, 20, 31, 201-208 taira, 161 tamaco, 16, 17, 29 tamaquito, 102 tapafrío, 144 táparo, 16 táparo calimeño, 16 Tapirus terrestris, 59, 95, 139, 213 tatabro, 113 Tayassu tajacu, 59, 95, 113, 131, 213 temiche, 64 tinamú, 157 Tremarctos ornatus, 161 Tripanozoma cruzi, 19 trogón, 157 Trogon personatus, 157 trupa, 127 tucán, 51, 59, 113, 130, 161 tucán de montaña, 185 tucaneta, 157 Turdus, 161 Turdus fuscater, 157 Turdus ignobilis, 157 ubí, 64 unamo, 127 uvita de lata, 14 uvitaelata, 102 venado, 51, 95, 121, 213 Welfia regia, 18 Wettinia, 17, 22, 25, 30, 119-125 Wettinia disticha, 119-125 Wettinia fascicularis, 119-125 Wettinia kalbreyeri, 119-125 Wettinia quinaria, 30, 119-125 yacutoro, 157 yagua, 166 yarina, 201 yaripa, 11 yaripa zancona, 210 yarumo, 205 zancona, 18, 20, 25, 30, 31, 55, 79, 210-216
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AUTORES Katherinne BENAVIDES CORTÉS [email protected]
Ingeniera forestal de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá (2012). Estudió la ecología de la comunidad de palmas en un bosque de tierra firme en la Amazonia colombiana y los mercados de palmas en el Caribe. Actualmente es consultora independiente.
Rodrigo BERNAL
[email protected] Ph. D. en Ciencias de la Universidad de Aarhus, Dinamarca (1996). Fue profesor de la Universidad Nacional de Colombia hasta 2007. Ha estudiado las palmas colombianas durante más de 30 años. Actualmente es consultor independiente.
Luisa Fernanda CASAS [email protected]
Bióloga de la Universidad de los Andes (2005) y magíster en ciencias biológicas de la misma Universidad (2013). Ha estudiado el aprovechamiento sostenible de diferentes productos forestales no maderables, principalmente de fibras artesanales. Actualmente es consultora independiente.
Gloria GALEANO
[email protected] PhD. en Ciencias-Biología de la Universidad de Aarhus, Dinamarca (1997), y Profesora Titular del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Ha estudiado las palmas silvestres neotropicales desde hace varias décadas, desde diferentes perspectivas, incluyendo la dinámica y el manejo sostenible.
Catherine GAMBA-TRIMIÑO
[email protected] https://flavors.me/catherinetrimino Ecóloga de la Universidad Javeriana, Bogotá, y Magíster en Conservación de la Universidad de East Anglia, Inglaterra (2007). Estudió el aprovechamiento sostenible de Prestoea acuminata e hizo un diagnóstico de mercados de palmas en el Caribe colombiano; ha trabajado también temas de etnoecología. Co-fundadora y asesora de la ONG colombiana OCOTEA, que desarrolla iniciativas de conservación basadas en la comunidad. Actualmente es consultora independiente.
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Néstor GARCÍA
[email protected] Biólogo de la Universidad Nacional de Colombia (2001) y Magíster de la misma Universidad (2008). Ha estudiado el aprovechamiento sostenible de plantas productoras de fibras usadas en artesanías y ha participado en la evaluación del estado de conservación de la flora colombiana. Actualmente es profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, donde hace parte del grupo de investigación Unidad de Ecología y Sistemática (UNESIS).
Carolina ISAZA
[email protected] Bióloga de la Universidad de los Andes (2002) y Magíster en Ciencias de la University of Kent en Etnobotánica (2008). Ha estudiando el aprovechamiento sostenible de los frutos de Euterpe precatoria, Mauritia flexuosa y Oenocarpus bataua en la Amazonia de Colombiano, Perú y Bolivia. Actualmente es candidata de Doctorado en Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia.
Eva LEDEZMA
[email protected] Bióloga de la Universidad Tecnológica del Chocó (2004) y Magíster en Ciencias-Biología de la Universidad Nacional de Colombia (2013). Ha estudiado el aprovechamiento sostenible de Manicaria saccifera en el Chocó y ha adelantado diversas investigaciones sobre recursos naturales. Actualmente es docente del programa de Biología y directora del Herbario CHOCO de la Universidad Tecnológica del Chocó.
Jaime Alberto NAVARRO LÓPEZ [email protected]
Ingeniero Forestal de la Universidad Distrital (2004) y Magíster en Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (2009). Ha estudiado el aprovechamiento sostenible de la palma caraná (Lepidocaryum tenue) en el departamento del Amazonas y ha adelantado diversas investigaciones sobre recursos naturales con el Instituto Sinchi y la Universidad Nacional Sede Amazonia. Actualmente se encuentra en la fase final de sus estudios de Doctorado en la Universidad Nacional de Colombia.
Ingrid OLIVARES
[email protected] Bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (2010) y Magíster en Ciencias de la Universidad Libre de Amsterdam. Estudió la producción de hojas e inflorescencias de la palma de vino, con el fin de proporcionar información para su cosecha y manejo sostenible. Actualmente estudia los patrones de distribución de las palmas en la Amazonía ecuatoriana y los efectos del cambio climático en la vegetación y diversidad de los boques Amazónicos.
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María José SANÍN
[email protected] Bióloga de la Universidad de Antioquia (2006) y Magíster de la Universidad Nacional de Colombia (2009). Ha estudiado la ecología, la diversidad genética y la evolución de las palmas de cera y ha adelantado proyectos que le apuntan a esclarecer los patrones de resiliencia de las palmas de cera y de los bosques de niebla andinos donde habita. Actualmente es estudiante de Doctorado en Ciencias-Biología de la Universidad Nacional de Colombia y docente de cátedra de la Universidad CES de Medellín.
María Claudia TORRES ROMERO [email protected]
Ingeniera forestal de la Universidad Distrital (2002) y estudiante de la Maestría en CienciasBiología y del Doctorado en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia. Ha desarrollado estudios sobre el aprovechamiento sostenible y legal de productos forestales no maderables, especialmente de palmas y otras materias primas de uso artesanal.
Martha Isabel VALLEJO [email protected]
Bióloga de la Universidad del Valle (1997) y Magíster en Ecología de la Universidad Nacional de Colombia (2008). Ha estudiado el aprovechamiento sostenible de Euterpe oleracea en la Costa Pacífica colombiana y ha adelantado investigaciones sobre dinámica de plantas a nivel de comunidades y poblaciones. Actualmente es estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Colombia en la línea de Biodiversidad y Conservación.
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Cosechar sin destruir - Aprovechamiento sostenible de palmas colombianas, se terminó de imprimir en octubre de 2013 por Panamericana Formas e Impresos S.A. Calle 65 No. 95-28, Bogotá. Se imprimió un tiraje de 1000 ejemplares, con fuente de Times New Roman y Calibri en papel Esmaltado de 90 gr y la carátula en Cote C2S de 300 gr.