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Catalan Pages [169] Year 1985
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Diputació de Barcelona Institut de Prehistoria i Arqueolog ia
CERAMIQUES GREGUES I HElENíSTIQUES A lA PENíNSULA IBERICA Taula Rodona amb motiu del 7S é , Aniversari de les excavacions d'Empúries Empúries, 18-20 marc; 1983
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Diputadó de Barcelona Institut de Prel1istória i Arqueologia
MONOGRAFIES EMPORITANES VII
MONOGRAFIES EMPORITANES Director
JORDI ROVIRA I PORT Secretaris de Redacció
RICARD BATISTA I NOGUERA - TERESA CARRERAS I ROSSELL
Muntatge: Antoni Bregante
CERÁMIQUES GREGUES I HElENíSTIQUES A lA PENíNSULA IBERICA Taula Rodona amb motiu del 75". Aniversari de les excavacions d'Empúries Empúries, 18·20 mar> en TP, 29 (1972) págs. 273 ss. (38) R. Olmos comunicación en el coloquio Velia et les pho· uéens: Dix ans aprés (Nápoles 1981) en la Parola del Passato (1982) 393·406. Asimismo en este coloquio de Ampurias, vid. más ex· tensamente, P. Cabrera. Es segura la plxida corintia, no así la jo· nia que esta autora considera con razÓn una lucema. (39) G.M. A. Richter y M. Milne, Shapes and Nemes of Alhe· nian veses, Nueva York, (1935). (40) R. Olmos, AEA, 52 (1979) pág. 98. (41) Sally Rutherford Roberts, The attie Pyxis, Chicago (1978 págs. H3. (42) AJA, 43, (1939) págs. 247·254 y lig. 1. (43) E. Simon, Die Gebur! der Aphrodite; idem, Die Goffer der Griechen (1969) 246 ss. ligs. 236·238. (44) M. Almagro Garbea, El Bronce Final y el período OriAn· talizante en Extremadura (1977) págs. 245·50. (45) ef. art. cil. de M. Gras en n. 33. (46) Museo Arqueológico Nacional. Publicadas por ejemplo, por A. Arribas. Los iberos, Barcelona, (1965) lám. 16; o por A. Gar· cía y Bellido, Arte Ibérico (1980). La asociación círculos/aves la encontramos, muy estilizada, en vasos de Archena como en His· toria de España de Menéndez Pidal 1,3 pág. 617, fig. 560 (Garela y Bellido). (47) Sobre el tema de las imitaciones vid. Virginia Page Imi· laciones de influjo griego en la cerámica ibérica de Valencia, AIi· cante y Murcia, Madrid, 1984, n.o 72, lám. lV. (48) A. Greifenhagen, AA, 1981, pág. 263, fig. 9 Y pág. 264, n." 7: caja de bucchero de Chiusi; D. Levi, 11 Museo Civico de Chiu· si (1935) 111 (inv.5510). {49) E. Simon y colaboradores, FOhrer durch die Antiken· sammlung in Wilrzburg (1975) pág. 160 con relaciÓn a la pieza L 657, una lebeta nupcial beocia, llamada también por los arqueó· lagos píxida·estamno (Ure, BSA, 65 (1970) pág. 267 ss.). (50) Sobre el pájaro y su vinculación a Afrodita asi como a sus antecedentes en el mundo oriental cf. J. Pollard, Birds in Breek Lile and Myth (1977) pág. 146. (51) R. Olmos, arto cil. en n." 38. Asimismo P. Cabrera, I.C. (52) Cf. nota 37. (52 Bis) 1. Gamer·Wallert, Aegyptische und Aegyptisierende Funde von der iberíschen Halbinsel, Wiesbaden (1978) pág. 212. (53) A. Blanco Freijeiro y R. Corzo, MM, 22 (1981) págs.
236·243. Sobre el alabastro y otros ejemplos en sarcófagos fenicio· pt'micos pág. 241, abajo. (54) M. Almagro GO¡'bea, a.c. en n? 44 pág. 216. (55) 1. Gamer·Wallert a.c. en n." 52 bis págs. 118·120. (56) Como alimento de los dioses, Odisea, 5,93; de los ca· bailas divinos {lIIíada, 5,777; como perfume divino, Od., 4,445; ca· mo perfume para embalsamar los cadáveres, 11., 14,170; 16,680; 23, 186·7. El embalsamiento con perfume, con "ambrosla», apa· rece a veces en la lIíada en contextos de inhumación: los cuer· pos de Patroclo, Sarpedón y Héctor son protegidos por los dio· ses con ambrosla y aceite de oliva. Se ha considerado en estos ritos reminiscencias de embalsamientos egipcios. Ved, W. Leaf, A commentary on file /liad, 2~ ed. (1902) pág, 618. Recuerda Leaf, por ejemplo, las ánforas de miel que lleva a Aquiles a la pira de Patroclo. Sobre el tema, R.S.J. Garland "Geras 7hanounton: An investigation into Ihe claims 01 the homeric dead», B/CS, 29, (1982) págs. 69·80. (57) cf. Oiga Tulneli, Lachisch 11, pág. 59, lám, XV (colmillo de elefante como frasco de perfumes y sus paralelOS en la pintu· ra egipcia). Finalmente Trude Dotham, rne philístlnes and fhe!,. material culture (1982) lig. 38. El origen puede S0r chipriota-filisteo. (58) E. Simon, Die griechiscllen Vasen (1977) n.o 24, arriba y pág. 48 con bibtiografla. (59) Kretische L6wenscllale des sieblen jahrhunderls v. ehr., Heidelberg, (1969). Para la vinculación de la diosa oriental del amor con el periume, a.c. págs. 29 ss. (60) J. Cabré, La Necrópoli de Tútugi, Madrid (1920) repro· ducciones números 17, 18 Y 19. (61) Sobre la esfinge en el mundo ibérico, T. Chapa, TP, 37 (1980) 309·344. (62) G. Trias, CPI, lám. 234,1. (63) G. Trias, CPI, lám. 150. C. Sánchez, TP, 38, (1981) 286 n.O 6. Para Murcia, J.M. Garcla Cano, Cerámicas Griegas de la re· gión de Murcia (1982) fig. 1,6 (Ascoy, Cieza): ellécito sería menos alto, más globular que en la reconstrucción propuesta por Lillo Carpio. (64) Para Ampurias, G. Trias, ePI, lam. 110·116. (65) Ex. gratia, La Albufereta, CPI, lam. 174; El Molar, CPI, lám. 176; Pozo Moro (Albacete) o los mismos ejemplares citados en Toya (Jaén) y Ascoy (Cieza, Murcia). (66) C. Sánchez, arto cil. págs. 292·301. Es una constante en las tumbas de Ibiza: Ved. además Jorge H. Fernández y J. Padró, Escarabeos del Museo arqueológico de Ibiza (1982), passim. (67) Para el ejemplar de Arehena, vid. Garcia y Bellido, HG, lam. 127. (68) Sobre el tema, Virginia Page, O. C. en n.O 38, p. 131·2.
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COMERCIO CONTINENTAL FOCENSE EN LA EXTREMADURA CENTRAL
por J. MALUOUER DE MOTES
En 1979, a raiz de nuestras primeras campañas de excavaciones en Extremadura (1) con motivo de una Reunión convocada por la Universidad de Cáceres exponíamos nuevos datos sobre materiales griegos en esa región (2). También en diversas ocasiones hemos planteado los problemas de relación de los hallazgos extremeños con Andalucía siempre con la preocupación de clarificar aspectos del comercio mediterráneo en el primer milenio (3). La publicación del Symposium de Colonia sobre los fenicios en Occidente al que no pudimos asistir nos invita a exponer en síntesis nuestros propios puntos de vista (4) en algunos aspectos ya adelantados en diciembre de 1982 en el VIII Congreso de Estudios Extremeños. Cáceres-Badajoz (5). El profesor B.B. Shefton en su amplia y documentada colaboración al symposium mencionado, con un admirable sentido de ponderación pasa revista a todas las importaciones mediterráneas en España pero referidas primordialmente a la primera mitad del primer milenio (6). El trabajo es muy importante por lo que representa de toque de atención ante la tendencia que hoy predomina en la bibliografía española de valorar exclusivamente el mundo fenicio como consecuencia de una interpretación dogmática del concepto de «orientalizante» que tomado de la historia del Arte rebasa su propio sentido histórico y llega a ignorar la personalidad y diferencia de la etapa «arcaica» tanto en el mundo griego como en el etrusco. La reunión indiscrimimda de todos
los elementos para los que se puede admitir un reflejo «oriental» en un solo conjunto, prescindiendo incluso de aspectos cronológicos, no sólo enmascara la comprensión de la dinámica que caracteriza el comercio intemacional mediterráneo, sino que provoca interpretaciones simplistas al valorar de ese modo cualquier mercancía que pueda aparecer en· tre las poblaciones indígenas de Occidente. Nuestro objetivo presente no es seguir paso a paso la brillante exposición de Shefton, plenamente aceptable, sino puntualizar aspectos tardíos a partir precisamente de la presencia focense en Occidente. Sin embargo para facilitar la comprensión de nuestros lectores recordaremos algunos aspectos del pensamiento del ilustre arqueólogo. En primer lugar Shefton en relación al marco geográfico del sur de la Península, admite en el SO una «tarteside» distinta y diferenciada del resto del sur (territorios interiores del Estrecho), pero ambos terrítorios quedan incluidos en el área de interés o zona de influéncia fenicia. Esta última región propiamente zona fenicia mientras el SO sería zona indígena semitizada. Destaca el hecho de que entre las aportaciones documentadas más antiguas (pre orientalizantes), aparezcan mercancías griegas como ánforas SOS áticas (7), incluso un fragmento de krátera ática del Geométrico medio 11 (800-760), con cerámica bícroma chipriota IV o con kotilai corintios. Esas mercancías griegas habrían llegado al Occidente por el comer19
cio fenicio, incluso las áticas. Pero la difusión de los productos corintios le hace creer que, salvo excepciones, las naves fenicias habrian adquirido esas mercancías en el Mediterráneo central (Sicilia, sur de Italia o incluso Isquia), no de las metrópolis (Atenas, Corinto), ni secundariamente del Mediterráneo oriental. A partir del siglo VII menudean hallazgos griegos aislados como el casco del Guadalete, de comienzos de ese siglo según Snodgrass (8) o el vaso de Copenhagen de hallazgo gaditano (hacia el 675). Si ese transporte fenicio desde el Mediterráneo central se acepta, cobra mayor interés la rectificación de la ruta fenicia que propone C. Picard que, frente a la idea general del cabotage desde Carthago por la costa africana, propone una ruta desde el sur de Sicilia hacia Cerdeña, sur de las Baleares, Ibiza y SE español (9). Shefton parece no aceptarla por la falta de hallazgos en Ibiza de la que hoy muchos investigadores se plantean si la isla en sus comienzos pudiera no ser «exclusivamente fenicia» como más tarde (10). La segunda mitad del siglo VII trae como novedad el contacto directo griego con el sur de la Península con el viaje samio de Kolaios (documentado en las fuentes) (11) y posiblemente antes de fin de siglo la presencia de los focenses. Esa presencia focea en el sur queda atestiguada por Heródoto pues les atribuye el descubrimiento de Adria, Tyrrenia, Iberia y Tartessos. No creemos que puedan existir dudas de que al referirse a Iberia se refiere concretamente al levante y sudeste es decir al área propia y caracteristica de lo que será la cultura ibérica por antonomasia. La cultura material de la época de contacto con los foceas lo indica y la posterior unidad lingüistica ibérica lo corrobora. Las importaciones «griegas» aumentan, como los oenochoes «rod'los», calderos con protomos de grifos, copas con la figura del ganso, y también manufacturas etruscas. Esta mayor intensidad de importaciones de mercancías griegas se ejerce en la misma zona habitual del área comercial fenicia, marítima e interior. Parece lógico admitir que esas nuevas mercancias son importadas por focenses al amparo del filohelenismo de un Argantonio con su largo reinado. También es de creeer que los productos griegos que ahora aparecen, sean de la Grecia oriental o áticas, procedan del mismo circuito comercial centro
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mediterráneo (lsquia, Sicilia, sur de Italia), de donde procedian, como hemos visto anteriormente, las manufacturas griegas distribuidas por los fenicios. Esta afirmación suscita dos cuestiones. Si no tuvieramos documentada la presencia focense, ¿cómo interpretaríamos ese incremento de mercancias griegas? Es evidente que valorariamos una causa que a la vez pudiera explicar la propia presencia del samio Kolaios. La creciente presión asiria que limitaba las exportaciones de metal al Egeo y en último término la toma de Tiro y esa es la explicación tradicional. La metrópolis fenicia habría pero dido su capacidad de prodUCCión de mercancías capaces de alimentar la creciente demanda del occidente lo que indirectamente habría provocado la rarificación o desaparición de los grandes armadores que habian controlado el gran comercio en época anterior (12). Pero si ya antes el comercio fenicio occidental se surtía de mercancías en el mediterráneo central es que por alguna causa se habría producido un distanciamiento entre el mundo fenicio del Este y el del Oeste. Es posible que ese eventual distanciamiento fuese debido a una causa socio-económica por la aparición de una clase colonial enriquecida en las ciudades del sur de España. La multiplicación de iniciativas de los fenicios occidentales, estimulada por los niveles de vida alcanzados por esa aristocracia colonial disminuía los beneficios a la par aumentaban los riesgos de las empresas metropolitanas que languidecerían lentamen· te, disminuyendo la frecuencia y regularidad de los viajes. Una explicación de ese tipo justifica plenamente que en Occidente aparezcan unas in· dustrias artesanas que continúen la producción en la línea tradicional fenicia oriental y que esas industrias fuesen incluso capaces de exportar productos propios hacia Carthago o hacia Samos l (los famosos peines de marfil) (13). Se trataría de unos productos orientali· zantes «diferidos» sin entrar en el detalle de si los artesanos son emigrantes fenicios establecidos en las ciudades hispanas o semitas nativos de occidente (14). Pero esa no sería la única explicación po· sible en el supuesto de ignorar la existencia de focenses. Podría señalarse también la posibilidad de un comercio etrusco interesado por el sur de España antes de la presencia real de focenses.
Esta última hipótesis ha sido muy poco elaI)orada (15) a pesar de que constantemente se aducen argumentos en pro o en contra el caracter etrusco de ciertas manufacturas y pongo por caso los famosos jarros piriformes de bronce. Shefton parece partidario de aceptar una distribución por los focenses incluso de las manufacturas etruscas en el último tercio del siglo VII. En realidad el mayor argumento en favor de los focenses es el silencio de Heródoto de una actividad etrusca en el sur de España. Pero si en lugar del sur nos centramos en el Levante y Cataluña, en la primera mitad del siglo VI si no antes, vemos una serie de bronces cuya relación con el mediterraneo central no ofrece dudas (16). Pero esos mismos objetos se acompañan con otros marcadamente griegos «arybalosn corintios o de imitación, sortija de plata con grabado de sirena griega, etc. por lo que no deja de tener lógica considerarlo como prueba de una temprana presencia focense quizas ya emporitana. Este es un tema distinto del que nos hemos propuesto, basta decir, que el tema de las manufacturas etruscas merece una mayor atención. Nosotros hemos hallado en Extremadura cazos de bronce etruscos que posiblemente se fechen en época mas tardía (siglo V?) pero que no son extraños al area de Huelva según nos informa el director de aquel Museo (17). Observaremos en realidad en el siglo VI (segundo y tercer cuarto) una mayor extensión al Levante de manufacturas griegas y al propio tiempo una disminución en el area de la Tartéside. Por otra parte ahora cobran gran interés los hallazgos continentales y en el lugar destacado la copa de Medellin (18). Ciertamente la concentracíón de hallazgos en un area concreta de Extremadura del curso medio del Guadiana (Mérida-Medellin) y su relación con los territorios meridionales ya fue valorada por García y Bellido en el mapa de dispersión de los jarros piriformes. Pero es más, la concentración de hallazgos varios (Medellin, Valdegamas, Capilla, Mengabril, Zalamea y Siruela) señalan incluso una comarca concreta. Pero la relación con el sur se documenta incluso con otro tipo de datos como es la presencia de unos Celtici en la costa del sudoeste. Hay ciertamente un hecho que conviene destacar. El interés del comercio mediterraneo por esa zona concreta del Guadiana medio no
desaparece cuando ya no se habla de Tartes· sos, sino que perdura y se incrementa rara de· mostrar que no sólo el siglo VI sino incluso hasta el siglo IV es zona de atracción. Vamos a intentar aqui ofrecer una explicación provisional a la continuidad del interés del comercio mediterraneo por esa zona tan alejada de la costa. Es normalmente admitido por un lado que el equilibrio comercial se deteriora en el mediterráneo occidental en el siglo VI. Este de· terioro se acusa con los episodios de Alalia y Cumas. Ahora emergen dos potencia Carthago y Roma que a fines de siglo deberán establecer incluso un tratado que limita la esfera de acción de ambos y sus aliados. Los aliados de Roma son sin duda los griegos y mas concretamente los focenses, pero ¿quiénes pueden ser los aliados de Carthago sino los fenicios de occidente? Si el siglo VI contempla un intenso comercio focense hasta la propia costa atlantica, ahora la actividad marítima de los aliados de Roma queda enormemente limitada. No creemos que la propia idea de un tratado surja espontáneamente en Carthago. Creemos firmemente que fue la presión de las ciudades fenicias de occidente cuyas actividades se habian visto mermadas por la competencia focense y el filo helenismo de la monarquía tartésica lo que exigió a Carthago al planteamiento de la limitación de las actividades focenses en sus aguas. Resuelta esa limitación la desaparición de Tartessos era inevitable. Los focenses responden a la nueva situación intensificando en lo posible su comercio con el Sudeste y Levante donde las importaciones de manufacturas griegas, áticas o no, adquieren un volumen importante. Shefton se pregunta qué ofrecía el litoral de Levante que atrayera a los focenses. Para nosotros no hay duda. No insistiremos siquiera en la presencia real de una riqueza minera importante (plomo, plata, cobre y estaño) (19) y no sólo el plomo que justifica la factoría de Molybdon, hay algo mas. En relación al comercio griego en España la mayoría de los investigadores se han limitado a considerar que se trataba de un comercio marítimo o como excepción se ha considerado un valor limitado para algunas vías flu,iales como el Guadiana y mayormente el Guadalquivir para la fase orientalizante del ca·
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mercio fenicio o tartésico. Concretamente para el comercio griego la navegación del Ebro ha sido aducida para la distribución de importaciones mediterráneas (Tivissa, Bajo Aragón, etc.). Nosotros hemos defendido siempre que esa visión de un comercio exclusivamente marítimo es engañosa. Hemos defendido la existencia desde muy pronto de un comercio terrestre a larga distancia. Admitiendo el carácter de "terminales» de rutas marítimas las ciudades costeras, son también centros de distribución y de organización del comercio terrestre. Creemos que la distribución de importaciones por el interior no puede atribuirse a los indigenas, sino que siempre estuvo a cargo de los propios comerciantes extranjeros. La introducción de objetos de lujo en Extremadura no creemos que pueda atribuirse al botin obtenido por guerreros indígenas en sus razzias hacia el sur o golpes de mano eventuales como han sugerido algunos colegas. Que esas razzias eran frecuentes no cabe duda. Los núcleos urbanos del sur para prevenirlos o anularlos se fortifican con grandes murallas siempre eficaces. Ese comercio lo hemos considerado organizado por los mercaderes fenicios a imitación del comercio a larga distancia que practicaban en Oriente. Incluso hemos hablado de caravanas de acémilas de carga. Sólo la simple consideración geográfica de los hallazgos nos muestra que la distribución fluvial es del todo insuficiente (20). En todo caso es siempre necesario recorrer largos trechos de muchos kilómetros. Claro está que la realización de expediciones de ese tipo comporta la existencia de mercados interiores de los que no tenemos aún información para la época prerromana, aunque si y abundante para épocas tardías. Recordemos simplemente el calificativo de "Forum» que llevan muchos núcleos habitados en época romana en la Hispania occidental (21). La única alusión a un comercio indígena hacia el interior que recuerdan las fuentes se refiere a los tartesios que traían los metales de lejos para negociarlos en Tartessos. Eso supone ciertamente unos lugares de concentración es decir unos "mercados». A los griegos focenses se les menciona siempre por su intrepidez como marinos yexploradores, y no hemos de olvidar que es precisamente su comercio terrestre a larga dis22
tancia el mejor documentado por la arqueología moderna. Recordemos el caso del oppidum de Monf Lassois, en verdad sólo valorado a raiz del descubrimiento de la tumba de Vix que ha permitido conocer en detalle la riqueza y fastuosidad de sus príncipes indígenas. Otro ejemplo notorio es el oppidum de Heuneburg en el alto Danubio. Ambos extraordinariamente alejados de Massalia. Creo que nadie pondrá en duda de que eran los propios comerciantes de Massalia y no comerciantes indígenas los que acudían a esos mercados donde incluso quizás residieran más o menos temporalmente. Pues bien, creemos que el secreto de la atracción de nuestro Levante y en mayor escala del Sudeste es como zona de origen de rutas comerciales hacia el interior. La existencia de una infraestructura urbana fuerte puede admitirse aunque hoy no la conozcamos. Sin duda debió existir y los viejos topónimos griegos no localizados no faltan en la costa de Alicante y Murcia (22). Existe una ruta bien documentada que de la costa sur (Villaricos) busca directamente la hoya granadina de Baza y remontando un puerto salta hacia el territorio de Jaén (Ceal), cruza el Guadalquivir en Puente del Obispo y rinde sobre el Guadalimar en Cástula y zona minera. Esta ruta que probablemente se desdoblaba en dos en territorio granadino para rodear el macizo de Jaén, luego se reunía nuevamente hacia Cástula y queda bien documentada aunque sólo fuera por las importaciones áticas de los siglos V-IV (23). Existe sin embargo otra ruta importante situada más hacia el norte. Arranca de territorio alicantino (Santa Pala con cerámica de figuras negras), y sigue por la cuenca del Vinalopó hacia la Meseta en dirección al Oeste (Cerro de los Santos, Pozo moro, El Salobral, Balazote, etc.). Esta ruta de acceso a famosos santuarios como Castellar de Santisteban, Despeñaperros y Oretum, y sigue hacia la comarca de Almadén. Ambas rutas son antiguas en el siglo VI. Recuérdese por ejemplo lo hallazgos de faienza de Villaricos, de La Bobadilla, de la Hoya de Santa Ana, etc., y últimamente el de Zalamea de la Serena. Como toda ruta antigua estaria jalonada a trechos por templos y santuarios ya que no debemos olvidar que toda actividad comercial tiene una profunda y directa relación con una u otra divinidad tanto en el mundo semita ca-
mo en el griego. Ese aspecto bien conocido en las rutas marítimas es mayormente importante en las continentales en las que los peligros son aun mucho mayores. Nosotros intrepretamos la mencionada concentración de importaciones de lujo en el Guadiana medio como prueba de la existencia de un gran centro al que podía accederse por varias rutas distintas. Unas llegaban del sur pe· ro también una que cruzaba diagonalmente la meseta, algo más larga, pero muchísimo más cómoda puesto que podía recorrerse incluso con carros o carretas. Desde 1978 estamos excavando en Zalamea de la Serena (localidad llamada La Torruca en Cancho Roano), un interesante Santuario proto-histórico (24). Entre la gran cantidad de materiales arqueológicos obtenidos destacan marfiles de inspiración fenicia occidental posibles productos del artesanado gaditano tardío, cazos de bronce etruscos, arneses de caballo de bronce de innegable relación con Etruria o como exportaciones o como precedentes, en todo caso derivados de una fuente común, y gran cantidad de cerámica grie· ga ática de mala calidad. Destacan también gran variedad de juegos, centenares de astrágalos Uuego griego ?) ajedrez de marfil (oriental? griego?), juegos de damas, etc. No conocemos la divinidad a la que estaría consagrado el Santuario, pero hemos supuesto hipotéticamente que se trataría de una divinidad femenina del tipo de Deméter-Core, Proserpina o dea infernal. El Templo quedó amortiza· do entre el 410 y el 370 a.C. La arquitectura del edificio recuerda los templos oríentales, pero también muchísimo las construcciones de Al Mina IV-III, que Sir Leonard Wooley interpretó como las casas y almacenes de los comerciantes griegos (25). Queda muy bien documentada una actividad comercial en el Santuario y hemos hallado buen número de restos de balanzas y pesas de bronce correspondientes a series distintas. El Santuario se halla en una zona de contacto directo con una importante área de mi· nería explotada hasta nuestros días. En nuestro propio siglo se halla incluso en el camino de salida hacia la zona de Córdoba de míne· ral de casiterita (procedente del área de Logro· sán). Donde hay casiteria hay también oro, y hemos creído que el Santuario sería en cierto punto un mercado del oro (26).
Los focenses por su contacto con Tartessos ciertamente debieron conocer esa gran riqueza extremeña que posiblemente frecuentaron. Es bien sabido que la kylix de Medellín constituye una pieza excepcional. M. Almagro Garbea que la ha estudiado exhaustivamente se pregunta cuál pueda ser el camino por el que dícha pieza excepcional haya podida llegar al Guadiana. Estudiando la dispersión de los ejemplares análogos, considera que esa pieza ática llegó desde algún puerto del mediterráneo oriental comercializada por los fenicios. Es una explicación bien posible pero que no acaba de convencernos para una fe· cha de mediados del siglo VI. Hallazgos re· cientes de cerámica griega de análoga calidad en Huelva hacen posible que la pieza de Medellín haya llegado por la ruta que procedente del sur alcanza el Guadiana medio. Sin embargo hay que tener en cuenta que los focenses hacia esas fechas (550), tienen plena entrada al sur de la Península y que debieron conocer perfectamente la costa de Huelva. (27). Por otra parte gran cantidad de cerámica griega, cierto de mala calidad, con barníz como única decoración (las llamadas Castulo cups por Shefton) (21), alternan con cerámica de figuras rojas tardía (ocho ejemplares de kylix) y dos de ellas por lo menos muestran una gran semejanza con hallazgos de Ampurias y de Ullastret que parecen poder atribuirse al pintor Marlay según Marina Picaza (29). En todo caso corresponden a una esfera de distribución que podría atribuirse a los focenses. Para la pieza de Medellín un siglo anterior no nos atrevemos a considerar que llegó a Extremadura con el comercio focense. Pero recordaremos aquí que también en Zalamea hemos hallado un aryballo de faienza procedente de Naukratis o de la Grecia oriental de una feclla temprana en el siglo VI (no alejada a la fecha de la copa de Medellín) de un tipo desconocído en el territorio del SO pero que nosotros hemos hallado en La Bobadilla de Jaén (30). También apareció en la necrópolis ibérica de la Hoya de Santa Ana en Albacete y desde luego en Ampurias y en Ibiza. Creemos que existe una gran ruta comercial que cruza la Meseta inferior española al norte de la Sierra Morena con una derivación por el sur de la sierra en dirección a Córdoba. Se trata de una ruta fácil que aproxima los
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grandes núcleos mineros del norte de Castulo con los extremeños. Los focenses establecidos en el levante a medida que crecen las dificultades para acudir directamente a la Tartéside, utilizarán e3a ruta de la Meseta para acudir al evidente gran centro comercial interior del Guadiana medio. Pero el verdadero interés de ese centro comercial no son en definitiva los metales preciosos que pudiéramos llamar convencionales (plata, oro, plomo, estaño), sino en mayor escala el cinabrio ante la necesidad de mercurio. El cinabrio cuyo centro más importante se halla en Almadén a 70 km del Santuario de Zalamea se halla en la ruta que hemos propuesto, pero el cinabrio aparece en impregnaciones de las pizarras de las que se obtiene con gran facilidad. El mercurio era necesario para el beneficio del oro aluvial que abundaba extraordinariamente en Extremadura alta donde aparece en las mismas zonas de la casiterita. El cinabrio se ha señalado en una amplia zona que desde la parte de Almadén cruza en dirección oeste parte de Extremadura hasta más allá de la Calzada de la Plata (hasta la ciudad romana de Regina) (31). Estamos totalmente convencidos que es el cinabrio el verdadero producto que marca el interés de los mercaderes de la época orientalizante hacia los territorios interiores extremeños. Hemos de recordar que el aire de inspiración de la arquitectura de nuestro Santuario con la de Al Mina puede además confirmarse por la necesidad de cinabrio de esa ciudad griega. Si Leonard Woolley descubrió que no menos de tres libras de mercurio se habrían
derramado empapando el suelo. Según los informes que obtuvo el propio excavador ese cinabrio procedía probablemente de la zona de Almadén (31). Creemos que en Extremadura existió un gran centro comercial frecuentado por los griegos desde comienzos del siglo VI y visitado durante dos siglos. El oro, estaño y cinabrio serían los productos comercializados en mayor escala. A dicho centro se llegaba por la ruta transversal de la Meseta. No pretendemos ni mucho menos identificar nuestro Santuario de Zalamea con ese hipotético gran centro comercial. Es cierto que alrededor del Santuario existe todo un yacimiento cuya naturaleza no conocemos aún pues no ha sido excavado. Por otra parte sí creemos que se hallaba en zona no lejana. Es posible que fuera el propio Medellín, importante vado en el Guadiana que facilitaría el acceso a zonas mineras cacereñas. Lo que si es cierto es que la ruta de acceso pasaba por el Santuario en el que se realizarían ofrendas y sacrificios asi como un ritual de libación de tipo griego que se realizaría necesariamente con una copa griega ática que inmediatamente se arrojaría al fuego sagrado. Más de un centenar y medio de kylix lo atestiguan. El Santuario se halla en la orilla izquierda del arroyo Cigancha, afluente por la derecha del río Ortigas que conduce directamente a Medellin, a una jornada de camino (33). Alrededor de nuestra interpretación existen aún una serie de importantes interrogantes que esperamos poder aclarar en nuestros próximos trabajos.
NOTAS (1) Clt", J. Maluquer de Moles. El Palau Santuari de Zalamea de la Serena. Instilu! d'Arqueología í Pr"ehist6ria ele la Universital de Barcelona. Nacrem, 1. Barcelona, 1981; IDEM. El Santuario Protohistórico de Zalamea de la Serena, Badajaz. PIP, IV Barcelona 1981 (1978-1981) V, 191.l3. (2) J. Maluquer de Motes. Nuevos datos sobre el comercio griego en Extremadura. l.e.E. Universidad de Extremadura. Cáceres 1979. (3) El Prograrna PIP de investigaciones pmtollistóricas está directamente orientado a obtener nuevas fuentes arqueológicas para el planteamiento del proceso "histórico" del mediterráneo occidental. Tema central es obtener la máxima documentación nueva sobre el impacto de las sociedades urbanas mediterráneas sobre los pueblOS del occidente, El PIP investiga en las cuencas del Ebro, Guadalquivir y Guadiana. (4) J. Maluquer de Motes. Notes sobre les relaeions comer· eials entre la Canea del Guadiana i Andalusia en els darrers temps de la c;vi¡itzaei6 larlessiea. 11 Reunió d'Economia Antiga. Barcelona 1981.
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(5) J. Maluquer de Motes. El Santuario de Cancho Roano en Zalamea ¿factoría comercial del siglo V? PonenCia del VII! Con· greso de Estudios Extremeños. Cáceres-8adaíoz, 1982. (6) 8.B. Shefton. Greeks and Greek ImporlS 01 Ifle fberian Peninsula. Tlle archaeologicaf evidente. Phoniker in Westen. Koln,
1982. (7)
Las ánforas SOS tienen sin embargo una cronología amplia de fines del siglo VIII a la primera mitad del siglo VI (Shefton eil. pág. 339). (8) Ear/y Greek Armour 1964. (9) Lés navigations de Carthage vers {'ollest. Carlfwge et le pays de Tartessos aux V/l/- VI/eme siecfes (págs. 166-173), Pilón;· ker in Weslem ciL (10) Para la prohlemática de la expansión fenicia y púnica cfr. A. García y Bellido Fenicios y carthagineses en Occidente, Madl'id, 1942. (11) Herodoto IV, 152. (12) El largo asedio de Tiro (560-545) hace perfectamente posible la disminución del comercio fenicio a larga distancia.
(1:~) 13, Freyer-Schauenburg. Kolaios und die westphonisisclwn Elfenbeine. M.M., '1, 1966. El origen hispano occi(lental se· gún M? E. Aubel. Los lla.l/azgos púnicos de Osuna. Hev. Pyrenae, 1, pág. 11 Y ss, («variante autónoma local e independiente de los prototipos orientales. Aparecieron en un estmto no posterior al 640-630 según los excavadores. (14) La probabilidad de la emigración de artesanos a raíz del asedio de Tiro y toma de la ciudad (6'16·668) es casi segura, sin ernt)argo una industria de marfil durante dos siglos como mínimo plantea el problema de la importación de esa materia prima que difícilmente pOdría ser de origen asiático. Recordemos que ya en la cultura megalítica andaluza existen gran cantidad de ob· jetos (le marfil principalmente amuletos y piezas de collar y que en el dolmen de Matarrubilla (Sevilla) apareció en el corredor un buen pedazo de un colmillo de elefante sin labrar F, Collantes de Terán. V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular. Tartessos, Jerez de la Frontera 1969. Barcelona 1969 págs. ' Probablemente se trata de marfil africano y quizás sea la obtención de marfil una de las causas de la extensión de la explora· ción hacia el Atlántico sur más que el oro de Kerne. (15) Hedactado el presente trabajo hemos recibido el primer tomo de la nueva revista Lucen/um que e(lita la Universidad de Alicante donde hallamos un largo e importante trabajo de E. L10· bregat titulado Iberia y E/ruria. Notas para una revisión de las re· laciones. Rev. Lucen/um. I págs. 71·91. Alicante 1982 trabajo uti· lísimo que precisa una elaboración posterior. (16) Existe en el Bajo Ebro y territorios castellonenses inmediatos. Un importante grupo de hallazgos de una verdadera bi· sutería de bronce con colgantes, cadenas y broches que aparecen tambien en la cultura de Finocchito (M." E. Sanahuja. Es/u· dio de los objetos de bronce aparecidos en la necrópolis de Fi· nocchito (Sici/ia), Pyrenae 11, 1975 págs. 43 ss. mucl10s de cu· yos elementos aparecen en buen numero en laS necrópolis etruscas. También en toda Cataluña e incluso en poblados ibéricos (lel interior como en Moli d'Espigol (Tornabous) y Antona {Artesa de Segre, Unida}, Tenomos en estudio esa industria a la que provisionalmente atribuiríamos el famoso thimiaterion de Les Farre· res en Calaceile y el aparecido (iltimamente en la necrópolis de Coufoulens (Aude). Es posible que también deban integrarse a esa industria las hebillas de bronce de cinturón de tipo sublrian· guiar que tuvieron tan gran éxito entre las poblaciones catalanas del norte y sur del Pirineo que luego se extenderán tlacia la Me· seta en la zona celtibérica utilizándose hasta el siglo IV, La segu· ra relación de ese foco industrial no localizado con el meditelTá· neo central se realizaría a través de alguna factoría costera del Bajo Ebro, quizás Camarles. Es prematuro definir el carácter de esa factoría. Activa desde fines del siglo VII durante todo el siglo VI y primera mitad del V podría ser etrusca o focense. La distribución hacia el interior por la vía fluvial del Ebro y por la costa
catalana no es sin eluda focenso y creemos que Ampurias jugaría en ello un papel importante. Existe incluso la posibilida(l de que fuera Emporion el propio centro industrial. (1'1) PIP, IV. (18) M. Almagro Gorbea, El Bronce final y el periodo orientalizante en Extremadura. Madrid, 1977 principalmente cap. X págs. 289-413 donde se describen las excavaciones y materiales de la necrópOlis y so menciona la bibliogl'afía específica de esa kylix, (19) p, Lillo, Consideraciones sobre el laboreo de metales en el SE, Pyrenae págs. 15-16. (20) Para la navegabilidad de los ríos de la Península ver la colación de textos en A. García y Bellido, La Peninsula Ibérica en Los comienzos de Su Historia. Madrid, 1953 págs. 429 (para el Guadiana) {Str. UI, 1,9} -(21) Incluso en la propia meseta inferior como Libisosa i(lentificada por A. García y Bellido con la actual Lezuza que precisamente se situa en la ruta que proponernos a unos 20 kilómetros al oeste de Balazote. (Gfr. A. GAnel(, y BElLIDO obr. cit, en la nota anterior pág. 408. (22) A. García y Bellido. /-lispania Graeca. 1. Barcelona 1951l. (23) Yacimientos de Hinojares (Ceal), I_a Guardi¡l, La Boba·