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Spanish Pages [209] Year 2011
Autobiografías Así somos los docentes de Chiapas. Autobiografías de alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado Coordinadora Guadalupe Albores Castro
Autobiografías
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Juan Sabines Guerrero GOBERNADOR DEL ESTADO DE CHIAPAS Javier Alvarez Ramos SECRETARIO DE EDUCACIÓN Oscar Carrillo Luna DIRECTOR DE DIVULGACIÓN
PRIMERA EDICIÓN 2011 COLECCIÓN: LA LECTURA CON HECHOS Biografías. Así somos los docentes de Chiapas. Autobiografías de alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado Coordinadora: Guadalupe Albores Castro © Secretaría de Educación del Estado de Chiapas Unidad Administrativa, Edificio B, segundo piso, Colonia Maya, C.P. 29000. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. APOYO EDITORIAL: Dirección de Divulgación. ILUSTRACIÓN DE PORTADA E INTERIORES: ARTE Y DISEÑO: Susana Guadalupe Escobar Farrera.
Impreso y hecho en Chiapas, México
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Índice Presentación 5 Prólogo 7 Presentación de Guadalupe Albores Castro (coordinadora) 9 Autobiografías docentes: Huellas en la historia de la profesión de Chiapas. COMITÁN Presentación
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Ser docente: Historia de esfuerzo y logro Elsa López López Memorio Mercado Pecero Héctor Castellanos Moreno José Guadalupe Villa Quintero Enrique Aberlay Vera Argüello Amando García Vázquez
35 39 43 51 55 61 TUXTLA
Presentación
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Historias heterogéneas: Matices de profesión docente Ana Laura Pérez Muñoz Georgina de Jesús Cruz Corzo Alejandro Hernández Serrano Mario Alberto Villafuerte Peña Martín Gómez Culebro Mario Alberto Martínez Méndez Laura Susana Rodríguez Solís Juan Carlos Zúñiga Cantoral
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ESCUINTLA Presentación
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Docentes de Telesecundaria: Vacíos de formación y construcción de una identidad Mario Acevedo Chang Fabiola Concepción Márquez Cigarroa Ángela Arrevillaga Meneses Tomasa Ordóñez Pascacio Ana Agustina Jiménez Gálvez Eugenio Morales González Dolores Isela Andaluz Arévalo VILLAFLORES Presentación
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La docencia como opción de estudio en algunas regiones de Chiapas Odulio Ruiz Vilchis Mariela Cruz González Jaime Solís Pérez Lizbeth Pola Vázquez José Alfredo Velasco Domínguez Violeta Molina Figueroa
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AUTOBIOGRAFÍAS DE ALUMNOS DEL DIPLOMADO EN “CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DOCENTE Y SU PRÁCTICA DESDE LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS”
Presentación
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Miradas y retos de la profesión desde la perspectiva de jóvenes mujeres docentes Selinda Marlene Montoya Díaz Martha Montoya Sánchez Julieta Fernández Jiménez Araceli del Rosario Díaz Cancino Lennys Aglaé Gallardo Ramírez Yari Muñoz Verdugo Evelyn Gabriela Domínguez Santamaría Nallely de Lourdes Cruz Ruiz ÁLBUM FOTOGRÁFICO 4
149 155 159 165 171 175 181 185
Presentación Como parte de la Colección “La lectura con hechos” que edita la Secretaría de Educación, se presenta el libro Autobiografías: Así somos los docentes de Chiapas. Autobiografías de alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado, el cual constituye un testimonio valioso para entender el contexto y las dificultades socioeconómicas y culturales que atraviesan los docentes de nuestro estado durante su formación. El libro es una compilación de textos previamente seleccionados, realizados en su mayor parte por docentes de Educación Básica, estudiantes del Diplomado en “Construcción de la identidad docente y su práctica desde la educación basada en competencias” y de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado (IEP). Se trata de una muestra representativa del trabajo que realizan los alumnos del IEP en las sedes de San Cristóbal de Las Casas, Comitán de Domínguez, Escuintla, Tapachula, Villaflores y Tuxtla Gutiérrez. Por medio de sus autobiografías, los autores dan cuenta de las dificultades y los itinerarios por los que atraviesa la formación profesional de los maestros, así como de la compleja problemática social y los esfuerzos familiares que padecen para salir adelante, sorteando múltiples obstáculos y necesidades con voluntad férrea de querer, poder y conocer. Con palabras sencillas y llanas, cada autor desarrolla un ejercicio de escritura, que como los grandes novelistas, ponen al descubierto el alma humana, sus temores, esperanzas, sueños, ilusiones y deseos de ser mejores personas. Sus textos contribuyen y despiertan la conciencia sobre la necesidad de servir y contribuir —a través del ejercicio de la docencia— al desarrollo social de la población escolar. En cada trabajo se entrevé un escritor potencial, una veta por explorar. De esta manera, nos redescubrimos como sujetos sociales, mostrando nuestras debilidades, pero también, las múltiples posibilidades que conlleva el trabajo de lectoescritura que constituye un binomio indisociable. Es la llave maestra, la clave en la economía actual, basada en el conocimiento. Finalmente, este material constituye un insumo con doble valor, pues favorece el análisis e investigación de nuestra realidad social y muestra la sensibilidad de los maestros chiapanecos, capaces de despertar el interés y la pasión de otros docentes que también tienen historias de vida que contar, para que este espejo sea un objeto de múltiples efectos.
Javier Alvarez Ramos Secretario de Educación Autobiografías
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Prólogo Conocer de viva voz el pensamiento de los docentes en Chiapas significa entrar en universos fascinantes de la historia personal, profesional y social de cada uno de ellos; en este caso, alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado. Se trata de múltiples voces, expresadas no sólo por diferencias de género, origen profesional, social y cultural, sino también porque proceden de universos laborales diferenciados, ubicados en distintas regiones y comunidades de la entidad, en donde atienden niveles educativos desde preescolar hasta educación media. Los trabajos autobiográficos compilados pertenecen a egresados de las Escuelas Normales, así como del medio universitario, lo que enriquece aún más la heterogeneidad y diversidad de las historias y perfiles profesionales que caracteriza al Magisterio estatal. Los trabajos seleccionados están organizados por grupos y regiones donde el Instituto de Estudios de Posgrado tiene una sede. De este modo, las sedes de Comitán de Domínguez, San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Villaflores, Escuintla y Tapachula están presentes en la publicación. La presente publicación tiene como objetivo acercar al lector a la vida de los maestros chiapanecos para que los conozcan y sepan cómo piensan los docentes que laboran y atienden a los niños en las escuelas; cuáles son sus aspiraciones, sus esfuerzos cotidianos para mejorar su trabajo y las vicisitudes que padecen. Las trayectorias escolares, los apoyos y esfuerzos familiares; la cultura de la profesión y sus relaciones singulares; renuevan la conciencia sobre la gran importancia social de su labor a la par de las tensiones y desafíos del mundo globalizado en el que vivimos, en donde la formación de las nuevas generaciones para un futuro más humano y esperanzador se convierte en un imperativo. El libro está dividido en dos partes, pues ambas compilaciones fueron organizadas en forma independiente y conformadas bajo lógicas distintas; dos concepciones que sin ser antagónicas, tienen de fondo, consideraciones metodológicas diferenciadas, mismas que no se pretenden reducir e ignorar. Los textos no sólo son testimonio de cómo se vive el Magisterio en la entidad, más bien constituye un material que nos permite entender mejor la realidad social, en la que se han venido conformando los docentes-estudiantes del Instituto de Estudios de Posgrado. El libro puede ser el espejo en el que otros docentes del estado puedan reflejarse. Así, la escritura se verá multiplicada y podrá servir como objeto de análisis para el desarrollo de nuevos trabajos de difusión e investigación. Para que la publicación de estas narrativas fuera posible, se contó con la autorización de sus autores. Los textos compilados no han sido objeto de modificaciones sustantivas con el propósito de mostrar que fondo y forma son parte de un proceso evolutivo del lenguaje, un motivo para continuar este impulso inicial que deseamos potenciar.
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Las autobiografías son un testimonio de lo que piensan los docentes de sí mismos; son testimonios escritos, dados a conocer al público en general —no para exhibir a los docentes ante la mirada de lectores versados, exigentes y conocedores— porque la escritura y el esfuerzo que representan, son parte inherente de los procesos complejos referidos al ámbito de la formación y los contextos socioeconómicos, políticos y culturales bajo los cuales han sido producidos, que pese a las carencias logran desarrollar acciones comunicativas de significado y sentido crítico. Estas experiencias pueden debatirse desde la academia o desde perspectivas teóricas y metodológicas, pero indudablemente son un ejemplo sobre la necesidad de conocerse a sí mismo, en forma amplia e integral, con todos los problemas existenciales del contexto y la realidad social en que se vive. Los docentes no son escritores profesionales, pero el carácter diletante de los textos no aleja la posibilidad de potenciar el oficio, pues subyacen en ellos las características básicas de los grandes relatos surgidos de la inspiración y el azar espontáneo, forjados en un taller artesanal hasta llegar a la cima desde la que Zaratustra solía contemplar el mundo y lanzar sus manifiestos. Los escritos no son homogéneos, algunos despiertan el interés, la curiosidad, otros, mueven los finísimos hilos de la sensibilidad y el asombro. Agradecemos el apoyo del Mtro. Javier Alvarez Ramos, Secretario de Educación del Estado de Chiapas y de la Dirección de Divulgación de la misma Secretaría de Educación. Mtra. Ana María Salazar Chanona Directora del Instituto de Estudios de Posgrado
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Presentación Autobiografias docentes: huellas en la historia de la profesion en Chiapas Guadalupe Albores Castro1 Ampliando la mirada aún más, si pudiéramos organizar y compilar el conjunto de relatos de todos los docentes, seguramente obtendríamos una historia escolar distinta a la que conocemos, es decir la que habitualmente se escribe y leemos, de la que llegó a ser texto y libro: la que se considera pública, verdadera, oficial. Esta nueva versión sería una historia de la educación alternativa, esto es, polifónica, plural, dispersa; en realidad sería una multiplicidad de historias sobre la escuela, el pensar y hacer en términos pedagógicos.
(Daniel Suárez etal.) Introducción El Instituto de Estudios de Posgrado (IEP) tiene una trayectoria de casi 20 años de apoyar el desarrollo profesional de los maestros de Chiapas. Una política distintiva del IEP ha sido la generación de ofertas de posgrado con carácter regional; es así como docentes de educación básica, media y superior de Yajalón, Palenque, Comitán, Escuintla, Estación Juárez, Tapachula, Tonalá, Comitán, San Cristóbal de las Casas, Villaflores y Tuxtla Gutiérrez, han contado con la posibilidad de realizar estudios de uno de los programas más consolidados del IEP: la Maestría en Docencia. En este programa se inscribe mi participación como asesora, en una trayectoria de más de 10 años como acompañante privilegiada de los procesos de algunos grupos que se han formado en él. A lo largo de los años, muchos viajes, y la enorme riqueza del encuentro con mis estudiantes, diversas ideas han sido movilizadas y deconstruidas para dar paso a otras elaboraciones conceptuales y metodológicas sobre los maestros de Chiapas y su formación. El recurso de la autobiografía docente surgió en los primeros encuentros con maestros en el marco del seminario Enfoques de la Formación Docente contemplado en el segundo semestre del plan de estudios de la Maestría en Docencia; inicialmente sus fines fueron más acotados de los que fui incorporando a medida que percibí los procesos que se detonan en quienes escriben la historia de su vida y profesión. Formada en una fuerte visión socio-histórica de la educación, mi punto de partida para pensar en los relatos autobiográficos, lo constituyó la certeza que “el comienzo de la elaboración crítica es la conciencia de lo que realmente se es, 1
Asesora Académica de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Chiapas.
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es decir, un ‘conócete a ti mismo’, como producto del proceso histórico desarrollado hasta ahora y que ha dejado en ti una infinidad de huellas recibidas sin beneficio de inventario. Es preciso efectuar, inicialmente, ese inventario”. (Gramsci, citado por Rockwell y Mercado, 1999:8) El relato autobiográfico lo concebí pues, como una estrategia de formación con la que intenté responder a mi pregunta: ¿cómo ayudar a que los estudiantes accedan a una comprensión de las propuestas teóricas y metodológicas de la formación docente elaboradas desde diferentes latitudes y perspectivas, si no recuperamos el proceso individual e histórico mediante el cual se constituyen como maestros? Con la elaboración del relato autobiográfico he intentado que los estudiantes del posgrado documenten, se apropien y reflexionen la experiencia vivida para construir una comprensión de sí mismos y del tiempo que también los ha formado. Paulatinamente el interés en el tema me permitió comprender el relato autobiográfico como recurso de investigación educativa de enorme potencial porque “estos ‘relatos de experiencia’ tienen, a la vez, un lado personal (reflejo de la historia particular) y social (consecuencia del contexto social y profesional en que han vivido). Como ‘conocimiento práctico personal’ se manifiesta en un particular modo de reconstruir el pasado y las intenciones del futuro, al ponerlas en relación con las exigencias de la situación presente” (Bolivar etal, 2001:58). Es, en este sentido, que con las autobiografías que conforman esta selección se abra la posibilidad también de leer algunos hitos de la educación de Chiapas de los últimos 30 años. La autobiografía como recurso de la investigación educativa se ha sumado a otros instrumentos como las historias de vida, relatos y diarios personales como narrativas que permiten “… acceder a una información de primer orden para conocer de modo más profundo el proceso educativo”, porque la narrativa “… es un tipo especial de discurso (…) donde una experiencia humana vivida es expresada en un relato: la gente, por naturaleza, lleva vidas ‘relatadas’ y cuenta las historias de esas vidas, mientras que los investigadores narrativos buscan describir vidas, recoger y contar historias sobre ellas y escribir relatos de la experiencia”.(Ibid:19) La mayoría de textos que forman “Autobiografías docentes: huellas en la historia de la profesión en Chiapas” fueron elaborados en los seminarios Enfoques de la Formación Docente de las sedes de Escuintla, Villaflores, Comitán y Tuxtla Gutiérrez. Estos 27 trabajos son una selección de un total de 93 de estos cuatro grupos de la maestría. Se incluyen también ocho relatos de 29 estudiantes del grupo “B” del diplomado Construcción de la Identidad Docente y su Práctica desde la Educación Basada en Competencias, del que se presenta información en el capítulo correspondiente. La selección tuvo como criterio orientador el carácter narrativo de las historias que se cuentan; sin embargo, el nivel analítico que se impulsa en el 10
posgrado está presente en algunos de los textos, porque en algunos momentos solicité a los estudiantes que avanzaran a otro nivel de conceptualización. Otro criterio que orientó esta recopilación, fue que sus autores trabajaran en educación básica con el interés de acotar el tema a este universo de referencia. Los textos se presentan en secciones que corresponden al grupo de formación en que fueron escritos con el objetivo es contextualizar las características de los estudiantes y los propósitos de su elaboración en cada caso; la presentación de cada capítulo desarrolla estos tópicos, a la vez que intenta destacar las características de cada conjunto de textos. A continuación presento mi lectura de las autobiografías docentes. Se trata de un primer ordenamiento analítico desde algunas preocupaciones que han orientado mi trayectoria en el análisis de la docencia y de la institución escolar; estas son: el carácter histórico e institucional de la formación y las prácticas docentes, la importancia de los programas de formación inicial y continua dirigidos a maestros de educación básica, la complejidad de los primeros años del ejercicio docente y la enorme deuda que el sistema educativo tiene para atender con calidad a los contextos de mayor marginación de Chiapas. Asimismo, como asesora fuertemente implicada en el desarrollo de la maestría, recupero en el apartado relativo a las instituciones de formación docente, las valoraciones que los estudiantes hacen del posgrado. Al final señalo algunas conclusiones que intentan abrir el tema a la reflexión y debate. La autobiografía implica la creación del autor y reinvención de sí mismo; introspección, recreación de alegrías y duelos. Por la valentía y generosidad con que los maestros autores vivieron estos procesos, mi reconocimiento y gratitud por compartir sus historias de retos, logros y obstáculos en la apropiación paulatina de la profesión docente así como por su autorización para hacerlas públicas. Mi agradecimiento también es para la dirección y el equipo del Instituto de Estudios de Posgrado, a los de ayer y hoy, impulsores de espacios de formación para los docentes de Chiapas y promotores de esta publicación. 1. Ser maestro en Chiapas: encuentro entre las decisiones personales y las políticas educativas de la entidad Este primer epígrafe intenta responder a la pregunta ¿cómo y por qué los maestros llegan a serlo? Estas interrogantes orientaron la escritura de todas las autobiografías que se presentan en este trabajo, de ahí la necesidad de esbozar algunas respuestas iniciales. La exposición se organiza en torno a dos ejes elaborados en este primer ejercicio analítico que dibujan las motivaciones para ser maestro, ampliamente documentadas en los relatos seleccionados. El primero se construye en torno a la seguridad laboral que la profesión ha ofrecido históricamente en México además de significar una opción que el propio sistema educativo ofrece a muchos jóvenes, si nos atenemos a los mínimos requisitos que establece para ingresar al servicio docente. Autobiografías
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El segundo eje aborda motivaciones más intrínsecas de la docencia: el placer humano de enseñar a otro, de participar en su desarrollo y que constituye, de acuerdo al Doctor Latapí, el lado luminoso de la profesión; desarrollo la idea de maestros que forman a quienes después llegan a serlo a partir del ejemplo modélico o de incorporar a jóvenes como apoyo en su trabajo con grupos escolares. 1.1.
La opción por la docencia como búsqueda de seguridad laboral
Por un largo periodo de la historia reciente de la educación en México, la docencia fue asumida por el imaginario social primero como un apostolado y después como un trabajo. El discurso de la docencia como profesión cobró fuerza en el contexto internacional a partir de la década de los años 80. En México, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica constituyó un importante detonador del impulso a la profesionalización docente. Un poco antes, en los años 70, para ser maestro bastaba con haber concluido los estudios de educación secundaria e ingresar a una escuela Normal. La expansión de la matrícula de educación básica demandó en esos momentos un número importante de maestros para la educación primaria primero, secundaria después, principalmente para la modalidad de telesecundaria. En este periodo, en Chiapas como en todo el país, la asignación de una plaza base para desempeñarse como maestros estuvo mediada únicamente por el egreso de alguna de las muchas escuelas normales que en esos años se fundaron o consolidaron. En este contexto de amplia demanda de maestros y mínimas condiciones del sistema educativo para incorporarlos, ser docente significó en muchos casos la posibilidad de aspirar a mejorar las precaria situación económica de origen. En las narrativas de algunos maestros de mayor experiencia se advierte ésta como una de las motivaciones en su decisión por la docencia, además nos recuerdan el valor que en las comunidades rurales se daba a los educadores: “Desde mi niñez surgió el deseo por ser maestro, ya que en ese entonces el trabajo de un educador era visto con importancia y valor, es decir, era muy respetado por la sociedad y reconocido por el Estado en el aspecto económico; además porque eran pocos los que lograban prepararse por la pobreza en que vivían las personas (…). Otro motivo que tuve presente fue no querer quedarme como campesino como mis hermanos”. (Amando, Comitán)
En igual sentido, otros relatos de esta selección narran las dificultades enfrentadas desde la infancia para estudiar y la forma en que se visualizó la docencia como el camino para asegurar un empleo, encontrado por muchos de manera fortuita: “Mis deseos de estudiar una carrera comenzaron en el transcurso de mi educación primaria, ya que al observar a los maestros y maestras que trabajaron en la escuela de mi comunidad, admiraba la forma en que la misma comunidad reconocía el esfuerzo laboral de ellos y cómo los maestros se involucraban con la comunidad en diferentes actividades. Sin 12
embargo, debido a la pobreza que pasábamos en mi familia, también me llamaba la atención la forma en que se vestían y se alimentaban ya que un maestro tenía más posibilidades económicas para resolver o sustentar sus necesidades básicas”. (Elsa, Comitán)
Otros textos evidencian que la expectativa por la docencia como acceso al empleo que les permita remontar la precariedad económica no se ha modificado mucho en tiempos recientes. Es el caso del ingreso al sistema educativo de los maestros de educación indígena, en donde la política educativa ha privilegiado la contratación de jóvenes hablantes de una lengua indígena sólo con estudios de bachillerato. Implícito en estas prácticas de acceso a la profesión, prevalece el mensaje de que para ejercerla no es necesaria una formación previa. El relato del maestro Martín, uno de los pocos de educación indígena que han elegido la maestría en Docencia para su desarrollo profesional, nos da evidencias en este sentido: “Eran tiempos difíciles, atravesaba por una necesidad económica y quería asegurar algo para mi bienestar, es en el Sistema Educativo del Departamento de Educación Indígena Bilingüe donde se me da la oportunidad e inicio mi caminar en un camino muy difícil e intransitable ya que lo desconocía totalmente, porque llegaba de una formación muy ajena al aspecto educativo (…). Es triste, angustiante, poder decir a alguien profesor con una formación mediocre, deficiente, con sólo el curso de inducción a la docencia, con un mínimo de tiempo y con un grado máximo de estudio del nivel medio superior que era el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTa), pero con el único requisito indispensable que era el de hablar y escribir la lengua indígena”. (Martín, Tuxtla)
En un periodo más reciente la formación inicial de maestros adquirió el grado de licenciatura en 1984 esta disposición equiparó a la profesión docente con el resto de las carreras universitarias. Sin embargo, como lo muestran otras autobiografías la elección de ser maestro siguió supeditada a las condiciones económicas para acceder a una Institución de Educación Superior (IES). En ciudades y pueblos pequeños en que la oferta de otras IES es reciente o insuficiente, las escuelas normales como las de Villaflores, Huehuetán, Tuxtla Chico y Tonalá han representado una de las escasas posibilidades de estudio para muchos jóvenes: “Tomar la decisión de pertenecer al magisterio no fue totalmente mía, pues se presentaron factores que me orientaron a elegir ese camino. Esto se debe en gran parte a que cuando terminé el bachillerato no tenía claro la carrera que quería estudiar, además de la poca oferta educativa que había a mi alcance”. (Ana, Escuintla)
Otras autobiografías dan cuenta de un fenómeno más reciente: la valoración de la docencia como uno de los empleos mejor remunerados y con buenas condiciones laborales, razón que orienta la búsqueda de esta profesión: ¿Por que soy educadora? Soy educadora porque me gusta y me encanta la labor de enseñar. Esto no fue fácil de comprender, pero lo descubrí en el trascurso de mi preparación en que realicé mis prácticas docentes en diversos jardines que me proporcionaron la oportunidad de experimentar estar frente a un grupo de niños y comunicarme con los padres de familia. Al terminar el bachillerato mi perspectiva era realizar una carrera administrativa en empresas, sin embargo, con la orientación de la familia y bajo la idea de que la carrera mejor remunerada es la de maestro, opté por la escuela normal. (Georgina, Tuxtla) Autobiografías
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Como lo evidencia la cita anterior, la expectativa de un trabajo estable no determina el interés y compromiso hacia la docencia, sobre este punto regresaré más adelante. Aquí me interesa subrayar que el interés laboral atrae al ejercicio docente no sólo a jóvenes que enfrentan el dilema de su opción profesional sino también ocurre en profesionistas de otras áreas que encuentran una posibilidad laboral más segura que la ofrecida por su formación.Esta condición es propicia particularmente en las distintas modalidades de secundaria y bachillerato. Por ejemplo, el relato de Ana Laura nos muestra su incorporación como docente de bachillerato primero y secundarias técnicas después, luego de ejercer su profesión como ingeniero agrónomo que le dio experiencias de trabajo, señaladas por ella como interesantes, aunque inestables: “En todo este devenir de trabajos un día mi padre me sugirió dejar mis documentos en CECyTECH2 para poder dar clases, a pesar de que no estaba interesada en esas cuestiones fui a dejar mi currículum con el fin de complacer a mi padre, sabiendo de antemano que nunca me llamarían… pero lo hicieron. Dudé mucho en presentar el examen pero me arriesgué a tener una nueva aventura y así fue. Una aventura que apenas comenzaba y que por lo que veo, no tendrá fin (…). Después de cinco contratos en CECyTECH presenté examen para dar clases en secundarias técnicas, aprobé y regresé a Nueva Palestina en donde continúo desde hace tres años, sólo que ahora trabajo de maestra de agricultura con niños de secundaria”. (Ana Laura, Tuxtla)
En igual sentido encontramos evidencias en el trabajo de Mario, ingeniero industrial cuyo padre es maestro que le sugirió estudiar en la Normal Superior. En su relato cuenta una historia de logros académicos y un incipiente desarrollo profesional exitoso -al que termina cuestionando-, así como la forma en que se incorporó a la docencia: “…por lo que decidí viajar a mi casa, estar unos meses y repensar mi línea de profesión a seguir, lo que me permitió tener un empleo en una empresa en Tuxtla Gutiérrez y al paso de dos meses me invita el director de la Escuela Secundaria Técnica No. 80 de San Cristóbal de las Casas, para cubrir un interinato con 40 horas en la asignatura de Ciencias II (Física), la cual acepté (…). Al finalizar el interinato, surge la convocatoria para ingresar al sistema de secundarias técnicas y generales, lo que me permitió acercarme e intentar obtener un lugar como docente, sin descartar que ahora ya sabía de lo que se trataba el ser docente, así como de los sacrificios y retos que implica esta labor”. (Mario, Tuxtla)
Si bien la contratación de docentes de educación secundaria se caracteriza por la incorporación de profesionistas de perfiles distintos, en telesecundaria encontramos matices importantes como consecuencia de las formas en que se estableció y desarrolló esta modalidad educativa en Chiapas. En el capítulo “Docentes de Telesecundaria: vacios de formación y construcción de una identidad”, se da cuenta de algunas políticas seguidas para contratar a los docentes de este nivel y se evidencia, como una de las principales, el otorgamiento de plazas a egresados como maestros de educación primaria. Esta política, sostenida desde el establecimiento de esta modalidad educativa en el estado hasta tiempos recientes, tiene implicaciones sustantivas en el desempeño de la experiencia inicial, como lo señalan los relatos incluidos en esta selección. 2
Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Chiapas.
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1.2.
Maestros que modelan a maestros
La importante influencia de maestros en la formación de maestros es una condición poco explorada por la investigación educativa. Sin embargo algunos de los relatos aquí incluidos, y otros que no lo fueron, dan cuenta de la relevancia que tienen los docentes de quienes después lo son, para que opten por esta profesión así como en la constitución de su imaginario sobre ésta. Así por ejemplo, encontramos en la narrativa de jóvenes maestros el vínculo con la docencia a partir del ejemplo o el consejo de sus padres o familiares. Es el caso de Evelyn, cuya madre, maestra educadora, promovió su interés para que estudiara en la escuela normal: “Por otra parte mi mamá, gracias a su amor y paciencia que siempre la han caracterizado, me brindó su apoyo alentándome con buenos comentarios y vivencias sobre el quehacer docente; ella mencionaba “la carrera de maestra es muy linda, y noble y vas a ver que estando en tu jardín te vas a sentir muy bien” con lo cual me alentaba por saber cada vez más sobre el tema. Con mi papá sucedió todo lo contrario, ya que él no quería que estudiara para ser maestra, pues decía que estudiara cualquier carrera menos la de maestro, ya que mencionaba “de maestra te vas a morir de hambre” “y ya verás cuando te manden a un rancho feo a sufrir, ahí vas a ver si de veras tienes vocación de maestra”, con lo cual me desanimaba un poco”. (Evelyn; Diplomado)
Otros relatos narran la forma en que el ejemplo recibido de sus maestros permitió dibujar ésta como la opción profesional: “Esa maestra que estuvo ahí en la inocente etapa de mi vida en que cursé el nivel preescolar, se llama “Conchita” o al menos así le decíamos, de ella me llamó la atención su trato hacia mis compañeros y a mi persona, nos enseñó a tocar las estrellas con la imaginación y de cada abrazo que nos regalaba comíamos miel con algunas rebanadas de pan que se escapaban de su mirada, la tranquilidad que emitía ese cuerpo delgado de piel morena que hacía resaltar la espesura de su cabellera negra y rizada nos ayudaba a vincularnos con ella, el timbre de su voz delgada poseía una intensidad que nos alentaba en el aprendizaje, recuerdos que continuamente reviven en mi memoria y que propiciaron mi inclinación a la profesión que ahora tengo” . (Araceli, Diplomado)
Una forma más de cómo maestros forman maestros reveladas por las autobiografías, se da al ubicar a los jóvenes en el ejercicio temporal de actividades de enseñanza. Algunos relatos documentan estos acercamientos y la forma en que esas experiencias influyeron en su decisión: “Como parte de mi formación (como técnico en computación) hice las prácticas profesionales a petición de mi maestro de matemáticas y director de la escuela telesecundaria en la colonia Horizonte a escasos tres kilómetros de la ciudad (…) como él era maestro de grupo y director tenía muchos asuntos en la supervisión y me dejaba a cargo de su grupo; me dijo que les diera clases, que explicara un poco lo que pasaría en la televisión y me dio los horarios de transmisión de clases, inicie con matemáticas, luego español y me gustó; decidí desde ese momento ser maestro”. (Jaime, Villaflores)
En otro sentido se muestra la influencia de maestros en la constitución de primeras nociones sobre la docencia; algunos textos describen los vínculos afectivos establecidos en la escolaridad básica como ejemplo para el propio Autobiografías
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ejercicio docente. En la cita siguiente el autor recupera una relación e imagen positiva construidas con uno de sus maestros; en otros casos este vínculo va en sentido opuesto y las imágenes aluden al maestro que no se quiere ser: Cuando ingresé a la primaria conocí a mi mejor maestro, el que hasta hoy en día no he olvidado. Tal vez por la sencilla razón de que fue el único amigo adulto que, en ese entonces, había conocido. (…). Me llamaba mucho la atención su forma dinámica de enseñar. Nos protegía siempre contra las burlas o pleitos de otros grupos. Sus clases eran tan divertidas que no sentíamos como pasaba el tiempo en el salón. Recuerdo que antes de iniciar su clase, nos comentaba algún suceso que le había pasado. Sin darnos cuenta, entrábamos a los temas que el inducía. Admiraba su forma de vestir, sus consejos, y sus juegos. En verdad me imaginaba un padre modelo. Era aquel clásico maestro entregado a sus alumnos. Con estas características se formó en mí un concepto del “súper-maestro”. (Héctor, Comitán)
2.
Formación docente: instituciones y contenidos
En el proceso de recuperar la trayectoria en la profesión docente es ineludible la presencia de las instituciones en la que los autores se formaron y de aquéllas en que continúan haciéndolo. En este título organizo esta parte de los relatos autobiográficos: las instituciones y contenidos de formación. Una primera idea que articula la exposición son las huellas de las instituciones que ofrecen formación para la docencia en la apropiación individual y colectiva de la profesión. Recupero las trayectorias documentadas por los autores en esas instituciones, inscribiéndolas brevemente en el periodo histórico en que se desarrollaron. El segundo eje de análisis está organizado en torno a las prácticas docentes que los normalistas realizan a lo largo de su formación inicial y que son documentadas en los relatos. Destaco la importancia que los propios actores atribuyen a la realización de estas prácticas y los sentidos que cobran más allá de los planteamientos curriculares, pues son también portadoras de nociones y tradiciones educativas de larga data. 2.1.
Algunas huellas de las Instituciones que han formado a los maestros de Chiapas
Ser maestro implica procesos de estudio y escolaridad que confieren carácter profesional al trabajo docente. En los relatos autobiográficos se muestran indicios importantes de la historia de las instituciones que han formado a los maestros de Chiapas y de los significados que los actores atribuyen a la posibilidad de estudiar en ellas. El proceso formativo inicia con el ingreso a instituciones de formación inicial cuando éste es requisito para acceder al sistema educativo con una plaza; sin embargo, formarse para la docencia también puede cobrar sentido de necesidad 16
cuando se es maestro sin contar con estudios previos. De ahí la búsqueda de ofertas de formación en instituciones como la Universidad Pedagógica Nacional y la Escuela Normal Superior que en la modalidad semi escolarizada, también han ofrecido una formación inicial. Los objetivos para continuar formándose pueden obedecer, por un lado, al hecho de cubrir los requerimientos necesarios para la mejora en la escala laboral; pero también a la necesidad que sienten los maestros de encontrar respuestas a las frecuentes y profundas incertidumbres que enfrentan en el trabajo cotidiano. En las autobiografías se dan múltiples evidencias en este sentido: docentes que buscan opciones de estudio para mejorar su trabajo en distintos momentos de sus trayectorias profesionales. Por ejemplo, Héctor, maestro de matemáticas en secundarias narra su interés de formarse para la docencia y los estudios que realizó de manera simultánea con la carrera de ingeniería cuando ya ejercía como maestro: “Estaba completamente seguro de que necesitaba estudios de pedagogía así que me di a la tarea de investigar cómo podría hacerle para tomar cursos de nivelación pedagógica. Una compañera maestra me comentó de su intención de estudiar en la Universidad Pedagógica Nacional semi-escolarizada y me hizo la invitación para que ingresáramos. Las clases iban a ser los sábados”. (Héctor, Comitán)
En algunos textos se recuerda otra propuesta de formación: la ofrecida por las escuelas normales en el programa de «nivelación académica», que tuvo como propósito central ofrecer a maestros que egresaron previo al Plan de Estudios 84, el grado de licenciatura. Sin embargo, y de ello da cuenta la siguiente cita, también ofreció la oportunidad de una formación inicial a maestros que no contaban con estudios en una escuela normal; en este caso significaron también un apoyo al trabajo de enseñanza: “La siguiente etapa de mi historia de formación docente se centra en mi preparación profesional, para ello primeramente menciono que en virtud de encontrarme laborando dentro del magisterio, mi idea ahora era estudiar una carrera acorde, aprovechando que las escuelas normales brindan la oportunidad de estudiar de forma semiescolarizada. Así es como logro ingresar en el año de 1992 a la Escuela Normal Primaria, logré recibirme en dicha licenciatura (…). No sería justo decir que mi paso por la escuela normal no me proporcionó beneficios en mi trabajo, es loable decir que me ayudó a saber cómo transmitir de forma adecuada mis conocimientos a los alumnos, a encontrar las estrategias más útiles, a favorecer el proceso de enseñanza, etcetera”. (José Gpe. Comitán)
Con otros aportes, los textos autobiográficos permiten recuperar el devenir histórico de la formación inicial para maestros en México. En diversos relatos se encuentran rastros significativos de los procesos de formación que sus autores vivieron al estudiar en las escuelas normales. Es el caso de los que estudiaron con el Plan de Estudios 75 Reestructurado, que permitió a sus egresados obtener certificado de estudios de bachillerato y título de profesor de educación primaria; actualmente son la generación de docentes en proceso de jubilación. En esta cita, de una maestra que cursó la normal en estos años, recuerda los contenidos de su formación: Autobiografías
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“…mis padres decidieron que iniciara mis estudios de educación normal primaria en el año de 1979. Quedé inscrita en la Escuela Normal “Fray Matías de Córdova”, en donde tuve mi primer contacto en mi proceso de formación como instructora de educación primaria; durante los primeros seis semestres llevé las áreas académicas de matemáticas, español, ciencias naturales, ciencias sociales, educación física, educación tecnológica, psicología, filosofía, tecnología educativa, didáctica general entre otras. Los dos últimos semestres llevamos seminarios de análisis de programas, libros del maestro y del alumno de primero y segundo de educación primaria y elaboración de informe recepcional en que debíamos plantear una problemática de una de las escuelas donde hicimos nuestras prácticas docentes”. (Ángela, Escuintla)
Otra etapa en la historia de la formación docente se inicia con el paso de la educación normal a nivel terciario en el que adquirió el estatus de licenciatura. En los primeros años de su implantación, el Plan de Estudios 84 estableció el bachillerato pedagógico como antecedente a los estudios profesionales, este dato es recuperado en dos textos aquí incluidos. En la siguiente cita encontramos una breve reseña de lo que constituyó en su momento esta propuesta de formación inicial, destaco el énfasis que el plan puso en la formación del docente investigador así como la importancia que concedió a la revisión teórica de la educación desde diversas disciplinas: “Al cursar los estudios de bachillerato pedagógico realizamos algunas observaciones de clases de profesores de las escuelas primarias de esta ciudad de las cuales retomé algunas técnicas de enseñanza que me parecieron interesantes. Considero que el bachillerato pedagógico fue muy importante en mi formación como docente porque estudiamos asignaturas como: pedagogía, psicología y filosofía, que tienen mucho que ver con la docencia. Cursé la licenciatura en educación primaria de 1988 a 1992, en términos generales la considero muy transcendente en mi formación como docente ya que conocimos enfoques, teorías, métodos, técnicas y corrientes pedagógicas y psicológicas, además de prácticas en diferentes escuelas del municipio”. (Odulio, Villaflores)
En 1997 inició el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales (PTFAEN), algunos ejes que lo formaban fueron: el diseño de una nueva propuesta curricular, el fortalecimiento institucional y una gran inversión en infraestructura y equipamiento para estas instituciones. También es importante recordar la política de regulación de la matrícula de ingreso a las normales cuyo propósito fue equilibrar el número de maestros en el país dada la reconfiguración de la demanda de educación básica que se generó con las nuevas dinámicas poblacionales. En este nuevo contexto las escuelas normales adquirieron un rostro distinto, resultado de las políticas y proyectos de transformación institucional que se han impulsado en el marco del PTFAEN. Los relatos autobiográficos revelan algunos indicios de estos cambios así como los problemas que persisten en estas instituciones, algunos de ellos, de origen estructural, son asignatura pendiente en las políticas educativas del país. El siguiente fragmento del relato de una joven de recién egreso de una normal, nos da algunas evidencias en ese sentido: 18
“La normal no era como la imaginaba, cada persona se imagina las cosas de diferente forma gracias a algún estereotipo que nos ofrecen los medios de comunicación. Imaginaba aquella escuela con edificios altos, quizá pintada de verde o con algunos monumentos artísticos abstractos que casi nadie puede comprender, llena de miles de alumnos de ambos sexos, con salones si no bien equipados, por lo menos que tuvieran lo indispensable y en buen mantenimiento. Grande fue mi sorpresa al encontrarme con aquella fachada de escuela poco prometedor: eran pocas alumnas, los salones me recordaban a las instalaciones de la primaria en la que estudié, con equipo didáctico desactualizado sin mantenimiento y para darle un plus, no todos los maestros ponían empeño a su trabajo”. (Araceli, Diplomado)
Como se documenta a lo largo de esta exposición, los procesos para construir sentidos y otorgarle contenidos a la profesión pueden entenderse como un continuo en las trayectorias docentes. Así, los discursos actuales que promueven una mayor profesionalización generan en los maestros la necesidad de seguirse formando, razón por la cual la oferta de posgrados dirigidos a ellos tienen amplia demanda en los años recientes. De manera similar a las motivaciones para otras opciones de estudio, los de maestría pueden estar orientados por la necesidad de apoyos para el trabajo de enseñanza, como lo evidencia la siguiente cita: “Tomé la decisión de estudiar la maestría con la finalidad de estar inmersos en un aprendizaje que comience con el trabajo personal, antes que el trabajo con los demás y estar mejor capacitado para transmitir información y orientar a las personas para reforzar sus habilidades y formación. Lograr mejor perspectiva y mejorar lo que por años hemos hecho mal, reforzar lo positivo asumiendo responsabilidades y enfrentar lo que la sociedad ha juzgado donde cada día orientemos con calidad, empatía, respeto, conocimiento y nobleza a la juventud”. (Enrique, Comitán)
La influencia que los autores confieren al posgrado en su práctica es otro de los aspectos ampliamente documentados en los textos autobiográficos. Destaco aquí el descubrimiento de una acción docente que revela su distancia con las nociones pedagógicas a las que se acercan en los diversos seminarios, situación que muy probablemente oculta los saberes de los que son portadores: “Desde que empecé a estudiar en la maestría me he dado cuenta de que mi desempeño docente no era el correcto. No puedo decir soy la maestra perfecta pero sí que mi cambio es paulatino conforme a los conocimientos pedagógicos y didácticos que voy adquiriendo; así como las experiencias de mis compañeros en la que nos retroalimentamos, también reconozco que tengo muchas carencias en cuanto a estrategias didácticas y lúdicas que me apoyarían como base durante el proceso de mi labor de enseñanza a mis alumnos, además de los aspectos psicológicos que debo manejar con mis alumnos para poder entenderlos mejor”. (Dolores, Escuintla)
2.2.
Las prácticas en la escuela normal como espacio de formación
Una de las características distintivas de los planes de estudio de las escuelas normales es la importancia que se confiere a la realización de ejercicios de Autobiografías
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prácticas docentes como eje sustantivo de la formación inicial. Sin embargo, si bien las prácticas representan un continuo en las propuestas curriculares de los planes de estudio a los que hemos aludido en esta presentación, no ocurre lo mismo con su propósito y sentido. Por ejemplo, el planteamiento curricular del Plan 84 enfatizó la formación del docente investigador y de un profesional creativo y reflexivo, en coherencia con este modelo, las asignaturas de “Laboratorio de Docencia” se propusieron como los espacios de conocimiento y explicación del trabajo de enseñanza a través de la investigación participativa. No obstante, en los relatos autobiográficos se recuerdan las prácticas docentes como el momento de “poner en práctica” la teoría que se revisaba en diferentes espacios curriculares del Plan 84. Esta noción de prácticas heredera de una tradición y pensamiento pedagógico de larga data sobre la formación docente, se recupera en la siguiente cita; en ella, el autor describe brevemente la formación promovida con el Plan de Estudios 84. En el relato destaca la importancia que se concedió a la teoría y a los momentos de prácticas docentes con el sentido antes señalado: “Durante cuatro años abordamos asignaturas que en la currícula normalista del plan 1984 tales como: pedagogía, laboratorio de docencia, contenidos de aprendizaje, español, estadística, psicología educativa, psicología evolutiva, investigación educativa y otras complementarias. Sin presunciones ni nada, quiero decir que asimilé mucha teoría con relación a la docencia que era puesta en práctica de manera semestral en diversas comunidades, para la elaboración de la tesis se hizo un servicio educativo de seis meses en una escuela primaria”. (Eugenio, Escuintla)
En igual sentido algunos textos dan indicios del “espíritu crítico y reflexivo” que se pretendió impulsar en esta propuesta de formación así como las implicaciones de estos objetivos en las formas de conocer y evaluar el trabajo de enseñanza de los maestros titulares: “…también nos programaban para hacer visitas en las primarias en el plan de observadores, aquí pretendíamos identificar algunas necesidades del grupo para que posteriormente elaboráramos una planeación que ejecutaríamos como practicantes. Nuestras visitas eran por corto tiempo, esto provocaba que detectáramos situaciones superficiales que creíamos poder solucionar con facilidad, cuando llegábamos a la normal se comentaba sobre todo lo observado y sin querer solíamos criticar la labor del docente…” (Violeta, Villaflores)
Las propuestas curriculares de formación docente diseñadas desde 1997 otorgan un sentido diferente a las prácticas docentes. El área denominada “actividades de acercamiento a la práctica escolar” en los diferentes planes de estudio, integra las asignaturas en que se desarrollan las jornadas de acercamiento a la escuela y de prácticas docentes. Sus propósitos generales son que los estudiantes normalistas conozcan las condiciones reales del trabajo docente en escuelas con diferentes contextos y realicen un acercamiento sistemático a la enseñanza. No obstante las autobiografías dan cuenta de otros significados que se construyen en torno a los espacios de práctica. El que desde mi perspectiva resulta muy destacable es el encuentro de los estudiantes con la profesión y la 20
identificación con ella. De estos momentos reveladores dan cuenta diversos relatos aquí incluidos, como el siguiente, cuya autora es una joven maestra educadora: “Al transcurrir cuatro años y a través de las diversas prácticas realizadas en la escuela, pude tener contacto directo con los niños y darme cuenta de las necesidades que éstos tienen y de las sonrisas tan sinceras que nos pueden brindar. Comprendí que el ser docente no es sólo tener resuelta la economía de la casa y la vida personal, sino que es tener sentido de servicio, es la posibilidad de contribuir a la formación de personas es, sin duda, es una gran aventura la cual nos lleva a aprender cada día nuevas cosas”. (Julieta, Diplomado)
En igual sentido se expresa el autor del siguiente relato en que describe la circunstancia fortuita que permitió su ingreso a la Escuela Normal Superior, opción en la que nunca pensó hasta el momento de buscar una ficha para el examen en cualquier opción profesional. En este párrafo recuerda la forma en que las prácticas le permitieron construir el sentido y sentar sus principios éticos de la profesión: “En segundo semestre empecé a realizar prácticas en las escuelas, elaborábamos planes de clases, buscábamos actividades en las que los alumnos participaran y aprendieran, ahí empezó a gustarme este trabajo y me comprometí a ser mejor maestro cada día. Encontré que el trabajo que al inicio no me gustaba terminó fascinándome; se hizo realidad esa frase que dice “en cada trabajo hay algo de diversión, encuéntralo y el trabajo se convierte en un juego”. (Juan Carlos, Tuxtla)
“Por otra parte, el área Práctica Intensiva en Condiciones Reales de Trabajo”, de los planes de estudio vigentes propuesta para el último año de formación, consiste en la estancia de los normalistas en un grupo escolar bajo la tutoría del maestro titular. Las narraciones de maestros egresados con estos planes de estudio evidencian la importancia de este periodo porque, por un lado, permite una actividad de mayor continuidad en el trabajo de enseñanza con un grupo escolar, por otro, permite a los maestros en formación elaborar el documento para obtener el título. Las narrativas que se refieren a este periodo de práctica provienen de maestros de recién egreso de las escuelas normales, por ejemplo, en esta cita el autor describe la relación que estableció con su maestra tutora, responsable del grupo en que ambos trabajaron en un ciclo escolar: “La primera dificultad que enfrenté fue la resistencia al cambio de la titular del grupo, es decir de la tutora que apoyaría mi práctica. Me propuse convencerla de los beneficios del trabajo de acuerdo con los nuevos enfoques de enseñanza descritos en los planes y programas de estudio, específicamente con el PRONALEES; le expliqué que si bien los niños no aprenderían a leer en diciembre como ella decía, aprenderían hasta mayo pero no leerían silabeando y tendrían mayor comprensión lectora; le expliqué también los momentos evolutivos del proceso de adquisición de la lectoescritura y las sugerencias del trabajo para matemáticas. Ella dijo que a los padres de familia les gusta ver resultados pronto y además implicaba hacer muchos materiales. Notó mi seguridad y disposición para sacar el trabajo así que terminó aceptando”. (Jaime, Villaflores)
Otros aspectos sobre la importancia que las prácticas docentes tienen en la formación inicial son la apropiación que hacen los jóvenes de formas de trabajo y estrategias de enseñanza al observar a los maestros titulares: Autobiografías
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“…en una de esas ocasiones (de práctica) tuve la oportunidad de observar el grupo de un profesor de quinto con buena actitud hacia sus alumnos, con un enfoque constructivista, del que rescaté algunas actividades interesantes como la discusión de temas con los alumnos y que práctico en la actualidad con los míos”. (Odulio, Villaflores)
También se encuentran indicios sobre aprendizajes relativos a la interacción con el grupo escolar, como lo relata la autora del siguiente texto en que también confirma la importancia que las prácticas tienen en la formación inicial: “Durante la normal lo que me había agradado era trabajar con los niños y prefería más estar en el kinder que en el salón de clases, por lo regular reclamaba al terminar una semana de prácticas, pero era por el corto tiempo de trabajo que nos daban para estar frente a grupo; cuando al fin había logrado tener el control de los alumnos, cuando comenzaba a adaptarme a ellos, la semana se terminaba y por más que renegaba no había manera de regresar al mismo jardín. Ya disfrutaría de estos momentos cuando tuviera mi propio grupo”. (Selinda, Diplomado)
3.
Maestros noveles: primeras experiencias en la práctica docente
Con este título organizo otro de los momentos más destacables de los relatos autobiográficos: las primeras experiencias como maestro en las escuelas de educación básica de Chiapas. La exposición está organizada en tres ejes; el primero referido a los grandes desconciertos de los maestros noveles, condición también documentada por la investigación educativa para la que algunos países han desarrollado políticas específicas de atención. El segundo eje aborda un aspecto central de la educación en Chiapas: la diversidad cultural y lingüística de su población y las escuelas de educación básica. El análisis está centrado en las carencias de la formación docente para desarrollar un trabajo educativo con respeto a los derechos culturales y lingüísticos de los pueblos originarios de la entidad. El último aspecto es el encuentro de los maestros noveles con otros ámbitos del trabajo docente como: las jerarquías y formas organizativas de la institución escolar así como con las condiciones geográficas y culturales que circunscriben el ejercicio de la profesión en los primeros años. 3.1.
Y ahora… ¿cómo trabajo con este grupo? Formas de enseñanza en las primeras experiencias
Como propuso Jackson en su célebre obra La vida en las aulas, la docencia se caracteriza por la inmediatez e incertidumbre, condiciones que le confieren un alto nivel de imprevisibilidad. Los maestros noveles confirman este aserto en sus primeras experiencias como responsables a cargo de un grupo escolar. Los textos autobiográficos son muy reveladores del desconcierto y soledad que enfrenta todo docente que se inicia en la práctica de la profesión: “¿Cómo trabajo con este grupo? Éste, el que tengo frente a mí”, es una expresión que 22
bien puede resumir la forma en que los nuevos maestros viven sus primeras experiencias: “En la primera experiencia frente a grupo como licenciada en educación preescolar, sin el respaldo de la escuela normal, no fue nada fácil enfrentarme a un grupo de niños donde se complicaba la comunicación por el idioma que manejaban. En la normal no te enseñan ¿qué hacer frente a un grupo de niños con un dialecto diferente?, ¿cómo planear actividades de acuerdo a los campos formativos que me permitieran despertar el interés y la atención logrando las competencias y los propósitos que plantea el programa 92 de preescolar. Asimismo se me dificultó ganarme la confianza que me permitiera desarrollar un lazo afectivo con los niños ya que se mostraban renuentes a la maestra nueva y trabajar con la idea de que si no tienes control de tus alumnos eres pésima educadora provocando poca confianza en mi actuar ante el grupo”. (Georgina, Tuxtla)
La soledad de este trabajo ha sido un aspecto ampliamente documentado por la investigación educativa. Aquí destaco las implicaciones de esta condición en jóvenes maestros que se sienten desprovistos de los elementos básicos para el trabajo de enseñanza porque no tuvieron una formación o la tuvieron para otro nivel o modalidad educativa. Esta es, por ejemplo, una situación documentada en muchos relatos de docentes de telesecundaria, como en la siguiente cita cuya autora, formada como profesora de educación primaria, recuerda su forma de trabajo inicial como maestra de telesecundaria: “… por medio de un examen de selección me dieron la plaza como maestra en telesecundaria, por contrato en 1983 (…). Aunque nos impartieron un curso de capacitación por dos semanas en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez se me hizo difícil, pues mi proceso de formación estuvo vinculado con alumnos de educación primaria situación que obligó a enfrentar una experiencia nueva y ajena hacia lo que fui formada. Así que me di a la tarea de buscar un método ideal desarrollando un estilo particular de enseñar; en otras palabras siguiendo las mismas formas de enseñar de los maestros tradicionalistas en que el aprendizaje queda reducido al aula y se traduce en memorizaciones, conceptos, que serán reproducidos en clase o en los exámenes. También cumpliendo con los objetivos, contenidos programáticos y actividades de aprendizaje”. (Ángela, Escuintla)
En igual sentido se expresa la autora del siguiente texto, que ingresó al servicio docente 15 años después del caso anterior. En su relato también da evidencias de las dificultades enfrentadas con el grupo numeroso de adolescentes de la telesecundaria en que trabajó el primer año de su trayectoria: “Egresé en el año de 1998 (de la licenciatura en educación primaria) e inicié mis labores en el mes de enero de 1999. Recibí un diplomado de nivelación en el sistema de telesecundaria durante seis meses; ahí conocí el plan y programas de estudio del sistema, también reforcé muchos contenidos que se me dificultaban y compartí mis experiencias con mis compañeros (…). Resulta que en mi primer año de servicio fui enviada a laborar a la escuela Telesecundaria de Usumacinta, Chiapas, me asignaron el primer grado con 48 alumnos. Ese fue mi primer problema: eran muchos y hacían mucho escándalo; utilicé dinámicas grupales para organizarlos, dio resultado momentáneamente, siendo que los jóvenes eran muy difíciles y conflictivos”. (Fabiola, Escuintla) Autobiografías
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Ahora bien, aún cuando los maestros nóveles se ubiquen laboralmente en el nivel educativo para el que fueron formados, esta circunstancia no los exenta de vivir con enorme desconcierto los contextos sociales y educativos en que desarrollan su trabajo los primeros años de su labor. En el caso de Chiapas, estas circunstancias iniciales significan trabajar con dos condiciones casi ineludibles para los maestros de educación primaria: las escuelas multigrado y los contextos interculturales que caracterizan la entidad. Señalo únicamente el siguiente dato: Chiapas es el segundo estado del país con mayor número de primarias multigrado, lo que significa que casi 70% de estas escuelas trabajan con esta organización. (SEP, 2006) Las formas y recursos con que los maestros noveles resuelven sus primeras experiencias en escuelas multigrado, están documentadas en las autobiografías. En la siguiente cita por ejemplo, su autora relata haber recuperado los contenidos de un taller que recibió en la escuela normal y la consulta a sus colegas para buscar orientación: “Como todo docente de nuevo ingreso, los problemas y retos a los que me enfrenté fue trabajar en escuelas multigrados y sobretodo atendiendo los tres primeros grados. El primer año fue uno de los más temblorosos (sic) porque no sabía ni por dónde empezar, tuve un gran compromiso sobre todo por el primer grado, lo que hice fue recordar y buscar el material que un día la Normal me brindó en un curso-taller, pero también acudí a mis compañeros de zona para que me orientaran y me sugirieran que autores leer y cómo poder trabajar. Los resultados no fueron tan exitosos, pero tampoco fueron un fracaso. Al siguiente ciclo, me propuse fortalecer mis debilidades en la planeación didáctica, estrategias, actividades, elaboración de material didáctico y las formas de evaluación. Los resultados fueron favorables por lo que obtuve el reconocimiento a mi labor por parte de los padres de familia y el supervisor, lo que me motivó mucho”. (Laura, Tuxtla)
Otros relatos expresan su desconcierto de trabajar en contextos muy diferentes de los que conocieron durante su etapa de formación. Al respecto es importante reconocer que los planes de estudio diseñados en el marco del PTFAEN promueven en algunos momentos el acercamiento de los estudiantes a escuelas de diferentes contextos. Sin embargo, una situación real es que la experiencia continua y sistemática de la docencia que viven en el último año de la formación inicial, la desarrollan generalmente en escuelas urbanas y de organización completa. La siguiente cita recuerda esta situación y los recursos con que el autor resolvió esta primera experiencia: “Cuando me inicié como docente me tocó trabajar en una escuela unitaria con 46 alumnos en la zona de Yajalón en el estado de Chiapas. Uno de los problemas principales que presenté fue que todas mis prácticas las realicé en escuelas de grupos unigrados y no con grupos multigrados; no concebía que un maestro pudiera atender de primero a sexto grado. Por suerte en los libros que habían en la escuela encontré uno que decía: “atención a grupos multigrados y organización del aula”, este libro me ayudó a resolver muchos problemas ya que en él encontré elementos que reorientaron mi forma de organizar los contenidos para poder atender niños de diferentes grados y edades. Además 24
para poder atenderlos en el aula debería tener una organización con diferentes rincones que poco a poco fui organizando y tratando de realizar el trabajo lo mejor que se podía”. (José Alfredo, Villaflores)
3.2.
La ausencia de una formación para la interculturalidad de Chiapas
La definición constitucional en 1992 de México como país pluricultural fue una condición tardía para garantizar el respeto a las lenguas y culturas de los pueblos originarios del país; si bien es cierto que constituyó “una ruptura paradigmática respecto de su concepción histórica” (Schemelkes, 2005). En el ámbito educativo este cambio conceptual implicó, entre otras obligaciones señaladas en el Artículo 2º constitucional, que las autoridades federales, estatales y municipales deberán “garantizar e incrementar los niveles de escolaridad, favoreciendo la educación bilingüe e intercultural”. (Ibid) Sin embargo, aún cuando han transcurrido casi 20 años del establecimiento de esta norma jurídica, la realidad educativa de Chiapas muestra que para el caso de la entidad, hace falta aún mucho camino para convertirla en práctica social. En el ámbito de la formación de maestros, es hasta 2004 que la propia Secretaría de Educación Pública implementó el Plan de Estudios para la Licenciatura en Educación Primaria con enfoque Intercultural Bilingüe, dirigido a la formación de maestros que trabajarán en las escuelas indígenas. En los primeros años una sola normal del estado impartió esta licenciatura, actualmente son tres las instituciones que la ofrecen; para el resto de las escuelas normales, la formación inicial para una educación intercultural es asignatura pendiente, escasamente dibujada. El resultado de este vacío de formación se expresa claramente en un buen número de textos autobiográficos, dado que el trabajo en contextos de diversidad cultural es una realidad que inexorablemente se viven en un estado cuyo 26% de su población es indígena. En el siguiente relato, el autor, formado como maestro se secundaria con el plan 99, documenta algunas formas de trabajo con que intentó superar las asimetrías educativas –no advertidas en su narraciónque encontró en su grupo de jóvenes hablantes de ch’ol, lengua que tiene el tercer lugar en número de hablantes del estado: “El inicio de mi labor fue muy difícil pues los muchachos hablaban ch`ol y comprendían muy poco el español, no estaba acostumbrado a eso. Los alumnos tenían un bajo nivel de conocimientos, lo que me llevó a adaptar mis planes de clases y eran muy diferentes de los jóvenes de la ciudad, habría que agregar que me costó mucho trabajo adaptarme a ese medio. Pude superar estos problemas con el tiempo y me acostumbré a trabajar con ellos, la convivencia, el acercamiento y el interés por ayudarlos, hizo que me acoplara a su ritmo de trabajo”. (Juan Carlos, Tuxtla)
Las formas como los maestros noveles, con escasa o nula formación en una perspectiva intercultural, desarrollan su trabajo de enseñanza con niños o Autobiografías
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jóvenes indígenas, ameritan un análisis más amplio, sin duda alguna. Aquí sólo me referiré a las carencias formativas para trabajar con dos elementos clave en contextos indígenas: la lengua y la cultura. Con respecto al primero, cabe recordar que en el año 2003 se emitió la Ley de Derechos Lingüísticos que otorga a los estudiantes el derecho de recibir educación básica en su propia lengua; destaco también que la lengua, además de ser vehículo de comunicación, es recurso indispensable para generar y organizar el conocimiento, porque “mediante el uso creador de los diversos lenguajes (oral, escrito, simbólico, artístico, entre otros) el individuo puede comprender y generar nuevas expresiones del pensamiento, todo ello dentro del marco de la o las lenguas que haya adquirido a partir de su experiencia social al interior de una cultura”. (López: 2004:7) A pesar de los marcos jurídicos y conceptuales que promueven actualmente una educación intercultural y de respeto a las lenguas, las prácticas de los maestros noveles poco los reflejan. En los textos autobiográficos se aprecia una gran similitud en la forma de entender como “problema” la presencia de una lengua indígena, de igual forma se expresa la escasez de nociones relativas a la interculturalidad; el siguiente relato demuestra lo señalado y confirma el esfuerzo educativo del autor orientado por sus propios objetivos pedagógicos: “La problemática más grave encontrada fue que la escuela a la que fui comisionado es de la región Norte Selva de Chiapas, que por cuestiones geográficas y culturales tiene la lengua ch’ol. La comunicación se veía restringida, la participación en los primeros días de clases por parte de los alumnos era escasa; no quise entrar en un proceso de aculturación pues era demasiado pedir que sólo hablaran el español cuando apenas lo podían pronunciar, la estrategia fue que yo aprendiera algunas palabras en ch’ol, lo que propició confianza y un clima de mayor comunicación en el aula”. (Eugenio, Escuintla)
En esta línea de reflexión, las narraciones autobiográficas también dan cuenta de las formas históricas como maestros no hablantes de la lengua indígena de sus alumnos, promueven la castellanización y enseñanza del español como uno de los propósitos educativos de su trabajo en comunidades indígenas: “Cuando obtuve mi plaza por parte de la Secretaria de Educación el nueve de octubre de 1989, fui asignada a la zona 029 de Tila Chiapas, en el ejido Shoctic donde hablaban la lengua materna ch’ol. Al trabajar en este lugar también tuve el problema de la comunicación ya que debido a que era una comunidad indígena no podíamos interactuar fácilmente y este tipo de problemáticas me llevaban a pensar como solucionaría estas situaciones. Pedí ayuda al comité de educación de ese lugar ya que era el único que hablaba español, para que tradujera mi primera reunión con los padres de familia y la interacción con los niños; poco a poco tuve que encontrar la forma de trabajar mejor con los niños de este lugar y durante el tiempo que estuve con ellos hice lo mejor que pude para brindarles la confianza y seguridad de expresarse y sobre todo de castellanizarlos para sociabilizarse mejor”. (Elsa, Comitán)
En sentido similar, los textos revelan la forma en que los maestros viven como dificultad el encuentro con otras culturas. Los relatos dan indicios importantes de la presencia de las miradas heredadas de siglos de colonialismo y 26
algunas de sus consecuencias, como el racismo evidente o sutil que caracteriza la mirada occidental con respecto a las culturas indígenas y revelan que el trabajo docente de no hablantes de las lenguas indígenas también es portador de una perspectiva cultural homogénea a la que es necesario integrar a los niños y poblaciones indígenas. La siguiente cita de una maestra que relata su primera experiencia muestra algunas ideas subyacentes en el trabajo docente que se inscriben en el sentido expuesto: “Fue una escuela que marcó el inicio de mi carrera. Ahí, por primera vez me enfrenté (mala palabra por su connotación bélica) a un grupo, mi grupo (permítame estas dos palabras), cuya lengua materna es el ch’ol (…). Pero estaba iniciando y compartiendo el pan y la sal con mis nuevos compañeros, fui queriendo más mi trabajo, con los ímpetus de mi juventud y la maravillosa interrelación con mis alumnos. ¿Todo fue tan lindo? No. Viví las muchas limitaciones de los indígenas, así como sus menguadas y escasas razones por las que sonríen, por las que se alegran y por las que los maestros son considerados como amigos o hermanos. No quiero que se considere como una émula de Fray Bartolomé de las Casas pues no andaba deshaciendo entuertos ni cambiando la cosmovisión de esos seres, sino que la estimación sincera venida de los padres y de los alumnos mismos me nutrieron como docente y como persona…”. (Mariela, Villaflores)
La siguiente cita es reveladora también de la forma en que se asume como dificultad el trabajo con otras culturas y agrega un nuevo elemento a la complejidad del trabajo docente: el desconocimiento de elementos metodológicos para educar –y educarse- en contextos de diversidad: “El problema con el que me enfrenté fue el abismo que se creó por no compartir el mismo idioma pues la población era hablante del tseltal y, los niños recién egresados de la escuela primaria bilingüe, apenas y podían pronunciar y articular, correctamente, palabras en español, sobre todo, las niñas. Pero el mayor obstáculo, era que me sentía ajeno a esa cultura, pues desconocía su constitución. Con los estudiantes era complicado conversar. En clases sentía frustración al sentir que no entendían lo que les explicaba; aunado a esto, desconocía la metodología de trabajo en telesecundaria”. (Mario Alberto, Tuxtla)
3.3.
Conociendo las realidades escolares: jerarquías, organización institucional y nuevos contextos
Como ha demostrado ampliamente la investigación cualitativa, el trabajo docente se desarrolla en un contexto institucional que lo hace posible pero también lo delimita. La vida de la institución escolar se rige por “normas”, que escritas o no, contribuyen al marco en que se desarrollan las prácticas sociales que la configuran. (Rockwell y Mercado, 1999) Los procesos por los que maestros noveles conocen y viven las instituciones escolares, son poco explorados en las autobiografías. Uno de los que sí recuperan los textos, es el conocimiento de las jerarquías –en algunos casos, de amplio espectro- que rigen la vida laboral de las escuelas. Algunos textos muestran por ejemplo que las diferencias en la condición laboral de sus Autobiografías
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docentes, de base o interinos, tienen un peso importante para que los docentes participen en las decisiones institucionales: “A pesar de que realicé varios interinatos, donde me enfrentaba a una realidad escolar, seguía sintiéndome incompleta y un poco aislada de lo que pasaba dentro de los jardines pues constantemente recibía ciertos rechazos y límites por ser maestra interina. Todo esto cambió al cabo de dos años cuando obtuve mi plaza de educadora y fue que por fin llegué a sentirme como una verdadera maestra que tiene voz y voto y que cuenta con la disponibilidad de manejar a su antojo su salón de clases”. (Evelyn, Diplomado)
Con referencias también al conocimiento de la institución escolar que viven los maestros que se inician en la docencia, algunos relatos dan indicios de la inexistencia de colectivos o comunidades profesionales, condición que desafortunadamente prevalece en muchas instituciones fortaleciendo así la perspectiva del trabajo docente como tarea individual. La siguiente cita da evidencias en este sentido y muestra el desencanto: “Además me enfrenté a grupo de docentes con muchos años de servicio que no mostraban interés al cambio y a las ideas nuevas del programa PEP 2004, es decir, que criticaban negativamente mi desempeño o bien la planeación o las situaciones didácticas que llevaba a cabo con los niños. Obtuve de ellos rechazo y falta de apoyo para implementar el nuevo programa de educación preescolar lo que hizo que cambiara drásticamente mi forma de pensar acerca del ambiente de trabajo en los jardines de niños”. (Georgina, Tuxtla)
Apropiarse de la profesión implica también el encuentro con nuevos contextos sociales, algunos opuestos por completo al de origen de los maestros noveles. Las dificultades experimentadas para asumirse en nuevos lugares, costumbres, culturas y condiciones de vida, también se documentan en los textos autobiográficos. La siguiente cita revela algunas formas en que se viven, a veces solitariamente, los primeros acercamientos a la docencia: “Terminada la jornada de trabajo salía del salón desesperado y, a veces, llorando, pensaba que para esto no había sido preparado, que lo que me habían enseñado en la Normal Superior de nada me estaba sirviendo. Mi realidad distaba con lo que mis maestros, durante mi formación, me habían vendido y ciegamente, yo había aceptado a comprar. A la par de que todos los días llovía a cántaros, había un frío infernal, tenía que cargar mi despensa pues en ese lugar no vendían nada, ni siquiera una tortilla para que comiera. Por primera vez, supe lo que era pasar hambre y supe lo que era comer teniendo un apetito feroz, conformándome con la pata y cabeza de una rata de campo, acompañada de la verdura que más odio que es el chayote y que ese día fue el manjar más delicioso que había probado en mi vida. Supe lo que era esperar en la madrugada, pasando frío y mojándome, el camión para que pudiera irme a mi casa. Fue hasta ese momento que me di cuenta de lo que se trataba, de lo que significaba ser maestro”. (Mario Alberto, Tuxtla)
4.
Reflexiones finales
Los relatos autobiográficos son portadores de historias singulares que documentan el tránsito por la profesión docente; al hacerlo dan cuenta también de la forma en que ésta se ha configurado en la historia educativa reciente de México y del 28
estado. A través de las narrativas es posible advertir algunos procesos de las instituciones sociales que definen prácticas, mecanismos y contenidos de la docencia así como aquéllos que permiten la apropiación de estos significados. Entre otros aspectos, los relatos confirman que para una amplia mayoría ser maestro en Chiapas ha implicado asumir la profesión como una opción laboral principalmente: previo al establecimiento del nivel de licenciatura para la educación normal esto significaba un medio de superar la precariedad económica de origen, actualmente representa asegurar un trabajo que se visualiza como bien remunerado y de excelentes prestaciones. No obstante estas evidencias, resulta insostenible que la conformación del magisterio siga percibiéndose como un asunto de «vocación», al margen de las condiciones estructurales que definen lo que es ser maestro en cada contexto. En ese sentido, reitero la convicción que para comprender el significado actual de la docencia en Chiapas, es imprescindible revisar las políticas educativas que la regulan y también las prácticas sociales –las gremiales en primera instanciaen que éstas se objetivan. En particular, urge revisar las actuales formas de ingreso a las escuelas normales y al servicio educativo con una plaza de base. Cabe recordar que desde hace más de una década, la UNESCO recomendó a los países miembros “atraer a la docencia a los jóvenes más competentes” (SEP, 1997) y que las políticas que derivan de la Alianza por la Calidad de la Educación pretenden impulsar la contratación de los “mejores maestros”. Sin embargo, los resultados de los exámenes de selección –tan cuestionados por sus contenidos y usos- han mostrado las grandes debilidades de formación con que ingresan los jóvenes a las normales y al servicio educativo, situación a la que se suman las formas gremiales y clientelares presentes en las “nuevas” definiciones de la profesión docente. Como muestro también en este trabajo, muchos jóvenes que motivados por las condiciones laborales optan por la docencia como profesión, llegan a identificarse con ella en la relación con los niños y el trabajo de enseñanza. En este sentido sostengo que las instituciones formadoras de maestros contribuyen de manera fundamental a la construcción de una identidad, ética y saberes sobre la profesión, mediante procesos en que se imbrican la propuesta curricular, los espacios de práctica docente así como las tradiciones pedagógicas de las escuelas normales y de educación básica. En esta línea reitero la urgencia de fortalecer a las escuelas normales de Chiapas para que prioricen procesos de formación para ejercer la docencia en los contextos multiculturales y de marginalidad social del estado. De igual forma, destaco la necesidad de generar políticas y modos operativos para que los maestros noveles tengan acompañamiento pedagógico en los primeros años de trabajo en comunidades de diversidad cultural y lingüística así como escuelas de organización multigrado. Una conclusión más de este trabajo se refiere al doble sentido que tiene para los maestros continuar estudiando en instituciones de formación docente: se trata por un lado, de la búsqueda de mejores condiciones profesionales y laborales, por otro, de respuestas a las muchas incertidumbres que impone el trabajo Autobiografías
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cotidiano de enseñanza. Esta última intención se revela insistentemente en los relatos autobiográficos y contradice, desde mi punto de vista, los discursos que insisten en la “falta de interés” de los maestros hacia su trabajo para explicar los resultados educativos de la entidad. Finalmente, destaco el sentido vital que tiene la docencia para muchos autores de los textos aquí seleccionados; los relatos dan voz a muchos otros que ejercen esta profesión para expresar la satisfacción de ser maestro: por los resultados del reto asumido para trabajar en situaciones adversas, por una ética profesional construida a través de los años de experiencia y, sobre todo, por el encuentro con niños, niñas y jóvenes que el trabajo de enseñanza hace posible: “He llegado a la conclusión que ser docente es mi vida, porque he experimentado la nobleza de la carrera, he vivido en carne propia experiencias que me enriquecen como persona, me gusta convivir con las personas y saber que puedo hacer algo por los pequeñitos que, aunque no me lo agradezcan, se también que yo marcaré sus vidas como a mí me la marcaron mis maestros de toda la vida”. (Julieta, Diplomado)
Referencias bibliográficas
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IEP COMITÁN DE DOMÍNGUEZ
Autobiografías
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Presentación Ser docente: historia de esfuerzo y logro Los trabajos que se presentan en seguida corresponden al grupo “E” de la Maestría en Docencia, generación 2008-2010, con sede en Comitán, Chiapas. Son elaboraciones derivadas del seminario Enfoques sobre la formación docente que se desarrolló entre septiembre y octubre de 2009. Este conjunto de seis relatos fue seleccionado de entre los 20 que formaron este grupo de estudio. El grupo estuvo integrado por maestros que trabajan en diferentes niveles educativos, de educación básica la mayoría: preescolar, primaria general e indígena, secundaria y telesecundaria; destaca la presencia de dos docentes de misiones culturales cuyos trabajos se incorporan a esta recopilación, en menor pero hubo presencia de los niveles de bachillerato y de educación superior. También los estudiantes cumplen diferentes funciones en el sistema educativo: son maestros de grupo o directores en su mayoría, un asesor pedagógico de centros de maestros y un supervisor de educación primaria. En su mayoría son originarios o radican en esta ciudad, aunque también está presente el caso ejemplificante de una maestra de educación indígena que realizó un enorme esfuerzo para cursar estos estudios que le implicaron el traslado en cada fin de semana desde una comunidad lejana de Ocosingo, porque en ese momento no tuvo una opción de desarrollo profesional más cercana. El conjunto de trabajos que se presentan reflejan la diversidad de experiencia de sus autores: Amando García Vázquez es profesor de educación primaria, en tanto que su esposa, la maestra Elsa López López lo es de preescolar. Enrique Aberlay Vera es maestro de telesecundaria y Héctor Castellanos Moreno es docente de matemáticas en secundarias generales; por su parte, los profesores José Guadalupe Villa Quintero y Memorio Mercado Pecero trabajan en misiones culturales. Todos ellos tienen entre 15 a 25 años en la docencia, lo que se advierte en el estilo reflexivo de sus relatos y en la madurez de vida que les permitió escribir de sí mismos y recuperar la historia de su vida y su propia formación. Como señalo en la presentación general, la escritura de la autobiografía personal por los estudiantes maestros, ha sido una estrategia construida a lo largo de diversos procesos de formación docente. Este fue uno de los primeros grupos en que la escritura de la autobiografía empezó a cobrar un doble sentido; el primero: la del ejercicio de escritura como medio y posibilidad para fortalecer la expresión escrita de los maestros. Este propósito implicó consecuentemente, una escritura recursiva con la que se enriquece la narrativa que se cuenta: recuperar detalles, recordar experiencias, organizar las ideas y convertirlas en un texto. El trabajo de Héctor nos los dice así: Autobiografías
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“Muchas veces hablar sobre uno mismo es tan complicado porque no estamos acostumbrados a hacerlo y cuando esta maravillosa experiencia sucede resulta que un sinfín de ideas revolotean en la mente y poco a poco se ordenan para sistematizar nuestros recuerdos y así se empieza a abrir el nuevo libro de tu vida personal”.
El segundo propósito fue más cercano a la naturaleza propia del seminario. Se trataba de recuperar la historia de la propia formación docente para explicitarla, reconstruirla analíticamente tanto como nos fuera posible en ese espacio de formación y documentar así algunos aspectos de la historia de la educación de nuestro estado. El texto del maestro Aberlay nos muestra el conflicto vivido en este proceso: “…¿por qué sigo repitiendo prácticas arcaicas? Después de la introspección nocturnal respondo con firmeza sin temor a equivocarme y respondo en un soliloquio de manera tácita: escribieron en mi cerebro como un escribano en su pergamino, moldearon mi conducta y mi ser, formaron en mi pensamiento tres instituciones creadas por el mismo hombre: la familia, la religión y la escuela”.
A los estudiantes de este grupo, mi reconocimiento por el entusiasmo, alegría y esfuerzo con que vivieron el tiempo de formación; quedan aquí sus historias.
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Elsa López López Introducción Conversar con un(a) docente o un grupo de docentes supone una invitación a escuchar historias, una invitación a sumergirnos en relatos que narran experiencias escolares y sutiles percepciones de quienes las viven, una oportunidad para comprender e introducirnos en el universo de prácticas individuales o colectivas que recrean vívidamente, con sus propias palabras, en un determinado momento y lugar, el sentido de la escolaridad. (Suarez y Dávila, 2000: 134). Por eso me da gusto compartir la historia de mi formación, porque sé que cada persona sin distinción de cultura o raza tiene una historia o relato que contar. A través de ellas nos damos a conocer, aportamos, recibimos sugerencias y estrategias, además sobrepasan todo tipo de fronteras por medio de la comunicación a distancia que establecen las redes. Mi trayectoria profesional, personal y docente Mis deseos por estudiar una carrera comenzaron durante mi educación primaria al observar a las maestras y los maestros que laboraban en mi escuela. Admiraba la forma en que la comunidad reconocía su labor, en parte porque ellos se involucraban en las actividades del pueblo. Sin embargo, debido a la pobreza que padecía mi familia también me llamaba la atención la forma en que se vestían y se alimentaban; ya que un maestro tenía más posibilidades económicas para resolver o sustentar sus necesidades básicas. Lamentablemente las condiciones no estaban a mi favor, porque como hija tenía que ayudar en las labores del hogar y no era tan fácil conseguir apoyo de mis padres. Por lo tanto, cuando salí de la primaria, no tuve las posibilidades económicas para seguir con mis estudios. Sin embargo, transcurrido un año y gracias a la motivación que recibí de algunos maestros que llegaban a mi casa porque les proporcionábamos los alimentos, y el apoyo de mi madre que quería que me superara, decidí volver a estudiar. Decidí buscar una oportunidad para terminar mis estudios. Mi madre me llevó a Frontera Comalapa y ahí me dejó con unos familiares. Me inscribí en una secundaria particular de ese lugar. Para sostenerme, tuve que ayudar en las labores domésticas donde vivía, lo que perjudicó en gran parte mis estudios. Sin embargo, los deseos por superarme me motivaron para seguir adelante, pues anhelaba convertirme en una Secretaria Ejecutiva. Me atraían las personas que ejercían este trabajo, la forma en que manejaban con facilidad y rapidez las máquinas que usaban para facilitar el trabajo administrativo. Cuando terminé la secundaria, me trasladé a la ciudad de Comitán de Domínguez; tenía la idea de entrar a una academia para Secretarias Ejecutivas, pero mi madre prefirió que estudiara para profesora en Educación Preescolar, y fue así que me inscribió en la escuela normal particular para educadoras “Profesor Edgar Roblero Santiago”. Para solventar mis gastos económicos busqué trabajo Autobiografías
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en casa de una maestra conocida de mi madre, quien me apoyó alojándome en su casa y dándome comida a cambio de ayudar en las faenas del hogar. Al terminar mi carrera como educadora, recibí una plaza como maestra fuera del Estado de Chiapas. Sin embargo, por motivos económicos, familiares y por miedo a enfrentar nuevos retos, renuncié a la plaza que me habían otorgado. El miedo surgió porque en la normal nunca nos enseñaron los programas y métodos de enseñanza que se utilizaban para trabajar, tampoco los retos con los que nos enfrentaríamos directamente. Posteriormente, por la urgencia económica y el gusto de ejercer mi carrera, busqué trabajo en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Ahí me contrataron como docente de preescolar. Durante ocho meses trabajé con niños de los campamentos guatemaltecos. Las personas hablaban diferentes dialectos y se me dificultaba comunicarme con ellos; por lo tanto, no podía y no sabía cómo involucrarme en las actividades significativas de los campamentos. Decidí renunciar porque no tenía las herramientas y la capacidad para manejar este tipo de situaciones. Después de esta experiencia, cubrí tres interinatos en diferentes zonas, donde realice por primera vez una labor docente. Allí me encontré con compañeros que tenían más habilidades para desarrollar estrategias pedagógicas en su trabajo, pues planeaban con anticipación sus actividades; mientras que yo, por no saber cómo planearlas me veía en la necesidad de improvisar las clases, lo que ocasionaba que el grupo se descontrolara por que terminaban las actividades muy rápido. Debido a esta situación me sentí fracasada y me vi en la necesidad de pedir ayuda, lo cual me disgustaba por miedo a las críticas. Tuve que pedir la programación para fotocopiarla, y así pude guiarme para planear mis actividades cotidianas de mejor manera. Otra experiencia muy importante en mi formación docente, fue el trabajo que realice en conjunto con el DIF Municipal para fundar un jardín de niños en el pueblo de Tzimol. Trabajé ahí durante un ciclo escolar. Me sentí muy contenta de colaborar en la formación de la niñez mexicana. Sin embargo, a pesar de conocer el programa, se me dificultó organizar actividades didácticas que favorecieran las habilidades de los educandos, ya que pocas veces planeaba mis actividades y seguía improvisando mi trabajo porque la formación tradicional con la que laboraba me lo permitía, aunque con el tiempo llegué a lograr mis objetivos. Al finalizar el ciclo escolar, nos visitó la señora Elsy Herrería de Castellanos, quien asistió para la clausura de fin de curso. Ahí tuve la oportunidad de dar a conocer mi labor. Me felicitó por los resultados de mi trabajo y me ofreció su ayuda desinteresadamente para solicitar mi plaza ante la Secretaría de Educación. Su motivación me inquietó para seguir superándome y pedir ayuda a mis compañeras con más experiencia. Esto sucedió en el año 1988. 36
Cuando obtuve mi plaza por parte de la Secretaría de Educación el nueve de octubre de 1989, fui asignada a la zona 029 de Tila, Chiapas, en el ejido Shoctic donde hablaban la lengua materna Chol. Cuando trabajé en este lugar tuve problemas de comunicación, debido a que era una comunidad donde se hablaba únicamente la lengua materna. No podíamos interactuar fácilmente, y este tipo de problemáticas me llevaron a pensar cómo solucionar esta situación. Pedí ayuda al Comité de Educación de ese lugar, pues eran los únicos que hablaban español, para que tradujeran mi primera reunión con los padres de familia y la interacción con los niños. Poco a poco tuve que encontrar la forma de trabajar mejor con los niños del lugar, y durante el tiempo que estuve con ellos hice lo mejor que pude para brindarles la confianza y seguridad para expresarse y sobre todo de castellanizarlos para sociabilizar mejor. Me di cuenta que tenía que trabajar más para lograr mis objetivos laborales, pues no le había dado la importancia necesaria. Después trabajé en el jardín de niños “Benito Juárez” del municipio de Bejucal de Ocampo. El acceso al lugar era muy difícil, tenía que viajar a caballo cuatro horas para llegar o salir. En este jardín de niños viví una gran experiencia al darme cuenta que la mayoría de los niños que estudiaban allí gozaban de muchos privilegios porque sus padres tenían una buena posición económica y profesional, pues era la cabecera municipal y recibía demasiado apoyo. Tuve que enfrentarme a la realidad por que según ellos tenían más experiencia docente; además una de las problemáticas que tuve, fue que estaba a cargo de tres grupos y no sabía cómo realizar las actividades para involucrar a todos los niños. Uno de los logros que obtuve durante los tres años que laboré en este plantel, fue la visita del secretario de educación, el Profesor Ismael Roblero, junto con otros funcionarios, quienes observaron mi trabajo con los niños. Me sentí muy contenta, pero al mismo tiempo preocupada de no haber hecho bien mi labor. Sin embargo, me felicitaron por mi buen desempeño, pero me di cuenta que tampoco ellos conocían bien el programa educativo con el que trabajaba, ya que no me hicieron críticas constructivas, ni sugerencias. Debido a las dificultades que tenía para desarrollar mi práctica docente y por las exigencias que pudieran hacerme los padres de familia, decidí ingresar a la nivelación de la Licenciatura en Educación Preescolar en la Escuela Normal “Manuel Larráinzar” en San Cristóbal de Las Casas. Pensaba que si me preparaba mejor, podría enfrentarme a situaciones laborales complicadas y tendría las herramientas necesarias para resolverlas. Desde hace dieciséis años laboro en el jardín de niños “Justo Sierra Méndez”. Está ubicado en el ejido Sinaloa, municipio de Frontera Comalapa. Puedo decir que gracias a los conocimientos adquiridos en la Licenciatura mi desempeño docente ha mejorado considerablemente. Sinceramente todavía tengo mucho que aprender sobre el proceso de enseñanza–aprendizaje. En el transcurso de mi vida docente me he dado cuenta que existen diferentes tipos de líderes tanto a nivel magisterio como en el alumnado. Por eso comencé a investigar sobre el liderazgo, pues lo considero uno de los problemas más graves que padecen Autobiografías
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los planteles educativos, tomando en cuenta que el resultado se proyecta en la poca colaboración y el nulo trabajo en equipo. Ahora que realizo la Maestría en Docencia, se que para llevar a cabo un buen trabajo, necesito tener nociones metodológicas para investigar y hacer uso de los nuevos modelos educativos. Además, debo enfocarme en las competencias para que mi trabajo se base en la crítica y la reflexión que se obtienen de las elaboraciones teóricas conectadas a la problemática del cambio. Conclusión Durante el transcurso de mi vida docente he sufrido cambios que me ayudaron a mejorar mi trabajo. Con esfuerzo sobrellevé los problemas que se me presentaron en el camino. Por medio de la preparación constante uno puede enfrentarse a cualquier situación o problemática, y es porque debemos actualizarnos constantemente. El papel que desempeño socialmente, está intrínsecamente relacionado con la efectividad de mi trabajo. De esta manera aportaré a mis alumnos cosas importantes para su vida diaria. Tal vez existan obstáculos que eviten fomentar en nosotros la preparación y el constante aprendizaje, pero creo que si uno tiene la motivación necesaria, nada es imposible. Bibliografía Suárez, Ochoa y Dávila. 2000. Narrativa docente, prácticas escolares y reconstrucción de la memoria pedagógica. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Organización de los Estados Americanos, Agencia Interamericana para la Cooperación y el Desarrollo.
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Memorio Mercado Pecero*
Historia de mi formación docente Introducción El presente trabajo tiene la finalidad de plasmar la memoria pedagógica de mi vida estudiantil y laboral. Empezaré por realizar una breve reseña de mi formación académica, mencionaré como influyeron los maestros y compañeros de clase tanto de Primaria, Secundaria y Bachillerato para que yo decidiera estudiar Docencia, además de la gran influencia que mi padre ejerció en mí para que tomará esa determinación. Relataré como empecé a buscar trabajo en mi estado natal Veracruz, y porque decidí venir a probar suerte al bendito estado de Chiapas. Aquí inicié cubriendo interinatos a nivel primaria, hasta llegar a las Misiones Culturales, donde actualmente trabajo, a pesar de que en mis inicios en este nivel tuve que afrontar muchos retos y momentos difíciles. Añorando ser deportista: maestro de educación física Al recordar mi infancia no me queda más que añorar aquellos años de párvulo cuando corría detrás de un balón. Me gustaban todos los deportes y juegos, pero especialmente el fútbol soccer, así que mi educación primaria y secundaria, estuvo muy ligada al deporte, además de que mi sueño desde niño era estudiar para Maestro de Educación Física. Sin embargo, mi vida dio un giro inesperado cuando ingresé al Bachillerato. Me seleccionaron para el equipo de Fútbol y con tan mala suerte que durante el primer partido, me lesioné la rodilla izquierda de manera aparatosa. Estando lesionado mi padre me sentenció: jugar o seguir estudiando, pues de otra manera él no me apoyaría. Mi padre influyó demasiado en mi decisión de estudiar para maestro de Educación Primaria, pues su argumento en contra de mi elección de convertirme en maestro de Educación Física, es que no había campo de trabajo, por lo que me vi en la disyuntiva de estudiar la licenciatura que mi padre quería. Quiero evocar de manera especial al Maestro Naú Flores Cruz, Profesor de Ciencias Sociales, quien dejó una huella imborrable en mí, pues además de jugar fútbol, era un excelente maestro. Fue mi ídolo, imité hasta su forma de escribir, pues él usaba solo mayúsculas, y hasta la fecha sigo escribiendo de esa manera. *
Estudiante del tercer semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Comitán de Domínguez. Cuenta con 15 años de servicio y actualmente trabaja en las Misiones Culturales. Autobiografías
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Reconozco que al inicio de mi formación como docente no me esforzaba al máximo, pero al paso de los primeros meses me empezó a gustar lo que estaba estudiando. El momento más trascendente que marcó mi rumbo, fue cuando realice mis prácticas docentes en una comunidad rural enclavada en la huasteca potosina. Recuerdo que tuve que caminar tres horas para llegar a la ranchería que era muy pobre, ahí la gente se dedicaba a la siembra de maíz de temporal. La escuela primaria había sido construida por los mismos habitantes, para su construcción utilizaron madera y láminas de cartón y no tenía piso de cemento. Cuando me presenté con las autoridades ejidales, me dijeron que ya tenían varios meses sin maestro, por lo que dieron el aviso casa por casa para que al otro día mandaran a los niños a la escuela. Así comencé mi labor educativa; estaba emocionado, me sentía una persona importante, pero reconozco que no sabía por dónde empezar. Fueron dos meses difíciles, donde a pesar de todas mis limitaciones, traté con todo mi ánimo que los niños aprendieran algo de matemáticas y español básicamente; pero donde logré buenos resultados fue en la práctica de fútbol que realizaba por las tardes con los niños. Sin embargo, no estaba contento pues sabía que como docente tenía mucho por aprender. De esta forma, con otro pensamiento regresé de mis prácticas docentes a seguir estudiando en la Normal, pues ya había germinado dentro de mí la idea de prepararme a conciencia y regresar a algún pueblo marginado de los tantos que existen en nuestra geografía nacional y enseñarles verdaderamente a los niños a aprender sus primeras letras, no con el ánimo de ser su redentor sino de ser parte y apoyo de su proceso educativo; ya había resuelto que iba a ser de mi vida, y es así que logré terminar mis estudios de Licenciatura en Educación Primaria a pesar de que me había quedado la “espinita” de querer ser maestro de Educación Física. Buscando desesperadamente una plaza de maestro Después de egresar de la Normal, empecé a buscar trabajo. Metí mi solicitud para conseguir una plaza de Maestro en la Secretaría de Educación del Estado de Veracruz, mi estado natal, pero debido a la corrupción que existe en todas partes; a las “palancas” y a la falta de un padrino que me recomendara, me trajeron dando vueltas, haciéndome creer que pronto saldría en la lista de afortunados. Así pasó el tiempo, hasta que desesperado después de un año de no obtener nada, acepté la invitación de un primo para trabajar en una primaria en el municipio de Frontera Comalapa, Chiapas. En 1993 llegue a Chiapas, lugar donde encontré trabajo cubriendo interinatos en nivel básico, tanto en el municipio de Comalapa, como en Chicomuselo. Gracias a estos pequeños trabajos logré adquirir mayor experiencia profesional; sin embargo me sentía insatisfecho conmigo mismo, no me creía competente. Sabía que si quería entregarme de una manera más profesional, lo lograría estudiando una maestría o algún diplomado. El problema más importante que enfrente cuando trabajé haciendo interinatos en primarias, fue que al parecer en ese tiempo ser maestro interino 40
significaba ser un “cero a la izquierda”. Viví en carne propia los desprecios y la falta de apoyo por parte de los maestros con muchos años de antigüedad. Ellos no aceptaban propuestas de los maestros más jóvenes y cuando realizaban alguna reunión de Consejo Técnico Consultivo actuaban con prepotencia y arbitrariamente, siempre con el apoyo del director de la escuela. Otra problemática que padecí fue en relación a mi trabajo docente, pues algo distinto es ser alumno de la Normal, aprender la didáctica y la pedagogía del aprendizaje, y otra poner en práctica lo aprendido con los alumnos en un salón de clases. Forzosamente tuve que pedir ayuda de otras personas para que me orientaran y asesoraran en la búsqueda de estrategias idóneas. Misionero de toda la vida Para 1995, como no había conseguido una plaza de base, acepté la propuesta de trabajar en las Misiones Culturales, las cuales me interesaron porque según en este nivel podía obtenerla con mayor facilidad. Nada más falso, obtuve mi plaza después de nueve meses de estar laborando. Aunque este nivel es muy bonito e interesante, yo lo desconocía completamente, razón por la cual tuve que luchar y esforzarme, redoblar esfuerzos para lograr mi propósito, que finalmente conseguí a pesar de todas las dificultades que padecí. Las Misiones Culturales actualmente están a punto de cumplir 86 años de vida. Se fundaron en 1923, siendo Secretario de Educación Pública el ilustre José Vasconcelos. Como desconocía su funcionamiento, tuve muchos problemas al inicio de mi trabajo ya que es completamente diferente al nivel de primarias. En las misiones se trabaja con jóvenes mayores de quince años, a quienes se les capacita para la vida y el trabajo a través de talleres: danza, deportes, albañilería, agricultura, ganadería, carpintería, corte y confección, cocina, manualidades, enfermería, música, electricidad, mecánica automotriz, primaria y alfabetización para adultos. Es necesario mencionar que el trabajo se realiza durante los dos turnos (mañana y tarde) y es netamente práctico aunque se les enseña lo básico en teoría. El problema principal que enfrenté laborando como Director de las Misiones Culturales, la cual tenía su centro de operaciones en el Ejido Francisco I. Madero, municipio de Las Margaritas, Chiapas. La comunidad se encuentra ubicada en la región tojolabal, conocida como zona de conflicto del movimiento zapatista y en el año de 1995 estaba en resistencia civil, así que tuvimos muchas dificultades para realizar nuestras labores, por encontrarnos en zona de alto riesgo. Por necesidades económicas tuve que vivir en la comunidad y convivir con su gente, principalmente con los líderes y autoridades ejidales a los cuales tuve que conquistar o como se dice trivialmente tuve que “echármelos al morral”. No olvido lo que me dijo una vez el líder de la comunidad: “Te has ganado la confianza de nosotros porque hemos visto que quieres ayudarnos a pesar de que no eres de nuestra gente, sigue así y serás un buen maestro misionero” esas palabras me impulsaron a esforzarme más y añorar la promesa que hice cuando Autobiografías
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fui a realizar mis primeras prácticas docentes: que regresaría a trabajar en una comunidad rural. Qué lejos estaba de imaginar que trabajaría por años en las comunidades indígenas, donde una parte de mi corazón se ha quedado, particularmente en esta primera comunidad. Ahí aprendí las costumbres de la gente, aprendí a entenderlos, ser su amigo, convivir con ellos, comer juntos frijoles con chile, chayotes hervidos; en fin me hice parte de su vida. No fue fácil, pude lograrlo hasta que me gané la confianza de ellos. Además, con el trabajo y las acciones de apoyo por parte de los maestros especialistas, nos ganamos el respeto de la mayoría de las personas de la comunidad, al grado que nos pedían sugerencias para realizar algún trabajo o bien cuando tenían algún problema familiar. Otro aspecto que considero importante y que me favoreció para poder relacionarme con los jóvenes es que empecé a jugar fútbol con ellos, primeramente en el campo deportivo de la comunidad, posteriormente participando con el equipo en la liga municipal de fútbol de Las Margaritas. Fue una experiencia difícil, pero que me dejó gratas satisfacciones porque empecé mi vida laboral en Misiones Culturales superando un reto, forjando mi vida de misionero, fijándome metas, intentando cada día ser mejor, imitando aunque sea en su concepción mínima a los grandes maestros misioneros de antaño, quienes nos dieron fama y prestigio; por lo que digo categóricamente, me gusta y quiero seguir siendo Maestro Rural. Conclusiones Realizar esta memoria pedagógica me ayudó a poner en claro hacia dónde quiero caminar y que debo hacer para lograrlo. La necesidad de actualizarme me impulsó a realizar un diplomado en Investigación Educativa y la Maestría en Docencia. Actualmente curso el segundo semestre de la maestría, que espero sin temor a equivocarme, me servirá para mejorar mi quehacer educativo en aras de brindar un servicio de mayor calidad en las comunidades donde laboro. A lo largo de mis años de servicio lo más significativo que me ha pasado son los intercambios de experiencias entre directores de Misiones Culturales desde hace diez años, pues me sirvió para fortalecer e incrementar mis saberes y retomar conocimientos de mis compañeros directores para canalizarlos en mi centro de trabajo.
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Héctor Castellanos Moreno*
Historia de mi formación docente
Introducción La historia personal del autor está plasmada en estas líneas con la finalidad de poder expresar cómo se llevó a cabo su proceso para llegar a ser docente. Parte del escrito retoma recuerdos de la infancia, esencial en la toma de decisiones personales. Se narran situaciones que describen la formación docente del autor y el contexto donde se desenvolvieron los hechos, determinantes en su decisión de convertirse en maestro. En la primera parte del texto, el autor describe su experiencia durante sus estudios de Primaria y cómo influyó en su vida conocer un maestro “modelo”. Mientras que en la secundaria existió un desencanto muy marcado sobre la idea surgida en la primaria de ser maestro. Se describen las experiencias a nivel Bachillerato y la ruptura con sus propósitos iniciales de convertirse en docente a causa de su interés por otras áreas del conocimiento, lo cual ocasionó que abandonara los estudios por varios años. También se plantean las diversas situaciones que le permitieron encauzar sus estudios para llegar a ser docente; de cómo se resolvieron los problemas con sus primeros alumnos y también los aspectos aprendidos mediante estas experiencias. Finalmente se concluye con un apartado especial donde se manifiesta la importancia de reflexionar sobre su propio oficio como docente. De los principales retos a enfrentar y las disposiciones existentes para seguir preparándose profesionalmente en beneficio de uno mismo y la sociedad en que vivimos. Partiendo de mi situación actual Hablar sobre uno mismo es tan complicado porque no estamos acostumbrados a hacerlo y cuando ésta maravillosa experiencia sucede resulta que un sinfín de ideas revolotean en la mente y poco apoco se ordenan para sistematizar nuestros recuerdos y así se empieza a abrir el nuevo libro de tu vida personal. Mi nombre es Héctor Castellanos Moreno. Soy el tercero de seis hermanos y tengo cuarenta y un años de edad. Actualmente trabajo como docente en el *
Estudiante del tercer semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Comitán de Domínguez. Es profesor de Matemáticas en el Nivel Medio, cuenta con 17 años de servicio. Autobiografías
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nivel de Secundaria. Imparto la asignatura de Matemáticas y tengo aproximadamente dieciséis años de servicio, los cuales me han llenado de satisfacción y de pasajes inolvidables que han marcado mi existencia. Las escuelas donde actualmente llevo a cabo mi labor docente están ubicadas en los municipios de Las Margaritas y Comitán de Domínguez. Ambos municipios se conectan a través de18 kilómetros de carretera, por lo tanto se podría decir que están relativamente cerca. Estoy orgulloso y satisfecho de ser docente porque me ha permitido convivir con los jóvenes, conocer a los padres de familia y compañeros con diferentes expectativas. Pero ¿Cómo llegué a ser docente? El modelo del “maestro apóstol” La tarea del maestro es el resultado de una vocación, su tarea se asimila a un “sacerdocio” o “apostolado” y la escuela es “el templo del saber”. Mi gusto por ser docente nació cuando era niño, gracias a que tuve la oportunidad de conocer a un maestro con estas características. Mi familia y yo vivíamos en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Mi padre no tenía recursos económicos, pues se dedicaba a cantar en los bares y apenas le alcanzaba para alimentarnos. Mi madre contribuía haciendo dulces y pastelitos, los cuales vendíamos después del regreso a clases. Cuando ingresé a la primaria conocí a mi mejor maestro, el que hasta hoy en día, no he olvidado. Tal vez por la sencilla razón de que fue el único amigo adulto que, en ese entonces, conocía. Mi maestro era muy amigable, me platicaba algunas cosas personales y eso me hacía sentir su amigo. Platicábamos casi siempre en el receso, desayunábamos juntos y siempre se dirigía a mí con respeto y cariño. Me llamaba mucho la atención su forma dinámica de enseñar. Nos protegía siempre contra las burlas o pleitos con alumnos de otros grupos. Sus clases eran tan divertidas que no sentíamos como pasaba el tiempo. Recuerdo que antes de iniciar su clase, nos comentaba algún suceso que le había pasado. Sin darnos cuenta, entrábamos a los temas que el inducía. Admiraba su forma de vestir, sus consejos y sus juegos. En verdad me imaginaba un padre modelo, pues era el clásico maestro entregado a sus alumnos. Con estas características se formó en mí el concepto de “súper-maestro”. La secundaria: Una fase complicada como alumno Concluí la primaria con una enorme tristeza, tanto por dejar a mis amigos, como a mi maestro “modelo”, pero con la satisfacción de haber concluido mis primeros seis años de estudio. Al iniciar la secundaria, mi sorpresa fue grande cuando encontré nuevamente a mi amigo profesor impartiendo la clase de Ciencias Naturales en la escuela donde ingresé. Estaba completamente seguro que se me facilitarían las cosas por el simple hecho de contar con su presencia. Sin embargo, muchas cosas cambiaron. Aunque al inicio del ciclo escolar platicaba conmigo, ya era más indiferente. Parecía no tener tiempo para platicar sus experiencias por la cantidad de alumnos que tenía o sencillamente por las exigencias de abarcar los contenidos que exigían los programas. Muchas veces fui a buscarlo durante el receso para compartir con él algunas experiencias como 44
lo hacíamos anteriormente en la primaria, pero al maestro ya no tenía tiempo. Me sentía incómodo cuando notaba que le gustaba más estar solo. Empecé a cuestionar el trabajo docente durante la secundaria. O tal vez, por mi adolescencia no comprendía la conducta del “maestro amigo”. Por otro lado, el conocer diferentes maestros, el cambio del nivel de enseñanza y el nuevo contexto donde me desenvolvía, hicieron que mi idea de ser maestro empezara a esfumarse. Por razones económicas, mi familia tuvo que trasladarse al municipio de Ocosingo, en búsqueda de una vida mejor. Ahí concluí la secundaria. Para ese entonces, ya había tenido muchas experiencias agradables y desagradables con los maestros que conocí; algunos muy estrictos, otros muy “bonachones”. Pero el recuerdo de aquel maestro de primaria era difícil de suplir. Estudié dos años y medio en la secundaria de San Cristóbal de Las Casas, y concluí los últimos dos bimestres en Ocosingo. Nunca estuve conforme con el cambio de escuela pero, en ese entonces, no podía revelarme contra las disposiciones de mis padres. La escuela donde me inscribieron era una escuela secundaria técnica agropecuaria y eso no era de mi completa satisfacción. Pero era necesario “pasar” las asignaturas relacionadas con el campo, las cuales no me hacían sentir satisfecho; primero, porque no era lo que yo tenía planeado y no me gustaban las actividades del campo. Había vivido casi once años en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas con otras costumbres y otras actividades. Sin embargo, pude concluir mis estudios y pasar al bachillerato. Mi paso al Nivel Medio Superior: Una decisión acertada Por falta de recursos económicos y algunos tropiezos de la vida, mi hermano mayor, que había concluido sus estudios de secundaria al mismo tiempo que yo, decidimos no estudiar más y buscar trabajo. Nos enteramos que en la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la ciudad estaban contratando personal y nos presentamos como posibles candidatos. Una lucha interna se originó en mi mente, pues no sabía si dejar de estudiar era lo más viable. Estaba completamente seguro que contaba con las habilidades necesarias para ser un profesional. Además, quería demostrarle a mi padre que llegaría a ser alguien importante. Cuando nos comunicaron que sí nos contratarían yo desistí y aunque el sueldo era “bueno” opté por rechazar la oferta de trabajo. No así mi hermano, que hasta la fecha, continua trabajando como intendente. Inicié el bachillerato en un CBTA, la única opción en ese entonces, y aunque tenía las mismas características de la secundaria donde estudié por ser agropecuaria, decidí terminar mis estudios con éxito. Obtuve buenas calificaciones por el empeño demostrado y fui el “preferido” de mi maestra de Matemáticas. Cómo me gustaba enseñar a un grupo de amigos que tenían problemas en la materia, la maestra me recomendaba a alguno de ellos. Parecía que la idea de convertirme en maestro resurgió con más ímpetu en este nivel. Todo indicaba que llegaría a ser un buen maestro. Pero no fue así. Autobiografías
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Un grupo de compañeros y yo, que compartíamos el gusto por la música, organizamos un grupo. Como mi padre era músico, me había enseñado a ejecutar algunos instrumentos, y así tocando con el grupo, pude sostener mis estudios de bachillerato. Sin embargo, el hecho de obtener ganancias gracias a la música durante mi adolescencia y mi grupo de amigos, ocasionó que al término de mi bachillerato dejara los estudios, pues obtenía ingresos superiores a los de un profesional y me perdí en el momento de “éxito”. Ideal de ser docente en peligro En mi vida como músico, tuve muchas experiencias agradables y desagradables, pero la etapa que viví no la cambiaría. Me dediqué completamente a la música durante varios años que anduve de fiesta en fiesta. Era algo que disfrutaba completamente; sin embargo, nunca pude quitarme la idea de continuar estudiando. Un día encontré a un compañero del bachillerato al que había ayudado a estudiar matemáticas, era ya un maestro. Me sentí avergonzado cuando me preguntó que profesión tenía y un fracasado al contestarle que era un simple músico. Ahí comenzó a inconforme mi decisión de dejar los estudios. Durante un tiempo reflexioné sobre mi futuro y me di cuenta que no lograría ser “alguien” sin el estudio. Para ese entonces todo aquello que parecía ser maravilloso se desvanecía. Tenía la necesidad de continuar mis estudios pero era muy difícil hacerlo. Dejé a mi familia y emprendí la búsqueda de trabajo con la finalidad de encontrar la oportunidad de seguir estudiando. Pasó el tiempo, tuve la oportunidad de trabajar medio tiempo en una oficina, así que empecé a buscar la oportunidad de emplearme en alguna escuela como maestro de educación artística. Sabía que únicamente necesitaba los estudios de bachillerato y dominar alguna rama de esta asignatura. Afortunadamente y con muchos apuros logré presentar un examen de música y ahí comenzó mi aventura como docente. El primer contacto con el oficio docente Recuerdo que con sólo el hecho de obtener un documento con mi nombre y la leyenda de “profesor” junto a él, mi ego se elevaba por el aire. Me sentía satisfecho y confundido a la vez. En verdad no me sentía tan competente para estar al frente de un grupo y los nervios empezaban a ponerme tenso. Cuando llegó el momento de presentarme ante el supervisor, no había dormido bien de solo pensar en la nueva aventura. Estaba completamente seguro que me enviarían muy lejos y sin embargo estaba decidido, como todo maestro principiante, a conquistar esos caminos desconocidos. No olvido que me sudaban las manos y me temblaba el cuerpo cuando estaba en la oficina de la supervisoría. Sin embargo, para demostrar lo contrario opté por sonreír y platicar con la secretaria mientras me recibía el supervisor. Después de media hora de esperarlo por fin nos llamó. Junto con otro compañero que estaba en la misma situación que yo, apresuramos la entrevista. Y bien, comentó: tú eres hijo del maestro Rubén, dijo a mi compañero: Sí, contestó el. Entonces tú te quedarás en Comitán de Domínguez porque tengo 46
recomendaciones de tu padre que es mi amigo. Me sentí un poco incómodo con el comentario porque ya de entrada pues me hacía sentir un poco discriminado. Pero no importaba. Lo único que necesita era conocer la escuela que me correspondería. —Tú te vas a Las Margaritas— dijo dirigiéndose a mí, y nos pidió que nos presentáramos al día siguiente. Pensando en que trabajaría muy lejos y sabiendo que el municipio de Las Margaritas es muy extenso y con un sinnúmero de comunidades, me preparé emocionalmente para enfrentar el nuevo reto de mi vida. Mi sorpresa fue que la escuela donde comencé a trabajar estaba en la cabecera municipal. Al principio estaba molesto porque al otro compañero, hijo de maestro, le habían otorgado la zona de Comitán de Domínguez, pero después pensé en que debía ser más agradecido con mi destino. Se me estaba presentando la oportunidad de mi vida y no podía ponerle condiciones. La escuela donde me presenté a trabajar tenía las instalaciones idóneas para llevar a cabo mis actividades; sin embargo, no me sentía satisfecho con ser únicamente maestro de música. Sobre todo, porque sentía que los compañeros maestros discriminaban mi oficio. Continuamente solicitaban que el “maestro de música” hiciera periódico mural, que atendiera grupos, que tomara otras comisiones que ellos, por tener grupos asignados, no podían realizar. Todas estas acciones empezaron a llenar mi mente de la necesidad de seguirme preparando así que decidí fervientemente continuar mis estudios. Primeras complicaciones al ejercer el oficio de maestro Una de las dificultades más significativas que encontré al inicio de mi carrera docente, fue que algunos padres de familia se acercaban a mí para discutir la calificación de sus hijos en mi asignatura. Me reprochaban no tener la preparación correspondiente, ni estudios de Pedagogía. Esto hirió mi ego, así que decidí estudiar y prepararme continuamente. Al principio sentía rencor por los comentarios, pero ahora comprendo que gracias a eso, hoy me siento satisfecho con los logros que he obtenido. Estaba seguro que necesitaba más estudios así que me di a la tarea de investigar sobre los cursos de nivelación pedagógica. Una compañera maestra me comentó su intención de estudiar en la Universidad Pedagógica Nacional, en el plan semiescolarizado y me hizo la invitación para que ingresáramos. Las clases serían los sábados. La verdad, me entusiasmé con la idea, pero la carrera de Ingeniero, que en ese momento cursaba, era escolarizada y apenas me daba tiempo de salir del trabajo, comer e irme al Tecnológico. Además, estaba recién casado y era demasiado complicado distribuir mi tiempo. Sin embargo, estaba completamente seguro que con el apoyo familiar podría concluir las dos profesiones a la vez. Finalmente ingrese a la Universidad Pedagógica Nacional en Comitán de Domínguez y estudie las dos carreras al mismo tiempo. No sé cómo pasó el tiempo, pero terminé las dos profesiones. Cuando me percaté ya había egresado de ambas escuelas. Reconocí que no se trataba únicamente de obtener títulos, por eso me preparaba de manera autónoma para tratar al menos de ser un buen maestro. Autobiografías
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Con documentos que sustentaban mi oficio docente, intente buscar una oportunidad en Telesecundaria pero no fue posible; únicamente adquirí algunos interinatos, hasta lograr horas base en secundarias. Reconozco que los conocimientos adquiridos en la Universidad Pedagógica Nacional me sirvieron para comprender la conducta de los alumnos, aspecto que parecía indiferente para muchos compañeros docentes. Además, continuamente criticaban a los maestros formados en la Universidad y que no contaban con estudios pedagógicos. Este ya no era mi caso porque se supone había terminado la carrera de pedagogía. Mi trabajo y estudios fueron reconocidos, afortunadamente por la delegación sindical de maestros de música quienes me nombraron secretario general. Este fue un trampolín muy importante en mi carrera, pues conocí a un compañero maestro que estaba comisionado en el sindicato de Tuxtla. El me dio la oportunidad de cubrir sus horas interinas en Las Margaritas como maestro de inglés durante tres años, eso me dio la oportunidad de trabajar con ahínco para basificar tres horas de inglés en un grupo nuevo. Comencé con tres horas, pero al siguiente ciclo escolar ya contaba con seis horas. De ahí nació mi preocupación de prepararme en esta especialidad. Así que nuevamente ingresé a la Escuela Normal Superior para estudiar la especialidad de inglés. Mis expectativas actuales Considero necesario continuar estudiando, pues entre más leo y conozco, más conflictos nacen en mí, hasta poner en tela de juicio mi trabajo con los alumnos a mi cargo. Actualmente curso la maestría, la cual ha despertado en mí la necesidad por ser mejor docente. Reconozco que aún me hace falta mucho, pero estoy completamente seguro que puedo dar más por mi escuela, por mis alumnos y por mí mismo. Uno de los aspectos que tengo que mejorar dentro del salón de clases, es la planeación del tiempo para mis clases. Continuamente quedan algunas actividades de matemáticas a medias, por no calcular el tiempo necesario de las participaciones. Por otro lado, el trabajo en competencias que proponen los programas actuales me llaman la atención pero tengo serias complicaciones al intentar aplicarlas. Mi proyecto de investigación de la maestría está relacionado con este tema, sin embargo, necesito llevar a la práctica las propuestas de autores que he leído. Es importante señalar que gracias a mi formación docente, mi participación en juntas de consejo técnico ha sido, según mi punto de vista, importante en beneficio de los alumnos, ya que continuamente sensibilizo a los maestros para humanizar un poco más la educación de la cual somos responsables. Esto muchas veces me ha ocasionado problemas con algunos compañeros que no permiten ningún tipo de comentarios sobre el trabajo que desempeñan. No pretendo ser modesto sobre mi actuación en el aula, aun cuando estoy seguro que mis deficiencias son muchas, pero al menos intento ser mejor. 48
Ser docente me ha permitido tener una vida digna de la cual estoy completamente satisfecho. Asumo mi responsabilidad y mi compromiso con los que me rodean. Los alumnos son para mí, lo más importante, pues mis hijos también son alumnos y me gustaría que fueran atendidos por un docente consciente, respetuoso y preparado. Por eso, necesito tener mayor capacidad y brindarles confianza a los padres de familia, que depositan en mí a sus hijos para que sea yo quien los forme.
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José Guadalupe Villa Quintero*
Mi historia docente
Introducción La historia personal de los docentes, sin duda alguna, presentará diferentes características: muchos argumentarán que soñaban con cursar una carrera profesional distinta, quizás de mayor renombre, pero debido a situaciones económicas adversas no tuvieron otra alternativa más que ser maestro. Como ésta, podemos encontrar muchas historias, pero la realidad es otra, lo difícil e importante es encontrar maestros por vocación. El problema es que al no contar con esa disposición, que nace precisamente del gusto por la profesión, los resultados no son satisfactorios; pero el asunto que nos ocupa es la diversidad de historias que se suscitan alrededor de los docentes. Sin duda, relatarlas y registrarlas podrá ser de gran ayuda para solucionar los problemas que se viven en nuestras escuelas. Sin embargo, sabemos que es difícil conocer esas historias, ya que no se tiene el hábito de relatarlas y mucho menos escribirlas. Además, oficialmente no existe una obligación para hacerlo porque cuando se le requiere al docente una información relacionada, cumple con la indicación, pero se abstiene de contar muchas cuestiones que resultarían importantes para solucionar las dificultades que presenta su escuela. Lo que se expondrá en el presente trabajo, es precisamente una de las innumerables historias, la que me formó como docente. Mi llegada a la escuela primaria fue trascendental. Mi primera impresión al entrar al salón de clases no fue grata; recuerdo a mi maestro como una persona prepotente que regañaba a todos por cualquier cosa e incluso llegaba a darnos sendos coscorrones y nos jalaba las orejas. Él me causaba temor nada más de verlo, pero también los maestros de los grados subsecuentes me causaban miedo; estos recuerdos se me quedaron grabados, por lo que superar estos traumas no fue fácil. Tal vez debido ello, comencé a pensar que de grande si tuviera la oportunidad de estudiar, me dedicaría a una carrera distinta a la docencia. Con esta idea terminé la primaria, la secundaria y ya estando en la preparatoria, me enfoqué a estudiar contabilidad, una de las carreras técnicas opcionales que se
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Estudiante del tercer semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Comitán de Domínguez. Es Profesor de las Misiones Culturales, cuenta 20 años de servicio. Autobiografías
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impartían. En la medida que avanzaban mis estudios en esta materia, me fue gustando y la convicción por cursar una carrera a nivel licenciatura se mantuvo firme hasta concluir la preparatoria. Resulta trascendental definir una vocación educativa, pues la mayor parte de los estudiantes durante su formación se enfrentan a muchas incertidumbres; no saben cómo elegir la carrera adecuada y cayendo en la desesperación toman decisiones precipitadas que se convierte en rotundos fracasos. La carrera que elegí estudiar al terminar la preparatoria fue Contaduría Pública, pero esta elección no fue producto de una orientación debidamente encaminada, simplemente opté por ella, ya que pensaba en ese entonces que tendría mayor campo de trabajo una vez terminada la licenciatura. No obstante, la decisión que tomé sobre la carrera profesional que estudiaría, me enfrentó con mi triste realidad: una familia numerosa, de escasos recursos económicos que truncan mis aspiraciones, aunque debo decir que siempre pensé encontrar la manera de luchar y superarme para alcanzar mis metas. Así surgió la oportunidad de ingresar al magisterio, situación que no desaproveché, aunque sabía de antemano que dejaba totalmente anulada la posibilidad de cursar la carrera que tanto anhelada; sin embargo, consideraba que ser maestro representaba una garantía de un trabajo que me brindaría además de buenas prestaciones y estabilidad económica. El nivel al que ingresé se denomina “Misiones Culturales”, cuyo objetivo general es brindar capacitación para el trabajo productivo. La especialidad en la que me desempeñé fue actividades recreativas, que consistía en impartir clases de danza y deportes. Este fue mi primer acercamiento como maestro, aunque no como hubiera deseado, ya que difiere mucho de estar en una escuela primaria o secundaria, pero lo importante era que contaba con una base en el Magisterio. Los temores que asediaban mi trabajo continuamente era que me reprocharan tener una plaza de docente, sin una carrera normalista previa. Pese a mis temores, enfrenté la responsabilidad que implicaba mi trabajo y aunque no fue fácil, poco a poco me fui sintiendo cómodo, por lo que en poco tiempo, los resultados alcanzados fueron satisfactorios. De alguna forma, constaté que la experiencia se gana en el trabajo, y no en la Escuela Normal. La siguiente etapa de mi formación docente se centra en mi preparación profesional, menciono que por encontrarme laborando dentro de una rama del Magisterio, mi idea era estudiar una carrera acorde, aprovechando que las escuelas normales brindan la oportunidad de estudiar de forma semiescolarizada. En 1992, logro ingresar a la Escuela Normal Primaria y recibirme, unos años después, de la Licenciatura. Es importante señalar que aunque tengas un papel que avale tu profesión como maestro, no garantiza la excelencia en el campo laboral, sólo te brinda conocimientos didácticos y pedagógicos, esenciales para encaminar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Únicamente a través de la 52
experiencia adquirida se llega a ser un verdadero maestro. No sería justo decir que mi paso por la Escuela Normal no proporcionó beneficios a mi trabajo, debo decir que me ayudó a transmitir de forma adecuada mis conocimientos a los alumnos, encontrar las estrategias más útiles y favorecer el proceso de enseñanza, etc. Con la intención de seguirme preparando, inicié mis estudios en la Escuela Normal Superior de Chiapas y después de egresar, tuve la intención de cambiarme al nivel de secundarias, pero finalmente decliné y me quedé en el nivel de Misiones Culturales. Sin duda alguna, la preparación nos abre muchas puertas que nos permiten tener mayores oportunidades laborales que se traducen en mejores condiciones de vida, por eso siempre estoy dispuesto a emprender cualquier asunto educativo para acrecentar mi acervo cultural, que tarde o temprano, me será de utilidad. La preparación es la base de la inteligencia y la personalidad. No todo se aprende por experiencia, muchos valores se obtienen por aprendizaje y por formación requerida. Una persona inteligente o hábil no es capaz de razonar a simple vista cosas que una persona ya preparada puede entender. Considero que la preparación académica es importante, pues las personas que no se preparan nunca podrán sobresalir socialmente, por el contrario, son rechazadas o apartadas de la vida organizada contemplada por millones de personas que si desean superarse. Al inicio de mi carrera docente pasé por muchas complicaciones, quizás porque en ese tiempo no contaba con la preparación respectiva, pero gracias a que decidí estudiar, se presentó la oportunidad de ascender dentro del nivel de Misiones Culturales. La oportunidad de convertirme en Director, se presentó y me hice cargo de un Centro de Trabajo. Ser director de una misión cultural, requiere de mucha responsabilidad, pero dada la experiencia previa que tenía en el nivel, logré salir adelante con mi compromiso. Considero que el papel de un director es bastante importante, debido a que implica además de una responsabilidad un liderazgo. Después de cumplir con mi labor como director por varios ciclos escolares, tuve la oportunidad de participar en un concurso para supervisor, mismo que logré obtenerlo. Ser supervisor escolar implica mayores responsabilidades, contrariamente a lo que muchos piensan, que se tendría más descanso y por ende menos trabajo. Lo cierto es que hay que enfrentar una diversidad más grande de problemas, pero con empeño y dedicación todo es superable. Conclusiones Las actividades escolares cobran verdadero sentido cuando las experiencias son contadas y recreadas por quien las vive. Por lo tanto, es importante contarlas para realizar los ajustes necesarios y crear nuevas expectativas en nuestro quehacer educativo. Autobiografías
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Como es bien sabido, en una escuela por más que se intente organizarla siempre surgirá la improvisación ante las cosas que ocurren en la vida escolar y que se encuentran fuera de toda planificación, trayendo como consecuencia la acumulación de muchas experiencias con gran significado. Sin duda alguna el hecho que los docentes relaten sus experiencias escolares, representa algo valioso para atender los problemas; sin embargo es pertinente decir que la mayoría de los docentes normalmente no escribimos esas experiencias y cuando llega hacerse, no son tomadas en cuenta por quienes deberían. Así como el hecho de que no escribimos lo verdaderamente significativo, simplemente se da a conocer lo oficial. Normalmente nosotros los docentes narramos nuestras experiencias para determinados documentos que nos solicitan nuestros superiores y que obedecen, la mayoría de las veces, a requerimientos administrativos, de gestión y control, plasmando nuestras experiencias en formatos donde la escritura se ve anquilosada, burocratizada y donde el docente relata situaciones sin relevancia pedagógica. Por lo tanto no se encuentran formas de rescate y aprovechamiento de las experiencias docentes. Lo innovador sería encontrar formas de invitar a los docentes y a otros actores escolares para reconstruir la memoria pedagógica de las escuelas para objetivarla, legitimarla y difundirla. Es necesario crear las condiciones institucionales y técnicas para que los docentes reflexionen y comuniquen a través de la escritura las experiencias pedagógicas orientadas a lograr localmente las aspiraciones y objetivos públicos de la escolaridad. El papel que los docentes jugamos actualmente es muy importante, dado el vertiginoso avance, tanto tecnológico, como educativo. En virtud de que a los docentes les corresponde la tarea de prepararse adecuadamente y además, estar en constante actualización para que ofrezca una educación de calidad; importancia que reviste la vocación, propiciará los resultados esperados. Sin embargo esto no exime al docente de aportar buenos logros que justifiquen su salario.
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Enrique Aberlay Vera Arguello*
Mi caminar por la Educación
Introducción En las escuelas mexicanas, las carencias y exigencias son padecimientos que van de la mano porque predomina el tradicionalismo en los maestros, que no han querido actualizarse de manera consiente sino por obligación, donde la preparación de muchos ha dejado deudas con la sociedad y con la moral propia, debilitando la ética del docente a niveles insospechados. Entonces, la pregunta que me hago constantemente es ¿por qué sigo repitiendo prácticas arcaicas? Después de la introspección nocturnal respondo de manera tácita con firmeza y sin temor a equivocarme: escribieron en mi cerebro como un escribano en su pergamino, moldearon mi conducta y mi ser, mi pensamiento lo formaron tres instituciones creadas por el ser humano: la familia, la religión y la escuela. Es aquí donde mi transitar comienza, las preguntas surgen a flor de piel y las respuestas, se reafirman cada día. ¿La escuela construye o destruye? Las dos cosas. Primero, nos ayuda a mejorar nuestra perspectiva pero nos moldea sin utilizar el raciocinio, y la criticidad, por lo tanto nos formamos como soldados sin capacidad creativa, acostumbrados sólo a recibir órdenes. El ser humano no acepta ser criatura sino desea ser creador y esto según mi forma de pensar filosófica es necesario trasladarlo al diario vivir. La escuela cada día ofrece pero también retira, abriga y desnuda. Madre adoptiva de miles de hijos que no ha sabido arropar ni formar, hijos que le han dado la espalda cuando se han encontrado consigo mismos y se han podido liberar de su yugo. Vivir es simplemente una fortuna, el ayer es un reflejo que nos ayuda hacer mejores si podemos superar y compaginar el hoy; y los recuerdos. ¿Cómo influye la educación en mi vida? He aquí las respuestas que puedo hacer conscientes: De niño, estuve en diferentes escuelas de nivel preescolar porque cambiábamos constantemente de casa y por lo tanto nos quedaba cada vez más lejos la escuela. El traslado era pesado y desgastaba la sustentabilidad de la familia. Fui un niño callado, pero me gustaba participar en los bailables que había; ahora reconozco que son simplemente rituales, pero me ayudaron a fortalecer la personalidad y a tener mayor seguridad. *Estudiante del 3er. semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Comitán de Domínguez. Es profesor de Telesecundaria y cuenta con 16 años de servicio. Autobiografías
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El ingreso a la escuela primaria. Por tradición familiar me inscribieron en la escuela Rodulfo Figueroa (treinta años después supe que era originario de Cintalapa y creador de grandes poemas). De niño pensé que era algún militar o héroe de la independencia, porque en las mayorías de las escuelas estos son los nombres que prevalecen, pues somos un pueblo que recordamos a los muertos y lo veneramos, aunque muchos de ellos no eran lo que nos decían constantemente, pero en fin esa es otra historia, volveré a encontrar el camino de la narración. En ésta escuela curso los primeros cuatro años, sin muchos recuerdos positivos. Los maestros eran tradicionalistas, arcaicos y con problemas de agresividad; las maestras, no eran amables y parecía que había demasiado rencor en su corazón. Ahora de adulto los comprendo, pues vivir diario en un aula es desgastante y no todos podemos dejar los problemas familiares en la entrada de la escuela. Es parte de uno mismo, como un monstruo simbiótico que no deja respirar y ver con claridad el momento de convivir con los niños o jóvenes, ávidos de una adecuada orientación o simplemente una felicitación que llena el ego y nos moviliza a un mejor desempeño académico. Desgraciadamente, no tuve la fortuna de encontrar esa maestra o maestro, tal vez porque no existe o bien, porque se encuentra en algún rincón de las montañas de Chiapas, con sus pupitres de madera, piso de tierra, aula de madera con lámina, pero desempeñando con orgullo su profesión tan valorada pero criticada a la vez. En ese tiempo todo era complicado para mí: la escuela, la economía familiar, el fallecimiento de mi padre y la poca atención que mi madre prestaba a mi educación eran barreras que no podía ver en ese entonces por la edad. La escuela no era funcional para mí, hoy vienen a mi mente todos estos recuerdos como flashback y me doy cuenta que estoy estable familiarmente, tengo una buena preparación y me pregunto ¿los seres humanos estamos preparados para ingresar a las escuelas en edades estandarizadas? Olvidamos carencias, desintegraciones, divorcios o simplemente un desgano por estudiar; como decía Ovidio: “El que crea que todas las frutas maduran al mismo tiempo, no conoce la cereza”. Pienso que si dejamos abierta la escuela cuando el individuo necesite estudiar, tendremos mejores resultados sin preocuparnos por las edades para ingresar a las instituciones; claro está con una organización adecuada, pues nuestra sociedad actualmente no está preparada para cambios tan bruscos. La mayoría de las personas prefiere caminar por senderos establecidos a intentar cambiar, y es que el miedo a lo desconocido es parte de uno mismo, lo establecido es comodidad y lo incierto es causa de molestia. La primaria la concluí en Iguala, Guerrero, en una escuela llamada “20 de noviembre”, recuerden que ya les había comentado lo ingenioso que somos para poner nombres. Siento todavía ese olor a paredes de espacios grandes y las sillas pintadas de color verde pistache; recuerdo los espacios al aire libre donde jugábamos fútbol (el momento más sublime del día), convivir con los amigos, comer, correr, la necesidad de sentirse libre por 30 minutos, para volver más tarde a la pesadez, 56
los dictados y la escritura mecanizada. De los maestros, ni sus rostros ni sus nombres recuerdo. Cuando ingresé al magisterio llegaron a mí como déjà vu muchos compañeros que repetían los modelos arcaicos con los que fuimos educados; esto provocaba en mí una tristeza porque siento que estamos hechos de prácticas que son difíciles cambiar. El ingreso a la secundaria fue difícil. Tenía que ir bien peinado y caminar seguro. Ahí me enfrenté con una realidad totalmente diferente, como pasar del bosque aun manglar. Uno se acostumbra a estar sólo con un maestro desde preescolar hasta primaria, y un día teníamos doce individuos durante la semana para que nos ilustraran con sus conocimientos durante una hora para aprender lo que te lleva días, meses, años o tal vez nunca. Los docentes, estoicos y probablemente con poca planeación, se paraban frente a todos creyéndose cerca del limbo y nosotros cada vez más del averno. Si te portabas bien, no contradecías y eras una máquina para trabajar, pasabas el año. La escuela era grande, con árboles y suficiente espacio para el deporte. Recuerdo que estaba en tercer año y ese día teníamos en la primera hora educación artística, cuando algo se empezó a mover fuertemente, las sillas se sacudían, las compañeras gritaban, el maestro de música de aproximadamente 60 años nos dijo que saliéramos y nos abrazáramos de un árbol que se movía de un lado a otro; era un caos, afortunadamente la tranquilidad del maestro pudo resolver la situación. Se terminaron las clases y regresé a mi casa asustado porque vivíamos en unos departamentos de tres pisos y pensaba en mi madre. Ese día no sucedió mayor desgracia, únicamente se había caído el techo del mercado y paredes viejas de algunas casas, sin embargo, lo acontecido en la ciudad de México todavía hoy se recuerda. Había pasado el terremoto de 1985.El epicentro había sido en las costas de Guerrero, una experiencia desagradable. Al término de la secundaria, mi familia y yo regresamos a Chiapas, de donde llegaban a mí los recuerdos que me acerca a nuestra tierra: el pozol, el tamal de bola y la marimba. Ingreso al Centro de Bachillerato Tecnológico e Industrial y de Servicios (CBTIS) 144, de Tuxtla Gutiérrez, cerca de las faldas del cerro donde teníamos que caminar en la oscuridad acompañados de las compañeras y compañeros para protegernos de cualquier situación desagradable. En ese tiempo Tuxtla todavía no era tan peligroso en materia de delincuencia y afortunadamente no sucedieron cosas que lamentar. Si los docentes de secundaria carecían de didáctica, mucho más los profesores de bachillerato que no eran normalistas o habían estudiado algo de pedagogía, tuve como maestros ingenieros civiles, ingenieros agrónomos, biólogas etc. La enseñanza era fatal, por lo que empezó a surgir en mí el deseo de querer ser maestro, pero no quería estudiar en la Normal Superior. Ingreso a la Universidad y estudio la carrera de Psicología. Esto me ayudo a superar traumas y conflictos existenciales, aparte de darme la oportunidad de ampliar mi campo de trabajo, por lo tanto estaba convencido de querer dar clases en preparatoria. Sin embargo, en 1995 al egresar de la carrera, se presentó la Autobiografías
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oportunidad de cubrir interinatos en telesecundaria. Me comisionaron tres meses para cubrir a los maestros que habían salido por problemas con el zapatismo. Contento por tener trabajo, me interné en la selva donde me dieron la responsabilidad de ser director encargado con grupo y tener de subalterno una maestra; ambos éramos la totalidad de la plantilla docente. Tuvimos que caminar casa por casa para que los jóvenes regresaran a la escuela, así logre rescatar seis alumnos para tercer grado, pero trabajando sin libros. Después de trabajar tres meses en la selva, me fui a Pijijiapan, donde me asignaron el tercer año en una secundaria. Se me dificultó mucho trabajar en ese nivel; por las matemáticas que nunca se me han facilitado. Preparaba mis clases por las tardes, principalmente la de matemáticas y física. Dormía en la supervisoría pues el dinero que llevaba era poco y el pago del interinato anterior aún no salía. Hablé con el supervisor para dormir ahí, y él aceptó de mala gana. Fue difícil integrarme porque no sabía cómo trabajaban en telesecundaria, no había llevado cursos y el modelo es diferente. A los jóvenes se les trata como autodidactas, pues el docente sólo es un facilitador. Mis primeras experiencias fueron expositivas, dejando a un lado la construcción del conocimiento por parte de los jóvenes. En Yalumá, Comitán; terminé mi recorrido en telesecundaria dormido encima de un pizarrón tapado como niño héroe con una bandera vieja, porque como interino lo que menos quieres es gastar, por eso opté en quedarme a dormir en el salón de clases en medio de la oscuridad y de la terrible soledad que hace daño a algunas personas, pero estoico porque seguía haciendo lo que me gustaba. Además, me sentía satisfecho con mi trabajo pues había adquirido un poco más de experiencia; había mejorado mi didáctica y mi trato con los alumnos. Al término del interinato busqué una plaza y me negaron la posibilidad de sacar ficha por no haber cursado la Normal Superior, sin embargo se me presentó la oportunidad de ingresar a un programa educativo enfocado en madres con hijos en parvularios, para orientarlas en la puericultura y obtener un mejor desarrollo físico y cognitivo en los niños menores de cuatro años. A partir de aquí la educación se marca más en mi vida jugando un papel importante tanto en lo personal como en lo social, porque a través de ella empiezo a interactuar con diversos grupos. Ya había trabajado con adolescentes y ahora tenía la oportunidad de orientar a madres jóvenes de diversas etnias, así como familias rurales. En ese momento me di cuenta que tenía presencia frente a grupos y el “enseñar” se me daba con facilidad. La línea marcada para mí era ser profesor sin haber cursado la normal, por lo cual me propuse estudiar un diplomado en educación básica. Terminé con excelentes resultados, construyendo significados personales tras esa experiencias de vida, confirmando mis destrezas, habilidades y aceptando mis limitantes como profesionista. Logré ingresar al nivel de telesecundaria en el año 2000. Ahí consolido y compagino mi formación con la construcción colectiva de aprendizajes significativos, promoviendo en los alumnos competencias personales y sociales 58
así como las metodológicas. Sin embargo, he trabajado más con el lado emocional de los adolescentes, pues me interesa y estoy convencido que si fortalecemos el espíritu lo demás viene por añadidura. Sin embargo estaba ávido de nuevos conocimientos para mejorar mi desempeño áulico y la necesidad de satisfacer el deseo de dar clases a nivel universidad, porque como dice Fernando Savater “los seres humanos nunca dejan de aprender; el hombre es indefinidamente educable”. Tomé la decisión de estudiar la maestría con la finalidad de estar inmerso en un proceso que comienza con el trabajo personal, antes que el trabajo colectivo. Necesitaba estar capacitado para transmitir información y orientar a las personas para reforzar sus habilidades y formación; lograr mejores perspectivas, lo que por años hemos hecho mal, reforzar lo positivo asumiendo responsabilidades para orientarnos cada día con calidad, empatía, respeto, conocimiento y nobleza a la juventud. La formación académica me ha servido para reflexionar sobre mi propia práctica, y cómo puedo proyectar mis avances cada día en el mejoramiento de los alumnos ávidos de nuevas técnicas, metodologías y conocimientos acordes al tiempo en que vivimos. No cabe duda que para lograr una educación de calidad es indispensable impulsar una transformación profunda desde las altas esferas, renovar la formación y desempeño de las figuras educativas o docentes, enriquecer el currículum educativo y centrarlo en el desarrollo de habilidades necesarias para la inclusión en el trabajo, pero también para el crecimiento personal. Intento hacer una remembranza de los sucesos que marcaron mi vida y ayudaron a moldear el hombre que ahora soy, que puede trascender en lo personal como en lo social para agradecer lo que la vida le ha brindado. La superación es el deseo que todo hombre debe tener, espero que en un futuro sea mejor dentro del aula, comprensivo, tolerante, mejor facilitador para formar individuos del mañana; que un día agradezcan lo positivo de una educación formadora y sepan interactuar con su medio, para engrandecer a su patria.
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Amando García Vázquez* Introducción La historia de México es un buen ejemplo para que todas las personas que vivimos en el país nos percatemos de los cambios que han ocurrido en lo económico, social, cultural y político. Lo mismo ocurre con los cambios en el ramo educativo como base para el desarrollo y bienestar de los habitantes, con dinámicas que favorecen la formación de los individuos, pero con límites de crecimiento cultural y de integración. El presente trabajo tiene como finalidad dar a conocer parte de mi historia personal, profesional y práctica docente. Se toma en cuenta algunos referentes que justifican mis testimonios, para mejor comprensión, ya que son datos sumamente importantes como narrativa docente. Desde mi niñez surgió el deseo por ser maestro, ya que en ese entonces el trabajo de un educador era visto con importancia y valor, es decir, era muy respetado por la sociedad y reconocido por el Estado en el aspecto económico; además porque eran pocos los que lograban prepararse por la pobreza en que vivían las personas. Su trabajo no se limitaba al salón de clases, sino también apoyaban a los habitantes del lugar y autoridades ejidales en la organización de actividades individuales y colectivas. Sin embargo, educaban como ellos creían conveniente, sin respetar las características, necesidades y problemas de los educandos. Cuando culminé mi educación primaria en el año l977, decepcionado vi que transcurrieron tres años sin continuar mis estudios porque no había secundaria en la comunidad y porque mi padre no quería que yo estudiara, por ser el último de sus hijos varones y porque además era mí deber cuidarlos hasta sus últimos días de vida. Debía cuidarlos a cambio de llegar a ser merecedor del derecho agrario, que hasta el momento tiene en su poder. Ahora me doy cuenta que me estaba prohibiendo un derecho muy importante y que violaba otro a la vez, porque “todo individuo tiene derecho a recibir educación que el Estado, Federación, Estados, Distrito Federal y municipios impartirán de manera gratuita, laica y obligatoria” y “Son obligaciones de los mexicanos: hacer que sus hijos o pupilos concurran a las escuelas públicas o privadas, para obtener la educación preescolar, primaria y secundaria, y reciban la militar en los términos que establezca la ley” (Art. 3° Constitucional).
*Estudiante del 3er. semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Comitán de Domínguez. Amando García Vázquez, es profesor de educación primaria, cuenta con 25 años de servicio. Autobiografías
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Otra motivación que tuve para estudiar fue no querer quedarme como campesino, a diferencia de mis hermanos. Recuerdo que un día mi padre me llevó al campo a trabajar como de costumbre y ese día iniciaron las clases en la primer secundaria subsidiada que fundaron los maestros que trabajaban en la escuela primaria de la localidad, por lo que estando en el trabajo, le volví a pedir que me diera permiso para poder ingresar a la secundaria y él nuevamente me respondió que no; en ese instante me sentí muy triste y como pude le dije que aunque no quisiera yo estudiaría y así fue. Mi primer día de clases fue en la secundaria Ricardo Flores Magón en 1980 y poco a poco mis padres me fueron brindando más tiempo y facilidades para continuar, de forma que cuando terminé el segundo grado me enviaron a estudiar a Comitán para iniciar un curso de mecanografía, que terminé cuando también salí de secundaria. Durante mi estancia en la secundaria Ricardo Flores Magón, me llamó mucho la atención la forma en que algunos profesores daban sus clases, motivando a los alumnos para el aprendizaje voluntario y para que no nos desanimáramos en ningún momento. Esto me motivó para seguir insistiendo a mi padre que me enviara a estudiar para maestro, pero el problema fue que al llegar a la ciudad de Comitán, Chiapas, ya no pude inscribirme en la normal porque fue el primer año en que no recibieron estudiantes para nuevo ingreso, porque había demasiados egresados según las autoridades educativas. Tuve que ingresar al Centro de Bachillerato Tecnológico e Industrial y de Servicios (CBTIS),108 de la misma ciudad. Egresé en 1986 con la especialidad de técnico en contabilidad, lo que finalmente no me agradó. Mi padre ya no me siguió apoyando económicamente, por lo que con el dinero del anillo de graduación que me iba a comprar fui a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez para inscribirme a la Escuela Normal Superior de Chiapas. Tenía el propósito de realizar un curso de nivelación pedagógica, porque en ese tiempo, este era el requisito para obtener una plaza de primaria, sin haber cursado la Escuela Normal. Afortunadamente logré terminar el curso con mucho esfuerzo, tuve que sostenerme trabajando. Una maestra, a la que nunca olvidaré, tomó en cuenta mi situación porque siempre llegaba media hora tarde, no me daba el tiempo para llegar puntualmente. Con esta certificación logré incorporarme al Instituto Nacional de Educación para Adultos, realizando la función de Coordinador Técnico de Zona en los municipios de Tzimol y Socoltenango, Chiapas, por dos años y medio aproximadamente. Mis actividades eran capacitar, organizar, supervisar y pagar a los diferentes agentes que trabajaban como promotores, organizadores, asesores, alfabetizadores y aplicadores de exámenes de primaria y secundaria. Esto me permitió relacionarme con los trabajadores, estudiantes adultos, autoridades 62
ejidales y municipales, autoridades educativas regionales, estatales, y profesores que realizaban sus servicio social como asesores o alfabetizadores, entre otros. Sin embargo, mis intereses seguían puestos en el magisterio, por lo que no desprecié la oportunidad de cubrir un interinato en educación primaria, al mismo tiempo que desempeñaba mis funciones en el Instituto de Educación para Adultos, pero por indicaciones superiores no podía continuar con los dos cargos y tuve que decidir y renunciar al Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA), para quedarme con el otro. Sabía el riesgo que corría porque era simplemente un contrato de tres meses o más, mientras que en el otro era por tiempo indefinido y con ciertos derechos que me beneficiaban. Sin pensarlo decidí quedarme trabajando en interinatos, cubriendo el primero en la localidad de Jusnajab la Laguna, del municipio de Comitán de Domínguez, Chiapas, donde el director de la escuela me asignó el segundo grado a cargo originalmente por la profesora Nery Abarca Méndez, quien gozaba de licencia médica por gravidez. Como era mi primera experiencia frente a un grupo de alumnos, sinceramente no sabía qué hacer cuando me lo entregaron, pero el director fue tan amable que me dio las orientaciones necesarias para iniciar mi trabajo. Como casi no sabía de métodos, estrategias y diseño de actividades didácticas, el proceso enseñanza-aprendizaje lo realice siguiendo mis recuerdos sobre los maestros que me enseñaron, con planas, lecturas frente al grupo y práctica de las operaciones básicas en matemáticas. Fueron tres meses que trabajé en ese lugar e inmediatamente me dieron otro interinato en la colonia Dr. Rodulfo Figueroa, municipio de La Trinitaria, Chiapas, en el que trabajé con un grupo de alumnos de primer grado, siguiendo casi la misma práctica. Les enseñé las vocales, el abecedario y con ello a formar palabras y oraciones que posteriormente leían conforme avanzaban. Aquí tuve una experiencia muy bonita, ya que después de participar en un concurso para ver qué grupo salía mejor en aprovechamiento, me dieron la sorpresa cuando escuché los resultados, ya que mi grupo salió ganador del primer ciclo. Continué trabajando en los interinatos que me asignaban, pero en uno de ellos, que cubrí en la ciudad de Comitán, Chiapas, en la escuela primaria del Estado “Primero de Mayo”, aprendí muchas cosas de mi director y compañeros maestros durante el año y medio que permanecí atendiendo el segundo año. Aprendí cómo elaborar la planeación didáctica gracias a una maestra que atendía el segundo grado grupo “A” y las exigencias del mismo director, porque cada lunes, en el momento de firmar la hora de entrada, le hacía entrega de una copia de la planeación semanal y de la evaluación bimestral cuando se aplicaba. Conforme cubría los interinatos me daba cuenta de lo mucho que me hacía falta para desempeñar mi función docente, por lo que decidí inscribirme en los cursos de verano de la Normal Superior de Oaxaca; ahí logré recibirme como pasante en Ciencias Sociales, lo que me ayudó para cubrir dos interinatos en telesecundaria en el municipio de La Trinitaria, Chiapas. Nuevamente me enfrenté con otro problema ya que necesitaba dominar otros saberes que en primaria no Autobiografías
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son necesarios, por ejemplo, Inglés y Matemáticas avanzado. Por eso, no es mal dicho que la práctica hace al maestro, pero en el camino muchas veces echamos a perder a los alumnos, como lo hice en varias ocasiones. Ahora me doy cuenta que no tenía bien claro cuál era mi función como docente. Después de trabajar en este interinato logré adquirir más experiencias con los alumnos y del nivel en que estaban; sin embargo, no fue suficiente, porque me seguían faltando muchos elementos pedagógicos, como estrategias y dominio de contenidos. Al término del contrato descansé como veinte días y luego me dieron la plaza de primaria que actualmente tengo. Me enviaron a la zona escolar 068 de Chicomuselo, Chiapas, adscrito a la escuela primaria de la localidad de Retiro Viejo. Ahí trabajábamos tres maestros atendiendo dos grados cada uno en un solo grupo, lo que fue problemático para mí, ya que pertenecía a las escuelas multigrados. Al inicio trabajé como de costumbre con planas y libros de texto, sin dar una introducción a los temas y menos explicándolos debidamente para que los educandos me comprendieran correctamente; además me hacían falta muchos conocimientos sobre las necesidades y problemas de los alumnos; sin embargo, logré sacar adelante mi trabajo con apoyo de mis colegas. El siguiente ciclo escolar, trabaje en otra escuela de la misma zona, atendiendo el tercer grado. Ahí realice mejor mi trabajo, porque en los cursos que convocaba el supervisor, nos daban muchas ideas y orientaciones sobre cómo abordar nuestra tarea a través de relacionar los contenidos para los diferentes grados, diferenciando el grado de complejidad, además leí y analicé textos que me ayudaron a conocer mejor los libros de texto y su uso adecuado. Mientras transcurría el tiempo, me daba cuenta que mi función requería más preparación, por eso que decidí estudiar la Licenciatura en Educación Primaria en la Escuela Normal del Estado, con lo que pude enriquecer mis conocimientos. Actualmente llevo laborando nueve años en la escuela primaria, “Profr. Rafael Ramírez Castañeda” de mi pueblo natal. He trabajado con diferentes grupos siguiendo las indicaciones de mis superiores, sobre métodos, planes y programas de estudio y otros recursos didácticos que han estado a mi disposición. Además, me he valido de otros métodos que dan resultados a corto plazo, como el diseñado por Weber para enseñar a leer y escribir en primer grado, el cual ha funcionado en un ochenta por ciento; también he elaborado y utilizado materiales y recursos naturales y artificiales que nos rodea para facilitar mis actividades cotidianas. Ahora asisto a la Maestría en Docencia. Sé que la profesionalización consiste en ser autónomo, responsable, enfrentar la incertidumbre, reflexionar sobre los métodos pedagógicos, la investigación acción y la actualización permanente; sin embargo, aun carezco de responsabilidad y formación, porque he faltado en ocasiones a mi trabajo, soy conformista y no demuestro capacidad de decisión respecto a mis actos. Lo mismo sucede con mis propios asuntos y con los relacionados con mis alumnos, pues me quedo con lo que encuentro o 64
tengo a disposición. Sé que mi papel como maestro se resume en las siguientes competencias: Organizar y animar situaciones de aprendizaje; gestionar la progresión de los aprendizajes; elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación; implicar a los alumnos en sus aprendizajes y en su trabajo; trabajar en equipo; participar en la gestión de la escuela; informar e implicar a los padres; utilizar las nuevas tecnologías; afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión y organizar la propia formación continua. (Perrenaud, 2004: 4).
Lo anterior se basa en el enfoque por competencias, ya que con ellas se logrará desarrollar y a la vez descubrir las competencias que los niños poseen y tienen de manera limitada. Desde luego, se trata de trabajar con la transversalización de contenidos e inducirlos para el trabajo en equipo y despertar la reflexión, crítica y construcción de nuevos saberes. Asimismo, es conveniente que continuamente tome nota de mis experiencias y prácticas cotidianas, ya que éstas serán de utilidad para darme cuenta de los cambios que realizo en mi trabajo, además, para información de otros. Se espera que se tome en cuenta lo que escribo como experiencia, ya que considero que como lo haya realizado, bien o mal, es de importancia. Lo mismo puede suceder con lo que yo lea de otros debo respetarlo y apreciarlo; no hacer lo que algunas autoridades educativas hacen al ignorar las propuestas que muchos han emitido. Conclusiones Después de realizar el presente trabajo, concluyo que los cambios en los diferentes aspectos de mi vida, es decir, en mi forma de vivir, de actuar, pensar y de integración surgen de manera natural. Por eso, conforme pasa el tiempo, mis inquietudes, problemas y necesidades se van diferenciando. Lo mismo ocurre con mi formación profesional, pues concluir un nivel más de preparación influye en mi práctica docente que, a decir verdad, le hace falta mucho por aprender y recorrer. Espero que en la maestría adquiera nuevos ideas, conocimientos y valores para que mis deseos de ser diferente en mi trabajo, en mi familia y ante la sociedad se conviertan en realidad. Bibliografía Perrenoud P. 2004. Diez nuevas competencias para enseñar, México.
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IEP TUXTLA GUTIÉRREZ
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Presentación Historias heterogéneas: matices de la profesión docente
Los textos autobiográficos de este apartado corresponden al grupo “J” de la maestría en Docencia en Tuxtla Gutiérrez formado por 27 estudiantes que se desempeñan en diferentes niveles educativos: dos en educación superior, dos en bachillerato y una en el Museo de Ciencias de Chiapas; de los 22 maestros de educación básica fueron seleccionados el conjunto de ocho trabajos que se presentan enseguida. Los relatos fueron elaborados en el periodo de marzo a mayo de 2009 en el marco del seminario Enfoques de la Formación Docente. Sus autores son maestros de secundarias técnicas, telesecundaria y primaria general e indígena y preescolar; cuatro de ellos son egresados de planes de estudio posteriores al año 1997, dos maestros de secundarias técnicas viene de otras profesiones y dos entraron al servicio con bachillerato e hicieron estudios de formación para la docencia. El conjunto de narrativas confirman algunos de los ejes del análisis de la presentación de este texto y los modos heterogéneos en que la docencia es apropiada por los maestros. Los interesantes relatos de Alejandro, Laura y Juan Carlos nos muestran los caminos por los que llegaron a ella como opción nunca imaginada e incluso negada; Georgina señala que la decisión obedeció a la influencia familiar para elegir una carrera con buenas prestaciones; Laura y Mario, maestros de secundarias técnicas, decidieron serlo como opción de estabilidad laboral y Martín como el camino de mejorar la situación económica de origen. También destacan en los relatos el contenido de las primeras experiencias así como también las formas y recursos mediante los que resolvieron situaciones no imaginadas ni conocidas en las instituciones de formación docente: la soledad de las primeras experiencias es descrita con mucha claridad en el texto de Mario Alberto que también muestra, como lo hacen los trabajos de Juan Carlos y Laura, las dificultades experimentadas ante la falta de elementos metodológicos para trabajar en contextos de diversidad cultural. La autobiografía de Georgina da cuenta de la desilusión causada en el encuentro con las prácticas institucionales que enfatizan el trabajo individual sobre el colectivo; los de Alejandro y Mario comentan críticamente las culturas escolares encontradas en sus primeras experiencias como docentes. La elaboración de los textos autobiográficos tuvo como referente algunas preguntas ejes que invitaron a escribir sobre la forma en cómo se eligió ser maestro, Autobiografías
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el proceso de formación para la docencia y las primeras experiencias de la trayectoria profesional. Algunos trabajos incorporaron otro nivel analítico, solicitado como parte del proceso de formación de posgrado, por ello en algunos casos fue necesario editar algunos textos para destacar las narrativas. La invitación ahora es adentrarse a las historias.
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Ana Laura Pérez Muñoz*
Reflexión sobre mi práctica docente
Introducción Empezaré definiendo la palabra «reflexión» que en sentido estricto, es decir según el diccionario, es un examen detenido de una cosa que hace el alma. Para Goodson, se debe reflexionar y desarrollar en colaboración nuevas perspectivas bien fundamentadas para la construcción social de la enseñanza. Decido entonces recapacitar sobre mi misma, y para no revolver las ideas trabajaré por capítulos. Algunos antecedentes Estudiar la maestría y abordar el tema de la reflexión en la docencia, me llevó a pensar en mi propia historia, la cual considero un camino por el que he transitado casi sin darme cuenta. Mi nombre es Ana Laura Pérez Muñoz, hija de Miguel Ángel Pérez Bravo y Guadalupe Muñoz Vázquez, originarios de un ejido cercano a Huixtla en la costa chiapaneca. Mi padre a temprana edad salió de ese lugar buscando mejores oportunidades económicas, conoció a mi madre y decidieron radicar juntos en Tuxtla Gutiérrez, lugar donde nací. Crecí en esta ciudad, pero a la edad de 11 años nos fuimos a vivir al lugar de origen de mis padres durante cuatro años; ahí cursé el último año de primaria y toda la secundaria. Rememoro mi vida porque fue precisamente en ese periodo cuando ejercí por primera vez como docente y es que fui durante un año asesora de algunos adultos de la comunidad por parte del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Mi tarea consistía en prepararlos para los exámenes que presentarían para acreditar sus materias. La mayoría estaba cursando el nivel de primaria; mi alumna más avanzada, doña Catalina cursaba el quinto grado y practicábamos juntas operaciones matemáticas como las multiplicaciones. Me gustaba mucho realizar esa actividad los fines de semana, que era cuando tenía tiempo libre y así ganaba unos cuantos pesos, hasta que el programa llegó a su término. Posteriormente egresé de la secundaria y regresé con mis padres y hermanas a vivir a Tuxtla Gutiérrez. *Egresada de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo «J». Ana Laura Pérez Muñoz, es Profesora de una Secundaria Técnica, cuenta con ocho años de servicio. Autobiografías
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Regresar a la ciudad fue difícil ya que estaba acostumbrada al ritmo tranquilo del ejido. Tardé alrededor de un año en adaptarme al ritmo citadino. La escuela transcurrió de la mejor manera, pues mis padres me inculcaron que debía obtener buenas calificaciones y aunque hubo momentos en que fui tímida, logré superarlo e incluso adoptar una personalidad propia, también fue durante la prepa cuando la poesía empezó a gustarme, al mismo tiempo que el rock y otros elementos que aún forman parte de mi vida. Al terminar la prepa tomé la difícil decisión de elegir la profesión a la qué me iba a dedicar toda la vida. Mi lema era que nunca estaría atrapada bajo cuatro paredes tratando pacientes, o haciendo experimentos, aun cuando mi formación fue de químico-bióloga; yo tenía ganas de realizar alguna actividad que me permitiera estar en el campo, conviviendo con la naturaleza. Fue así que decidí ser Agrónoma, aún con la advertencia de mi padre de que el oficio es preferencialmente de hombres. Hice mis maletas y me fui a Villaflores. Formación inicial Como se habrán dado cuenta, la niña a la que le gustó dar clases quedó atrás durante muchos años. La experiencia en la universidad fue difícil en el sentido de que las mujeres éramos minoría y las ideas de los compañeros por lo general, eran contrarias a las mías. De cualquier manera, tomé lo mejor de mis maestros; algunos de ellos me señalaron habilidades para exponer, incluso uno de mis mejores maestros me comentó que como docente funcionaría muy bien, simplemente sonreí pues para nada estaba en mis planes esa posibilidad. Durante mi formación como agrónoma todo estuvo apegado al método científico: detección de enfermedades en las plantas, determinación del tipo de suelos, botánica, etc. Cada actividad era estudiada en su respectivo laboratorio. Sin embargo, todos mis profesores eran agrónomos y enseñaban la materia que mejor dominaban, por lo que carecían muchas veces de enfoques pedagógicos y demás atributos de los que no me hubiera enterado que existían de no desempeñarme actualmente como docente. Mi trabajo de tesis tuvo un enfoque social. Aun no entiendo por qué aceptaron en mi escuela que estudiara a las mujeres campesinas de una comunidad de Villaflores; ese fue mi primer acercamiento con la investigación y fue de una manera no muy convencional para un agrónomo. Fue así como salí de la escuela esperando explorar el mundo y que me pagaran por ello claro está. Cómo fue que me convertí en maestra Todo en la vida tiene un sentido. Mi primer trabajo fue en el Instituto de la Mujer, trabajé en algunos poblados de la zona norte de Chiapas apoyando a grupos de mujeres campesinas con proyectos que habían solicitado al instituto. El contrato se estableció para un periodo corto; sin embargo, se alargó porque un despacho agropecuario me contrató para enseñar a los grupos de mujeres a fundar 72
con los ingresos del proyecto su caja de ahorro y préstamos que les permitieran tener mejor control de su economía. En pocas palabras, las asesoraba con clases de matemáticas. Tuve en este empleo experiencias maravillosas con las señoras que trabajaban los molinos de nixtamal y con las artesanas que producían ropa con sus bordados, pues todas estaban interesadas en su bienestar propio y colectivo. Después de este trabajo para mí de ensueño, el proyecto se terminó y había que dejarlas seguir solas. Obtuve un empleo en la Coordinación de Plantaciones Agroindustriales (COPLANTA) y posteriormente en la Comisión Estatal del Café (COMCAFE), en el primero realice trabajos con cacaoteros de todo el estado, mientras que mi segundo trabajo fue absolutamente administrativo, en él trataba con las organizaciones de cafeticultores de la Fraylesca. Como no encontraba un trabajo fijo, un día mi padre me sugirió enviar mis documentos al Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Chiapas (CECyTECH), para dar clases. A pesar de no estar interesada en esas cuestiones dejé mi currículum, pensando que nunca me llamarían, pero lo hicieron. Dudé mucho en presentar el examen, pero me arriesgué a tener una nueva aventura y así fue. Una aventura que apenas comenzaba y que por lo que veo, no tendrá fin. Reflexiones El examen consistió en dar una pequeña clase de 15 minutos que convenciera a los encargados académicos. La clase fue suficiente para quedarme con el puesto; pues los temas podrían ser escogidos libremente entre materias de química, biología o agronomía, por supuesto opté por el tercero y me fue muy bien. Mi gran reto fue enfrentar el hecho de que iba a ser maestra, cosa para la cual no estaba preparada en lo absoluto, sentí miedo al llegar a mi primera escuela y enfrentarme a un mundo nuevo y desconocido, creo que sentí ese miedo por no saber de lo que se trataba mi nueva actividad. Yo tenía 23 años y cubría 35 horas de diferentes materias: química, edafología, biología, suelos y fertilizantes. Me resultaba bastante difícil lidiar con el hecho de que la mayoría de mis alumnos erán hombres e incluso mayores que yo. Creía y notaba por sus actitudes que mis palabras no tenían peso en ellos, porque a menudo hablaban en tseltal y se reían; yo pensaba que siempre se estaban burlando de mí. El hecho de que mis alumnos fueran tseltales, para mí fue un problema porque no entendían algunos términos o conceptos, fáciles según yo y los instaba a aprenderlos sin más. Después conviví con muchachos de Chenalhó, ya que me cambiaban cada semestre de plantel por ser interina. Posteriormente me enviaron a la colonia Independencia, municipio de La Concordia, Chiapas; ahí viví cosas muy diferentes pues los muchachos no pertenecían a una etnia y en general eran bastante sociables. Una de las situaciones que viví en La Independencia fue el poco acercamiento que tuve con mis alumnos, veía que se acercaban a otras maestras para confiarles sus problemas personales y conmigo muy pocos tuvieron ese Autobiografías
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acercamiento. La mayoría eran alumnos con problemas serios de conducta o desmotivados totalmente para estudiar. Durante algún tiempo trate de acercarme a ellos, de motivarlos porque siempre reprobaban; sin embargo, no respondieron a mis estímulos. Nunca supe cómo invitarlos a disfrutar de sus materias, en particular la mía: trigonometría. Luego me enviaron a Jerusalén, municipio de Salto de Agua; de ese lugar recuerdo dos experiencias poco agradables. La primera fue con un joven, de los que tienen mala reputación en la escuela. Como parte de las actividades de la materia que impartía, teníamos a cargo un criadero de lombrices y había que hacer con los alumnos abono para alimentarlas. Ellos se encargaban de traer el material y realizar las actividades por equipos. Mi alumno y su equipo nunca realizaron las actividades por lo que al final del bimestre estaban reprobados; sin embargo, él me amenazo si decidía reprobarlo. En ese momento sentí varias cosas: coraje, impotencia y miedo por la reacción de ese muchacho; no sabía si era capaz de cumplir con sus amenazas. Reprobé a todo el equipo; no hubo consecuencias, pero fue una situación difícil. Un día, emocionada asistí a la primera Expo-orgánicos que se realizó en Tuxtla Gutiérrez; recolecté trípticos y compré algunos productos para mostrarles a mis alumnos en clase, pero cuál fue mi sorpresa, nadie se interesó, incluso algunos comenzaron a hablar de otras cosas. El desinterés de mis alumnos me molestó mucho, quería llorar de impotencia pero me aguanté. Terminé la clase como marcaba el programa, obviamente después de que un compañero trató de consolarme, pero en ese momento sentí que no servía para motivar a mis alumnos e incorporar cosas nuevas. Obviamente también cuento con experiencias placenteras en mis seis años como docente, pero creo necesario mencionar las malas experiencias para tratar de aprender de ellas. Después de cinco contratos en Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Chiapas (CECyTECH), presenté examen para dar clases en Secundarias Técnicas, aprobé y regresé a Nueva Palestina, donde laboro desde hace tres años, ahora como maestra de agricultura con niños de secundaria. Cuando ingresé pensé que sería fácil tomando en cuenta mis experiencias anteriores, pero no fue así, tuve que enfrentarme a una serie de dificultades. La mayor fue con mis alumnos de bachillerato. Para ellos armaba una serie de actividades de las que dependía su calificación. Por ejemplo, si sembrábamos algo, la calificación aprobatoria dependía de si lograban tener una cosecha del producto; yo participaba en varias actividades de apoyo, pero eran ellos quienes se responsabilizaban de su plan de trabajo. También visitábamos productores de cultivos a gran escala y me reportaban su práctica de campo con una serie de requisitos como objetivos, introducción, etc. Durante el primer año en secundaria mi proyecto fue la producción de hortalizas en camas de siembra, para ello, necesitaba que los muchachos consiguieran sus tablas y las llenaran de abono. El ciclo escolar inició en agosto, 74
llegamos a diciembre y ninguno había terminado su cama y menos conseguir llenarla de abono. Los alumnos de primer grado, como son niños que acaban de concluir la primaria, no toman en serio las cosas, se la pasan jugando y golpeándose en las prácticas de campo. Obviamente debía cambiar mi estrategia porque si no terminaría golpeándolos. Pienso que la madurez física está en correspondencia con la responsabilidad, puesto que las mismas actividades mis alumnos de prepa las realizaban sin problemas y mis niños de secundaria ponían mil obstáculos para no hacerla. El cambio entre trabajar con adolescentes y después con preadolescentes no fue tan sencillo de sobrellevar. En otro texto mencione la importancia de que mis alumnos conformen equipos mixtos, pues lo considero necesarios para la realización de algunas prácticas; sin embargo son muy reacios a esta situación tanto hombres como mujeres, porque de hecho en el salón se sientan separados. Tengo qué diseñar prácticas específicas para niñas y niños, aun cuando no sean equitativas, pues los hombres se quejan de ser los que más trabajan y viceversa. Algunos de mis alumnos son de diferentes etnias, entre ellos hay niños lacandones que son objeto de burla de sus compañeros por el hecho de ser diferentes, a pesar de tomarme el tiempo para hablarles del respeto a la diversidad. He observado que los alumnos que llevan más dinero a la escuela son más desobedientes y menos comprometidos con el trabajo escolar; en mi asignatura participan poco o nada en las actividades agrícolas. Siempre trato de hablar con mis alumnos más problemáticos, alentarlos a que mejoren su actitud y he notado que responden momentáneamente pero no lo suficiente para obtener buenas notas; en este sentido coincido con Gutiérrez (2008) cuando señala que la radio y la televisión han mermado en la formación académica de los jóvenes. La fuerza del mercado ha establecido otros valores, concretamente, el cultivo de la mediocridad. Formación continua Durante mi años de servicio he asistido a los talleres generales de actualización que realiza cada año la Secretaría de Educación Pública (SEP), sobre trabajo colegiado con mis compañeros en la institución; con esto no quiero decir que nuestros resultados sean excelsos pero sí hacemos un intento por valorar los espacios con que contamos en las reuniones técnico-pedagógicas para darle un rumbo definido a nuestra labor como docentes, ya que cada escuela tiene una singularidad en el seno de su entorno cultural. Valoro las reuniones académicas que tenemos durante el ciclo escolar todos los maestros de la asignatura de tecnología. Nos reunimos para desarrollar planes de trabajo, de acuerdo con las reformas en secundarias. Lo que me parece inapropiado en esas reuniones es que se prioricen las inconformidades antes de estudiarlas y buscar soluciones; sin embargo, debo admitir que mis compañeros tienen mucha más experiencia que yo y en ocasiones me han sugerido estrategias Autobiografías
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para hacer equipos o para evaluar alguna situación, o simplemente pasarme algún material valioso. Estas son algunas experiencias sobre mi práctica docente que me han servido como apoyo para profesionalizarme. La maestría tiene para mi ese sentido, ofrecer lo mejor a mis alumnos a través de estrategias pedagógicas y no con simples deducciones de lo creo conveniente para ellos. Coincido con Torres (1997) cuando propone un modelo orientado en las capacidades y voluntades del educador y en su capacidad para continuar aprendiendo y perfeccionándose. Bibliografía Gutiérrez J.M. 2008. Anthony Burgess y la muerte del alma. Revista Mexicana de Investigación Educativa. 13 (39).
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Georgina de Jesús Cruz Corzo* Mi Historia de Formación Docente
Introducción Ser educadora es la mejor experiencia que he tenido como docente, gracias a ello puedo convivir con muchas niñas y niños, compartir con todos ellos la experiencia del conocimiento a través de los sentidos y las emociones, por medio de la música, la lectura, las sensaciones motrices, el juego y los medios visuales. Si bien, mi trabajo es muy bello y me genera gratas sensaciones, conlleva una gran responsabilidad y pertinencia en las decisiones, ya que además de ser una profesión noble y satisfactoria, requiere de la búsqueda continua de forma nuevas de expresión y comunicación que promuevan de manera eficiente el aprendizaje significativo en los niños. Recuerdo cuando era pequeña, la felicidad que me provocaba ir al jardín de niños, jugar con mis amiguitos, platicar y aprender. Recuerdo el gran amor que le tenía a mi maestra, y la forma como ella nos enseñaba y guiaba a descubrir el mundo. Actualmente disfruto el privilegio de tener a mi cargo un grupo de 30 párvulos, entre niños traviesos, callados, educados, tranquilos, con diferentes personalidades, contextos económicos y formas distintas de vida. Ellos provocan diferentes sensaciones en mi vida profesional, desde la desesperación por aquellos que no quieren trabajar, hasta la alegría cuando se lograr el propósito de la actividad. Ser educadora me ha dado la oportunidad de crecer personal y profesionalmente. Ser educadora no es obtener un título, es vivir día a día la experiencia de comunicar lo mejor de mí. Antes de reflexionar sobre mi labor docente, quisiera recordar una frase de Paulo Freire: no es posible ejercer la tarea educativa sin preguntarnos como educadores y educadoras, cual es nuestra concepción del hombre y de la mujer. Considero que toda práctica educativa conlleva una reflexión sobre de lo que se piensa de uno mismo y de los demás, ya que como persona y mujer tengo una historia que me define, un contexto social que determinan nuestra forma de actuar ante el mundo.
*Egresada de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J” Georgina de Jesús Cruz Corzo, es profesora de Educación Preescolar. Autobiografías
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Los seres humanos vivimos sin pensar nuestra vida, es decir, vivimos sin pensar en las consecuencias de nuestros actos y de nuestras obligaciones y responsabilidades; por lo tanto los docentes no se cuestionan sobre su trabajo y su vida. ¿Porque soy educadora? Soy educadora porque me gusta, porque me encanta enseñar. Esto no fue fácil de comprender; pero lo descubrí en el trascurso de mi preparación, cuando realice mis prácticas docentes en diversos jardines, ahí me proporcionaron la oportunidad de estar frente a un grupo de niños y comunicarme con los padres de familia. Cuando terminé el bachillerato pensé estudiar administración de empresas; sin embargo, mi familia me oriento diciéndome que la carrera mejor remunerada es la docencia; así que opte por ingresar a la Escuela Normal de Educadoras “Bertha Von Glumer y Leyva”, donde cursé mis estudios superiores. Los primeros días un catedrático me cuestiono por qué había escogido esta carrera, situación que me hizo pensar realmente que quería para mi vida. Me quedé callada y no contesté. Recuerdo mi primera práctica en la que experimente la sensación de estar frente a un grupo de 30 niños, en el jardín de nombre “Gabriela Mistral” Al principio estuve nerviosa, no sabía qué hacer ni que decir y por lo tanto no pude controlar el grupo; obviamente mis actividades no tuvieron el impacto que esperaba, los niños se mostraban poco interesados y se distraían con facilidad. La maestra titular me aconsejo ser paciente, pues este trabajo no es fácil, requiere mucha dedicación y sobre todo mucha práctica. Esta experiencia me marcó mucho como persona y como estudiante, porque significó un reto a mis capacidades y desempeño; ocasionó la búsqueda de estrategias, actividades o situaciones didácticas que mejoraran mi planeación y sobre todo mi actitud frente a los niños. Al egresar de la normal enfrente un gran desafío: obtener una plaza de docente en la Secretaría de Educación. Me costó dos años obtener una plaza de base que me permitiera tener mayor estabilidad laboral y económica. Mientras tramitaba mi plaza ejercí como interina, permitiéndome adquirir experiencia en diferentes contextos (urbano y rural) y conocer las complicaciones que existen dentro de las escuelas: el tradicionalismo que predomina en muchos docentes, las actitudes que provoca que no exista un compañerismo, el trabajo en equipo y sobre todo la discriminación por ser interina; lo que limitó mi labor. No fue fácil enfrentarme a un grupo de niños que no hablaba el mismo idioma que yo. Esto complicó la comunicación en el aula, y es que en la normal no te enseñan qué hacer frente a un grupo de niños con un dialecto diferente, cómo planear actividades de acuerdo a los campos formativos para despertar el interés y la atención de los alumnos, lograr las competencias y los propósitos que plantea el programa 92 de preescolar. Se me dificultó mucho ganarme la confianza de los niños que me permitiera desarrollar un lazo afectivo entre ambos. Se mostraban renuentes ante la idea de la maestra nueva y para mí si no tenía control 78
sobre mis alumnos significaba que era pésima educadora, lo que provocaba poca confianza en mí. Además me enfrenté a un grupo de docentes con muchos años de servicio que no mostraban interés por cambiar las cosas e integrar ideas nuevas al programa PEP 2004, es decir, que criticaban mi desempeño, la planeación y la didáctica que llevaba a cabo con los niños. Me rechazaron y me negaron la posibilidad de implementar el nuevo programa de educación preescolar, provocando que cambiara drásticamente mí forma de pensar acerca del ambiente de trabajo en los jardines de niños. Cuando obtuve mi plaza como docente, mi perspectiva sobre la docencia cambió y me permitió planificar mis actividades desde el inicio del ciclo escolar, fomentar las competencias en mis alumnos y poder tomar decisiones importantes con respecto a mi práctica educativa, es decir sobre mis alumnos, los padres de familia y ante la junta del cuerpo docente. El jardín de niños “Luis González Obregón”, ubicado en Zamora, Pico de Oro, del municipio de Marqués de Comillas, comunidad rural formada por habitantes de diferentes estados; fue la primera escuela donde trabajé como docente basificada. Inicié con mucho entusiasmo, con ganas de desempeñar mi labor y sobre todo desarrollar y fortalecer las competencias en mis alumnos. Me asignaron el segundo año, un grupo numeroso de 25 alumnos. Con el paso de los meses logré conocer sus habilidades y limitaciones, ganarme su confianza, su simpatía y afecto, pero continuaba teniendo dificultades para controlar el grupo que en muchas ocasiones sobrepasaba mi empeño por mantenerlos tranquilos, catalogándome como mala educadora. A pesar de mi poca experiencia como docente logré diseñar actividades que favorecieran algunas competencias de las cincuenta que marca el programa. A pesar de las facultades que tengo como profesora de base, me enfrenté con obstáculos como: falta de autonomía sobre mi grupo que me permitiera tomar decisiones adecuadas; así como la falta de compañerismo y de trabajo colectivo para compartir experiencias que permitieran mejorar mi trabajo. Los maestros demostraron sus múltiples prejuicios que no permiten que existan cambios que mejoren la concepción de la sociedad hacia el jardín de niños. Estos obstáculos afectaron la convivencia diaria con mis compañeros de trabajo, entendí que tendría que manejarme con prudencia y no desviar mi mirada del trabajo con los niños. No fue fácil enfrentarme a una situación así porque no tenía la suficiente experiencia. Actualmente trabajo en Pichucalco, Chiapas; la cual a pesar de ser una comunidad pequeña cuenta con todos los servicios. El jardín de niños se llama “Josefina Ramos del Río”, es una escuela piloto, incorporada al sistema de escuelas de calidad (su misión es transformar la organización y funcionamiento de las escuelas para cambiar el desempeño de los docentes y alumnos) y es abierta (intenta mantener abierto el jardín a la comunidad, ampliando los horarios de Autobiografías
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atención y promoviendo la participación de los padres de familia). Este nuevo contexto exige mayor esfuerzo y mejor desempeño. En estos programas educativos hay que preguntarse: ¿Cuál es el papel del docente?, interrogante difícil de contestar. Después de 6 meses de andar el proyecto todavía no existe la información suficiente que detalle el papel que juegan los docentes y el personal administrativo en estos programas, además de los beneficios y ventajas que obtienen los párvulos y la sociedad. Trabajo con un grupo de 35 niños de segundo grado, con ideas y comportamientos influidos por el contexto social, familiar y cultural en el que se desenvuelven, así como por los medios de comunicación, la religión, y la formación académica de sus padres. Por lo tanto, necesito optimizar mi desempeño, planificar situaciones didácticas que me permitan crear actividades o juegos que favorezcan o mejoren sus competencias y facilitar su comprensión sobre los sucesos que ocurren a su alrededor. Debo llevar a cabo un reto muy importante, porque los niños de este sistema requieren de actividades que demanden mayor concentración y estímulos; sobre todo porque son niños muy inquietos, que disfrutan más el dialogo entre ellos que realizar actividades. Por lo tanto, mi plan de trabajo se basa en actividades que significan un reto para las habilidades y capacidades de los niños y que favorezcan las competencias. No es una tarea fácil, aun me falta perfeccionar mi labor, es decir, mejorar mi actuar, mi intervención y la forma cómo debo de conducirme ante ellos; pero gracias a la experiencia adquirida a través de mis años de servicio, he logrado mejorar mi desenvolvimiento frente al grupo, planear situaciones didácticas que favorezcan las competencias. He desarrollado la capacidad de observación que me permite identificar los logros y dificultades de los alumnos; esto me da la oportunidad de enfrentar desafíos y resolver conflictos en relación con los alumnos, los padres de familia y los docentes. La profesionalización está presente en la vida de los docentes. Las autoridades educativas recurren a este discurso, los medios de comunicación lo repiten, los padres lo exigen, los sindicatos lo usan y repudian a la vez, todo el mundo habla de este tema. Hoy tengo la oportunidad de continuar formándome como docente, actualmente curso el segundo semestre de la maestría en Docencia. La maestría me ha proporcionado visiones nuevas en cuanto a formación educativa se refiere, me enseño a revalorar el papel del docente en el mundo actual y la importancia de la educación inicial y de calidad, no solo en el ámbito académico, sino también en la formación de seres humanos responsables con nuestro mundo. Ante los cambios ambientales, políticos y la crisis economía que enfrentamos los mexicanos; el contexto laboral docente sufre las consecuencias de dichas transformaciones y se vuelve necesario preguntarse: ¿Cuál es mi papel ante esto? ¿Cómo debo actuar? o ¿Cuál es mi participación? Intento involucrarme tomando conciencia de mi labor y de la importancia de mis actos ante mis alumnos 80
que me exigen compromiso, esfuerzo y superación día con día, tanto personal como profesional. Como educadora he trabajado con dos programas educativos: el Programa de Educación Preescolar (PEP) ´92, que ubica el interés del niño como punto de partida para el aprendizaje y el PEP´2004, basado en el desarrollo de competencias. En estos programas me he involucrado, he participado activamente y comprendiendo los propósitos para desarrollarlos en los niños. El desafío actual es propiciar el mejoramiento del personal docente, a través de la transformación cualitativa del currículo y del proceso de formación, necesaria para la transmisión y reproducción del conocimiento, la formación ética y de valores, el pleno ejercicio de la creatividad, la autonomía pedagógica, la capacidad del perfeccionamiento e investigación, y la capacidad de operar con las nuevas tecnologías.
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Alejandro Hernández Serrano* El proceso de mi formación como maestro ¿Cómo y por qué decidí ser maestro? Mi sueño es, mirar alguna vez a través de los ojos de mis alumnos, para pintar mi enseñanza, como ellos pintan sus deseos y necesidades.
Introducción Escribir sobre mí formación docente no es fácil, es como escribir sobre los aspectos más íntimos de mi vida. Es hurgar en pasajes o situaciones que simplemente nadie quiere que se conozcan por miedo a ser juzgados severamente. La propuesta de la Mtra. Guadalupe Albores Castro, coordinadora del libro fue elaborar una narración sobre nuestra formación docente1, lo que me obligó a hurgar en mi memoria y remontarme a mi época de estudiante de secundaria, pues en aquellos años, después de la instrucción secundaria, se podía incursionar en la Escuela Normal Primaria del Estado, más no en la Escuela Normal Superior de Chiapas, misma que estaba destinada a maestros en servicio de los niveles de educación básica. Mi narración la divido en tres partes: I. Mi negación a incursionar en la docencia. II. Mi profesionalización docente. III. Mi práctica docente y profesionalización. Considero que mis antecedentes biográficos, los agentes circundantes y motivacionales que incidieron en mí para tomar la decisión de ser maestro, han sido elementos importantes para mi formación, profesionalización y desempeño docente.
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Egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J”. Alejandro Hernández Serrano, es profesor de Telesecundaria, cuenta con 18 años de servicio. 1 Ante la falta del referente teórico extraído directamente de la práctica docente y buscando la obtención del mismo a través de nuestros escritos, considero interesante leer: “Narrativa docente, prácticas escolares y reconstrucción de la memoria pedagógica” Daniel Suárez, Liliana Ochoa y Paula Dávila, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Organización de los Estados Americanos, Agencia Interamericana para la Cooperación y el Desarrollo [AICD], Argentina, 2003. Autobiografías
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Mi negación a incursionar en la docencia He decidido iniciar esta narrativa a partir del momento en que concluyo la educación secundaria, etapa que considero de suma importancia debido a la falta de orientación vocacional por parte de los maestros y menos aún de mis padres. En junio de 1979, me preguntaron al terminar el tercer año de secundaria si me inscribiría en la Normal del Estado, recuerdo haber contestado que no, y enfatice mi decisión por unirme al Colegio Militar o a la Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar” que está en Ciudad Juárez, Chihuahua. Aclaré a mis padres que nunca sería maestro, pues era lo último que deseaba estudiar. En 1982, después de egresar del Tecnológico Regional de Tuxtla Gutiérrez, como bachiller y Técnico Laboratorista Químico, comencé a buscar empleo. En la Dirección de Educación Extraescolar, me ofrecieron una plaza de Maestro de Educación Telesecundaria en San Andrés Larráinzar, la cual había aceptado por necesidad; sin embargo, el día siguiente me retiran la oferta, pero me otorgan una plaza de administrativo dentro de la Secretaría de Educación y Cultura. Siendo subjefe de la Unidad de Telesecundaria, de nuevo me ofrecen una plaza de maestro de educación telesecundaria, y aun cuando hubiera sido favorable para mí debido al cargo que ejercía, pues me encargaba del proceso de basificación de los maestros de esa modalidad educativa, rechace la oferta de nuevo. Mi profesionalización docente En 1993, decido hacer una Nivelación Pedagógica, no por inclinaciones a la docencia, sino por laborar en la Secretaría de Educación. Fungiendo como Secretario Particular del Subsecretario de Educación Básica, Profesor Edgar Roblero de León, decidí como única alternativa, inscribirme en los cursos ordinarios de la Escuela Normal Superior de Chiapas, estancia no bien recordada, pues me resistía a la idea de convertirme en maestro de escuela. Sin embargo, hoy, con veinte años de práctica docente, viene a mi memoria mi época de estudiante de la Escuela Normal Superior y la formación que se me prodigó en esa institución formadora del profesorado en medio de marchas, mítines, protestas, búsqueda de pretextos para suspender clases y todo bajo el cobijo de la democracia. Desde mi punto de vista la normal era una institución gobernada por los alumnos. Reflexiono sobre el aprendizaje logrados a través de un cúmulo de conocimientos teóricos, unos referentes a la práctica docente (Psicología y Educación, Didáctica general, Taller de práctica educativa, Teoría pedagógica, Didáctica de la especialidad, Análisis del sistema de enseñanza media, Educación y Sociedad) y otros enfocados en las diferentes ramas del conocimiento Ciencias Naturales: Química, Física, Biología y Ciencias de la Tierra; sin embargo no recuerdo que la enseñanza recibida en clases se relacionara con la realidad de la práctica docente. Mi mejor referente como docente lo encuentro entre los recuerdos que tengo de mis maestros, pues las pocas horas de práctica que realice fueron sin la 84
observación de asesores, mucho menos, pude conocer la labor de un docente de educación secundaria. Paralelo a mis cuatro años de estudio en la Normal Superior, me desempeñé como Jefe del Departamento de Investigación y Estadística dependiente de la Dirección de Capacitación y Mejoramiento Profesional del Magisterio. Fui capacitador, atendí a maestras y maestros de educación básica, media y superior, con los cursos sobre Relaciones humanas, Psicología Evolutiva del Niño de Preescolar y Psicomotricidad Infantil, este fue mi primer contacto con actividades de enseñanza-aprendizaje. Para impartir los cursos no me capacitaron, tuve que observar a mis compañeros, quienes sí eran maestros de formación docente y con muchos años de servicio. La observación, la imitación, el contacto con los docentes a los que capacitaba (en conocimiento, no en docencia) y mi práctica obligada por las circunstancias, fueron el inicio de mi formación. Mi práctica docente y mi profesionalización Cuando me recibí como Licenciado en Educación Media Básica con la especialidad en Ciencias Naturales, me ofrecieron unas horas para trabajar como docente en la escuela secundaria “Ricardo Flores Magón” ubicada en la colonia San José Terán. La experiencia, fue emotiva y frustrante, pues, en la Escuela Normal Superior mi rol era de estudiante, mientras que en la escuela secundaria, mi rol era de docente, como dije antes, ¡no me habían pintado el mundo laboral real de la docencia y del magisterio! Desafortunadamente, al interior de las escuelas existía la subdivisión entre grupos sindicales, lo que obstruía la formación y actualización docente y provocaba que uno estuviera enajenado por el acoso moral de los miembros de los subgrupos. Desde luego, recibíamos cursos de Didáctica, de enseñanza de las Ciencias Naturales y Ciencias Sociales, según el área a la que estuviéramos inscritos. En las reuniones de Academias y de los Consejos Técnicos lo que más se discutía era la planeación de actividades técnico-administrativas, culturales y deportivas, pero muy rara vez se discutían actividades y problemas académicos que llevaran la intención de mejorar el aprendizaje de los alumnos, ni tampoco se enfatizaba lo esencial para la práctica docente. No cabía en algunos docentes la relación de contenidos de unas materias con otras, para esto doy dos ejemplos: En una ocasión la maestra de Español me reclamó (no en reunión académica o de Consejo Técnico) que sus alumnos se quejaron de que les califica la ortografía y redacción en los trabajos de Ciencias Naturales, por lo que me pidió limitarme a calificar únicamente el contenido de mi especialidad. Lo demás es cosa de los maestros que somos de Español, dijo. El segundo ejemplo es el siguiente: Se estaba volviendo algo común encontrar en el campo de fútbol, parejas en pleno acto sexual o a punto de este, o bie, condones usados. Dos maestras opinaron que los únicos responsables de orientar y vigilar que no sucediera esto, aramos los maestros de Ciencias Naturales, los orientadores vocacionales, los prefectos y los directivos del plantel, más no los demás. Autobiografías
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En los ejemplos anteriores encontramos la ausencia de dos competencias profesionales: “Percepción y Respuesta” e “Identidad Profesional y Ética”. Mientras que otras capacidades ausentes son: “Trabajo colectivo”, “Construcción e implementación de proyectos de innovación” e “Investigación educativa”. Finalmente en 1992, por diversas razones, tuve que renunciar al magisterio. Trabajando en el Departamento de Certificación de Servicios Educativos para Chiapas, me ofrecieron trabajo en el Departamento de Educación Telesecundaria, no como docente, sino como jefe de área. Como la plaza administrativa no estaba vacante, me dieron una plaza de maestro frente a grupo, pero sin fungir como tal. Nuevamente no me mueve la idea de ser maestro, sino la oportunidad de tener un mejor salario, es más, me pidieron que dejara mi renuncia con fecha abierta por si habían cambios en la Dependencia, no puse objeción alguna, sin embargo, me aferré a la plaza de base. En septiembre de 1994, después de muchos reveces en la búsqueda de una carrera política administrativa, decidí ejercer en la escuela como docente de educación telesecundaria. Nuevamente me enfrento a la incertidumbre, y me pregunto ¿Qué es telesecundaria? ¿Cómo se trabaja? En la Escuela Normal Superior no me hablaron nunca de esta modalidad. Yo traía una formación docente escolarizada, así que tenía que hacer uso de mi experiencia porque no recibí capacitación previa para trabajar en esta modalidad, realmente diferente a la forma de trabajar en secundarias generales. En telesecundaria, el maestro tiene que atender toda la jornada a un solo grupo y trabajar todas las asignaturas, mientras que en el sistema escolarizado, el docente atiende diversos grupos y solo en las asignaturas acordes a su perfil profesional. Me correspondió trabajar en la escuela telesecundaria de la localidad El Diamante de Echeverría ubicado en el municipio de La Concordia. Me asignaron el tercer grado, la dirección escolar y la consigna de elevar la matrícula de alumnos, pues la escuela corría el riesgo de quedarse con dos maestros. Afortunadamente se logró, ahora me pregunto, ¿Cuál es el perfil para este tipo de maestros todólogos, que enfrentamos día a día, una multiplicidad de actividades que están unas relacionadas con la docencia y otras no tanto? Como señalan Tedesco y Tenti: La enseñanza, más que una profesión, es una “misión” a la que uno se entrega, lo cual supone una gratuidad proclamada que no se condice con lo que la sociedad espera de una profesión, entendida como actividad de la cual se vive……Esta dosificación contradictoria pero efectiva hace del maestro una categoría social con perfil propio y diferenciado del resto de los profesionales e intelectuales clásicos (2002).
Sí, la enseñanza es una misión que hay que cumplir y esa misión nos diferencia de todas las demás profesiones, desde luego que Tedesco y Tenti hablan de la enseñanza, pero en realidad los docentes no sólo vamos a enseñar, sino a realizar toda una serie de actividades que en teoría podría decirse que no son competencia 86
de nosotros los docentes, pero en la práctica sea competencia o no, debemos realizarlas. Para mí, la teoría y la práctica no están acordes, y es cuando me pregunto ¿Dónde está la teoría extraída directamente de la práctica áulica?, mi experiencia de veinte años en la docencia y veintisiete años en el sector educativo, me permiten con fundamentos, escribir lo siguiente: “Las propuestas escritas que han presentado los maestros, basadas en la experiencia áulica, no son tomadas en cuenta simplemente porque no encajan en las políticas educativas emitidas por el Estado, pués, lastiman sus intereses”. A los Presidentes Municipales con los que he trabajado, les he propuesto emitir una convocatoria para que los docentes de su municipio presenten diferentes proyectos educativos y los lleven a cabo en sus escuelas para subsanar parte de la problemática escolar, sin embargo, no les interesa la propuesta, porque no le dan importancia a la educación. Durante mis años de servicio he trabajado con tres reformas educativas distintas, cada con sus teorías pedagógicas y propuestas didácticas correspondientes; sin embargo, a pesar de ser distintas tienen puntos en común. Por ejemplo, si hablamos del constructivismo, este enfatiza la actividad mental constructiva del alumno, y a partir de sus conocimientos y prácticas previas va construyendo su conocimiento. Con ambas propuestas, me he preguntado ¿no es el alumno el que tiene que aprender solo? ¿El maestro tiene que proporcionarles elementos de apoyo a sus educandos? ¿Está presente y es importante la voluntad del maestro para enseñar? Tengo dieciséis años como maestro y puedo decir que mi profesión me apasiona, creo que una de las cosas que despertaron mi pasión por la docencia, fue el contacto con los adolescentes, conocer la vida de los jóvenes de comunidades. Por ello, me gusta más trabajar en una comunidad rural que en la ciudad. Ahora que escribo esto, recuerdo la película Todos los caminos llevan a casa, y me doy cuenta que siempre había existido en mi vida el ofrecimiento a ejercer la docencia, lo que hasta hoy no comprendo, es porqué huía de esta práctica. Considero que fui un obstáculo para realizar mi trabajo docente, pues mis reticencias para ser maestro, impidieron explotar todas las enseñanzas de mis maestros en la Escuela Normal Superior. Afortunadamente nunca he tenido problemas graves en mi trabajo con los alumnos y padres de familia, porque procuro crear un ambiente laboral agradable. Sin embargo, los problemas más graves han sido con mis compañeros de trabajo, los mismos maestros, sobre todo con aquellos que se sienten afectados cuando uno trabaja diferente, no digo “mejor” sino “diferente”. Para trabajar fuera de los marcos tradicionales tuve que desarrollar las siguientes competencias profesionales: habilidades intelectuales, dominio de los códigos de información y trabajo colectivo. La gestión es uno de los recursos que me ha servido para desempeñarme en mi trabajo; pero una gestión que inicia desde mi postura como docente, humano, Autobiografías
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y administrador de mi aula, procurando repercutir no sólo en mi aula, sino en mi escuela y mi comunidad. Estoy de acuerdo con la profesionalización del docente, pero una profesionalización que coincida con la práctica diaria de los maestros. Considero que una de las etapas de mi profesionalización es la Maestría, pues estoy adquiriendo muchos conocimientos teóricos que tendrán significado y valor en mi desempeño profesional, porque a través de los seminarios y actividades, he podido hacer una introspección de mi papel como docente y formador de educandos adolescentes. Las autoevaluaciones me han servido para descubrir mis errores, mi falta de conocimientos, pero también, mis aciertos. Esto me hace pensar en el futuro, con respecto a la realización de acciones diferentes y con menos equívocos, a las realizadas en la escuela telesecundaria 410 de la localidad de Hermenegildo Galeana del municipio de Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas. Me gusta saber que cada día siento mayor pasión por mi trabajo de maestro, integrarme con mis alumnos, en sus espacios geográficos y contextos sociales, pues nuestro trabajo diario es con ellos y para ellos. Bibliografía http://porlainclusionmercosur.educ.ar/documentosManual_de_ sistematizacion_Libro1.pdf
Tedesco, Juan Carlos y Tenti Fanfani, Emilio. 2002. “Nuevos tiempos y nuevos docentes”, documento presentado en la Conferencia Regional “O Desempenho dos profesores na América Latina e Caribe: Novas Prioridades”. BID/UNESCO/ MINISTERIO DA EDUCACAO, Brasilia.
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Mario Alberto Villafuerte Peña*
Mi proceso de formación docente Introducción Mi inquietud por la docencia surgió desde muy pequeño, puedo asegurar que desde que estudiaba la primaria. Con cuanta gratitud y admiración recuerdo a los pilares de mi formación educativa, personas pintorescas a las que se les dibujaba una dulce sonrisa en los labios y que traspiraban por los poros, pasión por la labor que realizaban: mis queridos maestros. Recuerdo que todas las tardes reunía a mis amigos de la cuadra para jugar a la “escuelita”. Mis amiguitos llevaban consigo sus cuadernos y lápices, y representaban el rol de alumnos mientras que yo era el maestro. Les enseñaba lo que en la escuela por la mañana aprendía (a manera de repaso), y juntos terminábamos haciendo nuestra tarea. Cuando mis amigos no podían reunirse en mi casa, me imaginaba que estaba en un aula con alumnos invisibles a quienes les recitaba las lecciones aprendidas en la escuela. Durante mi niñez estuve relacionado con muchos maestros, pues la mayor parte de mis familiares del lado paterno, se dedican a esta profesión. Los días que no tenía clases, mis papás me llevaban a las escuelas donde trabajaban mis tíos con la intención de no perder la continuidad de mis clases. Aunado a esto, siempre estuve inscrito en cursos de distinta índole: deportivos, artísticos, culturales, ambientalistas, entre otros. Mis padres querían lo mejor para mi hermana y para mí, por ellos siempre nos ofrecían lo mejor. Mi inclinación por la docencia incrementó cuando era estudiante de preparatoria. En mi mente siempre tuve la idea clara de dedicarme a esta profesión, claro está que tuve otras opciones en mente, en caso de no realizar tal sueño. Me llamaba la atención la ecología y los animales, específicamente la biología marina. Cuando me gradué del Nivel Medio Superior, intenté ingresar a la Escuela Normal Superior de Chiapas, pero lamentablemente, fui rechazado. La frustración y la desesperación me invadieron e hicieron atentar contra mi salud. Gracias a Dios no tuve secuelas y entendí que podía intentarlo otra vez, por lo que decidí inscribirme en el Propedéutico de la UNACH para incorporarme a la carrera de Lengua y Literatura Hispanoamericana. Aprobé el Propedéutico encabezando la lista de aceptados y cursé el Primer Semestre obteniendo altas notas, pero algo en mi interior me gritaba que eso no era para mí, pues sentía infelicidad. Nuevamente obtuve mi ficha para participar en el examen de selección para la Normal Superior y esta vez mi suerte cambió: logré ser aceptado. *Fue estudiante de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J”. Mario Alberto Villafuerte Peña, es profesor de una Escuela Telesecundaria. Autobiografías
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Mis estudios los realicé en la Escuela Normal Superior de Chiapas durante cuatro años, de los cuales, tres de ellos fueron destinados para conocer y reconocer el ámbito educativo en todos los niveles y modalidades, mediante visitas programadas a las escuelas que permitían la conversación directa con alumnos, docentes, directivos y padres de familia. También lleve a cabo la observación y registro en diarios de trabajos áulicos durante períodos cortos de intervención docente (prácticas). Durante mi último año de universidad se llevó a cabo la jornada docente con carácter intensivo, misma que dio fundamentación y soporte para la construcción del trabajo recepcional que desarrollé a lo largo de un año frente a grupo y la creación de estrategias de enseñanza según el contexto de la práctica educativa. Esto me permitió obtener el título profesional. Durante este tiempo de formación profesional, me integré a distintas actividades académicas que fortalecieron mi preparación: cursos de computación básica, asistencia a cursos de verano de danza folclórica regional y nacional; participación en el curso de verano del Zoológico “Miguel Álvarez del Toro”, (ZOOMAT), donde colaboré, junto con otros estudiantes que contaban con el perfil pedagógico de distintas instituciones educativas, en la planificación, construcción y consolidación del proyecto educativo con un enfoque ambientalista para el curso de verano, que atiende a niños y jóvenes que oscilan entre los 6 y 16 años de edad. El 1o de septiembre de 2005, me contrató la Secretaría de Educación Pública para ocupar una plaza de nivel secundaria en la modalidad de telesecundaria. Fui enviado a la Zona Escolar 059 con cabecera oficial en Ocosingo y perteneciente a la Jefatura de Sector 04, con sede en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Me asignaron el primer grado en una escuela telesecundaria bidocente, ubicada en la colonia Luis Espinosa, municipio de Altamirano. Para poder trasladarme a la colonia, tenía que tomar el autobús en Ocosingo. El camino era rústico y agreste; el tiempo del viaje era de aproximadamente 6 a 7 horas, dependiendo las condiciones del clima y el transporte. El problema más grave que tuve, fue el abismo que se creó entre mis alumnos y yo por no compartir el mismo idioma. La población hablaba el tseltal, y los niños recién egresados de la escuela primaria bilingüe, apenas podían articular correctamente algunas palabras en español. Pero el mayor obstáculo, era que me sentía ajeno a esa cultura, pues desconocía su constitución. En clases sentía frustración porque no entendían lo que les explicaba; aunado a que desconocía la metodología de trabajo en Telesecundaria. Terminada la jornada de trabajo, salía del salón desesperado y a veces llorando, pensaba que no había sido preparado para esta clase de situaciones; pensaba que lo aprendido en la Normal Superior de nada me servía. Mi realidad distaba de lo que mis maestros, durante mi formación me habían hecho creer. Además todos los días llovía a cántaros, había un frío infernal y tenía que cargar mi despensa pues en la comunidad no vendían nada, ni siquiera una 90
tortilla para que comiera. Por primera vez, supe lo que era pasar hambre y supe lo que era comer teniendo un apetito feroz, conformándome con la pata y cabeza de una rata de campo, acompañada de la verdura que más odio que es el chayote y que ese día fue el manjar más delicioso que había probado en mi vida. Supe lo que era esperar en la madrugada —pasando frío y mojándome— el camión para que pudiera irme a mi casa. Fue hasta ese momento que me di cuenta de lo que se trataba, de lo que significaba ser maestro. Después de un mes, se realizó la cadena de cambio interna y elegí el Ejido San Quintín, municipio de Ocosingo ubicado en el corazón de la Selva Lacandona. La escuela telesecundaria 810 “Rosario Castellanos”, tenía las siguientes características: seis maestros frente a grupo, dirección técnica, edificio escolar completo, biblioteca, equipos de cómputo, señal EDUSAT, libros de Conceptos Básicos y Guías de Aprendizaje para todos los alumnos, pizarrones acrílicos, televisiones, servicio eléctrico, drenaje, agua potable y casa del maestro. La población era multicultural. Los habitantes provenían de distintas regiones del estado y por ende, su lengua materna, tradiciones, vestimentas, hábitos, eran diferenciables. Los grupos establecidos eran hablantes de la lengua tsotsil, tseltal, chol y tojolabal. La ventaja que presentaba trabajar en esta escuela, es que todos los alumnos hablaban perfectamente el español. Por la distancia existente entre Ocosingo y San Quintín, que era de aproximadamente 12 horas, mi permanencia en la comunidad era necesaria. A pesar de tener autorizado el día de quincena, mis compañeros y yo decidimos quedarnos y bajar al término del mes, por lo que las clases eran permanentes; esto posibilitó proyectar en la escuela las cuestiones sociales, deportivas, culturales, etc. La relación con las autoridades del ejido y los padres de familia fue gentil y ejemplar, pues siempre contábamos con su apoyo en todos los aspectos: mejora de instalaciones, limpieza del terreno, apoyos económicos para desarrollar actividades extracurriculares, participaciones en eventos cívico-culturales, etc. Durante los dos ciclos escolares que presté servicio en esta localidad, hicimos crecer la escuela: la matrícula aumentó, acondicionamos nuevos espacios, gestionamos infraestructura; logramos la visita de la Inspectora escolar en cinco ocasiones; tuvimos acompañamiento técnico-pedagógico; además de haber unido esfuerzos con los otros niveles educativos: inicial, preescolar indígena, albergue, primaria bilingüe y Telebachillerato. El crecimiento profesional y la búsqueda de comodidad fueron detonantes para solicitar mi cambio de zona escolar, además de un accidente automovilístico al finalizar el ciclo escolar 2006-2007. La adscripción a la zona escolar 040 de Chicomuselo, con cabecera en Frontera Comalapa, con Jefatura de Sector 06, establecida en la ciudad de Motozintla, me fue entregada el 17 de septiembre de 2007. Nuevamente, mientras se llevaba a cabo la cadena de cambio interna, me asignaron, provisionalmente a la colonia Piedra Labrada, perteneciente a dos municipios: Chicomuselo y Bella Vista. Autobiografías
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El 16 de octubre de 2007, ya me encontraba ubicado en la ETV 843 “Miguel Álvarez del Toro”, localizada en la colonia Independencia, municipio de Bella Vista. Las características de esta escuela eran similares a la de San Quintín: seis maestros frente a grupo, dirección técnica, aulas construidas, material bibliográfico y didáctico, biblioteca amplia, equipos de cómputo y casa del maestro. No contábamos con electricidad ni señal satelital EDUSAT, y no teníamos espacios educativos necesarios para la realización de actividades culturales y deportivas. El clima fue nuestro peor enemigo. La altitud a la que se encuentra Independencia, es a más de 4,300 msnm, originaba un frío helado, constantes lluvias, granizadas y una espesa neblina. Por lo tanto, el clima causaba ausencias diarias de estudiantes, pues estos vivían en barrios y poblaciones distantes, por lo que tenían que trasladarse caminando. Las enfermedades respiratorias eran comunes; maestros y alumnos visitábamos frecuentemente al doctor. Por inclemencias del tiempo, las clases se suspendían, pues las condiciones no eran las apropiadas para desarrollar un buen trabajo. Las constantes suspensiones laborales fueron otro factor que imposibilitaron el logro académico: reuniones sindicales desmedidas; cursos de capacitación prolongados y reiteradas reuniones administrativas, siendo este aspecto el que más preocupaba al inspector de zona. Actualmente, pertenezco a la zona escolar 044 con sede en Tapilula, con Jefatura de Sector 02, ubicada en la ciudad de Pichucalco. Estoy adscrito a la ETV 931 “Vicente Guerrero”, ubicada en la colonia Guadalupe Victoria, municipio de Amatán. Después de haber trabajado en escuelas de organización completa, me enfrenté al desafío de pertenecer a una escuela tridocente, donde me asignaron la dirección encargada. Por la lejanía entre la comunidad y la supervisoría, me ausentaba continuamente; la molestia de los padres de familia no se hizo esperar, presionando a las autoridades educativas para que regularan mi actuación. La visita de la jefa de sector e inspector escolar debido a escritos enviados al Departamento de Telesecundaria para realizar investigaciones a fondo, y aplicar la normatividad en caso de haber irregularidades, fueron motivos suficientes para sentirme, por primera vez, acorralado, a disgusto, desesperado, desanimado. Ya no quería estar en esa colonia, sentía una opresión en el pecho que me dejaba sin aire, había caído en depresión. La invitación, por parte del Inspector de Zona, para formar parte de su equipo de trabajo fue mi ruta de escape de la comunidad. Actualmente, me desempeño como Asesor Técnico Pedagógico, donde el aprendizaje pedagógico y administrativo es permanente, al igual que las nuevas experiencias laborales. Tengo la posibilidad de aprender mucho, pues mi jefe inmediato tiene una extensa trayectoria en este rubro y sobre todo, la disposición por querer formarme.
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Martín Gómez Culebro*
Cómo y por qué decidí ser docente
Introducción Eran tiempos difíciles, atravesaba por una necesidad económica y quería asegurar algo para mi bienestar. Tuve la oportunidad de comenzar mi camino laboral en el Departamento de Educación Indígena Bilingüe. Sin embargo, un día logré enterarme de una convocatoria en la que decidí participar para trabajar y contribuir en la docencia, pues como requisito indispensable y fundamental era hablar, leer y escribir una lengua indígena. A partir de ese momento comenzó mi transitar por la docencia. Llegó el día de la evaluación. Preparado para ello me dispuse a dar respuestas a las preguntas que me hacían, pues la evaluación consistió en describir una ilustración, responder interrogantes en tsotsil, que es la lengua vernáculas que hablo, leo y escribo, y la escritura de un cuento en la misma lengua. Tiempo después, al darse los resultados me llevé la sorpresa que había sido seleccionado para participar en un concurso denominado denominado “inducción a la docencia”1, con una duración de tres meses entre teoría y práctica. Al término del curso se nos asignó la región, zona escolar, y escuela a donde partiría para mi primera práctica con niñas y niños indígenas hablantes de la misma lengua. Es triste y angustiante que te llamen profesor con todavía una formación mediocre, deficiente, con sólo el curso de inducción a la docencia y con un grado máximo de estudio del nivel medio superior del Centro de Bachillerato *Egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J”. Martín Gómez Culebro, es profesor en la Escuela Primaria Federal “5 de febrero” en El Bosque, Chiapas. Cuenta con 14 años de servicio. 1 Inducción a la docencia fue un curso realizado de lunes a viernes, con una duración de ocho horas diarias, donde recibí un acercamiento de manera general a la práctica docente, proporcionada por la Dirección de Educación Indígena. Los encargados de llevar a cabo el curso fueron los compañeros que ya contaban con la plaza base y que brindaban sus servicios en el nivel de secundarias y otros en nivel medio superior. En dicha modalidad, no se podía exigir a los maestros de base seguirse actualizando hasta al menos llegar a culminar en una de las licenciaturas que brinda la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). El sistema incorporó esta modalidad con la finalidad de comprometer al personal contratado a seguirse preparando profesionalmente y que dicha preparación tenía que reportarse al término de cada semestre para la recontratación o en su caso el despido. Autobiografías
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Tecnológico Agropecuario (CBTA), pero con el único requisito indispensable que era hablar y escribir una lengua indígena. En el nivel de Educación Indígena —en ese entonces ubicado en las instalaciones de los Servicios Educativos para Chiapas (SECH), hoy Subsecretaría de Educación Federalizada (SEF)— se puso en marcha el proyecto para contratar personal en la modalidad de becario, con la finalidad de contrarrestar el bajo rendimiento, deficiencia, poca preparación profesional, mala calidad educativa, el modelo pedagógico que predominaba y la mala atención en los alumnos. Sin embargo, agradezco al sistema por haberme dado la oportunidad de acceder a un lugar en el medio docente y por la exigencia de seguirme preparando para poder lograr una plaza de base. Los cuatro años que duró la Licenciatura en Educación Primaria para el medio indígena no fue lo mejor en cuanto a preparación, porque ahora me doy cuenta que ser docente no es llegar a la escuela, pasar lista y enseñar de manera tradicional, es decir, el maestro es quien conoce y el niño tiene que llenarse de ese cúmulo de conocimientos. De una u otra manera fui adquiriendo experiencia y conciencia real, verdadera de cómo redireccionar mi práctica docente a partir de las grandes deficiencias que había construido. Los primeros años de mi práctica docente fueron un fracaso desde el punto de vista constructivista, porque sabía que no había ayudado mucho en la formación de los alumnos; sin embargo no podía seguir tropezando con las mismas piedras. Mi problemática consistió en desconocer la planeación, dosificación de contenidos, la estructura del Plan y Programa de Estudio (plan 1993), el uso de estrategias y técnicas de enseñanza, entre otros. Por lo tanto, tuve que hacer un alto para reflexionar. Conforme los días, meses y años fueron trascurriendo, la propia formación de la universidad y de otras instituciones, la misma práctica educativa, la sistematización de experiencias (compartir conocimientos, estrategias, técnicas de enseñanza, etc.) me han enseñado a formarme como docente y dar lo mejor de mí de una manera más autónoma. No obstante, siguen existiendo deficiencias, rezagos tanto en el docente como en los alumnos; hemos entrado en un estado de reclamos, de constantes quejas, buscando culpables de los errores que nosotros mismos cometemos, pero estoy seguro que más actualización y mayor exigencia en cuanto a la preparación profesional hará que seamos más conscientes de las necesidades, exigencias y las tareas que se nos han encomendado, cambiar. Conocerse uno mismo propiciará un mejor desarrollo de la práctica educativa dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje. Actualmente intento actualizarme día con día. Desde la culminación de mi licenciatura, he cursado diplomados del Centro de Actualización del Maestro (CAM), de Formando Formadores vía Internet, y del diplomado del Instituto de Estudio de Posgrado (IEP). Tomé un curso en la Arizona State University, en el departamento de Indian Education y la Maestría en Docencia que actualmente curso. La academia me ha fortalecido y proporcionado elementos y herramientas 94
para la transformación de mi práctica educativa dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje. La constante permanencia de aprendizaje permite perfeccionar mi trabajo docente para crear mejores educandos.
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Mario Alberto Martínez Méndez* Historia de formación docente
El día que no surja en nosotros la necesidad de descifrar las miradas de las niñas y los niños, habrá que hacer un alto en el camino para reconsiderar seguir portando con dignidad, la más noble de las vestimentas... la de maestros. Teodoro Jesús.
Introducción Mediante el presente escrito, daré a conocer mi historia profesional. Contaré como llegue a ser docente, así como los problemas que he tenido a lo largo de mi carrera. Mi nombre es Mario Alberto Martínez Méndez, soy originario de la ciudad de Villahermosa, Tabasco. Soy Ingeniero Industrial por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Al término de mis estudios del nivel medio superior, comencé una etapa compleja por las incertidumbres que genera elegir una carrera profesional. Mis padres me sugirieron estudiar para maestro en la Normal Superior, ya que mi padre se dedica a la docencia. Sin embargo mi deseo era estudiar Ingeniería Civil o Industrial, por lo que me dediqué a investigar las distintas instituciones públicas de Puebla y la Ciudad de México a las que podría ingresar. Obtuve la oportunidad de obtener fichas de ingreso para el Tecnológico de Zacatepec, y la Universidad Autónoma (UAEM). Mi interés por acreditar los exámenes me llevo a estudiar —con una disciplina constante— de las cinco de la mañana a las once del día, dando como resultado ser aceptado en las dos instituciones. Nuevamente comenzó el dilema: ¿Qué carrera e institución elegiría? Decidí ser Ingeniero Industrial, carrera que en la actualidad no me arrepiento de haber estudiado. Al término de la formación profesional, sea cual sea la carrera, existen muchas preguntas; ¿Dónde trabajar? ¿Estudio algún posgrado? En forma general nos cuestionamos, ¿Qué hacer para seguir adelante y aprovechar mis estudios? *Egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, grupo “J”. Autobiografías
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En mi caso comencé a estudiar un diplomado en Normas de Calidad, conjuntándolo con el trabajo dentro de una empresa. Después laborar tres años en el sector privado, me surgió la inquietud de prepararme como auditor en normas de calidad, para no pertenecer a una empresa, sino más bien a un grupo encargado de evaluación y certificación de las mismas. Esta inquietud surgió durante mi proceso de formación, al tener contacto con los Ingenieros que imparten las clases de maestría, doctorados y empresarios, es decir personas de éxito. Gracias a la interacción con los profesores, a que me platicaran sus trayectorias de vida y del sacrificio que involucra tener éxito profesional, decidí dedicarme a algo que me llevará al éxito profesional a mí también. La búsqueda del éxito implica dejar a la familia, amistades e incluso el gusto por hacer cosas que te satisfagan. Si en el campo de la filosofía, el fin último de del ser humano es la felicidad, ese camino no lo es, ya que te aísla de muchas cosas durante todo el tiempo. Reflexionando sobre mi persona y que hacer para lograr un equilibrio entre los aspectos que engloban al ser; resalto que yo me había mantenido muy alejado de la familia casi por siete años. Es decir, ya estaba sucediendo sin darme cuenta, por lo que decidí viajar a mi casa, estar unos meses y repensar mi línea de profesión a seguir. Esto me permitió tener un empleo en una empresa en Tuxtla Gutiérrez, y al paso de dos meses, el Director de la Escuela Secundaria Técnica No. 80, de San Cristóbal de Las Casas, me invitó a cubrir un interinato con cuarenta horas en la asignatura de Ciencias II (Física), la cual acepté. Sin embargo, la primera dificultad fue tener dos empleos. Tenía dificultad para adecuarme a los horarios, pues en la empresa trabajaba en el segundo y tercer turno, y en la escuela por las mañanas. Cometí el error de pensar, tan sólo es dar clases para alumnos de secundaria. En mi intento por convertirme en docente, me enfrenté con muchas dificultades: no conocía los planes y programas, las normas de evaluación, y mucho menos los aspectos pedagógicos. Traté de ser sólo un expositor; fui autoritario dentro del salón de clases y no me dio resultado, únicamente ocasioné alumnos más inquietos, reprobación, falta de interés por entrar a clases, no existía el proceso de enseñanza aprendizaje; lo cual me preocupó y me permitió hacerme unas preguntas: ¿Qué estoy haciendo mal?, ¿Qué hago para que los contenidos sean más atractivos para mis alumnos?, ¿Qué hago para mejorar mi trabajo? Además, el volumen de mi voz, otro problema, ya que al paso de unos días me quede ronco al tratar de estar habla y habla en clases, mi preocupación aumento más porque era evidente que mi trabajo estaba mal. Al paso de un mes renuncié a la empresa donde laboraba, lo que me permitió tener tiempo para poder analizar, leer y tener mayor acercamiento a la escuela; asistir a las reuniones con los demás docentes, cursos, reunión de academias y platicar de algunas dificultades en el aula, por lo que al estar inmerso y más involucrado me permitió ir mejorando mi práctica docente. 98
Al finalizar el interinato, surgió la convocatoria para ingresar al sistema de Secundarias Técnicas y Generales, lo que me permitió acercarme e intentar obtener un lugar como docente, tomando en cuenta que ahora ya sabía de lo que se trataba, así como de los sacrificios y retos que implica esta labor. Ocho días antes me preparé para estudiar todos los materiales que pude conseguir referente a educación básica. La experiencia del interinato fue clave, ya que el examen está diseñado para docentes en servicio, porque necesitas entender todas las normas, reglamentos, reformas, contenidos y modelos pedagógicos. No hay como la práctica, vivirla directamente para poder relacionar y comprender la tarea de los docentes. Considero importante que antes de presentar el examen, me pasé toda una tarde pensando si realmente quería dedicarme profesionalmente a la docencia, y dejar atrás el sueño de ser auditor de calidad para las industrias. Finalmente decidí dedicarme a este trabajo; aun cuando no quito el dedo del renglón de ser algún día un microempresario. A los diez días de presentar el examen, me avisaron que había sido aceptado. Por momentos dude, ya que solo eran tres espacios y además pensaba: tantas personas que existen con una formación pedagógica que tendrán mayores oportunidades que yo, pues esa es su profesión. Me contrataron para ejercer como docente en la Escuela Secundaria Técnica No. 16, de Oconsigo, Chiapas, sujeto a desplazamiento en la próxima cadena de cambio. Mi turno era en la tarde y con tres horas en la materia de Ciencias II, además sabía que hasta después de seis u ocho meses me pagarían. El factor económico fue una gran dificultad, viéndome obligado a insistir para que me propusieran un interinato, y así poder sostenerme económicamente, pero importante porque era dentro de la misma labor, la docencia. Así comencé mi formación docente, con la práctica en las aulas y en el sistema educativo, encontrándome con diversas dificultades a superar: atender la diversidad de lenguaje, cultura, conocimiento y manejo de recursos didácticos, estrategias didácticas, dinámicas grupales, y actualización. Debido a estas necesidades comencé a buscar cursos de formación docente, para lo que me informaron de la nivelación pedagógica en el CAM, la cual me ayudó a encontrar el sentido del ¿Qué?, ¿Cómo? y ¿Para qué enseñar? Me enseñó a identificar la necesidad de formación continua para trabajar con las reformas, planes y programas. Me permitió entender que los educadores pensamos, analizamos, decidimos sobre lo que debe ser la enseñanza, sus objetivos y el momento en que debe enseñarse; todo esto tomando en cuenta las necesidades reales de la sociedad para saber qué tipo de alumnos deben construir las escuelas. Debido a la cadena de cambio, al siguiente ciclo escolar me desplazaron a la Escuela Secundaria Técnica No. 38 de Bochil, Chiapas, lugar en donde la diversidad cultural y de lengua está presente. Aquí el proceso de aprendizaje con los alumnos fue bueno porque mostraban interés; sin embargo, la mayor dificultad Autobiografías
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se presentó con el colegiado. Ahí la mayoría de los docentes tienen más de 25 años sirviendo en la misma escuela, lo que les ha hecho creer que cuentan con la suficiente autoridad para decidir sobre el funcionamiento de la escuela, objetivos y distribución de horarios, dando como resultado prácticas tradicionales. Esto provocó que la escuela cayera en un rezago, contando con pocos logros a causa del corte tradicionalista que los maestros impusieron. Esto trajo como consecuencia que mis clases fueran mal vistas, ya que en mi grupo había risas, dinámicas, y en ocasiones algún recorrido fuera del salón de clases pues trababa de aplicar clases más dinámicas e innovadoras. Mi forma de trabajo era interpretada como una falta de control de grupo. Aun con mi poca experiencia en el sistema educativo, puedo ver que existe una gran necesidad de renovar y reflexionar sobre lo que hacemos en nuestras aulas para poder analizar si lo que enseñamos está acorde a los cambios y necesidades sociales, ya que se entiende que todo individuo que pasa por un trayectoria escolar tiene mayor probabilidad de tener un futuro que le permita desarrollarse en una profesión, encontrar su razón de ser y vivir plenamente. La práctica docente es compleja, pero es responsabilidad de cada maestro experimentar cambios para no caer en el tradicionalismo, debemos reflexionar, observar yescuchar a camaradas maestros que nos comparten su punto de vista acerca de cómo mejorar nuestras prácticas docentes. Debemos cuestionar nuestro pensamiento, nuestras acciones y dejar por escrito todas las experiencias de formación, ya que eso nos permitirá hacer una revisión de nuestra práctica docente para que los demás no cometan los mismos errores. Actualmente laboró en la Escuela Secundaria Técnica No. 112, de Romerillo, Municipio de Chamula, Chiapas. Tengo 6 horas y atiendo un solo grupo de tercer grado. Al inicio de este ciclo escolar, se presentaron los cambios de la RES, adecuación de los planes y programas de Ciencias III, lo que me trajo como dificultad planear y organizar los contenidos de manera que se cumplan los propósitos educativos. Dentro de estos cambios se habla de proyectos, competencias, calidad, las TIC´s, eficiencia, y educar para la vida; todo esto con el objetivo de desarrollar en los alumnos el sentido crítico, habilidades, destrezas, y fundamentalmente que ellos aprendan a prender, para que puedan encontrar un sentido de aplicación a los conocimientos construidos en el aula, y su medio. Mis experiencias en las diferentes escuelas, la diversidad cultural, el lenguaje, y las necesidades de los alumnos, me han permitido reflexionar sobre el compromiso y responsabilidad que debo asumir, porque los retos siempre estarán presentes, los cambios y evolución social son constantes. La búsqueda de una identidad docente también no se debe detener, de manera que un día podamos estar un paso más delante de esos cambios; poder decidir y tener control del rumbo social, fundamentado en el conocimiento. Es necesario que las reformas más que reglas y normas, se conviertan en un cambio intelectual y moral de todo docente, porque la conciencia y el conocimiento de las dificultades constituyen una condición necesaria para el éxito de cualquier política y profesionalización. 100
Laura Susana Rodríguez Solís*
Mi historia de formación docente Introducción En la actualidad es relevante conocer quiénes somos los docentes encargados de la educación en los distintos contextos en que se lleva a cabo. Si bien, la educación en su momento ha satisfecho las necesidades que demanda la sociedad, ahora hay exigencias que requieren una constante preparación del docente (como el uso de la tecnología). Se habla de competencias a desarrollar en el alumno, las cuales debe poseer el docente. Ahora bien, es necesario preguntarse si será la vocación lo que impulsa al docente ser mejor o la formación que haya tenido. Necesito contar porque opté por esta carrera, además de analizar a través de la teoría mi formación para reflexionar sobre mi trabajo diario (a esto se le conoce como “reflexión sobre la reflexión”) que dará pauta a definir cómo cumplo hoy con mis responsabilidades. Cómo y por qué decidí ser docente Nunca imaginé estar frente a un grupo de niños llevando a cuestas una gran responsabilidad. A mis diecisiete años, fue necesaria la orientación de mis profesores del Nivel Medio Superior para ayudarme a decidir la carrera que debía estudiar. Recuerdo que muchos de mis compañeros de grupo, alzaron la voz para decir que estudiarían docencia porque era una carrera económica, fácil y porque las matemáticas no existen como en otras licenciaturas, además que el trabajo era seguro y muy bien pagado; es decir, veían al maestro como trabajador asalariado y privilegiado. La idea que predominaba del profesor estaba ligada a una vida placentera con casa y coche de lujo. Lo que quiero dar a entender, es que la idea de ser docente se ha transformado, la vocación está en decadencia, aludiendo a lo señalado por Tedesco, cuando dice que “la tarea del maestro era el resultado de una vocación, su tarea se asimila a un sacerdocio o apostolado y la escuela es el templo del saber” (Tedesco y Tenti, 2002: 40). El maestro actual cree que la enseñanza es un oficio con buena remuneración económica más no comprende que es una “misión” que se realiza por amor. *Egresada de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J”. Laura Rodríguez, es profesora de una Escuela Primaria General. Tiene 5 años de servicio. Autobiografías
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Ahora bien, analicemos lo siguiente: un alto porcentaje de los que asistimos a la maestría elegimos estudiar esta carrera por cuestiones netamente económicas y otros por no poder ingresar a la Universidad. Con ésta fundamentación reitero que la “vocación” ha perdido importancia, en pocas palabras, decidimos ser docentes porque era nuestra segunda opción. En mi caso, provengo de una familia humilde donde la figura paternal no existió. Mi madre, con su oficio de modista luchaba por darnos lo mejor. Mis tíos se dedicaban a la docencia, hoy algunos de ellos ya están jubilados. Yo los veía y apoyaba en algunos trabajos como: dibujar, documentar, calificar exámenes, en eventos culturales que realizaban en sus escuelas y a algunas veces presenciaba como daban clases. Una tarde me senté en los jardines de la Prepa Uno, donde cursé mis estudios de bachillerato, a pensar y definir que quería para mi vida. Lo que menos me pasó por la mente fue ser maestra, mucho menos de primaria, porque sabía que era un trabajo muy difícil, porque viviría en una comunidad y me olvidaría de salir con mis amigos, por ejemplo: ir a bailar, al cine o al café. Realmente deseaba una carrera que me diera la oportunidad de interactuar con mucha gente, de conocer una infinidad de lugares y me permitiera seguir con mis salidas. Cuando egresé de la prepa, el día de la graduación me corrió un frío por todo el cuerpo porque iniciaba una etapa de mi vida en donde todo era más serio, así que decidí estudiar lenguas en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH); presenté mi examen, pero no fui seleccionada. Pasó un año, trabajé en lo que pude y al final solicitaron mi servicio en una primaria como maestra de grupo, acepté un mes antes de terminar el ciclo escolar. Soy sincera en decir que la carrera no era de mi agrado aún. Decidí ser maestra a última hora, cuando estaba por terminar la entrega de fichas para ingresar a la Normal. Tomé esa decisión porque papá se había esfumado de casa y mi madre no contaba con los recursos económicos para sostenerme en la carrera que yo quería. Recuerdo que con muchos sacrificios mamá reunió el dinero para la ficha. Obtuve el documento, presenté mi examen e imaginé que no iba ser aceptada, así que ni siquiera me acerqué a la lista de seleccionados, de repente escuche las carcajadas de mi madre como símbolo de que yo estaba en ella. El momento fue emotivo porque me sentí competente ante los demás y me dije: si estoy aquí es porque tengo la capacidad y puedo sacar adelante las generaciones que me serán consagradas; así que adelante. ¿Cuál fue mi formación docente y los primeros retos a los que me enfrenté? Me corresponde narrar ahora mi formación. Curse la Licenciatura en Educación Primaria en la Escuela Normal del Estado turno vespertino, de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, durante cuatro años de acuerdo al plan de estudios 1997. Durante mi etapa como normalista y mediante las prácticas docentes pude darme cuenta que el maestro es una figura especial para la sociedad, es un vehículo que lleva la educación a donde es requerida, es un tesoro cuyo cofre guarda un sinfín de conocimientos, valores, actitudes, habilidades y destrezas que serán 102
utilizadas con el afán de servir a la humanidad para educar a las generaciones venideras. La docencia es una profesión importante, ya que sin ella las otras carreras no fueran reconocidas. Quienes ayudan a reconocerla y tienen ese poder en sus manos son los docentes; por lo tanto, requiere de una formación que transforme a ese estudiante en un individuo capacitado, competente para ejercer la labor. Estudiar la Normal fue la etapa más relevante de mi vida, porque ella me brindó las armas y herramientas que me transformó de una joven común a una persona útil en la sociedad. Mi formación fue más práctica que teórica, es decir, a través de la práctica pude conocer mis habilidades, mis fortalezas, mis debilidades, mis actitudes, mis errores, etc., de tal forma que se priorizaba el perfil de egreso, hoy resumido en competencias. Considero que gracias al haberme formado bajo la práctica no puede existir debilidad en mi trabajo. Durante mi formación, los prejuicios que tenía sobre la docencia se fueron borrando, es decir, mi forma de pensar se iba transformando, en ese momento soñaba con trabajar en una escuela rural, en dónde lograra múltiples éxitos; mis energías eran inacabables. Llegó el momento más importante de mí existir: mi graduación. Fui reconocida como una de las mejores estudiantes de la carrera ocupando el segundo lugar de aprovechamiento; sin embargo, lo único que quería era una plaza para hacer mis sueños realidad. Con unas fuerzas enormes, deseaba trabajar porque quería hacer todo lo que imaginé en la Normal. Fui sometida a un examen de oposición en donde mi desdicha fue quedarme con las manos vacías; me sentí melancólica, derrotada y todo mi anhelo se esfumó. Esto fue uno de los primeros problemas al que me enfrenté; trabajé como interina en una Primaria de Tuxtla Gutiérrez. Ahí obtuve grandes aprendizajes pero también grandes amarguras por el simple hecho de ser joven y portar la etiqueta de “interina”, como ellos me lo repetían una y otra vez. Lo mejor fue que no hice caso y busqué alternativas para estudiar, de tal forma que para el próximo examen de oposición me propuse una meta y lo logré. Mi formación me ha ayudado a superar grandes obstáculos, aunque sé que tengo la responsabilidad de buscar alternativas (cursos, textos, etc.), para superar mis dudas. Como todo docente de nuevo ingreso, los problemas y retos a los que me enfrenté fue trabajar en escuelas multigrados y atendiendo los tres primeros grados. El primer año fue el más difícil porque no sabía por donde empezar, tuve un gran compromiso sobre todo con los niños de primer grado. Lo que hice fue recordar y buscar el material que un día la Normal me brindó en un curso-taller, pero también acudí a mis compañeros de zona para que me orientaran y me sugirieran que autores leer y cómo poder trabajar. Los resultados no fueron tan exitosos, pero tampoco fueron un fracaso. El siguiente ciclo me propuse fortalecer mis debilidades en la planeación didáctica, estrategias, actividades, elaboración de material didáctico y las formas de evaluación. Los resultados fueron favorables, obtuve el reconocimiento a mi labor por parte de los padres de familia y supervisor, lo que me motivó mucho. Autobiografías
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El trabajo en escuelas multigrado fue difícil, porque no contaba con la experiencia. Parte de mi formación teórica fue aceptar sugerencias de trabajo, pero no cómo planear, evaluar o abordar contenidos para los tres grados. Creo que si mi formación hubiera sido totalmente teórica hubiera tenido grandes deficiencias al estar frente a un grupo. A pesar de enfrentarme a la labor de las escuelas multigrado, entendí que el aprendizaje colectivo es más favorable que buscar teorías y material para trabajar. En mi caso, me favoreció mucho escuchar las experiencias de mis compañeros y sus sugerencias, aunque sé que tampoco debo descartar la teoría. Actualmente me encuentro en una escuela de organización completa. Por la experiencia que me distingue, atiendo a uno de los primeros grados que está conformado por 32 niños. La comunidad se llama Juan Sabines Gutiérrez, en La Trinitaria, Chiapas. La experiencia que estoy obteniendo, marca una gran diferencia de los dos primeros años de servicio. Veo y defino claramente los grandes problemas que enfrenta hoy la educación y siento tristeza porque a pesar de que somos 13 maestros frente a grupo muy pocos somos los preocupados por resolverlos. De mí parte no dejaré de prepararme, porque valoro quien soy y estoy orgullosa de ser alguien útil para la sociedad. Los cursos que he tomado me han apoyado, pero debo decir que de cinco, sólo uno ha sido significativo para mí; por tal motivo decidí estudiar la maestría ya que me brinda conocimientos valiosos para interpretar la realidad y reflexionar en buscar de propuestas. Hoy más que nunca me encuentro comprometida con mi profesión. Siento el peso de la responsabilidad, pero también disfruto estar junto a mis alumnos, porque ellos son para mí un gran reto: transformarlos para su bienestar. A pesar de que mi formación fue resultado de una reforma educativa, me doy cuenta que los cambios en la sociedad conllevan exigencias diversas. Me doy cuenta que necesito seguir profesionalizándome para desarrollar “mis competencias” y poder hacer frente a la realidad. Considero que la formación docente, aún en estos tiempos, sigue siendo importantísima, pues es la base para facilitar el desarrollo de las competencias. Aunque también considero que necesitamos ser responsables y conscientes de la realidad que vivimos para seguir desarrollándonos, de lo contrario no habrá progresos en la educación. Bibliografía Tedesco, Juan Carlos y Emilio Tenti. 2002. Nuevos tiempos y nuevos docentes. Buenos Aires.
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Juan Carlos Zúñiga Cantoral*
¿Por qué decidí ser docente?
Introducción Creo que puedo llamarme maestro por accidente, pues la verdad durante todo el tiempo que estudié la primaria, secundaria y preparatoria, nunca imaginé terminar como maestro, ni siquiera en mis peores pesadillas lo hubiese pensado. Hoy es un trabajo que me gusta por el reto que implica atender a cada grupo. La forma en que aprenden los alumnos también implica retos y estoy dispuesto a asumirlos. Me gusta este trabajo porque siempre estamos aprendiendo, porque exige mucho de mí, pero no siempre fue así. Pero ¿cómo llegue a ser maestro? Al terminar la preparatoria, tenía en mente ser Ingeniero en Sistemas Computacionales, pero una tarde acompañé a nueve compañeros a sacar su ficha para ingresar a la Normal Superior; al platicar con ellos estuvieron convenciéndome que sacara ficha y que intentara ingresar, que no perdía nada intentándolo, tal fue la convicción con la que me hablaron que intente probar suerte, quien diría que de los nueve que presentamos examen, sólo aprobarían tres y yo estaba entre ellos. Me costó mucho trabajo adaptarme, pues estaba estudiando algo que no me gustaba. El primer semestre fue muy fácil; el segundo estuve a punto de desertar de la escuela, sentía que estaba en el lugar equivocado, de mis compañeros era el único que no tenía vocación o al menos el único que se atrevía a reconocerlo. Decidí terminar el semestre para no dejarlo a la mitad, aunque varios de mis ex compañeros me recriminaban el hecho de dejar algo que ellos no pudieron lograr. Casualmente nos impartió clases un profesor que parecía muy diferente a los demás, en su forma de enseñar, su comportamiento y lo dinámico de sus clases. Él sabía de todo, no había cosa que no respondiera con un fundamento teórico impresionante, leía todos los trabajos, revisaba cada idea, en fin lo consideré un gran maestro y ahí comencé a pensar que si quería ser un maestro me gustaría ser como él.
* Egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, grupo “J”. Juan Carlos Zúñiga Cantoral, es profesor de Educación Telesecundaria. Tiene 4 años de servicio. Autobiografías
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Un día en clase con este maestro, de nombre Babi, comento que había dos clases de maestros: los que tenían vocación y los que no la tenían, y él —dijo— estaba clasificado entre los que no tenían vocación. Eso fue algo que me sorprendió, pues yo había pensado que él había nacido con vocación por el tipo de maestro que era. Dijo que los maestros que no teníamos vocación debíamos esforzarnos el doble —había que estudiar y trabajar más duro— para compensar nuestra falta de vocación. En segundo semestre empecé a realizar prácticas en las escuelas, planeábamos nuestras clases, buscábamos actividades para que los alumnos participaran y aprendieran. Ahí empezó a gustarme este trabajo, al grado que me comprometí a ser mejor maestro cada día. El trabajo que al inicio no me gustaba terminó fascinándome; se hizo realidad esa frase que dice “en cada trabajo hay algo de diversión, encuéntralo y el trabajo se convierte en un juego”. Los buenos recuerdos son muchos: Las bienvenidas de los alumnos; ellos nos recibían de buena manera y se comportaban bien, ya que tratamos de cambiar la forma de enseñar. Pasábamos aproximadamente dos meses preparando los métodos y técnicas de enseñanza que utilizaríamos con el grupo. Esto les gustaba mucho, cuando nos retirábamos nos preguntaban cuando regresaríamos y nos expresaban su punto de vista sobre nuestro desempeño, el cual siempre era positivo. Al egresar de la Escuela Normal Superior, presentamos un examen para obtener una plaza, por suerte aprobé y fui enviado a la zona escolar 037 con sede en la ciudad de Palenque, Chiapas. No obstante, al siguiente día se llevó a cabo la cadena de cambios y se me asignó la telesecundaria 1280, de nombre “Miguel Hidalgo y Costilla”. Mis compañeros me indicaron como llegar; me pareció un poco complicado pero al fin empezaría a trabajar y estaba contento con eso. Me fui con muchas ilusiones de trabajar, con muchos proyectos en mente; quería hacer tantas cosas y en ese momento tenía la oportunidad de tener mi propio grupo, en el cual yo sería el titular y decidiría que hacer; estaba ansioso por llegar y por conocer a mis alumnos. Después de dos horas de camino —que a mí me parecieron seis o más— por fin llegué. Era tarde y el pueblo estaba muy oscuro, aunque las luces de las casas estaban encendidas. Estas parecían perdidas entre los árboles, se escuchaban rugidos parecidos a los de un león; tiempo después el director me dijo que eran monos. Me enseñaron mi cuarto, era de madera y parecía que la casa más cercana estaba aproximadamente a 50 metros. La cama también era de madera y como no llevaba sabanas improvise con unas playeras, y unos pantalones como almohada. Esa noche dormí muy poco, de madrugada escuche unas voces que me parecieron extrañas, al salir encontré a los alumnos jugando; eran las seis de la mañana y estaban esperándome para recibir sus clases, pues ya estaban enterados que su nuevo maestro estaba en el ejido. 106
El inicio de mi labor fue muy difícil pues los muchachos hablaban chol y comprendían muy poco el español. Los alumnos tenían bajo nivel de conocimientos, lo que me llevó a adaptar mis clases, eran muy diferentes a los jóvenes de la ciudad. Realmente me costó mucho trabajo adaptarme a ese medio, aunque pude superar estos problemas con el tiempo; me acostumbre a trabajar con ellos, la convivencia, el acercamiento y el interés por ayudarlos, hizo que me acoplara a su ritmo de trabajo. Al inicio la convivencia con los padres de familia fue difícil, decidí apoyarme en ellos para mejorar el rendimiento de los alumnos, pero me di cuenta que no les interesaba mucho el aprovechamiento de sus hijos. En verdad lo importante para ellos era que sus hijos no tuvieran faltas para poder cobrar el apoyo de “oportunidades”, razón por la cual la mayoría de los alumnos estaba asistiendo a la escuela. En muchas ocasiones cité a los padres de los alumnos que tenían bajo nivel de aprovechamiento, pero muy pocas veces llegaron porque siempre estaban trabajando en su milpa o fuera de la comunidad. En representación llegaban las madres y debido a que ellas no hablaban español tenía que ayudarme un alumno para traducir lo que hablaba con ellas. A ellas no podía encargarles que revisaran la tarea de sus hijos, ya que no sabían leer y por lo regular eran los mismos alumnos los que se encargaban de las necesidades del hogar, como ir a cortar leña y vegetales que servían de alimento a la familia. Esto provocaba que los alumnos varones tuvieran más autoridad que la propia madre. El bajo rendimiento siempre fue un problema. A pesar de estar estudiando la secundaria, mis alumnos por vivir en comunidades marginadas, no sabían leer ni escribir de forma correcta, y también no hablaban, ni entendían completamente el español, lo que nos obligaba a trabajar por las tardes con ellos para poder nivelarlos. Sin embargo, no logré que todos los alumnos alcanzaran un rendimiento escolar satisfactorio. Actualmente me encuentro trabajando con alumnos que presentan un buen nivel de aprovechamiento, aprenden muy rápido y utilizo métodos que en cualquier otro lado no había utilizado. Esto hizo que me emocionara con el grupo y tuviera muchas esperanzas para el examen de aprovechamiento. No obstante, no obtuve el resultado que esperaba, esto fue un golpe muy duro, la verdad estaba tan seguro de ganar que terminé muy triste; pensando que no eran los alumnos sino yo el que había fallado. Me costó mucho trabajo superarlo pero aprendí mucho de esto; ahora intento más cosas y trato de mejorar cada día.
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IEP ESCUINTLA
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Presentación Docentes de telesecundaria: vacíos de formación y construcción de una identidad
Se presentan en seguida un conjunto de siete trabajos seleccionados del grupo que cursó la Maestría en Docencia durante la generación 2002-2003, en la sede de Escuintla, Chiapas. En su política de atención regional, el Instituto de Estudios de Posgrado ofreció la maestría en esta sede por única ocasión para atender la solicitud que el sindicato magisterial hizo a la Secretaría de Educación a fin de contar con mayores ofertas de profesionalización para docentes de educación telesecundaria. De esta forma, este grupo de estudiantes estuvo conformado únicamente por maestros de ese nivel. Sin embargo, pese a la aparente homogeneidad de su conformación, los estudiantes de este grupo son portadores de un amplio espectro de experiencias derivadas, en parte, por la diferencia de antigüedad en el ejercicio de la profesión docente. De esta forma los maestros Tomasa Ordóñez Pascacio, Mario Acevedo Chang y Ángela Arrevillaga Meneses, en el tiempo en que cursaban la maestría, tenían una trayectoria de casi 20 años en este nivel educativo. En situación opuesta se encontraban maestros noveles como Ana Agustina Jiménez Gálvez y Fabiola Márquez Cigarroa, con dos y tres años de experiencia respectivamente y, en situación intermedia, Eugenio Morales González con 10 años. Por otro lado la diversidad de experiencias que se muestran en los textos se explica también por las características de su formación. Si bien la mayoría de los autores comparten una formación docente inicial que los preparó como maestros de educación primaria, las distintas épocas en que se cursaron implicaron diferencias de duración y contenidos en su formación. Se trata de planes de estudios de la educación normal que van del nivel de técnico a los de Licenciatura con que egresan las recientes generaciones. Una situación diferente se expresa en el texto de la maestra Dolores Andaluz, cuyos estudios iniciales fueron en ingeniería bioquímica. Su relato bosqueja una característica más de la educación telesecundaría en Chiapas: las implicaciones del crecimiento acelerado de un sistema educativo que carecía –y así continúa- de maestros con una formación específica para su desarrollo. Aún cuando fueron preparados para ser docentes de educación primaria, en la mayoría de estos relatos autobiográficos se aprecia el desconcierto -el primero de los muchos que enfrentan los maestros noveles- por ser asignados en un puesto Autobiografías
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laboral distinto al imaginado en la escuela normal. El maestro Acevedo lo expresa así en su texto: “Al término de la carrera tuve la idea de que me otorgarían una plaza, pero la peor sorpresa fue que el director de la escuela me informó que tenía que presentar un examen de oposición para obtenerla; fue así como obtuve una plaza de telesecundaria. Entonces era un sistema educativo nuevo en Chiapas que había iniciado en 1980, todos los maestros eran contratados con plaza de confianza; no muy conforme de la plaza que se me había otorgado, ya que había llevado una formación para maestro de primaria y no de telesecundaria, la acepté”.
Este conjunto de textos fueron elaborados también en el seminario Enfoques sobre la Formación Docente. Este fue uno de los primeros grupos en que lo empleé como estrategia de aprendizaje; su propósito entonces era que los estudiantes elaboraran una narrativa en donde se contara cómo y por qué decidieron ser maestros, si habían tenido alguna formación previa en la docencia, cómo habían sido sus primeras experiencias, cuáles habían sido los problemas enfrentados y cómo los habían solucionado así como también qué les faltaba por aprender. Este propósito inicial explica la brevedad de los textos; sin embargo las elaboraciones logradas confirman la esencia del relato autobiográfico: que las historias personales son portadoras indudables de la historia social. Es el caso de estas autobiografías que evidencian algunos aspectos sustantivos de lo que ha sido el desarrollo de la educación telesecundaria en Chiapas. De nuevo, la mejor lectura la hará quien esté interesado en conocerlas.
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Mario Acevedo Chang*
Introducción Mi nombre es Mario Acevedo Chang, trabajo en el Sistema de Educación Telesecundaria. Actualmente laboro en la Escuela Telesecundaria No. 032, clave: 07ETV0230G, ubicada en la población de Acacoyagua, Chiapas. Con mucha tristeza y orgullo voy a narrar por qué decidí ser profesor. Mis estudios primarios los realicé en la Escuela Primaria Urbana Federal “Benito Juárez”, de Escuintla, Chiapas. Cuando cursé el sexto grado de primaria, tuve un maestro muy estricto que siempre nos castigaba; de tantos castigos que recibí comencé a decir me gustaría de grande ser maestro para poder desquitarme con mis alumnos de todos los golpes que había recibido. Una vez culminada mi educación primaria y debido a la situación económica en que se encontraban mis padres no pude continuar mis estudios secundarios. Me inscribieron en la Academia Comercial “Pitman”, donde obtuve la carrera de Secretario Taquimecanógrafo. No conforme con lo que había aprendido, les dije a mis padres que tenía el deseo de continuar mis estudios secundarios, porque sentí una admiración muy grande por mis compañeros que se encontraban estudiando la secundaria. Al siguiente ciclo escolar me inscribieron en la Escuela Secundaria Técnica No. 49 de esa misma ciudad. Cuando estudié la secundaria conocí a una profesora de primaria que siempre me pedía que elaborara sus exámenes; yo los hacía con mucha dedicación, recuerdo que ella me decía que estudiara para maestro, porque esa era mi vocación. Pero lo más bonito que viví durante esos tres años, fue durante las vacaciones cuando impartía clases en mi domicilio a niños de primero a tercer grado de primaria en las que veía que aprendían mucho de mí. Al concluir la secundaria pedí a mis padres que me siguieran apoyando para continuar mis estudios. Les dije que deseaba estudiar aunque fuera para maestro, sencillamente porque quería ser algo en la vida, y esta era una de las carreras más cortas y económicas que se podía iniciar al término de la secundaria. Fue así como me inscribieron en la Escuela Normal del Estado “Dr. Valentín Gómez Farías” en la ciudad de Tapachula, Chiapas. Mi formación duró a aproximadamente ocho semestres en los que recibí una enseñanza tradicionalista por parte de los maestros que únicamente se dedicaron a transmitir conocimientos. Durante los dos primeros semestres de la carrera, fui enviado a una escuela primaria a observar las clases de un practicante. Al terminar el tercer semestre *Egreso de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Escuintla, Chiapas. Mario Acevedo Chang, es profesor de Educación Telesecundaria. Autobiografías
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me enviaron por primera vez a realizar prácticas frente a grupo, al principio estaba muy nervioso ya que era mi primera experiencia, pero lo más bonito que recibí fueron unos regalos de unos alumnos, felicitaciones de una maestra y un diploma de reconocimiento por el buen papel que desempeñé frente al grupo. Además me dijo que continuara así, porque en el futuro llegaría a ser un buen maestro. En séptimo semestre elaboré mi tesis y realicé mis últimas prácticas en las cuales puse todo mi empeño y dedicación para terminar satisfactoriamente mi carrera. Cuando terminé la carrera creí que me otorgarían una plaza, pero la peor sorpresa me la dio el director de la escuela cuando me informó que tenía que presentar un examen de oposición para obtenerla; fue así como obtuve una plaza de Telesecundaria. En ese entonces era un sistema educativo nuevo en Chiapas; había iniciado en 1980, todos los maestros eran contratados con plaza de confianza. Aun cuando no estaba conforme con la plaza que me habían otorgado, ya que había llevado una formación para maestro de primaria y no de telesecundaria, la acepté. Fuimos citados para recibir un curso de capacitación en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde nos enseñarían en dos semanas la metodología que se empleaba en este sistema. Aún con los pocos conocimientos teóricos que recibí, fui comisionado a la zona 06 de Ocosingo, Chiapas y ubicado en la Escuela Telesecundaria No. 025 de la comunidad de San José Mariscal Subikuski, del municipio de Tumbalá. Uno de los principales problemas que viví en esta comunidad fue lo poco que se hablaba español. Los pobladores tenían como lengua el Chol, y se me hacía difícil poderme comunicar con los alumnos y padres de familia. En mis primeros días de clases no sabía por dónde empezar, ya que todo era desconocido para mí, desde una planeación de actividades hasta como preparar una clase. Fue una experiencia inolvidable para mí porque comprendí que significa ser maestro, dejar atrás los tropiezos y obstáculos que se tienen para enfrentarlos y superarlos. Después de cuatro meses de estar en esta comunidad fui asignado a otra escuela Telesecundaria en el poblado de Tila, Chiapas, donde terminé el ciclo escolar 83-84. Durante este ciclo escolar, laboré en la zona 024. El cambio fue drástico, pase de trabajar en zona rurales a un medio urbano. Ahí puse en práctica toda la experiencia vivida durante mi primer año de servicio, lo que facilitó mi labor, pero siempre realizando la enseñanza de una manera tradicionalista, de la forma en que fui formado. Al ver que existía la forma de incrementar el sueldo de acuerdo a la preparación del docente, ingresé a la Escuela Normal Superior de Chiapas, donde terminé la Licenciatura de Matemáticas, estos conocimientos me sirvieron para enriquecer mi práctica docente con nuevas estrategias en cada una de las asignaturas, así como también nuevas técnicas de trabajo para que el conocimiento fuera más enriquecedor para los alumnos. Esto me motivó a inscribirme al Diplomado para poder iniciar la maestría. 114
Hasta ahora, gracias a la Maestría en Docencia, me doy cuenta que el verdadero papel del maestro no es aquel que se dedica a enseñar, sino a construir nuevos conocimientos con los alumnos, para que los alumnos adquieran un aprendizaje significativo, es decir se vuelvan analíticos, críticos y reflexivos, que es el tipo de ser humano que requiere la sociedad. Creo que el maestro debe preparar a sus alumnos para la vida, que estén al día en los avances científicos y tecnológicos; avances principalmente generados por países industrializados. Se responsabiliza a la escuela de preparar a los alumnos para que sean los gestores y constructores de un mejor desarrollo y futuro del país. Es ahí donde se encuentra nuestra tarea como docentes de preparar a los educandos tomando en cuenta que también nuestro país se encuentra inmerso dentro la globalización.
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Fabiola Concepción Márquez Cigarroa Introducción Mi nombre es Fabiola Concepción Márquez Cigarroa, soy originaria del municipio de Mazatán, Chiapas. Desde que tengo uso de razón me he preparado en el aspecto académico, mismo que me ha servido para mejorar mi desarrollo personal. Siempre he considerado que la educación es la mejor vía para sobresalir y tener una mejor vida en lo social y económico, por ello comparto siempre con los jóvenes este sentimiento que he experimentado muchas veces. Provengo de una familia humilde y sencilla, mis estudios ayudaron a mejorar la vida de mis seres queridos; estudié en el jardín de niños por curiosidad “según mis padres”, comentaban que mi interés por la escuela radicaba en ir a jugar con mi hermano y ver que enseñaban en la escuela. Entre mis recuerdos existen imágenes de lo divertida que era para mí la escuela, aunque no pensé lo mismo cuando inicié la primaria y más aún cuando cursé la secundaria, esta última fue una etapa un poco difícil, quiero atribuir eso a las exigencias de mis padres, los desvelos, las madrugadas y las carencias económicas. Estudié la Secundaria en la ciudad de Tapachula y sentí que la escuela para mí era un gran sacrificio, concluí con poco éxito esa etapa de mi preparación lo cual me desanimó mucho y creí que no continuaría mi formación, pero las cosas cambiaron cuando ingresé a la preparatoria ya que las circunstancias de mi vida y mi persona habían cambiado para favorecerme. Quiero ser sincera y expresar que no existió en mi formación la orientación vocacional, solo conté con la orientación de mis padres, quienes deseaban enormemente que estudiara para profesora. Yo deseaba estudiar leyes, pero por cuestiones del destino y sobre todo económicas llegué a un trato con mi papá: Yo presentaría el examen en la Normal “Fray Matías de Córdova”, y él me dejaría elegir una carrera, en caso de que yo no aprobara. Para mi suerte aprobé el examen de admisión y así inició mi carrera en la Docencia. Soy de las personas que cuando inician algo, me gusta terminarlo, con el mayor esfuerzo posible, sobre todo aprendo amar lo que realizo. Recuerdo que en mis primeros acercamientos al campo educativo me sentía muy bien enseñando y aprendiendo. Esa es una de las cosas que me gustan de mi trabajo, aparte de compartir mi tiempo con jóvenes tan llenos de vida e inquietos, necesitados de una luz que los oriente en la obscuridad de este mundo. Con lo anterior, no quisiera decir que yo soy esa luz, aunque me gustaría, pero la realidad es que poco se puede apoyar a los jóvenes. Aunque no me inicié en la docencia por gusto, estando inmersa en el ámbito me “enamoré” de lo que hago y hoy puedo decir abiertamente que disfruto de mi trabajo y amó lo que realizó, esto me lleva a querer ser mejor como profesora y persona cada día para tener más experiencias que compartir con los educandos y mis compañeros.
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Egresé en 1998 e inicié mis labores ese mismo año. En enero de 1999, recibí un Diplomado de nivelación en el sistema de Telesecundaria durante seis meses; ahí conocí el programa de estudio del sistema, reforcé contenidos que se me dificultaban y compartí mis experiencias con mis compañeros. Ese mismo año, tuve la oportunidad de llevar un curso de inglés, y aunque fueron pocas horas, aprendí muchas cosas que me fueron de gran utilidad en el aula y asistí también al curso de introducción de la nueva asignatura en nuestro sistema “Introducción al Patrimonio Cultural del Estado de Chiapas”. He asistido a todos los talleres generales de actualización, lo cual, me ayuda a mejorar mi práctica docente; para mí ha sido una gran oportunidad para aprender cosas nuevas e innovar mi práctica docente. Actualmente curso el segundo semestre de la Maestría en Docencia, menciono que para ingresar cursé un Diplomado en Telesecundaria, el cual me sirvió como inducción a lo que hoy cursamos. Mi vida se ha transformado a razón de mis estudios y esfuerzos, sobre todo ha cambiado la forma de visualizar el mundo y las situaciones existentes, lo cual me causa mucha satisfacción, aunque en ocasiones me atemoriza pensar en el futuro ya que al tener conocimiento de la realidad no puedo ignorarla y ello me obliga a actuar en beneficio de mi sociedad. Después de haber descrito brevemente mi formación, comentaré algunas problemáticas que se presentaron al inicio de mi labor docente. En mi primer año de servicio fui enviada a la escuela Telesecundaria de Usumacinta, Chiapas. Ahí me asignaron el primer grado con 48 alumnos, los cuales hacían mucho escándalo, y aun cuando utilicé dinámicas grupales para organizarlos, sólo dio resultado momentáneamente, porque los jóvenes eran muy difíciles y conflictivos. En esa escuela aprendí que es importante que el profesor sea amigo del alumno, ya que gracias a ello se pueden resolver muchos problemas. Mis alumnos presentaban problemas de drogadicción, alcoholismo, desintegración familiar y sus problemas emocionales de adolescentes. Para resolver los problemas he utilizado un poco de psicología: escucho, analizo y trato de ayudar. Otro aspecto que me causó problema, fueron los contenidos programáticos, que con ayuda de mis compañeros he superado. Lo que más he utilizado es la planeación, elaboración de proyecto y el conocimiento de los enfoques de las asignaturas, además de los conocimientos psicológicos. De la pedagogía nunca terminé de comprender los modelos. Mi defecto fue copiar algunas actitudes de mis exprofesores, así sobresalí durante el primer ciclo escolar, posteriormente comprendí que la única vía para solucionar mis problemas era prepararme para disminuir mis deficiencias académicas. A pesar de muchas cosas que he realizado, considero actualmente que faltan aspectos a mejorar en mi práctica docente, sobre todo mi actuación dentro del aula.
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Ángela Arrevillaga Meneses*
Proceso de formación docente
Introducción En la vida cotidiana, el profesor pone un juego todas sus capacidades como un ser completo, combina su saber con su hacer, para resolver problemas que a diario se le presentan. Por ello, es importante reflexionar sobre los aspectos inherentes que esta elección conlleva. Recuerdo cuando ingresé a la escuela primaria “Leona Vicario”, la cual nos quedaba un poco retirada de la casa, pero había sido elegida por mis padres porque gozaba de prestigio académico. Mi idea de ser docente nació al observar a una maestra dar su clase, durante mi instrucción secundaria en el Instituto Chiapas, institución particular incorporada a la SEP. Por la precaria situación económica que padecía mi familia mis padres decidieron que iniciara mis estudios de educación normal primaria. Me inscribí en la Escuela Normal “Fray Matías de Córdova”, en donde fungí por primera vez como instructora de Educación Primaria. Durante los primeros seis semestres, cursé las siguientes materias: Matemáticas, Español, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Educación Física, Educación Tecnológica, Psicología, Filosofía, Tecnología Educativa, Didáctica General entre otras. Los últimos semestres llevamos seminarios de Análisis de Programas, Libros del Maestro y del alumno de primero y segundo de Educación Primaria y Elaboración de Informe Recepcional en el que debíamos plantear una problemática de las escuelas donde hicimos nuestras prácticas docentes. Considero que mi primera experiencia en el quehacer docente lo llevé a cabo al inicio del segundo semestre en la materia de Didáctica General cuando observamos a los compañeros que practicaban. En los siguientes semestres hicimos nuestra práctica docente en diferentes escuelas y lugares con alumnos de primaria. Fue ahí donde comprendí que la tarea del maestro requería de métodos de enseñanza y de una formación teórica que nos permitiera poder transmitir conocimientos a los alumnos. También nos encontramos con el problema que había maestros de base que no aceptaban que realizáramos nuestras prácticas docentes, ya que para ellos era una pérdida de tiempo.
*Egresó de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Escuintla, Chiapas. Ángela Arrevillaga Meneses, es profesora de una Escuela de Educación Telesecundaria. Autobiografías
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Trabajando en el área de psicología, pude darme cuenta que nos proporcionaban información sobre las características biológicas y psicológicas de las etapas de formación del individuo en nuestra sociedad. Durante los últimos seis semestres de instrucción normal primaria, aparte de profundizar los conocimientos teóricos básicos, se incorporaron a mi formación docente estudios sobre didáctica especial y práctica docente, áreas que permitieron identificar, conocer y poner en práctica los conocimientos adquiridos en mi proceso de formación profesional. A través de un examen de selección me dieron la plaza como maestra en Telesecundaria en 1983 y por movimientos magisteriales en 1984 obtuve la basificación. Aunque nos impartieron un curso de capacitación por dos semanas en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, se me hizo difícil, pues mi proceso de formación estuvo vinculado a la educación primaria, situación que obligó a enfrentar experiencias nuevas y ajenas. Por lo tanto, me di a la tarea de buscar un método ideal, desarrollando un estilo particular de enseñar; en otras palabras siguiendo las mismas formas de enseñar de los maestros tradicionalistas, en que el aprendizaje queda reducido al aula y se traduce en memorizaciones y conceptos reproducidos en clase o en los exámenes. También cumpliendo con los objetivos, contenidos programáticos y actividades de aprendizaje. En 1984 al término del ciclo escolar, inicié mis estudios en la especialidad de Lengua y Literatura, y me inscribí en la Escuela Normal Superior de la Universidad Autónoma de Guerrero, en la que terminé mis estudios en 1987. Estos estudios me sirvieron para fortalecer mi formación docente, acorde al desempeño y despertando el interés por estar actualizado en aras de desarrollar una buena labor docente. Actualmente he tenido algunos problemas como bajo rendimiento escolar, poca participación en clases y deserción escolar; lo que me ha hecho pensar que carezco de aplicación de estrategias, así como una mejor planeación y adecuación de los contenidos programáticos a las necesidades de los alumnos, problemas que he intento enfrentar por medio de cursos, talleres de actualización docente y en el transcurso de la maestría.
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Tomasa Ordóñez Pascacio*
Introducción Ser docente es una actividad muy bonita pero difícil, ya que el proceso educativo es un conjunto de actividades realizadas por los alumnos con el objeto de lograr ciertos resultados. La historia de mi formación como docente, comienza desde muy pequeña, pues me gustaba jugar a la maestra. Terminé mi educación primaria y al ingresar a secundaria, creció mi deseo por ser maestra. Finalmente con el apoyo de mis padres y una hermana que trabajaba, ingresé a la Normal Primaria de la Ciudad de Tonalá, Chiapas. La carrera duró a aproximadamente cuatro años, y se basó en una pedagogía de corte tradicionalista. Durante el primer grado me enviaron a realizar observaciones, posteriormente me mandaron a realizar prácticas frente a grupos de primaria. Cuando terminé la Normal Primaria, tuve un problema grande y desesperante, debido a la asignación de plazas. Tuve que someterme a un examen de selección. Obtuve plaza de preescolar en el estado de Veracruz, pero por problemas económicos, me fue difícil presentarme. Posteriormente me inscribí como aspirante a una plaza de Telesecundaria; ahí nos dieron un curso de capacitación sobre la forma de impartir los conocimientos en este sistema. En ese entonces era un sistema nuevo y criticado, creando en mí la idea de que en cualquier momento quedaríamos desempleados, además me hicieron saber que trabajaríamos como maestros de confianza. Aún así acepté la plaza, comisionándome a la comunidad de Herradura, municipio de Mal Paso, Chiapas. No permanecí mucho tiempo en la comunidad y en una segunda cadena de cambio me ubicaron en una escuela de organización completa que contaba con seis maestros; ubicada en la cabecera municipal de Copainalá, Chiapas. Era una zona urbana, donde también existía una Secundaria Federal. Fue aquí donde me enfrenté a un sinnúmero de problemas, como la falta de planeación de mis labores docentes y el uso inadecuado de algunos materiales didácticos. Después de dos años, solicité una permuta. Me ubicaron en la colonia Unión Jamaica, municipio de Escuintla, posteriormente me ubicaron en la colonia de Matamoros municipio de Acapetahua. Todo esto me creó la idea de seguir superándome y en la primera oportunidad que se presentó presenté examen en la Normal Superior de Chiapas e ingresé a la Licenciatura de Español, la cual terminé en 1988. Sin embargo, continuaba haciendo uso de la metodología tradicionalista. * Egresó de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Escuintla, Chiapas. Autobiografías
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Después tuve la intención de estudiar una maestría, pero debido a mi lugar de residencia no me fue posible. Puede estudiarla hasta que en Escuintla se impartió la maestría del Instituto de Estudios de Posgrado. Aproveché la oportunidad y cursé previamente un diplomado de seis meses, hoy curso el segundo semestre y no pierdo las esperanzas de terminarla. Actualmente laboro en la cabecera municipal de Acacoyagua, Chiapas, cuento con diecinueve años de servicio y me doy cuenta que la superación es muy importante, que debemos estar preparados para problemas sociales, económicos y políticos que atraviesa nuestro país. Además es importante conocer la trayectoria que ha tenido nuestro sistema educativo porque muchos docentes por falta de preparación o actualización hacen uso de la metodología tradicional, formando alumnos pasivos y repetitivos, cuando hoy en día se pretende lograr que el alumno sea un individuo capaz de analizar, criticar y reflexionar sobre sus propios actos, permitiéndole desenvolverse libremente en su medio. Es necesario que los docentes estemos informados acerca de los proyectos nacionales, la globalización y el aspecto educativo, responsable de sacar adelante a nuestro país del gran rezago en que se encuentra. Considero que mi labor como docente no es perfecta, me hace faltan estrategias para enseñar algunas asignaturas como inglés, asignatura que se me dificulta en segundo y tercer grado de Telesecundaria. Por lo tanto, creo conveniente iniciar el curso de inglés que nos exige el Instituto de Posgrado, esto me permitirá disipar mis dudas sobre la materia.
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Ana Agustina Jiménez Gálvez* Y la hora llegó
Introducción Después de cursar mis estudios de nivel básico y medio, llegó la hora de las inquietudes, la incertidumbre y los nuevos retos, pues había llegado al momento más importante de mi formación académica, decidir qué rumbo y dirección tomar para cumplir con mi propósito: ser una profesionista. La decisión de pertenecer al magisterio no fue totalmente mía, pues se presentaron factores que me orientaron a elegir este camino. Mi elección se debió en gran parte a que cuando terminé el bachillerato no tenía claro la carrera que elegiría, además de la poca oferta educativa que había a mi alcance. Me encontré en un gran conflicto, supongo que aquí fue cuando intervinieron mis padres, orientándome bastante bien, hasta ahora lo comprendo. Sin embargo, mis pocas posibilidades económicas para salir a estudiar afuera también me detenían, por lo que comprendí que la mejor opción era la Normal del lugar de donde soy originaria. Mis estudios profesionales los realicé en la Normal del Estado “Dr. Manuel Velasco Suárez”. Actualmente tengo dos años de servicio como docente en el sistema de Telesecundaria del municipio de Siltepec, Chiapas, fungiendo además como directora de la misma institución, rol que tuve que enfrentar con muchas limitaciones, pues mi formación era de docente de Primaria. ¿Suena paradójico? A pesar de ello, descubrí que soy capaz de muchas cosas, ya que las situaciones que pasé me hicieron comprenderlo y eso no me lo enseñaron en la escuela, pues me enfrenté a un contexto totalmente diferente y absolutamente nuevo. Considero que mi formación teórica es buena, no obstante, la práctica fue bastante escueta, pues los períodos de prácticas eran de quince días por semestre. Mi experiencia me hace pensar que definitivamente el programa de estudios de la escuela normal no cubre las expectativas, porque desde mi punto de vista, el maestro debe de formarse tanto en lo teórico, como en lo práctico; lamentablemente la formación recibida en la carrera se inclina más hacia la teoría. Me referiré a una experiencia que viví el ciclo pasado. Entre mis alumnos había una joven que tenía serios problemas para leer, consideré en primer momento que se trataba de una deficiencia educativa, tiempo después descubrí que era
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disléxica. Aunque sabía en que consistía la enfermedad, no conocía el tratamiento adecuado. Para mí, el problema no fue nuevo en teoría, sin embargo, no sabía cómo tratarla en clase, porque no había tenido una experiencia similar. Como este ejemplo puedo citar muchos más, ni los conocimientos ni las teorías de Piaget, Wallon, Freud, Durkheim, por mencionar algunos, me pudieron auxiliar en ese momento. Retomo el conocido refrán “el hábito no hace al monje”. Es prudente señalar que los estudios que actualmente curso, son sumamente útiles para mí, no tanto porque los aplique directamente en el aula, sino porque han despertado en mí, mayor visión y motivación para hacer de mi trabajo un arte, es decir, un trabajo profesional. Me atrevo a reconocer que no es mi bienestar económico lo que me impulsa a seguir preparándome, sino más bien el deseo de ampliar mis perspectivas y estar al día con los avances en materia educativa. Siento gran afinidad con la concepción que tiene Giroux de la formación normalista; sugiere que se reformulen los programas de educación para maestros, reorientando su enfoque hacia la transformación crítica de las escuelas públicas, en vez de la simple reproducción de las instituciones e ideologías existentes. Una escuela que se ciña al concepto de educar a los maestros como intelectuales transformadores, en torno a las exigencias de una pedagogía crítica y una política cultural. Desafortunadamente la realidad es otra, se forma para producir de manera mecánica profesores pasivos, sin reflexión y sin ganas de investigar sobre su práctica docente.
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Eugenio Morales González*
Biografía docente Introducción Cuando egresé de la preparatoria, sabía que si deseaba seguir estudiando tendría que trabajar y estudiar al mismo tiempo por los escasos recursos económicos con los que contaba. Tenía pensado estudiar Contaduría Pública, pero las inscripciones y colegiaturas eran excesivamente caras, por lo que supe que no podría lograr mi objetivo. No presenté el examen de admisión, además que tuve que postergar mi ingreso a dicha escuela por prestar un servicio social en el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE). Tuve muchas precariedades como docente al inicio del servicio, pero sentí la necesidad de buscar formas alternas de enseñar a los alumnos de primero a sexto grado de primaria; hoy reconozco que de manera mecánica y tradicional logré que los niños de primero aprendieran a leer y los de sexto aprendieran operaciones básicas de aritmética, lectura y escritura. Mi pretexto fue no tener formación para la docencia, excepto un pequeño curso de capacitación para ser un instructor comunitario. Aquella situación me hizo reflexionar, al grado de pensar que estaba en deuda con los alumnos de la escuela multigrado donde preste mis servicios. Investigaba por mi cuenta para encontrar solución a problemas de aprendizaje que atravesaban los alumnos, provocando un compromiso conmigo mismo. De ahí nació la decisión de ser maestro normalista. Obtener la beca de CONAFE, en 1995, influyó para que presentará el examen de admisión en la Escuela Normal de Huehuetán, Chiapas, y por si no acreditaba, presenté el examen en la Universidad, en la Facultad de Contaduría Pública, como una opción secundaria. Es decir, sin mucho interés. Después de los resultados elegí estudiar en la Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria. Durante cuatro años abordamos asignaturas de acuerdo al plan de 1984, como: Pedagogía, Laboratorio de docencia, Contenidos de aprendizaje, Español, Estadística, Psicología educativa, Psicología evolutiva, Investigación educativa y otras complementarias. Asimilé mucha teoría con relación a la docencia, que era puesta en práctica de manera semestral en diversas comunidades. Para la elaboración de la tesis, hice un servicio educativo de seis meses en una escuela primaria. *Egresó de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Escuintla, Chiapas. Autobiografías
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Soy Licenciado en Educación Primaria. Sin embargo, mi gran contradicción ocurrió cuando me asignaron una plaza, la cual fue de Telesecundaria. Ahí comenzó la primera escisión entre lo que aprendí durante mi formación como docente y los contenidos educativos a enseñar. Toda mi formación en psicopedagogía infantil no fue útil en Telesecundaria. Los contenidos temáticos me parecieron complicados; así que para tratar de solucionar estas carencias, se nos dio un curso de inducción de tres semanas y un diplomado de seis meses, mientras trabajaba, ya como docente frente a grupo. La mínima utilidad de la teorización en la Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria (ENLEP), fueron algunas dinámicas grupales y estrategias para el aprendizaje con sentido. El problema más grave que padecí, ocurrió en la escuela a la que fui comisionado. Correspondía a la región norte selva de Chiapas, que por cuestiones geográficas y culturales habla la lengua chol. La comunicación era restringida, la participación en los primeros días de clases por parte de los alumnos era escasa; no quise entrar en un proceso de aculturación, pues era demasiado pedir que sólo hablaran el español, cuando apenas lo podían pronunciar. La estrategia fue que yo aprendiera algunas palabras en chol, lo que propició confianza y un clima de mayor comunicación en el aula. Por ser mi primer año de servicio, me resultó difícil adaptarme a los programas de televisión y al ritmo particular de aprendizaje de los alumnos. Como los programas no se repiten, a excepción de civismo, era necesario trabajar por las tardes anticipando las clases del día siguiente, de tal manera que no se retrasara la enseñanza de los contenidos ya establecidos. La poca habilidad lectora también fue un problema, pues cada clase establece un tiempo muy corto en el que los alumnos pueden auxiliarse de los libros, de conceptos básicos y casi la mayoría no realizaba las lecturas completas. En relación a eso, se promovieron visitas a la biblioteca de la escuela primaria bilingüe, con el objetivo de realizar lecturas elegidas por los alumnos. Los recursos que utilice para apoyar mi práctica docente fueron: televisión, libros de texto (guía de aprendizaje, conceptos básicos), diccionarios, grabadoras, un paquete de inglés (libros, videos, diccionarios, cassettes). Se sabe que a pesar de contar con los recursos necesarios y con los años de servicio que me avalan, la práctica docente no deja de ser motivo de evaluación. Considero que mis carencias en el proceso educativo es la falta de dominio del inglés y la falta de estrategias para la enseñanza más dinámica de la química. En síntesis, los aspectos que necesito enriquecer en mi práctica docente son: la cuestión didáctica, el manejo de los contenidos en inglés, y sobre todo reconocer contenidos obsoletos, porque se ha criticado mucho que la educación en México no es congruente con las necesidades actuales de los ciudadanos.
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Dolores Isela Andaluz Arévalo Historial sobre el proceso de mi formación docente dolores Introducción Estudié la carrera de Ingeniero Bioquímico, en Celaya, Guanajuato. Me gradué en 1993, posteriormente presenté mi examen profesional y con todas las ilusiones de un recién egresado por desempeñar su profesión me dediqué a buscar trabajo. Recuerdo que una amiga, compañera de la carrera quien tenía una plaza como maestra en una Escuela Secundaria Técnica en Guanajuato, me recomendaba dar clases en secundarias porque necesitaban quien cubriera la materia de Química. Yo siempre respondía que no estaba preparada para dar clases, puesto que no tenía la vocación y que mí solo me interesaba desempeñar mi profesión en una industria. Posteriormente, encontré trabajo en la industria alimenticia “Gamesa” como supervisor de laboratorio de calidad. El trabajo aunque exhausto, era fascinante pues a pesar de las cosas que se debían hacer, no era rutinario, por el contrario era dinámico y aunque se trabajaba bajo presión, siempre era interesante. Trabajé durante año y medio en la empresa, pero debido a la crisis económica que sufrió el país empezó el recorte de personal en la mayoría de las empresas industriales. Después trabajé en Arbomex, empacadoras de verduras congeladas, pero siempre los recortes de personal masivos (de los cuales, los que teníamos menos antigüedad éramos los más perjudicados), eran los que acababan con mi trabajo industrial. En 1996, decidí casarme y aproveché este tiempo para buscar otro trabajo. El alto índice de desempleo industrial, el sueldo tan bajo que nos ofrecían a los ingenieros, aunado a la discriminación que padecí por ser mujer (en la mayoría de los casos preferían hombres), me hizo buscar trabajo en el ámbito docente. Tuve la oportunidad de trabajar en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Guanajuato. (CECyTEG). Empecé a impartir clases de Química, Biología y Física en un horario de lunes a jueves; para ese entonces ya estaba embarazada de mi primer hijo. Fue ahí donde empezó a gustarme la labor docente, debido a todas las comodidades que la docencia te brinda como: descansos sábados y domingos, días festivos, vacaciones de semana santa y diciembre, indispensables para poder visitar a mi familia en Chiapas. Además, la razón de mayor peso, tener más tiempo para estar con mi familia. Cabe mencionar que la única formación docente previa a mi desempeño laboral, fue el curso de inducción que nos impartió el estado de Guanajuato, así como la forma empírica que tomé de mis maestros, pues consideraba que me habían enseñado correctamente durante toda mi carrera profesional. Autobiografías
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Posteriormente, mi familia y yo decidimos cambiar de residencia, nos venimos a vivir a Chiapas, donde continuó mi búsqueda por trabajar en la docencia. Fue aquí donde me empeñé en buscar una plaza en el nivel de Telesecundaria ya que de acuerdo a lo que la mayoría opinaba, era la mejor pagada y no tenía que estar esperando que me incrementaran horas con el transcurso de los años. En el sistema de Telesecundaria empecé cubriendo interinatos, en los cuales tienes la “obligación” de hacer tu trabajo docente pero no tienes voz ni voto para cualquier decisión de tipo sindical o administrativa que los docentes de base si tienen. Después de un año conseguí mi plaza y me enviaron a un lugar denominado El Calvario en Sabanilla, Chiapas. Los problemas a los que me enfrenté era que la mayoría de la gente hablaba Chol, y aunque los alumnos entendían y hablaban español, mientras yo daba la clase los alumnos se comunicaban en su lengua. Era algo que me molestaba y que de manera enérgica y tajante les prohibía. Recuerdo que cuando trabajé en el CECyTEG tenía la fama de enojona y estricta, además que los alumnos se preocupaban en otras asignaturas por hacer las tareas que yo les dejaba, según comentarios de otros compañeros maestros. Esta actitud me parecía la correcta por creer que lograba dominar a mis grupos, creía que me tenían respeto, no miedo, lo que me enorgullecía. Así seguí trabajando incluso en el nivel de Telesecundaria, utilizando todo el material que el mismo sistema te proporciona: televisor, RED EDUSAT, guías de estudio, conceptos básicos, y mi método de enseñanza tradicional. Desde que empecé a estudiar la maestría, me he dado cuenta que mi desempeño docente no era el correcto. No puedo asegurar que soy la maestra perfecta pero si que mi cambio es paulatino conforme adquiero conocimientos pedagógicos y didácticos nuevos; así como las experiencias de mis compañeros en la que nos retroalimentamos. Reconozco que tengo muchas carencias en cuanto a estrategias didácticas y lúdicas que me apoyarían como base durante el proceso de mi labor de enseñanza a mis alumnos, además de los aspectos psicológicos que debo manejar con mis alumnos para poder entenderlos mejor. Siento que los aspectos que debo reformular y enriquecer son los didácticos, psicológicos y administrativos para que desempeñe mejor mi trabajo. Necesito que exista una interacción mayor con los alumnos y que por medio de ella tengamos una comunicación más amplia, donde les brinde la confianza para que puedan relacionar los conocimientos adquiridos con los aspectos de la vida diaria. La finalidad es proporcionar educación adecuada a los jóvenes, sobre todo a los de las comunidades rurales, ya que somos un sólo maestro que tiene la responsabilidad del proceso educativo en todas las asignaturas de un grado.
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IEP VILLAFLORES
Autobiografías
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Presentación La docencia como opción de estudio en algunas regiones de Chiapas, el caso de Villaflores Enseguida se presentan seis breves relatos autobiográficos que fueron elaborados en el grupo “A” de la maestría en Docencia en la ciudad de Villaflores, Chiapas, en la promoción 2005-2007. Este fue el primer grupo al que el Instituto de Estudios de Posgrado ofreció la maestría en esta ciudad, consecuente con su política de ofrecer opciones de profesionalización docente en las diversas regiones del estado. Los textos fueron elaborados en el marco del seminario Enfoques sobre la Formación Docente que impartí en el mes de marzo de 2006 a este grupo; la selección está formada por seis trabajos de 26 estudiantes que lo formaron. Una característica sobresaliente de este grupo fue que dos terceras partes estudiaron la licenciatura en educación primaria; la totalidad de ellos la cursó en la Escuela Normal de la ciudad de Villaflores, es por eso que la selección de textos corresponde a este subgrupo de estudiantes; cinco de los autores son docentes de educación primaria y una se desempeña como maestra de telesecundarias. En la presentación general señalo que una característica de la docencia en Chiapas es que se visualizó por muchos años como la única opción posible para acceder a una profesión. Esta característica se acentúa en algunas regiones donde las escuelas normales fueron, hasta tiempos recientes, una de las pocas instituciones de educación superior con que se contaba. Este es el caso de muchos estudiantes de este grupo, como lo recupera el texto de José Alfredo: “Estuve estudiando y trabajando un año en una escuela particular un curso de computación; al siguiente año tuve la oportunidad de presentar examen en la escuela normal de Vila flores, era la única opción que tenía. Una vez ingresado a esta escuela realicé el bachillerato pedagógico y presenté examen para ingresar a la licenciatura en la misma escuela”.
Los autores de este conjunto de autobiografías dan cuenta de los cambios ocurridos en los planes de estudio de las instituciones de formación inicial desde 1984, año en que la educación normal adquiere el nivel de licenciatura. Los textos de los maestros Odulio Ruíz Vilchis, Mariela Cruz González, José Alfredo Velasco Domínguez y Violeta Molina Figueroa dan cuenta de la formación proporcionada por el plan 84. Lizbeth Pola Vázquez y Jaime Solís Pérez, maestros con menos antigüedad en la docencia, estudiaron con el plan 97, aún vigente, de la licenciatura en educación primaria. A pesar de las diferencias de los planes de estudio, los textos confirman uno de los aspectos que más subrayo en la presentación general: la enorme deuda que las escuelas normales tienen con las realidades rurales e interculturales que Autobiografías
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caracterizan a Chiapas; así lo muestra el siguiente párrafo del maestro Ruíz Vilchis, egresado hace 14 años de la escuela normal: “Haber conocido teoría y práctica fue muy importante en mi formación como docente, sólo que los planes y programas de estudio y los profesores se olvidaron de algo muy importante: que nuestro estado de Chiapas es muy diverso en la cantidad de lenguas que se hablan y que el nuevo docente tiene que enfrentar sin haberlo imaginado antes”.
La lectura de los maestros de esta región de Chiapas permite apreciar otros rasgos locales entre los que destaca la importancia que los autores dan a su paso por la escuela normal en que se formaron y el enorme desconcierto con que vivieron sus primeras experiencias en comunidades indígenas.
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Odulio Ruiz Vilchis*
¿Cómo y porqué decidí ser maestro?
Introducción A mí me tocó terminar la educación secundaria en el año 1986, cuando se habíanmodificado ya, los planes y programas de educación normal, sobre la que jamás pensé, durante mi estancia en la secundaria como una opción en mis estudios. Al terminar mis estudios de secundaria, ingresé a la escuela preparatoria “Villaflores”, donde tenía la intención de estudiar la carrera de abogado. Sólo permanecí en esta institución aproximadamente un mes, ya que me puse a analizar mi situación económica, bastante limitada, por lo que sería difícil que mis padres pudieran sufragar los gastos que implicaba trasladarme a la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, que es el lugar donde se podía cursar la carrera de abogado en una institución pública. Fue así como decidí platicar con el subdirector de la Escuela Normal de “Villaflores”, que se ubica precisamente en esta ciudad, para solicitarle me aceptará en esa escuela como estudiante del bachillerato pedagógico, obteniendo de él una respuesta satisfactoria. Ingresé a la Escuela Normal, cuando los que serían mis compañeros durante siete años ya habían iniciado el ciclo escolar, y digo siete años ya que en ese tiempo (1985), los planes y programas de estudio de las escuelas normales, contemplaban cursar el bachillerato pedagógico, hoy extinto, en tres años como requisito para realizar la licenciatura de cuatro años; a partir de la reforma de 1984, que estableció el bachillerato como antecedente obligatorio para todas las licenciaturas ofrecidas por las escuelas normales. Durante los niveles anteriores que había cursado, de ningún modo me caractericé por ser un buen alumno, a pesar de eso, durante el bachillerato pedagógico, me sentí a gusto, iniciándose en mí, una transformación y pude pasar de ser un alumno callado a ser participativo, ya que los temas me parecieron interesantes y tenían mucho que ver con los que había iniciado en la preparatoria. Al cursar los estudios de bachillerato pedagógico, realizamos algunas observaciones de clases de profesores de las escuelas primarias de esta ciudad, de las cuales retomé algunas técnicas de enseñanza que me parecieron interesantes. *Profesor de Primaria, cuenta con la Maestría en Docencia. Odulio Ruiz Vilchis, es profesor de Educación Primaria en el Municipio de Villaflores, Chiapas. Autobiografías
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Considero que el Bachillerato Pedagógico fue muy importante en mi formación, porque estudiamos asignaturas como: Pedagogía, Psicología y Filosofía, que tienen mucho que ver con la docencia. Cursé la Licenciatura en Educación Primaria de 1988 a 1992, licenciatura transcendente en mi formación como docente, ya que conocimos enfoques, teorías, métodos, técnicas y corrientes pedagógicas y psicológicas, además de prácticas en diferentes escuelas del municipio. En esta etapa tomé como ejemplo a seguir la formación de algunos de mis maestros, lo que llevó a iniciarme en la lectura, de la cual obtuve mucho provecho al ayudarme a seguir superando deficiencias, de varios años de mala formación que tuve desde la primaria a la secundaria. Durante los últimos años de formación en la escuela normal, nos enviaban a observar y practicar con grupos de diferentes escuelas primarias, como lo hicieran los jesuitas: para ser realmente autónomos, los regentes vigilados muy de cerca por sus “consejeros pedagógicos”, desempeñaban el papel de alumnosmaestros. En esas ocasiones tuve la oportunidad de observar el grupo de un profesor de quinto, con buena actitud hacia sus alumnos, con un enfoque constructivista, del cual rescaté algunas actividades interesantes, como la discusión de temas con los alumnos y que practico en la actualidad como docente. Haber conocido teoría y práctica fue muy importante en mi formación, sólo que los planes y programas de estudio, así como los profesores, se habían olvidado de algo muy importante: que nuestro estado de Chiapas es muy diverso, en cuanto a la cantidad de lenguas que se hablan y que el nuevo docente tiene que enfrentarse, sin haberlo imaginado antes, con esta realidad. El primer año de servicio tuve que enfrentarme a situaciones que ni la teoría ni la observación participante me habían dado; esto es, trabajar con niños indígenas en quinto grado en la selva de Ocosingo. El reto fue difícil, pero interesante. Se me ocurrió recurrir a un alumno traductor que me servía de enlace con el resto del grupo dentro del salón de clases. Trabajé el ciclo escolar improvisadamente, más que con fundamento en lo que hacía, en la que ni la libertad de Paulo Freire, ni las etapas del desarrollo de Jean Piaget fueron tomadas en cuenta. ¿Cómo trabajar con niños apenas me podían entender?
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Mariela Cruz González*
Tener conciencia de la propia ignorancia Es un gran paso hacia el saber. Disraeli.
Introducción Bien, desde muy pequeña anhelé y concebí la profesión docente con cierto idealismo. A mi padre le gusta platicar con sus amistades, cuando habla de mi profesión, destaca que en la edad de la inocencia juntaba a los niños de la cuadra para jugar a que yo era la “maestra”. Con el paso de los años, decidí estudiar esta carrera, más que nada contó también la cuestión económica, ya que provengo de una familia humilde. Estamos hablando que fue por vocación y del “aunque sea de maestro”. De esta manera en 1995 a través de un examen de selección ingresé a la Escuela Normal de Licenciatura en Educación Primaria (ENLEP), ubicada en la ciudad de Villaflores; afortunadamente a diferencia de algunos compañeros que se quejaban constantemente de haber errado su decisión, yo me sentía a gusto. Así transcurrieron ocho semestres, duración de la carrera; me titulé por promedio y puedo decir que corrí con mucha suerte, pues al egresar en 1999, inmediatamente me vi beneficiada con la plaza, igual a una generación anterior a la mía. La Secretaría de Educación favoreció a cuatro compañeros y a mí con plazas de Telesecundaria debido a nuestras calificaciones. De este modo, recibimos un curso de dos meses en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, para instruirnos acerca del funcionamiento del sistema de Telesecundaria. Después me asignaron mi orden de comisión a la ciudad de Yajalón; ahí mismo tomamos un diplomado de actualización académica los fines de semana —era la primera vez que me alejaba de mi hogar, de mi familia, puesto que durante mis prácticas en la normal nos enviaban a lugares realmente cercanos— allí mi supervisora dispuso enviarme a una comunidad denominada Nuevo Limar, municipio de Tila. Fue una escuela que marcó el inicio de mi carrera. Ahí por primera vez me enfrenté (mala palabra por su connotación bélica) a un grupo, mi grupo, cuya *Egresó de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Villaflores, Chiapas. Mariela Cruz González, es profesora de Educación Telesecundaria en el municipio Ángel Albino Corzo. Autobiografías
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lengua materna es el chol. La región está caracterizada por la marginación y la incertidumbre. Sólo es posible mejorar la vida a través del estudio (a muchos de mis muchachitos los vi partir a cumplir el “sueño americano” y otros se refugiaban en la fuerza de sus brazos para trabajar como jornaleros en los platanares de Tabasco). Pero estaba iniciando y compartiendo el pan y la sal con mis nuevos compañeros, fui queriendo más mi trabajo, con los ímpetus de mi juventud, y la maravillosa interrelación con mis alumnos. ¿Todo fue tan lindo? No. Viví limitaciones con los indígenas, así como sus menguadas y escasas razones por las que sonríen. Ahí los maestros son considerados amigos o hermanos. No quiero que se me considere como una émula de Fray Bartolomé de Las Casas, pues no intenté cambiar la cosmovisión de esos seres, sino que la estimación sincera, venida de los padres y de los alumnos, me nutrieron como docente y como persona. Así recompensaba las horas de camino, las horas de espera del taxi, que a veces, nunca llegaba. ¿Así lo imaginaba de niña? No. Aunque sé perfectamente que si hubiera podido adivinar las condiciones de mi primer trabajo, no me hubiera arrepentido, por el contrario me hubiera ayudado a prepararme más. En esa comunidad permanecí dos años y le guardo un enorme cariño, pero por el vaivén de la vida, me vi en la necesidad de solicitar mi cambio de zona, porque en esa época ya estaba casada y en espera de mi primer hijo. Así arribé a la zona escolar de La Concordia que abarca localidades de Jaltenango y Siltepec. Precisamente en una de sus comunidades estuve, en la del “Capitán Luis A. Vidal”. Era un lugar olvidado a los ojos de Dios: los chamacos caminaban alrededor de tres horas diarias para llegar a la escuela y lamentablemente eso es algo que los docentes que pasamos por ahí no apreciamos. Ahora me encuentro en Nueva Independencia, una colonia, en donde todos sus pobladores tienen en mente, como en otras comunidades, irse «al otro lado». A estas alturas, con mis años de experiencia, sé que carezco de muchas lecturas y herramientas, metodologías, pero sé que es un proceso de transformación y cambio, y ésta es una razón por la que asisto a cursos, talleres, y actualmente a la maestría. Comparto las experiencias con mis compañeros de trabajo y quizás lo mejor de todo, sea mi preocupación por alcanzar una mejor forma de enseñar lejos del tradicionalismo y más cerca de formar individuos libres para aprender y mucho más libres para vivir. Entonces, creo que la niña que fui y la que aún vive en el fondo de mí, resultan realmente felices.
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Jaime Solís Pérez* Introducción En la actualidad quien decide ser maestro se encuentra con serias dificultades, en primer lugar para ingresar a una normal, pues la matrícula es reducida y los aspirantes demasiados. La otra opción es estudiar pedagogía en una escuela particular, sabiendo de antemano la baja calidad y escaso reconocimiento de los estudios. Luego, al terminar la carrera e intentar obtener una plaza, la competencia aumenta y serán solo los mejores, quienes tendrán el privilegio de ocupar una plaza alrededor de treinta años, el resto estará con la incertidumbre de encontrar un buen interinato, a corto y largo plazo. Quienes hemos sido contratados, demostramos en un examen de selección al menos en teoría, que somos los idóneos para enfrentar los grandes problemas educativos, tales como deserción, reprobación, etc., y de esta forma elevar la calidad de educación que ofrece el estado. Los salarios y prestaciones que ofrece el magisterio son mejores que en otros sectores sociales. La escuela espera un nuevo docente y la sociedad exige un sujeto polivalente, profesional, competente, agente de cambio, practicante reflexivo, profesor investigador, intelectual crítico e intelectual transformador. Tales rasgos deseables del nuevo maestro, son competencias que definen el perfil de egreso. La Licenciatura en Educación Primaria se agrupa en cinco grandes campos: Habilidades intelectuales específicas, dominio de los contenidos de enseñanza, competencias didácticas, identidad profesional, ética, y capacidad de percepción y respuesta a las condiciones de sus alumnos y del entorno de la escuela. Lo anterior indica que como docente en servicio debo tener estas características mínimas e indispensables para desempeñarme con eficacia en mi quehacer docente. Sin embargo, y a pesar de haber obtenido el primer lugar de aprovechamiento general durante la carrera tengo las siguientes deficiencias: Elaborar planeaciones de clases congruentes con los propósitos a alcanzar, los contenidos y actividades a realizar. * Aterrizar en la práctica estrategias y actividades didácticas adecuadas a los grados y formas de desarrollo de los niños. * Diversificar las formas de evaluación del aprendizaje de los niños y analizar la calidad de mi desempeño.
*Egresó de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Villaflores. Jaime Solís Pérez, es profesor de Educación Primaria en el municipio de Villaflores, Chiapas. Autobiografías
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Usar los materiales y recursos didácticos disponibles con creatividad. Expresar mis ideas con claridad y sencillez. Valorar el trabajo en equipo y mantener una actitud de cooperación con otros docentes. * Conocer mis principales derechos y obligaciones. Una vez identificadas las principales dificultades personales en mi desempeño docente, el siguiente paso, es dejar de preocuparme y solucionar estas necesidades. Lo positivo es que soy un maestro joven con mucho interés de superación y consiente de la responsabilidad e impacto de la educación en los niños que atienda durante mi vida profesional. Es importante señalar, que aunque se cuente con disposición, compromiso y energía para trabajar, nos encontraremos con obstáculos entre los mismos profesores para trabajar exitosamente, esto no debe desanimarme, pues aunque la ley del mínimo esfuerzo es lo que está de moda, no hay que dejarse absorber por la mediocridad en el ejercicio del magisterio.
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Lizbeth Pola Vázquez* Introducción La carrera la estudié en la Escuela Normal de Villaflores, durante cuatro años, dividida en ocho semestres, seis en la escuela y dos de práctica en una escuela primaria con un grado específico durante todo el ciclo escolar. Esta era la nueva modalidad de estudios que maneja un plan para las escuelas normales, denominado plan 97. Este plan estaba enfocado a proporcionar un contacto más estrecho con la labor docente y manejo de estrategias para los docentes frente a grupo. Todo el plan estaba diseñado de tal manera que como estudiantes pudiéramos conocer las actividades, la gestión, estructura y organización de una escuela primaria. Durante la carrera realizamos diversas prácticas y observaciones en escuelas marginadas, urbanas, de organización completa o multigrado. Con el propósito de comparar como se conformaban anteriormente cada una de ellas, como eran los alumnos que asistían a estas escuelas. (Si eran tímidos, extrovertidos, participativos). Fui conociendo las diferentes maneras de trabajar, interactuar y manejar un grupo de alumnos de diversas edades. La forma en cómo debía dar una clase, los aspectos que se retoman para el desarrollo de los contenidos. Estos conocimientos se dieron de manera general, porque las visitas eran de una a dos semanas en cada semestre, en lugares y escuelas diferentes, en donde se realizaban las prácticas. Al egresar de la Escuela Normal tenía un concepto, una imagen de cómo se estructura, maneja una escuela y mucha ilusión de trasmitir lo aprendido. Pero esta ilusión cambió cuando me asignaron una plaza para desempeñarme como maestra de grupo, al enviarme a una zona indígena, en la colonia El Calvario del municipio de Sabanilla. Los habitantes de este lugar hablan el dialecto Chol. Aquí es donde surgió la confusión sobre todo lo estudiado. Pues era totalmente diferente tener a cargo un grupo de alumnos que hablen dos lenguas y como maestra solamente hablo una (español). Esto era una limitante que me dejaba en desventaja en relación con ellos para poder enseñarles. Como eran niños grandes de edad, cuando platicaban o comentaban algo de las actividades o temas, lo hacían en Chol, por lo tanto, no entendía la inquietud que ellos pudieran tener, además de ser niños muy tímidos, a los cuales era difícil
*Egresada de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Villaflores, Chiapas. Autobiografías
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hacerlos hablar. Las que participaban con mayor regularidad eran las niñas, los niños lo hacían de vez en cuando. La dificultad más grande la tuve al siguiente ciclo escolar, cuando me asignaron el primer grado. Estos niños por ser pequeños y estar todo el tiempo al cuidado de sus madres, casi no hablaban español, aunque medio lo entendían. Cuando ellos preguntaban lo hacían en Chol, siendo difícil para mí esta forma de trabajo, porque trataba de interpretar lo que ellos preguntaban. La mayoría de las veces no sabía responder a lo que querían saber o decir, por no hablar y conocer su lengua, ni de cómo trabajar con alumnos bilingües. Al principio la forma de trabajo que usé fue el de la propuesta del programa de español, Programa Nacional de Lecto-Escritura (PRONALEES). Realizaba todos los procedimientos que marca el programa: leía el cuento del libro de español, para que ellos conocieran el contenido de la lectura, luego realizaba preguntas, sobre lo mismo. Los niños no participaban y si lo hacían era en Chol. Aunado a esto, en ese ciclo escolar los libros de texto no llegaron completos, al realizarse las lecturas, los alumnos querían tener el libro para observar las ilustraciones, sin él, se perdía el interés por la actividad. Al darme cuenta que eso no funcionaba, opté por escribir en el pizarrón un enunciado, lo leímos entre todos, se identificaban las palabras que contenía, luego separaba en sílabas las palabras, todos las leíamos, después se hacían planas sobre la actividad. También porque muchos niños no sabían ni agarrar el lápiz para escribir. Realicé dibujos de diversas cosas y de animales, para que ellos distinguieran con que sílabas como comenzaba ese nombre. No podía trabajar de otra forma por mi poca experiencia, y caí en lo tradicional y rutinario del trabajo en el aula, porque no estaba preparada como maestra para trabajar en un grupo como el que me asignaron. La realidad a la que uno se enfrenta es frustrante. Desconocemos las lenguas que se hablan en las diversas regiones del Estado, por lo que contamos con una formación diferente a la que ellos necesitan. Esto trae como consecuencia bajos niveles de aprendizaje en los alumnos. Como profesora tengo carencias porque los programas educativos y las estrategias didácticas se están actualizando constantemente. Hasta los propios niños son diferentes, con exigencias y actitudes que requieren estar preparados con mayor eficacia en el manejo de diversos procedimientos y herramientas de trabajo, todo para lograr una clase más dinámica, que cumpla con las expectativas que ellos tienen: querer aprender. El trabajo me ha hecho superar muchas deficiencias que tenía al principio de mi práctica docente, por carecer de experiencia como profesora, pero todavía me hace falta dominar y conocer todos los aspecto que encierran la enseñanza en la educación primaria, para mejorar cada día.
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José Alfredo Velasco Domínguez*
Mi formación como maestro
Introducción En las siguientes líneas desarrollaré como fue mi formación para llegar a ser maestro. Hace quince años cuando estudié la secundaria en la ciudad de Villaflores, no existía el orientador vocacional y si lo había nunca funcionó. No tenía idea de lo que iba a estudiar, pero me gustaba mucho la construcción y la elaboración de croquis y planos; entonces me di cuenta que la carrera que quería estudiar era arquitectura y presenté examen en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, para cursar el bachillerato en el COBACH No. 1 en Terán, pero por motivos económicos no pude cursarlo. Estuve estudiando un año computación en una escuela particular. Al siguiente año tuve la oportunidad de presentar examen en la Escuela Normal de Villaflores, era la única opción que tenía. Una vez ingresado a esta escuela realicé el bachillerato pedagógico y presenté examen para ingresar a la licenciatura en la misma escuela. En esta Escuela Normal tuve una formación para desempeñarme como maestro, claro, bajo la currícula de los planes de estudio de esta licenciatura y con la orientación de mis maestros que sigo respetando. Estos estudios de Licenciatura en Educación Primaria, fueron los elementos con los que contaba antes de desempeñarme como docente; la duración de la licenciatura fue de cuatro años. No tuve la oportunidad de realizar otros cursos que me ayudaran para el desempeño de mi trabajo, pero considero que en la licenciatura me dieron los elementos necesarios que orientaron mi práctica docente. Cuando me inicié como docente me tocó trabajar en una escuela unitaria con 46 alumnos en la zona de Yajalón en el estado de Chiapas. Uno de los problemas principales que presenté, fue que todas mis prácticas las realicé en escuelas de grupos unigrados y no con grupos multigrados. No concebía que un maestro pudiera atender de primero a sexto grado.
* Egresó de la Maestría en Docencia del IEP, sede Villaflores, Chiapas. José Alfredo Velasco Domínguez, es profesor de Educación Primaria en este municipio. Autobiografías
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Por suerte en los libros que había en la escuela encontré uno que decía “atención a grupos multigrados y organización del aula”. Este libro me ayudó a resolver muchos problemas ya que en él encontré elementos que reorientaron mi forma de organizar los contenidos, para poder atender niños de diferentes grados y edades. Además, para poder atenderlos en el aula debería tener una organización con diferentes rincones que poco a poco fui organizando y tratando de realizar el trabajo lo mejor que se podía. Otro aspecto que considero fue un problema en mi práctica este primer año de trabajo, fue que los niños que asistían a la escuela hablaban tseltal. Al principio tenía muchos problemas para comunicarme con ellos, pero poco a poco los niños más grandes me ayudaban a traducir lo que los niños más chicos decían, ya que éstos no hablaban español. Como docente realicé un diccionario donde iba anotando todas las palabras que los niños pronunciaban con mayor frecuencia, de tal forma que poco a poco me fuera apropiando de ese lenguaje. Uno de los retos más fuertes fue con los alumnos de primer grado, puesto que tenía la idea de que en este grado debería de iniciar en el proceso de la lectoescritura; pero con estos niños no sucedió eso, ya que lo que se pretendía era que primero aprendieran hablar español con imágenes que se utilizaban como material didáctico. La relación con los padres de familia fue de afecto o por lo menos esa fue la impresión que yo sentí. En las reuniones de padres de familia, el presidente del comité era el único que sabía hablar español y era el que realizaba las traducciones y yo sólo escuchaba lo que ellos decían, pero sin entender mucho. Tuve la oportunidad de convivir con ellos, cuando inauguramos el agua entubada de la comunidad y participar en los ritos que ellos realizaban. Considero que después de diez años de servicio en diferentes escuelas y comunidades del Estado he aprendido mucho. A los cursos que todos los años nos dan les he dado la importancia que se merecen. Con mis alumnos he aprendido mucho, tanto en conocimientos generales como en relaciones humanas. Siempre que las cosas se hacen con amor y con gusto salen bien. Me ha tocado atender cada uno de los grados que conforman la educación primaria y actualmente trabajo en una escuela bidocente y atiendo alumnos de tercero a sexto. Considero que la actualización de un maestro debe ser constante, en todos los aspectos, tanto en materia de su trabajo como en conocimientos generales. Como maestro creo que me falta mucho por aprender, pero en especial reformular mi práctica docente para formar alumnos que tengan conciencia social, que sean capaces de vivir en armonía con el medio ambiente y conserven las especies, que aprendan a vivir en una sociedad en constante cambio pero a la vez que conserven sus tradiciones y costumbres. Actualmente existen muchos modelos educativos, muchas corrientes, pero considero que cada maestro forma su propio modelo de enseñanza, de tal manera que se sienta satisfecho con lo que hace y que los alumnos que atiende también se sientan tomados en cuenta. 142
Violeta Molina Figueroa* Introducción Siempre tuve la intención de entrar a la Escuela Normal, deseaba ser docente a nivel primaria, quizás por el recuerdo de una profesora o un profesor durante mi infancia, por los consejos de algunos familiares y sobre todo creo, que fue por la inquietud que tenía desde siempre. Me agrada convivir con los niños, trabajar con ellos, aunque en muchas ocasiones me cuesta entenderlos por el cambio de conducta que presentan, cosa que también ocurre con nosotros los adultos, aunque la mayor parte del tiempo no prestamos del todo atención, vemos de manera superficial, sin profundizar en el sentir del niño en ese momento. Posiblemente nos dejamos llevar por los numerosos detalles escolares o bien por la intención de no molestar hasta cierto punto la privacidad familiar, sobre todo considero, que es la mejor decisión que he tomado en mi vida; ya que no es únicamente un trabajo más, es algo mucho más serio, es un compromiso que se hace no sólo con uno mismo, sino con los alumnos y con la sociedad entera; porque de aquí depende nuestro futuro como ciudad, estado, país o mejor dicho para nuestro mundo. Debemos formar alumnos con una gran cultura, conscientes de la gran diversidad, con responsabilidad, valores, seres que además de contar con un amplio banco de conocimientos tengan una calidad humana. Mi preparación como docente a nivel primaria la realicé en la Escuela Normal “Villaflores”, con el plan 84 en la Licenciatura en Educación Primaria. Cuando recién ingresamos, el director nos habló con claridad, diciéndonos que seriamos maestros, pero de lugares apartados, con alto grado de marginación, en ese momento tal vez sentí miedo, pero entendí que yo quería estar ahí, no importaba donde, lo que contaba era estudiar y posteriormente trabajar. Como estudiante realizamos trabajos por equipos e individuales, analizábamos y exponíamos los temas, para después comentarlos con todo el grupo; con esto quiero decir que realizamos actividades teóricas. También nos programaban para hacer visitar en las primarias en plan de observadores, aquí pretendíamos identificar algunas necesidades del grupo, para que posteriormente elaboráramos una planeación que ejecutaríamos como practicantes. Nuestras visitas eran por corto tiempo, esto provocaba que detectáramos problemas superficiales, los cuales creíamos poder solucionar con facilidad y cuando llegamos a la normal se comentaba sobre todo lo observado y sin querer solíamos criticar la labor del docente. Hoy que estoy a cargo de mi grupo, comprendo cuan equivocados estábamos, no egresamos sabiendo todo, teníamos *Egresada de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Villaflores, Chiapas. Violeta Molina Figueroa, es profesora de Educación Primaria en este municipio. Autobiografías
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que estar en acción para encontrar obstáculos, los cuales me obligarían a buscar miles de alternativas. Como comenté anteriormente, creí que al salir de la normal sabría todo, que tendría en mis manos con facilidad las soluciones a los miles de problemas que detectaría dentro del aula, es más, creo que pensé que no encontraría alguno, pero la realidad fue otra; con los problemas encontrados al principio no tenía idea qué hacer, a quién acudir porque hasta el ambiente de trabajo me impedía preguntar, pero después decidí que para solucionarlos tenía que investigar por diversas fuentes, busqué apoyo y consejo de otros docentes; desde entonces he procurado mejorar mi labor docente, tomando en cuenta mis experiencias anteriores, para evitar cometer los mismos errores. Hasta la fecha sigo encontrando detalles, que son para mí difíciles de controlar como: la conducta de algunos niños; sé que debería saber cómo manejar la situación, como también se, que es normal que haya dificultades, porque cada niño es un ser diferente, con emociones, sentimientos y vida familiar distinta con sus pros y contras. Otros problemas son el poco apoyo y desinterés de algunos padres de familia; que son una fuente fundamental en el avance de los alumnos, su desinterés en algunos niños y otros que en su momento causan angustias. También cómo lograr que un niño avance cuando la intención es que los niños aprendan al mismo tiempo, aunque sabemos que son heterogéneos y tienen un ritmo de aprendizaje diferente, pero el factor tiempo y los requisitos administrativos nos piden adelantos, porque el tiempo pasa tan de prisa. Además, cuando tomo un grupo es mi responsabilidad y debo realizar un buen trabajo por el compromiso y la convicción como persona, ya que se que los pequeños confían en mí; además que no son objetos, cosas que podemos echar a perder y nadie lo notará, son personas, con sentimientos y con el derecho de recibir lo mejor y ser tratados con respeto, porque ellos al final son quienes nos juzgarán. Necesito conocer y aprender muchas teorías y estrategias; si dijera que estoy capacitada un cien por ciento mentiría, esta formación será permanente, debe estar presente durante toda mi vida; por el bien de mis alumnos, mío y de la propia educación.
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AUTOBIOGRAFÍAS DE ALUMNOS DEL DIPLOMADO EN “CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DOCENTE Y SU PRÁCTICA DESDE LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS”
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Presentación Miradas y retos de la profesión desde la perspectiva de jóvenes mujeres docentes
En esta sección se presentan los relatos autobiográficos de estudiantes del diplomado Construcción de la Identidad Docente y su Práctica desde la Educación Basada en Competencias que el Instituto de Estudios de Posgrado impartió en los últimos meses del año 2009 y los primeros de 2010. Una característica de quienes cursaron esta propuesta de formación es su juventud y experiencia reciente en la docencia. Los participantes fueron maestros noveles a quienes se les asignó una plaza docente con el requisito de cursar estudios de posgrado; de ahí que en los textos se recupera más la historia personal, las circunstancias que definieron su opción por la docencia y su experiencia reciente en las instituciones de formación inicial. En el momento en que cursaban estos estudios, la mayoría de los estudiantes tenían ubicación laboral de carácter temporal en las regiones de la entidad. A diferencia de otras opciones con atención regional que el Instituto de Estudios de Posgrado ofrece, el diplomado implicó la concentración estatal en su sede, la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, situación que explica el enorme esfuerzo de traslado semanal realizado por algunos. Los textos que se presentan provienen de uno de los tres grupos que cursaron estos estudios, se recuperan en esta selección ocho trabajos de 29 estudiantes que formaron el grupo “B”, que estuvo formado casi en su totalidad por maestras de preescolar; la presencia de un solo maestro de educación especial fue un elemento contrastaste en el cuadro femenino que enmarcó la experiencia de formación de este grupo. La escritura de la narrativa autobiográfica constituyó una de las estrategias privilegiadas de este proceso de formación que entre sus objetivos se propuso hacer explícito el proceso por el que los jóvenes docentes llegaron a serlo, las diversas voces sociales que influyeron en su decisión por la docencia como su opción profesional y de vida así como una revisión de su forma de comprenderse docentes hasta este momento. Otro propósito fue el fortalecimiento de su competencia comunicativa, de ahí la importancia del ejercicio de una escritura con significado propio que implicó, en algunos casos, un proceso deconstructivo del verbo escribir, como lo señala el trabajo de Araceli: Autobiografías
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“Cabe mencionar que no fue fácil desechar todos aquellos malos hábitos aprendidos en el seno familiar y escolar que se hacen presentes cuando se intenta redactar algo en particular, las correcciones anteriores que tuvo este trabajo fueron para poder desarrollar una descripción de mayor calidad en la que el lector pueda estimular su percepción sin separase de lo que el autor le sugiere o presenta”.
La presencia femenina confiere características particulares a estos relatos autobiográficos. La primera de ellas es el carácter tan fuertemente introspectivo implícito en el esfuerzo de recuperar y recuperarse de su historia y vida interior, y que fueron haciéndose explícitos en las sucesivas escrituras. Uno de los trabajos nos relata algo de estos procesos: “Este trabajo contiene elementos fundamentales que están basados en mi vida. Su elaboración implicó un viaje hasta el pasado, reviviendo momentos esenciales que marcaron mi formación como docente. Asimismo, su producción se generó a partir de un diplomado con fines de encontrar nuestra propia identidad, pero también de manera muy personal, para darme cuenta de las dificultades que he atravesado...”
Otro elemento que caracteriza la mirada femenina de la docencia, documentado en algunos de estos relatos, es la actitud maternal con que se asume el encuentro con los alumnos: “Recuerdo ese día como algo especial: me llenó de mucha ternura ver aquellos inocentes pequeños con el deseo de aprender cosas nuevas, de divertirse, de sentirse a gusto y tranquilos como que si nada les preocupara en la vida”.
Presentes también están en esta perspectiva de género la marginalidad social que se vive en embarazos juveniles, la vocación expresada como un encuentro místico, la situación de subordinación a los intereses y deseos de la familia, entre otros… queda la invitación para que los lectores realicen sus propias lecturas.
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Selinda Marlene Montoya Díaz*
Mi camino hacia la docencia
Introducción Para poder realizar esta autobiografía tuve que recordar las vivencias más agradables que tuve durante mi infancia, en especial las que había vivido en preescolar, en verdad estas eran las que me habían alentado a ser docente. Después, este gusto pasaría a ser una pesadilla, pues al ingresar a la primaria todo el encanto se había desvanecido con la desesperación y mala estrategia de trabajo de mis profesores, quienes se habían encargado de construirme una imagen negativa de los maestros. Durante la prepa había nacido nuevamente la esperanza de ser docente, ya que un tío, que también es maestro, me daba la oportunidad de trabajar con su grupo, cuando por algún motivo no podía estar frente a ellos; o bien, cuando algún colega suyo solicitaba de mi ayuda. Cuando no atendía el grupo de primaria, tenía uno de preescolar, aunque eran muy pocas las ocasiones en que podía estar sola con el grupo, me agradaba más estar con estos niños. En el texto señalo también dos experiencias muy impactantes que ocurrieron cuando cursaba la Normal de Educadoras, una de ellas, se refiere a un accidente ocurrido en la primera semana de observación y ayudantía y el otro sobre un jardín de niños particular, que me haría cambiar por completo el panorama que anteriormente tenía sobre los jardines públicos. Finalmente hago mención del logro que he obtenido y hasta donde me encuentro hoy en día. La escuela como parte de mi vida A partir de mi educación preescolar empezaba a formarse en mí un gran interés por la escuela; recuerdo aquella mujer joven de cabellos rizados, con ojos grandes de color miel, por lo regular usaba faldas o vestidos largos, con tacones no muy altos, que la hacían parecer inalcanzable. Siempre, aunque tuviese muchos problemas a todos nos brindaba una gran sonrisa, era mi maestra Magda, me agradaba la manera en que nos trataba, en especial la forma que tenía para protegernos, pues no dejaba que nadie se nos acercara o nos mandara a hacer algo que nosotros no queríamos. *Estudiante del 2º semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Autobiografías
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En mi memoria se guardan aquellos momentos en que jugábamos y todos nos cambiábamos de ropa, disfrazándonos de una u otra cosa; me gustaba cuando cantábamos, pintábamos o bailábamos. En una ocasión, jugando a los oficios, había sobre la mesa varios sombreros, zapatos, bolsas, reglas, y muchos objetos diferentes, teníamos que escoger por lo menos dos artículos y colocárnoslos, con la finalidad de decir que es lo que nosotros queríamos ser cuando fuéramos grandes. Ese día, sin pensarlo solo me senté en la silla de mi maestra, y comencé a pintar una hoja que ahí tenía, todos mis compañeros empezaron a decir lo querían ser: doctores, chóferes, meseros, panaderos, enfermeros; cuando me preguntó a mí, le contesté que quería ser como ella, a lo que me respondió, que lo pensará bien, que es algo bonito pero hay muchos niños traviesos como yo y que algún día pagaría todas las travesuras que a ella le había hecho. El cambiarme del preescolar a la primaria fue para mí, un golpe muy fuerte, tanto que ya no quería asistir a la escuela, porque se habían acabado los juegos, los momentos en que me divertía; ahora esos momentos se habían convertido en planas y más planas de dibujitos, tenía que llevar demasiados libros y tareas que eran muy agotadoras. Tanta fue la decepción que tenía, que la verdad ya no quería ser maestra, pensaba en ser doctora, pero me daba miedo la sangre, entonces decía que ser abogada sería lo mejor. Durante la Educación Media Superior, me dediqué a cubrir interinatos en varios grupos de una escuela de educación primaria, que se encontraba bajo el cargo de un tío que es profesor; en esos tiempos tenía alrededor de 45 años de edad, era muy dedicado en su profesión, usaba un portafolio negro, en donde llevaba siempre todos los documentos importantes de los niños, ya que pensaba que al estar con él, ellos estarían mas seguros. También atendía el grupo de un amigo de él, que por uno que otro motivo decidía no atenderlo, o de maestros que iba conociendo durante este proceso. Por la tarde acudía a la prepa. Estos docentes cuyos grupos atendía, me aconsejaban ser como ellos, porque ser maestro te aseguraba la vida; es decir, que pase lo que pase, mi sueldo siempre estaría ahí cada quincena, así hubiera o no clases, nunca faltaría el dinero, solamente que hiciera demasiados préstamos entonces si tendría un buen motivo para no esperar las quincenas. En los días en que no asistía a algún grupo de primaria, visitaba a una madrina que trabajaba en un kínder. En estas visitas, un día cualquiera, sin esperarlo, surgió la propuesta de atender el grupo de una maestra que tenía un imprevisto, y por tal motivo no se presentaría a la escuela. La directora encargada por el momento tenía demasiados papeles por entregar y no podía hacerse responsable. A partir de este día comencé a involucrarme más con los niños pequeños. Recuerdo ese día como algo especial: me llenó de mucha ternura ver aquellos inocentes pequeños, con el deseo de aprender cosas nuevas, de divertirse, sentirse a gusto y tranquilos como que si nada les preocupara en la vida. Como 150
era de esperarse no sabía que iba a trabajar con ellos, así que les di una hoja en blanco y crayolas a cada uno para que dibujaran a su familia. Algunos terminaron demasiado rápido, puesto que eran hijos únicos y no tenían más que dibujar, otros más hasta la mascota pusieron, porque también es parte de ellos. Después de hacer este dibujo pasé en cada mesa y a cada uno de ellos les preguntaba quién era y como se llamaba, que le gustaba de esa persona y por qué la había dibujado. Al terminar, todos salimos al patio para jugar un rato con la canción de las hojitas, la cola del lobito y la de la cucaracha; no sabía la letra de las canciones, pero ellos me las enseñaron. Al concluir la jornada de trabajo estaba algo agotada, pero me hacía sentir bien haber estado con los pequeños. En este proceso de trabajo, que no era de todos los días, al estar frente a grupo, decidí nuevamente enfocarme a la docencia, pero aún no estaba decidida si de preescolar o primaria porque mientras me encontraba frente a los grupos todo era muy diferente. Por ejemplo, en la primaria atendía por lo regular los grupos de tercero a sexto. Con los alumnos de tercero y cuarto no era tan complicado, pero lo que en verdad me fastidiaba era que tenía que llevar un horario establecido con las materias y eso en verdad a mí no me agradaba. Los otros grupos eran de niños muy grandes y en ocasiones sentía que no lograba controlarlos. A veces me preguntaban cosas que no sabía o bien no encontraba como responderles; me desesperaba no encontrar una manera de resolver la situación, en variadas situaciones me estresaba trabajar con ellos. Con los niños de preescolar sentía que todo era diferente, como que me acomodaba más al ritmo de trabajo de los pequeños, en verdad me divertía al máximo y me hacían sentir mucho mejor. El enfoque a la docencia Cuando ingresé a la Normal para Educadoras, fue una emoción tan grande para mí porque en verdad pensaba que no pasaría el examen. A partir de ese día, sentía que una gran aventura en mi vida comenzaría, sin tomar en cuenta las grandes responsabilidades que tendría durante toda una vida. Lo que me agradaba de la normal era cuando acudíamos a las prácticas docentes, más que nada porque estaría en contacto con los niños. Recuerdo que mi primera semana de observación y ayudantía fue en el jardín de niños María Montessori. La maestra del segundo grado se presentó muy amable, observé su manera de trabajar con los infantes, muy dedicada a sus labores. Según ella una de las cosas que más amaba en su vida era su labor docente. Eso fue el primer día, porque después no se presentó a clases hasta la semana próxima porque según reportó, se encontraba enferma. Cuando la directora me avisó por la mañana que la maestra no llegaría, la verdad no supe ni que hacer, así que me armé de valor porque me encontraba demasiado nerviosa; iba a observar mi propio trabajo y decidí poner en práctica algo de lo que anteriormente había observado con mi madrina. En el pizarrón del salón había una lámina de los medios de transporte y me puse a trabajar dándole continuidad al trabajo anteriormente observado. Autobiografías
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Todo pasó bien, hasta el tercer día de práctica cuando a la hora del recreo uno de los niños se cayó. Se encontraba jugando en la puerta de un salón que estaban remodelando y se lastimó la frente; al momento me sentí inútil y molesta por no saber como resolver la situación. Molesta en contra de unas compañeras practicantes que en esos días se encontraban haciendo “guardia” en ese lugar. Les reclamé porque no lo habían visto y muy quitadas de la pena me contestaron que ellas no debían de verlo porque no era su alumno, así que llevé al niño al baño para lavarlo y traté de tranquilizarlo. Las maestras titulares que se enteraron de lo ocurrido en vez de apoyarme sólo me decían, que esperaban que me fuera bien lo madre de familia. Con la desesperación, el miedo y el coraje que tenía, lavé la cortada y la sequé con papel, hasta el momento en que la directora se dignó apoyarme y se llevó al infante a la cruz roja en donde le pusieron tres puntos para cerrarle la herida. Más tarde, llegó la mamá y sin ningún problema me pidió las cosas de su hijo, le comenté lo que había sucedido, me respondió que no había problema que eso lo arreglaría con la maestra y no conmigo, porque yo no era la responsable. Durante toda mi preparación en la normal, no tuve ninguna otra experiencia de la misma índole, todas las demás son anécdotas muy dulces y diferentes. Por ejemplo, cuando me tocó practicar en un jardín de niños particular llamado “Gabriela Mistral”, la directora me asignó el único primer grado. Nunca antes había estado en un primero, era algo nuevo para mí; era un grupo de 34 niños, la mayor parte de ellos eran hijos únicos de familias de clase social alta. Recuerdo este grupo porque había un pequeño que siempre me llamó la atención: en todas las actividades que realizábamos todo lo que tocará debía estar muy limpio y él mismo tenía que confirmar que en verdad estuviera, de lo contrario se sentaba a llorar. Limpiaba su silla para poder estar en ella y sus materiales antes de usarlos, obviamente era el último en terminar su trabajo. Había otros infantes a los que les gustaba hablar de su familia, en especial del trabajo de sus padres. En el caso de Braulio decía: “a mí me gusta estar con mi mamá en la zapatería, pero cuando tu maestra llegues, te voy a dar un descuento especial”; otro niño que decía: “tú no me puedes hacer nada porque tengo mis derechos y los voy a cumplir”, ambos padres eran abogados. Estodecía cuando la maestra o yo no le hacíamos su trabajo, ya que él no lo elaboraba. El trabajo era agotador y cansado. Durante la normal lo que me agradaba era trabajar con los niños y prefería más estar en el kinder que en el salón de clases, por lo regular reclamaba al terminar una semana de prácticas por el corto tiempo de trabajo que nos daban para estar frente a grupo. Cuando al fin lográbamos tener control sobre los alumnos, cuando comenzaba a adaptarme a ellos, la semana se terminaba y por más que renegaba no había manera de regresar al mismo jardín. Ya disfrutaría de estos momentos cuando tuviera mi propio grupo.
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Actualmente me encuentro trabajando, de manera provisional por un año, en el jardín de niños “Mozart” en la Localidad de San Antonio Zaragoza, municipio de Soyaló, Chiapas. Este kinder es de organización completa, somos cuatro educadoras frente a grupo incluida la directora y un intendente. El grupo que atiendo es el tercer grado grupo B, tengo inscritos diecisiete niños de los cuales ocho son hombres y nueve mujeres, de los cuales solamente asisten dieciséis, porque una de las niñas tiene una discapacidad motora, por lo que los padres decidieron no llevarla al kinder. La gente de esta comunidad, es muy humilde y unida, participa en todas las actividades a las que se les invita. Ahí me encuentro de lunes a viernes; los fines de semana los dedico a la escuela, pues por el momento estoy cursando un diplomado para ingresar a la maestría. Todo este esfuerzo lo hago con la finalidad de prepararme más, ser una mejor docente y de esta manera poder brindar a mis alumnos una mejor educación con calidad.
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Martha Montoya Sánchez* Introducción La autobiografía de cómo llegué a ser docente se generó en el Diplomado que la Secretaría de Educación brinda a personas que tengan culminada una Licenciatura para ser mejores en la educación, con la intención de conocer a profundidad nuestra propia identidad docente y en el futuro mejorar como tal. La información de este texto tiene como objetivo dar a conocer la importancia de la experiencia en la vida personal y como docente, en el terreno educativo, así como los retos, obstáculos a superar y la influencia vital que genera al ámbito familiar. Con el tiempo, visualizamos que ser docente hace reflexionar en torno al papel que ejercemos, concientizando en la preparación para asumir desafíos, que se presentan con el objetivo de adquirir diversos conocimientos y análisis de la construcción de textos para lograr ponerlos en práctica. Una de las razones para superarme Descendiente de familia humilde y sin la oportunidad de ser personas profesionales, mis padres constantemente trataron de dar lo mejor de sí mismos, sobre todo en la educación y disciplina, pues por mucho que anhelaban mejores condiciones, les era imposible alimentar, educar y vestir a siete hijos. De ningún modo esta situación les provocó derrota o desesperación a mis padres a quienes he admirado por su valentía y amor hacia nosotros, de lo contrario no estaría expresando mi vivir. Afrontar pesares, angustias, lamentos, trabas u obstáculos fue su convicción para sobrevivir. Para ellos no había derrota alguna, lo esencial eran sus hijos. Hombre de carácter rígido, estricto y hasta cierto punto machista, mi padre Armando Montoya, el gran señor como todos lo conocen por su humildad y sencillez, era el único en cumplir con el compromiso económico familiar. Constantemente daba a conocer en pláticas rutinarias, sentados en la banqueta de nuestra casa viendo transitar a las personas por la calle, disfrutando de un hermoso atardecer y gozando la reunión familiar, que la única herencia que podía ofrecernos era nuestro estudio y que tratáramos de aprovecharlo porque para él su mayor anhelo, al igual que el de mi madre, era vernos triunfar como unos grandes profesionistas y ejerciendo nuestro trabajo. Ahora me enorgullezco por su esfuerzo. *Estudiante del 2o. semestre de la Maestría en Docencia, del Instituto de Estudios de Posgrado, sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Martha Montoya Sánchez, es profesora de Educación Preescolar, tiene sólo un año de antigüedad en el servicio. Autobiografías
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Además, me encanta vivir y disfrutar esas oportunidades de pláticas familiares, que suelen pasar en pocas ocasiones con la presencia de mi padre, pues ha dedicado poco tiempo a la familia, que cuando se presenta la situación tratamos de hacer un día agradable con comentarios chuscos y relajos sanos. Ha habido ocasiones en las que mi padre nos lleva al río o al mar, a una comida al restaurante de su agrado, al rancho de alguno de sus amigos o algún otro lugar de paseo, porque él así lo decide; es extraño pero nos encanta cuando eso sucede, por lo que evitamos desaprovechar la oportunidad ya que, para la familia es de vital importancia contar con la compañía de nuestro padre en todo momento. Petrona Sánchez, dedicada a su familia y hogar, “mi hermosa madre” —de estatura baja y piel morena— en toda ocasión nos ha brindado su confianza, comunicación y respeto, además, nos ha aconsejado en nuestros estudios, haciéndonos saber el mayúsculo esfuerzo de nuestro padre para ofrecernos una mejor vida. Ella ansiaba ver colgado sobre la pared de la casa los cuadros con las fotografías de estudios terminados de sus siete hijos para sentirse orgullosa de nosotros y sobre todo de nuestro padre. La señora, es sabia para nosotros, por la experiencia y sufrimiento en su vida. Su aspiración estaba centrada en ser maestra, lamentablemente mi abuela se opuso evitándole el apoyo económico, aunque ella trabajó para sostener sus estudios las circunstancias posteriores de su vida se lo impidieron. Hemos contado con su presencia y apoyo en los primeros días de clases, las citas médicas, las fiestas, los permisos e idas a la discoteca a escondidas de mi papá para evitar regaños, siempre alcahueta como suele decir mi padre. Mi madre continuamente animando a su esposo, aunque ella fuese la más desesperada e impaciente ante la difícil situación familiar. El comienzo de un futuro Gracias al empeño y sacrificio de mis padres pude sentir la emoción de verme involucrada en un ambiente social y con personas de mi misma edad, apreciar el cariño de mi maestra, disfrutar del campo, los juegos de diversión, así como también participar en actividades lúdicas, deportivas y escolares. ¿Cómo poder tener un buen recuerdo de la primaría si nunca me di la oportunidad de convivir, me limité a expresarme por temor y desconfianza y jamás traté de involucrarme en actividades? Me sentí constantemente indefensa y la misma actitud tuve en la adolescencia. Proponerme ser abierta ante la adversidad, fuerte y responsable se debió a la primera ocasión que tuve de estar fuera de casa. Iniciar la preparatoria provocó en mí el llanto, la nostalgia y soledad. ¿De qué forma poder superarlo? no lo sabía pero tenía que hacerlo y pensar en el futuro mismo y de mi familia, reto difícil porque habría que adaptarme. Esta etapa de la vida permitió ser más independiente en mis acciones, pero nunca haciendo a un lado la familia. Cómo no extrañar el calor de hogar, la protección, las conversaciones ocurrentes y relajos, las convivencias festejando los cumpleaños o disfrutando la visita de algún pariente, las andadas en nuestro pueblo recorriendo el parque o yendo a cenar, la 156
alegría de ir al río por complacer a mi madre, al ser uno de sus lugares favoritos en los que se sentía relajada y distraída y por qué no, hasta los momentos de discusión y pesares que finalmente forman parte del núcleo familiar. Iniciar mis estudios en la normal fue como el primer día de clases en la primaria, me sentía en un ambiente solitario y despejado por la estructura de la escuela, los árboles, los desayunadores, los compañeros; todo ello generaba en mí un sentimiento de tristeza al pensar en la lejanía de mi pueblo y familia. Poco a poco me adapté y pude convivir más, hasta superé la timidez, pues rara vez solía ir con mis compañeras a pedir aventón para Tapachula, debido a que la escuela se encontraba en Tuxtla Chico, un pueblo cercano ¡Qué aventuras! En la trayectoria de la licenciatura surgieron muchas cosas que fueron como herramientas fundamentales para la formación docente. Aprendí a ser más creativa con los trabajos a entregar, todo era material llamativo, novedoso y reciclable. Esto se debía a que uno de los perfiles de la educadora era precisamente demostrar su capacidad creativa. Al mismo tiempo logré involucrarme con más personas gracias a las actividades deportivas, culturales y artísticas; ésta última la impartía mi linda maestra Lidia Bonilla, sin duda una de las mejores de la Escuela Normal, así la considero, por su dinamismo y dedicación al trabajo, características que muchos de los maestros no tenían, ella me brindó confianza, cariño y hasta en cierto momento me trató como de su familia. Por esa química que se daba decidí pedirle que fuera mi madrina de generación, cuando aceptó me llenó de alegría. Lamentablemente no se dio la oportunidad de estudiar lo de mi agrado, sin embargo, mi inclinación por cursar la Licenciatura en Educación Preescolar se debió a la condición económica. Mi sueño estaba centrado en verme ejercer como una gran diseñadora fotográfica, pero se quedó sólo como un sueño; mi padre hacía comentarios chuscos, expresando que para qué estudiar esa carrera, que mejor tomara una cámara fotográfica y fuera a las fiestas a retratar; en efecto, esto me provocaba una risa de tristeza y desilusión, lo entendí al comprender nuestra situación económica, aunque él nuca nos lo dijera. Como mi hermana Yesenia aspiraba ser educadora, a mi padre se le hizo fácil decir: “irás a estudiar a la misma escuela con tu hermana”. Evité reprochar y expresar inconformidad pese a que pensé que era mejor quedarme sin estudiar. El valor de la vida A mis hermanos siempre los extrañaba, eran otro de los motivos de superación, pues ser una de las hijas mayores exigía dar lo mejor y el ejemplo de cómo valorar, aprovechar el esfuerzo y sacrificio de nuestros padres. Hoy en día agradezco que la vida haya surgido así, porque gracias a mis hermanos estoy disfrutando y valorando lo que ahora soy. No creí tener la vocación para ejercer esta carrera y enfrenarme a un grupo de criaturas indefensas y sensibles; afortunadamente aquí me encuentro. Siempre me he considerado sencilla y honesta, gracias a la educación inculcada por mis padres; la timidez, era una de mis características que Autobiografías
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constantemente me impedía involucrarme y hasta me volvía desconfiada y apática. Conforme gané experiencia, visualicé que una de mis cualidades, era la paciencia, que logró reforzarse al estar en contacto con los niños y con lo que se tenía que trabajar. Con el transcurrir del tiempo, he podido comprender y valorar cada una de las etapas de mi formación, porque para bien o para mal forma parte de mi personalidad y son la esencia de mi vida. La preparación aún comienza El obtener mi plaza era uno de mis retos a enfrentar, me esforcé para lograrlo y ahora que afortunadamente me encuentro trabajando frente a un grupo de pequeños, considero que es un reto, aunque no he logrado cumplirlo en su totalidad, debido a que trabajar con los niños no es tan sencillo como a simple vista solemos suponer. Con la experiencia que genere y la preparación continua que me proponga, podré crecer poco a poco y mejorar en la docencia y como individuo. Tengo muy presente lo que mi padre mencionó cierto día “ella misma se recomendará y dará a conocer por el esfuerzo en su trabajo”, lo cual me llevó a reflexionar en la importancia de mi identidad docente. Ahora que cuento con un trabajo, siento una grata tranquilidad al saber que ya podré apoyar económicamente a mis padres y hermanos, pues soy la primera hija que cuenta con un trabajo estable, quizá no sea demasiado lo que pueda ofrecer, pero evitaré sentir la angustia de saber que se encuentran faltos de dinero y ver afligido e impaciente a mi padre, consiguiendo dinero para cumplir con las necesidades del hogar y la familia. Ahora puedo comprender que en la vida se presentan retos que hay que enfrentarlos, vivirlos y disfrutarlos porque en su momento simplemente se presentan y no hay forma alguna de impedirlo.
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Julieta Fernández Jiménez*
Apoyo incondicional Introducción Muchas veces me había preguntado qué tanto valoro lo que tengo y lo que soy, las personas que me han ayudado y han servido de guía a lo largo de mí caminar por la vida. El presente trabajo es un pequeño homenaje a ellos, es mi devoción a mi familia por cuanto han influido en mí para llegar a convertirme en lo que soy. Tal vez no remarque mucho en estas líneas la fragilidad de las relaciones humanas como la tristeza, la desesperación o los pleitos, pero mi familia se ha encargado de hacerme ver a esos pequeños obstáculos totalmente insignificantes, tanto que podría decir que casi ni me acuerdo de ellos. En este texto quiero mostrar a mi familia tal como es: llena de alegría, de unión y sobre todo de apoyo, pues a pesar de las cosas que nos ha pasado, como seres individuales, hemos estado siempre juntos y lo único que deseo es estar así por mucho tiempo. Cómo llegué aquí Mi nombre es Julieta del Rosario Fernández Jiménez pero me gusta que me digan July. Mis papás son Ituriel Fernández Mendoza y Julieta Jiménez Camacho. Me pusieron así porque mi mamá también así se llama y mi papá se encargó de buscar la combinación perfecta. Mi segundo nombre me lo pusieron en honor a la Virgen del Rosario, ya que al día siguiente de mi cumpleaños se celebra su fiesta. A mis padres les debo todo lo que soy ahora y lo que hasta el momento he logrado, una carrera y principalmente la vida. Mi nombre no sólo significa “fuerte de raíz” en latín, sino que también significa, para mí, valores inculcados por mi familia, el cariño que mis padres me tienen al nombrarme y permitirme formar parte de ellos; significa también respetar lo que yo soy y los que me rodean. Significa compromiso y valentía. Quiere decir también que soy especial y que tengo mucho por hacer para superarme. Nací en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, pero desde que tenía 40 días de nacida, mis papás me llevaron a Villaflores ya que ahí tienen su lugar de residencia. Soy la segunda de dos hijos; mi hermano mayor se llama Esteban Ituriel y me lleva seis años de edad. *Estudiante del 2o. semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Autobiografías
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Cuando era niña… Desde pequeña estaba destinada a la docencia, pues aunque mis papás no se dedican a esta profesión, siempre han estado frente a personas dando algún tipo de tema y dándome el mayor ejemplo de entrega y convivencia. Cursé el preescolar en el Jardín de Niños “José Emilio Grajales” el cual forma parte de mis recuerdos más queridos porque mi educadora, la maestra Maribel de tercer grado, le gustaba mucho que participáramos en los eventos que el jardín hacía, como los bailables y alguna muestra artística. Recuerdo mucho el concurso de “El niño y la mar” que Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) promocionaba a nivel nacional, invitando a los niños a dibujar los recursos naturales que el mar proporciona, y aunque hice un pez muy chueco y feo porque ya no quería dibujar más, me di cuenta que cualquier esfuerzo por pequeño sea es recompensado, ya que recibí el primer diploma de mi vida. Durante el periodo que estuve en el preescolar fui muy participativa en los eventos; siempre que tenía que bailar o salir en algún evento mi mamá hacía los vestidos o el traje que me correspondería. A mi mamá le gusta mucho costurar y siempre ha tenido una máquina de coser en casa; siempre me ha confeccionado blusas o vestidos, es muy detallista para hacer los cortes y la costura, siempre lo hace con mucho cariño. La primaria me ayudó mucho a formar la idea de ser maestra, ya que durante los seis años tuve maestras que les interesó realmente el desempeño de sus alumnos. Estudié en un colegio particular y aunque nos inculcaron mucho el crecimiento de nuestra fe, no dejaron de lado nunca alguna materia, pues todas eran importantes. Desde el primer año tuve una palabra de aliento por parte de mi maestra, siempre me impulsó a dar lo mejor de mí y compartir lo que yo sabía con los demás. Las religiosas también formaban parte de la plantilla docente, y me llena mucho de satisfacción que a pesar de que el tiempo ha pasado, siempre se acuerdan de mí. Tanto Sor Lety como Sor Rosalba, las cuales fueron mis maestras de quinto y sexto de primaria, respectivamente, fueron de mucha ayuda porque no sólo fueron mis docentes sino también mis amigas; a ellas puedo agradecerles su alegría y el entusiasmo que trasmitían a sus alumnos. En este periodo me gustó mucho jugar a la escuela con mis primos o incluso sola. Desgraciadamente, el 8 de agosto de 1998, dejó de existir una de mis grandes maestras: mi abuela. Ella marcó gran parte de mi vida, porque me enseñó la alegría de vivir, a ser precavida, a no desfallecer nunca y sobre todo a salir adelante aunque sean muy grandes los obstáculos. Lo hizo siempre con una sonrisa en su rostro y una frase de cortesía. La extraño mucho. Estoy creciendo Al llegar a la secundaria me desvié un poco, pues me empezaron a gustar las matemáticas, el diseño en construcción y algunas cosas relacionadas con la arquitectura. 160
Da la casualidad que no conocí profesores varones sino hasta llegar a este periodo. Se me hacía un poco raro que un hombre me diera clases, no por discriminarlos o pensar que no tenían la capacidad para enseñar a sus alumnos, sino porque no podía tener la misma confianza que con alguien de mi mismo género, sobre todo porque estaba entrando en una etapa donde hay muchos cambios corporales. Aquí, dejé de lado el sueño de ser maestra y me estaba enfocando en ser arquitecta o ingeniera. Dediqué tanto tiempo al estudio de las matemáticas que, había veces, por concursos, le dedicaba hasta ocho horas diarias. Formé un grupo de amigos muy importante porque todos nos llevábamos con todos, y aunque no faltaban las molestias y pleitos, siempre se solucionaban rápido. Este grupo de amigos que, prácticamente, era todo el salón, nos apoyábamos, por ejemplo, echábamos porras cuando había algún tipo de torneo. Recuerdo que hacíamos carteles o gritábamos para que el equipo de nuestro salón le fuera bien en lo que hacía. En la prepa continuaba mi inclinación por la arquitectura. No me daba cuenta que incluso cuando dibujaba y revisaba algunos trazos, la planeación y el deseo de compartir lo que yo sabía seguía presente en mí. Es la etapa de mi vida que más me gustó porque en mi salón habíamos 10 mujeres y 28 hombres. Las mujeres de este grupo éramos más divididas, así que si quería tener amigos debían ser hombres. Descubrí que un amigo varón es más chismoso que cualquiera de mis amigas, también me di cuenta que cuando meten la pata y se dan cuenta que han hecho daño hacen hasta lo imposible porque ya no vuelva a ocurrir y tratar de enmendar el error. Actualmente todavía frecuento a mis amigos de la prepa, y tratamos de hacer reuniones para ver qué ha pasado con nuestra vida. Somos un grupo muy unido. ¿A qué escuela voy? Cuando llegó el momento de elegir la escuela y la carrera que estudiaría no podía decidirme, pues sentía que aunque la Arquitectura me apasionaba, no me imaginaba sentada frente a un restirador por el resto de mi vida. Veía a varios de mis amigos felices porque ya tenían informes sobre diversas escuelas y yo todavía no sabía qué iba a estudiar. Las fechas para obtener la ficha para derecho al examen de admisión, para la carrera de Arquitectura, se pasaron. Mis papás me apoyaron muchísimo para presentar el examen en la Normal de Educadoras. Mi mamá y mi hermano dieron tantas vueltas como yo para que llevara todos mis requisitos listos, hasta parecía que ellos eran los que iban a entrar. Cuando recibí la noticia de que había quedado dentro de las 40 seleccionadas para entrar a la escuela no paraba de llorar y agradecerles a mis papás tanta ayuda que me brindaron, mi mamá se emocionó mucho que empezó a llorar conmigo. Recuerdo muy bien lo emocionada que estaba al inicio de clases, porque nos mostraron el Plan de Estudios de la Escuela, y marcaba las prácticas y observaciones escolares. Desde el inicio de la carrera me fue difícil estar en una ciudad alejada de mis papás porque era la primera vez que nos separábamos. Autobiografías
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Una nueva ciudad Durante casi toda la carrera viví con mi hermano, ya que él estaba estudiando medicina en la misma ciudad. Ambos nos dábamos ánimos porque desde esas fechas mi papá empezó a enfermarse más, al grado de que no sabía si seguir estudiando o darme de baja temporal, porque los gastos de la enfermedad y nuestro mantenimiento, como estudiantes, eran caros. Sé que todo lo que se anhela requiere sacrificio y siento que lo tomé muy en serio. A veces por las tardes después de hacer la tarea o de comer, me iba a mi cama a dormir, tratando de que el tiempo pasara más rápido y menos doloroso posible, porque me ponía muy triste estar lejos de mi casa, extrañando a mis papás, y aunque mi hermano estuvo un tiempo conmigo, se daba cuenta de lo mal que me sentía y se dormía conmigo haciéndome compañía o no me dejaba dormir y me sacaba de la casa a caminar o a visitar a otro primo que vivía como a diez cuadras de nosotros. Los niños y yo Al transcurrir cuatro años y a través de las diversas prácticas realizadas en la escuela, pude tener contacto directo con los niños, pude darme cuenta de las necesidades que éstos tienen y de las sonrisas tan sinceras que nos pueden brindar. Comprendí que el ser docente no es sólo tener resuelta la economía de la casa, y la personal, sino que es tener cierto sentido de servicio, la posibilidad de contribuir a la formación de personas, es sin duda, una gran aventura la cual nos lleva a aprender cada día nuevas cosas, al mismo tiempo que estoy ahí para trasmitir la ciencia y la cultura a las nuevas generaciones, para transmitir valores y las certezas que la humanidad ha ido recopilando con el paso del tiempo. Ahora sé, que los niños son los mejores instrumentos y materiales para construir, no solo casas y rascacielos enormes sino un mundo mejor. Disfruté este valioso tiempo porque aprendí a valorar el esfuerzo que mis papás hacían al mantenerme en la escuela, y tuve que enfrentarme a una ciudad donde estaba sola y con poco dinero, a ser fuerte y enfrentar, también, la enfermedad de mi padre que por un momento pensé que se iba a ir de mi lado. Su enfermedad nos unió más como familia y puedo hasta presumir que tengo una familia hermosa. A lo mejor no soy la mejor de sus alumnas pero don Ituriel (mi papá) es mi mayor ejemplo de trabajo y fortaleza. Actualmente tiene amputado un pie y casi no ve porque padece de Diabetes Mellitus tipo II, pero nunca ha dejado su optimismo. En todo este camino mi madre ha sido indispensable, pues ella me enseñó a ser fuerte ante las adversidades, a ser investigadora y abogar por las personas que lo necesitan. Ella ha sido mi fortaleza y ejemplo de ayuda incondicional. Al principio que empecé a trabajar con interinatos, realmente pensé que solo lo hacía por necesidad. He llegado a la conclusión que ser docente es mi vida, porque he experimentado la nobleza de la carrera, he vivido en carne propia 162
experiencias que me enriquecen como persona, me gusta convivir con las personas y saber que puedo hacer algo por los pequeñitos que, aunque no me lo agradezcan, se también que yo marcaré sus vidas como a mí me la marcaron mis maestros de toda la vida. ¿Cómo estoy ahora? Actualmente estoy trabajando en Simojovel, y aunque estoy retirada de mi casa, espero con grandes ansias que el fin de semana se acerque para volver a abrazar a mis papás y a mi hermano. He cumplido una de mis metas, tener un trabajo; y estoy realizando un sueño más, seguir preparándome para ser una mejor docente. Todo este largo camino ha sido de mucho provecho para mí porque he descubierto el verdadero valor que cada ser humano tiene, he visto que todo lo que hago, tiene consecuencias, puede tener o no una recompensa, me llena de mucha satisfacción poder devolver algo a la sociedad que me ha cobijado, y la mejor manera de hacerlo es enseñarles a los pequeñitos, haciendo cambios significativos en ellos. En el futuro, espero de todo corazón lograr formar una familia tan unida como la que tengo, me llena de gran anhelo pensar que puedo repetir las enseñanzas de mi madre, al haber sido conmigo como enfermera, psicóloga, cocinera, maestra, pero sobre todo una buena madre.
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Araceli del Rosario Díaz Cancino*
En busca de mi identidad docente
Introducción La elaboración de esta autobiografía surge a partir de la necesidad de mejorar mi perspectiva como educadora, esto propició la reflexión de mi pasado respecto a cómo descubrí mi identidad docente y su importancia para mejorar como ser humano y social, lo anterior, implicó un profundo análisis y una incesante búsqueda de definir mi verdadera vocación. Por otro lado, fue necesaria la preparación teórica y práctica respecto a cómo redactar un texto, la importancia de la gramática y la ortografía para la corrección de las ideas plasmadas de forma escrita en este texto: ampliarlo o fragmentarlo según el caso, con el fin de expresar la idea principal con la mayor claridad y coherencia posibles, sin perderse demasiado en ideas poco complementarias y de esta manera poder llevar al lector de la mano. Cabe mencionar que no fue fácil desechar todas aquellos malos hábitos aprendidos en el seno familiar y escolar, que se hacen presentes cuando se intenta redactar algo en particular, las correcciones anteriores que tuvo este trabajo fueron para poder desarrollar una descripción de mayor calidad, en la que el lector pueda estimular su percepción sin separase de lo que el autor le sugiere o le presenta. El tema de este trabajo está enfocado en plasmar los diferentes sucesos que me condujeron al camino de la docencia, que hasta hoy he estado construyendo y que deseo continuar enriqueciendo, tanto de experiencias agradables como difíciles y retadoras, para así poder brindar un mejor desempeño laboral. Una vista hacia atrás Cada nombre encierra un misterio personal y sólo se descubre con los atributos de las personas, buscando el significado de Araceli en cualquier libro de nombres o incluso en Internet encontrarán que significa “altar del cielo”, ésta fue la razón por la que mi madre decidió llamarme así, sin importar la opinión que hubiera tenido mi padre. *Estudiante de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, en la sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Araceli del Rosario Díaz Cancino, es profesora de Educación Preescolar, con un año de servicio. Autobiografías
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A mi juicio su sonido fonético es dulce, la definición que le otorgo va relacionadas a mis cualidades: nobleza, perseverancia, serenidad y un toque de timidez, sin embargo he notado no hace mucho que para los pequeños a los que les he dado clases, el significante que le dan es: “maestra”; entonces lo descubrí: Araceli significa convivir con los pequeños, amor, amistad, ser niña nuevamente para poder comprender a aquellos infantes a los que quiero dedicar mi vida laboral. Este es el sello que ahora veo reflejado en mi nombre, siempre ha estado ahí, no me había tomado el tiempo para encontrarlo y darme cuenta de esa forma, que aunque mi nombre es común como cualquier otro, tiene mi esencia, que lo hace único cuando con el solamente se refieren a mí. Haciendo una retrospección de cómo llegué a ser docente, he descubierto que mi decisión fue rápida, y sin una visión clara y segura. Cursaba la preparatoria cuando opté por estudiar en la normal, no sentí esa alegría plena y brillante que fácilmente se refleja de forma espontánea, ya que me preocupaba el qué hacer con mi vida, la tensión aumentaba cada vez que me enteraba que otro compañero de clase había decidido sobre alguna profesión en especial; estaba a punto de culminar el sexto semestre y las ataduras de no querer dejar ese estilo de vida, hicieron que se generara en mi poco interés en investigar alguna escuela, que ofertara diversas carreras, que llamara mi atención. Cuando se dio el momento de realizar el test de vocación, sentí más nervios que al realizar un examen ordinario, los resultados me mostrarían algunas posibilidades para descubrir qué carrera marcaría mi futuro y vida. Conforme llenaba el test pasaban por mi mente miles de ideas plasmadas en imágenes, ahí me veía: de doctora sosteniendo un bisturí para realizar una operación de gran dificultad; en otro escenario estaba cantando, una orquesta sinfónica me acompañaba, quizá era aquella pieza que compuso Mozart para demostrar las magníficas cualidades de su esposa; de pronto me encontraba en mi cuarto escribiendo, quizá era la poesía que emerge desde las más profundas paredes de un corazón o tal vez relataba alguna novela basada en una pobre mujer que desfallecía al caer el alba; de repente los colores amarillo, verde y azul se revolvían en mi mente, con pincelazos tan rápidos y marcados como lo hacía Van Gogh; el tiempo se hizo eterno, de pronto sentí que en algún momento podría fusionar todas esas ideas en un solo personaje y por mi mente pasó aquel recuerdo de esa educadora que tuve en mi infancia. Esa maestra que estuvo ahí en la inocente etapa de mi vida, cuando cursé el nivel preescolar, se llama Conchita o al menos así le decíamos, de ella me llamó la atención su trato hacia mis compañeros y a mi persona, nos enseñó a tocar las estrellas con la imaginación y de cada abrazo que nos regalaba comíamos miel con algunas rebanadas de pan que se escapaban de su mirada, la tranquilidad que emitía ese cuerpo delgado de piel morena que hacía resaltar la espesura de su cabellera negra y rizada, nos ayudaba a vincularnos con ella, el timbre de su voz delgada poseía una intensidad que nos alentaba en el aprendizaje, recuerdos que continuamente reviven en mi memoria y que propiciaron mi inclinación a la profesión que ahora tengo. 166
Y faltaba por descubrir… La normal no era como la imaginaba, cada persona se imagina las cosas diferentes gracias a los estereotipos que nos ofrecen los medios de comunicación. Imaginaba aquella escuela con edificios altos, pintada de verde o con monumentos artísticos abstractos que casi nadie comprende, con miles de alumnos de ambos sexos, con salones, sino bien equipados, por lo menos que tuvieran lo indispensable y en buen mantenimiento. Grande fue mi sorpresa al encontrarme con aquella fachada de escuela poco prometedora; con pocas alumnas, los salones me recordaban las instalaciones de la primaria en la que estudié con equipo didáctico desactualizado, sin mantenimiento, y para darle un plus no todos los maestros ponían empeño a su trabajo. Mis compañeras de salón hacían que se generara un enriquecimiento cultural, debido a que provenían de diversos lugares del Estado de Chiapas, esto no me afectó y decidí aprovechar todo cuanto me ofrecieran para poder crecer en conocimientos, conforme pasaron los semestres, un cariño hacia mi institución se gestó pese al poco alumnado y a sus instalaciones, he de admitir que como estudiante también fallaba de vez en cuando argumentando que los maestros tenían la culpa por no exigirme más. Lo que nunca voy a poder comprender y olvidar es un suceso muy curioso que me pasó, durante siete de los ocho semestres de la carrera, consistía en que dos días antes de entregar los ensayos de las prácticas realizadas como trabajo final del semestre, sucedían extraños casos en que dicha información se borraba de mi computadora, por falla técnica o por un apagón de luz y si ya lo tenía impreso al momento de engargolarlo destruían mi trabajo por accidente, lo cual me provocaba tensión. Conforme cursé la carrera me preguntaba. ¿Podré trabajar con los niños? ¿Llamaré su atención? ¿Lograré que crezcan en aprendizaje? Y estas preguntas se hacían cada vez más frecuentes. Al practicar en diversos jardines las educadoras me decían que en todo cumplía bien, aunque mi voz era muy delgada y que quizá eso me obstaculizaría siempre, ya que a los niños se les debe hablar fuerte y claro. Las prácticas intensivas fueron para mí la prueba de fuego, por un año trabajaría con un grupo bajo la observación de la educadora titular, conforme el tiempo pasó descubrí que mi voz no era un obstáculo porque los niños saben escuchar y entender. De camino al jardín no podía faltar el canto peculiar de unos pájaros, que no logro quitar de mi mente, los sonidos descendentes que emiten esas pequeñas aves dan la sensación de escuchar una escala cromática, eso me provocaba miedo, nunca he escuchado cantar a otros pájaros sonidos disonantes. Aquel sonido se alejaba de mí, conforme me acercaba al jardín, mis oídos se llenaban de risas, del sonido de la chicharra de la escuela y de algunos carros que pasaban cada tanto. Autobiografías
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Una de las cosas que aprendí de la titular del grupo a mi cargo fue la puntualidad, la asistencia y el cumplimiento respecto al lado administrativo, por desgracia aquella mujer de aproximadamente cincuenta años de vida, nunca me hizo sugerencia alguna. En ese año escolar esperé consejos basados a experiencias que pudieran ayudarme a enriquecer mi trabajo; en ocasiones no sabía cómo tratar a aquellos niños inquietos, o si las líneas estratégicas que manejaba con el grupo eran la mejor opción para su aprendizaje. Pese a ello, salí adelante con el apoyo de la profesora Alejandra, quien labora en la Normal Larráinzar, de quien además de su apoyo me llamó la atención ese azul que poseen sus ojos, la blancura de su piel y la gracia en su forma de hablar, así como su preparación continua como docente. Siempre me provocó la sensación de convivir y aprender de un ángel; me orientaba y aconsejaba leer y poner en práctica el tacto pedagógico, dicho texto me sigue siendo de gran ayuda, ya que en él se encuentran diversas propuestas respecto cómo actuar en ciertas situaciones que son “incontrolables”, herramientas importantes para el trato hacia los niños. Una de mis grandes satisfacciones fue que, gran parte de mis planeaciones daban buenos resultados, con el tiempo tuve control y amistad con los niños, la directora siempre estuvo conforme con mi trabajo, cada vez que se asomaba al salón para observar lo que estaba haciendo en el grupo sentía inseguridad y temor, pese a ello trataba de continuar con mi trabajo simulando que no me había percatado de su presencia, los niños se interesaban en las actividades e interactuaban sin dejar de realizar el trabajo, lo cual para la directora era bueno y enriquecedor, antes de finalizar el ciclo firmó mi libreta de planeaciones dejando una nota de felicitación, eso me llenó de alegría. Reflexiones finales Planeaciones, diarios de trabajo, documentos administrativos; elementos que forman parte de mi profesión, indispensables para poder brindar una educación de calidad. En ocasiones se pierde la verdadera relación entre docente-alumno pues constantemente predominan los deberes administrativos que influyen en el dinamismo, lo tengo presente para no caer en ello. Lo que los maestros me enseñaron son teorías, que con el paso del tiempo y con las experiencias forman la base en la labor cotidiana, algo ocurrió al tener contacto con las niñas y los niños de un jardín a mitad de mi carrera: sentir esa catarsis cada vez que veía reflejado en ellos todo aquello que les enseñaba, además de disfrutar de todo lo que de ellos aprendí, me hicieron recordar la pureza del alma, me enseñaron a dejar los problemas de una manera tan simple como ellos viven, esa conexión que no se puede simplificar en palabras como un dolor de cabeza o la sensación que provocan las cosquillas, lo que marcó mi vida por completo.
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Me satisface enfrentar los retos de cada día, saborear las sonrisas que me regalan o que comparto. Los mismos niños me ayudan a vincular todos los aspectos para poder concebir una nueva visión de mi profesión, por un lado a mí como docente y por el otro lado ellos como grandes personas que crecerán con el tiempo a su ritmo y naturaleza. Ser docente conlleva a una constante preparación en todos los aspectos, no sólo me refiero en lo teórico, sino en seguir fortaleciendo el sentido crítico propio el cual en ocasiones se encuentra débil. Gracias al diplomado que estoy cursando pude percatarme y reafirmar que uno de los aspectos que no se toma en consideración como importante dentro del ámbito escolar son las manifestaciones artísticas, principalmente la literatura, es curioso, es más fácil aprender a redactar, a expresarse de diversas formas y con un lenguaje universal, poco se le aprovecha. A los niños les provoca curiosidad e interés por descubrir nuevas cosas, la clave es saber disfrutar una lectura que acapare tus cinco sentidos y te adentre a un mundo distinto a la realidad. Otro de los factores importantes es la educación continua, la mayoría piensa que lograr la titulación es el fin de una preparación, sobre todo en la docencia, qué incongruente es ver a un maestro en clases, si se supone él ya está preparado para eso. Por consecuente, no siguen su preparación; aunque esta idea es común y hasta aceptable entre los mismos colegas, es errónea. En lo particular considero que esta carrera como la mayoría, debe tener una constante actualización y enriquecimiento de conocimientos, los cuales deben ir poco a poco en mayor grado de dificultad. Por lo anterior el siguiente paso que me toca dar es continuar con una maestría de la cual espero grandes aprendizajes y a la vez retos, por ahí escuché una frase que dice: que entre más grande es el obstáculo más glorioso puedes llegar a ser, si te das cuenta de todo lo que puedes hacer. Quizá el obstáculo no sea el postgrado, más bien puede ser la distancia que exista entre el lugar en donde me toque laborar y la ubicación de la escuela en donde se imparta dicha maestría, vinculado va el aspecto administrativo del jardín; aun así no desistiré, porque tengo mis objetivos y prioridades definidos, que me darán el valor necesario para continuar con mi camino como docente.
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Lennys Aglaé Gallardo Ramírez*
Caminando a la docencia Introducción La obra que usted tiene en sus manos es muy valiosa, pues en ella se han invertido experiencias, conocimientos y muchas horas de trabajo. Surge a partir del reconocimiento que la autora tiene sobre su propio ser y su identidad como docente, es una recopilación de los momentos significativos de cada una de las áreas de su vida, así como las etapas que la fue atravesando para llegar a descubrir su propósito en la vida. Surge también del reconocimiento de, en primer lugar, servir a la sociedad con las capacidades que posee, y a la vez formar individuos capaces de transformar la misma en una sociedad de progreso, de libertad y de paz. Bien sabemos que ser docente no es fácil, pues todo depende de las decisiones que vayas tomando día a día, ellas son las únicas que van a definir cada momento de tu vida y las situaciones que vayas enfrentando, la decisión es tuya. El proceso Una vida de docente siempre anhelé tenerla, siempre quise ser docente, una gran maestra, pero antes de lograrlo tuve que ser yo misma, encontrarme cara a cara con cada una de las adversidades que la vida me ha puesto, claro, nunca he estado sola, siempre he tenido el apoyo de mi familia, es por eso que hoy vivo mi vida de docente y es un gran placer, para mi, poder servir. Por todo lo anterior, el nombre de Lennys Aglaé Gallardo Ramírez, me hace sentir orgullosa, auténtica y valiente, me invita a seguir adelante pese a las adversidades y a las batallas que enfrento todos los días, me considero también una persona llena de amor, de alegría y de valores que he recibido de mis abuelos, maternos Matilde Méndez y Juventino Ramírez; de mi madre, María Teresa Ramírez Méndez; mis tíos, Nancy, Rosy y José. Personas que han estado junto a mí, siempre llenos de ilusión, fe y esperanza que la vida nos da, mismos que sembraron en mí el deseo y el amor de servir a la sociedad a través de esta noble profesión que es la docencia. *Egresada del Diplomado “Construcción de la identidad docente y su práctica desde la educación basada en competencias”, estudia actualmente la Maestría en Docencia en la sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Lennys Aglaé Gallardo Ramírez, es profesora de Educación Preescolar en el municipio de Palenque, Chiapas. Autobiografías
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Recuerdo cuando algunas tardes mientras llovía y sentados en la sala o el comedor de la casa mis tíos me contaban una y otra vez las aventuras que vivían con sus alumnos en su salón de clases durante la jornada de trabajo, me los imaginaba y algunas veces tuve la oportunidad de observarlos al integrarme a sus grupos cuando me llevaban a algún curso de verano, que ellos mismos impartían en aquellas escuelas donde trabajaban y eran tan queridos por sus alumnos; y todos los días soñaba con ser grande y dedicarme a lo mismo que ellos. Recuerdo también aquellas tardes soleadas, cuando salíamos al patio de la casa para jugar con mis primos, y mi abuelo Juventino nos observaba, mientras preparaba la historia que nos contaría cuando termináramos de jugar; en realidad era la misma pero modificada: a veces le aumentaba sucesos o le quitaba, pero siempre me tenia cautivada esperando lo nuevo de las historias. De las pláticas de mi abuelo siempre me impresionó esa gran admiración que mostraba por su maestro Israel, quien le dio clases los únicos dos años que asistió a la escuela y le enseñó a leer y a escribir, y como de costumbre, al término de la plática se dirigía de manera individual a cada uno de sus nietos y en especial a mi, por ser la mayor y por ende el ejemplo de mis primos, y decía que aunque estuviera muy anciano, quería presenciar cuando terminara la carrera de maestra y la pusiera en práctica. Todo lo que viví en esos momentos me motivaba más y más para seguir estudiando, y llegar a ser como ese personaje a quien tanto admira mi abuelo, su maestro Israel. Por las tardes nos sentábamos con mis abuelos y mi madre en los muebles que se encuentran en el corredor de la casa, y las frases más comunes que ellos utilizaban son: ¡ahí tienes un espejo en tu tía Nancy! o ¡mira tú tío José!, además de motivarme con otras como: ¡Tú puedes! ¡Eres inteligente! ¡Esa carrera es la mejor! Frases que lograban que me quedara largos ratos meditando sobre las palabras de mi madre y mis abuelos. Crecí y estudié, cuando llegó el momento de decidir qué carrera estudiar, no me costó tanto, porque ya tenía claro lo que quería, ser docente de educación en química o preescolar. No tuve los recursos necesarios para trasladarme a estudiar a la capital del Estado, así que presenté el examen en la Normal para Educadoras ubicada en Tuxtla Chico, y afortunadamente me aceptaron, ahí empezó mi vida de docente, y mi madre igual que yo vivía soñando con que yo lo lograra. En el camino Mi atracción por la docencia estuvo influenciada también por lo que viví en el jardín de niños y en la escuela primaria. Tuve la gran suerte de tener grandes maestros en el preescolar así como en la escuela primaria, ellos siempre bridándonos lo mejor para formar una sociedad de progreso, de libertad y de paz; eso me motivó más para ser lo que soy, por ello reconozco el empeño, el esfuerzo y la voluntad de mis maestros, porque gracias al amor, a sus consejos y a sus conocimientos, estoy ubicada en la presente etapa de mi vida. 172
Hoy reconozco que en mis maestros hay grandeza, porque ellos se deben a su obra, al consagrarse en lo material y en lo espiritual, de todos ellos siempre me cautivó la forma en que manifestaban el amor por su profesión, pues lo demostraban con ternura, compresión y tolerancia hacia sus alumnos. Recuerdo los maestros de la primaria, le hacían comentarios a mi madre sobre mi desempeño en el aula, por ejemplo: es muy cumplida, es inteligente y estudiosa de seguro va a ser una profesionista, todas esas frases que utilizaron me motivaron para seguir estudiando y ser como ellos. De igual forma vienen a mi mente todos aquellos momentos fastuosos que compartimos con mis compañeros en las aulas, en los corredores y patios de recreo de aquella pequeña escuela vieja y empolvada de color verde y crema, en donde se podía respirar un aire con aroma a café. El descubrimiento y las metas Confirmé mi vocación de ser docente cuando asistí a un retiro vocacional convocado por la iglesia católica; arena, palmeras y un viento fresco me acompañaba en aquel momento de reflexión personal. Recuerdo que sentí algo de miedo, porque posiblemente descubriría que mi vocación era ser religiosa, porque solamente me faltaba un año para terminar la Licenciatura en Educación Preescolar y siendo religiosa no iba a ejercer la carrera como siempre lo había soñado. Después de un rato de reflexión personal una monja de la orden de las hermanas capuchinas se me acercó, platicamos unos minutos sobre los anhelos y temores que en aquel momento revoloteaban dentro de mí. Recuerdo que la hermana me preguntó: ¿qué estudias? y ¿para qué? Le respondí: la “Licenciatura en Educación Preescolar en la Escuela Normal, para ser educadora, y poder contribuir a la mejora de la sociedad”, y sin más, la hermana me respondió: “que alegría me da que hayas descubierto tu propósito de vida”. No sé si fue simple coincidencia, pero en ese momento experimenté una paz y todas aquellas ideas que me aturdían desaparecieron. Aquel instante marcó mi vida, fue ahí donde descubrí la gran misión que Dios me ha encomendado, él me ha enviado para servirle a través de esta noble profesión dando siempre lo mejor de mí, porque me debo a él. Y cada día, hora, minuto, segundo, disfruto lo que hago, sí, porque esta alegría parte de la vida de aquellos seres maravillosos llenos de amor y de alegría que la sociedad me ha confiado. Hoy culmino una etapa más en mi vida, un diplomado, que me ha brindado las herramientas necesarias para ser una mejor persona, tanto en lo profesional como en lo personal. Tengo también muchos proyectos de vida, uno de ellos es la Maestría en Docencia, de la que estoy segura saldré victoriosa, así como en todas las batallas a las que me he enfrentado, y cada momento de mi vida lo disfrutaré al máximo. Hoy sé que cada mañana puedo ser una gacela o un león, una gacela que corre para no ser devorada por un león, o un león que también corre todas las mañanas para comerse una gacela y no morir de hambre. Autobiografías
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Yari Muñoz Verdugo*
Un sueño difícil pero no imposible: ser maestra. Introducción Este trabajo contiene elementos fundamentales que están basados en mi vida. Su elaboración implicó un viaje al pasado, reviviendo momentos esenciales que marcaron mi formación como docente. Su producción se generó a partir de un diplomado con fines de encontrar nuestra propia identidad, pero también de manera muy personal, para darme cuenta de las dificultades que he atravesado, así como los grandes logros. Se pretende que nosotros como educadoras que somos, desarrollemos habilidades esenciales para narrar y sobre todo para identificar lo que realmente es importante plasmar en nuestros relatos. Cabe mencionar, que este trabajo es producto de un esfuerzo apoyada por nuestra profesora que me ha dado parámetros y han sido de gran utilidad para lograr mis objetivos. Se encuentra organizado en seis subtemas, y en cada uno de ellos relato mi paso por la vida, las personas que influyeron de manera directa e indirecta, mis experiencias en el jardín de niños, pero sobre todo, la esencia misma de cada uno de los esfuerzos que significaron el verme realizada como persona y como mujer. También se encuentran escritas algunas cosas que al momento de plasmarlas, fue como sanar heridas, como liberarme de un peso que traía arrastrando, que no me dejaba caminar y que me permitió ser más fuerte cada día y superarme, a pesar de las adversidades que ahora enfrento. Este trabajo más que representar una calificación, significa un espejo de lo que fui, de lo que soy, y de lo que puedo llegar a ser, tanto en el ámbito personal como profesional. Influencias sobre mi vida y mi carrera Soy maestra de preescolar, un sueño que parecía difícil de cumplir. Desde que era yo muy pequeña, mi madre se dio a la tarea de sembrar en mí la idea de ser alguien en la vida, alguien que ella por razones económicas no pudo lograr. Mi madre fue una pieza clave para el logro de este objetivo, porque siempre estuvo *Estudiante de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Yari Muñoz Verdugo, es profesora de Preescolar, con más de un año de servicio en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Autobiografías
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a mi lado, animándome, apoyándome a que no desistiera a pesar de las adversidades que se nos presentaban. Mi logro fue a pesar del poco apoyo que mi padre me brindo. Él tiene un problema de alcoholismo, y eso afectaba mi carrera ya que no tenía los suficientes recursos para llevar materiales, pero pude superarlos. Mis hijos también influyen en mi vida y en mi profesión, y aunque nunca me arrepentiré de que estén conmigo, recuerdo que por cuestiones de salud, por los embarazos, no podía avanzar al mismo ritmo que mis demás compañeras de la normal, y mi rendimiento académico fue bajando, ya que mis bebés eran lo primero para mí; pero mi madre me orientó para que considerara mi carrera como el futuro para mis hijos, pues enfrenté la vida y la maternidad sola, situación de la que ahora me siento muy orgullosa. Puedo mencionar también a mis tíos, ya que ellos insistían en que yo estudiara para maestra, que siguiera el ejemplo de los demás, que tenían una vida acomodada por el hecho de ser maestros. Sinceramente mi verdadera maestra fue la vida misma, ya que me presentó grandes limitaciones y sobre todo retos de valentía. De mi niñez tomé modelos, como a mi educadora del jardín de la cual ahora tengo vagos recuerdos, pero las pequeñas imágenes me reflejan una maestra dulce, dedicada, responsable, como pocas en la actualidad y de la que quiero e intento tomar ejemplos para mi tarea diaria de ser maestra. Mis temores de fracasar, ante el señalamiento y el modo de juzgar de la gente que me consideraba una niña bien educada, con buenos principios y que había salido embarazada, me daban fuerza para luchar aún más y demostrarles que sí podía, que a pesar de mi falta de responsabilidad iba a superarme, y sobre todo, sacar adelante a mis hijos. Me siento muy satisfecha de todo lo que ahora soy, orgullosa de que mi pueblo me considera una persona que lucha, y que ya no se dan cuenta de mi error como decían y juzgaban, sino de cómo enfrenté todo, gracias esas personas que me ayudaron de manera directa o indirectamente. Mi fracaso en el amor y mi realización como mujer El día que yo ingresé a la Escuela Normal, fue uno de los anhelos más grandes que mi madre veía realizado, por el hecho de que ella quería que yo fuera una profesionista. El primer semestre todo iba de maravilla, puedo decir que no era la mejor, pero si una de las mejores, pero llego el amor, algo inesperado, porque era un joven del grupo de la iglesia de mi pueblo; yo me deslumbré por el poco cariño que pensé que siempre me dieron en casa y él se había vuelto mi protector, mi ilusión. Al principio todo era muy bonito, él era muy tierno, muy atento y me gustaban sus ideas de salir adelante, pues recordaba que mi mamá siempre me dijo que yo me fijara en alguien que tuviera metas de superación, en un chico bien educado, y sobre todo humilde. 176
Cuando cursaba el segundo semestre mi vida se vio ensombrecida, porque fueron limitaciones, hospitalizaciones, soledad, más depresión, etc. Pero sobre todo bajo rendimiento escolar, y así me la llevé, porque ya mi prioridad era otra (mi bebé) que por razones que arrastraba, aunque no justifico mi falta de responsabilidad, me embaracé; aunque amo a mi hija y no dejo de pensar que es una bendición. Este proceso tuve que enfrentarlo sola, pues muy poco me apoyo mi pareja, y después se olvidó por completo que tenía una bebé. Así, con apoyo e impulso de mi madre salí y seguí adelante. Me costó superar la depresión, enfrente bulimia y anorexia por ver mi fracaso, así lo llamaba en ese momento, y así me acusaba “la sociedad”, esa que no está libre de pecado y arroja mil piedras al que está en el suelo, pero me propuse un día no muy lejano llegar a mi pueblo y recuperar mi imagen y que me critiquen no por mis errores, sino por como enfrenté todo y pude salir adelante. Para mi mala fortuna, al año y medio de nacida mi hija, me ilusioné y me enamoré nuevamente de otra persona que pensé que sería mejor padre y mejor pareja; me equivoque y me salió peor, porque me embaracé nuevamente, esta vez no por error, sino porque mi cuerpo no acepta los anticonceptivos y así de fácil se deslindó de todo, como que si los bebés pudieran borrarse. A estas alturas estaba dando mi servicio y haciendo mi tesis, y aunque la maestra me apoyó mucho, se me hacía cada vez más difícil, pero mi ángel que nunca me abandonó, me apoyo nuevamente y me ayudó no sólo a salir adelante con mis bebés; sino a terminar mi carrera. A ella, todo el honor, porque le debo lo que soy ahora en el ámbito profesional y con dos nuevas fuerzas que son una bendición de Dios, porque le dieron un nuevo sentido a mi vida; mis dos hijos, mi gran felicidad y mi motivo de luchar día a día por ser una mejor persona y sanar todo lo que hay en mí. Logros y dificultades en mi formación como maestra Mi gran logro fue terminar la licenciatura a pesar de todo lo que tuve que atravesar. El día de la clausura fue uno de los más felices. Recuerdo que mi madre y yo no paramos de llorar en la quema de crayolas, nadie sabía más que nosotras lo que significaba estar ahí en ese instante, fue algo sumamente grande, algo que parecía que no iba a llegar, pues casi al terminar la escuela iba a darme de baja, porque sentía que mi mamá que siempre me apoyaba, había llegado al límite, llegó un momento en que ambas sentimos que ya no podíamos. Recuerdo que me puse a trabajar en el jardín donde daba mis prácticas, en ese tiempo tenía ocho meses de embarazo de mi segundo bebé y le ayudaba con el aseo de los salones a una intendente que me apreciaba mucho, yo derramaba lágrimas de necesidad, de rabia, de impotencia. Pero ahora puedo reírme, eso me hizo valorar mucho mi profesión; dicen que lo que cuesta es lo que más se valora y claro, es cierto. Lamentablemente al salir no tuve plaza, pero conseguí un interinato de primaria, un reto muy difícil, pero ahí estaba yo, parada frente a una experiencia Autobiografías
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nueva que me sirvió para fijarme metas, y que con orgullo ahora puedo decir que entregué el grupo con la frente en alto, porque di lo mejor de mí y vi resultados que son satisfacciones grandes. Experiencias que no se olvidan. El recuerdo que más me llevó de esa etapa es que aprendí a trabajar en equipo, ya no sólo con compañeras de mi misma edad, sino que con personas mayores, de las que pude rescatar mucho de las experiencias que han tenido a lo largo de su servicio. También enfrenté conflictos porque tenía de alumnos a algunos hijos de maestros, y a veces se da el caso en que algunos quieren interferir en la forma de trabajar de los demás, eso me causaba temor, porque como no tenía tanto conocimiento de enseñar en primaria, se volvió un gran reto. Estos logros y dificultades que marcaron mi vida ahora son de gran utilidad, pues todo lo que soy se lo debo a todas esas experiencias, que me hacen ser cada día una mejor persona, pero sobre todo una mejor maestra. Experiencias de mis prácticas Los jardines escolares para niños a los que mandaron siempre fueron de calidad, del que me llevo todos los aprendizajes y recuerdos es del “Federico Froebel”, ubicado en Tapachula. Es un jardín muy grande y reconocido, porque las educadoras eran buenas, pedagógicamente hablando, sabían mucho, se preocupaban por tener todo en orden, por competir entre ellas mismas más que por cuestión administrativa. Los niños reflejaban el avance de los aprendizajes; es satisfactorio que digan que la maestra es muy buena en todos los sentidos de la palabra y eso me ayudó mucho en mi práctica, porque me obligaba a mí misma a hacer un buen trabajo, pero sobre todo a ver resultados. Lo que menos me agradaba era hacer mi diario de trabajo, eso era un martirio, porque decía la maestra de la normal que no rescataba puntos que de verdad eran importantes para planear nuevas estrategias de trabajo; eso es algo que sigo trabajando, porque aún me cuesta mucho plasmar, como debe de ser, mis ideas, proyectar lo que en verdad quiero transmitir. La planeación al principio fue algo complicado, pero ahora que comprendemos que es flexible, se me facilita centrar bien mis propósitos. El tema que elegí para hacer mi tesis, sobre buscar en el aula algunos casos, me resultó muy fácil, porque lo que pasé en mi niñez lo refleje en dos niños que sufrían en casa, porque tenían familias en procesos de separación o alcoholismo. Así que dominaba muy bien el tema para plasmarlo y para exponerlo. Y fue entonces como me convencí de que era una formidable labor para ayudar a niños o a familias completas, pues no sólo podía ser su maestra, sino que los niños nos hacen parte de su vida y se refugian en nosotras, hasta nos llegan a ver como sus segundas mamás. Un trabajo diferente Al terminar mi interinato tuve la oportunidad de un empleo en la policía federal de caminos, algo totalmente nuevo, tal vez lo mejor que experimenté, porque he 178
tenido hasta la fecha gran apoyo de parte de algunos de mis excompañeros. En esta experiencia siento que diferencié el sentido humano y valor de cada minuto de mi vida. Ahí recuperé mi autoestima, me sentía bien, todo estaba equilibrado y aunque era personal de apoyo, mis ingresos eran muy buenos, lo que resultaba de gran ayuda, ya que tenía que sostener a mis hijos y apoyar con alguna parte a mi familia. Esta situación llegó al grado de inclinarme por esa “labor”. Y cuando ya lo había decidido, me dieron la noticia de que tenía una plaza en el norte del estado; sin embargo, para mi mala fortuna, resultaba peligroso tener a mis bebés conmigo. La docencia es una actividad que requiere de mucha responsabilidad y compromiso, pero sobre todo se involucra con la vida misma, por lo que a veces puede resultar peligroso y más cuando se tiene ya una familia en quien pensar. Fue una experiencia diferente que me ayudó, pero sobre todo que me dio la satisfacción de aprender algo nuevo, algo que me agradó en toda la extensión de la palabra y que, tal vez, si no fuera maestra, estaría en alguna comisaría desempeñando esa función. ¡Por fin… soy maestra! A estas alturas de mi vida, me encuentro en un lugar muy bonito, ahora sí me siento toda una maestra y en realidad es un término muy pesado, es una responsabilidad no de llenar papeles y formatos, sino de llenar cabecitas de conocimientos que les van a servir para toda la vida. Es esta etapa los niños son como una esponjita, lo absorben todo, y yo como maestra de ellos soy como el modelo que tienden a seguir, y me preocupa realmente, pues aunque trato de hacer mi trabajo de la mejor manera posible, apenas estoy aprendiendo de la experiencia de los demás docentes y de los mismos niños. Pero todo esto me ínsita a mejorar, a aprender y sobre todo a ser mejor cada día. Lo más difícil hasta este momento, es trabajar en equipo, ya que en este plantel nadie pone de su parte para ser un buen equipo de trabajo y proyectar la buena imagen jardín de niños que representamos, con la idea de no cometer errores para no frustrar a los alumnos. Me siento muy satisfecha de todo, ahora lo veo de una manera positiva, quien se imaginaría lo que tenemos que atravesar para llegar a ser lo que queremos. Tengo tres grandes muros que están ahí para cuando desmaye… mi madre y mis hijos a quienes amo con toda la fuerza que hay en mi ser. No todo es felicidad, pues en este tiempo me he enfrentado a salir adelante sola, el gran apoyo de mi madre para cuidarme mis hijos es suficiente, y cuando he estado a punto de dejar todo atrás por falta de recursos, recuerdo todo lo que he sufrido, todo el esfuerzo de mi madre, las limitaciones que mis hijos han tenido, y me lleno de fuerza para seguir adelante, no me doy el tiempo para mirar atrás. Autobiografías
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Pienso en mi futuro y me he plateado propósitos para ser más que sólo una maestra de preescolar, seguir estudiando y aunque al principio vi este diplomado como algo que no valía la pena, después puse lo mejor de mí para aprender, pero sobre todo para obtener herramientas que me sirvan para seguirme forjando como una profesionista.
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Evelyn Gabriela Domínguez Santamaría* La historia de cómo llegue a ser docente Introducción Ser docente es una de las profesiones más lindas y recompensadas que existen en la vida; a pesar de eso siempre han existido y existirán circunstancias que impidan o faciliten el desarrollo de esta profesión, pero depende de cada persona saber cómo manejar estos sucesos para poder alcanzar una mejora continua. El hecho de ser docente no es cosa sencilla, ya que a diferencia de otras profesiones, en esta se trabaja con seres humanos que piensan, sienten y se expresan, y cualquier error puede marcar de por vida a esa persona. De ahí surge la gran responsabilidad, compromiso y entrega de un ser docente. El quehacer docente representa todo un reto, pues no sólo se trata de transmitir los conocimientos, sino involucrarse en los procesos de enseñanzaaprendizaje de manera didáctica, formando un vínculo maestro-alumno, y teniendo como principal desafío lograr construir el conocimiento en los niños. El siguiente texto suscita paso a paso variadas anécdotas, situaciones y circunstancias que tuve que pasar para poder llegar hasta lo que ahora soy. Este texto se titula “La historia de cómo llegué a ser docente”, y se divide en dos subtemas: Origen del gusto por la docencia y Despertar a la realidad. Origen del gusto por la docencia Mi historia comienza desde el día en que nací. Llegué a este mundo en la hermosa ciudad de Xalapa, Veracruz; el diecinueve de mayo de 1985. Mis padres colmados de amor y cariño, ya me tenían preparado un maravilloso regalo, mi nombre (Evelyn). Para mis padres mi nombre tiene un gran valor afectivo, ya que junto con otros familiares, eligieron el nombre más adecuado para la primer nieta de la familia; poniendo así la mejor de sus expectativas hacia un futuro prometedor. Conforme fui creciendo, fui apreciando y valorando cada vez más mi nombre, hasta llegar a estar muy orgullosa y feliz de llamarme así, ya que es como un sello que me identifica y describe tal y como soy: en mi faceta de maestra, original y con mucha alegría. Y fue precisamente durante mi niñez que surgió la idea de ser maestra; la principal influencia fue la de observar el trabajo que mi mamá realizaba, ya que * Egresada del Diplomado en “Construcción de la identidad docente y su práctica desde la educación basada en competencias”, actualmente estudia el 2o semestre de la Maestría en Docencia en San Cristóbal de Las Casas, Evelyn Gabriela Domínguez Santamaría, es profesora de educación preescolar, tiene 2 años de servicio. Autobiografías
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ella también es educadora. Me encantaba que pusiera en práctica conmigo variadas actividades y formas de experimentar; con lo cual me dejaba en libertad de hacer actividades y creaciones significativas para mi formación. Mi mamá fungió como modelo de independencia y autonomía al realizar mis trabajos en preescolar, ya que existía una gran diferencia del jardín de niños donde trabajaba ella a el jardín de niños al que asistía yo con regularidad, pues en éste, casi todas las actividades eran guiadas e incluso impuestas por las maestras. Fue así que, con el ejemplo y guía de mi mamá, le fui tomando aprecio a esta preciosa carrera de educadora. Cuando se es niño, no se tiene en cuenta la gran responsabilidad que implicaba ser maestra (educadora), pues sólo nos limitamos a pensar que ir al jardín de niños es ir a jugar. Conforme fui creciendo la influencia y comentarios de mis familiares y parientes fueron a favor, aunque a veces en contra, de la idea de ser maestra. Algunas tías platicaban muchas de sus vivencias y beneficios que obtuvieron al ser maestras, pues mencionaban que era una profesión muy noble y además muy agradecida por la gente de las comunidades, ya que se les estaba brindando un derecho a sus niños. Por otra parte mi mamá, gracias a su amor y paciencia que siempre la han caracterizado, me brindó su apoyo alentándome con buenos comentarios y vivencias sobre el quehacer docente; ella me decía “la carrera de maestra es muy linda, y noble y vas a ver que estando en tu jardín te vas a sentir muy bien” de esta manera me animaba para saber cada vez más sobre el tema. Con mi papá sucedió todo lo contrario, ya que él no quería que estudiara para ser maestra, pues decía que estudiara cualquier carrera menos la de maestro, decía: “de maestra te vas a morir de hambre” “y ya verás cuando te manden a un rancho feo a sufrir, ahí vas a ver si deberas tienes vocación de maestra”, obviamente esto me desanimaba un poco, pero fue más mi deseo de estudiar lo que quería; el tiempo me fue dando la razón, y sin querer, le he ido demostrando a mi papá que sí supe elegir bien mi carrera. Con el paso de los años me fui creando la idea de cómo quería ser cuando fuera maestra, me emocionaba y quería que pasaran los años volando para así poder trabajar pronto. Siempre me imaginé trabajar en un jardín de niños de contexto urbano, con todos los servicios y materiales necesarios, con unos niños impecables y bien portados, pero hasta ese entonces no tenía en mente la más mínima posibilidad de trabajar bajo circunstancias poco favorables y retadoras. Me limitaba a imaginar cosas lindas y fáciles sobre el trabajo docente; era como estar en una pequeña burbuja de jabón, sin saber que pronto se rompería. En el lapso en que estudié la preparatoria me puse a pensar realmente que profesión quería estudiar, pues todos los años anteriores sólo tenía una idea vaga y poco precisa. Fue al momento de salir de la preparatoria, cuando se me presentó una circunstancia difícil, que hizo decidirme y tener claramente la idea de que quería estudiar en la Normal de Educadoras. Debo mencionar que se me presentaron otras alternativas atractivas, sobre estudiar otras profesiones; por 182
un momento pensé en estudiar arquitectura, por influencia de mi papá, quien es ingeniero. Después de analizarlo, revisé los pros y los contras de varias carreras, y terminé decidiéndome por la docencia. Despertar a la realidad Entre el lapso de salir y entrar de una escuela a otra, siempre estuve llena de buenos deseos, de querer cambiar el mundo con mis ideales. En ese entonces no se me dificultaba nada, e imaginaba las cosas muy fáciles de resolver; pero estando dentro de la Normal de Educadoras me topé con la realidad, algo distinto a lo que siempre me imaginaba, pues a través de las prácticas pude darme cuenta que existen jardines de niños de diversos contextos y modalidades, y que dentro de cada escuela existen historias muy interesantes que contar, tanto cosas positivas, como negativas. Durante el tiempo que estuve en la Normal de Educadoras, los maestros nos abastecieron de información teórica sobre el quehacer docente, para después llevarlo a la práctica. En la normal traté de adquirir los conocimientos necesarios sobre todo lo que se refería al tema de preescolar, como herramienta para estar prevenida ante ciertas circunstancias inesperadas. Y fue así como culminé mis estudios de Licenciatura en Educación Preescolar, sintiéndome muy capacitada para trabajar. Recién egresada de la Normal de Educadora me sentía muy orgullosa de tener un título que acreditaba que ya era maestra; sin embargo, todavía sentía cierto temor de no llevar a la práctica toda la teoría vista. Tenía la idea de que después de salir de la normal me iría a trabajar a un jardín de niños de contexto rural o indígena, en ningún momento me paso por la mente la posibilidad no obtener una plaza. Este suceso hizo que reflexionara si realmente quería ser educadora, pues a pesar de que tenía los papeles que me acreditaban como tal, me sentía incompleta al no poder ejercer como deber ser, como lo hacían las demás maestras que ya contaban con una plaza. A pesar de que realicé varios interinatos, donde me enfrentaba a una realidad escolar, seguía sintiéndome incompleta y un poco aislada de lo que pasaba dentro de los jardines; constantemente recibía ciertos rechazos y límites por ser maestra interina. Afortunadamente, todo esto cambio al cabo de dos años cuando obtuve mi plaza de educadora, y fue por fin que llegué a sentirme como una verdadera maestra que tiene voz y voto, y que cuenta con la disponibilidad de manejar, como sea conveniente, su salón de clases. Fue así como al paso de los años y ante ciertas circunstancias y advenimientos tanto positivos como negativos, me fui formando hasta lo que ahora soy, una verdadera educadora responsable, orgullosa de si misma y propositiva, que tiene el deseo de seguir aprendiendo día con día y de la mejor manera posible. Teniendo como lección, que el hecho de ser maestra no significa que ya se sabe todo, sino que debe haber una constante renovación, ya que no todas las circunstancias, hechos y personas, a las que nos enfrentamos, son iguales cada año. Autobiografías
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Nallely de Lourdes Cruz Ruiz* Soledad, déjame ir… Introducción La autobiografía se caracteriza por la identidad entre el autor y el texto, entre el narrador —la persona que dice “yo” y relata la historia—, y el personaje principal que cuenta su vida, sus estados de ánimo, sus emociones, su evolución personal. El siguiente trabajo surge como un proceso sintáctico para la elaboración de textos escritos, siendo este el resultado final. También como un elemento importante para la construcción de mi identidad docente, desde mi identificación como persona. En él rescato personajes importantes que han sido parte esencial en mi vida, como mis padres, mi tía y mis alumnos, además de hechos que han guiado mi camino y que ya sea negativa o positivamente han dejado huella en este trayecto. Enfatizo sobre la carencia de una identidad personal y social en mi infancia, y cómo esto ha repercutido en mi vida diaria, de igual manera la forma en que he superado estas barreras. Señalo también los motivos que me llevaron a ser docente y las dificultades en el proceso de adaptación, y concluyo con las perspectivas que tengo en un futuro, para apoyar a los niños en su desarrollo, considerando mi experiencia propia. Cuando la soledad llegó y mis inseguridades afectaron mi vida escolar Nací en un frío domingo 09 de febrero de 1986, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; pero que llenó de calor el hogar del Sr. Luis Bibiano Cruz Cancino y la Sra. Cecilia Eusebia Ruiz Villafuerte; mis padres. Decidieron llamarme Nallely de Lourdes; el primero de mis nombres lo eligió mi padre, que en Zapoteco significa “te quiero”. Y Lourdes fue elección de mi madre por ser la festividad más próxima después de mi nacimiento. Mi nombre no me agrada, para algunas personas es difícil de pronunciar y recordar, así que algunos familiares me dicen Nalú, un sobrenombre con el que me identifico más, es práctico, además de único. Mi padre era contador empírico y pasaba largas horas trabajando para que a mi madre y a mí no nos faltara , pero siempre nos faltó su tiempo. Y los pocos momentos que pasaba conmigo, se dedicaba a apoyarme en las tareas. *Egresada del Diplomado en “Construcción de la identidad docente y su práctica desde la educación basada en competencias”. Nallely de Lourdes Cruz Ruiz, es profesora de Preescolar, cuenta con 2 años de servicio. Autobiografías
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Mi madre, era secretaria de un banco; laboraba por las mañanas y parte de la tarde, así que le quedaba poco tiempo para compartir conmigo, entre las labores de la casa y su trabajo sólo quedaba la noche para disfrutar de su amor y cariño. A pesar del cansancio producido por su trabajo, concluía con una magnifica noche. Por el escaso tiempo que tenían mis padres para cuidarme, fui educada y cuidada hasta los 14 años por mi tía Isabel, es hermana de mi mamá. Ella no es cariñosa, nunca tuve un abrazo o un beso de su parte, la razón no era porque no me quisiera, era por su carácter frío, que no le permitía expresar sus sentimientos. Su cariño me lo demostraba con cuidados, siempre pendiente de mi comida, mi salud o lo que necesitara. Necesitaba compañía, era hija única y como cualquier niña tenía la ilusión de jugar, pero no tenía con quién hacerlo y pase los primeros cinco años de mi vida imaginándome amigos para no estar sola; la prima más cercana, tres años mayor que yo, nunca le interesó compartir su tiempo conmigo. No pude asistir al preescolar porque no había tiempo para llevarme e irme a recoger. Pero mi papá siempre tan ordenado y previsivo me enseñó los colores, el alfabeto, figuras geométricas, o todo lo que consideraba debía saber antes de ingresar a la primaria, a la que entré a los 5 años. Cuando llegué por primera vez, pensé que sería fácil, porque papá ya me había enseñado algunas cosas, pero se olvidó de algo que hasta hoy me cuesta trabajo superar; no me enseñó a socializar, tampoco me dijo que era una persona que valía mucho, consideró que reforzar la identidad personal no era importante, por lo que crecí con muchas inseguridades que afectaron frecuentemente mi proceso social; pasaba los recesos sola, no sabía cómo iniciar una conversación y si me preguntaban algo un sí o no respondían todo, mientras mi tez blanca se convertía en un rojo encendido que me hacía titubear más. Mi desempeño académico fue exitoso, lo que mi padre me había enseñado facilitó mucho este proceso, tuve notas altas, reconocimientos que me hicieron más segura y de ahí surgieron las primeras amistades, por lo que los últimos grados en la primaria fue menor la carga emocional por la que pase, y terminé ésta de forma satisfactoria. Pero la soledad no cedía en su totalidad, en busca de algo que llenara ese vacío, encontré el pasatiempo que hasta hoy en día disfruto y considero me hace especial, los juegos de gimnasia mental (sopa de letras, sudoku, diferencias, razonamiento lógico, etc.), habilidad que apoyó también mi desempeño escolar, ya que me permitió ser más reflexiva y hábil mentalmente. Cuando ingresé a la secundaría mis problemas sociales se presentaron de nuevo, pero fue más fácil la adaptación. Mi taller era contabilidad y descubrí que no es lo que se cree o se dice de ella, que la contabilidad son sólo números y cuentas, el taller se centraba en la resolución de problemas que implicaban números y cuentas pero con un trabajo reflexivo. 186
Esta actividad me agradó y comencé a considerarla como mi carrera profesional; sumándole a esto que mi padre era contador iniciaba el gusto y el apoyo de que ese fuera mi proyecto. Más tarde lo reforcé cuando ingresé a la preparatoria en la Escuela de Comercio y Administración, sin duda la etapa más maravillosa hasta ahora. En ella mis complicaciones sociales y de identidad se desvanecieron completamente. Fue esta la fase más significativa emocionalmente, fui líder grupal, hecho inimaginable para mí. Comencé a tener retos más grandes cada día, un líder debía saber mucho, así que todas mis clases las disfrutaba y ponía toda la atención para poder ayudar a mis compañeros que se quedaban con duda. La administración implicaba contabilidad y éstas en combinación hacían verme como toda una Licenciada en Administración y forjé mi camino hacia esa meta. Cuando ya estaba a punto de salir de la preparatoria tenía que elegir el rumbo de mi vida, la administración era en realidad mi primera opción, la que me apasionaba y quería estudiar; la docencia era la segunda, me llamaba la atención, sobre todo cuando le enseñaba a mi hermano once años menor que yo, pero satisfacía poco mis expectativas. Por cuestiones económicas no pude entrar a la carrera de Administración, la escuela era privada y los costos eran elevados, y aunque trabajaba, no podía solventar todos los gastos que implicaba, y no tuve la seguridad ni la fuerza para luchar por lo que quería. Así que la docencia era la única alternativa para mí, a pesar de mi agrado por esta, me costó despegarme de la idea de ser administrativa. Otra gran decisión tenía que tomar: ser educadora o maestra de primaria, esta última me causaba grandes temores, ya que no creía tener la capacidad de poder enseñar a un niño a leer y escribir. Por otro lado, como no tuve la experiencia de estar en preescolar, tenía la curiosidad por saber lo que se trabajaba en este nivel, por lo que al final opté por la Licenciatura de Educación Preescolar. La normal a la que asistí se encontraba delante de mi antigua escuela, y cuando pasaba por ahí, justo donde se encontraba el salón que por tres años había sido “mío”, verlo recién pintado, para darles la bienvenida a otros alumnos, me provocaba nostalgia, que se convertía en lágrimas por la impotencia de no haber seguido mis sueños. Había dejado en aquella escuela mis mejores logros, la superación de mis temores. Ahora estaba en un contexto totalmente diferente, en una escuela inmensa con tan pocos estudiantes, donde no era posible llegar a conocerlos a todos, porque estábamos dispersos, además ya no era líder, no tenía el ánimo para ser la mejor, los miedos regresaban, mis inseguridades se hacían presentes. Y otra vez, la soledad llegó a mí, y junto con la tristeza y la impotencia, invadió mi vida. Las primeras indicaciones de los profesores se hicieron presentes, —participar en clase e ir a realizar observaciones en jardines de niños—, esto implicaba expresar lo que pensaba y relacionarme con gente que iba conociendo, mi inseguridad me limitó, antes de hacer algo incorrecto mejor prefería no participar; Autobiografías
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en las observaciones, las palabras sí y no, llegaron de nuevo como respuestas únicas, y con ellas las bajas calificaciones. La conformidad se hacía más lenta cuando me tocaba observar el trabajo de las educadoras; ellas siempre enfermaban justo cuando la practicante llegaba y me tocaba atender al grupo, sin experiencia alguna, como fue el caso de mi primera práctica con la maestra Elena, una docente ya con varios años de experiencia; su rostro expresaba ya desinterés por su trabajo, pero siempre con seriedad y rigidez me exigía mucho, y por no obedecer a todo lo que me pedía, me reprobó en la Evaluación de la Práctica. Estas situaciones fueron difíciles para mí, sobre todo, porque no estaba convencida de querer ser educadora. Enfrentarme con los niños con esta carga emocional era difícil. Prometí que cuando me parara frente a un grupo de infantes tenía que poner todo mi esfuerzo y empeño para sacarlos adelante. Debía dejar a un lado esas actitudes que me hacían dudar de mi profesión, ya que por malas decisiones podía afectar la vida de esos niños. Al paso de las prácticas, fui tomando gusto por la carrera y aprendiendo mucho de lo poco que observaba de las maestras que no se enfermaban cuando llegaba como practicante, incluso pude pedirles su ayuda cuando algo se me dificultaba, pero sobre todo aprendí de esos pequeños, que me enseñaban cómo era el preescolar, qué se trabajaba en él y que me hacían recordar cuando fui una pequeña que no pudo asistir al jardín. Trabajo y alumnos; los compañeros perfectos Mi primer trabajo fue en el nivel de primaria, en una escuela de organización completa donde tenía que convivir con nueve docentes más, de nuevo las relaciones personales me costaron, pero las ganas de trabajar rompieron barreras y permitieron que mis temores se terminaran y realizáramos un trabajo en equipo entre todo el personal. La educación primaria no era un campo conocido, pero fue un reto que quise enfrentar, y considero que lo hice bien, brindé mis servicios en un grupo de cuarto grado con 36 alumnos de nueve a catorce años de edad, me esforcé por sacar adelante a esos niños, pese a las barreras culturales y lingüísticas. La escuela estaba en una comunidad llamada Saclúm, municipio de Chenalhó, en Chiapas; era mi primer trabajo y llegaba con toda la disposición, no importaba las dos horas de terracería que tenía que recorrer, ni el polvo, ni el calor, no importaba nada. Mis alumnos eran los mejores y no porque supieran mucho de lo que yo les había enseñado, sino porque eran niños alegres, seguros, participativos y sociales; que disfrutaban su niñez, se subían a los árboles, jugaban con llantas, con la tierra que abundaba en la escuela y basquetbol, hasta las hormigas eran sus juguetes. Todos se conocían, no encontré jamás un niño solo, ellos me enseñaron que yo también podía hacer amigos. 188
Cuando llegaba la hora de salir, todos mis compañeros corrían a buscar el mejor lugar dentro de la cabina del carro para no empolvarse, yo simplemente caminaba hasta llegar al vehículo y sentarme con José uno de mis alumnos que vivía a media hora de la comunidad, él me enseñaba un poco de tsotsil, lengua materna de Chenalhó. José era un niño muy noble, en su rostro expresaba tranquilidad y ternura, por lo que era casi imposible no sublimarse. Era mi mejor amigo, siempre viajábamos juntos, él me defendía de los ratones de la comunidad, que tanto miedo me daban, apartaba mi lugar en el carro para que no fuera parada, me contaba chistes para irme riendo, él hacía que esas dos horas de camino pasaran ligeramente. Al terminar el ciclo escolar me llevé 41 amigos, 36 de ellos eran mis alumnos, esos alumnos que me hicieron sentir querida, valiosa, pero sobre todo acompañada, ese año la soledad no estuvo presente. En el 2008, decidí regresar al nivel preescolar para no desviarme y así obtener experiencia en lo que había estudiado. En las prácticas aprendí poco, y había estado un año en una primaria, era momento de buscar una oportunidad en el nivel preescolar. Pero cuando llegue a la zona que me correspondía, por causas internas de ésta no quedé frente a grupo; fui apoyo técnico administrativo en supervisión, sentía que la vida me regresaba a lo que yo había buscado desde un principio; la administración. Fue un proceso complicado, pues traté con personas más experimentadas, entre ellos se conocían por años, ya que estaban en la misma zona. Yo era la educadora nueva que llegaba a trabajar con la supervisora, como apoyo; mi acercamiento fue con directoras, algunas minimizaban mi trabajo, porque me veían inferior a ellas por estar más experimentadas; pero mi identidad personal era más fuerte, mis problemas sociales disminuían considerablemente, por lo que el proceso de adaptación fue más corto. En cuanto a mi trabajo, puse todo mi empeño y gusto absoluto, ahí aprendí los detalles administrativos de preescolar, el cual no me desarticulaba por completo de mi nivel, pero sin de esa experiencia, frente a un salón de clases, que tanto buscaba. Este año, obtuve la plaza y será el primero que trabajo con niños de edad preescolar, por problemas de espacio estoy como apoyo de una educadora, es ahora cuando estoy observando el trabajo que realiza y aprendiendo muchas estrategias con ella. Hay muchos proyectos que quiero realizar con mis alumnos, pero sin duda, los primeros serán enfocados en desarrollar, en ellos, el conocimiento de la identidad personal y social. Todas las competencias son muy importantes, pero por experiencia propia, considero que sólo en este nivel las retoman por completo, ya que en la primaria se olvidan de propiciar algunas en los niños y se enfocan únicamente a procesos cognitivos. La entrada al diplomado, ha sido difícil por cuestiones de tiempo y trabajo, pero sin duda ha abierto un espacio de expresión y reflexión para reconocer mi identidad como persona y docente, identidades que hasta hace poco no tenía claras. Autobiografías
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ÁLBUM FOTOGRÁFICO
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Profesores y alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado
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Instituto de Estudios
Para los docentes el apoyo familiar es fundamental
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Actividades de Alejandro Hernández Serrano, maestro de Telesecundaria y egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En la foto se observa la Celebración del día de la ONU.
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La actualización conjunta con alumnos y compañeros docentes, le permite intercambiar conocimientos y experiencias que coadyuvan a la mejora de la práctica escolar.
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Los observadores externos, permiten reflexionar y hacer una introspección de nuestra práctica docente.
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Actividades de Mario Alberto Martínez Méndez, egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En esta foto, puede verse trabajando con los alumnos.
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El intercambio de ideas es fundamental para la didáctica de la enseñanza.
200 Experimentando en clase.
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Actividades de Martha Montoya Sánchez, Profesora de Educación Preescolar y estudiante del 2o. semestre de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
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Inmiscuir a los padres de familia en la educación de sus hijas e hijos es importante para lograr una educación de calidad.
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Marchando con los niños.
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Actividades de Martín Gómez Culebro, profesor de la Escuela Primaria Federal “5 de Febrero” en El Bosque, Chiapas. Es egresado de la Maestría en Docencia del Instituto de Estudios de Posgrado, sede Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
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Para el profesor Gómez Culebro, transmitir conocimientos significa facilitar un aprendizaje autónomo a lo largo de la vida.
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SOBRE LA COORDINADORA Guadalupe Albores Castro. Ha sido profesora en escuelas rurales. Es Maestra en ciencias, con Especialidad en Educación por el Instituto Politécnico Nacional ( CINVESTAV-IPN ). Hace más de una década que es docente del Instituto de Estudios de Postgrado de la Secretaría de Educación de Chiapas. Su experiencia educativa es destacada y muy amplia.
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Autobiografías. Así somos los docentes de Chiapas. Autobiografías de alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado Se terminó de imprimir en Talleres Gráficos de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; en julio de 2011, con un tiraje de 1,000 ejemplares.
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Autobiografías. Así somos los docentes de Chiapas. Autobiografías de alumnos del Instituto de Estudios de Posgrado Se terminó de imprimir en Talleres Gráficos de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; en julio de 2011, con un tiraje de 1,000 ejemplares.
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