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Spanish Pages 31 Year 2023
Autismo, los caminos posibles. Una mirada de padres para familias, médicos, terapeutas y docentes. Peter Alexander Grupo Editorial Sur, 2019.
El Capítulo adolescente y más allá Es una continuación del libro mencionado arriba. El texto de esta sección adicional está libremente disponible en diversos enlaces de internet, entre ellos en https://grupoeditorialsur.com.ar/producto/autismo‐los‐caminos‐posibles/
Índice Introducción Igual y distinto El día a día Terminando el colegio Con una (no tan) pequeña ayuda de mis profesores ¿Y dónde está el psicólogo? Otras terapias y actividades Situaciones para las cuales los padres deberíamos estar preparados ¿Cómo manejamos ansiedades, obsesiones e inflexibilidades? Fortalezas y debilidades a esta edad Metas cumplidas Redes sociales y de comunicación Formación educativa superior e inserción laboral Ficciones y testimonios que abordan el autismo en jóvenes
Introducción Este capítulo pretende continuar el libro “Autismo, los caminos posibles. Una mirada de padres para familias, médicos, terapeutas y docentes (Grupo Editorial Sur, 2019)”. Los destinatarios de este nuevo escrito siguen siendo los mismos que antes, o sea los progenitores y los profesionales de la salud y de la educación. En aquel texto he relatado nuestro recorrido familiar desde antes del diagnóstico de TGD NE hecho a nuestro hijo (trastorno generalizado del desarrollo no específicado) cuando estaba por cumplir 4 años hasta la etapa preadolescente. En una perspectiva general, toda la sociedad está más informada del tema autismo hoy en día que hace una década o más tiempo y además ha habido progresos en cuanto a la inclusión de estos niños en diversos ámbitos. Por citar un ejemplo, nosotros rebotamos en unas veinte instituciones cuando buscábamos un jardín de infantes que incluyera un proyecto de integración escolar para Iván. Por reportes de otros padres tenemos entendido que hoy en día es un proceso menos tortuoso. Sin saberlo pero intuyéndolo, en el ciclo adolescente se abrió un escenario muy distinto para nosotros. Dejó de ser todo tan lineal como elegir una filosofía de trabajo y armar un rompecabezas de terapias y actividades. Ya no fue así. Se terminaron los lineamientos orientadores del DIR Floortime (ver este tema en el libro de papel) y empezó el programa “vamos viendo”. Apenas recibimos unas pocas recomendaciones de algunos profesionales y de padres que ya atravesaron el cocktail de autismo y adolescencia. Si esta etapa inicial de la juventud ya es por sí sola difícil, imaginen el aditamento de la falta de flexibilidad, la dificultad de interpretar contextos o el padecimiento de un desborde emocional. Y reitero, ya no hay un manual general. Y además es muy difícil encontrar propuestas diseñadas para amalgamar autismo y adolescencia. Mucho de lo que se planee depende de las observaciones cotidianas de los padres, su interpretación de los hechos y su creatividad para abordar todo eso en una terapia o en una actividad convencional. Pero como cada joven es distinto, hay mucho vacío informativo en cuanto a lo específico de cada caso y uno queda inmerso en una mezcla de incertidumbre, dudas, sugerencias contradictorias y sensación de pérdida de dominio de la evolución del proceso terapéutico. Falta un norte claro hacia dónde ir como sucedía en la etapa infantil. Además se vienen los últimos años del colegio secundario. Surgen diversos interrogantes. ¿Cómo ampliamos el universo de intereses restringidos, ya que el grado de suficiencia del adolescente lo puede llevar a negarse a casi cualquier propuesta? ¿Cómo lo ayudamos a mejorar su vinculación social en esta etapa tan llena de códigos abstractos? ¿Intentamos pasar horas de consultorio hacia actividades más cotidianas y menos artificiosas, más parecidas a la vida independiente de adulto? ¿Vamos disminuyendo el acompañamiento en el colegio o lo seguimos sosteniendo para reforzar las características que serán necesarias para lo que venga luego de la etapa escolar? Empiezan a correr las agujas del cronómetro que cuenta el tiempo hasta el día de graduación. ¿Qué vendrá después? Y encima en medio de la escuela secundaria nos agarró la pandemia 2020‐2021 con lo que eso nos complicó a todos. Tanto encierro consolidó algunas rigideces y temores. Pero para mí no fue todo negativo. También fue un buen aprendizaje para nuestro hijo de que no puede
estar todo planificado y que hay que saber adaptarse y surfear los imprevistos, que son parte habitual de la vida. Hubo que adquirir más flexibilidad, cambiar rutinas, engancharse a las clases remotas, etc. La etapa adolescente fue al igual que la era infantil un gran universo desconocido, el cual quiero describir para las familias que vengan detrás de nosotros y para los profesionales de la salud y de la educación que lo ven desde el otro lado del mostrador. Espero que les sirvan al menos algunas de estas ideas, anécdotas, sugerencias y vivencias familiares. Ante la falta de un abordaje contenedor como había sucedido en la etapa infantil, nuestra decisión familiar fue concentrarnos sobre todo en tres ejes principales: académico (adquirir método de estudio y optimizar la incorporación de conocimiento en el colegio), social (saber interpretar metalenguaje y participar de algunas actividades colectivas) y emocional (poder conectar genuinamente con el deseo en vez de gratificarse siguiendo rutinas y además saber administrar los sentimientos desbordantes). Y si como progenitor, después de tanto tiempo que recibiste el diagnóstico te queda un sentimiento de culpa o de fastidio o de angustia o de desilusión, tratá de buscar la forma de alivianarlo (mindfulness, psicología, filosofía, etc). Permanecer así sólo te quitará energía, que en esta etapa la necesitarás en gran cantidad, para llevar adelante un proceso positivo en forma efectiva. Sé consciente de que tu hijo quizás sea muy apreciado por sus compañeros, sabedores de su permanente lucha por superarse y que además puede llegar a ser muy querido con sus características propias. Y seguí manteniendo la vara bien alta. No le harás ningún favor al joven al ser complaciente, quitarle obstáculos y simplificarle en exceso los desafíos o justificar cualquier comportamiento suyo que resulte inadecuado. Le estarás quitando posibilidades de desarrollar su autoestima en varios logros alcanzables y es probable que haga una evaluación subvalorada de lo que el mundo puede llegar a esperar de él. Aceptar el diagnóstico no es resignarse. Por el contrario, es el proceso inicial y necesario para progresar. Como les pasa a tantos otros padres, tu hijo quizás no será ni hará exactamente lo que pensabas antes de su nacimiento. Eso no es una condena, sino un recorrido distinto y tal vez más escarpado del que imaginabas, pero no por eso exento de grandes emociones, satisfacciones y sorpresas. ¡Si aunque sea en parte no lo ves así, entonces puede ser que te vayas a perder una gran parte de su crecimiento, ya es un adolescente o un veinteañero! Igual y distinto Al día de hoy se considera que el autismo es una característica de origen neurológico que es permanente (denominado también TEA o CEA que significan trastorno o condición de espectro autista). Eso probablemente conllevará a lo largo de la vida dificultades sociales y de índole pragmática en algunas actividades cotidianas. Pero como mencioné en mi libro, todos llevamos a lo largo de nuestra existencia algunos elementos en nuestra mochila con los cuales
deberemos lidiar de la mejor forma posible y a nuestra manera (con terapias, grupos de autoayuda, yoga, etc.). También es cierto que en muchas áreas la persona con TEA tendrá un enfoque distinto del habitual, pero eso hoy en día en nuestra sociedad parece ser menos trascendente que antes. ¿Qué significa una perspectiva diferente? Quizás ni mejor ni peor, sino atípica. A mucha gente le interesan los deportes, al joven con CEA quizás le guste la geografía urbana, varias personas son fanáticos del rock y pop, él sigue al rock uruguayo, algunos se divierten con alboroto y ruido, él prefiere situaciones tranquilas y previsibles. Así que una alternativa es que no veas en ese joven una discapacidad sino una diversidad funcional. Pero como padre o madre probablemente no te salvarás al igual que con otros adolescentes de discusiones sobre levantar la vajilla después de comer, no usar ropa sucia o de resolver un problema con esfuerzo propio. Hay que ser consciente que en esta etapa aparecerá un conflicto entre respetarle al joven su forma de percibir el mundo vs “normalizar” su comportamiento hacia lo socialmente esperable, puesto que no llevará un cartel “advertencia: puede actuar de forma no habitual” que alerte a toda persona con la que se cruce. Una de las enormes dificultades está en la falta del registro de un “sentido común” similar al que desarrollan la mayoría de los individuos. De ser posible, es conveniente discutir en cada una de las situaciones anómalas que se presenten la importancia de interpretar el contexto de ese momento (por ejemplo detectar que una persona que nos está atendiendo se puede irritar si la apuramos demasiado). Es necesario ser muy creativo, aplicar pensamiento lateral, tener mucha muñeca y un ojo afilado, poder ir aplicando mucha sintonía fina y estar dispuesto a experimentar mucha “prueba y error”, no hay una fórmula mágica. A veces encontramos excelentes opciones de ensayo de situaciones donde ni las imaginamos. Por ejemplo para la práctica de manualidades, un ingeniero muy persistente de un taller de robótica y programación ayudó mucho a nuestro hijo en el ejercicio de motricidad fina, el aprendizaje de reparaciones prácticas en la casa y el sostenimiento de proyectos de comienzo a fin. El día a día De forma instintiva al ver un grandote de más de 1.90 m que ya se empieza a afeitar nos enojamos cuando ya repitió un chiste infantil varias veces seguidas. Así que es bueno cada tanto relajarse y estar preparado para encontrar de forma reiterada situaciones desajustadas madurativamente respecto a sus pares: objeciones a cambiar rutinas, reiteración sistemática de un tema como si no se hubiera abordado antes, dificultad en tratar cuestiones emocionales “negativas”, rechazo a apartarse de las reglas establecidas aun cuando es conveniente (voy a comer primero el postre porque el plato principal va a demorar mucho), la merienda hay que tomarla siempre a las 17 hs, el te debe tomarse si o si con leche, etc. Pero a mi entender aquí hay que seguir aplicando DIR Floortime. Y en los temas de interés hay que tratar de sostener prolongados diálogos. Además se deben explicar las situaciones sociales que pueden llevar a malentendidos desagradables en el preciso momento en que suceden. Porque afuera del
“territorio conocido y seguro” puede haber gente que se enoje ante una afirmación fuera de contexto o que considere burlona. Pero también al igual que durante la infancia sigue siendo muy importante el alimento de la autoestima: hay que alentar la ideación de proyectos, su concreción y destacar los logros. Tengo la ilusión de que todo ese combo de acciones nuestras puede seguir ayudando a madurar y a desarrollar objetivos complejos. En esta etapa aparecieron enormes dificultades para descifrar los códigos de la edad, las frases con triple significado, las ambigüedades, las metáforas, las parábolas, las ironías, el sarcasmo y las expresiones cargadas de cinismo. ¿Qué quiso decir con que todo quedó como tierra arrasada? ¡Ese tema es pan comido! ¡No hay que llorar sobre leche derramada! Muchas veces Iván capta un mínimo del significado de algo y luego ensaya a ver si le emboca el sentido, diciendo algo y viendo la respuesta de la otra persona. La política resultó un campo muy fértil para poner a prueba muchas de estas cuestiones, al ser un ámbito de muchas mentiras, promesas vanas, demagogia, mensajes cifrados hacia terceros e ironías. Sabiendo que un candidato no goza de gran prestigio por ejemplo a veces decimos “qué honesto es este personaje, eh?” ¡Y luego agregamos, “es una ironía”! El aprendizaje de estos conceptos no es “en automático” como en chicos neurotípicos sino con mucha repetición de situaciones y su posterior clarificación. Como el recorrido evolutivo de Iván ha sido distinto, entonces algunos mecanismos emergen de forma diferente y más progresiva de la habitual. En sus temáticas nuestro hijo también ha demostrado que no le falta pasión. Él manifiesta odiar a algunos políticos y menciona a veces que les haría cosas horribles, ante lo cual debemos llamarlo a la reflexión y sugerirle que diferencie entre el deseo y lo adecuado en un lugar civilizado. En algún punto creo que alguien por error podría confundir su comportamiento con una paranoia (“estos políticos están haciendo esto a propósito y yo quiero corregirlo”). Esperamos que madurando pueda pasar con el tiempo a una actitud “políticamente correcta” y salir de una posición tan centrada en que es poseedor de la verdad revelada. Algunas características propias en esta era más adulta hay que trabajarlas de alguna forma porque pueden convertirse a la larga en un gran problema. Uno de esos aspectos es la dificultad de sostener y enfocar una actividad. Ha seguido presente en Iván esa mezcla de ansiedad y autoestimulación mental. La dificultad para plantear ideas y proyectos largos. Siempre está presente el chiste o remate corto de una situación. Apelamos al mindfulness pero yo no he visto un resultado positivo al respecto. Algunos profesionales han aplicado ejercicios de esa disciplina antes de comenzar alguna tarea con Iván y puede ser que hayan detectado algún efecto favorable pero no puedo rescatar que ellos hayan destacado resultados observables concretos. En general, nuestro hijo puede estar concentrado un tiempo prolongado en actividades pasivas (clase escolar de 40 minutos por ejemplo) pero lo que requiere una postura activa lo lleva a sostenerla un lapso menor (escribir un resumen o practicar con un instrumento musical).
¿Si el joven está en condiciones de sostener un debate con argumentos serios, qué podés hacer como padre para desarrollar flexibilidad, ampliación de perspectivas, apertura a ideas ajenas y aceptación de la duda? Una posibilidad es discutir alguna de las habituales paradojas (por ejemplo la de Protágoras), en las cuales hay 2 posturas que pueden ser correctas o no según el punto de vista de cada uno y que no tienen solución perfecta o lógica o justa. Y con el tiempo puede ser que cambiemos nuestro punto de vista gracias a las vivencias que atravesamos. O quizás sintamos ambigüedad o que no tenemos una postura clara. Tal vez el joven descubra que hoy en día tiene una opinión distinta respecto de otras personas cercanas o que su visión no es la misma respecto a la que hubiera tenido como niño. Verdad y mentira pueden ser valores flexibles o a los que no podemos acceder. Si durante el debate tu hijo se detiene en detalles del dilema, intentá reencauzarlo e ir al meollo de la cuestión. La política, gran foco de interés de Iván, por suerte es una gran fuente de dudas, contradicciones e intercambio de opiniones opuestas, así que intento aprovechar ese tema. Y es un espacio para la práctica de ambigüedades o temas que resultan subjetivos. Motivado por el interés, hace un gran esfuerzo para interpretar a través de mucha prueba y error algunas frases de discursos. En la vida cotidiana hay varias situaciones difusas con las cuales nos podemos encontrar: el político nos prometió que el próximo año estaremos mejor, el profesor indicó que en el trimestre que viene va a valorar más el esfuerzo individual, la fiesta empieza a las 21 horas (pero está mal visto ser el primero y todos llegan un largo rato después). La descripción y nivelación del estado anímico propio puede ser una difícil tarea para estos adolescentes. La respuesta física quizás sea más fácil que la expresión emocional para ellos. “Ah, estás enojado.” “¿Mucho o sólo un poco?” “¿Podés calmarte o salís un rato a pasear?” “¿Si vas a reaccionar al enojo, podés pensar antes en sus posibles malas consecuencias y evitarlo?” Quizás de tanto repetir logremos poner la semilla de la reflexión. Cuándo retroceder para dar lugar a la autorregulación y cuándo avanzar para favorecer el pensamiento. Se debe ver situación por situación. Seguramente habrá diversos aspectos sociales de etiqueta o de buen comportamiento que los padres deben hablar con sus hijos con TEA, ya que quizás no los aprenderán en forma automática como los jóvenes neurotípicos. Eso a futuro quizás le facilitará conseguir un trabajo, tener amigos o una pareja, recibir una advertencia en vez de una multa y obtener a veces un postre de cortesía en un restaurant. Por ejemplo el joven debería saber que si un amigo lo invita a la casa queda bien llevarle una golosina de regalo. Y hay que ayudar a la propia familia a realizar las compras de supermercado, es de buen compañero preguntar a un par cómo le fue en un examen, es de persona solidaria llevar ropa a lugares que la distribuyen entre gente humilde y siempre es cortés agradecer cuando te dan algo. A veces parecía que Iván les daba instrucciones a los mozos de los restaurants, así que tuvimos que hablar más de una vez acerca de cómo dirigirse a ellos de forma cordial.
Otro aspecto muy importante de esta etapa es la presentación de uno, incluyendo el olor. Es esencial bañarse bien y de ser necesario repasar figurativamente o con un video como hacerlo de forma eficiente. También hay que ponerse un buen desodorante luego de asegurarse de estar limpio. Quizás haya que insistir que pueda ser necesario volver a limpiarse o perfumarse más allá de la rutina diaria, sobre todo en verano o después de hacer deporte. Debe destacarse que no sólo es importante que otra persona se sienta bien por la forma en que le hablamos sino que además la forma en que nos presentamos (aunque la importancia de la ropa pueda depender de las circunstancias) y cómo la miramos mientras hablamos con ella. Hay que informar al joven que de todo eso puede depender cómo lo tratan sus compañeros o el día de mañana que pueda conseguir o no un trabajo. El método de recompensas puede fallar con estos adolescentes porque quizás no les interesa tener el último modelo de bicicleta, o el videojuego más nuevo o la pelota del futbolista más conocido. Hay que pensar en otras técnicas. O evaluar previamente muy bien cuáles son los incentivos que se pueden colocar. Algunos que pueden llegar a funcionar: reemplazar el celular exhausto por uno nuevo, ir a comer al mejor lugar de hamburguesas o ir al recital del conjunto preferido ¿Y las posibles sanciones por inconducta? ¿Qué pasa cuando Iván dice algo en un lugar público que resulta muy agresivo y desubicado hacia nosotros? Evitamos contestar y escalar la situación. O solo le decimos que su comentario está fuera de lugar. Si hay un amigo presente probablemente le marcará su inconducta. Teniendo en cuenta su tamaño actual, por suerte no tiene comportamiento físico inapropiado. Una de las primeras actitudes adaptativas de nuestro hijo cuando aun no teníamos diagnóstico y que luego entendimos en perspectiva, era que estaba dormido cuando lo íbamos a buscar al jardín de infantes. Con el tiempo comprendimos que era su respuesta al estar abrumado por demasiados estímulos del entorno y que entonces bajaba todas las persianas. Otros niños con TEA por ahí tenían actitudes opuestas y se descontrolaban. Por suerte con el excelente trabajo de la terapista ocupacional y otros profesionales Iván fue desensibilizando esos extremos y hoy es extraño que algún lugar le resulte abrumador. Hemos ido al cine, a espectáculos masivos o a locales de videojuegos. A lo sumo a veces necesita salir de clase unos minutos para calmarse un poco por algún pensamiento o hecho en el aula que lo sobrepasa en excitación. Hay que saber detectar esas situaciones porque un exceso de presión sólo logrará generar respuestas exageradas o desubicadas. Y debemos recordar que el grandote que tenemos frente a nosotros no tiene la edad evolutiva que parece. En general los jóvenes con autismo no parecen estar interesados en tener amistades o no comprenden las dinámicas que las regulan (que pueden llevar a su profundización a o su quiebre) o no imaginan los posibles beneficios de una relación de ese tipo (ayudarse en dificultades, compartir experiencias agradables, emprender proyectos, etc.). Pero los padres buscamos que en algún momento del futuro si puedan llegar a desarrollar este tipo de vínculos pues son parte esencial de la vida cotidiana, no solo por lo que representan esas situaciones
para nuestro bienestar general (aunque no todos las disfrutan por igual) sino por los resultados prácticos (a veces solo un amigo nos consigue algo casi imposible). Sabemos que cada relación de amistad puede tener un enorme costo de energía para nuestro hijo. Buscamos destacar la importancia de valores como compromiso, lealtad y buena fe. Amigo, amigo, amigo quizás Iván tenga uno solo. Es una relación más en un solo sentido que bidireccional. Este adolescente lo convoca a participar de algo que sabe que a nuestro hijo le puede interesar, lo invita a la casa y sabe que no siempre será recíproco en el tiempo, entiende parte de su visión distinta del mundo, lo convence de cuestiones que los padres no podemos,… Todo esto no lo digo como un reproche a sus pares en general. Entiendo perfectamente que en esta etapa muchos de sus compañeros están buscando de a poco su propio lugar en el mundo y también que cada uno desarrolla empatía de diversas maneras o sobre diferentes aspectos (preocupación por los pobres o por las guerras o por el cambio climático, etc.). Lo que es casi seguro es que las chances de encontrar potenciales amigos van de forma inversamente proporcional a las horas frente a la computadora o el teléfono (digo casi porque hoy en día también pueden aparecer posibles amistades en actividades en línea, aunque hay que tener mucho cuidado). Por lo tanto procuramos la participación de nuestro hijo en actividades extracurriculares de su posible interés. Hay tres aspectos esenciales de la vida cotidiana en los cuales los padres podemos incidir en el bienestar general de un hijo adolescente y que pueden favorecer su salud y su buen humor. El primero ya lo abordaré en otra sección más abajo en cuanto a nuestra experiencia y se refiere a procurar una dieta alimentaria variada y sana dentro de una posible paleta restringida que haya adoptado el joven. Además, las comidas en familia son una gran oportunidad de ejercitar aspectos sociales. El segundo aspecto se refiere a una suficiente cantidad de buenas horas de sueño, teniendo en cuenta si el joven tiene dificultades para dormirse o que se despierta en medio de la noche o demasiado temprano en la mañana por ansiedad o demasiado tarde por falta de energía. Por último es conveniente mantener una rutina semanal de actividad física aunque sea con un profesor particular, sobre todo para quienes se perciben flojos en desafíos motrices. ¿Qué objetivos fuimos cumpliendo aunque sea de forma parcial antes de entrar a la adultez de Iván? Tener una vida cotidiana ordenada en cuanto a vigilia y sueño. Manejar la vestimenta, el aseo y la higiene de forma razonable. Tener un cuarto y un escritorio más o menos ordenado. Poder organizar su propia agenda escolar y extracurricular. Manejar dinero y usar transporte público. Usar redes sociales con algún grado de supervisión parental. Visitar a los médicos y hacer diversos tipos de estudios sin temor y de forma relajada. Tener conciencia de cómo funciona el mundo y cómo podemos colaborar para que en lo posible todos estemos mejor. Ayudar a levantar la mesa después de comer. Quedarse de a ratos solo en casa. Aprender a calmar la ansiedad en algunos instantes. Estudiar organizadamente y trabajar en equipo. Tener un grado de autonomía que le permita discernir cuándo puede buscar él solo la solución a un problema y cuando legítimamente necesita ayuda. En el colegio ya debió hacer una primera selección entre sus posibles vocaciones al comenzar la segunda mitad de la
escuela secundaria. Precisó elegir entre tres orientaciones: sociales, naturales y económicas. Optó con criterio propio por la primera alternativa. Cuando le sobra el dinero semanal en billetes o en pago con celular que le damos, a veces por iniciativa propia se compra golosinas, una bebida o un helado o se toma un taxi para no hacer un recorrido a pie. Pienso que hay una serie de experiencias que pueden ser muy útiles antes de graduarse en el colegio y aproximarse a la vida adulta. No sólo para beneficio de Iván sino también de sus compañeros: simular entrevistas de trabajo, aprender a diseñar un CV (hoy en día no son sólo en formato escrito), asistir a cursos públicos en ámbitos municipales, académicos o comunitarios (ahí el estudio ya no es monitoreado por un profesor sino a criterio de uno mismo), ser voluntario unas pocas horas por semana en una organización o por último, los viajes de estudio escolares pueden ser una vivencia enriquecedora. En síntesis, hay que prepararse para pavimentar y balizar lo mejor posible el trayecto que se recorrerá al finalizar la escuela secundaria. Terminando el colegio En la secundaria los padres de los adolescentes con TEA deberán seguir siendo omnipresentes en el colegio y en las cuestiones asociadas, quizás un poco menos que en la primaria. Habrá reuniones con el equipo de orientación escolar de la escuela, intercambios con el equipo de supervisión del acompañamiento y conversaciones con docentes de las materias que lo hagan necesario según el criterio de los padres o de los profesores. El tema del acompañamiento en la escuela ha sido para nosotros un capítulo en sí mismo en esta etapa. El equipo de supervisión de la integración escolar sostenía desde la mitad del ciclo secundario que había que ir paulatinamente disminuyendo hasta desvanecerlo, para darle vuelo propio e independencia a Iván y nosotros estábamos de acuerdo en ese momento. Luego nos fuimos dando cuenta que si bien nuestro hijo desde hacía un tiempo ya no quería ser acompañado en los recreos, íbamos a desaprovechar instancias donde apuntar valiosas observaciones o donde él podría mejorar herramientas sociales. En cuanto a su desempeño académico, nos pareció que iba a ser un “como si adquiriera independencia” ya que hay aspectos básicos sobre los cuales se construye la futura estructura de estudios de una persona y que no están presentes en él: organización del pupitre, orden del cuaderno o la carpeta, abordaje secuenciado de un problema elaborado, toma de apuntes, resolución de la mayor cantidad posible de tareas en clase, etc. Hay un inconveniente adicional del acompañamiento que tiene que ver con un certificado llamado Registro Nacional de Prestadores que es otorgado por la Agencia Nacional
de Discapacidad. En principio es exigido solo para el profesional de la salud que va a estar con el adolescente en el colegio o para quienes lo supervisan. Pero si una familia y su médico consideran que el joven estaría mejor acompañado por una psicopedagoga o maestra especial o licenciada en educación, es un tema del azar según el criterio que reina en el distrito y más específicamente en su inspección escolar si se puede concretar o no. En la zona de nuestro colegio eso fue siempre un dolor de cabeza. Sobre todo en la etapa final de la secundaria, donde nos parecía fundamental otorgar más relevancia a la cuestión del estudio que a la del comportamiento, que salvo algunas cuestiones muy puntuales estaba bajo control. En otros aspectos nuestro hijo es muy sólido: responsable en la preparación y entrega de tareas extraescolares, muy participativo en clase o un conocedor profundo de temas muy específicos (los que son de su gran interés). Hay materias donde Iván se siente seguro y se desempeña muy bien y los profesores saben bien cuáles adaptaciones metodológicas hacer. Ahí él le indica al acompañante que se vaya a la sala de profesores (sobre todo en las ciencias sociales). Lengua, matemáticas y ciencias duras sí requieren acompañamiento. En matemáticas le va muy bien en todo lo que es cómputo, no así en lo que requiere varios pasos o algo de improvisación. No sabemos qué algoritmo desarrolló que al instante que alguien le dice su fecha de nacimiento él responde sin error qué día de la semana es. O sea, tiene una clara habilidad en identificar patrones y usar ese conocimiento. Iván en general también ha solicitado estar acompañado en las instancias de pruebas para sentirse más confiado, sobre todo si es una materia donde no se percibe seguro. La pandemia en sí y el empeoramiento de la situación general del país al mismo tiempo nos llevó a la falta de un acompañante único durante cada año escolar a mitad de la secundaria. Primero había que ver si se podían acordar las instancias semanales de acompañamiento. Si los días y horarios con el profesional se lograban coordinar, manteníamos el acompañamiento en las materias necesarias por un tiempo e íbamos viendo luego durante el año qué se podía reducir. Esta tarea fue extremadamente difícil de articular porque quedaba muchas veces una grilla muy agujereada. Para los últimos 2 años de colegio nos abocamos a la búsqueda de un profesional de la educación, ya basta de psicólogos como acompañantes. Por suerte pudimos mantener a la misma persona todo ese tiempo. Como idea general debo decir que cada año ha sido más difícil encontrar una buena maestra integradora comprometida, ya sea porque haya otras opciones laborales más atractivas y mejor remuneradas para ellas en el contexto actual o porque hay más profesionales y esfuerzo abocados a trabajar en áreas infantiles que juveniles. Iván no ha presentado un único grupo de pertenencia escolar en esta etapa, sino que conversa en ocasiones con diversos compañeros en forma breve. Durante el recreo suele deambular por el patio o quedarse sentado utilizando su celular. Su grupo de secundaria no ha sido tan favorable a la socialización como en el jardín de infantes y en la primaria, sobre todo en la segunda mitad del ciclo. Pero al menos, lo que fue inicialmente una desventaja, un
colegio demasiado grande y por lo tanto bullanguero, ahora pasó a ser lo contrario. La vida adulta en general transcurre gran parte del tiempo en grandes multitudes. Por supuesto los docentes no pueden dedicarle todo el tiempo a tu hijo con TEA o no tienen el conocimiento general del tema o de aspectos específicos que pueden ayudarlo en el aula. Aquellas cuestiones que podrías por ejemplo mencionar para una clase de lengua son: que le toque leer textos en voz alta (si tiene una clara preferencia por el sentido auditivo), que tome apuntes cada vez que se lee un párrafo, que identifique los puntos principales de todo el texto y lo resuma. Una y otra vez. Hasta que se le haga carne. En áreas como matemáticas debería ser capaz de mostrar cómo llegó al resultado final con los pasos intermedios. Yo digo eso pues he sido disléxico o porque por alguna otra razón muchas veces en el colegio llegaba a la solución de modo no tradicional, simplemente era la forma que me resultaba intuitiva. Considero que se debe aceptar el uso de metodología propia por parte del alumno, pero al menos debe exhibir los pasos que hizo. Desde el anteúltimo año de la secundaria algunos contenidos se volvieron muy complejos o extensos para Iván. No hubo recortes de temáticas pero si de la profundidad de algunas de ellas. Por ejemplo en matemáticas aprendió funciones, pero obvió trabajar con las más elaboradas. Puede ser esencial que los padres hablemos con los profesores acerca de la necesidad de que el pupitre de nuestro hijo esté organizado, la importancia de la motivación en temas que le resulten aburridos (recordar que puede tener intereses muy restringidos) o que quizás deba leer las instrucciones de forma pausada o varias veces y que las mismas no deben ser de libre interpretación sino bien concretas. Anunciar fechas de exámenes, eventos o cambios de rutina con buena anticipación, quizás sea necesario explicar algo de diversas formas hasta que el mensaje llegue a destino (por ejemplo con un caso real y concreto). Y hay que hacerle saber al docente que el joven tiene una laptop para no consumir toda su energía en la escritura (puede ser que el colegio no lo haya informado). Tu hijo debería tener además los registros de clase guardados en forma ordenada en vez de cuadernos o carpetas caóticas, que se le permita salir unos minutos del aula si hay mucho alboroto o si ocurrió algún hecho emocional que lo desreguló. Y el colegio no debería tener una actitud complaciente sino ser exigente con el alumno. El profesor debe llamarlo al orden si interrumpe de forma permanente con comentarios o desea contestar de forma continua él o siempre tiene algo para agregar. Su diagnóstico no lo exime de aprender y cumplir las normas de una clase y saber que eso puede fastidiar a sus colegas y al docente. Y si no lo aprende ahí y en la casa, después será la vida misma a la fuerza la que le enseñará al joven. O quizás por el contrario, le resulta más sencillo mantener una actitud pasiva durante los complejos intercambios de una discusión colectiva en clase. Ahí será clave el incentivo del docente para que participe y ayudarlo a futuro a integrarse en este tipo de ambientes. No existen las escuelas ni los profesores ideales así que los padres debemos tratar de buscar la institución de nuestra zona que mejor se adapte a la pesquisa. Por suerte hoy en día
muchos colegios incluyen a jóvenes con autismo de forma natural en el aula, en los recreos y en las actividades extracurriculares, facilitando sus posibilidades de aprendizaje académico y social. A la vez les permiten desplegar sus talentos específicos y favorecen la comprensión general de los comportamientos atípicos que pueden tener a veces. Debo destacar aquí el caso de la provincia de La Pampa, que se convirtió en la primera del país en incluir a todos los chicos sin distinciones en los colegios comunes. Las escuelas especiales fueron reconvertidas en espacios de apoyo para cualquier estudiante que lo necesite. Sus docentes ahora acompañan al maestro o profesor de las escuelas comunes en las tareas de integración, siendo pareja pedagógica de aquél para ayudar a cualquier alumno que lo requiera puntualmente. Quizás el niño a lo largo de la primaria logró una buena cuota de regulación y ya no aletea ni salta fuera de contexto ante algún estímulo excesivo o pensamiento gratificante. Puede ser que haya aprendido a respirar profundamente o salir del aula a caminar para calmarse por ejemplo. En la escuela secundaria debe haber tomado control total de su agenda y asumido la responsabilidad por sus tareas, exámenes y performance de cada materia. Al acercarse el final del ciclo escolar aparecen dudas y angustias en la familia. ¿Una vez finalizado el colegio seguirá estudiando? ¿Se tomará unos años sabáticos o suplementarios para seguir madurando con algunas actividades que lo entusiasmen y lo consoliden? ¿Si estudia, está preparado para ese nuevo mundo académico y social y tiene la autonomía necesaria para ello? ¿A dónde apuntamos para los años siguientes? A una persona independiente, trabajadora y responsable. ¿Qué pasará el día que Iván termine la escuela secundaria? Aún no lo sabemos. Es probable que los tiempos de su desarrollo madurativo se sigan estirando. Que todo lo haga a su manera y rapidez. Formalmente se aproxima a la edad de una persona adulta y empiezan a cambiar derechos y obligaciones. Nuestro deseo es que con posible prueba y error, a través de orientación vocacional, pueda ir tanteando y luego especializarse a su velocidad en algo que realice bien y le guste, trabajar de eso y ser autónomo y respetado. Que participe de algunas actividades sociales y se beneficie emocionalmente de ellas y conviva con pautas generales de la civilización urbana, rural o comunitaria. Y que quiera y sea querido. Con una (no tan) pequeña ayuda de mis profesores ‐Es muy probable que los docentes no hayan recibido ninguna información previa para saber qué significa que una persona tiene autismo. Por lo tanto estaría bien que entre tantas jornadas de capacitación docente, se solicite que alguna vez un médico, un terapeuta o una familia pudieran dar algunas ideas al respecto. Cuando las estadísticas actuales nos están indicando que nos estamos aproximando a un 3% de niños con ese diagnóstico, todos debemos ser conscientes del escenario futuro en las aulas. Estimo que con la actual tasa de
natalidad en Argentina debe haber por año unos 20.000 niños que son o deberían ser diagnosticados con TEA. ¡¡20.000!! En general, las clases futuras ya no serán homogéneas. ‐Cada adolescente con autismo es diferente en características e intensidad de las mismas por lo cual no hay recetas y sugerencias genéricas. Por ejemplo, algunos de ellos deben ser incentivados a participar y otros deben ser calmados en su excesivo entusiasmo protagónico. Pero los docentes deben ser conscientes que pueden producir una enorme diferencia en el futuro de estos jóvenes, sabiendo identificar y potenciar sus fortalezas, atenuando sus deficiencias y dándoles un lugar social en el aula. Sepan hallar sus intereses para ayudar a fortalecer su involucramiento en clase.
‐Los docentes no deben dejar de exigirle al joven buen rendimiento. Si no prueban subir gradualmente la vara, no lo están ayudando. Es muy importante que sepan visualizar en cada caso si son necesarias adaptaciones curriculares (de contenido) o metodológicas (de acceso o de devolución del aprendizaje) o sólo de profundidad de algún tema. Evalúen si hay situaciones en las que necesita alguna guía para organizarse física o mentalmente o balizas para secuenciar un procedimiento. Piensen de antemano si les resulta aceptable permitir al
joven llegar a la solución de un planteo de una forma alternativa a la explicada pero de manera fundamentada, aplicando su propio método. Y tengan presente que un cambio repentino de algo puede generar una respuesta desproporcionada del alumno. Por las dificultades inherentes del diagnóstico, es muy importante trabajar los conceptos abstractos y las metáforas. Y si el adolescente tiene una notebook, hay que sacarle todo el jugo posible a la misma para que el esfuerzo se concentre en el aprendizaje y no en la escritura. ‐A veces habrá que probar más de una forma de incorporar conocimientos. Puede ser muy sorprendente la capacidad de aprendizaje cuando se logra sintonizar la frecuencia adecuada o se logra desarrollar una relación muy empática entre alumno y docente. Nosotros hemos tenido claras demostraciones de ello en el colegio. La motivación emocional o temática puede ser un condimento fundamental. Entonces pueden llegar a operarse enormes progresos. Si detectan que en algún área tiene una gran capacidad, entonces intenten alentarlo a insertarse y participar en actividades extracurriculares asociadas a su talento. ‐Para estos jóvenes es muy favorable en algunas ocasiones el trabajo en equipo. Fomenten este tipo de actividades cuando lo evalúen conveniente. No todos los compañeros tienen la misma predisposición, así que asegúrense que los integrantes del grupo sean muy receptivos a la colaboración e interacción colectiva. Verán que a veces el adolescente integrado tiene un mejor clima de aprendizaje en ese formato que con los profesores en forma directa. Es obvio además que todos los alumnos se pueden ver beneficiados cuando hay que trabajar de forma mancomunada. ‐Es probable que más de una vez los docentes se vean fastidiados porque el adolescente repite un comentario o interrumpe con una actitud fuera de contexto o de inmadurez respecto a su edad cronológica o inserta una respuesta desmedida. Es importante entender que probablemente no lo hizo con espíritu de travesura o artero o de malas intenciones sino que responde más bien a una dificultad de ubicarse o de comprender algo de la situación o es un acto reflejo de alguna inquietud interior. Si el joven está demasiado tenso a veces puede servir que salga del aula un minuto a caminar. Pero todo lo previo no lo exime de una advertencia o sanción en caso grave para que a futuro haga el esfuerzo de medir las consecuencias de lo que se dice o se hace. En la vida en general deberá saber ubicarse en todo tipo de circunstancias. Ayúdenlo a convertirse en una persona responsable. ‐Si los profesores tienen dudas acerca de cómo proceder con un joven ante problemas en clase sin solución a la vista, la mejor secuencia posible para recibir asesoramiento es consultar respectivamente al equipo de orientación escolar del colegio, a otros docentes, a la familia y a algún terapeuta. ¿Y dónde está el psicólogo? Retomando lo dicho en la Introducción, esta nueva etapa nos cambió paradigmas que teníamos establecidos desde el ciclo infantil. Cuando se estaban dando los primeros signos del paso hacia la adolescencia acordamos con la psicóloga que lo venía atendiendo a Iván desde el
momento del diagnóstico, que empezaríamos a buscar un nuevo profesional. Ahí empezó un periplo muy difícil para nosotros. Primero estuvo yendo 2 años a lo de un psicólogo que al principio nos pareció bueno por algunas indicaciones que nos dio acerca de cómo abordar ciertas respuestas o comentarios infantiles de nuestro hijo (“quiero que el lunes tal periodista me invite a su programa para hablar de política”). Pero con el tiempo advertimos que ese espacio se transformó en un pequeño grupo de habilidades sociales con otros adolescentes donde Iván tenía muy poco para fortalecer su recorrido. Desde entonces, en total habremos conocido unos 10 psicólogos hasta que optamos por uno. Incluso un profesional que lo atiende a Iván nos había dicho que en esta etapa no es necesario trabajar en esa especialidad y que hay que atender prioridades como las habilidades sociales y la interacción en la calle con todos sus imprevistos, sorpresas y desafíos. Por el contrario, para nosotros si había objetivos importantes para nuestro hijo a cumplir a través de un psicólogo: ayudarlo a evolucionar para poder manejar de mejor forma los “sentimientos negativos”, saber interpretar los códigos adolescentes, poder reflexionar y conectar con el genuino deseo propio en vez de satisfacerse en el cumplimiento de rutinas y situaciones conocidas o muy repetidas. Consideramos que en buena medida todo esto lo ayudaría en algo imprescindible como la vinculación con otras personas a través de tener cosas interesantes para recibir y ofrecer. Nos parecía muy necesario revertir una visión del mundo muy centrada en sí mismo, que le impedía por ejemplo apreciar si otra persona interpretó como descortés un comentario hecho por él. Era preciso que aflojara rigideces y que no tuviera la necesidad de planificar cosas con meses de anticipación. Ayudarlo a evolucionar y madurar. Todo el proceso nuestro de elección del profesional hasta el definitivo (al menos hasta ahora) transcurrió en mayor parte durante la pandemia. Tuvimos entrevistas en consultorio o remotas sin resultado positivo, algún tratamiento de unos meses donde el propio profesional nos confesó sus dificultades para avanzar en los objetivos trazados, un psicólogo de renombre pero que atendía demasiado lejos de casa como para ir de forma periódica, otro que nos dijo que no podía atenderlo si el paciente manifestaba que concurría por deseo de sus padres y no propio, etc. En medio de la búsqueda frenética de psicólogos, trabajamos unos meses con uno que aplicaba métodos conductistas (a los cuales no adscribimos pero si aceptamos en cuestiones puntuales) y que no apuntaba a los objetivos de arriba. Lo hicimos con el fin de ayudar a Iván en algunos de sus miedos excesivos, probablemente originados en los tiempos de infancia en los cuales padecía algunos desbordes sensoriales (esto fue descripto en el libro). Para quienes no saben o no imaginan qué problemas puede traer una dificultad de procesamiento de muchos estímulos y sus posibles efectos duraderos en el tiempo, quiero relatarles la experiencia que me contó una persona que se perdió una vez en el subte de Tokyo. Llegó a una estación donde no había ningún cartel que un occidental pudiera entender, nadie hablaba inglés, sólo había inconmensurables masas desplazándose de un lado a otro. Entró en pánico sin saber a qué apelar y qué hacer. Esta imagen quizás sea algo parecido a una posible experiencia que genere un desborde sensorial y emocional sin solución a la vista. O puedo
contar una experiencia propia acerca de cómo un temor vinculado a hechos de la infancia en la playa influye en mi actitud de extrema cautela como adulto. No soy nadador olímpico pero me siento seguro tanto en una piscina como en el mar. Pero cuando el agua oceánica no es transparente estoy inquieto, ya sea por los posibles efectos abrasadores de los filamentos de medusas o el pinchazo de un cangrejo. Ahí estoy tenso, de guardia permanente y no disfruto demasiado. Con el psicólogo conductista primero se trabajó el miedo a los perros, lo cual nos preocupaba por la posibilidad de riesgo en la ciudad (por ejemplo que por esquivar a un perro pasara rápidamente de la vereda a la calle, poniéndose en peligro). Más aun porque en esta etapa Iván empezó a regresar del colegio a casa con compañeros y en algunos tramos solo. Yendo con este psicólogo a plazas y hablando con dueños de perros fue ejerciendo la práctica de acercarse y acariciarlos. Finalmente llegamos a una situación en la cual los canes no son su pasión, pero si le pasan por al lado en la vereda no tendrá una actitud intempestiva que lo ponga en riesgo. O puede hacer una evaluación a distancia de cuál perro le parece peligroso y cuál inofensivo. Luego abordamos también el tema de los alimentos. Iván como otros jóvenes del mismo diagnóstico tenía una variedad restringida: sólo lácteos, hidratos de carbono y carnes. En el libro conté que teníamos la esperanza de que con una nutricionista hábil pudiera ampliar ese universo. Pero al final no hubo mayores éxitos. Llevando alimentos al consultorio del psicólogo y con la insistencia gradual del mismo pudimos incorporar algunas verduras, frutas, huevo y helado de menta. Eso ayudó a que nuestro hijo por si solo luego incorporara otros alimentos como maní, almendras y turrón. Nuevamente quedó demostrado al igual que en la infancia, que para avanzar en algunas cuestiones no basta la intervención familiar sino que es necesaria la presencia de un tercero. Luego de terminar la actividad conductista nos sorprendimos a nosotros mismos cuando al final del proceso de búsqueda de un psicólogo, elegimos como terapeuta de mediano o largo plazo a un psicoanalista de orientación lacaniana. El mismo está especializado en adolescentes con TEA, posee amplia experiencia de trabajo en el tema y nos parece que tiene la energía necesaria para afrontar el desafío una vez por semana. Las sesiones duran a lo sumo 30 minutos. Poco a poco fuimos preguntando y entendiendo su estrategia de trabajo, repasamos los objetivos generales y solicitamos la interacción con el colegio y con los profesionales del equipo de supervisión de ese ámbito. Creemos que Iván de a poco tomó la confianza necesaria que debería desarrollar cada paciente en el vínculo con su terapeuta para contar sus apreciaciones. Este psicólogo nos ayudó a comprender y abordar algunas singularidades de nuestro hijo y no exigirle más allá de lo que momentáneamente puede. En términos de un tema que apasiona a Iván, si el auto se queda sin pastillas de freno entonces uno busca detenerse de una forma no tradicional, con la caja de cambios. O sea, interpretando la metáfora, él va aprendiendo a lidiar con los temas de manera atípica y entonces usa las herramientas que tiene a mano. Las inflexibilidades que han quedado fijadas en todo su recorrido y lo condicionan hay que tratar de morigerarlas pasito a pasito. Esta terapia la consideramos nosotros más bien de tema libre en cada sesión y eventualmente la más
adecuada para atender eventuales crisis, a diferencia de la actividad de habilidades sociales que describiré en la próxima sección y que tiene tareas planificadas y objetivos concretos. No descartamos a futuro cambiar y apelar al conductismo si consideramos que las circunstancias lo ameritan. Los padres deberían evaluar al comenzar las terapias y después de un tiempo razonable (algunos meses) si la actividad y la evolución del joven son satisfactorias y en caso afirmativo tener 2 o 3 reuniones anuales con estos profesionales. La calidad del proceso debería reevaluarse una o dos veces al año. Por último, si bien nosotros buscamos evitar la medicación, no puedo aprobar ni descartar su uso para la vida cotidiana o en momentos puntuales. De hecho en esta etapa finalmente nuestra postura inflexible cedió, bajo el atento seguimiento del neurólogo del uso de un fármaco no estimulante. Para aquéllos padres que consideran que es importante tener ámbitos donde se pueda sostener foco y atención o donde el joven pueda dialogar o comportarse sin excesiva ansiedad, quizás la bioquímica sea una vía adecuada para mantener niveles regulados de excitación y así esas actividades cobren un mejor sentido. Otras terapias y actividades Por 2 años Iván concurrió a un grupo adolescente de habilidades sociales (alternadamente en forma presencial y remota por la pandemia) pero finalmente no nos satisfizo. Se limitaban a interactuar con pocas alternativas durante el tiempo del encuentro semanal y no fomentaban actividades más allá. Se hablaban allí ciertos temas pero muy pocas veces se iba a escenarios reales como una plaza, un bar o un espectáculo. En general este tipo de terapias algo artificiosas no nos convencieron del todo en esta etapa, aunque nos parecía que algunas cuestiones puntuales se podían llegar a trabajar bien. No es que queríamos modificar la escala de valores o gustos de Iván pero si ampliar su paleta de opciones, entre ellas las de índole social. Y ayudarlo a manejar situaciones con gente que le pueden generar stress al inicio pero que a la larga pueden dar lugar a satisfacciones. Y aprender a dosificar la ansiedad para poder focalizar en los temas abordados por otras personas y respetar turnos en esos intercambios. Con el tiempo hallamos otro grupo de habilidades sociales que nos pareció que funcionaba mucho mejor. Por otro lado, por indicación de uno de los médicos que atiende a Iván instalamos la figura del mentor (para actividades cotidianas y sociales) bajo la supervisión de un profesional experimentado en autismo. Elegimos a un profesor de educación física para que viera a nuestro hijo regularmente con el fin de encarar actividades: hacer pizzas o asado en casa con amigos, reparar objetos (motricidad fina y gruesa), prepararlo para que asistiera al primer cumpleaños de 15, comer cosas nuevas (p.e. garrapiñada, alfajor de membrillo), intentar que su interés por la música sea una herramienta social, etc. Con el tiempo descubrimos que quizás esta tarea estaría mejor cubierta por un buen terapista ocupacional y reservamos al mentor
para proyectos específicos. Por ejemplo cuando Iván quiso ir por primera vez a un boliche con sus compañeros de colegio fue acompañado por esta persona. Una o dos veces por semana nuestro hijo recibe ayuda de unos profesores de secundaria o una psicopedagoga para realizar las tareas escolares pendientes. Y hemos reemplazado actividad física individual por clases colectivas para jóvenes dentro de un ambiente convencional pero también contenido. Iván además asiste a clases de robótica en un taller de la zona. La mayor parte de todas estas actividades ha apuntado a disminuir horas artificiosas de consultorio (en cuanto a afrontar las vicisitudes con las que nos encontramos de forma diaria) por realidades cotidianas. Cocinar en casa además nos pareció una actividad muy interesante en cuanto al desarrollo de destrezas: es necesario primero ir al supermercado a comprar los ingredientes, hay que planificar antes de comenzar, se precisa secuenciar los pasos, hay que tener paciencia con los tiempos de cocción, se practica motricidad fina y se debe mantener el foco por un tiempo prolongado. Parece un ejercicio ideal. Situaciones para las cuales los padres deberíamos estar preparados La tarea por delante es titánica y requiere enorme compromiso y paciencia para superar algunas situaciones difíciles. Presento a continuación un extenso pero incompleto listado de posibles escenarios. Seguramente la experiencia de otros padres llevaría a coincidencias y diferencias. Los ítems de abajo están basados en vivencias propias o relatadas a nosotros por otras familias o leídas por mí en algún texto. ‐Puede suceder que una simple frase de tu parte reciba una respuesta furiosa o cortante o excesiva o fuera de contexto porque tu hijo no entendió bien el significado o el contexto o porque no maneja bien la furia que le generó o simplemente está harto de que intentes ayudarlo a interpretar el mundo. Debemos entender que las respuestas desubicadas o inconexas no provienen de un deseo de maldad ni provocación sino de dificultades de comprensión de metáforas o de escenarios o de un desarrollo evolutivo demorado. Es como si yo asistiera a un curso de historia clásica dictado en francés en vez de español. Podré llegar a entender algunas ideas, pero la mayoría quedará fuera de mi alcance y eventualmente me iré desanimando hasta quizás tirar la toalla o enojarme con el profesor o mis compañeros. A veces, dependiendo del joven atribulado, puede ser útil decirle “es un comportamiento infantil lo que hiciste”. Otras veces puede generar lo contrario. Cada familia sabrá qué hacer. Lo que seguro no sirven son respuestas adultas denigrantes o de pretendida superioridad moral. ‐Puede haber a veces respuestas del joven proporcionalmente desajustadas a la situación por la enorme carga emocional que le generan. Por ejemplo, por ahí lo asustó un perro que se apareció de repente y entonces le quiere dar una patada al mismo. Iván suele tener actitudes empáticas ante terceros pero en este caso su interpretación puede ser que el animal a propósito lo quiso asustar. Debemos hablarlo para bajarle decibeles a la situación. Necesitamos explicitar diversos aspectos emocionales y concretos: “el perro no quiso agredirte
sino que es su forma de actuar, se asustó con tu intento de pegarle, debés pedirle disculpas a su dueño, estamos muy preocupados por tu actitud, si seguís haciendo eso no podremos permitir que circules solo por la calle porque te puede generar problemas con otras personas”. En algunas ocasiones de esta índole le traigo a colación una frase muy ilustrativa. Fue pronunciada en la película El Hombre Araña por el tío de Peter Parker y que resume muy bien el debido juicio que conlleva la mayoría de edad: “un gran poder implica una gran responsabilidad”. ‐En casa a veces Iván nos dice groserías que se dicen entre pares. Es más un intento de comprensión de la expresión en el lugar equivocado que una falta de respeto. Si le pedimos algo que no quiere, a veces responde con algún término feo. Pero en general no hemos tenido este último tipo de dificultades. ‐Algunos adolescentes pueden tener problemas en asumir la coexistencia de jerarquías naturales (en el colegio, la familia, el trabajo). No son cuestiones de privilegio sino normas de respeto que tienen su razón de ser. Para salir de esa posible sensación de injusticia, podría ayudar un ejemplo: ¿Si algún alumno deseara un día ser profesor, podría mantener el control de la clase en caso de que los chicos se dirigieran a él de forma maleducada? También es necesario ser consciente del caso inverso. Un profesor, que no usa su jerarquía para denostar a sus alumnos sino que los trata de forma respetuosa, estará cumpliendo muy bien su misión de formarlos para el futuro, dejando una gran huella positiva en ellos. Si es necesario, hay que ayudarlo al joven a comprender que los estratos no son algo pernicioso sino que ayudan a un mejor funcionamiento social y no son permanentes. Son además un incentivo para progresar en nuestra vida. En general a mayor edad y formación pasaremos a estar más arriba en la pirámide. Para no generar la impresión de arrogancia y para que se pueda mantener buena sintonía, le podemos indicar a nuestro hijo que en vez de saltar rápidamente para corregir a un superior (o también a un par) puede decir por cortesía “me parece que…”. Sobre todo si nos estamos dirigiendo a un profesor delante de toda la clase. Es tan importante transmitir información correcta como mantener ciertos cuidados sociales. ‐En cuanto al trato y conversación según las jerarquías, Iván no tiene confusión: sabe diferenciar según sea un profesor, un par o un médico. Pero a veces nos pone a los padres en situación incómoda pues practica algún concepto que para él tiene aun un significado confuso y ausculta nuestra respuesta profiriendo cosas del tipo “sos un ladrón de guante blanco”. A veces me dice algo que percibe que fue muy ofensivo y entonces me larga un “te quiero pa”. ¡Ugh! Indudablemente el debido respeto por los otros es una de las reglas sociales básicas que nos puede ayudar a tener amigos, trabajo y la buena predisposición de terceros. Quizás la participación en obras teatrales pueda ayudar a algunos jóvenes a entender la perspectiva de situaciones desde otro punto de vista, no solo la expectativa en cuanto a respeto sino también otras cualidades como ser afectivo, autónomo y simpático. Y al revés, cuando se me soltó la cadena a mí, increíblemente Iván no guarda rencor, al minuto es como si no hubiera pasado nada. Creo que es algo habitual en este diagnóstico. ‐Va a haber situaciones en las cuales no sabe interpretar los estados emocionales según las caras o actitudes de otros. Puede ser un buen ejercicio después de un hecho relevante decirle: ¿Sabés qué pienso y cómo me siento ahora? Y luego contrastarlo con la realidad de lo que nos
pasa. Es una actividad que conviene repetir cada vez que se pueda, también con terceros. Hay que ayudarlos a que no estén tan centrados en sí mismos y surja de forma espontánea un intento de lectura de lo que les pasa a otros. Y si es una interpretación adecuada mucho mejor. Quizás debamos explicarle a nuestro hijo las expectativas invisibles de otras personas. Si alguien nos hizo un favor entonces podemos mencionar que tenemos una especie de deuda con esa persona. No supongamos que él no lo entiende por egoísta y ayudémosle a comprender que es como una transacción abstracta. ‐Un adulto (o casi) debe estar preparado para lidiar con un colectivero, la cajera del supermercado, un lunático, un jefe o un vendedor callejero insistente. Alguien se puede haber ofendido o enojado si recibió una frase o actitud considerada ofensiva en el consenso cotidiano (ser llamado con un chistido por ejemplo). Un diagnóstico de CEA no es visible como otros y nadie lleva un cartel, así que estate preparado para recibir posibles quejas al respecto. ‐Las obligaciones de los padres quizás puedan resumirse en proveer alimento, salud, educación, alojamiento, seguridad, dedicación, calidez y aceptación (el amor no es exigible, está o no). Se encuentra más allá de todo lo previo el incurrir en costumbres que a la larga serán perniciosas por estar alejadas de lo que será la vida real para el joven. No hay ninguna razón para prepararle un plato muy distinto al resto de las personas presentes, que no ayude a preparar o levantar la mesa antes o después de comer, que el dormitorio esté sucio o caótico, que no salude al llegar o irse, que diga frases irrespetuosas sin recibir explicación clara de la barbaridad que está diciendo o llevarlo en auto cuando puede ir caminando o usar el transporte público. Estas situaciones habrán de mantenerse en caja aunque haya mucha resistencia pues de lo contrario pueden llegar a generar mucho stress familiar y amplificarse con el tiempo. ‐En forma general pienso que hay dos tipos de situaciones sociales: las anticipadas y las inesperadas. Entre las primeras están los cumpleaños, asistir a clase o ir a una raid de bicicletas y podemos pensar en hacer preparativos o ensayos. Entre las segundas puede haber un encuentro casual en la calle con un profesor o la visualización de un accidente y es poco lo que podemos hacer para una respuesta adecuada a la situación. Después de muchas veces que nos encontremos espontáneamente con personas conocidas en la calle puede ser que la respuesta ya sea más fluida. Dado que estos jóvenes no perciben parte de la comunicación no verbal, les falta información importante y probablemente eso los lleva a atarse a reglas fijas. Así que quizás ellos puedan ser muy receptivos a sugerencias del tipo: “Cuada vez que te encontrás con un amigo, lo primero que debés hacer es mirarlo y saludar”. Unas pocas sugerencias de este estilo no aclararán todos los códigos adolescentes pero al menos serán de ayuda al joven en algunas circunstancias. ‐¿Busca el adolescente con TEA tu aprobación y elogio? Quizás si, tal vez no. No implica que le gusten las desaprobaciones. Es probable que más allá de lo que pienses o quieras de él, lo que más anhela es estar en paz en su interior y con el entorno, sin tensiones sociales. La explicitación de tus expectativas o un simple pedido pueden ser vistos como un desafío a todo eso si perturban el equilibrio deseado. ‐Hay a veces una confusión en el uso de la experiencia para pronosticar el futuro. Es algo muy abstracto que requiere extrapolar percepciones y proyectarlas hacia adelante. Yo digo que
pienso que tal ministro va a renunciar dentro de 1 mes. ¿Me pregunta Iván, “cómo lo sabés”? Y ahí debo siempre clarificar: no lo sé, es lo que pienso que va a pasar. Le explico todos los hechos del pasado que me dan pistas y trato de detallar como llego a mis conclusiones imaginando hacia adelante en el tiempo. ‐En la etapa adolescente la diferencia madurativa con los pares se vuelve más notoria, sobre todo en los aspectos sociales. Por el contrario la evolución física se mantiene acorde a la edad. ¿Qué sale de esta combinación en el terreno sexual? Cada vez que el médico le inquiría a Iván si tenía novia se limitaba a contestar que no y ahí quedaba el tema. Cuando le preguntábamos qué pasaba en el grupo del colegio contestaba que nada. Sabíamos que allá en diversas materias se habían abordado temas como enfermedades de transmisión, prevención del embarazo, biología del aparato reproductivo o cuidados en las redes sociales. Pero como en tantos otros temas, cualquier intento nuestro de tratarlos recibían indiferencia o rechazo de Iván. Y para complicar este escenario para los jóvenes con TEA, que necesitan a veces el cumplimiento de unas pocas reglas pautadas, irrumpieron en los últimos años toda una serie de nuevas categorías sexuales. Nada que no se discuta ni mencione en el colegio entre los pares y que nuestro hijo de alguna forma no capte, pero que le sigue absolutamente de largo. Finalmente le ofrecimos la posibilidad de abordar el tema con alguien que no lo incomode. Una sexóloga especializada en jóvenes de evolución atípica, a cuyo consultorio Iván aceptó concurrir. Esta persona definió su tarea como de acomodamiento y ordenamiento de conceptos adquiridos en el colegio a través de la ESI (educación sexual integral), ya que según ella se imparte como si fuera geografía. La sexóloga trabajó también con una asistente de apoyo sexual (no es trabajadora sexual) para por ejemplo repasar las diversas partes del cuerpo y sus sensaciones y reacciones o saber cómo acercarse a una mujer. Lo ayudó además a tratar de conectar con su deseo y necesidad más allá de lo que cree que otros esperan de él o a entender qué es el consentimiento. ‐En cuanto a nocturnidad, alcohol y drogas, pienso que al ser personas muy cumplidoras de las reglas, un argumentado mensaje tendrá buenas posibilidades de producir el impacto deseado en cuanto a los recaudos convenientes. ‐¿Qué hacemos cuando la franqueza pasa de ser una virtud a ser un problema? No siempre decir la verdad es lo más adecuado, por ejemplo hacer un comentario en la calle sobre alguien que tiene una obvia dificultad motriz. Cada tanto, cuando no hay una comprensión inmediata de las razones de nuestro mensaje y más allá de cualquier fundamentación lógica, deberemos reforzar el mensaje de “tenés que hacer esto porque yo lo digo y soy tu padre”. Todo esto puede derivar en un intercambio carente de lógica pero en lo posible hay que mantener la exigencia. Será una preparación para la vida cotidiana donde más de una vez tu hijo quizás deba hacer algo que no comprenda totalmente y que es un simple hecho de autoridad. Resulta paradójico que trabajáramos mucho para que pudiera surgir la comprensión del “por qué” en la escalera del desarrollo infantil y ahora en la adolescencia se nos convierta en un problema. ‐Es probable que cada vez que vas de compras y la situación excede un lapso breve, el joven te empiece a inquirir cuánto falta. La única solución que parece estar accesible para poder usar el tiempo que necesitás para probar y eventualmente comprar el producto es que haya traído su celular.
‐Puede ser que tu hijo adquiera destrezas en juegos normados pero tenga enormes dificultades en comprender aquéllos que incluyen el engaño como el truco (el juego de naipes españoles). La verdad es que no insistimos en este último tipo de actividades pero creo que es algo que puede ayudar a entender realidades de la vida cotidiana. ‐¿Cómo ir delineando y ajustando tus expectativas de todo el proceso? Deberías ser honesto y claro con vos mismo en cuanto a la realidad actual, leer y estar actualizado en las novedades terapéuticas, intentar ser creativo y flexible en las propuestas a tu hijo, buscar siempre empujar un poco más allá los límites del momento y delegar responsabilidades en el joven acordes a la etapa. ‐¿Qué hacemos cuando un objetivo se torna imposible? Como con cualquier otro adolescente, lo alentamos a luchar y a veces a aceptar la falibilidad. Pero no le ahorremos esa experiencia para evitarnos los adultos un dolor. No siempre será consecuencia de falta de esfuerzo o habilidad del joven, a veces puede ser mala suerte o algo que nos hará pensar en que debemos buscar otros horizontes. Debemos habilitar esas instancias siempre que las derrotas no produzcan inseguridades permanentes. ¿Cómo manejamos ansiedades, obsesiones e inflexibilidades? De forma frecuente la gente con TEA se vuelve especialista de un tema. Ya lo habíamos experimentado con Iván en los modelos de autos, la geografía urbana y los temas de rock. Antes de votar en las elecciones nacionales por primera vez, él se volvió un gran conocedor de la política en cuanto a gobernadores, intendentes, funcionarios, partidos a los que pertenecen, fechas electorales, etc. Quizás acrecentado por la pandemia se volvió un tema casi exclusivo. En ocasiones insertó comentarios políticos que no tenían relación en clases del colegio. Es un asunto que nos costó mucho corregir puesto que quedamos los padres como los únicos que planteábamos a Iván la desubicación de la situación. En el colegio lamentablemente no recibía demasiado reproche al respecto aunque lo solicitamos de forma reiterada. A veces Iván no se podía contener de abordar un tema de su enorme interés y en otras ocasiones lo que sucedía era que practicaba si una palabra o concepto nuevo lo había adquirido bien. Miraba la repercusión que generaba en el entorno: risas, desaprobación, indiferencia, reproche,… Incluso algunos profesionales del equipo terapéutico sugirieron medicación para corregir esta obsesión temática, a lo cual nos opusimos. Para nosotros en ese momento una medida así solo estaba justificada ante riesgos propios o de terceros o la imposibilidad de sostener un diálogo racional. Como ya he dicho más arriba, nuestra postura cambió al momento de iniciar el último año de la escuela secundaria. La dificultad de mantener la concentración y el foco en clase más la desaprobación de un test que pone a prueba esas aptitudes en el examen teórico de la licencia de conducción de auto nos llevaron a la evaluación de medicación y a la búsqueda de profesionales que trabajaran esas habilidades mentales desde la psicología, la psicopedagogía y la terapia ocupacional.
También durante la parte más dura de la cuarentena Iván envió a algunos directivos y profesores un email solicitando juicio a una profesora (no le gustaba que faltaba o que daba mal sus clases). Armó un mensaje con fiscales, jueces y alegatos. Era obvio que le generaba placer esa narrativa que nos venía reiterando, aun antes que conociéramos la existencia del email. Nosotros sabemos que discursos de esa índole son parte de prueba y error que Iván ensaya en temas del lenguaje diario que no domina. El colegio se comunicó con nosotros para entender qué pasaba. Intentamos explicar nuestra perspectiva pero tampoco aquí la escuela tomó alguna actitud ejemplar que a nuestro juicio tenía razón de ser, por ejemplo una invitación de alguna autoridad a Iván para hablar del tema y advertirle que el hecho es pasible de una sanción. Desde nuestra visión, al no haberse tomado ninguna medida concreta, se terminó adoptando una postura erróneamente complaciente y perniciosa para la formación del joven, ya que no es lo que sucederá en la vida real. Además, pierde fuerza el mensaje aleccionador o se vuelve confuso si sólo los padres señalan estas actitudes inadecuadas o el colegio hace una leve mención semanas después. Todo adolescente debe hacer la relación entre acción y consecuencias. Si eso no sucede, lo ayudaremos a permanecer en la infancia. El desajuste en su desarrollo no puede ser un pasaporte a cualquier licencia, sino que debe ser entendido como la necesidad de que lo ayudemos a trabajar sus déficits de forma consistente entre padres, terapeutas y colegio. En definitiva, se perdió una oportunidad práctica para entender que existe un degradé de seriedad de situaciones y que la gravedad de la expresión que uno utiliza debe ser acorde a lo que ocurre. Los adolescentes neurotípicos suelen estar cómodos con bromas de doble significado, mentir o fabular. Manejan de forma fluida los contextos y el bosque por encima de los árboles individuales. Por el contrario, los jóvenes con TEA en general tienen en claro que son especialistas en algunos temas aunque quizás no saben por qué. Suelen ser aspectos en los cuales se sienten seguros, creen que pueden controlarlos y no están sujetos a cuestiones del azar o no están embebidos en un marco más general. Para ellos es como un bastón. Pueden dominarlos y ser admirados por ese conocimiento. Los temas fijos también son una fuente importante de ensayo, que además les brindan algún grado de satisfacción cada vez que los reiteran. Una vez que yo entendí que no me estaba enganchando con mi hijo en conversaciones absurdas de política, de recorridos o de autos ni que me estaba tomando el pelo, pude evitar enojos con todo eso y dar lugar a ricos intercambios de pareceres y secuencias de ida y vuelta lógicas. A veces algún tema excita en exceso a Iván y trato de diferir el diálogo para que sea más productivo dentro de un rato. Si un aspecto le inspira deseos de violencia entonces le digo que está mal lo que dice o lo ignoro. En este último caso es probable que a continuación me pregunte qué pasa y entonces yo le diga que no estoy de acuerdo con esas ideas. Cuando el tratamiento de un tema ya se vuelve muy reiterado, entonces debo indicarle que si no cambia de asunto no voy a continuar la conversación. No quiero que lo tome como falta de respeto sino que a la larga comprenda que es importante que un intercambio se sostenga sobre la base del interés de todos los que participan de un diálogo.
Iván a veces ya determina de antemano a qué hora se levantará cada día de la semana o ya nos avisa su horario escolar para el año que viene o que dentro de 6 meses perderá una sesión con el terapeuta porque está planeada una excursión que regresará más tarde al colegio. Las rigideces provienen de la necesidad de control y seguridad a través de regularidades previsibles. Eso mantiene su paz interior. Y puede llevar a veces a conversaciones absurdas o situaciones arbitrarias. Suele ser inflexibilidad intelectual, no pudiendo ni siquiera vislumbrar algo de la perspectiva del otro. En general las personas evolucionan con la edad a partir de y contra ideas que las atraviesan a lo largo del tiempo. Por lo tanto también acá será necesario mucho entrenamiento. Por ejemplo repasar relajadamente que quizás ya no le interesan los dibujos animados infantiles sino videos de recitales. O poder ver que hasta el presidente puede equivocarse y decir públicamente cosas erróneas. O se puede romper el orden establecido. Por ejemplo cambiar los horarios de las comidas y luego ver que nada terrible pasó por eso. Y el joven debe saber que hay que adaptarse a lo que hay y experimentar y hacerse cargo de situaciones desfavorables. Si pidió la hamburguesa sin cebolla en el restaurant pero por error no lo tuvieron en cuenta, entonces debe hacer la gestión para corregir eso o la debe quitar él aunque le resulte incómodo. Ese tipo de circunstancias quizás ayuden a aflojar inflexibilidades. Y ni hablar del repentino cambio de reglas de juego que fue para todos nosotros la pandemia. Y debo reconocer que supo adaptarse a esa situación bastante bien. En esta etapa puede seguir apareciendo el tema de la ansiedad casi permanente. La gran pregunta para mi es si primero está el huevo o la gallina. ¿El origen es bioquímico o psicológico? En el primer caso pudiera ser que con dieta o medicamentos logremos apaciguar el comportamiento y conseguir foco y atención sostenidos en el tiempo. En el segundo caso podría suceder que la ansiedad en vez de ser causa es consecuencia de no poder mantener el interés en algo de forma prolongada. Entiendo que si fuera así, entonces debe ser abordado por alguna terapia o actividad. Y cuando en la vida diaria necesitemos que el joven nos espere un rato, en general por la ansiedad no quedará alternativa a que tenga su celular a mano. Un recurso al que podemos apelar a veces con éxito es el de los referentes. ¿Se obstinó en no hacer un viaje de vacaciones, en no probar un nuevo alimento que sabemos que es muy probable que le guste o en no salirse de una rutina que le aporta muy poco? Tratemos de pedirle a su mejor amigo, al profesor de educación física al que respeta mucho o a la preceptora con la que tiene una relación única que hable con él al respecto. Debo resaltar que así evitamos más de una vez continuar un choque inútil y llegar al final a buen puerto. Por lo demás, nuestras obsesiones son a veces genuinas pasiones. Nos pueden ayudar a ser especialistas en un tema que sea de interés para los demás: música, autos, deportes, etc. Pero como todo en la vida, deben tener un límite. De no ser así, pasarán de herramienta a obstáculo social. Una anécdota graciosa que olvidé contar en el libro, ilustra la especialización de Iván en la geografía urbana de nuestro barrio. Un día él tomó con la mamá el colectivo 168
y por un desvío forzado el colectivero quedó atrapado en un intríngulis de calles sin saber bien hacia dónde dirigirse. Iván lo fue guiando paso a paso hasta que el objetivo de salir de ahí fue cumplido. Pero no sólo eso. Al llegar a la avenida buscada, una pasajera le pregunta al chofer dónde estaba la parada del colectivo 152 hacia el centro, lo cual el conductor desconocía debido al cambio de recorrido, por lo que Iván desde el fondo le grita: “cruzá la avenida y hacé 1 cuadra a la izquierda”, en medio de la sorpresa y la risa del resto de los pasajeros. Fortalezas y debilidades a esta edad Todos los seres humanos tenemos un perfil de destrezas y torpezas (en música, lógica, motricidad, cocina, etc.). Lo abajo descripto está influido por el sesgo de mi experiencia con Iván y otros jóvenes de diagnóstico similar, por lo que debería ser interpretado en un sentido más amplio y adaptable a diversos casos con sus características específicas. Las habilidades pueden ser un gancho atractivo para las interacciones sociales, por ejemplo puede ser de gran interés para los pares en esta etapa que alguien les pueda detallar ventajas y desventajas de un modelo de auto deportivo que todos quisieran tener. Las fortalezas específicas de un adolescente pueden ser indicadores a futuro de posibles hobbies o profesiones o motivadores de interacción social, mientras que las debilidades concretas deberán ser trabajadas en lo posible en casa, el colegio, las terapias o las actividades extracurriculares. Pero tengamos también presente que cada individuo en su diversidad e individualidad puede quizás aportar a su manera un granito de arena específico al todo. La memoria de estos jóvenes es en general notable aunque puede ser que recuerden detalles selectivos y nimios (al menos para otras personas): fecha que fuimos a almorzar a un restaurant, secuencia de las calles, día de cumpleaños de los políticos más conocidos. Pero al momento de preparar la gelatina debo recordarle que no olvide la parte donde hay que agregar agua fría, o sea, cuando se trata de una cuestión de organización de procedimientos no es lo mismo. Algunos adolescentes pueden tener esta dote basada en el canal auditivo mientras que otros en el sentido visual o algún otro mecanismo. En el ámbito social prefieren en general la presencia de un adulto a la de sus pares, ya que suelen tener intereses más parecidos (la política, los autos, los viajes). Y muchas veces son buenos oradores públicos, quizás por su percepción del mundo no tienen el mismo grado de pánico escénico que tenemos el resto de las personas ante multitudes. Pueden tener que aprender y ensayar normas sociales implícitas como el saludo inicial según la circunstancia, la distancia a mantener en un diálogo o el volumen de la voz según el ámbito donde estamos o a diferenciar el sentido literal y el figurativo. Ellos vieron pasar de largo una parte de todo este tren del aprendizaje durante la infancia pero quizás puedan aun subirse al furgón de cola en la adolescencia, aunque las diferencias con los pares se vuelven enormes en esta etapa. Todas
estas cuestiones se pueden ejercitar en casa, en algunas actividades y en un consultorio y cuánto antes y más, tanto mejor. Quizás a lo largo de la vida se les haga difícil hacer amigos. La performance de estos jóvenes en lo académico puede diferir según el grado de abstracción o el tipo de memoria que requiera cada materia. Puede suceder que entreguen demasiada información, no detecten que eso no despierta interés o se concentren en la discusión prolongada de temas menores o solo usen lenguaje literal o técnico pero no simbólico o abstracto. Pueden tener problemas en interpretar situaciones jocosas, hallar los puntos principales de un texto y resumirlo. A mi entender esta carencia se puede ejercitar leyendo textos de interés para el joven y trabajando sobre ellos. El adolescente debe a la larga estar en condiciones de focalizar en la información recibida, manipularla (combinarla por ejemplo con datos en la memoria) y entregar un producto final (responder la pregunta del examen). Algunos de ellos tienen gran talento para las matemáticas. Por los posibles efectos sensoriales es bueno recordar que para un óptimo desempeño académico, es conveniente verificar que no estén interfiriendo con el joven un exceso de estímulos visuales o auditivos o el desagrado de la textura de un material o un olor que lo altera. Y debe tenerse presente que la sensación de frío o calor puede diferir respecto a otras personas. En cuanto a tecnología o más específicamente internet, pareciera que la idea de posible acceso a información ilimitada es un gran factor de atracción. Nos permite especializarnos en nuestras específicas áreas de preferencia. Muchas veces no requiere la participación de otra persona, lo cual a estos adolescentes en algunas ocasiones les puede sumar un plus. Es importante que eso no se termine convirtiendo en un factor de aislamiento de ellos. La tecnología en pantalla o la programación tienen además la ventaja de que no son exigentes en cuanto a motricidad fina, que a veces puede resultarles un problema. La computadora tiene además el beneficio de seguir casi siempre reglas fijas (no estamos exentos de alguna sorpresa), lo cual para jóvenes que buscan de forma permanente que cada acción tenga la misma respuesta puede ser sumamente tranquilizador. Quizás haya problemas con los conceptos de verdad o de justicia. Muchas veces a estos jóvenes les cuesta romper una regla aunque no quede otra opción (debo ir de contramano porque la otra calle está cortada). Puede ser necesario alterar muchas veces la norma si la situación lo amerita como para incorporarlo al catálogo de lo razonable. Son excelentes cumplidores de reglas cívicas, o sea, respetarán a rajatabla turnos, en una mesa no empezarán a comer antes que todos tengan su plato (si eso aprendieron) y llamarán la atención del padre si no pone la luz de giro del auto antes de doblar. Así que son potencialmente excelentes candidatos para trabajar por ejemplo en una agencia de control impositivo o en un ente regulador.
Finalmente volvemos a los intereses específicos. Acá la preocupación familiar gira alrededor de si estas cuestiones ocuparán el lugar de actividades sociales, amistades o de cualquier otro aspecto relevante. Nos ha sucedido al mirar el largo recorrido en el tiempo, que el foco que parecía que nunca iba a cambiar, al final mudó hacia otra temática. O teniendo una visión más lejana: acompañando al joven en su tema, quizás el interés en autos pueda dar lugar en el futuro a un especialista en mecánica o el conocimiento detallado de las ciudades pueda virar hacia un guía turístico. Metas cumplidas Visto en perspectiva, cumplimos objetivos con Iván que pensamos que quizás nunca llegarían: la dentista reparó caries sin problemas, se hicieron electrocardiogramas y extracciones de sangre sin grandes preparativos previos, empezó a manejar dinero con criterio propio, a partir de cierta edad cuando nos íbamos de vacaciones él dormía en su propia habitación de hotel y se gestionaba el uso de la ropa, la higiene y sus horarios, tiene las llaves de casa, toma taxi y vuelve del colegio y de otras actividades caminando o en colectivo (solo o con compañeros) y se prepara el desayuno o la merienda. En algunos temas pudimos intervenir los padres, pero en otros fue necesaria la participación de terceros como los terapeutas o los pares. Algunas cuestiones como la agenda escolar las asumió él mismo desde que fue necesario. Con 17 años y por iniciativa propia empezó a tomar clases de conducción de automóvil con una agencia que tiene experiencia de trabajo con gente con diversos diagnósticos. Él intentó obtener la licencia luego de cumplir los 18 años. Ya he comentado que falló en ese primer intento en un test que requería atención y concentración. Deberá esperar para una nueva fecha pero se lo ve entusiasmado, seguro y responsable. Un aspecto positivo es que pudo manejar la frustración. Fue la primera experiencia de un examen fuera del ámbito protegido del colegio. Nos permitió identificar qué aspectos hay que seguir trabajando. Pero no puedo dejar de mencionar que para sus padres fue un desánimo y un gran toque de atención que nos hizo vislumbrar el mundo real que Iván tendrá delante suyo una vez que finalice la escuela secundaria. Como corolario de la enumeración de metas alcanzadas quiero recordar algo que ya dije en el libro. No se le deben ahorrar al joven esfuerzos porque dudamos si podrá cumplir un objetivo. Es conveniente buscar el equilibrio donde el desafío no esté tan lejos como para que se frustre y no lo afronte pero no tan cerca como para que sea demasiado fácil resolverlo y le evitemos entonces el desarrollo de la habilidad necesaria para el futuro.
Redes sociales y de comunicación Los actuales adultos nos pasábamos papelitos secretos en clase, debíamos medir el tiempo de las llamadas telefónicas de larga distancia por su elevado costo o enviábamos cartas por correo postal y tal vez si estábamos en el lugar y el momento indicado aparecíamos de forma breve en un medio periodístico. Esa realidad ya no existe. Ya he discutido en mi libro las ventajas, desventajas e impactos de la nueva tecnología en forma de ayuda terapéutica, académica y en la vida cotidiana de niños con algún tipo de diagnóstico de autismo. Desde la publicación de mi texto se ha agregado además el crecimiento exponencial en internet de las redes sociales (Facebook, Youtube, Instagram y Twitter las más populares), que encima tienen a los jóvenes como protagonistas. Quiero incluir también a las que a mi entender debieran llamarse de forma más adecuada redes de comunicación (Whatsapp y Telegram). A la vez Facebook e Instagram tienen mensajeros y Twitter permite escribirle en forma directa a otro usuario. Y por supuesto la fauna online es más extensa que lo aquí mencionado. Quizás, en un “déjà vu” de la etapa infantil en la cual usábamos pictogramas para optimizar la comunicación con nuestro hijo, ahora podría ser él el que empiece a usarlos en las redes sociales para expresar de forma genuina y espontánea qué le pasa. Hoy en día Iván usa su notebook y teléfono en lugares seguros y controlados como el colegio, en casa y en otros lugares conocidos (sabemos su ubicación gracias a Google). Lo que está claro es que disponer de todas estas herramientas informáticas no es en general un lujo sino un elemento esencial de nuestra vida cotidiana (información, comunicación, transacciones, etc.). Y no puedo obviar que sin todo este arsenal, el transcurrir de la cuarentena de los años 2020 y 2021 en el aspecto emocional, social y educativo hubiera sido mucho más difícil aún. ¿Tenemos un criterio de límite en el uso cotidiano? La verdad que no. No sería realista ni para Iván ni para los padres. Su tiempo libre está casi centrado en eso y por la restricción de sus intereses, si quisiéramos desviarlo hacia otra actividad a la fuerza, eso se volvería una situación insostenible para él y para nosotros. Lo mejor que podemos hacer es sugerir de vez en cuando un juego de cartas, cocinar algo, salir a pasear para hacer interrupciones, participar en actividades periódicas como clases de canto o de educación física. Iván se controla en no excederse de estar online más allá de la medianoche. Pienso que los padres deberían tener acceso en general a todos los usuarios y contraseñas del joven. El derecho a la privacidad será un bien a ganar con el tiempo a través de pruebas de madurez y de discernimiento. Y si se obsesiona con ciertos temas, tratá de conversarlos y concientizarlo de que la mera repetición no le sirve a él ni a sus circunstanciales interlocutores. O verificá que no haya circunstancias peores aún, donde un asunto le sirva para crear escenarios imaginarios para sí mismo, que sólo buscan evitar el contacto con otros. También es importante instruirlo en el concepto de responsabilidad, sobre todo cuando el alcance de la audiencia puede ser casi ilimitado. Y hay que tener presente que en línea siempre es de buena educación saludar al empezar y al terminar, no decir groserías ni usar lenguaje agresivo, no contestar ni escalar improperios. Esto último puede resultar gracioso cuando nos
dirigimos a un desconocido a distancia pero hay que aplicar las mismas reglas que si lo tuviéramos al lado. Ahora paso al email, que en la actualidad permanece relegado a un medio de comunicación para temas formales (por ejemplo alumnos con profesores) y casi nunca para difusión. Quedó como una herramienta casi precámbrica que no permite de forma muy fluida transmitir emociones y expresiones (como los emojis, gifs animados, etc.). Pero quiero rescatar la importancia que aun le asigno al correo electrónico. Las redes sociales fomentan el mensaje breve, críptico y contundente. El email tanto en la escritura como en la lectura nos puede conminar a ser ordenados, pensar y explayarnos o concluir, que es una secuencia que a los jóvenes con autismo les viene muy bien. Y no suele haber ambigüedades de sentimientos (el texto dice “estaba enojado”). El mensaje en estos casos suele ser descriptivo y lineal en su contenido. Además este medio no tiene en general la misma carga de inmediatez que las redes. ¿Qué podés hacer para dotar de más confiabilidad el uso que tu hijo hace de todas estas actividades? Algunas cosas las mencioné en esta sección. Para usar Google con el fin de seguir sus movimientos a través del celular tenés instrucciones en https://support.google.com/families/answer/7103413?hl=es‐419. Además cada tanto deberías revisar y luego borrar su historial de páginas navegadas y analizar sus contactos. Por último deberás procurar estar lo más actualizado posible en todo lo que hay alrededor de internet puesto que es probable que tu hijo siempre sepa más que vos. No olvides que el joven puede estar en contacto con pares que son grandes conocedores del tema y que además las empresas generan productos principalmente para ellos. Formación educativa superior e inserción laboral En la actualidad hay algunas instituciones terciarias y universitarias tanto privadas como estatales que empiezan a contemplar la diversidad en sus ámbitos. Pero no lo hacen aun con programas de carrera concretos de inclusión sino a través de herramientas accesorias incipientes: capacitación del personal docente y no docente para afrontar comportamientos estudiantiles atípicos o que requieren alguna asistencia, instrumentación de un área de accesibilidad, aceptación de la presencia de un acompañante pedagógico, seguimiento personalizado de la evolución curricular de los alumnos o facilitación del acceso a los materiales de estudio. Deberás analizar caso por caso si alguno de estos lugares se ajusta a lo buscado.
A continuación hay una lista de instituciones privadas que buscan facilitar la capacitación y el acceso a un futuro trabajo: APAdeA – Asociación de Padres de Personas con Autismo, https://apadea.org.ar Fundación Brincar, https://www.brincar.org.ar/neurodiversidadyempleo Instituto Gironzi, https://www.linkedin.com/company/excelsium‐ig Specialisterne, http://es.specialisterne.com SAP Argentina, https://www.incluyeme.com.ar/autismo IBM, https://www.ibm.com/thought‐leadership/passion‐projects/neurodiversity Vulcan EA, https://www.linkedin.com/in/vulcanea Ficciones y testimonios que abordan el autismo en jóvenes Existen algunas películas, series y libros que tratan el tema del autismo en la adolescencia o en la juventud o con algún protagonista del rango etario con esa característica. Por ejemplo Rain Man (Metro Goldwyn Mayer), Atypical (Netflix), Amor en el espectro (Netflix), Woo una abogada extraordinaria (Netflix), The good doctor (ABC), The Big Bang Theory (CBS), El curioso incidente del perro a medianoche (Mark Haddon, Salamandra).