316 51 12MB
Spanish Pages [268] Year 2009
4^' *
'
RAFAEL ALTAMIRA Y CREVEA
ARTE Y REALIDAD
BARCELONA
EDITORIAL CERVANTES Rambla de Cataluña, 72
1921
Apoderado general en Sud-América
JOSÉ BLAYA Formosa, 463.
•
BUENOS AIRES
Imprenta Imperio, Eduardo y José Sola, Valencia, 200-Teléf. 1282 Q,
OBRAS LITERARIAS DEL AUTOR
MI primera campaña.— Critica
Leopoldo Alas (Clarín).
y
cuentos,
con
prólogo
de
vol.
1
Da Historia y Arte,— (Ensayos
literarios
y
críticas). 1 vol.
Pslcologia y ilteratnra.— 1 vol.
Coiai del día.— 1
'.ntoi ^
vol.
de Levaato.— 1 vol.
Jros ievantioos. Cuentos da
amor
y de tristeza— 1 vol.
Fatalidad.— Novela. 1 vol.
PaatasiM y recuerdos.
(De
la
Teureta.— De mi vida.— Nuevos
cuentoa). 1 vol.
Novelftas y cuantos.-
1 vol.
Reposo.— Novela. Ei
estaña pobres.— (Trad. de Narciso Oller).
Mis amores.— (Traducción de
los
cuentos de Trinidadc Coelho.
A
Serajin
y
espíritus literatos
Joaquín
Alvares Quintero^
nobles,
grandes patriotas,
admirables, dedidaeste libro
El Autor
i
Prólogo
Cuando en 1907 y en mi
me
Recuerdos,
despedí de
na (más concretamente, de
libro
de Fantasías y literatura ame-
llamada
la
que dicen «creadora», como si toda obra espiritual no lo fuese), me reservé un rinconcito, último refugio de los viejos amores literarios. Ese rinconcito fué el de la crítica, que la
representando para mí
siguió
producción en que cesaba,
el
sustitutivo
(da válvula por
de la donde
puede escapar, de vez en cuando, en la contemplación de la poesía que otros expresan, algo de la que sigue cantando en el fondo de mi alma». Así ha sido no solamente porque seguí culti;
vando mente cribir res),
de un modo completalibre, sin obligación interna ni extema de esacerca de todos los libros y de todos los autola
crítica
(bien que
sino también por el
crítica
literaria.
sición técnica en
modo cómo yo
que
se colocan
nes cultivan aquélla función. lor
que
la
entiendo
Ese modo dista mucho de
técnica
tiene en
por
lo
la
po-
general quie-
Sin desconocer la
la
el
va-
obra de arte (como
8
RAFAEL ALTAMIRA
en todo hacer humano),
lo
que a mí me atrae
gularmente en los libros ajenos de materia
no
es ese
ellos
aspecto,
reflejada,
el
alma del autor en social de la
sino el del
de
la
sin-
literaria,
significación
labor cumplida por aquéllos, y, sobre todo,
el
eco
que va despertando en mi espíritu. Por eso algunas de mis críticas son más bien glosas y han cumplido justamente la misión de válvulas que en 1907 les hube de confiar aunque si ha de decirse todo, ya la habían cumplido antes en muchas ocasiones. En lo que me equivoqué plenamente entonces fué en creer que la consabida válvula sería la única. Son tan deleznables los propósitos humanos y nos conocemos tan poco, aun quienes más dominio sobre nosotros mismos creemos poseer No, no ha sido la única. La realidad exterior ha seguido atrayéndome y ha movido mi pluma más de una vez. Si queréis, será cuestión de una nueva especie de crítica la de la Naturaleza, en lugar de la del Arte. Bautizadla a vuestro gusto. Para mí es poesía que me sonó en ;
¡
!
:
el
alma, lo mismo que
la hicieron
sonar algunos
li-
bros de los otros.
Año tras año, cuartilla tras cuartilla, se han ido acumulando esas voces en mi archivo de obra cumplida. Al decidirme hoy a desempolvarlo un poco y orearlo de nuevo al viento de la publicidad, dejo en los estantes muchos capítulos que pudieran engrosar
el
presente volumen.
Los dejo, en primer término, por no hacerlo pesado de mole, ya que no esté yo seguro de que el lector no le encuentre otra pesadez luego, porque no todo lo que se escribe en la hoja volandera del ;
¥
ARTE Y REALIDAD I>eriódico
muy
y en la
fácilmente olvidada
Revista, se puede coleccionar y reproducir.
de
la
Lo que
«Obras completas» es, siempre, una piadosa mjentira. Nadie publica su obra entera, desde que la inició, ni aun en lo correspondiente a la época de más fuerza creadora. Hay siempre mucha parte efímera, circunstancial, en nuestras creaciones, sobre todo en las de quienes se dejan seducir por el atractivo (o por la necesidad) de la prensa diaria. Pero aun de los escritos míos que no responden a ese carácter y que no han sido todavía coleccionados, dejo de incluir muchos en el presente libro. Pongo, por ejemplo, las revistas literarias españolas que se llama
durante algunos años (de 1897 a 1906 publiqué en la
revista londinense
The Athenosum y
que, reuni-
das, forman una breve historia de diez años de nues-
producción intelectual,
tra
tal vez útil
para muchos
lectores.
Esa parte de mi blo,
irán
obra, con otras de que
probablemente
al
no ha-
acervo general de mis
Obras completas, que algún día publicaré. Creo, sin inmodestia, que cuando mis lectores puedan ver reunida toda mi labor literaria, ahora esparcida en varios libros o escondida, estimarán que, mejor o peor (eso yo no he de decirlo), mi aportación a la crítica y al estudio de los temas estéticos (literarios o no), ha sido más cuantiosa de lo que tal vez creen algunos, aun sin considerar los más humildes hijos de mi pluma las novelas y los cuentos. Pero dejemos esas consideraciones sobre lo pasado y lo futuro. Vuelvo al presente, que es este libro de ahora, tan lejano de los temas históricos y jurí:
10
RAFAEL ALTAMIRA
dicos que encadenan lo más del tiempo mi atención y hacen vibrar mi espíritu. Este es el dulce y amoroso remanso en que se desquita la otra parte del
alma,
más
la
más deseosa de reposo y de agitan
el
y las fealdades de Enero,
192 1.
belleza cuanto
estruendo de las luchas del la
conducta humana.
mundo
Letras clásicas
El
No teman artículo
de
los lectores
crítica,
que
alcalde de Zalamea
que
sería
les
entretenga con un
arcaica por su asunto,
o de historia literaria desprovista de toda actuali-
dad. Si escojo por tema para este artículo un conocidísimo drama de Calderón, no es con ninguno de
Por el contrario, me guía en un sentido completamente moderno y aun diré que de circunstancias. ((El Alcalde de Zalamea» ha sido considerado por el liberalismo español del siglo XIX, como un tipo representativo de las antiguas libertades castellanas. Pedro Crespo es la encamación del fuero municipal, del sentido de justicia y de la personalidad política del buen pueblo castellano, forjador de la Espafta moderna inasequible, como empresa histórica (en aquellos tiempos por lo menos) a las otras poblaciones de la Península. En ese sentido ((El Alcalde de Zalamea» era, y sigue siendo hoy, una lección histórica que nos enseña, en plena monarquía austríaca, ima España diferente de la atrasada, esclavizada y medio muerta que han solido pintarnos aquellos propósitos.
la elección
los libros
que
modernos. Es curioso advertir, en efecto,
la acción ocurre a
fines
del siglo XVI, cuando
Felipe II iba camino de Portugal para posesionarse
de
la
Corona de
este reino,
y que es
el
propio rey
RAFAEL ALTAMIRA
14
quien aprueba la conducta de Crespo y le nombra Alcalde perpetuo de Zalamea. No cabe mayor reconocimiento de la justicia popular y de lo que hoy llamaríamos si bien es dudoso que lo supieran prac-
—
ticar
como entonces muchos de
sus
partidarios,
—
«autonomía municipal». Pero a mi juicio no estriba en esto, precisamente; el interés^ del drama y de la doctrina que en él ex-
No es un caso general de libertades menos aun de lucha entre ellas y el Aparte los conflictos sentimentales que
presa Calderón.
municipales
poder
;
real.
tiempos y de todas las gentes, del drama pasional del padre ultrajado,
en
él
juegan y son de todos
los
que como otro juez Magnaud busca en lo más substancial y hondo del Derecho base para satisfacer jurídicamente el honor ultrajado, después de intentar su satisfacción pacíñca, hay otra cuestión sobre la cual creo que nadie hasta ahora ha fijado la aten-
ción de un
modo
preferente.
—
he leído en un escrito de abogado no digamos nada de los periódicos, en los que estuvo de
Yo
moda
la cita
durante mucho tiempo,
—
la
invocación
ante la Audiencia de los conocidos versos del Alcalde
:
Al rey la vida y la hacienda pero el honor han de dar
se
;
es patrimonio del alma,
y
el
alma sólo es de Dios.
El abogado en cuestión era republicano zorrillista y el asunto se rozaba con algo de las luchas de entonces entre la realeza y las libertades individuales.
16
ARTE Y REALIDAD
Pero no he visto nunca citado «El Alcalde» con motivo de conflictos recientes que a todos nos han
acongojado y que, no obstante, entran de lleno en que plantea (y resuelve) el drama de Calderón. ¿ Entre qué fuerzas, elementos o doctrinas se produce el conflicto del drama? Hablo, claro es, no del
el
conflicto pasional,
sino del jurídico,
que
se sobre-
pone a aquel y lo relega a segundo término en el desarrollo de la acción. Pues el conflicto se produce entre la jurisdicción o fuero privilegiado de la milicia
y
lo
municipal u ordinaria.
la jurisdicción
y
Eso
fué lo
que Calderón quiso pintar en su obra
que pintó, en
Todo
el
drama
efecto.
es
una exposición y censura de y también los oficiaalojamientos. No era esto un
excesos que la soldadesca
los les,
—cometían
en los
—
secreto para nadie en el siglo XVI, ni nadie se mordía la lengua para referirlo y censurarlo. El mismo rey estaba muy advertido contra ello. Precisamente con motivo de la conquista de Portugal había tomado sobre el asunto medidas previsoras, que yo he recordado en lugar oportuno de un libro mío.
tugal
Cuando
para castigar el
el
duque de Alba penetró en Por-
con su ejército, la
llevaba
más pequeña
menor atropello que
los
severísimas órdenes
de disciplina y soldados causasen a los falta
paisanos portugueses, y las aplicó más de una vez con motivo de algunos desmanes cometidos por soldados y oficiales en Montemor, y de actos de sa-
queo en Setubal, Cascaes y el arrabal de Lisboa, donde fueron asaltados los conventos de frailes adictos al
Poder y muchas casas
particulares,
no obstante
las
RAFAEL ALTAMIRA
IS
medidas tomadas por Alba para impedirlo. Zalaestá, como es sabido, en Extremadura, camino de Portugal. Los aldeanos españoles no habían de ser menos amparados que los portugueses. Aparte los excesos que la gente de guerra se permitía en todas partes y lo mismo era la de los demás países de Europa palpita y tiene expresión
mea
— —
i
repetida e^
raban
puede dición
drama
el
el
desprecio con qué conside-
A
condición plebeya.
la
atropellar.
¿
Quiénes son
de
privilegiada
como sentimiento de
se
les
ellos frente a la con-
El
soldado?
clase
villanos
los
social
militarismo,
superior,
se
evi-
dencia aquí a cada momento.
Contra
No
reacciona vigorosamente Pedro Crespo.
él
sostiene el rico villano
de Zalamea
(alcalde, des-
pués, de la villa) lucha alguna entre las libertades
municipales y la centralización monárquica, que es que se ha solido decir a este propósito. La lucha
lo
que
él
hoy llamaríamos
personifica es entre los que
((derechos individuales» de los villanos y el desprecio
que de
ellos
hacen
los
soldados y
el
capitán que
manda. Es la voz del fuero civil y común, del derecho de todos los hombres, que protesta de las ínfulas de superioridad y de la injusticia de otros
los
hombres.
Y
bien se ve que en este conflicto. Calde-
rón, el conservador, archicatólico y realista. rón, está del lado del pueblo.
son militaristas en
que
la
obra se
El capitán dole ayer
—en
la
Ni
éste
Calde-
ni el poeta
acepción de esta palabra a
refiere.
sí
lo es,
y de
la peor especie.
la representación del
Oyén-
drama con que
nos regaló Borras y su compañía, y por eso ha
re-
najcido,
en mí
.
se estii^ian
triotas y,
A
CQíisideración
la,
,
cjel
astmtp,— me pa-
a cualquiera de esQS oñciales prusia.nos que
recía ¡oir
compaHumanidad.
superiores al resto de sus
como
por de. contado,
al resto
de
la
,
délos siglos, el capitán español y el, ofiprusiano se encuentran en la comunidad de una
tf^vés
cial
misma
doctrina.
Pero tarista
el
pueblo español del siglo
XVI
no era
diversa
;
pero no aceptaba superioridades de clase
ante la ley, en ese sector de la vida social. las
mili-
en ese sentido. Fué guerrero, que es cosa bien
aceptaba Calderón, como
mismo
rey, puesto en el trance
no obstante Crespo,
de hacer
la evidente ((ilegalidad» del
dado
Tampoco
antes he dicho
y
el
justicia,
y
;
proceder de
fuero militar de indudable aplica-
el
ción en aquel caso, se decide por la justicia
común
en contra del fuero.
Y aquí estamos ya en encaminándome. Yo no sé habrá corrido por
mos un pueblo confundiendo ello
el
conclusión a que iba
la
ante sucesos recientes,
si,
mundo
militarista,
la al
opinión de que éraigual de Prusia,
y,
habrá dicho que con no hacíamos más que mantener una nota tralas
especies,
se
dicional de nuestra historia guerrera. dicho, véase cuan inexacto litaristas
en
el
es.
No
Si eso se
ha
fuimos nunca mi
concepto social prusiano. Si alguien
pretendió ahora que lo fuésemos, habrá podido conle acompañan los sentimientos popuHechos aislados de unos cuantos, no expresan la psicología de la colectividad ni aún, seguramente, la de una parte de ella. p,;se.,Tenl^za#
,com
obras de arte modernas que son del dominio público
y
qíuCf
han producido hondo entusiasmo anillas (gep?¡-i El señoí Bonilla incluye en>QLvoi-f ;
r aciones actua.les.! .
lumen
Baladro del subía
citado»; ;Un el
París en
886)
1
;
,
La demanda
presa en Sevilla en: í .335'ji
forme a
la
é.'de
la_
del
(que pp,
sa^qi.o^ .^ri.alf
Wí Trisián: 4^
edición de Sevilla, de 1528)
de Rtcamoni'é. de Ga;r>olingio,
flí^rlín,
impreiso en 1498, de qM