Arqueología de Cuba: Métodos y Sistemas

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José M. Guarch

ARQUEOLOGÍA DE CUBA: MÉTODOS Y SISTEMAS

José M. Guarcl1 Delmonte es Candidato a Doctor en Ciencias Históricas e investigador titular. Miembro del Consejo Científico del Instituto de Ciencias Históricas, así como jefe del Departamento Oriental de Arqueología en la provincia de Holguín de la Academia de Ciencias de Cuba. \

Ha publicado varios trabajos, entre ellos: Excavación e11 el Caney del Castillo, Excavaciones e11el extremo oriental de Cuba, Reconstrucción etnohistórica de los taínos de Cuba, El taíno de ele Cuba, La cerámica taína de Cuba, así como artículos pt1blicados en la prensGl cubana y en el extranjero.

ARQUEO LOGIA •étodos

y sistemas

José M. Guarch

~OGIA

--

EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES: LA HABANA, 1987

Edición: Vivían Cepero Alfonso Diseño: Roberto Casanueva Ayala Corrección: Lucía Arenal Linares

© José -M. Guarch, 1987 © Sobre la presente edición : Editorial de Ciencias Sociales, 1987

Estimado lector le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opini6n, por escrito, acerca de este libro, y· de nuestras ediciones.

Editorial de Ciencias Sociales, calle 14 no. 4104, Plava, Ciudad de La Habana, Cuba.

INDICE

Nota liminar / 1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS / 3 Los coleccionistas de antigüedad / 5 Los colectores de m•seo y los arqueólogos monumentalistas / 6 La Arqueología analítica / 7 Los resultados en el siglo xx / 8 El pensamiento arqueológico en Cuba / 9 LA ARQUEOHISTORIA: UN NUEVO CAMINO INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS / 13 El método / 14 El objetivo / 15 La metodología / 15 El análisis / 21 La interpretación / 25 La reconstrucción / 26 El procedimiento / 27

PARA LAS

LAS TRADICIONES COMO MÓDULOS OPERATIVOS EN LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA / 53 Metodología para su utilización / 54 Sistemática / 56 EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 'l'RES COORDENADAS / 60 Antecedentes / 60 Métodos/ 62

POR

UN SISTEMA

DE

Sistemática / 62 Resultados / 65 LOS PICTOGRAMAS CUBANOS COMO UN POSIBLE SISTEMA IDEOGRAFICO I 67 Presencia numérica de los motivos / 68 Coincidencia de los motivos / 69 Presencia numérica de los diseños / 70 Estructura de los diseños transferibles / 71 Relaciones entre diseños y pictografías / 72 Correlación de los diseños / 73 Estructura ideográfica de los pictogramas / 73 Los motivos y los diseños como elementos ideográficos / 74 Relaciones culturales de los pictogramas / 11 Rasgos comunes a las pictografías y a .las evidencias materiales halladas en contextos_indocu~nos prehistóricos / 11 Filiaciones culturales de les pictogramas ./ 79 Diseños comunes / 82 Discusión / 86 Bibliografía / 101

Nota lim.ina~

Al doctor en Cíe11cias Históricas Ernesto Tabio Palnia, 111aestro y guía de mis primeros pasos en la profesión arqueológica.

Para aquellos que nunca se han asomado al quehacer arqueológico, las ideas y conceptos que se vierten en este trabajo, pueden resultar novedosas pero nada raras. Para los que han tenido una preparación previa en cuanto a la Arqueología se refiel'e, es muy probable que les produzca cierto estremeci1niento una concepción diferente de la investigació11 arqueológica, y aún es posible que difieran de lo que aquí pretendemos exponer. Suscitar la crítica y la discusión viva es uno de nuestros propósitos. No obstante, el objetivo principal es poner al alcance de todos : profesionales, aficionados y personas interesadas en el pasado de la sociedad, algunas ideas originales o no, así como experiencias acumuladas por el autor, para así tratar de actualizar los conocimientos y metódicas empleados en los centros de mayor desarrollo arqueológico del mundo, decantando los conceptos diversionistas utilizados por algunos investigadores burgueses en un vano afán de penetración ideológica. Podemos adelantar que estos apuntes forman parte integral de la metodología que usamos en las investigaciones arqueológicas integrales en el territorio de las provincias de Holguín, Las Tunas y Granma, pues esta región es un apropiado campo de experimentación. Esperamos que este comienzo se enriquezca por la experiencia del trabajo creador y por la crítica de todos aquellos que de una manera u otra ansían contar cada día con mejores armas para realizar, mediante el materialismo histórico, las investigaciones arqueológicas de las comunidades prehispánicas de nuestra América. Deseo dejar constancia de mi agradecimiento a las siguientes personas: a Caridad Rodríguez, por su efectiva colaboración en todos los puntos concernientes a los aspectos estéti1

cos y morfológicos de los pictogramas; a Juan Guarch Rodríguez, por la ejecución de todas las ilustraciones de este libro; a Jorge Febles Dueñas, por la revisión del original, y a Elena Guarch Rodríguez por mecanografiar la versión final. J.M.G.

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ANTECEDENTES HISTORICOS

Con la presencia del hombre sobre la faz de la Tierra comienza la razón de ser de la Arqueología. Sus raíces se remontan a las más profundas capas del quehacer humano, cuando aún no existían otros medios sociales que dejaran testimonios (fuentes) que posibilitaran el surgimiento de otras disciplinas como la Historia. Su eficiencia no decrece al estudiar pueblos letrados 1 para desentrañar procesos que las fuentes escrit~1t: no recogen o lo hacen de manera incompleta o tergiversada por servir a intereses partidarios. No obstante lo expresado, su condición como ciencia social hasta hace poco tiempo se le negaba y en ocasiones todavía se pretende privarla de sus atributos co1no tal. Algunos 11cienció!ogos• que así han procedido en la actualidad, en especial del campo capitalista, han pretendido redttcirla a una disciplina dedicada al estudio de las tecnologías, o como simple auxiliar de la Historia del Arte. En realidad su devenir histórico no l1a sido distinto al de otras ciencias. En un principio fue distracción para algunos potentados que disfrutaban más con su curiosidad satisfecha, que con el conocimiento de las anteriores formaciones sociales de los pueblos. Con excepción de algunas colecciones de «cosas curiosas st de la antigüedad, podemos marcar el inicio de un interés social en los procesos del pasado en el siglo xvr, al iniciarse la conquista del continente americano por España y otros países europeos. En las crónicas atisbamos mejor el interés por el pasado de los pueblos en vías de sometimiento, descontando el amplio sentido de exploración etnológica que tuvieron. Letrados: se refiere a los pue:blos que poseen sistemas de escri1uras. 1

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Esta necesidad de los conquistadores de conocer los pueblos que colonizaban se dirigía a imponer mejor el sistema de explotación colonialista de los recursos naturales y la fuerza de trabajo de las esclavizadas masas aborígenes. Triste ejemplo muy difundido por el neocolonialismo norteamericano en los tiempos modernos. En el siglo XVIII, sólo podemos mencionar los primeros gabinetes de antigüedades en los países europeos; ninguno de los cuales rebasó la categoría de "boutique•• de curiosidades. Sin embargo en América, los movimientos insurreccionales y de liberación de la metrópolis europea, originaron un interés por el pasado y su conocimiento como parte de la base ideológica sttstentadora de estos procesos. Ya e_n.el siglo XIX estie interés decrece al consolidar su poder las oligarquías nacionales y adoptar modelos europeizantes. El caso de Cuba es un buen ejemplo de lo antes mencionado, pues al desfasarse el ciclo de su emancipación, podemos observar esta tendencia «ciboneyistau en la segunda mitad del siglo XIX y su ocaso coincidente con la frustración de nuestra independencia por la injerencia del imperialismo norteamericano en los inicios del siglo xx. En Europa se inició durante el pasado siglo una fuerte corriente arqueológica, inaugurada en el período de la· llamada· •Arqueología Clásica". La mayor parte de los países europeos, si exceptuamos algunos del Mediterráneo como Grecia, Roma, etc., carentes de una Arqueología monumental propia y en pleno auge de su expansión colonialista, se adueñan tan1bién de las antiguas culturas de los· pueblos que dominan; saquean así impunemente la cuenca del Mediterráneo, tanto la parte· europea como la africana, para después explotar su nueva cultura como algo propio. El siglo xx acelera la loca carrera de aprobació11 de los bienes cultttrales de los pueblos dominados directa e indirectamente. Se suman el imperialismo norteamericano (que en breve tiempo la encabeza) y los apetitos individuales de los coleccionistas privados. Al deseo innoble de abarrotar las bodegas de los museos nacionales con exponentes aborígenes exóticos, se agrega el comercio de piezas arqueológicas, al que recurren aventureros de toda laya caracterizados con el 4

atuendo del investigador y con las «patentes de corson de n1useos, universidades y fundaciones, con el visto bueno de los gobiernos oligárquicos locales o simplemente por el método más expeditivo del hurto y del cohecho. América Latina es llevada a este mercado por sus opresores extranjeros y nacionales, situación que aún perdura en muchos países de nuestro continente. Como es lógico suponer, no iodo el panoran1a ha sido de depredación e ignominia. A pesar de mantenerse dentro de las limitaciones históricas del desarrollo arqtteológico, en una sociedad explotadora, en ocasiones con exagerados conceptos tradicionalistas o imbuidos por ideologías reaccionarias, han existido hombres de ciencias que han procedülo guiados por conceptos científicos y han estudiado las evidencias arqueológicas de sus propios países o del extranjero. Hemos querido, no obstante, expresar con claridad que la acción del imperialismo en todas sus ma11ifestaciones, como efecto de la sociedad clasista con su apropiación individual o en todo caso para élites de u11aclase que pretende hacer suyo lo wbueno,.de cada formación económico-social, deja a los explotados lo "malo•. Consideramos oportuno, en el marco de la problemática planteada, indicar con brevedad los pasos fundamentales en la historia de la metodología de la investigación arqueológica. Los coleccionistas de antigüedades

Sin duda éste fue uno de los primeros objetivos perseguidos en la búsqueda de objetos del pasado. Esta tendencia que aún persiste, parece tener stts inicios en épocas tan remotas como las de las dinastías egipcias, en las cuales se señala a algunos faraones como coleccionistas de antigüedades. Parece que el propio Alejandro Magno inauguró el sistema imperialista del saqueo arqueológico. Ya en pleno renacimiento, burgueses enriquecidos como Ciriaco de Ancona y otros ••revivieron• el mundo clásico, describiendo ruinas, coleccionando esculturas y estudiando la arquitectura de las antiguas cul"" turas mediterráneas. Ya hemos visto cómo en el siglo xvr, ~r los subsiguientes, se establece una corriente de interés económico en el conocí5

miento de la historia de las recién adquiridas colonias .. ·Estos: antecedentes y los menos mercantilistas de la curiosidad creciente por la obra del hombre, dieron origen a llamada •Arqueología Clásica» en el siglo XIX, sin que con esto estemos significando que no existan en la actualidad individuos y hasta instituciones que mantienen su status de coleccionistas de antigüedades arqueológicas. Los colectores de museo y los arqueólogos monumentalistas

Con la "Arqueología Clásica» del siglo x1x surgen arqueólogos como Winckelmann y Schliemann, precursores de las técnicas combinadas de campo y de gabinete·; se profundiza así en el trato más directo con las fuentes arqueológicas. Pero al mismo tiempo, e incluso dentro de esta tendencia, los colectores de piezas para museos ocupan un lugar destacado en la Arqueología y se exhiben fríamente los exponentes, sin relación alguna con la sociedad que las produjo. Esta concepción de la Arqueología como agente expedicionario de los museos y el estudio casi exclusivo de los grandes monumentos la sitúa, como se puede apreciar mediante los diccionarios como nCiencia qtte estudia todo lo que se refiere a las artes y a los monumentos de la antigüedad•. Causa asombro que en la actualidad se mantengan aún vigentes estos conceptos y que aún sean practicados. Al mismo tiempo que se desarrollaba la ..Arqueología Clásica Monumental., y los museos artísticos, ]os arqueólogos descubrieron -con su diario contacto con las huellas del pasado- etapas sociales anteriores a la escritura, es decir, anteriores al uconcepto de historia de la humanidad» qtie se tenía según la Biblia, la cual comenzaba con los tiempos históricos y ésta sólo se podía conocer mediante los documentos escritos por seres sobrenaturales. Sólo el capítulo del teGénesisitse escapaba de esta embarazosa situación. Influenciado por este criterio, surge el término prehistoria, para señalar los estudios de aquellas etapas tempranas de la hun1anidad sin escritura (todavía no se había complicado el panorama con el conocimiento de los pueb!os ágrafos 2 relativamente recientes), anteriores, al decir de 1 Agrafos: se refiere a los pueblos sin sistema de escritura. 6

Boucher de Perthes, al «diluvio» (Daniel, 197 4). La Arqueología queda así elividida -a merced de un concepto bíblico y práctico- en Clásica y Prehistórica, cuando en 1851 el inglés Daniel Wilson utiliza por primera vez el segundo de estos términos (Daniel, 1974). La Arqueología analítica

Ya en las postrimerías del siglo x1x, la influencia de la Geología se hace sentir en los estudios arqueológicos, sobre todo por los conceptos estratigráficos. En esta misma etapa la utilización de los sistemas taxonómicos de las ciencias naturales también hacen su aporte a las clasificaciones de instrumentos que, en forma arqueológica, comenzara Christian Jurgensen Thomson en el Museo Nacional de Dinamarca, cuando en 1836 dividió tecnológicamente los artefactos de las culturas primitivas en piedra, bronce, hierro; a esto se sumó John Lubbock ,. (Lord Averbury) en 1865 cuando dividió la "edad» de piedra en Paleolítico y Neolítico (Daniel, 1974). La influencia de los evolucionistas se hizo sentir con fuerza en la Arqueología en las últimas décadas del siglo con los trabajos de Edward Tylor (1881) y Lewis H. Morgan (1877). El planteamiento evolucionista de un cambio gradual idéntico al biológico en la sociedad, requirió de análisis de elementos que rebasan los límites de las tecnologías y de los artefactos mismos; se abrió paso la integración del hombre a los estudios arqueológicos. Marx y Engels basaron varios de sus trabajos en los conceptos vertidos por estos autores que, sin duda, simbolizaron en su tiempo la avanzada científica en estos aspectos. Tanto Marx como Engels nutrieron las investigaciones sociales en este sentido con conceptos tales como la importancia del trabajo en los procesos de antropogénesis y sociogénesis, y la concepción materialista de la Historia. Algunos de los posteriores seguidores del evolucionismo social en la Arqueología derivaron hacia un exagerado esquematismo o hacia una estrecha visión de las particularidades en el proceso evolutivo de las sociedádes, originando un parcial descrédito de los métodos y resultados que sustentaban. El siglo xx da inicio a fuertes tendencias ideológicas en el campo de las ciencias sociales, las 7

cuales tienen su repercusión in111ediata en los trabajos a~ queológicos. Los resultados en el siglo XX

Con la integración por los norteamericanos de la Arqueología, la Etnología, la Lingüística y la Antropología Física, en la Antropología se utilizó el viejo término de la escuela francesa, pero no sus conceptos; se vertebra la llamada nEscuela Nortea.:. mericana» que, con el transcttrso de los años ha ido enmascarando sus caducos conceptos, anteponiéndoles a veces el prefijo "neou o teorías funcionistas, difusionistas, positivistas o estructuralistas. La tendencia encabezada por Gordon Childe -en el período de entreguerras (1919-1939)- de incorporar las técnicas etnológicas y las arqueológicas, produjeron un buen resulta~ do, mucho más cuando este significativo autor enmarcó las mi~mas dentro del materialismo dialéctico e histórico. Los seguidores de Childe no han sido muchos, pero han dirigido la práctica arqueológica hacia una visión más integral del hombre como factor primordial del estudio de la historia más antigua (Childe, 1959-1972). Un aporte al conocimiento de los contextos históricos por la vía de la investigación arqueológica ha sido el de los investigadores marxistas, en el que se destaca la concepción de los factores económicos como elementos motores del desarrollo evolutivo de la humanidad y en especial, la aplicación de las leyes históricas de la misma. Los sistemas tecnológicos utilizados durante el decursar del presente siglo han estado, como es de suponer, alineados en mayor o menor proporción con los co11ceptos ideológicos a los cuales han servido, pero es indudable que en general el rumbo tomado por las investigaciones arqueológicas ha sido el del análisis; en ocasiones sólo de las evidencias más conspicuas, en otras, la de todas las evidencias materiales producidas por el hombre. Se han utilizado sistemas de investigación muy diversos en los cuales se destacan las distintas formas de excavación para la obtención de las evidencias y las clasificaciones y computaciones de las mismas, con una 8

fuerte influencia de la estadística. Debe señalarse por último, el papel cada vez mús determi11ante de otras ciencias, como las sociales, naturales, "J'exactas, que se han integrado a la Arqueología, no ya como ciencias attxiliares sino como verdadt:ras ciencias asociadas. El pensamiento arqueológico en Cuba

Cuba no ha sido la excepción en el devenir histórico del desarrollo arqueológico, sin tener en cuenta las incursiones hechas en este campo por los cronistas de Indias, más bien en las tradiciones orales y en alguna que otra evidencia, que en otro tipo de investigación que no pueda identificarse como etnográfica. El largo trayecto entre los siglos XVI y XIX se mantiene en penumbra arqueológica, rota brevemente por contadas noticias sueltas en diarios de la época acerca de algún descubrimiento casual de artefactos o sitios de habitación atribttidos a los antiguos pobladores de Cuba. Miguel Rodríguez Ferrer, explorador español, inicia en 1847 las investigaciones en este campo (Rodríguez, 1876). Podí.amos significar que el meritorio trabajo de Rodríguez Ferrer se asemeja mucho al de los viajeros europeos del siglo XVI, en cuanto a su enfoque descriptivo de las •curiosas antigüedades&y ruinas del pasado, si no fuera por algunos indicios de excavaciones qtte realizó o solicitó se hicieran. No es hasta la segunda mitad del pasado siglo en que estudiosos cubanos obtienen evidencias de los indocubanos con el objetivo de la investigación; todos ellos tienen formación académica biologista. Esta situación es equivalente a la ocurrida en Europa en el propio siglo x1x. Son genuinos representantes de este grupo de sabios cubanos decimonónicos Andrés Poey y Aguirre, Luis Montané Dardé y Carlos de la Torre y Huerta. En 1913 el ingeniero Juan A. Cosculluela y Barrera, en ocasión de estar realizando trabajos vinculados a su profesión en la Ciénaga de Zapata, descubrió un montículo en la costanera norte de la Ciénaga. A causa de la amplia divulgación del hallazgo, las autoridades gubernamentales tomaron carta en el asunto y nombraron una comisión de científicos para investigar el caso en el sitio Guayabo Blanco con la dirección de 9

Luis Montané. Cosculluela dio a conocer los resultados de esas investigaciones en un libro sobre la Ciénaga que publicó cor1 posterioridad (Cosculluela, 1918); así se vinculó ocasionalmente al quehacer arqueológico. Con el viaje a Cuba en 1915 del arqueólogo norteamericano Mark. R. Harrington, se inician en nuestro país varios aspectos del desarrollo arqueológico. Harrington es el primer arqueólogo profesional que trabaja en Cuba; el motivo principal de su expedición fue el rescate de piezas arqueológicas para el Museo del Indio Americano de Nueva York, para lo cual organizó y acrecentó en Cuba el hábito de acopiar evidencias para su exhibición en los museos. Su modelo de trabajo de campo y de gabinete se asemejaba mucho al utilizado por los arqueólogos clásicos del siglo .xIX; por último, Harrington inaugura en nuestro país el sistema de saqueo del patrimonio cultural que ya el imperialismo norteamericano había heredado de sus antecesores colonialistas europeos. Los resultados de todos estos trabajos fueron publicados por su autor en una monografía titulada Cuba Before Colombus (1921), traducida y publicada en español catorce años después por A. del Valle y Fernando Ortiz, conjunt~mente con Historia de la arqueología indocubana de F. Ortiz (1935). El período comprendido entre 1920 y 1958 se caracteriza por la atención que le dan a la Arqueología profesionales graduados en distintos perfiles, pero ninguno profesa la Arqueología como ocupación principal. Profesores universitarios y distinguidos juristas ocupan los lugares más destacados, como son Fernando Ortiz Fernández, Felipe Pichardo Moya, René Herrera Fritot, Antonio García Valdés, José García Castañeda, Carlos García Robiou, entre otros. Esta generación podemos enmarcarla dentro de las tendencias positivistas en la Arqueología, aunque en algunos casos no muy marcados, se mantienen vigentes aún los criterios museísticos y descriptivos. Debe destacarse la labor de Felipe Pichardo Moya, quien a pesar de haber realizado sólo algunas excavaciones, tuvo una visión amplia y sensiblemente objetiva de la sociedad indocubana, e introdujo un gran número de elementos de la etnografía comparada, así como datos históricos en su labor investigativa. 10

]a siguiente generación debemos destacar a Felipe Martínez Arango, Antonio Núñez Jiménez y Manuel Rivero de la Calle; las obras de estos investigadores -extensas y fructíferas- debemos enmarcarlas en la concepción analítica de la Arqueología, con variable utilización de elementos etnográficos según el autor y el tema. Fue significativa su participación docente como profesores, aunque no siempre pudieron hacerlo en la especialidad arqueológica. Para ampliar sobre estos aspec~os expuestos con anterioridad, se debe consultar el trabajo de E. Tabío (1968) La prehistoria: cien años de lucha, cien años de ciencia. El n.orteamerica110 Irvjag Rouse, desarrolló en Cuba un trabajo somero y puramente exploratorio, recogido en su libro Arqueología de las Lomas de Maniabón1 Cuba, publicado en 1942 (Rouse, 1942). Esta obra recoge ttna serie de inforn1es sumarios de sitios de la zona de referencia y la furtiva visión de los materiales de una excavación realizada, colecciones de aficionados e instituciones de la época. Sin embargo, su obra acerca de las Antillas del período prehispánico ha sido amplia, y ha tenido una fuerte repercusión en Cuba, a pesar de que con posterioridad a esta etapa ha pasado desde un funcionalismo, prin1ero, por un positivismo y un neopositivismo francos, hasta llegar a un estructuralismo evidentemente reaccionario (Rouse, 1972). E11

En este mismo período proliferan los aficionados, los ngrupos 11 de investigaciones y las primeras comisiones para la atención de la Arqueología. Entre los primeros señalaremos a Ernesto Tabío Palma, Fernando Boytel Jambú, Rodolfo Payarés Suárez, Ramón Daca} Moure, José M. Guarch Delmonte y Milton Pino Rodríguez entre otros; algunos de los cuales se convirtieron con posterioridad en profesionales. En los grupos de aficionados es bueno destacar la labor realizada por los grupos Guamá, Humbolt, Yarabey y la Sección de Arqueología de la Sociedad Espeleológica de Cuba. La Comisión Nacional de Arqueología creada en 1937, pasó a ser Junta Nacional de Arqueología en 1941, para convertirse con posterioridad, en 1942, en Junta Nacional de Arqueología y Etnología. Estas instituciones, conjuntamente con las ttniversidades de La Habana, Las Villas v Oriente, lle,,aron ~

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el peso de la actividad arqueológica y del desarrollo metodológico de la disciplina durante el período. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959, vertebra el trabajo arqueológico dentro de un 1narco profesional. Los cursos especializaclos van a promover, por primera vez en Cuba, arqueólogos y especialistas capaces de efectuar su trabajo con una 1nejor base teórica y técnica. Este hecho significativo ocasiona un salto de calidad del trabajo de investigación; el alineamiento de los conceptos del materialismo dialéctico e his~ tórico determinan de manera rotunda un vuelco hacia una Arqueología más objetiva, vinculada al hombre y al devenir de la sociedad. La creación en la Academia de Ciencias, y en las t1niversidades del país, de dependencias dedicadas por entero a ese perfil ocupacional, así como la continuación de la docencia, son pruebas en este sentido. Durante este período se profundiza en la metodología y en la búsqtteda de nuevos caminos hacia una Arqueología an~lítica y social. Se hace innegable que los primeros pasos se dieron aún muy influidos, en lo referente al trabajo de can1po y análisis de laboratorio, por la llamrida uEscuela Norteamericana1t, no así en la interpretación histórica de las evidencias. lJn esfuerzo laudable en este sentido lo constituye el libro Prehistoria de Cuba, de Ernesto Tabío y Estrella Rey (1966), en el cual ambos autores presentan por primera vez en la bibilografía arqueológica cubana, los datos arqueológicos conocidos hasta ese momento adecuE1dos a una interpretación paleoetnográfica basada en el materialismo dialéctica e histórico; por otra parte es tal vez el primer intento en Cuba, en el campo de la Arqueología, de asociar disciplinas con una integración amplia. A partir de esos prin1eros esfuerzos, la búsqueda hacia una adecuación de la metodología y las téc11icas para una interpretación histórica de los procesos sociales de nuestras comunidades prehispánicas, se hace evidente mediante múltiples publicaciones monográficas.

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LA AROUEOHISTORIA: UN NUEVO CAMINO PARA LAS INVEST!Gi\CIONES ARQUEOLÓGICAS

Entendemos

por Arqueohistoria

las investigaciones

encami-

nadas hacia la reconstrucción de los procesos históricos mediante metodologías y sistemáticas arqueológicas, aplicándose el concepto de integrar otras ciencias al proceso investigativo. Se ha acuñado ese término para que sirva de instrumento de trabajo en sustitttción deJ i11ad1nisible{1Prehistoria En párrafos anteriores se han apuntado algunas de sus limitaciones; podríamos agregar que la ciencia marxista considera simultáneos los procesos de antropogénesis y de sociogénesis, y, por tanto, el principio de la historia. La utilización del término ttPrehistoria» se ha asociado en múltiples ocasiones, en manos de investigadores burgueses, a pueblos que carentes de escritura se les ha pretendido aparecer como sin historia, asumiendo los pueblos civilizados el papel predestinado de colonizar y •1culturizar» a los pueblos prehistóricos. Está demás decir que establecer un corte de tal índole en el proceso histórico, basado en que un pueblo tenga o no escritura para determinar si tiene o no historia, es anticientífico e insostenible, pues existen incluso, otros hitos de mayor importancia qu~ la escritura en el devenir histórico de la humanidad, por ejemplo, la agricultura. Ya hemos visto cómo a lo largo del proceso his~órico la Arqueología ha ido tomando cuerpo, ampliándose el concepto del alcance y profundidad de su campo de investigación. En la actualidad la complejidad de la misma sólo corresponde con el objetivo mayor de su razón de ser: el estudio de la vida social del hombre desde sus inicios, en especial mediante evidencias materiales. Para hacerle frente a las investigaciones de este período que abarca algo más de un millón de años, ha sido necesaria 1•.

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la integración de varias ciencias, entre las cuales se destacan la Geología, la Geografía, Ja Paleontología, la Biología, la Ecología, la Física, la Química, las Matemáticas, la Filosofía, la Historia, la Etnografía y la Lingiiística. Ha quedado atrás la etapa en que se excava para rescatar cosas y conjeturar su tthistorian y la de aquellos hombres que las fabricaron. En los últimos diez años, los estudios arqueológicos se han visto cada vez más proclives a una parcialización ideológica al sustentar teorías, métodos y técnicas que responden a intereses filosóficos y en pocas ocasiones políticos. En América, la lucha ha cobrado una marcada connotación al servicio de algunas de esas tende11cias de penetración imperialista y de diversionismo ideológico. Los investigadores progresistas del continente le han salido al paso, en especial los latinoamericanos, ver Lumbreras (1974), Lorenzo (1976). La Arqueohistoria necesita desarrollar más metodologías y técnicas adecuadas a nuestras especificidades en el campo de las ciencias integradas, consecuentes con el materialismo dialéctico e histórico que permitan reconstrucciones del proceso histórico cada vez más eficaces y exactas, debe contribuir además a cerrar el paso a las tendencias diversionistas, coadyuvar al desarrollo de las investigaciones arqueológicas alineadas con la concepción materialista de la historia como única opción científica. El método

El método a e1nplear por los arqueólogos marxistas 110 podría ser otro que el materialismo histórico: la concepción dialéctica de la humanidad mediante las leyes generales que la rigen. La consideración de que en última instancia el factor económico es decisivo, aunque no único, para comprender la evolución de la sociedad. Es evidente que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.

El esfuerzo fundamental del arqueólogo debe estar encaminado a reconstruir el grado de desarrollo de las fuerzas productivas en una comunidad dada y en la medida de las posibilidades las relaciones de prodttcción y los elementos de la superestructura. La capacidad de establecer el modo de producción, la conducta social o la formación económico-social de 14

la comunidad en estudio será el eslabón más alto a que se debe aspirar; siempre partiendo de una base objetiva y particular hasta llegar a lo general. Para lograr el objetivo del conocimiento de la formación económico-social de un pueblo dado a cualquiera otra de las categorías socioeconómicas, se deben establecer las vías adecuadas para lograr estos fines, ya que dentro del marco conceptual básico deben estar alineadas con el método el objetivo, la metódica y los procedimientos. Este tríptico constituye la estrategia arqueohistórica. El objetivo

El objetivo perseg~ldo ha quedado bien claro en las páginas anteriores. Debe desecharse cualquier tipo de investigación por segmentación o proceso investigativo incompleto que no conduzca al conocimiento de las formas sociales y de sus particularidades, para enriquecer así el panorama del proceso histórico y comprobarsus leyes. El objetivo rige todo el conjunto de la investigación y por tanto es la fuente de nuestra hipótesis, le sirve de base los previos conocimientos de las formas en estudio, de su conducta social, de su esencia, de los fenómenos históricos específicos y de todas aquellas manifestaciones más simples, según sea el nivel alcanzado por el proceso gnoseológico. El objetivo inicia el proceso de conocimiento y a su vez recibe los resultados del mismo, haciéndose dinámicamente más amplio con los nuevos conocimientos. Para que éste brinde los resultados deseados es imprescindible que la investigación esté regida por los pasos sistemáticos de la observación, el análisis, la interpretacióny la reconstrucción. La metodología

El primer paso de nuestra investigación arqueológica está constituido por los siguientes aspectos:

EJ trabajo de campo: esta labor no se inicia como pudiéramos pensar en el propio campo; se requiere el acopio de una serie de informaciones preliminares acerca de la nación, la re15

gión o la localidad en la cual vamos a trabajar. En resumen, podríamos indicar que se hacen necesarios datos geomorfológicos, climáticos, paleontológicos, geográficos, forestales, faunísticos, ecológicas y de desarrollo socieconómico en cuanto a las ciencias naturales se refiere. De las ciencias sociales se requieren informaciones lingüísticas y etnográficas, así como datos históricos y el basamento filosófico. Por último, debemos obtener toda la información arqueológica disponible, en especial del ineludible censo arqueológico del área en cuestión. De no existir este último, hacerlo sería la primera tarea del arqueólogo. Si se desconocen las potencialidades de un medio dado, muy poco puede trabajarse en él y menos proyectar tareas de preservación, conser. , . vac1on o excavaciones. La exploración: el elemento operativo de la exploración da inicio, por lo general, a las labores de campo; reviste varios aspectos, entre ellos la localización de los restos o testigos arqueológicos, la medición primaria de sus potencialidades y magnitudes. Un buen reconocimiento de superficie puede brindar datos suficientes sobre las dimensiones especiales y corológicas 3 del material arqueológico presente en la región. U11tercer aspecto cronológico 4 se obtiene con mayor certeza efectuando pozos de prueba, completándose así de manera preliminar, tres líneas de coordenadas (Lorenzo, 1976). Por la espacial se han obtenido los datos acerca de las magnitudes del área ·ocupada; la corología nos indica los contextos culturales que estuvieron presentes en la misma, y por último, la cronología los ubica en el tiempo. Los tres aspectos señalados pueden computarse de inmediato si existe un conocimiento previo del corológico y el cronológico; de 110 ser así la información recogida pasará a una fase de análisis que veremos a continuación. 3

Corológicas: referente a Corología, estudio de la distribución espacial de tipos culturales aplicado a la Arqueología. 4

Cronología: ciencia que estudia y determina el orden de los sucesos históricos. Serie de sucesos históricos por orden de fecha. 16

La excavación arqueológica: constituye el elemento básico de la investigación arqueológica, el cual ofrece la mayor y mejor cantidad de datos para la investigación, al representar el núcleo de la materia prima para hacer Arqueología. Como todos los demás elementos de la trilogía {objetivo, metódica y procedimiento), debe estar alineada en su totalidad para lograr una finalidad dada. La excavación sólo debe realizarse y comenzarse cuando sea parte de una investigación mayor y su finalidad debe estar dirigida a la consecución de datoo que satisfagan el objetivo perseguido. De esta situación se excluyen las excavaciones de salvamento que como su nombre lo indica, se efectúan en ocasiones en que un sitio arqueológico es amenazado por una destrucción inmediata, e inevitable. Esta concepción de la excavación nos lleva a co11siderarla como un instrumento operativo adecuado a un medio dado, para lograr una táctica analítica. De acuerdo con nuestros intereses, la excavación deberá efectuarse de modo tal que sea capaz de brindar todos aquellos elementos culturales que sean factibles de hallarse dentro de la sociedad en estudio, además de los requeridos elementos naturales para una investigación sistemática e integral. Se debe considerar la excavación como un instrwnento arbitrario utilizado por el investigador, pero imprescindiblemente metódico y manteniendo lineamientos generales, a pesar de las premisas que se hayan establecido. En una excavación así, tentativamente podemos obtener d06 tipos de elementos: Elemei1tos básicos y elementos complejos: entre los primeros se enmarcan aquellas evidencias que forman la base de cualquier proceso de analisis posterior, además de ser por sí mismo relativamente simples. Podemos situarlos de modo sistemático, tal como se demuestra en el Cuadro 1. Cuadro 1 ELEMENTOS

Materiales para análisis físicos, químicos y hiológicos

EJEMPLO DE TIPO DE ANALISIS

Muestra tipos de línico, * 1' tamiento, netismo,

de suelo arcillas, partículas semillas, etcétera.

para determinación de PH/l' sedimentología, espectro poorgánicas obtenidas por flomicroorganismos, paleomag-

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ELEMENTOS

EJEMPLO DE TIPO DE ANALISIS Pueden obtenerse resultados pación, materiales culturales climáticos, movimientos del za terrestre y fechamientos,

sobre áreas de ocuutilizados, cambios mar y de la corteentre otros.

Objetos de piedra

Determinación del tipo de material utilizado; tipo de objeto cultural; análisis físico-químicos. Pueden obtenerse datos sobre utilización de ma·· teria prima circundantes u obtenidas por préstamo; grado de desarrollo de las fuerzas productivas; elementos de la superestructura; tecnologías; fechamientos por hidratación (en el caso de la obsidiana), entre otros.

Objetos de madera

Igual al anterior. Para la obtención de fechados se utiliza preferentemente el método del carbono 14 (C-14).

Objetos de concha

Igual al anterior.

Objetos de hueso

Igual al anterior.

Objetos de metal

Con igual finalidad que los anteriores. Los fechados se obtienen con carácter relativo de acuerdo con el material utilizado y las tecnologías; en ocasiones se puede utilizar el método del carbono 14.

Alfarería

Igual que los anteriores; se precisa una gran información de los análisis de arcillas existentes en el área. Los fechados se obtienen por el método de la termoluminiscencia, el magnetismo residual y el carbono 14. En forma relativa por seriaciones y tipologías cerámicas.

Textiles

Igual que los anteriores. Los fechados que se obtienen pueden ser relativos o exactos, mediante el carbono 14.

Desechos de talleres

Con igual finalidad el caso.

18

que los anteriores,

según

ELEMENTOS

EJEMPLO DE TIPO DE ANALISIS

Restos humanos

Determinaciones antropométricas y fechanüentos. Se pueden obtener resultados sobre tipos étnicos, patologías, costumbres culturales, conductas sociales, etc;., los fechados se obtienen por medios químicos y por el carbono 14.

Restos de animales

Determinación de posible fauna· existente, clima y fechados. Determinación de objetos y medios de trabajo, contenido alimentario de los restos hallados, etc., biótopos en que se desarrollaron actividades económicas, fechamientos p,Jr carbono 14 y en ocasiones por métodos físico-químicos.

Maderas

Ubicación de las taxas existentes. Pueden obtenerse datos sobre n1cdios de trabajo, clima, fechados por carbono 14, etcétera.

Rocas

Analisis petrográfico de las muestras. Pueden determinarse elementos geomorfológicos y materias primas para la construcción de medios de trabajo; fechados por potasio-argón, hidratación o carbono 14, en casos específicos.

Carbón y/o cenizas

Análisis por carbono 14 o geomagnetismo. Pueden obtenerse datos sobre objetos y medios de trabajo.

Materiales no culturales

Observación de todos aquellos materiales intrusivos; sistemas radiculares, animales, alteraciones antrópicas posteriores a la vigencia del sitio, etcétera.

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Abreviatura de potencial Hidrógeno. grado de acidez del medio.

Coeficiente que caracteriza el

PALINOLÓGICO: Relativo a la ciencia que estudia el polen de las plantas.

Los tipos básicos de análisis han sido tomados de Broth,vel, Don and Eric Higgs (1963) y García Bárcena (1974). Los elementos complejos se present~n de manera menos simple, 19

constituyen manifestaciones culturales observables de modo directo, pero en algunos casos requieren de un proceso inductivo con verificación de hipótesis; no obstante son productos directos de las excavaciones; su utilidad para el trabajo de análisis posterior y su incidencia en el desarrollo de las comunidades en estudio se sobrentiende. Entre ellos tenemos los siguientes: Areas de habitación (en general) Areas de talleres Areas de hogueras (en general) Are as de fogones Areas de sembrados Áreas públicas (plazas, etc.) Areas de enterramientos Ubicación de casas Ubicación de corrales Ubicación de centros pttblicos (templos, etc.) Ubicación de vías de comunicación (calzadas, etc.) Ubicación de obras hidráulicas Elementos gráficos (ideogramas, escrituras) Es obvio que nunca encontraremos todos los elementos antes citados, ni concurren en todas las sociedades en estudio la totalidad de los mismos; en ocasiones hallaremos o buscaremos otros aquí no señalados, pues es bueno advertir que sólo hemos planteado un ejemplo. Todos los elementos básicos y complejos podemos clasificarlos como indicativos arqueológicos concretos. T~aexcav~ción arqueológica debe completarse con los resultados de los trabajos de las cie11cias interdisciplinarias en las labores de campo. Así, se tiene necesidad de contar con una palinoteca de la flora regional actual para poder contrastarlo con el espectro polinice obtenido en las excavaciones. De igual modo los resultados de las observaciones geomorfológicas, faunísti• cas, forestales, climáticas, entre otras, nos permitirán hacer las comprobaciones adecuadas durante el proceso de análisis y proporcionar el conocimiento del medio circundante al gru20

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INDICE DE FIGURAS

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1 . Plano topográfico de un área seleccionada poro su excavación.

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2. Traza do de lo cruz de coordenados sobre el área seleccionado paro su ., excovoc,on .

.Figuro

3. Gráfico de L_Jnosubcopo métrico de 0, 10 metro de grosor al final de lo excavación de un área prefijado.

Figuro

4. Gráfico del proceso de excavación con ubicación y numeración consecutivo· de los selecciones de acuerdo· con su orden de ejecución.

Figuro

5. Motivos básicos utilizados en los pictogramas

figuro

cubanos.

6 o lo 17. Diseños fundamentales utilizados con pictogramas en los cuevas de Cubo (1979).

Figuro 18. Algunos de los rasgos comunes o los pictografías y o los evidencias materiales hollados en contextos indocubono prehispánicos. Fig_uro 19. Los triángulos y los figuras angulares son elementos comunes o pictogramas y o piezas arqueológicos indocubanos. Figura 20. Los diseños de antifaz m_uyfrecuentes en el ajuar aborigen cubano, se localizan también como pictogramas. Figura 21

los diseños espejueliformes o gafiformes son frecuentes al representar los OJOS en ídolos tallados en piedras, conchas y huesos. Com.o pictogramas sus variables en distintos diseños constituyen una gamo interesante.

Figuro 22. El diseño conocido por grano de café, es muy utilizado en los ajuares indo• cubanos ogroolforeros representando ojos, bocas o abstracciones. Fue utilizado de igual forma en los pictogramas. Figuro 23. Rora pieza arqueológico, posiblemente del grupo Mayarí en lo cual fueron utilizados círculos, rombos y otros elementos que también se hallan en los pictogramas de Cubo.

Figuro 24. Posible proceso de abstracción de lo representación de los costillas en ídolos tallados y en pictogramas. El 6 y el 7 trotan de motivos-diseños comu• • nes en los cuevas pictográficos. Figuro 25. Los diseños hojiformes, se ubican en muchos cosos en los diseños pictográficos, cerco de lo cabezo de ,los figuras antropomorfos.

Conchas trabajadas l Juesos trabajados

Instrumentos utilitarios Artefactos utilitarios Artefactos superestructurales

tallados

Artefactos utilitarios talla simple Artefactos superestructurales tallados

Tradición textil

Cordelería Cestería Tejido de tela

l'radición ceramista

Caímitoide Honduroide Canimaroide Saladoide-barrancoide Ostonoide Meillacoide Chicoide

Talla figurativa

Esculturas en piedras Miniesculturas en piedra, concha y huesos

59

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Antecedentes

La utilizació11 de n1últiples siste1nas y tecnologías en las excavaciones arqueológicas, se orientan hacia el control de la ubicación de la excavación en sí, dentro de ellas se aprecia con mayor o n1enor intención los aspectos evidenciales, según el caso, ade1nás es importante mostrar la forma de la excavación. Con la totalidad se establece el conocimiento en un plano de formas y posiciones de la excavación y las evidencias (de estas últimas sólo en ciertos sistemas). Por otra parte, el establecimiento de la profundidad en la que aparece cada evidencia, puede conocerse, segí1n el sistema tttilizado, desde el pu.nto exacto hasta su integración en una determinada ncapa,. o f(nivel estratigráfico o métrico. Como es natural, todos los demás elementos del fenómeno histórico que se observa en el contexto excavado, pueden controlarse a su vez 1nediante distintas tecnologías; esto es, capas estratigráficas, aspectos específicos o determinadas evidencias inmuebles. En Cttba, se utilizan, con el rigor científico apropiado, los sistemas de excavación por estratigrafía métrica 11atural. En ambos casos los espacios planificados para excavar son variables, pero éstos por lo general son cuadrados de 1 m o 2 m de lado (los más usuales), a los cuales se les denomina, si están integl'ados en una ttnidad mayor, secciones o escaques, en dependencia del tipo de unidad ligatoria; si son independientes reciben el nombre de pozos de prueba. La forma en que se integran estos módulos excavatorios. pueden ser desde la consecutiva línea recta formando trincheras, hasta la irregular que da origen a figuras geométricas de múltiples caras; no obstante, ha sido muy utilizado el llamado 11

60

bloque, consistente en cuatro secciones yuxtapuestas dos a dos, formando una ttnidad mayor a 4 m de lado (Guarch, 1~70 :13). La medida de la sección de 2 m de lado se fundamenta, básicamente, en el sistema de estratigrafía métrica utilizado originalmente, pues en el mismo, cada capa o nivel» métrico debe tener 0,25 m de espesor, por tanto, el material extraído equivale a 1 m 3 de tierra, unidad que facilita cualquier cálculo aribnético-estadístico que se desee hacer. Los investigadores que rebajaron el grueso de sus capas artificiales a 0,10 m de espesor, solamente obtienen 0,40 m3 e11cada capa, perdiendo la ilcomodidadn del antiguo sistema pero ganando en otros factores de su interés científico. Otros investigadores que iniciaron la aplicación de la estratigrafj a natural en sus excavacio11es,continuaron tttilizando el módulo antes mencionado por inercia, aunque en su mayoría optaron por el cuadrilátero de 1 m de lado. En cuanto a la ubicación de los elementos dentro de la excavación, se ha continuado ate11diendo a su integración en la capa métrica como apreciación mínima, en el caso del sistema de estratigrafía métrica (Guarch, et al. 1968: 16). No obstante, desde 1963 se introdujo el sistema de ubicar algunas de las evidencias por medio de un sistema de coordenadas espaciales, tomando como base para el plano horizontal los lados del polígono que se excavaba, marcados con cuerdas durante toda la excavación; para el plano vertical o profttndidad, la superficie del terreno o un nivel arbitrario, se toma un punto de referencia preestablecido en la superficie inmediata a la excavación (Guarch, 1970: 5). Las tres medidas obtenidas así (dos de ellas de un par de lados y la tercera desde la superficie), ubican perfectamente cada evidencia deseada. Por íiltimo, la estratigrafía real del contexto arqueológico es anotada -mediante la observación en cada capa y el dibujo de las paredes expuestas por la excavación- por aquellos qtte realizan excavaciones por estratigrafía métrica; los que han optado por el método de la excavación por estratigrafía natural lo obtienen mediante las plantas, anotaciones y dibujos de paredes de capa estratigráfica nnatural•. i1

61

El interés de este sisten1a es ttnificar y simplificar los métodos empleados en Cttba hasta el presente, por lo que un equipo de trabajo ha laborado en este se11tido desde hace seis a11os, efectuando experimentos en los sitios arqueológicos de Farallones de Seboruco, Babine, Loma de la Forestal y Loma del Cementerio de Barajagua; es decir, en sitios de la etapa preagroalfarera, fase protoarcaico y arcaico y de la etapa agroalfarera, obteniendo buenos resultados. Métodos

Se partió del método de efectuar la excavación por estratigra• fía natural, desechando todo instrttmento de trabajo de gran· des dimensiones que impidiera un trabajo cuidadoso. El tamaño de la unidad de la excavación no fue prefijado, se seleccionó el área aparentemente más oportuna para realizar la labor de muestreo del sitio, teniéndose en cuenta los pequeños catees efectuados (O,1O m3) durante el levantamiento topográfico general del sitio de habitación. Se atendió esencialmente, en el proceso de excavación, al fenómeno contextual que se planteaba, efectuando la excavación de acuerdo con el mismo, con el objeto de extraer la mayor información posible producto de la deposición antropogénica, de lo que se deduce un ajuste de la forma de la excavación al contexto y a las necesidades operativas del trabajo en particular. Se eliminaron todos los medios tradicionales de marcación de la excavación, y se controlaron las evidencias, en sentido horizontal, mediante un par de coordenadas en cruz; en sentido vertical mediante un nivel óptico desde un punto de nivel O prefijado. Todas las evidencias obtenidas fueron graficadas por materiales en subcapas consecutivas de O,10 m de espesor, dentro de cada capa estratigráfica de deposición natural. Sistemática

En cada área escogida para iniciar la excavación se efectuó un levantamiento topográfico con curvas de nivel con espacios verticales de 1 mm, en un área promedio de 16 m2 (ver Figura 1). 62

Se escogió un punto de nivel O, procurando que el mismo quedara ubicado en un punto topográfico más alto que el área a excavar y a no más de 5 m de distancia. Se situaron en el área a excavar cuatro puntos orientados norte-sur, este-oeste, distantes entre sí 4 m de forma de poder tender dos cuerdas perpendiculares que formaron la cruz de coordenadas, cuyo centro incidió en lo posible con el área escogida (ver Figura 2). Éstas fueron las únicas dos marcaciones utilizadas para el control horizontal de evidencias. Se preparó a escala un cuadernillo con papel milimetrado, con la topografía abreviada del área y la cruz de coordenadas, con el objeto de volcar en él la ubicación de las evidencias. Con anterioridad se consignó la clave de sin1bolos a utilizar para señalizar cada material: hueso, concha, cerámica, piedra tallada de lascas, en volúmenes, etc. (ver Figura 3). El grupo de trabajo estuvo integrado en forma óptima por cuatro individuos, de la siguiente forma: dos de ellos pudieron realizar a la vez la excavación de sendas unidades; un tercero atendió el juego de tamices para el rescate de diversas evidencias, el mue.streo de suelos y la identificación de los saquetes procedentes de la excavación; el cuarto compañero ubicó en el cuadernillo de papel milimetrado, por coordeñadas, todas las evidencias que aparecieron in sito en la excavación. Debe reiterarse que los cambios en profundidad sólo se observaron cada O,1 O m, excepto evidencias muy destacadas que se ubicaron con exactitud. Un grupo integrado así y l!~ilizando el sistema de excavación antes señalado, pudo avanzar diariamente de 0,40 m 3 a 0,50 m 3 en sitios agroalfareros, hasta 0,80 m 3 o 0,90 m3 en parcelas de la etapa preagroalfarera. En los casos en que fue posible se integraron equipos como éste, trabajando en áreas contiguas para una mejor racionalización del instrumental o en áreas separadas cuando se contó con suficientes medios. Una vez preparado convenientemente. el terreno, sin profundizar en modo alguno en el suelo, fue aconsejable comenzar la excavación en dos unidades o secciones, una en la parte

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63

central de la cruz de coordenadas, utilizando dos lados coincidentes en el vértice de las mismas y la otra en uno de los extremos de las coordenadas; tuvo mayor provecho el que mostraba una altitud menor. La primera pudo tener 1 m2 de superficie, la segunda 0,50 m por 1 malo largo del eje de coordenadas. En esta forma pudimos lograr en ocasiones una visión a grosso modo del contexto y su morfo logia general. Las secciones se nt1meraron en orden consecutivo. A partir de este punto los próximos «cortes» se abrieron de acuerdo con el criterio del investigador, quien debió ajustarse a la concepción de la presente sistemática: buscar las zonas hacia donde se observaba mejor el proceso de habitación, produciendo secciones de diversos tamaños de acuerdo con la necesidad (nunca mayo1·esde 1 m 2) de visualizar el mismo o completar el análisis preliminar de un fenómeno (ver Figura 4). Ninguna de estas secciones se delimitó con marcaciones secundarias, bastó las medidas generales tomadas con el flexómetro. Los bordes de la excavación no requirieron otra terminación ulterior a la que les confirieron el cucharín de albañil o la piqueta al principio. Cuando apareció una evidencia en la excavación, fuera ésta de cualquier material o forma, se le advirtió al dibujante, quien precedió a tomar las medidas entre el objeto o fenómeno y las coordenadas inmediatas, graficando la misma en su cuadernillo. El objeto pudo removerse y colocarse en el lugar destinado para las evidencias según su tipo (es costumbre segregar los materiales de hueso y concha de los demás, en especial los restos alimentarios). Cada O,1O m de profundidad se cambió la hoja de asiento del cuadernillo. Para el chequeo de las profundidades progresivas, así como las de objetos o fenómenos específicos, además de los cambios de estratos naturales, se procedió a ]a observación mediante el nivel óptico y la mira, de no ponerse estos instrumentos, con la regla y el nivel de burbuja, desde el punto O. En el primer caso se obró como es habitual, descontando a la lectura la altura del instrumento; cuando se utilizó nivel de burbuja con regla o cordel, se leyó desde la altitud real del punto O. Cada punto tomado durante el proceso se refirió, en profundidad, a la curva de nivel más cercana, por lo que el promedio de error altimétt1co máximo 64

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fue de 1 mm atendiendo al levantamiento topográfico inicial. También fue posible para los cambios de nivel métrico, referir las profundidades a los cuatro ángulos de cada sección. De esta misma forma también se ubicaron evidencias, refiriéndola a la profundidad del ángulo más cercano; como es obvio, el margen de error no fue mayor a 1 mm. Cuando durante el transcurso de la excavación se abrieron nuevas secciones, se regresó al nivel correspondiente graficado en el cuadernillo, siempre que la capa estratigráfica natural coincidiera, de esta manera se obtuvo al final una visión general de la ubicación de evidencias en cad~ subcapa métrica de O,1O m de espesor en un área de 16 m 2 ( ver Figuras 3 y ¿1). Las acumulaciones de evidencias producto de la habitación del sitio o un trabajo de investigación de campo prolongado, presentó la necesidad de extender la excavación fuera del área inicialmente demarcada por los cuatro puntos señalados y que incluían la cruz de coordenadas. Se procedió a la prolongación, en el mismo sentido, del brazo de coordenadas requerido. Cuando se hizo necesaria una ampliación general, se trazó una nueva cruz de coordenadas anclando 11no de sus extremos en un punto de la anterior. Es obvio que en la nueva área se realizó previamente el levantamiento topográfico requerido.

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Resultados

Se estima que los resultados sobresalientes fueron los siguientes: 1) la utilización del método de excavación por estratigrafía natural, el levantamiento topográfico del área a excavar con curvas de nivel de espacios verticales de 1 mm y el desecho total de instrumentos de excavación de gran tamaño (picos, palas e incluso en ciertas fases picoletas), las técnicas mejoraron cualitativamente y los resultados obtenidos en la excavación aligeraron de modo considerable los medios utilizados en el trabajo de campo, haciendo éste más lento. 2) La utilización de una cruz de coordenadas propició la obtención de cuatro pares de coordenadas cada vez, la ubicación en el plano horizontal de las evidencias simplificó al máximo los medios de marcación del área a excavar; permitió 65

una gran ductilidad en el cambio de sentido de la excavación, acorde con el concepto establecido para este sistema de tratar de observar el contexto en aquellos lugares donde el fenómeno antropogénico deposicional se reflejara con mayor claridad y permitiera obtener una visión más esclarecedora, homogénea y coherente del mismo en el menor espacio posible. 3) La ubicación en un gráfico de todas las evidencias muebles e inmuebles, con apreciación horizontal medida con cinta métrica milimétrica y vertical en subcapas de O,1O m para lo general y menor en lo específico, planteó no sólo una rica información en cuanto a la distribución evidencia! y forma de contexto, sino que proporcionó una buena guía visual en el terreno, indicativa de cual debió ser la dirección inmediata de la excavación para obtener los resultados deseados. 4) Los grupos o equipos humanos compuestos por cuatro individuos plantearon la participación compartimentada de cada miembro, cada uno de los cuales debió asumir la responsabilidad plena y directa del trabajo que realizaba, cuyos resultados objetivos se ajustaron como eslabones de una cadena desde el campo hasta el laboratorio. Es de destacar que el 50°/ 0 del equipo excavó, un tercer miembro recuperó lo que se «escapó•, muestreó y controló el total de las evidencias mue'bles, y el cuarto controló gráficamente las evidencias y las profundidades, esto tiltimo con la ayuda del tercero. Todo el equipo unido realizó el trabajo de levantamiento topográfico y ocasionalmente fotografió. De todo lo anterior se puede derivar como resultado, una alta eficacia y productividad de cada equipo por lo que se lograron los promedios de excavación apuntados después de una semana de entrenamiento. Es conveniente señalar que la totalidad de los medios de excavación pudieron trasladarse por el eq'1ipo de trabajo sobre sus propios hombros a distancias promedios de 4 km en casos de necesidad, lo cual indica su ligereza, no así su reducido número. 5) A pesar de la necesaria "lentitud,. de la excavación por estratigrafía natural para la obtención de mejores datos, en particular de los conjuntos habitaciona]es, que permiten un mejor análisis y reconstrucción de aspectos del proceso histórico, las técnicas aplicadas aportaron un sistema de excavación efi66

caz y mesurablemente rápido sin detrimento del control científico, a pesar de la racionalización de medios para la excavación, lo cual determina resultados positivos en todos los casos de excavaciones experimentales obtenidos con la aplicación del &istema.

67

LOS PICTOGRAMAS CUBANOS COMO UN ;pOSIBLE. SISTEMA IDEOGRAFICO

Este aspecto representa la continuación de las investigaciones que hemos realizado acerca de las pictogr¿~fíascttbanas. Los anteriores resultados se publicaron con el título Algunas consideraciones sobre la morfología y el desarrollo de los pictogramas cubanosit en colaboración con C. Rodríguez en Cuba Arqueológica II (1980 : 53-7 6). Esto constituye la fiegunda parte, la cual mantiene una unidad estructural en la metodología investiqativa utilizada. En el trabajo anterior se establecieron criterios acerca de la morfología, y el desarrollo de los pictogramas, así como la proposición de los elementos integrantes de los mismos: los motivos y los diseños. Para el establecimiento de un sistema lógico de nomenclatura investigativa, se utilizaron varios términos para calificar fenómenos en los pictogramas, los cuales tienen vigencia en este trabajo. Para facilitar la comprensión de los mismos se han incluido como notas al pie de página. Como primer aspecto de la hipótesis de trabajo primordial es investigar las posibilidades positivas o negativas de que los pictogramas cubanos integran un sistema ideográfico asimilable en esencia a una escritura de tal tipo. El segundo aspecto abordado y que contribuye al anterior en forma directa, es la potencial asimilación cultural de los motivos 12 y los diseños 13 y por tanto de sus productos: las pictografías, a los grupos de indocubanos que habitaron en la Isla 11

Motivos: elementos de que se sirvió el aborigen para resolver los problemas pictóricos presentados. Constituyen una abstracción 12

13

Diseño: conjunto de motivos o determinados motivos con una categoría determinada. En uno u otro caso constituyen la obra ejecutada (diseño-producto). Los estudios realizados permiten aislar 208 diseños distintos (ver Figuras del 6 al 17). 68

en varias etapas y los cuales coexistieron con distintos grados de desarrollo. Para estos fines se han canalizado las investigaciones desde el ángulo funcional y de distribución de los motivos y los dise• ños, basándose en el aspecto ofrecido en el trabajo de Guarch y Rodríguez (op. cit.). Ta11to los motivos como los diseños, se han numerado con números romanos los prin1eros, con arábigos los segttndos (ver Figuras 5 y 6 a la 17). Para la investigación de filiaciones se utilizan como elementos fundamentales la comparación con otras evidencias materiales indocubanas y la catalogación de los diseños basados en las designaciones culturales que históricamente se han asignado a las pictografías. Presencia numérica de los motivos

Para la presentación numérica de los motivos se han presentado varias tablas. En la número 1 se presentan los motivos utilizados en cada cueva de las 35 estudiadas, agrupadas por regiones pictográficas de acuerdo con la división efectuada por el doctor Antonio Núñez Jiménez en su libro Cuba: dibujos rupestres (1975). En la Tabla 2 pueden apreciarse los motivos utilizados en cada ctteva y por regiones, en números absolutos y porcenta_jes.Es interesante que la cueva con mayor número de motivos diferentes es la de García Robiou con 22, existiendo 8 espeluncas que prsentan solamente un motivo (ver Tablas 1 y 2). La región pictográfica donde se utilizó un mayor número de motivos diefrentes fue en La Habana-Matanzas con 84 y en la que menos motivos aparecen es en la de Guara, con sólo 22. Debemos significar que en ambos casos nos referimos a la presencia de los motivos una vez en cad-a diseño y no al núcorrespondiente a la idea del artista dentro de Ja estética del grupo. Estas grafías forman la base de conjuntos más complejos o por el contrario se presentan aislados constituyendo un todo (motivo-diseño). Se han aislado 31 en las pictografías cubanas, los que se expresan con números romanos (ver Figura 5).

69

mero total de veces que aparecen repetidos en cada cueva o región pictográfica. Las tablas antes mencionadas nos ayudan a obtener resultados acerca de la utilización cuantitativa de los moti vos. Un ejemplo es el caso de la cueva Ní1mero Uno de Punta del Este, donde al presentarse el motivo círculo 103 veces junto a otros motivos, se eleva a 141 el total del conjunto utilizado. Es bueno reiterar que en éste, como en todos los otros casos, se ha contado la incidencia del motivo una vez por diseño, no así la repetición del mismo en cada diseño. En general, mediante estas tablas hemos podido advertir que los motivos se presentan indistintamente en cuevas y regiones. No obstante, algunos son exclusivos de determinadas espeluncas o regiones pictográficas. En el primer caso tenemos los motivos XVII, curvas en aspas, en la cueva García Robiou; el XXIX, cuadrúpedo, en la cueva de Los Matojos; el XXX, jinete, en la cueva de Los Generales y el XXXI, silueta con cabeza dibujada, en la cueva de Matías. Se observa que excepto el primero, es decir el XVII, los otros tres representan por sí solos figuras zoomorfas, posiblemente de épocas poscolombinas, si se tiene en cuenta el tipo de animal representado y el ajuar de las figuras humanas. En el caso de motivos exclusivos de regiones pictográficas tenemos que señalar, como es obvio, a los ya señalados para algunas cuevas y agregar otros. Su distribución es la siguiente: Para la región de La Habana-Matanzas: XII y XVII. Para la región de Guara: XXIX. Para la región de Cubitas : VIII, XXX y XXXI. Las demás regiones no presentan motivos exclusivos. Coincidencia de los motivos

Un aspecto de gran interés para este trabajo es, sin duda, la coincidencia de los motivos, el grado y cantidad en que éstas se produjeron y la distribución geográfica de las mismas de acuerdo con la ubicación de las espeluncas donde se presentan. 70

En la Tabla 3 se ha presentado la totalidad de esas coincidencias. Sería obvio tratar de explicarnos algunas de las correlaciones y su gran incidencia; por ejemplo, el caso de las 204 veces que concurre el motivo círcttlo con otros motivos, hasta los dos del motivo cttadrúpedos con el resto. Por lo ge11erat los motivos que más se correlacionan son los de mayor incidencia en las cuevas. Esto debió producirse por dos razones fundamentales: a) la utilización tecnológica del elemento, b) moda o tradición. Estimamos que en los casos de los elementos simples como la Jínea, el punto, el ángulo, etc., es válida la primera de estas razones, pero en los elementos más complejos, tenemos que optar necesariamente por la segunda, es decir, el interés comunitario de elegir una forma dada, que por sí misma transmitiera determinados conceptos culturales. Presencia numérica de los diseños

Se puede decir que de acuerdo con las investigaciones efectuadas, la distribución de los diseños en el ámbito cavernario en estudio, no es amplia. Por lo general cada región pictográfica presenta sus propios diseños y solamente 32 de ellos son transferibles,1" o sea, exclusivamente el 17 º/0 , del total de mismos (208) se presentan en varias regiones. En la Tabla 4, puede observarse cuáles son estos diseños transferiblesy su distribución. En la Tabla 5 podemos obtener una visión cuantitativa de la incidencia de los mismos en las distintas regiones. Esta reducida integración de los diseños al espacio general es de suma importancia para analizar múltiples aspectos, pero se hace necesario observar de forma individual cada uno de los casos que se repiten en varias regiones. 14

Ideogramatransferible : son aquel?os diseño-productos que tienen

la condición sistemática de reincidir en distintos sectores de las cuevas, en varias de ellas o en diversas regiones pictográficas como posibles portadores de ideas plasmadas gráficamente (ejemplo: diseño número 140).

71

Estructura de los diseños transferibles

En su forma más simple de diseños elementales, 15 se corresponden casi íntegramente con motivos-diseños, pero quizás éstos pueden tener un alcance mayor que la simple expresión gráfica de una forma. Tenemos el diseflo 9, constituido básicamente por líneas rectas perpendiculares unas a las otras en número variable; se identifica en su forma más simple con el motivo II, líneas entrecrttzadas, pero se muestra con más amplitud en otras variantes simples de fon11as y colores que constituyen los diseños 8, 10, y 86, pero éstos en particular, ftO mantienen igual distribución espacial; en general se les ha llamado con frecuencia diseños rediformes. De igual modo se advierte el número 4 7 que se identifica con el motivo V triángulo, pero aparece también a color rojo y en 111uchasocasiones relacionado con combinaciones más elaboradas, de manera singular en los diseños del 48 al 52 y en un diseño complejo, 16 el 207, sin ser éstos los únicos. Los peines,· diseño 5, constituyen una gama más reducida, pero no menos interesante por su posición específica en las bocas de las cuevas observadas por A. Núñez Jiménez. S11 rango de correlaciones en diseños compuestos 17 y complejos se puede ejemplificar con su presencia más evidente en los diseños 6, 7, 88 y el 91 entre otros. El diseño III se identifica con el motivo XIX, hombre a tinta llena, y se encuentra asimilado también a los diseños del 112 al 125, con las variantes que generan motivos distintos. Con el diseño transregional 25, encontramos el primero de los cuales no se identifican con un motivo, sino que constituye un diseño compuesto, es decir, en este caso la repetición del motivo IV. 1s

Diseño elemental: está formado por uno o varios motivos (ejemplo: diseño 81). 16

Diseño complejo: integra totalmente motivos o diseños, perdiendo éstos su individualidad (ejemplo: diseño 172). 17

Diseño compuesto: está formado por varios diseños elementales sin que f:stos pierdan su individualidad {ejemplo: diseño 207).

72

El diseño de líneas en zig-zag presenta variaciones· sobre este tema que es posible identificar en los diseños 28 al 35 y 43 al 48 entre otros. Los diseños hojiformes constituyen otro ejemplo de diseños que se presentan en varias regiones pictográficas, con interesantes variantes de algunas de las cuales nos ocuparemos con posterioridad. Los diseños que constituyen esta «familiatt son los comprendidos entre el 81 y el 90 en sus formas más simples. El diseño 133 círculos concéntricos rojos, es también uno de esos diseños wviajerosu de mayor popularidad y resuelve sus variantes de acuerdo con el número de círculos que componen los diseños. Por último, el diseño 134 círculos concéntricos negros, es uno de los más populares en todos los aspectos, también lo es e11éste. Su gama de variables se resuelve con el número de círculos que componen los diseños que integran. Relaciones entre diseños y pictografías

En la Tabla 5 se mttestra la distribución espacial d,e los diseños por regiones pictográficas y por cuevas. En esta tabla se han totalizado los distintos •diseños que aparecen por cuevas, con sumas parciales por regiones, y finalmente el total de pictografías por cuevas y regiones. Es conveniente señalar que el número de pictografías en muchas ocasiones no coincide con el de diseños, a causa de las repeticiones de los últimos; además, no siempre es posible identificar diseños y pictografías pues, como hemos señalado, existen pictografías complejas compuestas por varios diseños. La ctteva que mayor número de diseños presenta es la Número Uno de Punta del Este, con ttn total de SO en 134 pictografías tabuladas, lo cual e~tablece una proporción de 1 :3,7. Debe resaltarse la importancia de estas relaciones para el establecimiento de lineamientos que acusen el grado de planeamientos generales utilizado por los ejecutores de la pictografía, pues los índices que tiendan a la igualdad indican, como es obvio, que el ejecutante no intentó repetir de modo sistemá• tico el diseño o que fueron varios quienes pintaron con distintos conceptos que no se avenían a un plan común. 73

En la Tabla 6 se muestran las referidas relaciones en las 33 cuevas estudiadas. En ellas puede apreciarse que el índice promedio indica frecuentes identidades y pocas deferencias proporcionales (no mayores de 11), excepto en las cuevas de Matías, Los Generales, Número Uno de Punta del Este, Número Tres de Punta del Este y Solapa de Puerto Francés, las cuales hemos marcado con un asterisco. En esta tabla se observa que la cueva que presenta mayor diferencia es la de Los Generales, con una proporción de 1 :4,2, lo cual indica una notable repetición de los mismos diseños. En la Tabla 5 también se ha presentado con mayor exactitud lo antes mencionado con relación a la escasa distribución de los diseños y también a su reducida repetición. Correlaci6n de los diseños

Como resultado del análisis efectuado se ha podido establecer que no existe una completa correlación entre los diseños de distintas cuevas o regiones pictográficas. Las únicas advertidas son las de diseños elementales que se unen para constituir diseños compuestos o la de éstos para dar diseños complejos; pero los casos son singulares en cuanto al diseñoproducto, por lo que no caracterizan una continuidad. Estructura ideográfica de los pictogramas

Han sido muchas las deducciones y conjeturas derivadas de la observación y el estudio de los pictogramas. Su identidad cultural como elemento vinculado a la superestructura de los grupos humanos que las crearon es indudable, pero la manifestación artística, como siempre, respondió a una necesidad comunitaria, tanto de tipo estético exclusivamente o motivada además por ceremonias o ritos colectivos dirigidos; lo cual hace que en este último aspecto se esté echando en el gran saco de lo "ceremonial• algo que no tiene una clara explicación. Uno de los motivos primordiales de este trabajo es investigar, mediante las técnicas hasta aquí empleadas, cuál pudo ser la explicación que le dieron a los pictogramas; sin que con esto se infiera que se pretende conocer cómo fueron utilizados. 74

La hipótesis a demostrar se basa en que cada expresión pictográfica, si no es un planteamiento singular, debe responder a un programa inteligente y por lo tanto ser capaz de transmitirlo, ya sea un elemento simple, ttn conjunto de ellos o un sistema gráfico. Haciéndolo de forma tal que se le identifique al constituir un sistema o clave de ideogramas, que al repetirse conforme una escritura ideográfica. Si ese programa no expresa en ttn hecho único, planeado exclusivamente en una pictografía de una cueva, debe repetirse. en el ámbito cavernario, en alguna otra espelunca de la . , reg1on o en un espacio aun mayor. La determinación de la existencia de este fenómeno implicaría el restablecimiento de la estructura ideográfica utilizada por los creadores de los pictogramas, y su estudio el conocimiento del sistema de la misma, impreso en el plan pictográfico que contemplamos en las cavernas cubanas. El primer elemento que debe suministrar la supuesta estructura es la posibilidad de abstraer ideogramas transferibles. ~

Los motivos y los diseños como elementos ideográficos

El universo de observación, como es lógico suponer, lo constituyen las pictografías y las cuevas que las contienen. Para este estudio no es posible considerar ninguno de los dos como elementos pasivos, ambos pueden ser activos potencialmente. Esto _sehace evidente en el caso de las pictografías, eiencial materia prima con la cual trabajamos y punto focal del planteamiento gráfico y de su ejecutor; pero puede serlo también el medio en que se plasmó en atención a su ubicación y condiciones y a la posición relativa de los pictogramas en el mismo. Véase como responden los motivos y los diseños en este experimento. Como ya se ha expuesto, gran parte de los motivos seleccionados han sido abstracciones realizadas en el conjunto pictográfico; se presentan casi sin excepción como pictografías, la labor fue aislarlos como elementos de aque]los conjuntos dor1de aparecen mezclados con otros motivos. Sin dudas esta tarea lejos de restar, sumó elementos, que al repetirse cobraron posibilidades de ser ideogramas transferibles. 75

El análisis del estudio efectuado acerca de los motivos in(lica su distribución en el ámbito nacional, que en la mayoría de los cas JS es extensa at1nque numéricamente reducida, lo cual hace que se les pueda considerar dentro de un posible rángo de ideogramas transferibles, en atención al concepto que veníamos utilizando y que, como se ha esbozado, consiste en la condición sistemática que pueden tener los motivos o su producto los diseños, en cuanto a su incidencia en cuevas, sectores de las mismas y regiones pictográficas, como portadores de ideas plasmadas gráficamente. Es de sumo interés el hecho de que la mayoría de los motivos que no se repiten -o lo hacen poco- son aquellos que su planteamiento gráfico es precisamente naturalista e identificable su contenido mediante la observación visual directa, por ejemplo el motivo XXXI, silueta con cabeza dibujada, el XXX, jinete, el XXIX, cuadrúpedo, etcétera. Un aspecto de suma importancia para la identificación de la clave ideográfica sería que los ideogramas transferibles, al integrarse con los ot~os pictogramas compttestos, lo hicieran en forma tal que esa unión fuera apreciable y repetida. La investigación efectuada ha demostrado en las tablas que se acompañan y a las cuales se han hecho referencias en páginas anteriores, que las correlaciones iniciales halladas hasta aquí no establecen un ritmo que permita hablar de escritura ideográfica como tal; a pesar de esto puede señalarse el carácter indudable de pictogramas-ideogramas 18 que tienen las . mismas. Al inicio de este acápite se manifestó la posible importancia del medio cavernario. Esto es en realidad común a los motivos y a los diseños, pero es oportuno tratarlo en el siguiente párrafo antes de pasar al análisis de los diseños como elemen · tos ideográficos. Todas las pictografías encontradas hasta ahora en Cuba, lo han sido en espeluncas o en abrigos rocosos. Cabe pensar que si existieron fuera se destrttyeron a causa de la intemperie. En el interior de las cuevas se les ha hallado desde la entrada hasta los lugares más profundos; bañadas por el sol, en 1 "

76

Pictogramas-ideogramas : condición ideográfica de pictogramas.

la semipenumbra de las primeras galerías y salones o en la total oscuridad, donde para ejecutarlas tuvieron que valerse de luz artificial. Se ubican en techos y paredes, en las formaciones secundarias o en la roca estrt1ctural; en lugares altos, incluso donde la mano del hombre no llega desde el actual piso de la cueva, sin utilizar un adminículo; en estrechos pasadizos o en bóvedas mtty bajas en la cual tuvo que pintar acostado. De todas estas ]ocaciones espaciales sólo se ha obtenido la observación de A. Núñez Jiménez acerca de la ubicación sistemática de diseños de color rojo en las entradas de muchas cuevas con pictografías y ]a persistencia de los diseños de peines (en rojo) en igual locación (A. Núñez Jiménez, 1975: 147). Nada podemos agregar en este aspecto, por tanto, estimamos que el medio cavernario debió fungir como un todo utilizable, sin que se distinguieran zonas, excepto los casos ya señalados de valores significativos y específicos. El estudio de los diseños indica una mayor repetición de elementos; en ellos los ideogramas transferibles se ven repetidos en cuevas (ver Tablas números 4 y 5) y en regiones pictográficas diversas. Es en este último caso donde se debe con-

centrar la atención, pues sintetiza de modo conveniente la idea que se presenta. En los tres primeros grupos de diseños que se repiten en las regiones pictográficas, encabezadas por el 5 al 23 y el III, que a su vez son motivos, se observan dos grupos de ideogramas abstractos (el 5 y el 23) y un ideograma naturalista (el III). Los otros cuatro grupos, encabezados por los diseños 25, 84, 133, 134, están constituidos por ideogramas abstractos; formando parte por entero de pictogramas compuestos que a su vez son diseños transferibles de bastante popularidad, como la línea en zig-zag y en especial las hojiformes y los círculos concéntricos, cuya distribución hace que, atendiendo a los conceptos establecidos para este trabajo, se sitúen en primer lugar en cuanto a su condición de ideogramas transferibles, portadores indudables de abstracciones derivadas de un proceso consciente de esquematización propio de la escritura ideoqráfica. 77

Relaciones culturales de los pictogramas

En este trabajo se ha11 efectuado las investigaciones antes expuestas sin atender a su potencial ·y necesaria filiación cultt1ral. Esa l1a sido la intención, para así lograr una investigación de materiales concretos, sin que existiera un prejuicio que e11marcara el análisis empírico. Ahora, establecidos los parámetros conceptuales cuantitativos y cualitativos de los pictogramas, debe pasarse a la asimilación cultural de ]os mismos, como paso indudable que a su vez aclare algunos aspectos acerca de la posible condición ideográfica de los pictogra1nas y de su estructura. Rasgos co1nunes a las pictografías y a las evidencias materiales halladas en contextos indocubanos prehistóricos

Estos rasgos comunes son variados y muy frecuentes a las pictografías y a otras evidencias, en especial de los grupos agroalfareros cubanos que eje1nplifican mejor estas relaciones, sin que con esto se signifique que los casos que se muestran sean los ·únicos, pues el fenómeno se repite bastante; descontando la común utilización de elementos simples que pudiera sugerir el uso tecnológico de los mismos para alcanzar soluciones plásticas. Se advierte en el caso de los diseños de líneas en zig-zag, los cuales se aprecian profusamente en la cerámica a modo de decoración e11 los espaldares de las vasijas, en la tiara o diadema de algunos ídolos de los grupos agroalfareros, en las decoraciones de artefactos de madera de los preagroalfareros y como ya conocemos, en pictografías de varias localidades (Figura 18). En ocasiones estas líneas en zig-zag (diseños 25, 28 al 35) se integran con los triángulos y otros elementos afines. Así se van formando en ]os bordes de los ceraHlios o cobrando una forma corpórea ajustada al material, como en las mencionadas diademas de los ídolos tallados o en cabezas modeladas en asas de vasijas y en artefactos de madera. En las pictografías ya se ha visto que se presentan como diseños simples pero también cobran mayor interés cuando ocupan un lugar cimero 78

en pictografías antropomorfas o en las llamadas castilliformes a modo de capiteles en las mismas (Figura 18, diseños 1, 2 y 4).

Un diseño sumamente interesante es el triángulo (número 47) de acuerdo con el análisis; su locación como pictografía nada ha indicado, pero se trata de un elemento común en otras evidencias, específicamente en la cerámica y en el diseño de un artefacto de madera preagroalfarero al que ya hemos mencionado. Es notable su incidencia en figuras femeninas, en la cual aparece sobre el tronco de las mismas en la región abdon1inal. Se ha observado su presencia en figuras antropomorfas y zoo1norfas; en ocasiones se trata de un triángulo o dos inscriptos, la posición de los vértices varía en las figuras (Figura 19, diseños 1, 2, 4, 10, 11). Este elemento se observa en figuras no sólo de Cuba, sino también del resto de las Antillas y del Norte de Venezuela. Los diseños de. antifaz (el 55) también son muy frecuentes dentro del ajuar aborigen cubano; se muestran en la cerámica en las asas modeladas de los ceramios y en los ídolos tallados en piedra, hueso y concha (Figura 20). Los diseños espejueliformes (1.66 al 168 y 193) llamados así por su parecido con ese adminículo, aunque su forma se asemeja más a las gafas, son frecuentes en ídolos tallados en piedra, concha y l1uesos. Como pictogramas, sus variables constituyen en distintos diseños una gama interesante, ya que pueden presentarse desde simples gafas hasta conjuntos donde forman parejas de caras, etcétera (Figura 21). Uno de los diseños de mayor popularidad en el ajuar de los agroalfareros cubanos e incluso antillanos, es el llamado grano de café. Se utilizó en mu chas oportunidades para señalar los ojos de las figuras, otras veces la boca. Es común su uso en la cerámica farmando grecas en la cual la abstracción es total, mostrándose sólo en algunas asas modeladas; también se les encuentl'a en las. olivas sonoras y en ídolos antropomorfos tallados en piedra. En las pictografías se les ve inteorando por ejemplo los diseños 193, 201 y 205 (Figura 22). La utilización de los círculos, los rombos y otros elementos, también alcanza cierta frecuencia. En la figura 23 se preRentauna rara pieza arqueológica que fue encontrada en el si79

tio Santa Rosalía 1 en Banes, Holguín; el doctor René Herrera Fritot hizo un interesante trabajo descriptivo (R. Herrera, 1946) acerca de, la misma. Esta pieza fue hallada en un sitio de posible filiación cultural Mayarí, que obra en los archivos del Departamento de Arqueología de la Academia de Ciencias, según el informe del arqueólogo Milton Pino Rodríguez. En ella se aprecia como ftteron utilizados no menos de seis diseños que se observan en las pictografías de las cuevas cubanas. Por último, la secuencia que se muestra en la figura 24 señala los rasgos comunes entre pictografías y el resto del ajuar de nttestros aborígenes; además plantea un posible proceso de abstracción de la figura humana y de un importante elemento de la misma: las costillas. En el primero y segundo caso (1 y 2) las costillas aparecen formando parte de un ídolo antropomorfo tallado; en el resto de la figura 24 se puede apreciar el proceso de abstracción del referido elemento hasta •1desnaturalizarsen, convirtiéndose en el conocido diseño hojiforme. Si este proceso de abstracción es válido, se tiene en él un ejemplo del paso gradual de un pictograma naturalista a un pictograma abstracto; hito de suma importancia en lai vía hacia la escritura ideográfica. Acerca de este diseño hojiforme en su forma más esquematizada de ideograma abstracto, debe decirse que llama la atención su ubicación en algunas de las localidades donde aparece. Se encuentra allí en relación con figuras antropomorfas, generalmente junto a ellas, a modo de elemento simbólico (ver Figttra 25). Filiaciones culturales de los pictogramas

Como puede observarse en el acápite precedente, el mayor número de correlaciones establecidas se han hecho entre pictogramas y otras evidencias del ajuar aborigen pertenecientes a los grupos agroalfareros, salvo en aquellas oportunidade1 en que se hace mención de la posibilidad de que el artefacto descrito sea del grupo Mayarí, sin que con esto se indique que es el único caso, pues el diseño. de líneas en zig-zag también ~1oarece en los ceramios Mayarí, y los referidos a los objeto• ele madera ciboneyes. 80

Muy pocos han sido los casos en que estos elementos comunes lo sean también con artefactos de los grupos preagroalfareros, culturas indocubanas que hasta el presente se les ha atribuido las pictografías como elementos culturales propios. No obstante lo expuesto, debe analizarse con detenimiento este fenómeno, que debe tener sus bases en modalidades específicas de la estructura cultural de los preagroalfareros cubanos. En estos grupos han sido encontrados pocos elementos decorativos ejecutados en los artefactos que les son afines; es indudable que esto ha sido por falta de interés social por' plasmar conceptos superestructurales de este tipo, a no ser en los de madera, no por carencia de habilidad artesanal con los materiales más duros, la cual dejaron ampliamente demostrada en la propia ejecución de muchos de los artefactos. Sería ilógico concebir que se pueda dejar de establecer esa correlación con las pictografías. Ante esta disyuntiva se hace difícil establecer una filiación cultural de algunas de las localidades pictográficas con lo.; grupos preagroalfareros, mucho más cuando se ha visto que los elementos pictográficos pintados en cuevas consideradas históricamente como sitios preagroalfareros aparecen en evidencias de los grupos agroalfareros. Para tratar de arribar a alguna solución adecuada, pueden considerarse las siguientes hipótesis: a) las pictografías fueron ejecutadas íntegramente por los grupos agroalfareros; b) las pictografías fueron ejecutadas por ambos grupos con elementos pictográficos específicos además de los generalizados; c) las pictografías fueron ejecutadas por dos grttpos siendo todos los elementos pictográficos comunes a ambos. A los grupos .agroalfareros se les han atribuido históricamente las localidades pictográficas de Los Generales, Pichardo, Matías, Las Mercedes y Señá María Teresa. En el piso de ]as dos primeras se han encontrado evidencias cerámicas in• docubanas; en las tres restantes, ningún tipo de evidencias. Los pictogramas de la Cueva de Pichardo se identifican a plenitud con la tipología de los ídolos de los grupos agroalfareros y los de la cueva de Los Generales y de Matías, pa:r;ecen representar escenas e individuos de la etapa de la conquista; descontando los ideogramas abstractos de ambas cue81

vas que sirven a modo de enlace con el resto del contexto pictográfico general. Las pictografías de la región pictográfica de Caguanes son atribuidas a los preagroalfareros a causa de que muy cerca de la mayoría de las cuevas qtte la integran, encontraron un sitio arqueológico atribttible a dichos grupos, amén de algunas evidencias dispersas y esporádicas en el interior de varias de las cuevas. En las espeluncas de la región pictográfica de La I-IabanaMatanzas, han encontrado evidencias en las cuevas de La Virgen (restos humanos atribt1idos a los ¡Jreagroalfareros); en Cinco Cuevas, la Plu1na y Sin1pson hallaron evidencias características de los grupos preagroalfareros, y en la de Simpson, además de esto se encontraron restos humanos atribuidos a individuos de estos grupos. En las cuevas de García Robiou, de Ambrosio y e11la región de G1.1arano se han encontrado evi · dencias asociadas. Los pictogramas de esta última cueva, parecen indicar escenas que por el tipo de animales que se muestran y por su corpulencia podrían indicar que se t.,rataba de bóvidos; por tanto, de ser así, se ejecutaron después de la conquista española, pero esto no identifica el grupo aborigen que las pintó, pues tanto los preagroalfareros como los agroalfareros coexistían en la Isla en aquel momento. Queda abierta la posibilidad de que fueran ejecutadas por negros cimarrrones. En la región pictográfica de la Isla de la Juventud han sido encontradas evidencias asociadas de los grupos preagroalfareros en todas las cuevas de Punta del Este y en las del Indio; 110así en las de Lázaro, Finlay, Solapa Dos y Solapa Tres de Caleta Grande, de los i\lemanes y Solapa Uno de Puerto Fran, ces. Por último, j)Uede decirse que por incidencia de diseños específicos y evidencias asociadas, sólo pueden identificarse Los Generales y a la de Pichardo, ambas en la regjón pictográfica de Cu.bitas. En el resto de las cuevas donde se han encontrado evidencias asociadas, no se l1an hallado pictogramas específicos identificables para una cttltura. Con el fin de tratar de establecer una 1nejor catalogación cultural de las pictografías se ha preparado un listado en el 82

cual se agrupan las cuevas pictográficas que históricamente han sido afiliadas a los preagroalfareros y las que lo han sido a los agroalfareros; se añaden los diseños que inciden en cada grupo de cuevas, con la finalid:td de detectar elementos específicos y comunes, estos últimos marcados con un asterisco. IJos resultados se presentan en el Cuadro 6. Cuadro 6 AGROALFAREROS

S - 6 - ge: - 14 - 28 - 30* - 32 -··· 39• -49 - 51 - 52 - 57 - 59 - 62 -- 69 ··- 70 -79 - 80 - 87 - 93 - 94* - 91 • -·- 96 114 - 115 - 116 - 117 - 118 - 121 -126 - 127 - 128* - 130 - 134" - 162* 200* --- 201 - 202 - 204 - 205 - 206

Total:

40 - 41 -· 42 -- 45 71 -·- 72 - 7-1 -- 76 - · 101 - 109 - 112 122 -- 123 - 12-1 --188* - 193 ·-- 195 --

46 77 113 125 199

63

Cueva,s: Las Mercedes, Seiá María Teresa, Pichardo, Matías, Los Generales, García Robiou: Total: 6 *

Diseños comunes.

Diseños con,uoe,

Como puede observarse, sólo 10 de !os diseños utilizados en estas cuevas son comunes (marcados con un asterisco), es decir, un 5 º/0 de los diseños utilizados. Resulta importante recordar cuales son: el 9, rediformes; 30, ángulos dobles; 39, cuadros con equis en el centro; 84 y 91, hojiformes; 134,

círculos concéntricos negros; 162, círculo rojo con punto central; 188, corazones entrelazados; 199 y 200, laberíntico.;. En los listados anteriores se omitieron las siguientes cuevas: Los Matojos, Toro, Aguacate, Jía, Los Muertos, Virgen y 1\1nbrosio, pues se han seguido las filiaciones históricas hechas por anteriores autores, en especial la de A. Núñez Jiménez en st1 libro Cuba: dibujos rupestres (1975) y en el cuadro en que las presenta, 110 afilia las cuevas suprimidas inicialmente, a ttno u otro de los grupos indocnbanos por falta de datos. El análisis del comportamiento de las cuevas no afiliadas históricamente, cuando se las compara con los grupos ya vis-

tos en los listados -considerando igualdades y desigualdades de los grupos ya obtenidos con el que se incluye- ha brindado el resttltado que ofrecemos en el Cuadro 7. Cuadro 7 PREAGROALFAREROS 1 - 2 - 4 - 5 - 7 - 8 - 9• - 10 - 11 --- 12 --- 13 - 14 -- 15 -- 1• 11 - 19 - 20 - 21 - 24 - 26 - 'l.7 - 30• - 31 -- 34 -- 35 --- 36 - 37 38 - 39• - 43 -- 44 - 41 - 48 - 49 - 50 -- 54 - 56 - 58 - 60 - 63 64 -- 65 - 66 - 68 ·- 15 - 81 - 82 - 83 - 84* -- 85 - 86 - .. 88 -- 89 90 - 91* - 91 - 99 - 100 - 106 - 110 - 128 - 129 - 131 - 132 133 - 134• - 135 - 136 - 137 - 138 - 139 - 140 -- 141 -- 142 143 - 144 - 145 - 146 - 147 - 148 - 149 --- 150 - 151 - 152 - · 153 - 154 - 155 - 156 - 151 - 158 - 159 - 160 - 161 - 162. - 165 161 - 169 - 113 - 114 - 175 - 176 - 177 - 178 - 179 -- 180 -·- 182 183 - lSS - 186 - 128• - 189 - 190 - 191 - 192 -· 194 -- · 197 - ·· 199• 200• - 203 - 201 Total: 120

Cuevas de: Colón, Concha, Los Chivos, Los Dibujos, Del Pirata, de Ramo~. Cinco Cuevas, La Pluma, Sirnpson, No. Uno de Punta del Este, No. Dos. de Punta del Este, No. Tres de Punta del Este, No. Cuatro de Punta del Este, de Lázaro, de Finlay, Solapa No. Dos de Caleta Grande, Solapa No. Tres dt· Caleta Grande, Los Alemanes, Solapa No. Uno de Puerto Francés, del In~o. Total: 20 •

Di1eños comunes.

Como es posible apreciar en el referido cuadro, las cinco primeras cuevas de la región pictográfica de Guara presen• tan mayor similitud con· el grupo de cuevas afiliadas como preagroalfareros. De 11 diseños para la región, 3 se agrupan con los preagroalfareros, ninguno con los agroalfareros; sólo uno es común a ambos grupos y los siete restantes no muestran filiación anterior por sí mismos. En los casos de La Virgen y de Ambrosio, ambas cuevas pertenecen a la región pictográfica de La Habana-Matanzas. De acuerdo con los agrupan1ientos establecidos puede verse que La Virgen presenta 3 diseños en el grupo de los preagroalfareros,uno en el de los agroalfareros, uno común y 3 no aff•

84

liados. Ambrosio presenta 6 diseños de los agrupados con los agroalfareros, 5 en los preagroalfareros, u110común y 27 no afiliados o propios. Los resultados obtenidos aunque se inclinan a uno u otro grupo, no son del todo concluyentes, aunque sí indicativos. Integrando en sus grupos correspondientes los diseños de las cuevas añadidas, la lista final de diseños para los preagroalfareros quedaría formada de acuerdo como se muestra en el Cuadro 8. Cuadro 8

CUEVAS

Total Diseños

Diseños comunes a cada grupa PreAgroagroalfareros alfareros 134

106-134

104-107

106

3-103-105

134

102-103-108

Los Matojos

4

Del Toro

4

Del Aguacate

4

La Jía

1

Los Muertos

4

134

9-134

La Virgen

8

5-118

5-24-27-36

Ambrosio

40

28-32-96-117 133-134-195

134

Diseños propios

9

4-47-60-68-134 167

102-184 55-95-171 3-18-22-23-25 29-33-61-67-73 78-92-94-98-11 119-120-163-164 166-168-170-172 181-187-196-198 208

Es de estimar como muy significativo el bajo grado de incidencia de diseños comunes en las localidades pictográficas asignadas a cada grupo, esto hace s11poner una evidente diferencia entre ambos, por lo cual es aceptable en principio la diferenciación con10 válida (Cuadro 9). Si se amplía esta información con la suministrada con anterioridad por las evidencias asociadas y la minoritaria de diseños característicos, es posible establecer como hipótesis la filiación establecida 85

Cuadro 9 INTEGRACIÓN DE L06 DISE&OS EN LAS CUEVAS ESTUDIADAS PRE-

COMUNES A

AGROALFAREROS

AMBOS

1 2 4 7 8 9 10 11 12 13 15 16 17 19 20 21 24 26 27 31 34 35 36 37 38 43 44 so 54 55 56 58 60 63 64 65 66 68 75 81 82 83 84 85 86 88 89 90 91 95 97 99 100 102 103 104 105 106 101 108 128 129 131 132 133 135 136 137 138 139 140 141 142 143 144 145 146 147 148 149 150 151 152 153 154 155 156 157 158 159 160 161 162 165 166 169 171 173 174 115 176 111 178 179 180 182 183 184 185 186 189 190 191 193 192 194 197 203 207

5

14 30

39 49 134

AGROALFAREROS

3 6 18 22 23 25 28 29 32 33 40 41 42 45 46 47 48 51 52 53 57 59 61 62 67 69 70 71 72 73 74 76 77 78 79 80 87 92 93 94 96 98 101 109 111 112 113 117 115 116 114 121 119 120 118 122 123 124 125 130 163 126 127 168 170 172 164 196 181 187 195 201 199 200 198 206 204 205 202 208

históricamente. Por otra parte, es admisible la proposición de que existen diseños específicos para cada grupo y diseños comunes a ambos. En todo el trabajo de filiación que se ha desarrollado, debe tenerse en cttenta lo expresado en párrafos anteriores, al referirse a los diseños y a la tendencia de los mismos a no repetirse considerablemente de ttna a otra cueva. Esta inclinación incide en la baja frecuencia de diseños comunes a ambos grupos aborígenes. Para dar conclusión al despeje de las incógnitas planteadas al inicio de este acápite acerca de las filiaciones de las lo86

calidades pictográficas, debe fijarse la situación de los elementos pictográficos que se han visto presentes en otras evidencias del ajuar aborigen, consignando sus correspondientes números: 4, 21, 32, 34, 43, 47, 55, 63, 81, 144, 166, 167, 168, 191, 193 (ver Figuras de la 6 a la 16). De estos 15 diseños detectados en otras evidencias del grupo agroalfarero, 4 de ellos se encuentran afiliados a grupos pictográficos agroalfareros y 11 preagroalfareros; lo cual no aclara por esta vía en forma concluyente este aspecto de la situación. Por otra parte se hace significativo el hecho de que sólo dos de los diseños que se han observado en las referidas evidencias son de los denominados en este trabajo como comunes o transferibles. No obstante, debe señalarse que algunos de los diseños que concurren son muy significativos y similares a los llamados transferibles, formando parte de extensas ..familias• de diseños que se repiten en sus variables, siendo muy significativos y ampliamente relacionados. Debe estimarse que la única explicación plattsible a la aparición de artefactos agroalfareros de diseños supuestamente preagroalfareros es, o bien. la utilización común de diseños tradicionales, cosa esta no desechable, o el préstamo por el grupo preagroalfarero de esos diseños al agroalfarero. Ambas soluciones son posibles. Discusión

Mediante el estudio efectuado puede arribarse a las siguientes conclusiones : 1) Los motivos presentan una distribución notablemente generalizada; las exclusividades son escasas. 2) Las regiones pictográficas en cuanto a los motivos, tienen similitudes en el siguiente orden: Habana-Matanzas, Cubitas, Caguanes, Isla de la Juventud, Guara. 3) La extensa utilización de los motivos en el ámbito nacicnal, su distribución generalizada y la incidencia de motivos más complejos, permite argumentar la existencia de un interés manifestado en plasmar formas, que sin duda trasmitían conceptos culturales. La distribución de los diseños apunta hacia u11a individualidad por regiones. Sólo se han identificado 32

diseños transregionales (transferibles) del total de 208 utilizados (ver Tabla 5). 4) Las mayores similitudes entre regiones pictográficas atendiendo a los diseños, en orden decreciente es la siguiente: Cubitas con Habana-Matanzas Cubitas con Caguanes Caguanes con Habana-Matanzas Caguanes con Isla de la Juventud Guara con Habana-Matanzas Guara con Isla de la Juventud Isla de la Juventud con Cubitas Guara con Cubitas

-30 -29 -29 --6 -5 -5 -3 -O

A pesar de la escasa distribución general de los diseños, la presencia de algunos en forma amplia y continuada, y la condición de muchos de identificarse como motivos, establece la posibilidad de su utilización como elemento cultural transmisor de ideas. 6) En cuanto a la utilización de los diseños transregionales, se observa la incidencia de cierto número de ellos desde la región de Cubilas hasta la de Habana-Matanzas y otros desde ésta hasta la Isla de la Juventud. Esto es significativo en el posible orden distributivo de ideas gráficas desde dos regiones geográficamente opuestas, sirviendo de enlace la región pictográfica de Habana-Matanzas. 7) Las observaciones y análisis realizadas con el fin de afiliar culturalmente las expresiones pictográficas, no han sido del todo concluyentes, aun cuando corroboran las que históricamente se habían realizado. 8) Dadas las condiciones establecidas en este trabajo en cuanto a la distribución, correlación y estructura de los motivos y los diseños, puede entender~ que los mismos formaban parte de un incipiente sistema ideográfico, que no había alcanzado aún suficiente regularidad y estructura para considerarlo como una escritura ideográfica, pero en el que se pueden reconocer elementos pictográficos que debieron servir para expresar ideas de los grupos de indocubanos en forma gráfica; lo cual lo identifica en esencia con todas las expresiones mundiales de dicha escritura. 88

Y SU R.3PETICI6.N E:i CADACtJRVAPOR REGIO MOfIVOSUTILIZADOS

CURVAS

1



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1

Laa 118rce4es se:ia Ma• Tera88 .

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H

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Los Generales

1

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1

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1

1

1

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1

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1

10

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H H

1

Lo11 Chivc,s

Oolon Las Concha• Los D1bujoa El I>irata

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H

12

1

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1

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85 15 59 Ji

7 34 7

15 12

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J

19

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1

1

1

1

1

1

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1

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1

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1

1

10 19 20

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77 23.

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2 14 2J 2 1 2

1

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1

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1

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J 1

1

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o

1

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6" 1

14 1 2

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1 2 100

2~

14 1 2 1

1

J

1)8 5

8

10 1

o o o

1

9 29 31

4 5 26 95 121 10

o 14 J7' 10.) o

o

o

4 2 2

J

1

1

9· 12

182

732

e

~

Es posible que ambos grupos de aborígenes hicieron uso de esta expresión cultural, con sus idiosincrasias o sus tradiciones comunes, siendo quizás en ciertas etapas más utilizadas por los preagrolf areros que por los agroalfareros. Asimismo, puede plantearse que existen factores cronológicos que inciden en las expresiones pictográficas, los cuales e~ capan a las posibilidades de este trabajo.

89

Tabla 2 COINCIDENCIA CENTRAL DE LOS MOTIVOS EN I.AS CUEVAS ESTUDIADAS

II

I

10

I 11 111

10

IV

1

23

V VI

5 1 4

21 3 11 4 6 2 1 2

VII Vlll IX X

2 1

XI XII

xm

XIV XV XVI XVII XVIIl XIX XX

XXI XXII XXIII XXIV XXV

XXVI XXVII XXVUI XXIX

III

5 7

3

s

6

2 3 6

3 1 1 1 5 1

2 2 23 3 2

IV 7

1 2 1

1

23 9 6

2 9 1

90

84

4

3

1 6 3 3 9

1

3 2

9 9 1

1

1

3

3 4 2

1 1

2

1 1

1 1

1

9 4 1

2

6

1

1

3

2 10 2

1

5

1

1 g 3 1 1

1

30

2

14

10

1

5

179

4 11

1

3

1 1

1 2

1 1

-

1

"?

1

1

3

2

3 11 2

1

1

1

1 1 1

-

XXXI TOTAL:

1

2 2

1

XXX

5 21

3

2

1

VIII

10

1

1 2

VII

2 1 1 4 1

1 1

VI

1

6

1

V

16

125

77

18

75

16

Tabla 2 (continuación}

IX

X

I II III

2 6

1 2

IV V VI

6 1

2 10

XI

XIV

XII

XIII

1

2

3 5

2

1

1

4

1

1

2

XV

XVI

6 3

3 6 1

3 2

5

1

3

2

1

. vn

4

VIII

1

IX

3

2

1 1

X XI XII

2

5

1

1 2

XIII

1

5

5

1 2

1

2

XIV XV XVI

2

2

2 1

-1

1

-

-1

2

1

5 2

2

XVII

xvm

1

XIX

u

DI XXII

xxm lllv

nv

XXVI

2 1 1 4

1 2

1 3

2 2

1

-

1

1

2 1

1

1 1 1 1 2 3

3

1 2

1 5 6

1

XXVII

xxvm

1 2 1 4

2 1 7

1 1

1 1

XXIX

1

xu

1

XIII TOTAL:

40.

36

8

10

41

8

43

44

91

Tabla 2 (continuación)

I 11 111 IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII

XVII

XVIII

XIX

1

1

1

2

1

XX

XXI

XXII

1 1

5 9

1

2

3

1

1

1 9 2

1

2 2

2 7

4 1 1

1

1

1

1 1

2 1 3 1

1

3

1

1 1

1 1

1

1

2

1 1

2

1

1

3 4

2

1 1

5 7

1 . 1 18

1 2

2

1

2

XXIII

1

1 1

XXVI XXVII XXVIII

XXIX

30

• 14 10 2 11 1 4

3

XXI

XXIV XXV

23

2

XIX XX XXII

XXIV

2

6

1

XXIII

2

2

11 1

1

1

5

1 1

2

1

1

1

11 ·1 5 8 204· ·2 2

1 . 3

-

1

XXX

XXXI

TOTAL:

92

10

26

63

13

19

37

357

Tabla 2 XXV I II IIl IV V

VI Vil VIII IX

XXVI XXVII 2

10 1

1

2

5

3 1 1 1

1 1

2 2 1

2

2

1 3

XIV XV

2 6

XVI XVII

XXIX

XXX

1 1

-

-

1

1

1 1 1

1

xvm

1

-

XIX

u

1

XXXI

1

1

m xm

XXVIII 1

3

X

XI

(continuación)

1

1

XXI

XXII XXIII XXIV XXV

XXVI XXVII XXVIII XXIX

2 1 2

..,

2

1 1

·-

3 2

3 2

XXX

3

nxI TOTAL:

12

21

9

2

5

12

93

Tabla 3 DISEÑOS QUE SE REPITEN EN LAS DISTINTAS REGIONES PICTOGRAFICAS

AREAS

DISEÑOS Cubitas

Caguanes

Hab.Mtzas.

X

X X

9-10-86 38-39-44-47-48 49-50-51-52-58 59-60-61-62-64 66

X

X

5-81

X

X

11-118-121-122

X

31-32-33-34

X

X

X

32-34-84-85

X

X

X

Guara

l. de la Juventud X

X

X X

133

X

X

X

134

X

X

X

Tabla 4 PRESENCIA NUMtRICA

REGIÓN

Cubilas

Cubitas

DE LOS DISEÑOS TRANSFERIBLES

Caguanes

Hab.Mtzas.

Guara

Juventud

29

30

o

3

29

3

6

5

5

Caguanes

29

Hab.-Mtzas.

30

29

Guara

o

3

5

I. de la Juventud

3

6

5

94

l. de la

5 5

Tabla 5 DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LOS DISEl'tOS POR CUEVAS Y POR REGIONES

CUBITAS

LAS MERCEDES Di1eño1: 39 - 49 - 19 - 117 - 128 - 134 - 193 --204 Cantidad: 1 1 1 1 1 2 1 1

%

12,5

12,5

25,0

Total: g

12,5

SE~A MARtA TERESA

Diseños: Cantidad:

º/o Diseño■ :

Cantidad:

%

5 - 6 - 30 • 45 - 46 - 57 - 70 - 71 - 72 - 74 - 76 - 11 1 2 1 1 1 1 1 2 1 1 1 t 5,5 11,1 5,5 11,1 5,5

121 - 162 - 168 1 2 1 5,S 11,1 5,5

Total: 18

PICHARDO

Di1eiio1: 59 - 201 Cantidad : 1 1 % 50

Total: 2

MAT1AS

DJ1eñ01: Cantidad:

%

28 - 118 - 122 - 123 - 124 - 125 - 1g5 1 2 3 5 2 1 1 6,7 13,3 20 33,3 13,3 6,7

Total: 15

LOS GENERALES Diseño■:

Cantidad :

% Diseños: Cantidad:

%

30 - 87 - 112 - 113 • 114 - 115 - 116 - 121 - 127 3 1 1 3 9 4 7 8 1 4,5 1,5 4,5 13,8 6,2 10,8 12,3 1,5 129 - 136 - 132 8 8 4 .12,3 6,2

Total: 51

CAGUANES

LOS CHIVOS

Di1eiios: Cantidad:

º/•

19 - 30 - 36 - 41 • 63 - 128 - 18¿, 2 1 1 1 1 2 1 22,2 11,1 11,1 22,2 11,1

Total: 9

95

Tabla 5 (Continuación) COLÓN Diseños: Cantidad:

%

2 - 4 - 10 - 48 - 60 - 81 1 1 1 1 1 1 16,7

Total: 6

LAS CONCHAS Diseños: 5 - 31 - 44 - 64

cantidad:

%

1

1 25

1

1

Total: 4

DE LOS DIBUJOS Diseños: 5 - 33 - 43 - 47 - 65 • 110 .- 129 - VI - Vlll 1 1. 3 2 Total: Cantidad: 1 -1 1 .1 1 25 16,6 % 8,3

12

EL PIRATA Diseños: 2 - 7 - 9 - 10 - 20 - 24 - 84 - 88 - 89 - XVI 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 Total: 12 Cantidad: 8,3 25 6,3 % RAMOS Diseños:

Cantidad:

% Diseños: Cantidad:

%

21 - 36 - 31 - 50 - 54 - 56 - 58 - 66 - 82 - 83 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 5

85 - 86 - 89 - 90 - 91 - 161 - 180 - 183 1 1 1 1 1 2 1 1 10 5 5

Total: lO

HABANA - MATANZAS

AMBROSIO Diseños: 3 - 4 - 18 - 22 - 23 - 25 - 28 - 29 - 32 - 41 - 53 Cantidad: 1 .2 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1,8 3,5 1,8 3,5 1,8 %

Diseños: Cantidad:

60 - 61 - 67 - 68 - 73 - 78 - 92 - 94 - 96 - 98 ·- 111 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 3

Diseños: 117 - 119 - 120 - 133 - 134 - 163 - 164 - 166 - 167 - 168 Cantidad: 1 1 1 1 9 1 1 1 1 1 91 1,8 15,8 1;8



Diseños: Cantidad,•

% 96

170 - 172 - 181 - 181 - 195 - 196 - 198 - 208 2 2 1 1 1 2 1 1 3,5 1,8 3,5 1,8

Total: Se

Tabla 5 (Continuación) SIMPSON Diseños: 39

cantidad: t Total : t % 100 PLUMA Diseños:

8 - 9 • 11 - 12 - 13 - 14 - 15 - 16 - 17 - 26 - 27 cantidad: 11 3 3 1 1 1 1 2 1 2 4,3 13 4,3 8,6 4,3 8.6 %

Diseños: Cantidad:

%

34 - 39 - 83 - 86 - 186 1 1 1 2 1 4,3 8,6 4,3

Total: 23

CINCO CUEVAS Diseños: 97 - 106 - 134 - 197 - II cantidad: 1 1 1 1 1 º/o 20

Total: 5

LA VIRGEN Diseños: 5 - 24 - 27 .-· 36 - 55 - 95 - 118 - 171 Cantidad: 11 1 1 1 1 1 1 12,5 % ROBIOU Diseños: 14 - 33 - 39 - 40 - 41 - 42 - 51 - 52 - 62 - 69 - 80 - 93 Cantidad: 2 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 7,6 5,8 7,6 3,8 7,6 3,8 % GARctA

Diseños: Cantidad:

%

96 - 101 - 109 - 126 - 130 - 199 1 1 1 2 1 1 3,8 7,6 3,8 G

U

A

R

Total: 26

A

LOS .MATOJOS

Diseños: cantidad:

%

104 - 106 - 107 - 134 1 1 1 1 25

Total: 4

LOS MUERTOS Diaeños: 9 - 102 - 134 - 184 Cantidad: 1 1 1 1 25 %

97

Tabla 5 (Continuación) EL TORO

Diseños: Cantidad:

3 - 103 - 105 - 106 t t 1 1 25

% LA JtA Diseños: cantidad:

%

9 1 100

.Total: 1

DEL AGUACATE Diseños: 102 - 103 - 108 - 134

Cantidad:

%

1

1 14,3

1

Total, 1

4 57,1

ISLA DE LA JUVEN'IUD NÚMERO

Diseños: Cantidad :

% Diseños: Cantidad:

% Diseños: Cantidad:

% Diseños: Cantidad:

% Diseños: Cantidad:

UNO DE PUNTA DEL ESTE

1 - 99 - 131 - 132 - 133 - 134 - 135 - 136 - 137 - 138 2 1 1 8 19 45 9 1 8 1 1 0,5 4,1 9,8 23,1 4.6 0,5 4,1 0,5 139 - 140 - 141 - 143 - 144 - 145 - 146 - 147 - 148 - 149 1 28 1 1 18 ·2 1 1 1 1 0,5 14,4 0,5 9,3 1 0,5 150 - 151 - 152 - 153 - 154 - 155 - 156 - 157 - 158 - 159 1 1 1 1 1 2 .1 0,5 2,6 1 0,5 1 0.5 2,6 3,1 0,5 160 - 161 - 162 - 165 - 173 - 174 - 175 - 176 - 177 - 178 3 1 1 1 1 2 1 1 2 1 1,5 0,5 1 0,5 1 0,5 185 - 189 - 190 - 191 1 1 1 1

%

192 - 194 - 203 - 207 1 1 1 1

Total: 194

0,5

NÚMERO DOS DE PUNTA DEL ESTTE

Diseños: Cantidad:

%

128 - 133 - 134 - 135 - 137 - 156 - 179 1 2 2 1 2 1 1 10 20 20 20 10 10

NÚMERO TRES DE PUNTA DEL ESTE

Diseños: Cantidad :

% 98

134 - 135 - 169 3 4 1 37,5 50 12,5

Total : 8

Total: 10

Tabla 5 (Continuación) NÚMERO CUATRO DE PUNTA DEL ESTE

Diseñes : Cantidad:

%

100 1 10

Total : 1

SOLAPA DE PUERTO FRANCtS

Diaeño1: Cantidad:

¾

75 - 133 2 3 40 60

Total, 5

LOS ALEMANES

Diseños: cantidad:

%

134 4 100

Total: 4

DE FINLAY (NÚMERO UNO DE CALETA GRANDa)

Diseños: Cantidad:

%

135 14 100

Total: 14

NÚMERO DOS DE CALETA GRANDE

Diseños : Cantidad:

º/0

134 1 Total: 1 100

NÚMERO TRES DE CALETA GRANDE

Diseños: Cantidad:

133 2

Total: 2

DE LAZARO

Diseños: Cantidad: D/o

133 1 Total: 1 100

DEL INDIO

Diseño,: Cantidad:

%

133 • 188 1 1 50 50

Total: 2

Tabla e INDICE PllOPOBCIONAL DB RELACIONES ENTRE DliB!'itOS Y PICTOGllAFfAS

AREA DE CUBITAS Las Mercedes Señá Ma. Teresa Pichardo Matías Los Generales

AREA DE ISLA DE LA JUVENTUD 1 : 1,2 1:1,2 1 : 1,0

1 : 3,o• 1 : 4,2

AREA DE CAGUANES 1 : 1,3 Los Chivos 1 : 1,0 Colón 1 : 1,0 Las Conchas 1 : 1,0 De los Dibujos 1 : 1,1 El Pirata 1 : 1,1 llamos

AREA DE HABANA-MATANZAS Ambrosio 1 Pluma 1 Cinco Cuevas 1 Simpson 1 García Robiou 1 La Virgen 1

Número Uno de Punta del Este Número Dos de Punta del Este Número Tres de Punta del Este Número Cuatro· de Punta del Este Solapa del Puerto Francés De Lázaro De Finlay Solapa No. Dos Clta. Grande Solapa No. Tres Clta. Grande Los Alemanes Del Indio

: 1,5 : 1,5 : 1,0 : 1,0 : 1,2 : 1,0

AREA DE GUARA Los Matojos Los Muertos Del Toro Del Aguacate De la Jía

1 1 1 1 1

: 1,0 : 1,0 : 1,0 : 1,0 : 1,0

Clave : Dileiio: Pictogr•fla.

• Valores mayores de 2 unidades de diferencias.

100

1 : 3,7• 1 : 1,0 1 : 2,1• 1 : 1.0 1 ....·,5• , 1 : 1.1 1 : 1,1 l: 1,0 1 : 1,0 1 : 1,0 1 : 1,0

BIBLIOGRAFIA

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31-37.

103

Este libro ha sido procesado en el Combinado Poligráfico •Alfredo L6pe~• del Ministerio de Cultura, terminado en el mes de agosto de 1987, •Año 29 de la Revolución•, Ciudad de ta Habana 011-08-07.

Fe de erratas En la pág. 15 el 7mo renglón desde abajo está omitido. Debe decir "Yo aconsejaría con insistenCJa hacer en este congreso

ARqUEOLOGIA Dtétodos

y siste111as

recoge una serie de trabalos de lnvestlgaci6n reallzaclospor el destacado arque61oto J. M. Guarch. El mismo susMnta sus tesis clentfflcas acerca ele los problemas arqueol6glcos ele fo, 111a amena y dara, lnvltancloal lector a analizarlas desde un punto ele vista nuevo, que abre las pue: las a la pol6mlca fructlfera. Analiza los 61tlmosaspectos estucllaclosen el mundorelacionados con esta te:18':tlcay plantea slstemcitlcaspropias, apllcaclas en su tra. Mio actual. El presente volumen está bellamente Hustraclocon plctograffas que mues11a11 los resultaclosele esta hlvestlgac16n.

CIENCIAS.SOCIALES