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Spanish Pages 123 pages : color illustrations ; 27 cm [126] Year 2012
Arpilleras Colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos depende de una fundación de derecho privado integrada por representantes del mundo académico, organizaciones de defensa y promoción de los derechos humanos y personas que generan un espacio de pluralidad en el seno de la institución. Fue inaugurado el 11 de enero de 2010 por la ex presidenta Michelle Bachelet. Su misión es: “Dar a conocer las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del Estado de Chile entre los años 1973-1990, para que a través de la reflexión ética sobre la memoria, la solidaridad y la importancia de los derechos humanos, se fortalezca la voluntad nacional para que Nunca Más se repitan hechos que afecten la dignidad del ser humano”.
Arpilleras Colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Directorio Fundación Museo de la Memoria y los Derechos Humanos María Luisa Sepúlveda, Presidenta María Eugenia Rojas, Secretaria Arturo Fontaine, Tesorero Michelle Bachelet, Gastón Gómez Milan Ivelic, Cecilia Medina Fernando Montes, Enrique Palet Carlos Peña, Daniel Platovsky Margarita Romero, Marcia Scantlebury Agustín Squella, Carolina Tohá Director Ejecutivo Ricardo Brodsky Jefes de Área María José Bunster, Coordinadora General, Jefa de Museografía y Exposiciones María Luisa Ortiz, Jefa de Colecciones e Investigación Patricia Farías, Jefa de Extensión y Comunicaciones Jo Siemon, Jefa de Educación y Audiencias Claudio Canales, Jefe de Tecnologías de la Información Fanny Santander, Jefa de Administración y Finanzas Equipo Catálogo Investigación y Textos: Verónica Sánchez, Conservadora María Luisa Ortiz, Jefa de Colecciones e Investigación Soledad Aguirre, Asistente de Conservación Colaboración de Sophia Li (Estudiante de Universidad de Brown) Digitalización y edición de imágenes: Elías Fuentes, Diseñador
© Museo de la Memoria y los Derechos Humanos © Ocho Libros Editores
Ficha catalográfica 633.5 Arpilleras, Colección del Museo de 677.1 la Memoria y los Derechos Humanos 745 Santiago, Ocho Libros Editores 2012, primera edición 124 pp. / Ilus.
Primera edición de 1.000 ejemplares, impreso en los talleres de Salesianos S.A. en octubre de 2012. Inscripción RPI 211.111 ISBN 978-956-9144-02-8 Impreso en Chile | Printed in Chile Equipo Ocho Libros Editores Gonzalo Badal, Director editorial Sandra Gaete, Gerenta de producción Álvaro Matus, Editor general Jenny Abud, Directora de arte y diseño Marisol Abarca, Diseño editorial Gustavo Navarrete, Postproducción digital de imágenes Edison Pérez, Corrección de textos Pamela Alarcón, Traducción
Ensayo Principal Liisa Flora Voionmaa Tanner
Avenida Providencia 2608 of. 63 Tel. (02) 3351767/68, Providencia, Santiago, Chile www.ocholibros.cl
Su ejecución ha sido posible gracias al financiamiento que le otorga el Gobierno de Chile a través de la DIBAM
Ninguna parte del libro puede ser reproducida, almacenada o transmitida a través de cualquier medio sin la expresa autorización del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y Ocho Libros Editores.
Arpilleras Colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Contenidos
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09
16
Presentación
Arpilleras: arte poblacional como testimonio y símbolo
Fundación Solidaridad
28
44
52
Isabel Morel
Genevieve Jacques
PIDEE
62
74
78
Carmen Waugh
Paulina Waugh
Kinderhilfe Chile Bonn
86
92
98
Liisa Voionmaa
Marijke Oudegeest
María Paz Santibáñez
102
108
112
Fundación Helias y Carmen Alegría
Dieter Maier
English version
6
Presentación
D
esde su inicio el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos ha recibido una significativa cantidad de arpilleras provenientes de distintas partes del mundo, así como de instituciones de Chile. Las arpilleras cumplieron un papel esencial como escritura de testimonio, registro de costumbres y vivencias en el proceso social que vivió Chile en los años de la dictadura. De carácter comunitario y artesanal, dan testimonio y denuncian los hechos que afectaban a personas y comunidades. Se originan poco después del golpe militar de 1973. Grupos de madres, esposas e hijas de detenidos desaparecidos y de prisioneros políticos relatan en sus bordados la búsqueda de sus familiares y los atropellos a los derechos humanos, primero al alero del Comité Pro Paz en Chile y luego de la Vicaría de la Solidaridad, como también de otros organismos de derechos humanos. Poco a poco se van incorporando otros múltiples aspectos de la vida cotidiana en Chile: el acceso a la salud, la cesantía y la precariedad laboral, el hambre, el control de la correspondencia, las manifestaciones, entre otros temas, van construyendo un amplio retrato social del periodo. Salieron del país muchas veces ocultas, ya que eran vistas por la dictadura como objetos de propaganda contra el régimen e incluso al interior de Chile sufrieron atentados e intentos de destrucción. A pesar de ello fueron conocidas en diversos países del mundo y transmitieron los dolores, luchas y vivencias del periodo. Además fueron una herramienta se sobrevivencia, un medio para expresar lo vivido y también para aportar al sustento del hogar. El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos cuenta con más de 360 piezas de arpilleras, de gran valor artístico, cultural, sociológico, histórico y político, que forman parte del patrimonio de la institución y que se han recibido como donación de instituciones y personas naturales, que han entregado sus colecciones para que sean puestas al acceso público y aporten al conocimiento del pasado reciente en nuestro país. Las doce colecciones que se presentan en este catálogo, ingresadas al patrimonio del museo hasta marzo del 2011,1 están asociadas a acciones de solidaridad con Chile, así como a estrategias de sobrevivencia y acompañamiento de mujeres familiares de presos políticos y detenidos desaparecidos. Se intenta rescatar también esas memorias reconstruyendo las historias asociadas a ellas en un trabajo conjunto con los donantes. Ricardo Brodsky Baudet, Director María Luisa Ortiz Rojas, Jefa Área de Colecciones e Investigación
1 Este catálogo muestra una selección representativa de cada una de estas colecciones.
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Arpilleras: arte poblacional como testimonio y símbolo Liisa Flora Voionmaa Tanner Junio de 2012
Antecedentes históricos de la arpillera y las colecciones del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos La arpillera tiene un lugar muy particular en la cultura artística de Chile. Considerada como artesanía de acuerdo a los cánones establecidos, la arpillera no forma parte unívoca y continua de la artesanía tradicional del país. Ambas prácticas, la de la arpillera y la artesanía tradicional, comparten, sin embargo, su carácter comunitario y artesanal. Otro aspecto que las une es su “capacidad testimonial”,1 como aliada de la memoria. Esta alianza permite apreciar y reconocer el pasado en el presente a través de diferentes miradas testimoniales. En el caso de la artesanía tradicional, desde la transmisión del oficio del artesano y de las raíces de la identidad; mientras que la mirada testimonial, en el caso de la arpillera, está condicionada por el contexto histórico y político puntual tras el golpe militar de 1973. Esta situación extrema de la coyuntura política causó la polarización en las prácticas artesanales, creando una “cultura oficial” y “no oficial”, un “mercado oficial” y “no oficial”, un “público oficial” y otro “no oficial”. La arpillera surgió en estas circunstancias como “artesanía disidente” coexistiendo con la “artesanía oficial”.2 El origen de la arpillera chilena está muy ligado, por otra parte, con los primeros tapices que Violeta Parra produjo en la década de los sesenta. Se ha dicho que la cantautora fue la descubridora de la arpillera y que también las
1 Pérez Oyarzún, Fernando. Chile, Artesanía tradicional. Ediciones Universidad Católica de Chile, 1993, 8. 2 Voionmaa Tanner, Liisa. Arpillera chilena: compromiso y neutralidad. Mirada sobre un fenómeno artístico en el periodo 1973-1987. Memoria para optar al grado de licenciado en estética, Universidad Católica, Santiago, 1987, 35-36.
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mujeres de los pescadores de Isla Negra se hicieron conocidas por ellas.3 La técnica utilizada en ambos casos difiere, no obstante, de la utilizada en las arpilleras de la colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Tanto Violeta como las mujeres de los pescadores bordaron con lana sobre las rústicas telas, mientras que las arpilleristas en el tiempo de la dictadura aplicaron retazos, desechos de tela y una variedad de otros materiales sobre un soporte previamente preparado. Ambas técnicas, la de bordado y la de aplicación, son técnicas antiguas y universales, como las utilizadas en las molas panameñas o en la artesanía textil del pueblo fon en Nigeria, África. El significado etimológico de la palabra “arpillera” no se refiere, en cambio, a ninguna de las dos técnicas, sino a la materia de “un tejido basto” que se usa “para empacar mercancías o cubrirlas del polvo”.4 La colección de arpilleras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos forma parte importante del patrimonio tangible de la institución. En este catálogo se incluyen obras de doce colecciones provenientes tanto de Chile como del extranjero, cada una con su propia historia. Esto se aprecia en los antecedentes y en los diferentes estilos de cada donación. La colección del Museo es una puesta en valor de esta manifestación testimonial y artística sin precedentes, que permite “practicar la memoria” y “hacer vibrar la simbólica del recuerdo”5 en el presente, no solo a quienes tengan recuerdos de dicho tiempo, sino también a los que no lo han vivido.
Formación de los talleres de los arpilleristas La formación de los talleres de las arpilleristas bajo la cultura disidente de la dictadura nos lleva a preguntarnos cómo se pusieron en marcha los talleres en las poblaciones. ¿Las arpilleristas tomaron ellas mismas la iniciativa para organizarse o fueron las instancias institucionales que desde el primer momento asistieron y apoyaron a las pobladoras? La división del campo cultural posgolpe, señalado anteriormente, creó una situación totalmente incierta. Por ello la existencia de los talleres no habría sido posible sin la mediación y apoyo de las Iglesias chilenas que “organizaron rápidamente un servicio ecuménico de amparo a las personas en dificultades”.6 La primera instancia que asumió la defensa de los derechos humanos durante el régimen militar, fue el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Comité Pro Paz), que se creó mediante el decreto arzobispal firmado por el cardenal Raúl Silva Henríquez en octubre de 1973.7 Inmediatamente después del golpe y apoyado por el Comité, partió también la Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Según las fuentes, la Agrupación fue la primera instancia donde se inició el trabajo de las
3 Ibíd., 6. 4 Corominas, J. y J.A. Pascual. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Editorial Gredos, Madrid, 1980, 320-322. 5 Richard, Nelly. Políticas y estéticas de la memoria. Editorial Cuarto Propio, 2000, 9-12. 6 Comité Pro Paz, cfr. Wikipendia. 7 Ibíd. El Comité Pro Paz tuvo un carácter ecuménico, con participación de la Iglesía católica, las Iglesias “cristianas” (evangélicas o protestantes) y de la comunidad judía. En esta organización tuvo una participación relevante el obispo luterano Helmut Frenz, quien creara en 1975 la Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas, FASIC.
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Taller “modelo”. Trabajo en comunidad.
arpilleras.8 El Comité Pro Paz alcanzó a funcionar dos años hasta que fue reemplazado por la Vicaría de la Solidaridad en enero de 1976.9 La Vicaría fue un organismo de la Iglesia Católica de Chile que luchó por los derechos humanos en el largo periodo entre 1976-1992. Los talleres de arpilleristas aumentaron notablemente gracias al apoyo de la Vicaría, extendiéndose en varias poblaciones de diferentes comunas en Santiago. Bajo su alero siguieron funcionando también los talleres de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Posteriormente a la Vicaría nacieron otras organizaciones que apoyaron la producción y luego la comercialización de las arpilleras. Fundación Missio fue una de ellas. Los talleres de la fundación fueron muy organizados, partiendo de la división del trabajo de los mismos talleres. En 1983 se articularon en una sociedad, con razón social.10 Este paso fue una excepción entre las arpilleristas, que se organizaron muy pocas veces en sociedad. Otras instituciones dentro de la cual funcionaban también talleres de arpillera fueron Fundación PIDEE (Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia), FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas) y PIIE (Programa Interdisciplinario de Investigación en Educación). Los talleres de PIDEE se encontraban fuera de Santiago, en Talca y Linares, mientras que PIIE jugaba un papel de intermediario entre los talleres y el posible comprador.11 El apoyo de las organizaciones señaladas permitió que la actividad de las arpilleristas no fuera silenciada o intervenida por la fuerza oficial durante la dictadura. Sucedió todo lo contrario. La formación de los talleres se estableció en relativamente corto tiempo y el trabajo de las arpilleristas logró “responder a las exigencias de la subsistencia” 12 y servir como fuente de trabajo válida y apreciada en el mercado no oficial. Entendido de este modo, la función primaria y práctica de la arpillera dependía de los resultados del trabajo de las arpilleristas. Las funciones operacionales y prácticas no explican, sin embargo, la función estructural de la arpillera, necesaria para apreciar el proceso creativo de las arpilleristas y las dimensiones expresivas de sus obras. A continuación se hace referencia a estos aspectos.
8 Arpilleras Chile, 1983, folleto impreso sin datos editoriales, 13. 9 Ibíd. 10 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 37. 11 Catálogo de la exposición de arpilleras organizada en el Museo de Artes y Oficios de Jyväskylä, Finlandia, 1988, 14. 12 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 7.
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La arpillera como medio de expresión Como se señaló al comienzo, la arpillera es considerada artesanía. Los artesanos son generalmente autodidactas y no poseen la formación de los artistas. Esta distinción no significa que la artesanía y el arte sean excluyentes, sino todo lo contrario. Lo artesanal entendido como “el hacer técnico” forma parte de lo artístico como lo artístico forma parte de lo artesanal.13 La arpillera trasciende de esta manera el fin utilitario del objeto artesanal, transformándose en medio de expresión artística vivencial, “localizada temporal y espacialmente”.14 Esta característica estética y testimonial es propia de las arpilleras en la colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. La producción de las arpilleras en la época de la dictadura se divide en dos etapas. Ya en los primeros años de postgolpe la actividad artística de las arpilleristas se afirmó como una práctica social y cultural que fue valorada por el sector disidente tanto al interior como al exterior del país. Al mismo tiempo la arpillera se transformó en un ícono de lo que fue la dictadura. Cuando la situación coyuntural se hizo constante y las arpilleristas comenzaron a preocuparse tanto del funcionamiento de los talleres y de la comercialización de sus productos como de la difusión solidaria de esta actividad a nivel internacional, la necesidad de la expresión y de la transmisión de vivencias cambió paulatinamente. Este hecho se puede apreciar en el desarrollo de las mismas obras. La comprensión y la interpretación de la arpillera como fenómeno artístico poblacional plantea una diversidad de lecturas. Lo más impactante en una primera instancia es la lectura del relato testimonial transmitida por los contenidos de las telas. Aunque aún no existe un estudio detallado al respecto se puede afirmar que las arpilleras de la primera etapa, conocida como “etapa de construcción solidaria”,15 fueron temáticamente más comprometidas. Los contenidos de estas arpilleras son expresamente de denuncia de los atropellos a los derechos humanos. Los testimonios sobre las telas son desgarradoramente expresivas. Hasta en su hechura se nota el trabajo más individual y comprometido. Tal fue el grado expresivo en las arpilleras de la primera época que éstas fueron en varias oportunidades censuradas.16 La censura evidencia, ciertamente, la criticidad de los contenidos de las telas. La arpillera como medio de expresión artística no se limita, sin embargo, al contenido. El contenido concebido como testimonio de hechos no explica por sí solo el significado o la “apariencia exterior”17 de la arpillera. En el proceso creativo de las arpilleristas se puede apreciar un diálogo intenso y permanente entre los elementos internos y externos de las telas. Un factor importante a considerar en este diálogo es el estilo de las arpilleras. Concebido como un conjunto de diferentes factores, el estilo explica el significado expresivo de lo aplicado, tomando en cuenta la riqueza y la ocurrencia de los materiales utilizados por las arpilleristas, sus texturas y colores, la técnica de aplicación, el
13 Estrada Herrero, David. Estetica. Editorial Herder, Barcelona, 1988, 113-130. 14 Ibíd., 321. 15 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 37, 38. 16 Ibíd., 38. 17 Estrada Herrero, David, op. cit., 220.
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formato y las terminaciones, y la composición y creación plástica de las telas. Cada grupo de arpilleristas tiene su propio sello. Una descripción general de las colecciones de arpilleras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos puede dar una idea preliminar de lo señalado anteriormente. Con respecto a los contenidos se puede hacer un recorrido testimonial entre 1973-1990 desde el golpe militar hasta vísperas del retorno a la democracia y la creación de la Comisión Verdad y Reconciliación. El bombardeo del Palacio de la Moneda y la partida al exilio de los seres queridos en el aeropuerto marcan la temática de los primeros días de la dictadura. Los centros de detención y de tortura como Villa Grimaldi y Pisagua, la masacre y el hallazgo de Lonquén, las cárceles hacinadas, los allanamientos, los relegados, la búsqueda de los detenidos y desaparecidos y las marchas, son otros testimonios impactantes elaborados por las arpilleristas. Otra temática importante es la descripción de la vida cotidiana en las poblaciones, que se ve reflejada en las ollas comunes, la lavandería, los almacenes y la panadería, el consultorio; la falta de empleo, la cesantía y las huelgas. Algunas arpilleras se destacan por sus temas más religiosos, como la romería, el Vía Crucis, el cementerio y el velatorio. También es común que la temática visual de la arpillera sea complementada con textos breves: “¿Dónde están?”, “Tu hermano no está”, “Tenemos sed y hambre de justicia”, “Hermana, hermano, no nos olvidará la primavera”, “Jesús es condenado, mi madre me llama”, “Para que nunca más”, “¿Chile, país de hermanos?”, “No hay vacantes”. En lo que respecta al estilo de las arpilleras, la colección ofrece una variedad notable. La diversidad de los materiales se aprecia especialmente en las primeras arpilleras. La materia tiene una función importante como medio de expresión. Como se señaló al comienzo, el término mismo de arpillera alude al material descrito como un “tejido basto” o áspero y también grueso que sirve de soporte principal en la arpillera. En lo concreto se trata de material textil como yute que se usa en los sacos de té y de algodón que se utiliza en sacos harineros. En el reverso de muchas arpilleras se puede leer hasta un texto que alude a alguna fábrica o marca que dice simplemente “harina panificación”.
Fabricación en serie, taller modelo: relleno para las cabezas.
Trabajo de aplicación en comunidad. 13
Sobre este soporte las arpilleristas armaron sus relatos utilizando y aplicando desechos y retazos de géneros y telas en bruto y otros materiales como lana, pedazos de diario y de envases, papel, cartón, metal, plástico, cuero, con el fin de armar y componer pasajes de su realidad. Este material en bruto, que tiene un valor adicional por ser material reciclado en su mayoria, posee una riqueza expresiva perceptible en la tactilidad. Con las diferentes texturas y los colores las arpilleristas crearon efectos de cercanía o lejanía, espacio, dimensiones o volumen, detalles que se puede apreciar especialmente en la representación de la cordillera, una constante en las arpilleras y en las escenas de acción. La creación de las arpilleras no sería posible sin la técnica (techne), “el saber hacer” 18 del trabajo manual que permite aplicar la materia bruta en otra forma. La operación técnica, como recortar y pegar retazos, es vista a menudo como la operación más mecánica en el proceso del trabajo manual. En la práctica, la aplicación de una técnica es una necesidad constante tanto para artesanos como artistas, aunque el modo de hacer varía en cada caso. En el trabajo artesanal de las arpilleristas la técnica y la materia dependen una de otra. La variedad de las texturas y de los colores de las arpilleras está dada por las propiedades de los materiales. La cromática de los retazos y la manera como éstos se combinan son quizá los aspectos más creativos de las arpilleras. También en este sentido se pueden notar diferencias entre las arpilleras de la colección. El uso más libre del color sería propio en los retazos utilizados en las primeras arpilleras, mientras que en el trabajo de las arpilleristas de talleres más organizados se notaría un mayor conocimiento de las reglas básicas de los colores. Otros patrones que identifican el estilo de las arpilleras son el formato y las terminaciones de las telas. Éstas pueden tener diferentes medidas. Las arpilleras de la colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos son en general de formato rectangular horizontal o vertical. Las terminaciones de la arpillera se rigen, en cambio, por un patrón más fijo. El borde de las arpilleras está hecho con lana de diferentes colores y con puntadas de estilos cambiantes. Esta técnica de costura se usa también al pegar los retazos sobre la tela. El borde de lana forma parte del estilo propio de las arpilleras. La composición de las escenas y las acciones de su narrativa están condicionadas por dichos bordes originales que actúan como los marcos de un cuadro. La composición de una arpillera puede contener un conjunto de varias escenas o una sola escena. Como he dicho, es bastante común que una palabra —el término “paz”, por ejemplo— o una frase entera complemente la escena, corroborando o precisando, de esta manera, el acontecimiento o el objeto en cuestión. Esta variedad creativa y expresiva de la composición plantea la pregunta por la autoría de las arpilleras. Visto como un trabajo colectivo y artesanal, la autoría de las arpilleras ha permanecido, por lo general, en anonimato, aunque en algunas de ellas se han encontrado indicios de iniciales de nombres que podrían identificar a la autora.19 Lo común es que cada colección tenga un estilo propio y que los grupos de arpilleristas sean identificables de dicha manera. 18 Ibíd., 75. 19 Ver reseña de la Colección Fundación Solidaridad.
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La arpillera como símbolo de la solidaridad internacional La noción de solidaridad tiene varios significados y puede ser interpretada de múltiples maneras. Hay un común denominador que se refiere a la disposición de las personas a luchar por los mismos objetivos o por objetivos que se ven amenazados, pero que se consideran legítimos y valiosos. La organización de los talleres de arpilleristas y la difusión de su labor no solo en Chile sino en el extranjero, durante la dictadura, es una muestra patente de los modos en que la solidaridad puede funcionar en la práctica, más allá de su comprensión, como ayuda material. Las diferentes colecciones de arpilleras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos tienen cada cual una historia particular. Por cierto, las principales colecciones nacieron directamente bajo el alero de las organizaciones oficiales que promovieron los talleres artesanales, como la Vicaría de la Solidaridad, la Fundación Missio y la Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE), como se señaló. En el Museo hay, sin embargo, varias colecciones de arpilleras recibidas directamente por organismos internacionales y por fundaciones u otras instancias privadas que crearon vínculos solidarios con Chile. Las actividades solidarias desarrolladas entre los mismos exiliados chilenos y grupos de personas en los países que los acogían, como la organización de exposiciones de arte, contribuyeron a dar a conocer y a difundir el trabajo de las arpilleristas. Una de las actividades quizá más llamativas fue la Peña de Berkeley, en California, donde se exhibieron de manera permanente arpilleras de la Fundación Helias y Carmen Alegría.20 Las arpilleras de la Colección de Genevieve Jacques en Francia fueron “multiplicadas”, al editar diez mil ejemplares de tarjetas postales con fotos de las obras.21 La muestra quizá más memorable en Chile en dicho sentido fue la exhibición realizada en el Museo Colonial de la Iglesia San Francisco y en la Galería Paulina Waugh, en Santiago, donde el público pudo apreciar obras de un taller de arpilleristas junto a reconocidos artistas locales.22 El objetivo de estas actividades consistía en dar a conocer lo que pasaba en Chile y en apoyar el proceso de la vuelta a la democracia. De esta manera y reuniendo lo planteado anteriormente, quedó demostrado que el trabajo de las arpilleristas no podía ser visto solamente como un oficio o una práctica de subsistencia, sino como arte que dejó huellas en el mundo como un símbolo de la solidaridad internacional. Desde la mirada de hoy se puede afirmar que en dicho tiempo la arpillera se consolidó también como arte visual originario que se reviste de atemporalidad.
20 Reseña Colección “Arpilleras” de la Fundación Helias y Carmen Alegría. 21 Reseña Colección Genevieve Jacques. 22 Ver reseña Colección Paulina Waugh.
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Colección Fundación Solidaridad
* La colección se compone de 45 arpilleras. 16
En este catálogo se incluyen 28.
Historia de la colección de arpilleras de Fundación Solidaridad
L
uego de ocurrido el golpe militar, en el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (que más tarde fue relevado por la Vicaría de la Solidaridad) las mujeres familiares de detenidos desaparecidos se reúnen para fraternizar, compartir su dolor y la búsqueda de sus seres queridos que habían sido detenidos y a los que no pueden ubicar en las centros de detención. En estas largas horas de espera, se acerca a ellas una mujer, una artista, que les propone hacer algo con un montón de trapos de género. Ahí parte el trabajo de este grupo de mujeres que comienzan a recortar y pegar distintas escenas de lo que les estaba pasando. Apoyando esta labor, simultáneamente comienzan a rescatar otros elementos para reutilizar en esta tarea; es así como recuperan los sacos de harina que llegaban a través de Caritas Internacional, una vez que eran desocupados se limpiaban y utilizaban como base para construir historias con géneros, hilos y lanas. Al inicio el trabajo con las arpilleras tuvo un efecto terapéutico para estas mujeres; para ellas era importante mostrar lo que les estaba sucediendo, la tortura, las detenciones, las muertes. Una de las arpilleristas —María Teresa Madariaga— señala que era como un diario de vida: “Igual como yo lo veía tenía que hacer la arpillera”. Al pasar el tiempo surgió la idea de exhibir las arpilleras y obtener algún ingreso con esta tarea, ya que algunas familias tenían graves problemas económicos, puesto que muchas veces los familiares desaparecidos eran el sostén del hogar. Poco a poco las arpilleras fueron difundiéndose hacia diversas partes del mundo, conformándose en parte esencial de la lucha y la denuncia de las mujeres, pero también como sustento para sus hogares. “La arpillera es la denuncia de lo que fue una dictadura, las arpilleristas lo que hacen es pintar la realidad, es bordar la realidad, bordar con trapitos lo que les está sucediendo”, dice Winnie Lira, directora ejecutiva de la Fundación Solidaridad, quien además viajó con las arpilleras para difundirlas en distintos lugares, como la Unesco en París, la Fiesta de la Unite en Italia y a la representación de la ONU en Nueva York, por citar algunos ejemplos.
Descripción de la colección La colección de la Fundación Solidaridad presente en el museo está conformada por 45 arpilleras confeccionadas en los talleres y bolsas de trabajo de la Vicaría de la Solidaridad. Entre los temas que trata esta colección se destacan los detenidos desaparecidos, las manifestaciones públicas, los centros de detención, las huelgas de hambre y los comedores infantiles; algunas enfatizan graves problemáticas sociales de la época: la cesantía y la falta de vivienda. También fue tratado de forma particular el hallazgo de Lonquén, ilustrado a través de cuatro arpilleras que muestran diversas escenas de este cruel episodio. Esta colección de arpilleras presenta una gran gama de retazos de tela de diferentes colores y texturas, que reflejan la proveniencia de estos elementos, rescatados de camisas, sacos y ropa vieja. Todo retazo fue recuperado para dar vida a las figuras que relatan las historias inmersas en las arpilleras. Una característica interesante de esta colección es que varias presentan detalles importantes de su fabricación que se podrían rastrear en una investigación. Por ejemplo, ocho están fechadas en 1979 y dos en 1978; nueve arpilleras presentan iniciales que podrían identificar a su autora o autoras (C. de G. y E. M.) y una está firmada por Felicia; un último dato que se puede rescatar es que una arpillera está atribuida a la Vicaría Oriente. Otro elemento atractivo es la presencia de mensajes almacenados en pequeños bolsillos del reverso de las arpilleras: hay ocho papelillos confeccionados a partir de hojas de cuaderno en donde las creadoras señalan la temática abordada en sus arpilleras.
Lonquén 37 x 47,5 x 0,7 cm
Mártires de Lonquén 40,1 x 48,4 x 1 cm
Hornos de Lonquén 38 x 48 x 1,2 cm 17
Homenaje familia Maureira 38,4 x 49,7 x 1,2 cm
Carta de desaparecidos 38,6 x 48,8 x 1,8 cm
Donde están 10-08-79 38,8 x 49 x 1,7 cm
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Arpilleras colección Fundación Solidaridad
Victoria Díaz 50,3 x 37 x 0,6 cm
Instituto Médico Legal 39,8 x 46 x 1,5 cm
Así se celebró el Día Internacional de la Mujer 39,5 x 48,8 x 1,2 cm
19
Cementerio de Yumbel 42,8 x 49,8 x 1,5 cm
Buenos Aires – Valpo. 39 x 49,1 x 0,5 cm Buenos Aires – Valpo. (mensaje en bolsillo).
20
Arpilleras colección Fundación Solidaridad
Trabajador sin ti no hay liberación 41,4 x 32,3 x 0,6 cm
Ley Antiterrorista 39,7 x 48 x 0,4 cm
Ley Antiterrorista (mensaje en bolsillo).
21
Mujeres y uniformado 18 x 22 x 1,2 cm
Retorno a la Patria 40,3 x 51,6 x 0,6 cm
Toda persona tiene derecho 39,7 x 46 x 1,2 cm
22
Arpilleras colección Fundación Solidaridad
Centro de detención 38,8 x 46,5 x 0,8 cm
Tenemos que dejar nuestra patria 35,7 x 46,3 x 1,8 cm
Huara – Valparaíso – Corral 35,4 x 48,2 x 1,2 cm
23
Comedor infantil 39,1 x 47,2 x 1,4 cm
Comedor solidario 39,2 x 48 x 1,2 cm
Comedor infantil de niñas 40,5 x 48,6 x 1 cm 24
Arpilleras colección Fundación Solidaridad
Iglesia La Estampa 39 x 47,2 x 1,8 cm
Cesantes 39,1 x 48,2 x 1,4 cm
Verano Cesantes 38,8 x 46 x 0,8 cm 25
Problema de locomoción 37 x 46,7 x 1,3 cm
Problema de locomoción (mensaje en bolsillo). 26
Arpilleras colección Fundación Solidaridad
Lavandería 38,5 x 46,5 x 1,4 cm
Almacenes 39,7 x 52,7 x 1,6 cm
Almacenes (mensaje en bolsillo).
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Historia de la colección de arpilleras de Isabel Morel
Colección Isabel Morel
* La colección se compone de 55 arpilleras. 28
En este catálogo se incluyen 37.
E
sta colección de arpilleras, titulada Periódico de Tela, fue reunida por Isabel Margarita Morel a partir de 1974. Desde el exilio, en Estados Unidos, ella buscaba recoger un testimonio de las violaciones de los derechos humanos. Movida por la necesidad de registrar la brutalidad de la dictadura militar chilena, inició una cronología de las vivencias de mujeres chilenas durante dicho periodo. Este interés surgió justamente por una arpillera que le envió su madre a Washington. Como ella misma relata: “Recibí un pequeño tapiz de regalo montado en arpillera,* que tenía cosidas telas de vistosos colores y bordados de figuras humanas, edificios, montañas, árboles y cielo. Esta colorida obra, que a primera vista era encantadora, describía con gran detalle una escena en que el Congreso Nacional y los Tribunales de Justicia de Chile estaban cerrados con candado y militares armados impedían que la gente se acercara, conteniendo por lo tanto muchísima información valiosa que me provocó una gran impresión. “Le envíe dinero a mi madre y pronto recibí dos tapices con mujeres encadenadas a unas rejas y con leyendas que decían: ¿Dónde están? Mi madre me informó que un embarque de arpilleras de la Fundación Missio había sido requisado y que se estableció una prohibición para sacarlas de Chile cuando contenían temas políticos en su diseño, no así aquellas que se consideraban decorativas; sin embargo, la ayuda de amigos viajeros que corrían riesgos para sacarlas de Chile permitió que siguiera recibiendo arpilleras a lo largo de los años. “En 1976, Augusto Pinochet mandó asesinar a mi esposo Orlando Letelier en Washington D.C., después de quitarle la nacionalidad. Al mismo tiempo, el gobierno militar me prohibió la entrada a Chile. El Institute for Policy Studies, donde él trabajaba, me contrató y me puso a cargo de la División de Derechos Humanos; en este trabajo tenía muchas invitaciones de universidades e iglesias para hablar de ese tema. Empecé a llevar arpilleras para ilustrar mis charlas cuando se referían a Chile, ya que las autoras de los tapices mostraban lo que estaba sucediendo, información que no salía en los periódicos y medios de prensa. “Con la División de Derechos Humanos del Institute for Policies Studies de Washington D.C. organicé una gira por universidades e iglesias en todo Estados Unidos, invitando a la artista Valentina Bone (quien inventó y enseñó la técnica de estos tapices a las mujeres que buscaban a sus maridos,
hijos y hermanos desaparecidos) para que ella les hablara a los norteamericanos de su trabajo en Chile e informara de las violaciones de derechos humanos que ocurrían en su país. Le pedí a Valentina que me ayudara a contactar a las arpilleristas que quisieran aportar a nuestro proyecto: una cronología que ilustrara los acontecimientos más relevantes de violaciones de derechos humanos en Chile y el papel de las Iglesias en la defensa de las víctimas de la dictadura, durante todo el tiempo que el gobierno militar estuviera en el poder. Presenté este proyecto a la División de Mujeres de la Iglesia Metodista de Nueva York y fue aprobado, autorizando los fondos para viajes, entrevistas, compra de arpilleras y ayuda económica a sus autoras hasta que terminara la dictadura. “En 1978, aprovechando la coyuntura del juicio por el asesinato de mi esposo que se iniciaría en Washington, viajé a Chile a presentar una petición para recobrar la nacionalidad de mi esposo, aun cuando mi pasaporte tenía una L (lista de personas peligrosas para la seguridad interna del Estado). En ese viaje tomé contacto con las arpilleristas de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, con los talleres de la Casa Martin Luther King de Huechuraba, con los talleres que me presentó Mónica Urrutia en Huamachuco y La Pincoya y Winnie Lira en los talleres de la Vicaría de la Iglesia Católica; visité también dos veces a las presas políticas en la cárcel de mujeres; oportunidades todas en que acordamos modos de sacar sus trabajos en arpilleras sin que corrieran peligro. “Fue muy importante poder apoyar financiera y emocionalmente a las arpilleristas, además fue muy gratificante para mí compartir con las pobladoras y sus familias en sus casas y con los familiares de desaparecidos que tenían su taller en la Vicaría de la Solidaridad y concretar este proyecto”.
y datos reales de cada uno de los acontecimientos históricos que representan. Las arpilleras provinieron de varios talleres de Santiago, compuestos por mujeres valientes que fueron relatando las violaciones a los derechos humanos, el acontecer político y los hechos económicos que afectaban la cotidianeidad de los chilenos. Su trabajo fue realizado como medio de sustento familiar ante la falta de trabajo y la prisión política, además de ser una forma de denuncia y expresión artística de las historias y hechos narrados en ellas. Las arpilleras se han expuesto en varios países con fines informativos y para educar y apoyar la defensa de los derechos humanos. Hasta 1989 la colección se mostraba como una cronología “en proceso”, que quedó terminada en 1990 con el advenimiento de la democracia. En Estados Unidos: Biblioteca Martin Luther King de Washington D.C.; Centro de Derechos Humanos de Eugene, Oregon; Biblioteca de Harvard University, en Boston; Institute for Policy Studies, Washington D.C.; Museo de Derechos Humanos de Chicago y unas veinte de universidades más en ese país. En Europa: TNI-Transnational Institute Amsterdam, Holanda y las sedes de Amnistía Internacional en Inglaterra, Finlandia y Dinamarca. En África: Congreso Internacional de Mujeres, Nairobi, Kenya. En Chile: Museo de la Solidaridad Salvador Allende, Santiago; Escuela Orlando Letelier, El Bosque, Santiago. La señora Morel las entregó en comodato al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en 2009 para su exhibición y preservación histórica. * Arpillera y yute: material tosco proveniente de sacos en desuso.
Descripción de la colección Esta colección consiste en una selección de 55 arpilleras, que muestran sucesos y temas de cada año de la dictadura, desde el bombardeo de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, hasta la llegada de la democracia en 1990. Incluyen entre sus temas: la tortura, la represión, el exilio, las dificultades económicas y la cesantía, los cortes de luz en las poblaciones, las organizaciones y manifestaciones de la resistencia al régimen militar. Algunas arpilleras llevan mensajes en papel, escritos por cada una de las autoras identificadas; otras son anónimas y sus temáticas han sido tituladas y descritas entregando el contexto del año, fecha
Los cuatro jinetes del apocalipsis 37,2 x 51,5 x 0,6 cm 29
Muerte del presidente Salvador Allende en el Palacio de la Moneda 37,6 x 51,2 x 0,6 cm
Los cuatro generales se toman el poder 38,4 x 49 x 0,6 cm 30
Arpilleras colección Isabel Morel
Nacen los talleres de arpilleras 34,5 x 49,3 x 0,8 cm
Nacen los talleres de arpilleras (mensaje en bolsillo).
31
Tortura y crímenes en la Esmeralda 51,5 x 79 x 0,6 cm
Torturas 37,5 x 49,5 x 0,6 cm
32
Arpilleras colección Isabel Morel
Éxodo 37,3 x 50,4 x 1,2 cm
Asesinato de Víctor Jara 38,4 x 48,1 x 0,6 cm 33
Isla Dawson 45,5 x 57,4 x 0,6 cm
La quema de libros 48,1 x 68 x 0,6 cm Nuestra Búsqueda 61 x 85 x 0,8 cm
34
Arpilleras colección Isabel Morel
Comienzo del hambre 37,1 x 51 x 0,8 cm
El largo brazo de la DINA 1: Asesinato en Buenos Aires 42,9 x 60,4 x 0,6 cm
El largo brazo de la DINA 2: Atentado en Roma 42,6 x 56,6 x 0,6 cm
El largo brazo de la DINA 3: Asesinato en Washington 49,4 x 37,7 x 0,6 cm
35
Chile en venta 38,5 x 49,5 x 0,6 cm
Chile encadenado – Plan Cóndor 50,8 x 39,3 x 0,6 cm
Familiares de detenidos y desaparecidos se encadenan en las rejas de la CEPAL 37,5 x 48,9 x 0,8 cm
Los precios están por las nubes 38,9 x 52,8 x 0,6 cm
36
Arpilleras colección Isabel Morel
Arresto y desaparición de Víctor Díaz 99,3 x 64,3 x 0,8 cm 37
Olla común en las poblaciones 40,5 x 48,2 x 1,2 cm
El pueblo atrapado (reverso).
El pueblo atrapado 37,8 x 48,5 x 0,6 cm
38
Arpilleras colección Isabel Morel
Protestas con cacerolas 36,2 x 50 x 1,2 cm
Protestas con quema de neumáticos y cacerolas 37 x 48 x 1,2 cm
Plan de Empleo Mínimo 40 x 51,2 x 1,2 cm
39
Caupolicanazo 46,2 x 36 x 1,2 cm
40
Arpilleras colección Isabel Morel
Presas políticas hacinadas en la cárcel 32,2 x 41 x 1,2 cm
Degollados en Quilicura 40 x 47,6 x 0,8 cm
Iglesia dinamitada 36,4 x 51,7 x 1,2 cm
Renuncia del general Mendoza: los carabineros son los degolladores 38,5 x 48,5 x 0,6 cm
41
Inmolación de un padre: Sebastián Acevedo 38,3 x 48,5 x 0,6 cm
Marcha de mujeres familiares de detenidos desaparecidos (AFDD) 71,2 x 48,2 x 0,8 cm
La cueca sola 40,5 x 56,7 x 0,6 cm
Rodrigo Rojas De Negri y Carmen Gloria Quintana Arancibia brutalmente quemados 51 x 74,3 x 0,8 cm
42
Arpilleras colección Isabel Morel
Triunfo del NO 36,4 x 47,5 x 0,6 cm
Gran marcha de mujeres diciendo no más porque somos más 48 x 73 x 0,8 cm
Para que nunca más en Chile 37,4 x 47,2 x 0,6 cm
43
Colección Genevieve Jacques
* La colección se compone de 32 arpilleras. 44
En este catálogo se incluyen 23.
Historia de la colección de arpilleras de Genevieve Jacques
E
n noviembre de 1975, en un viaje a Chile, André Jacques, director del Servicio de Refugiados y Derechos Humanos de la CIMADE,1 visitó el Comité Pro Paz y conoció su Taller de Arpilleras. Inmediatamente propuso llevarlas a Francia, exponerlas y colaborar en su comercialización para apoyar el trabajo de las arpilleristas en Chile. Así, a comienzos de 1976 comenzaron a llegar a Francia las primeras encomiendas y el interés por las arpilleras se manifestó de inmediato. Para quienes solidarizaban con el pueblo chileno tuvieron un interés enorme; les llamaba la atención su origen —el que fueran realizadas por mujeres familiares de presos políticos en Chile—, el mensaje de lucha y esperanza en medio de los dolores, expresado con sencillez, belleza y creatividad. Los franceses las recibían como obras de arte representativas de la cultura popular. Fue tanta la demanda por adquirirlas, que Genevieve y André Jacques decidieron guardar algunas, pensando que algún día deberían regresar a Chile. Fue tanto el éxito que decidieron “multiplicar” el impacto: se editaron diez mil ejemplares de tarjetas postales con fotos de las arpilleras, que fueron vendidas a través de las redes de CIMADE y de los comités de solidaridad con Chile en toda Francia; afiches con imágenes de arpilleras; junto con el CCFD (Comité Catholique Faim et Développement) la CIMADE contribuyó a la realización de una película titulada Chili, les arpilleras de la colère, con la participación de los artistas Emmanuelle Riva y Jean Louis Trintignant. También publicaron el libro Un peuple brode sa vie et ses luttes, que fue traducido al holandés y al griego por una amiga que organizó una exhibición en Atenas. Del conjunto de arpilleras seleccionaron alrededor de veinte —que no vendieron— para exhibirlas en los actos de solidaridad con Chile. Gracias a estas iniciativas y a muchas otras desarrolladas por diferentes organizaciones de solidaridad, el trabajo de las “arpilleristas” cumplió una significativa función de concientización y fortalecimiento de la solidaridad con el pueblo chileno. 1 CIMADE: Asociación ecuménica francesa de solidaridad, creada durante la segunda guerra mundial para la acogida y la defensa de los derechos de los refugiados y migrantes. La sigla significa Comité Inter-Mouvements Auprès des Etrangers.
Sergio Rojas y Modesto Espinoza 40 x 53 x 0.8 cm
Además, fue posible recolectar de dinero tanto para ayudar a la continuidad de los talleres como para la subsistencia de las propias mujeres. A través del Comité Pro Paz primero, y más tarde de la Vicaría de la Solidaridad, hacían llegar los fondos provenientes de las ventas de las arpilleras y los demás productos, así como de colectas realizadas en torno a las exhibiciones y otros actos de solidaridad con Chile. Todo lo reunido era entregado a los familiares de presos políticos que trabajaban en estos talleres. Las arpilleras llegaban a Francia por correo o bien por personas que viajaban y que se ofrecían para trasladarlas en sus equipajes. Los envíos por encomienda de correo venían a la dirección personal de Genevieve y André Jacques. El 11 de abril de 1978, el diario La Segunda publicó un artículo a doble página con el titulo “Los tapices de la difamación”, que textualmente señalaba: “Nuestro lector, que por razones obvias nos pidió mantener su nombre en el anonimato, pudo establecer que dichos trabajos los recibía en Francia el ciudadano André Jackes cuyo domicilio es 28 Rue du Dragon, 75006 Paris”. Por esa publicación André y Genevieve se enteraron que intervenían su correspondencia. Este episodio, sin embargo, no impidió que continuaran con la venta de arpilleras, de tarjetas postales y de afiches con reproducciones de algunas de ellas. Sobre esta experiencia, Genevieve Jacques expresa: “Recuerdo que era un tiempo donde la solidaridad se vivía con intensidad, porque sabíamos que en Chile había mucha gente que seguía luchando a pesar de todo y, en particular, esas mujeres de los talleres que bordaban historias que tenían sentido”.
Circo popular 48 x 42 x 1,2 cm
Descripción de la colección Las colección reunida por André y Genevieve Jacques está compuesta por 32 arpilleras que representan diversas temáticas ligadas principalmente a centros de detención, detenidos desaparecidos, huelgas de hambre y a los problemas que enfrentaba la sociedad en aquellos años, como el desempleo, el alcoholismo y la precariedad en la atención de salud. Dos de las arpilleras están referidas a un hito muy importante de la historia: el hallazgo de Lonquén. Del total de 32 arpilleras, 10 presentan mensajes manuscritos donde sus autoras señalan de qué se trata su trabajo. Algunos incluso presentan la fecha de creación. Nueve de los mensajes están almacenados en un bolsillo de tela cosido en el reverso de la arpillera y solo uno está cosido directamente en el soporte. 45
Constitución Política ¿? 40 x 50 x 0,8 cm Tres Álamos – Cuatro Álamos 40 x 51 x 0,5 cm
Hornos de Lonquén 37 x 51 x 0,5 cm Madre e hijos 39 x 50 x 0,5 cm
46
Arpilleras colección Genevieve Jacques
La horrorosa masacre de Lonquén 41 x 50 x 0,8 cm
Cesantía 39 x 50 x 0,5 cm Centro de Rehabilitación Alcohólica 39 x 50 x 0,5 cm
47
Balanza de pagos - 1977 41 x 49 x 0,8 cm
Hospital 40 x 49 x 1,2 cm
Sólo tres vacantes 39 x 51 x 0,8 cm
Taller de calzado 41 x 51 x 0,8 cm
48
Arpilleras colección Genevieve Jacques
Tiendas 39 x 49 x 1,2 cm
Libertad atropellada 38 x 48 x 1,2 cm 49
Huelga de hambre 39 x 53 x 1,2 cm
Taller arpillera Villa O’Higgins 39 x 50 x 1,2 cm
Cuándo tendremos plata 39 x 51 x 1,2 cm
Relegación 39 x 54 x 0,8 cm
50
Arpilleras colección Genevieve Jacques
Centro de detención 37 x 47 x 0,8 cm
Correspondencia violada 57 x 37 x 1,4 cm
Canal Beagle 41 x 51 x 1,2 cm
Detenidos 39 x 44 x 0,8 cm
51
Historia de la colección de arpilleras de PIDEE
Colección Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia - PIDEE
* La colección se compone de 34 arpilleras. 52
En este catálogo se incluyen 23.
L
a represión en provincias era, por muchos motivos, diferente a la de Santiago. Las familias reprimidas contaban con menores recursos jurídicos o de instituciones solidarias que las apoyaran. La dispersión de la población rural, la lejanía con los centros de denuncia de la capital, hacían que la situación del perseguido fuese mucho más desprotegida. Las familias sufrieron, además, el aislamiento del resto de la población. Debieron enfrentar estos problemas con mayor desesperanza y percibieron los efectos de la dictadura de modo más amenazante que en Santiago. Esta situación llevó a la Fundación PIDEE a elaborar un proyecto para extender el trabajo hacia estas familias. La creación de talleres artesanales en las diversas sedes de la institución fue parte de esta iniciativa. El objetivo era apoyar a las madres a través de una actividad grupal, creando un espacio de crecimiento personal, de intercambio social en una atmósfera de aceptación y acogida. Con este propósito se incorporó Marcela Polloni, una artesana que desarrolló, junto con las mujeres, el trabajo de arpilleristas. El taller de arpilleras de Linares fue el primero de todos; luego se sumarían Talca, Chillán, Temuco y Valdivia. Como señala Marcela Polloni en una entrevista: “En Linares había puras mujeres y se planteó la posibilidad de armar un taller de arpilleras. La idea era que pudiera hablar de sus problemas, sacarlos. A partir de este tipo de trabajo comenzó el trabajo de las arpilleras... Para la primera arpillera cada una contó su historia personal. Estas arpilleras comienzan a ser un análisis profundo de lo que había sido el comienzo de la dictadura y sobre lo que estaba pasando; eran como una especie de diarios, lograban hacer muchas arpilleras, contando lo que iba pasando en el país. Muchas de estas mujeres eran campesinas, tenían inseguridad al dibujar”. Poco después comienzan a hacer maquetas pegando sobre una cartulina y armando la historia, que se atreven a cortar ellas mismas. Algunas se especializaron en distintas figuras. Comenzaron haciendo cosas colectivas, apoyándose mutuamente. “Tuvieron una actitud solidaria frente al hacer las arpilleras, cada una compartía sus habilidades. Muchas fueron colectivas”, agrega Polloni. En Linares, en el taller de arpilleras se hacía un trabajo terapéutico; salían a pasear y observar el entorno y la naturaleza. Así fueron aprendiendo técnicas para ir adquiriendo seguridad en el dibujo, la forma; las mujeres estaban abiertas a hacerlo de la mejor calidad posible, cada día fueron alejándose más de
su dolor personal y plasmando otras experiencias en las arpilleras. Fueron aprendiendo en el quehacer y con plena libertad para representar desde su propia observación y vivencia. Fue posible apreciar un gran afianzamiento del grupo, mostrando un significativo crecimiento personal, logrando mayor autonomía con la creación de una organización propia que les permitió vender sus arpilleras. El producto de las ventas iba a un fondo común. Todas las arpilleras de PIDEE tenían un formato y fondo distinto. Así se lo plantearon ellas, para distinguirlas de otras arpilleras y tener su propia identidad. Cada una de las arpilleras representan dolor y al mismo tiempo la belleza de un trabajo hecho con prolijidad, eligiendo las telas, los colores, formando con estos elementos la solidaridad y la esperanza. Durante esos años se crearon arpilleras que fueron llevadas a Europa con el propósito de que por este medio se dieran a conocer las violaciones a los derechos humanos en Chile; además, era una posibilidad de contar con una entrada para las familias. También se realizó una exhibición en la Galería Bucci con una colección que fue trabajada durante meses, donde cada una de las mujeres hizo una lista de los temas desde el 11 de septiembre. De esa lista se eligieron los que se iban a trabajar. Varias de las mujeres del taller viajaron a Santiago para esta exposición. También se hicieron arpilleras más pequeñas y tarjetas de arpilleras. La idea de hacer formatos más reducidos surgió para que no hubiera dificultades al sacarlas del país.
crearon las figuras y relatos con trozos de tela preferentemente de colores lisos, utilizando muy pocas telas floreadas o rayadas. Estas últimas solo se pueden encontrar en las figuras de los techos de las casas y edificios y en algunos árboles. Los principales colores utilizados son el verde, azul, amarillo y rojo; en cuanto a las figuras existe mucha representación de figuras humanas, edificios, cerros y vehículos. También se pueden encontrar aplicaciones en otros materiales, como badana, papel y lana.
Descripción de la colección La colección de PIDEE consta de 34 arpilleras, entregadas al Museo en dos etapas: la primera donación fue de 32 arpilleras en el 2009 y a principios de 2011 se unieron dos obras más. Las arpilleras de esta colección responden a un orden cronológico y a la vez temático, recorriendo los principales hitos que pueden vislumbrarse en el periodo 1973-1990. En ellas encontramos temas como la tortura, los recintos de detención, los presos políticos, allanamientos, relegados, el exilio, la detención y búsqueda de sucesos relevantes, como el hallazgo de Lonquén, la inmolación de Sebastián Acevedo, el caso quemados, La Moneda bombardeada, las ollas comunes y las romerías. Esta colección de arpilleras cuenta con un formato que se aprecia en todo el conjunto: todas fueron confeccionadas en tela negra como fondo y con orientación vertical. Sobre esta base se
El Golpe 89 x 48 x 1,5 cm 53
Fusilamientos en el cerro Chena 89 x 48 x 1,6 cm
54
Asesinatos 88 x 49,5 x 1,6 cm
Lugar de tortura Putagan 90 x 50 x 1,6 cm
Arpilleras colección PIDEE
Presos políticos 89 x 50 x 1,6 cm
Campo de concentración 88 x 48 x 1,6 cm
55
Detención y búsqueda 89 x 48 x 1,6 cm
56
Detención y allanamientos 89 x 51 x 1,6 cm
Secuestro y muerte de José Carrasco 89 x 48 x 1,6 cm
Arpilleras colección PIDEE
Romería AFDD 89 x 49 x 1,6 cm
Exilio 87 x 52 x 1,6 cm
Tribunales de Justicia 86 x 46 x 1,6 cm
Tortura 88 x 48 x 1,6 cm 57
Lonquén 89 x 51 x 1,3 cm
Encadenamiento en adhesión a los presos en huelga de hambre 89 x 48 x 1,6 cm 58
Relegados 88,5 x 49 x 1,6 cm
Inmolación de Sebastián Acevedo 87 x 49 x 1,6 cm
Arpilleras colección PIDEE
Velatorio Padre André Jarlan 89 x 48 x 1,6 cm
Degollados 86,5 x 48,5 x 1,6 cm
Toma de la Universidad de Chile 88 x 49 x 1,6 cm
Los quemados 88 x 47,5 x 1,6 cm 59
Paro 7 de octubre 88 x 49 x 1,6 cm 60
Arpilleras colección PIDEE
Marcha profesores cesantes 89 x 47 x 1,6 cm 61
Colección Carmen Waugh
* La colección se compone de 54 arpilleras. 62
En este catálogo se incluyen 34.
Historia de la colección de arpilleras de Carmen Waugh
E
n el año 1976 Carmen Waugh visita Chile. Se había radicado en España y se la consideraba una reconocida galerista y gestora de las artes latinoamericanas en Europa. Durante su estadía, interesada por la producción artística nacional y la contingencia política, adquirió alrededor de cien arpilleras que su hermana, Paulina Waugh, tenía en su galería. Allí exponía y vendía obras de arte, entre ellas las arpilleras de las pobladoras del Taller de Arpilleras Zona Oriente, que recibía el apoyo económico de la Vicaría de la Solidaridad. Unas cincuenta arpilleras de esta colección fueron adquiridas para el pintor Roberto Matta, quien las había visto en Europa gracias a personas que lograron trasladarlas fuera del país para venderlas en solidaridad con Chile o por otros motivos. El resto las guardó Carmen Waugh con la intención de exhibirlas en diferentes lugares de Europa y denunciar lo que estaba sucediendo en Chile. Durante los años posteriores se realizaron distintas exposiciones, entre las que destaca la muestra itinerante realizada en Gran Bretaña gracias a la gestión del crítico e historiador del arte inglés Gay Bret, quien al conocerlas se interesó inmediatamente en ellas. Luego se exhibieron en Varsovia, Polonia, donde se montaron únicamente las pertenecientes a Carmen Waugh. Después fueron a La Habana, Cuba, volviendo a Europa para otras exhibiciones. La recepción del público europeo fue muy buena. El detalle y la minuciosidad con que fueron creadas las arpilleras sorprendieron a más de algún visitante. La intención de estas exhibiciones era evidenciar la represión que existía en Chile, denunciar las violaciones a los derechos humanos, en especial los hechos vividos por las mujeres que las creaban. A fines de 1984, Carmen Waugh vuelve a Chile para participar activamente en la oposición al régimen y generar nuevos espacios de denuncia a través del arte. Se instala en una casa en Bellavista, donde crea el centro cultural Casa Larga, lugar de encuentro de reconocidos artistas y escritores. Con el retorno de la democracia, en 1991, finalizan las actividades en Casa Larga y Waugh obtiene el cargo de directora del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, institución que acopia obras de connotados artistas internacionales donadas al go-
bierno del presidente Salvador Allende en apoyo a su gestión. Durante su dirección en el Museo se realizó por lo menos una exposición en donde se incluyeron algunas de las arpilleras de su colección particular.
Descripción de la colección La colección de Carmen Waugh consta de 54 arpilleras y la mayoría son creaciones del Taller de Arpilleras de la Zona Oriente. Otras cinco de gran formato fueron realizadas en los talleres del PIDEE (Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia). El Taller de Arpilleras de la Zona Oriente estaba conformado por lavanderas que, ante la escasa demanda de trabajo, se vieron en la necesidad de recurrir a otros medios de subsistencia, entre ellos la costura. Sin mayores conocimientos empiezan a realizar arpilleras en noviembre de 1975, haciendo pequeños bordados en los cuales cosían figuras, iglesias, comedores y casas. Al pasar el tiempo fueron perfeccionando cada vez más los detalles y temáticas, transformándose en el sustento de sus hogares y en el medio de expresar sus problemas, angustias y la realidad en las que estaban inmersas, lo que veían y vivían en las poblaciones. La organización que adquirieron les permitió crear un fondo común con parte de las ganancias, el que usaron para comprar materiales y efectuar acciones solidarias. Pese a los problemas sociales y políticos, el taller continuó y más gente se integro a él, llegando a crear un sinnúmero de arpilleras que luego comercializaban con el apoyo de la Vicaría de la Solidaridad. En la composición de las arpilleras los colores son elegidos por contraste, pese a que algunas veces no coinciden, ya que no cuentan con los materiales suficientes. Las temáticas están asociadas a diferentes colores: las situaciones dramáticas son expresadas por tonos grises o negros, mientras que para episodios más tranquilos y esperanzadores optaban por colores vivos, incluyendo la representación del sol. En todas aparecen figuras humanas, fundamentalmente niños, manifestación real y contundente de la vida cotidiana de las poblaciones. La experiencia vívida y emocional se traduce en materiales modestos, de uso doméstico, convertidos a través de medios formales simples. Su valor radica en la espontaneidad y la diversidad creadora.
Pobreza 41 x 54,3 x 0,5 cm
Bienaventurados los que lloran 37,6 x 43,3 x 0,5 cm
63
Comedor infantil 43,5 x 58 x 0,7 cm
Cesárea 36 x 55,5 x 0,8 cm
64
Arpilleras colección Carmen Waugh
Huelga de Hambre AFDD 36 x 44,5 x 1,3 cm
¿Chile país de hermanos? 36,5 x 50 x 0,5 cm
Comedor solidario 42,3 x 49 x 1,2 cm Cárcel 41 x 57,7 x 0,6 cm
65
Centros de Ayuda 56,3 x 44,5 x 0,5 cm
Dar de comer al hambriento 50,2 x 42 x 1,2 cm
Escasez de agua potable 39,6 x 50 x 0,5 cm
66
Arpilleras colección Carmen Waugh
Visitar a los enfermos 39 x 60,2 x 0,6 cm
Día de visita 39,5 x 43,2 x 0,5 cm
67
Búsqueda 39 x 45,5 x 0,5 cm
Búsqueda 38,7 x 47,5 x 0,5 cm
Estamos quedando solos 45 x 54,2 x 0,6 cm
Redimir al cautivo 39 x 48 x 0,5 cm
68
Arpilleras colección Carmen Waugh
Fui forastero y no me acogiste 43,2 x 63 x 0,7 cm
Hasta cuándo 44,8 x 57 x 0,5 cm
Homenaje a Violeta Parra 39,5 x 50,3 x 0,5 cm
Hospital 38 x 57,8 x 0,6 cm
Taller mecánico 46,7 x 56,7 x 0,8 cm 69
Niños con su madre 50 x 40 x 0,5 cm
Los niños sufren 40,2 x 49,2 x 0,5 cm
Manos para trabajar 42 x 51,8 x 0,5 cm 70
Arpilleras colección Carmen Waugh
Falta de leche 35,3 x 44,5 x 0,5 cm
Taller de mujeres 46,5 x 56,5 x 0,6 cm 71
Reclamo ayuda 39,7 x 47,2 x 0,7 cm
Despedidas 39,5 x 46,5 x 0,7 cm
Campamento 42,5 x 49,6 x 0,8 cm
Ayuda para sus familiares 38,7 x 44,5 x 0,7 cm
72
Arpilleras colección Carmen Waugh
Tu hermano no está 41 x 44 x 0,6 cm
Búsqueda 46,2 x 54,2 x 0,6 cm
Comedor solidario 62 x 43,7 x 1,4 cm
73
Historia de la colección de arpilleras de Paulina Waugh
Colección Paulina Waugh
* La colección se compone de tres arpilleras. 74
Todas incluidas en este catálogo.
L
a Galería de Arte Paulina Waugh, ubicada en la calle Siglo XX 192, se destacó por generar un espacio donde nuevas expresiones y medios artísticos se hicieron presente en la escena local. Entre éstos resalta el trabajo que se realizó el año 1976 con las arpilleras del Taller de la Zona Oriente, cuya coordinación estuvo a cargo de la Secretaría de Comunicaciones de la Vicaría de la Solidaridad, institución eclesiástica que realizaba talleres en distintos lugares de Santiago. Durante el transcurso de ese año se expuso al público una serie de arpilleras realizadas por mujeres de una población del sector oriente que intentaban difundir lo que le sucedía a sus familiares y al país en general. Al mismo tiempo, buscaban conseguir recursos económicos para sus familias, puesto que era su único medio de subsistencia. El fin principal de la muestra fue promover el trabajo artesanal de las participantes del taller, permitir el encuentro con artistas profesionales e intercambiar experiencias. El resultado fue la ejecución de tres exposiciones temáticas en las que exponían las arpilleristas y los artistas. La primera exhibición se realizó en agosto de 1976 con el nombre Mateo 25. En ella se encontraban grabados de Teresa Gazitúa y algunas arpilleras. La segunda, titulada San Francisco de Asís, fue llevada a cabo en la Galería Paulina Waugh y en el Museo Colonial de la Iglesia San Francisco, donde expusieron Claudio Di Girólamo, Teresa Gazitúa, Alberto Pérez, Juan Carlos Castillo, Vittorio Di Girolamo y el Taller de Arpilleras. La última muestra se efectúo en diciembre de ese año. Las tres exposiciones cumplieron los distintos propósitos, incluyendo la venta de una gran cantidad de arpilleras. Por medio de estas exposiciones se generó un lugar de encuentro y fraternidad entre personas que deseaban opinar y construir un mundo comprometido con lo que lo rodeaba. “Las obras de arte intentan entregarnos una visión significativa del mundo cuando es expresión de un estado de conciencia, intento lúcido de interpretación de la realidad”, señalaba Alberto Pérez en el catálogo de la exposición San Francisco de Asís. En la madrugada del 13 de enero de 1977 la galería de Paulina Waugh resultó destruida por un atentado incendiario cometido por desconocidos que lanzaron bombas al segundo piso del local. Este acontecimiento significó el cierre de la galería y la pérdida de varias de las arpilleras expuestas y de obras de connotados artistas, como Matta, Vilches y Antúnez, entre otros.
Descripción de la colección La colección de Paulina Waugh está compuesta por tres arpilleras que narran distintas escenas de lo ocurrido en la galería en enero de 1977. En cada una de ellas se puede apreciar el dolor, expresado a través de colores vibrantes y formas llamativas, captando la atención por la gran inocencia y fuerza de estos tapices. Se trata del reflejo directo del sentimiento que causó la destrucción de este lugar. La minuciosidad, en conjunto con el detalle de las telas y lanas utilizadas, genera la textura ideal para cada representación, dejando un testimonio físico de lo sucedido.
El ataque a la galería 38,5 x 47,5 x 0,8 cm 75
Por qué 37 x 50 x 0,8 cm
76
Arpilleras colección Paulina Waugh
Garras contra la cultura 38 x 47,5 x 0,6 cm
77
Historia de la colección de arpilleras de la Kinderhilfe Chile Bonn
Colección Kinderhilfe Chile Bonn
* La colección se compone de 31 arpilleras. 78
En este catálogo se incluyen 14.
L
os grupos Kinderhilfe Chile (Ayuda a la Niñez en Chile) fueron creados después del golpe militar en más de veinte ciudades de Alemania Federal. Eran grupos solidarios constituidos primordialmente por mujeres alemanas y mujeres chilenas que habían llegado exiliadas a ese país. El primer grupo se formó en Frankfurt, en 1975, luego de una visita de Hortensia Bussi de Allende a esa ciudad. Allí, ella se refirió en forma especial al sufrimiento de los niños bajo la dictadura y solicitó encarecidamente buscar formas efectivas de prestarles ayuda. En Bonn la organización fue creada en 1976 por iniciativa de chilenas y chilenos que vivían exiliados en esa ciudad, contando con la participación y el apoyo efectivo de mujeres alemanas que se destacaban por su profundo espíritu solidario. Cabe recordar entre sus miembros más activos a Cora Penselin, Inge von Maydell, Marianne Spieckermann, Ruth Schlette y Martine Metzing-Peyre, así como los matrimonios chilenos constituidos por Keka Morales y Mariano Fernández, Inés Hoevelmayer y Fernando Mujica, Oriana Rodríguez y César Fernández, Inés Rubio y Vladimir Hermosilla, Marianela García y Leopoldo Sáez; también hay que subrayar el aporte de Laura Acuña. El objetivo de la Kinderhilfe Chile Bonn era ayudar a los niños que sufrían bajo la dictadura militar en Chile e informar a la comunidad alemana sobre las causas de este sufrimiento, vale decir, sobre los asesinatos, la tortura, el encarcelamiento, las relegaciones y otras violaciones de los derechos humanos. No se ayudaba individualmente a algunos niños en particular, sino que se buscaba contribuir a que todos los niños de una familia o de un grupo social pudieran vivir en forma digna. Por eso, se apoyaban iniciativas de grupos de base, cuyo trabajo estaba orientado hacia los niños y que involucraban también a los padres. Entre otros organismos, fueron beneficiados comedores infantiles para contribuir al desarrollo corporal y mental de los niños, y también algunos centros de salud para niños y adolescentes. Entre los miembros chilenos y alemanes del grupo se generaron profundas amistades. Cora Penselin y Ruth Schlette viajaron dos veces a Chile, en 1981 y 1986. A través de la Vicaría de la Solidaridad, concretamente de Winnie Lira, se les abrieron muchas puertas, sobre todo contactos con talleres de mujeres en Santiago, pero también hacia otros proyectos y grupos en Antofagasta, Valdivia, Linares y Ancud, entre otras ciudades.
La Kinderhilfe Chile Bonn realizó múltiples acciones de solidaridad con el pueblo chileno, entre las que destaca la adquisición de arpilleras confeccionadas por mujeres chilenas, que fueron enviadas a Alemania por los Talleres de la Vicaría de la Solidaridad. Además de incrementar de este modo su comercialización y enviar el dinero recaudado para apoyar, por ejemplo, las ollas comunes que funcionaban al alero de la Vicaría, las arpilleras con contenidos temáticos (tortura, cárcel, detenidos desaparecidos, exilio, pobreza) eran exhibidas como testimonios vivos e impactantes de lo que estaba padeciendo el pueblo chileno bajo la dictadura militar. Cuando estas arpilleras fueron más conocidas en Alemania, ya no solo se vendían en actos solidarios, sino que recibían pedidos especiales para hacer exhibiciones y realizar ventas en escuelas, iglesias e incluso en bancos comerciales. También desarrollaron otras iniciativas, como la impresión de tarjetas con fotografías de arpilleras, elementos que eran igualmente comercializados. Una iniciativa especial se desarrolló en la ciudad de Sankt Augustin, en las cercanías de Bonn, donde durante una Semana de la Cultura de la Mujer el grupo organizó un desayuno para mujeres alemanas y extranjeras e hicieron en conjunto una arpillera gigante. Se invitó a muchas mujeres extranjeras, en especial de países árabes, para integrarlas a un grupo bastante grande de mujeres alemanas de la zona; les explicaron lo que era una arpillera y cómo las mujeres chilenas expresaban sus alegrías, pero en especial su angustia y su miedo a través de ellas. Luego, todas juntas confeccionaron la arpillera gigante, hecha con los retazos de género que cada una de las participantes aportó, en donde expresaban sueños, ilusiones, esperanzas y problemas de su vida diaria. La armaron solo con alfileres y, después, un grupo más pequeño la cosió a mano (para esta tarea se juntaron una vez a la semana, durante tres meses). En esta arpillera comunitaria las mujeres extranjeras expresaron su vida en un país que no era el suyo, mientras que las alemanas transmitieron sus sentimientos de solidaridad para con ellas. Con el producto de las ventas de la artesanía comprada en Chile a diferentes talleres de mujeres, la Kinderhilfe Chile Bonn mantuvo, durante mucho tiempo, varios proyectos de ayuda en Chile. En general, el grupo no sufrió restricciones para recibir las arpilleras, pero en una oportunidad, hacia fines de 1980 o inicios de 1981, poco antes del primer viaje de Cora y Ruth
a Chile, un envío fue interceptado y solamente recibieron la comunicación de que el paquete había sido confiscado porque contenía “materiales subversivos”. Muchas arpilleras venían con un bolsillito en la parte posterior y en su interior un mensaje de quien la había hecho. Para las mujeres de Kinderhilfe Chile Bonn era una gran emoción encontrarse con ellos y en ocasiones decidirían no vender una arpillera que les había llamado especialmente la atención: “Nosotras mismas estábamos siempre fascinadas por ellas y venderlas nos parecía como vender a un hijo”.
Descripción de la colección Esta colección fue entregada al Museo por Beatriz Brinkmann, quien la recibió en los años noventa de manos de Ruth Schlette, cuando el grupo Kinderhilfe Chile Bonn ya había dejado de funcionar y algunas de las mujeres alemanas que lo habían integrado consideraron que ese material debía regresar a Chile por constituir un importante documento histórico. Cuenta con 31 arpilleras con temáticas centradas principalmente en la búsqueda de los detenidos desaparecidos, en los centros de detención y tortura, y algunos temas relativos a las problemáticas económicas de la época: el desempleo, la Caja de Crédito Popular, la mendicidad y la desnutrición. La colección posee siete arpilleras que se alejan de los temas de derechos humanos, abocándose exclusivamente a temas religiosos, como las estaciones del Vía Crucis. La colección se destaca por presentar varias firmas escritas al reverso del soporte, con lo cual se podrían investigar más a fondo sus orígenes. Algunos de los nombres que presenta son: Felicia, Emilia, Victoria Díaz, Elsa Esquivel y Ana María. Solo dos poseen mensajes en bolsillos al reverso en donde explican en breves palabras el contenido de su imagen.
Justicia 39,7 x 63,5 x 0,5 cm 79
Fiscalía Tejas Verdes 44,5 x 53,7 x 0,8 cm
La desesperación de estar entre rejas 46 x 38,5 x 0,8 cm Mi hijo ha desaparecido 37 x 49 x 0,5 cm
La desesperación de estar entre rejas (reverso).
80
Arpilleras colección Kinderhilfe Chile Bonn
Mano de una madre queriendo acariciar la cabeza del hijo desaparecido 49 x 38,5 x 0,8 cm
Tortura 38,3 x 49,2 x 0,8 cm
Así quién no trabaja 37 x 47 x 0,5 cm
81
Caja de crédito popular 45 x 66 x 0,8 cm Familiares encadenadas 48,3 x 41,6 x 0,8 cm
Mi patria hoy ensombrecida, pronto renacerá a la luz 39,7 x 64,5 x 0,8 cm 82
Arpilleras colección Kinderhilfe Chile Bonn
Donde están los ¿501? detenidos 42 x 68 x 0,8 cm
Manifestación 36 x 48,7 x 0,8 cm
83
Libertad, Paz, Unidad, Trabajo 39,8 x 49,1 x 0,5 cm
84
Arpilleras colección Kinderhilfe Chile Bonn
Flagelos de la sociedad 115 x 93,5 x 0,5 cm
85
Colección Liisa Voionmaa
Historia de la colección de arpilleras de Liisa Voionmaa
L
a historiadora Liisa Flora Voionmaa Tanner, quien emigró a Chile a principios de los setenta, comenzó a trabajar con un taller de arpilleristas en los años ochenta, motivada por su interés en la artesanía y el deseo de conocer mejor la situación y la vida de las personas en Chile. Durante tres años visitó el taller Recoleta, en Conchalí, un área de la zona norte de Santiago. Este taller fue uno de los más antiguos, apoyado por la Vicaría de la Solidaridad y luego por la Fundación Missio, que organizó clases para que las arpilleristas aprendieran mejor la técnica y se facilitara su comercialización. La forma, el escenario, el manejo de la perspectiva y las terminaciones de las obras eran algunos de los aspectos tratados en el taller. Según lo observado en el taller, las arpilleras de esta época dejaron de tener como función principal la denuncia y la expresión emotiva, pasando a tener como función principal la económica. De este modo, el mercado transformó el contenido de las arpilleras y ciertos aspectos de la técnica utilizada. A fines de la década del ochenta, Liisa Flora Voionmaa reunió este grupo de arpilleras para exponerlas en el Museo de la Artesanía de Jygväskylä, Finlandia, su país de origen. Lo hizo porque veía la necesidad de difundirlas, para que la gente conociera la situación chilena.
Descripción de la colección De las 29 arpilleras que forman esta colección, 25 fueron unidas para constituir una gran cobija que se pudiera colgar en la pared. Estas arpilleras muestran escenas de la vida cotidiana durante la dictadura, abordando temas como la alimentación, los servicios de salud, los basurales y las demandas para un sistema educativo más igualitario.
* La colección se compone de 34 arpilleras. 86
En este catálogo se incluyen 21.
Electricidad 37 x 45 x 0,9 cm
Trabajando la tierra 37 x 45 x 0,9 cm
Lavandería 37 x 45 x 1,2 cm
Olla común 37 x 45 x 1,1 cm
87
Policlínico popular 37 x 45 x 1,0 cm
Pobladores 37 x 45 x 0,8 cm
88
Hospital 37 x 45 x 0,8 cm
Se hacen fletes, se vende pan 37 x 45 x 1,0 cm
Arpilleras colección Liisa Voionmaa
Jueves cultural 37 x 45 x 0,8 cm
Comedor solidario 37 x 45 x 1,1 cm
Allanamientos 37 x 45 x 0,9 cm
Niños mojándose en el grifo 37 x 45 x 1,0 cm
Buscando trabajo 37 x 45 x 1,0 cm
Sindicato 37 x 45 x 0,9 cm 89
90
Consultorio 37 x 45 x 1,2 cm
Escuela igualdad de estudio 37 x 45 x 1,1 cm
Universidad para todos 37 x 45 x 1,1 cm
Por una Universidad para los pobres 35,2 x 39 x 0,9 cm
Arpilleras colección Liisa Voionmaa
Recolector de basura 32 x 36 x 0,9 cm
Puesto de bebidas El Melo 33,3 x 42,6 x 0,8 cm Campamento 63 x 29,5 x 1,1 cm
91
Colección Marijke Oudegeest
Historia de la colección de arpilleras de Marijke Oudegeest
E
n 1981, la ciudadana holandesa-canadiense Marijke Oudegeest viajó a Chile acompañando a su esposo, quien venía por motivos de trabajo. Decidió acompañarlo para ofrecer su ayuda a la Vicaría de la Solidaridad, ya que luego de ver la obra de teatro Tres Marías y una Rosa, donde David Benavente recrea la vida de un grupo de mujeres que realizan arpilleras para subsistir en una población de Santiago, decidió ofrecer su apoyo. Marijke estaba interesada en colaborar con este trabajo y su comercialización, motivo por el cual comenzó a enviar al extranjero arpilleras y otros objetos artesanales que se hacían en los talleres apoyados por la Vicaría, llegando a establecer un negocio de importaciones que se llamó Las Tres Marías. Cuando regresó a Canadá organizó exposiciones para difundir la historia de las arpilleras y las experiencias de las mujeres que las bordaban. Estas exposiciones se realizaron en varias regiones canadienses en los años ochenta y noventa, en conjunto con asociaciones de mujeres y universidades. Una vez inaugurado el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, decidió donarlas para que las obras volvieran a su país de origen.
Descripción de la colección La colección de Marijke Oudegeest consta de veinte arpilleras que abordan las ejecuciones y hallazgos de cuerpos en Pisagua, la detención y tortura en Villa Grimaldi, la denuncia de la prisión política, la búsqueda de los detenidos desaparecidos y manifestaciones por la libertad, la justicia y la democracia, el exilio, el plebiscito de 1988 y las elecciones de 1990, la transición a la democracia. Se observan en estas arpilleras muchas de sus características típicas, como el uso del color, la variedad de material y la textura.
* La colección se compone de 20 arpilleras. 92
En este catálogo se incluyen 13.
Se los llevan 36,8 x 45,5 x 0,5 cm
¿Dónde están los detenidos desaparecidos? 36,7 x 49 x 0,5 cm 93
El Árbol de la Vida 48,6 x 38,5 x 0,5 cm
Verdad, Dónde Están, Justicia 38,3 x 49,5 x 0,5 cm 94
Carro lanzaaguas 39,3 x 49,8 x 0,5 cm
Arpilleras colección Marijke Oudegeest
Fin a la Dictadura 37,7 x 51,3 x 0,5 cm
Bienvenida Democracia, Gana la Gente 38,1 x 51,8 x 0,5 cm 95
Libertad a los presos políticos 38 x 47,5 x 0,5 cm
1973 Pisagua 1990 37,7 x 47,4 x 0,5 cm
96
Aquí se torturó, juicio y castigo 38,5 x 48,5 x 0,5 cm
Arpilleras colección Marijke Oudegeest
Defendamos la vida 40,6 x 49,2 x 0,5 cm
Democracia libertad 41 x 50,2 x 0,5 cm
Verdad y justicia, castigo a los culpables 38,7 x 49,2 x 0,5 cm 97
Colección María Paz Santibáñez
Historia de la colección de arpilleras de María Paz Santibáñez
E
l 24 de septiembre de 1987 se desarrollaba una protesta estudiantil convocada como el “Día de Defensa de la educación superior” y en protesta por la designación de José Luis Federici como rector de la Universidad de Chile. Cuando los estudiantes se encontraban manifestándose frente al Teatro Municipal de Santiago, un carabinero del tránsito hirió de bala en la cabeza a la estudiante de música María Paz Santibáñez Viani, quien quedó extremadamente grave. La familia recuerda que tiempo después, cuando María Paz se encontraba en recuperación en su casa, dos mujeres arpilleristas, al parecer de la comuna de Macul, se acercaron para hacerle entrega de tres arpilleras que representaban el momento de la protesta y baleo. Era su forma de expresar solidaridad y de transmitir el impacto que les había producido este hecho. Este gesto causó gran impacto en María Paz, quien las atesoró y mantuvo en la misma bolsa que se las trajeron. Años más tarde se radicó fuera de Chile y una vez inaugurado el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, pidió a su hermana, Eliana Santibáñez, que las entregara para que fueran conocidas y quedaran como testimonio de cómo las mujeres chilenas representaron, a través de esta expresión cultural, situaciones de vida que afectaron la vida de los chilenos.
Descripción de la colección Esta colección está compuesta por las tres arpilleras que representan una secuencia de los distintos momentos del episodio. En la primera hay un grupo de personas protestando. En la segunda se ve a María Paz en el suelo y al carabinero disparándole; en el muro del Teatro Municipal se observa el rayado “Huelga 7 de octubre”, que alude a la convocatoria realizada en esos días por el Comando Nacional de Trabajadores y que significó que el régimen interpusiera requerimientos en contra de las organizaciones y encargara reos a los dirigentes sindicales Manuel Bustos, Arturo Martínez y Moisés Labrana. La tercera arpillera muestra la llegada de María Paz Santibáñez, herida, al hospital.
* La colección se compone de 3 arpilleras. 98
Todas incluidas en este catálogo.
Teatro Municipal 42,8 x 50 x 1,2 cm
99
Teatro Municipal, huelga 7 de octubre 39,8 x 51,8 x 1,2 cm
100
Arpilleras colección María Paz Santibáñez
La herida es llevada al hospital 40.7 x 50.2 x 1.2 cm
101
Colección “Arpilleras de Chile”, de la Fundación Helias y Carmen Alegría
* La colección se compone de 27 arpilleras. 102
En este catálogo se incluyen 18.
Historia de la colección de arpilleras de la Fundación Helias y Carmen Alegría
E
sta Colección fue entregada al museo por Silvia Hernández, pero hizo un largo camino para llegar aquí. La colección “Arpilleras de Chile” fue reunida por Eve De Bona, artista, educadora y defensora de los derechos humanos que vivía en San Francisco, California. Eve cuenta que, a petición suya, varias mujeres que viajaban a Chile en los años posteriores al Golpe regresaban con arpilleras. De esta forma se fue armando esta colección cuyo primer objetivo fue denunciar las violaciones de los derechos humanos. Pasaron varios años antes de que Carmen Alegría, hija del escritor Fernando Alegría (Caballo de copas), adquiriera la colección. En los años noventa, la señora De Bona y su esposo dejaron Estados Unidos para hacer una nueva vida en Oaxaca, México. Eve De Bona le confió la colección a Carmen Alegría, quien se comprometió a hacerla llegar a Chile para su exhibición permanente. Esta colección se exhibió intensamente en la zona de la bahía de San Francisco y Berkeley para las actividades de solidaridad con Chile. En ese tiempo fue muy conocida la “Peña de Berkeley”, donde se llevaban a cabo actividades de solidaridad con el pueblo chileno y donde estuvieron exhibidas las arpilleras. Unos años después, el fotógrafo y cantautor chileno Alejandro Stuart abrió la “Peña Sur” en el barrio chicano de La Misión, en San Francisco, donde también las arpilleras se exhibieron de manera prolongada. Eve De Bona fundó en ese entonces The Helias Foundation (Fundación Helias), que efectuaba trabajo de solidaridad por medio del arte popular. Con su fundación, Eve viajó mostrando las arpilleras y contando su historia por todo Estados Unidos. Cuando Alejandro Stuart salió de Estados Unidos, la hija de Fernando Alegría le pasó la colección. Ella anhelaba que las obras quedaran en Chile, en uno de los museos que recuerdan los años de la dictadura y la resistencia popular. Pero Alejandro Stuart vivió un tiempo en México, donde se dedicó a escribir y cantar. Todas estas peripecias las hizo con la colección de arpilleras a cuestas, muy bien cuidada por cierto. Radicado ya en Chile, él le hace llegar las arpilleras a Silvia Hernández, quien las entrega finalmente al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos para que pase a formar parte de su colección.
Descripción de la colección La colección está conformada por 27 arpilleras, todas ellas poseen una nota impresa que explica su contenido, el cual se ve reflejado en las descripciones. Se recibieron con una numeración escrita con plumón en un trozo de cinta adherido a cada arpillera. Las arpilleras abordan distintos aspectos de la vida cotidiana en dictadura: la falta de trabajo, la vida en las poblaciones, ollas comunes, las protestas, la persecución, la demanda de justicia, el encarcelamiento y la solidaridad, las relegaciones, los centros de detención. Solo una está fechada y en otra hay un bolsillo con un mensaje que consigna el nombre de sus autoras y el taller de origen. La mayoría tiene bolsillo, pero sin mensaje en su interior. De las originales, falta una en que se ve una sala de maternidad, con mujeres pariendo. Esta parece ser de otro grupo de arpilleras, quizá del mismo tiempo, pero de diferente preocupación. Es posible que otras dos o tres hayan desaparecido en alguno de los traslados, pues en el listado original se mencionan obras que no aparecen.
Piratean electricidad y riego de huerto 38 x 53 x 1,2 cm
Mientras los pobres piratean electricidad, los acomodados pagan sus cuentas en Chilectra 40,5 x 49 x 1,5 cm
Distribución de alimentos básicos 36,5 x 49 x 1,7 cm 103
Retiro de instalaciones piratas 37 x 47 x 1,2 cm
Cacerolazos 40 x 50 x 1,2 cm
Demostrando su solidaridad con los pobres, la iglesia y la universidad también piratean electricidad 39 x 49,7 x 1,2 cm
Derecho a la cultura 41 x 46,5 x 1,2 cm
104
Arpilleras colección “Arpilleras de Chile”, de la Fundación Helias y Carmen Alegría
Taller El Sol 40 x 48 x 1,2 cm
Taller El Sol lleva sus presentaciones culturales a las poblaciones 39,8 x 50 x 1,2 cm
Los artistas de Taller El Sol son arrestados 39 x 49 x 1,2 cm
Relegados políticos 40 x 47,5 x 1,2 cm
105
Fin al exilio 39 x 51,5 cm
Lugar de secuestro y tortura 39,3 x 49,3 x 1,2 cm Tortura en recinto de la Central Nacional de Inteligencia 41 x 50 x 1,8 cm
106
Arpilleras colección “Arpilleras de Chile”, de la Fundación Helias y Carmen Alegría
Aquí se tortura 40,5 x 47 x 1,2 cm
Centro de tortura 41 x 51 x 1,2 cm
Homenaje a los detenidos desaparecidos 38 x 45,6 x 1,5 cm
Hornos de Lonquén 1978 39,5 x 50 cm
107
Colección Dieter Maier
Historia de la colección de arpilleras de Dieter Maier
L
as arpilleras entregadas por Dieter Maier tienen distintos orígenes. Algunas, la mayoría, fueron entregadas a la sede de Frankfurt de Amnistía Internacional por el Comité para la Paz en Chile. Otras vinieron de la Vicaría de la Solidaridad, provenientes de los talleres de familiares de detenidos desaparecidos, así como de los talleres de cesantes. Una tercera parte provenía de los talleres terapéuticos de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC). Llegaron hasta Alemania, junto con piezas de artesanía carcelaria, a través de amigos solidarios que trabajaban en Lufthansa, por lo que el transporte fue seguro y nunca se vio afectado por algún tipo de daño o persecución. Estas arpilleras fueron expuestas en múltiples actividades de solidaridad con Chile; también se comercializaron para ayudar al desarrollo de los talleres en el país. En alguna ocasión se realizó una exposición en conjunto con la organización solidaria Kinderhilfe.
Descripción de la colección Cuatro de estas arpilleras fueron conservadas por Dieter Maier, quien hizo entrega de ellas al museo. Una se refiere a una manifestación a las puertas de una iglesia y las otras tres aluden al contexto social del país en los sectores poblacionales: un taller de lavandería, un corte de luz en una población y el día de Navidad. Una de ellas adjunta un trozo de papel en el cual se explica el tema: un corte de luz por no pago, al estar cesante. Esta arpillera es la única que identifica su origen con un bordado y menciona a los Talleres FASIC.
* La colección se compone de 4 arpilleras. 108
En este catálogo se incluyen 3.
Pobladores y lavandería 58 x 30 x 1,2 cm 109
Manifestación fuera de una iglesia 34 x 42,4 x 1,2 cm
110
Arpilleras colección Dieter Maier
Corte de luz 40 x 48.5 x 1,2 cm
111
Arpilleras Memory and Human Rights Museum Collection
Introduction Since its foundation, the Memory and Human Rights Museum has received a significant number of donations of arpilleras (traditional Chilean craft displaying embroidery and appliqué on burlap cloth) from around the world, as well as from institutions in Chile. Arpilleras, or burlap embroidery and appliqué pieces, played an essential role as testimonial records, registering the customs and experiences of the social process in Chile during the dictatorship. Of communal and artisan essence, they give testimony and denounce the events that affected people and communities at the time. They appeared soon after the military coup in 1973. Groups of mothers, wives and daughters of disappeared detainees and political prisoners used embroidery to narrate their search for family members and report human rights violations, first under the Comité Pro Paz (Pro Peace Committee) in Chile and later on under the Vicaría de la Solidaridad (Solidarity Vicarage), as well as other human rights organizations. Little by little, other aspects of daily life in Chile were incorporated: access to health; unemployment and job insecurity; hunger; postal service control; protests and other issues, assembling a broad social portrait of this period. Often these pieces were taken outside the country in hiding, since they were considered propaganda against the military regime; even in Chile these crafts suffered attacks and attempts at their destruction. In spite of this they became known in many parts of the world, and were able to convey the pain, the struggle and experiences of this period. Also, they were a means for survival, a means to express what was experienced and to contribute to the sustenance of people’s homes. The Memory and Human Rights Museum has more than 360 of these burlap embroidery and appliqué crafts. These pieces hold great artistic, cultural, sociological, historic and political value and are part of the institution’s heritage. They have been received as donations made by institutions and people who have given their collections to be made public as a contribution to understanding our country’s recent past. The twelve collections presented in this catalogue became part of the Museum by March 2011.1 They are related to solidarity actions in Chile, and to the strategies for survival and support used by women who were relatives of political prisoners and disappeared
1 This catalogue displays a representative selection of each one of these collections.
112
detainees. An attempt is made to rescue their memories by rebuilding the stories related to them, in collaboration with the donators. Ricardo Brodsky Baudet, Director María Luisa Ortiz Rojas, Head of Collections and Research
Arpilleras: Shantytown art as a symbol and testimony Historical background of burlap crafts and the Memory and Human Rights Museum collections Burlap embroidery holds a special place in Chilean artistic culture. Though it is considered an artisan craft according to established standards, the arpillera is not part of the country’s ongoing artisan tradition. Both practices, burlap embroidery and traditional crafts, share, however, a communitarian and artisan character. Another aspect they share is their “testimonial capacity”, 1 their ability to become an ally to memory. This alliance enables us to appreciate and recognize the past within the present through different testimonial points of view. Regarding traditional crafts, this is completed through the handing down of the artisan’s craft and the roots of identity; while the testimonial view, regarding burlap crafts, is conditioned by the particular historical and political context after the military coup in 1973. The extreme political juncture at the time caused the polarization of artisan practices, creating an “official culture” and a “non-official” one, an “official” and “non-official” market, “official consumers” and “non-official” ones. Under these circumstances, burlap embroidery emerged as a “dissident craft” coexisting with “official crafts”.2 The origin of Chilean burlap embroidery is closely linked to Violeta Parra´s first wall hangings, created during the sixties. It is said that the singer-songwriter discovered burlap embroidery and also that the wives of Isla Negra fishermen made themselves known through this craft.3 However, the technique used in both cases is
1 Pérez Oyarzún, Fernando. Chile, Artesanía tradicional. Ediciones Universidad Católica de Chile, 1993, 8. 2 Voionmaa Tanner, Liisa. Chilean Burlap Craft: commitment and neutrality. A view on an artistic phenomenon during the 1973-1987 time period. Thesis for a bachelor’s degree on aesthetics, Universidad Católica, Santiago, 1987, 35-36. 3 Ibíd., 6.
different from the technique used in the collection of arpilleras of the Memory and Human Rights Museum. Violeta and the fishermen wives used wool embroidered on rustic fabric, while the arpillera crafters of the dictatorship appliquéd scraps of fabric, old cloth, and a variety of other materials on previously prepared burlap cloth. Both techniques, embroidery and appliqué, are ancient and universal, like the technique used in Panamanian molas or in textile crafts made by the fon people of Nigeria, Africa. The etymological meaning of the word “arpillera” does not refer to any of the two techniques, it refers instead to “coarse fabric” used to “pack merchandise or to cover it for protection from dust”. 4 The collection of burlap crafts of the Memory and Human Rights Museum is an important part of the institution’s tangible heritage. This catalogue includes pieces from twelve collections from Chile and abroad, each one with its own story. This can be observed in the different styles and backgrounds of each donation. The Museum’s collection is a value proposition for this unprecedented testimonial and artistic manifestation, which allows us to “practice remembering” and to “make the symbols of memory vibrate” 5 in the present, not just for people who have memories of that time, but also for people who were not there to experience that period.
Creation of the arpillera workshops The creation of arpillera workshops under the dissident culture during the dictatorship leaves us to wonder how these workshops started in the city´s shantytowns. Did the arpillera crafters themselves get organized or were there institutional initiatives that assisted and supported these women from the very beginning? The division of the cultural field after the coup, stated earlier, created a totally uncertain situation. This is why the existence of these workshops would not have been possible without the mediation and support of Chilean churches, which “quickly organized an ecumenical service of refuge for people facing difficulties”.6 The first organization that took on human rights defense during the military regime was the Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Comité Pro Paz) (Committee for Cooperation for Peace in Chile, Pro Peace Committee), which was created by an archiepiscopal decree signed by cardinal Raúl Silva Henríquez in October, 1973.7 The Group of Relatives of Disappeared Detainees was established immediately after the coup, with the support of the Committee. According to different sources, the burlap embroidery and appliqué technique initially began in this Group.8 The Pro Peace Committee worked for two
4 Corominas, J.y J.A. Pascual. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Editorial Gredos, Madrid, 1980, 320-322. 5 Richard, Nelly. Políticas y estéticas de la memoria. Editorial Cuarto Propio, 2000, 9-12. 6 Comité Pro Paz, cfr. Wikipendia. 7 Ibíd. The Pro Peace Committee was ecumenical in nature; the Catholic church, Christian churches (mostly protestants) and the Jewish community were part of it. Lutheran bishop Helmut Frenz was an active participant, who created the Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas, FASIC (Christian Churches Foundation for Social Relief) in 1975. 8 Arpilleras Chile, 1983, printed handout, no mention of authors or publishers, 13.
years before it was replaced by the Solidarity Vicarage in January of 1976.9 The Vicarage was a Catholic Church organism in Chile that fought for human rights between 1976 and 1992. Arpillera workshops noticeably increased in number with the support of the Vicarage, extending their work to many poor areas in different communes of Santiago. Meanwhile, the workshops of the Group of Relatives of Disappeared Detainees kept working under the protection of the Vicarage. Other organizations were created after the Vicarage that supported the production and sale of burlap craft pieces. The Missio Foundation was one of them. The foundation’s workshops were very organized, starting with the division of work within. In 1983 they became a business, with a registered name.10 This step was an exception among the women arpillera crafters, few of which organized themselves into a business. Other institutions conducting arpillera workshops were Fundación PIDEE (Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia / Foundation for the Protection of Childhood Damaged by States of Emergency), FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas / Christian Churches Foundation for Social Relief) and PIIE (Programa Interdisciplinario de Investigación en Educación / Interdisciplinary Program for Research in Education). The PIDEE workshops were located outside Santiago, in Talca and Linares, while PIIE worked as an intermediary party between workshops and possible buyers.11 The support of the organizations mentioned above prevented official authorities from silencing or intercepting the work of arpillera crafters during the dictatorship. To the contrary, the workshops were established in relatively short time and the women’s work was able to “respond to the demands of survival12 and serve as a source of valid work that was appreciated in the non-official market. Understood as such, the primary and practical function of the burlap craft piece depended on the results of the work performed by the arpillera crafters. The operational and practical functions do not explain, however, the structural function of the burlap piece, which is needed to appreciate the creative process of the craft makers and the expressive dimensions of their work. A reference to these aspects is presented below.
The burlap craft as a means of expression As mentioned in the beginning, burlap embroidery and appliqué is considered an artisan craft. Artisans are mostly self taught and do not possess the formal training of artists. This distinction does not mean that artisan crafts and art are mutually exclusive. On the contrary; craftwork understood as “skilled technical work” is as much a part of art as art is part of craftwork.13 The arpillera
9 Ibíd. 10 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 37. 11 Burlap craft exhibit catalogue held at the Jyväskylä Museum of Arts and Crafts in Finland, 1988, 14. 12 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 7. 13 Estrada Herrero, David. Estetica. Editorial Herder, Barcelona, 1988, 113-130.
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transcends the utilitarian purpose of a craft, becoming a means of artistic experiential expression, “situated in time and space”.14 This aesthetic and testimonial feature is a trait possessed by the burlap craft pieces of the Memory and Human Rights Museum collection. The production of burlap pieces during the dictatorship is divided in two stages. In the first years after the coup the artistic activity of the arpillera crafters was already a firm social and cultural practice that was appreciated by the dissident sector in Chile and abroad. At the same time, the arpillera became an icon of what the dictatorship was like. As the situation within the country stretched on the arpillera crafters became concerned with the workshops’ operation and the sale of their products, as well as with creating awareness and support for the cause at the global level. Thus, the need to express and pass on their experiences gradually began to change. This fact can be seen in the development of the pieces themselves. The understanding and interpretation of the burlap craft piece as an artistic phenomenon of shantytowns can be viewed in a number of ways. At first, the testimonial narrative expressed by the contents of the burlap crafts impress the most. Though no detailed study has been conducted yet, the burlap pieces of the first stage, known as the “building support stage”,15 were far more committed to their themes. The content of these pieces expressly denounces human rights violations. The testimonies on the cloth are heartbreakingly expressive. The more personal and committed work can even be appreciated in their craftsmanship. The degree of expression was such that the burlap pieces of the first stage were censored a number of times.16 Censorship certainly gives an account of the criticality of the contents expressed in burlap crafts. Burlap embroidery and appliqué as a means of artistic expression does not limit itself, however, to content. Content understood as a testimony of events does not in itself explain the meaning or the “outer appearance”17 of the arpillera. An intense and permanent dialog between the inner and outer elements of the cloth can be observed in the arpillera crafters’ creative process. An important factor to be considered in this dialog is the style of burlap pieces. Understood as a group of different factors, style explains the expressive meaning of what is applied, taking into account the richness and the inventiveness of the materials used by the arpillera crafters, the textures and colors, the technique, the format and finish and the composition and plastic arts creation of the burlap craft pieces. Each group of craftworkers has its own signature style. A general description of the burlap embroidery and appliqué collections of the Memory and Human Rights Museum can provide a preliminary idea of what was stated earlier. The contents of these pieces cover a testimonial journey from 1973 to 1990,
14 Ibíd., 321. 15 Voionmaa Tanner, Liisa, op. cit., 37, 38. 16 Ibíd., 38. 17 Estrada Herrero, David, op. cit., 220.
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from the military coup to the eve of the return to democracy and the creation of the Commission for Truth and Reconciliation. The bombing of the Moneda Palace and the departure of exiled loved ones in the airport mark the themes of the first days of the dictatorship. Detention and torture centers such as Villa Grimaldi and Pisagua, the massacre and discovery at Lonquén, overcrowded prisons, raids, exiles, the search for disappeared detainees and the demonstrations are among the dramatic testimonies created by women craftworkers. Another important issue is the description of daily life in the city’s shantytowns, which are represented as soup kitchens, laundry work, the small stores and neighborhood bakeries, the commune’s public health center, unemployment and strikes. Some burlap craft pieces stand out for their religious themes, such as the procession, the Stations of the Cross, the wake and cemetery. It is also common to have brief texts complement the visual themes of arpillera craft pieces, such as: “Where are they?”, “Your brother is not here”, “We are thirsty and hungry for justice”, “Sister, brother, we will not be forgotten by spring”, “Jesus is condemned, my mother calls”, “Never more”, “Chile, country of brothers?”, “No vacancies”. Regarding the style of burlap pieces, the collection offers a remarkable variety. The diversity of materials can be especially noted in the first arpilleras. Materials fulfill an important function as a means of expression. As stated earlier, the term arpillera refers to material described as thick and rough or “course fabric”, that can be used as a base for appliqué and embroidery. Like jute, which is used for tea or cotton sacks, the arpillera is a textile material used in flour sacks. The back of many burlap embroidery pieces have text printed on them that refers to some factory or brand or simply reads “bakery flour”. The women crafters would put together their stories on burlap, using scraps of fabric and other materials such as wool, pieces of newspaper and packaging, paper, cardboard, metal, plastic, and leather to assemble and compose passages of their reality. This raw material, which has added value because most of it is recycled, possesses an expressive richness that can be felt by touch. With the different textures and colors, the crafters created effects of nearness or distance, space, dimension or volume, details that can be especially appreciated in the representation of the mountain range, a constant image in burlap pieces, as well as in action scenes. The creation of the burlap craft pieces would not be possible without technique (techne), the “know how”18 of manual work that enables the application of raw material in different ways. The technical operation, such as cutting and putting scraps together, is often seen as the most mechanical operation in the process of manual work. In practice, the application of a technique is a constant need for both artisans and artists alike, though the way of doing things varies in each case. In the craftwork of arpillera crafters, technique and materials depend on each other. The variety of textures and colors of the burlap pieces is provided by the properties of the materials that were used. The chromatic 18 Ibíd., 75.
sorting of the scraps is perhaps the most creative aspect of burlap embroidery and appliqué. In this sense, certain differences can be observed in the collection of burlap crafts. The earlier pieces use color more freely while the pieces made in more organized workshops present more skill and knowledge on the basic rules of color. Other variables that identify the style of burlap pieces are format and finishes of the fabric. Burlap pieces come in different sizes. Most of the burlap craft pieces in the Memory and Human Rights Museum collection come in a horizontal or vertical, rectangular format. The finishes of the arpillera are guided by a set standard. The border of the burlap piece is made with yarn in different colors and stitched in different styles. This sewing technique is also used to sew the scraps onto the burlap base. The yarn border is part of the arpilleras’ unique style. The composition of scenes and actions in their narrative are conditioned by these unique borders that serve as a picture frame. The composition of a burlap embroidery and appliqué piece can contain a group of many scenes or just one scene. As mentioned before, it is very common for a word —the term “peace”, for example— or a phrase, to complement the scene, confirming or specifying the event or object being represented. The creative and expressive variety of the composition of these burlap pieces poses the question of authorship. Viewed as collective and artisan work, authorship of the arpilleras has largely remained anonymous, though some of the pieces present initials that could identify the author.19 It is common for each collection to have its own style and for the groups of arpillera crafters to be identified accordingly.
The burlap craft as a symbol of international support The notion of solidarity has various meanings and can be interpreted in multiple ways. There’s a common denominator that refers to the willingness of people to fight for a common purpose or for objectives that are being threatened, yet are considered legitimate and valuable. The organization of the arpillera workshops and the circulation of their work, not just in Chile but also abroad, during the dictatorship, are clear evidence of the ways in which solidarity works in practice, as material aid, beyond what is understood by it. The different burlap craft collections of the Memory and Human Rights Museum each have their own particular history. The main collections were directly created under the protection of official organizations that promoted artisan workshops, such as the Solidarity Vicarage, the Missio Foundation and the Foundation for the Protection of Childhood Damaged by States of Emergency (PIDEE in Spanish), as stated earlier. However, the Museum maintains a number of burlap collections received directly from international organisms and foundations or other private initiatives that maintained supportive ties with Chile. The activities for support developed among Chilean exiles and other people in their 19 See description of the Fundación Solidaridad Collection.
new countries, such as organizing art exhibitions, contributed to spread the work of the arpillera crafters. One of the most striking activities was the “Peña” (folklore club) at Berkeley, California, where burlap pieces from the Helias Foundation and Carmen Alegría collection were on permanent exhibit.20 The arpilleras of the Genevieve Jacques collection in France were “multiplied”, by publishing 10,000 post cards with pictures of the pieces.21 In that sense, perhaps the most memorable exhibit was held at the Colonial Museum of the San Francisco Church and at the Paulina Waugh Gallery in Santiago, where the public was able to view the work of an arpillera workshop together with artwork produced by renowned local artists. 22 The purpose of these activities was to reveal what was happening in Chile and to support the process of returning to democracy. Thus, and in addition to what has been said earlier, it has been demonstrated that the work of the arpillera crafters cannot be viewed as only a skill or an income-earning practice, but as art that left its mark on the world, a symbol of international support. Seen today, it can be said that burlap craft pieces of that period achieved recognition as native visual art, distinguished with timelessness. Liisa Flora Voionmaa Tanner June 2012 20 Description of the Helias Foundation and Carmen Alegría collection of arpilleras 21 Description of the Genevieve Jacques collection. 22 See description of the Paulina Waugh collection.
Fundación Solidaridad Collection History of the Fundación Solidaridad arpillera collection After the military coup, women relatives of disappeared detainees met at the headquarters of the Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Committee for Cooperation for Peace in Chile), which was later replaced by the Solidarity Vicarage. The women got together to share their pain and the search for their loved ones, some of whom had been detained and others that could not be found at detention centers. During their long waiting hours a woman approached them, an artist, who suggested they could create something with a pile of fabric scraps. This is how the group of women began cutting and sewing together different scenes that revealed what was happening. In support of their work, they also began to rescue other elements to be reused in this task; such as flour sacks donated by Caritas International, which, once they were discarded they were washed and used as the base on which to put together stories with scraps of fabric, thread and wool. In the beginning, the burlap crafts had a therapeutic effect for these women; it was important for them to express what they were experiencing, the torture, detentions and deaths. One of the women 115
crafters —María Teresa Madariaga— says it was like writing a diary: “The arpillera had to register exactly what I saw”. As time went by, the idea of displaying the burlap craft pieces to generate some income gathered strength, since some of the families were going through hard times because many of the disappeared detainees had been primary breadwinners. Little by little the burlap crafts traveled to many places around the world, and became an essential part of the women’s fight and denunciation against the dictatorship and also a way to provide income for their homes. “The arpillera craft denounces what the dictatorship was, the women revealed reality, they embroidered reality, they embroidered what was happening to them on scraps of fabric”, says Winnie Lira, executive director of Fundación Solidaridad (Solidarity Foundation), who also traveled with the crafters to different locations to generate awareness, such as Unesco in Paris, the Unite Party in Italy and UN headquarters in New York, to state a few examples. Description of the collection: The collection donated to the Museum by Fundación Solidaridad is comprised by 45 arpillera craft pieces made in the workshops and labour exchange initiatives of the Solidarity Vicarage. Among the themes covered in this collection are disappeared detainees, public demonstrations, detention centers, hunger strikes and children´s soup kitchens; some also emphasize the serious social problems of the time: unemployment and lack of housing. The discovery at Lonquén was particularly portrayed in four burlap craft pieces, with a few scenes of this cruel episode. This collection of burlap crafts presents a wide range of scraps of fabric with different colors and textures, which reflect their origin, fabric rescued from shirts, sacks and old clothing. Every scrap was rescued to bring life to the figures that narrate the stories told through the arpillera crafts. An interesting feature of this collection is that many of the burlap pieces present important details of their creation that could be followed up on through research. For example, eight are dated in 1979 and two in 1978; nine burlap pieces present initials that could identify their author or authors (C. de G. and E. M.) and one is signed by Felicia; a last piece of information that can be rescued is that one arpillera is attributed to the Vicaría Oriente (Eastern Area Vicarage). Another attractive element is the presence of messages stored in little pockets in the back of the burlap crafts: there are eight pieces of paper that look like they come from notebook pages, in which the crafters describe the theme portrayed in their burlap crafts. * The collection is comprised by 45 burlap pieces. This catalogue contains 29 of them.
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Isabel Morel Collection History of the Isabel Morel arpillera collection Isabel Margarita Morel began this collection of burlap craft pieces, titled Periódico de Tela (Fabric Newspaper), in 1974. Exiled in the United States of America, she wanted to gather a testimony of human rights violations. Moved by the need to register the brutality of the Chilean military dictatorship, she began a chronology of the experiences of Chilean women during this period. This interest was triggered by a burlap craft piece sent to Washington by her mother. As told by Isabel: “I received a small tapestry mounted on burlap*, with fabric sewn onto it in lively colors and embroidered human figures, buildings, trees and sky. This colorful piece, which was charming at first sight, described a scene in great detail. It showed National Congress and the Chilean Court of Justice locked shut and armed military men blocking the way for people. It contained a lot of valuable information that really impressed me”. “I sent my mother money and soon I received two more burlap craft tapestries that showed women chained to gates holding signs that said: Where are they? My mother told me that a shipment of burlap craft pieces from the Missio Foundation had been seized and that taking arpilleras portraying political themes outside Chile was forbidden; unlike decorative arpilleras. However, the help of friends who took risks to carry them abroad while traveling allowed me to keep receiving these burlap crafts throughout the years. “In 1976, Augusto Pinochet ordered the assassination of my husband Orlando Letelier in Washington D.C., after stripping him of his nationality. At the same time, the military government banned my entrance to Chile. The Institute for Policy Studies, where he worked, hired me and put me in charge of the Human Rights Division; through this position I was granted many invitations from universities and churches to speak on this issue. I started taking arpilleras to illustrate my speeches when they referred to Chile, since their authors gave an accurate picture of what was happening, with information that was not printed in newspapers and the media. “With the Human Rights Division of the Institute for Policy Studies in Washington D.C., I organized a tour throughout universities and churches in the United States, inviting artist Valentina Bone (who invented and taught the technique used to make these burlap craft pieces to women who were looking for their disappeared husbands, sons and brothers), so that she would speak to Americans about her work in Chile and report on human rights violations happening in her country. I asked Valentina to help me contact other burlap embroiderers that would want to contribute to our project: a chronology that would illustrate the most relevant human rights violations in Chile, and the role played by the Church
to protect victims of the dictatorship, during the entire time the military government remained in power. I presented this project to the Women’s Division of the Methodist Church in New York and it was approved. Funding was authorized for travel, interviews, the purchase of burlap craft pieces and economic support for the crafters until the dictatorship ended. “In 1978, taking advantage of the trial taking place in Washington for the murder of my husband, I traveled to Chile to submit a request to recover my husband’s nationality, even though my Passport had an L on it (meaning the list of people who were a threat to the State’s internal security). During that trip I contacted burlap embroiderers belonging to the Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Relatives of Disappeared Detainees Group), I contacted the workshops of Casa Martin Luther King in Huechuraba, the workshops Mónica Urrutia introduced me to in Huamachuco and La Pincoya and the workshops of the Vicarage of the Catholic Church which Winnie Lira introduced me to; I also visited political prisoners at the women’s jail twice; all of these were opportunities in which we agreed on ways to smuggle their arpillera work outside the country without endangering their lives. “It was very important to be able to financially and emotionally support these women. It was also very rewarding for me to be able to spend time with the women artisans and their families, in their homes, and with the relatives of disappeared detainees who set up their workshop at the Solidarity Vicarage. It was very rewarding to make this project a reality”. Description of the collection: This collection comprises a selection of 55 arpilleras that show events and themes for each year of the dictatorship, from the bombing of the Moneda Palace, seat of the Chilean presidency, on September 11, 1973, to the return to democracy in 1990. Some of the issues displayed are: torture, repression, exile, economic struggles and unemployment, black-outs in the city’s shantytowns, and the organizations and demonstrations against the military regime. Some burlap craft pieces contain messages written on paper by each one of the identified authors; others are anonymous and their themes have been titled and described providing context of date, year, and accurate information on each one of the historic events they represent. These arpilleras came from various workshops in Santiago, whose members were brave women who narrated human rights violations, political events and economic events affecting the daily lives of Chilean people. Their work was conducted as a means to support their homes when faced with unemployment and political imprisonment, in addition to being a means to denounce and artistically express their stories. The burlap craft pieces have been exhibited in many countries for informational and educational purposes and to support human rights defense. Until 1989 the collection was mostly displayed as a chronology “in progress”, which was completed in 1990 with the return to democracy.
In the United States of America: Martin Luther King Jr. Memorial Library in Washington D.C.; City of Eugene Equity and Human Rights Center, in Oregon; Harvard Library, in Boston; Institute for Policy Studies, in Washington D.C.; Chicago Human Rights Museum and about twenty more universities in this country. In Europe: TNI-Transnational Institute in Amsterdam, Holland and Amnesty International headquarters in England, Finland and Denmark. In Africa: World Conference on Women in Nairobi, Kenya. In Chile: Salvador Allende Solidarity Museum in Santiago; Orlando Letelier School in El Bosque, Santiago. Mrs. Morel donated her collection to the Memory and Human Rights Museum on gratuitous loan in 2009 to be exhibited and historically preserved. * Burlap and jute: course fabric from sacks that are no longer in use. * The collection is comprised by 55 burlap pieces. This catalogue contains 37 of them.
Genevieve Jacques Collection History of the Genevieve Jacques arpillera collection During a trip to Chile in November 1975, André Jacques, head of CIMADE, the Service for Human Rights and Refugees organization1, visited Comité Pro Paz (Pro Peace Committee) and the arpilleras Workshop. He immediately proposed taking them to France to be exhibited and contributing to their sale to support the work of the Chilean women artisans who made these burlap craft pieces. The first arpilleras arrived to France in early 1976, generating interest at once. For people supporting the Chilean cause, the burlap craft pieces specially caught their attention; they were very interested in their origin —that they were made by women relatives of political prisoners in Chile—; and the message of hope and fight for survival amidst their pain, expressed with simplicity, beauty and creativity. The French received them as works of art representing popular culture. There was such a great demand for these pieces that Genevieve and André Jacques decided to keep some, thinking that one day they should return to Chile. This initiative was so successful that they decided to “multiply” its impact: 10,000 postcards with pictures of burlap crafts were printed and sold through the CIMADE network and the solidarity committees for Chile throughout France; posters were printed featuring images of arpilleras; in a joint effort with the CCFD (Comité Catholique Faim et Développement), CIMADE contributed to the production of a movie titled Chili, les arpilleras de la colère,
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CIMADE: French ecumenical association for solidarity, established during the Second World War to aid and protect the human rights of refugees and immigrants. The acronym stands for Comité Inter-Mouvements Auprès des Etrangers.
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with artists Emmanuelle Riva and Jean Louis Trintignant. They also published the book Un peuple brode sa vie et ses luttes, which was translated to Dutch and Greek by a friend who organized an exhibit in Athens. Of the group of burlap craft pieces about 20 were selected —which were not sold— to be exhibited in solidarity events for Chile. These initiatives and many others that were developed by a number of solidarity organizations helped the arpillera crafters and their work play en essential role generating awareness and strengthening the efforts to support the Chilean people. In addition, enough money was raised to support the workshops’ continuity and to provide income for the women crafters. Funds from the sale of burlap craft pieces and other products, as well as fundraising collections held at exhibitions and other solidarity events for Chile, were sent to relatives of political prisoners who worked in the workshops through the Pro Peace Committee first, and then later through the Solidarity Vicarage. The burlap pieces arrived to France by mail or were brought by travelers who offered to carry them in their luggage. Packages sent by mail were addressed to the home of Genevieve and André Jacques. On April 11, 1978, Chilean newspaper La Segunda published a double page article titled “Los tapices de la difamación” (The defamation tapestries), which literally said, “Our reader, who for obvious reasons asked to remain anonymous, was able to establish that this work was received in France by citizen André Jackes whose home address is 28 Rue du Dragon, 75006 Paris”. It was through this article that André and Genevieve realized that their mail had been intercepted. This episode, however, did not stop the sale of burlap craft pieces, postcards and posters portraying some of the work. Remembering this experience, Genevieve Jacques says: “It was a time in which solidarity was intensely experienced, because we knew that there were a lot of people in Chile still fighting in spite of it all and, these women in particular, who embroidered stories that had a meaning”. Description of the collection: The collection of André and Genevieve Jacques is comprised by 32 burlap craft pieces that represent diverse themes mainly related to detention centers, disappeared detainees, hunger strikes and the problems suffered by society in those years, such as unemployment, alcoholism, and poor health care. Two of the craft pieces refer to a significant marker in this time of Chilean history: the discovery at Lonquén. Of the 32 arpilleras, ten have written messages in which the authors describe what their work is about. Some even have the date when they were made. Nine messages are stored in a pocket sewn at the back of the arpillera and only one is directly sewn onto the front of the piece. * The collection is comprised by 32 burlap pieces. This catalogue contains 23 of them.
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Foundation for the Protection of Childhood Damaged by States of Emergency – PIDEE Collection History of the PIDEE arpillera collection The repressive situation in Chilean provinces was, for many reasons, different than the situation in Santiago. Repressed families had less legal resources or institutions to support them. The dispersal of the rural population, and the long distance from denunciation centers in the city, made the situation for persecuted people in provinces much more vulnerable. In addition, these families were isolated from the rest of the population. They had to face these problems with greater hopelessness and they perceived the effects of the dictatorship in ways that were more threatening. This situation led the PIDEE Foundation to create a project to extend their work in order to include these families. The creation of artisan workshops in the institution’s many headquarters was part of this initiative. The objective was to support the mothers through a group activity, creating an instance for personal growth and social interaction in a welcoming atmosphere of acceptance. With this purpose in mind, artisan Marcela Polloni joined the initiative. She, along with the women attending the workshop, developed the burlap embroidery and appliqué craft. The first arpillera workshop was established in Linares; followed by Talca, Chillán, Temuco and Valdivia. As stated by Marcela Polloni in an interview: “There were only women in Linares and the possibility came up of starting a burlap craft workshop. The idea was that they could talk about their problems, get them out. The burlap pieces began from this sort of work… For the first piece each crafter told her personal story. These burlap craft pieces became a deep analysis of what the beginning of the dictatorship had been like and what was happening at the time; they were like diaries, the women were able to make many arpilleras, which revealed what was happening in the country. Many of the women were farmers, they were insecure at drawing”. Soon they began to make mock-ups on construction paper, putting the story together, daring to cut the pieces themselves. Some specialized in different figures. They began to work collectively, supporting each other. “They had a supportive attitude while making the burlap craft pieces, each one would share her skills. Many of the arpilleras were collective efforts”, adds Polloni. Therapeutic work was conducted in the workshop of Linares; they would go out on short trips to observe nature and their surroundings. That is how they began to learn techniques that provided them with enough confidence to draw, to give shape; the women were willing to do quality work, each day they grew farther away from their personal pain and began to portray other experiences in the burlap craft pieces. They learned while crafting and had total freedom to portray, using their own observations and experiences.
The group built strong ties, displaying significant personal growth, achieving greater autonomy through the creation of their own organization which allowed them to sell their work. Money from sales went to a common fund. All the PIDEE burlap craft pieces had different formats and backgrounds. That’s what they decided, to be able to distinguish them from other burlap embroidery pieces and to have their own identity. Each one of the arpilleras represents pain and at the same time the beauty of work well done. The women chose fabrics, colors, and used these elements to shape support and hope. The burlap pieces that were sent to Europe were created during those years, with the purpose of generating awareness on human rights violations in Chile; and to possibly provide income for the crafters’ families. An exhibition was held at Bucci Gallery with a collection that was worked on for months, in which each woman made a list of themes or issues from September 11 onwards. The themes that would be worked on were chosen from this list. Many of the women in the workshop traveled to Santiago for this exhibit. Smaller burlap pieces and burlap cards were also produced. The idea to make smaller sizes came up in order to make it easier to smuggle them out of the country. Description of the collection: The PIDEE collection comprises 34 burlap craft pieces, donated to the Museum in two stages: the first donation totaled 32 arpilleras in 2009, and early in 2011 two more pieces were donated. The burlap pieces of this collection follow a chronological order and also a theme arrangement, covering the main markers of the 1973-1990 period. These pieces depict themes such as torture, detention centers, political prisoners, raids, exile, detention and relevant events, such as the discovery at Lonquén, the immolation of Sebastián Acevedo, the burning of Carmen Gloria Quintana and photographer Rodrigo Rojas, the bombing of La Moneda, the soup kitchens and processions. This collection of burlap craft pieces has a common format: all of them are vertical and have black fabric in the background. This base was the foundation for figures and stories created with scraps of fabric in preferably solid colors, using very little flowered or striped fabric. This material can only be found in representations of rooftops and trees. The main colors used are green, blue, yellow and red; most of the figures represent humans, buildings, hills and vehicles. Other materials are also used in these pieces, such as paper, yarn and flannel. * The collection is comprised by 34 burlap pieces. This catalogue contains 23 of them.
Carmen Waugh Collection History of the Carmen Waugh arpillera collection Carmen Waugh visited Chile in 1976. She had been living in Spain and was considered a renowned art gallery director and Latin American art developer in Europe. During her stay, and due to an interest in national art production and political contingency, she acquired about a hundred burlap craft pieces that her sister, Paulina Waugh, maintained in her gallery, where art work was displayed and sold. Among this work were burlap craft pieces made by underprivileged women attending the Taller de Arpilleras Zona Oriente (Eastern Area Arpillera Workshop), which was financed by the Solidarity Vicarage. About fifty burlap craft pieces were purchased from this collection by painter Roberto Matta, who had seen them in Europe thanks to people who were able to smuggle them outside the country to be sold in support of Chile or for other reasons. The rest were kept by Carmen Waugh to be displayed in Europe and denounce what was happening in Chile. During later years a number of exhibitions were held. Of these, the one that stands out the most is a travelling exhibition held in Great Britain thanks to English art critic and historian Gay Bret, who immediately became very interested in these pieces. They were later exhibited in Warsaw, Poland, where only Carmen Waugh’s arpilleras were displayed. They later travelled to Habana, Cuba, and returned to Europe for further exhibits. The arpillera craft pieces were very well received by the European public. They were created with great attention to detail, which surprised many visitors. These exhibits became an attempt to show the repression in Chile, and denounce human rights violations, specially the events experienced by the women who created the craft pieces. Towards the end of 1984, Carmen Waugh returned to Chile to actively participate in opposition to the regime and to generate new instances for denunciation through art. She settled in a house in Bellavista, where she founded Casa Larga (Long House), a cultural center and meeting place for renowned artists and writers. With the return to democracy in 1991, activities at Casa Larga came to an end and Waugh took a position as director of the Salvador Allende Solidarity Museum, an institution that collects work created by distinguished international artists and writers donated to Salvador Allende´s government in support of his work. While she was director, at least one exhibit was held which included a number of burlap craft pieces belonging to her own collection. Description of the collection: The Carmen Waugh collection includes 54 burlap embroidery and appliqué pieces, most of which were created at the Taller de Arpilleras de la Zona Oriente (Eastern Area Arpillera Workshop). Another five larger ones were created at the PIDEE (Foundation for the Protection of Childhood Damaged by States of Emergency) workshops. 119
The members of the Eastern Area Arpillera Workshop were washerwomen who, faced with unemployment, needed to find new sources of income, such as sewing. With hardly any experience they began to make burlap craft pieces in November 1975, creating small embroidery work on burlap, onto which they sewed figures, churches, soup kitchens and homes. In time, they perfected their craft, its details and themes, and found a way to support their homes and a means to express their problems, concerns and their reality; what they saw and experienced in the city’s shantytowns. They became organized and created a common fund with part of their earnings, which they used to buy materials and conduct actions for support. Despite social and political problems, the workshop continued and incorporated more members, with which they were able to create a great number of arpilleras that were later sold with the help of the Solidarity Vicarage. When composing the arpilleras, colors were chosen by contrast, though at times they didn’t match because the women didn’t have enough materials to work with. Themes relate to different colors: dramatic situations are expressed in gray or black tones, while calm and hopeful events are depicted in bright colors, including the representation of the sun. All pieces show human figures, mainly children, which are a real and vigorous manifestation of daily life in these shantytowns. The vivid and emotional experience is expressed using modest, domestic materials that are transformed through simple formal means. Their value lies in their spontaneity and creative diversity. * The collection is comprised by 54 burlap pieces. This catalogue contains 34 of them.
Paulina Waugh Collection History of the Paulina Waugh arpillera collection The Paulina Waugh Art Gallery, located on street Siglo XX, 192, was distinguished in the local art scene as a place for new expressions and art media. The work conducted in 1976 with burlap craft pieces is among its most outstanding exhibits. The arpilleras came from Taller de la Zona Oriente (Eastern area workhop) headed by the Communications Secretary of the Solidarity Vicarage, an ecclesiastic institution that held workshops in different areas of Santiago. During that year a series of burlap crafts were displayed to the public, made by women who lived in a shantytown in the eastern area of the city, who were trying to spread the news of what was happening to their family members and the country in general. At the same time, they were looking to provide income for their families, since it was their only means to make a living. The main purpose of the exhibition was to promote the artisan craftwork of the members of the workshop, and to allow them to meet professional artists and exchange experiences. The work 120
resulted in three theme exhibitions in which the arpillera crafters and the artists displayed their work. The first exhibition was held in August 1976 and was titled Mateo 25. It displayed etchings made by Teresa Gazitúa and a few burlap craft pieces. The second exhibition, titled San Francisco de Asís, was held in the Paulina Waugh Gallery and the Colonial Museum of the San Francisco Church, displaying work created by Claudio Di Girólamo, Teresa Gazitúa, Alberto Pérez, Juan Carlos Castillo, Vittorio Di Girolamo and the Arpilleras Workshop. The last exhibition was held in December of that year. The three exhibitions fulfilled the different objectives, including the sale of a great number of arpilleras. These exhibitions contributed to creating a meeting place for people that wished to express their opinions and build a world committed with what was taking place around them. “Works of art attempt to provide us with a significant vision of the world, when this work expresses a state of consciousness, a lucid attempt at interpreting reality”, says Alberto Pérez in the San Francisco de Asís exhibition catalogue. In the early morning of January 13, 1977, the Paulina Waugh gallery was destroyed. It was attacked by strangers who threw bombs at the building’s second floor. This event resulted in the gallery’s closure and the loss of many burlap craft pieces on display as well as artwork by renowned artists such as Matta, Vilches, and Antúnez, among others. Description of the collection: Paulina Waugh’s collection is comprised by three burlap craft pieces that narrate different scenes of the attack that took place in January 1977. Each one portrays the pain of this event, expressed through lively colors and eye-catching shapes, attracting attention through the incredible innocence and strength expressed by these pieces. They directly reflect the feeling caused by the destruction of the gallery. The detailed work, in addition to the detail of the fabric and wool that was used, generate the ideal texture for each representation, and leave behind a physical testimony of the event. * The collection is comprised by 3 burlap pieces. All are included in this catalogue.
Kinderhilfe Chile Bonn Collection History of the Kinderhilfe Chile Bonn group arpillera collection The Kinderhilfe Chile (Aid to Children in Chile) groups were created after the military coup in more than twenty cities in West Germany. They were support groups mainly comprised by German women and Chilean women who had been exiled to this country. The first group was formed in Frankfurt, in 1975, after Hortensia Bussi, former president Allende’s wife, visited this city. There she made a special reference to children’s suffering under the dictatorship and fervently requested efficient action to aid them. The organization was created in Bonn, in 1976, by Chilean women and men who were exiled to that city, and German women
possessing a profoundly supportive spirit, who participated and provided assistance. Among its most active members were Cora Penselin, Inge von Maydell, Marianne Spieckermann, Ruth Schlette and Martine Metzing-Peyre, as well as Chilean married couples Keka Morales and Mariano Fernández; Inés Hoevelmayer and Fernando Mujica; Oriana Rodríguez and César Fernández; Inés Rubio and Vladimir Hermosilla; Marianela García and Leopoldo Sáez; and the significant contribution of Laura Acuña.
together on a giant burlap craft piece, in which they expressed their dreams and hopes, and the problems of their daily lives. The giant arpillera was made with fabric scraps donated by each one of the participants, who put them together with pins. A smaller group met once a week, for three months, to hand-sew it. In this community burlap piece, foreign women expressed what their lives were like in a country that was not their own, while the German women expressed their feelings of support for them.
The objective of the Kinderhilfe Chile Bonn group was to assist children who were suffering under the military dictatorship in Chile and denounce the cause of their suffering, meaning murders, torture, imprisonment, exile and other human rights violations, to the German community. The group did not help a few individual children in particular, it wanted to contribute so that all the children of a family or a social group could lead dignified lives. That’s why they provided support to initiatives coming from base groups, whose work was aimed at children and also involved parents. This group benefited children’s soup kitchens, which contributed to the development of their bodies and minds, and a number of medical centers for children and teenagers, among other organisms.
With the money earned from the sale of Chilean crafts purchased in Chile from different women’s workshops, the Kinderhilfe Chile Bonn group maintained a number of relief projects in Chile for a very long time.
True friendships grew among Chilean and German members of the group. Cora Penselin and Ruth Schlette traveled twice to Chile, in 1981 and 1986. Through the Solidarity Vicarage, and through Winnie Lira in particular, many doors opened for them, and contact was established with women’s workshops in Santiago, and other projects and groups in Antofagasta, Valdivia, Linares and Ancud, among other cities. The Kinderhilfe Chile Bonn group conducted a number of solidarity actions for the Chilean people, among the most significant were the purchase of burlap craft pieces made by Chilean women, which were sent to Germany by the Solidarity Vicarage Workshops. This increased their sale and the money that was raised was used to support the soup kitchens established by the Solidarity Vicarage. In addition, arpilleras containing themes (torture, imprisonment, disappeared detainees, exile, poverty) were exhibited as a powerful and living testimony of what the Chilean people were suffering under the military dictatorship. When these burlap pieces became more widely known in Germany, not only were they sold in solidarity events, but the group received special requests for exhibits and sale from schools, churches and even banks. They also developed other initiatives, such as printed cards with pictures of arpilleras, which were sold as well. A special initiative was developed in the city of Sankt Augustin, near Bonn. During the celebration of Women’s Culture Week the group held a breakfast event for German and foreign women in which they worked together to make a giant burlap craft piece. Many foreign women were invited, specially from Arab countries, so that they could become integrated into a fairly large group of German women in the area. They were explained what an arpillera was and how Chilean women expressed their joys, and particularly their anguish and fears through them. Then, they worked
As a whole, the group did not suffer restrictions when receiving burlap crafts, but once, towards the end of 1980 or early 1981, before Cora and Ruth’s first trip to Chile, a delivery was intercepted and the group was told that the package had been confiscated because it contained “subversive material”. Many arpilleras included a small pocket in the back with a message inside from the author. Finding these messages was very exciting for the women of the Kinderhilfe Chile Bonn group and on occasion they would decide not to sell a burlap craft piece that had especially caught their attention: “We were always fascinated by them and selling them seemed to us like selling our own child”. Description of the collection: This collection was donated to the Museum by Beatriz Brinkmann, who received it from Ruth Schlette in the nineties, when the Kinderhilfe Chile Bonn group had already ceased operating and a few German women who had been members thought this material should return to Chile because of its significance as an historic document. The collection is comprised by 31 burlap craft pieces depicting themes mainly centered on the search for disappeared detainees, detention and torture centers, and a few themes regarding economic problems at that time: unemployment, Caja de Crédito Popular (Popular Credit Fund), mendicancy and undernourishment. The collection includes seven burlap craft pieces that exclusively address religious themes, such as the Stations of the Cross. This collection is unique because many of the pieces have written signatures on the back, with which their origins could be further investigated. Some of the names signed are: Felicia, Emilia, Victoria Díaz, Elsa Esquivel and Ana María. Only two contain messages in the pockets in back, briefly explaining the content of the images shown. * The collection is comprised by 31 burlap pieces. This catalogue contains 14 of them.
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Liisa Voionmaa Collection
Canadian regions during the eighties and nineties, with women’s associations and universities.
History of the Liisa Voionmaa arpillera collection
Once the Memory and Human Rights Museum was inaugurated, she decided to donate the collection so that the pieces would return to their country of origin.
Finnish historian Liisa Flora Voionmaa Tanner, who came to Chile in the early seventies, began working with a burlap craft workshop in the eighties moved by her interest in crafts and the desire to get to know the life and situation of Chilean people. For three years she visited the Recoleta workshop, in Conchalí, in the northern area of Santiago. This was one of the oldest workshops, supported by the Solidarity Vicarage and later by the Missio Foundation, which organized courses so that crafters could learn better technique that would enhance the sale of their work. Shape, scenery, perspective and finishes were among the issues covered in the workshop. According to what was observed in the workshop, the burlap crafters of this period no longer had denunciation and emotional expression as their main purpose; it had now become an economic function. Thus, the market influenced the content of burlap crafts and certain aspects of the technique that was used. Towards the end of the eighties, Liisa Flora Voionmaa collected this group of arpilleras to be exhibited at the Jygväskylä Craft Museum in Finland. She did it because she saw the need for people to become aware of what the situation was like in Chile. Description of the collection: Of the 29 burlap pieces in this collection, 25 were sewn together to form a large wall hanging. These pieces show scenes from daily life during the dictatorship, addressing themes such as nourishment, health services, dumping grounds and the demand for an egalitarian education system. * The collection is comprised by 34 burlap pieces. This catalogue contains 21 of them.
Marijke Oudegeest Collection History of the Marijke Oudegeest arpillera collection In 1981, Dutch-Canadian citizen Marijke Oudegeest visited Chile with her husband, who was traveling on business. She decided to travel with him to offer her support to the Solidarity Vicarage after attending a theatre performance of the play Tres Marías y una Rosa (Three Mary’s and a Rose), in which David Benavente recreates the lives of a group of women who make arpilleras to earn a living in a shantytown in Santiago. Marijke was interested in supporting this craft and its sale, which is why she began to send burlap craft pieces abroad and other artisan crafts made in the Vicarage workshops, establishing an import business that was called The Three Mary’s. When she returned to Canada she organized exhibitions to spread the stories of the burlap craft pieces and the experiences of the women embroiderers. These exhibitions were held in a number of 122
Description of the collection: The Marijke Oudegeest collection is comprised of twenty burlap craft pieces that cover the executions and bodies found in Pisagua, the detention and torture in Villa Grimaldi, the denunciation of political imprisonment, the search for disappeared detainees and demonstrations for liberty, justice and democracy, the exiles, the 1988 referendum and the election in 1990, and the transition to democracy. Many of the classic features of burlap craft pieces can be appreciated, such as the use of color, the variety of fabric and their different textures. * The collection is comprised by 20 burlap pieces. This catalogue contains 13 of them.
María Paz Santibáñez Collection History of the María Paz Santibáñez arpillera collection On September 24, 1987 a student protest was being held, called on to celebrate the “Defense of Higher Education Day” and to protest against the designation of Mr. José Luis Federici as head of Universidad de Chile (University of Chile). When the students were protesting in front of the Santiago Municipal Theatre, a traffic policeman shot music student María Paz Santibáñez Viani in the head. The student was severely injured. Her family remembers that some time after the event, when María Paz was recovering at home, two women artisans, from Macul it seems, visited her and gave her three burlap craft pieces that represented the protest and the shooting. It was their way of expressing their support and the impact this event had on them. This gesture impressed María Paz, who treasured the crafts and kept them in the same bag the women brought with them. Years later she settled outside Chile and once the Memory and Human Rights Museum was inaugurated she asked her sister, Eliana Santibáñez, to donate them so that they would be made public and remain as a testimony of how Chilean women represented life situations affecting Chilean people, through this cultural expression. Description of the collection: This collection is comprised by the three arpilleras that represent a sequence of events of the shooting. The first one shows a group of people protesting. The second one shows María Paz laying on the ground and the policeman shooting her; there is writing on the wall of the Municipal Theatre that reads “Strike October 7”, which refers to the call-out made at the time by the Workers National Command which resulted in the regime making requests against the organization and submitting union leaders Manuel Bustos, Arturo
Martínez and Moisés Labrana to trial. The third burlap piece shows María Paz Santibáñez, severely injured, arriving at the hospital. * The collection is comprised by 3 burlap pieces. All are included in this catalogue.
Helias Foundation and Carmen Alegría “Arpilleras of chile” Collection History of the Helias Foundation and Carmen Alegría arpillera collection This collection was donated to the Museum by Silvia Hernández, but it travelled a long way to get here. The “Arpilleras of Chile” collection was collected by artist, educator and human rights activist Eve De Bona, who lived in San Francisco, California. Eve says that, by her request, many women who traveled to Chile during the years after the coup would come back with these burlap craft pieces. This is how the collection was formed, and its first objective was to denounce human rights violations. Many years went by before the collection was purchased by Carmen Alegría, daughter of writer Fernando Alegría (Caballo de copas). In the nineties, Mrs. De Bona and her husband entrusted Carmen Alegría with the collection, who promised she would send it to Chile for its permanent exhibition. This collection was part of many exhibits in the San Francisco bay area and Berkeley, in events that were organized to support Chile. During that time “Peña Berkeley” became very well known for conducting solidarity activities in benefit of the Chilean people and for its exhibitions of burlap craft pieces. A few years later, Chilean photographer and singer-songwriter Alejandro Stuart established “Peña Sur”, located in chicano neighborhood La Misión, in San Francisco. The burlap pieces were also displayed there for a long period of time. Eve De Bona then founded the Helias Foundation, which conducted solidarity work through popular art. With the foundation she traveled throughout the United States exhibiting the burlap craft pieces and telling their story. When Alejandro Stuart left the United States, Carmen Alegría gave him the collection. She wanted the pieces to remain in Chile, in one of the museums dedicated to the dictatorship years and the popular resistance. But Alejandro Stuart stayed in Mexico for some time, where he wrote and sang, all the while carrying the arpillera collection along, taking good care of it though. Once he’s settled in Chile, he gives the burlap pieces to Silvia Hernández, who finally donates them to the Memory and Human Rights Museum, to be part of its collection. Description of the collection: The collection is comprised by 27 burlap craft pieces, all of which come with a printed note explaining the content of each one. The collection was numbered; each arpillera had a piece of ribbon attached to it with a number written on it using a marker.
These burlap crafts cover different aspects of daily life during the dictatorship: unemployment, life in shantytowns, soup kitchens, protests, persecution, demand for justice, imprisonment and solidarity, exile, detention centers. Only one is dated and another one has a pocket in back with a message stating the name of the authors and the workshop where it was made. Most of them have pockets, but no messages inside. Of the original pieces, one is missing, which represented a maternity ward with women giving birth. This one seems to have been made by another group of women crafters, maybe at the same time, but expressing different concerns. It is possible that two or three arpilleras may have disappeared during all the traveling, since a few pieces are mentioned in the original list, yet they have not been found. * The collection is comprised by 27 burlap pieces. This catalogue contains 18 of them.
Dieter Maier Collection History of the Dieter Maier collection of arpilleras The burlap craft pieces donated by Dieter Maier have different origins. Some, most of them, were given to the Amnesty International headquarters in Frankfurt by the Comité para la Paz en Chile (Committee for Peace in Chile). Others came from the Solidarity Vicarage, from the workshops for the unemployed and relatives of the disappeared detainees. A third part came from therapy workshops conducted by Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC (Christian Churches Foundation for Social Relief). The burlap pieces, together with crafts made in prison, were sent to Germany through supportive friends who worked at Lufthansa airlines, providing a safe means of transport so the burlap crafts were not damaged or confiscated. These pieces were displayed in multiple activities supporting Chile; they were also sold to support the development of workshops in the country. At some point a joint exhibition was organized with Kinderhilfe, the children’s relief organization. Description of the collection: Four of these arpillera craft pieces were kept by Dieter Maier, who donated them to the Museum. One shows a demonstration outside a church and the other three refer to the social context of Chile in the country’s underprivileged areas: a laundry workshop, a black out in a shantytown and Christmas Day. One of the burlap crafts has a piece of paper attached explaining the theme: a blackout for not paying the electric bill, due to unemployment. This burlap piece is the only one that identifies its origin through embroidery and mentions the FASIC Workshops. * The collection is comprised by 4 burlap pieces. This catalogue contains 3 of them.
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Colofón Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Salesianos S.A., en octubre de 2012. Para los textos se utilizó las tipografía; Ghandy, en sus versiones regular, italic, bold, bold italic; para los títulos y capitulares del libro la fuente Chucaratext en sus versiones regular e italic. Para su interior se utilizó papel couche opaco de 170 grs
La arpillera es una técnica de expresión sobre tela de saco o yute que hunde sus raíces en una antigua tradición popular chilena. Practicada fundamentalmente por mujeres, tuvo en Violeta Parra una gran divulgadora. Bajo la dictadura de Pinochet, las mujeres familiares de detenidos desaparecidos, ejecutados y presos políticos, al amparo del Comité Pro Paz y de la Vicaría de la Solidaridad, cual Penélopes contemporáneas, llenaron las horas de eterna espera bordando y cosiendo sus desventuras y esperanzas. La colección de arpilleras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos es probablemente una de las más importantes del mundo en su género. El interés por esta forma de expresión de las mujeres chilenas víctimas de la dictadura ha trascendido las fronteras del país, convirtiéndose en uno de los más impactantes testimonios de solidaridad y fortaleza del mundo femenino en Chile. La colección que se muestra en el catálogo está formada por donaciones institucionales, como las de la Fundación Solidaridad, del PIDEE, de Kinderhilfe Chile Bonn y por donaciones personales de Isabel Margarita Morel, de Genevieve Jacques, de Carmen Waugh, de Paulina Waugh, de Liisa Flora Voionmaa Tanner, de Marijke Oudgeest, de María Paz Santibáñez, de Carmen Alegría y de Dieter Maier. Comprender la arpillera como fenómeno artístico del mundo popular femenino es aún un desafío pendiente, al cual este catálogo aporta una nueva mirada que habla de la notable variedad de contenidos, formatos, materiales y colores que exhiben estas obras.
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as arpilleras poseen una capacidad especial para confrontar símbolos opuestos. Vemos palomas, niños recién nacidos y naturaleza, pero también vemos cementerios, sangre y agentes represivos. Así, esta expresión que nació como una forma de unión entre las víctimas de la dictadura de Pinochet ha trascendido la coyuntura para convertirse en uno de los ejemplos más conmovedores de sensibilidad artística, coraje y solidaridad. Este catálogo de la colección de arpilleras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos invita a comprender y valorar un trabajo realizado por mujeres de todo Chile que, sobreponiéndose a todas las dificultades, logró traspasar las fronteras y hoy representa un testimonio insoslayable de una época en que la vida fue más fuerte que la muerte.