Amistades imperfectas: Del Humanismo a la Ilustración con Cervantes 9783954870875

Trata de la relación entre los discursos de la amistad masculina entre los siglos XV y XVIII en conexión con las represe

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Spanish; Castilian Pages 196 [194] Year 2013

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TABLA DE CONTENIDOS
LISTA DE CUADROS
LISTA DE IMÁGENES
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1: El capital simbólico de las colecciones de amigos e intelectuales
Capítulo 2: Marandro y Leoncio, los guerreros no-virgilianos
Capítulo 3: «Mi amigo usque ad portam»: espejismos de amistad perfecta
Capítulo 4: La música de los números primos
Capítulo 5: El tercer amigo: dobles nociones de amistad
Conclusión
Bibliografía
Índice
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Amistades imperfectas: Del Humanismo a la Ilustración con Cervantes
 9783954870875

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Dirección de Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) con la colaboración de Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster) y Marc Vitse (Université de Toulouse Le Mirail/Toulouse II) Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma José María Díez Borque Universidad Complutense, Madrid Ruth Fine The Hebrew University of Jerusalem Edward Friedmann Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio de México Joan Oleza Universidad de Valencia Felipe Pedraza Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez The University of Western Ontario, London (Canada) Edwin Williamson University of Oxford

Biblioteca Áurea Hispánica, 83

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AMISTADES IMPERFECTAS: Del Humanismo a la Ilustración con Cervantes

JUAN PABLO GIL-OSLE

Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert • 2013

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Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2013 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2013 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 978-84-8489-640-1 (Iberoamericana) ISBN 978-3-86527-695-7 (Vervuert) Depósito Legal: Cubierta: Carlos Zamora Impreso en España

Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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(Figura 1) «Hombre astral». Pérez de Vargas, Bernardo. Aqui comienza la segunda parte de la Fabrica del vniuerso, llamada Reportorio perpetuo en que se tratan... materias de astrologia... Toledo, Juan de Ayala 1563.

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TABLA DE CONTENIDOS

Lista de cuadros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Lista de imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 1: El capital simbólico de las colecciones de amigos e intelectuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 2: Marandro y Leoncio, los guerreros no-virgilianos . . . . .

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Capítulo 3: «Mi amigo usque ad portam»: espejismos de amistad perfecta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 4: La música de los números primos . . . . . . . . . . . . . . . . .

119

Capítulo 5: El tercer amigo: dobles nociones de amistad . . . . . . . . .

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Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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LISTA DE CUADROS

Cuadro 1. Tipos de philia I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 2. Tipos de philia II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuadro 3. Géneros cultivados en los elencos de Cervantes y Costar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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LISTA DE IMÁGENES

Figura 1. «Hombre astral». Pérez de Vargas, Bernardo. Aqui comienza la segunda parte de la Fabrica del vniuerso, llamada Reportorio perpetuo en que se tratan... materias de astrologia... Toledo, Juan de Ayala 1563. (1560, 22 de noviembre). fo 88 vo. La imagen procede del ejemplar de la Biblioteca Complutense Madrid . . . . . . . . . . . . 5 Figura 2. «Amistad» (Detalle). Pérez de Vargas, Bernardo. Aqui comienza la segunda parte de la Fabrica del vniuerso, llamada Reportorio perpetuo en que se tratan... materias de astrologia... Toledo, Juan de Ayala 1563. (1560, 22 de noviembre). fo 88 vo. Biblioteca Complutense Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Figura 3. Amicitia Vera. Escalera de la Universidad de Salamanca, h. 1512. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

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PREFACIO

Este libro no habría sido posible sin la ayuda del Institute for Humanities Research de Arizona State University, de la Decana O’Connor en Arkansas State University, y sin el incondicional apoyo de Kimberly C. Borchard, Frederick de Armas y Mario Santana en la Universidad de Chicago y de los detallados comentarios de Ana Laguna. Así mismo quiero agradecer el diálogo enriquecedor e iluminador que han mantenido conmigo los colegas Frédéric Conrod, Joseph Snow, George Hoffmann, Françoise Meltzer, Arnold Davidson, Elissa Weaver, Armando Maggi, Justin Steinberg, Francesco Bruni, Elizabeth R. Wright, Álvaro Santana Acuña y Christopher Weimer. Mis queridos amigos Antonia de Oñate, Mikel Aramburu Zudaire, Nadia Hilliard y Noelia Sol Cimigliaro me han ayudado en diferentes momentos de la confección de este libro con sus ideas, sugerencias y correcciones. El intercambio de opiniones con los colegas y amigos me ha ayudado a formular por escrito aspectos de la representación de la amistad y del mecenazgo que, de otra forma, habrían quedado en la oscuridad de la ignorancia y en la ineficacia de la confusión. En relación con las imágenes de la amicitia vera, he de agradecer a Alice Schreyer, Special Collections en The University of Chicago, la adquisición de Aqui comienza la segunda parte de la Fabrica del vniuerso de Bernardo Pérez de Vargas. Asimismo, agradezco a Felipe Pereda toda la información de la que me hizo partícipe en la correspondencia que mantuvimos sobre las alegorías de la vera amicitia en la Universidad de Salamanca y en Bernardo Pérez de Vargas. La noción de la amistad en la temprana modernidad es multifacética; aquí se van a tratar las relaciones de la amistad con el humor, el mecenazgo, las academias, la religión y los mercados. Las obras de

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Cervantes que se usan como base para el análisis son La Galatea, La Numancia, «El curioso impertinente» de Don Quijote, Las novelas ejemplares y Los trabajos de Persiles y Segismunda. Tanto la amistad femenina, como la amistad en la literatura colonial, merecerían tener un capítulo propio; sin embargo, han sufrido las consecuencias de mi propia selección editorial porque pienso que es en otros autores, o acaso en otras obras de Cervantes, donde estos temas se encontrarían mejor representados. Sin embargo, hay varias menciones a la amistad en la literatura colonial en este libro. Además, soy consciente de la importancia de la amistad femenina en la temprana modernidad; en varias conferencias he hablado de ello y lo trataré en futuras publicaciones1. Por otro lado, este libro, al estudiar la teoría de la amistad masculina, entra de lleno en la cuestión de la construcción de la masculinidad y de las relaciones entre géneros. En estas páginas se utiliza el concepto «temprana modernidad» con la conciencia de que existe un debate sobre cómo debería de llamarse el período de la literatura castellana que comprende la última década del siglo XV más los siglos XVI y XVII. Por otro lado, el uso de la terminología «temprana modernidad» tiene varias ventajas en un estudio diacrónico de la noción de la amistad como el que se hace en la presente publicación. La ‘modernidad’ es un concepto fluctuante según la lengua que se use. En castellano, la modernidad empieza en 1492, con el comienzo de la expansión global de la corona castellana. En francés, la modernidad se inicia a finales de la década de 1640, coincidiendo con el auge militar y económico del país, además de con la derrota de España en los campos de batalla. En inglés, la modernidad se refiere específicamente a la creación de la sociedad ilustrada y liberal del siglo XVIII, en conjunción con la subida de Inglaterra tras la derrota de Francia en varios terrenos de sus enfrentamientos globales. A resultas de esta arbitrariedad, la «temprana modernidad» es un sintagma pertinente porque permite incluir en el paradigma de lo mo1

Ver las ponencias del autor: «A Gender Theory on the History of Friendship Images», Renaissance Society of America,Toronto, marzo de 2011; «In the Margins of Friendship: Women’s Virtue versus Male amicitia perfecta in Early Modern Women’s Theater», University of Chicago, octubre de 2009; «Cannot Women Be Friends?: Women’s Virtue versus Male amicitia perfecta in Early Modern Women’s Theater», Modern Languages Association Annual Convention, San Francisco, diciembre de 2008.

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PREFACIO

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derno otros procesos de formación nacional. En cierta forma también es útil en este libro usar el sintagma «temprana modernidad» —y no solo el de Siglo de Oro— ya que ayuda a discernir claramente hacia dónde se dirige la evolución de la noción de la amistad en un momento en que todo parece estar cambiando en Europa como es la época de Cervantes. Al mismo tiempo ayuda a proyectar una imagen de la noción de la amistad en los siglos XV, XVI y XVII que no está completamente separada de los discursos del XVIII, sino que es el precedente necesario y complementario de las evoluciones del concepto que cristalizan durante la Ilustración pero que ya estaban germinando durante la temprana modernidad. Versiones anteriores y parciales de estos capítulos han ido apareciendo desde el año 2004 en diversas publicaciones académicas y en una serie de ponencias. Concernientes a la amistad en La Galatea, he publicado «El poema de Calíope de La Galatea y les bons auteurs de la lengua francesa»2. He trabajado sobre la amistad en La Celestina en «La amistad, el remedio de la Fortuna en La Celestina» y el caso de «El curioso impertinente» en el artículo «Early Modern Illusions of Perfect Male Fiendship».3 Todas las citas de las obras de Cervantes, salvo que se indique lo contrario, provienen de La Galatea y La Numancia publicadas en la colección Letras Hispánicas de Cátedra. Las citas de Don Quijote de la Mancha provienen de la edición publicada por Crítica, las de las Novelas ejemplares vienen de la edición de Jorge García López, en editorial Crítica y las de Los trabajos de Persiles y Segismunda de la edición publicada en Clásicos Castalia. Las traducciones al castellano, si las hubiere, son mías, salvo indicación en contra.

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Gil-Osle, 2009. Gil-Osle, 2005 y 2009.

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INTRODUCCIÓN

La amistad verdadera no es más que poner juntos todas nuestras preocupaciones humanas y divinas, llegar a un acuerdo y amarse uno a otro con total buen deseo y perfecta caridad. Leon Battista Alberti, I libri della famiglia

En la temprana modernidad, la amicitia perfecta es una unión altruista entre hombres que están dispuestos a una entrega mutua total en aras de la fidelidad, tanto en la vida como en la muerte, como en la proximidad y en la lejanía, al igual que en los cambios de fortuna. En el discurso europeo de la amistad, que bebía de la Ética Nicomáquea de Aristóteles y de De amicitia de Cicerón, la intensidad de esta unión entre los amigos ideales es tal que alcanza el estatuto de sagrada ley. En su calidad de sagrada unión, el compromiso en la amistad se caracterizaba por su carencia de límites, por encima de los deberes familiares y conyugales, y más allá de las responsabilidades económicas, e incluso del instinto de autopreservación. Esta noción de la amistad se representó de forma condensada en alegorías como la que figura entre las piernas del hombre astral publicado por Bernardo Pérez de Vargas en 1560 (figura 1). La alegoría de la amicitia es el producto de la necesidad de articular un discurso sintético sobre una noción de una complejidad y vastedad enciclopédicas. Laelius al final de De amicitia resume su amistad con Escipión el Africano —un modelo de amicitia tanto entre los romanos, como en la Edad Media y en el Renacimiento— en términos de la concordia que reinaba en su cotidiana convivencia, en el disfrute de la vida, en la participación en política, en la gestión de sus negocios privados, en los estudios y la guerra, así como en sus viajes y vacaciones1. Fulgencius, en 1

«Por mi parte, de todas las bendiciones que la fortuna o la naturaleza me han otorgado, ninguna es comparable a la amistad con Escipión. En ella encon-

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el siglo V, vuelve a resumir los contenidos de la amistad entre estos dos romanos insignes, en su reinterpretación el texto de Cicerón por medio de una elocuente síntesis iconográfica que pasó a conocerse como la alegoría de la vera amicitia. La interpretación del discurso de la vera amicitia ciceroniana absorbida por Fulgencius resurgió en docenas de imágenes desde el Renacimiento hasta la Ilustración2. Esta elocuente síntesis iconográfica de la amicitia, incluida en el libro de medicina astrológica de Pérez de Vargas, se encarna en un cuerpo joven con el corazón expuesto a la vista del observador, como si de una ventana en el pecho se tratara, simbolizando su transparencia y fidelidad3. Al cuerpo del joven lo acompañan tres letreros a la altura de su frente, de su corazón y de los bajos de sus ropas. Estos tituli aludían a la inquebrantable fe en la fidelidad del amigo, y creaban así un expresivo resumen de una bien conocida noción de la amicitia en la temprana modernidad. El primero, a la altura de la cabeza del joven, contiene un oxímoron que simboliza la permanencia de la amistad en los reveses de fortuna. Según reza el binomio «Invierno-Verano», los verdaderos amigos no cambian ni en invierno ni en verano. Continúan las alusiones de los títulos con el par de opuestos «lexos-cerca», en el que se inscribe el precepto de que ni la ausencia ni la distancia merman la fidelidad del amigo leal. Finalmente, bajo el título «Muerte y vida» se indica que no traba acuerdo en los asuntos de la república, consejo en los negocios privados y, también, placer sin reservas en el ocio. Y, hasta donde llegaba mi conocimiento, nunca le ofendí ni en lo más trivial; ni tampoco oí, por mi parte, una sola palabra que hubiera deseado que no dijese; había una sola casa para los dos, nos gustaba la misma comida y la compartíamos, no solo estábamos juntos en nuestras campañas militares, sino que también en nuestros viajes y vacaciones en el campo. ¿Qué podría decir de nuestra afición a saber y aprender nuevas cosas, en lo que alejados de la mirada del pueblo, pasábamos todo nuestro ocio? Si mis recuerdos de estas cosas hubieran muerto con él, no podría soportar de ninguna manera la pérdida de tan entrañable amigo. Pero estas experiencias con Escipión no han muerto; sino que aumentan y se hacen más vívidas por medio de mi reflexión y memoria» (Cicero, De senectute, pp. 103-104). 2 Ver algunas de ellas en Saxl, 1942, p. 101; Lohuizen-Mulder, 1952, pp. 88, 92, 94 y 95; Flor, 2005, p. 24; Gordon, 1968, pp. 249-262; Pereda, 2000, p. 118; Leturcq, Notice sur Jacques Guay, p. 250; Mandowsky, 1939, pp. 29-34. 3 La presencia de la noción de la amistad en la astrología y la medicina se justifica con la analogía entre la armonía del macrocosmos de las esferas celestiales y del microcosmos del ser humano como expresión de la amistad entre los astros, los elementos y los órganos.

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INTRODUCCIÓN

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solo ante el peligro de muerte se verifican las amistades, sino que incluso más allá de este mundo terrenal se ha de prolongar el amor al amigo, todo ello para gloria de los antiguos pares de amigos y ejemplificación de los venideros (figura 2). La alegoría de la amistad opera como un compendio de las virtudes de la vera amicitia que implican fe, fidelidad y firmeza en el infortunio, en la distancia y en la muerte. En esta figura alegórica y sus textos interpretativos se sintetizan los aspectos más importantes que se debían de aprender en la Edad Media y la temprana modernidad sobre qué significaba ser un amigo: fidelidad en el tiempo y el espacio de este mundo, e incluso en la infinitud del más allá de la vida. Sin duda, el hecho de que la prosa ciceroniana fuera fundamental en el currículo humanista explica que la amicitia, en los términos de un ciudadano romano como Laelius hablando de su imperecedera amistad con Escipión el Africano, sea el eje conector entre un número de textos, como el De amicitia de Cicerón, el Metaforalis de Fulgencius, La amistad espiritual de Rieval, entre otros, y las representaciones gráficas de esta alegoría a partir del siglo XV. La resonancia de este conjunto de ideas que simplificaban y condensaban la teoría de la amistad en Cicerón engendró descripciones y composiciones en España, al igual que en varias partes de Europa. En la península ibérica se crearon algunas imitaciones completas como la del hombre astral de Bernardo Pérez de Vargas (figuras 1 y 2) o como la que, hacia 1512, se esculpió en las escaleras de la Universidad de Salamanca (figura 3). Todas estas alegorías conciernen a la iconografía de la vera amicitia en España. Sin embargo, la síntesis iconográfica de la noción de la amistad no es usual ni en la literatura ni en la emblemática de la amistad en la península ibérica, donde se encuentran pocas reproducciones locales de la vera amicitia y son anteriores a 1560. A partir de entonces, el valor de la alegoría de la amistad parece entrar en franco retroceso. No obstante, no significa que no se trate el tema, sino que dejará de representarse como una unidad axiomática. La unidad en la representación dará paso a las fragmentaciones iconográfica y literaria que serán una característica de la producción española sobre la amicitia premoderna, pese a que las representaciones de la amistad perfecta reaparezcan ocasionalmente. En 1560, cuando se publicó La fábrica del universo de Pérez de Vargas, las alegorías de la vera amicitia, como la de Fulgencius, resultaban un producto cultural anticuado. Aunque esta alegoría fue exitosamente

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(Figura 2. Detalle) «Amistad». Pérez de Vargas, Bernardo. Aqui comienza la segunda parte de la Fabrica del vniuerso, llamada Reportorio perpetuo en que se tratan... materias de astrologia... Toledo, Juan de Ayala 1563. (1560, 22 de noviembre). fo 88 vo. Biblioteca Complutense Madrid.

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sistematizada por Ripa en 1593 en su Iconologia, la discusión sobre la fiel amistad masculina había cedido ante una visión de la amistad más parcial y menos heroica, al igual que la cuestión sobre la dignidad humana renacentista, se había transformado en las luces y sombras del desencanto y el disimulo social4. De hecho, en España nunca se publicó una traducción de la Iconologia de Ripa con sus múltiples versiones del grabado de la amicitia. Aunque se recomendase su lectura y conocimiento como fuente importante para los artistas, también se desaconsejaba leer la Iconologia como un texto preceptivo, ya que su imitación detallada podía ir en detrimento de la belleza artística. Por ejemplo, Pacheco favoreció la imitación libre e imaginativa de las pesadas descripciones de Ripa, para evitar la fealdad de tales figuras. Se ha dicho que no fue sino un siglo después de la publicación de la Iconologia, durante la crisis del final del reinado de Carlos II, cuando la iconografía en España recurrió a las descripciones de Ripa5. Pero esta vena creativa española no fue apreciada por Louis Sorieri que, en 1937, apuntó negativamente que el realismo de las letras hispánicas influyó en la escasez de representaciones del idealismo de la amicitia en la temprana modernidad de la península ibérica6. Sorieri llegó a decir que es notable la ausencia de imitaciones completas del tópico literario en España. Para este crítico, durante los siglos dieciséis y diecisiete, se escribieron en castellano algunas imitaciones solo parciales del tópico de los dos amigos. Respecto a Cervantes, afirmó que únicamente una novela insertada en La Galatea era digna de figurar como un auténtico cuento de los dos amigos, y que aún esta le merecía la opinión de estar truncada. Su explicación de esta escasez pasaría por la vena realista de la literatura española, pero en realidad sus juicios sesgados sobre la producción ibérica provienen de la forma en que define el objeto de su estudio, el llamado cuento de los dos amigos.

4

Flor, 2005, pp. 24-25. «Podemos concluir que, en el arte español del siglo XVII, no vamos a encontrar un influjo directo de la Iconologia de Ripa, salvo en casos muy esporádicos y particulares (...). El mismo Pacheco instiga a añadir, quitar y modificar las alegorías de Ripa, de modo que el arte sigue viviendo de la tradición anterior, y las innovaciones de la Iconologia no surten efecto por el momento. Cuestión esta que contrasta con el temprano efecto que hicieron las alegorías en Italia» (Allo, 2007, p. 23). 6 Sorieri, 1937, p. 237. 5

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La determinación de qué es un cuento de los dos amigos en el libro de Sorieri se apoya en una modelización formalista de las unidades narrativas de la historia de los dos amigos de Boccaccio. Según él, la morfología del cuento de los dos amigos en Europa, y por tanto su tema de estudio, se conforma con la secuencia de funciones presentada a continuación: 1.- Los amigos A y B están unidos por el fuerte nexo de la amicitia. 2.- A está enamorado de una señorita y se sincera con B. 3.- A los presenta. B también se enamora de ella inmediatamente. 4.- B se debate entre el amor y la lealtad al amigo. 5.- B se enferma y se aleja tratando de esconder la causa de su enfermedad. 6.- A descubre la causa de la indisposición y de la lejanía de B. 7.- Para ayudar a su amigo, A renuncia al matrimonio con la señorita. B se recupera y se casa con la señorita. La renuncia de A significa su caída en desgracia dentro de su clan familiar y del de la ex prometida. 8.- Al tiempo, las negativas circunstancias, causadas por su caída en desgracia, fuerzan a A a pedir ayuda a B. 9.- A está tan cambiado por su desgraciada vida que no es reconocido por B. A desea la muerte. 10.- Un crimen ocurre. A es acusado y en su desesperación no se defiende. 11.- En el juicio, B por fin reconoce a A y trata de salvarlo acusándose a sí mismo de haber perpetrado el crimen 12.- Se descubre la inocencia de ambos. A ayuda a B a recuperar su estatus social.

Para Sorieri, basándose en estos doce puntos, los cuentos de los dos amigos que se distancian de estas unidades narrativas o son imitaciones parciales del tópico, o bien no califican como tal, pese a que representen una relación entre dos amigos. Si este análisis morfológico es pertinente, por ejemplo, para el análisis de La boda entre dos maridos de Lope de Vega, lo es solo hasta cierto punto para el análisis de la historia de Timbrio y Silerio en La Galatea o de «El curioso impertinente» en Don Quijote, pero tiene la virtud de establecer un marco fundamental y sólido de lo que es un cuento de los dos amigos por toda Europa, y de cuáles y cuán numerosas son las desviaciones respecto a la norma en los cuentos de los dos amigos escritos por Cervantes. La única excepción es la historia de Nísida, Timbrio y

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Silerio en La Galatea, la cual calificó de ‘adaptación’ incompleta7. Sorieri consideraba que las representaciones de la amistad en Cervantes se alejaban demasiado de la norma de los dos amigos de Boccaccio. Este alejamiento de las normas de representación de la amicitia es lo que interesa en este libro para analizar la amistad en Cervantes, ya que las amistades parciales en Cervantes son un referente fundamental para el estudio de la noción de la amistad entre el Humanismo y la Ilustración. Juan Bautista Avalle-Arce interpretó, en cambio, que la tradición sobre la amistad en las letras ibéricas es rica y dinámica. Refutó el trabajo de Sorieri completándolo en un artículo memorable sobre la cuestión de la amistad en Iberia. Para este crítico, esta otra excepcionalidad de las letras españolas era solo un producto de la ignorancia de Sorieri, y no provenía de que la literatura española fuera atrasada respecto al resto de Europa8. Avalle-Arce ve una evolución positiva en las representaciones literarias de los dos amigos desde la repetición sistemática del contenido moralizante en la Edad Media hasta la reelaboración creativa y estética en el Renacimiento. En las imitaciones medievales del cuento de los dos amigos: La validez de la moral es lo esencial, las filigranas artísticas lo de menos; de aquí la repetición de la materia sin variar casi la forma (...). Las propias circunstancias de nuestro cuento lo convierten en instrumento ideal de las ejemplificaciones éticas (...) para sus autores el verdadero interés no está en el contenido narrativo, sino en el contenido simbólico [de la gran cadena del ser]9.

7 «En el segundo libro de la Galatea hay una adaptación del tema boccacciano en la triste historia de los dos amigos Silerio y Timbrio (...). Tras escapar de la cárcel de Cádiz, Silerio finalmente llega a Roma donde encuentra a Timbrio, quien se ha enamorado de la bella Nísida (...). ¡[Silerio] también cae presa de sus encantos! Por lealtad a su amigo, trata, pero en vano, de dominar sus emociones (...). El tema está incompleto, pero tenemos varios elementos específicos» (Sorieri, 1937, p. 249). 8 «Este último libro [el de Sorieri] está dedicado exclusivamente al tema de mi artículo, pero su crítica fácil y, sobre todo, su ignorancia de lo español, mal de tantos “comparatistas”, le quita casi toda autoridad. Sin embargo, me tendré que referir a él a menudo» (Avalle-Arce, 1957, p. 1). 9 Avalle-Arce, 1957, p. 33.

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El poder del cuento de los dos amigos como significante ético durante la Edad Media se incardinaba en una epistemología teleológica y trascendente, que durante el Renacimiento «recibe un duro golpe y varios de sus eslabones saltan para no ser reemplazados más»10. No obstante, la particularidad de la amicitia en España y en Cervantes, sin embargo, no es ni tan extrema como indicaba Sorieri, ni tan denigrante como la percibía Avalle-Arce, más bien los dos adolecen de un sesgo. Desde el punto de vista europeo, el caso de la literatura española es abrumadoramente distinto, como probó Sorieri; pero ello no quería decir que fuera una literatura atrasada como interpretó Avalle-Arce y procuró rebatir. La cuestión es que en la literatura española priman las representaciones de la amistad parcial, o las adaptaciones ‘incompletas’, como diría Sorieri, o las transformaciones del tópico, como preferiría conceptualizarlas Avalle-Arce. La amistad parcial masculina —ignorada por Sorieri, y embarazosa para Avalle-Arce— es una representación de la amicitia donde los amigos no pueden ser o no saben cómo ser fieles y dedicados el uno al otro hasta llegar a fundirse en la unidad hasta más allá de la muerte. En las teorías de la amistad de la temprana modernidad, la fidelidad y el altruismo son dos puntos recurrentes. Por tanto, la infidelidad y el interés personal son dos elementos de las representaciones de la amistad imperfecta; y estas amistades imperfectas son una de las grandes contribuciones de las letras hispánicas a la noción de la amistad en la temprana modernidad, que madurarían durante la Ilustración. Louis Sorieri achacó esta falta de idealismo y perfección en las representaciones de la amistad en Iberia al concepto del realismo en las literaturas de la Península. Si el supuesto realismo es importante en la literatura hispánica, también lo es su interés por la burguesía, como lo han mostrado varios recientes estudios sobre la literatura y el mundo material11. Las representaciones parciales de la amistad forman parte de los valores de una burguesía emergente que no necesariamente compartía los ideales de la nobleza, con su economía del mecenazgo,

10

Avalle-Arce, 1957, p. 34. Trabajos como Cruz y Johnson, 1998; García Santo-Tomás, 2008; Quint, 2003; Gilbert-Santamaría, 2005 y Sánchez, 2003, ilustran las fecundas conexiones entre la literatura, el mundo material y los mercados. 11

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ni con los simbolismos aristocráticos de la amicitia. Las representaciones literarias de la amistad en la península ibérica son un repositorio inestimable de información sobre los cambios, y agentes de estos cambios, en la noción de la amistad —y por tanto, del individuo y de sus redes sociales, artísticas y económicas— en la temprana modernidad. Pero la profundidad de la cuestión de la amistad en la temprana modernidad no se agota con las referencias a las escalas de valores de la burguesía y la aristocracia, o a las clasificaciones formalistas sobre lo que constituye o no un cuento de los dos amigos. La complejidad también proviene de la metodología usada para reconstruir la historia de la temprana modernidad. Alan Bray, en The Friend, hizo por lo menos dos grandes aportes a los estudios de la amistad. Uno consistió en desenmascarar la importancia política de la noción de la amistad tanto en el pasado como en el presente. En su opinión, el concepto de la amistad es una compleja categoría histórica utilizada en debates políticos sobre la sociedad del bienestar y el neoliberalismo capitalista en la Inglaterra de la Guerra Fría. Entre los historiadores británicos la discusión académica respecto a la noción histórica de la amistad se convirtió en una proxy-war entre el liberalismo económico y el modelo del estado del bienestar12. En cuanto a las agendas políticas en la historiografía inglesa Bray, explica que las tensiones ideológicas tras la Segunda Guerra Mundial radicalizaron los modelos de la historia de la familia en Inglaterra. Por un lado los defensores del estado del bienestar proponían una historia inglesa plagada de sistemas de solidaridad e interrelaciones sociales. Por otro, los defensores de una ética individualista y neoliberal acentuaban el papel de la unidad familiar en la historia del país13. El segundo aspecto del trabajo de Bray que ha dado forma a este libro es su agudo sentido de los problemas metodológicos en la historiografía de la amistad. Ya que la amistad no es una institución o un contrato documentado y regulado por las leyes, existe muy poca do12

Bray, 2003, pp. 309 y 323. En Francia, desde un punto de vista sociológico, se publicó un pensamiento similar. En el exordio titulado «Conclusiones morales», Marcel Mauss justifica la existencia de una sociedad con sistemas de protección social con el argumento de que es un fenómeno estructural, puesto que a través de la historia los seres humanos han desarrollado sus sociedades alrededor del intercambio de favores y servicios (Mauss, 1990, pp. 65-71). 13 Bray, 2003, pp. 112-114.

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cumentación de archivo. La escasez de documentos ha hecho que la amistad haya sido habitualmente una categoría inexistente o marginal entre los historiadores. Por tanto, el objetivo para el que se redactó la documentación de archivo causa problemas entre los historiadores a la hora de estudiar la amistad, mientras que favorece los estudios de la familia y su valoración excesiva en los estudios históricos14. Bray propone una metodología interdisciplinar, incluyendo entre otros aspectos el análisis ecfrástico y la crítica literaria, para superar los obstáculos inherentes a escuelas historiográficas más tradicionales que no reconocen la amistad como categoría histórica, ya que no existe suficiente documentación de archivo para considerar que fuera una institución importante15. El estudio de la parcialidad en las representaciones de la amistad en Cervantes también necesita una revisión del modelo de investigación que se le aplica, ya que son relaciones profundamente ambiguas. Por tanto, para analizar la parcialidad y ambigüedad de la amistad en los libros de Cervantes es necesario aplicar una perspectiva multidisplinar, donde la antropología, filosofía, historia del arte y teoría literaria tengan cabida. Para delimitar qué se entiende aquí por ambigüedad de la noción de la amistad y qué consecuencias tiene la polivalencia del signo amistad para el análisis de las obras de Cervantes, quisiera hacer referencia a varios estudios académicos y conceptos que van a reaparecer en los capítulos de este libro. La Ética Nicomáquea de Aristóteles es el texto clásico que más nos interesa a la hora de mostrar la inherente ambigüedad del discurso de la amistad desde la antigüedad16. La presencia de la Ética Nicomáquea en la vida intelectual renacentista queda ates14

Bray, 2003, pp. 313-314. Respecto a la proliferación de diferentes tipos de estudios en varios campos del saber, ver Rey, 1999. 16 No son muchos los textos clásicos que determinaron las visiones de la amistad en el Renacimiento. Uno es la Ética Nicomáquea, otro es De amicitia de Cicerón y, por último, el tema aparece en algunos tratados de Plutarco (Rey, 1999, p. 147). Asimismo, hay que tener en cuenta los vademécum y los compendios tan al uso en la época, como se ha mostrado en el uso —y abuso— de las teorías aristotélicas de la amistad al final del primer auto de La Celestina (Gil-Osle, 2005, pp. 172-178). De los tres títulos clásicos mencionados, creo que la obra de Aristóteles es elocuente a este respecto de la ambigüedad semántica. De amicitia de Cicerón contiene cantidad de ambigüedades que por cuestiones de espacio no se van a estudiar en esta introducción. 15

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tiguada por las al menos ciento veinticuatro ediciones que vieron la luz entre 1473 y 164417. En la esencia misma de esta Ética, la ambigüedad de la noción de la amistad es patente. Aunque para Aristóteles la amistad perfecta —la verdadera philia— solo puede existir entre iguales, diferentes tipos de asociaciones entre desiguales también entran dentro del concepto de philia y ocupan una gran porción de los capítulos dedicados a esta. En muchos intérpretes de Aristóteles la afirmación —parentética— de que «el amigo es otro yo» sería su definición de amistad. En la sección IX.4 de la Ética Nicomáquea que trata de las «Condiciones que se requieren para una disposición amistosa», se razona: Puesto que estos atributos pertenecen al hombre de bien respecto a sí mismo, y puesto que estar dispuesto para el amigo es como estarlo para uno mismo (ya que el amigo es otro yo), también la amistad parece consistir en algo de esto, y ser amigos aquellos en quienes se dan estas condiciones. (1166a 30-35, énfasis mío)

Pese al idealismo obvio de esta definición, Aristóteles expresa claras dificultades para dar una definición unívoca del término ‘amigo’, al igual que para definir la ‘amistad’. En general, su modus operandi empieza por mencionar ciertas definiciones de sus predecesores, y extrae de ellas lo que le es útil para acotar los conceptos y pasa a hacer clasificaciones, normalmente en tríadas, o definiciones por negativa entre dos opciones. El objetivo de Aristóteles va más allá de definir la amistad como una asociación altruista. Su propósito es crear un sistema general de relaciones de la philia en la polis, tanto de las altruistas como de las interesadas y de las placenteras. Aristóteles no niega la existencia de la amistad exaltada, pero este tipo de philia no es el único al que presta atención. Su concepto de philia es considerablemente más complejo y universalista, como se puede apreciar en el cuadro número uno. Este tipo de crudas conexiones entre política, mecenazgo, recaudaciones, ejército, etc. tal vez tenga su origen en que los libros sobre la amistad en la Ética Nicomáquea son esquemas para la enseñanza que Aristóteles utilizaba en sus clases, tal y como dicen algunos detractores de la im-

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Rey, 1999, p. 148.

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portancia de la discusión sobre la philia en esta ética18. No obstante, las conexiones también resaltan que la analogía es el principio que gobierna la lógica de estas tríadas. De hecho, las conversaciones de los amigos en el cuento de los dos amigos pueden ser altamente retóricas y contener numerosas analogías en su lógica. En tercera instancia, se observa que la noción de philia es tremendamente polifacética y que en ella se incluye la relación entre desiguales que más interesa aquí: las relaciones del mecenazgo. Además se contemplan las relaciones entre familiares como tipos de philia diferentes; al igual que las distintas formas de gobierno y sus equivalentes degenerados; y que los diferentes tipos de justicia se pueden asimilar a las tríadas de la philia (cuadro 2). Esta amplitud de concepto de la philia no sería casual. La conexión entre la ética —sus virtudes y su práctica— y la política radica en una noción de philia bifronte. La política y la ética son áreas que se intersectan en el concepto de philia. De esta forma, la philia se convierte en el gozne entre la felicidad del individuo ético y el compromiso del ser político19. Amistad, ética y política forman un conjunto indisoluble en Aristóteles, al igual que en los libros de Cervantes. La asociación creada por un mecenas y un artista también entra dentro de una categoría de la amistad útil. De hecho, la philia entre desiguales es el objeto de gran parte del tratado noveno de la Ética Nicomáquea. Incluso si no hay igualdad estamental entre un mecenas y un artista, Aristóteles enfatiza que existe igualdad, aunque propor-

18 En la edición de Oxford World’s Classics se continúa hoy día ofreciendo al público lo que escribiera David Ross, en su traducción y edición de la Ética Nicomáquea publicada por primera vez en 1925, sobre su sospecha de que los libros sobre la philia son una mera inserción de un tratado diferente dentro de la Ética Nicomáquea (XX-XXI). Esta visión mutiladora de la integridad del texto se ha ido superando, aunque todavía quedan restos de esta opinión que tiene su origen en la proyección de visiones modernas de la amistad y la ética sobre un texto clásico. 19 Este estado de la opinión académica se refleja en cómo T. Martínez Manzano describe la razón para la inserción de los libros de la amistad en la Ética Nicomáquea: “el concepto aristotélico de la amistad (philia) no se circunscribe a la amistad entre amigos sino que incluye la relación entre familiares y entre ciudadanos, con lo que ilustra la naturaleza esencialmente social del hombre.Y de ahí, finalmente, la transición que propugna en su sistema de la ética a la política (X 9), en la medida en que ambas ciencias se ocupan tanto del individuo como de la comunidad” (Martínez, 2007, p. 17).

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cional, en el flujo de beneficios y favores que circula entre ellos. Un estricto sentido de la equidad proporcional regula los intercambios entre superior e inferior en la philia. OBJETO DEL AMOR

TIPOS DE COMUNIDADES

AMISTAD PERFECTA

Lo bueno

Política

AMISTAD ÚTIL

Lo útil

De interés particular (marineros, soldados, mecenazgo)

AMISTAD DELEITABLE

El placer

Religiosas o recaudaciones

Cuadro 1. Tipos de philia I

LA PHILIA ENTRE

REGÍMENES

TIPOS DE

PARIENTES

POLÍTICOS

JUSTICIA

Entre padres e hijos

Monarquía / Tiranía

Justicia natural

AMISTAD ÚTIL

Entre los hermanos

Timocracia / Democracia

Justicia equitativa

AMISTAD

Entre los esposos

Aristocracia / Oligarquía

Justicia sobre la base de la virtud (el mejor es el que más obtiene)

AMISTAD PERFECTA

DELEITABLE

Cuadro 2. Tipos de philia II

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Pero este espíritu contractual de la philia entre disímiles no excluye los sentimientos. Al contrario, en la Ética Nicomáquea, no existe antinomia entre las dos vertientes de las estructuras de la philia20. El cumplimiento de la relación contractual deberes-beneficios revalida los sentimientos, y el reforzamiento de los sentimientos ratifica el contrato. En la Ética Nicomáquea, los flujos de sentimientos individuales y el intercambio de bienes económicos y simbólicos entretejen una comunidad paradójica, en la cual el binomio favores-servicios, unido tanto al código de honor, como al sentimiento de amor, refleja la ambigüedad de la noción amistad-mecenazgo. Esta interrelación entre sentimiento e interés se puede aplicar, por ejemplo, a la relación entre Sancho y don Quijote, para explicar las paradójicas conversaciones que mantienen sobre el salario de Sancho y la amistad entre el escudero y el caballero. Sin embargo, el que no exista antinomia entre ambas nociones y sus prácticas no explica la inexistencia de la antinomia. La respuesta a esta pregunta merece una recensión de ciertos trabajos críticos del siglo veinte que ayudan a clarificar la razón de ser de la conexión entre ambos aspectos de la philia, para después proponer una teoría que explique cómo se articulan el interés y el sentimiento en la amistad, de forma que se puedan aplicar los resultados a la crítica literaria. Existen, al menos, dos corrientes de análisis antropológico con enfoques divergentes respecto de esta paradoja del interés-sentimiento en la amistad. En una corriente, la unión emocional entre los amigos es la parte fundamental de la relación amistosa. En la otra, se enfatiza la funcionalidad de la amistad dentro de las estructuras de una sociedad. Los textos fundacionales de Pitt-Rivers (1954) y Eisenstandt (1956) representan estas dos tendencias. Empezando por este último, aunque Eisenstandt reconoce que las amistades son de libre elección, el artículo realmente pone el acento en que estas relaciones son sancionadas ritualmente y que revisten un interés para la comunidad. El buen funcionamiento de la sociedad necesita este tipo de relaciones —amistades, compadrazgo, hermandades de sangre— para aplacar las tensiones que puedan surgir en áreas donde hay vacíos institucionales21. La amistad cumple varias funciones dentro de la mecánica estructural:

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Fraisse, 1974, p. 119. Eisenstandt, 1956, p. 93.

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los diversos tipos de relaciones personales rituales sirven como mecanismos de control social y mitigan ciertos tipos de tensiones (...). Su capacidad para cumplir estas funciones de control social y allanamiento de tensiones (...) es posible porque la naturaleza misma de estas relaciones se encuentra dentro los principios estructurales básicos de estas sociedades (...) no van más allá de las básicas orientaciones de la sociedad y las expectativas de sus miembros, pero redistribuyen estas orientaciones y el equilibrio entre relaciones solidarias e instrumentales, de forma que mitigan las tensiones que surgen de la específica organización de estas sociedades22.

La amistad es una relación ritualizada que ayuda al control social, suaviza las tensiones y equilibra el peso y fricciones de la parentela. De esta forma, cumple una función utilitaria para la sociedad y el sentimiento parece ser casi despreciable, aunque no se niegue su existencia. Son los rituales sociales los que sancionan y dan sentido a las relaciones de amistad. Para Pitt-Rivers, en cambio, las amistades claramente se basan en la ‘simpatía’. Pero, en su estudio de las relaciones sociales en un pueblo de una sierra española, la simpatía y el servicio rápidamente se intersectan, y llegan a formar las dos caras de la misma moneda. En su definición del término señala: «La amistad exactamente es la libre asociación con una persona por propia elección. Implica gustarse mutuamente (simpatía), pero (…) a veces este aspecto requiere el otro aspecto: el servicio mutuo»23. Pitt-Rivers no enfatiza la cuestión del ritual, de la sanción social y de la funcionalidad de la amistad tanto como Eisenstandt. Él indica que ‘a veces’ las amistades voluntarias terminan en una relación de intercambios o, incluso, en una de patronazgo y servicio. Aunque su libro es un análisis estructuralista del sistema de relaciones de poder, amistad y familia en un pueblo serrano en España, donde los sentimientos tienen poca representación, reconoce el voluntarismo de estas amistades funcionales. Esta simbiosis de simpatías, obligaciones y servicios se ha denominado como la «paradoja de Pitt-Rivers»24.

22 23 24

Eisenstandt, 1956, p. 94. Pitt-Rivers, 1954, p. 138. Rey, 1999, p. 21.

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Michel Rey bien podría haberla llamado «paradoja nicomáquea», ya que para la ética aristotélica este ejercicio constante de los mecanismos de la amistad-mecenazgo es esencial.Tanto los superiores como los inferiores implicados en la philia intercambian bienes materiales y simbólicos según un estricto sentido de la equidad que les hace honorables, virtuosos e iguales. El superior obtiene honor por medio de una asociación en la que beneficia al inferior, a la vez que, según Aristóteles, le ama proporcionalmente a su posición social25. Es decir, el carácter contractual de la relación implica una retribución. La contrapartida del inferior consiste en honrar y servir a su benefactor, al mismo tiempo que en amarle en proporción a su estatus26. La definición de Pitt-Rivers acierta a llamar la atención sobre la ‘inestabilidad’ que confiere esta paradoja a la institución de la amistad. Esta dicotomía entre la amistad altruista y la funcional se encuentra en la base de numerosos estudios sobre el tema. Esta toma de posturas extremas produjo un colapso en el estudio de la amistad. Para Alan Bray, amigo de Rey y continuador de su trabajo, en su propia arqueología de la amistad, The Friend, afirma que habría que esperar a la década de los años noventa para ver historiadores capaces de superar esta dicotomía proveniente tanto de la historiografía imperial británica como de las tensiones académicas durante la Guerra Fría en el Reino Unido. Sería durante los años 1980 cuando se produjo una mayor confrontación entre ambas tendencias, en lo que Bray llama una proxy war sobre el modelo social en el Reino Unido entre el neoliberalismo del thatcherismo y los sistemas de protección social del estado del bienestar en Inglaterra27. Entre los historiadores especializados 25

Aristóteles, Ética, 1163b1-5; 1158b25; 1167b18. Aristóteles, Ética, 1163b15-20. David Konstan defiende que la amistad en el mundo clásico era sobretodo un lazo afectivo, tal y como también lo es hoy. El que Konstan subrayara la importancia de las emociones en las teorías clásicas de la amistad ha desencadenado la publicación de debates que en el fondo se podrían resumir en las tensiones internas de la paradoja de Pitt-Rivers, la cual se encuentra ya en los fundamentos clásicos de la teoría de la amistad. Aunque el objetivo de David Konstan es demostrar que en los clásicos la amistad es una emoción y no una relación calculada, él reconoce la existencia de esta paradoja en la literatura clásica, pero defiende que unos pocos ejemplos no justifican la generalizada opinión de que la philia griega y la amicitia romana son relaciones interesadas (Konstan, 1997, pp. 3, 11-12). 27 Bray, 2003, pp. 314-316, 323. 26

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en la temprana modernidad también se produce esta división. Es notoria la diferencia de enfoque de R. Mousnier y sus seguidores, quienes subrayan la importancia de los sentimientos, mientras que Christiane Klapisch-Zuber, Richard C. Trexler, entre otros, analizan aspectos de la amicitia relacionados con las redes sociales, la retórica, el polimorfismo, el fracaso de los dos amigos y los programas políticos. El bloqueo se superó al comprender el funcionamiento del truismo inherente a la separación tajante de la amistad emocional de la ritual, la amistad altruista de la funcional, y la privada de la pública. En la superación de este pensamiento binario se encuentra la clave del éxito de los recientes estudios sobre la amistad, cuya semilla ya se apreciaba tanto en Aristóteles como en Pitt-Rivers. La pregunta relevante respecto de esta tensión entre emociones e intereses en la amistad es por qué se encuentra siempre presente en los textos más importantes sobre la amistad. Ciertos estructuralistas tienden a anular o minimizar la importancia de la paradoja sentimiento-interés en la amistad, lo cual se traduce en un reduccionismo útil, en ocasiones, pero problemático para un estudio general de la amistad28. Es en la teoría de la práctica de Pierre Bourdieu, donde surge un marco productivo para esta paradójica cohabitación de la simpatía y el interés. Desde el posestructuralismo de Bourdieu, la ambigüedad entre sentimiento e interés en la amistad es exactamente lo que le da sentido a la relación amistosa. Es en esta polivalencia de la relación donde el individuo tiene espacio para desarrollar sus estrategias. Es la práctica individual de la amistad la que concreta las reglas en cada caso particular, dando lugar a una gran variedad de diferentes prácticas de la amistad. En términos de la teoría de la práctica de Pierre Bourdieu, cada individuo resuelve la paradoja de Pitt-Rivers de una forma diferente. La paradoja no sería más que una expresión de dos niveles diferentes de intercambio y significación, donde cada individuo toma sus propias decisiones. El lenguaje de la amistad expresa al mismo tiempo una 28

En el caso extremo, o bien las relaciones de amistad encubrirían intercambios interesados, o bien las amistades serían pura expresión emocional.Tal y como indica el libro de Pitt-Rivers, dentro de la amistad a veces existen tanto sentimientos como intereses. Estas tomas de posición extremas existen también entre los académicos que estudian la philia / amicitia en el mundo intelectual grecorromano.

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economía de bienes simbólicos y una economía de bienes económicos. Esta dicotomía se encuentra totalmente asimilada en la sociedad en forma de habitus: una «disposición cultivada» dentro de cada cultura que permite a los individuos actuar estratégicamente en los sistemas simbólicos y económicos que conocen29. Esta actuación estratégica se opone a la ejecución mecánica de una serie de normas estructurales, por medio de las cuales el individuo es objetivado, como en el trabajo de Eisenstandt y Pitt-Rivers. Es en este énfasis en la estrategia individual dentro de un sistema de normas donde se sitúa la importancia de la práctica individual frente a la estructura objetivadora30. El concepto de que las decisiones y estrategias personales son la solución al conflicto entre el interés y el sentimiento en la amistad se puede aplicar al caso de Sancho y don Quijote. Sancho requiere un salario en varias ocasiones. Amenaza a don Quijote con partir si no se le remunera adecuadamente, ya que la contraprestación señorial por el servicio feudal —la incierta ínsula— no es suficiente compensación por todos los sinsabores del trabajo de Sancho. Don Quijote termina participando en estas negociaciones salariales, a la vez que reconoce que la naturaleza de la relación entre los dos amigos se está transformando a medida que los intereses económicos de Sancho se hacen más concretos. Sin embargo, como indica Carroll B. Johnson, Sancho cambia de actitud en varias ocasiones. Aunque el feudalismo llega a ser inoperante, Sancho establece su propia estrategia donde busca acomodarse a lo me-

29 Para una definición del concepto de habitus de Bourdieu, uno se puede dirigir a la siguiente definición del código del honor: «Lo que se llama sentimiento del honor no es más que la disposición cultivada, el habitus, que permite a cada agente engendrar, a partir de un pequeño número de principios implícitos, todas las conductas que cumplen las normas de la lógica del desafío y de la reacción a este, y únicamente estas, con tantas innovaciones que no se necesitaría, en absoluto, el desarrollo de un ritual estereotipado» (Bourdieu, 2000, p. 43). Por tanto, el habitus es una actitud cultivada que no es totalmente determinante, el individuo escoge y desarrolla sus propias estrategias dentro de las normas que conoce. 30 Bourdieu, 2000, pp. 247-248. En el análisis estructuralista de la práctica del honor existe una secuencia de hechos que el observador exterior puede atestiguar y sobre los que se podría justificar la creación de una gramática del honor. Sin embargo, desde el posestructuralismo, las personas envueltas en un caso de honor escogen una forma de actuar estratégicamente, dando lugar cada una de ellas a innumerables variaciones causadas por las decisiones, improvisaciones e invenciones de los agentes (Bourdieu, 2000, pp. 43-44).

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jor de los dos mundos: un pequeño salario y, acaso, una futurible ínsula, pero sin romper totalmente con el modelo de servicio feudal que le une con don Quijote31. La ambigüedad causada por la diferencia y la similitud entre la amistad y el mecenazgo, o clientelismo, es central a la discusión de la amistad en Cervantes; al igual que lo es el reconocer que los individuos tienen capacidad para desarrollar estrategias en sus relaciones de amistad, tal y como Sancho y don Quijote lo hacen. Estas estrategias, basadas en decisiones individuales y creativas dentro de las normas del hatitus, definen las emociones e intereses en las interacciones, mutatis mutandi en las representaciones textuales de la amistad. Por esta razón, es necesario establecer un marco conceptual claro, a la vez que fluido, de lo que son la familia, el mecenazgo y la amistad. Sharon Kettering generó un modelo amplio y flexible para diferenciar entre casos extremos de clientelismo, amistad y familiaridad. Kettering considera que la amistad y el clientelismo tienen en común que son relaciones informales que se complementan con la base social familiar; por medio de ambas se obtienen más medios económicos, se suavizan los reveses de fortuna y se interconectan los varios estados nobiliarios. Para sintetizar las diferencias entre ambos fenómenos propone una clasificación basada en tres variables: la obligación de la reciprocidad en los intercambios, el estatus de los participantes y la naturaleza del nexo. Kettering concluye que la amistad es una relación libre entre iguales, en la cual la reciprocidad de favores es voluntaria. El clientelismo es una relación entre desiguales de larga duración u ocasional, caracterizada, sobre todo, por una reciprocidad obligatoria. Para completar su análisis, Kettering introduce la familiaridad entre iguales y desiguales que se caracterizaría por ser involuntaria, pero de reciprocidad facultativa32. En definitiva, para Kettering el rasgo diferenciador del clientelismo respecto a la amistad es la obligatoriedad del intercambio; pero, alejándose del binarismo estructuralista, advierte que entre la amistad y el clientelismo concebidos según su modelo existe toda una serie de posibles ‘combinaciones’33. La autora usa un sistema 31

Johnson, 1998, pp. 28-31. Kettering, 1992, pp. 145-146. 33 «La amistad y el clientelismo son conceptos que se encuentran en los extremos de un continuo, separados por muchas permutaciones y combinaciones caracterizadas por sutiles cambios y matices. Así era la fluida realidad» (Kettering, 1992, p. 146). 32

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semiótico y estructural que le lleva a definir amistad y mecenazgo por el método negativo, es decir, por lo que no son en comparación el uno con el otro. No obstante, si uno se aleja de este marco referencial, el concepto de mecenazgo es delimitable en sí mismo. El mecenazgo de la temprana modernidad es un sistema de asignación de recursos, bienes, puestos y beneficios, caracterizado por el favoritismo hacia los agentes económicos —familiares, amigos y seguidores— de una cierta cadena piramidal de clientes34. Por ejemplo, el rey, principio de una cadena clientelar, dispone de los recursos de la Corona por medio de sus familiares, criados, validos y administraciones. Todas estas instancias ejercen su influencia por medio de sus respectivas, o múltiples, cadenas clientelares, que a su vez se extienden por los diferentes estamentos sociales y lugares de los reinos. Su estructura se basa en la desigualdad entre los agentes económicos y la philia-amicitia es el discurso que acompaña a esta realidad. Asimismo, esta imagen se puede completar con el análisis de Kettering, ya que existen cambios de estatus en una relación en el tiempo. Efectivamente, los familiares y amigos se transforman fácilmente en clientes; mientras que el flujo en el sentido contrario no es habitual. Cuando un escritor se autorretrata como amigo de un mecenas o se integra en una red de amistades entre poderosos e intelectuales, como ocurre en La Galatea, existen muchas razones para dudar de la autenticidad histórica del retrato; o bien, cuando un personaje se transforma de siervo en amigo como hace Sancho Panza a lo largo de sus andadas con don Quijote. Inversamente, cuando dos amigos paradigmáticos como Anselmo y Lotario destrozan su propia identidad social de modelo viviente de la amicitia es pertinente indagar en el amplio marco cultural y textual en el que se narran estos hechos. En cuanto a la autenticidad o sinceridad en los retratos de la amistad, pese a que la descripción de la mecánica del sistema dé la impresión de que los ideales textuales de la amicitia son pura hipocresía, testimonios contemporáneos dejan claro que más bien cohabitan las prácticas utilitarias de la amistad con las emotivas:

34 Las diferencias terminológicas entre patronazgo, mecenazgo y clientelismo, que hacen ciertos críticos, no son de aplicación en este estudio porque se trata de sistemas organizativos y de asignación de recursos basados en el intercambio de favores-servicios, cualquiera que sea la naturaleza o materialidad de estos.

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La amistad, según la describieron Michel de Montaigne y Marsilio Ficino, era una devoción exquisita hacia otra persona, más allá de cualquier pensamiento egoísta. Pero había otra forma de amistad más común, pública, utilitaria y calculada: el apoyo que se esperaba obtener de un mecenas, o que se ofrecía a un cliente. El clientelismo no se justificaba por medio de la amistad, pero el uso del mismo lenguaje forzaba la conexión entre los dos con toda su ambigüedad35.

Este problema lingüístico es prácticamente imposible de resolver en una realidad fluida, la cual se concretaba en diversos grados de la paradoja de Pitt-Rivers entre el altruismo y el utilitarismo. Los múltiples grados de la irresoluble paradoja de Pitt-Rivers indican, por lo menos, tres cosas. Las nociones de la philia griega, así como sus herederas —la amicitia romana, la caridad cristiana, ciertas instituciones feudales, el mecenazgo, el caciquismo, la simpatía ilustrada, las fundaciones filantrópicas— son tan bastas como pueda serlo el término ‘asociación’36. La práctica de la amistad, en realidad, se alimenta de la existencia de estas dos caras del mismo continuo de asociaciones caracterizadas por la paradoja de Pitt-Rivers. Dentro de este terreno conceptual fértil para la desestabilización de ideas superficiales y heredadas sobre la amistad en Cervantes se ha analizado parte de la impresionante galería de amigos que circulan por sus textos, algunos de los cuales marcaron una página en la historia de la noción de la amicitia gracias a su percepción del valor de la fragmentada y ambigua tradición del cuento de los dos amigos en Iberia. Las amistades fragmentadas y parciales, que aparecen en todos los personajes y obras analizadas en Amistades imperfectas, indican que Cervantes no imita las redundantes tramas de la amistad, al igual que Pacheco aconseja que no se copie literalmente la iconología de la ami35

Kettering, 1992, p. 142. Sobre la relación entre las instituciones del feudalismo y de la amistad clásica y germánica ver Althoff, 1990, pp. 65-101. Respecto a la similitud entre la philia de desiguales, en términos aristotélicos, y el caciquismo en la Andalucía del siglo XX, ver Pitt-Rivers, 1971, pp. 140-141. Compárese también la definición de las relaciones entre el patrón o padrino y sus hombres de confianza con la conceptualización de las relaciones de amistad entre desiguales en Aristóteles, Ética Nicomáquea, 1163a25-1163b25 y Pitt-Rivers, 1971, p. 154. En cuanto a la continuidad y diferencias entre las nociones clásicas de amistad y la simpatía en la Ilustración, ver Silver, 1990; Schwarzenbach, 1996 y Hill, 1999. 36

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citia de Cesare Ripa37. Si Avalle-Arce vio en la evolución del medioevo al renacimiento peninsular una transformación formidable del cuento de los dos amigos, favorecida por un espíritu de innovación hispano que transformó totalmente la imitación ciega de los modelos medievales; si Sorieri vio en Boccaccio la creación de una historia de deseo triangular en la vera amicitia que revolucionó el cuento de los dos amigos medievales, Amistades imperfectas muestra la conexión de Cervantes con la parcialidad en la amistad que abriría las puertas a la especulación sobre el interés personal característico de las sociedades y economías liberales independientemente de las obligaciones sociales simbolizadas en la armoniosa, heroica y abnegada amicitia masculina. En La Galatea, analizada en el capítulo primero de este libro, se presentan unas amistades intelectuales que suponen una ganancia simbólica para la incipiente carrera literaria de Cervantes. La sociabilidad académica simbolizada en el ideal de la república de las letras tiene su reflejo en varias partes del libro, pero en especial en el libro sexto que contiene el llamado «Canto de Calíope». Don Diego Hurtado de Mendoza, polémico humanista, es el objeto de las exequias fúnebres del «Canto de Calíope». Diego Hurtado de Mendoza, el símbolo central de toda una política lingüística a la que Cervantes se adhiere por medio de su primera novela La Galatea, es representado por el sacerdote Telesio como un amigo de amigos de Cervantes. Este retrato de una amistad entre el fallecido Diego Hurtado de Mendoza y el bisoño Miguel de Cervantes plantea serias cuestiones respecto a su veracidad histórica y a su significado según la teoría de la amistad. Aunque exista una filiación intelectual entre las políticas lingüística y cultural de Hurtado de Mendoza y Cervantes, aquí el soldado de Lepanto crea una imagen de sí mismo que favorece su carrera literaria. Este uso de la amistad dentro de las repúblicas de las letras es legítimo, pero también es una amistad parcial e imperfecta. Se trata de una filiación interesada y ventajosa, aunque seguramente sincera. De hecho, la parcialidad, la imperfección, en las amistades retratadas por Cervantes son una constante en su obra, que ya empieza a vislumbrarse en su

37 «En el arte español del siglo XVII, no vamos a encontrar un influjo directo de la Iconologia de Ripa salvo en casos muy esporádicos y parciales, si bien se conoce, estudia y recomienda su obra desde el primer momento. El mismo Pacheco instiga al artista a añadir, quitar y modificar las alegorías de Ripa» (Allo, 2007, p. 23).

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primera novela, que es la que más usa de los ideales de la amicitia para granjearse una posición en la república de las letras tras su larga ausencia como soldado y cautivo. En el segundo capítulo, «Marancio y Leandro, los guerreros no-virgilianos», se analizan las controvertidas representaciones de la amistad masculina en La Numancia desde el punto de vista de la retórica de los compañeros de armas y de la épica. En esta tragedia se opta por una representación clásica de la amicitia basada en la épica virgiliana, donde los papeles de dos jóvenes soldados se encuentran invertidos y sus acciones perturbadas por un discurso de amor heterosexual que interfiere en el comportamiento heroico y en el cumplimiento del deber. La oposición en La Numancia entre el amor heterosexual y la camaradería de armas, junto con la dificultad de concertar las leyes de ambos sentimientos, retrata tensiones que han de ser analizadas más allá del ‘comparatismo’ filológico y de las discusiones sobre el nacionalismo católico español y las arengas antiimperialistas que inspiran gran parte de los estudios críticos. Al hilo de diversos estudios de La Numancia en conexión con la épica, propongo una exploración de la amistad épica. Para ello me baso fundamentalmente en la comparación de Marandro y Leoncio con la pareja de amigos Niso y Euríalo, de la Eneida. «El curioso impertinente», como se ve en el capítulo tercero, no es una historia sobre la aplicación del sentido común en la amistad, más bien trata de un estrepitoso fracaso en el desarrollo de la amistad perfecta. La noción de la amistad perfecta es un conjunto de reglas de comportamiento masculino, al igual que femenino, altamente codificado, que sufrió una profunda transformación en el período que va de la Edad Media a la Ilustración. No se puede precisar un momento exacto en el que ocurriera esta transformación, pero la obra de Cervantes apunta a que para finales del siglo XVI la noción de la amistad altruista iniciaba su evolución hacia una amistad fragmentada, mesurada y parcial. Aunque la constante repetición de las historias de los dos amigos altruistas servía para asegurar la reproducción de hábitos sociales, Cervantes no pagó homenaje a la sacrosanta amicitia en «El curioso impertinente», sino que la transformó en un fascinante relato sobre el desafuero en la amistad entre Anselmo y Lotario. La carencia de decisiones éticas que canalicen los deseos personales de conformidad con los preceptos sociales es uno de los puntos fundamentales de «El cu-

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rioso impertinente» y de la evolución del cuento de los dos amigos. Ya había publicado en La Galatea una imitación fiel del tema de los dos amigos, donde existe una amistad familiar fuerte y virtuosa conforme a los altos contenidos éticos de la amicitia. Pero el énfasis en la deslealtad y traición de Lotario y Anselmo —más que en la nobleza y virtud de Timbrio y Silerio en La Galatea— mina la tradición de la amicitia perfecta masculina. Este quebrantamiento del simbolismo androcéntrico de la amicitia entre Anselmo y Lotario se encuentra entre dos extremos. Por un lado le precede el idealismo de la tradición clásica y renacentista de la amicitia perfecta, y por otro le suceden las nociones de la cool friendship y sympathy de la Ilustración. Estas representaciones indican que la armonía social y privada en la amistad estaba dejando paso a otras articulaciones del deseo humano dentro de la sociedad. En el cuarto capítulo se muestran las Novelas ejemplares como una estructura que cambia, oscila y se transforma siguiendo las evasivas escalas numéricas de la armonía pitagórica universal. Uno se puede preguntar si el orden en el que están dispuestas las novelas es fruto del puro azar o si su disposición tiene algún significado para la comprensión de las Novelas ejemplares. La colocación en sí muy probablemente es un juego a la manera de divertimento tanto para el lector como para el mecenas de la obra. Como afirmó Cervantes, su intención fue crear una mesa de trucos para el entretenimiento de la república. Trucos, novelas elevadas, humor, picardías y, en suma, constante cambio es como se podrían describir los trepidantes cambios de la colección. Sin traicionar la jocosidad de las Novelas ejemplares este capítulo quiere entrarse en ciertos recovecos de las analogías en la teoría de números —tanto científica como filosófica— concernientes al orden de las novelas en conjunción con la noción de la amistad y su asociación con la virtud. En el capítulo quinto, «El tercer amigo: dobles nociones de amistad», se analizan Los trabajos de Persiles y Segismunda desde el punto de vista de la amistad cristiana y mundana. La novela está tejida sobre un tapiz de signos cristianos y contrarreformistas, como por ejemplo el agape o caritas, que son una variante de los discursos paganos de la amistad mundana. El más importante de los neoplatónicos, Ficino, define la amistad en una carta a Giovanni Cavalcanti en términos de la teoría cristiana del agape, a la cual se asimila la noción de la amicitia

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clásica. En el cristianismo, agape es el amor de Dios, e incluso su esencia propia. En esta transformación de la amicitia clásica, el ser humano ya no es el sujeto activo y limitado de la ética mundana de la amicitia, sino que se transforma en el receptáculo dependiente del ilimitado agape / caritas, o amor universal de Dios. La definición de amistad dada por Ficino muestra que el concepto de la caridad como transformación de la philia / amicitia es bien conocido en la temprana modernidad38. Cervantes, de hecho, lo aplica a un género que se ha dicho que tiene conexión con la moral cristiana, como es la ficción bizantina al estilo de la Historia etiópica de Heliodoro. Ciertos personajes del núcleo de los peregrinos son capaces de afrontar todos los esfuerzos del viaje porque se encuentran unidos por la amistad de Dios. Se ha dicho que en numerosas ficciones bizantinas conservadas hasta hoy día se privilegian las representaciones del amor ideal heterosexual frente a las representaciones de la amistad homosocial idealizada. Como resultado los amigos en estas ficciones suelen ser instrumentales en la resolución de los obstáculos a los que se enfrentan los dos amantes. Aquí se va a mostrar que las firmes y virtuosas amistades entre el núcleo de los peregrinos, aunque no carentes de tensiones, son un contrapunto a la amistad mundana presente en muchos de los personajes periféricos que se mueven en un constante fluir alrededor del movimiento central hacia Roma. En este contraste entre amistades cristianas y mundanas se construye un eje fundamental para la interpretación y valoración del texto dentro de la carrera literaria de Cervantes. Una comprensión profunda del significado social de la amicitia en los siglos XVI y XVII no se puede obtener más que por medio de las imitaciones parciales y de las transformaciones que los autores introdujeron en el tópico de la amistad masculina perfecta. Las representaciones de la amistad en estas cinco obras de Cervantes muestran que el género literario es un factor determinante y que el discurso literario de la amistad se caracteriza por una relación de imitación de los precedentes. Generalizando, se puede decir que existe una correlación

38 En Opera omnia, Marsilio Ficino dice respecto a la amistad: «Por tanto no hay dos amigos solo, sino que siempre por necesidad existen dos seres humanos y un Dios (...). Él nos hace uno; Él es lo bueno indisoluble y el guardián perpetuo de la amistad» (Christensen, 2005, p. 41).

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directa entre los géneros idealistas y la idealización de la amistad. En géneros como la épica, los libros de caballerías, la ficción bizantina, la novela morisca, la novela sentimental y la pastoral, el altruismo y la virtud en la amistad tienen una importante representación. En cambio, en los géneros celestinesco, picaresco y la novella, el interés predomina. Además, el juego entre el interés en la amistad y la retórica elevada de otros géneros, o incluso de la filosofía, puede ser una base sobre la que se construyen las representaciones en estos géneros. En las relaciones de servicio y crónicas de conquista la amistad por interés se presenta habitualmente dentro de un discurso colonialista y condescendiente de pretendidas amistades entre los nuevos súbditos y el monarca. Por tanto, el estudio de las representaciones de la amistad desde el punto de vista del género es muy adecuado cuanto más sincrónico sea; sin embargo, para completarlo es conveniente y hasta necesario añadir un análisis en el tiempo. Por medio del estudio diacrónico se aprecia un fondo histórico en el que los más mínimos cambios en las representaciones de la amistad adquieren relevancia. La evolución y la variedad en las representaciones de la amistad no son privativas de las obras de Cervantes, pero conectan su obra con la historia de la noción de la amistad, que es el objetivo de este libro. Existe una evolución profunda desde los clásicos hasta nuestros días en cómo se articula la noción de la amistad dentro de las necesidades de cada momento social. En el siglo XVII, Cervantes con sus inusitadas representaciones de la amistad, por ejemplo en Don Quijote, rompió una lanza en la historia de esta noción al recrear el dinamismo de una compleja unión afectiva entre dos individuos que en teoría no podían tener más que una relación de clientelismo entre desiguales. La influencia de estas representaciones de la amistad en Don Quijote en la cultura europea y en las teorías políticas liberales está todavía por analizarse en toda su extensión, pero las páginas que aquí se han dedicado al tema demuestran que las paradójicas relaciones humanas descritas por Cervantes se encuentran totalmente dentro de la historia de una serie de nociones de relaciones humanas y que Cervantes conocía con detalle el contenido de la retórica de amistad en las representaciones literarias. Este libro abre una puerta a un Cervantes transformador del topos de los dos amigos y de la retórica de la amicitia, que a través de unas sutilísimas mutaciones del topos de la amicitia perfecta —usado cons-

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tantemente por la cultura occidental desde la época clásica— comprendió y representó las profundas transformaciones sociales y culturales provocadas y fomentadas por la transición hacia las economías modernas que tuvieron lugar entre el Humanismo y la Ilustración.

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CAPÍTULO 1 EL CAPITAL SIMBÓLICO DE LAS COLECCIONES DE AMIGOS E INTELECTUALES

La amistad exactamente es la libre asociación con una persona por propia elección. Implica gustarse mutuamente (simpatía), pero como veremos, a veces este aspecto requiere el otro aspecto: el servicio mutuo. Pitt-Rivers, The People of the Sierra

La complejidad organizativa y de significados en La Galatea se explica a partir de la importancia de las relaciones sociales dentro de las academias, de la necesidad del servicio mutuo en los proyectos de carrera literaria individuales y de representación de la amistad en esta novela pastoril. Se ha propuesto recientemente que la armonía poética es el centro gravitacional de las amistades en todos los niveles de esta novela pastoral y que la sociabilidad externa— alterne en cenáculos, celebración de justas poéticas, relaciones entre mecenas y artistas— eran el estímulo e incluso la motivación última detrás de la producción de las obras pastoriles1. Esta tesis crea un marco donde las conexiones entre la vida de las academias, la retórica de la amistad, el ejercicio del mecenazgo y del clientelismo, la defensa de la poesía y de la lengua castellana son fructíferas. Bajo la capa de la amistad, del elogio y de los conciliábulos intelectuales, Cervantes recrea un museo de relaciones intelectuales, donde él mismo se erige en el centro de una poderosa ficción de hegemonía lingüística castellana. Cervantes alaba en su encomio un gran número de ingenios de sus tiempos, pero al mismo tiempo este encomio le rinde el servicio al propio autor de granjearle un espacio dentro de la república literaria que está recreando. 1

Ver Finello, 2005, p. 184 y 2008, pp. 66-67, 80.

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Las amistades sociales en las academias y el servicio mutuo en las carreras literarias son el ves y envés de la sociabilidad académica que permea el «Canto de Calíope». Esta sociabilidad académica es el impulso de agrupación en cenáculos y academias basado en la práctica de las disciplinas favorecidas por las academias del siglo XVI, de manera más o menos independiente de la corte y de las universidades. Este aspecto funcional de la vida académica tiene una contrapartida simbólica que es el ideal de la amistad intelectual en la república de las letras. La república de las letras se representa en varias partes de La Galatea, pero en especial en el libro sexto que contiene el llamado «Canto de Calíope», como el espacio donde no solo toman forma las carreras literarias de los participantes, sino que también es donde se construye la hegemonía lingüística de la lengua castellana como nexo común entre los cien ingenios alabados por la musa Calíope. En cuanto que proyecto de hegemonía lingüística, la defensa de la lengua castellana en La Galatea se basa en un programa político que justifica la superioridad de unas lenguas sobre otras; a menudo su objetivo es un monolingüismo que refleja un centralismo nacionalista o imperialista, a la vez que una simplificación práctica de cara a las tareas de gobierno y organización. De hecho, La Galatea establece un vasto programa de política lingüística con una serie de criterios en consonancia con otros proyectos comparables en varios lugares de Europa. Puesto que no es el objetivo de su estudio, Finello no entra en un análisis comparativo de los componentes y características de los ingenios del poema, ni en el significado de que Don Diego de Hurtado de Mendoza, polémico humanista, sea el objeto de las exequias fúnebres del «Canto de Calíope»2. Tal vez lo más sorprendente de las alabanzas a este círculo de amistades intelectuales es que forman un encomio insertado en las exequias fúnebres de Diego Hurtado de Mendoza, y que Cervantes se autorrepresenta entre algunos amigos y familiares de este controvertido humanista 3. Diego Hurtado de 2 Las citas de La Galatea en este capítulo provienen de la edición de Francisco López Estrada. Los datos del «Canto de Calíope» provienen de la elaboración de la información recogida en las compilaciones biográficas publicadas por Cayetano de La Barrera (1863), James Fitzmaurice-Kelly (1903), Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla (1914), Juan Bautista Avalle-Arce (1961), Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood (1985) y la edición de Francisco López Estrada junto con M.T. García-Berdoy (1995). 3 Cervantes, La Galatea, p. 547. Dentro de la ficción se han desenmascarado cuatro personajes amigos y compañeros de armas de Cervantes. Mientras Lauso

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Mendoza es el símbolo central de toda una política lingüística a la que Cervantes se adhiere por medio de su primera novela La Galatea, además de ser representado como amigo de amigos de Cervantes por el sacerdote Telesio4. El retrato del finado Diego Hurtado de Mendoza junto con el bisoño Miguel de Cervantes plantea serias cuestiones respecto a su veracidad histórica y a su significado según la teoría de la amistad, a la vez que establece la política lingüística como el centro unificador de La Galatea. Pero antes de entrar en ello, merece la pena detenerse brevemente en el análisis de lo que la crítica ha dicho respecto a si en la Galatea existe una unidad discursiva o si, por el contrario, es irremediablemente una obra deslavazada. La evolución de las opiniones de la crítica sobre la unidad de La Galatea tiene tres fases5. Un primer paso hacia la integración de significados dentro de La Galatea vino de la mano de varios críticos que demostraron la correspondencia entre los acontecimientos en la Arcadia y las tramas de las novelas intercaladas. Los estudios de esta primera fase se centraron en las correspondencias entre las representaciones del amor en diferentes partes del libro. Conforme a los estudios de Jennifer Lowe, Kenneth P. Allen y Ruth El Saffar, las novelas intercaladas y la ficción arcádica en La Galatea se encuentran interco-

es Miguel de Cervantes, Damón es Pedro Laynez,Tirsi sería Francisco de Figueroa, a la vez que Meliso representa a Diego Hurtado de Mendoza (Stagg, 1972, pp. 260-261). Estos cuatro poetas fueron soldados en Italia, y se ha dicho que crearon una red de amistades posiblemente basada en su ejercicio de las armas y en su gusto por la poesía (Maurer, 1988, pp. 118-120). Históricamente, no se tiene pruebas fehacientes ni de que Cervantes (Lauso), ni Francisco de Figueroa (Tirsi) tuvieran amistad con Diego Hurtado de Mendoza (Meliso). Pero el sacerdote Telesio menciona la amistad y familiaridad de Tirsi y Damón con Diego Hurtado de Mendoza: «a quien en particular más obliga es a los famosos Tirsi y Damón, como a tan conocidos amigos y familiares suyos» (Cervantes, La Galatea, p. 547). 4 «De allí [a] poco espacio, cesando los demás instrumentos, solo los cuatro de Tirsi, Damón, Elicio y de Lauso se escucharon, los cuales, llegándose al sepulcro de Meliso, a los cuatro lados del sepulcro, señal por donde todos los presentes entendieron que alguna cosa cantar querían» (Cervantes, La Galatea, p. 548). 5 No obstante, y pese a lo significativa que es esta búsqueda de la organicidad de La Galatea, esta es una obra irremisiblemente incompleta, para la que Cervantes siempre tuvo el proyecto de escribir una segunda parte incluso en su lecho de muerte. Las consecuencias de la falta de la prometida segunda parte pueden llegar tan lejos como quiera el lector; sin embargo, esto nunca sería una excusa válida para no estudiar la primera parte de La Galatea como un conjunto.

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nectadas. Jennifer Lowe analiza las novelas intercaladas desde el punto de vista del tópico de las cuestiones de amor y llega a la conclusión de que la unidad proviene del uso de varios temas convencionales de las ficciones pastoriles: la cuestión de los celos y la violencia pasional que estos generan, la amistad frente al amor y el amor frente al desamor6. Lowe no hace un estudio del texto completo. Su discusión de los temas y técnicas unificadoras de la estructura de La Galatea, desgraciadamente, no incluye ni los paratextos ni el «Canto de Calíope»7. Las mismas exclusiones existen en Kenneth P. Allen y Ruth El Saffar cuando muestran magistralmente la correspondencia temática entre las novelas intercaladas y las discusiones de la arcadia, pero dejan fuera de la ecuación la mayor parte del último libro de La Galatea. Allen se enfoca en las correspondencias temáticas entre cuatro tipos de males de amor —la muerte, el desdén, la ausencia o los celos— y el contenido de las cuatro novelas intercaladas desde el punto de vista de las quejas del amante y las teorías de Giraldi8. Para El Saffar la conexión entre las novelas y la arcadia se encuentra en la resistencia de Cervantes a aceptar los tópicos pastoriles9. Un segundo paso hacia la comprensión de la unidad de la obra se dio cuando Frederick de Armas, entre otros, estipuló que el «Canto de Calíope» es parte integral de los significantes estéticos y sociales del resto del libro.Varios de los estudios de esta fase discurrieron sobre la épica, el heroísmo y la defensa de la poesía en La Galatea. Para Frederick de Armas, la ficción pastoral y el «Canto de Calíope» convergen en el proyecto de carrera literaria de Cervantes. La pastoril es la primera etapa del poeta virgiliano que quiere escribir épica. Así el 6

Lowe, 1966, p. 102. El estudio de las amistades personales en La Galatea se puede comenzar con una relación de los amigos de Cervantes que figuran en los paratextos del libro. En estos, aparecen ocho personas, cinco de las cuales son “amigos” de Cervantes: Lucas Gracián de Antisco, Antonio de Eraso, Gálvez de Montalvo, Luis de Vargas y Manrique y López de Maldonado (Cervantes, La Galatea 150, 159, 161, 169). El libro se dedica al mecenas Ascanio Colonna, el cual permitiría a Cervantes el uso de su escudo en la portada de 1585. Desafortunadamente para el autor de La Galatea, en 1585 Ascanio Colonna parte para Italia, llevándose consigo como empleado a Gálvez de Montalvo, amigo de Cervantes (Cervantes, La Galatea, pp. 151-153). 8 Allen, 1976-1977, pp. 53-54. 9 El Saffar, 1978, pp. 339-340. 7

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«Canto de Calíope» con sus poetas guerreros y con la figura de la musa de la épica Calíope es un signo de que el proyecto de carrera literaria de la rota virgilii va a realizarse empezando por la bucólica Galatea y terminando en la épica de Los trabajos de Persiles y Segismunda. En definitiva para De Armas, la unidad de la obra radica en la defensa épica de la Poesía-Galatea10. Al hilo de esta conexión entre la épica y la pastoral, se ha analizado desde varios puntos la aparición de la musa «de la bella voz», llamada Calíope. Robert M. Johnston considera que el énfasis en el libre albedrío y la razón en las pastorales postridentinas —en concreto en Gil Polo y en Cervantes— abre la puerta a acciones heroicas11. Leslie Deutsch Johnson considera que Cervantes hizo una revolución al subvertir la pastoral por medio de la introducción del tono épico y militar en la intervención de Calíope. Para ella el tema de la defensa de la Poesía (encarnada en Poesía-Galatea) se ha de llevar a cabo, si llegara a ser necesario, usando la violencia; por esta razón Calíope considera a los ingenios que menciona soldados-poetas militantes en un ejército de inspiración divina12. Una tercera fase presenta otro orden de significados, como es el ahondamiento en la conexión entre La Galatea y la cultura académica de la época y el cultivo retórico de las amistades. En esta fase ya se considera el «Canto de Calíope» como pieza fundamental para el análisis del género y evolución de la pastoral en castellano, ya que deja constancia de las conexiones entre el arte y la amistad en La Galatea. Se propone que la armonía poética es el núcleo de las amistades en todos los niveles de La Galatea y que una variedad de actividades sociales —los cenáculos, las justas poéticas, la creación y el mantenimiento del contacto con los mecenas, el atraer y contentar a los colegas y al público— motivaban la producción de las obras pastoriles13. Dentro de este contexto que considera La Galatea como una unidad producida para satisfacer las necesidades de una carrera literaria que no puede existir sin gestos precisos dirigidos al entorno académico, a los colegas y a los mecenas es donde se sitúa este capítulo. Una pregunta fundamental desde este punto de vista de la sociabilidad acadé-

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De Armas, 2002, pp. 271-274. Johnston, 1988, p. 34. Johnson, 1976, p. 31. Finello, 2005, p. 184 y 2008, pp. 66-67, 80.

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mica y de la unidad en La Galatea es cuál es la conexión del homenajeado Diego de Hurtado de Mendoza en el «Canto de Calíope» con el resto del libro. Para analizar con sustancia la relación entre Diego Hurtado de Mendoza y La Galatea, se necesita empezar por un estudio comparativo de las peculiaridades del «Canto de Calíope» y es pertinente averiguar el impacto en la carrera literaria de Cervantes de una posible amistad o familiaridad con este ingenio. Aunque exista una filiación intelectual entre Hurtado de Mendoza y Cervantes, el soldado de Lepanto también está creando una imagen de sí mismo favorecedora para su carrera literaria. Este uso de la amistad dentro de las repúblicas de las letras que él retrata es legítima, a la vez que una amistad parcial. Se trata, aunque sincera, de una filiación interesada y ventajosa. De hecho la parcialidad, la imperfección, en las amistades retratadas por Cervantes son una constante en su obra, que ya empieza a vislumbrarse en su primera novela, y que no sorprendentemente es la que más usa de los ideales de la amicitia, para granjearse una posición en la república de las letras tras su larga ausencia como soldado y cautivo. Por estas razones, el retrato que Cervantes hace de las academias y de sí mismo en conexión con ellas necesita de un contexto literario, cultural y social. Sus cien ingenios tienen varias características fundamentales que merecen una recensión para el estudio de la sociabilidad académica en La Galatea y en la carrera literaria de Cervantes. La primera, la mayoría de los ingenios estaban vivos en el momento en que se redactó el poema y que, en opinión de Cervantes, merecían su elogio. Este género, también llamado eulogio a los contemporáneos, que ya se encontraba en las literaturas griega, romana y medieval, resurge en el Renacimiento como autoafirmación de la carrera literaria del autor entre sus coetáneos, en contraste con los típicos catálogos de autoridades clásicas y medievales que afirmaban la autoridad y conocimiento del escritor14. El Orlando furioso de Ariosto es un punto de inflexión en esta tradición. Ariosto, en vez del tradicional énfasis en las autori14 Ver Curtius, 1990, pp. 165-166.Vélez-Sainz, 2006, proporciona información sobre los eulogios en relación con las descripciones del Parnaso desde los clásicos hasta el siglo XVII. Gómez Moreno también habla de los panegíricos a grandes hombres coetáneos insertados entre las biografías míticas del primer humanismo (Gómez Moreno, 1994, p. 227).

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dades clásicas y medievales, menciona a cantidad de personajes vivos en la época, tanto conocidos del autor, como amigos y mecenas15. Machiavelli, en sus comentarios, dejó traslucir el eco social que tuvieron estas estrofas. Aparentemente el autor se granjeó el encono de los no mencionados. La reacción de Machiavelli cuando vio que no se encontraba incluido en el elenco de Ariosto fue bien expresiva: «He leído el llamado Orlando furioso de Ariosto, y ciertamente todo el poema es bello (...). Si te lo encuentras, dale recuerdos míos, y dile que sólo me duelo de que, habiendo recordado a tantos poetas, me haya dejado fuera como a un majadero»16. Al ser los recordados contemporáneos, el tradicional debate entre antiguos y modernos, se concretó en una pugna entre los mencionados y los omitidos. En España se relanzó el género por medio de la traducción del Orlando furioso (1549) de Jerónimo de Urrea, quien añadió varias estrofas que alababan a autores españoles vivos. Más tarde Gil Polo, en su «Canto de Turia» en la Diana Enamorada (1564), continuó con la tradición. Se ha dicho que entre el encomio de Urrea y el de Gil Polo se ha de insertar el de Nicolás Espinosa, quien en su Segunda parte de Orlando (Zaragoza 1555) hace que el río Turia elogie a «los escritores y personajes ilustres nacidos en su ribera». Menéndez Pelayo también señaló a Claudiano y Montemayor como antecedentes del «Canto de Turia»17. Estos autores, entre otros, revitalizaron un género literario que buscaba crear un entorno favorable para la obra del autor en su relación con las cúpulas del poder y el mecenazgo. El «Canto de Calíope», de hecho, crea una imagen efectiva de la importancia que tiene en las sociedades estamentales la cercanía a la fuente de poder y, todavía más en este caso, la proximidad o incluso pertenencia a los círculos con influencia intelectual18. Las academias

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Ver las estrofas 2920-2934, de Ariosto, Orlando furioso. Ascoli y Kahn, 1993, p. 1. Los autores indican que la cita en italiano proviene de Michiavelli, Lettere, carta nº 170, fechada el 17 de diciembre de 1517. Ver Ascoli y Kahn, 1993, p. 383. 17 Ver Gil Polo, Diana enamorada, p. XXX. Por otro lado, otros encomios llegarán más tarde como: La casa de la memoria de Vicente Espinel, Viaje de Sannio de Juan de la Cueva, El laurel de Apolo de Lope de Vega. 18 En una sociedad estamental donde la asignación de recursos se realizaba por medio del clientelismo «cada individuo se definía en función de la distancia que le separaba de las esferas de prestigio y poder», «los cenáculos formados por las 16

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ficticias, como las representadas allí, podían ofrecer las mismas ventajas que los auténticos cenáculos para el escritor que aspirara a la promoción social, sobre todo si se trataba de un escritor novel. Es difícil, sin embargo, decidir hasta qué punto predomina la pura estrategia de la citación sobre la sincera admiración por el saber19. Ambos aspectos probablemente sean inseparables tanto en el género del encomio, como en el «Canto de Calíope», al igual que en la vida de las academias. Otra característica es que el criterio de selección de los ingenios es enciclopédico. El catálogo bibliográfico del centenar de ingenios mencionados en el Canto contiene obras épicas, devotas, morales, místicas, tratados sobre la lengua, sobre el arte epistolar, historiografía, cirugía, arte militar, legislación, esgrima e, incluso, obras de arqueología. La escritura sobre estas disciplinas en lengua vernácula es típica de la avanzada intelectual que busca la hegemonía de su propia lengua nacional en Europa. Dentro del debate entre tradicionalistas opuestos a los cenáculos y los modernos miembros de las academias, los ingenios de Calíope son un indicador de asociaciones intelectuales que buscaban ampliar el horizonte intelectual en la lengua vulgar nacional. Este proceso de enriquecimiento venía acompañado de una cierta desestructuración de los campos y discursos del conocimiento para hacer espacio a nuevos códigos del saber20. En parte, esta desestructuración del discurso intelectual tradicional pasa por un reavivamiento del culacademias, justas y certámenes literarios representaron para muchos poetas, reconocidos o no, espacios idóneos para el desarrollo de sus aspiraciones de promoción social» (Bègue, 2007, p. 23). 19 Respecto a este punto hay varias opiniones. Como ya indicó La Barrera, Cervantes quería hacerse notar por medio de sus encomios en La Galatea. De Armas considera que este fenómeno tiene que ver con la propaganda y popularización de las obras de una red de escritores; amén del interés en la canonización de las obras del grupo intelectual al que pertenece el escritor (De Armas, 2004, pp. 170-171). Por otro lado, indica Josep Lluís Canet respecto al interés y el estudio en la Academia de los Nocturnos: «Aprendizaje literario, pues, que se demuestra imprescindible en una sociedad cuya clase dirigente, la nobleza, en su intento de imitar al perfecto cortesano, lo incluye como elemento integrante del ocio y de las fiestas, posibilitándole además alcanzar fama y renombre. El afán que los une [a los académicos] no es el alcanzar una educación integral y humanística, sino conseguir las bases para desenvolverse con soltura en un sociedad cada vez más elitista, que hace del fasto y la fiesta casi el único motivo de su existencia» (Canet, 1993, p. 124). 20 Rodríguez, 1993, p. 51.

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tivo del optimismo enciclopédico renacentista dentro de la moralidad postridentina21. El encomio de Calíope, por tanto, da cuenta de posibles círculos académicos donde se acumulaba una forma de saber enciclopédico más allá de las disciplinas y las universidades. El carácter multifacético de la producción de estos ingenios es uno de los baldones que ha caído habitualmente sobre el Canto. Pero, el discurso del saber enciclopédico es una expresión poshumanista de «optimismo antropocentrista» del Renacimiento que culminará en la creación de la Enciclopedia Francesa y los diccionarios de las lenguas francesa y española, entre otros22. De hecho, Ariosto, como Urrea y Gil Polo, había amalgamado una serie de literatos, traductores, militares, escritores, médicos y eruditos de todo tipo en sus respectivos encomios. Esta acumulación de todo un abanico de profesiones dentro de un mismo poema, también refleja la extrema flexibilidad de ciertos líderes culturales y de la sociabilidad de los cenáculos. No es solo que las academias se formaran alrededor de todos estos saberes, sino que insignes personajes de la vida cultural contemporánea realmente abarcaban un significativo número de las disciplinas, como una forma de cultivar una intelectualidad bastante alejada de las maneras medievales. Otra característica del Canto concierne a las profesiones de los ingenios mencionados y a la función divulgativa de las asociaciones de intelectuales23. Los datos recopilados en las notas biográficas de las ediciones de La Galatea no arrojan grandes sorpresas respecto de los patrones laborales de la época. Las categorías profesionales más abundantes, de por sí muy vinculadas a la escritura, son las de clérigo, secretario y funcionario. Es remarcable que los soldados cultivadores de la lengua patria son mucho más numerosos de lo que la crítica ha considerado hasta ahora. Avalle-Arce en las notas a su edición de La Galatea indica que las alabanzas a los soldados-poetas se encuentran en los primeros ocho ingenios: «don Luis de Vargas Manrique: v. supra, I, p. 12, n. 1. Termina aquí el elogio de los poetas soldados». Sin

21 Sobre lo referente a la influencia de la moral postridentina en las funciones y temas de la Academia de los Nocturnos, ver 1993, pp. 98-102, 122-124. 22 Ver Egido, 1985, pp. 85-86; Rico, 1985, p. 133; Rodríguez, 1993, p. 39. 23 Ver los comentarios respecto a las profesiones de los miembros de la Academia de los Nocturnos en el artículo de Sirera, 1993, pp. 159-170.

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embargo, una treintena de ellos fueron en algún momento de sus vidas soldados profesionales, lo cual recuerda que Calíope, la musa de la épica, alaba los hechos y obras de un grupo intelectual donde un treinta por ciento, por lo menos, fue soldado en diferentes partes del imperio 24. La abrumadora presencia de soldados poetas no puede sorprender dado que este es un tipo habitual en la época, además de que Miguel de Cervantes y Diego de Hurtado de Mendoza encarnaron impresionantes imágenes del ideal del soldado-poeta del Quinientos. Asimismo, concurren representantes de las lucrativas carreras médica y jurídica, que se encontraban en el proceso de profundos cambios epistemológicos que darán lugar a la nueva ciencia y a los nuevos regímenes jurídicos. A la vez, se incluyen diversos tipos de académicos, como por ejemplo algún matemático y varios filólogos. A los frecuentadores de estos cenáculos de alterne académico se les ofrecía el acceso al conocimiento divulgado en ellos, dice Crochane, pero aquí se arguye que también les proporcionaba una plataforma social dentro de una sociedad rigurosamente estratificada25. De hecho, cincuenta y ocho de los ingenios mencionados por Calíope no eran literatos de profesión. La presencia de esta casi sesentena de desconocidos y aficionados a la escritura evidencia que la profesionalización de los escritores todavía no se había generalizado en la década de 1580; además de ser un rasgo que indica la preeminencia de la sociabilidad académica sobre la productividad, o la profesionalidad, en el Canto. El «Canto de Calíope» es un encomio a ingenios que escriben en lengua vernácula castellana, en la mayor parte de sus obras, dentro de un libro que contiene un claro mensaje de política lingüística nacional. Este tipo de elencos encomiásticos también servía para sancionar la excelencia de los escritores en lengua vernácula dentro del proceso de construcción de una nación monolingüe. De hecho, es posible que el «Canto de Calíope» fuera imitado en otros países con una política lingüística similar26. Aunque el caso de las academias españolas 24

Avalle-Arce, 1961, p. 192. En general sobre los soldados-poetas, ver los trabajos de Ernst R. Curtius, 1990; Peter Russel, 1969, y Anne J. Cruz, 2002, entre otros. 25 Crochane, 1985, p. 25. 26 El retrato lingüístico o plástico de grandes personajes contemporáneos, y antiguos, forma parte del género biográfico de utilidad para las alabanzas de la patria: «No es una casualidad que, en el terreno de las artes plásticas, la principal

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se va a traer a colación, al igual que los pasos dados hacia el canon nacional por Nebrija, Garcilaso de la Vega, Ambrosio de Morales, entre otros, ahora se discutirá brevemente un caso posterior a Cervantes y en una propuesta política diferente y en competición tanto con el castellano como con el italiano27. Tras la Fronda, en 1655, el cardenal Mazarino encargó una relación de los bons auteurs en la lengua francesa. Los encargados de decidir quiénes eran las buenas plumas del reino francés fueron dos escritores profesionales Costar y Ménage. Redactaron tanto la Mémoire des gens de Lettres célèbres en France, como la lista titulada la Mémoire des gens de Lettres célèbres dans les pays étrangers. Ambas listas muestran el espíritu multidisciplinar de la política lingüística francesa. El objetivo de estas listas es mostrar que, igual que en el «Canto de Calíope» en España, la producción en lengua francesa sobresale en numerosos campos del saber. Alain Viala hace un gran esfuerzo por presentar este momento evolutivo hacia la especialización de las academias como un fenómeno francés, ignorando las academias españolas. Sin embargo, sus datos sobre las mémoires encargadas por Mazarin contradicen su tesis. No le queda más remedio que enfrentarse con el hecho de que Costar y Ménage están presentando un parnaso enciclopédico, cuando en Francia ya, según su tesis, se habría dado en 1655 un importante paso hacia la modernización de estas instituciones del saber, cifrada en la especialización académica. La explicación de Viala es que en esta selección de los bons auteurs se ven fluctuaciones entre los dos sistemas clasificatorios (enciclopédico y especializado)28. Existían dos posibilidades entre las que estas asociaciones debían de escoger. Un primer novedad sea el retrato tanto en pintura como en escultura; en efecto, gracias a la palabra o a la imagen se recuperaba un género clásico característico que comportaba un claro mensaje: la exaltación de la patria por medio del elogio a sus grandes hombres del pasado, lejano o próximo, y de su propia época» (Gómez, 1994, p. 228). De esta forma se puede crear una genealogía que confiere y explica la autoridad de la patria y de su proyecto. 27 En poco más de medio siglo se produjeron grandes avances en la construcción del canon de autores. Para Nebrija el buen uso de la lengua de los autores en castellano es un proyecto, para Garcilaso de la Vega todavía no existe nada escrito en castellano que no se pudiera «muy bien excusar», para Morales existe un grupo muy reducido de buenos y morales escritores. Ver los datos que dan Rico, 1985, p. 137; Ruiz Pérez, 1991, p. 130 y 1987, pp. 39-43. 28 Viala, 1985, p. 252.

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tipo de academia se fundamentaba en un modelo humanista del saber enciclopédico. Un segundo discriminaba entre las letras, las artes y las ciencias, debido a que son disciplinas del saber distintas29. Con el tiempo las academias profesionales prevalecerían sobre las enciclopédicas, pero el proceso no fue ni homogéneo ni tampoco sincrónico. Aunque Viala afirme que el proceso de transformación desde la academia enciclopédica a la especializada se produjo en Francia entre los años 1620 y 1666, el proceso no debió de ser tan claro30. Más bien, entre 1585 y 1655, según las listas de Cervantes y Costar-Ménage, los criterios de selección de los buenos autores o los ingenios en castellano y francés no variaron sustancialmente. Además los repertorios franceses tienen también una finalidad política equivalente a la política lingüística sobre la hegemonía del castellano en La Galatea. En Francia, se trata de mostrar o alcanzar la hegemonía cultural frente a las lenguas clásicas y las otras lenguas vernáculas europeas, incluido el castellano31. La prueba de que la situación no había cambiado tanto y de que incluso el «Canto de Calíope» podría haber sido una inspiración para estos elencos en Francia es que los escritores de las memorias de Costar y Ménage cultivan las mismas disciplinas que los ingenios del Canto setenta años antes, a excepción de la geografía y la genealogía (Cuadro 3). Entre los inventarios de Costar-Ménage y el encomio de Cervantes existe una similitud que va asociada a la doble función de este género: ambas enumeraciones dan una imagen global de quiénes son los «buenos autores» en sus lenguas respectivas; al igual que reflejan una oportunidad o un deseo de mejorar sus conexiones en el mundo intelectual por medio del inevitable compromiso asociado al proceso selectivo.

29

Velasco, 2000, pp. 45-46 y Viala, 1985, pp. 24-25. Viala, 1985, pp. 25-29. Ver Velasco, 2000, para lo concerniente al final del siglo XVII y la primera mitad del XVIII en España. 31 No obstante, también se ha dicho que «el factor que distingue con más claridad la defensa del vulgar llevada a cabo en el Renacimiento español de la que tuvo lugar en la península itálica y que lo adelanta en casi medio siglo al fenómeno francés, es el estrecho paralelismo que los hombres de finales del siglo XV y principios del XVI contemplaron entre la lengua y el estado nacional. Así, la defensa e ilustración del castellano se convirtió en algo más que la reivindicación de la lengua vulgar. Era la manifestación de una voluntad de lengua nacional, pilar básico de la nueva concepción de “patria”» (Ruiz, 1991, p. 113). 30

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EN

EL

1584 «CANTO DE CALÍOPE» CERVANTES

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· Los que escriben bien en español · Los traductores · Los poetas españoles (incluyendo a portugueses y americanos) · Los poetas latinos · Los historiadores · Los eruditos · Los filólogos · Los escritores de obras devocionales · Los matemáticos · Los médicos · Los anticuarios · Los jurisconsultos

EN

LA

1655 MÉMOIRE DE COSTAR

· Los que escriben bien en francés · Los traductores · Los poetas franceses · Los poetas latinos · Los historiadores · Los eruditos · Los filólogos en lenguas orientales, latina y griega. · Los teólogos. · Los matemáticos · Los médicos · Los anticuarios · Los jurisconsultos · Los geógrafos · Los genealogistas

Cuadro 3. Géneros cultivados en los elencos de Cervantes y Costar32 El proyecto de política lingüística del «Canto de Calíope» coincide con las intenciones de La Galatea en su totalidad: extender el uso de la lengua castellana y sus publicaciones. Las transformaciones de la lírica petrarquista son una posible explicación del surgimiento de cantidad de obras que tienen objetivos similares a los del «Canto»: encomiar a un elenco de intelectuales contemporáneos del autor y ensalzar la lengua nacional33. Cervantes, en el prólogo de La Galatea, apela a 32 Los datos concernientes a Cervantes provienen de mi propia elaboración de las notas biográficas en múltiples trabajos académicos.Ver Cayetano de La Barrera (1863), James Fitzmaurice-Kelly (1903), Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla (1914), Juan Bautista Avalle-Arce (1961), Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood (1985) y la edición de Francisco López Estrada junto con M.T. García-Berdoy (1995). Los datos de Francia provienen de Viala, 1985, p. 248. 33 El agotamiento de los modelos puramente petrarquistas hacia 1580 hizo que los poetas exploraran caminos no tan trillados como el «ensalzamiento de los

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la conciencia de sus contemporáneos para despertarles el remordimiento de no contribuir a la construcción de una lengua nacional con las obras que ya tienen escritas, las cuales, pese a ser más meritorias de la estampa que la suya, nunca se han puesto en las prensas de los editores: De más de que no puede negarse que los estudios de esta facultad (en el pasado tiempo, con razón, tan estimada) traen consigo más que medianos provechos, como son: enriquecer el poeta considerando su propia lengua, y enseñorearse del artificio de la elocuencia que en ella cabe, para empresas más altas de mayor importancia, y abrir camino para que, a su imitación, los ánimos estrechos, que en la brevedad del lenguaje antiguo quieren que se acabe la abundancia de la lengua castellana, entiendan que tienen campo abierto, fértil y espacioso, por el cual, con facilidad y dulzura, con gravedad y elocuencia, pueden correr con libertad, descubriendo la diversidad de conceptos agudos, graves, sotiles y levantados que en la fertilidad de los ingenios españoles la favorable influencia del cielo con tal ventaja en diversas partes ha producido y cada hora produce en la edad dichosa nuestra; de lo cual puedo ser yo cierto testigo, que conozco algunos que, con justo derecho y sin empacho que yo llevo, pudieran pasar con seguridad carrera tan peligrosa. / Mas son tan ordinarias y tan diferentes las humanas dificultades, y tan varios los fines y las acciones, que unos, con deseo de gloria, se aventuran; otros, con temor de infamia no se atreven a publicar lo que, una vez descubierto, ha de sufrir el juicio del vulgo34.

Esta alabanza de la abundancia del castellano, pertenece a una tradición de similares esfuerzos lingüísticos para justificar el uso del vulgar toscano, hechas por Bembo, Varchi y otros35. Esta arenga lingüística para ver más publicaciones en castellano puestas a luz de todos no solo propios poetas amigos» además de la «celebración de los asuntos épico-patrióticos y mitológicos» (Núñez, 2001, pp. 33-34). En relación con el tema de la política lingüística, hay que mencionar la presencia de las lenguas clásicas en el «Canto de Calíope». La tensión entre las lenguas vernáculas y la autoridad de las lenguas clásicas es un signo distintivo del humanismo que se ha conectado, por un lado, con el ‘pulso’ entre las lenguas vernáculas y las clásicas, y, por otro, con la pugna entre las lenguas locales por la hegemonía cultural en Europa (Gómez, 1994, pp. 109-132). 34 Cervantes, La Galatea, pp. 156-157, énfasis mío. 35 Ver López, 1952, p. 169.

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aparece en la introducción de La Galatea, sino que tiene su continuación dentro del libro sexto durante las exequias fúnebres a uno de los mayores humanistas castellanos, Don Diego Hurtado de Mendoza, por boca del clérigo que dirige la reunión. En la defensa de la lengua que el sacerdote Telesio hace en el sexto y último libro de La Galatea, para los pastores-soldados-poetas, se vuelve a evocar el tema principal de la defensa de la lengua castellana36. El alcance de esta invectiva sobre la cuestión de la lengua castellana se podría minimizar al considerar que se trata de un topos habitual en los libros en lengua vernácula de la época37. Pero la arenga cervantina en «Al curioso lector» adquiere relevancia al contemplarla como fondo sobre el que se va a construir el impresionante panorama de lo que los ingenios del Canto escribieron, y que numerosos de ellos publicaron. Cervantes da testimonio del esfuerzo intelectual de primer orden que animaba los cenáculos de Madrid, Valladolid, Salamanca, Valencia, Nueva España, Sevilla y Granada, dentro del cual él mismo se quiere ver insertado como un ingenio prominente y bien conectado. A la vez que deja entrever que el «curioso lector» de su introducción sería en ocasiones el frecuentador de cenáculos, justas poéticas y academias en las que Cervantes quería dar cuerpo a su carrera literaria, esa «carrera tan peligrosa» que es la del escritor, tal y como la describe en la introducción de La Galatea38.

36 «Dígoos esto, amigos míos, porque de aquí adelante con más fervor y diligencia acudáis a poner en efecto tan santa y famosa obra, pues ya veis de cuán raros y altos espíritus nos ha dado noticia la bella Calíope (...) por tan verdadera relación cuán grande es el número de los divinos ingenios que en nuestra España hoy viven, porque siempre ha estado y está en opinión de todas las naciones extranjeras que no son muchos, sino pocos, los espíritus que en la ciencia de la poesía en ella muestran que le tienen levantado, siendo tan al revés como se parece, pues cada uno de los que la ninfa ha nombrado al más agudo extranjero se aventaja (...) los insignes y claros ingenios que en ella se aventajan, con la poca estimación que de ellos los príncipes y el vulgo hacen, con solos sus entendimientos comunican sus altos y extraños conceptos sin osar publicarlos al mundo.Y tengo para mí que el Cielo debe ordenarlo de otra manera (...) será bien que, haciendo lo poco que nos falta para cumplir nuestro intento, cada uno se vuelva a su cabaña o al aldea llevando en la memoria lo que la musa nos deja encomendado» (Cervantes, La Galatea, pp. 590-591, énfasis mío). 37 Porqueras-Mayo, 1981, pp. 76-77. 38 Cervantes, La Galatea, pp. 156-157.

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Este conjunto de intelectuales que cultivan varios campos del saber, que desarrollan un abanico de carreras profesionales y que habitan incluso en continentes diferentes, no solo son contemporáneos y tienen la hegemonía del castellano como denominador común, sino que además todos honran el trabajo intelectual de un mismo ingenio ya fenecido Diego Hurtado de Mendoza. Es alrededor del mecenas, presente bajo la máscara de Meliso, que se construye todo el final de La Galatea, que es básicamente un homenaje a su labor poética39. Estos círculos intelectuales mencionados por Calíope aparecen en la ficción al hilo de las exequias fúnebres de un diplomático, soldado, poeta, coleccionista, políglota, traductor e intelectual polémico por sus ideas contrarias al tomismo, por su crítica historiográfica y por sus sátiras. Diego de Hurtado de Mendoza ocupa así el centro del «Canto de Calíope», constituyendo una encarnación de este espíritu enciclopédico de los cenáculos: «don Diego no era solamente diplomático, embajador a Londres, Venecia y Roma, gobernador-general de Siena y administrador naval; era también poeta, novelista, satirista, traductor de Aristóteles e historiador»40. También fue coleccionista de antigüedades, libros y manuscritos, además de políglota y soldado. Él solo parece un auténtico compendio del espíritu enciclopédico del círculo de Calíope. Si, como se ha indicado anteriormente, los elencos y encomios de ingenios en lenguas vulgares tenían una motivación política tanto en España como en Italia y Francia, es lícito preguntarse cuál es la filiación entre las políticas cultural y lingüística de Cervantes y Hurtado de Mendoza. El trabajo desarrollado por Hurtado de Mendoza ofrece una respuesta para la pregunta más acuciante a la vista de las complejas implicaciones políticas del género del encomio a los contemporáneos. Pese a las negativas consecuencias que esto traería para su futura carrera en la corte, Hurtado rechazó el tomismo medieval y su aplicación en el currículo de las universidades del Renacimiento y en el Concilio de Trento41. Se conoce bien su actividad satírica en la corte 39

Finello, 2008, pp. 77-78. Darst, 1983, p. 282. 41 Hurtado de Mendoza mantuvo un debate público contra los puntos de vista de los neotomistas en Trento. Su oponente, De Soto, tomista a ultranza y futuro confesor de Felipe II, habría engendrado suficiente encono contra Mendoza como para convertirse en su enemigo (Spivakovsky, 1970, pp. 39, 143-144). 40

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de Felipe II, y alguna sátira podría haber sido, de hecho, la razón de su enemistad con el rey Felipe y del exilio resultante. Respecto de su trabajo como historiador, Hurtado propone una historiografía rigurosa alejada del encomio y del clientelismo. Como resultado de la aplicación de sus teorías historiográficas, su libro sobre esta guerra interna en las Alpujarras no fue publicado durante su vida42. Su colección de manuscritos y libros incluía todo tipo de obras en variadas lenguas, reflejando su curiosidad insaciable de humanista, políglota y coleccionista. Estas joyas pasaron a enriquecer la biblioteca de Felipe II en el Escorial, donde cazadores de libros, como Ambrosio de Morales, a las órdenes del monarca habían acumulado una cantidad ingente de obras valiosas. ¿Qué gana Cervantes enfatizando su filiación intelectual con este polémico Hurtado de Mendoza? ¿La alabanza de la obra poética de un Mendoza fallecido es de interés para un autor novel como Cervantes? ¿Es la obra poética de Mendoza de relevancia suficiente como para merecer que se le dedique el último libro de La Galatea? O ¿tal vez sea cierto que tremolar colecciones de nombres ilustres, como Mendoza, podía aportar a Cervantes capital simbólico en su incipiente carrera literaria? Para responder a estas preguntas, en vez de analizar las referencias a los cien ingenios, voy a centrarme en dos de los personajes que participan en las exequias fúnebres: Diego Hurtado de Mendoza y Ambrosio de Morales. Existe un armazón en el que reposa el conjunto del «Canto de Calíope» dándole un significado social: Cervantes recrea unas exequias fúnebres a un famoso humanista, Diego Hurtado de Mendoza, caído en desgracia, las cuales son oficiadas por un conocido sacerdote del mundo intelectual del siglo XVI, Ambrosio de Morales. Alrededor del sepulcro cantan cuatro pastores. Los intelectuales encomiados por Calíope trabajan en varios campos del saber, se ocupan en diferentes carreras profesionales, habitan en continentes diferentes, son contemporáneos de Cervantes y comparten una política lingüística donde el castellano es la lengua hegemónica; pero, además de todo esto, todos honran el trabajo intelectual de Mendoza, en otra epístola, muestra su pesar por el enfrentamiento con el que a la vuelta de los años sería el confesor del rey Felipe. Por esto, entre otras razones, Mendoza llegó a encarnar las disensiones y descontentos de toda una generación (Spivakovski, 1965, pp. 311, 322-323). 42 Darst, 1983, pp. 282-283.

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un mismo pastor ya fenecido: Meliso, la máscara pastoril de Diego Hurtado de Mendoza43. Respecto de la conexión entre Cervantes y Diego Hurtado de Mendoza, el propio texto elabora especulaciones sobre su relación. El sacerdote Telesio, durante la celebración de las exequias fúnebres, les pide a dos pastores, junto con los cuales va Lauso, que se posicionen junto a la tumba con sus instrumentos, ya que tuvieron gran familiaridad con Hurtado de Mendoza. Lauso es amigo de dos amigos y familiares de Don Diego, según Telesio. Históricamente no se tienen pruebas fehacientes de que Cervantes tuviera amistad con Diego Hurtado de Mendoza, pero esta proximidad gracias a terceros, mencionada por Telesio, se corresponde también con el hecho de que dos familiares del diplomático Hurtado de Mendoza se cruzaron en la vida de Cervantes. Cuando zarpó en la galera Sol rumbo a España en 1575, el virrey de Nápoles era Íñigo López de Mendoza, sobrino de don Diego. Asimismo, en el «Canto de Calíope» se alaba a un hijo de este virrey, llamado Francisco de Mendoza44. Erika Spivakovsky sugiere otra alternativa: sería posible que Cervantes hubiese tomado parte en la Guerra de Granada con Diego Hurtado de Mendoza, o en una de sus campañas45. Otra línea de especulación es que Diego Hurtado de Mendoza y Cervantes hubiesen entrado en contacto por la intermediación del napolitano Bernardino Telesio, a quien se ha querido identificar con el sacerdote Telesio dentro de La Galatea46. No obstante, bastaría con considerar que la conexión entre Cervantes y Hurtado de Mendoza es una filiación de tipo intelectual, al igual que refleja el deseo de Cervantes de pertenecer al distinguido grupo de intelectuales que, a su parecer, otorgan al castellano la hegemonía cultural en Europa frente a las lenguas clásicas y el toscano. Hurtado de Mendoza parece una recolección del espíritu enciclopédico del círculo de Calíope47. Sin embargo, también simbolizaba la hete-

43 Respecto a la tradición literaria de las intervenciones de la musa Calíope, ver Vélez-Sainz, 2006, pp. 42-43, 57. 44 Sánchez, 1973, p. 11; Cervantes, La Galatea, p. 640. 45 Spivakovski, 1970, p. 388. 46 Márquez, 1995, pp. 191-193. 47 «don Diego no era solamente diplomático, embajador a Londres,Venecia y Roma, gobernador-general de Siena y administrador naval; era también poeta, novelista, satirista, traductor de Aristóteles e historiador» (Darst, 1983, p. 282).

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rodoxia renacentista en los tiempos de la Contrarreforma y la poética de una generación anterior a la de Cervantes, Laynez y Figueroa. En cierta forma, Mendoza por medio de su incesante actividad humanista portó el estandarte de la inquietud intelectual dentro de la España de la Contrarreforma. El hecho de que Cervantes rinda honores a este humanista de dudosa ortodoxia, de recalcitrante libertad de espíritu, sospechoso de malversación de fondos y de criticar los negocios de la corte, indica un alto nivel de compromiso político y social. Sin embargo, no creo que esto se deba de llevar hasta la asimilación de Cervantes con las facciones cortesanas y las intrigas palaciegas del reinado de Felipe II. De hecho, existe una tremenda lejanía entre Diego de Hurtado de Mendoza y Cervantes tanto generacional, como espacial y estamental. Sí, los une, sin embargo, el impulso de renovación intelectual que ambos preconizaron y que también surge en otros intelectuales del Canto. Cervantes, por lo tanto, retrata una colección de intelectuales a los que dedica una estrofa por boca de la musa Calíope, siendo el mayor de todos Diego Hurtado de Mendoza desde la distancia de una elegante remembranza. Una característica del coleccionismo, que toma tantísimo auge en el siglo XVI, es la separación entre el objeto y su función primaria48. El objeto desenraizado por el hecho de alejarlo de su función original adquiere un simbolismo que habría sido imposible de justificar en su entorno original. La acumulación de nombres, al igual que la acumulación de citas y referencias, forma parte de un espíritu coleccionista, que en definitiva habla de la ansiedad del propio autor por justificar sus puntos de vista. En este caso, Cervantes busca justificar su arenga sobre las excelencias del castellano como lengua de alta cultura, al igual que él mismo se sitúa en el centro de este movimiento. Desenraizando la imagen de Hurtado de Mendoza, a la vez que asociándola consigo mismo, se ubica en el centro de un movimiento cultural, en vez de permanecer en su periferia. Este tipo de coleccionismo literario tuvo un gran eco en la república de las letras a la hora de confirmar y sancionar las carreras literarias tanto de los aludidos, como de los omitidos, al igual que daba También fue coleccionista de antigüedades, monedas, libros y manuscritos, además de políglota y soldado. Por otro lado, sus vastos conocimientos lingüísticos le permitieron tener un taller de paleografía donde se analizaban las inscripciones arqueológicas (Montoro, 2008, p. 153). 48 Ver Clifford, 1993, p. 61.

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testimonio de camaraderías y discordias, y en el mejor de los casos ofrecía oportunidades para proyectar una carrera literaria hacia un futuro más prometedor. Como no podía ser de otra manera en un autor novel, su ansiedad le lleva a buscar en la generación anterior un apoyo, a la vez que él mismo se sitúa en el centro del nuevo movimiento literario. Cervantes es un extraño, un foráneo, a la vez que un miembro de la república de las letras dibujada en La Galatea, con una firme voluntad de crear su propio espacio por medio de su asociación con el nombre de Diego Hurtado de Mendoza. Pero la voz que interpreta todo el esfuerzo intelectual de los numerosos escritores del «Canto de Calíope», que ayudaron a crear una lengua culta de proyección internacional, y que da sentido a este impulso coleccionista de Cervantes, es la de Telesio; y sus opiniones coinciden con la política cultural de la arenga en la introducción de La Galatea. Ahora bien, ¿quién es Telesio? Si la mención de Hurtado de Mendoza tiene sentido en cuanto que nombre coleccionable, ¿puede la presencia de un sacerdote llamado Telesio ayudar a comprender las ganancias simbólicas de esta tremenda acumulación de nombres que es el «Canto de Calíope»? Según el texto de La Galatea. Se trata de un viejo sacerdote que tiene un gran ascendiente sobre Cervantes, Figueroa y Laynez, al mismo tiempo que respeta a Diego Hurtado. Son fundamentales los hechos de que está vivo, que es el exégeta del mensaje transmitido por Calíope a los pastores-soldados-poetas y que está genuinamente comprometido con el desarrollo cultural de la lengua vulgar en Castilla. Todas estas características encajan con Ambrosio de Morales, quien fue sacerdote, maestro de Figueroa, tuvo gran importancia en la obra de Cervantes, escribió un discurso en defensa de la lengua castellana y se sentía muy orgulloso de tener una gran amistad y aficiones comunes con Diego Hurtado de Mendoza, por ejemplo, la historiografía, la paleografía, la arqueología y la numismática49. El humanista Ambrosio de Morales, además de arqueólogo, historiador, cronista del rey y sacerdote, enseñó en Alcalá, en calidad de catedrático de retórica en la universidad de Alcalá de Henares y escribió dos versiones de su Discurso sobre la lengua castellana (1546 y 1586)50. 49

Sobre estas actividades ver Sánchez, 2002. Existen dos versiones de este discurso. La primera fue publicada por Brocar, 1546 (Obras que F. Cervantes de Salazar ha hecho, glosado y traducido. Brocar: Alcalá 50

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Morales mantuvo una estrecha relación con varios de los ingenios mencionados en La Galatea. Tuvo una amistad intelectual con Diego Hurtado de Mendoza (Meliso), a quien alababa en uno de sus libros. Fue profesor de Francisco de Figueroa (Tirso) en Alcalá de Henares51. Por lo menos, otros diez ingenios del «Canto de Calíope» fueron alumnos de la Universidad de Alcalá o publicaron en Alcalá, en concreto Alonso de Ercilla, Francisco Campuzano, Francisco Garay, Francisco Díaz, Marco Antonio de la Vega, Benito de Caldera, Francisco Guzmán, Gonzalo Gómez de Luque. La labor historiográfica de Morales fue una fuente fundamental del tratamiento, en La Numancia, de la conquista de Iberia por los Escipiones52. Morales, como padre de la arqueología española moderna, tuvo siempre un gran deseo y de Henares, 1546); la segunda por Ramos Bejarano, 1586 (Obras de Maestro F. Pérez de Oliva con algunas de Ambrosio de Morales. Ramos Bejerano: Córdoba, 1586). Hay una tercera combinación de las dos anteriores, a cargo de Sancha, 1772 (Cervantes de Salazar, Francisco. Obras. Ed. F. Cerdá y Rico. Madrid: Sancha, 1772). El artículo de Scorpioni, 1977, reproduce las tres versiones y hace un estudio comparativo de sus contenidos. 51 Maurer, 1988, p. 25. «Francisco de Figueroa quien, como antiguo discípulo de Ambrosio de Morales, debía haber frecuentado el prestigioso Studio de este destacado profesor. Debido a sus cualidades morales, su gran conocimiento y su dedicación a la enseñanza, los servicios de Ambrosio Morales eran requeridos por los notables y los ricos, que ponían a su descendencia bajo su cuidado. La lista de pupilos que él reconoce, o que le reconocieron como mentor, incluye algunos de los nombres más famosos de España e Italia: don Juan de Austria (hijo ilegítimo de Carlos V), el príncipe don Carlos y su primo Alejandro Farnesio (era Alessandro Farnese, nieto de Carlos V y nieto de su homónimo, el Papa Pablo III), y don Bernardo de Rojas y Sandoval, el famoso cardenal y obispo de Toledo» (Rossi, 1993, p. 221). 52 «Los historiadores del teatro de Cervantes (...) concuerdan en que la fuente principal de su tragedia es la continuación por Ambrosio de Morales de la Crónica general de Florián de Ocampo, o sea Libro VIII de La Crónica general de España. Que continuaua Ambrosio de Morales… Prosiguiendo adelante de los cinco libros, que el maestro Florián de Ocampo… dexo escritos (Alcalá de Henares 1573)» (MacCurdy, 1977, p. XV). Respecto de la importancia de la labor historiográfica de Ambrosio de Morales, ver King, 1979, p. 203 y Kagan, 1995, pp. 77-83. Este último subraya el sesgo nacionalista de su obra como cronista del rey, enfatiza la Reconquista e ignora Al-Andalus, ya que pretende dar un fondo histórico al éxito de España como líder de la Santa Liga y de Lepanto en 1571. Pese al talante nacionalista, católico y europeizante, Kagan informa de que Morales ayudó a la publicación de la obra de Gerónimo de Zurita que ensalza una perspectiva regionalista de los hechos de la Corona de Aragón.

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ansiedad por viajar a Italia, al igual que Cervantes. Sin embargo, por supersticiosos miedos a ahogarse, nunca pasó a Italia pese a estar ya en el muelle abordando el barco que lo llevaría a la cuna de la arqueología, la numismática, la gramática humanista y la historiografía modernas. Morales se tuvo que conformar con vivir Italia en sus libros, investigaciones y en sus conversaciones con viajeros. Por último, Bernardo de Rojas y Sandoval, mecenas reconocido de Cervantes, fue uno de los ilustres alumnos de Ambrosio de Morales53. Por todas estas vías, tiene una gran relación con el círculo intelectual de La Galatea, y en especial con el de los pastores que rodean la tumba de MelisoHurtado de Mendoza, lo cual justifica que las opiniones de este humanista sobre la lengua castellana, en comparación con las de Cervantes, se analicen en detalle. La conexión entre las ideas del Cervantes en el prólogo de La Galatea y de Telesio en el «Canto de Calíope» se encuentra en las propuestas lingüísticas de Ambrosio de Morales y en sus ideas sobre la historiografía. Ambrosio de Morales, en su Discurso, explica cuáles eran los males de la lengua castellana y cuáles sus remedios. En las tres versiones existentes del Discurso, Morales maldice a los despreocupados españoles que no velan por la elegancia, precisión y contenido de la lengua: Diógenes, tomando en la mano un perfume muy oloroso, y gustando su suavidad, dixo: «mal ayan los hombres desonestos y afeminados, que por usar mal de cosa tan preciosa, han hecho que los hombres virtuosos no puedan honestamente gozar della». Mal ayan (podríamos también dezir con mucha razón los Españoles) quien aciviló tanto nuestra lengua, que se pierda el buen uso della, por estar mal usada, y como de esclavo infame nadie ose fiarse Della54.

Para Morales, esta desatención lleva a una enfermedad «incurable, y sin esperança de remedio», a no ser por los «hombres sabios» que ya indicaban con «su exemplo como avían de librar nuestra lengua de la miserable servidumbre»55. Morales confeccionó un canon de ‘sabios’

53 Asimismo, si del nombre «De Morales, Ambrosio» se toman las últimas sílabas de cada palabra se obtiene «Delessio», que tiene una asociación fonética con Telesio. 54 Scorpioni, 1977, p. 186. 55 Scorpioni, 1977, p. 186.

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donde enfatizaba la historiografía, el arte epistolar, los manuales de buenas maneras, la traducción y la filosofía, además de la lírica. En poco más de medio siglo, se habían producido grandes avances en la construcción del canon de autores, ya que para Nebrija el buen uso de la lengua de los autores en castellano es un proyecto, e incluso en tiempos de Garcilaso de la Vega todavía no existía nada escrito en castellano que no se pudiera «muy bien excusar». Sin embargo, para los tiempos de Ambrosio ya existía un grupo, aunque muy reducido, de buenos y morales escritores. Hacia 1546, Morales hace un mínimo, pero significativo, canon de estos «hombres sabios» que han escrito o escriben sobre una gran variedad de campos del saber. En historia clásica menciona a Pedro Mexía; a Florián de Ocampo por su trabajo en historia hispana. En el género epistolar trae a colación las cartas en estilo familiar de Hernando del Pulgar. De los libros de maneras cortesanas menciona la elegante traducción al castellano hecha por Boscán de El Cortesano en 1534. En el campo de la filosofía alaba los escritos de Venegas y de Pérez de Oliva (su tío, a la vez que tutor de Felipe II). En el terreno de la lírica, ensalza la poesía de Garcilaso que es mejor que la de los modelos italianos y viene enriquecida con la flor de los clásicos. Añade en 1586 la traducción de Consuelo de la filosofía de Boecio, las traducciones de Cervantes Salazar y la obra mística de fray Luis de Granada. En esta propuesta de canon de las letras castellanas resaltan varios puntos: lo multidisciplinar y la falta de ciertos géneros fundamentales para el renacimiento, como son los libros de caballerías, la ficción sentimental, la pastoral, la novella y la épica. Las ausencias en el canon de Ambrosio hacen pensar que se basa en criterios morales. En cambio, el canon del «Canto de Calíope» se basa en política lingüística y no en disquisiciones de educación moral y religiosa. Ambos, Cervantes y Morales, insisten en la importancia de producir obras en la lengua vernácula y los dos tienen en consideración variedad de géneros. Pero, al parecer Cervantes tenía un criterio humanístico muy amplio al realizar su retrato del mundo literario que le rodeaba, donde se recolectan los géneros o disciplinas que cultivaron los ingenios del «Canto de Calíope». La elección de Hurtado de Mendoza como homenajeado tiene sentido en cuanto que le hace adquirir el valor de un objeto coleccionable con el que Cervantes acumula prestigio literario y social. El caso

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de Ambrosio de Morales es similar. El capital simbólico acumulado por el coleccionista (Cervantes), quien separa inteligentemente los objetos (los genios envueltos en el «Canto de Calíope»), se convierte así en un acto de hegemonía lingüística y cultural, que otorga autoridad a Cervantes como recreador de la autoridad literaria, lingüística y cultural de los autores ‘coleccionados’ en su canto. Las evocaciones de amistad entre Cervantes y Diego Hurtado de Mendoza son muy parciales conforme a los contenidos de la teoría de la amistad, pero tienen sentido cuando se consideran en relación con los intentos de Cervantes de abrir un espacio desde el que forjarse un nombre conforme a su proyecto de carrera literaria en el nutrido mundo de las academias. Por otro lado, Cervantes no duda en usar una pretendida amistad para su beneficio. El interés personal tan presente en cómo Cervantes planea forjar su carrera literaria resulta muy moderno y, en los siguientes capítulos, se verá cómo estas representaciones parciales de la amistad aumentan en número y tono, dándonos la impresión de que existe una progresión en la obra de Cervantes hacia la desmembración crítica del tópico de la amistad masculina perfecta conforme sus expectativas de gozar privilegios y favores se desvanecían a lo largo de los difíciles años entre las publicaciones de La Galatea y de Don Quijote.

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CAPÍTULO 2 MARANDRO Y LEONCIO, LOS GUERREROS NO-VIRGILIANOS

Santissima cosa adunque è l’amistà Boccaccio, Decameron 10.8

En el análisis de La Numancia (1581-1589) la virtud de los personajes, la intención política de la obra y su género literario han sido tres temas estudiados en profundidad. En esta nutrida historia crítica de La Numancia, se aprecia que la cuestión de la amicitia ha sido poco frecuentada, pese a que las conexiones entre la virtud, la política, el género y la amicitia abren el texto a una nueva luz. La representación de la amistad en La Numancia en conexión con el género épico de la obra resulta paradójica, ya que lleva a preguntarse qué campo de la contienda es alabado por sus actos militares conforme a los contenidos de las parejas épicas de amigos, como Niso y Euríalo en la Eneida1. Mi interés en la exploración de la amistad en La Numancia proviene del desfase entre las representaciones de la amicitia en ambos campos de la contienda y los ideales de la camaradería en el ejercicio de las armas2. Además, el fracaso de la historia de los dos amigos en el caso 1

La Eneida ha sido considerada un subtexto de La Numancia por Johnson, 1981, p. 311; Canavaggio, 1977, p. 43 y De Armas, 1998, pp. 77-153, «porque ambos trabajos narran el nacimiento como un ave fénix de una nueva civilización de las cenizas de una ciudad devastada» (Simerka, 1988, p. 51). Por otro lado, Casalduero indica que este pasaje se modela según la historia de Euríalo y Niso en la Eneida (Casalduero, 1966, p. 265). Sabatino G. Maglione añade el modelo de Cloridano y Medoro en los canti XVIII-XIX del Orlando furioso (Maglione, 2000, p. 187). 2 Barbara Simerka analiza La Numancia partiendo de la base, asentada por Frederick de Armas, de que existe un discurso antiépico en la forma en que Cervantes retrata la conquista del último reducto celtíbero (Simerka, 1988, pp.

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de los protagonistas Marandro y Leoncio contrasta fuertemente con la situación general presentada en el análisis de La Galatea. Si en la pastoral de Cervantes se presentan unas amistades parciales con intelectuales que suponen simbólicamente una ganancia para la incipiente carrera literaria del autor, en La Numancia el discurso de la amistad épica aparece completamente fracturado y alejado de las proyecciones profesionales y vitales de La Galatea. De La Galatea a La Numancia hay una degradación en las representaciones de la amistad, o al menos, existe un creciente cuestionamiento de los modelos clásicos. Este cambio podría explicarse de diferentes maneras, una de ellas es la relación mecenas y artista tamizada por el concepto de virtud. Para un análisis del mecenazgo y la amistad en La Numancia, conviene agrupar las interpretaciones de esta guerra sin cuartel en dos grupos: la crítica, que fundamentalmente lee la conquista de Numancia como una glorificación de la España imperial de los Habsburgo, y la que reconoce la existencia de un mensaje crítico del imperio en la obra. Cuando se analiza la cuestión de la amistad en La Numancia, se aprecia que el texto no cumple con las normas del topos de los dos amigos y la ambigüedad se acrecienta. Asimismo, la figura de Escipión Africano el Joven es altamente conflictiva debido a su ambición y soberbia. Este conflicto viene originado por el contraste entre el Escipión idealizado, como epítome de la amistad en la tradición clásica y renacentista, y el rechazo de la amistad política que buscan los numantinos, animados por la fama de virtuoso que precede al cónsul romano. Los numantinos consideran que la virtud de Escipión se concretará en clemencia y templanza. Sin embargo, para Escipión, la aniquilación del enemigo de Roma maximiza el capital simbólico que le ofrece la guerra con Numancia. La confrontación entre estas dos concepciones de la virtud es el comienzo de un cambio drástico en el tratamiento del tema de la amicitia, al cual se va a asociar el conflictivo lenguaje del mecenazgo y el clientelismo en la época. Basándose en el criterio de la asimilación genérica de La Numancia, Barbara A. Simerka clasifica la crítica en tres grupos: los críticos para

51-52). Con anterioridad Avalle-Arce había afirmado que existen instancias donde los numantinos no pueden «vivir la dimensión heroica», ya que Escipión rechaza la oferta de resolver la guerra por medio de un combate singular (Avalle-Arce, 1962, p. 67).

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los que el estatus trágico y el tono ortodoxo de la obra nunca se pone en duda3, los que buscan matizar de qué tipo de tragedia se trata y cuáles son las características de la naturaleza trágica de la obra4 y aquellos para los que La Numancia contiene una vena épica5. Pese a que cantidad de críticos reconocen la calidad épica de La Numancia desde principios del siglo XX, todavía se sigue argumentando sobre esta cuestión.Ahí se encuentra como ejemplo el artículo de Paul Lewis-Smith6, en el que se rebate a los críticos que ven la obra como épica y a Escipión como su héroe, y que indican que La Numancia es ambigua. La cuestión continúa en el aire porque en 1998 Francisco Ruiz usa la mediación épica para explicar la función tanto épica como dramática de las figuras morales cervantinas7. Este crítico achaca a los críticos neoclásicos (Moratín) y realistas-psicologistas (Schevill y Bonilla) la tan estricta separación entre tragedia y épica en las interpretaciones de la Poética de Aristóteles; por tanto, considera que el debate sobre la naturaleza dramática o épica se debe a interpretaciones extremas de Aristóteles. Según Robert Curtius, «En el principio fueron los géneros mixtos, pues “lo épico y lo trágico eran parte integrante del estilo épico”, luego, según él, la tragedia se apartaría como algo puro»8. Por tanto, hay una tradición poética en la que la confluencia entre tragedia y épica es un hecho. Esta inclusión de la épica entre los subtextos de la acción numantina abre la posibilidad de considerar que La Numancia es una obra que no se vincula a un solo género, ya que es una épica además de una tragedia, e incluso una tragicomedia y un auto, dependiendo del crítico9. 3

De Jean Canavaggio, J. L. Alborg, Angela Belli y Raymond MacCurdy, dice Simerka: «Para estos críticos, el estatus trágico y el tono ortodoxo de la obra cervantina nunca se pone en duda; la tarea que se han impuesto es identificar cuál de los modelos trágicos a su alcance es el que pudo utilizar Cervantes» (Simerka, 1998, p. 49). 4 Joaquín Casalduero, Francisco Ruiz Ramón, Edward Friedman, Ángel Valbuena Prat, Alfredo Hermenegildo, Gwynne Edwards, Arnold Reichenberger. Ver Simerka, 1998, pp. 50-51. 5 Carroll B. Johnson, Jean Canavaggio, Frederick de Armas, Emilie Bergmann. Ver, Simerka, 1998, p. 51. 6 Lewis-Smith, 1987. 7 Ruiz, 1999, pp. 51-54. 8 Egido, 1998, p. 75. 9 También se ha dicho que es tragicomedia y que es auto. Ver Lewis-Smith, 1987, p. 15; Stroud, 1981, p. 303.

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Su carácter de género mixto permite la reevaluación de ciertos elementos de la obra. Basándose en esta cualidad multigenérica, una serie de críticos se cuestiona sobre el significado de los diferentes niveles de interpretación de Escipión: por un lado, como instrumento de la política imperialista; por otro, como símbolo ambiguo tanto del imperialismo español, como de la derrota y subsecuente sometimiento de los celtíberos colonizados. De Armas se convirtió en el pionero de este tipo de análisis, al comparar la Pharsalia con La Numancia10. Jesús Bartolomé Gómez, en su edición de Farsalia, provee con información erudita y pertinente sobre la tradición lucanesca en la literatura en castellano y confirma los trabajos de David Quint y De Armas como parte del acervo crítico de las influencias de Lucano en la literatura áurica11. Esta ambivalencia de los actos de Escipión afecta a las representaciones de la amistad en La Numancia, ya que este general romano, junto con otros de su familia, construyeron una imagen mítica de la amistad con implicaciones políticas. Pero en esta anti-épica, como se verá, la ambición de Escipión subvierte el mito de los Escipiones como modelo de amicitia. El estudio de la ambigüedad de la obra se ha basado, sobre todo, en el análisis de su carácter multigenérico, el cual indica una subversión de modelos. Carroll B. Johnson afirma que La Numancia ofrece una visión positiva y otra negativa del imperio español porque Cervantes quiso que fuese una obra ambigua. La ambigüedad de los escritos de Cervantes cuadraba muy bien con la conflictiva sociedad en la que vivía y con su dudosa pureza de sangre12. Pero la cuestión no ha quedado totalmente asentada. Sobre el dilema entre ambigüedad política y certeza imperialista, Carmen Peraita, en lo que parece una continuación de la reacción que ya se había iniciado en los años 80, establece que no hay ambigüedad, si se admite que el concepto histórico subyacente es el providencialismo y la teleología. La prueba textual de la instrumentalidad providencial del monarca que ofrece incluye los muy ambiguos versos —basados en el doble significado de una palabra o zeugma— del río Duero, en los cuales Felipe II es denomina10

De Armas, 1974. El autor amplía sus investigaciones sobre La Numancia en 1998.Ver también Simerka, 1998, pp. 51-52. 11 Gómez también indica que un significativo número de los ingenios del «Canto de Calíope» en La Galatea muestran influencias de Lucano. Ver Lucano, 2003, pp. 113-119. 12 Johnson, 1981, pp. 313, 316.

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do «el segundo Felipo sin segundo». Peraita admite que «la figura del monarca ha sido generalmente soslayada por la crítica, más ocupada en subrayar el sentimiento de antipatía personal de Cervantes hacia la persona de Felipe II, lo cual no implica que no creyera en el designio filipino y no alabara la persona del rey»13. Creo que en esta afirmación existe la admisión de la ambigüedad, ya que se admite la cohabitación del sentimiento personal de desagrado con el colectivo de entusiasmo político. Ahora bien, la labor crítica contra la que reacciona Peraita investiga cuál podría ser el nivel de entusiasmo o decepción política de Cervantes, según se desprende de la ambigüedad de sus obras. Ambigüedad que la autora niega y admite a un mismo tiempo, lo cual nos lleva de vuelta a la tesis de Johnson: el texto de La Numancia sostiene varias interpretaciones, tal y como Cervantes quiso14. Al debatirse la naturaleza trágica de la obra, surge otro contencioso en la crítica, que también afecta a la amicitia en La Numancia. ¿Quién es el verdadero personaje trágico? Se han dado varias respuestas: el cónsul Escipión, o los numantinos / la ciudad de Numancia15. Esta falta de claridad en cuál es el género de La Numancia y de cuál es el verdadero personaje trágico lleva a preguntarse por qué coexisten todas estas lecturas alternativas en una obra que en principio parece ser una alabanza al imperio de los Habsburgo16. Muy poco se ha analizado la cuestión de la amistad en La Numancia y la noción de la amicitia en relación con el género de la obra. El análisis de las representaciones de la amistad añade otra dimensión a esta discusión académica sobre la

13

Peraita, 1995, p. 151. Johnson, 1981, p. 316. En 1997, Jack Weimer indica que el providencialismo explícito en la idea de que los españoles son el nuevo pueblo elegido tiene sus orígenes en la Biblia. Como pueblo elegido no podían perder ninguna batalla.Y se pregunta con qué contenido habría escrito Cervantes La Numancia después del fracaso naval de 1588.Ver Weimer, 1997, pp. 64-69. 15 De Armas indica que varios críticos, incluido él mismo, han tratado de «encontrar una solución que incluya ambos puntos de vista», como son Paul LewisSmith, Francisco J. Martín y Jesús González Maestro. «En Cervantes, Raphael and the Classics —dice De Armas— estudio las dos acciones como representativas de dos tipos de tragedias propuestas por Aristóteles: Cipión como protagonista de un argumento que termina con su destrucción (moral) y la ciudad de Numancia como protagonista del tipo de tragedia con final feliz» (De Armas, 2003, pp. 123-124). 16 Por otro lado, existe una firme reacción en contra de la crítica basada en la complejidad en La Numancia, como ejemplo, ver Zimic, 1992. 14

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virtud de los personajes y la intención política de esta reelaboración de la guerra numantina. En el texto de La Numancia, los personajes hacen explícitas las redes de amistad y enemistad que les unen y separan. En el año 2000, Sabatino G. Maglione publicó el único estudio específicamente dedicado a la amistad en La Numancia. Maglione propone la siguiente visión bipartita de la amistad. En el campo romano, existen amistades imperfectas; en el numantino, la historia de Marandro y Leoncio representa la sacrosanta amistad que une a los sitiados17. Como se verá a lo largo de este capítulo, discrepo en cuanto que no considero que la amistad de Marandro y Leoncio sea perfecta conforme a las fuentes clásicas y renacentistas que Maglione baraja:Alberti,Ariosto,Aristóteles, Cicerón, Platón, Virgilio, Vives. Sin embargo, su trabajo tiene la importancia de ser el primero que ha procurado bases sólidas y documentadas para que la crítica continúe elaborando sobre este aspecto tan ignorado de la obra cervantina. Me adhiero a la idea expresada por Maglione de que coexisten dos planos diferentes de amistad en La Numancia, basados ambos en estas fuerzas de cohesión y disgregación (‘amity’ y ‘enmity’, en sus propias palabras). No obstante, quisiera reubicar dónde se encuentran estos dos planos para ir más allá tanto de la estigmatización del campo romano (carente de amistad verdadera) como del ensalzamiento de Numancia (compendio de virtudes). El plano de las relaciones entre Escipión y los numantinos se explicita en el marco de unas negociaciones de paz propuestas por los numantinos a los romanos. La retórica de la amistad usada por los embajadores numantinos refleja intereses políticos, militares, económicos y personales, «Tu virtud y valor es quien nos ceba, / y nos declara que será ganancia / mayor que cuantas desear podemos / si por señor y amigo te tenemos»18. Escipión rechaza tajantemente esta paz y amistad propuesta por los numantinos, desuniendo definitivamente a ambos pueblos con el uso de la retórica de la rivalidad entre enemigos, «poco vuestra amistad me satisface». En otro plano, se encuentra la unión idealizada entre Leoncio y Marandro, dos soldados numantinos cuya relación se basa en la virtud militar sobre la que se funda la amistad entre los guerreros de la literatura clásica.

17 18

Maglione, 2000, p. 183. Cervantes, La Numancia, vv. 261-264.

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Empezando con este último plano, sobre las relaciones entre los numantinos, el acto heroico que Leoncio y Marandro quieren llevar a cabo es una incursión en el campamento enemigo. Marandro desea entrar en el campo romano para robar comida con la que mantener viva a Lira, su desposada. A causa de los quince años de guerra, poco propicios para celebraciones, nunca han llegado a casarse. Leoncio insiste hasta tres veces en acompañarle en tan heroica jornada, en aras de la amistad que los une. Primero se ofrece Leoncio en estos términos: Yo quiero, buen amigo, acompañarte, y en impresa tan justa y tan forzosa con mis pequeñas fuerzas ayudarte19

Marandro exclama: ¡Oh mitad de mi alma! ¡Oh venturosa amistad, no en trabajos dividida, ni en la ocasión más próspera y dichosa!20

De esta forma quedan fijados dos aspectos fundamentales del topos de los dos amigos en la relación de Leoncio y Marandro: el amigo es un otro yo. Ni en los momentos más difíciles el amigo traiciona al amigo, ya que esto supondría traicionarse a sí mismo. Sin embargo, Marandro rechaza la oferta de Leoncio con otro elemento retórico existente ya en Homero y Virgilio. Marandro es mayor y paternalista. Se excusa pretendiendo proteger la vida de su joven amigo, el verde retoño: Goza, Leoncio, de la dulce vida, quédate en la ciudad, que yo no quiero ser de tus verdes años homicida21

En esta respuesta de Marandro se aprecia el lugar común de la diferencia de edad entre los amigos masculinos. El joven pupilo Leoncio insiste en acompañarle hasta la muerte:

19 20 21

Cervantes, La Numancia, vv. 1586-1588. Cervantes, La Numancia, vv. 1589-1591. Cervantes, La Numancia, vv. 1592-1594.

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Contigo tengo de ir, contigo junto he de volver, si ya el cielo no ordena que quede en tu defensa allá difunto22

Marandro vuelve a excusar la necesidad de partir ambos invocando que si él se queda en la ciudad, podrá consolar a su madre y a Lira cuando lo hubieren matado los romanos: tú puedas a mi madre dolorida consolarla en el trance riguroso, y a la esposa de mí tanto querida23

Tampoco esta razón es suficiente para calmar el ardor guerrero de Leoncio y deciden partir a la noche para buscar comida en el campamento de los romanos. Estas excusas de Marandro son una conexión más con el subtexto virgiliano: ya que Niso quiere ir solo, aduce que no quiere exponer la vida de su joven amigo Euríalo y que no desea tener sobre sus espaldas la tristeza de la madre de su amigo si este muere. Una vez llegada la noche, ambos atraviesan el foso que cerca la ciudad. En el campo enemigo hacen numerosas proezas. Por medio del resumen del romano Fabio sabemos que cometen hechos heroicos dignos de una epopeya. Estando en franca minoría, consiguen matar a los romanos Fabricio, Eracio, Olmida y Estacio. Tras encontrar un «poco de bizcocho», se baten en retirada durante la cual uno consigue huir de sus perseguidores y el otro es muerto por «mil espadas»24. El resultado, tal y como se refleja en el informe que Fabio le da a Escipión, es que el joven Leoncio muere a manos de varios romanos y que el enamorado Marandro retorna malherido. Sobrevive hasta entregarle a Lira el bizcocho junto con su último aliento. En este pasaje, ciertamente se retrata la amistad idealizada entre dos guerreros, Marandro y Leoncio; sin embargo, es una variante con varias fisuras de los dos amigos épicos. La amistad entre Leoncio y Marandro tiene tres anomalías respecto del tópico clásico: 1) Marandro abandona a Leoncio entre los romanos; 22 23 24

Cervantes, La Numancia, vv. 1604-1606. Cervantes, La Numancia, vv. 1610-1612. Cervantes, La Numancia, vv. 1750-1785.

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2) Marandro está más dedicado al amor heterosexual que a la amistad homosocial y 3) Leoncio, pese a ser el joven pupilo, reprende a su maestro porque tiene poco celo militar, lo cual invierte los roles. Estas fallas aún resaltan más cuando se comparan con el subtexto de Niso y Euríalo en la Eneida. En los dos textos, se escenifica la virtud épica en los dos amigos, que realizan —siempre sin éxito— una salida suicida al campamento enemigo. Pero la deslealtad de Marandro queda patente cuando huye, dejando a su compañero de armas en el campo enemigo, donde «mil espadas le acabaron»25. Marandro continúa su camino hasta donde se encuentra Lira. Los remordimientos le asaltan. Ha sido desleal a su fiel y joven Leoncio. La causa: su imperioso deseo de satisfacer el hambre de Lira.Y dice: ¿No vienes, Leoncio? Di, ¿qué es esto, mi dulce amigo? Si tú no vienes conmigo, ¿cómo vengo yo sin ti? Amigo que te has quedado, amigo que te quedaste, no eres tú el que me dejaste, sino yo el que te he dejado26.

Los remordimientos de Marandro no tienen paralelo en la Eneida: Niso fallece en la salida porque vuelve sobre sus pasos para rescatar a Euríalo de las manos de sus captores etruscos. Este gesto de suma lealtad hizo que la generosidad de espíritu de Niso pasase a ser uno de los altos símbolos de la amistad masculina entre soldados desde tiempos de Virgilio. ¿Por qué Cervantes en esta epopeya representada en La Numancia no se ciñó al subtexto de Niso y Euríalo? ¿Por qué, en su ambición de imitar el proyecto literario de la rota virgilii, no crea una pareja de ‘españoles’ que supere la de los romanos Niso y Euríalo? ¿Por qué razón, en una tragedia, supuestamente laudatoria de los ‘españoles’ y, sobre todo, de los gobernantes de la casa Habsburgo, Marandro es representado como un traidor a su leal Leoncio? Numerosas son las cuestiones que puede airear este caso de infideli25 26

Cervantes, La Numancia, v. 1785. Cervantes, La Numancia, vv. 1796-1883.

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dad entre dos guerreros épicos. El énfasis de la crítica ha caído, habitualmente, en el hecho de que el pan ensangrentado que Marandro alcanza a llevar a Lira es el aspecto importante de este triángulo. Se subraya de esta forma el amor heterosexual, que, en más de una ocasión, se ha asociado con la simbología del sacrificio eucarístico y con el neoplatonismo. Pero, en las conversaciones entre los dos amigos, antes de la salida nocturna, también se escucha la queja y la duda. Leoncio reprende a Marandro por anteponer el amor a la guerra: no tienen las mismas prioridades. Marandro antepone la pasión del amor heterosexual por Lira a la ley de la amistad en armas con Leoncio. El conflicto entre amor y amistad viene causado por el vaciamiento del topos de los dos amigos de sus contenidos homosexuales en los orígenes griegos. Ya que el deseo es una fuerza permanente en las historias de los dos amigos, cuando no puede canalizarse abiertamente hacia un hombre, o entre hombres, es necesaria la existencia de algún otro objeto del deseo. En la amistad cristiana, la respuesta es la sublimación de la libido en la unión con Dios. En las representaciones renacentistas del topos de los dos amigos al estilo de Boccaccio, el objeto deseado es una mujer. El resultado puede ser muy variado. En La Galatea, ambos hombres se enamoran de la misma mujer y los dos quieren cedérsela al otro (típico ejemplo de Boccaccio). En La Numancia, solo uno de ellos está enamorado, pero se lo acusa de no atender a sus deberes como soldado en la defensa de la patria, ya que el amor le embauca y embelesa. Los numerosos defensores de la lectura nacionalista de La Numancia obvian este aspecto. Sin embargo, en ambos casos se puede leer una tensión entre el origen homosexual del topos y la heterosexualidad que Cervantes quiere —o parece— imprimir a estos casos de amistad. Hermenegildo, en su edición de la obra, comenta que hay una variación importante entre Niso y Euríalo, y Marando y Leoncio: El amor homosexual de la pareja virgiliana no pasa a Cervantes. En Numancia Marandro y Leonicio son la expresión profunda de la amistad. El aspecto amoroso de las relaciones entre Niso y Eurialo fue canalizado, tal vez, por Cervantes a través de los lazos existentes entre Marandro y Lira. De este modo, los dos héroes virgilianos se habrían transformado en los tres numantinos, Marandro, Leonicio y Lira27. 27

Hermenegildo, 1976, 29.

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La evolución a la que alude Hermenegildo es equivalente al cambio cifrado en la novella 10.8 de Boccaccio, donde el deseo homosexual se convierte en el deseo triangular. Marandro se justifica aludiendo a que nunca ha faltado a sus deberes como soldado y que nunca ha faltado valor en su corazón enamorado, argumentos consistentemente repetidos por la crítica ensalzadora del proto-español que vive en Marandro. No obstante, unas horas más tarde Marandro va a abandonar a su compañero del alma bajo las puntas de las espadas de mil romanos. La razón es su amor sin límites por Lira. A la que quiere salvar de una muerte por inanición, al menos mientras él esté vivo. ¿Supone esta falla en la amicitia perfecta que Venus no debería superar a Marte en una sociedad aristocrática que pretenda vencer a sus enemigos? ¿Es Escipión consciente de esta lucha entre Venus y Marte cuando ordena expulsar a las meretrices del campamento romano? Varios críticos han interpretado el sacrificio de Marandro por Lira en clave eucarística28, neoplatónica29 y/o épica30. Sin embargo, han ignorado el abandono de su ami-

28

«Numancia va a hacer por España, en un sentido muy delimitado, lo que Cristo habría de hacer por el ser humano» (Whitby, 1962, p. 208). El sacrificio colectivo de Numancia es el epítome de una serie progresiva de sacrificios (el cordero, el combate singular, salida nocturna, suicidio colectivo), cuyo objetivo es la redención por medio de la muerte.Whitby interpreta el sacrificio de Marandro como el sacramento de la comunión y del matrimonio: «En el episodio de Marandro-Lira, existe una contrapartida cuasi cristiana del sacrificio pagano anterior. Marandro invade el campamento romano para arrebatar al enemigo algo de pan con el que Lira pueda prolongar su vida. Su amigo Leonicio, que le ha acompañado, ha muerto a manos de los romanos, y el propio Marandro vuelve mortalmente herido. Ofrece a Lira pan cubierto con su propia sangre y le dice, «Mi voluntad sana y justa / recíbela con amor”» (Whitby, 1962, p. 209). 29 Zimic exalta este aspecto al decir: «¿Puede el ser humano dar más persuasiva o conmovedora prueba de la victoria del noble espíritu incluso sobre las necesidades más urgentes, imprescindibles de la materia?» (Zimic, 1992, p. 71). 30 «Los romanos dejan la escena vacía —recurso dramático que adquiere gran importancia en esta última jornada—, y sale Marandro, moribundo, con una cesta de pan. Este hombre, que trae su muerte a cuestas, trae, asimismo, el símbolo de la vida. La dualidad de opuestos se unifica aquí en el plano simbólico, así como en el plano intelectual la unificación se da en la propia marcha del destino histórico de Numancia, al abrirse paso a la vida a través de la muerte» (Avalle-Arce, 1962, pp. 69-70). «Al principio de la jornada cuarta Cervantes describe la salida heroica del joven amante Marandro con su leal amigo Leonicio. Salen con el pro-

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go, ya que parten de la base de que el amor heterosexual y el matrimonio son superiores a la amistad. Cervantes conocía muy bien las convenciones del topos de los dos amigos, tal y como lo demuestra en La Galatea y en «El curioso impertinente». Por lo tanto, el hecho de que Marandro abandone a Leoncio en el campo de batalla es un aspecto fundamental a la hora de juzgar el heroísmo épico de sus actos y el significado del sacrificio trágico de Numancia. Por otra parte, está la cuestión de la edad y de quién es el tutor de quién. Leoncio, el verde retoño, que Marandro debiera haber defendido con su vida, se muestra en dos ocasiones suficientemente seguro de sí mismo como para reprender a su tutor por creer más en los agüeros de los sacerdotes y hechiceros que en las fuerzas de su ánimo, y por anteponer su amor hacia Lira a su deber como soldado. En definitiva, Marandro es un hombre al que la extenuante guerra con Roma y la falta de consumación del matrimonio con Lira han llevado a un tal extremo de flaqueza que su virtud guerrera se descompone. No es leal a su pupilo-compañero de armas31; no tiene suficiente ánimo para luchar contra los hados32 y ya no puede sacrificar su amor en aras del deber33. Es decir, la larga guerra y el hambre le han llevado a ser desleal, débil e irresponsable. No son estas las características del héroe español que se podría esperar de la lectura nacionalista de La Numancia.

pósito de robar pan del campamento romano para la alimentación de la amada, Lira.Todos estos personajes son completamente ficticios y sirven en el drama para destacar más el heroísmo colectivo de la ciudad» (Shivers, 1970, p. 9). 31 La creación de fuertes nexos afectivos y políticos entre los jóvenes, y entre los jóvenes y sus tutores era el objetivo del sistema de las hetaireias griegas. Ver Hutter, 1978, pp. 58-90. 32 La crítica ha subrayado este aspecto numerosas veces. Marandro es supersticioso; Leoncio lo reprende por ello. 33 Este aspecto ha pasado totalmente desapercibido, ya que la crítica parte de un paradigma heterosexual al analizar a Marandro y Leoncio. No quiero decir con ello que estos dos guerreros tengan una relación homosexual, solamente que están construidos sobre un estereotipo literario donde la homosociabilidad, el erotismo y la homosexualidad formaban parte de los hábitos militares que buscaban asegurar la fidelidad de los soldados.Ver Hutter, 1978, p. 65. No obstante, se ha dicho también que entre Niso y Euríalo no hay una relación homosexual, por ejemplo, para Pizzolato eros se transforma en pietas. Ver Pizzolato, 1996, pp. 128-133.

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Sin embargo, no creo que la caracterización de Marandro sea una sencilla crítica antinacionalista o antiimperialista. Simplemente pretendo mostrar que la clasificación maniquea de buenos y malos siempre tiene pegas en el análisis de La Numancia. Por tanto, los comportamientos de algunos de los proto-españoles en la ciudad de Numancia no están a la altura del topos de los dos amigos guerreros; por otro lado, la ambición imperialista de Escipión queda condenada. La combinación de ambos aspectos hace pensar que la profecía del Duero prevé la creación de un imperio español a base de los malos ejemplos de la ambición de Escipión y de la debilidad de guerreros exhaustos, como Marandro. En cuanto a las glorias del imperio cantadas en La Numancia, se ha dicho que la profecía del río Duero es un parcheado resumen de grandes hechos militares, en el cual faltan datos fundamentales34. De la comparación entre los hechos de armas mencionados y silenciados por el río Duero, Williard F. King concluye que son los derrotados numantinos, y no el imperio, quienes son alabados en La Numancia35. Si De Armas, en 1974, inicia toda una corriente interpretativa al establecer con precisión que La Numancia también es épica, King sienta las bases, en 1979, de la interpretación de esta tragedia como una «épica de los perdedores»36. En esta vena interpretativa, Barbara A. Simerka, en 1998, siguiendo los caminos abiertos por David Quint en sus estudios sobre «la épica de los perdedores», se propone «enfatizar que la polifonía de géneros en estos dos textos [La Numancia y Arauco domado] es un indicador de indeterminación genérica que a menudo marca el discurso anti-épico»37.

34 «La lista de triunfos es curiosamente humilde y deslustrada (...) Cervantes no aprovecha la oportunidad para evocar los emocionantes recuerdos de las Navas de Tolosa, la conquista de Granada, y el Nuevo Mundo, San Quintín, o incluso su amado Lepanto» (King, 1979, p. 214). 35 King, 1979, p. 215. 36 En el mismo año 1979, se publica en Barcelona la obra Cervantes: Novelista, dramaturgo, poeta, donde Vicente Gaos afirma que La Numancia no es una «epopeya de los numantinos, según la conocida tradición española de la “épica del vencido”: la Farsalia, los romances moriscos, la Araucana». El autor defiende que es una obra pacifista porque lo que se subraya es que «sólo hay dolor» (Gaos, 1979, p. 135). 37 Simerka, 1998, p. 49.

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El comportamiento de Escipión no sólo es anti-épico, sino que el cónsul romano también es un mal espejo de príncipes a causa de su ambición, que le hace perder la guerra. Pero asimismo muestra ser un gran general que sabe disciplinar a sus tropas y dirigir un ejército, sea esto maquiavélico o no. Además, entre los proto-españoles, Marandro y Leoncio son un pálido reflejo de los auténticos amigos heroicos de la tradición literaria, aunque, al mismo tiempo, es innegable que ambos sacrifican sus vidas. ¿Qué tipo de imperio está ensalzando aquí Cervantes? Ni un campo, ni otro, se atiene a los tópicos del género: el cónsul conquistador aparece como ambicioso e inclemente; los soldados romanos son retratados como lujuriosos, comilones y afeminados; los abatidos numantinos infringen el código militar y la ley de la amistad. Carroll B. Johnson interpreta que no se puede hacer una lectura unívoca del mensaje de La Numancia porque la obra es ambigua38. Simerka ve un discurso anti-maquiavélico en la crueldad y falta de templanza de Escipión; y anti-épico en el sitio de Numancia, una técnica militar que «sirve para subrayar las negativas similitudes entre la España de la Contrarreforma y la Roma imperial», ya que esta fue una de las tácticas más efectivas tanto en América como en las campañas europeas39. El hecho de que todo ello sea cierto no explica por qué, en el campo numantino, numerosas de las escenas no son ni religiosamente ortodoxas, ni épicamente heroicas, ni políticamente ejemplares. Estos proto-españoles, según el río Duero, se convertirán a su vez en un imperio como el que les está usurpando la libertad40. Serán crueles, be-

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Johnson, 1981, p. 316. Simerka, 1998, p. 62. 40 De Armas indica que esta comparación no es nada gloriosa y se pregunta cómo se articula esta actitud ambivalente. En su comparación entre la invasión de Atila, el Saco de Roma y la conquista de Numancia, llega a la conclusión de que los comportamientos no son ejemplares ni de una parte ni de otra: «En la doble visión del gráfico lenguaje pictórico de Cervantes ni el papa ni el emperador son ejemplares. Ambos cometieron graves errores» (De Armas, 1996, p. 91). Lo que interesa aquí remarcar es que se puede interpretar La Numancia como un enfrentamiento cuyos contendientes tienen defectos y cometen errores: Marandro no es el perfecto amigo épico, Escipión no es espejo de príncipes renacentista, etc. En otras palabras, no creo que quepa una interpretación maniquea donde un lado sea el bueno y el otro el malo; sería demasiado simplista y nada propio del torcedor estilo cervantino. 39

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licosos, ambiciosos y fanáticos como el partido de Escipión en Roma, que en vez de aceptar los acuerdos de paz con los numantinos firmados por Mancino, decidió obtener el permiso para declarar una vez más la guerra a las tribus íberas41. La corte española, durante el reino de Felipe II, se encuentra dividida entre el partido pacifista (Éboli) y el belicoso (Alba). King sugiere que Cervantes unió su voz, por medio de La Numancia, a la del partido de Éboli, que denostaba la política militarista y represiva en los Países Bajos42. También con razón, Simerka apunta a las dudas que dentro y fuera de España provocaba la política imperialista y militarista de la época43. No obstante, las varias referencias que se han hecho a Cervantes como ebolista hay que tomarlas con cuidado porque no todos los historiadores consideran que las cadenas de mecenazgo ebolista y albista hubiesen sobrevivido a sus principales protagonistas44. Y, sin embargo, tanto en La Galatea como en La Numancia hay motivos para pensar en la cuestión ebolista. Aunque no es una materia que se vaya a analizar aquí, la poderosa familia de los Mendoza —a la que pertenecía el finado Meliso (Diego Hurtado de Mendoza) del libro sexto de La Galatea— era un núcleo fundamental del partido de Éboli. El mismo don Diego fue

41 «Mancino pudo salvar a los que restaron de su ejército sólo a cambio de reconocer la autonomía de los numantinos (...) Graco se convirtió en defensor en Roma del cumplimiento del tratado de Mancino. Pero se encontró con la oposición de Escipión cuyo partido promovió la continuación de la guerra. Este partido triunfó y el Senado envió al cónsul Marco Emilio Lépido. Este también fracasó al poco tiempo. En 136 a. de J. C. llegó Furio Filo, declaró nulo el tratado Mancino y les entregó a este general deshonrado. Los numantinos devolvieron a Mancino; y así quedaba la situación en 134 cuando intervino el pueblo romano, que deseoso de terminar la guerra, eligió a Escipión para un tercer consulado» (Shivers, 1970, p. 3). 42 King, 1979, p. 216. 43 Simerka, 1998, pp. 54-57. 44 «En septiembre de 1572 morían Espinosa y el duque de Feria. A los pocos meses, pero ya en 1573, le tocaba el turno a Ruy Gómez de Silva, a la princesa Juana, al doctor Velasco, a Francisco de Menchaca, al mismo tiempo que el duque de Alba volvía de los Países Bajos en desgracia del rey, lo que equivalía a su muerte política. Con ellos desaparecían los grandes patrones que habían gozado de la confianza real y habían detentado los cargos más altos de la Monarquía durante la primera mitad del reinado de Felipe II (...) considero un anacronismo y una distorsión de la realidad seguir hablando de partido ebolista y albista a partir de estas fechas» (Martínez, 1992, pp. 196-197).

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nombrado miembro del Consejo de Estado entre 1560 y 1566, época en la que los consejos de la administración se encontraban claramente en poder de los ebolistas45. Sea como fuere, la crítica a la política militarista se engarza con las contradicciones del topos de la amicitia perfecta, en cuanto objeción al funcionamiento de las cadenas de mecenazgo, como una representación de las objeciones a un sistema donde las cadenas de poder no son perfectas o no satisfacen las ambiciones del escritor. Marandro, el más adulto de los dos, el de mayor rango, es infiel al joven. Marandro actúa como un superior egoísta e infiel, similar a Calisto, más que como un representante del «vigor español»46. Ambos, aunque la comparación parezca lejana, fracasan en el cumplimiento de las asunciones básicas de las relaciones idealizadas entre superiores e inferiores: el nexo es la fidelidad virtuosa. Únicamente que detrás de la unión virtuosa entre superior e inferior existe un intercambio en beneficio mutuo, donde el superior satisface por medio de sus mercedes las ambiciones del inferior en contraprestación por sus servicios. El intercambio de mercedes y servicios insatisfactorios también podía desencadenar la infidelidad y desagradecimiento en las relaciones entre mecenas y protegido. Aunque la relación de amistad / mecenazgo se idealizase en los textos escritos, tenemos constancia de que los clientes del sistema de mecenazgo se retrataban a sí mismos como fieles y serviciales47. Es la denominada «retórica de la fidelidad», por medio de la cual se «expresaba la dependencia, el ponerse bajo la protección de un poderoso, under the shadow of your wings (...) y se iba asentando la lógica de la contratación y el intercambio»48. Sin embargo, Cervantes presenta una extraña retórica de la (in)fidelidad entre amigos, que difícilmente encaja con los habituales y repetitivos modelos de amistad masculina en la épica y en el cuento de los dos amigos. El sistema de mecenazgo tuvo tremendos efectos en la carrera literaria de Cervantes49. Cervantes fracasa en el sistema del mecenazgo 45

Martínez, 1992, p. 176. Stroud, 1981, p. 305. 47 Weber, 2005, p. 404. 48 Benigno, 1994, p. 20. 49 «Mientras que las normas y reglas para tener éxito en la corte podían organizarse fácilmente en forma de libro, la naturaleza ficticia de estos tratados (moralizantes o no) estaba en conflicto con la realidad de la política del favoritismo 46

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por falta de parientes y amigos con influencias. Sus méritos como escritor y militar pasan inadvertidos entre el revoloteo de la miríada de postulantes a los favores reales. Sieber alude a dos imágenes contrapuestas del mecenazgo: fuente de mercedes y golfo insano50. Ambas son metáforas de la corte y sus clientes. Es fuente para quien sabe o puede beneficiarse de la cascada de gracias y mercedes reales. A la vez que es golfo insano, donde las carreras profesionales se engolfan por angostos pasadizos sin salida, para quien no tiene las influencias, los recursos o, sencillamente, la buena suerte necesarias. Las mismas perspectivas divergentes —el cristalino manantial opuesto a la insalubre rada— se pueden observar en Los trabajos de Persiles y Segismunda. Cervantes en su lecho de muerte describe cómo viajando en compañía de sus amigos ve el paso largo de su caballo interrumpido por un estudiante que insolentemente les pregunta si ellos también van a pedir alguna merced, oficio o favor de su majestad y del prelado de Toledo, las grandes fuentes del mecenazgo en tiempos de Felipe III. Una vez llegados a las puertas de la ciudad, Cervantes se separa del entusiasta estudiante con una mirada irónica —desde su concepción de la corte como golfo insano—, asegurando que, si le quedara vida, haría una jocosa semblanza del impertinente e ingenuo joven. Los comienzos de esta crítica mordaz al sistema del mecenazgo se encuentran ya inscritos en La Numancia por medio de las historias de Marandro y Leoncio y de Bariato y Servio. Pero antes de entrar en ese tema de cómo se articulan el mecenazgo y la amistad imperfecta quisiera mencionar el caso de Bariato y Servio.Tras la historia de Marandro y Leoncio, existe una trama secundaria que apoya esta disgregación de los supuestos morales en los que se basan las amistades épicas. Se trata del caso entre iguales, los jóvenes Bariato y Servio. El terror a ser masacrados se expresa en los

real. Los méritos pasaban desapercibidos sin un privado que abriese el camino. La falta que Cervantes tenía de conexiones familiares con fácil acceso a la Corona, su fracaso en la búsqueda de alguien suficientemente importante que pudiera incluirle en las listas de potenciales mecenas, y tal vez aún más importante su imposibilidad para ir a la universidad donde, a menudo, se forjaban alianzas para el futuro. Todo conspiraba contra sus esfuerzos para hacerse un lugar en el mundo político y social de Felipe II» (Sieber, 1998, pp. 108-109). 50 La referencia estándar sobre cómo se difundió la metáfora de la fuente para el mecenazgo es el trabajo de Peck, 1990, p. 2.

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personajes de estos dos muchachos. La primera intervención en boca de Bariato es: «¿Por dónde quieres que huyamos Servio?»51. Servio, exhausto, admite que querría hacerlo por cualquier sitio que su amigo Bariato diga, sin embargo no puede dar ni un paso y se rinde a la evidencia de que será masacrado por los «dos mil hierros» que los persiguen52: Amigo, bien puedes irte, que yo estoy tan flaco y laso de hambre que un solo paso no puedo dar, ni seguirte53.

Bariato abandona a su amigo con el designio de esconderse en una torre de su padre: Si no puedes caminar, ahí te habrá de acabar la hambre, la espada o miedo. Yo voyme...54

Bariato ni se ofrece a ayudar a su amigo y ni procede a esconderse. Sencillamente huye con urgencia. Una vez más, Cervantes representa en La Numancia una relación de amistad masculina imperfecta, ya que la carencia de virtud —en ese específico momento— de Bariato consiste en huir y dejar abandonado al débil. La falta de intercambio de expresiones de amor mutuo, al estilo de las intercambiadas entre Leoncio y Marandro, se debe al terror y a la premura. No obstante, es en esas situaciones extremas donde el topos de los dos amigos debería adquirir su plenitud heroica. Los privilegios otorgados a los hombres en una sociedad androcéntrica se honran con el heroísmo en la guerra, con el altruismo del autosacrificio. Ante el peligro de muerte es donde los soldados aristócratas deben mostrar su virtud heroica, y es esta virtud la justificación del modelo social épico. Si en la vida normal, los jóvenes amigos

51 52 53 54

Cervantes, La Cervantes, La Cervantes, La Cervantes, La

Numancia, v. 2116. Numancia, v. 2121. Numancia, vv. 2128-2131. Numancia, vv. 2133-2136.

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y camaradas no son capaces de actuar con altruismo, ¿cómo serían capaces de hacerlo en la guerra? Recuérdese la amistad entre Timbrio y Silerio descrita en La Galatea, donde ambos están enamorados de Nísida y se sacrifican el uno por el otro en nombre de las leyes de la amistad, hasta el punto de la muerte. Los dos sufren la lucha entre «las leyes de la amistad y (...) las inviolables de Cupido»55. La amistad, como se ha visto en el capítulo anterior, es importante en la república de las letras retratada en La Galatea. La situación en La Numancia, sin embargo, ya muestra el comienzo de la evolución en la obra de Cervantes hacia un serio cuestionamiento del topos de los dos amigos perfectos y de las redes de clientelismo típicas en la época. La política se configura como el plano de la expresión de la amistad en la La Numancia. La variante de la historia de Niso y Euríalo está enmarcada por unas negociaciones de paz, abortadas en sus mismos inicios por la intransigencia y ambición de un Escipión romano que no sabe aceptar la amistad y vasallaje que le ofrecen los embajadores de la exhausta ciudad, motivo por el que se le ha calificado de maquiavélico, cruel general, ambicioso, etc. La embajada de paz enviada por los numantinos a Escipión usa un lenguaje de amistad que es rechazado por el jefe de los romanos con una retórica equivalente a la enemistad. El hecho de que los ayer enemigos mortales puedan pretender convertirse en amigos y vasallos de Escipión, según se atestigua en la Jornada Primera, apunta a un lenguaje retórico que tuvo gran predicamento en la época como lo muestran cantidad de escritos56. Cuando los numantinos ofrecen la paz, usan la retórica de la amistad, típica de estos casos.Vienen a pedirle ...la amiga mano en señal de que cesa la porfía tan trabada y cruel de tantos años57

55

Cervantes, La Galatea, p. 289. Un ejemplo destacado es el de los escritos de Hernán Cortés, quien en sus Cartas de Relación usa continuamente el instrumento retórico de la amistad y el vasallaje para mostrar que los reyes de México han sido sometidos por él a la autoridad de Carlos V. 57 Cervantes, La Numancia, vv. 237-240. 56

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El general numantino alude a que su gente nunca habría abandonado la «ley y fueros / del senado romano» si no fuese por los abusos de los cónsules que les fatigaban58. Punto en el que se justifica su «guerra justa»59. Desean, ahora, negociar la paz no por miedo a las legiones romanas, si no por reconocer que Escipión es un cónsul poderoso, en cuya virtud y valor pueden confiar: Tu virtud y valor es quien nos ceba, y nos declara que será ganancia mayor que cuantas desear podemos si por señor y amigo te tenemos60

Los lugares comunes de la virtud y el valor de Escipión son un tópico, empezando por el encomio de la amistad entre Laelio y Escipión en De amicitia de Cicerón, que se desarrolló en las literaturas clásica, medieval y renacentista. Escipión, sin embargo, rechaza la oferta de los numantinos con un lenguaje basado en la idea de la enemistad que los separa y en la urgencia de destruir al enemigo que ha deshonrado a Roma. Espeta a la cara de los embajadores: «Poco vuestra amistad me satisface»61. Escipión reconoce que no quiere paz y amistad con los numantinos porque ambiciona obtener el máximo de gloria de esta campaña hispánica a costa de la ‘sepoltura’ de los numantinos rebeldes 62. Airadamente responden los embajadores que venderán tan cara su derrota que se arrepentirá de no haber aceptado al enemigo que se ofrece «tu vasallo y fiel amigo»63. Escipión rechaza tajantemente toda posibilidad de diálogo que no sea por medio de las armas: no quiero por amigos acetaros, ni lo seré jamás de vuestra tierra. Y con esto, podéis luego tornaros64

58 59 60 61 62 63 64

Cervantes, La Numancia, vv, 241-244. Zimic, 1992, p. 65. Cervantes, La Numancia, vv. 261-264. Cervantes, La Numancia, v. 268. Cervantes, La Numancia, v. 272. Cervantes, La Numancia, v. 288. Cervantes, La Numancia, vv. 299-301.

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Ya en privado, Escipión explica a su hermano Quinto Fabio que tiene un plan: cercar la ciudad con un foso para reducirlos por medio del hambre. El personaje de Escipión no muestra las grandes virtudes clásicas de la templanza y la clemencia con los numantinos, cuyos modelos básicos son Alejandro Magno y Escipión el Africano. Lo irónico del caso es que ‘Cipión’ en La Numancia es el cónsul romano Publio Cornelio Escipión Africano el Joven. Gracias a la obra de Cicerón, entre otros, Escipión el Joven pasó a ser una encarnación de la amistad perfecta. Para la tradición medieval y renacentista, la fama de Escipión Africano el Joven quedó indeleblemente establecida gracias a De amicitia y El sueño de Escipión. Sin embargo, la excesiva ambición con la que se retrata a Africano el Joven en La Numancia le impide ser un ejemplo modélico de las virtudes del príncipe. En este punto, nos encontramos con que también hay una fractura de los modelos clásicos de la amistad en la imagen de Escipión, ya que su falta de clemencia y templanza, las virtudes que más ensalzan al capitán victorioso, se materializan en un rechazo de la amistad-paz ofrecida por los ya debilitados numantinos. Su objetivo de obtener un gran botín que muestre al pueblo de Roma su victoria absoluta sobre los numantinos se ve frustrado. No puede exhibir ninguno de los rebeldes atado a su carro triunfal65, ya que todos mueren o se suicidan antes que ser esclavizados por los romanos66. Una conquista sin

65 La mención de los carros triunfales en el texto de La Numancia no es fútil. Escipión quiere capturar vivo a Bariato —único superviviente del suicidio (y asesinato) colectivo— porque necesita llevar al menos un cautivo atado a su carro del triunfo. El mismo problema se plantea en la primera tragedia regular en la península itálica, la Sofonisba de Trissino. El abuelo de nuestro Escipión, Africano el Viejo, requiere imperativamente que se le entregue la reina Sofonisba para que la vean en Roma esclavizada y arrastrada en su carro triunfal. Sofonisba se suicida con veneno. Bariato, en cambio, se tira desde la torre de su padre. 66 Existen dos versiones del final de la campaña numantina, ver Shivers, 1970, pp. 9-11. Sobre las fuentes historiográficas (Appiano,Valerio Máximo, Lucio Anneo Floro, Alfonso El Sabio, Antonio de Guevara, Ambrosio de Morales) y las literarias (Homero, Eneida, Farsalia, Timoneda, romance de la Rosa gentil, La Araucana) en las que se habría basado Cervantes, ver Schevill y Bonilla, 1914, pp. 40-52; Canavaggio, 2003, p. 43; King, 1979, pp. 202-203, 218 y De Armas, 1998, pp. 811, 77-153. Hay coincidencias con la descripción del cerco de Masada en Flavio Josefo, De bello judaico, ver Johnson, 1981, pp. 312-313. Existe un paralelo entre

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botín supone una pérdida económica y plantea el problema de cómo satisfacer a los soldados. La victoria moral pertenece a los numantinos, a la vez que Escipión Africano el Joven, en cuanto que modelo de amistad masculina, de ciudadano romano y de general imperialista, queda muy por debajo de los estándares que le asigna la historiografía oficial. Hay que preguntarse por qué los modelos clásicos de la amistad fracasan en La Numancia, en ambos campos de la contienda. ¿Existe una conexión entre el uso o mal uso del topos de la amistad y la carrera literaria de Cervantes? Desde La Galatea hasta Persiles y Segismunda se puede observar una evolución en el tratamiento del tema de la amistad que va desde la observancia de los preceptos de la amistad idealizada a la desaparición o marginalización del tema.Tal y como se va a desarrollar en los próximos capítulos, la evolución de las expectativas de patronazgo en Cervantes va en correlación con su tratamiento del topos de los dos amigos. Cuanto más fielmente lo reproduce en sus textos, mayor el acatamiento de los sistemas de patronazgo; cuanto más se cuestiona el topos —por medio de su manipulación, marginalización o desaparición—, mayor es la sospecha de ineficacia sistémica. No obstante, en La Numancia todavía no existe un cuestionamiento directo, como en el caso de «El curioso impertinente». Cervantes aún no ha roto completamente con el tópico ni con sus asociaciones a un cierto sistema económico de dependencias reguladas por las redes de clientelismo. El punto de inflexión del tratamiento de la amicitia se encuentra en algún momento de su vida entre la publicación de La Galatea y la de la primera parte del Quijote. Jean Canavaggio señala un punto de ruptura en la vida privada, profesional y literaria de Cervantes alrededor del año 158767. Las circunstancias de su vida privada y pública van a desembocar en el oscuro período que Canavaggio ha venido a llamar los años horribles del «laberinto andaluz» caracterizado por inter minables viajes de recaudación de impuestos, ar r iesgadas operaciones financieras, y difíciles trances como la excomunión y la cárcel.

la guerra de los moriscos en las Alpujarras y la supresión de los Numantinos en Hermenegildo, 1976, p. 48. 67 Canavaggio, 2003, p. 205.

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Cierto es que entre 1587 y 1590 existen momentos de gran trascendencia tanto en la vida de Cervantes como para la historia de España. En 1588 fracasa la Armada Invencible, hito histórico en el que se quiere ver el comienzo de la decadencia del imperio español. En 1589, el líder de los Medici, en la estratégica república de Florencia, se casa con una aristócrata francesa, en vez de con la pretendiente austríaca68. En 1590, para obtener un oficio, Cervantes eleva una petición al rey Felipe, a quien parece ensalzar en sus dos primeras obras de teatro —El trato de Argel, La Numancia—, e incluso da la impresión de que se dirige a él por boca de sus personajes. Recuérdense las recomendaciones e informes que Saavedra dice que le daría al gran Filipo si tuviera una audiencia con él en el futuro; o las gloriosas menciones que hacen el Duero y la Fama de algunos hechos militares en tiempos de Felipe II. A pesar de las menciones de Felipe II y de Carlos V en tres de sus primeras obras —El trato de Argel, La Galatea y La Numancia—, Cervantes no obtuvo un oficio estable ni de la importancia que él esperaba, ni en la década de los años 80, ni en la de los 90. En numerosas ocasiones se ha dicho que Cervantes y Lope de Vega nunca obtuvieron los oficios administrativos a los que aspiraban. Sieber apunta la existencia de conflictivas declaraciones respecto a la institución del mecenazgo y del rol masculino de sumisión que los mecenas esperaban de sus protegidos. Francisco Ynduráin, en su edición de La Numancia, describe la situación de Cervantes: «Ni sus méritos de soldado y cautivo, ni su fama de escritor, le valieron el favor oficial ni el mecenazgo que le liberasen de los asiduos agobios económicos»69. Lope de Vega, durante el reinado de Felipe III, para obtener beneficios y, en concreto, su anhelado oficio de cronista de la Corona, hizo uso de dedicatorias, alabanzas y de textos completos dirigidos a miembros de diferentes cadenas de patronazgo. Una conclusión que se desgaja de su trabajo es que el sistema de mecenazgo no era eficiente.

68

Saslow, 1996, p. 145. Ynduráin, 1964, p. 16. La cuestión de La Numancia y el mecenazgo se trata en «Las mentiras de Proteo: El duque de Alba, los Colonna y La Numancia» de De Armas, quien conecta la referencia al segundo cerco de Roma en 1555 con el antiespañolismo de Paulo IV. Esta humillación de los Carafa es al mismo tiempo un ensalzamiento del duque de Alba y de los Colonna. Cervantes dedicó su Galatea a Ascanio Colonna y luchó en Lepanto junto con Marco Antonio Colonna. 69

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Existían ‘fallos’. Grandes genios de la época, como Cervantes y Lope de Vega, no disfrutaron de un apoyo total e incondicional por parte de los administradores de la fuente de magnificencia70. Estas dos lumbreras podían haber tenido en mente los casos tan abundantes de artistas italianos y españoles que disfrutaron del otium que les procuraban sus mecenas. Sin embargo, en España, la frustración de Cervantes y Lope, atrapados entre la economía cortesana y las prácticas comerciales, tenían que obtener recursos suficientes para vivir a la vez que mantenían una compostura a tono con la corte. Lope llegó a calificarse a sí mismo como «“un caballero de esta corte” que ha escrito comedias por entretenimiento»71. En el caso de Cervantes, existen cuatro momentos de especial importancia entre los que se forma el punto de inflexión que explica su evolución en la representación del binomio amistad / mecenazgo. El 6 de junio de 1590, se desestima su petición de un puesto en la administración de Indias. Dos años más tarde sufre un encarcelamiento, posiblemente relacionado con la caída de Antonio de Guevara72. En la misma década tiene problemas con la justicia a causa de la recaudación de impuestos. Como consecuencia es encarcelado en 1597. En 1602 vuelve a entrar en prisión, por ciertas deudas. En el transcurso de estos, que se han llamado, años horribles se produce el cambio de perspectiva que impregna sus representaciones de la amicitia. De hecho, entre 1580 y la desestimación de su petición en 1590, Cervantes habría escrito obras donde la amistad virtuosa juega un papel destacado. Escribió con certeza La Galatea antes de 1584. En 1587 la realidad de no poder mantener una red de conexiones que le permita mantener una brillante carrera de poeta en la corte, le hace abandonar la pluma y el teatro. Esta crisis se expresó en que nunca escribió la continuación de La Galatea —no se sabe si cumplió las estipulaciones del contrato con Porres— y en que se exilió durante veinte años de la república de las letras a la que tanto aduló en La Galatea73. De esta forma, habría comenzado la evolución de las representaciones de los sistemas simbólicos y económicos que son, respectivamente, la

70

Wright, 2001, p. 18. Wright, 2001, pp. 19-22. 72 Predmore, 1973, pp. 138-139. 73 Canavaggio, 1977, pp. 205-206. 71

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amistad y el mecenazgo. Con el paso de los años, sus representaciones de la amistad serán más ambiguas a medida que la cruda realidad de la corte obligaba a Cervantes a renunciar al sueño del otium del artista protegido por un patrón. Como prueba de ello tenemos la acalorada polémica que ha despertado y continúa despertando «El curioso impertinente». No hay que olvidar la poco ortodoxa amistad entre los desiguales Sancho y don Quijote (1605-1615), si uno se atiene a los cánones de la amistad en la épica y los libros de caballerías; ni tampoco, hay que olvidar las amistades imperfectas en las Novelas ejemplares y en los Trabajos de Persiles y Segismunda que dejan constancia de que la crisis de 1587 nunca se resolvió completamente.

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CAPÍTULO 3 «MI AMIGO USQUE AD PORTAM»: ESPEJISMOS DE AMISTAD PERFECTA

La amistad y el clientelismo son conceptos que se encuentran en los extremos de un continuo, separados por muchas permutaciones y combinaciones caracterizadas por sutiles cambios y matices. Así era la fluida realidad. Kettering, «Friendship and Clientage in Early Modern France».

«El curioso impertinente» culmina con la muerte de los tres personajes principales porque no se aplicó el dicho de «El viejo celoso» que reza que la amistad usque ad portam. Es decir que en la amistad es necesario fijar unos límites que preserven la privacidad individual y familiar1. El dintel de la puerta del hogar de los casados simboliza el límite que no se ha de traspasar incluso para el mejor de los amigos. La extralimitada curiosidad de Anselmo, quien trama comprobar la fidelidad de su mujer por medio de su amigo Lotario, rompe toda mesura. Anselmo fuerza a Camila y Lotario a compartir una ineludible intimi-

1 Ver Ramírez-Araujo, 1954, respecto del uso en Cervantes del dicho Amicus usque ad aras —el amigo hasta el altar— y sus variantes como una afirmación de la superioridad de la institución del matrimonio sobre la práctica de la amistad. Cervantes utiliza en El viejo celoso el dicho en una forma tal, «El amigo hasta la puerta», que marca límites a las relaciones amistosas. Para un aspecto diferente de este tema matrimonio-amistad, ver Bray, donde se habla de amistades sancionadas por juramentos rituales, las cuales incluso llegaban a ratificarse con celebraciones religiosas en iglesias, como si fueran auténticas bodas entre dos amigos (Bray, 2003, pp. 13-41).

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dad por tanto tiempo que terminan enamorándose y confirmando de esta manera los más profundos miedos de Anselmo. Más tarde, en su lecho de muerte, Anselmo afirma que su desaforada curiosidad sobre los límites de la virtud de su mujer fue un «necio e impertinente deseo» (422). Mortalmente enfermo tras descubrir la infidelidad de su mujer y de su mejor amigo, busca refugio en la casa de otro amigo. Es este otro amigo el lector anónimo del último escrito de Anselmo, en el cual se arrepiente de sus desatinos. Las acciones de este amigo sin nombre al final de «El curioso impertinente» no son ni idealistas ni heroicas; van guiadas por el sentido común. Hace lo que cualquier amigo de corazón sincero haría: ayudar en la fatalidad. El modelo de la amistad exaltada de Anselmo y la prudente actuación de este ignoto amigo representan una tensión entre dos conceptos de la amistad que se encuentran en competición en el pensamiento de la época. Esta competición se enmarca dentro de una fluidez y ambigüedad del tratamiento del tema que da lugar a un constante reflexionar sobre la naturaleza de los sentimientos entre don Quijote y Sancho, Anselmo y Lotario. En el fondo, la cuestión que se va a analizar aquí no es la calidad de la amistad entre Sancho y don Quijote, sino la importancia de Don Quijote dentro de la historia de la noción de la amistad, a través del caso planteado en «El curioso impertinente»; un caso de amistad en el que no hubo límites, y las consecuencias fueron desaforadas. El lector de Don Quijote tiende a comprender con claridad las representaciones de la amistad parcial basadas en la mesura, aunque sean más bien marginales, como la del amigo final de «El curioso impertinente» que acoge en su casa al moribundo Anselmo, o la de la ejemplar vida de Don Diego de Miranda. Sin embargo, la amistad entre Anselmo y Lotario admira por su tortuosidad. Al igual que en los episodios del Caballero del Verde Gabán se contraponen dos concepciones de la vida opuestas y encarnadas en dos miembros de la hidalguía, en «El curioso impertinente» emergen las tensiones entre dos nociones de la amistad. Si Don Diego es la imagen de una ética centrada en la generosidad moderada, en los hábitos mesurados, en la armonía familiar, en las interacciones discretas, y don Quijote encarna (o pretende encarnar) la estética de la caballería y de la clase social de la que esta surge, la aristocracia; en los detalles de la conversación entre los dos hidalgos se distinguen dos conceptos de la amistad2. El Caballero del 2

Ver Quint, 2003, pp. 114-118.

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Verde Gabán alude, explícitamente, al discreto goce de las amistades: «paso la vida con mi mujer y con mis hijos y con mis amigos» y añade que «Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido»3. También insiste don Diego en que como dicen los antiguos, los más preciados bienes de la fortuna y de la naturaleza se cifran «en tener muchos amigos y en tener muchos y buenos hijos» (755). Por mucha falta de interés que para el traductor de esta «historia verdadera» tengan la vida y la vivienda de don Diego, el hecho es que la existencia de este hidalgo abunda en hijos, amigos y vecinos. Nada de esto, sin embargo, forma parte de la existencia del andante caballero manchego. En la escala de valores de don Quijote destaca un silencio elocuente respecto de estas conexiones humanas que formaban el tejido social. La diferente importancia que tienen las relaciones de amistad en las vidas de estos dos hidalgos refleja dos filosofías sobre las relaciones humanas. Con el correr del tiempo el discurso de la amistad se inclinará hacia la prudencia del Caballero del Verde Gabán, expresada en un compromiso mesurado, en un comercio agradable y en el disfrute ocasional que no albergue peligros para la vida privada de la familia ni para el patrimonio. Estos cambios son bien conocidos en los estudios sobre la filosofía, literatura y política del siglo XVIII. Sin embargo, el análisis de los precedentes de estas nociones ilustradas, conocidas como amistad fría, conversación social y simpatía, ignoran la importancia de la literatura en castellano. En este capítulo, argumento que Don Quijote en general y en particular «El curioso impertinente» tienen un puesto destacado en la historia de la noción de amistad, ya que sus representaciones de la amistad son un indicador de los cambios políticos y económicos que llevaron del Antiguo Régimen al nuevo orden del liberalismo económico. Aquí se enfatiza el análisis del mundo simbólico de las representaciones de la amistad fracasada, las cuales adquieren especial relevancia en conexión con la economía del mecenazgo en el siglo XVII4. 3

Cervantes, Don Quijote, p. 754. En los últimos años, hemos asistido a la expansión de los estudios sobre el mundo material en Cervantes y, en general, en los estudios sobre la temprana modernidad en Iberia. Trabajos como Johnson, 2000; García Santo-Tomás, 2008; Quint, 2003; Gilbert-Santamaría, 2005 y Sánchez, 2003, ilustran las fecundas conexiones entre la literatura y los mercados. 4

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Respecto de los mecenas, se asume que, como indica Harry Sieber, Cervantes se encontraba insatisfecho con sus benefactores5. Por otro lado, reconocer que la propiedad intelectual de Cervantes se encontraba desprotegida por la ley y que sus mecenas no tenían ni el interés ni la obligación de protegerlo con el ahínco con el que una persona del talento de Cervantes hubiera deseado revalida mi interés en analizar cómo la falta de satisfacción en una carrera literaria de la temprana modernidad puede detectarse en las representaciones textuales de la amistad. Las amistades, y sus discursos asociados, son el bien simbólico, del que se ocupa este estudio, que acompaña a los bienes materiales, analizados en los estudios sobre el mundo material en la literatura del Siglo de Oro. A continuación, antes de entrar en el análisis de la amistad como bien simbólico, se analizan las aportaciones críticas más relevantes sobre la amistad en «El curioso impertinente», para determinar cómo han ayudado a formar este capítulo, al igual que cómo discurren en la mayor parte de los casos por terrenos diferentes a los de la teoría de la amistad. En una revisión de la crítica de «El curioso impertinente» resalta que no se han estudiado las relaciones entre las representaciones de la amistad y la economía del mecenazgo. Algunos de los temas más recurrentes han sido la relevancia de la ejemplaridad y fidelidad en el matrimonio6, el concepto de curiositas7, las cuestiones 5

«Cualquiera que fuese el favor o protección que recibió del Conde de Lemos y del Arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas, al final puede que se hubiera encontrado atrapado en un sistema que era —por lo menos metafóricamente— tan restrictivo y frustrante como su encarcelamiento en Argel. La libertad vendría únicamente por medio de un mercado en el que los lectores —no los mecenas— proveyesen el rescate necesario» (Sieber, 1998, p. 109). 6 La historia del estudio de las fuentes de «El curioso impertinente» muestra un proceso de aceptación del eclecticismo de las fuentes probables de Cervantes. No obstante, conforme a la opinión mayoritaria, los cantos 42 y 43 del Orlando furioso serían el modelo más importante para este test de la esposa; ver Ayala, 1965, pp. 302-304; Barbagallo, 1994, pp. 208, 211; Hahn, 1972, p. 133; Kaplan, 1953, p. 285; Morón, 2000, pp. 179-180;Wilson, 1987, pp. 16-17 y Percas de Ponseti, 1975, p. 194. Estos críticos se centran en el análisis del matrimonio desde el punto de vista del test de la esposa en la tradición literaria. Sin embargo, existen otras opciones. McGrady propone la Novella 14 de Gentile Sermini como una fuente suplementaria al Orlando (McGrady, 1994, pp. 769-771). Ciertos críticos consideran que existen otros precedentes dentro de la tradición ibérica, como El Crotalón; sin embargo, la historia de los dos amigos en El Crotalón es una variante de la

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del género8 y el deseo9, las dimensiones psicoanalíticas10, así como la teoría y la historia literaria del tema11. Sin embargo, en términos de la teoría de la amistad, la crítica no ha prestado atención a las representaciones textuales de la amistad. Esto no implica que no se hayan examinado minuciosamente las posibles fuentes del tratamiento de la amistad en esta novella; más bien que las teorías clásicas de la amistad y sus transformaciones en el siglo XVII han sido analizadas solo ocasionalmente en relación con «El curioso impertinente». En 1957, Juan Bautista Avalle-Arce se propuso completar las lagunas de un extenso estudio sobre los dos amigos que el comparatista Louis Sorieri había publicado en 1937. El estudio de Louis Sorieri versa sobre las imitaciones de la Novella 10.8 de Boccaccio en los años quinientos y seiscientos12. Para Sorieri, la trama principal del objeto historia en el Decamerón. Para Illades el modelo auténtico sería Disciplina clericalis, lo cual encaja con lo que ya habrían dicho otros críticos respecto a la historia filológica del tema y con la apreciación de Disciplina clericalis como la fuente de la novella 10.8 en el Decamerón (Illades, 1992, p. 12). Percas de Ponseti muestra un punto de vista más ecléctico: «Lo más probable es que Cervantes tuviera presentes las más de las mencionadas fuentes [Boccaccio, Ariosto,Villalón, Luciano, San Anselmo, entre otras]» (Percas de Ponseti, 1975, p. 202). Después de este estudio de Percas de Ponseti, un número creciente de críticos como Wilson, De Armas y Faliu-Lacourt han reconocido esta visión ecléctica. 7 Ciertos críticos interesados en curiositas han estudiado las conexiones entre «El curioso impertinente» y The Histories de Herodoto y el Asno de oro de Apuleyo, como De Armas, 1992, pp. 11, 13; Wilson, 1987, p. 14; Scobie, 1976, p. 75. Hahn ha realizado un trabajo comparativo de curiositas entre San Bernardo y Cervantes (Hahn, 1972, pp. 130-133).Ver el artículo de Arriola, 1971, para más información sobre las conexiones entre Herodoto y «El curioso impertinente». 8 Respecto del deseo homoerótico entre Anselmo y Lotario, ver Amat, 1997, p. 81 y Wey-Gómez, 1998, p. 173. El personaje de Camila se analiza en Wilson, 1987, pp. 27-28; El Saffar, 1988; Jehenson, 1998 y Mancing, 2005, pp. 15-16, 18. Respecto del tráfico de mujeres entre los protagonistas ver Wilson, 1987. 9 Ver los trabajos de Bandera, 1974 y 2005; De Armas, y Wilson, 1987. 10 Ver Sieber, 1970-1971; Cascardi, 1993; Illades 1992 y 1995; González, 1993 y Wey-Gómez, 1998, pp. 172-178. 11 Sobre la historia crítica de «El curioso impertinente» se han escrito muy buenas páginas en Brown, 1981, p. 789; Hanh, 1972, pp. 128-130; Percas de Ponseti, 1975, pp. 182-202. Ana María Gómez Laguna tiene un trabajo sobre las conexiones entre esta novela intercalada y la producción cineasta de USA, ver Laguna, 2009. 12 Avalle-Arce, 1957, pp. 34-35. Para más información sobre el cuento de los dos amigos, consúltense los siguientes estudios: Arriola (1971), Ayala (1965), Ayerbe (1969), Cavallo (1993), De Armas (1992), Faliu-Lacourt (1985), Gimber (1995),

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de su estudio, el cuento de los dos amigos, se desarrolla de la siguiente manera: la «rivalidad entre los dos» personajes masculinos por conseguir a la ‘amada’ se resuelve pacíficamente gracias al «sacrificio voluntario del amigo generoso por el otro amigo». Avalle-Arce, siguiendo y ampliando el trabajo de Sorieri, considera que la historia de Boccaccio es la fuente principal de numerosas variaciones sobre este tema básico, incluido «El curioso impertinente»13. De hecho, es bien conocido que la novela del deseo triangular al estilo de Boccaccio tuvo tanto éxito que desplazó al modelo medieval del medio amigo14. Si hay algo fundamental en los cambios que Boccaccio incorporó con tanta buena fortuna al cuento de los dos amigos es el tema del deseo por la misma mujer y su canalización. Consecuentemente, los flujos de deseo en «El curioso impertinente» se han analizado en profundidad. Por ejemplo, Cesáreo Bandera ha trabajado en varias ocasiones con el concepto del deseo triangular en «El curioso impertinente». En Don Quijote, Anselmo, Lotario y Camila son representantes perfectos del mencionado deseo triangular15. Sin embargo, Bandera en su anáHyatte (1994), Johnson (2003), Kirkham (1993), Langer (1994), Percas de Ponseti (1975), Scholberg (1958), Sorieri (1937),Valli (1946),Wilson (1987) y Zugasti (2000). 13 No solo Sorieri y Avalle-Arce consideran que la novella 10.8 de Boccaccio es un punto de inflexión en la tradición de los dos amigos, otros especialistas en este tema abogan por lo mismo. Christiane Faliu-Lacourt afirma que «el paso determinante entre la tradición histórico-didáctica y la obra de arte atractiva se da en la octava novela del décimo día del Decamerón de Boccaccio, [un] verdadero cambio de perspectiva» (Faliu-Lacourt, 1985, p. 171). 14 «La historia del medio amigo es una de varios cuentos sobre “pruebas de amistad” que se pueden encontrar en colecciones medievales (...). En la literatura de Europa occidental apareció por primera vez en Disciplina clericalis (...). La trama se desarrolla así: un árabe, moribundo, llama a su hijo y le pregunta cuántos amigos tiene. El hijo le dice que tiene cien amigos. El padre, que solo ha conseguido un medio amigo en toda su vida, sugiere probar a los amigos del hijo. Manda a su hijo que mate una ternera, que la despedace y que meta los trozos en un saco. Después, tiene que llevar el saco ensangrentado a las casas de sus amigos y anunciarles que ha matado a un hombre y que necesita socorro. El hijo hace lo que le ha ordenado su padre, pero ninguno de sus amigos le ayuda, sino que le echan. Entonces va a casa del medio amigo, quien envía a su esposa y familia fuera de la casa, y entierra el saco. El hijo cuenta al medio amigo la verdad y después de darle las gracias, vuelve a casa, donde informa a su padre de los resultados» (Scholberg, 1958, p. 187). 15 Este triángulo amoroso nos lleva al concepto del deseo triangular: «Girard lo llama deseo ‘triangular’ porque no hay una línea directa entre el deseo de un

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lisis del fenómeno lleva al lector a un terreno donde los celos entre los personajes son el tema central. Difiero de Bandera cuando lee todas las tramas de amistad en La Galatea, Don Quijote, Novelas ejemplares y Persiles y Segismunda en términos de intrigas de celos, ya que su análisis parte de la noción de la amistad ilustrada, sin entrar en profundidad en la noción de la amistad de la temprana modernidad. Un ejemplo de esta visión de la amistad desde un punto de vista de la modernidad se puede ver en su afirmación de que en La Galatea: «Resulta, por tanto, sorprendente observar que los celos no aparecen para nada en esta historia de los dos amigos que nos cuenta Silerio (...) la ejemplaridad del comportamiento de Silerio resulta bastante artificial»16. Como más adelante se analizará la novela de Timbrio y Silerio de La Galatea en conexión con «El curioso impertinente», baste decir por ahora que el punto de vista de Bandera para el análisis aquí propuesto es inadecuado, ya que lo ‘artificial’ de las historias de los dos amigos es el meollo del tópico de la amicitia masculina en la literatura de la temprana modernidad17. De hecho, el silenciamiento de este artificio es lo que nos ocupará en este capítulo18. El más completo análisis de la amistad en Don Quijote se escribió desde el punto de vista de la ética aristotélica. Se puede argüir que Sancho es amigo de don Quijote. Pero, como indica Matthew Alan sujeto por un objeto; uno solo desea lo que es valorado por otro, quien se convierte en parte del proceso de rivalidad mimética» (McCracken, 1993, pp. 338339). No solo «El curioso impertinente», sino que Don Quijote en su conjunto se ha analizado en términos de deseos miméticos; como dice Girard: «Don Quijote, en la novela de Cervantes, es un ejemplo típico de la víctima del deseo triangular, pero él no es el único. Junto con él, Sancho Panza es el más afectado» (Girard, 1965, p. 3). 16 Bandera, 2005, pp. 250-267. 17 Diana de Armas Wilson dio otra dimensión al deseo en el texto al resaltar que la amicitia masculina es el marco dentro del cual los hombres trafican con sus mujeres, las cuales son un mero objeto de intercambio entre los dos amigos, y en última instancia entre sus clanes y familias. El deseo, para Wilson, circula entre Anselmo y Lotario, quienes usan a Camila como canal de su apetencia homosocial. Esta acertada visión de Wilson no va a entrar prácticamente en este capítulo ya que no atañe a las conexiones entre el mecenazgo y el valor simbólico del cuento de los dos amigos en la organización económica de una comunidad.Ver Wilson, 1987. 18 Respecto del tema de los celos en la cultura del Siglo de Oro, ver el reciente trabajo de Steven Wagschal, 2007, entre otros.

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Wyszynski, en términos aristotélicos, no existe verdadera amistad, ya que el interés económico de Sancho y la necesidad de un escudero que tiene don Quijote los obligan mutuamente. Es decir, su amistad no se basa en la virtud sino en la necesidad19. No obstante, basándome en un análisis diacrónico de la noción de la amistad, en este capítulo se va a analizar la existencia de un discurso de la amistad en Don Quijote que pudo influir en las representaciones de la amistad en el siglo XVII. Sin ignorar las interpretaciones de raíz comparativa de Sorieri y Avalle-Arce, psicoanalítica de Bandera y de Wilson, y aristotélica de Wyzynski, este capítulo añade a estas contribuciones la exploración de la retórica de la amicitia masculina como una idealización de la fidelidad en el comportamiento individual que es la base de la confianza en el intercambio social. La infidelidad, sin embargo, destruye la confianza en los pactos sociales. Por tanto, las representaciones de amistades perfectas —e imperfectas— son un retrato de los deseos individuales canalizados dentro de las constricciones sociales hacia una constante ratificación —o errática destrucción— de la confianza en las relaciones sociales. La constante repetición de las historias de los dos amigos altruistas servía para asegurar la reproducción de hábitos sociales20. Sin embargo, Cervantes no pagó homenaje a la sacrosanta amicitia en «El curioso impertinente», sino que la transformó en un fascinante relato sobre el desafuero en la amistad entre Anselmo y Lotario. El texto presenta inicialmente a los dos protagonistas masculinos, Anselmo y Lotario, como «tan amigos, que, por excelencia y antonomasia, de todos los que los conocían “los dos amigos” eran llamados»21. 19

Wyzynski, 1996, p. 172. «Dadas, en general, las varias características de las relaciones de mecenascliente y, especialmente, las varias ambivalencias construidas dentro de ellas, y dada también su tendencia a institucionalizarse y a reforzar en cierta manera las mismas pautas hacia las que su actitud es ambivalente, no es sorprendente que, en las sociedades en que estas relaciones son predominantes, tiendan a desarrollarse otros tipos de relaciones interpersonales altamente simbólicas, parcialmente en conjunción con ellas y en parte en oposición a ellas. Estas relaciones tratan de superar las ambivalencias inherentes a los institucionalizados nexos entre mecenas y clientes, para ir más allá hacia la dimensión de la pura confianza, depurada de las exigencias tanto del poder como de las consideraciones instrumentales» (Eisenstadt y Roniger, 1984, pp. 218-219). 21 Cervantes, Don Quijote, p. 375. 20

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Además son dos jóvenes solteros «de la misma edad y de unas mismas costumbres»22. La pareja tiene las características de igualdad social y de valores compartidos que son inherentes tanto al modelo clásico de los dos amigos como a sus variantes posteriores. Sin embargo, la narración revela que esta «perfecta amistad» es cualquier cosa menos ejemplar. Tras su matrimonio con la bella Camila, Anselmo arrasa con las convenciones tanto del matrimonio heterosexual como de la amistad masculina al violar los límites de ambos. Habiendo negociado la petición de mano de Camila en nombre de Anselmo, al igual que concretado los términos del matrimonio, Lotario deja de frecuentar tan a menudo la casa de su amigo23. A pesar de sus buenas intenciones, la prudencia de Lotario —la aplicación del dicho «Mi amigo usque ad portam»— resulta ineficaz. Anselmo se ofende porque su amigo no los visita como solía, profiriendo que nunca se habría casado si hubiera sospechado las negativas consecuencias del himeneo para la sagrada amicitia masculina24. Mientras insiste en que Lotario continúe visitándolo diariamente, Anselmo concibe un plan para probar la fidelidad de su esposa por medio de su seducción fingida; y la prueba termina en tragedia. Gracias a la retractación escrita de Anselmo, compuesta poco antes de su muerte, aprendemos que es consciente de haber actuado indebidamente. Reconoce que su obsesión era mayor que su respeto por las sagradas uniones de la amistad y del matrimonio. Su último deseo es escribir el arrepentimiento de su «necio e impertinente deseo». Perdona a Camila ya que ella nunca habría podido resistir la tentación dadas las circunstancias a las que se veía sometida; además, reconoce que él no tenía derecho a exigirle tamaña cosa: «sepa que yo la perdono, porque no estaba ella obligada a hacer milagros, ni yo tenía necesidad de querer que ella los hiciese»25. En estas palabras Anselmo reconoce la falta de ética en sus decisiones. La carencia

22

Cervantes, Don Quijote, p. 376. «Por parecerle a él (como es razón que parezca a todos los que fueren discretos) que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros, porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mesmos hermanos, cuanto más de los amigos» (Cervantes, Don Quijote, p. 376). 24 Cervantes, Don Quijote, p. 376-77. 25 Cervantes, Don Quijote, p. 422. 23

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de resoluciones éticas que canalicen los deseos personales de conformidad con los preceptos sociales es uno de los puntos fundamentales de «El curioso impertinente» y, en suma, de la evolución del cuento de los dos amigos. ¿Cómo y cuándo ocurrió esta transformación? ¿Existe algún antecedente del cuento de los dos amigos en la obra de Cervantes? El alejamiento de Cervantes del preceptivo altruismo en la amistad contrasta fuertemente con su anterior uso del cuento de los dos amigos. En La Galatea, la imitatio del modelo boccacciano de los dos amigos es tan exacto que la historia contiene pocas sorpresas. Tal y como dicta la tradición de los dos amigos, las conexiones familiares unen a los dos jóvenes, además de los estudios y los viajes, y en ambos se produce la lucha entre «las leyes de la amistad y [...] las inviolables de Cupido»26. Los dos amigos por excelencia de La Galatea, en una característica competición de generosidad, deciden ceder el cortejo de Nísida al otro, sin contar ni con la opinión de la mujer, ni con la del amigo. La amistad de Silerio es tan perfecta que llega a hacer de celestino para su amigo. Se viste a la guisa de un truhán y adopta el nombre de Astor. Bajo este disfraz de bufón entra con toda libertad en casa de Nísida. En una de estas mascaradas describe a Timbrio —su rival y amigo— de manera encarecida. Sin embargo, el contacto con Nísida hace que Silerio también se enamore y que enferme de amor. Como consecuencia de su extremada virtud, ambos jóvenes deciden sacrificarse por la felicidad del amigo y renuncian a sus pretensiones de matrimonio con Nísida. Pero estas renuncias precipitan la acción de la novela hacia los habituales viajes bizantinos.Tras numerosas peripecias, la triangulación del deseo se resuelve en un doble matrimonio final, gracias a que Nísida tiene una hermana. Extrapolando los resultados del trabajo de Victoria Kirkham sobre la novela 10.8 de Boccaccio, esta justa de generosidad entre Timbrio y Silerio se podría interpretar como una imitación de las virtudes estoicas encarnadas en Tito y Gisippo. Esta lectura de Kirkham puede completarse con un estudio de las tensiones entre el amor y la amistad en el topos de los dos amigos. De esta forma, la novela de Timbrio y Silerio pasa del realismo a la alegoría, adquiriendo un lugar fundamental en la interpretación de La Galatea.

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Cervantes, La Galatea, p. 289.

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Similares triangulaciones del deseo se encuentran presentes en numerosas obras de Cervantes, pero hay cuatro razones que hacen que esta novela intercalada en La Galatea sea única27. Primeramente, Cervantes nunca volvió a crear una resolución del conflicto donde los hombres probasen su virtud conforme a las aristocráticas leyes de la amicitia. Además, es la única novela a la italiana de La Galatea donde existe una amistad familiar fuerte y virtuosa conforme a los altos contenidos éticos de la amicitia. Tercero, la historia de Timbrio, Silerio y Nísida prueba que Cervantes conocía perfectamente los estereotipos de los dos amigos al estilo de Boccaccio. Finalmente, esta novela intercalada en La Galatea permite establecer el embrión de una evolución en el tratamiento del tema de la amistad masculina en Cervantes que ya comienza a distanciarse de la imitación sacramental para crear una imitación crítica sustentadora de alternativas éticas, políticas, al igual que humorísticas28. Una vez visto que Cervantes había publicado una imitación fiel del tema de los dos amigos, propongo que el énfasis de Cervantes en la deslealtad y traición de Lotario y Anselmo —más que en la nobleza y virtud de Timbrio y Silerio— mina la tradición de la amicitia perfecta, y que este quebrantamiento del tópico adquiere relevancia cuando se estudia hacia dónde se dirigen las representaciones de la amistad en la época en que se escribió «El curioso impertinente». Este 27

Para un análisis de «El curioso impertinente» desde el punto de vista de la triangulación edípica de Freud y la teoría del deseo triangular de René Girard, ver los trabajos de Diana de Armas Wilson, 1987, p. 13, y Cesáreo Bandera, 1974. 28 Se podría aludir que al comparar los dos amigos de La Galatea y de «El curioso impertinente» no estoy teniendo en cuenta que la primera es una trama prematrimonial, mientras que la segunda se desarrolla tras el matrimonio de Anselmo y Camila. Sin embargo, existen numerosos casos donde la mujer ya está casada y el cuento no termina en tragedia. Usualmente, al amigo se le encomiendan acciones que propicien la estancia a solas con la esposa. La petición es rechazada por el amigo, pero la voluntad del esposo prevalece. Digamos que una vez salvado este problema, la casuística es de lo más variada, e incluso sorprendente. El amigo emprende un viaje con la esposa (El Crotalón). El amigo cohabita con ella en ausencia del marido (novella 14 de Sermini y «El curioso»). Al soltero se le encarga seducirla («El curioso», y Zayde de Mme. Lafayette) e incluso se le fuerza a compartir la cama con ella (Sermini). Sin ser esta lista exhaustiva y ciñéndonos a las variantes aquí mencionadas, el denominador común es que al amigo se le pide que haga algo impropio —‘impertinente’— desde el punto de vista del decorum de todos los implicados.

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socavamiento del simbolismo de la amicitia entre Anselmo y Lotario se encuentra entre dos extremos. Por un lado, le precede el idealismo de la tradición clásica y humanista de la amicitia perfecta y, por otro, le suceden las nociones de la cool friendship y sympathy de la Ilustración. En la economía simbólica de la amistad clásica perfecta, como es bien sabido, los amigos deben compartir las mismas opiniones políticas, ser iguales socialmente y virtuosos. La realización de este ideal de las relaciones humanas se expresa a menudo por medio del deseo de morir uno por el otro en actos heroicos, de una vida en comunidad —compartiendo todos los bienes materiales29—, de una educación compartida30. Durante la temprana modernidad este ideal clásico siguió vigente en muchos textos. A lo largo del siglo XVII, cambios profundos terminaron por imponerse en las representaciones escritas de la amistad, como se puede observar en «El curioso impertinente». Estas representaciones indican que la armonía social y privada en la amistad estaba dejando paso a otras articulaciones del deseo humano dentro de la sociedad. El proceso culmina en las ideas sobre la ‘fría’ y ‘comercial’ amistad de la Ilustración y el liberalismo económico. En los escritos de la Ilustración los valores simbólicos de la amistad son prácticamente inexistentes. Como se ve el comercio honesto y agradable, al igual que el respeto recíproco, son el nuevo tenor de las amistades civilizadas. Nada equiparable a los excesos de los dos amigos dispuestos a arriesgar toda su hacienda, su matrimonio y redes sociales y familiares por acomodarse a los deseos del otro. En su Metafísica de las costumbres, Kant enfatiza la misma idea de distancia y comunicación: «L’amitié (considérée dans sa perfection) est l’union de deux personnes par un même amour et un respect réciproques. On voit facilement qu’elle est un Idéal de sympa-

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Respecto del papel central que la propiedad y la educación tienen en la noción de la amistad clásica y la teoría política clásica, ver Eden, 2001, pp. 109142. Respecto de la conexión entre el ejército, la política y la amistad, ver Bray (2003), Derrida (1998) y Hutter (1978). 30 Respecto de las características de los modelos de la amistad idealista hay una literatura muy extensa. He encontrado de gran utilidad los siguientes trabajos: Bray (2003), Charlier (1977), Fraisse (1974), Follon (2003), Green (2004), Halperin (2002), Hutter (1978), Hyatte (1991, 1994, 1999), Johnson (2003), Kelly y Rosemann (2004), Langer (1994), Lohuizen-Mulder (1977), Morford (1991) y Smith (1935).

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thie et de communication»31. En la Enciclopedia francesa la definición de la amistad es la siguiente: «L’amitié n’est autre chose que l’habitude d’entretenir avec quelqu’un un commerce honnête & agréable»32. En España el término ‘amistad’ se esfumó con la llegada del siglo XVIII. Si en la primera década del seiscientos hay miles de referencias a la palabra, tras un declinar sostenido, se llega al dato de que en el setecientos solo se menciona unas docenas de veces33. En el pensamiento ilustrado europeo, el socavamiento de la economía simbólica de la amicitia llego a ser tan profundo que el término amistad desapareció. Un catedrático de retórica como Adam Smith, en su Theory of Moral Sentiments, rechaza la práctica de la amistad en los términos clásicos y prefiere elaborar sobre otros conceptos, como el ‘comercio’ y la ‘simpatía’. De hecho, es difícil encontrar una definición de la amistad en su tesis sobre los sentimientos morales. Sin embargo, en alguna instancia indica que el «hombre comercial» es capaz de amistad pero siempre mesurada y prudente, sin excesos heroicos que disturben la propiedad privada y la tranquilidad familiar, tal y como ya indicaban el anónimo amigo de «El curioso impertinente» y el Caballero del Verde Gabán34. A esta reescritura de los significados de la amistad corresponde un cambio en las virtudes de los intercambios humanos. Autocontrol y respeto ajeno son las dos grandes virtudes según Adam Smith del hombre

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El Murr, 2001, p. 193. Encyclopédie, 1:361. Para completar esta definición de la Enciclopedia, véanse, en la conclusión, las dos definiciones de la amistad que la Real Academia de la Lengua dio en el siglo XVIII. 33 Ver a este respecto la información en la conclusión. 34 «El hombre prudente, aunque no se distinga siempre por la más exquisita sensibilidad, siempre es capaz de amistad. Pero su amistad no es ni ardiente ni apasionada (...). Es un apego tranquilo, pero constante y fiel a unos pocos compañeros bien asegurados y bien escogidos; en cuya elección no le guía la entusiasta admiración de hechos grandiosos, sino que la medida estimación de la modestia, la discreción y la buena conducta (...). Rara vez frecuenta y aun con mayor rareza es miembro de esas sociedades que se distinguen por el júbilo y la alegría de su conversación (...). El hombre prudente siempre es sincero (...). Pero aunque siempre sea sincero, no es siempre franco y abierto (...). Su conversación (...) es totalmente inofensiva (...) no se entromete en los asuntos de otras personas (...).Tiene aversión a meterse en disputas banderizas, odia tomar partido y no está siempre muy dispuesto a escuchar la voz de las grandes ambiciones, incluso si estas son nobles» (Smith, 1976, pp. 214-215). 32

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prudente, gran protagonista de la armonía de la sociedad comercial35. Por pasiva, con el silenciamiento de la noción de amistad contribuyó Adam Smith al cambio del concepto entre las que él denominaba sociedades precomerciales y las comerciales36. Cervantes, no por el silenciamiento sino que por una activa desmembración del tópico, abrió decisivamente las puertas para el cambio del imaginario social de la amistad. Por mucho que se haya repetido varias veces, Adam Smith y los ilustrados escoceses no son los primeros en teorizar sobre estos cambios sociales37. La discusión sobre modelos idealistas y prácticos de la amistad fue intensa en los círculos intelectuales del Renacimiento38. La discusión sobre el interés y el altruismo en la amistad es totalmente inherente a la ambigüedad del concepto de amicitia. La variación en el concepto de amistad en la temprana modernidad plantea problemas para el estudioso que quiera abordar el tema; sin embargo, plantear soluciones a la ambigüedad de la noción de la amistad es fundamental para la valoración correcta de las amistades en la obra de Cervantes39. De hecho, la complejidad de la fluida polisemia de la noción de la philia es tal que se basta por sí sola para explicar la poca presencia de la categoría amistad en los estudios de Cervantes. En un marco más am-

35 «Control y prudencia son las dos virtudes favoritas de Smith. El “espectador imparcial” observa nuestras “pasiones y apetitos”, juzgando constantemente hasta qué punto cada uno de ellos puede ser “aceptado o reprimido”» (Smith, 1976, p. 165; Hill y McCarthy, 1999, p. 41). 36 «Para Smith, la sociedad comercial transforma dramáticamente las amistades diluyendo su compromiso y haciendo posibles otras formas de fría amistad más ubicuas y pacíficas. Puesto que el estado comercial estable y organizado provee seguridad interna y externa adecuadas, florece el comercio» (Hill, 2004, p. 12). 37 Aunque, según Silver, entre otros muchos, el comienzo de este fenómeno se sitúa en los ilustrados escoceses, quienes «entienden que las formas de amistad solidaria y heroica en las sociedades precomerciales están básicamente formadas por cálculos interesados, frente a la amistad personal y cívica que favorece la sociedad comercial» (Silver, 1990, pp. 1482, 1486). 38 Importantes discusiones sobre la ambivalencia de la amistad según los humanistas y los cortesanos se pueden leer en los diálogos escritos por Alberti, The Family in Renaissance Florence, pp. 247-317 y Castiglione, Il libro del cortegiano, pp. 135-138. Para más sobre la ambigüedad en la amistad entre los humanistas, como Alberti, Erasmus y More, ver los artículos de Christensen, 2005; Wootton, 1998. 39 Las cuestiones terminológicas y sus dificultades son un tema habitual en los libros académicos sobre la amistad. Por ejemplo, David Konstan explica cuáles son las diferencias de significado en Aristóteles entre los términos philia y philein

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plio, se ha dicho, incluso, que es debido a esta polivalencia del nexo amistoso que los estudios sobre la amicitia en las humanidades y ciencias sociales son relativamente escasos40. Todas estas ambigüedades respecto a la noción de la amistad desde los clásicos, pasando por las autoridades de la Iglesia, hasta los humanistas han creado una paradójica representación del altruismo y del interés en la amistad. ¿Cómo afectan estas paradojas a nuestra visión de la amistad? Existen dos corrientes de análisis académico —antropológico, sociológico, histórico y literario, entre otros— con enfoques divergentes respecto a cómo se han de evaluar estas paradojas o antinomias. En una de las corrientes académicas, los sentimientos son parte fundamental de la relación amistosa; en la otra, se enfatiza la amistad como función estructural de una sociedad. Desde los tempranos estudios de la amistad en la década de mil novecientos cincuenta ya se percibe esta dicotomía en los acercamientos teóricos basada en una velada batalla política entre los defensores de los análisis estructurales y de los análisis enfocados en las libertades del individuo y su familia. En los estudios sobre la amistad existe una confrontación entre académicos interesados en cuestiones estructurales, y académicos que favorecen el estudio del individuo. Ciertos estructuralistas tienden a anular o minimizar la importancia de la paradoja sentimiento-interés, lo cual se traduce en un reduccionismo útil, en ocasiones, pero problemático para un estudio general de la amistad. Los individualistas sobrevaloran los aspectos emocionales de lo personal en la amistad. Llevadas estas

(Konstan, 2006, pp. 171-174). Jennifer Whiting asigna valores determinados a los términos philia, philos y philein para clarificar las confusiones producidas por la traducción sistemática de estos términos (Whiting, 2006, pp. 276-277). Caroline White se refiere a las cuestiones terminológicas en los autores cristianos del siglo cuarto (White, 1992, pp. 53-54).Ver el estudio de Hélène Pétré (1948) sobre el vocabulario latino de la caridad cristiana. Lindsay Rae Penner (2007) tiene una tesis sobre la terminología de la amistad y las relaciones humanas en la lengua latina. Como indica Jacques Derrida, comentando la variedad de vocablos asociados a la amistad en la cultura clásica (phrater, phratria, adelphos, etc): «Sobre ese punto [de la amistad] y sobre muchos otros esas referencias nos dan idea de la inmensidad y acumulación de tareas que se plantean. Bastarían, por si fuese todavía necesario, para apelar a la prudencia y a la modestia. Debo insistir una vez más, este ensayo tan sólo arriesga un paso apenas preliminar en regiones que siguen siendo muy oscuras» (Derrida, 1998, p. 118). 40 Rey, 1999, pp. 19-20.

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perspectivas al extremo, o bien las relaciones de amistad encubrirían intercambios interesados, o bien las amistades serían una expresión puramente emocional. La asociación creada por un mecenas y un artista, por tanto, entra dentro de la categoría denominada amistad útil. De hecho, la philia entre desiguales es el objeto de gran parte del tratado noveno de la Ética Nicomáquea. Incluso si no hay igualdad estamental entre un mecenas y un artista, Aristóteles enfatiza que existe igualdad, aunque proporcional, en el flujo de beneficios y favores que circula entre ellos. Un estricto sentido de la equidad proporcional regula los intercambios entre superior e inferior en la philia. Pero este espíritu contractual de la philia entre disímiles no excluye los sentimientos. Al contrario, en la Ética Nicomáquea, no existe antinomia entre las dos vertientes de las estructuras de la philia41. El cumplimiento de la relación contractual deberes-beneficios revalida los sentimientos, y el reforzamiento de los sentimientos ratifica el contrato. En la Ética Nicomáquea, los flujos de sentimientos individuales y el intercambio de bienes económicos y simbólicos entretejen una comunidad paradójica, en la cual el binomio favores-servicios, unido tanto al código de honor como al sentimiento de amor, refleja la ambigüedad de la noción amistad-mecenazgo. Esta interrelación entre sentimiento e interés se puede aplicar, por ejemplo, a la relación entre Sancho y don Quijote, para explicar las paradójicas conversaciones que mantienen sobre el salario de Sancho y la amistad entre el escudero y el caballero, al igual que a nuestras interpretaciones de la amistad entre Anselmo y Lotario. Para salvar el impasse creado por la ambigua noción de la amistad, basta con considerar que esta dicotomía de la amistad no es un defecto necesariamente, como se ha pretendido en ocasiones, sino que es parte fundamental de la práctica de la amistad y que ya se reflejaba desde los textos teóricos clásicos. Por ejemplo, en la Ética Nicomáquea este ejercicio constante de los mecanismos de la amistad y del mecenazgo es la esencia de la descripción de la philia. Tanto los superiores como los inferiores implicados en la philia intercambian bienes materiales y simbólicos según un estricto sentido de la ética que los hace honorables, virtuosos e iguales. El superior obtiene honor por medio

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Fraisse, 1974, p. 119.

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de una asociación en la que beneficia al inferior, a la vez que, según Aristóteles, lo ama proporcionalmente a su posición social42. Es decir, el carácter contractual de la relación implica una retribución. La contrapartida del inferior consiste en honrar y servir a su benefactor, al mismo tiempo que en amarle en proporción a su estatus43. Sin la paradoja interés-altruismo, la amistad se convierte en una entelequia textual o, aún peor, en una entelequia producida por ciertas interpretaciones de los textos clásicos de la amistad. Por tanto, esta paradoja altruismo-interés en las descripciones de la amistad es el centro mismo de la práctica de la amistad y de su existencia. Este tipo de discusión sobre la utilidad del discurso de la amicitia para las familias de banqueros y para los cortesanos llevó a lo que Faliu-Lacourt denomina las «formas vicariadas» del cuento de los dos amigos44. Durante el siglo XVII, «El curioso impertinente», una de estas formas vicariadas de la retórica de la amicitia, que se imprimió en diversas lenguas y se leyó en numerosos países45. En esta novella, Cervantes respondía a los factores subjetivos y objetivos que estaban transformando la economía simbólica de la amistad en la temprana modernidad europea. Una vez vista la conexión entre el sentimiento, el interés y la ambigüedad de la noción de amistad, queda por analizar cómo se pueden asociar el simbolismo del fracaso de la amistad teórica, el debilitamiento de la economía del mecenazgo y «El curioso impertinente». El mecenazgo es un elemento fundamental de los intercambios económicos de la temprana modernidad, mientras que la amistad es la representación de todo lo que no se puede explicitar de estos intercambios46. Además la amistad y el mecenazgo se relacionan des42

Aristóteles, Ética, 1163b1-5; 1158b25; 1167b18. Aristóteles, Ética, 1163b15-20. 44 Aunque Faliu-Lacourt use un vocabulario de las ciencias naturales que recuerda al formalismo de Propp, en su conclusión reconoce la importancia de la subjetividad en las transformaciones del cuento de los dos amigos: «las formas vicariantes de un mismo tema corresponden a factores objetivos, pero también, en última instancia, a factores subjetivos, más importantes aún» (Faliu-Lacourt, 1985, pp. 169, 179). 45 Sobre la influencia de «El curioso impertinente» en Europa, ver Rosenbach (1902), Peery (1946) y Kaplan (1953), entre otros. 46 Respecto de la ley del silencio en los intercambios de regalos y favores, sigo en parte el análisis de los principios de la economía simbólica de Bourdieu (Bourdieu, 1994, pp. 177-182). 43

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de el punto de vista de la retórica de ambas nociones: la fidelidad47. Esta retórica de la pureza de las relaciones humanas en la amistad como en el mecenazgo tiene un valor funcional. Desde el punto de vista sociológico, sirve para mitigar las ambivalencias de las relaciones cliente-patrón y tiende a desarrollar sofisticados simbolismos de estas instituciones48. Esto nos lleva a preguntarnos si la infidelidad y la ansiedad en la amistad no deberían de interpretarse en términos de descomprometidas relaciones de mecenazgo. «El curioso impertinente» muestra una relación de amistad masculina que desemboca en fracaso y tragedia. Este nivel de fracaso en la observancia de la sagrada ley de la amistad, como la calificaba Boccaccio, provocó ya en la época respuestas intensas e inmediatas puesto que ponía en entredicho uno de los pilares simbólicos de la sociedad: la lealtad en el mecenazgo. Como sugieren ciertas respuestas de otros escritores de la primera mitad del siglo XVII, «El curioso impertinente» ya necesitaba entonces una explicación de las causas de semejante fracaso de la amicitia y del matrimonio. Zayas consideró que la culpa es de los hombres que nunca están satisfechos ni con su suerte ni con los actos de sus mujeres, para lo cual pone como ejemplo, entre otros, lo ocurrido a Camila en “El curioso impertinente” y a Roseleta en el “El verdugo de su esposa”49. Castro mostró que el drama es fruto de un mal casamiento50. Para Guillén de Castro la causa del desastre en su versión teatral, El curioso impertinente, era un amor contrariado combinado con un desafortunado matrimonio, ya que el amor entre Camila y Lotario precedía al matrimonio con Anselmo.51 Para María de Zayas, en su novela

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Lytle, 1987, p. 48. Eisenstadt y Roniger, 1984, pp. 218-219. 49 «En el discurso de este desengaño veréis, señoras, cómo a las que nacieron desgraciadas nada les quita de que no lo sean hasta el fin; pues si Camila murió por no haber notificado a su esposo . . . Roseleta, por avisar al suyo de los atrevimientos y desvelos de su amante, no está fuera de padecer lo mismo, porque en la estimación de los hombres el mismo lugar tiene la que habla como la que calla» (Zayas, Parte segunda del sarao e entretenimiento honesto, pp. 211-12). «que si es honrada, es aborrecida porque lo es; y si es libre, cansa; si es honesta, es melindrosa; si atrevida, deshonesta; ni les agradan sus trajes ni sus costumbres, como se ve en Roseleta y Camila, que ninguna acertó, ni la una callando, ni la otra hablando» (Zayas, Parte segunda del sarao e entretenimiento honesto, p. 222). 50 Ver, entre otros, los estudios comparativos hechos por Ignacio Arellano, 1998. 51 Castro, 1991, p. 219. 48

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cortesana «El verdugo de su esposa», la culpa es de los hombres. Por boca de Nise se dice que «la culpa de las mujeres la causan los hombres», los cuales buscan ganarlas aunque ellas no gusten de ello52. Incluso, va mucho más allá al no dignarse Nise a dar ninguna importancia a la retórica de la amistad, centrando la trama de la tercera novela en probar el mal que pueden llegar a causar «los crueles y endurecidos corazones de los hombres» porque «el que más perdido se muestra por ellas, al fin las da muerte; y para las mujeres todos son unos»53. Sin embargo la novela empieza como un cuento de los dos amigos y rinde por escrito todos los contenidos del tópico: «Hubo en tiempos pasados dos caballeros nobles, ricos, galanes, discretos . . . Eran . . . don Juan y don Pedro (que estos eran sus propios nombres) tan grandes amigos, por haberse desde niños criado juntos, mediante la amistad de los padres, que en diciendo “los dos amigos”, ya se conocía que eran don Pedro y don Juan. Juntos paseaban, de una misma forma vestían, y en no estando don Pedro en su casa, le hallaban en la de don Juan, y si faltaba éste a la suya, era seguro que estaría en la de don Pedro, porque un instante no se hallaban divididos, aunque vivían en casas distintas, todo lo más del tiempo estaban juntos»54

Y el texto continúa con la descripción del enamoramiento y casamiento de uno de ellos, más los problemas a resultas de este triangulo. Aunque el fracaso de la amistad masculina en «El verdugo de su esposa» se cierra con la historia de la amistad entre don Pedro y la amante de ambos protagonistas masculinos, Angeliana, además de contener la historia fantástica del milagro del ahorcado, existen referencias explícitas a «El curioso impertinente» de Cervantes como subtexto, en la novela de María de Zayas, y al tópico de los dos amigos. Cervantes propuso un tema inquietante; en respuesta al cual Zayas y Castro escribieron sus explicaciones. Para ella la crueldad masculina y para él un amor preexistente darían coherencia a los hechos. Aquí, sin embargo, para analizar la importancia de las carencias éticas en las altamente retóricas representaciones de la amicitia de los amigos Lotario y Anselmo, se va a conectar la teoría de la amistad con los estudios

52 53 54

Zayas, Parte segunda del sarao e entretenimiento honesto, pp. 200, 208. Zayas, Parte segunda del sarao e entretenimiento honesto, pp. 211-212, 222. Zayas, Parte segunda del sarao e entretenimiento honesto, pp. 201-202.

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del mecenazgo a través del concepto sociológico de la «economía de bienes simbólicos»55. Existen dos niveles complementarios en los intercambios sociales: el nivel simbólico y el plano económico56. Los bienes simbólicos (la amistad) y los bienes económicos (favores) son diferentes, pero colaboran en los procesos sociológicos de dominación y violencia. Por ejemplo, durante el Renacimiento, numerosos autores pintaban sus relaciones con sus patrones en términos de amistad idealizada, aceptando los términos de un contrato tácito entre desiguales. Conforme a sensibilidades modernas, la intersección entre la amistad y el mecenazgo puede parecer un despropósito, ya que tales relaciones entrarían dentro de las categorías del nepotismo y del servilismo. Sin embargo, en la cultura de la temprana modernidad, la retórica del mecenazgo y la de la amistad eran los dos lados de la misma moneda57. Tanto el lenguaje de la amistad como el lenguaje del servicio representan negociaciones entre los deseos individuales y las restricciones del tejido social. Cuando Cervantes representa amigos infieles en sus libros, muestra una clara percepción de las tensiones entre el individuo y la sociedad inscritas en el lenguaje de la amistad que tiene sus muy importantes conexiones con el lenguaje del mecenazgo y su economía asociada. El tremendo giro que Cervantes imprimió a la historia de los dos amigos puede entenderse en función de la frustración causada por el fracaso en sus propias relaciones mecenas-cliente. A pesar de sus fracasadas relaciones de mecenazgo, Cervantes continuó usando el lenguaje de la amistad en las dedicatorias a sus mecenas (o potenciales mecenas) y continuó escribiendo sobre la amistad en sus obras. Su persistencia en el uso del motivo de la amistad es inherente a la desigual55

El Saffar se refiere a la frustración de los deseos de estabilidad textual en Don Quijote (El Saffar, 1988, p. 206). 56 Bourdieu, 1994, pp. 175-211. 57 Cicerón afirmó que las relaciones entre patrones y clientes no eran auténticas amistades (Hill, 2004, pp. 9-10); sin embargo, Alison Weber ha indicado que «los participantes en el sistema de mecenazgo de la temprana modernidad desarrollaron un lenguaje altamente codificado (...) los clientes (...) se retrataban a sí mismos como niños, siervos, esclavos y amantes incondicionales de sus benefactores» (Weber, 2005, p. 404). Alan Bray llega a afirmar que «todo el mundo sabía que el lenguaje de la ‘amistad’ era parte del lenguaje del ‘servicio’» (Bray, 2003, p. 199).

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dad en las relaciones mecenas-cliente y a sus expresiones literarias, que se explica como una «alquimia simbólica», en la que los criados y sus amos llegan a ser amigos. Esta realidad se corresponde con una bien conocida «hipocresía estructural», lo que viene a ser una relación dominada por el mecenas con la aceptación del artista porque es la estructura social la que determina estas actitudes58. El escritor acepta los actos de dominación simbólica del mecenas, mientras pinta el nexo como amistad, amor, servicio e, incluso, familiaridad59. Sin embargo, para que el intercambio simbólico funcione los dos tienen que tener idénticas categorías de apreciación y percepción. Los conceptos fundamentales de este lenguaje codificado son la lealtad y la generosidad entre desiguales, si ambas partes del contrato no perciben que el otro está actuando leal y generosamente la relación resulta insatisfactoria. La lealtad, así como ostentosos actos de generosidad, son abundantes en las representaciones de la amistad perfecta —como ceder la novia o, incluso, la esposa al amigo—; al igual que lo son en las demostraciones públicas de mecenazgo (por ejemplo, el escritor se declara esposa, amante o amigo del mecenas). El autosacrificio entre amigos y la generosidad por parte de los mecenas son complementarias y a menudo se describen con los términos virtue y magnificence. Para mantener la lealtad de sus clientes, los mecenas deben retribuirles en forma de mercedes y favores; como respuesta, el artista-cliente al servicio del mecenas ha de incrementar el crédito social de éste por medio de su uso del sutil código de la amistad y de la alabanza de su grandiosa magnificencia. Sin embargo, si las categorías de apreciación y percepción entre clientes y mecenas no son las mismas, una expresión literaria de los desajustes en la relación mecenas-cliente es la transformación de la retórica de la trama del cuento de los dos amigos, subvirtiéndose de esta manera los códigos de la amicitia por medio de la traición y la infidelidad. Por tanto, la representación de amigos infieles como Anselmo y Lotario socava implícitamente el lenguaje y estructura de uno de los simbolismos más importantes de la temprana modernidad: la idealización de la siempre desigual relación mecenas-cliente.

58 59

Bourdieu, 1994, pp. 183-185. Weber, 2005, p. 404.

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Los cambios en las representaciones de la amistad de perfección a imperfección, como los que observamos a lo largo de la carrera literaria de Cervantes, se relacionan con drásticos cambios en los sistemas de producción de las obras de arte durante la temprana modernidad, y en particular con el debilitamiento del sistema del mecenazgo. El comercio y el creciente papel de la economía de mercado jugaron un papel decisivo en el debilitamiento del sistema de mecenazgo, que a su vez afectó a la noción de la amistad. A través de los siglos XVI y XVII, cambios en las estructuras sociales alteraron el modo de vida de los escritores. El autor se convirtió más en un profesional a la vez que paulatinamente dejaba de ser una más de las criaturas de la pompa cortesana. Aunque la existencia de una red artística y profesional cada vez más amplia significó que los escritores podían elegir para quién escribían (los mecenas, el mercado o ambos). Cervantes no tuvo éxito en un entorno donde los artistas se liberaron gradualmente de la restrictiva retórica de la lealtad. Esta evolución afectó a la naturaleza de la conexión entre artistas y mecenas, al igual que el cuento de los dos amigos evolucionó desde la exaltación de la amicitia masculina a la representación de la explotación del otro. En «El curioso impertinente», Cervantes señaló las debilidades de la idealización teórica de la amistad masculina. El socavamiento del rol social de la amistad en «El curioso impertinente» supone una declaración de la muerte del valor simbólico de las construcciones clásicas de la amicitia en tanto que una máscara del declinar del sistema económico del mecenazgo. Este cambio dramático en el tratamiento de la amistad en la obra de Cervantes es sintomático de que, para el comienzo del siglo XVII, las representaciones tradicionales de la amistad estaban desapareciendo o adaptándose a las necesidades de la nueva sociedad comercial de la ilustración60. Pronto Hume, Ferguson, Smith,Voltaire, Diderot y Kant, entre otros, darían nuevos significados a la práctica social de la amistad. 60

De hecho, la amistad no se incluye ya como un componente de los conceptos modernos del estado. Los intelectuales liberales no consideran que la amicitia o philia sean un instrumento político de utilidad contra la tiranía y el infortunio. La prosperidad, la libertad y la seguridad se articulan a través de la ley y del estado, no por medio de la philia: «Uno busca en vano, por ejemplo, en los escritos de los padres de la república de América (...) una discusión sobre la amistad entre los ciudadanos (...) ningún teórico del período moderno discute explí-

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Para hablar con propiedad de la amistad en la obra de Cervantes, es necesario enmarcar sus representaciones entre los conceptos de la amistad en la temprana modernidad y en la modernidad; además de evaluar la evolución del tema durante la vida del autor. La consideración de algunos procesos históricos en las relaciones mecenas-cliente durante los siglos XVI y XVII clarifica cómo la obra de Cervantes refleja un cambio profundo en las instituciones sociales de la amistad y del mecenazgo, así como las transformaciones socioeconómicas que hicieron que ese cambio se hiciera realidad. Mucho antes del Siglo de las Luces los intelectuales comenzaron a reflexionar sobre la amicitia, la simpatía, el comercio y la comunicación. Cervantes, uno de esos intelectuales, desde el campo de la literatura, mostró a Europa que un cambio en la noción de la amistad estaba ocurriendo. Sus personajes son seres humanos imperfectos y sus actos parciales, dominados por las pasiones, muestran su inadecuación para el cumplimiento del universalismo ético de la amistad perfecta. Personajes como Anselmo y Lotario, en cuanto que individuos imperfectos, no pueden ni crear ni mantener las ilusiones de la amistad perfecta de la aristocracia, y caen en el trágico destino de seres limitados juzgados según un modelo axiomático que no admite los cumplimientos parciales de sus contenidos. Pero, el cumplimiento parcial de las heroicidades requeridas por la sagrada ley de la amistad continuó incrementando en la obra de Cervantes. Las Novelas ejemplares reflejan aún más el entretenido juego que los escritores de la época podían recrear con los contrastes entre los requerimientos axiomáticos de la retórica de la amicitia y las tramas exitosas de pícaros, celestinas, estudiantes y soldados que poblaban la literatura hispánica.

citamente que mejorar las relaciones de philia sea una función básica del estado moderno. En cambio, el interés en la seguridad y en una vida acomodada, la protección de la propiedad y de la libertad individual, el mantenimiento de la ley, el orden y la justicia se invocan habitualmente» (Schwarzenbach, 1996, pp. 108-109).

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CAPÍTULO 4 LA MÚSICA DE LOS NÚMEROS PRIMOS

Lo que se dirá de mi suceso, tendrá la fama cuidado, mis amigos gana de decilla, y yo mayor gana de escuchalla. (...) ¡Adiós, gracias; adiós, donaires, adiós, regocijados amigos, que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida! Cervantes, Persiles y Segismunda

Cuando Cervantes escribía las últimas líneas de su vida, en la introducción a Los trabajos de Persiles y Segismunda, mencionó dos cosas: una, a sus amigos, quienes perpetuarían su fama; otra, que ya no podría disfrutar más de sus donaires1. Donaires y amigos, estas son las dos postreras palabras del exhausto Cervantes. En verdad, amistades y donaires se encuentran por toda su obra. Pero, tal vez, un lugar privilegiado por Cervantes para la expresión de la amicitia y del buen humor sean las introducciones a sus obras. Hablando en particular de la introducción a las Novelas ejemplares, el desafío que él presenta cuando dice a sus lectores y a su mecenas que «algún misterio tienen escondido que las levanta», se trata de una broma, un donaire y de una afirmación seria. Es una afirmación seria porque están en juego la armonía pitagórica, el demiurgo platónico y el origen divino del alma, de la inteligencia y del cuerpo humanos. Es un donaire porque pretende divertir a sus lectores y a su mecenas. Las Novelas ejemplares son un juego. Si creemos a Cervantes, son un juego de billar, una «mesa de trucos».

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Todas las citas de las Novelas ejemplares vienen de la edición de Jorge García López, en editorial Crítica.

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La colección tiene, por tanto, un marcado espíritu lúdico en el que incluso un hombre transparente puede sobrevivir y tener su lugar gracias al humor y la melancolía. Covarrubias define ‘truco’ como un: Juego que de pocos años a esta parte se ha introducido en España, y trújose de Italia; es una mesa grande, guarnecida de paño muy tirante e igual, sin ninguna arruga ni tropezón. Está cercada de unos listones y de trecho en trecho tiene unas ventanillas por donde pueden caber las bolas2.

Uno tiene siempre la impresión de encontrarse ante un inmenso tablero donde, la sacrosanta amicitia y el indispensable mecenazgo, los estamentos sociales y los conceptos de la virtud, chocan y entrechocan constantemente a un ritmo misterioso y subyugante. La intención lúdica y la seriedad, la sordidez y la elevación, o falta de estas, se pueden observar no solo en cada una de la piezas de la colección, sino que también en la estructura del conjunto de las novelas, creando un desafío para el lector y en particular para el conde de Lemos, el decoroso mecenas al que se dedicó la obra. Entre los muchos donaires diseñados para el entretenimiento de los lectores y del conde de Lemos, uno de los más celebrados es la transparencia del insignificante licenciado Rodaja en la sociedad barroca. Uno pensaría que, en las tribulaciones de Rodaja, las menciones al universo conceptual de la amistad y del mecenazgo son escasas, además de no conformarse con los ideales ciceronianos de la vera amicitia. Y, sin embargo, en Rodaja existe una constante referencia a la transparencia y apertura necesarias en la verdadera amistad por medio de la combinación de las alegorías del hombre fenestrado y de la vera amicitia. A la lealtad en la amistad simbolizada por la transparencia del corazón, se une el uso en la astrología médica de la concordia entre planetas, esferas, humores y órganos, formando conjuntos analógicos de gran predicamento en las visiones macro y microcósmicas de la temprana modernidad, como ocurre en el libro de Pérez de Vargas (figuras 1 y 2)3. La presencia de la noción de la enemistad, y por ende de la amistad, en la astrología y la medicina se justifica con la analogía entre la armonía del macrocosmos de las esferas celestiales y del microcosmos del ser humano como expresión de la amistad y ene2 3

Cov., p. 939a. Para una imagen del hombre fenestrado, ver Rigoni, 1974, p. 436.

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mistad entre los astros, los elementos y los órganos. Estas asociaciones ya se encontraban presentes en el pensamiento presocrático y sobre ellas argumenta Sócrates en Lisis4. En La Celestina también aparecen por medio de las reflexiones sobre la noción de Heráclito de que el universo se basa en constante enemistad5. El macrocosmos y el mundo físico natural, gobernados por las fuerzas de atracción y repulsión de la amistad y la enemistad entre lo igual y lo desigual, también se analizaban por medio de teorías numéricas, más o menos esotéricas, o científicas, dependiendo del autor o de la obra del autor. Platón asentó un respetable precedente con su análisis del alma del universo, el Demiurgo, como una serie numérica en el Timeo6. La cuestión de la armonía mundana y universal expresada en la música pasó a la especulación teórica y científica de la temprana modernidad gracias al redescubrimiento de antiguos textos musicales7. La influencia de estos escritos se reflejó en pensadores y obras sobre ocultismo y nueva ciencia en Marsilio Ficino, Cornelius Agrippa, Robert Fludd, Athanasius Kircher, Johanes Kepler, Isaac Newton, entre otros8. Por tanto, la armonía universal, la amistad, la numerología, la medicina, la astrología pueden muy bien coincidir en crear un mundo interpretativo justificable para el análisis de las jocosas Novelas ejemplares, que también tratan en numerosas ocasiones de la virtud, entremezclada con la amicitia. En «El licenciado vidriera», en apariencia, las menciones a la amistad se reducen a que Rodaja y el reclutador Diego de Valdivia se hacen ‘camaradas’ de camino y armas, a través de una dinámica muy similar a la de Rincón y Cortado9. Sus caminos se cruzan y deciden sellar un pacto de amistad10. Esta relación no es una mera coinciden4

Plato, Lysis, pp. 47-55. Rojas, 1993, pp. 77-80. 6 MacDonald, 1935, pp. 59-73. 7 Ver Walker, 1958, 1972; y Palisca, 1985. 8 Ver Gouk, 2001. 9 «Y al bajar la cuesta de Zambra, camino de Antequera, se topó con un gentilhombre a caballo, vestido bizarramente de camino, con dos criados también a caballo. Juntose con él y supo como llevaba su mismo viaje. Hicieron camarada, departieron de diversas cosas, y a pocos lances dio Tomás muestras de su raro ingenio; y el caballero las dio de su bizarría y cortesano trato» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 268). 10 Dice Diego de Valdivia: «como quiera que sea, ya somos camaradas» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 269). 5

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cia de camineros, ya que en sus despedidas hay un «pesar grandísimo» y en los reencuentros buenas recepciones de «su amigo» (275). Al final de la novela, cuando Rodaja emigra a Flandes como soldado, se vuelve a recordar la existencia de esta amistad con don Diego de Valdivia, bajo cuya bandera lucha, y gana fama y muerte11. Además de la casual, caminera y soldadesca relación con Valdivia, Rodaja tiene otras relaciones cercanas a la amistad no menos instrumentales. Según la descripción de sus tribulaciones, en España, cuando comienza la obra, no tiene ni amistades, ni mecenas, ni familia, que le financien sus estudios en la Universidad de Salamanca. Es un niño de once años que busca un protector al que servir y que le dé estudios. Dos jóvenes caballeros estudiantes lo toman como criado por su buena disposición y porque sabe leer y escribir. Les sirve fiel y diligentemente durante ocho años. Como agradecimiento de su buen servicio, estos caballeros le hacen la merced de hacerlo su ‘compañero’12. Y terminan financiándole la continuación de su carrera con dinero suficiente para tres años en Salamanca13. Esta sería la relación de cliente-mecenas más obvia en «El licenciado vidriera». El aludido espíritu de compañerismo camufla la distancia que los separa. De esta forma se eleva al licenciado Rodaja al nivel de sus amos y benefactores, en una clara dinámica de allanamiento de diferencias estamentales por medio de la retórica del servicio, del mecenazgo, y de la amicitia tan caras entre los príncipes y su participes curarum14. Sin embargo, en la historia de Rodaja estos caballeros no vuelven a aparecer ni tienen si-

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«se fue a Flandes, donde la vida que había comenzado a eternizar por las letras la acabó de eternizar por las armas, en compañía de su buen amigo el capitán Valdivia, dejando fama, en su muerte, de prudente y valentísimo soldado» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 301, énfasis mío). 12 «Y como el buen servir del siervo mueve la voluntad del señor a tratarle bien, ya Tomás Rodaja no era criado de sus amos, sino su compañero» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 267). 13 «pidió a sus amos licencia para volverse [a la Universidad de Salamanca]. Ellos corteses y liberales se la dieron, acomodándole de suerte que con lo que le dieron se pudiera sustentar tres años» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 267). 14 Bacon en su ensayo sobre la amistad hablaba de la utilidad que tiene la noción de la amistad para igualar a príncipes y privados: «Los príncipes, en cuanto a la distancia debida a su fortuna (...) elevan a algunas personas, como si fueran sus compañeros, y casi iguales a ellos, lo cual termina en muchas ocasiones siendo un inconveniente. Las lenguas modernas denominan a tales personas favoritos

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quiera un nombre. Se trata de una relación entre desiguales sujeta a unas contraprestaciones obligatorias. Una vez roto el vínculo, las constantes reafirmaciones, o contraprestaciones, de la cadena de mecenazgo no tienen sentido. Es, sin embargo, tras separarse de sus amos, que aparece una relación más cercana a la amistad, aunque no sea idealista como la de los cuentos de los dos amigos. Parte de viaje hacia Salamanca y en el camino cambia de rumbo hacia Italia en compañía de su nuevo amigo, el capitán Valdivia. Más tarde, cuando vuelve a Salamanca para dedicarse a sus estudios, aparece la mayor referencia a la amicitia vera, pero surgirá acompañada de una combinación de causas y consecuencias, entre la lujuria, la venganza y la alegoría del hombre transparente. Amistad y lujuria son dos conceptos opuestos para los estudiantes de Salamanca en la época, como indicaban las normativas de la universidad15. Un lujurioso, en los comienzos de lo más álgido del humanismo castellano, acaba manipulado y defenestrado, como Calisto en La Celestina; mientras que el verdadero amigo tiene una ventana en el pecho para su amigo, como Federico y Urbino en El patrañuelo. Pero en «El licenciado vidriera» no hay solamente un hombre fenestrado —abierto, sincero—, sino algo mucho mayor: una totalidad acristalada, o un hombre vítreo. Entre las imágenes del hombre fenestrado y el símbolo del hombre vítreo, hay una relación de la parte al todo, una sinécdoque. El pecho transparente, abierto a la vista, se expande a la transparencia total de un hipotético hombre de cristal. En este tipo de metonimia se inscribe una referencia al discurso de la amicitia, en tanto que parte, y a la enfermedad del licenciado Rodaja, el todo16. Esta es la mayor mención que se hace en esta novela de la retórica de la amicitia. Una mención desencantada, inscrita en una metáfora de transparencia en una sociedad de ocultamientos barrocos. Se trata de una alusión por pasiva, ya que los valores de la amicitia en sí se encuentran silenciados y cuestionados. El constante silencia-

o privados (...) príncipes débiles y apasionados, e incluso los más sabios (...) a menudo han elevado a algunos de sus siervos, y ambos se han llamado amigos» (Bacon, 1991, p. 203). 15 Pereda, 2000, p. 122. 16 Siguiendo a Lausberg una «relación parte-todo en ambas direcciones» es una sinécdoque (Pujante, 2003, p. 221). También, se podría considerar como una metonimia, ya que existe un debate sobre si existe una diferencia entre ambas.

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miento de la retórica de la amistad forma parte de la novela en cuanto que es un discurso crítico basado en la imperiosa necesidad de no ser transparente en la sociedad barroca. Hay un cierto sinsabor en la representación de la sociedad y de las relaciones humanas. Gran parte de esta historia de locura vítrea rezuma insatisfacción y frustración, las cuales se destilan en una más de las muchas reprobaciones de Cervantes al clientelismo, cuya cabeza era la corte real: ¡Oh corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes, y acortas las de los virtuosos escogidos! ¡Sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados, y matas de hambre a los discretos vergonzosos!17.

Si la virtud en la amistad garantiza la armonía y la justicia sociales, según Aristóteles y Cicerón; una comunidad de truhanes y estafadores no es más que la consecuencia de la falta de virtud. Si la alegoría de la amistad verdadera se caracteriza por mostrar el pecho abierto, con una marcada exposición del corazón ante el observador, como se puede apreciar en numerosas alegorías de la vera amicitia entre los siglos XV al XVII; las constelaciones de truhanes y estafadores del universo cortesano conforman una imagen de la quimera pública que predica lo opuesto a la transparencia simbolizada en la amistad perfecta. Pero la vida de Rodaja no solo está conectada con la alegoría de la vera amicitia por una sinécdoque y un silenciamiento de la retórica de la amistad, e incluso una subversión de esta. Sino que el licenciado estudia en una universidad donde se encuentra una de las pocas representaciones visuales de la vera amicitia en España. Como estudiante, Rodaja habría pasado numerosas veces junto a las alegorías de la escalera de la Universidad de Salamanca, una de las cuales es la vera amicitia dentro de todo un programa iconográfico humanista (Figura 3)18.

17 18

Cervantes, Novelas ejemplares, p. 301. Ver el detallado análisis de Felipe Pereda (2000).

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(Figura 3) Amicitia Vera, Escalera de la Universidad de Salamanca, h. 1512

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Esta alegoría se basa en el modelo ciceroniano de amistad entre Escipión y Laelio en su diálogo titulado De amicitia. Según Cicerón, la amistad verdadera se fundamenta en buena fe sin fallas, lealtad hasta la muerte, altruismo incondicional, y todo ello se resume en virtud inmaculada19. Pero esta imagen de la vera amicitia, como guía para el estudiante hacia un grado superior de conocimiento, se opone a las imágenes de la lujuria: «la polaridad (...) se establece, por tanto, en la escalera entre dos conceptos: pasión erótica versus amistad»20. La oposición escolástica entre amor (sensible) y amicitia (racional), y su presencia en la arquitectura universitaria, así como en la vida académica, tenía que ser bien conocida de los lectores cultos de la época, como Cervantes, por medio de lecturas serias, de normativas y de sátiras estudiantiles. Nuestro licenciado, por tanto, habría pasado innumerables veces junto a las referencias a los peligros de la lujuria para los estudiantes y sus conexiones con la misoginia que se extienden por la escalera de esta universidad21. Mientras que la amicitia no se menciona en «El licenciado vidriera», la lujuria sí. Precisamente es el desbocado despecho y el no correspondido deseo de una mujer de «todo rumbo y manejo» el que le lleva a la locura. Un bocado de membrillo envenenado arrastra a este virtuoso estudiante al más inoportuno de los enajenamientos. En plena decadencia barroca, Rodaja se convierte en un ser absolutamente sincero. Hasta el punto de que se le consideraba en las calles como una de esas maravillas y rarezas que tanto gustaban en la época.Además, en su mundo de subjetividades, Vidriera se cree compuesto de una pieza de cristal. Se siente como un hombre de vidrio, a través del cual 19

Ver Cicero, De amicitia, VII, 23, XVIII, 64, XXVII, 102, 104. La escalera de la universidad suma «una serie de advertencias contra los peligros de la carne y la concupiscencia dentro de un tono humorístico propio de la cultura estudiantil (...) sólo los universitarios, profesores y alumnos hacen uso de la escalera y ésta comunica las aulas situadas en el piso inferior del patio con la biblioteca que se localiza en el piso superior. Los Estatutos de la universidad son la fuente más fiable sobre la que podemos empezar a enhebrar la interpretación. La única vez que se menciona a las mujeres —uno de los temas primordiales de los relieves de la escalera— es para prohibir taxativamente que alumnos o maestros de la universidad pudieran tener concubina en casa propia o ajena, ni siquiera vivir en casa donde hubiere otra mujer bajo pena de excomunión» (Pereda, 2000, pp. 122-123). 21 Ver Pereda, 2000, pp. 117-132. 20

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se pueden ver su corazón y sus pensamientos. Como consecuencia, queda preso de un miedo cerval a la fractura de su vidrio, distanciándose del contacto físico con el resto de sus congéneres. Transparencia en la lejanía, fragilidad en el intercambio y soledad pública son lo que este hombre vítreo alcanza a reflejar de los ideales transmutados de la amicitia. Las alegorías del hombre fenestrado, transparente y de fiar ya pertenecían al pasado. De hecho, en la primera mitad siglo XVII la tragedia de «El curioso impertinente» (1605) y la nostalgia de El criticón (1651-1653-1657) enmarcan como un alfa y omega el desencantado discurso de la amistad22. Las ingenuidades del humanismo que habían abogado por la dignidad del hombre cedieron su lugar al modelo del hombre disimulado y precavido. Desde el punto de vista de la locura de Vidriera como sinécdoque de la transparencia en la vera amicitia, «El licenciado vidriera» bien puede formar parte de la historia de la noción de la amistad, al igual que las tortuosas relaciones entre Anselmo y Lorario, y el eterno diálogo entre Critilo y Andrenio en El criticón. Para algunos críticos, como Fernando R. de la Flor y Felice Gambin, esta evolución de la transparencia dignificante de la amicitia hacia la disimulación práctica es diacrónica. Existe una profunda división entre las visiones de algunos humanistas de la transparencia como una fortaleza necesaria para la dignidad humana, incluso en la corte, y las que preconizan la disimulación como necesaria para el cortesano. De esta forma, la conversación entre amigos intelectuales en el locus amoenus en el Diálogo de la dignidad del hombre de Fernán Pérez de Oliva, donde se defiende la amistad como necesaria para la perfección del ser humano, evoluciona hacia la nostalgia —en muchas instancias, desencanto— de Baltasar Gracián cuando trata el tema de la amistad23. Siendo cierto lo que De la Flor y Gambin dicen respecto de las evoluciones de la amistad des-

22 Ver el análisis de Felice Gambin (2008) sobre la amistad en Baltasar Gracián. Derrida (1998) tiene un ensayo sobre la importancia de Gracián en la filosofía de la amistad. 23 «La mirada severa (...) desemboca en un escepticismo que destila amargos desengaños sobre las ilusiones humanísticas y somete tales saberes a la prueba de la realidad vivida.Todo el Criticón está impregnado de escepticismo, aunque (...) la “fe en la amistad perviva”. Se podría afirmar que toda la peregrinación de Critilo y Andrenio pasa por el análisis del tema de la amistad, por las metamorfosis que impone la edad varonil, por su aplicación práctica» (Gambin, 2008, pp. 51-52).

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de la ingenuidad a la prudencia y desconfianza, sus afirmaciones también se completan si se tiene en cuenta que ya existía una tradición de escritos y diálogos sobre la amistad tanto optimistas como melancólicos, e incluso negativos. Dentro de lo que se podría llamar la «tradición de la amistad imperfecta», Alberti, por ejemplo, en lo más álgido del humanismo italiano, también había propuesto otro tipo de ética diferente de la aristocrática. Esta vez para un agente comercial de la banca. En la obra de Alberti, I libri della famiglia, Adovardo preguntaba incisivamente que cuál es la utilidad de poder argumentar sobre la amistad, que si acaso las teorías de Pitágoras, Zeno, Aristóteles y Platón pueden ayudar a encontrar más amigos, y a ser inmediatamente aceptado en los nuevos círculos sociales que encuentran los banqueros en sus negocios por toda Europa24. Esta crítica de la escasa aplicabilidad y practicidad de las teorías filosóficas de la amistad, conocidas por Leon Battista Alberti, se ha interpretado como una representación de una ética burguesa frente a ciertos ideales aristocráticos25. Recientemente se ha llamado la atención sobre el hecho de que para Alberti el modelo de la amistad clásica entre individuos encierra demasiado riesgo para el futuro familiar, ya que los humanos son imperfectos y mutables26. De hecho, existen numerosos casos entre los humanistas donde se cuestiona la teoría de la amistad por no ser práctica y además de expuesta. Si en la obra de Alberti la crítica se hace explícita, en otras obras el desplazamiento, el silenciamiento y la inversión son técnicas habituales. El silenciamiento y la inversión de los contenidos de la retórica de la amicitia son partes fundamentales de la historia de la noción de la amistad, como en el caso de «El licenciado vidriera»; pero en las Novelas ejemplares existen también ejemplos de perfecta amistad. El conjunto de ellas también puede ser analizado desde el punto de vista de la teoría de la amistad, ya que desde los griegos existen visiones tanto optimistas, como negativas. Mientras que en «El licenciado vidriera» la retórica de la amistad se encuentra presente por medio de una metonimia, en «La señora Cornelia» se representa una auténtica historia de los dos amigos. En la historia de doña Cornelia la explícita mediación de los

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Alberti, The Family in Renaissance Florence, pp. 265-266. Watkins, 1969, pp. 16-20. 26 Christensen, 2005, pp. 19, 22, 34. 25

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dos amigos lleva a que un agravio se transforme en una amistad entre familias y grupos de clientes en Italia y Vizcaya. Pero la historia de los dos amigos intersecta con una ficción bizantina, como en cierta manera también ocurre en «El amante liberal». En «La señora Cornelia», los dos amigos en cuestión son vizcaínos, don Antonio de Izunza y don Juan de Gamboa, estudian juntos en Salamanca, viajan por Flandes e Italia, y van al colegio español de San Clemente en Boloña. En esta ciudad, por coincidencia llegan a conocer a doña Cornelia, se informan de su situación y deciden ayudarla. El duque de Ferrara no puede casarse con Cornelia Bentibolli porque su madre tiene arreglado ya su matrimonio. Este impedimento va a ser solventado por Gamboa que informará de la situación al hermano de Cornelia, Lorenzo. Terminarán arreglando por intermediación del cura la reunión de los dos amantes —y padres de una criatura— para casarlos en secreto a la espera de la muerte de la madre del duque. La amicitia vera entre los dos vizcaínos, gracias a sus virtuosos actos, se extiende a las familias del duque de Ferrara y de los Bentibolli, entre los que tienen asegurada una relación de preferencia y fidelidad. Pero como se ha dicho más arriba, la noción de la amistad se encuentra presente en el conjunto de las novelas, aunque no sea explícita. El silenciamiento de la retórica de la amistad, su subversión e incluso su parodia forman parte de la historia de la evolución de la noción y se encuentran muy presentes en el conjunto de las Novelas ejemplares. Este juego es tan resbaladizo en las Novelas ejemplares, como en las otras no menos ambiguas obras de Cervantes. El autor mismo toma buen cuidado de proveer una guía para navegantes donde las instrucciones se contradigan. Afirma que sus novelas «no tienen pies, ni cabeza, ni entrañas, ni cosa que les parezca», para a párrafo seguido desdecirse prometiendo un quimérico provecho en forma de «sabroso y honesto fruto que se podría sacar, así de todas juntas, como de cada una de por sí»27. Estas orientaciones contradictorias, como ya ha indicado la crítica, no suponen un impedimento. El dilema surge de los intentos excesivamente rígidos de clasificación. Las dos afirmaciones contradictorias de Cervantes indican que ningún sistema o concepto va a ser suficiente para explicar el conjunto de una forma

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Cervantes, Novelas ejemplares, p. 18.

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categórica. Seguramente, estos opuestos se reflejan profundamente en cada una de las piezas de la colección, como en su conjunto, brindando por tanto un literal juego de trucos a su mecenas, a la vez que a todo lector de la compilación. El juego se basa en números. Platón en el Timeo indica que los ritmos de la naturaleza inspiraron a los antiguos a crear los números28. Puesto que Platón presenta el tiempo y el espacio como categorías dependientes de la habilidad de contar, con los números se desarrolló la noción del tiempo y el estudio del entorno espacial. Como consecuencia, para los griegos el conocimiento de la realidad tiene una base matemática. Los números, invenciones abstractas, nos permiten estudiar las realidades que se encuentran dentro del tiempo y el espacio, a la vez que se han aplicado numerosas veces al estudio de la literatura. Sin necesidad de volver a los estudios de numerología en la literatura, se pueden afirmar dos cosas: el orden es una cuestión numérica y la caprichosa disposición de los textos de las Novelas ejemplares sigue un orden numérico. Cervantes hace a sus lectores una serie de guiños respecto a la estructura y la unidad de la colección. Inevitablemente hay una evocación de orden —a la vez que de desorden—, de utilidad —al mismo tiempo que de juego—, de interés (plagado de desinterés). Pero estos opuestos deberían de poder aunarse. Una abstracción de esta ordenación es una serie de números que nos pueden facilitar la investigación sobre el universo —serio y jocoso— que forma esta colección de novelas. Ortega y Gasset ya indicó que entre el título y el contenido de la colección existe cierta falta de unicidad, puesto que cohabitan dos series diferentes de novelas en el mismo volumen y bajo el mismo título29. La afirmación de Ortega rompía con la crítica decimonónica que valoraba sobre todo al Cervantes asociable con un costumbrismo, realismo o naturalismo avant la lettre. El reconocimiento de la existencia de todo un conjunto de las novelas que tenía un valor inde28

«la visión del día y de la noche, de los meses y del paso de los años, y del equinoccio y del solsticio ha causado la invención del número y nos ha dado la noción del tiempo y el estudio de la naturaleza del Mundo» (MacDonald, 1935, p. 157). 29 «volvamos al título de novelas que da Cervantes a su colección.Yo hallo en esta [colección] dos series muy distintas de composiciones» (Ortega y Gasset, 1990, p. 185).

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pendiente de los movimientos literarios decimonónicos reabre la puerta al estudio del idealismo en Cervantes y al reconocimiento de que existen dos series diferentes de obras en las Novelas ejemplares. El trabajo de George Hainsworth en 1933 consagra la dicotomía romance-novela, que se estableció como un concepto fundamental para la comprensión de la naturaleza de la colección30. Ruth El-Saffar en 1974 dio el golpe de gracia al pensamiento decimonónico al afirmar que los romances fueron escritos después de las novelas realistas. Si bien existen buenas razones para criticar estas clasificaciones como simplistas, o injustificadas, también es cierto que en unas novelas abunda más la picaresca y en otras un cierto idealismo. Por novelas idealistas aquí entiendo las ficciones en las que se representa un amor puro— normalmente abocado al matrimonio—, donde el valor es heroico y la amistad leal, y todo ello se cohesiona con una virtud sin mácula. En las tramas de corte realista, estas características no existen o son objeto de una inversión, como el pacto de verdadera y eterna amistad entre Rincón y Cortado. Estos dos pícaros, tras confesarse las causas de que a uno le mosquearan las espaldas y desterraran de Madrid, y de que a otro le denunciaran ante la justicia de Toledo, sellan su confederación de intereses, en calidad de verdaderos amigos: y pues nuestra amistad, como vuesa merced, señor Rincón ha dicho, ha de ser perpetua, comencémosla con santas y loables ceremonias.Y levantándose Diego Cortado, abrazó a Rincón, y Rincón a él, tierna y estrechamente, y luego se pusieron los dos a jugar a la veintiuna con los ya referidos naipes, limpios de polvo y paja31.

Tras este pacto de eterna amistad, en su recién comenzada timba, los dos perfeccionan sus artes en el juego de la veintiuna, que inmediatamente ponen en uso para estafar a un carretero. La partida mal acaba, ya que el arriero, quien pensaba timar a los dos jóvenes, se encuentra ante una pareja de bien coordinados tahúres. Pocas cosas hay eternas en el género de la picaresca —y menos la amistad— que se caracteriza por la constante mutabilidad de intereses y los endémicos cambios de lugar, estado y fortuna. 30

Ver el prólogo a las Novelas ejemplares de Jorge García López (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. LXIV-LXVIII). 31 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 168.

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Volviendo a los estudios sobre la naturaleza del conjunto de las novelas, a partir de la década de 1930, la crítica tiene tres posiciones. Primero, se encuentra el grupo de críticos que se centra en el género literario de cada una de las historias32. Segundo, los críticos que buscan aspectos explicativos del conjunto no relacionados con el género literario, ya que no creen que las clasificaciones y particiones basadas en la cuestión del género sean la única manera de explicar la naturaleza de las Novelas ejemplares33. Tercero, hay críticos que prefieren hacer estudios temáticos del conjunto de la colección y se oponen a las clasificaciones de las novelas en grupos34. No obstante, casi todos estos críticos, en el fondo, no eluden completamente la discriminación tradicional entre romances y novelas. En definitiva, esta clasificación de las Novelas ejemplares en romances y novelas sigue siendo un punto de referencia o, al menos, de discusión. Estos dos grupos de novelas indicados por Ortega y Gasset tienen una conexión jocosa e imperfecta con las abstracciones filosófico-matemáticas de las series de proporciones del demiurgo y el tetraktis, por un lado, y por otro con las series de los números primos.Walter Pabst ya llamó la atención sobre la posición de algunas de estas novelas que coinciden con algunos números primos. En su día, Pabst se limitó a indicar los números de las novelas de ambiente realista sin ir más lejos en su interpretación: «Cervantes era perfectamente consciente del contraste entre la realidad y el ambiente de cuento de sus narraciones.Y subrayó esta oposición intercalando las novelas 3, 7 y 11»35. Tal vez, si Pabst hubiera incluido la novela número 5 («El licenciado vidriera») entre las no-idealistas, fácilmente habría reconocido una discreta serie de números primos. En la undécima posición Pabst colocaba el dueto «El casamiento engañoso» y el «Coloquio de los perros», dado que están engarzadas. Por tanto para este crítico, y así se va a hacer en este capítulo también, hay once novelas, se obvia el artificio de la separación entre las dos últimas, al igual que la mención a una futura novela sobre las idas y venidas de Cipión, que nunca se incluyó en la colección, si es que llegó a existir. La inclusión de estas variantes en las series numéricas no haría más que incrementar el número de po32

Entre otros, Hainsworth, 1993; El-Saffar, 1974; Kartchner, 2005. Ver Pabst, 1972; Murillo, 1988. 34 Clamurro, 1997; Sánchez, 1993; Sears, 1993. 35 Pabst, 1972, p. 239. 33

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sibilidades, juegos y artificios. Sea como fuere, Pabst veía las Novelas ejemplares como un conjunto de romances en los que se habían intercalado algunas piezas de porte más realista. Es muy posible que su idea sea cierta. La consecuencia de su observación sería, por tanto, que la intercalación de las novelas de corte más realista en orden tercero, quinto, séptimo y decimoprimero no es por azar. Pero esto no responde a por qué no crearon Cervantes, o su editor, dos grupos separados de narraciones. Posiblemente este barajar las novelas idealistas con las realistas tenga relación con las teorías literarias de la época, ya que esta disposición sorprende y crea variedad, dos recurrentes aspectos de la aplicación de la teoría literaria contemporánea en la obra de Cervantes.Aunque variedad, sorpresa, entretenimiento y marketing son explicaciones plausibles, no impiden profundizar en otros significados de su ordenación según donaires basados en series numéricas. No se trata ni de simples engarces, ni de encabalgamientos, ni de agrupaciones, sino de series numéricas de números primos. La cuestión que se plantea aquí es si los números primos asociados a estas novelas realistas añaden alguna sustancia a esta coincidencia, o si por el contrario su orden de colocación es absolutamente banal. Los números primos, como ya demostraron los griegos, son inmutables y únicos, ya que son indivisibles salvo por sí mismos y por uno. Asimismo, son infinitos. Al mismo tiempo, según afirmó Euler en el siglo XVIII, en ellos «no reina ni orden ni ley»36. Por tanto, esas cuatro novelas de ambiente un tanto picaresco, soldadesco, estudiantil, celestinesco y lucianesco se asocian a números únicos, indivisibles e ingobernables. Además la primalidad en matemáticas es el equivalente a la esencialidad en la tabla de elementos químicos. Es decir que los primos son los elementos, los átomos, de la matemática. Con los números primos, por muy imprevisibles que sean, se crea la realidad en el tiempo y el espacio. Euler, el genial matemático que consiguió desbloquear un silencio de casi doscientos años en el estudio de los números primos, dejó constancia de la perplejidad que todavía causaban estas series numéricas en plena Ilustración. La paradójica falta de orden y ley a la que 36 Dijo Euler: «Hay algunos misterios que la mente humana no penetrará jamás. Para convencernos de ello basta con que echemos un vistazo a las tablas de números primos. Observaremos que en ellas no reina ni orden ni ley» (Sautoy, 2007, p. 78).

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se refería Euler recuerda a la afirmación de Cervantes de que las Novelas ejemplares «no tienen pies, ni cabeza, ni entrañas, ni cosa que les parezca». Sin embargo, tal y como los primos son las partículas fundamentales de los números y por tanto de las matemáticas; «Rinconete y Cortadillo», «El licenciado vidriera», «El celoso extremeño», y el «El casamiento engañoso» junto con «El coloquio de los perros» forman una serie bien definida, de gran éxito editorial, y fundamental para la creación del universo de sus novelas. Si Euler encontró todo un grupo de nuevos números primos y teorizó intensamente sobre su naturaleza en la Ilustración, el matemático anterior a él con éxito en este campo fue un italiano en el último cuarto del siglo XVI. Se ha dicho que Pietro Cataldi, en 1588, verificó la naturaleza primal de algunos grandes números y creó la primera tabla de gran extensión. Pero tras él se necesitarían casi sesenta años hasta que se hiciera algún nuevo progreso, esta vez en Francia, gracias a Fermat y Marsenne37. Entre todas estas transformaciones del conocimiento europeo, nos encontramos una vez más con la ironía y el humor de Cervantes, que contrapone una serie de números primos, a las consagradísimas series del demiurgo y del tetraktis, justo cuando las investigaciones teóricas sobre los números primos comienzan a despertar del gran silencio de milenios desde el esplendor de la matemática griega. El uso de estructuras numéricas es relativamente común en la literatura; sin embargo, el uso de series de números primos con motivos estéticos o éticos no era usual. Lo habitual era la explotación de los números pares, del uso de las simbologías del tetraktis y de analogías interminables en forma de decálogos. La primalidad no llevaba asociada una simbología importante en el arte, ni en la filosofía, ni en el esoterismo, ni en las pseudociencias de la época. Y sin embargo, Cervantes entremezcló una serie de novelas con otra basándose en la peculiaridad de ciertos números, que son la esencia y el fermento del mundo, e incluso de las ideas. El idealismo de los romances no puede existir sin la realidad material de las novelas. Mediante algunos conceptos básicos de las teorías filosófica y científica de los números, Cervantes creó todo un mundo de coincidencias alegóricas con el espíritu del género literario de las diferentes partes de su colección38. 37

Sautoy, 2007, pp. 69-72. Un año antes de la publicación de las novelas ejemplares, 1614, el escocés John Napier dio a la luz las tablas de logaritmos que agilizaron enormemente el comer38

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Las novelas que no están en la posición de números primos tienen un ambiente de cuento, de ensoñación virtuosa, en definitiva menos realistas ya que se basan en conceptos idealistas del amor, la amistad, el valor y la virtud, que bien podrían ser algunos de ellos platónicos, ya que se solapan con las proporciones del demiurgo en el Timeo de Platón. Surgen numerosos tópicos neo-platónicos en todos los romances incluidos en las Novelas ejemplares39. En una lista no exhaustiva, se puede mencionar, por ejemplo, el amor como virtud en «La española inglesa». La ascensión hacia el descubrimiento de las ideas perfectas se ve operar en «La gitanilla», «El amante liberal» y «La fuerza de la sangre». La belleza como reflejo de los arquetipos y la fuerza de la hermosura aparecen mencionadas en «La gitanilla», incluso en el lucianesco coloquio de los dos perros hermanos. En «La gitanilla» los siempre marginales gitanos dicen que se atienen a las leyes de la amistad. La amicitia perfecta es una de las constantes demostraciones de que la armonía celestial, también expresada en series numéricas, se traduce en armonía social. Si hay conjunción de almas, todo es posible, todos los problemas se pueden solucionar, ya que existe una armonía que es reflejo de la armonía musical de las esferas. Asimismo, la imagen de la amada impresa en el corazón y los recuerdos confusos de una vida anterior se encuentran en «La española inglesa». En concreto, lo importante para este estudio es que estas pinceladas de neo-platonismo popular se encuentran en los romances, mientras que en las novelas se dibujan lóbregos reflejos de los tópicos platónicos, e incluso inquietantes subversiones40. cio y la navegación, al sustituir las trabajosas multiplicaciones de grandes números por sumas de logaritmos. Napier, aunque matemático, era también considerado un brujo por los habitantes de los alrededores de su castillo, los cuales le veían deambular por las tierras circundantes a la fortaleza inmerso en sus balbuceos sobre predicciones milenaristas (Sautoy, 2007, p. 79). Como muestra el caso de Napier, la matemática y la filosofía esotéricas todavía iban de la mano en la época de las Novelas ejemplares. Por tanto, el pensamiento analógico alcanzaba a las series numéricas en toda su envergadura. Logaritmos matemáticos, series de números primos, milenarismos proféticos, analogías forzadas, todos ellos se combinaban en los mismos actores, fueran estos matemáticos, brujos, poetas, filósofos, o una mezcla de todo ello. 39 Menéndez Pelayo (1985, pp. 382-384), Otis H. Green (1968, pp. 185-206), Américo Castro (2002, pp. 144-150) han escrito numerosas páginas sobre la presencia del platonismo en la obra de Cervantes. 40 Ver las notas de la edición de las Novelas ejemplares de Jorge García López (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. 94, 240, 248, 549).

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La salvedad a esta regla es «El amante liberal» de conocida tendencia idealista en el sentido de que se incardina en el género de la ficción bizantina sobre jóvenes castos, amor inmaculado, valor heroico, virtud excelsa que queda probada una y otra vez durante interminables tribulaciones por las tierras y aguas del Mediterráneo. Esta novela al modo de las Etiópicas es la segunda de la colección, lo cual crea una aparente contradicción ya que el dos es un número primo. Sin embargo, el número dos es excepcional en la teoría de números al igual que en las Novelas ejemplares. El dos es el único primo par; y «El amante liberal» es una novela idealista en una posición primal, donde aparece el caso del rapto y del ostracismo cultural y religioso. La amistad reanudada entre tres sicilianos —el renegado Mahamut, el esclavo Ricardo y la raptada Leonisa— termina salvándolos de los deseos desbocados del Cadí y de su esposa Halima. El caso de este romance hace buen uso de uno de los más grandes mitos de la teoría clásica de la amistad: Escipión el Africano. No se menciona al general romano pero se crea una situación similar a la famosa «continencia de Escipión». Cuando la bella Leonisa reaparece en Nicosia tras ser raptada por los corsarios berberiscos, ya se ha convertido en la mercancía de un judío que ofrece la virgen cristiana a los bajas de Nicosia a un elevado precio. Ambos bajás y el cadí se encienden apasionadamente ante la belleza de Leonisa. Escipión, en cambio, durante la conquista de Iberia no se dejó llevar por la lujuria. No abusó de una bella joven nativa que sus soldados le traen como botín de guerra. Se la devuelve intacta a un enemigo, su prometido, que en virtud de esta restitución selló un pacto de amistad con los romanos. La continencia de Escipión tuvo grandes repercusiones y pasó a formar parte de la leyenda de los Escipiones como un modelo de príncipes. En cambio, la desbocada lujuria de las autoridades del Gran Turco en Nicosia va a ser explotada por los cristianos. Leonisa, Ricardo y Mahamut, unidos por renovados lazos de amistad, conseguirán manipular y anular el poder de todos sus amos para terminar volviendo a tierras cristianas y celebrar los estereotípicos matrimonios finales. En general, sin embargo, las ideas relacionadas con el neoplatonismo son puestas en entredicho en estas novelas primales e impares. La contemplación de la belleza no lleva a una mejora espiritual o a un acercamiento a las ideas perfectas. Al celoso extremeño le sucede más

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bien que la belleza le solivianta41. Lujuria y deseo desaforados es lo que siente por querer poseer a una púbera desconocida42. La ascensión al conocimiento es más que cuestionable en «El casamiento engañoso», donde el descubrimiento de quién es en realidad doña Estefanía hace proferir a Campuzano: «Aquí dio [la huéspeda de casa] fin a su plática y yo di principio a desesperarme»43. La adquisición de conocimiento lleva a la desesperación, y la desesperanza a la corrupción de la unión entre el alma y dios. Nada de esto es el objeto del conocimiento platónico que busca elevar al filósofo a recordar las ideas primigenias. Ni de la virtud sin tacha que es la base conceptual de la amistad perfecta aristotélica, o de la vera amicitia ciceroniana. La virtud de los personajes de las novelas no proviene de un absolutismo ético que los impulse a actuar heroicamente, o al menos generosamente. En el «Coloquio de los perros» se hacen menciones emblemáticas a la virtud y la amistad. Campuzano, inventor del coloquio, da todo el engaño matrimonial y el contagio de la sífilis por bien empleados porque ha podido ser testigo del diálogo entre los dos perros amigos, que cuestionan, entre otras muchas cosas e instituciones, el concepto de la virtud44. Todo comienza con el vocativo «Berganza amigo» en

41 «pasando un día por una calle, alzase los ojos y viese a una ventana puesta una doncella, al parecer de trece o catorce años, de tan agradable rostro y tan hermosa que, sin ser poderoso para defenderse, el buen viejo Carrizales rindió la flaqueza de sus muchos años a los pocos de Leonora» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 330). 42 En «El celoso extremeño» se dice que «Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aún no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 326), «llegó a Sevilla, tan lleno de años como de riquezas; sacó sus partidas sin zozobras; buscó sus amigos; hallolos todos muertos» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 329). Son significativas en esta novela la falta absoluta de amistad y la soledad en la que se encuentra este rico indiano que no supo equilibrar su vida privada con su empresa americana, dejando de lado lo que El caballero del Verde Gabán consideraba como las mayores riquezas de esta vida, muchos hijos y amigos. Es una vida fracasada desde el punto de vista de la sociabilidad. 43 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 531. 44 Campuzano exhibe toda su vena de charlatán. En cierta forma la exageración es fundamental en su situación, ya que crear admiración en el oyente le granjea simpatía y puede fomentar amistad y piedad hacia este viejo soldado desahuciado y sifilítico: «No quiera vuesa merced saber más, sino que son de suerte que doy por

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boca de Cipión y continúa con reflexiones sobre los atributos o no atributos de la naturaleza canina (el don del habla, la racionalidad, la memoria, el agradecimiento, la fidelidad)45. Sobre todo, dice Cipión, que se los suele pintar como «símbolo de la amistad» a los canes46. Las ideas asociadas a las bases de la amistad entre Cipión y Berganza es la discreción del primero: «siempre, Cipión, te he tenido por discreto y por amigo y ahora más que nunca, pues como amigo quieres decirme tus sucesos y saber los míos»47. La alabanza al discreto Cipión contrasta con los excesos de fidelidad a los que han llegado otros canes llevados de su natural fidelidad canina. No parece ser que sean estas demostraciones de virtuosa fidelidad, hasta más allá de la muerte, las que caracterizan a Berganza, ni las que este aprecia en su amigo48. La tibieza de ambos respecto de la exaltada virtud de otros perros habla de la relatividad de las representaciones de la virtud y la amistad en la colección. Cervantes presenta al lector unas imágenes de virtud relativas típicas de las amistades parciales, tanto en las novelas, como en los romances49. La relatividad moral expresada en el concepto de virtud trasciende

bien empleadas todas mis desgracias por haber sido parte de haberme puesto en el hospital, donde vi lo que ahora diré, que es lo que ahora, ni nunca, vuesa merced podrá creer, ni habrá persona en el mundo que lo crea» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 534). 45 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 539. 46 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 542. 47 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 545. 48 Se reconocen superiores a los otros perros —«símbolo de la amistad y fidelidad inviolable» — y superiores a los elefantes— los que más parecen tener entendimiento, seguidos, en este orden, por el perro, el caballo y la jimia— a causa del don del habla: «bien confesarás que ni has visto, ni oído decir jamás que haya hablado ningún elefante, perro, caballo o mona; por donde doy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del número de aquellas cosas que llaman portentos» (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. 543-544). El entendimiento y la memoria de Cipión y Berganza van a verbalizarse— «desde que tuve fuerzas para roer un hueso tuve deseo de hablar, para decir cosas que depositaba en mi memoria, y allí, de antiguas y muchas, o se enmohecían o se me olvidaban» (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. 544-545), en un diálogo lleno de luces y sombras sobre las relaciones humanas, incluyendo la amistad y el mecenazgo, las cuales son las que más nos interesan aquí. 49 Mecenazgo y amistad comparten, al menos, un aspecto: el uso retórico del valor de la fidelidad. En cambio, la murmuración, que es un concepto funda-

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en que la ejemplaridad en el conjunto de las Novelas ejemplares es más que cuestionable. Esta relatividad moral asociada a la amistad parcial es un aspecto de rotunda modernidad en las Novelas ejemplares. Adelantándose a Hobbes en varias décadas y a Adam Smith en siglo y medio, Cervantes cuestiona los conceptos monolíticos de virtudamistad-relaciones sociales en varias de sus Novelas ejemplares por medio de las representaciones de virtud-amistad. Cervantes baraja y desbarata las expectativas de los lectores y mecenas, al mismo tiempo que introduce una sombra de duda respecto al orden-desorden social descrito a lo largo de las novelas y que culmina en las reflexiones finales de Cipión en el «Coloquio de los perros»: La virtud y el buen entendimiento siempre es una y siempre es uno, desnudo o vestido, solo o acompañado. Bien es verdad que puede padecer acerca de la estimación de las gentes, mas no en la realidad verdadera de lo que merece y vale50.

Aquí Cervantes no dice exactamente que haya un único y excluyente concepto de virtud, sino que la virtud no es patrimonio de un estamento social o de sus protegidos (sus perrillos falderos)51. La di-

mental en las preguntas y respuestas de este diálogo, es la base de numerosas traiciones en el comienzo de narraciones literarias (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. 562-563, 566). La traición es exactamente aquello que puede crear mayor estrés en el balance de relaciones que sostiene el sistema político basado en las cadenas de clientes y por tanto el trinomio murmuración-infidelidad-traición es un conjunto de signos que apuntan a la destrucción del orden social aristocrático, al cual no parecen ni pertenecer ni alabar Berganza, Cipión, ni tampoco su creador el alférez Campuzano. 50 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 623. 51 «BERGANZA (...) Entré, asimismo, otra noche en casa de una señora principal, la cual tenía en los brazos una perrilla destas que llaman de falda, tan pequeña que la pudiera esconder en el seno; la cual, cuando me vio, saltó de los brazos de su señora y arremetió a mí ladrando, y con tan gran denuedo que no paró hasta morderme de una pierna.Volvila a mirar con respecto y con enojo, y dije entre mí: ‘Si yo os cogiera, animalejo ruin, en la calle, o no hiciera caso de vos, o os hiciera pedazos entre los dientes.’ Consideré en ella que hasta los cobardes y de poco ánimo son atrevidos e insolentes cuando son favorecidos y se adelanta a ofender a los que valen más que ellos. CIPIÓN. Una muestra y señal desa verdad que dices nos dan algunos hombrecillos que a la sombra de sus amos se atreven a ser insolentes; y si acaso la muerte o otro accidente de fortuna derriba el árbol

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sociación entre el concepto de virtud y los privilegios estamentales rompe los presupuestos de la virtud-fidelidad-amistad y del orden clásicos que sustentaban el sistema de mecenazgo en el cual Cervantes no pudo o no supo cosechar todos los triunfos que ambicionaba. No obstante, continúa dedicando entretenimientos literarios a don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, haciendo recurso a la regla de oro del mecenazgo: entretener y agradar al mecenas con cada vez más osadas arquitecturas del ingenio que le permitiesen tener un lugar entre la sociedad de clientes —paniaguados perros—, a los cuales hace referencia Cipión en la conclusión del «Coloquio de los perros». La virtud como base de la armonía mundana, y universal, se encuentra presente en varias instancias de la obra de Cervantes. No solo por boca de Cipión, Anselmo, y de los numantinos, sino que también reaparece en Persiles y Segismunda, como se verá en el próximo capítulo. Una razón para ello es que la virtud sin tacha y amistad perfecta son un binomio inseparable, desde los clásicos, e imprescindible para la ética y la armonía social. Estos microcosmos y macrocosmos en armonía se expresaban en teorías matemáticas, musicales, médicas, astrológicas, etc., como si el universo fuese un gran conjunto de analogías coincidentes y superpuestas. En su Musurgia Universalis, a mediados del seiscientos, Athanasius Kircher, continuaba presentado todas estas analogías con una seriedad que no deja ningún lugar a dudas de que el conocimiento del ocultismo sobre la música tenía grandes contigüidades con Pitágoras, el zodiaco, los números, la astronomía, los ángeles y Dios. Contigüidades que se ilustran en el frontispicio del Musurgia, además de en el contenido de la décima y última parte del libro sobre «La correspondencia de la música mundana con las armonías de la naturaleza, los espíritus y el universo»52. Cervantes, sin embargo, varias décadas antes, ya no construye el mundo de sus Novelas ejemplares con tal seriedad y deja que por medio del humor emerja el mundo analógico donde vivía, y que se transparente con todas sus incoherencias y bellezas, en el marco de una existencia donde la virtud donde se arriman, luego se descubre y manifiesta su poco valor; porque, en efecto, no son de más quilates sus prendas que los que les dan sus dueños y valedores. La virtud y el buen entendimiento siempre es una y siempre es uno, desnudo o vestido, solo o acompañado» (Cervantes, Novelas ejemplares, pp. 622-623, énfasis mío). 52 Blasius, 2001, pp. 33-35.

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ya no es un mero juego estético y filosófico entre protectores y protegidos, sino que se compone de las «peligrosas» carreras literarias de los que se atreven a publicar y vivir en el mercado intelectual, como el autor ya había apuntado en su introducción a La Galatea.

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Por tanto no hay dos amigos solo, sino que siempre por necesidad existen dos seres humanos y un Dios (...) Él nos hace uno; Él es lo bueno indisoluble y el guardián perpetuo de la amistad Marsilio Ficino, Opera omnia

En el siglo IV, la respuesta cristiana a las concepciones de la amicitia pagana fue una reelaboración del concepto de la philia-amicitia en clave trascendente1. El modelo sobre el que se basa el discurso de los religiosos del siglo IV es el de las teorías clásicas en las que se habían educado, pero lo transforman a medida que necesitan expresar una realidad diferente de las relaciones humanas entre los paganos. En sus cartas dan a la noción de la perfecta amistad una dimensión teocéntrica y escatológica de la que las teorías clásicas habían carecido. Como resultado de esta transformación «se elevó el nivel de significación de la amistad, que llegó a tener a menudo profundas implicaciones teológicas y eclesiásticas en el pensamiento y los escritos de estos eminentes cristianos»2. La relación ya no se establece solo entre dos hombres iguales, sino que existe en tanto y cuanto una relación con Dios permita expresar los efectos de la amicitia dei entre todos los humanos. De esta forma se pasa de la particularidad a la universalidad. En la filosofía de la temprana modernidad también se trabajaba sobre esta noción cristiana de la amistad. Erasmus en sus Adagia dice que:

1

Todas las citas de Los trabajos de Persiles y Segismunda, salvo que se indique lo contrario, provienen de la edición de Juan Bautista Avalle-Arce en Clásicos Castalia. 2 White, 1992, pp. 45-47, 60.

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¿Qué otra cosa aconseja la caridad sino que sean comunes todas las cosas de todos? Unidos nosotros en amistad con Cristo, en virtud ciertamente del mismo aglutinante (sic: glutino) que le hace estar unido al Padre, e imitando hasta donde se puede aquella perfectísima comunión por la cual Él y el Padre son uno mismo, no hay duda que nosotros seamos también uno mismo con Cristo, y que, como dice San Pablo, formemos en Él un espíritu y una carne. Así, por ley de amistad todas las cosas son comunes a Él con nosotros, a nosotros con Él; y, además, estamos unidos unos con otros por iguales lazos de amistad, como miembros de una misma cabeza, como uno y mismo cuerpo, para que un mismo cuerpo nos anime; para que suframos y gocemos con las mismas cosas. (Esto es lo que significa aquel pan místico, formado de muchos granos contenido en la misma harina, y la bebida de aquel vino, en el que muchas uvas están fundidas en el mismo licor.) Finalmente, para que así como la suma de las cosas creadas está en Dios, y Dios a su vez en todas, del mismo modo sea vuelta en unidad la universalidad de todas las cosas3.

Esta reinterpretación de la noción pagana de la amistad se convirtió en un lugar común, como lo atestiguan cantidad de emblemas donde la triangulación entre dos manos y un símbolo de Dios representa la amistad o ideas afines. Asimismo, Marsilio Ficino enfatiza la reinterpretación cristiana del binomio de la amicitia en forma de triangulación en el agape, «Por tanto no hay dos amigos solo, sino que siempre por necesidad existen dos seres humanos y un Dios»4. En la doctrina cristiana la verdadera amistad puede ser la que el alma establece con Dios, el agape5. En esta relación, que en ocasiones 3

Castro, 2002, p. 159. Christensen, 2005, p. 41. 5 El agape es la caridad, y conforma el flujo ortodoxo de la emotividad entre lo trascendente y los humanos, así como entre los humanos. Como indica Manzanedo, la relación entre la caridad y la amistad para Santo Tomás es que «la caridad es una “amistad sobrenatural” entre Dios y el hombre» (Manzanedo, 1994, p. 387). El Murr define el agape en los siguientes términos «Agape es el término griego empleado por los pensadores cristianos para designar el amor exaltado por el cristianismo: desconocido en el griego clásico (que utilizaba el verbo agapân), fue introducido por los primeros autores cristianos para designar el amor encarnado por Cristo, a diferencia de otras formas de sentimiento afectivo o amoroso, como eros o philia (...) El agape con el que Dios ama a sus criaturas tiene el efecto del que los hombres le dan, así como el agape con el que los humanos se aman entre ellos. El término latino caritas, caridad, traduce el termino griego agape» (El Murr, 2001, p. 215). 4

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tiene mucho de mística, como en La amistad espiritual del obispo Elredo de Rieval (1110-1167), la caridad y la amistad entre los humanos forman parte del orden natural. El alejamiento del ser humano de sus orígenes prístinos causó la distinción entre caridad y amistad, pero siempre la caridad es una categoría más amplia que la amistad; ya que esta se debe tener hasta con los enemigos6. Por tanto la parcialidad, fragmentación e imperfección de las amistades mundanas es parte del pensamiento sobre una limitada naturaleza humana que solo puede encontrar su plenitud en la trascendencia, una de cuyas vías es la amistad espiritual con Jesucristo7. No es solo que en Persiles y Segismunda haya una triangulación de la amistad, como la describen Ficino y Erasmo, entre otros, sino que la amistad en Persiles y Segismunda es un mundo fecundo, plagado de peregrinos y prescindibles amigos que circulan por los recovecos de su bizantina trama, esmaltada de micro episodios, novelas intercaladas, encabalgamientos e incisos, para crear variedad y admiración. En esta novela póstuma de Cervantes, las representaciones de la amistad entran de lleno en la barbarie y la cristiandad, en la cuestión de los rivales sexuales de los protagonistas, en los actos de la philia griega de los líderes en la guerra, en la concordia y los pactos matrimoniales, en la dinámica entre príncipes y privados, y finalmente en el agape y amicitia dei. En este capítulo se va a analizar el mosaico formado por estas manifestaciones parciales de la amistad que dentro del pensamiento y del arte de la temprana modernidad eran más complementarias que excluyentes. En cierta forma, a la llegada de los peregrinos a la Ciudad Eterna, toda la fragilidad humana y fragmentación narrativa que circula por las páginas de Persiles y Segismunda cobra sentido. No todo es fragmentación; desde el punto de vista de la amistad, Persiles y Segismunda contiene un discurso teleológico que anima la creencia de que la barbarie, la philia y el agape forman parte de una secuencia evolutiva positiva8. Durante la peregrinación desde la Isla 6

Rieval, 2002, pp. 17-18, 25-26. Termina el libro diciendo: «Elevándonos, pues, de este amor santo por el que abrazamos al amigo a este otro por el que nos lanzamos a Cristo se saborea con gozo a boca llena el fruto espiritual de la amistad» (Rieval, 2002, p. 113). 8 Este tipo de interpretaciones donde la amistad mundana se completa con la caridad para formar la amistad espiritual se puede ver, por ejemplo, en La amistad espiritual de Elredo de Rieval: «Dios ha querido que participen muchos más 7

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Bárbara hasta la Ciudad Eterna, se pasa de la barbarie destructiva, por la tan necesaria philia-amicitia para la construcción de una república y su mantenimiento ordenado, hasta el agape de los devotos amigos cristianos. Los amigos verdaderos en Persiles y Segismunda son amigos en Dios, que es el «guardián perpetuo» de la amistad, tal y como lo definió Ficino9. Como resultado, la parcialidad en el discurso de la amistad es inevitable en Persiles y Segismunda, ya que la mayor parte de los personajes de la obra no comparte una idea de la amistad como la de Ficino, Rieval, o tantos otros pensadores cristianos. Pero es un discurso pleno dentro de una visión teleológica y mística de la amistad. La crítica ha hecho lecturas de Persiles y Segismunda desde los puntos de vista de un Cervantes anti-imperialista, anti-limpieza-de-sangre, feminista, postcolonialista y hermético, estructuralista, entre otras muchas, pero no se ha ocupado lo suficiente de las docenas de representaciones de la amistad que llenan la obra10. Cabe preguntarse si el del regazo de la caridad que de los abrazos de la amistad. Por la ley de la caridad no sólo estamos obligados a acoger a los amigos en el seno del amor, sino también a los enemigos. Pero sólo damos el nombre de amigos a quienes no tememos abrir de par en par nuestro corazón con todos sus secretos; y ellos por su parte se nos unen estrechamente, siguiendo la misma ley y seguridad de la fidelidad» (Rieval, 2002, 1.32). En su descripción del origen de la amistad existe una evolución en la distinción entre amistad y caridad que en un principio, siempre, iban una acompañada de la otra (Rieval, 2002, 1.58-60). 9 La cita completa ilustra la visión cristiana en Ficino del concepto clásico de la amicitia: «Ya que, por consentimiento de ambos amantes, la amistad lucha por cultivar el alma a través de la virtud, parece no ser más que una concordia perfecta entre dos Almas que adoran a Dios. Sin embargo, aquellos que adoran a Dios con una mente piadosa, son amados por Dios. Por tanto no hay dos amigos solo, sino que siempre por necesidad existen dos seres humanos y un Dios (...) Él nos hace uno; Él es lo bueno indisoluble y el guardián perpetuo de la amistad» (Kristeller, 1943, p. 279). 10 La situación de la crítica respecto a esta obra tiende a presentar un panorama plural. Como ejemplo, sirvan los que van a mencionarse a continuación. Representantes de una interpretación de Persiles y Segismunda como obra ortodoxa católica son las aportaciones de Joaquín Casalduero (1966), Juan Bautista Avalle-Arce (1990), Alban Forcione (1972), Miguel A. Teijeiro (1990) y Stanislav Zimic (2005), entre otros. En una línea cercana a esta, David A. Boruchoff hace un análisis del empleo de las imágenes de barbarie y navegación dentro de la retórica de salvación en Persiles, aunque reconoce que hay un cuestionamiento de esta retórica en sí (Boruchoff, 2001, pp. 857, 865, 867). Diana de Armas Wilson ha publicado excelentes trabajos desde el punto de vista de la teoría de género

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desinterés por la amicitia en la crítica de Persiles y Segismunda tiene que ver con una cuestión de género literario. Para M. Bakhtin, en las Etiópicas de Heliodoro, modelo fundamental de este género en el siglo XVII, el ‘azar’ gobierna las apariciones de amigos y enemigos11. El en Persiles y Segismunda. Asimismo, se han hecho grandes aportes desde el punto del vista del texto y la imagen en esta novela bizantina, como los de Frédéric Conrod (2008) o Carlos Brito Díaz (1997). En cuanto al estudio de Persiles y Segismunda desde la teoría del postcolonialismo véanse los trabajos de Diana de Armas Wilson (1983, 1990), Lisa Voigt (2008), David Boruchoff (2001), entre otros. Michael Nerlich tiene una interpretación hermética de Persiles y Segismunda donde se afirma que esta «no es una obra católica tridentina», sino que más bien protestante (Nerlich, 2005, p. 203). Respecto del poso converso que toda obra de Cervantes pueda tener,William Childers (2004) provee con información sobre la realidad histórica de la familia Villaseñor en Quintanar, según la cual Quintanar de la Orden fue un lugar famoso por las persecuciones inquisitoriales contra judaizantes, además de albergar un importante número de moriscos. De acuerdo con Childers, existe una serie de ironías en el texto de Persiles y Segismunda a la vista de la documentación sobre conflictos religiosos y judiciales en Quintanar de la Orden (Childers, 2004, pp. 26, 30, 33, 34). Isabel Lozano Renieblas (1998) realiza un estudio de la novela centrada en los cronotopos de Bahktin, evitando y completando las tradicionales interpretaciones tanto alegórica, como histórica, y religiosa de Persiles y Segismunda. Michael Armstrong-Roche (2009) tiene un acercamiento temático, y no teórico, profundizando en el análisis del contexto cristiano en el que se escribió la obra. 11 Dice López Estrada: «La constitución del grupo [de la novela bizantina de aventuras] procede de una obra, la Historia etiópica de Heliodoro, cuyas características formaron el patrón del género (…) también llamada Los amores de Teágenes y Cariclea, de Heliodoro de Émesa, siglo III (…) La obra ya había sido conocida por algunos escritores medievales, y de ella se encontró un rico manuscrito con ocasión del saqueo de la librerías [sic] del rey Matías, que fue publicado en Basilea, 1534. Jacques Amyot la pasó al francés en 1547. Y sobre todo, un humanista polaco, Estanislao Warschewiczki, vertió la obra al latín y la publicó en la misma Basilea en 1552. La obra obtuvo una gran difusión» (Carrasco, 2001, p. 110). Otros críticos abundan en lo mismo: «Cervantes ha ‘forjado’ el plan de su obra a partir de la de Heliodoro» (Romero, 2004, p. 47). Máximo Brioso Sánchez y Héctor Brioso Santos en su estudio sobre la conciencia lingüística en Heliodoro y Persiles también dan referencias e información sobre la historia crítica de la relación entre estas dos novelas (Brioso, 2003, pp. 297-304). Michael Nerlich provee con más datos sobre otros estudios pertinentes a esta cuestión de Heliodoro y Cervantes en la nota 24 (Nerlich, 2005, p. 49). Eric Mayer engrosa esta información en la nota 5 (Mayer, 2008, pp. 168-169). Emilio Carilla da información detallada de la influencia de Heliodoro en las literaturas de varios países (Carilla, 1966, pp. 275-282).

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azaroso carácter de estas amistades habla de su fragmentación, que era una función más de la estructura de la narración. Según Bakhtin, en las antiguas novelas griegas la amistad y la enemistad funcionan a un nivel parecido al de la «lectura de la fortuna, profecía, sueños proféticos, premoniciones y pociones somníferas»12. Desde su punto de vista formalista, los actos de los amigos y enemigos tienen la virtud de hacer avanzar la trama por su tortuoso recorrido hasta la anagnórisis y el matrimonio finales. La generalización teórica que hace Bakhtin es muy útil para el análisis de Persiles y Segismunda, pero tiene sus limitaciones que provienen del poso formalista ruso que lo anima. El caso es que existen ficciones bizantinas donde la amistad ni es meramente funcional, ni fruto del azar. Por ejemplo, en Las aventuras de Leucipa y Clitofonte de Aquiles Tacio, las amistades de Clinias (primo del protagonista) y de Sátiro (siervo del protagonista) con Clitofonte, el personaje principal, quedan patentes desde los dos primeros libros y no son fruto del azar13. Ciñéndonos a la crítica de Persiles y Segismunda, a la amicitia ni se le concede la calidad de azarosa. Sus primeros editores —Schevill, Bonilla y López Estrada— no mencionan que las representaciones de la amistad sean un elemento de esta novela ni del género bizantino de aventuras14. No consideran, al comparar Persiles y Segismunda con Las Etiópicas de Heliodoro, que la amistad fuera una categoría de impor12

Bakhtin, 1981, pp. 87-88, 94. Tacio, Las aventuras de Leucipa y Clitofonte, pp. 1-67. Aunque Cervantes no mencione esta novela bizantina, Leucipa y Clitofonte era bien conocida por medio de las ediciones en italiano: «Se trataba de un género que recibía su influjo primero del mundo de la antigüedad clásica, a partir de dos obras de indudable éxito en el Siglo de Oro: el Teágenes y Cariclea, de Heliodoro (traducida al castellano en 1554 por “un secreto amigo de la patria”), y el Leucipa y Clitofonte, de A.Tacio (si bien trasladada al castellano en 1617 por Diego Ágreda y Vargas, conocida mediante las numerosas ediciones italianas del siglo XVI)» (Teijeiro, 1990, p. 313). 14 En su análisis de la falta de apreciación crítica de Persiles y Segismunda, Michael Nerlich indica que Schevill y Bonilla (1914), desafortunadamente, calificaron el texto de incomprensible. De esta forma se añadió otra opinión negativa a las de Mayans y Siscar (1737), Bouterwek (1804), Simonde de Sismondi (1813), Menéndez Pelayo (1880-1882) y Unamuno (1912): «Las cosas se deterioran aún más con la primera edición crítica, la del norteamericano Rudolph Schevill y su colega español Adolfo Bonilla, aparecida en 1914 en el marco de una edición de las obras completas de Cervantes, porque estos dos editores absolutamente meritorios cometen el error —prueba, por otra parte, de su hones13

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tancia en este género literario. En un resumen de los rasgos que tienen en común estas dos obras para estos primeros editores se dice que: [es característica de este género] la defensa del ideal de castidad; el que se finjan y se llamen hermanos los personajes principales; la mentira que puede salvar de momento una circunstancia difícil; el que oculten la nobleza de su origen; el interés por explicar y deshacer razonablemente los nudos del argumento; las señales para reconocer la hija alejada de los padres; la divina hermosura de las mujeres; la descripción del estado sentimental de los personajes con alusiones al mal de amor; el que uno y otros se cuenten los relatos de sus vidas y en ello hallen consuelo; el mundo de lo mágico, hechicerías, pronósticos, sueños; la actuación de la fortuna, y el que se deduzcan pensamientos filosóficos de las situaciones de la obra, extrayendo una enseñanza universal de una experiencia determinada15.

Un análisis de estas categorías muestra que se sobrevalora el tipo de relación sentimental que mantienen los dos personajes principales entre sí, y con ciertos personajes secundarios, como los rivales, los padres, los religiosos y los militares que pululan por las ficciones bizantinas. Se da por sentado que el amor entre los dos jóvenes protagonistas es tan consustancial al género que las constantes representaciones de la amicitia quedan totalmente ensombrecidas16. tidad intelectual— de lamentar no saber a menudo lo que el ilustre autor habría querido decir» (Nerlich, 2005, p. 10). 15 Heliodoro, Historia, p. XXIX. 16 Para Miguel A. Teijeiro Fuentes, el género de la novela bizantina también se centra exclusivamente en el amor: «El esquema argumental de este tipo de relatos gravita en torno al amor. Por amor, esta pareja de jóvenes enamorados se ven obligados a salir de casa desamparando a sus infelices padres, a mentir, a enfermar, a resistir los golpes ajenos lejos de su patria, en un mundo en donde pocos están dispuestos a ayudarles y muchos a aprovecharse de ellos. La fuerza ineludible del amor que une a los protagonistas es superior a cualquier otro sentimiento de maldad. El amor se convierte en tema principal, en protagonista clave en la salvación última dirigida a la felicidad matrimonial que justifica todos los peligros pasados. Salvación porque todo este mundo adverso que rodea a nuestros héroes tiene una única explicación, la de que ambos, respetando su primer juramento de fidelidad, puedan alcanzar un final feliz, ya que “adonde hay amor verdadero ningún peligro se teme, todo se intenta”» (Teijeiro, 1990, p. 320). Una caracterización similar del género se puede ver en Emilio Carilla, 1966, pp. 285286. Otras serían: «el libro entero es una demostración del dicho clásico: omnia vincit amor, ya que los protagonistas, guiados por afanes virtuosos, logran superar

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No obstante, el género de la novela bizantina de aventuras suele contener numerosas representaciones de la amistad. Ni el género, ni la parcialidad de las representaciones explican completamente el silencio crítico sobre la presencia de la amistad en estas ficciones. Aquí arguyo que dentro de Persiles y Segismunda la existencia de dos grupos de representaciones de la amistad diferentes —la amistad cristiana y la mundana—, pero interconectadas en sus orígenes y tradiciones, explica este vacío. En el contexto cultural de la Contrarreforma, aún más que en tiempos de Ficino, las dos nociones de la amistad se complementan. Conforme el libro de Persiles y Segismunda avanza, una concepción ultramundana de la amistad lo penetra todo. Se trata del agape. Al supeditar la amicitia al agape, Cervantes renueva el proyecto de transformación de la fortuna pagana en la providencia cristiana, de la amicitia pagana en la caridad cristiana17. El agape, un amor universal expresado por medio de la caridad hacia el prójimo, es el factor de cohesión dentro del núcleo central de los peregrinos de Persiles y Segismunda18. Los intelectuales cristianos de los primeros siglos de la era cristiana, en su interés por acomodar el exclusivismo de la philia-amicitia al universalismo del amor proximi de la moral cristiana, mantienen vivos los conceptos fundamentales de la amistad clásica, a la vez que los reducen a una cuestión ética secundaria supeditada al concepto teológico de la caridad19. Sin embargo, la limitación cuantos obstáculos se interponen en su unión definitiva» (Egido, 1994, p. 253). «[El Persiles es la] historia del amor y matrimonio de Periandro y Auristela, los protagonistas, en continuo e intenso entrecruce con numerosas otras historias de amor» (Zimic, 2005, p. 22). 17 Caroline White explica la transformación en términos de una necesidad de articular las relaciones de amistad paganas dentro del concepto del flujo de agape / caritas proveniente de Dios (White, 1992, pp. 45-47). 18 Lo que denomino núcleo de los peregrinos está formado por Persiles y Segismunda más la familia Villaseñor. La denominación ‘núcleo’ ya ha sido usada con anterioridad; véase por ejemplo: «En cuanto prueba de la preocupación cervantina de sembrar todo el Persiles de simetrías (por paralelo o por contraste: por identidad o por antífrasis) recordaré que Ricla y sus hijos, respectivamente convertida y educados por Antonio Villaseñor, “el bárbaro español” (I, 4-6), constituyen un núcleo católico [junto con Persiles y Segismunda] en un espacio pagano, rodeado por otro, en apariencia reducido, de signo también pagano, y por otro, de dimensiones mucho mayores, que todo induce a imaginar protestante» (Romero, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 34). 19 El Murr, 2001, p. 215; White, 1992, pp. 45-57, 60.

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del ser humano es de trascendencia en la valoración que de la amistad hacen otros escritores. San Agustín, por ejemplo, condena las asociaciones de la amicitia tanto al nivel de la familia y la ciudad, como del mundo20. Siglos más tarde, Santa Teresa de Ávila da otro ejemplo cuando advierte a sus compañeras de los peligros de las amistades mundanas en los claustros para el avance verdadero de la amistad con Dios21. Dentro del pensamiento cristiano puede existir, por tanto, esta desconfianza respecto de las consecuencias de un exceso de amistad entre seres limitados y falibles como los humanos; al mismo tiempo que coexiste con exultantes explicaciones de la conexión entre la philia-amicitia, la caridad y el amor de Dios, como las de Elredo de Rieval y Marsilio Ficino, entre otros muchos. Fuera como fuese la escala de valores del pensador cristiano, la mundanidad de la amicitia siempre había de supeditarse o asimilarse a la trascendencia de la caridad. La misma supeditación de la philia-amicitia al agape opera en la forma en que se presentan las relaciones interpersonales en Persiles y Segismunda. La fuerza de la fe iguala a príncipes y vulgo, a civilizados y bárbaros en una peregrinación que tiene como finalidad visitar la Ciudad Eterna. No obstante, en los entresijos de estas tramas de dobles nociones de amistad, los dos protagonistas fundamentales son príncipes y están sometidos a una serie de obligaciones y funciones sociales, como la lealtad, el servicio, y el mecenazgo. De acuerdo con la teoría de la amistad, la ley de la amicitia es un factor de cohesión social, que incluso llegaba a ser una categoría jurídica; por tanto, se ha de dar una solución al hecho de que los dos príncipes protagonistas hayan huido de sus reinos, incumpliendo sus deberes y responsabilidades impuestos por la philia autoritaria de sus familias. La resolución de este problema viene con el discurso teleológico desde la barbarie septentrional hasta el perfecto príncipe cristiano. Todo comienza abruptamente en el más embrutecedor de los ambientes —cautiverio y barbarie— del que escapan los protagonistas principales gracias a la caridad y a la amistad de la familia Villaseñor. 20

San Agustín, Confesiones, lib. XIX.8. «más ha de temer el fraile y la monja que ha de comenzar de veras a seguir del todo su llamamiento a los mesmos de su casa, que a todos los demonios; y más cautela y disimulación ha de tener para hablar en la amistad que desea de tener con Dios, que en otras amistades y voluntades que el demonio ordena en los monasterios» (Santa Teresa, Libro de la vida, p. 159). 21

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La barbarie y el discurso de la amistad pueblan la realidad de los Villaseñor22. Provienen de grupos absolutamente conflictivos, como los bárbaros, renegados, cautivos liberados, que aunque sí podían llegar a encarnar los ideales de la civilización, siempre se encontraban sujetos a discursos utópicos sobre el salvaje e infiel como buen cristiano y fiel siervo de su Majestad. De hecho, este es el estatus al que aspiran todos los Villaseñor. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas, conforme a la visión política de las asociaciones al estilo de la philia aristotélica, los bárbaros no pueden ser amigos. Las interpretaciones de las teorías políticas y éticas de Aristóteles en el siglo XVI tocan de lleno el tema de los sujetos coloniales y su estatuto como esclavos naturales. En la Universidad de Salamanca, Francisco de Vitoria, para probar que los indígenas de América son seres humanos, recurre al hecho de que viven en comunidades ordenadas, con ciudades y comercio, debido a que para los neoaristotélicos en la base de toda asociación se encuentra la philia, la mayor de las virtudes que genera el consortium hominum. En cambio, Juan Ginés de Sepúlveda, en Democrates secundus, los condena al estatus de esclavos naturales que necesitan un amo, puesto que no tienen philia no pueden ser ciudadanos de una auténtica república23. En el contexto de esta discusión académica, jurídica y política sobre la naturaleza del ser humano, la familia Villaseñor, que está formada por bárbaros de nacimiento, cautivos y mestizos, da muestras de realmente saber en qué consiste la amistad tanto mundana como espiritual. Su capacidad de participar en la polis los hace dignos de las más refinadas formas de asociación entre seres civilizados, y miembros 22 Una característica de la familia Villaseñor es que o son bárbaros o se han convertido en tales, al mismo tiempo que son españoles. Para un análisis de la cuestión de la pureza de sangre en Antonio y Constanza, mestizos de español y bárbara, como alegoría de los cambios en la noción de españolidad ocurridos entre los siglos XVI y XVII, ver el artículo de George Mariscal (1990). Respecto de la cautividad y barbarie de esta familia Villaseñor en conexión con los campos de lo colonial y el espacio Atlántico, ver el trabajo de Lisa Voigt (2008, pp. 78-80). David A. Boruchoff también tiene unas páginas muy importantes sobre la cuestión de la barbarie en esta novela en relación con la literatura colonial (Boruchoff, 2001, pp. 853-857).Ver el estudio de María Carmen Díaz de Alda Heikkilä (2001) respecto de las relaciones de viajes y mapas que Cervantes podría haber tenido a su alcance concernientes a las tierras septentrionales. 23 Pagden, 1982, pp. 20-21, 69, 77, 115-116, 126-137.

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no solo del imperio, sino que también de la cultura metropolitana. Aunque son una combinación de sujetos sobre los que se reflejaban todo tipo de xenofobias, muestran que la diferencia entre los bárbaros inadecuados para la república y los Villaseñor viene marcada por su habilidad de comunicación en las relaciones de philia-amicitia. Su capacidad para la amistad mundana se complementa con el cultivo que hacen de una profunda caridad cristiana. En este sentido, son de una perfección tal que lógicamente forman parte del núcleo de peregrinos junto con Persiles y Segismunda a lo largo del camino terrenal y alegórico que va desde la barbarie hasta la Ciudad Eterna. Ciertos detalles de la historia de Antonio Villaseñor y su familia son claves para el análisis del conjunto del texto desde el punto vista de la amistad. Antonio retornó a su pueblo natal, tras un viaje por Italia y Flandes; y desgraciadamente a causa de una pendencia, nuevamente tuvo que huir de su lugar. Sus amigos no lo ayudaron.Vivió durante estos años de exilio en la Isla Bárbara, donde se une con la nativa Ricla, de la cual nacen Antonio y Constanza24. El desenlace de la historia de agresividad y venganza que Antonio dejó en su lugar se solventa durante su exilio y culmina en concordia. En el segundo retorno a su pueblo natal, peregrinando por España camino a Roma, llega a Quintanar de la Orden, donde Antonio tiene noticia de «cómo su contrario había heredado el estado de su padre, y que había muerto en amistad de su padre [el de Antonio]»25. Antonio averigua igualmente que el heredero, un hermano del finado, también ha cultivado la amistad de su padre, don Diego de Villaseñor, durante estos años de su exilio26. Hasta tal punto ha llegado la amistad de este noble señor con el padre de Antonio que herido de muerte —mientras terciaba en una pelea entre soldados y lugareños— decide casarse con Constanza, la joven mestiza, la ‘nueva’ nieta de don Diego, en aras de

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Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 71-83. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 332. 26 «En efeto, digo, que supo Antonio la amistad de su padre y de su contrario, y que pues ellos habían sido amigos, se habría bien mirado su causa. Con estas buenas nuevas, con más sosiego y más contento, se puso otro día en camino con sus camaradas, a quien contó todo aquello que de su negocio sabía, y que un hermano del que pensó ser su enemigo le había heredado y quedado en la misma amistad con su padre que su hermano el muerto» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 333). 25

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la amicitia vera que les une. De esta manera, Constanza no sólo hereda la fortuna del antiguo enemigo de su padre, sino que también el título de condesa. Constanza queda viuda, rica, noble y todavía doncella27. En una representación de integración perfecta gracias a la vera amicitia, a la caridad y a los avatares del destino, se anula la otredad de una forma que contrasta con una sociedad donde la animalidad del bárbaro —y del Otro, en general— era parte del aleccionamiento y de la censura de las costumbres28. Sin embargo, pese a la existencia de casos de asimilación idealizada como el de los Villaseñor, numerosos de los protagonistas de Persiles y Segismunda no son ni amorosos, ni virtuosos. Por la novela pasan numerosos rivales y enemigos de los protagonistas que constantemente producen disrupciones en el caminar de los peregrinos hacia su Ciudad Eterna. Para Frédéric Conrod, la exposición de los personajes de Persiles y Segismunda al «orden de corrupción» del demonio es fundamental y necesario en esta peregrinación hacia Roma29. La disrupción de este orden de la corrupción es una constante puesta a prueba, que también forma parte del modelo de Las Etiópicas. Los efectos corruptores del mal a los que se ven expuestos los miembros del núcleo de peregrinos son imprescindibles para resaltar la representación de la amistad cristiana. Para resaltar la virtud de los personajes centrales 27

«En esos dos baúles que ahí están, donde llevaba recogida mi recámara, creo que van hasta veinte mil ducados en oro y en joyas, que no ocupan mucho lugar; y si como esta cantidad es poca, fuera la gran que encierran las entrañas del Potosí, hiciera della lo mismo que desta hacer quiero. Tomadla, señor, en vida, o haced que la tome la señora Doña Constanza, vuestra nieta, que yo se lo doy en arras para su dote; y más, que le pienso dar esposo de mi mano, tal, que aunque presto quede viuda, quede viuda honradísima, juntamente con quedar doncella honrada. Llamadla aquí, y traed quien me despose con ella; que su valor, su cristianidad, su hermosura, merecían hacerla señora del universo» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 358). 28 Vázquez, 2009, p. 120. 29 F. Conrod en su estudio de la influencia de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola en la literatura áurea e ilustrada afirma: «Todos los personajes de la novela han sido arrastrados por la fuerza de su propio destino hasta tierras hostiles, donde sus sentidos se han expuesto a estas representaciones entremezcladas de bien y mal (...). Necesitan conocer las obras del diablo para poder reconocerlas en el futuro» (Conrod, 2008, pp. 123-124). La confrontación mental con las obras del demonio es una de las características del entrenamiento jesuítico para la creación de individuos eficientes en la lucha contrarreformista.

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cuando son sometidos a este orden de corrupción del demonio es necesario un punto de contraste, o varios, como se presentan a lo largo de la novela con casos como el de otros norteños y sureños que se entrecruzan en la trama principal. Por ejemplo, la historia principal de Persiles y Segismunda, constantemente guiada hacia su final feliz entre los meandros de historias intercaladas, contrasta con la de Transila, Ladislao y Mauricio, quienes, impelidos por sus buenos deseos, son capaces de escapar de la barbarie limitadora de su etnia sin llegar nunca a la perfección a la que aspiran Persiles y Segismunda. El caso de Mauricio y su familia ilustra que la philia-amicitia es un paso intermedio entre la barbarie y el agape. Mauricio y familia huyen de las bárbaras costumbres de su reino, donde las más básicas reglas plantean problemas sociales30. Transila, que aborrece el privilegio del ius primae noctis, huye para evitar que los familiares de su marido tengan relaciones sexuales con ella en su noche de bodas31. Mauricio y Ladislao, el padre de Transila y su prometido, se hacen a la mar para buscarla. La partida se realiza en un día y a una hora muy específicos que Mauricio ha fijado por medio de la astrología judiciaria32. Los dos emprenden un largo vagabundear hasta encontrarla y conocer a Persiles y Segismunda. Los tres se unen a estos peregrinos por un tiempo, pero el viejo Mauricio desea retornar a sus tierras porque echa en falta la red social de sus ‘amigos’, ‘parientes’ e ‘hijos’33. Mauricio, al igual que los otros personajes que se rigen por el contrato de la philia-amicitia, nunca pretende formar parte del círculo de los más fieles peregrinos. Mauricio decide volver a sus tierras, donde, aunque bárbaras, viven sus gentes. Pero la vuelta de Mauricio, Transila y Ladislao a su tierra natal no culmina con éxito. Tal y como se sabe al final de 30 Luis Avilés advierte que la densa carga cultural de las dicotomías civilizado / bárbaro, ciudad / bosque, etc. hace que no sea conveniente aplicarlas al análisis de Persiles y Segismunda. En cambio, prefiere utilizar la terminología de movimientos centrípetos y centrífugos, al igual que cronotopos, para representar las interacciones entre las diferentes culturas presentes en la novela, y los marcos representacionales en los que se da la información antropológica (Avilés, 1996, pp. 148-149, 164). Sin embargo, la conexión entre la polis, la política y la amistad es decisiva a la hora de la catalogación de los seres humanos que los europeos fueron conociendo durante la era de los descubrimientos. 31 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 113. 32 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 116. 33 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 197.

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Persiles y Segismunda, por boca de Arnaldo, al igual que la Isla Bárbara vuelve a repoblarse y sus habitantes continúan con sus falsas y brutales creencias, las violentas costumbres de las tierras de Mauricio no han mejorado. Mauricio, Transila y Ladislao han tenido que exiliarse a una Inglaterra protestante para tener una vida más acorde con sus amistosos deseos, aunque fuese a costa de prescindir de amigos y familiares34. Pero en las tierras protestantes de Inglaterra, tampoco la amicitia perfecta reina. Clodio y Rosamunda forman parte de esa amistad imposible y peligrosa, según Francis Bacon, que los reyes crean con sus participes curarum, o también llamados favoritos o privados35. Son un par de traidores expulsados del reino de Inglaterra. Entran en contacto con el grupo de Auristela y Periandro como cautivos que viajan hacia el destierro. El rey de Inglaterra los ha condenado al ostracismo, a Clodio por cortesano satírico y maldiciente, y a Rosamunda por traidora favorita, amén de amiga de torpes apetitos36. Clodio describe su propio desenfreno en términos de imprudente verborrea escrita y oral que lo lleva a granjearse enemigos y odios mortales en la corte37. El castigo salomónico al que se dirigen ambos abusadores del favor

34 «dijo cómo se tornaba a poblar la isla Bárbara, confirmándose sus moradores en la creencia de su falsa profecía; advirtió cómo Mauricio y Ladislao su yerno, con su hija Transila, habían dejado su patria y pasándose a vivir más pacíficamente a Inglaterra» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 451). 35 Bacon, 1991, p. 185. Sobre la cuestión de los amigos del príncipe en los siglos XVI y XVII, de la que todavía está casi todo por hacerse, ver las notas y bibliografía de Michel Rey, 1999, pp. 91-141. 36 «Rosamunda, dama que ha sido concubina y amiga del rey de Inglaterra (...) Ésta mandó al rey y por añadidura a todo el reino, puso leyes, quitó leyes, levantó caídos viciosos y derribó levantados virtuosos. Cumplió sus gustos tan torpe como públicamente, en menoscabo de la autoridad del rey, y en muestra de sus torpes apetitos, que fueron tantas las muestras, y tan torpes y tantos sus atrevimientos, que, rompiendo los lazos de diamantes y las redes de bronce con que tenía ligado el corazón del rey, le movieron a apartarla de sí y menospreciarla en el mismo grado que la había tenido en precio» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 118). 37 «Tengo un cierto espíritu satírico y maldiciente, una pluma veloz y una lengua libre; deléitanme las maliciosas agudezas, y por decir una, perderé yo, no sólo un amigo, pero cien vidas; no me ataban la lengua prisiones, ni enmudecían destierros, ni atemorizaban amenazas, ni enmendaban castigos» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 118).

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real es una isla desierta en la que la vilipendiada favorita y el hablador cortesano habrán de cohabitar. Clodio todavía tiene la oportunidad de reiniciar su vida bajo la protección del poderoso príncipe Arnaldo de Dinamarca. Arnaldo, que pretende casarse con Auristela presionándola con todo el poder de su estado, es engañado con las buenas palabras de Auristela para posponer la boda hasta su llegada a Roma. Clodio es certero en su juicio de los sentimientos y lazos entre Persiles y Segismunda. Se desata su lengua y cuenta a Rutilio sus pensamientos sobre los fingidos y excelsos hermanos, y de paso, del resto de la compañía38. Este y los demás juicios que emite sobre el grupo desembocan en una amarga crítica de las diferencias estamentales, económicas y de oficio que lubrican los engranajes de la philia entre desiguales39. Rutilio le responde que semejante ataque a las bases del mecanismo del mecenazgo no puede llevarles a buen término a ninguno de los dos. Clodio sabe que sus corrosivas críticas al mecenazgo le serán costosas. Se arrepiente y determina someterse a su destino que es vivir «a la sombra» del «generoso amparo» del príncipe Arnaldo. Sin embargo, fracasa en su intento porque en vez de adular a Arnaldo, le cuenta sus sospechas respecto a Auristela y Periandro. Le comunica al celoso Arnaldo que los dos jóvenes bien pueden no ser hermanos, sino amantes. Arnaldo no quiere que le abran los ojos; al igual que el rey de Inglaterra no quería ver qué decían los papeles satíricos de Clodio sobre las traiciones y abusos de Rosamunda40. El arrepentimiento de Clodio y Rosamunda no llega a catarsis, con muy buen criterio se los ha descrito como un «travestimiento grotes-

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«Pero lo que más me fatiga dellos es que, por los once cielos que dicen que hay, te juro Rutilio, que no me puedo persuadir que sean hermanos, y que puesto que lo sean, no puedo juzgar bien de que ande tan junta esta hermandad por mares, por tierras, por desiertos, por campañas, por hospedajes y mesones» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 182). 39 «habiendo escapado de la muerte por la benignidad del cielo y la cortesía de Arnaldo, ni al cielo doy gracias, ni a Arnaldo tampoco (...) Entre los pobres pueden durar las amistades, porque la igualdad de la fortuna sirve de eslabonar los corazones; pero entre los ricos y los pobres no puede haber amistad duradera, por la desigualdad que hay entre la riqueza y la pobreza» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 184). 40 No obstante, Arnaldo reconoce al final del libro, tras la boda de los dos fingidos hermanos, que «lo que más le tarazaba el alma eran las no creídas razones del maldiciente Clodio» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, 475).

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co de Persiles y Segismunda»41. Mueren víctimas de sus propios hábitos42. En una trama de peregrinación cristiana, las paganas philia y amicitia no son suficientes para la regeneración de costumbres si no hay suficiente virtud en el corazón individual, la cual no puede ser más que el fruto de la amistad con Dios. Los éxitos de Auristela y Periandro son el fruto de su amicitia dei —y sus dones del agape o caritas— que les permite alzarse victoriosos sobre las tentaciones de los príncipes y los vicios de la carne, e incluso de sus orígenes septentrionales. No en vano Auristela y Periandro han sido calificados como «poco más que “ángeles humanados”» y poco interesantes en comparación con la familia Villaseñor43. Sin embargo, su posición respecto de los llamados ‘rivales’ de las novelas bizantinas, junto con las épicas marinas de Periandro, les dan una dimensión muy importante en cuanto a la cuestión de la amistad. Primero, antes de pasar a los rivales, veamos cómo actúa el príncipe de Tile con sus compañeros de armas en su aventura marina en busca de la cautiva Auristela. De Periandro, el príncipe Persiles de Tile, se podría decir que tiene, al menos, dos conexiones con la amicitia. Una es la enemistad con su hermano el rey Magsimino a causa de la rivalidad en el amor por Auristela (la princesa Segismunda de Frislanda). La otra son las referencias a los poemas homéricos, que también son un subtexto habitual en Las Etiópicas. Es una anticipación de lo que Periandro va a ser como rey con sus súbditos, cuando el problema del triángulo amoroso entre Magsimino-SegismundaPersiles se resuelva y ambos peregrinos hereden sus respectivos reinos en el norte de Europa llamados Tile y Frislanda. Periandro arma un barco y recorre los mares con sus ‘amigos’, los pescadores, en busca de los raptores de Auristela y narra todo lo ocurrido por extenso44. Esta periandreada, además de vasta y elocuente, tiene una serie de referen-

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Lucas, 1900, p. 91. En los libros III y IV, un problema semejante se plantea en el caso de Bartolomé y Luisa, quienes van de mal en peor pese a sus arrepentimientos y al apoyo de los peregrinos. Su final se cifra en las siguientes palabras: «Bartolomé el manchego y la castellana Luisa se fueron a Nápoles, donde se dice acabaron mal, porque no vivieron bien» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 394, 399-400, 432-434, 475). 43 Mariscal, 1990, p. 97. 44 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 225-226. 42

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tes clásicos en lo que concierne a la amistad. Periandro se dirige a sus marineros como ‘amigos’ en el momento de la arenga inicial y en la despedida de parte de ellos45. En el entremedio, con el objetivo de limpiar las aguas de piratas y encontrar a Segismunda, Periandro y sus ‘amigos’ asaltan sesenta barcos de piratas en dos meses y liberan a los cautivos que navegan dentro de estas naves46. En esta trepidante aventura oceánica Periandro se comporta como un líder griego de poema homérico. En el contexto de la philia en Homero, la actuación de Periandro adquiere otra dimensión. El concepto de la amistad en la Odisea y la Ilíada atañe a tres palabras que describen conceptos parciales de philia. Phílos indica una persona amada, y también posesión de o pertenencia a un grupo familiar. Hetaîros es el compañero de batalla o de navegación. Xénos es el forastero, con el que se entra cada vez más en contacto como resultado de las redes comerciales del mundo griego47. Esta variedad léxica complica la calificación de la relación entre Odiseo y sus marineros —y por ende de Periandro con sus amigos—, pero solo en apariencia. Según Jean-Claude Fraisse, la variedad de términos usados no implica que las relaciones de amistad representadas en los poemas homéricos vayan más allá del compañerismo militar propio de las hetaireias griegas48. La representación de la amistad, para Fraisse, en la poesía homérica tiene un núcleo militar. Las amistades épicas y aristocráticas, por excelencia, en la tradición literaria se basan en el compañerismo de armas y en las navegaciones de los guerreros

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«En resolución, con seis pescadores que quisieron seguirme llevados del premio que les di y del que les ofrecí, abrazando a mis amigos, me embarqué y puse la proa en la Isla Bárbara» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 269). 46 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 245. 47 Pizzolato, 1996, pp. 12-13. 48 «¿Hay que distinguir tan escrupulosamente como él, en los poemas homéricos, otra componente, la de la hetaireia o el compañerismo militar? Incluso si se trata de una nueva extensión del círculo partiendo del sujeto, no nos parece que esta expansión introduzca un matiz nuevo en los sentimientos. Se trate de camaradas de combate, de camaradas de navegación o incluso de una asociación tan heroica y fuera de lo común como la de Aquiles y Patroclo, siempre tenemos entre manos una conexión muy estrecha, que favorece la eclosión de una familiaridad afectuosa, basada en pruebas comunes, en la solidaridad constante y en la unión con los que suponen una afirmación de mis condiciones de vida» (Fraisse, 1974, pp. 40-41).

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griegos, en el largo proceso de construcción del imperio. Por tanto, Periandro, en cuanto a la philia, es un perfecto representante épico de lo que la ley de la amistad supone en la guerra, el ejército y el gobierno. Es un agathos, como tal líder aristocrático trata de amigos a sus compañeros de armas, pero usando la distancia que les separa cuando le es necesario. Al final del libro volverá Periandro a tomar la misma actitud respecto de príncipes y acompañantes de su peregrinaje. Segundo, los dos jóvenes peregrinos son de gran interés por su postura ante los rivales. Tal vez donde más se ven sometidos al orden corruptor del mal sea en la presencia casi constante de rivales sexuales y sentimentales. Estos rivales son característicos de la ficción bizantina de Heliodoro y tratan de corromper la virtud de los jóvenes además de aislarlos. Como se ha visto en capítulos anteriores, los rivales también son parte fundamental de la historia de los dos amigos y de su descomposición del tópico. No obstante, y pese a su gran número y sus pretendidas ofertas de ‘amistad’ ninguno de los poderosos príncipes, princesas, reyes y otros aristócratas que los acosan por tierra y por mar consigue engañarles con sus palabras de amistad. Pero la novela deja claro que cuando estos rivales, poderosos o no, se exceden en sus deseos hasta el punto de crear una disrupción social, su lujuria es castigada de formas variadas, en el fondo con una pérdida de su crédito social. Para David Konstan una característica de las antiguas novelas griegas es que el héroe y la heroína tengan rivales, los cuales sufren su amor no correspondido por alguno de los jóvenes héroes y usan todo su poder para influenciar sus vidas49. Esto es absolutamente cierto para los rivales de los libros I y II de Persiles: varios son poderosos aristócratas (miembros de familias reales, como los propios Periandro y Auristela), desean a los jóvenes peregrinos con pasión, tratan de interferir en sus destinos y terminan burlados por los bellos romeros. Como en las novelas clásicas los dos jóvenes son tentados constantemente por la riqueza, el poder y la belleza de estos pretendientes, pero todas estas tentativas no sirven más que para realzar la fidelidad de los verdaderos amantes frente al amor vicioso o interesado. En Persiles y Segismunda, no obstante, hay características de los rivales que no menciona Konstan. Ciertos personajes pese a no ser poderosos suponen, en algunos casos, un peligro tan grande como el de

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Konstan, 1994, p. 45.

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los comentados más arriba. Esto ya existía en Heliodoro, piénsese por ejemplo en el sobrino de Caricles o el escudero Termutis. Estos rivales, al igual que los nobles, siembran tanta cizaña que la trama principal se ve afectada por golpes de desarmonía, traición y enemistad, en definitiva por el orden de la corrupción. En Persiles encontramos las consecuencias nefastas del apasionamiento de Clodio por Auristela, o el barrenar y hundir el barco de Arnaldo por parte de dos soldados que desean a Auristela y a otra dama, o los ridículos avances que el poeta de una compañía de comediantes le hace a Auristela ofreciéndole una brillante carrera como actriz, o cortesana más bien, al parecer de sus palabras. El más notorio de los varios rivales de esta obra es Arnaldo, el príncipe heredero de Dinamarca, que está perdidamente enamorado de su esclava Auristela, la cual huye de él para evitar ser deshonrada y forzada al yugo matrimonial. El príncipe la busca por tierra y por mar durante toda la novela. Auristela consigue controlarlo por medio de una promesa fingida: se casará con él cuando lleguen a Roma. Durante la mayor parte de los libros I y II, Periandro y Auristela procuran evitar al enojoso príncipe Arnaldo, quien, pese a la contención de sus deseos, supone un peligro constante para ellos, ya que si descubre que son amantes en vez de hermanos, seguramente abusará de su poder con ellos. Una de las tácticas que utiliza Arnaldo para ganar el favor de Auristela es procurarse la amistad de su ‘hermano’ Periandro. La misma estrategia usan Policarpo y Sinforosa para acercarse a sus respectivos amores. Sin embargo, el recurso de la tercería del hermano o hermana no funciona por grandes ofertas que se les haga, ya que los dos jóvenes son leales el uno al otro. El príncipe danés, ante las respuestas bien razonadas de Periandro de que no puede hacer nada para ayudarlo mientras Auristela no haya cumplido su voto de peregrinar hasta Roma, se ofrece a acompañarles y a favorecerles durante el itinerario. Tanta cortesía y amistad por parte del poderoso príncipe es una sombra que siempre planea sobre las libertades de estos dos peregrinos de amor. De hecho, durante los dos primeros libros se encuentran atenazados entre el miedo al poder y el deseo no correspondido no solo de Arnaldo, sino que también de Sinforosa y Policarpo, entre otros rivales50.

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Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 124-125.

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Aunque Arnaldo, al final del libro, recibe una recompensa a medias, y a su pesar, gracias a su contención; Sinforosa y Policarpo son destronados por las desgracias que acarrea su lujuria. Sinforosa es una exaltada princesa que se enamora perdidamente de Periandro cuando éste gana los juegos organizados por su padre, el rey Policarpo51. Ofrece a Auristela, a cambio de su tercería favorable, su amistad y el matrimonio con su padre, el rey Policarpo52. A la supuesta amiga, Auristela le miente y oculta todo lo necesario para proteger a Periandro53. No duda en dejarla tan engañada como a Arnaldo y al rey Policarpo —y al mismo Periandro, ya que su objetivo es hacerse monja al llegar a Roma— con la esperanza de un matrimonio tras completar el peregrinaje a Roma54. Sinforosa y su padre Policarpo urden planes para evitar que la pareja de hermanos salga de su reino. Sin embargo, Periandro y Auristela tienen todo ya preparado para huir del peligroso entramado de indeseados amores que puede dar al traste con su caminata55. 51

Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 149-154. «Mucho te he dicho, amiga y señora mía, y mucho has de hacer por mí; que de un gran valor no se puede esperar menos que un grande agradecimiento. Comience en nosotras a verse en el mundo dos cuñadas que se quieren bien, y dos amigas que sin doblez se amen, que sí verán, si tu discreción no se olvida de sí misma.Y dime agora, qué es lo que respondió tu hermano a lo que de mí le dijiste» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 187). 53 En el último capítulo del libro I, la noticia de que Sinforosa está enamorada de Periandro provoca los celos de Auristela. Estos celos serán un tema fundamental del libro II. Auristela, sofocada, se consuela hablando con Transila a la que llama amiga (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 155-156). En realidad, ni media amiga se puede decir que sea Transila porque Auristela no le cuenta la verdad de sus preocupaciones. Auristela nunca prueba a sus compañeros de camino —como tampoco lo hace Periandro— sincerándose. López Estrada, siguiendo a Schevill y Bonilla, indica que la «mentira que puede salvar» es una de las características del género (Heliodoro, Historia, p. XXIX). La mentira y la amistad no casan muy bien, al menos en el contexto de un género literario idealista. 54 «le pediremos licencia [al rey Policarpo] para ir a Roma a cumplir un voto (...) fácil cosa será dar la vuelta a esta isla, donde burlando sus esperanzas [las de Arnaldo], veamos el fin de las nuestras, yo casándome con tu padre, y mi hermano contigo» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 195-196). 55 «En resolución, quedaron los tres de acuerdo [Arnaldo, Periandro, Mauricio] que Mauricio buscase un bajel de muchos que en el puerto estaban, que los llevase a Inglaterra secretamente, que para embarcarse no faltaría modo convenible, y que, en este entretanto, no mostrase ninguno señales de que tenían noticia de los disinios de Policarpo» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 199). 52

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Para completar el juego de simetrías, el viejo rey Policarpo se enamora de la adolescente Auristela, lo cual además de calificarlo como un rival de Periandro lo incluye en la categoría cómica del ‘viejo’ que comparten tanto la Nueva Comedia griega, como la novela griega clásica56. El viejo lujurioso que quiere gozar de una joven o casarse con ella es habitualmente ridiculizado en este tipo de comedia y en las imitaciones de la comedia humanista. Policarpo tiene que perder mucho más que su respetabilidad, ya que en su reino los monarcas son electos y su permanencia en el oficio depende de su buen gobierno y virtuoso comportamiento. Efectivamente, las pasiones desatadas de Policarpo y su hija van a destruir esta sociedad perfecta de la isla utópica sin nombre57. La pasión de Policarpo por Auristela lo lleva a tramar y conspirar contra la libertad de sus huéspedes, lo que provoca la destrucción por el fuego de su palacio y de la ciudad. Todo lo cual le cuesta el puesto de monarca a él y el de princesa a su hija. Los propios actos de Policarpo y Sinforosa los descalifican en la competición entre rivales por el amor de los dos jóvenes peregrinos58. Si el deseo desaforado crea una disrupción social que es castigada ya que la comunidad, la philia, desaparece, como se ha visto en capítulos anteriores; a lo cual aquí se añade que la caridad también sale perjudicada. Entonces, ¿qué ocurre con el deseo de Persiles?, ¿es su azaroso caminar un castigo y un deshonor? Ciertamente, dada la si-

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Billault, 1991, p. 144. «El relato de la isla de Policarpo es el centro de la novela. Esta isla y la siguiente (la de las Ermitas) son las últimas islas ‘fantásticas’. Las dos suponen los aspectos máximos de perfección utópica: la de Policarpo, con el culto al cuerpo (...) la otra (...) la huida del mundanal ruido y del desengaño de lo material: a la utopía del retiro y de la negación del cuerpo» (Baena, 1988, p. 135). 58 Para finalizar esta sección sobre los rivales, hay otros casos de castigos de este tipo, además de los ya analizados. En los dos primeros libros, son castigados tanto el bárbaro Bradamiro con la muerte, como Policarpo y sus hijas con la pérdida de los títulos reales (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 68). En los dos segundos, se castiga a Rupertino con la muerte por su «vicioso amor» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 376, 379) y a Nemurs con el desencanto y el aislamiento por amar sólo la belleza (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 454-455). La excepción sería Arnaldo, quien por su contención en el abuso de las leyes de la amicitia, aunque como él mismo reconoce, muy a su pesar, es premiado con un matrimonio con la hermana de Auristela en la típica feliz conclusión matrimonial. 57

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tuación de rivalidad entre los hermanos, Segismunda quiere llegar a Roma, dando siempre largas a todos sus pretendientes, incluido Persiles. Su actitud habla de la imposibilidad de un buen fin para el desafuero que supone el comprometedor amor de Persiles. Antes de recibir el perdón de su ex prometido, el rey, Segismunda parece no estar completamente segura de qué tiene que hacer. Persiles ya se permite hablarle de amores porque finalmente han llegado a Roma59, pero ella se pregunta qué harán una vez casados ya que sin duda Magsimino los acosará60. Se trata de un caso de deshonor y enemistades familiares que no quedará sin venganza. Se produce en el conjunto de Persiles y Segismunda un doble movimiento de caída del patrón-privado-cliente no virtuoso, por ejemplo Policarpo-Sinforosa, Clodio-Rosamunda, y de ascensión de los destituidos virtuosos, ver Auristela-Periandro, Antonio-Ricla, Antonio-Constanza, y Renato-Eusebia. Como resultado, al final del libro, Auristela y Periandro se encuentran situados en el punto más alto del pináculo del mecenazgo, y comienzan a actuar como reyes, casando a los solteros sin compromiso que los rodean en ese momento, ver Arnaldo y Constanza. Aunque esto parece una sanción final del sistema de alianzas clientelares, el profundo cuestionamiento de este sistema político, como también en el resto de los análisis de este libro, lleva a concluir que en Cervantes la conflictividad del topos de la amicitia apunta a una crítica de los indeseables resultados de la corrupción de este sistema político cuando los implicados no son virtuosos. A esta conclusión sobre las representaciones de la amistad en Persiles y Segismunda hay que añadir que no solo hay una representación crítica de la corrupción —que se ha analizado en una serie de instancias en la obra de Cervantes— a través del discurso de la amicitia, sino

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«Con otros ojos se miraron de allí adelante Auristela y Periandro, a lo menos con otros ojos miraba Periandro a Auristela, pareciéndole que ya ella había cumplido el voto que la trajo a Roma y que podía libre y desembarazadamente recibirle por esposo» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 436). 60 «También estaba mirando si por alguna parte le descubría el cielo alguna luz que le mostrase lo que había de hacer después de casada, porque pensar volver a su tierra lo tenía por temeridad y por disparate, a causa que el hermano de Periandro, que la tenía destinada para ser su esposa, quizá viendo burladas sus esperanzas, tomaría en ella y en su hermano Periandro venganza de su agravio» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 437).

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que aquí aparece una dimensión trascendente de la amistad que no está presente en las otras obras analizadas y que completa el panorama cultural sobre esta noción en el que el autor vivía inmerso. La amistad trascendente tiene el rasgo de insistir en la falibilidad humana.Todos estos personajes no virtuosos, independientemente de su estamento, reflejan, en la impúdica exhibición de sus limitaciones humanas, la crítica de la patrística a la noción de la philia-amicitia: el ser humano es limitado y su finitud determina la naturaleza decepcionante de la amicitia. La doctrina cristiana se ha preocupado siempre por la particularidad de la amistad preferencial en relación con la universalidad de la caridad, amor al prójimo e igualdad entre los seres humanos en cuanto que hijos de Dios. La misma crítica se produjo entre los anglicanos, por boca del pastor Jeremy Taylor: «como todas nuestras gracias son imperfectas (...) también nuestras amistades son imperfectas y nada más que los comienzos de una amistad celestial»61. De esta forma se hace eco constante a través de los siglos, no solo de las afirmaciones de San Agustín, sino que también de Platón y Ficino, en el reconocimiento de que cualquier amistad mundana está por debajo de la perfección de la amistad trascendente. En Persiles y Segismunda tenemos esta doble amistad totalmente asentada dentro de los objetivos de Periandro y Auristela. Ruth El Saffar establece que Periandro y Auristela tienen un doble objetivo: ser peregrinos que buscan instrucción e iluminación en la fe y huir de la ira de Magsimino. Esta duplicidad es conflictiva, pero las dimensiones alegórica (ascensión en la cadena del ser) y novelística (trama sentimental de viajes y aventuras) están tan bien ensambladas que, para El Saffar, el lector no puede separar completamente la una de la otra62. A estas dos dimensiones se asocian los dos tipos de amicitia de los que se ha tratado en este capítulo. En el plano novelís-

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Silver, 1990, p. 1489. «Para comprender el Persiles uno debe percibir dos planos de acción presentes simultáneamente a lo largo del trabajo. En un plano, una pareja de jóvenes evita la temida prohibición de su matrimonio, huyendo a Roma. En el otro plano, la novela describe el intricado y peligroso proceso por el cual el yo se transforma. El Persiles, en otras palabras, tiene dimensiones alegóricas y novelísticas. La alegoría, sin embargo, es sutil. Cervantes ha fusionado tanto los dos planos en los que está trabajando que el lector no puede nunca pasar, con seguridad, uno por alto y favorecer el otro» (El Saffar, 1984, p. 128). 62

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tico la cuestión fundamental es una enemistad fundada sobre un triángulo amoroso. En el alegórico, una amicitia dei sobre un fondo de amistades mundanas e imperfectas. El perdón de Magsimino y la castidad de Segismunda son los catalizadores de la difuminada contradicción entre amantes huidos y peregrinos cristianos. Pero además el viaje catártico hasta Roma ha permitido que Persiles y Segismunda se conviertan en príncipes herederos y reyes católicos de sus respectivos países en las tierras bárbaras del norte de Europa. Gracias a la virtud personal y a las creencias religiosas de los dos monarcas el sistema de mecenazgo encabezado por Persiles y Segismunda no tendrá las disfunciones por las que han sido castigados toda una serie de personajes que abusan del sistema político basado en la amicitia clientelar. En conclusión, en el plano novelístico la cuestión es una enemistad fundada sobre un triángulo amoroso, mientras que en el comportamiento alegórico de los dos amantes resalta el concepto de amicitia dei sobre el fondo de amistades mundanas, parciales e imperfectas. La parcialidad en las representaciones de la amicitia, o de las novelas de los dos amigos, o de los compañeros de armas, no era un defecto de la producción de una cultura o de un autor más bien podía atender a necesidades de la representación de un mundo cambiante y en constante transformación como el de la temprana modernidad, como en el caso de «El curioso impertinente» en Don Quijote. Acaso también podía responder a imperativos de una futura carrera literaria como en el «Canto de Calíope» en La Galatea; incluso, a juegos de ingenio como en las Novelas ejemplares; o, como en Persiles y Segismunda, a las necesidades de un mundo ideológico cristiano que pese a haber absorbido la noción pagana de la amistad en el agape, renueva sus esfuerzos en la temprana modernidad para reabsorber una vez más la noción de la amicitia que había resurgido con fuerza inusitada en el arte, filosofía y literatura renacentistas. En este contexto, el discurso de la amicitia ha de ser por fuerza parcial, ya que la unión entre los humanos solo adquiere un sentido pleno dentro de una visión teleológica y mística de la amistad. Los trabajos de Persiles y Segismunda por tanto representan innumerables casos de amistades mundanas que solo, y en el mejor de los casos, van a adquirir un significado pleno en el mundo de relaciones del agape o caritas.

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Las representaciones de las amistades en Cervantes son un fenómeno truncado. No cumplen los requisitos aristotélicos de la amistad perfecta, tampoco los ciceronianos de la vera amicitia, ni los literarios del cuento de los dos amigos o los iconográficos de la amistad. El discurso del altruismo masculino en la amistad se disgrega conforme el pensamiento burgués y filosófico sobre la naturaleza humana madura, hasta llegar a la aceptación con todas sus consecuencias de la importancia del interés individual en la sociedad y de los pactos sociales en la Ilustración como modelos de modernidad. La subjetividad, la intimidad, el individualismo y la familia ocuparán el vacío dejado por el concepto de la amicitia, que si bien fue resucitado por los humanistas, tuvo un espectacular declinar durante el siglo XVII. El resurgir de la amicitia como un concepto cuasi legal entre los humanistas, y definitivamente como un elemento fundamental en las escalas de valores que ayudaban a mantener la sociedad cohesionada, además de que ilustraba el camino hacia la trascendencia histórica y espiritual, ha tenido explicaciones como la de Peter Burke: ¿Por qué emerge específicamente este estilo cultural de amistad en el siglo dieciséis? El interés creciente en imitar los modelos de Cicerón y Séneca no es una explicación suficiente de esta tendencia (...) puede merecer la pena conectar los cambios descritos a otras formas de sociabilidad, o bien como modelos, o bien como sustitutos. Entre los modelos, especificaría la academia o solidaridad humanista, que originalmente era un grupo de discusión relativamente informal. La invisible o ‘imaginada comunidad’ de amigos (especialmente pares de amigos) unidos por cartas y una convivencia ocasional puede haber provisto algún tipo de sustituto para grupos en declive, como las fraternidades religiosas, amenazadas por las Reformas tanto protestante como católica; los gremios artesana-

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les, amenazados por los cambios económicos; las hermandades en armas amenazadas por nuevas formas de guerra; y finalmente, los grupos juveniles, atacados por los reformadores de la cultura popular, debido a que causaban desórdenes1.

La amicitia como sustituto de formas e instituciones de sociabilidad que están en franca decadencia entre la Edad Media y el Renacimiento es una idea fructífera y plausible, pero esta noción va a ser sustituida, a su vez, por formas de organización y relación que ya existen en el mismo pensamiento renacentista. La noción de la amistad sufrió una profunda transformación en su camino entre el Humanismo y la Ilustración, después de su retorno con fuerza inusitada al mundo intelectual y simbólico del Renacimiento. En el Renacimiento mismo, la amicitia pasó de ser una virtud política dentro de la vida social a un vestigio de sociedades atrasadas, que no estaban entre los modelos punteros de las nuevas sociedades liberales por venir en el siglo XVIII, tal y como lo reflejan no solo las amistades parciales de Cervantes, sino que otras obras de la literatura hispánica como La Celestina y el Lazarillo, e italiana como I libri della famiglia. El mostrar que el declinar del discurso de la amistad durante el siglo XVI y XVII tuvo sus conexiones con la literatura y sociedad hispánicas ha sido el quehacer de este libro. Sin embargo, siempre puede quedar la duda de si la cultura en español continuó teniendo un rol importante en la evolución de la noción de la amistad, o si incluso la tan cacareada excepcionalidad española hizo que la noción de la amistad siguiera patrones diferentes a los del resto de los movimientos ilustrados. La literatura en España, según los datos de la Real Academia de la Lengua, también experimentó la desaparición de la noción de la amistad durante la Ilustración, además de haberla propiciado con el consumo de la literatura hispánica del seiscientos y setecientos en Europa. En la base de datos lexicográfica, CORDE, los datos arrojan información sobre el pronunciado decrecer del uso del término ‘amistad’ durante el siglo XVII en los libros españoles. Durante el reinado de Felipe III, en las dos primeras décadas del setecientos, se usó el término más de dos mil veces. Con la llegada de Felipe IV, en 1621, la presencia de la noción empezó a menguar de tal forma que hasta 1670 se usó en

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Burke, 1999, p. 270.

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unas mil ocasiones. A la vuelta del siglo, ya no se utilizaría la noción de la amistad más que unas setenta veces en las dos primeras décadas del siglo XVIII. Su uso continuó siendo residual durante todo el setecientos. La asociación de este marcado descenso en el uso del término con la transición política entre el reinado de Felipe III y el de su hijo es sugestiva. No obstante, en la segunda década del XVII, ya se estaba produciendo esta inflexión. Coincidiendo con la publicación de la mayor parte de las obras de Cervantes, la caída de la noción de la amistad perfecta ya era manifiesta. La definición de la amistad en los diccionarios de la lengua también tuvo una vida consistente con la ubicuidad de las representaciones de amistad parcial. Covarrubias no recogió la noción. No es hasta 1726 que el término aparecerá en el diccionario de la Academia de autoridades, y con un contenido tradicional, define la amistad como «Amór, benevoléncia y confianza reciproca. Lat. Amicitia», y se clasifica en los tres típicos grupos aristotélicos, «De tres manéras se entiende la amistad honesta, deleitable, y provechosa», de los cuales ya había hecho una farsa Celestina en sus pláticas con Pármeno2. En la edición de 1770, el contenido de la definición había pasado a considerar que la amistad es «afecto recíproco entre dos, ó mas personas, fundado en un trato y correspondencia honesta»3. La aparición del concepto del «trato y correspondencia honesta» muestra la devaluación de los sentimientos asociados a la amistad que pasan de amor en el mejor de los casos a un afecto forjado en el trato mesurado y honesto de la nueva vida de la amistad. Los cambios en la definición de la Academia de autoridades y la desaparición del uso del término indican que la amistad clásica fue definitivamente apartada por la Ilustración tanto en España, como en los nuevos poderes económicos y militares, a favor de nuevos contratos sociales con sus propias alegorías y discursos. Este libro ha querido abrir una ventana a los cambios profundos ocurridos durante los dos siglos anteriores a la Ilustración, los cuales indican que tal transformación ya estaba en marcha y que no sólo se debe a que Thomas Hobbes declarara que la urgencia de satisfacer los deseos personales

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Diccionario de la lengua castellana, 1726, p. 270. Sobre La Celestina, ver GilOsle, 2005. 3 Diccionario de la lengua castellana, 1770, p. 224.

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—de los hombres— es lo que gobierna las relaciones humanas. Se dice por ejemplo que en el siglo XVIII los ilustrados escoceses y los enciclopedistas franceses culminaron este proceso —obviando las letras hispánicas— con el soslayo de la reflexión en términos clásicos sobre la amistad4. Intelectuales de tendencias y campos diferentes están de acuerdo en que las teorías del liberalismo comercial y del racionalismo ilustrado son un punto de inflexión fundamental en la noción de la amistad5. Son varias las explicaciones posibles de este cambio de significados. Algunos defienden que en la modernidad hay un desinterés por la ética mientras que se cultiva el análisis del método; otros enfatizan la Reforma protestante; incluso, el afianzamiento de las teorías egoístas que evolucionan como puntos de partida hacia la construcción del individualismo liberal y los derechos individuales. Asimismo, se ha mencionado la omnipresencia de las fuerzas del mercado6; y también, la tecnología, la profesionalización y la movilidad geográfica se han invocado como causas de la disminución en la calidad de las amistades7. Sin embargo, se debe continuar reflexionado sobre la continuidad cultural entre Italia, España, Francia e Inglaterra, como focos sucesivos de pensamiento sobre la noción de la amistad; teniendo, de esta forma, España un papel importante en los procesos de esta evolución conceptual durante los siglos XVI y XVII. Quizá las ideologías universalistas de la Ilustración —con sus sistemas reguladores basados en las nociones de ley, nación, mercado, familia y amor— no necesitan el discurso ético de la amistad para mantener cohesionada la polis. La rex publica, a partir de la Ilustración, es sometida al imperio de la razón por otros métodos. Dentro de esta evolución desde el gregarismo regulatorio hasta el individualismo legalista con su contrato social, los conceptos de competición y rivalidad ocupan el lugar de los del altruismo y de la igualdad. Ya no son las virtudes de la generosidad y autosacrificio las que articulan las acciones de los amigos, sino el interés propio, que solo reconoce los límites de la ley positiva. Ahora bien, ¿por qué existe en el pensamiento postmoderno un retorno masivo a la reflexión sobre la amistad? La revisión y decons4 5 6 7

Silver, 1990, p. 1482; Hill, 2004, pp. 1-3. El Murr, 2001, pp. 26-27. Schwarzenbach, 1996, pp. 110-111; Silver, 1990, pp. 1477-1490. Konstan, 1997, p. 18.

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trucción de las narrativas ilustradas de la sociedad moderna han traído como consecuencia el resurgir de la exploración del tema de la amistad en las humanidades y ciencias sociales. La importancia de las corrientes postmodernas de pensamiento a partir de los años 1970 ha producido un retorno a la reflexión sobre la amistad. Las teorías sobre el individualismo humano han tenido tal éxito en las democracias liberales, la expansión del poder de los mercados es tan prominente en el discurso de la globalización, que la propia modernidad, con sus nociones de los mercados, la nación, la familia y del individuo, se encuentra bajo escrutinio. La antigua amicitia y su desaparición es uno los conceptos analizados con minuciosidad por los intelectuales de las últimas décadas. En este contexto teórico es en el que se ha de incardinar el análisis de las Amistades imperfectas en la época de Cervantes. La reflexión sobre la amistad en la Europa occidental cae en desuso por motivos más complejos y generalizados que los escritos de varios filósofos ilustrados en lengua italiana, inglesa, francesa o alemana. De hecho, en la temprana modernidad existían varias representaciones de la amistad en competición. Los contenidos de los textos de Alberti, Cervantes, Hobbes, Locke son un punto de referencia fundamental para mostrar que existe una tradición de la amistad imperfecta en pleno comienzo de la modernidad, aunque sea temprana. Por tanto en el corazón del humanismo, de la contrarreforma y del barroco coexistían diferentes tipos de representaciones de la amistad, en competición unas con otras. Esta competición entre amicitia perfecta y amistades imperfectas tiene una lectura política y económica. Por otro lado, el estudio sincrónico, al que lleva un enfoque excesivo en los géneros literarios del siglo XVI y XVII de la literatura castellana, no siempre permite ver la evolución en la noción de amistad. La crítica, cuando llega a llamar la atención sobre su existencia, no hace las conexiones necesarias con otras literaturas europeas, ni con sus transformaciones a largo plazo. Dentro de un estudio amplio de la teoría de la amistad, no sería arriesgado decir que I libri della famiglia (h. 14341437), La Celestina (1499), Don Quijote (1605-1615), La traición en la amistad (1618-1635) y el Leviathan (1651), entre otros, formaron una tradición de representaciones de la amistad imperfeta, la cual jugó un papel fundamental en el deconstrucción del pensamiento sobre la amistad basado en un concepto de la virtud absoluto, tal y como se interpreta en las autoridades clásicas y por imitación en el Renacimiento.

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Don Quijote y Sancho, junto con «El curioso impertinente», crearon un estado mental de relaciones humanas a partir de un texto que influyó, al mismo tiempo que reflejó los cambios que en la noción de la amistad se estaban produciendo. La postmodernidad, al evaluar el modelo de relaciones sociales atomizadas del liberalismo político y económico, necesita profundizar en cómo se articula este individualismo y qué conexión tiene con la producción cultural de los siglos precedentes, donde el sistema de clanes y familiar era la norma. Del estudio profundo de ambos modelos y de sus conexiones desde la teoría y representaciones textuales de la amistad es posible echar luz sobre una noción olvidada desde la Ilustración y que afecta profundamente al imaginario social en el que vivimos inmersos.

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OBRAS CITADAS

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Academias, 45-46, 49, 51-52, 55-57 Academia de los Nocturnos, 52-53 Agape, 40-41, 144-146, 150-151 Alberti, Leon Battista, 17, 74, 108, 128, 171 Allen, Kenneth P., 47-48 Althoff, Gerd, 37 Amat, Iluminada, 99 Amicitia, 18, 38, 101-102, 120, 123, 126-127, 148, 150-151, 158 Amicitia dei, 145, 166 Amicitia vera, 18, 38, 120, 123-125, 129, 137, 154 Amistad amigos, bodas entre, 95, 99 amistad clásica, phylia, amicitia, 18, 38, 101-102, 110, 121, 150-152, 163-166 amistad cristiana, agape, caritas, 41, 78, 143-146, 150 amistad e intercambio social y económico, 90-93, 110, 115, 122 amistad femenina, 14 amistad fría, cool friendship, sympathy, 40, 97, 106-108, 169-171 amistad imperfeta, tradición de la, 85, 93, 102, 128, 165, 171 amistad mundana, 150 amistad parcial, 22, 24, 37, 39, 50, 51, 138, 145 amistad perfecta, 27, 39, 41, 82, 85, 93, 102, 105, 115, 117, 124, 128, 137 amistad preferencial, 165 amistad y ética, 28 amistad y fidelidad, 42, 84, 102, 123

amistad y reproducción de hábitos sociales, 39, 102 amistad y retórica, 42, 84, 102, 123 amistad, altruismo en la, 30-37 amistad, ambigüedad en la, 26-38, 108-110 amistad, cuento de los dos amigos, 21-23, 39, 99-101, 105-106, 115, 122, 128-129 Anselmo-Lotario-Camila («El curioso impertinente»), 22, 36, 39, 95-117 Cipión-Berganza («El coloquio de los perrros»), 137-140 Critilo-Andrenio (El criticón), 127 Federico-Urbino (El patrañuelo), 123 Niso-Euríalo (Eneida), 69-70 Roseleta-Juan-Pedro («El verdugo de su esposa»), 112-113 Timbr io-Siler io-Nísida (La Galatea), 22, 87, 101, 104-106 Tito-Gisippo (Decameron), 21-23 amistad, definición de la, 17, 35, 27, 106-108, 126, 169 amistad, fuentes de la, tradición de la, 100 amistad, interés en la, 30-37 amistad, leyes de la, 104, 112, 117 amistad, límites en la, 95 amistad, noción, historia de, 17, 31, 35, 106-109, 113-117, 127, 143145, 150-151, 168-171

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amistad, paradoja de Pitt-Rivers, paradoja altruismo-amistad, 30-35, 37, 109-111 amistad, sacrificio en la, 115 amistad, silencio, silenciamiento, 101-108, 111, 123-124, 128 Arellano, Ignacio, 112 Ariosto, Ludovico, 50-51, 53, 74, 98 Aristóteles, 17, 26-33, 62, 71, 110-111, 124, 137, 152 Armstrong-Roche, Michael, 147 Arriola, Paul M., 99 Ascoli, Albert Russell, 51 Avalle-Arce, Juan Bautista, 23-24, 38, 46, 53, 70, 99-102, 143, 146 Avilés, Luis, 155 Ayala, Francisco, 98-99 Ayerbe Chaux, Reinaldo, 99 Bacon, Francis, 123, 156 Baena, Julio, 163 Bakhtin, M., 147-148 Bandera, Cesáreo, 99, 122 Barbagallo, Antonio, 98 Bárbaros, 152-158 Bègue, Alain, 52 Benigno, Francesco, 84 Bienes Bien simbólico, amistad, 45, 98, 113-114 Bien material, favores, mercedes, mecenazgo, clientelismo, 35-36, 98 Bien, mundo material, 97 Boccaccio, Giovanni, 38, 78, 98-101 Boecio, 67 Boruchoff, David A., 146-147, 152 Boscán, 67 Bourdieu, Pierre, 33-34, 111, 114-115 Bray, Alan, 25, 32, 95, 106, 114 Brioso Sánchez, Máximo y Héctor Brioso Santos, 147 Brito Díaz, Carlos, 147 Brown, Kenneth, 99 Burke, Peter, 167-168

Calíope, 38, 46, 49, 54 Canavaggio, Jean, 69, 71, 89, 90, 92 Canet, Josep Lluís, 52 Carilla, Emilio, 147, 149 Caritas, 144-146, 151, 163 Carrasco Urgoiti, Maria Soledad, Francisco López Estrada y Félix Carrasco, 147 Carrera literaria 38, 41, 46, 140 Casalduero, Joaquín, 69, 71, 146 Cascardi, Anthony J., 99 Castiglione, Baldassarre, 108 Castro, Américo, 135 Castro, Guillén de, 112-113 Cavalcanti, Giovanni, 40 Cavallo, Jo Ann, 99 Cenáculos, 46, 51-52 Charlier,Yvonne, 106 Childers, William, 147 Cicerón, Cicero, 17, 18, 19, 26, 74, 89, 124, 126, 137 Clamurro, William H., 132 Clientelismo, 35, 51, 90-93, 124 Clifford, James, 63 Coleccionismo, 63-64 Conrod, Frédéric, 147, 154 Costar, 55-57 Crochane, Eric, 54 Crotalón, El, 98, 105 Cruz, Anne J., 54 Cuento de los dos amigos, 21-23, 39, 99-107 Cuento del medio amigo, 100 Curtius, Ernst Robert, 50, 54, 71 Darst, David H., 61-63 De amicitia, 17 De Armas, Frederick A., 48-49, 52, 6981, 99 Deseo, 99-101, 105-106, 163 Deseo, triangulación, 100-101, 105 Deseo, homosocial, 101 Deseo, heterosexual, 100-101 Deseo, homosexual, 99 Derrida, Jacques, 106, 109, 127

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Díaz de Alda Heikkilä, María Carmen, 152 Disciplina clericalis, 99-100 Economía Economía de Mercado, 116 Economía de bienes simbólicos, 34, 105-107, 111, 114 Eden, Kathy, 106 Egido, Aurora, 53, 71, 150 Eisenstadt, S. N., 30-34, 102, 112 El Murr, Dimitri, 107, 144, 150 El Criticón, 127 El Patrañuelo, 123 El Saffar, Ruth S., 47-48, 99, 114, 131132, 165-166 Eneida, 69 Erasmo 143-144 Ética Nicomáquea, 17, 26-30, 32, 110 Escipión, 17, 19, 70-81, 87-89, 126, 135 Faliu-Lacourt, Christiane, 99-100, 111 Favorito, 155-156 Felipe II, 67, 72, 91 Felipe III, 85, 91, 168 Fernández-Cañadas de Greenwood, Pilar, 46 Ficino, Marsilio, 37, 40-41, 121, 143146, 151, 165 Figueroa, Francisco de, 47 Finello, Dominick, 45-46, 49 Fitzmaurice-Kelly, James, 46 Flor, Fernando R. de la, 18, 127 Follon, Jacques et James McEvoy, 106 Forcione, Alban K., 146 Fraisse, Jean-Claude, 30, 106, 110, 159 Fulgencius, 17, 19 Gambin, Felice, 127 Gaos,Vicente, 81 García López, Jorge, 135 García Santo-Tomás, Enrique, 24, 97 Garcilaso de la Vega, 55, 67 Gil Polo, Gaspar, 49, 51, 53 Gilbert-Santamaría, Donald, 24, 97

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Gimber, Arno, 99 Giraldi, 48 Girard, René, 101 Gómez Moreno, Ángel, 50, 55, 58 Gordon, Katherine K., 18 Gracián, Baltasar, 127 Green, Jody, 106 Green, Otis H., 135 Hahn, Juergen, 98-99 Hainsworth, George, 131-132 Halperin, David M., 106 Heliodoro, 41, 135, 147-149, 158-160 Hermenegildo, Alfredo, 78, 90 Herodoto, 99 Hill, Lisa y Peter McCarthy, 37, 108, 114 Historia etiópica de los amores de Teágenes y Cariclea, 41, 135, 147-149, 158160 Homero, 158-160 Hurtado de Mendoza, Diego, 38, 54, 59-68, 83 Hutter, Horst, 80, 106 Hyatte, Reginald, 100, 106 Illades Aguiar, Gustavo, 99 Jehenson,Yvonne, 99 Johnson, Caroll B., 24, 34, 69, 71-73, 82, 89, 97 Johnson, E. Joe, 100, 106 Johnson, Leslie Deutsch, 49 Johnston, Robert M., 49 Kagan, R. L., 65 Kaplan, David, 98, 111 Kartchner, Eric J., 132 Kelly, Thomas A. y Philipp W. Rosemann, 106 Kettering, Sharon, 35-37, 95 King, Willard F., 65, 81, 83, 89 Kirkham,Victoria, 100 Konstan, David, 32, 109, 160 Kristeller, Paul Oskar, 146

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AMISTADES IMPERFECTAS

La Barrera, Cayetano A. de, 46, 52 La Galatea, 38, 45-68, 70, 83, 87, 101, 104-105, 140 La Numancia, 39, 69-93, 101 Laelio, Laelius, 17, 19 Laguna, Ana María Gómez, 99 Langer, Ullrich, 100, 106 Lemos, Conde de, 120 Lengua Lengua castellana, 44-54 Lengua francesa, 55 Leturcq, J-F., 18 Lewis-Smith, Paul, 71 Lohuizen-Mulder, Mab Van, 18, 106 López Estrada, Francisco, 46, 58, 147148 Los trabajos de Persiles y Segismunda, 40, 85, 101, 119 Lowe, Jennifer, 47-48 Lozano Renieblas, Isabel, 147 Lucano, 72 Lucas, Karen, 158 Lujuria, 123-127, 160 Lytle, G., 112 MacCurdy, Raymond R., 65 Machiavelli, Niccolò, 51 Maglione, Sabatino G., 69, 74 Mancing, Howard, 99 Mandowsky, Erna, 18 Manzanedo, Marcos F., 144 Mariscal, George, 158 Márquez Villanueva, Francisco, 62 Martínez Millán, José, 83-84 Maurer, Christopher, 65 Mayer, Eric, 147 Mazarin, 55 Mecenas, 98, 122, 139 Mecenazgo, 36, 83-85, 90-93, 97, 111-112, 120, 122, 138, 151, 157, 164 Mecenas-cliente, relaciones, 98 Menéndez Pelayo, Marcelino, 51, 135 Mexía, Pedro, 67 Misoginia, 126

Montoro Castillo, Mónica, 63 Morales, Ambrosio de, 55, 59-68 Morford, Mark, 106 Morón Arroyo, Ciriaco, 98 Murillo, L. A., 132 Nebrija, 55 Nerlich, Michael, 147-149 Novelas ejemplares, 40, 101 Núñez Rivera,Valentín, 58 Ocampo, Florián de, 67 Orlando furioso, cantos, 42, 43. Ortega y Gasset, José, 130 Pabst, Walter, 132-133 Padres de la Iglesia, 165 Pagden, Anthony, 152 Peck, Levy, 85 Peery, William, 111 Penner, Lindsay Rae, 109 Peraita, Carmen, 72-73 Percas de Ponseti, Helena, 98-100 Pereda, Felipe, 18, 123-124, 126 Pérez de Oliva, Fernán, 67, 127 Pérez de Vargas, Bernardo, 5, 18, 19, 20, 120 Pétré, Hélène, 109 Philia, 27-30, 101-102, 110, 144 Pitágoras, 128 Pitt-Rivers, Julian A., 30-34, 37, 45 Pizzolato, Luigi, 80, 159 Platón, 74, 121, 129, 135, 137, 165 Política lingüística, 38, 46, 55-63 Predmore, Richard L., 92 Príncipe, 122-123, 155, 160 Privado, favorito, Participes curarum, 122123, 155 Pujante, David, 123 Pulgar, Hernando del, 67 Quint, David, 24, 72, 81, 96-97 Ramírez-Araujo, Alejandro, 95 Retórica, 12-23, 42, 84, 102

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INDEX

Rey, Michel, 26-27, 31, 32, 109, 156 Rico, Francisco, 53, 55 Rieval, Elredo de, 19, 145, 151 Rigoni, Mario Andrea, 120 Ripa, Cesare, 21 Rodríguez, Evangelina, 52-53 Romero Muñoz, Carlos, 147, 150 Rosenbach, Abraham S. Wolf, 111 Ross, David, 28 Rossi, Elena, 65 rota virgilii, 48-49, 77 Ruiz Pérez, Pedro, 55-56 Ruiz Ramón, Francisco, 71 Russel, Peter, 54

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Smith, Adam, 107-108, 139 Smith, Charles G., 106 Sociabilidad académica, 38, 50, 54 Sociedad precomercial, 108 Sociedad comercial, 108 Soldado-poeta, 53-54 Sorieri, Louis, 21-24, 38, 99-102 Spivakovsky, Erika, 61-62 Stroud, Matthew D., 71, 84 Tacio, Aquiles, 148 Teijeiro Fuentes, Miguel A., 146, 148149 Urrea, Jerónimo de, 51-53

Salamanca, Universidad de, 19 San Agustín, 150, 165 Sánchez Madrid, Sebastián, 64 Sánchez, Alberto, 62 Sánchez, Francisco J., 24, 97, 132 Santa Teresa de Jesús, 150 Saslow, James M., 91 Sautoy, Marcus du, 133, 135 Saxl, F., 133, 135 Schevill, Rodolfo y Adolfo Bonilla, 46, 89, 148 Scholberg, Kenneth R., 100 Schwarzenbach, Sibyl A., 37, 116-117 Scobie, A., 99 Scorpioni,Valeria, 64-66 Sears, Theresa Ann, 132 Shivers, George, 80, 83 Sieber, Harry, 85, 91, 98-99 Silver, Allan, 37, 108 Simerka, Barbara A., 69-83 Simpatía, sympathy, 40, 97, 106-108, 139 Sirera, Josep Lluís, 53

Valli, Giorgio, 100 Vázquez García, Francisco, 154 Velasco Moreno, Eva, 56 Vélez-Sainz, Julio, 50, 62 Viala, Alain, 55-57 Virgilio, 69, 74 Voigt, Lisa, 147, 152 Waghschal, Steven, 101 Weber, Alison, 84, 114-115 Weimer, Jack, 73 Wey-Gómez, Nicolás, 99 Whitby, William M., 79 White, Carolinne, 109, 143, 150 Whiting, Jennifer, 109 Wilson, Diana de Armas, 98-102, 146147 Wright, Elizabeth R., 92 Wyszynski, Matthew Alan, 101-102 Zayas y Sotomayor, María de, 112-113 Zimic, Stanislav, 73, 79, 88, 146, 150

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