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Spanish Pages [356] Year 2021
Amar: misterio y proyecto Antropología y teología del amor ÓSCAR PERDIZ FIGUEROA
Amar: misterio y proyecto
ANTROPOLOGÍA Y TEOLOGÍA DEL AMOR
Coordinadores de la edición: Mtro. Jerónimo René Casillas Salas P. Gaspar Guevara, L. C. Colección Estudios Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia En coproducción con la editorial San Pablo, México Revisión de estilo: Armando Rodríguez Briseño Diseño gráfico y editorial: Gabriela Monticelli Diseño de portada: Silvia López Derechos reservados: © Óscar Perdiz Figueroa. © 2021, Instituto Cencalli, S. C. Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia Av. Lomas Anáhuac # 46, Col. Lomas Anáhuac Huixquilucan, Estado de México, C. P. 52786 Teléfono (55) 53 28 80 80 [email protected]
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ISBN: 000-000-000-0
Printed in Mexico - Impreso en México
A todos los miembros de mi familia, cada uno ha iluminado algún rincón de mi vida, especialmente a mis padres, por haberme traído al mundo y conducido desde la infancia por una serena despreocupación. A todos mis alumnos y amigos, con su diálogo amistoso y desinteresado y lleno de aportaciones, que contribuirán —estoy seguro— a enriquecer la visión del amor en muchos afables lectores. Por ellos ha valido la pena el sudor intelectual de cada una de estas páginas. A todos los miembros del Istituto Teoloico Giovanni Paolo II per le Scienze del Matrimonio e della Famiglia, en la Università Lateranense de Roma, auténtica familia donde fui fraguando parte de la reflexión de estas páginas, en especial a don Gilfredo Marengo, por su amistad y valiosas aportaciones de método. Con él, a Gaspar Guevara, Vicepresidente para la Sección Mexicana del Istituto, por su atento y discreto apoyo en esta empresa.
Índice
Prólogo 9 Introducción General
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I. Antropología Adecuada
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1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Hombre masa, cosificación y zoologismo Filosofar, una exigencia Vida auténtica Persona y misterio La evidencia del cuerpo Cuerpo sexuado Mujer y promoción femenina
II. Vocación Personal para Amar 1. Amor, enigma o misterio 2. “Ordo et iter amoris”, grados del amor 3. Grandes escuelas del amor 4. ¿Por qué amamos como amamos? 5. Matrimonio 6. Familia
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III. Teología del Amor 1. La perspectiva teológica 2. De Abraham al Sinaí: aparición y elección de la “novia” 3. El drama de los Profetas: me sedujiste Señor y yo me dejé seducir 4. Regreso al Origen 5. Israel se prepara para la boda 6. Jesús, Esposo e Hijo 7. El matrimonio, un mega misterio 8. ¿Para siempre? 9. Esposos y protagonistas, aspectos de derecho canónico 10. Mejor no casarse 11. Espiritualidad, vivir el misterio 12. K. Wojtyła y la Teología del amor
Conclusión. La vida, mistérica realidad
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Bibliografía 341
Prólogo
El reto que se propone el autor es tan ambicioso como simple: descubrir la verdad de la propia vida, por uno mismo, y atenerse a las consecuencias y parece que la vida tiene sentido desde el amor. Esto en la actualidad requiere de un camino que vaya desde la evidencia hasta el misterio último de la existencia humana. Esta tarea lleva necesariamente a enfrentar el problema del amor. Ante los graves problemas sociales como la violencia, la prepotencia y la corrupción, urge detenerse y razonar con radicalidad, yendo a la raíz de las cosas y al sentido de la existencia humana, tan breve. No con soluciones parciales ni externas —que empeoran más las cosas— sino penetrando en el significado y misterio de la persona: ¿quién se es y para qué se está aquí? Para ello hay que hacer un recorrido que parta de cada uno, de sus anhelos e ilusiones, de su experiencia. La observación y contemplación de la realidad son los medios para conectarse con el misterio e ir más allá de lo aprendido y lo instintivo. He aquí las claves de la atenta observación de lo que hay: la realidad y la necesidad de hacer la verdad sobre el propio cuerpo sexuado, de allí se irá descubriendo “desde dentro” la vocación de la persona sexuada a amar; se descubrirá que el amor se presenta como en capas o niveles, por los que hay que ir escalando, desde el afecto y el eros hasta la donación voluntaria de sí, pasando por la amistad; de allí habrá que seguir subiendo al ámbito del amor por excelencia: el matrimonio y tratar de definir la comunidad de amor y solidaridad que brota de él: la familia. De hecho, es la familia, donde no existen individuos sino personas, padres e hijos, lo que sostiene y construye la sociedad. Estas son las claves de la teología del amor que, junto con su lógica interna, componen el misterio que significa vivir esta vida en su drama personal.
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Así que, en la actualidad, no se puede entender la familia sin hacer todo el recorrido de las realidades que la sostienen: el matrimonio, el amor, el cuerpo sexuado; y al revés, la vida misma no se entiende sino como una vocación, la de amar, siguiendo las pistas del cuerpo sexuado. La tarea vital no se reduce a tener “éxito en el matrimonio” y en la familia como si fuera sólo una empresa, Óscar Perdiz va mucho más allá. La existencia humana es apertura al misterio, a un plan sobre ella, sobre cada uno. De allí habrá que seguir subiendo y ver que nadie está solo, que hay un proyecto sobre cada uno y que la existencia es un grito que interpela a cada quien y le dice: “Alguien cree en ti, te espera y te ama, y para ello tienes la vida delante”. Este estudio no sigue un esquema clásico. Fiel a la perspectiva que es la persona, no baja de los principios al individuo, trata más bien de subir desde la experiencia de la realidad y del cuerpo a la Revelación. Por tanto, los dos pulmones que alimentan de aire fresco esta reflexión son la evidencia y la Revelación. El autor da mucha importancia a la historia, ésta es imprescindible para abrir las mentes y comprender los problemas actuales en torno a estas cuestiones tan importantes. En la primera parte hay referencias a la historia de la filosofía sin ser tediosas y casi al margen para no atiborrar al lector de conceptos, el objetivo es ver de dónde viene esta manía actual de cosificar al hombre; hay esbozos de la historia reciente de la mujer, de la familia, del matrimonio y principalmente de amor, para identificar la herencia amorosa y los ingredientes de los modelos actuales de amor. ¿Qué otra cosa es la buena nueva sino la realización de una historia de amor entre Dios y la comunidad humana a través de una relación esponsal? Al final hay también un recorrido sobre la lenta intelección del matrimonio como misterio a lo largo de la historia. Esta obra no da consejos ni recetas, ni soluciona la vida de nadie, no se mueve en el nivel de lo que “hay que hacer” ni del “deber ser”. Garantiza al lector la maduración y posesión de sí mismo, le da una altura nueva desde donde ver las cosas y a sí mismo, por encima del humo y las nubes de una sociedad sofocada por la desorientación y los horizontes cortos. Las afirmaciones que se harán son verdades como puños pues están apoyadas en la evidencia y sostenidas por la Revelación, pero esto también habrá que encontrarlo en sus páginas.
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Los anhelos más altos de las personas no son en balde, tienen una respuesta, los deseos de eternidad: “vivir para siempre con alguien”, no pueden frustrarse, cuando uno exclama con el poeta “¡quisiera volar sobre los techos de las ciudades, mezclarme con los aromas del café, con el polvo de los sueños, volar más allá, a lo fresco de las estrellas, dar vueltas en el cielo como las golondrinas y detenerme aquí y allá!” no son las drogas lo que habla sino el anhelo da cada uno de amar a alguien. Este trabajo se toma en serio la persona y va más allá de la “perspectiva del sujeto que actúa”, más que de “el yo” hay que hablar de Mí, de Ti, de cada uno. Alguien objetará el riesgo de subjetivismo antropológico que se corre. Óscar sostiene que no hay otro camino que la persona y tiene la agudeza de identificar el problema fundamental: durante siglos se ha tenido en cuestiones sexuales y amorosas una visión de tercera persona, de obligación extrínseca, concentrada en el deber. El núcleo de la cuestión es que durante siglos al hombre se le ha dicho lo que tiene que hacer, desde fuera, en clave de obediencia —desvirtuando la obediencia misma— y descuidando la experiencia, lo que realmente se quiere. Se trata de tomar posesión de sí y no dejarse manipular, descubrirse con madurez a uno mismo y a la Revelación, para ser uno quien decide y no las circunstancias o la voluntad ajena. Atentos sí a las notas y aspectos objetivos, pero apelando al sagrario íntimo de la conciencia y a través de la experiencia. Si no se hace esto se corre más bien el riesgo de seguir la propaganda, la ideología y las vigencias sociales igualmente impuestas desde fuera y no distinguir entre lo mejor y lo peor. La vida es drama, decisión, y no se puede dejar en manos del destino, del azar o de la casualidad. La manía por las técnicas proviene en parte de un exagerado realismo filosófico para combatir los estragos del idealismo y del empirismo. El resultado es que se termina cosificando al hombre, no se ponía la atención a la persona, a cada hombre de carne y hueso sino se partía de una definición de “el hombre”, saltándose con ello una realidad esencial, lo sexuado; no existe el hombre, existen varones y mujeres. En el término “el hombre” hay una doble ambigüedad, es abstracto desde que se le añade el artículo, cayendo en el idealismo; la segunda es más grave si cabe: prescinde de la diferencia sexual, a favor del varón. El idealismo por su parte desemboca en el extravío del ser humano en su propio laberinto intelectual, de pasiones o instintos.
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Lo anterior implica ponerse en actitud de ascesis y esfuerzo humano y espiritual y del amor. Francisco, en el número 42 de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, dice: «De cualquier modo, nunca podremos convertir las enseñanzas de la Iglesia en algo fácilmente comprendido y felizmente valorado por todos. La fe siempre conserva un aspecto de cruz, alguna oscuridad que no le quita la firmeza de su adhesión. Hay cosas que sólo se comprenden y valoran desde esa adhesión que es hermana del amor, más allá de la claridad con que puedan percibirse las razones y argumentos. Por ello, cabe recordar que todo adoctrinamiento ha de situarse en la actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio». Nuestra sociedad necesita personas y familias que pongan en juego —con libertad y confianza— el riesgo del testimonio: sólo éste mostrará las razones y la conveniencia humana con la propuesta cristiana, desde los afectos hasta la misma vida matrimonial en general. Es una apuesta por la verdad, la persona y las familias. Decía Chesterton que «llegaría un momento en que había que demostrar que las hojas de los árboles son verdes». Ha llegado el momento en que más que demostrar hay que mostrar que el misterio de la persona tiene perfecta correspondencia con la Revelación judeocristiana. Para ello no hay que usar o abusar de las Escrituras, a base de citas y frases sin ton ni son, sino asumirlas con responsabilidad, como un organismo vivo y unitario. El autor está convencido de que la estructura de las Escrituras es la historia de amor entre dos jóvenes, presentada como la celebración de una boda judía. Ésta es una de las novedades de esta obra. Con ello se toma el sentido real de las Escrituras para la vida, más que argumentos a base de citas y frases. Así, la diferencia sexual encuentra su sentido en el amor esponsal y la fecundidad, que incluye a quienes voluntariamente han asumido el celibato como camino de amor. La culminación de un estudio antropológico serio es la sacramentalidad, que no es otra cosa que la participación del hombre en el misterio o proyecto de Dios sobre él. La otra opción es reducir al hombre a un animal de instintos, pero con el riesgo de negar su trascendencia y atenerse a las consecuencias. La obra es un recorrido por la “antropología adecuada”, que en sustancia consiste en reconocerse fruto de un don y llamado a donarse a sí mismo no a algo sino a Alguien. Gilfredo Marengo
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Introducción general De todos los misterios, el mayor es el ser humano, yo. Sócrates
Detrás de cada persona hay un gran misterio, el amor que lo precede y aquel al que está llamado. Es un misterio por descubrir y por realizar. ¿Dónde se originan los grandes problemas sociales como la violencia, la corrupción y la prepotencia, sino en las familias? Dicho con otras palabras, la situación actual de crisis —por usar una palabra tan manoseada como poco entendida— de la familia, ¿no es una crisis de matrimonio? ¿Ésta en realidad no es una crisis de amor? ¿No hay en el fondo un olvido y pisoteo de la persona? ¿No preguntarse ni siquiera por el sentido y significado de la propia vida no será la cara más pobre de esa crisis? Una sociedad fuerte se construye con una familia fuerte. Eso hace de la familia la cuestión más importante del siglo xxi. En ella se decide el futuro de la sociedad, quien quiera hacer algo que valga la pena, lo ha de hacer por la familia. Para ello el primer paso sería abrir los ojos y conocer la situación actual. El filme The Island, de 2005, es una clara radiografía de la sociedad actual: los miembros de una colonia de hombres clonados, bajo tierra, nunca se preguntan en dónde están realmente, ni de dónde vienen o a dónde van a parar, se les entretiene con una vida ocupada y frenética, obedecen y ejecutan todo porque “así toca”. Allá fuera, los “originales” viven muy campantes en la realidad, hasta no requerir de los órganos de sus clones, que para eso pagan una fortuna. Los clonados: no saben que el “premio” de ir a “la Isla” por sus obras consiste en terminar en una sala operatoria para morir mientras les extraen los órganos que necesita el original. Lo decisivo de todo lo anterior es que se pasa la vida entera haciendo todo menos lo que uno quiere, sin convicción ni libertad y renunciando a
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lo estrictamente personal, obedeciendo las corrientes intelectuales, sociales o morales, guiados más por el deber que por el querer, en una miopía o ceguera colectiva. Perdidos en las pantallas como sonámbulos chateantes. Esto sólo puede generar insatisfacción. La historia está llena de errores y cegueras que tuvieron que pagar generaciones enteras, por malas decisiones con consecuencias terribles ante la indiferencia de la gente. Lo que las civilizaciones han destruido no son los ejércitos sino la mediocridad de la mayoría. Para no cometer los errores de la historia lo mejor es conocerla. El afable lector se percatará de las continuas y deleitables referencias a la historia. Hay dos modos de estar en la gran familia cristiana, dos grados de pertenecer al misterio. Una —la más común por desgracia— consiste en una actitud de masa, pasiva, satisfecha unas veces, fastidiada otras, dejándose llevar por la marcha del tiempo y pasando de noche por la aventura del misterio cristiano, privándose de su maravilla, por falta de ganas y de interés por formarse, es una actitud trágica o cómica. Otra es la actitud de crecimiento, de formarse, buscar espacios de reflexión, cuestionarse, meterse a la historia milenaria de la Revelación y saber dónde está uno inserto, saborear sus grandezas y aprender de los errores, saber de dónde realmente viene uno, dónde se está metido por el hecho de ser humano, en actitud de drama. Parece que la existencia humana se entiende sólo en relación con el misterio de amor. En el amor el hombre está llamado a ser como Dios, es lo que los antiguos Padres llaman sin miedos la divinización del ser humano. En el huerto del Edén el hombre busca soberbiamente escalar el árbol para hacerse “como Dios” y sentirse bien, cuando ser como Dios consistía más bien en bajar a las necesidades del otro, como Dios bajaba a hablar con ellos cada tarde. Hay que preguntarse si la crisis de la sociedad, en el fondo no es una crisis de amor. Urge repensar el amor, y para ello habrá que meterse en la historia del pensamiento y del amor mismo. ¿Pero en la sexualidad y el amor no hay mucho de aprendido y poco de personal? ¿No hay mucha propaganda que busca sustituir lo que antes fueron reglas e imposición puritana? Lo que antes fue obediencia a las Iglesias hoy suele serlo a las campañas y anuncios, pero no deja de ser obediencia. Hay verdades que por impuestas no parecen tales y mentiras que a base de repetición parecen verdades rotundas. Una de las mayores mentiras es la
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reducción que se hace de las personas a meros animales y máquinas, no es de extrañar la cantidad de problemas sociales pendientes como la violencia, el acoso y la prepotencia en la jungla social. Todo ello proviene de la familia y repercute en ella. ¿Qué tipo de amor se puede aprender de estas formas de vida? ¿Se soluciona eso con técnicas, leyes y cámaras vigilantes? ¿No será más bien con una reeducación a amar? “El paganismo tenía un dios para el amor, pero no para el matrimonio, el cristianismo en cambio —acusa S. Kierkegaard sin piedad— tiene un Dios para el matrimonio, pero no para el amor”. Este reproche del autor romántico revela con toda su fuerza que la relación entre amor y matrimonio en Occidente está muy lejos de la comprensión y muy cerca de la esquizofrenia, ponía en jaque ya desde su época la moral cristiana de tercera persona y sobre todo el puritanismo. Estos no han hecho más que ahondar la brecha, es una consecuencia de eso, por ejemplo, se ha tendido a concebir la indisolubilidad como una exigencia extrínseca y no como una aspiración de los esposos. Si se reflexiona, este solo detalle revela lo apolillado de los andamiajes que sostienen el matrimonio y la familia. ¿Cómo se pueden preparar los jóvenes a amar para siempre si se les propone el matrimonio como la tumba del amor? Es aquí donde aparece insidiosamente de nuevo el riesgo de la cosificación del realismo y la fragilidad del idealismo que conduce al relativismo. Esto obliga a ir más a fondo y cuestionar la definición misma de realidad, la vida auténtica, la persona. Sólo a partir de allí se puede reordenar el amor, de otra manera se estará construyendo una vez y otra sobre los escombros de las modas pasadas. Urge también definir la familia, pero no una definición ideológica o un modelo trasvasado de otra época, sino que parta de la evidencia. Por lo pronto, parece que la familia será fuerte si lo es el matrimonio, lo que da fuerza al matrimonio es el amor, y el amor está íntimamente relacionado con la sexualidad. Para ello habrá que estar sumamente atentos al propio cuerpo sexuado más que a lo aprendido. Para comprender lo que es la familia en la actualidad hay que hacer necesariamente ese camino, si no se la verá como un eslabón aislado y se terminará llamando familia a cualquier cosa, como de hecho sucede. Una promoción seria de la familia —comenzando con la propia— y a la altura de la circunstancia requiere de formación ordenada y progresiva, no
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puede quedarse en falsos entusiasmos, en globos, manifestaciones y argumentos religiosos, o en actividades de entretenimiento que sólo dejan la sensación de secta y seguridad calentita de una cápsula rutinaria. Para ello hay que vencer algunos obstáculos. El primer obstáculo a esquivar, y la manía más común del hombre —y lo más fácil—, reside en creer que se promueve algo a base de combatir lo diferente, esto se ve en los partidos políticos, en las corrientes ideológicas y en algunos grupos religiosos. En lugar de exponer y mostrar la evidencia, se ataca al otro desde el prejuicio, sin haberlo escuchado ni leído. Esta es una de las manifestaciones más fuertes del apego a la ideología y refleja lo más puro y bajo del hombre masa y es una de las razones del atasco y falta de soluciones que existen hoy: en lugar de construir se destruye. Los debates y las discusiones son inútiles, no se llega a nada y refuerzan a cada uno en sus argumentos miopes, les impiden ver el panorama. Esta actitud proviene de otra manía que es la de definir las cosas a partir de la excepción y de lo que no son, como se verá. La descripción de la situación actual que se hará busca una toma de conciencia. No cabe duda de que el mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo, el prejuicio. Lo anterior se expresa en frases como “yo, como soy católico o protestante o lo que sea, debo pensar así, tengo que actuar así”, “yo, como soy de derecha o de izquierda, tengo que pensar así o asá, tengo que estar de acuerdo con esto y en contra de aquello”, y frente a los demás: “este es de tal país, luego ya sé cómo piensa” o “viene de esa universidad, o de ese grupo, luego ya sé lo que me va a decir” o “yo, como promuevo la familia, luego tengo que combatir a no sé qué grupos” y viceversa. Todas estas actitudes se saltan olímpicamente la realidad y son muestras del aturdimiento en que vive el hombre masa. Hay que afrontar la realidad como viene, con radicalidad, libremente: yendo a la raíz, observando, sin apegarse a las ideologías. No se trata de combatir, estigmatizar o excluir a nadie; tampoco de recabar argumentos para la discusión y el debate, esta obra trata de mostrar las cosas desde la evidencia y la Revelación, con una actitud de apertura, amor y servicio, también y quizá principalmente, hacia quienes no han tenido una experiencia de familia. Si se habla de persona y familia la actitud más honesta es la de integrar. El segundo obstáculo es quedarse en el tener y el hacer, arriesgándose a perder la vida. Esta obra se mueve más bien en el nivel del ser y del auténtico
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crecimiento personal. La sociedad actual empuja a quedarse en el nivel del tener, que en el fondo es desechar. Mucha gente vive en el nivel del hacer, que consiste en reducir la vida a seguir consejos, técnicas y pasos que sólo lo entretienen, esperando que le digan lo que tiene que hacer, excluyéndolo de decidir sobre sí. Rogers previene contra lo peor que es perder el propio yo, abandonándose, renunciando a lo que realmente se es. El nivel del ser, en cambio, garantiza un crecimiento personal y una maduración gradual de las cuestiones más urgentes de la persona, de cada uno. Para eso no sirven las técnicas ni las recetas. El tercero es el presentismo o inmediatismo, que consiste en reducir la vida al trabajo y al bienestar y a las necesidades cotidianas, está en quedarse en la jaula de la adhesión a grupos e ideas sin cuestionarse ni pensar por uno mismo. Esta obra quiere ensanchar los horizontes, romper la cárcel del tecnicismo, para ello hay que levantar la mirada a la trascendencia, a la historia, maestra de la vida; penetrar las Escrituras con libertad, la literatura universal, el arte y la cultura en general, para iluminar la propia vida y amar desde la confianza, superando la sumisión. El cuarto es la pasividad intelectual. Esta obra no pretende decirle a nadie lo que “tiene que hacer” ni darle pasos o recetas para ser exitoso en el amor. La perspectiva es la absolutamente personal, se trata de mostrar la evidencia y dejar a cada uno sacar sus propias conclusiones. Esta obra es un camino de subida, desde la evidencia del cuerpo hasta la Revelación: se afrontará la evidencia y la Revelación desde la razón. No tiene reparos en acudir inteligentemente a las Escrituras (evitando el uso y el abuso y tratando de encontrar el proyecto que hay allí) y a la historia del pensamiento, buscando superar los prejuicios, vigencias, modas y miedos en torno a lo mistérico de la existencia humana. El lector encontrará respuestas a los interrogantes tan personales sobre el amor, teniendo en cuenta los cambios, las condiciones y los retos de hoy. Urge ponerse en marcha y abandonar el sedentarismo espiritual, este trabajo es un gimnasio del pensamiento y del amor, hay que ejercitar los músculos de la mente y del corazón. Se decepcionará quien espere de estas páginas un recetario de sexualidad, no se trata tampoco de un manual de moral y menos de una colección de métodos y pasos para el “éxito en el amor”, menos aún de un compendio de motivaciones, todas estas cosas buenas de por sí se mueven en el nivel del hacer. Es una invitación al lector a aferrar la propia
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vida irrepetible, que está llamado a resolver en el misterio del amor, de cierta forma en soledad (nadie puede vivir la vida de otro) y desde sí y como una tarea absolutamente personal y libre. Si uno no cambia, no lo hará la sociedad. La vida es apuesta y hay dos posibilidades: verla como un enigma (o problema) o asumirla como un misterio. Hay que adelantar por ahora que un enigma es una dificultad que deja de existir cuando se lo soluciona. Un misterio, en cambio, es un proyecto que se va descubriendo dramáticamente, dando sentido a la vida, siempre queda más por descubrir y encarar. El misterio consiste en caminar de la mano de Alguien. Afrontado como enigma (problema), el amor se reduce a sexo, a instinto, vulgaridad, uso mutuo y sinsentido. La vida entera cambia si se apuesta por el misterio o proyecto sobre uno, al que hay que responder: implica tomar las riendas de la propia vida y no dejarse vivir. El mayor misterio es la persona, yo, el otro, hecho para algo más que comer, adelgazar, ser sexy y satisfacer las necesidades básicas. Desde niños, no se necesitan cosas sino personas. Conviene adentrarse al misterio para descubrir su sentido y significado, con ello no se gana dinero, se gana uno a sí mismo. Nadie escoge el propio cuerpo ni la época histórica que le toca, pero sí decide cómo escribir la propia historia. Por ello la situación de crisis, lejos de desanimar, debe ser vista como una oportunidad para amar. Parece que en medio de las tareas diarias y el ajetreo de la ciudad, del progreso, las noticias de guerras, de las crisis económicas, el ruido y de las novedades cotidianas, el amor sigue siendo la cuestión central y la obsesión de todo ser humano: el deseo de ser amado y de darle sentido a la propia vida, amando. El problema es dar en el clavo y ello requiere atención, orden y preparación. Un pionero en esta nueva perspectiva fue Juan Pablo II, su revolución apenas ha sido conocida y menos explotada. Fue a lo esencial, exponer una larga preparación que va desde la evidencia del cuerpo hasta la Revelación y es, en esencia, lo que se ha hecho en esta obra. En lugar de sofocar el amor hay que ordenarlo e integrar amor y responsabilidad. Pero esto implica la superación del acartonamiento realista que cosifica la relación y del idealismo que extravía al individuo en el relativismo: integrar la fuerza de ambos: persona y acción. La actitud que anima esta obra es la solidaridad sincera, el amor y el servicio, el deseo de acompañar y exponer la verdad con amor, y amar desde la
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verdad, no desde el capricho, la vulgaridad o la vida fácil. Ningún maestro auténtico dice a sus oyentes lo que éstos quieren oír, sino la verdad, lo contrario es un charlatán. El autor, desde el amor, confía en la apertura de cada uno para ver las cosas con una nueva perspectiva, la de la experiencia, la evidencia y la Revelación.
Cómo leer esta obra Como no es ni un libro de texto ni una colección de consejos, hay que leerlo en clave de contemplación y de reflexión, no de aprendizaje y menos de memoria. El amor es el tema central de esta obra, la familia su preocupación más diligente. Primera parte. Al inicio se contemplará la situación actual (esto es ya filosofar), para identificar dónde está el reto y la apuesta. Para colocar unos sólidos cimientos hay que preguntarse qué es la realidad, la verdad (vida auténtica) y la persona. De allí descubrir a través del cuerpo sexuado (en las diversas capas de la sexualidad humana) su vocación a amar. Se dedica un tema a la promoción de la mujer. En la segunda parte se adentrará en la cuestión central de todo hombre, el amor. Se descubrirán los grados y el orden de los amores, para responder a estas preguntas: ¿hay grados en el amor? ¿Qué es el arte de amar? ¿Es lo mismo ser amado que amar? ¿Por qué tenemos tantas dificultades para amar? Se analizarán los modelos que desde hace ochocientos años pesan en Occidente. De allí se ofrecerán pistas para lograr el arte de amar, para definir matrimonio, como una respuesta al amor y esclarecer qué es familia, en un esfuerzo por redescubrir la gramática del amor, ante el analfabetismo afectivo actual. La tercera parte constituye una lectura nueva y fresca de las Escrituras, vistas como una historia unitaria de amor, a fin de cambiar la perspectiva que se tienen de ellas. Esta historia va desde el Génesis hasta el Apocalipsis, con una sorprendente estructura escondida, que es la de una boda judía. A partir de allí se verá que el hombre, yo, cada uno, es una estructura abierta al infinito, llamada a amar y a sumergirse en el misterio que se esconde bajo las aguas superficiales del cuerpo. La corta vida humana es proyecto por realizar con alguien, requiere de un plan de vida. Se trata de afrontar la
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propia existencia desde la perspectiva teológica. La vocación al amor como un proyecto amoroso de Dios sobre cada uno y un proyecto personal e irrepetible que realizar. Se termina con elementos de espiritualidad para oxigenar el alma. Como el hombre es historia, hay que analizar cómo se ha entendido el misterio a lo largo de la historia. Se descubrirá y definirá el matrimonio como misterio, analizar si es para siempre y encontrar el sentido amoroso del “mejor no casarse” Para ofrecer caminos de crecimiento espiritual en pareja y familia. Esta obra suscita curiosidad, que es lo que diferencia al hombre de los animales, para ello cuenta con las suficientes referencias para que cada uno profundice en lo que se le antoje. ¿Es necesario todo este recorrido? En la actualidad hay que demostrar que las hojas de los árboles en verano son verdes (decía Chesterton). Para entender la familia hay que remontarse al matrimonio, de allí al amor, de allí, a su vez, al cuerpo sexuado. Todavía hay que bajar más y definir realidad y verdad. Lo contrario es ideología y aprendizaje de conceptos y alejamiento de la realidad. Hay que decir con G. Green: “intento comprender la verdad, aunque esto comprometa mi ideología”. Estas grandes partes se dividen en capítulos, cada capítulo (en números arábigos) puede ser leído de manera independiente, aunque hay una progresión y una lógica de inicio a fin. Hay algún capítulo de carácter teórico que sirve de soporte sin particular dificultad, y que lejos de desanimar la lectura debe significar un reto, pues constituye la base de la reflexión (el lector se dará cuenta de que reaparecen y se entienden mejor según se avanza y que eran más sencillos de lo que parecía), más que aprenderlos, invitan a familiarizarse con los términos. Como en toda excursión hay subidas apasionantes y bajadas de contemplación, momentos de crecimiento y paisajes espléndidos. A lo largo del recorrido el lector experimentará un real crecimiento interior.
Forma y fondo En la obra hay tres tipos de texto en jerarquía: el texto general, un texto en letra más pequeña a modo de recuadros para profundizar en algunas ideas
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y notas a pie de página. En la redacción domina un estilo impersonal de tercera persona, pero en algunos momentos se recurrirá a la primera persona del singular o del plural; estas excepciones no alteran el tono objetivo del escrito y la subjetividad con la que cada uno ha de leerlo.1
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El espíritu de muchos autores como Julián Marías, Karol Wojtyła, Pascal y otros muchos, está presente entre las páginas de esta reflexión sobre la vocación de la persona al amor. Estos pensadores me han conducido por los caminos filosófico y teológico, esto hará innecesarias las citas reiterativas. Más que aprender lo que dijeron, es importante el método y el espíritu con que afrontaron la realidad.
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1. Antropología adecuada
Filosofar es cuestionarse, razonar, decidir por sí mismo a partir de la propia situación, es una actividad urgente en la actualidad. Esto requiere hacer un alto en el camino. Contemplar y admirarse de lo que está pasando es ya el inicio de la filosofía. El primer paso del razonar es darse cuenta dónde está uno parado.
1. Hombre masa, cosificación y zoologismo En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario. G. Orwell El hombre actual vive en grandes ciudades que se caracterizan por las aglomeraciones y las muchedumbres. A pocos les sorprende —la sorpresa es el inicio de la sabiduría— que para todo hay que hacer filas, que todos los lugares están llenos: los hoteles, los restaurantes, las calles, los supermercados y centros comerciales, los cines, las playas o los transportes y arterias urbanas. Extrañarse y sorprenderse por esto es ya comenzar a entender, no es casual que el símbolo de la sabiduría sea la lechuza, esa ave con los ojos siempre deslumbrados. Esta situación de aglomeración y muchedumbre corre el riesgo de convertirse en una situación de masa. De hecho, en las sociedades actuales impera el hombre masa. La masa se caracteriza por dos cosas: una, es por definición
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lo que no opina ni piensa por sí mismo, lo propio del hombre masa es pertenecer a la corriente y dejarse arrastrar y vivir ¨porque sí”; la otra es que tiene como ideal de vida la comodidad y lo inmediato y esto hace que no vaya más allá. La consecuencia es que se adhiere a cualquier corriente, moda y formas de actuar en las que sacia su sed de pertenencia y comodidad. La masa no es la suma de personas sino una actitud. La sociedad actual está masificada. Una de las características de la masa es que no puede opinar por sí, no puede regirse a sí misma, significa que se asiste hoy a la peor crisis que una época o país puede atravesar, pues se trata de un tipo de esclavitud. La masa se caracteriza por no valorarse a sí misma, no se cuestiona. Quien se siente vulgar o mediocre ya está pensando y ha salido de la masa, pero el hombre masa está contento y no se cuestiona, se siente con derecho a la vulgaridad y la impone donde va, y quien no piense como todos corre el riesgo de ser eliminado. Hay que recordar que fueron las masas lo que acabó con el imperio romano.2 La emersión de las masas, hoy omnipresentes, había sido vaticinada por los grandes profetas del siglo xix, entrevista ya y denunciada por Ortega y Gasset a inicios del siglo xx. Piénsese en temas como la sexualidad, el amor o la familia, en lugar de escuchar el propio cuerpo y seguir lo que uno realmente quisiera —eso implica observar y contemplar la realidad y salir de los aparatos electrónicos—; el hombre masa se deja llevar por “lo que hay que decir”, lo que está de moda y lo que imponen unas cuantas minorías, “lo de hoy” o simplemente la vulgaridad de los medios. Habrá que regresar después sobre las masas. La masa vive la vida desde una terrible superficialidad. Ya en los años cincuenta se lamentaba Camus de que la vida en las ciudades se convierte en una anodina e inalterable rutina, colgando siempre del reloj: levantarse con prisas rompiendo el ritmo del sueño, desayunar de prisa, tráfico, trabajo, comida, trabajo, tráfico y descanso. Los fines de semana: alguna fiesta, cine, alcohol, y el domingo, comida familiar y ordenar las cosas para el trabajo. Las ocasiones que deberían estar marcadas por la diversidad como las vacaciones, la Navidad o los cumpleaños están sellados por la misma rutina y el hastío de la convivencia, como si el hombre se hubiese jubilado de la
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Aristócrata de sí mismo: no en sentido político sino el que busca lo mejor, el que vive en un nivel estrictamente personal.
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vida. Todos los días, sin ningún espacio a la reflexión ni a la pregunta fundamental por la vida y escapando del dolor. El hombre actual se convierte en un Sísifo, ese hombre de la mitología condenado a arrastrar la misma piedra, por la misma pendiente, día tras día. El hombre masa se convierte en un extranjero y administrador de la propia vida, como l’étranger, también de Camus, que durante los funerales de su madre no hace otra cosa que pensar en el trabajo, reduciendo la muerte a un protocolo burocrático. La globalización, íntimamente ligada a lo anterior, impone la ley de lo homogéneo El acceso inmediato a la información, a productos y a cuanto sucede en cualquier rincón del planeta, la omnipresencia de cámaras, hasta llegar casi a la abolición de la vida privada. La homogeneidad que abole las diferencias culturales, lingüísticas y sexuales: se escucha la misma música en todo el mundo, se ven los mismos filmes, se usa la misma ropa y las mismas marcas, o sus imitaciones, en todo el mundo. La invasión de un inglés cómodo que empobrece y extingue las lenguas, va eliminando las aristas y las diferencias y empujando hacia la homogeneidad monótona y gris. ¡Qué vidas evacuadas de sí mismas, desoladas y vacías condenadas a la eterna cotidianidad —parafraseando a Ortega— se adivinan en ese seco artefacto lingüístico!3 Esto, que ha traído ciertas ventajas, conlleva un proceso evidente de concentración de capitales en unos pocos, la alienación de millones de personas, el modelo de las fábricas, en el que las personas establecen relaciones de trabajo a partir de la producción, determina sus encuentros sociales, las relaciones se han vuelto masivas, superficiales e instrumentales y con ellos se quiere sustituir inconscientemente las propias carencias de cariño, seguridad y trascendencia, contribuyendo al amor líquido.
Cosificación y zoologismo Las cosas han facilitado la vida del hombre, y eso es muy bueno, pero ha sumergido, emboscado al hombre entre ellas. Para realizar cualquier actividad se necesitan infinidad de cosas e instrumentos, alejando al hombre de la naturaleza. Las casas están llenas de cosas, los bolsos y los sitios de trabajo, 3
J. ORTEGA Y GASSET, La rebelión de las masas, en Obras completas IV, Alianza Editorial/ Revista de Occidente, Madrid, 1983, p. 129.
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lo mismo. Hay miles de negocios que venden de todo. Esto ha tenido sus consecuencias: la Tierra ha sufrido una trasformación radical, se ha llenado de cosas artificiales: autopistas, vías férreas, inmensas ciudades, canales, presas con sus centrales eléctricas, fábricas y yacimientos, por no hablar de los inmensos basureros. Esto ha facilitado la existencia, pero ha convertido a la ecología (del griego oikós, hogar) en una cuestión urgente: no queda apenas un rincón de la Tierra que no haya sufrido la invasión del hombre que busca siempre trasformar la naturaleza en más cosas. Otra consecuencia es que se ha plastificado la realidad, lo desechable y el dinamismo de la economía basado en el consumo y el desecho —que es su otra cara— ha cosificado la realidad, piénsese en los millones de toneladas de basura —más cosas— que se producen cada día en las ciudades, por la cantidad de envolturas que se necesitan para todo. La consecuencia más grave de este alejamiento de la naturaleza es, quizá, que no se distinga ya entre hombres y animales. Hay que preguntarse qué tiene que ver todo esto con la sexualidad y el amor. Lo anterior ha generado dos sentimientos en el hombre, la obsesión por la comodidad y un gran optimismo respecto al progreso y a la tecnología como lo único importante, así como la convicción de estar mejor que en cualquier época (opacado por las recurrentes crisis económicas y la sensación de inseguridad ante los atentados). El resultado de esto es que se toma el progreso como único criterio ético, cuando lo que impera es un primitivismo técnico y especializado; en manos de unos pocos y lo vigente es la obsesión por el éxito y el abandono de lo inútil: la filosofía, la ética, la literatura, la buena música y las artes en general. En esta dinámica se impone la barbarie del especialismo: multiplicación de las posibilidades y a la vez el empobrecimiento especialista,4 Pascal afirmaba que vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa, y Tomás de Aquino, “teme al hombre de un solo libro”. Las universidades corren cada vez más el riesgo de renunciar a formar en lo universal, en lo personal y de reducir su oferta a técnicas, pasos, recetas, cursos y terapias, renunciando con ello a abrir mentes a lo universal y más bien cerrándola a lo miope y particular. El hombre masa usa las cosas, pero no sabe cómo funcionan ni le interesa, privándose así de la maravilla de la tecnología. Admirarse es el inicio de una vida con sentido, por eso los niños no dejan de admirarse. 4
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El País, 8 enero 2014, Nuccio Ordine denuncia la obsesión por lo útil y por el provecho en detrimento de la utilidad de lo inútil, con la consiguiente destrucción de la sociedad.
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Un ejemplo impresionante ilustra esto: en Finlandia se multiplicó por seis el consumo de alcohol desde la introducción de la calefacción central, antes de este invento las familias dedicaban tiempo a recolectar leña, esas excursiones eran una oportunidad para la diversión, la conversación, la forma física y en general una ocupación llena de convivencia y sentido en familia. Pero después del invento, bastaba girar una perilla para calentar la casa, eso más la televisión y a causa del aburrimiento, la gente se vio empujada a consumir más copas de vodka y cervezas, una tras otra.5
El hombre masa Examinando de cerca al hombre masa, se descubren algunas de sus notas: el acceso a una vida más fácil y abundante —un hecho de por sí bueno— ha ido degenerando en el ideal de una vida sin esfuerzo, se ha pasado lentamente de lo noble a lo vulgar, a vivir acomodado en la circunstancia, pensando que la vida no tiene límites, este hombre tiende a valorar como bueno todo lo que se le antoja y exige el derecho a ello, de allí que se vea el amor como un derecho y no como una vocación. Con ello se ha roto el lazo entre verdad y libertad. En cambio, al hombre minoría o noble la vida no le sabe si no es como un servicio a algo trascendente y superior. Nobleza —palabra cosificada— no se refiere a la sangre, a la clase social ni a la política, sino a la aspiración por una vida más elevada y plena. Vivir mejor no significa ser mejor. Reducción de todo a espectáculo. La política, el deporte, el espectáculo y la violencia representan un círculo en la sociedad actual. La política se convierte en espectáculo, en un gran reality, o una telenovela en la que lo importante son las historias de amor, lo sexy de los actores y no la responsa-
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El ejemplo lo pone Elizabeth Lukas en el contexto del sentido que se da a la vida. E. LUKAS, Logoterapia, la búsqueda de sentido, Paidós, México, 2003, p. 49.
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bilidad del cargo asignado. Esto explica la difusión e importancia del espectáculo, que consiste en “espectar” o ver sin comprometerse, con la sensación de protagonizar la historia, al tener el mando a distancia y eso infunde un aire democrático, el espectador cree que decide sobre lo que pasa allá, con su voto. Para la mayoría el deporte es masa y espectáculo. Por ello han proliferado programas y sitios en los que el espectador “decide” y tiene la última palabra, y por eso los políticos hacen lo que quieren. Los ídolos y modelos del hombre masa son los “artistas” y reduce la vida a imagen. El hombre masa se mimetiza con lo políticamente correcto, no le importa la verdad: dice lo que “hay que decir” y “lo que toca”, según la circunstancia, para ello se abastece de lugares comunes a disparar según la ocasión. Por ello acepta las modas intelectuales siempre como definitivas, aunque no duren más que unos años. Asume las películas como documentos históricos y su anaquel de información son los debates televisivos. Se trata del señorito satisfecho e individualista que usa la tecnología sin admirarse ni preguntarse cómo funciona. No pone la música que le gusta, sino que le gusta lo que le ponen, de allí el éxito que tiene lo vulgar, lo chato e irracional, basta asomarse a los “éxitos” y canciones “más vendidas”, porque las ventas se han convertido en el criterio de calidad. Para T. Adorno no había signo mayor de embrutecimiento que el beneplácito con que el público acogía las nuevas comedias de cine americanas. El fenómeno del hombre masa no es nuevo, ya Aristóteles hace bastantes siglos se quejaba de que quienes asumen la vida a nivel personal son minoría y fray Luis de León hace cuatrocientos años escribía desde la cárcel sobre “la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido”. No es de extrañar que quienes mandan en el mundo sean los escaparates y que los centros comerciales vayan sustituyendo a los museos y catedrales. En toda esta tendencia al poco esfuerzo, el modelo —sobre todo para las mujeres— es el adolescente: es delgado, no tiene responsabilidades, no se embaraza, es fuerte, no se enferma y, lo más importante, se le perdona todo por ser guapo y resbaladizo. Ha habido épocas que han tenido como modelos a los guerreros, a los santos, a los héroes o a los ancianos; hoy el ídolo propuesto por la mediocridad es el “artista” o creativo: el individuo cínico que puede moldear la propia vida a su antojo, en el fondo al servicio de intereses ajenos y que se permite opinar sobre todos los asuntos desde la
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trivialidad, ya que sólo será aceptado desde esta misma y desde el espectáculo y la originalidad. Eso sin hablar de que el hombre está cada vez más enroscado en los aparatos electrónicos y cables que como cordones umbilicales le atan a lo que debe hacer y le impiden ver la realidad, el hombre encorvado sobre las pantallas se aleja de la realidad, ha delegado su inteligencia a la mediocridad. Hay que salir del mundo virtual, romper las barras de la cárcel de lo virtual y salir a la realidad. Hay que aclarar que el hombre masa no corresponde a una clase social como pudiera parecer a una mentalidad cuantificadora y cosista, hombre masa es quien se abandona a una vida trágica y se limita a vivir a nivel social, sin tomar las riendas de la propia vida y ésta es una tentación de todos, independientemente de la clase social. El hombre de la ciudad es más vulnerable y propenso a la masa, en la actualidad más del ochenta por ciento de la gente vive en grandes ciudades...
Amor líquido y familia La familia es exactamente lo contrario de la masa, en la familia cada uno es irrepetible y tiene su lugar, por eso la crisis de la sociedad actual atenta directamente contra las familias, la masa quiere borrar las diferencias, achatar las personas, y de allí la crisis de la familia y la manía de llamar familia a cualquier cosa. Puede parecer una crisis de valores, y bastaría con “inyectar valores”, por eso los “valores” son otra cosa que está de moda. Pero es inútil encajar valores donde no hay dónde encajarlos o es demasiado tarde. La experiencia muestra que, sin amor, la vida humana carece de sentido. El problema está en a qué se le llama amor. El modelo dominante hoy reduce amor a sexo. La falta de reflexión y la obediencia a las ideologías provoca una gran confusión en cuestiones de amor y su animalización. ¿Qué tipo de amor vivirán los niños y adolescentes si se les bombardea en casa y en la escuela con la idea de no ser más que animales de instintos? La educación sexual en general se reduce a biología, técnicas, instrumentos, cuidados y herramientas. Se les trata como animales de estímulos y respuestas, cuyos problemas se solucionan con tapones. Con ello se pisotean
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sus sentimientos, su historia personal, sus anhelos, sus cuestiones íntimas.6 La consecuencia es lógica: aumento de parejas inestables, que han superado en número a los matrimonios y divorcios, los embarazos de adolescentes, la violencia generalizada, el crecimiento en el abuso del alcohol, la multiplicación de padecimientos psicológicos y el uso de antidepresivos, son datos de una situación alarmante que se presenta como un reto. De ellos las estadísticas están llenas de cifras. La pregunta lógica es ¿dónde están las familias? Las escuelas hacen lo que pueden, pero es un problema de familia, las familias incompletas dan a la sociedad ciudadanos incompletos y donde no hay familia la sociedad se vuelve peligrosa. Estos datos se mueven en el plano objetivo, si uno va al subjetivo o personal, encontrará que la mayoría de las personas no ha escogido la situación que vive y que afronta a veces heroicamente, sobre todo las mujeres. ¡Cuánto se adelantaría si sólo se tomaran en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres! ¿No habrá en todo esto nuevas formas de prepotencia masculina? El problema es que el amor no se estudia ni se cuestiona, pues también se le ha cosificado y reducido al tener y al hacer, a sentimiento, creyendo que amar es sinónimo de ser amado y confundiendo las cosas. La masa concibe la vida como puro recibir. Con ello el hombre se lanza al abismo de la propia insatisfacción y de la propia inutilidad, no hay hombre más inútil que el que no sabe amar, lo trágico es que no siempre es culpa suya. Quizá nunca fue a la escuela del amor. Urge examinar la concepción del amor, que ha cambiado radicalmente y con ella los tipos de familia, y saber de dónde viene esto que algunos llaman amor líquido,7 consecuencia en parte de la revolución sexual. La ignorancia, la inmadurez y falta de conciencia sobre el sentido y significado del amor y del matrimonio pesan mucho en las relaciones, por ello cada vez más perso-
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En la educación sexual oficial, se advierte esta tendencia a simplificar y empobrecer. A quien quiere elevar un poco el nivel y dar una educación más integral se le tacha de intolerante y anticuado y reprimido. Ciertamente hay mucha ignorancia en materia sexual y muchos prefieren condenar cómodamente ciertos comportamientos sin un fundamento antropológico y desde una moral aprendida de memoria y poco justificada.
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Z. BAUMAN, Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.
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nas optan por la pura convivencia.8 Urge saber dónde está el problema y la solución.9 La revolución sexual —quitando sus justas y legítimas aspiraciones— resume magistralmente todo lo que se ha mencionado arriba: la vida sin esfuerzo, el reino de la vulgaridad y la obediencia ciega a frases de moda. Lo económico no es indiferente, tiene un gran peso en la crisis de la familia, esto inhibe la procreación y con ello vienen las insatisfacciones y el fenómeno del hijo único condenado a vivir solo con adultos: en parte porque las necesidades se han multiplicado por el modelo consumista actual. Un hijo “sale más caro” por la cantidad de expectativas, cosas, aparatos electrónicos y objetos de consumo que parece necesitar. El Estado lo invade todo, quiere controlar todo, pero atiende a individuos y descuida la familia. La familia se presenta como el reto social más fuerte. De cara al futuro, la primera tarea es definir familia, sin adjetivos, para ello hay que desterrar el término de familia tradicional, que corresponde a un modelo de familia (burguesa) que no es tan antiguo y que, si funcionó en el pasado, hoy es inaplicable. Hay que evitar la tentación de llamar familia a cualquier cosa. Para ello no bastan las técnicas.10 Más bien hay que definir la familia, quizá por primera vez en la historia, partiendo de la realidad y de la verdad de la persona. Ello requiere, a su vez, redefinir la feminidad y la masculinidad y su aportación originalísima al hogar y a la sociedad.
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Véanse los datos que arroja la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de la Familia en México, Reporte de Resultados, FR-Inv- 18, ENDIFAM 2011.
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J. M. BURGOS, Diagnóstico sobre la familia, Palabra, Madrid, 2004, p. 181. Carlos Díaz, por su lado, llama a este proceso de trasformación de la familia actual adelgazamiento en varias direcciones, reducción de la estabilidad, reducción de los espacios domésticos, de sus componentes: las familias tienen cada vez menos miembros; reducción de los tiempos de convivencia y comunicación, y reducción de la normatividad axiológica: cada vez quedan menos claras las reglas a seguir en una familia y se vive una crisis de comunicación, los medios de comunicación han empujado una auténtica revolución en la información, cada vez menos comunicación real. C. DÍAZ, “La familia actual”, en Acontecimiento, 61 (2001), 31-38.
10 El problema de la violencia se afronta con instrumentos ajenos a la persona, con más violencia, olvidando que la educación es la única forma de prevención y sin tomar en cuenta a la familia como ámbito natural de la primerísima educación y segunda placenta. La educación, a su vez, se suele reducir a mera instrucción y descuida lo estrictamente personal, que es la paulatina posesión que el hombre desde niño está llamado a realizar sobre sí mismo.
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Este trabajo es en parte una apuesta por la familia. Aquí se propone el uso de la razón, haciendo la verdad, apegándose a la realidad y a partir de la evidencia. No se trata de defender con añoranza algo anticuado e inservible en la actualidad, sino de definir esa institución, único garante del crecimiento sano, armonioso y completo del ser humano desde su aparición en el mundo. Se trata de una seria reflexión sobre la situación actual y cómo lograr en ella la personalísima vocación al amor.
Crisis como oportunidad La situación no se escoge, se elige la manera de afrontarla. La situación es el único escenario en el que estoy llamado a actuar, es el marco de posibilidades donde puedo elegir, no hay otro. Este panorama lejos de deprimir debe representar un reto, la tarea de la vida que es la única, aquí y ahora. En sentido coloquial crisis puede significar dificultades, aprietos, peligros y obstáculos para vivir felices y se termina llamando crisis a toda dificultad. Pero crisis es una palabra griega que significa juicio, cuestionamiento, oportunidad para actuar. De allí viene también la voz criterio, una persona con criterio trata de responder con altura. Quien vive la vida con responsabilidad se preguntará por las causas de la situación actual, la única que hay que afrontar, la única que le ha tocado y frente a la cual tiene que actuar con la única vida —tan corta— que tiene delante. La situación actual se parece al momento posterior a un accidente que se cobra muchas vidas: hay que analizar qué falló, qué se pudo haber prevenido, cómo salvar a los que quedaron vivos, quién es el hombre y cuál es su vocación última. La situación actual de desastre en muchos aspectos es una oportunidad de oro no sólo para crecer sino también para construir una sociedad más justa y feliz, desde el amor, comenzando por el propio cambio interior. Parte del reto es pensar la solución adecuada, pues cuando se tiene sed cualquier charco es bueno. No se trata de poner cualquier remedio, cuando se va por el camino equivocado, mientras más se corre, más se aleja uno de la meta. No se puede afrontar la situación con entusiasmos baratos o negándola. Gabriel Marcel identificaba la situación actual de abolición de lo humano como un problema metafísico, urge estar a la altura y, en primer lugar, reflexionar.
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El amor y la situación en general no se pueden dejar al destino, al tiempo o a la evolución, esto es signo de irresponsabilidad, la incapacidad de responder por sí mismo a la tarea que se presenta por delante. Hay que preguntarse en serio: ¿pesa sobre el hombre, sobre mí, una misión o todo no es más que fruto del azar y de la casualidad y va a parar a la nada? Si es así, ¿por qué el hombre es libre? ¿Cómo compaginar el deseo de felicidad con la enfermedad y la muerte? ¿Por qué el amor es tan “problemático”? Síntesis. Hoy urge una reflexión filosófica y teológica de la experiencia, más allá del puro bienestar, de la ideología en turno o de la obediencia a principios muy buenos pero impuestos desde fuera. La crisis hoy, más que económica o de recursos naturales, es principalmente una crisis de la persona, el principal recurso parece que se agota. Razonar significa vivir la vida con radicalidad: yendo a las raíces, la mayoría se contenta con los parches técnicos, económicos y superficiales. Antes de preguntarse qué hay que hacer, hay que saber quién se es: acceder al nivel del ser, superando el del tener y el del hacer. La mayoría de los libros sobre amor y sexualidad se quedan en el pobre nivel del hacer. En el fondo se trata de encontrar sentido a la propia vida en su situación concreta, en su brevedad y en su drama. El primer paso es aclarar qué es verdad y qué es realidad.
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2. Filosofar, una exigencia Gnwse seauton, conócete a ti mismo. Aforismo griego
Realidad es todo “lo que hay”, “existe” o “es”, tal como se presenta, independientemente si la conozco o no, si la acepto o no. La realidad tiene dos niveles, la patencia (lo que se percibe) y la latencia (su significado), como se verá. Redescubrir la realidad tal como se presenta es una de las tareas urgentes del hombre actual. La ciencia que estudia la realidad en sentido estricto es la metafísica, urge apegarse a la realidad, en eso consiste la verdad y es una tarea absolutamente personal.11 Uno de los grandes problemas del hombre es su relación con la realidad: las cosas no siempre son como se las percibe, amar, por ejemplo, no es sinónimo de ser amado, en el enamoramiento se idealiza al otro sin siquiera conocerlo, sin un contacto con la realidad. ¡Cuántas veces se escucha “yo me la imaginaba así y la realidad era otra”! A veces las mujeres esperan que los hombres cambien y los hombres que las mujeres no cambien, y la realidad es que todo cambia. Esto invita a la reflexión, muchas relaciones de pareja están basadas en un desconocimiento mutuo, el otro de por sí es ya un misterio.
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Metafísica es un nombre latino, traducción literal de cuatro palabras griegas ta metá ta physiká. El origen casi trivial del término metafísica por parte de Andrónico de Rodas pero que pasó a designar la teoría de la realidad, haciendo referencia al primer libro de la Metafísica de Aristóteles. La “metafísica clásica” abarca prácticamente desde Platón a Kant. Y tiene su culmen en la articulación de la metafísica hecha por Aristóteles (siguiendo una definición y división del ente, su analogía, estructura, sus causas), de la que ha dependido la metafísica clásica durante todo este tiempo, recuérdese que su cultivo ha estado unido siempre a la aparición de la obra aristotélica. Por ejemplo, en la Edad Media, tanto en la escolástica musulmana como en la cristiana, todos invocan a Aristóteles, y una gran parte de lo que se realiza es un gran comentario aristotélico. Pero con un sentido nuevo y distinto según la circunstancia histórica, como lo hace Tomás de Aquino, que primariamente es un teólogo con la genialidad de explicar la teología con las categorías aristotélicas, como se ha dicho ya. Cfr. J. MARÍAS, Idea de la metafísica, Columba, Buenos Aires, 1954, p.53 ss.
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Navegar a lo profundo, vivir metafísicamente Vivir metafísicamente significa vivir apegado a la realidad, esto implica tres “movimientos” esenciales y voluntarios: el primero es elevarse del ver y del mirar al observar y contemplar la realidad: yo y el otro con su historia como primera realidad; el segundo es razonar, volver sobre uno mismo, re-flexionar y tomar conciencia, preguntarse por el sentido de la propia vida en la situación presente; el tercero es actuar como fruto de una decisión y no del gregarismo, de la masa o del instinto y el capricho. En esto consiste la filosofía: en buscar el sentido de mi vida, primera realidad, con los otros.12 Es importante para todos vivir en la realidad. En el campo de la salud, por ejemplo, conviene saber si un alimento está o no podrido, si se tiene una úlcera; conviene evitar alimentos irritantes y seguir un tratamiento si uno está enfermo; una madre no puede darle cualquier cosa a su hijo, etc. Más aún hay que buscar la verdad sobre las realidades más íntimamente humanas como la sexualidad, el amor, el matrimonio y la familia, y eso no se puede dejar en manos del destino, del azar o del instinto. La metafísica es teoría de la vida (theorao en griego significa observar, contemplar) no es algo abstracto, no hay nada más práctico que apegarse a la realidad y partir de la evidencia para descubrir su significado para mi vida. En eso consiste la metafísica, en ir de la patencia (lo que se percibe y se siente) a la latencia (su significado) y saber a qué atenerse. Es patente y evidente que soy corpóreo, sexuado, tengo una edad, que vivo en esta ciudad y no en otra, que hace este clima, me guste o no. La latencia consiste en el significado oculto que he de descubrir debajo de todas estas notas.
Evidencia y experiencia La realidad no se “aprende”, se experimenta y se interpreta. La tarea personal consiste en superar la ideología y regresar a la experiencia y a la evidencia. La experiencia (empeiría: vado, paso en griego) es el lugar por el que hay que pasar; evidencia (de ex-videre, lo que se puede observar desde fuera) es lo que
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F. ALQUIÉ, L’expérience, Textes Universitaires de France, París, 1957.
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se ve. La sociedad actual está volcada al aprendizaje de cosas y a la vida acelerada sin re-flexión (doblarse sobre uno mismo), se asumen acríticamente las ideologías y al final no se es libre pues son otros los que llevan las riendas de la propia vida. ¡Cuántas cosas sobre el amor y sobre el sexo se aprenden sin reflexión, sin hacerlas propias y siguiendo ciegamente moldes impuestos por la sociedad! Hay que invertir la manera usual de acercarse a los problemas humanos: en lugar de aprender ideas hay que observar, no aplicar las categorías propias de las cosas a esa extraña realidad que es cada uno. Hay que partir de la evidencia. Por eso esta obra, más que “instruir o capacitar”, es un camino de acompañamiento para que el amable lector, si quiere, descubra por sí mismo la realidad. La metafísica es la pretensión de ajustarse a la realidad. Pues bien, la realidad radical, la primera, soy yo, desde mí afronto todas las demás realidades, incluso Dios. Dado que la vida es circunstancial, la metafísica debe partir de la situación en la que se da la propia experiencia. La situación es la parte de realidad frente a la que estoy parado y exige de mí la decisión. De ello se deriva que la filosofía no es una disciplina, sino, ante todo, un quehacer humano, una forma de vida o una perspectiva: lleva consigo la tarea de descubrir la latencia por debajo de la patencia de las cosas y emprender el camino de vuelta, para actuar en consecuencia. Filosofar es un movimiento, consiste en afrontar la realidad con la fuerza con la que se presenta o forzosidad de estar frente a las cosas, comenzando por mi cuerpo. La realidad se me presenta como concéntrica: yo, mi cuerpo histórico y sexuado, las cosas que me rodean (mundo) y las situaciones reales que debo ir afrontando como la geográfica: estar aquí y no en otro lado, y la temporal: la edad. La función de la metafísica consiste en descubrir el orden de cuanto existe y su significado para la propia vida. Hay que dejar que se revele la realidad por la contemplación. La verdad no se aprende, se descubre o se revela, ese es el significado de verdad (alétheia en griego, Revelación paulatina) tan conflictiva en los últimos siglos. Se trata de una vuelta a la realidad por antonomasia que es la persona espiritual. Tratando de elevar la mirada sobre las concepciones primitivas y empobrecedoras del hombre como el pragmatismo, que lo convierte en burócrata de la propia vida; el bombardeo animalizante y zoologista y las ideologías biologistas que terminan animalizando la sexualidad, el determinismo esclavizante de algunas visiones psicologistas del hombre (que
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reducen todo el hombre sólo a lo psicológico o el amor a lo sexual) “sin espíritu”.13 Ortega afirmaba que mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. Hay que aclarar que metafísica (que estudia la realidad) no es lo mismo que ontología o ciencia del ente y del ser.14 Otra cosa a tener en cuenta es la exageración de dos corrientes filosóficas que ha causado estragos al afrontar al ser humano: el idealismo y el realismo. Si se parte de la experiencia, lo primero que encuentro es mi vida. Ésta se da dentro de una situación que se presenta como una estructura histórica frente a la que tengo que decidir y se me presenta como un quehacer, la situación actual se presenta como un repertorio de posibilidades y exigencias porque está cargada de futuridad y de incertidumbre, y para ello hay que filosofar: ejercitar un saber o un pensamiento que consiste en elegir. Esto es lo que convierte la vida en drama, cuyo ingrediente principal es el amor. De allí se deriva la moral, que es la búsqueda de lo mejor.
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En la nutrida lista de estos pensadores se encuentran, en primer lugar, a Kierkegaard (primera mitad del siglo xix), Brentano y Bolzano, Husserl, Marcel y Jaspers, Heidegger, Hartman, Levinas; en español: José Ortega, Xavier Zubiri, Wojtyła, Laín Entralgo y Julián Marías.
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La separación entre filosofía y teología comienza con Francisco Suárez, es un teólogo pero que hace teología natural distinta y separada de la sobrenatural. Sobre el camino seguido por la metafísica de Suárez a Kant, el esquema de la metafísica sufre una última inflexión en el siglo xviii, Descartes había renovado la expresión aristotélica con el título latino original de sus Meditationes de prima philosophia y había centrado este saber en las cuestiones de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma. Véase R. DESCARTES, Meditationes de prima philosophia, Laterza, Roma, 1997. Hay que resaltar que el problema a partir de Descartes va a girar en torno a la comunicación de las sustancias. Véase J. FISCHL, Manual de historia de la filosofía, Herder, Barcelona, 2002, p. 389 ss. Más tarde Wolff separará metodológicamente la metafísica general u ontología de la especial que a su vez divide en teodicea, antropología o psicología y cosmología. Ésta es la última forma de lo que se puede llamar metafísica clásica, anterior a la crisis iniciada por la filosofía inglesa culminada por Kant con la Crítica de la razón pura, poniendo en duda la posibilidad misma de la metafísica. J. MARÍAS, Idea…, op. cit., pp. 23-27.
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Patencia y latencia La vida exige pasar de la patencia a la latencia. Patencia se refiere al mundo de lo sensible y de experiencia, latencia hace referencia al mundo del sentido y significado último de las cosas y de mí: subir de la patencia a la latencia significa encontrar el proyecto (mysterion, en griego) que hay detrás de lo que existe, comenzando por mí. La filosofía no es un capricho académico sino un esfuerzo por interpretar la propia experiencia; se trata más bien de un quehacer, de una lucha y de una forma de vida. Hay tres tentaciones metódicas o formas equivocadas de acercarse a la realidad humana. La primera consiste en partir de las formas deficientes de las realidades para explicar lo humano. ¡Cuántas veces se pone a los animales de modelo para el hombre en cuestiones de amor y de sexualidad! La segunda consiste en suponer que el tiempo de por sí cambia y “se encarga de las cosas”, que el progreso es algo automático y que de por sí es bueno, que todo cambio es para mejor y es mejor todo lo nuevo, para muchos el único criterio moral es el progreso y lo técnico. La tercera son los racismos ideológicos, que han tratado de arrancar al hombre de su historia reduciéndolo a un animal biológico.15 Se cree que todo es evolución, que hay un ser que no es ni animal ni hombre o a partir de fósiles o huesos, se elaboran teorías completas y complicadas para concluir que el hombre no es más que un fruto de la casualidad, cayendo en una visión trágica de la realidad. Estos métodos son falsos pues prescinden de la experiencia y la evidencia del ser humano en su realidad radical. En estos tres modos de acercarse a la realidad, se cae en la reducción del hombre a alguno de sus elementos como la materia, el devenir o la psicología. Hay que comenzar más bien por la experiencia de la propia corporeidad y la propia historicidad. El punto de partida es el hombre que soy yo, el que habla, juega, sufre, pues no se encuentra ninguna forma de hombre vivo que sea mitad hombre y mitad otra cosa.16
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Como el marxismo y su tendencia en la práctica a reescribir la historia prescindiendo de lo que realmente pasó al hombre.
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No hay inconveniente en hablar del hombre como un animal siempre y cuando se entienda que no se reduce sólo a eso y que el término deja fuera muchos otros aspectos del hombre, por ello Descartes y Husserl preferían hablar de “el yo”. La vida en cambio se presenta como un proyecto desde el que se vive y en función del que se relata y se narra.
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Con todo esto se han calentado los motores de la reflexión para descender a la evidencia del cuerpo.
Forzosidad fáctica: la vida como don La primera propiedad de la vida es que consiste en decisión frente a la fuerza con la que se presentan los hechos, según avanza hacia delante se va topando con la parte de destino y azar. La vida —mi vida— consiste en el hecho de encontrarme ya actuando con las cosas y con los otros, tal como se presentan y tener que dar razón de mí. En esto consiste la forzosidad fáctica: la necesidad de decidir frente a lo que se me va presentando, mi encuentro con la vida exige una razón. La vida tiene un carácter inevitable, requiere de elección dentro de la circunstancia. Ésta es “todo aquello que encuentro en torno mío y tal como lo encuentro” y frente a la que tengo que decidir,17 lo que hay en cuanto entra en mi círculo de hallazgos; nadie ha escogido su cuerpo ni su sexualidad, pero sí es responsable de cómo vive su vocación al amor. La vida es un regalo que administrar. Se descubre así que la vida es dada —segunda propiedad— pero no es dada ya hecha sino por hacer, nadie ha escogido vivir, pero debe responder cómo vivir en esta vida hacia delante que no se detiene. Desde la evidencia de la vida se descubre que la existencia es gratuita, un don y no fruto del azar: esta evidencia revela ya mucho de la vocación humana a dar gratuitamente: el amor. La metafísica revela que nadie está solo, independientemente de su circunstancia vital, la existencia reposa en unas manos amorosas que lo sostienen en la existencia y que esperan algo de uno. La tercera propiedad es que en el hombre más que datos hay gnotas. Las gnotas (notas) son los fenómenos específicamente humanos que denotan o
Cfr. J. MARÍAS, Antropología metafísica, Alianza Editorial, Madrid, 1995, pp. 68-70. 17
Mi circunstancia no se compone sólo de cosas presentes, sino que está constituida en buena parte —en su mayor parte— por un horizonte de latencia. Esto hace que la vida humana exceda con mucho del ámbito del contorno físico y que tenga una peculiar “profundidad”. Cfr. J. MARÍAS, Introducción a la filosofía, Revista de Occidente, Madrid, 1976, 23.173. Véase además J. ORTEGA Y GASSET, Meditaciones del Quijote, en Obras completas I, op. cit., p. 322.
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revelan la originalidad humana. Son como las notas musicales que componen la canción absolutamente irrepetible que es cada uno, tal como escribe la propia vida. Estas notas van revelando el misterio, el abismo que es cada uno y que está llamado a descubrir en sí y en los otros. Gnotas viene del latín gnosco, conocer, y son puntos de partida para conocer a la persona en su irrepetible individualidad. La cuarta propiedad es que la vida más que biológica es biográfica, es tarea y quehacer a base de decisión. Elementos inevitables de la forzosidad fáctica son el cuerpo, el hecho de ser varón, de estar aquí, en esta época y no en otra, con esta edad, en medio del tráfico. El acto como tal es un hacer propiamente humano, cargado de intencionalidad y por tanto requiere deliberación: tengo que decidir continuamente, hacia delante, y esto convierte a la vida en un hacerse a uno mismo. La vida se presenta como proyecto. Ahora se entiende mejor con Gabriel Marcel, que la crisis actual “c’est une crise métaphasique”, en falta de sentido y en quedarse en el funcionamiento de todo y privándose del abismo del propio destino.18 De allí la manía de explicar lo humano sólo desde el criterio económico y técnico y obsesionarse por la cuantificación y el por qué muchos padres no dejan a los hijos escoger la profesión que quieren. Hay que estar atentos a las experiencias sensibles, intelectuales, de valores, morales y estéticas; igualmente hay experiencias psicológicas, religiosas, místicas y metafísicas, estas cuatro últimas son experiencias que se elevan al espíritu y se refieren al sentido e interpretación de la propia vida y hablan del hombre como un ser mistérico. Un cierto orden sistemático, que se descubre a partir de la forzosidad fáctica, es éste: el cuerpo se revela siendo sexuado, histórico y convivencial, éste revela su orientación al amor, todo cuerpo por ser sexuado es nupcial y ese interrogante parece tener a la familia como respuesta, ésta a su vez es la base de una sociedad sana. La evidencia es el camino de una visión responsable y libre (de responder, libremente) y absolutamente personal, la decisión reposa en el espíritu y no en la imposición externa. Con ello se superan las ideas precocidas, las ideologías y las visiones cosistas y zoologistas del hombre que lo reducen a cosa y animal.
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Los dos extremos respecto a la experiencia son el idealismo, que infravalora el peso de las experiencias en el conocimiento, y el empirismo, que reduce el conocimiento a pura experiencia.
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3. Vida auténtica Nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo. Lope de Vega
La verdad es el apego a la realidad. En la vida uno se topa con cosas falsas, billetes, perfumes, joyas, juguetes, ropa, etc. Todas estas cosas son falsas porque no corresponden a lo que dicen que son, no corresponden a la realidad. Hacer la verdad sobre sí es una de las tareas del hombre sobre sí mismo. El drama de todo esto es que se puede vivir en la mentira sin saberlo, convencido de que así es como hay que vivir y terminar perdiendo la vida. Como si se estuviera convencido de tener un tesoro en un baúl lleno de piezas de oro que en realidad no fueran más que un montón de trozos de plástico. Erick Fromm enumera algunas maneras de vivir falsamente. Por ello conviene estar sobre uno mismo. No se puede vivir con dignidad sin una cierta dosis de lucha. Una verdad humana es el abismo que hay entre el hombre y los animales. Esto se manifiesta en la conciencia de la muerte y en actividades como el arte, el vestido, la cocina, la filosofía, los instrumentos y, sobre todo, el amor. Nadie puede llamarse plenamente hombre si no se ha formulado la magna quaestio, la pregunta sobre la muerte y el propio destino, pues la muerte es parte esencial de la verdad del vivir. A veces la enfermedad, parienta de la muerte, supone una sacudida. “La enfermedad me enseñó a ser más solidaria, más sensible al prójimo. Pensé que lo era, pero no. Una cosa es lo que te enseñan en el colegio y otra entender que el tiempo es finito…”, respondía Luz Casal a una reportera. Es importante conocer y hacer la verdad sobre uno mismo. No saber quién se es sólo lleva al error, provoca insatisfacción e infelicidad. En la actualidad hay una especial urgencia de tener claras las cosas y saber qué —o quién— se es. ¿Se puede reducir la vida a contar monedas como el avaro del relato de Le petit prince? ¿Vale la pena vivir para producir y consumir, reduciéndose a sí mismo y a los demás a meras funciones? En las estadísticas estas palabras
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cifran la felicidad de los países, su nivel de vida y su credibilidad, y lo estrictamente humano queda fuera. Se juzga a las personas por lo que producen y consumen, y así se les trata. Una persona es valiosa si es productiva, una enfermedad es más desgraciada si llega en la “edad productiva”, piénsese en los desastres ecológicos que ha causado esta visión de la vida: se han destrozado regiones enteras del planeta con tal de producir, dañando irreversiblemente a animales y personas. Urge elevarse al misterio último que significa vivir. “¿Es acaso el vivir el objeto de la vida?”, exclama Marie en El anuncio a María de Paul Claudel. Allí está el núcleo de la crisis. La vida es un laberinto del que sólo se sale por arriba.19
Vidas falsas La primera gran mentira radica en anclar la vida en lo que no dura, la publicidad, por ejemplo, se caracteriza por un poco de verdad y mucha falsedad, la sociedad está llena de fenómenos que componen esta estafa. Muchos productos tienen una fecha de caducidad impuesta artificialmente para descomponerse y vender más, lo que muchos llaman la obsolescencia programada. La política está llena de falsedad: en general se ha reducido a espectáculo, pero por otro lado se fabrican enemigos igualmente artificiales para justificar invasiones y saqueos de países enteros. La mayoría de los locutores y periodistas dicen lo que la gente quiere escuchar: lo políticamente correcto y de moda y no la verdad. En arte y literatura, en general, 19
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La visión positivista de los últimos siglos ha permeado la educación y ha convencido a los hombres desde niños de no ser más que animales. El positivismo es una postura filosófica que afirma que el único conocimiento posible es el científico, por extensión reconoce la existencia sólo de cosas materiales y verificables por la experiencia, negando así la existencia del mundo del espíritu. El positivismo ha sido ampliamente superado por la reflexión personal y existencial del siglo xx, sin embargo, la educación escolar en muchos países sigue siendo positivista, reduciendo al hombre a cosa y animal. El positivismo es hijo del empirismo y padre, en parte, del utilitarismo actual; es en el fondo ideología que desde argumentos espirituales niega todo lo espiritual y reduce al hombre a un animal de necesidades. ¿Qué consecuencias se pueden esperar en el campo de la convivencia, de la sexualidad y de la familia de esta concepción del hombre? Los resultados están a la vista: violencia, degradación, descaro y prepotencia. Ante esta situación, urge levantar la mirada y afrontar con honestidad, y respetando la evidencia, la realidad del cuerpo, pues lo que está de fondo detrás de esto es una auténtica abolición de la persona.
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se ha perdido la capacidad para distinguir lo clásico y genuino de lo vulgar, cuya causa principal es la fascinación por el poder y la fama: el criterio para juzgar la música es la cantidad de discos vendidos y el precio en las obras de arte. A todo esto se le puede llamar inmediatismo o presentismo: preocuparse sólo por el presente pensando que así será toda la vida. La segunda forma de falsedad vital es la charla trivial. Ninguna conversación es indiferente y todo encuentro entre personas deja siempre algo. Trivial (del latín tri-via, tres caminos) quiere decir que da igual por dónde irse, revela mediocridad, insignificancia y vulgaridad. Buda resumía hace siglos las conversaciones triviales en limitarse a hablar de presidentes, deportes, catástrofes, joyas, vestidos, perfumes, vehículos, parientes, mujeres y vino, además de chismes de la calle o de la plaza. Contra lo trivial está la conversación sobre historia, soledad, virtudes, perseverancia, sabiduría, redención, lucidez mental y sentido de la vida. La charla trivial se reduce a hablar de sí mismo. El hombre masa de la actualidad está muy socializado, pero por ello, tremendamente solo, dice “mientras yo hable sé que existo”,20 así se explica el miedo de algunos a “volverse invisibles” y el éxito que han tenido algunos sitios virtuales para “ser visibles” y la obsesión que hay por la imagen. Junto con lo trivial van las malas compañías y su tendencia a rebajar y vulgarizar la amistad. El tercer obstáculo para ser auténtico es concebir la vida sin esfuerzo y sin dolor. Los innumerables progresos en todos los campos han contribuido a una vida más fácil, eso es de por sí bueno, pero la masa se ha convencido de que las cosas no deben costar esfuerzo, y con ello se ha introducido la fobia al dolor, sobre todo el mental, se ha entregado el pensamiento y la memoria a las computadoras, se soluciona todo con botones e inmediatamente; hay gente que tiene que llegar en coche a todas partes; a los profesores se les quiere llamar facilitadores y la universidad tiene que ser divertida, en lugar de enseñar se ruega a los alumnos. Al profesor que exige razonar se le tacha de autoritario y prepotente, y puede causar traumas. Hay una manía porque se aterricen los conceptos, por la motivación, por dar herramientas y convencimientos desde fuera, empujando a la universidad a traicionar su vocación de abrir el horizonte de la mente y más bien tiende a encerrarla en la especialización primitiva.
20 D. REISMANN, La muchedumbre solitaria, Paidós, Barcelona, 1981.
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Esto en parte porque el hombre masa busca respuestas que le den alegría, que la entretengan, recibir y dar “coaching”, albergar tranquilidad, autoconocimiento y salvación y, lo más importante, que sean fáciles, le resuelvan la vida y le den todo “aterrizado”, sin esfuerzo y de resultados inmediatos. El campo de la religión es un ejemplo privilegiado: la gente se conforma con un buffet de productos fáciles, reduciendo las tradiciones religiosas a lo más ramplón, prosaico y cómodo, de allí la proliferación de tantos grupos religiosos y tantos maestros espirituales que se han vuelto millonarios a base de vender mercancía espiritual.21 Junto a ellos desfilan los motivadores y los charlatanes de la “superación personal” y autoestima, del “desarrollo humano”, de “autorrealización”, de los “valores”, de la inteligencia y de la imagen. Y cuyos planes de salvación del mundo entero no son más que entretenimiento y una vulgar estrategia de venta. Eso sin hablar de que para muchos la religión consiste en el bienestar, en experiencias satisfactorias o en la obsesión por la seguridad y la salud. Al final esto rebaja la vida de una misión a un simple entretenimiento. Sobra decir que los verdaderos maestros espirituales nunca han sido motivadores, ninguno ha sido blando, laxo ni indulgente, ni ha dicho a la gente lo que quería escuchar, a los profetas más bien se les ha perseguido por decir la verdad.22 El cuarto camino de falsedad es tener el capricho como ideal de la vida: confundir todo esfuerzo y disciplina con autoritarismo. El sistema capitalista se basa en consumir sin esfuerzo ni medida. Esta mentalidad reduce la felicidad a bienestar (otra vulgarización y cosificación) y éste a su vez al consumo, pero la satisfacción de comprar desaparece cuando se tiene ya el producto deseado; esto lleva al desecho, a la insatisfacción y, en el fondo, a la angustia. Todo esto tiene su manifestación más evidente en la libertad sexual proclamada desde la revolución sexual. Pero también se percibe en el terror que experimentan muchos padres ante los hijos, por ello les resuelven todo, los arrebujan y les evitan todo dolor o esfuerzo y les cumplen todos los caprichos, en parte para quitárselos de encima y en parte para no traumar-
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Piénsese en la moda por los ángeles, los ejercicios, las terapias, la energía que se busca en sitios arqueológicos, los inciensos y las velas de colores, la masificación de ciertas devociones, las “limpias” y todas las demás formas baratas de religiosidad que no tienen nada que ver con el amor a los demás.
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E. FROMM, Del tener al ser. Caminos y extravíos de la conciencia, México, Paidós, 1994, p. 35.
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los y “no pasen por lo que uno ha pasado”. Con ello se crean nuevas generaciones de caprichosos, tiranos y chicos atenazados por el aburrimiento y la soledad. A propósito de esto habría que recordar la sabiduría del místico de Fontiveros “para ir adonde quieres, has de ir por donde no quieres”. La falta de concentración es una manifestación de lo anterior, hacer muchas cosas a la vez es un síntoma de la mentira que se lleva consigo, viviendo la vida sin esfuerzo, según el capricho. Realizar una actividad como el trabajo o una comida y a la vez tener abiertas varias pantallas y preferir la comunicación virtual manifiesta lo trivial de la propia vida, pues se le quita peso: cuando todo es importante, nada lo es. Vivir en “multitasking” es la manera más clara de vivir en babia, basta ver la cantidad de accidentes viales que esto genera, en el fondo se vive a medias, en una atención parcial continua, como la llaman los psicólogos, ¿cómo va a afrontar la realidad del amor que implica la totalidad de la persona? Todo esto se resume en lo que Marías llama la vida sin radicalidad, radical es ir a la raíz de las cosas y de uno mismo. La pobreza de la cultura actual empuja a vivir sin radicalidad, arrastra a lo vulgar como la resaca en las costas del Pacífico. El hombre masa se abandona a las vigencias y hoy se asiste al gigantesco espectáculo de miles de vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de sí mismas, por no tener a qué entregarse, enroscadas en sus aparatos electrónicos, vidas sin peso y sin raíz, déracinées: desradicadas, como dice Ortega. Son vidas desorbitadas en la obsesión posmoderna de reducir las personas a un haz de funciones: al hombre se le cuelga de un reloj y la muerte se reduce a un desecho, a dejar de funcionar. No es necesario insistir en la asfixiante tristeza que se desprende de un mundo que tiene como eje la función, está abocada a la desesperación, basta pensar en los jubilados, la mayoría se enfrenta a un mundo vacío, el que hace exclamar a Camus a través de uno de sus personajes: “los hombres mueren y no son felices”.
Función vital de la verdad La filosofía es el amor a la verdad o el esfuerzo por vivir en la verdad con amor. Este trabajo tiene como fondo la convicción de que hay que hacer la verdad sobre la persona y de que esto es posible, pero no desde una postura dogmática sino tratando de apegarse a la evidencia, críticamente, comenzando por
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uno mismo. Para hacer la verdad sobre la persona humana hay que tener en cuenta el drama del pensamiento moderno y contemporáneo, éste se debate precisamente en torno a la verdad y ha dado origen a la gran confusión actual. En la Antigüedad alguien dijo: sólo la verdad os hará libres. En los últimos cuatrocientos años se han sucedido interesantes posturas filosóficas que van desde negar la posibilidad del conocimiento hasta las que reducen el conocimiento a la pura experiencia y otras sostienen que la realidad se resuelve sólo en la mente.23 Esto exige afrontar el tema de la verdad, una exigencia previa a la antropología, sumergiéndose un poco en la teoría del conocimiento y esforzándose por superar su aspereza:
¿Qué es la verdad? La verdad es el apego a la realidad, esto se da en una relación de adecuación entre la mente y la realidad. Esta relación se genera a través del conocimiento. El conocimiento es un proceso por el que se aprehenden las realidades en su conexión.24 En el proceso se pueden identificar los pasos. En este proceso se pueden identificar dos grandes dimensiones humanas: la sensible y la inteligible. En la primera dimensión o fase sensible, se pueden identificar dos momentos: el primer momento son los sentidos externos (vista, oído, tacto, olfato y gusto) y luego sentidos internos (sentido común, memoria, imaginación y cognitiva). En la segunda dimensión o fase inteligible, se pueden distinguir tres momentos: la abstracción, cuyo fruto es la idea o concepto; el juicio, que consiste en la afirmación o negación (uso del verbo ser) 23
La gran confusión actual en torno a la verdad se viene fraguando al menos desde hace quinientos años y tiene sus orígenes en Occam, desde entonces la metafísica ha pasado del problema de la realidad al de la verdad. En estos siglos se han sucedido una serie de posturas respecto a la capacidad del conocimiento que va desde Descartes hasta el idealismo alemán y desde Hobbes, con su pesimismo antropológico radical, hasta el utilitarismo, pasando por el empirismo de D. Hume y el pragmatismo inglés.
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Las cosas pueden existir en ese sentido en tres maneras: en sí (verdad real), en la mente (verdad lógica o formal) y en el lenguaje (vox).
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respecto a la realidad; finalmente, el raciocinio, que consiste en una combinación de juicios identificable como un silogismo en el que, a partir de unas afirmaciones, se llega a conclusiones. Esta dimensión es propia del hombre e inexistente en los animales y revela que el hombre es también espíritu. Lo decisivo en todo este proceso es que la verdad como tal se da en el juicio y no en los sentidos externos o internos o en la abstracción. Es en el juicio donde se afirma el ser o no ser de la realidad. El proceso del conocimiento revela el prodigio que es el ser humano. La verdad, propiamente hablando, se da en una mente respecto a una cosa y por ello la verdad siempre tiene un fuerte elemento subjetivo y en el fondo apela a la honestidad personal.25 El hombre se encuentra rodeado de cosas naturales y artificiales, pues bien, a todas las cosas precede siempre una idea o proyecto y en las cosas ya hechas se puede descubrir el proyecto que lo sustenta. La relación de verdad consiste, de alguna manera, en desvelar el proyecto que late (latencia) en cada cosa existente (patencia). Por ejemplo, un ordenador es fruto, ante todo, de una mente que lo precedió, en ese sentido es verdadero en primer lugar en la mente que lo proyectó; en segundo lugar, en sí mismo (verdad ontológica) y en tercer lugar en quien afirma lo que es (un ordenador) al encontrárselo (verdad lógica). Afirmar que es un ordenador es actuar la adecuación o verdad. Afirmar que es un perro es una falsedad o falta de adecuación que puede deberse al error o al engaño (el cual tiene una connotación ética) y por tanto ser mentira. El conocimiento es Revelación pues el hombre se encuentra con infinidad de cosas naturales que ya estaban allí, en toda la creación late una mente y un proyecto en el que se descubren, por ejemplo, leyes que son la base de la técnica y del progreso. Por eso los griegos llamaban a la verdad alétheia, Revelación, desvelarse paulatino.
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Lo verdadero es una característica de cada cosa o cada realidad respecto a una mente. La precedencia de la idea sobre la realidad.
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En la mente se presentan varios grados de seguridad o estados respecto a la verdad: si me encuentro en una habitación y escucho ruidos en la habitación contigua, puedo estar en varios grados de noción: uno es no saber de qué se trata (ignorancia), otro estado es el de fluctuar entre si es un ladrón o mi hijo que está jugando (duda); otro grado es el de inclinarme por pensar que es un ladrón pues sé que mi hijo está en la escuela (opinión) aunque pudo llegar sin que yo me diera cuenta; finalmente puedo estar seguro de que se trata de un ladrón pues está vociferando y empujando violentamente los muebles (certeza) si entro al cuarto de al lado y me lo topo de frente, esto constituye una evidencia. Éste es el problema fundamental del conocimiento, que puedo estar seguro de algo falso. Por eso hay que estar siempre atento y ser crítico: cuestionarse siempre. En el ejemplo se puede distinguir la ignorancia: ausencia de conocimiento; la duda: estar a mitad entre la verdad y la ignorancia; la opinión: inclinarse por una posibilidad; o la certeza: la seguridad de saber algo ante la evidencia. No se puede afirmar lo que se ignora, tampoco se puede afirmar y menos imponer una cosa de la que no se está seguro. En la sociedad actual se suele dar el peso de certezas a lo que no son más que opiniones y se toman las certezas como sinónimo de intolerancia. La fe es otro acto diferente por el que se sabe algo depositando la confianza en otra persona: hay fe humana y fe divina, la fe reposa en la esperanza de que el otro no me engaña y en el fondo se apoya en el amor a una persona. Se ha dicho que la verdad es una relación y que se establece a través del conocimiento, de hecho, la verdad es la esencia del conocimiento, si no se da la verdad no hay conocimiento. Lo problemático y lo maravilloso del ser humano es que lo verdadero tiene cuatro elementos: el sujeto (psicológico), el objeto (ontológico), lo conocido realmente conoce las cosas o abstrae un aspecto de ellas que sería lo trascendente a la cosa desde lo trascendente del sujeto: dicho de otra manera. Si se piensa en la sexualidad, se advertirá que se trata de una realidad metaproblemática: es una dimensión esencial del sujeto (psicológico),
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a la vez de algo en él (ontológico) que se quiere conocer y de la que se hacen ideas (lógica) y se expresa bajo un lenguaje (nominal). Se trata de una realidad que envuelve sujeto, objeto, imagen, concepto y palabra, la sexualidad está llamada a resolverse en el ámbito personal. Esto revela a su vez que el conocimiento es reflexivo e íntimamente ligado al querer o voluntad. Ante la complejidad que revela el conocimiento humano ha habido posturas que lo niegan, como el escepticismo, que se ha presentado históricamente en varios grados. Sus argumentos son la diversidad de opiniones sobre la misma realidad, el error en los sentidos y la relatividad del conocimiento. El escepticismo degenera en fenomenismo, que sostiene que se conocen, si acaso, sólo los fenómenos y no las realidades. Otra postura reduce el conocimiento a pura experiencia con el afán de simplificar las cosas, es el empirismo. Lo curioso del empirismo es que con ideas quiera sostener que no hay ideas, por ello degenera lógicamente en pragmatismo y en utilitarismo y constituye uno de los males más fuertes en la época actual: ha tenido mucho éxito pues no requiere de mucho esfuerzo mental. Las posturas anteriores han provocado, en parte, el relativismo con el que se piensa y se vive en la actualidad, pues han ocurrido en una apasionante sucesión histórica en los últimos quinientos años y que ha tenido fuertes críticas, como la de Husserl. Otra postura menos burda es la exageración de la inmanencia humana por parte del idealismo. El sujeto no es la persona como tal, es la persona en cuanto conoce o en su acto de conocer, de trascender de sí y de asumir el aspecto trascendente de las cosas o abstraer. El error del idealismo está en reducir “yo” a “el sujeto”. Por otro lado, el error del realismo está en exagerar la objetividad del conosciente hasta convertirlo casi en una súper cosa que conoce cosas. Finalmente, el racionalismo, padre de la mayor parte de estas corrientes, acepta únicamente la existencia de lo que “puedo” pensar.26 26
Para profundizar más en los aspectos de la teoría del conocimiento de manera accesible puede verse la obra de J. HESSEN, Teoría del conocimiento, Océano, México, 2000.
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Estas cuestiones teóricas no tienen nada de abstracto, son tremendamente cotidianas, ignorarlas significa arriesgarse a vivir en la mentira. La desorientación actual está en confundir las opiniones con certezas e imponerlas a través de ideologías y las certezas muchas veces son recibidas como opiniones o como fruto de la intolerancia.
Abrir los horizontes de la mente, vida contemplativa El hombre es el ser que necesita absolutamente de la verdad y ésta es su única necesidad incondicional, decía Ortega. La auténtica reflexión sobre el sentido de la vida comienza por el estupor o admiración: maravillarse por la realidad. Ello exige dejar de vivir la vida como un simple entretenimiento y dedicar tiempo a mirar, observar y contemplar. De la contemplación auténtica brota la admiración por las cosas, los animales y las personas, y se abre a una nueva dimensión de gratitud por la existencia. En ese sentido las ciencias ofrecen verdaderos caminos para la contemplación, piénsese en todo el micro mundo que se esconde en la estructura celular, el complejo funcionamiento de los tejidos, las células, las moléculas, los átomos y la energía; la composición de la Tierra, las placas tectónicas y la fragilidad del hombre dentro de este planeta azul; o la maravilla de los números y el mundo matemático. Hacia arriba el imponente y sobrecogedor mundo de los astros y el lugar que ocupa nuestro planeta en él: los planetas, el Sol, los sistemas planetarios, las constelaciones, las nebulosas y el movimiento en el universo y la pequeñez y fragilidad de ese polvo sideral que es la Tierra. La vida contemplativa no es para monjes o ermitaños, es urgente y posible en medio del tráfico y la vorágine cotidiana. ¡Cuánto se ganaría personal y socialmente si saborearamos las pequeñas cosas en lugar de estar encarcelados en las pantallas! El otro gran camino de sabiduría es la conciencia de la propia muerte, solo ésta da un sentido a la propia vida: la brevedad de la vida, su circunstancialidad y relatividad y a la vez. Frente al problema de la muerte se distingue al peregrino que sabe a dónde va, del hombre que se entretiene y sólo da vueltas. Para Platón la sabiduría consiste, en el fondo, en una meditación sobre la muerte: a la luz de la muerte o del fin se encuentra el sentido de la vida. El gran Manrique dejó una maravillosa meditación sobre el sentido de la vida en las coplas a la muerte de su padre, he aquí algunas estrofas :
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Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor. Pues si vemos lo presente como en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera, más que duró lo que vio porque todo ha de pasar por tal manera. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos, y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos.
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Tomar conciencia. No hay otro camino que el personal, tomar las riendas de la propia vida y convertirse en el arquitecto del propio destino. La mayoría de las ocasiones se dejan las decisiones a los demás, al tiempo, a las circunstancias o se postergan. Contemplar y admirarse. En esto el primer paso es la maravilla, recuperar la capacidad de asombro a través de la meditación. Partes esenciales de este primer paso son estas acciones sencillas: mirar, observar y contemplar. Para no vivir una vida superficial y sin sentido, hay que mirar, mirar significa enfocar, observar significa ir a los detalles y quedarse con uno, contemplar quiere decir elevarse al sentido y significado que lo observado tiene para mi vida a la luz del misterio. Lo anterior supone hacer un alto en la propia vida. Es urgente detenerse para encontrarse consigo, tomarse por las solapas a uno mismo y plantearse las pocas preguntas que en verdad valen la pena. La vida urbana absorbe y se traga a veces lo mejor del hombre por falta de reflexión y tiempo, arruina las relaciones, impone lo urgente y descuida lo importante y va carcomiendo la vida mientras pasan inexorables los años. Un famoso profesor escandinavo decía hace poco: “en mi país todo funciona perfectamente, menos la vida”. Muchos han convertido el trabajo en una fuga de sí mismos, cuando no se trabaja se duerme. Ahora mismo, mientras se leen estas páginas posiblemente hay otros pendientes revoloteando en la cabeza que distraen y dan la sensación de estar perdiendo el tiempo en esta lectura. Un aprovechamiento obsesivo del tiempo es la peor manera de perderlo y con él la vida. Hace falta huir menos de uno mismo, apagar los ruidos interiores y comenzar el camino del propio conocimiento. La teología se hace de rodillas. Un ejemplo que puede parecer estúpido es la contemplación de una biznaga del desierto o de cualquier jardín. Mirar consiste en separarla de lo que la rodea, observar significa captar cada detalle y quedarse en alguno que llame la atención, por ejemplo, las espinas de uno de sus costados, y admirarse de la simetría, de la belleza y el orden que hay en ese tejido estrellado que protege la planta de las agresiones externas… Contemplar significa tratar de encontrar un sentido a esa estructura tan perfecta y caprichosa. El paso de la contemplación implica una cierta aplicación a la propia vida: si una planta del desierto tiene tanto orden y una estructura tan perfecta, qué no será el organismo humano, y de allí se da un salto al sentido de la vida, ¿cuál es el lugar que ocupa mi vida en el cosmos?
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Si esto se puede hacer con una biznaga, hay que pensar todo lo que podemos hacer con una obra de arte: una pintura, una obra arquitectónica o con el mismo cuerpo humano. Un auténtico profesor de cualquier materia debería tener momentos de contemplación con sus alumnos sobre las maravillas que hay en las matemáticas, en las estructuras moleculares, en las dimensiones y orden del espacio o en el portento que hay detrás de los órganos humanos; esto por no hablar de la armonía de los ecosistemas, de la fragilidad de la Tierra y su atmósfera que permiten la existencia de la vida, en la frágil membrana de la atmósfera con infinidad de manifestaciones. Vivir despierto. Para ello hay que vivir despierto y no drogado por el trabajo, el ruido, los quehaceres o la música o, peor aún, por las adicciones que son formas de esclavitud y de infra vida. De allí surge la pregunta: ¿Qué quiero en realidad? ¿Para qué quiero esta corta vida y qué voy a hacer con ella? La respuesta suele ser una: querer las cosas y querer una sola, la vida requiere de con-centrarse en una cosa sola, en ello consiste el hacerse consciente, con ello se ve la vida como una aventura estrictamente personal, vivible sólo desde mí. Amar es la actividad humana que más despierta y con-centra la persona en el otro. Lo contrario significa vivir in infinitum, pensando que se es infinito y que siempre se vivirá como ahora se vive, esto constituye una mentira pues el cambio, las edades y la muerte en el hombre son una realidad absoluta.
La vida es drama La vida es como una representación teatral sin ensayos ni preparación y puede ser vivida de tres formas: trágica, cómica o dramática. Las tres grandes representaciones teatrales griegas eran precisamente la tragedia, la comedia y el drama, tienen la gran intuición de representar las tres formas de vida. La tragedia consistía en una representación en la que el protagonista último es el Destino, fatum (de allí la palabra fatal), al que están sometidos incluso los dioses; los personajes, aun escapando angustiosamente del destino, no hacen más que cumplirlo (las tragedias son el fruto de una larga madura-
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ción, nacen como ditirambos o cantos casi improvisados a Dionisos, en sus fiestas, y poco a poco van cristalizando hasta fundirse con el drama).27 Vivir la vida de manera trágica consiste en dejarse llevar por lo que hay que hacer, por el deber ser, por el trabajo y las actividades cotidianas que la sociedad impone, por la manera de pensar impuesta por la sociedad, por lo vigente o la vulgaridad de los medios de comunicación y terminar echándole la culpa a los demás de la propia forma de ser. Esto lo ha manifestado Goya de forma magistral en su obra Las Parcas. Frente a las tres mujeres de la mitología griega, aparece en primer plano un hombre angustiado y con las manos atadas, incapaz de obrar contra su destino. En el lado contrario se encuentran las comedias griegas. Comedia viene de la palabra griega komos, que era una procesión de comparsas parecida los carnavales, en la que los participantes departían con los personajes disfrazados; con el tiempo se fue reglamentando y se convirtió en una representación auspiciada por el Estado. La esencia de la comedia está en ridiculizar o burlarse de las grandes realidades humanas, de estas burlas no se escapaban ni los dioses. Vivir la vida de forma cómica consiste en eludir continuamente la pregunta fundamental por la propia existencia y reducir la vida a diversión y entretenimiento, eludiendo problemas como la muerte, el amor y la felicidad. Se puede pasar una vida entera inmerso en el ruido, las prisas, las ocupaciones, las tareas, el trabajo y la música a todas horas, son formas de vivir anestesiado. Drama (del griego drama, actuación o creación) era, en cambio, una representación teatral en la que el protagonista toma las decisiones de su vida frente al destino y lo que le va pasando delante, afronta la forzosidad fáctica y es el responsable de sus propias decisiones. En el drama no hay narradores, son los personajes los que actúan directamente frente al auditorio, tiene entonación, énfasis y pausas que subrayan la historia que se desarrolla. La vida es drama. El drama consiste en elegir ante las posibilidades —pocas o muchas— que uno encuentra en la vida. La vida se presenta como una necesidad de decidir y dar razón de uno mismo. Uno no elige dónde vivir ni
27 Esto se ve claramente en las obras de los principales trágicos como Esquilo, Sófocles y luego Eurípides.
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cuándo, se vive en este mundo de ahora, no hay otro. Ésta es la dimensión de fatalidad (de fatum o hado, destino en griego) que integra la vida, pero no es una fatalidad mecánica, el hombre no es una máquina o una bala disparada y con una trayectoria predeterminada. Caer en este mundo no tiene nada de mecánico: me fuerza a elegir. Esto convierte la vida en elección y el resultado en responsable. Ingredientes de la fatalidad (la fuerza con que se presenten los hechos) son la propia corporeidad con su información genética, la sexualidad, las personas que encuentro, la época en la que vivo, lo que me sucede y lo que me pasa, el clima, frente a las que hay que decidir. Se trata de bajar al fondo de mí y preguntarme qué significan los ingredientes que componen mi vida y de los que no puedo escapar: que soy un ser humano y no un animal: mi vida es muy diferente de la de mi perro o de la de un gato, soy un varón con todo lo que ello significa… tengo esta edad, vivo aquí y no en otro lugar, en esta época y no en otra; mi vida avanza y no se detiene, que cada día de mi vida es como un cupón que no se recupera si se pierde, que un día me he de morir. Vivir la propia sexualidad y el amor, de manera trágica, conduce a dejar toda responsabilidad al tiempo, a los sentimientos, propios o de la otra persona. ¿Se puede llegar a algún lado con esa actitud? Vivir cómicamente ¿no equivale a reducir el amor a un entretenimiento?, ¿no se estará usando a las personas y siendo usado con el único resultado de la angustia y el sinsentido en las relaciones? Porque en la opción, y la serie de decisiones, está empeñada la persona misma frente a las cosas, una persona es auténtica y confiable en la medida que busca la verdad sobre sí misma. Kierkegaard escribió que lo trágico es que dos seres que se aman no se comprendan y lo cómico es que sin comprenderse se amen. Lo anterior requiere escuchar y levantar la cabeza, preguntarse: ¿Qué hago con mi vida, con la única vida que tengo? El resultado de una vida rutinaria y sin sentido sólo puede ser la falsedad. El aburrimiento es el síntoma de ello. No se trata de vidas malas sino de vidas incompletas, pero el resultado es una vida falsa: porque no corresponde con lo que realmente es la existencia. Urge por tanto plantearse las cuestiones más cruciales y vivir en consecuencia. Erich Fromm sugería como caminos de sabiduría seis pistas: “querer una sola cosa”, “estar despierto”, “hacerse consciente”, “concentrarse”, “meditar” y darle una gran “importancia al autoanálisis”.
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Niveles de intensidad vital En todo lo humano se pueden distinguir tres capas o niveles de intensidad vital. El primero es el nivel social, consiste en todo lo que el individuo recibe de la sociedad en que nace y vive: la lengua, las costumbres, usanzas, prácticas y tradiciones; todas ellas se pueden llamar vigencias o lo vigente. El problema está en conformarse con las vigencias, tal como se las encuentra: la mayoría de la gente se conforma con la forma de vivir de su sociedad sin cuestionarse ni imaginarse otras formas de vida, mejores y más perfectas: se absorbe lo aprendido y se sigue durante la vida una rutina sin cuestionarse ni buscar otros paradigmas, se asumen los sistemas de vida tal como se han recibido aunque sean claramente corruptos, las ideologías y las propagandas son vigencias colectivas, a las que hay que estar muy atento. Hay vigencias buenas y otras que hay que afrontar. En síntesis, lo social es necesario, pero quedarse en este nivel tiene mucho que ver con la masa de la que se habló arriba. El segundo nivel en que se puede vivir es el nivel psíquico o individual, se reduce al bienestar tanto físico como principalmente emocional. Consiste en quedarse en la comodidad individual sin aspirar a más. En la actualidad muchos reducen la vida a terapias, devociones, ejercicios, técnicas, recetas y pasos dirigidos al bienestar y esto habla de la miopía con la que muchos se conforman. Toda esta mercancía se presenta muchas veces con la máscara de lo religioso, y las mismas religiones corren el riesgo de confinarse a satisfacer a sus seguidores con cursos, métodos y una infinidad de productos y servicios —como los que garantizan el amor y la satisfacción sexual— que no van más allá de la imagen, de lo elemental y de prosperidad individualista. Desde el punto de vista estrictamente personal, todas estas cosas de por sí buenas, se reducen a una vulgar charlatanería: todos esos elementos tienen sentido sólo en función de lo realmente personal y humano, quedarse en ellos es reducir la vida a pasatiempo y distracción, huyendo de lo realmente esencial. Finalmente, hay un nivel estrictamente personal, en este nivel el individuo toma las decisiones y es consciente de sus actos, da razón de sí mismo, en esto se muestran las facultades del espíritu humano: el conocer y el querer con sus propiedades de conciencia y libertad. Quedarse en los niveles social y psíquico es limitarse a vivir dormido, sólo en el nivel personal se hace la verdad y se vive despierto. Hay que recordar estos niveles a la hora de afrontar los temas centrales de la sexualidad y el amor.
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4. Persona y misterio La vida me ha sido dada, pero no me ha sido dada hecha sino por hacer. Ortega y Gasset Hay que dar un paso más e ir al hombre. La antropología es el estudio del hombre a la luz de la razón, la búsqueda de sentido y significado de la vida humana. Más que un capricho académico es una tarea personal. Pero “el hombre” no existe, existo yo, cada uno. Una antropología adecuada ha de partir de la evidencia para de allí subir al sentido y al misterio que significa vivir. La antropología adecuada es un estudio del hombre a la luz de la razón y de la Revelación, pero partiendo de lo evidente y de la experiencia, y no tanto una imposición de ideas abstractas. Es una metafísica (acercamiento a la realidad) de la persona, que es la primera realidad de la que partir: yo. El método consiste en comprehender al hombre desde la evidencia, para luego elevarse a un estudio desde la Revelación. Es un estudio del hombre desde la filosofía y desde la teología, superando los prejuicios contra ambas.
¿De dónde viene el olvido del hombre? Para entender la perspectiva de la antropología adecuada, hay que sumergirse —sin miedos, como siempre— en la historia del pensamiento a fin de descubrir el peso que tiene en la vida cotidiana y en la visión del hombre y poder aportar algo personal. Durante siglos, la filosofía se ha caracterizado por un olvido del hombre, le ha estudiado de forma indirecta, en el fondo se ha ocupado más de las cosas y de Dios. Con ello se ha privilegiado una visión desde las cosas y desde las ideas,28 la perspectiva ha sido la del ser y se le ha visto con un cierto sesgo estático y desde fuera, con los intentos interioristas de
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Cfr. J. MARÍAS, Persona, Alianza Editorial, Madrid, 1996, p. 133.
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san Agustín, Anselmo de Aosta o René Descartes, entre otros,29 Las dos grandes perspectivas han sido el realismo y el idealismo.
Realismo e idealismo El realismo tradicional surge a partir de la escolástica de fines de la Edad Media. La perspectiva realista venía de Aristóteles y había culminado en Tomás de Aquino, pero se suele olvidar que el Estagirita, que alude a las cosas o al ente como la realidad, se mueve en el mundo de la patencia, sólo que ha hecho ya el camino de ida y vuelta, de la latencia a la patencia. En el caso de Tomás de Aquino, en lo más elevado del Medievo, la problemática exige una perspectiva diferente, se trata ante todo de un teólogo que se sirve de la magnífica obra de filigrana del filósofo griego —aunque no sólo de él— para tratar de explicar la Revelación, realizando una obra apenas comparable en estructura y belleza metafísica con una catedral gótica, en la que cada aspecto de la realidad encuentra su lugar, desde Dios hasta los inquietantes espíritus del mal, su perspectiva es la divina, desde arriba. Despojar el sistema tomista de la dimensión teológica corre el riesgo de quedarse con sólo un esqueleto estático. El pensamiento realista se irá inclinando hacia el racionalismo, refugiándose en el pensamiento, o hacia el empirimo cosista, con sus consecuencias como el pragmatismo y el utilitarismo. La desgracia humana comienza en el abandono de su vocación mistérica y trascendente, sustituyéndola por la trasformación de las cosas. Al ir prescindiendo poco a poco del fondo y quedándose con las fórmulas, se separan los principios filosóficos de su soporte teológico o metafísico, la metafísica se va convirtiendo en ontología, este interesante paso se ve más claro a partir de Francisco Suárez y la sistematización que de ello hará Wolff en el siglo xviii. A partir de allí, para llegar al hombre se parte de las cosas como sinónimo de existentes, se privilegia la sustancia y la esencia sobre la existencia individual, se aplican términos propios 29
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J. MARÍAS, Idea…, op. cit., p. 133 ss.
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de las cosas como naturaleza a la persona, superponiéndola a la libertad individual. Estos movimientos fueron acentuados por una cierta “filosofía segura” estudiada en los seminarios, aunque no sólo ahí, que había dejado de pensar al hombre para contentarse con el aprendizaje de una estructura, poco comprometida con la realidad personal. Si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por satisfecho, constataba Goethe. El idealismo reduce el hombre a conciencia, a sujeto o a “un yo”. Surge como una respuesta al excesivo objetivismo del realismo, buscando salvar la objetividad de la propia conciencia —Descartes, padre del racionalismo (y del ateísmo)—, termina con el tiempo por identificar yo con conciencia y con hombre, hasta llegar a posiciones originales pero perturbadoras como la de Hegel, que en un camino lógico absolutiza el espíritu, anulando la persona individual. El idealismo, al poner más atención a la conciencia corre el riesgo de admitir sólo la existencia de las cosas concebibles por la mente. Al reducir el hombre a un sujeto, corre el riesgo de comprometer la objetividad en el pensamiento y de una subjetividad oscura que ha conducido en gran parte al relativismo tan marcado en la actualidad. Es común hablar de “el yo” y no de “yo” o de “mí”, que es muy diferente, como se ha visto arriba. Para Freud el amor consiste en la relación del yo con sus fuentes de placer. De él han surgido los estragos del subjetivismo y relativismo, la ética ha perdido un piso firme y se ha fragmentado en innumerables “éticas” como las “éticas de las empresas” que son autorreferenciales, olvidando la sociedad. De allí también la confusión y desorientación que hay en torno a la realidad y a la verdad, confundiendo la duda con las opiniones y las certezas; y así, abandonando la verdad y etiquetándola de intolerante.
Consecuencias Se trata de rescatar al hombre de tres peligros: del riesgo de la cosificación, intrínseco al realismo exagerado, desprovisto de la teología; del relativismo, hijo del idealismo exagerado, y de la reducción miope y abusiva con que se afronta al hombre desde
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las ciencias modernas. La historia de la filosofía es apasionante y tiene una incidencia directa en la concepción de la vida diaria. Así, de las grandes intuiciones del realismo y del idealismo han surgido exageraciones, con graves consecuencias sobre la vida y la existencia de personas con nombres y apellidos como: © Los regímenes totalitarios capitalistas, comunistas y fascistas, que causaron guerras mundiales, cobrando millones de víctimas. Los desastres ecológicos irreversibles: tienen su origen en las concepciones utilitaristas que a su vez vienen del pragmatismo filosófico y a su vez de una visión mecanicista del mundo, de una visión cartesiana del hombre dividido en res cogitans y res extensa, esto ha causado la desaparición de miles de especies. © El consumismo u obsesión de las masas por acumular y desechar cosas, todos estos desastres han tenido su origen en exageraciones filosóficas y han sido el culmen de una cosificación o idealización del ser humano. Esto ha engendrado el amor líquido, éste proviene de la reducción del hombre a lo que tiene y a lo que hace. Reduce a los demás a meros productos desechables o mercancías. Lo mismo se puede decir de las manipulaciones del cuerpo gracias a una visión igualmente mecanicista de la realidad. © El positivismo que reduce al ser humano a un depredador o un simio mayor. El positivismo se enseña en las escuelas y convence a los niños de no ser más que animales. Con ello no se están condenando los ismos filosóficos, sino su absolutización o exageración, que consiste en convertirlos en ideología, olvidándose de sus intuiciones iniciales. Lo anterior empuja a afrontar la realidad actual, esto convierte la filosofía en una tarea personal y no en una disciplina que aprender. La grandeza
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de los gigantes de la filosofía como Platón, Aristóteles, Agustín, Anselmo, Tomás de Aquino, Descartes, Pascal, Kant, Heidegger y otros muchos está en cómo afrontaron la circunstancia histórica. Más que aprender lo que dijeron, hay que ver por qué lo dijeron, así se descubre a auténticos revolucionarios. La filosofía es un estilo de vida. El problema surge cuando se aprenden y se usan las cosas y se prescinde de la persona que las hizo y su circunstancia particular. Otros grandes pensadores, profetas en mayor o menor medida, han sido Parménides y Heráclito, Kierkegaard, Nietzsche, Marx, Ortega, Wojtyła y otros), y hay que entenderlos en su circunstancia histórica, por ello en filosofía, más que corrientes, hay perspectivas. Frente a estas posturas, han surgido movimientos de retorno a la realidad, partiendo de la experiencia, regresando así al hombre, no como cosa ni como pura conciencia. Más que de realismo o de idealismo, habría que hablar de perspectiva personal.
Persona y proyecto Yendo por el camino de la evidencia, se descubre que hay una neta diferencia ente algo y alguien: yo soy alguien, aunque en mí hay algo. La persona es el núcleo originario de la vida humana, aquello que responde al término quien o alguien, a diferencia de qué o algo. La filosofía ha tendido a ver al hombre como una súper cosa o como “un sujeto”, olvidándose de “yo”, de “mí”. Hay que partir de uno mismo, cada uno es la realidad radical y punto de partida. Esto revela ya el misterio de la persona. La persona es también una perspectiva, con la que se han de mirar a los otros. La palabra persona deriva de persona (máscara en latín y posiblemente provenga del etrusco), significa capaz de sonar por sí mismo. Del término persona se pasó a prosopón, que por ser griega parecería más antigua y designa la faz en general de muchos animales, la proa de las barcas y de algunos astros. Raramente se usa en textos filosóficos, aunque sí en textos jurídicos de la Antigüedad como en Séneca. Históricamente, se usó el término persona en las disputas trinitarias se empleó hypo-stasis y se le tradujo al latín como persona, ya que el término de sub-stantia estaba ocupado por la
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traducción de ousía para designar la sustancia de la Trinidad cristiana.30 Lo esencial es que, en el término de persona, el ser y el aparecer juegan un papel muy importante. Es así como el término de persona entra en la filosofía, proveniente de la teología cristiana. Persona designaba así no la cara sino lo que está detrás, lo que se ve en parte a través del rostro. Agustín de Hipona ya había intuido mucho de esto en sus obras intimistas. Más adelante, Boecio definirá persona como “rationalis naturae individua substantia”: como una cosa con mayor dignidad que las demás. La Escolástica medieval en general, apoyada en esta definición, hace derivar la voz persona conceptualmente de ousía o substantia. Estos términos, fundados en el ideal griego de la suficiencia y del soporte de las cosas, pasaron a designar al ser humano. A partir del siglo xviii, hay un cambio de rumbo en la concepción de la persona, pero que viene ya desde la concepción cartesiana de substancias cogitans y extensa. Para el largo camino del idealismo alemán, la persona se identificará con el sujeto o con “el yo” o “das Ich”, que ha constituido un factor de confusión. Que la realidad humana no es una sustancia —Zubiri la llama realidad sustantiva— lo muestran varias características de ésta como la inseguridad propia de la futuridad, la despersonalización de la que es capaz el hombre cuando se abandona, pero también la dificultad para definirla pues representa un arcano, un misterio.
Significado La persona —en un intento de definición— es una presencia más que una sustancia. Se puede definir aproximativamente ese devenir que es la persona, 30 Hay que aclarar que persona se usaba, sin embargo, ya en el ámbito del derecho para designar a los personajes que intervienen en el juicio, tomando éstos del teatro con una serie rica y complicada de consecuencia. Véanse con detalle estas consecuencias en V. MELCHIORRE (Ed.), L’ idea di persona, Vita e pensiero, Milán, 1996, p. 71.
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pero se la conoce sólo personalmente. Es el núcleo que recapitula la realidad radical de la vida. Es la realidad que se designa con el nombre yo y coincide con la realidad radical. Hombre es el animal que tiene vida humana (con todo lo que ello significa). Persona es un papel único que representar, revela que la vida es drama, más que comedia o tragedia. Todos los hombres son personas, pero no todo en el hombre es personal, hay muchas áreas impersonales, pero unidas en una relación complicada por la persona. En el lenguaje hay tres términos orientadores: yo, quien y alguien. Si se acude a la propia experiencia —a mi experiencia— se descubre en ella que yo soy la realidad más inmediata a mí mismo a partir de mi vida, como se ha dicho ya. La experiencia me dice que yo soy alguien y que el otro es alguien. Eso se ve claramente cuando uno llama con los nudillos a la puerta: se suele preguntar ¿quién es? y no ¿qué hay? o ¿qué es?, pues en la pregunta va la categoría de la respuesta. Descubrimiento de la persona. La persona se revela en el proceso del conocimiento en el que se distingue entre lo conocido y quien conoce. Se revela también en el enamoramiento, en la amistad y en la generación filial.31 El descubrimiento de la persona es inagotable pues toda relación personal es proyectiva, es decir, mira al futuro —carácter futurizo de la persona—, así, las relaciones personales revelan el límite humano y a la vez su apertura al infinito. Este conocimiento se da en la historia de amor personal que debería ser el matrimonio. La tarea de conocer y amar a una persona. Muchas veces se tiene miedo de llegar al nivel personal de alguien por ver implicada la propia historia. La persona es una presencia especial, representada en el rostro, por el que aquella se asoma. En él se da la localización de ésta. Cuando se habla de localización se refiere a la presencia. En el rostro de un hombre dormido, la persona está ausente, oculta o escondida. En el caso de un muerto la presencia se ha convertido en ausencia, irrevocable. El rostro significa también 31
Una forma de especial descubrimiento de la persona se da en la relación de los padres hacia los hijos. Desde que nacen están normalmente atentos al caminar biográfico del hijo, que representa para ellos un continuo descubrimiento personal y una serie de interrogantes. Cuando llega la niñez parecen conocerle y súbitamente da el paso a la adolescencia, que representa una ruptura respecto a la etapa anterior de la vida. Los padres interpretan con frecuencia este estado de desvío que puede amenazar la relación personal con los hijos.
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inteligibilidad. En el rostro la persona está aconteciendo: la cara no está nunca dada, es biográfica y cambiante, y no sólo por la edad sino también por la biografía misma de la persona, un rostro siempre tendrá algo que desvelar, ello se nota en las personas amadas, siempre tienen un algo que no se conocía: una expresión o una referencia al mundo interior que antes no existía, ni en ese mundo ni en el rostro. El rostro es absolutamente individual, biográfico. Algunos animales tienen rostro, pero en ellos hay una jerarquía que algún día alguien debería estudiar: en cuanto la expresión no es lo mismo la cara de un panda que la de una hiena; respecto a la intensidad: la de un perro en el momento de la caza, respecto a la de un pez. En el hombre el rostro es individual, en los animales se puede decir que pertenece a la especie. Cuando se ve a un animal se le percibe como un todo, en cambio frente a un hombre se va al rostro. Ocultación de la persona. Es evidente que cada ser humano es persona, pero a veces la persona se esconde, esto es natural por su condición de arcano y misterioso. La condición arcana de la persona no consiste en que sea oscura sino abierta, inagotable, cada uno es un abismo, nunca se termina de conocer a la persona amada. Hay algunas formas de ocultación de la persona, una de ellas es la reducción al nivel de lo social. Hoy existe el riesgo de abandonar lo personal a favor de lo social: la dispersión habitual de la vida hace casi imposible la concentración, la vida está llena de quehaceres impuestos e impersonales que no brotan de la convicción y menos de la vocación íntima de la persona... Los términos psiché o pneuma referidos al hombre revelan la primacía de la interioridad. El otro extremo es la materialidad. La inverosímil cantidad de cosas que rodean al hombre en la actualidad constituye a veces un muro que superar para llegar a las personas. Cuando los antiguos decían gnothi seautón o gnosce teipsum (conócete a ti mismo) se referían a que la persona está muchas veces oculta a sí misma y requiere de contemplación. Otras formas de ocultación son el afán de seguridad que invade al hombre moderno con el consiguiente olvido de la muerte y su destino último, lo que le haría tropezar con la realidad personal; la reducción de la muerte a una ejecución administrativa no deja espacio a un balance general de la propia vida que llevaría a la persona.
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Propiedades de la persona La persona es simbólica y análoga. Lo masculino está para lo femenino y viceversa. Se simbolizan mutuamente. La diferencia sexual no es un mero accidente, se trata de la diferencia más grande que puede haber entre los seres humanos: hay dos formas de ser persona. La condición personal pertenece al hombre y a la mujer en el mismo grado si se quiere, pero no de igual manera pues la diferencia afecta a la misma persona. Ambos pueden conservar esa distinción ante cualquier situación, edad o circunstancia. La encarnación, es decir, la inserción en la corporeidad, y por eso la relación con el propio cuerpo, es diferente y por tanto las proyecciones también. Mientras más profundo se va en los estratos personales, más grandes son las diferencias, contrariamente a cuanto parece si se ven esas diferencias superficialmente. Por ejemplo, el descubrimiento de la mujer va más allá de lo somático. Historicidad. La persona se presenta no como una cosa o substantia, sino que emerge como alguien, como un proyecto en sí mismo y no como una sucesión de eventos. En ella la temporalidad no es devenir sino instalación y proyecto que realizar, futurición. La felicidad. Algunas dimensiones de la persona son la perfección, el ascenso y el proyecto , en torno a la persona son: los grados de personalidad y el destino de la persona. Esto llama a su vez al tema de la felicidad. La felicidad, lejos de ser un simple estado, es una instalación que corresponde a la vectorialidad de la vida misma como viniente y revela el sentido de la persona misma. La felicidad muestra la apertura de la persona a un “siempre más”, revelando a su vez su excentricidad. La felicidad se mueve en el mundo de las necesidades y no de las carencias. Se refiere a la vocación misma del hombre. La felicidad consiste en realización de la pretensión, y las pretensiones humanas no se agotan, son siempre nuevas, son un imposible necesario. Lo contrario de la felicidad es el aburrimiento, que consiste en un “beso de la muerte”, como lo define Ramón Gómez de la Serna en sus greguerías. Es un error: creer que se puede haber llegado cuando lo propiamente humano es lo viniente, no puede llegar nunca.
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En griego hay dos palabras para la felicidad: daimon y makar. La primera pone la felicidad en relación con la práctica del bien y con la autarquía, para Aristóteles la felicidad proviene de la virtud y está relacionada con la vida de los dioses. Makar se refiere más bien a un don recibido. El Nuevo Testamento la usa para hablar de la bienaventuranza. Los latinos usaban también dos términos: felicitas, que está relacionado con la fecundidad, y beatitudo (de beo, beare, colmar) más bien con la plenitud. Para el cristianismo la felicidad auténtica sin sombra de duda se da sólo en la vida futura, con lo cual se establece una identidad y continuidad de la persona a través de la inmortalidad y resurrección. En la mística cristiana el amor está íntimamente relacionado con la felicidad.32 Descartes distingue entre heur y béatitude, la primera se refiere a la posesión de las cosas, la segunda a un estado del espíritu; Pascal advierte la tensión que hay entre la naturaleza y los deseos del hombre: la desgracia de los hombres consiste en no poder estar tranquilos; para Spinoza, cupiditas est ipsa hominis essentia; finalmente, Leibniz sostiene que la felicidad humana es lo que para los entes la perfección y aplica a Dios los términos de tierno y encantador (tendresse y charmant). Francis Bacon sostiene que el fin de la ciencia no es otro que el de dotar a los hombres de nuevos inventos; con ello se va introduciendo la cuantificación. Esto desembocará en el siglo xx en la reducción de la felicidad a bienestar —welfare—, que se resuelve casi siempre en encuestas, en esa línea iba ya Spencer cuando decía que la felicidad consistía en acercarse a la industrialización y el comercio. Esta concepción de la felicidad ha traído muchas ventajas, pero ha dejado fuera el núcleo de ésta. Por un lado, reduce la felicidad a algo que se puede aplicar a todos y, por otro, que se puede medir. El bienestar por bueno que sea no es la felicidad. La felicidad puede
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Cfr. P. GROULT, Los místicos de los Países Bajos, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1976. Otros místicos cristianos que tratan del amor y la felicidad son Angelus Silesius y los castellanos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
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requerir de aquél, pero no se reduce a eso. Lo que está en juego es confundir la persona con las cosas. La felicidad tiene que ver directamente con el desenlace de la vida. La persona es innovación absoluta. La razón, si no está aprisionada por graves prejuicios, comprende el principio de razón suficiente, relacionada con la creación, pero la creación no es evidente. Lo que es evidente es la generación por parte de los padres y no la creación.33 Ante el problema del origen de la persona, una solución fácil ha sido el creacionismo fundamentalista que interpreta literalmente la Biblia, mostrando una chata y pobre solución tanto científica como de fe. Otros hablan de creación del alma y su infusión en el cuerpo, introduciendo en ella una cosificación, como si el cuerpo fuera cosa y el alma creación directa de Dios. Agustín de Hipona sostenía que el alma la trasmiten los padres, para Tomás de Aquino el alma se va formando con el cuerpo.34 Cuando se habla de creación se hace desde la perspectiva de Dios, en torno a un dato de la Revelación judeocristiana. Para los griegos el problema central era otro: el movimiento y el origen de las cosas. Si creación es innovación de realidad, ésta tiene algo de evidencia. En la idea de creación hay dos elementos: contingencia e irreductibilidad. La persona escapa a las dos, tiene algo de absoluto y es irreductible a cualquier cosa anterior a ella. El hombre es reductible físicamente a sus padres y en lo que respecta a su realidad psicofísica, lo que es. Pero el hombre va mucho más allá de ser algo, es un alguien y eso es absolutamente. El alguien es creación de la nada, de nada precedente a ese alguien. Los padres han dado algo al hijo, pero el hijo es alguien absolutamente irreductible a los padres. La per33
La creación es un evento primordial por el que comienzan a existir las cosas. Véase C. WESTERMANN, Creazione, Queriniana Brescia, 1974, p. 37 ss.
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En Grecia se distingue de las cosas como una sustancia y respecto a los animales, como una naturaleza diferente: el hombre sería un animal con logos. Para el panteísmo la cercanía del hombre con los animales es mucho mayor a través de la metempsicosis o trasmigración de las almas. La absoluta originalidad del hombre ha sido mejor percibida en Occidente. En la tradición judeocristiana hay una neta separación que se advierte desde la soledad original de Adán, que no se identifica ni con los animalia ni con las cosas ni con los dioses. La tradición occidental a partir del cristianismo, y sobre todo en la escolástica, habla de creación de la nada, pero hay que estar atentos a no concebir la nada como una cuasi materia.
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sona es alguien radicalmente nuevo. Dios no es evidente pero la aparición del hombre de la nada lo es, por ello a los niños se les llama creaturas. Dios no puede ser un punto de partida, no se dispone de él. Por tanto, la creación es un término adecuado para describir el origen de las realidades personales. La persona es un Absoluto recibido. De lo anterior se desprende que la vida es un don gratuito. El origen de la persona, hablando llanamente, es el nacimiento. Pero qué implica el nacimiento. Se dirá que los componentes químicos que conforman el cuerpo preexistían. Sí, pero el alguien constituye una absoluta novedad recibida. Por tanto, la persona es un incremento de realidad, innovación absoluta y recibida. ¿Por qué se afirma que el niño es persona? La evidencia muestra que en el niño se advierten rasgos netamente personales como la anticipación, expectativa, impaciencia, atributos estrictamente personales. El niño vive en un mundo personal, pero piensa en un universo de cosas. La meditación sobre el propio nacimiento, que es el origen de la persona, ayudaría a superar la concepción dominante del ser humano como cosa. Todas las cosas son derivables de otras menos la persona por su carácter absoluto. El carácter viniente de la persona revela que siempre fue persona, aunque bajo un proceso de personalización, es decir, de paulatina participación de la libertad y de la elección en el propio proyecto, pero desde siempre es proyección, eso se ve en el modo particular de vivir la temporalidad de la persona respecto a los animales y muestra lo absurdo de la defensa del aborto. La persona es libre. La gran diferencia del hombre respecto a las cosas es la futuridad. El futuro está continuamente interpelando al hombre. Lo empuja a decidir, no es un simple paso de la potencia al acto. La vida se presenta así como una apuesta y una elección, esto no sucede con las cosas y los animales, que de alguna manera están ya hechos y determinados. La vida no consiste ni en puro devenir ni en estar lanzado a la existencia sino en tener que elegir en futuro. La persona es futurición, anticipación. Llamada a la perfección. De todos los seres conocidos la persona es el más perfecto, comenzando por lo refinado de su función corporal, lo cual es evidente. Hay muchos seres más perfectos que el hombre en diferentes aspectos, pero de forma total el más cercano a la perfección es la persona. Además, la persona es un privilegio ontológico por su forma de estar en el tiempo: a ella le pertenece el pasado, el presente y el futuro.
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La perfección humana se manifiesta especialmente en la posesión del propio yo, en mi autoposesión. Hay momentos en que se descubre el propio yo, en una mezcla de necesidad y libertad. El hombre siente que se está realizando como persona o se está dejando vivir o renunciando a su vocación y tiene que salvar la dimensión personal o arriesgar con reducirse a un animal y traicionarse. Se trata de una experiencia radical, ésta marca el resto de la vida, coloca a la persona en el grado de arriesgar la vida por una causa justa, ése es el sentido de la palabra valentía en español. La persona es una realidad amorosa. El amor es la principal vía de personalización. Existe el riesgo de despersonalizarse a través de normas, prácticas o creencias en torno a las relaciones, que le quitan autenticidad. La reducción de las relaciones a lo sexual, tan vigente hoy, constituye un factor de despersonalización, en cambio, en otros sectores pervive la vigencia de que las relaciones están en función del matrimonio y aunque pueda estar cargado de impurezas, es un factor personalizador, y eso se percibe en las formas reales de la vida. Pero el máximo de personalidad consiste en la relación personal nacida de la libre y forzosa elección que caracteriza al amor. El amor por su dinámica no puede ser sólo un sentimiento, sino algo que hay que dar. No hay amor más libre que el que se entrega gratuitamente, que proyecta al otro. ¿Tiene sentido el amor sin eternidad? ¿Tiene sentido la eternidad sin amor? Y ¿vale la pena la vida si no es para dar? ¿La insatisfacción no provendrá de concebir la vida como sólo recibir? La realidad amorosa del hombre va mucho más allá que la mera satisfacción de necesidades propias y ajenas, pone de frente a la relación misma con Dios. Pero esto habrá que abordarlo después. La persona admite grados. Esto es consecuencia de lo anterior. Las instalaciones vitales tienen una dimensión moral pues están connotadas de elección, en ellas se ha escogido lo mejor o se ha renunciado a ello. El criterio último de moralidad está definido por el amor, que es lo que signa la vida de intensidad y autenticidad. En ello consiste la sustancialidad o insustancialidad de una persona. Entre las realidades personalizadoras sobresale la familia, en ella la persona es nacida y es criada y cuidada y el ámbito natural en el que esto sucede es la familia, esto se dará sólo si esas relaciones tienen un contenido estrictamente personal y no de forma automática; en ella se puede limitar a desempeñar cada uno una función, unos hacen de padres: tienden a ver en
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los hijos algo fijo y ya conocido; los hijos, por su parte, tienden a ver a los padres como un paisaje que está allí, sin darse cuenta de que tienen su propia historia y su vida. La pertenencia a una comunidad, los niños, la amistad son realidades personalizadoras. La persona es inmortal. Si se analiza a fondo la persona es infinitud finita. Ser persona es poder ser más, por el carácter proyectivo, futurizo e ilusionado del hombre. Nunca se experimenta la propia muerte, se la conoce siempre desde fuera, desde la muerte de los otros, que es una alama de la propia finitud y vulnerabilidad. La relación con la muerte cambia radicalmente en la muerte de una persona amada, no se concibe su aniquilación, sigue existiendo en el propio proyecto vital como parte de éste y permanece como realidad porque esa persona formaba parte no sólo de mi circunstancia sino también de mis proyectos. Y si ahora no está presente, uno se siente incompleto, el propio proyecto se ha ido con ella. Su muerte parece inaceptable e incomprensible incluso se quiere morir con ella después de ese movimiento de protesta que suscita. La vida cobra sentido a partir de la meditación de la propia muerte, como algo que me va a pasar a mí. La muerte se me presenta como verdadera realidad latente y, al llegar el momento, me doy cuenta de que es un problema mío que hay que afrontar. Hay una dimensión que va más allá de la biológica, es la biográfica. La muerte biológica no es “mi muerte”, por cuanto soy irreductible a mi cuerpo. Me muero, pero yo como persona soy una estructura abierta que proyecta, imagina, encuentra e integra su propia e intrínseca mortalidad, además de anticiparla. Sólo se entiende la muerte desde la vida. El proyecto vital que prescinda de la muerte será falso o incompleto, pues la muerte condiciona la vida y la finalidad de ésta. La muerte no es un suceso del mundo o un proceso biológico sino algo que me pasa a mí. Hay algunas analogías de la muerte como el sueño y los estados de inconsciencia. La felicidad, el amor y el propio proyecto son realidades humanas que muestran a la persona como abierta a la inmortalidad. Lo que soy es mortal, pero quien soy consiste precisamente en pretender ser inmortal. La pretensión de felicidad lleva en el fondo la esperanza de la vida perdurable. El carácter futurizo de la vida humana reclama la inmortalidad, la raíz de esta petición de perduración está en la continuidad del proyecto vital y en la necesidad interna de seguir viviendo para proyectarse. El uso en el lenguaje de “esta vida” remite a otra, a la continuidad del proyecto
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de otra vida. La felicidad tiene un carácter futurizo como la vida misma. La felicidad tiene que ver con el desenlace de la vida como tal, en el dramatismo de la vida misma, dentro del horizonte de la muerte. Aquí interviene la fe viva que no está exenta de inseguridad. El amor es otra de las realidades que remiten a un más allá. Dejar de amar sería contradictorio, en ello juega un papel importante la ilusión por la persona amada, ésta es irrevocable, resulta inimaginable su aniquilación: el hombre descubre su afán de inmortalidad, es mayor cuanto más grande es el amor que se tiene a alguien Este afán de inmortalidad es, primariamente, necesidad de la inmortalidad ajena, porque si el amor es tal, reclama la eternidad y la irrevocabilidad, de lo contrario sucedería lo que con la felicidad, el amor sería un engaño. Sólo cabe felicidad perfecta si se espera en la inmortalidad. ¿Qué tipo de felicidad es la que acaba? Hay en el hombre una clara convicción de trascendencia. En el fondo el fundamento que sostiene la vida humana no es el mundo, es Dios. Si no hubiera otra vida poco interesaría Dios y si no hubiera Dios poco interesaría la otra vida. La persona es siempre aventura. Por su carácter viniente, no está nunca acabada y, como se ha visto, ello se advierte en el rostro dispuesto hacia delante y siempre cambiante. Pero es también irrevocable. La irrevocabilidad de la vida la trasforma en una apuesta, pues futurizo significa sin retorno, siempre en marcha, pero hacia delante, ello se ve en la sexualidad y en el matrimonio, no se puede regresar atrás en un proyecto cuyo centro es el otro. Todo lo anterior revela que el hombre es persona: una presencia espiritual o un misterio que se revela parcialmente a través del cuerpo.
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5. La evidencia del cuerpo Sólo hay un templo en el mundo, y es el cuerpo humano, cuando nuestra mano toca el cuerpo, realmente toca el cielo. Novalis La manera de estar en la realidad es el cuerpo. El hombre está implicado en el espacio principalmente de forma corpórea o por el soporte corpóreo.35 El cuerpo es la realidad más inmediata de la experiencia.
La instalación corpórea La corporeidad es una noción más amplia que cuerpo, implica una subjetividad, una identidad personal bajo el aspecto material. Se podría decir con Ortega que el hombre exterior está habitado por uno interior. La corporeidad es expresión de una interioridad, el cuerpo humano está impregnado de humanidad. Ser corpóreo es estar irremisiblemente en el tiempo y el espacio, en continuo movimiento.
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Cuerpos son todas las cosas sensorialmente perceptibles. Características de los cuerpos son la extensión y el llenar un espacio limitado y oponer resistencia a otros cuerpos o posesión de una impenetrabilidad ante otros cuerpos: extensión e impenetrabilidad son solamente notas del cuerpo macro cósmico y no de los componentes atómicos cuya doble naturaleza como partículas localizables y como ondas y campos electromagnéticos parece indicar que estos objetos, a diferencia de los cuerpos macro cósmicos, no son configuraciones espaciales y temporales, y por ello no pueden describirse adecuadamente con las categorías de espacio y tiempo. No obstante, constituyen los cuerpos macro cósmicos, de ahí que no se reduzcan a espíritu. Sobre la esencia de los cuerpos, para el atomismo; los cuerpos como pura extensión; el hilemorfismo: que reconoce un principio en los cuerpos, de materia y forma. Para Tomás de Aquino “omne compositum ex materia et forma est corpus” (Summa Theologiae, I, q. 3, a. 2, se c.). Hay una diferencia en los cuerpos, entre lo orgánico y lo inorgánico, respuesta que debe darse desde una nueva impostación de la filosofía de la naturaleza. El acercamiento a los cuerpos es diferente según las diversas ciencias: filosofía, física o matemática. Cfr. F. SELVAGGI, Filosofia del mondo. Cosmologia filosofica, Editrice Pontificia Universitá Gregoriana, Roma, 1996, pp. 217, 291.
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La corporeidad es una instalación. La instalación es una estructura biográfica en la que se está o desde la que uno actúa. El verbo estar aplicado al hombre revela una estructura dinámica, no estática como se podría pensar, y hace referencia más bien a una operación. La vida es una operación que se realiza hacia delante. De ello el cuerpo es la forma de instalación más evidente y decisoria, es la primera gnota que aparece ante la persona: su propio cuerpo. El cuerpo es la forma de estar instalado hacia delante, uno se descubre ya en movimiento, la vida no empieza en cero sino descubriéndose viniente de algo previo. Esto hace de la vida una realidad biográfica (bios en griego), una historia que tejer, más que algo biológico (zoon en griego). La realidad corpórea humana significa que tiene un carácter material, por el que el hombre está enfrentado con las cosas y con los animales y los demás hombres, significa sufrir las presiones de las cosas y de los cuerpos y estar sujeto a las leyes de los cuerpos.36 Los seres vivos se caracterizan por una estructura particular, según la cual aparece como una unidad o un organismo, no una suma de formas o corpúsculos. Hablar de vida en el hombre no es lo mismo que en los animales, en el hombre tiene un carácter biográfico no biológico. La corporeidad es la forma principal de la patencia del hombre, tanto para sí como para los otros, es también la única forma como se manifiesta la persona. Dualismo. Por ello siempre está presente el riesgo de la ocultación de la persona y de la constante amenaza de cosificación del otro. La historia del pensamiento está marcada por la exageración de lo corpóreo o de lo espiritual, del animalismo o del angelismo. Para superar este dualismo algunos prefieren hablar de espíritu encarnado. Una de las amenazas en el mundo moderno consiste sobre todo en el empirismo, que, llevado al extremo, reduce la persona a lo corpóreo sin ningún sentido ulterior; el empirismo ha tenido gran éxito porque implica pensar poco, pero termina, por ejemplo, reduciendo al ser humano no nacido a una suma de células o a un “producto”. Hay muchas maneras de vivir el propio cuerpo. El hombre se proyecta al futuro sólo desde la instalación corpórea y ésta tiene algunos caracteres como la comodidad o incomodidad, no es lo mismo la juventud que la vejez, la 36
Hay tres tipos de materia: la materia elemental, que corresponde a la acción de las partículas del átomo; el segundo tipo corresponde a los átomos y moléculas; hay un tercer tipo de materia, la biológica. Ésta tiene una unidad coherencial primaria con unas cualidades muy particulares. Cfr. X. ZUBIRI, Sobre el hombre, Alianza Editorial, Madrid, 1986, p. 56.
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salud que la enfermedad, el cansancio que el descanso. Se puede llamar al cuerpo soporte carnal, hay una diferencia entre mí y mi cuerpo, entre mí y mi rostro. No se puede decir que yo sea mi cuerpo o mi cara, pero esa cara y esa carne son mías. La carne es el medio de inserción en el mundo, tiene también una interioridad, un sentido íntimo o interior con el que percibe el propio cuerpo desde o hacia dentro. A ello se le llama ensimismarse. Este sentido es más sensible en la mujer y refleja una manera femenina y masculina de vivir la propia carne.37 Cada uno está encarnado y la encarnación no debe ser entendida como un acto puntual sino como una condición propia de la corporeidad humana, que consiste en la inserción de una realidad personal en la corporeidad. En la instalación corpórea el rostro juega un papel importantísimo. El rostro es la parte del cuerpo con que uno se presenta, aunque representa una reducida porción de éste. Es por donde sale principalmente la persona. Sobre el prósopon (rostro, frente, proa en griego), habrá que regresar después.
Instalación mundana El mundo es otra gran estructura biográfica en la que se encuentra el hombre instalado, dentro del concierto de las cosas. El mundo es la prolongación 37
El término carne proviene del uso religioso en el Antiguo Testamento (bassar en hebreo y sarx en griego), en la lengua hebrea y aramea se usaba para designar la integridad del cuerpo y no sólo sus partes blandas. Designaba la totalidad del ser humano es el sentido de la expresión joánica: “et Verbum caro factum est” (Jn. 1, 14). Los israelitas concebían al hombre como una unidad que llamaban bassar o nefesh (alma) subrayando lo viviente, mientras carne ponía el acento sobre el cuerpo como ser viviente. La carne designa también la caducidad humana frente a la infinitud divina. Pablo de Tarso subraya este aspecto, identificándolo con debilidad y luego como una fuerza pecaminosa dentro del hombre (Rm. 8, 8). Jesús había dejado su carne como fuente de vida (Jn. 6, 54-61). Cfr. G. MURA y R. CIPRIANI (Eds.), Corpo e religione, Città Nuova, Roma, 2009. Más recientemente, estudiosos como Levinas o Merleau-Ponty han desarrollado la teoría de la carne, partiendo de la experiencia sobre la convicción de que la conciencia humana está definida por el cuerpo y su relación con el mundo, desarrollando la concepción de Lieb como mi cuerpo, diferenciándolo como Husserl de Körper, como cuerpo inerte y sin conciencia. Cfr. M. MERLEAU-PONTY, Phénoménologie de la perception, Gallimard, París, 1945 (M. MERLEAU-PONTY, Fenomenología de la percepción, Barcelona, Península, 1997). E. LEVINAS, Totalité et infini, Martinus Nijhoff, París, 1984 (E. LEVINAS, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca, 1995). Así se supera el cosismo realista y el subjetivismo idealista.
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del cuerpo. El mundo o cosmos es la organización de las cosas con la que se encuentra el hombre, es una interpretación de la realidad y puede ser más o menos extenso.38 Hay mundos más o menos conocidos como el molecular o el celeste, pero el mundo propiamente del hombre es el ámbito que le rodea. El mundo es ya una interpretación de cuanto hay. El hombre no se encuentra con toda la realidad, sino que ésta se presenta dosificada a través de la organización de un aparte de la realidad, a eso se le llama mundo. Cada cabeza puede percibir las cosas de manera diferente. Una manifestación del mundo son las diferentes lenguas en las que uno está instalado y la manera de instalación en la propia lengua.39 Al ser interpretación u ordenamiento de las cosas, el mundo es en parte recibido y en parte interpretación de cada
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Mundo es el conjunto de las cosas creadas o la realidad extra divina. Mientras que el concepto de creación incluye la relación del mundo con Dios, el concepto de mundo se refiere al orden de la realidad. El ser del mundo es tan independiente que puede dirigirse contra Dios, por ello en el contexto bíblico denota el poder contrario a Dios. Mundo es la totalidad de lo visible, el universo o cosmos, que se refiere al orden y de él trata la cosmología (en cuanto doctrina acerca del origen del mundo). Otro significado es el espacio vital o la totalidad de aquello que es accesible al animal, al hombre y a aquello a lo que conscientemente se refiere. Se suele hablar de la relación del mundo con Dios como de dependencia, emanación o dualismo. Concepciones del mundo son: la animista, la natural y racional, la mecanicista y la positivista. En el siglo xx se trata de regresar a una visión más humana. Maneras de acercarse al mundo son: la empírica, a través de la experiencia; la física, a través del método hipotético deductivo; la matemática o segundo grado de abstracción; en fin, la metafísica o cosmología filosófica. Ésta, a su vez, ha estudiado el mundo físico desde varios puntos de vista, como la matemática o del ente como cuanto, cinemática (el ente como móvil), la cosmología o estudio del universo material y la dinámica que estudia el ente en cuanto materia activa. Hay problemas que aquí no se tratarán, como la unidad del mismo o la conexión espacio temporal causal o de ordenación a Dios, el del orden del mundo y su finalidad, de hecho, el significado primero de mundo hace referencia a la ordenación o finalidad, su origen. F. SELVAGGI, op. cit., 21 ss.; X. ZUBIRI, Acerca del Mundo, Alianza, Madrid, 2010. Los mundos principales humanos son el de la patencia (o doxa, lo que brilla o se manifiesta inmediatamente) y el de la latencia: es decir, el mundo de lo físico y sensible y el del sentido y significado, que corresponde al de la verdad o alétheia, o desvelamiento paulatino, Revelación.
39 Hay muchas instalaciones mundanas: la de un nómada del Sahara, de un indio de la Amazonia peruana de hoy, la de un hombre medieval de una ciudad italiana y la de un habitante de una megalópolis moderna como Nueva York o México. Los habitantes de algunas pequeñas islas del Caribe o de la Polinesia, las poblaciones gélidas del norte de Noruega, etcétera.
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persona, subjetivo, de allí en parte surge el problema de la verdad, que en el fondo se da en cada uno. El mundo no es un conjunto de cosas sino una instalación que exige de la razón y una interpretación de la realidad. El tiempo humano o la historicidad se realizan en el contexto del mundo y no puede salir de él, y es por ello que sin mí no hay mundo. De esto se deriva que nada para el hombre es puramente físico o biológico o geográfico, sino cargado de interpretación. La condición sexuada del hombre no se reduce sólo a datos, sino que siempre tiene un carácter proyectivo, incluye una infinidad de realidades marcadas por lo sexuado como el vestido, el aprendizaje, la rutina diaria, los oficios o roles en la sociedad y otras muchas que rebasan el puro aspecto biológico, todo esto sólo “sale” a través del diálogo y el relato de la propia vida. ¡Cuántas relaciones amorosas y sexuales insatisfechas y monólogos por falta de conocimiento del mundo del otro! El mundo es el espacio físico connotado y cargado de interpretación.40 En el Génesis aparece la intuición genial según la cual Yahvé delega en Adán la nominación de las cosas que le rodean, en ese jardín que es el mundo, su mundo (Gn. 2, 19), pues los nombres son parte de la interpretación que se hace del mundo, el Creador le delega al hombre las cosas y la libertad de interpretarlas, de digerirlas por sí mismo. El mundo es pues el escenario de la propia vida. El mundo circundante de los hombres es infinitamente diferente al de los animales, sus círculos funcionales serían una especie de cuasi mundos, en cuanto que representan para ellos espacios en los que identifican los medios para su supervivencia por instinto, el resto no existe para ellos, baste ver la escasa o nula capacidad de adaptación de la mayoría de los animales a mundos ajenos a ellos sin la ayuda del hombre.41 El “mundo” de los animales es en general ínfimo respecto al de los hombres y en los mismos animales hay una jerarquía casi infinita. El hombre es el único animal presente en todas las latitudes del globo terráqueo y que ha salido de él, no físicamente sino 40 México, por ejemplo, no es sólo una porción de tierra formada por volcanes, tapizada de plantas y con gente encima; se trata más bien de una compleja interpretación, fruto de muchas realidades. No representa lo mismo la palabra México para una joven maya de Kantunilkín que para un viejo de Guadalajara. 41
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Sobre ello no se abundará, véase el interesante estudio de L. PRIETO, El hombre y el animal. Nuevas fronteras de la antropología, BAC, Madrid, 2008, p. 119.
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estudiando y anhelando lo que rodea la Tierra.42 Además, por la creación de instrumentos, algunos de dimensiones sobrecogedoras, el hombre ha trasformado el propio mundo. La magnitud operativa del hombre, a diferencia de los animales, no está dada, sino que es apertura; el hombre no se adapta al medio, lo adapta para sí. La instalación proyectiva del hombre sustituye y crea los órganos de los que no fue dotado por la naturaleza, con resultados cada vez más sorprendentes.43 El hombre se viste como una prolongación de la figura morfológica. Con relación al mundo, la visión es por excelencia el sentido griego (piénsese en la doxa y alétheia), el oído en cambio el sentido hebreo (el primerísimo de los mandamientos es el de “escuchar”). Una realidad que juega un papel importante en la escucha del propio cuerpo es el placer.44
Instalación biográfica El cuerpo es histórico y su estructura somática revela ya el misterio, está volcada hacia delante y hacia arriba, esto no es indiferente, refleja su instalación, 42 En este tema hay estudios específicos desde una reflexión filosófica como el de A. MACINTYRE, Animales racionales y dependientes, Paidós, Barcelona, 2001. Otro de los grandes estudiosos del cuerpo y de su mundanidad desarrolla la fenomenología parecida partiendo de la percepción y de la colocación del hombre en el mundo, es decir, el mundo entendido como “la chose et le monde naturel” y “le monde humain”, concretamente, “l’êtrepoursoi et l’êtreau monde”. Véase M. MERLEAU-PONTY, op. cit., pp. 252, 463. 43
Esto se ve claramente en los instrumentos que usa el hombre para crear y trasformar la realidad circundante, como la infinidad de aparatos, mucho mayores que él, pero adaptados a su estructura somática como los rascacielos, las presas, la maquinaria de la construcción o las plataformas petroleras.
44 Hay actividades que provocan placer y éste es una consecuencia de estar bien en la relación con el propio cuerpo, expresa afinidad entre el cuerpo y la actividad que lo provoca. El que resulta del logro de los propios proyectos vitales es más propio que el que producen las cosas y está relacionado con la felicidad. Ha habido épocas que desconfiaban del placer por una visión pesimista del cuerpo a favor del espíritu, hoy se lo mira con cierta desconfianza con una vaga pecaminosidad por los criterios del utilitarismo y el económico. Todo ello implica, por ejemplo, una relación conflictiva con el propio cuerpo y evidencia la necesidad de una nueva perspectiva respecto al cuerpo, comenzando por el propio.
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tiene un frente y un detrás, sólo se puede ir hacia delante, piénsese en la estructura que normalmente se adopta para las relaciones sexuales o para amamantar. Hay partes del cuerpo que no se pueden ver o tocar, hay otras que se adornan, otras, en fin, en la mayoría de las culturas que se esconden. Esto significa que el hombre se vuelve hacia el cuerpo, convirtiéndolo en objeto de una serie de acciones y cuidados. Un fenómeno actual es el de no estar a gusto en el propio cuerpo o el de seguir obsesivamente estereotipos impuestos por ciertas sociedades, esto le quita espontaneidad a la vida y convierte la alimentación en un martirio de tipo religioso, sobre todo en las mujeres. El cuerpo va revelando que el ser humano es una presencia especial, el cuerpo manifiesta muchas realidades de quien lo habita, pero oculta muchas otras. De una persona no se puede decir que se la conozca nunca. Eso es la persona, el cuerpo presupone un fondo espiritual. El cuerpo es histórico: no es cualquier cuerpo sino un cuerpo que acontece, un cuerpo vivo, va mucho más allá del mero tener. El cuerpo es instalación y es vectorial: la magnitud en el hombre no está dada, sino que es abierta y cambia según las condiciones, es una flecha con una dirección. El rostro es el frente de la persona, hacia donde se camina, expresa futuridad. No en vano se escogió la palabra rostro (prósopon, en griego y persona en latín) para designar a Dios y después al hombre. El rostro, la cara o prósopon, como parte del cuerpo que normalmente no se cubre. Para relacionarse el hombre da la cara, no se suele hablar de espaldas y cuando se hace es porque no se quiere dar la cara o se encuentra uno ante una situación incómoda. ¡Cuánto misterio hay en el fondo de los ojos de cada persona! Éstos son especialmente expresivos: revelan la historia de la persona. Uno se puede perder en los ojos del otro sin hablar, los ojos de un niño son desnudos, estrellas de mar para quien no tiene brújula en la vida. Cuántas veces se ve en los ojos del otro a un ángel que nunca podrá volar, parafraseando al poeta napolitano. Quién sabe si son claros u oscuros los ojos de Dios, cómo habrán sido los de Jesús o cómo soñará quien tiene la noche dentro de los ojos. En los ojos están las huellas de una vida entera, lo que la memoria no retiene ya. Hay ojos que dan miedo en la oscuridad, para saber la verdad basta mirar a los ojos; hay ojos de hielo y de serpiente y ojos difíciles de interpretar, cargados de secretos, otros de esperanzas y otros de desilusión; ojos que no
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hablan de nada y los que no se pueden olvidar. Los ojos son el punto donde se mezclan el alma y el cuerpo, decía F. Hebbel. Las manos son como un resumen del cuerpo: tienen un frente y un detrás, se pliegan hacia dentro y no hacia atrás. El lenguaje está lleno del simbolismo propio de las manos: al necesitado se tiende o se echa una mano, los amigos se estrechan la mano, tomarse de las manos es un gesto de solidaridad. El padre coge de la mano a su hijo para enseñarlo a caminar; hay quien lee en las manos el destino, como en las estrellas. Las manos hablan, curan, rezan. En el simbolismo vital referente a las manos hay expresiones como estar de manos atadas, manos heridas, tener las manos sucias. Hay saludos mezquinos, cuántos políticos y depravados hay de manos largas, existe la expresión lavarse las manos, hay manos que ahorcan, manos asesinas, manos despiadadas que aniquilan y manos avaras. Se habla del calor de un abrazo, o de tocarse el corazón. Hay manos que huelen a mar, otras a tierra y otras a pan. Como signo de aprobación se aplaude, chocando las palmas.45 Agustín decía: “si necesitas una mano, recuerda que yo tengo dos”. En el lenguaje corporal hay una gran significación, piénsese en lo que significan en Occidente las manos en los bolsillos, las manos cruzadas por delante de la zona púbica, estar de brazos cruzados, las manos sobre el pecho acostado, el gesto de alto con la palma, todos los insultos desde los inocuos a los obscenos. El cuerpo tiene un carácter narrativo, el mundo personal no es estático sino genético, sin principio (sólo se es testigo del principio de los demás, no del propio) pero con una paulatina constitución. El mundo personal no se va construyendo o haciendo sino descubriendo a través de la razón, de la caricia y del encuentro con la interpretación del mundo proveniente de los demás en forma de vigencias. El cuerpo más que biológico es biográfico.
45 E. DE CRECENZO, en http://artists.letssingit.com/eduardo-de-crescenzo-lyrics-mani-prp2dl4#ixzz2mRRiDkyO.
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6. Cuerpo sexuado El amor no es el resultado de la satisfacción sexual, más bien la felicidad sexual es el resultado del amor. E. Fromm Es admirable que raramente se haya estudiado al hombre como una realidad sexuada, porque la realidad es que no hay ser humano que no esté instalado en uno de dos polos posibles. Sólo algunos teóricos del amor humano se han aventurado por el campo de la antropología viendo con claridad esta disyunción humana.46 Que en muchas lenguas se designe al género humano con el término hombre, el mismo que designa al varón, empeora las cosas. Introduce una ambigüedad y una inclinación a favor de lo masculino, hasta llegar al extremo de concebirlo como el prototipo de lo humano; la mujer sería una realidad derivada y secundaria, como si fuera en inverso o reverso del hombre, oscureciendo la realidad polarizada en dos formas de ser. El “ser humano” es bisexual, pero el “ser humano” no existe, a cada uno le toca estar en uno de dos polos posibles. Por eso, hablar del “hombre” no añade nada, es una mera abstracción.
Polaridad y disyunción En el propio sexo ¿uno nace o se hace? Esta pregunta tan común es simplemente inadecuada y ha dado origen a muchos abusos. Sexo (del latín seca-
46 En esto Julián Marías es uno de los pioneros, otro es K. WOJTYŁA con su obra Amor y responsabilidad y Persona y acción, culminando con lo que se ha llamado después la teología del amor. K. WOJTYŁA, Amore e responsabilità. Morale sessuale e vita interpersonale, Marietti, Milán, 1980; GIOVANNI PAOLO II, L’amore umano nel piano divino. La redenzione del corpo e la sacramentalitá del matrimonio nelle catechesi del mercoledí (1979-1984), G. MARENGO (Ed.), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2009 (traducción española, SAN JUAN PABLO II, El amor humano en el plan divino I-III, Instituto Juan Pablo II para la Familia/Libreria Editrice Vaticana /San Pablo, México, 2014). En palabras de Manuel Burgos, hay casi una coincidencia en la concepción de persona y amor sexuado entre Marías y Wojtyła. Véase J. M. BURGOS, El vuelo del Alción, Páginas de espuma, Madrid, 2009, p. 157 ss.
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re, sectum) significa separación o separado por tanto hace referencia a una disyunción, al hecho de que se puede ser humano según una de las dos posibilidades. Es más bien de una instalación, en la que estoy colocado y desde la que me hago: no soy libre de mi sexo, pero estoy llamado a afrontarlo libremente. Esta instalación es la condición sexuada, quizá la más radical de todas las que componen al hombre. Yo, cada uno, está instalado en una condición sexuada. A ella se llega por la observación. La condición sexuada impregna toda la persona en muchos estratos. La sexualidad aparece de modo eminente en el cuerpo como una condición y el cuerpo sexuado es una evidencia. Pero va más allá del cuerpo, es interpretación, instalación e identidad, ser corpóreo es ser sexuado. Esta diferencia no es diversidad, es respectividad (de res-picio, mirarse de frente), como lo blanco respecto a lo negro, dualidad, correspondencia, y se manifiesta en todas las dimensiones del ser humano como si fueran capas. Aquí hay dos pasos que dar, primero identificar esas dimensiones o capas y, segundo, tratar de descubrir el sentido y significado de cada dimensión. Primero hay que distinguir lo sexuado de lo sexual. Lo sexuado permea todas las dimensiones de la persona, no se reduce a ciertos actos. Lo sexual se refiere a los actos y al ejercicio que implica directa o indirectamente la genitalidad. Todas las relaciones son sexuadas, muy pocas lo son sexuales. No se trata de datos (datos significa lo dado, lo concluido y estático, como en los animales o las cosas), sino de dimensiones o gnotas (gnotas, en cambio, son puntos de partida, manifestaciones, dinamismo) a las que hay que darles sentido desde el núcleo interior o la persona, o sea, yo. Gnotas es algo siempre por conocer. Capa fisiológica. Ésta se manifiesta en cuatro niveles: el nivel genético es ya una brújula de la respectividad humana y consiste en que cada célula del cuerpo humano está marcada por la identidad masculina o femenina en su información cromosómica. La desigual producción de hormonas entre varón y mujer apuntan ya a una complementariedad asimétrica, es el segundo nivel, gonádico. Otro nivel de la sexualidad —dentro de lo biológico— es el genital, en el que se advierte una correspondencia entre los sexos: los órganos sexuales son diferentes en varones y mujeres, ocupan diferente proporción respecto al cuerpo; en el varón los órganos son externos mientras que en la mujer son internos y ocupan proporcionalmente mucho más espacio. Hay finalmente en lo biológico un nivel morfológico, a simple vista se aprecia
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esta diferencia: diferente proporción de tejidos, estatura, la voz, la vellosidad y los cambios morfológicos asimétricos, como los pechos o los genitales masculinos. Hay que preguntarse por el significado y el sentido de esta diferencia en los seres humanos. En el ser humano la sexualidad va mucho más allá de lo puramente animal. El hombre no es un ser estático, en él no hay datos sino gnotas: aspectos que denotan y requieren de un significado. Así, el drama de la sexualidad humana se revela en otras dimensiones que van más allá de lo biológico. La dimensión biológica parece tener un significado unitivo, de placer mutuo y procreativo. Ya desde los aspectos biológicos se advierte la necesidad de lo estrictamente humano que es el amor. Aunque amor significa muchas realidades, ya desde aquí se ve que implica diálogo. El cuerpo femenino es diferente del masculino y se viven de manera radicalmente diferente. En la relación mutua, se han de tener en cuenta los ciclos, la proporción de hormonas y de tejidos, la disposición de los órganos y las demás diferencias como el estado anímico que generan, de lo contrario es el uso del otro. La complementariedad es asimétrica, no espontánea, las relaciones entre hombres y mujeres requieren mutuo conocimiento, comprensión y trabajo personal. La dimensión biológica parecería la más animal de las dimensiones y, por tanto, reducible a instinto puro, sin embargo, requiere de mayor humanidad. El cuerpo masculino o femenino se vive de manera diferente, esto significa que la dimensión biológica supone las otras dimensiones. El tamaño y posición de los órganos genitales ha sido interpretado, en general, como actividad masculina (penetra) y receptividad femenina (se deja penetrar), habrá que ver si eso es verdad. Hay una diferencia radical en la periodicidad. El varón no vierte su semilla sino con placer, así se puede hablar de egocentrismo masculino y de abnegación femenina al verter ésta su semilla mensualmente de forma desinteresada. El hombre no fecunda sin gozar, la mujer puede ser fecundada sin goce. Respecto a la virginidad, en el varón el primer acto sexual no deja huellas, carece de importancia práctica y la virginidad no tiene mayor significado; muy diferente sucede en la mujer: la iniciación en el acto sexual produce modificaciones anatómicas irrevocables, este fenómeno ha dado un peso ético a la virginidad femenina que no existe en el hombre.
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¿Es lo mismo ser padre que madre? La paternidad no cambia el cuerpo, no tiene una traducción corporal. Eso ha llevado a una cierta despreocupación masculina, en lo biológico no es más que un episodio.47 En cuanto a la duración de la vida genital, el varón puede procrear indefinidamente, la mujer termina su vida genital en torno a los cincuenta, esta realidad causa indiferencia y sensación de superioridad en el varón e inquietud por el porvenir en las mujeres, ha sido interpretada como una inclinación masculina a la poligamia y en la mujer a la monogamia.48 Schopenhauer afirma con crudeza que el amor en el hombre disminuye a partir de que ha satisfecho el deseo sexual, en cambio en la mujer aumenta, de ello saca que el adulterio es menos perdonable en la mujer que en el hombre por derivarse del matrimonio la fidelidad en la mujer pero no en el hombre. La verdad que se desprende es que la relación sexual se vive de manera diferente, dos orgasmos siempre serán dos, nunca uno. Las manos —una parte del cuerpo tan “neutra”— son diferentes no sólo en el tamaño o forma sino, sobre todo, en su expresión, las manos son femeninas o masculinas, se adornan de manera diferente, sus movimientos y posturas son sexuadas, hay una real diferencia entre una caricia femenina y una masculina, representan un resumen del cuerpo y son percibidas de manera radicalmente diferente por niños y adultos. Finalmente, la percepción del propio cuerpo es diferente por la diferente proporción de tejidos, en la mujer la proporción de grasa es mayor y en el hombre los huesos y los tejidos tienen mayor proporción muscular, el varón en promedio es quince por ciento más alto que la mujer. Esto lleva a otras cuestiones como la alimentación, las necesidades masculinas son diferentes de las femeninas, las cantidades son diferentes y la tolerancia a ciertas sustancias —como el alcohol— es menor en las mujeres por razones obvias. Con ello se ve que la sexualidad no es algo instintivo, desde sus dimensiones más biológicas está orientada al amor, al diálogo y a la donación y entrega mutua, siempre está el riesgo de usar al otro. Requiere de toda una educación al amor, aprender mutuamente y crecer juntos, descubrirse y revelarse
47 En el terrible drama del aborto, en general se descarga la responsabilidad únicamente sobre la mujer. Igualmente, los casos de adulterio o falta de virginidad han sido vistos y castigados desproporcionadamente en perjuicio de las mujeres. 48 Para profundizar en estas dimensiones, véase el amplio estudio de M. VIDAL, Moral de actitudes II-II, PS, Madrid, 1990, p. 237.
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a través de las gnotas, y esto hace referencia inmediata a la historia personal, a lo biográfico por encima de lo biológico. La capa biográfica. Se refiere a la configuración sexuada que la persona va haciendo de sí misma a partir de la relación con los otros y de la visión que va teniendo de sí misma a partir de los encuentros con el sexo opuesto. Se trata de una toma de posesión de sí misma que va logrando la persona a partir de experiencias radicales. Las experiencias radicales son encuentros que marcan de raíz a la persona en su historia. Estas experiencias se dan, por ejemplo, en la infancia: el niño descubre lo que es a través del otro sexo. Los niños distinguen entre adultos y otros niños y entre varones y mujeres, pero hay un momento en que se sienten instalados en una de estas posibilidades. La pubertad suele ser otra etapa de encuentro y forja de la propia identidad sexual: ante los cambios en el propio cuerpo y en los otros chicos y chicas de forma asimétrica, se suscita la curiosidad acompañada de cierta timidez y temor por lo irrevocable de estos cambios y empieza a contemplarse el encuentro intersexual como una posibilidad vital, estos encuentros van acompañados de la exploración del propio cuerpo y el del otro, en una apasionante y gradual apertura existencial al mundo de lo sexuado. Otras se dan en la adolescencia, el matrimonio suele consistir en una experiencia radical, sobre todo para las mujeres. La sexualidad tiene mucho que ver con el significado que cada uno da a la propia vida, cada uno está instalado en una convicción sexual, se identifica con ella y desde ella realiza todas las actividades humanas, incluidas las estrictamente sexuales. La sexualidad se presenta así como lenguaje de la persona. Las experiencias radicales revelan la importancia de una adecuada formación y de la cercanía y amor que deben rodear a todo ser humano, principalmente en las primeras fases de su frágil existencia. Muchos niños crecen como cachorros solitarios por culpa de los adultos. Otros niños y adolescentes se ven arrastrados a lo que los adultos hacen o imponen a través de las modas o programas, quemando etapas valiosas de autodescubrimiento. La relación con el otro como sujeto exige un gran equilibrio y atención para no usarlo y revela que la sexualidad humana no se entiende sin el amor, un amor de benevolencia que es la búsqueda del bien del amado y no su uso,
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amar es lo contrario de usar.49 Igualmente apela a la amistad y a problemas tan grandes como la reciprocidad y la educación amorosa y, en el fondo, la vocación de la persona. La capa psicológica. El ser humano es un frágil y difícil equilibrio. Esta tercera dimensión se refiere a la hermenéutica o interpretación de uno mismo a partir de la diferencia sexual. Si la dimensión biológica es una fuente inagotable de admiración y la dialógica revela lo dinámico de la vida humana, en esta dimensión se manifiesta la importancia de lo sexuado en la configuración de la persona, a partir de la diferente vivencia del cuerpo y de las experiencias. El pensamiento masculino suele ser más discursivo, el femenino más narrativo e intuitivo. El lenguaje masculino es más directo y unilateral, el de la mujer más descriptivo y narrativo; el varón cuenta cosas, la mujer se cuenta a sí misma; cuando se afirma que la mujer es complicada significa que co-implica más realidades; la conciencia visual en la mujer es —en general— más amplia, por ello se dice que los varones ven por partes y la mujer puede realizar más cosas al mismo tiempo. Las realidades humanas, como los celos y los egoísmos, se viven de manera muy diferente; en los juegos del amor hay expectativas diferentes en las mujeres respecto a los varones y viceversa, mientras unos esperan un encuentro sexual, ellas pueden desear más una relación de cariño y amistad, aunque los modelos actuales quieren borrar las diferencias e imponer comportamientos masculinos en las mujeres; la mujer puede percibir la brusquedad masculina como agresiva y el varón desorientarse ante la fluctuación femenina. La lectura absolutamente personal que cada uno hace de sí mismo, con base en la experiencia del cuerpo y de las relaciones van configurando la propia historia y a la vez exigiendo nuevas decisiones, revela lo mistérico del ser humano. El peso de las experiencias radicales es decisivo para la persona, pero no es determinante. Cada uno está llamado a sobreponerse a sus experiencias. Una sana psicología armoniza el cuerpo, el alma y el espíritu, éste no enferma y es donde se da el sentido a la propia vida. Una “psicología sin espíritu” corre el riesgo de esclavizar a la persona en su pasado.50
49 K. WOJTYŁA, Amor y responsabilidad, Palabra, Madrid, 2009, p. 22. 50
E. LUKAS, op. cit., p. 21 ss.
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Lo sexuado en el hombre manifiesta el peso de lo vivido y, a la vez, que no es un ser abandonado a su destino (solución trágica); muestra la fragilidad del ser humano y también su grandeza, sin embargo, no es un aparato psíquico destinado a averiarse, ni un animal de necesidades instintivas. El cuerpo y los órganos actúan, pero es la persona espiritual la que decide el rumbo que toma. Las experiencias sexuadas pesan sobre la persona, pero no determinan su historia, siempre hay espacio a la libertad de decisión: una infancia infeliz no causa una persona violenta, más bien exige una toma de conciencia y una decisión. La dimensión psicológica manifiesta la importancia del diálogo franco y del mutuo conocimiento, sin los cuales no se da una historia de amor. La mayoría de los fracasos amorosos comienzan en la falta de comunicación: conversación no es sinónimo de comunicación, las palabras fundamentales tienen significados diferentes para hombres y mujeres, piénsese en las palabras amor, matrimonio, familia, sexo y otras. Ante las experiencias vividas en el pasado, como la angustia o una infancia infeliz, hay que tener en cuenta que donde no hay posibilidad de elección no hay culpa, pero, a partir de éstas, hay que construir a futuro. Es esencial una buena educación sexual al amor, en esto la dimensión psicológica apela al espíritu. Sin el sentido en la apertura y donación al otro, la persona corre el riesgo de reducir la vida al bienestar y la autocompasión o quedarse atascada en pensamientos negativos o en fases de la sexualidad. Esta dimensión revela también la dialéctica que hay entre carácter y personalidad, el carácter no se escoge y, más que librarse de él, hay que encauzarlo a forjar la personalidad con trabajo, eso es muy diferente que dejarse llevar por los instintos, requiere de un conocimiento de sí mismo y de trato consigo mismo. Capa existencial. Consiste en la instalación que cada persona va logrando en lo sexuado y desde la que proyecta la propia vida. Es lo que comúnmente se conoce como identificación, cada uno vive instalado en uno de los dos sexos y desde él vive la propia historia con sus experiencias. Al ser cada persona absolutamente diferente e irrepetible, la vivencia de la sexualidad es igualmente irrepetible e intransferible. La sexualidad —como la persona— tiene edades y la vida consiste en una continua actualización en la propia instalación sexuada. Aquí se pueden dar los estados intersexuados, depen-
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diendo de la lectura que cada uno hace de su sexualidad con base en sus experiencias radicales conscientes o inconscientes. Capa cultural. Se refiere a la interpretación que se hace acerca de lo sexuado, desde las culturas y desde las religiones. La capa sociocultural. Es la que asigna los papeles de lo masculino y lo femenino en las comunidades o sociedades, según la época histórica; ya se han mencionado en parte. Es el complicado mundo de las vigencias en lo sexual, lo que una determinada sociedad dicta respecto al comportamiento sexual. Las vigencias se mueven en el nivel de lo social, exigen de cada uno elevarlas al nivel de lo estrictamente personal, ello exige un fino sentido crítico para salvar las que potencien la dignidad humana y desechar las que no vayan en esa dirección, aquí se pueden dar dos extremos, ver en las vigencias una imposición que violenta el propio modo de ser o limitarse a obedecer las normas y costumbres de la sociedad tal como se la ha encontrado. La sexualidad en este sentido contribuye a configurar la realidad social. También se ve la necesidad de cambios, aunque estos cambios no dignifican a la persona si se basan sólo en la imitación, guerra de sexos o aspectos técnicos. Capa mistérica. La sexualidad siempre ha estado relacionada con lo divino, como una participación de la naturaleza divina o como la expresión de fuerzas ocultas y superiores ligadas a los dioses, con infinidad de mitos y celebraciones. En segundo lugar, hay dos formas de vivir el ámbito del misterio, lo masculino y lo femenino, la religión se vive como varón o como mujer. La sexualidad, al estar siempre impregnada de un halo de misterio, tiene como consecuencia que la celebración del matrimonio haya tenido siempre un carácter sagrado, con unas ceremonias religiosas y públicas, a través de las bodas y sus ritos. Esto habla de la sexualidad como un terreno de apertura al misterio, íntimamente relacionada con la fecundidad, la procreación, la trasformación del mundo y la divinización del hombre.
Respectividad y proyecto Se habrá advertido que según se va adentrando uno en las primeras capas a lo mistérico, más espacio se va dando a la decisión libre y personal y a su vocación irrepetible al otro, llamadas a interpretarse y armonizar en su propia vida, por ello hay tantas formas de vivir la sexualidad como personas,
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con el otro. Esa honestidad lleva a descubrir que la sexualidad no es un fin en sí mismo sino la brújula de su vocación a amar. No puedo cambiar mi cuerpo, pero elijo cómo vivirlo. Las dimensiones o gnotas de lo sexuado se presentan como una cadena en la que cada eslabón llama al otro. Se descubre que uno no es algo qué manipular, sino alguien llamado a amar. La vida consiste en ir hacia delante sin parar, es una saeta lanzada qué direccionar. Como una flecha, con un núcleo interior “donde” se alojan las decisiones, donde se decide si ir o no al blanco y cómo ir, donde se da razón de uno mismo. Por eso, más que de datos, se está hablando de gnotas. Cada uno está llamado a interpretar las gnotas como se presentan, sin quedarse en el nivel psíquico (del bienestar) o el social, sino viviendo en el estrictamente personal. La sexualidad es la instalación desde donde se actúa el proyecto, es el trampolín desde donde cada uno proyecta su vocación al amor, pues parece que la vocación última del hombre es el amor. Ya desde aquí se advierte que la vida es lucha y no se puede abandonar al instinto, que la relación no es espontánea ni simétrica, sino que tiene que trabajarse y que la vida es una estructura abierta, proyecto hacia delante, futuriza, siempre inmadura y por hacerse y, por tanto, libre. Las dimensiones de la sexualidad manifiestan que el ser humano es continuamente alguien todavía por hacer, una realidad metaproblemática que requiere de equilibrio, reflejan la diferencia abismal que hay entre los seres humanos y los animales. La sexualidad humana es un punto de partida para hacerse a uno mismo, está llamada a la donación de sí, tiene aspectos objetivos, pero se resuelve en la propia conciencia como una tarea y un proyecto qué descubrir juntos, sí, pero de alguna manera en absoluta soledad; se ha dicho ya que dos orgasmos siempre serán dos, nunca uno. La sexualidad no se soluciona con técnicas, métodos, sustancias ni normas impuestas desde fuera; pero tampoco es algo moldeable al capricho de cada uno o de la propaganda. A la forzosidad fáctica con la que se me impone lo sexuado corresponde mi decisión de cómo vivirla a la luz de la vocación nupcial del cuerpo. Con la sexualidad sucede lo que con el resto de la vida: ya está allí, yo estoy llamado a resolver. Es un proyecto a partir de lo que hay y de lo que se presenta.
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Cuerpo nupcial y misterio El cuerpo es relacional y convivencial, no se entiende sin su relación a los otros, comenzando por su existencia. Esto lleva a otra realidad, el cuerpo es simbólico (symbolón en griego es la mitad de un objeto roto que hace referencia al pedazo que le falta), el cuerpo masculino es, por así decir, una mitad a la que le falta el femenino, es un símbolo de lo femenino, lo pide. En el cuerpo se descubre la excentricidad humana, parece que el centro del hombre está siempre fuera de sí. Esto revela la vocación humana al amor. En la sexualidad humana todo apunta hacia el amor. Lo propio del varón es la andreía, valentía o valía —de valer— sin la cual está en desventaja y por debajo de sí mismo. No se trata de poder físico o potencia sexual, sino de verdadero sentido de inteligencia y dominio de sí, de poder y riqueza como capacidad de dar más que de acumular —no es más rico quien más posee sino quien más da. La verdadera valía del hombre se refleja en el rostro y, en general, en el cuerpo a través de la gravedad o ponderación, ambas se refieren al peso que un hombre tiene sobre sí mismo. En cambio, lo específico de la mujer parecería ser la gracilidad. Es una síntesis entre belleza y movimiento: la belleza es la característica y especificidad de la mujer, no se trata sólo de una belleza física sino metafísica o belleza personal o integral, consiste en una serie de cualidades que hay que trabajar. La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora, decía Ortega. La mujer bella da la sensación de movimiento y ligereza y levedad respecto al hombre, y tiene sus manifestaciones en el pudor y la intimidad. Metafísica significa que es belleza de la persona como tal en su conjunto y no se reduce a modas, modelos o cánones impuestos por las distintas épocas, por buenos que sean. La gracilidad está relacionada con el movimiento, contra la pasividad que a veces se le atribuye, ella pone en movimiento al hombre y tiene una dimensión estable y estabilizadora que hace al hombre “tocar tierra”, “hacer pie” o “sentar cabeza”. En el libro del Génesis se dice que la mujer toma la iniciativa y el hombre la sigue. De la gracilidad emana la admirable fortaleza moral de la mujer en general, de hecho, la mujer suele ocuparse más del hombre que viceversa, y por ello tiene mayor oportunidad para observarlo en su vivir. Esta belleza se refleja en la capacidad de acogida. El varón está más volcado hacia lo que pasa. Esto puede repercutir en la felicidad de la mujer que está más cifrada
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en sentirse amada y acogida, y esto no siempre lo percibe el varón, requiere esfuerzo y trabajo. Que muchas mujeres no sean bellas en este sentido no significa que esto no sea verdad, hay muchos hombres sin valor y sin gravedad, ello confirma que no es un dato (dado) sino una tarea de ambos. Parece que la vocación de la mujer es constituir un espacio habitable, es ella “la creadora de la casa». La mujer es la «llamada de la vida» a penetrar y quedarse en ella. Es el espacio forjador de vida, de amor, de sabiduría. La mujer es un «adentro» pero abierto como un patio o un jardín cerrado (hortus conclusus); en ella se puede entrar, permanecer y salir. Así, todo espacio habitable, sea el templo, el hogar o la ciudad, son el reflejo de lo femenino y la mujer puede expresar su ser a través de ellos, es capacidad de darse. Esta vocación al amor es absolutamente personal. Ha habido épocas en las que las cuestiones sexuales han sido resueltas “desde fuera”. Hoy existe una especial sensibilidad por la libertad y lo personal, pero se puede caer en el relativismo. La sexualidad no se puede resolver sino en la libertad, la honestidad radica en hacerlo escuchando las gnotas y encauzándolas al propio proyecto y desembocando por tanto en un amor auténtico. Su cauce natural es el matrimonio pues todo cuerpo es nupcial. La sexualidad humana no es algo estático sino dinámico: tiene edades y está marcada por las experiencias radicales: aquellas que cambian de raíz a la persona. La sexualidad es esencial en el significado y sentido que la persona da a la totalidad de su vida, de allí la importancia de una pedagogía que respete las etapas de la persona, sobre todo en la infancia y en la adolescencia, atentos a las invasiones ideológicas y a lo que algunos adultos imponen como vigencias y que poco tiene que ver con lo que realmente quiere la persona. La sexualidad humana no es fin en sí misma, requiere de educación y crecimiento. Hay que evitar dos extremos: juzgar a las personas sin conocer su historia personal, aplicándoles esquemas estáticos, y aceptar como bueno cualquier comportamiento sexual por ser original. El fracaso en el amor comienza cuando los hombres esperan de las mujeres que sean como sus amigos y viceversa, cuando la vivencia del cuerpo es radicalmente diferente. En ella es urgente el diálogo y está llamada a una biografía de dos personas: a proyectarla en una historia sola de dos en la que ambos se asumen como un proyecto mutuo, en el que el otro es la empresa de la vida y se le promueve por sí mismo. El diálogo a veces consiste en el silencio de las cosas negativas, a veces —sobre todo las mujeres— se cae en
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el error de volver a las culpas del pasado, cuando es mejor olvidar. Hay que hablar de los proyectos hacia delante y apoyados en las vivencias constructivas del pasado sin atascarse en pensamientos negativos, a eso se refería García Márquez cuando decía que en el matrimonio es mejor no dialogar.
Formas deficientes El primer error es concebir la sexualidad humana como un accidente y no como una condición sexuada en la que se da lo sexual; reduce la sexualidad a algo que hay que manejar con las facultades superiores, se reduce lo sexual a los órganos sexuales, termina por cosificar al ser humano y busca “salvar” la sexualidad a través del matrimonio; éste es para aquellos que no son capaces de la renuncia. Reduce la sexualidad a una fuerza pulsional que mantener gobernada por el matrimonio. Con ello se reduce el matrimonio mismo a un contrato y a pura responsabilidad. Ve la sexualidad como una realidad totalmente objetiva sin dejar espacio a la solución absolutamente personal. El lector ya habrá advertido que esta obra trata de superar esta visión del matrimonio y afrontarlo más bien como una vocación amorosa en lugar de verlo como un contrato que termina buscando el amor fuera del matrimonio. Éste es el núcleo de los problemas amorosos desde hace siglos, al menos ocho siglos. Otro error consiste en reducir lo sexuado a un matiz o grado dentro del abanico enorme de posibilidades que iría desde lo más masculino (o “macho”) hasta lo más femenino. Como si se tratara de una gradación de intensidad entre dos polos o una gran diversidad dentro de la cual se colocan los seres humanos reales; más que de sexualidad se habla de género. Hay que valorar las intenciones de quienes explican así la sexualidad, tratando de rescatar la absoluta individualidad del ser humano y su vivencia sexual, pero prescinde de la diferencia, que es algo evidente. Se puede hablar de estados intersexuales, pero esto confirma que la sexualidad no es sólo animalidad sino interpretación y proyección. La diferencia sexual es insuperable, pero está llamada a vivirse de manera personal.51 51
Se puede hablar de esos estados intersexuales sólo si éstos responden a la significación biográfica que cada uno imprime a la propia vida con los ingredientes que ella trae, con el azar y con la edad correspondiente, dándole un peso biográfico de autenticidad.
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Un error grave es el de reducir la sexualidad y, en general, la corporeidad humana a lo puramente biológico, a lo zoológico. Esto se manifiesta por ejemplo cuando se pone la conducta de los animales como modelo de la conducta humana para justificar comportamientos en materia sexual. Otra manifestación de esto es querer moldear la sexualidad al propio antojo. La consecuencia de esto es solucionar la sexualidad con técnicas, aparatos, recetas, pasos y consejos meramente externos. De allí la obsesión por el igualitarismo que se busca entre hombres y mujeres y una homogeneización impuesta desde fuera, como ciertos feminismos que siguen patrones machistas: detrás de ideales de realización femenina únicamente en el trabajo y el éxito, hay una clara imposición de modelos masculinos. Otro error es sobreponer lo sexual a lo sexuado. Lo sexual es parcial, en cambio lo sexuado permea toda la persona. Cuando se invierten los papeles, se inicia un desorden en la vida personal, por imposiciones sociales se cree que las relaciones entre hombres y mujeres deben ser únicamente sexuales, que el hombre y la mujer sienten interés recíproco sólo en vista de la relación sexual, ésta pierde intensidad. Es una falsedad que vicia y enferma toda comprensión de las relaciones y un empobrecimiento social. Esto se da por el peso que la gente da a los medios de comunicación como formadores de los sentimientos. Esto proviene muchas veces no de los jóvenes sino de ciertos mentores más bien viejos que “definen lo que debe ser la juventud”.
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7. Mujer y promoción femenina Me indigna que se crea que tres números pueden expresar la belleza de una mujer, lo que ha costado tantos endecasílabos a los poetas. Julián Marías No se puede hablar con honestidad de la mujer sin tener en cuenta al menos dos realidades: la diferencia sexual y los grandes cambios de la historia reciente, que comienzan con la industrialización,52 se introduce el trabajo femenino fuera de casa y la desvaloración del trabajo doméstico y nace el ama de casa.53 Desde entonces el mundo femenino, relativamente estable, ha ido sufriendo grandes fisuras. Una cierta mentalidad revolucionaria concibe los cambios como definitivos y juzga que lo que no es trabajo es equivalente a un tipo de ocio y es desprestigiado, a partir de allí se dirá que las mujeres que no son obreras no trabajan, pasando por alto siglos de trabajo femenino, en el campo y en la ciudad. Esto hace que las mismas labores no se consideran “trabajo” si se realizan en casa. En unos decenios las mujeres han sufrido tantas trasformaciones como el varón en milenios y el resultado general ha sido la desvaloración del trabajo femenino.54 En la mentalidad revoluciona52
Con ella se introduce una profunda alteración de la vida familiar, se pasa de los gremios a un proletariado que gana algo más que antes, pero está descontento de su condición, que trabaja en fábricas y talleres colectivos sucios, ruidos, largas jornadas, que vive en las periferias o suburbios en condiciones bastante peores a las anteriores. Se produce así la división entre campesinos y obreros. Aumentan las posibilidades económicas, se pone en primer plano la noción de trabajo y se entiende de forma negativa el ocio. Véase: G. DUBY y M. PERROT, Historia de las mujeres, t. V, Taurus, Madrid, 1992, p. 355.
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Estos cambios en la mujer han sido estudiados ampliamente por autores como Julián Marías, sobre todo, en dos obras: La mujer en el siglo XX y La mujer y su sombra. Los profundos cambios en la mujer han sido decisivos para la trasformación de la familia. Ya en el siglo xx, el acceso a la educación, al sufragio y el papel que desempeñó en general en las diversas naciones en las guerras o en los regímenes totalitarios. 1914 representa el “año de las mujeres” y a la vez el año de la guerra. Cfr. G. DUBY y M. PERROT, Historia…, op. cit., p. 15.
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Cuidar niños: si son propios no es considerado un trabajo, si son ajenos, sí; hacer la comida para los propios no es un trabajo, hacerlo para otros —en un hotel o restaurante— sí que lo es, y así miles de ejemplos.
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ria el trabajo significa una liberación de la mujer, pero en realidad significa la esclavitud para muchas, que tienen que desempeñar ocupaciones como cocinar, lavar, coser, así como cuidar los hijos junto con otras labores más duras. Habrá que preguntarse ya desde ahora cómo el trabajo, que ha sido fuente de alienación para el hombre, represente por sí solo una liberación para la mujer.
Con ello, el criterio económico se ha impuesto como casi el único para juzgar las situaciones humanas con un concepto clave: el salario.55 Estos cambios cuestionan el papel del hombre en el hogar y obligan redimensionar la paternidad.56 55
El salario tendrá toda la importancia que se quiera, pero es extrínseco al trabajo, no se puede definir éste por aquél.
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La consecuencia de todo esto es la emancipación laboral de la mujer. Esto ha traído logros y ventajas para las mujeres, pero también penas y pesadas obligaciones. Ha habido un cierto espejismo al considerar que el paso a la emancipación no podía traer sino beneficios, pero a partir de la Primera Guerra Mundial se comenzaron a experimentar ya los ajustes de esta nueva situación, que va originando nuevos modelos de mujer. La mujer va ganando protagonismo social y perdiendo su original actividad, que era la formación de la sociedad, y se va esclavizando en el trabajo. La mujer americana, que se caracteriza por ser la compañera del marido, por una nueva administración doméstica y una original crianza de los hijos, se diferencia de la mujer francesa o británica, inmersas en los años locos; las garçonne se diferencian de las working women o de las femmes d’intérieur . Surge la moda de la eterna menor de edad, cumpliendo la profecía de Ortega y Gasset de que el modelo de la sociedad sería el joven adolescente: es delgado, no se embaraza y no pasa por la maternidad. En Italia, y más en España, se da el fenómeno de la mujer comprometida políticamente: las partigiane y las mujeres de Franco siguen un molde no muy liberado: se observan los cánones de la mujer de izquierda y la de derecha. En los países socialistas los cambios son más rudos, la mujer es la camionera, la que pone en común los hijos y vive para el trabajo. Después de los años cincuenta aparecen las diferencias y las insatisfacciones: la mujer no gana lo mismo que el hombre y trabaja el doble, aparece el paro femenino. No hay claridad respecto a la patria de la mujer: el trabajo o la familia. Pero los cambios más fuertes apenas vienen: la liberación femenina sinónimo de la revolución sexual que significa la liberación del matrimonio, de la maternidad, del trabajo doméstico y del mismo placer masculino. Todos estos modelos y cambios en la mujer se dan en las sociedades occidentales en las que está inmersa Iberoamérica dentro de su heterogénea composición. Aquí también se dan cambios radicales: la figura de la mujer que se forjó en la revolución mexicana, la del peronismo y del cambio social —mucho después— o de las fábricas brasileñas.
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Lo positivo de estos cambios es que la mujer ha pasado a una situación más justa e inteligente, o sea, más cercana a la del varón, quedando menos predeterminada y con más posibilidades vitales, más humana. Se ha tomado conciencia de que hay personas femeninas y no hay personas en general. La mujer ha recobrado la elegancia o capacidad de elegir (tiene la misma raíz de eligere), lo que quiere y no de hacer lo que debe. El gran logro es el haber recuperado su condición personal, no lo femenino. Pero ha vuelto la vida femenina más difícil pues las posibilidades son mayores, la mujer vive más, y eso acarrea otros problemas como la soledad, la vejez o el del trabajo y su relación con el matrimonio o el embarazo. Hay que distinguir bien lo que realmente quieren las mujeres de lo que les impone la propaganda, para no caer en la advertencia de Mauriac: “la gran miseria de las mujeres consiste en que nada las aleja del oscuro enemigo que las roe”. La educación y la religiosidad y los valores le daban a la mujer una influencia especial en la sociedad pues eran tareas femeninas, pero se comienzan a descuidar. Con ello la mujer ha perdido influencia real en la sociedad y han surgido nuevos y graves problemas como la soledad de los hijos y la falta de educación y valores. A la vez, preocupa mucho la obsesión por el profesionalismo, que se introdujo poco a poco en la mujer hasta “superar” al hombre”, cuando la profesión no es más que un apartado en la vida, no lo es todo.
Hay dos grandes corrientes que han influido en la concepción actual de la mujer: el psicoanálisis y el materialismo marxista, Freud y Marx pueden ser considerados los padres de la revolución femenina (o sexual). Freud tuvo la genialidad de redescubrir la dimensión sexuada del ser humano, además de haber formulado y creado el psicoanálisis con su importancia biográfica, pero también absolutizó el peso de la sexualidad en la historia del individuo, convenciendo al mundo de la inferioridad femenina al menos en su hermenéutica personal. Por su parte la visión marxista ha aplicado el esquema de la lucha de clases a la relación masculino-femenina con la consiguiente necesidad de una liberación femenina de todo lo masculino e incluso la necesidad de sobreponerse al varón. Hay que cuestionar los presupuestos antropológicos —de tipo naturalista y determinista— que hay detrás de conceptos ambiguos
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tan generalizados como libido. Algunas explicaciones como la represión, el hecho de que todo esté explicado y responda a algún trauma, y así tenga que ser, quita seriedad a las intuiciones geniales sobre la sexualidad. Sobre la mujer habla del complejo de inferioridad por falta del miembro viril, que desencadena una envidia existencial hacia el hombre, el narcisismo que atribuye a la mujer, aunque intuye la diferencia entre amor y enamoramiento. Pero le traiciona nuevamente su visión mecanicista y naturalista de la mujer, que siempre es previsible. Ya en Freud hay influencia que tuvo del marxismo. Es ilustrador el ejemplo que da Freud acerca de la vida de Napoleón I a partir de su experiencia infantil, su nacionalidad y su nombre, dentro de cuyas realidades estaba ya en semilla su vida entera.57 Marx puso en el centro de la sociedad y la historia lo económico, también aquí, con presupuestos metafísicos y antropológicos que no corresponden a la realidad. Fue sucedido por una serie de interpretaciones fanáticas a lo largo del siglo xx.
Originalidad femenina Todo esto exige reflexionar y distinguir entre la escucha atenta de uno mismo y las corrientes impuestas por la moda y la propaganda, por lo que “debería gustar”, en lugar de buscar caminos de originalidad. Un ejemplo de ello es la maternidad, el pecho de la mujer es manifiestamente sexuado y además corresponde a una zona erógena. Pero como se trata de considerar biográficamente el cuerpo humano de la mujer, en él se advierte la estructura vectorial. La matriz, inexistente en el varón, significa una apertura a la maternidad y a la acogida, es un espacio habitable y una referencia al hijo. Lo mismo se puede decir de los pechos, el hecho de estar delante, proyectados, hacen referencia a la estructura de entrega al hijo, de protección y ternura. Lo mismo se puede decir de los órganos genitales, están al frente, proyectados a la experiencia del amor “de frente”, hay que entender al hombre y a la mujer desde sus proyectos, y el cuerpo es testimonio de ello.
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Véase: S. FREUD, Epistolario, Biblioteca nueva, Madrid, 1968, pp. 480-482.
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Uno de los rasgos particularmente femeninos son las pasiones y los sentimientos. Éstos han tenido poca fortuna en los últimos siglos, ello se observa en la seriedad de muchas mujeres y la ausencia de matices en sus vidas, en no contadas veces por la imposición social de sequedad o de represión de las emociones y entusiasmo, por el trabajo; es otro ejemplo de modelo masculino sobre la mujer. La belleza física y metafísica de la que se ha hablado constituye un proyecto para la mujer, una tarea, una belleza que se podría llamar vital o existencial o acumulación de realidad humana, superando la homogeneidad despersonalizadora de los modelos únicos. La mujer está en su derecho y casi cumple un deber aplicándose en parecer mágica y sobrenatural. La mujer no se puede permitir no ser bella integralmente. Aquí hay que superar las vigencias que se han ido introduciendo: en la Antigüedad, los Padres de la Iglesia consideraban el maquillaje como diabólico, pues era “cosmética”, reordenamiento del cosmos y en oposición a lo creado; Nietzsche sostenía que el maquillaje aumenta la inocencia de la mujer y, por ello, su capacidad de seducción. No se puede reducir la belleza a lo sexual o a la capacidad de atraer sexualmente, pues limita la relación entre el hombre y la mujer a lo sexual, con la insatisfacción que ello conlleva. Se trata de feminizar una sociedad que, en su conjunto e historia, ha sido mayoritariamente masculina. Otra cualidad profundamente femenina es el sentimiento de pudor —tan mal entendido y devaluado en general—, que convierte a la mujer en un ser interesante y trasparente, rezuma intimidad pues sigue vigente el principio femenino del hortus conclusus (huerto cerrado), de allí se deriva la actividad femenina que consiste en mover sin ser movida, de dar sentido a la actividad masculina. La mujer es fons signatus, fuente reservada, de allí otro de los rasgos característicos femeninos: la re-asignación, entendida inteligentemente, significa signarse a la propia competencia. La discreción es un sello distintivo de lo femenino, lo contrario de la invasión, la posesividad y seguridad excesiva y aparente; la mujer es un ser menesteroso, da seguridad al hombre en su inseguridad, la vida humana es de por sí insegura. La mujer pierde atractivo y se descafeína cuando se cree demasiado segura: eso introduce un desinterés común entre hombres y mujeres. Hay muchas feministas que parecen tan seguras que dejan de ser femeninas y esconden una inseguridad clamorosa.
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Surge la tarea de fomentar la amistad intersexual. La importancia de la amistad radica en su aspecto nivelador, sobre todo cuando se realiza a diferentes edades. Hoy existe más espacio para la amistad intersexuada, pero menos espacio para la conversación; las prisas y la comunicación a través de medios obstaculiza el trato personal y directo entre hombres y mujeres. Esta época activista da menos espacio al lirismo; la música debería ayudar y muchas veces estorba o se reduce a estimular sentimientos y situaciones. El dominio femenino lo constituye paradójicamente su capacidad de dependencia, se puede tener un dominio sin mando, este último siempre ha sido prerrogativa del hombre, quizá por su mayor fuerza física, pero éste tiende a plegarse a los deseos de la mujer. Todo ello tiene que ver con el principio de que la mujer desea cuando es deseada. La mujer conquistada ejerce el dominio sobre la casa, esto abarca innumerables aspectos de la vida. Desde la casa la mujer ha formado generaciones y generaciones de seres humanos. Con ello hay que redimensionar la paternidad. No hay que olvidar la dimensión materna de la mujer, que muestra la disimetría entre ella y el hombre. La madre, por ejemplo, asiste a la entera gestación, durante todo el tiempo tiene una cita con el hijo, todos los seres humanos han nacido de una mujer. La madre da el pecho y se preocupa de alimentar a los hijos, no son los hijos quienes lo buscan, como sucede con los animales, sino que tiene una estructura frontal, cara cara, de acogida y protección. Además, entre la madre y el hijo se establece un lazo difícil de explicar y de borrar, cosa que no sucede con el padre, y que implica o refleja la necesidad de acompañar al hijo, criarlo es no sólo alimentarlo y proveerle de cosas sino educarlo y educarse es autoposesionarse. La maternidad desarrolla en la mujer cualidades nuevas e inesperadas, le da experiencia, madurez y una nueva altura vital.
Urge una nivelación La situación de la mujer respecto al hombre ha sido de desventaja en muchos aspectos, por no hablar de machismo y discriminación. Ello exige una auténtica promoción femenina más que un feminismo. El primer paso para una auténtica promoción de la mujer es el reconocimiento de la diferen-
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cia sexual; detrás de ciertas ideologías de género —bien intencionadas— se promueve todo menos a la mujer. ¿Se logra la nivelación de la mujer sólo imitando lo masculino y desempeñando actividades secularmente masculinas? ¿Consiste en sobreponerse al varón o incluso prescindir de él? ¿Basta con cambiar las vigencias para lograr una justa nivelación entre mujeres y hombres? Se trata más bien de un ejercicio de imaginación para que las mujeres realicen femeninamente lo que están realizando en un mundo tan masculinizado como el laboral. Es un error dejarse llevar por lo llamativo y vistoso y reducir la vida a éxito económico y poder político y pensar que son los únicos campos en que la mujer puede progresar. La tarea es grande si se piensa que durante siglos se ha excluido a la mujer no de lo masculino sino de lo humano mismo.58 Hoy de manera insidiosa se quiere todavía excluir a la mujer, masculinizándola, parecería que antes no se la dejaba entrar por ser mujer a ciertos ámbitos, ahora se la deja entrar a condición de dejar su feminidad en la puerta. Hay dos extremos que evitar: el de reducir la mujer a lo masculino y el de prescindir de lo masculino, creando un ideal de mujer sin el polo masculino. El fenómeno de separar cada vez más, creando cosas sólo para mujeres o las concepciones de una especie de feminidad latente en el cosmos, son muestras de ello. La mujer ha de ser consciente de su dominio efectivo en la intrahistoria.59 La vida es primariamente vida cotidiana y las aguas profundas de la historia 58
Los hechos visibles y escritos de toda la historia de Occidente están cuajados de perspectiva y acción masculina: las conquistas, las guerras, las dinastías en su mayoría son masculinas. Las decisiones y los descubrimientos de tierras, los filósofos y artistas. Algunas excepciones son el misticismo en el Medievo y otras instituciones femeninas. Véase A. M. PELLETIER, Il cristianesimo e le donne, Jaca Book, Milán, 2000, p. 67. Los deportes son masculinos como estructuras de diversión, la industria, la maquinaria productora e industrial. En la historia de la filosofía, Marías afirma que ha habido una manera de entender a la mujer como apéndice de la historia del hombre, en gran parte porque la filosofía se ha hecho con perspectiva masculina. Hoy se constata todavía que la mujer sigue siendo considerada y tratada casi como una propiedad o posesión del esposo y como una cosa por los medios de comunicación, J. MARÍAS, La mujer en el siglo xx, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 113.
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Palabra acuñada por Miguel de Unamuno. Es “la vida tradicional que sirve de fondo per-
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—la intrahistoria— han sido dominio indiscutible de las mujeres frente a la historia escrita. Querer nivelar la mujer con el hombre sólo con el poder y en lo económico es interpretarla masculinamente, con lo que renuncia a su misión de dominio de la intrahistoria.
Balance general Hay que proponer esquemas femeninos al trabajo de la mujer, como los medios tiempos, ello mitigaría el tedio por la monotonía del trabajo tanto en casa como fuera de ella: trabajar desde casa, hay mujeres que emplean horas diarias para trasladarse de casa al trabajo, cientos de horas al año que podrían disfrutar de sus hijos y otras actividades —y una vida más plena— y ahorrarse combustible, transporte y contaminación. Hay todavía una gran tarea pendiente por evitar el machismo laboral como la discriminación de la mujer por el embarazo. Eso redundaría en la eficacia misma del trabajo, pues se evitaría el estrés al estar la mujer menos dividida entre el trabajo, los hijos y el hogar. Hay que superar la mecanización del sexo y en general de la vida que ha llevado a la eliminación de vigencias como la castidad o la fidelidad misma, a través de lo que Marías llama el sexo automático. La crisis religiosa de las mujeres en general por esquemas impuestos tiene que ver con la pérdida de valores y de la propia feminidad; en poco tiempo esta religiosidad se ha evaporado. Igualmente, la casa como circunstancia inmediata debe ser reinventada. Todo esto confirma que la sexualidad no es animalidad sino interpretación y proyección, que es una realidad plenamente original humana e irreductible a la pura fisiología o biología y que se trata de una realidad biográfica, estos problemas no existen en los animales. Es preciso sacar la mujer que hay debajo del uniforme impuesto pues no se trata de ser la mujer tradicional o la mujer del futuro, se trata más bien de ser mujer, femenina, para alcanzar sus posibilidades reales.
manente a la historia cambiante y visible”. Cfr. J. MARÍAS, La mujer y su sombra, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 62; J. MARÍAS, La estructura social. Teoría y método, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid, 1964, pp. 72-73.
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II. Vocación personal para amar Sin amor, estaríamos como niños perdidos en la inmensidad del cosmos. Ortega y Gasset El tema de la sexualidad desemboca en el amor, por eso urge definir el amor y analizar la historia del amor para entender la actualidad. Lo primero que llama la atención es que una realidad tan decisiva para el hombre haya sido tan poco estudiada, la mayoría de los libros de amor hablan sólo de sexualidad, se cree que el amor no exige preparación, esto habla del despiste tan grave y generalizado de la sociedad y explica la desproporción tan grande entre el admirable progreso científico y tecnológico y el primitivismo en cuestiones de amor, el hecho de que no se le considere importante es ya alarmante. Se habla mucho de amores, pero poco del amor: se cuentan muchas historias de amor, pero no se cuestionan en general los modelos de amor que proponen.60 En este capítulo se tratará de definir el amor, se descubrirán sus grados y se verá que más allá de un sentimiento es un arte, y en el arte es necesaria la teoría y la práctica. Es preciso conocer también las grandes concepciones del amor y por qué en la actualidad hay tantas dificultades para amar, para eso habrá que ir a los modelos de amor que subyacen inconscientemente en todas las historias de amor, desde la literatura hasta las películas y novelas y que han creado un terrible conflicto entre el matrimonio y el amor que lleva siglos.
60 J. ORTEGA Y GASSET, Estudios sobre el amor, en Obras completas, t. V, op. cit., 1983, p. 553.
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1. Amor, enigma o misterio La ley del amor consiste en que dos seres se sientan nacidos el uno para el otro en el instante que se encuentran. Kierkegaard Es evidente que la mayoría de las relaciones amorosas en la actualidad están destinadas al fracaso y a terminar, basta asomarse a las estadísticas, están llenas de divorcios y de relaciones rotas, de una generalizada aversión a emprender una historia de amor duradera y de desengaños amorosos y falsas esperanzas. El deseo original que todo ser humano tiene desde la adolescencia de amar para siempre, se estrella contra la imposición social de que el amor no es más que sentimiento y sexo, y contra la roca del matrimonio entendido como un contrato (como imposición externa o extrínseca). La convicción de que amar no es más que recibir termina renunciando al matrimonio y al amor mismo: abandonándose en meras relaciones sexuales sin amor. El resultado es la angustia y falta de felicidad, la sensación de ser usado y no encontrarle futuro al amor. Sartre decía que el amor implica siempre disputas: cada uno quiere que el otro ame y, como amar es querer ser amado, no se da cuenta que el otro quiere ser amado y esto crea la eterna insatisfacción de los amantes. Es el insecto que no logra salir por las paredes del frasco. El matrimonio es una aventura y una apuesta, por tanto, una cierta inseguridad respecto al futuro es normal. Pero ¡cuántos se casan con la persona equivocada, sin amor suficiente, sin siquiera amistad ni conocimiento mutuo! Muchos lo hacen con quien en el fondo no querían, sólo por alguna necesidad o porque así tocaba, bajo presión, sin convicción verdadera o con la cabeza llena de los grillos de la duda y del temor. Estas infinitas historias desembocan en una vida infeliz o en el divorcio. Muchos más se unen, pero ni siquiera se casan y delegan el amor —lo más sagrado de la persona— al tiempo o a los caprichos del sentimiento. Es inútil fingir un matrimonio donde no lo hay, pues los problemas se multiplican en quienes sostienen relaciones amorosas sin la pretensión de construir una historia. Todo esto revela la importancia de la educación sentimental.
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El amor trae consigo satisfacciones, pero también problemas. De hecho, desde hace al menos ochocientos años hay una clara esquizofrenia entre matrimonio y amor que no se ha logrado disolver, una guerra entre el deseo de amar libremente y un legalismo puritano que impone las reglas y que en parte ha dado origen a varias revoluciones. Basta ver cómo la ley civil —y el derecho canónico, apoyado más en el romano que en la Revelación— reduce el matrimonio a un contrato entre partes, excluyendo toda idea de amor. Parece que con el matrimonio se acaba el amor y éste se queda fuera. Acaba porque se lo reduce a sentimiento. Caben sólo dos opciones, el amor como enigma o como misterio. Enigma, del griego aenigma, consiste en un problema difícil de interpretar. Puede ser también un conjunto de palabras de sentido encubierto para que el mensaje sea de difícil entendimiento como los acertijos. El enigma o problema, una vez resuelto deja de serlo, pues su comprensión se vuelve accesible para todas las personas. Entre los enigmas más famosos están el de la Atlántida, mencionada entre otros por Platón, pues no se ha logrado saber su ubicación; la desaparición de algunos aviones con sus pasajeros o la identidad de algunos asesinos y otros más. Misterio, en sentido coloquial, significa una realidad poco conocida y se le suele confundir con enigma o con lo secreto, lo oculto o en general con alguna incógnita. Por su etimología, misterio (del griego mysterion) significa designio, proyecto, plan, y está cargado de un propósito y una intención; por eso misterio es mucho más profundo y embarga toda la realidad humana que es instalación y proyecto. El misterio en sentido real es un proyecto o designio sobre una realidad que se revela poco a poco y está llamado a descubrirse. Descubrir cada uno el misterio de su existencia es tarea de toda la vida. El proyecto (misterio) tiene dos caras, la primera es la intención del hacedor o idea sobre las cosas, antes de que éstas existan. Las cosas no se hacen solas ni “porque sí”, responden siempre a un proyecto y una finalidad, antes de
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existir en la realidad están siempre en la mente de sus creadores, en ellas hay siempre un antes y un después. Pocos se detienen a pensar en los proyectos que hay detrás o antes de las cosas. Una característica propia de la sociedad actual es dar por hecho que debe haber cosas y que éstas deben funcionar sin preguntarse cómo, privándose de una gran fuente de admiración como la tecnología. Esto sucede con las cosas hechas por el hombre, lo trágico es que suceda con el hombre mismo. Parece que sólo a los niños y a los raros se les ocurren ciertas preguntas que van más allá de lo dado y casi siempre hay una respuesta adulta: “porque sí, porque así debe ser”, para esterilizar las cuestiones más vitales. El niño interior muere cuando deja de plantear preguntas decisivas. La segunda cara del proyecto es que la cosa, una vez que existe cumpla o desarrolle su función. Esto es relativamente fácil en las cosas y animales, cumplen el designio para el que fueron hechos. En la vida humana es más complicado, el ser humano es siempre inacabado, está llamado a hacerse, a completarse, a realizar en sí el proyecto siempre nuevo que es él mismo. Uno tiene que descubrir el proyecto que hay en su existencia y tratar de llevarlo a cabo. Esto convierte la vida personal en tarea y quehacer. La vida consiste en afrontar el azar o forzosidad fáctica tal como se presenta de manera libre. Para encontrar el proyecto sobre la propia vida hay que partir del cuerpo sexuado y del deseo de amar y ser amado. La madurez de una persona se mide por su capacidad de contemplación y realización del misterio, de preguntarse ¿quién soy y qué va a ser de mí a partir de mis decisiones? Cada uno está llamado a darle sentido a los acontecimientos con los que se va topando, a la luz del proyecto que pesa sobre sí. Por debajo de los problemas del amor emerge el misterio. Por eso urge prepararse en el amor, aunque no produzca dinero —parece que es lo único que se estudia hoy—, pues se trata de la realidad más importante del hombre. Todos quieren amar, pero pocos entienden que el amor es un arte. Todas las actividades humanas reflejan esta apertura a algo más allá de la propia subsistencia individual: el arte, las religiones, la tecnología y, sobre todo, el amor, que lleva a todos los seres humanos a levantarse por la mañana con un motivo y razón para recomenzar la propia vida, alguien por quien vivir y a quien convertir en el propio proyecto. La realidad mistérica por excelencia es el amor, revela la vocación última del hombre, su contradicción y excentricidad, su doble ciudadanía. Más importante que definir el amor es
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vivirlo, “no se puede pensar siempre pero sí se puede amar siempre”, decía Comte. Para amar hace falta claridad.
¿Qué es amor? El amor es, en primer lugar, una palabra que se aplica a muchas realidades muy diferentes: sentimientos, pasiones, afectos, enamoramiento, donación, relaciones sexuales, posesiones y dependencias y, en algunas lenguas, hasta a cosas y animales. Hay que descubrir el orden. Las palabras que se usan a diario pueden ser de tres tipos: unívocas (se aplican sólo a una realidad, como las palabras vidrio u oxígeno), equívocas (se aplican a varias realidades con significados diferentes, como gato o vela); finalmente hay palabras análogas: se aplican a varias realidades, en diversa proporción pero que tienen un significado primario del que se desprenden gradualmente los demás significados. ¿Qué tipo de palabra es el amor? Parece ser una palabra análoga. Sin embargo, se usa unívocamente la palabra amor cuando se dice “el amor es sólo donación” o “sólo relaciones sexuales o “puro sentimiento”; amor en el lenguaje vulgar se usa de modo equívoco: se aplica la palabra amor indiscriminadamente, sin una jerarquía. Cuando se usa la palabra amor como equivoca, se llama amor a muchas manifestaciones sin distinción ni jerarquía. El amor del que cuelgan los demás tipos de amor parece ser el nupcial. En una segunda definición, el amor es un movimiento que pone en marcha al ser humano hacia el otro y tiene muchos grados de intensidad. El prototipo del amor —a la luz de la razón— es el amor nupcial, porque su punto de partida es el cuerpo sexuado y reúne en sí todas las propiedades del amor, de él están sacados los demás amores o grados del amor, incluso el amor de Dios. Esto significa que el amor se presenta en grados de perfección, que van desde un amor de entrega total hasta el simple afecto, pasando por la atracción (eros) y la amistad. Un distintivo del verdadero amor es la libertad, y en el mundo hay muchos amores no libres. Este movimiento que me pone en marcha hacia otra persona consiste en una apreciación de un bien ajeno, un reconocimiento del “precio”, cualidad o valor del otro respecto a mí. Es también otorgamiento: en ese movimiento hay algo de idealización de la persona amada y de búsqueda de su potenciación, es decir, se busca su bien, se le procuran valores y cualidades. Ortega
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y Gasset identifica una fuerza centrípeta, concentrada en la necesidad de quien ama o enamoramiento, y otra centrífuga que busca el bien del amado; hay gente que nunca sale de la primera. Para Tomás de Aquino, en una tercera definición, amor en sentido estricto es el que otorga: “amor est velle bona amato”, “amar es querer o procurar bienes para el amado”.61 En los diversos tipos de amor se dan siempre dos facetas íntimamente unidas: la necesidad (nada más duradero que la necesidad) y la donación como posibilidad. En la Revelación cristiana el amor ocupa el centro y existe la convicción de que es una participación que Dios le otorga al hombre dentro del misterio de la libertad: el riesgo de la libertad en el fondo consiste en poder negar el amor. El amor más que un enigma o problema es un misterio y revela que el hombre no es una realidad problemática o enigmática sino mistérica.
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TOMAS DE AQUINO, Summa Theologiae, I-II, q. 26, a. 4.
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2. “Ordo et iter amoris”, grados del amor Amigo es el que conoce la melodía de tu corazón y te la recuerda cuando la has olvidado. C. S. Lewis El amor no es caótico, se presenta en grados y se lo puede ordenar. Hay amores más perfectos y mejores. El amor, al ser una realidad análoga (recuérdese que analogía son los grados de perfección, participación y proporción, que una cosa tiene respecto a su definición propia: amor es un término que se aplica a muchas cosas, pero en grados de perfección y jerárquicamente), tiene diversas presentaciones y significados que conviene ordenar en la vida. Siguiendo a C. S. Lewis, es posible distinguir cuatro grados de amor, según su perfección. Los dos primeros se pueden resumir en la palabra enamoramiento, en estos grados se recibe y se mueve el amor en el ámbito de los sentimientos, los últimos dos dependen de la voluntad, son fruto de la libertad y, por tanto, de la decisión personal de dar.
Enamoramiento, contradicción y excentricidad En el enamoramiento se ve la grandeza y la miseria humana, tiene dos grados. El primer grado, y el más tenue, es el afecto, es el más humilde de los amores, más tierno y cercano a lo animal, furtivo y casi esquivo, ensancha la mente. Como el que debe haber ante los extraños que uno encuentra a diario: son más dignos de amor de lo uno piensa. Por ello el afecto debe ser cultivado e incluye las buenas maneras. La finalidad del don debería ser la de poner a quien lo recibe en la condición de no necesitar ya de nuestro don. Los grandes enemigos del afecto son la sed de posesión del otro y una cierta neurosis que conduce a un egoísmo casi irrefrenable. El segundo grado de amor es el eros, es un amor que se sitúa dentro de un ámbito sagrado que tiene que ver con la unión íntima entre un hombre y una mujer envueltos en el misterio de la vida y que de suyo implica fidelidad corporal absoluta, sabiendo que no todo en la vida de pareja se reduce a goce. El mayor enemigo del eros es el egoísmo que se centra sólo en el placer de la persona y no en la persona del placer, quien ama “hacer el amor”
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y no amar al otro, en realidad no ama pues no sale de sí mismo. ¡Cuántos egoísmos hay disfrazados de amor! El eros hace desear no la mujer sino una mujer en particular. Ello conlleva superar una cierta concepción romántica de la realidad humana que consiste en esperar que toda la vida sea enamoramiento. El enamoramiento es una manifestación de la grandeza humana y de la misteriosidad de la persona y consiste en la presencia del otro en mí. Lo grandioso y contradictorio de este fenómeno íntima y únicamente humano son las dos contradicciones fundamentales que trae consigo y que pocos consideran: la primera es que en el enamoramiento no soy yo el centro de mí sino el otro, independientemente de la correspondencia, pero a la vez se concibe al otro por cuanto me da, la presencia del amado revuelve la vida y provoca e-mociones nunca antes experimentadas, hay quien sostiene que el enamoramiento se da una vez en la vida. La segunda contradicción del enamoramiento está en su pretensión de eternidad y a la vez no ser más que un sentimiento, es contradictorio que un sentimiento de por sí perecedero tenga como esencia la eternidad. “¿Qué es lo que más busca el amor? Busca infinitud y ¿qué es lo que más teme? Los limites”, escribió Kierkegaard. Ese deseo de eternidad se manifiesta en querer compartir la vida con el amado “para siempre”, que no termine nunca, el deseo de fusión irreversible está íntimamente ligado al enamoramiento y, a la vez, lo propio de éste es su carácter transitorio y fugaz, es perecedero y precario como la raíces del desierto. De allí surge la pregunta: ¿puede convertirse en algo real eso que no es más que sentimiento? ¿Se puede amar para siempre a una persona?
La apuesta libre de amar El tercer nivel del amor es la amistad. Lewis afirma que “son pocos los modernos que confieren un valor a la amistad... quizá porque pocos tengan experiencia de la misma”. Aquí hay un salto de lo sensible a lo inteligible, al espíritu; un paso de sólo recibir al dar voluntaria y libremente. La amistad no consiste en mirarse a sí mismos ni de frente, sino en tener un objeto común en su mirada, en mirar hacia adelante con un proyecto común. La amistad responde a la pregunta: ¿ves la misma verdad que yo? Quien no va
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a ningún lado no puede tener compañeros de viaje: “Bare is back without brother behind it”. La amistad ayuda a la persona no a vivir sino a vivir bien. Si el eros quiere un cuerpo desnudo, la amistad busca personalidades desnudas. No todas las amistades son buenas por sí mismas, las amistades malas tienen siempre el gusano de la traición. Ante el gran misterio de la vida humana no queda sino buscar quien tenga la misma mirada para dirigirla juntos hacia delante. Para Aristóteles, la amistad es el único ámbito posible para la ética, es decir, para escoger lo mejor, no se puede ser bueno sin el ethos (hogar) de la amistad. Es inconcebible una relación amorosa sin amistad, no va a ningún lado pues no tiene proyecto ni futuro, lo curioso es que la mayor parte de ellas no llegan al nivel de amistad.62 El cuarto y más elevado grado del amor es la donación o benevolencia (caritas en latín y ágape en griego) y es una aportación cristiana. Propiamente hablando, es el amor con que ama Dios, desinteresadamente y buscando el bien del amado. El amor de Dios consiste en amar antes de ser amado y elegir antes de ser elegido. Consiste siempre en mirar con benevolencia, abajarse a las necesidades del otro y en elevarle. Este amor gratuito es una de las grandes manifestaciones de la libertad absoluta y es lo que asemeja el hombre a Dios. El hombre, al ser imagen de Dios, está llamado a amar en este nivel, es lo propiamente humano. El ateísmo contemporáneo está íntimamente ligado a la incapacidad para amar. Todos los amores se asemejan, sin poder parangonarse nunca al verdadero amor que es Dios. Paradójicamente, Dios ama lo amable y a quienes libremente se han hecho no amables o detestables. A Dios no se puede, en el fondo, dirigir más que un amor de necesidad, interesado. Pero el amor de Dios es tan grande que coloca al hombre a nivel de un interlocutor digno de mérito (es lo que significa el nombre de Israel). El amor implica una continua lucha y un sobreponerse a sí mismo. Dios ha designado al hombre como jardinero, llamándolo a cultivar los afectos llevados a su más alto punto, no es casualidad que el Génesis sitúe a la primera pareja humana en un jardín. Por eso el amor de donación no es algo logrado en el hombre, sino una tarea y una continua lucha por asemejarse a
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J. L. VÁZQUEZ, Antropología y teología de la amistad, Fundación Emmanuel Mounier, Salamanca, 2011.
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Dios, cultivando el jardín de sí mismo: siendo mejor para el otro. Y cultivando el jardín que es el otro. La persona es un ser de cuidado continuo y siempre capaz de mayor perfección. La medida del amor es amar sin medida, escribió Bernardo de Claraval.63 El amor de donación integra todos los grados del amor, y se manifiesta en amistad, eros y afectos. Quien quiere realmente el bien del otro, lo rodea de afecto, de eros, y crece con él en la amistad y esto es ya un acto de la voluntad libre, una decisión y no sólo un dejarse arrastrar por los instintos o por un amor a sí mismo. Con esto el amor de donación eleva al eros y al afecto al nivel de la decisión: quiero lo mejor para ti porque te amo y lo demuestro con manifestaciones concretas y sin usarte. Un gran error del que arrepentirse no es el de haber amado demasiado a las personas, sino el de no haberse dado cuenta de a quién se amaba, concluye C. S. Lewis.
Del amor al amar
agape Sumisión. Se pone al cuidado del otro
afecto
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amistad
Desición. “Te amo a ti porque eres tú”
eros Sentimiento. “Me gusta esto de ti”
BERNARDO DE CLARAVAL, De diligendo Deo, I, Prólogo.
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Tomás de Aquino y Kant, dos grandes filósofos que llaman la atención por su serenidad y naturalidad, ambos viven en “siglos del amor”, la Baja Edad Media y la época del romanticismo, respectivamente. El primero hace una impresionante síntesis entre la Revelación cristiana y la filosofía griega, sobre todo, la aristotélica. Hay un orden lógico y clarísimo en la creación, todas las cosas dan gloria a Dios de manera natural, el hombre da gloria a Dios por el hecho de existir, pero sus actos son libres para amar, el amor lo eleva a una gloria mayor o a contradecirse como creatura. No se casó, dedicó su vida a Dios y al estudio, ya desde su juventud dio prueba de una auténtica vocación, superando las tentaciones que su misma familia le tendía a través de una prostituta que le atosigaba con todo tipo de manifestaciones obscenas. El homo viator que es el hombre sale de las manos de Dios para regresar a él. La vida es el camino del amor, y para ello cuenta el hombre con todos los elementos naturales y sobrenaturales. Las cuestiones de sexo y amor son claras para una mente limpia y oscuras para quien está atrapado en la torre de los hábitos perversos. El amor recoge todo el actuar humano y lo presenta a Dios. El hombre es un ciudadano de dos mundos tiene algo de los ángeles y algo de los animales, de allí su esquizofrenia existencial y su tarea de elevación no al bien sino a lo mejor, murió antes de desarrollar el tratado sobre el matrimonio. El enamoramiento es un sentimiento que consiste en el deseo de estar con alguien para siempre, pero es eso, un sentimiento, y por tanto pasa, además se da en medio de la inmadurez, por ello los amores no cuajan. Hay que pasar del enamoramiento —que se da en la parte sensible de la persona— a la amistad y a la donación —que es fruto de la voluntad o decisión— y desde allí “bajar” y crear sentimientos y muestras de afecto, porque al otro le hacen bien. El siguiente cuadro muestra lo anterior y cómo se puede pasar del amor ensoñación al amar que es un motor.
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Grados del amor y tipos de enamoramiento
agape Enamoramiento fruto de la donación
afecto
amistad eros
Espíritu, promoción del otro
Cuerpo. Enamoramiento como promoción de mí mismo
E. Kant está a caballo entre el neoclásico y el romanticismo y con impavidez define el matrimonio como “la unión de dos personas de sexo diferente para una posesión perpetua y recíproca de sus atributos sexuales” y, por otro lado, afirma que “uno no debe casarse,64 pero no por cinismo puritano o por espíritu anacoreta, éstos disfrazan la incapacidad para la virtud que ostentan y no son formas humanas de vida. Nunca salió de su ciudad natal, afirmaba que sólo un tonto, un bellaco o un clérigo podían casarse: el clérigo por sus deberes a la comunidad, el bellaco espera que su esposa le sea fiel y el tonto cree que ella le será fiel. La voluptuosidad está dominada por la imaginación, el hombre deja de ser tal al animalizarse por sus instintos. Kant fue modelo de amistad, en efecto, una franca y ejemplar amistad lo unió a José Green, fue el gran amor de su vida, esto poco tiene que ver con interpretaciones vulgares de hoy, la muerte de su mejor amigo cambió radicalmente su vida. 64
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Citado en J. MUÑOZ, Las razones del corazón, Ariel, Barcelona, 2008, p. 47.
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Tres errores en el amor El problema fundamental es si se puede amar a alguien para siempre. ¿Es posible escribir una historia de dos para siempre? ¿Se puede estar enamorado siempre? Para responder a estas preguntas hay que superar tres errores comunes: Primer error: creer que amar consiste en recibir. La mayoría de los fracasos en el amor se da porque ambos están esperando sólo recibir, y eso no conduce a nada por estar basado en sentimientos pasajeros. Se puede pasar la vida dependiendo de los demás, del tiempo, a salto de mata, sin proyectos, cosechando sólo insatisfacción. Lo propio de la masa es pensar que amar equivale a ser amado, y esto constituye una gran mentira, el inicio del fracaso. Por ello se concentra en ser popular y aplicar técnicas para tener mayor “sex appeal”, estrategias para ganar amigos y seducir, se conforma con libros superficiales, las redes sociales están plagadas de esto. El segundo error es creer que no hay que prepararse al amor, que en cuestiones de amor no hay nada que aprender y que éste se puede dejar al azar, a las ganas y al tiempo, con la convicción de que las cosas se hacen solas y ya están dadas. Esto equivale a vivir la vida en clave trágica, cumpliendo un destino y limitándose al nivel social y se termina culpando irresponsablemente a los demás y a las circunstancias del resultado de la propia vida: cuántas veces se escuchan frases como “tú me has hecho así”, “es que mi marido…”, “ya no siento nada” y otras peores. El miedo de los padres a los hijos en la actualidad se debe a esa mentalidad, por eso se les sobreprotege, se les cumplen los caprichos o se les abandona a su suerte. Amar es la vocación y la actividad más noble del ser humano y la clave de la vida, requiere de una educación, la violencia, la prepotencia y los abusos vienen de personas que no aprendieron a amar. Eso a nivel social, pero a nivel personal no se puede construir una hermosa historia de amor sin saber distinguir los grados, sin preguntarse en qué grado de amor se está, si ambos están en el mismo grado. El tercer error es concebir el matrimonio como renuncia. La sociedad actual está atenazada entre el deseo de amar sinceramente y el prejuicio de que el matrimonio deja fuera el amor. Por ser sólo responsabilidad y renuncia, el matrimonio se ha presentado durante siglos como un obstáculo a los propios planes y como un decurso estable después de la boda, como si ésta garantizara la duración. Hoy se percibe el matrimonio como innecesario
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y como una condena. Se ha progresado mucho en la libertad para amar y de escribir una historia de amor con quien realmente se elige, pero pesa todavía mucho el rigorismo moral o puritanismo, que condenan el afecto y el eros como si fueran innobles y rastreros. Pesa también el terror a apostar por el otro y con el otro. Por eso se puede hablar de amores pobres, incompletos o falsos. Los libros de sexualidad están llenos de consejos tranquilizantes, le dicen a la gente lo que quiere escuchar y que siga por el camino emprendido sin cambiar, que todo lo que haga es válido, en nombre de no se sabe qué derechos. El resultado es la violencia y la incapacidad para amar. El amor completo requiere de amistad y donación, si no hay esto, mala señal: lo que parece amor no será más que uso y abuso mutuo y en ello la mujer es más frágil. Hasta aquí, tienen que quedar claras estas afirmaciones concatenadas: que el amor no es sólo sentimiento, que requiere de preparación, trabajo y entrega; que amar consiste en integrar los cuatro grados desde la donación: amistad, eros y afecto; y que amor y matrimonio son inseparables.
Amar es un arte: reordenar la vida caminando con el otro Eso es lo que significa ordo et iter: descubrir los grados del amor y ponerse en marcha caminando juntos hacia lo mejor. Para aprender cualquier arte es necesaria la teoría y la práctica. Ovidio escribió hace dos mil años El arte de amar, y aunque se trata casi sólo de seducción, refleja que el amor no es instinto sino estrategia y sobreponerse a uno mismo. Hay que ir mucho más allá, a la vocación fundamental de la persona: amar. El primer movimiento es reconocerse amado. Aprender a ser hijo, reconocerse como hijo: ser hijo significa concebirse como fruto de un amor absolutamente gratuito. De allí la importancia de ser padre, la paternidad es la vocación a dar gratuitamente y la madurez —o maduración e incluso madurecimiento— de una persona se nota en su capacidad de dar más que de recibir. En la vida llega un momento en que la felicidad no está en recibir sino en dar. A partir del cuerpo sexuado, la vocación humana es plena en lo interpersonal, y esto no lo llena ni el trabajo ni la unión orgiástica ni la conformidad gregaria o pertenencia a una sociedad. Según la teología cristiana,
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en cada ser humano se aplica la afirmación divina: tú “eres mi hijo muy amado en quien hallo mis complacencias”, en Cristo. Puede ser difícil dar para quien no ha tenido la experiencia de recibir gratuitamente, o nunca se ha dado el paso del recibir al dar, a veces por culpa de los padres. Alguien puede decir justamente que no ha tenido la experiencia de ser hijo, que ha tenido una infancia desgraciada o unos padres irresponsables o tan ocupados que se limitaron a lo biológico sin nada de biográfico; incluso concebirse uno como no deseado o “producto” de la violencia. Estas situaciones cada vez más frecuentes no son un obstáculo para concebir la propia vida como un don. Han de llevarme, acaso con ayuda de otros, a pensarme como el fruto siempre de un amor paternal de Alguien que está por encima de todo y que me ha querido en la existencia, que espera algo de mí. Por el hecho de existir, tengo una misión insustituible depositada en mí por una mano amorosa, eso es la existencia, y mientras se viva hay posibilidades, satisfacciones, fracasos, penas y alegrías, retos, caídas y nuevas luchas. Quien ha tenido la experiencia de ser hijo tiene la tarea moral de ayudar a quien no la ha tenido. Según la concepción judeocristiana del amor es imposible no sentirse amado, pues la propia existencia descansa siempre en unas manos amorosas de Dios, ya que nunca duerme el Guardián de Israel. En la medida que uno se posee a sí mismo es capaz de amar, por eso se ha insistido en la urgencia de vivir en el nivel personal y de que la vida es drama y no comedia o tragedia. ¡Cuánta gente adulta vive echando la culpa de sus males a los demás! Dejar el amor en manos de los sentimientos es el camino directo al fracaso, pues por definición son pasajeros, es como pretender vivir en un castillo de arena junto al mar. El segundo movimiento es identificar los cuatro grados del amor y saber en cuál se está, si ambos están en el mismo nivel. Uno puede estar en el nivel del afecto y el otro en el del eros, uno busca amistad y otro espera una relación sexual, uno se dona y el otro espera sólo recibir, uno quiere un proyecto para la vida y el otro sólo una experiencia pasajera. Viceversa, auténticas muestras de cariño, fruto de la donación pueden ser interpretadas por el otro como meros afectos rutinarios. El amor es problema, o mejor, es un quehacer que implica el diálogo, autoconocimiento y discernimiento mutuo, es un misterio por descubrir y realizar juntos. El tercer movimiento es concebir el amor como una historia hacia la plenitud de ambos, escribir una historia de amor entre dos. Eso implica introducir
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en la relación el horizonte del matrimonio y, a la vez, introducir el amor en el matrimonio y no verlo como una carga o pura responsabilidad. El principal quehacer, la principal tarea y el proyecto por excelencia, es el otro. Cuando no se tiene claro esto, se introducen grietas en la relación, sospechas y desconfianza, que es el veneno del amor, no en balde la desconfianza es el pecado más fuerte en las Escrituras y Satán aparece como el “instigador” o introductor de la desconfianza en la relación de amor. Ello implica llevar el eros y el afecto al matrimonio. Buscar el eros y el afecto por el bien del otro, como fruto de una decisión, de la inteligencia y la voluntad, soy yo quien decide amar y dar cariño y exigir una respuesta. Si el amor es querer el bien del amado, amar requiere de humildad, fe, coraje y disciplina. Son las cualidades indispensables que Fromm enumera para no fracasar en el amor. Esto a su vez significa cuidado responsabilidad, respeto y conocimiento mutuo.65 Amar es una actividad no un sentimiento pasivo, así el amor se convierte en una actitud, activa y pasa de ser un enigma a un misterio. Erich Fromm lo resume en estos principios: El amor infantil: “quiero porque me quieren”. El amor maduro: “me quieren porque quiero”. El amor inmaduro: “te quiero porque te necesito”. El amor maduro: “te necesito porque te quiero”.
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E. FROMM, El arte de amar, Paidós, México, 1995, p. 34.
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3. Grandes escuelas del amor El amor es una flor preciosa, que crece al borde del precipicio, hay que tener el coraje de ir a recogerla. Stendhal ¿Por qué en el amor hay tantos problemas? Ya se ha dicho que el amor es de por sí problemático y eso lleva a descubrirlo como un misterio. Otra razón es porque se siguen acríticamente modelos recibidos e insuficientes, abandonando las grandes escuelas del amor, eso además del abandono en los propios instintos. Hay tres grandes tradiciones amorosas que conviene conocer y libar para sacar lo mejor de ellas. Que el amor es una realidad mistérica lo muestran todas las tradiciones culturales y religiosas de todos los tiempos y los más grandes pensadores, constituyendo un mosaico variadísimo. Las visiones pedestres y pobres de la sexualidad y del amor pertenecen a épocas de franca decadencia humana y primitivismo, y son relativamente recientes, aquí se trata de acudir a lo más elevado.
Algunas culturas antiguas Entre ellas están el brahmanismo en sus diferentes presentaciones, las religiones mesopotámicas, asirias y de los pueblos circundantes a la Tierra Prometida o Creciente Fértil. A una concepción de la divinidad como una energéia corresponde una concepción de la realidad como de emanación. La sexualidad es para estas religiones una fuerza cósmica que se mueve en un eterno retorno entre el cielo y la tierra; un eterno renacer y morir de algunas divinidades. Para estas religiones la sexualidad es por tanto una realidad sagrada y el hombre una especie de pieza de un gran engranaje, un conducto para estas grandes fuerzas divinas, el cuerpo una deuda de liberación. Esta concepción de la Tierra y del cielo como realidades sagradas se ve en las religiones y culturas que adoran la vegetación, algunos árboles son habitáculos de la divinidad. Estas religiones ven en
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los fenómenos naturales como el crecimiento, la fecundidad, la fertilidad, las cosechas, la muerte de la naturaleza, etc., teofanías o manifestaciones de lo sagrado, de una fuerza divina a la que no se puede oponer. Invadidas de manifestaciones como ritos propios de la fertilidad, la elección de lugares y tiempos sagrados y la práctica de la prostitución sagrada, hasta el sacrificio de animales y en algún caso extremo de personas donde algunas de las divinidades tienen la ambigüedad de ser creadoras y destructoras, estas culturas conciben el amor como una fuerza que coloca al hombre a merced de las potencias superiores e inferiores. Aunque en el brahmanismo la sexualidad en el matrimonio constituye un camino de liberación. En las antiguas religiones suele verse la sexualidad y el amor como una energía cósmica, casi sinónimo de sexualidad. Esta fuerza está presente en la naturaleza y se manifiesta cíclicamente, lo permea todo, las lluvias, las estaciones que rigen el celo en los animales y la proliferación de frutos, las cosechas, la influencia de los astros, etc. Esta visión unitaria concibe el universo como un gran organismo vivo del que participan los animales y los humanos. El gran ser que es el universo está en un continuo movimiento y ello se manifiesta en los diferentes cambios que experimenta la Tierra a lo largo de ciclo temporal y un eterno retorno.66 Hay que recordar que los mitos son las formas más altas de expresar un pensamiento y comunicar una verdad, con un lenguaje simbólico. En todos estos mitos se advierte la importancia del retorno al origen, como si la Tierra continuamente se estuviera renovando o re-originando a través de los fenómenos naturales y sexuales. Éstos se dan en el tiempo y en el espacio: hay tiempos y lugares sagrados: por ejemplo, los cambios de estación, íntimamente relacionados con la fecundidad de la Tierra y de los animales es vista como momento de especial hierofanía (manifestación de lo sagrado). En algunas 66
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M. ELIADE, Traité d’histoire des religions, Payot, París, 1949. Otros clásicos más específicos son: J. VANDIER, H. C. PUECH y R. DUSSAUD, Les anciennes religions orientales I. La religion égyptienne, PUF, París, 1949; del mismo M. ELIADE, Le mythe de l’eternel retour, París, 1949 e ibidem, Mito y realidad, Kairós, Barcelona, 1999.
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religiones las relaciones sexuales están profundamente relacionadas con este paso de energía entre el cielo y la Tierra que es concebida como una hembra o madre, mientras el cielo constituye el elemento masculino que la fecunda. El hombre no puede quedar al margen de este movimiento y de alguna manera se vuelve protagonista. Los mitos tratan de explicar el movimiento que se observa en todo. Este movimiento permea las relaciones sociales, las relaciones con las fuerzas cósmicas y las relaciones con la divinidad. En todo ello hay una intención de volver al principio como un arquetipo; la fecundidad tiene gran valor y la divinidad se presenta como una jerarquía de dioses y diosas, con relaciones parecidas a las humanas, como el amor-pasión. Sobresalen dioses como Ishtar (la Afrodita babilónica), en el panteón ugarítico sobresale El (Eloím) que de dos esposas engendra a Aurora y Crepúsculo y otros ejemplos que van forjando el politeísmo oriental. Éstos y otros mitos se expresan en ritos, en los que se sacraliza la sexualidad: cultos agrícolas y referentes a la fecundidad de los animales, las hierogamias o consagraciones de las bodas entre los dioses celebradas por el rey y una sacerdotisa, como el caso de Marduk en Babilonia.67 En la Biblia se encuentran frecuentes alusiones a la prostitución sagrada, como práctica de los pueblos vecinos de Israel, estas prácticas contribuyen según las creencias de sus adeptos a la potencia sexual cósmica y del grupo. En estas culturas hay una convicción de que la sexualidad y el amor son realidades sacras, que tienen que ver con lo más sagrado y sublime por encima de lo animalesco e instintivo, la misma orgía sagrada tiene sentido pues en ella se suspende por un rato el concepto de humanidad. Bataille diría a propósito de la orgía moderna — descarnada de su dimensión religiosa— que nunca se está tan solo como en ella y que es necesariamente decepcionante. Una visión
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Véase H. FRANKFORT, La royauté et les dieux en Mésopotamie, París, 1951, p. 421.
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especialmente elaborada de toda esta concepción es la brahmánica.68 En esta religión hay templos finamente labrados con temas eróticos como los célebres de Khajuraho, expresión plástica y sublime del Kama Sutra, antiguo tratado hindú sobre sexualidad que concibe ésta como un camino de salvación, una intuición que recuerda la Revelación judeocristiana. Esta manera de concebir la realidad es extraña a la mentalidad occidental actual, técnica y tan propensa a vulgarizar tanto la religión como la sexualidad. Entre los devadasi, los oficios sexuales gozan de respetabilidad religiosa, las mujeres estaban casadas con alguna divinidad y estaban allí para satisfacer las necesidades sexuales de la sociedad, vivían dentro de los templos y eran muy respetadas, son casos de prostitución sagrada y orgia en el contexto religioso. Para estas tradiciones el amor es algo superior a la razón, una realidad cósmica que arrebata al hombre y se sobrepone a él en su pequeñez frente al tremendo y fascinante cosmos en movimiento. Estas tradiciones no son ajenas al mundo actual, su influencia en el romanticismo es clara y está presente en los cuentos de hadas y leyendas, han pervivido en la historia a través de los relatos de amor como se verá.
Grecia Para los griegos —igualmente generalizando—, el amor es una participación de los hombres en el mundo de los dioses, es una manifestación del deseo de eternidad y está íntimamente relacionado con la belleza. El mejor resumen de la concepción griega del amor se encuentra plasmado en los frescos de la bóveda de la Galería Carracci (recámara de los esposos), que se encuentra en Palazzo Farnese en Roma, una especie de Capilla Sixtina del amor griego. El amor puede convertirse en una fuerza centrípeta tan grande que encierra a la persona en una incomunicación y monólogo terrible y en eso va su condena, es el caso de Eco y Narciso, la primera es condenada 68
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Cfr. M. ELIADE, Erotismo místico en la India, Kairós, Barcelona, 2002.
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a no poder sino repetir lo que escuchaba, viéndose obligada a refugiarse en los bosques y a una soledad asfixiante. Narciso, por su lado, un día persiguiendo a Eco, tropieza y se enamora de su propia belleza, reflejada en el agua. Queda condenado a convertirse en la célebre flor, eternamente asomada al agua. En ambos casos se trata de un amor incapaz de salir de sí mismo. En el amor el destino juega un papel decisivo, representado por las Parcas, tres hermanas que tienen un oficio muy peculiar: los destinos de los hombres ya están tejidos, una hila, la otra mide y la tercera corta el hilo de las vidas humanas. Uno de los escritos cumbre sobre el amor es el Banquete de Platón, en el que aparecen varios mitos. Ese diálogo es especial y posiblemente la obra maestra del filósofo. Y en el debate será una mujer, Diotima, la sacerdotisa de Mantinea, quien toma un papel preponderante enseñando a Sócrates. Amor es todo deseo de cosas buenas y de felicidad y comienza con la belleza; el amor es querer lo bueno para siempre y, por ello, es deseo de eternidad. Amor es procrear en la belleza tanto espiritual como corporal.69 Este deseo de belleza espiritual es lo que conecta con el mundo de las cosas perfectas y en el fondo con Dios, ya en el mundo griego hay la convicción de que el amor no puede sino venir de Dios. Diotima enseña a Sócrates que Eros se divierte enlazando los corazones de los hombres con sus flechas (aleatoriamente). Hay mucha miga en el origen de Eros: cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre los invitados a la fiesta, estaba Poros, el dios de los recursos y la abundancia. Llegó a mendigar a la sala del festín Penia, la pobreza o la indigencia. Poros, embriagado de néctar, salió a tomar aire o a sestear. Penia se aprovecha de la oportunidad para tener un hijo de él. Ese día es engendrado Eros, en el natalicio de Afrodita, por esto acompañará a la diosa siempre en su cortejo. El amor es amante de lo bello por ser Afrodita extremamente bella. Afrodita se refiere más a la relación sexual y Eros más al 69 PLATÓN, Banquete, 205d, 206a y 206b en M. MARTÍNEZ, Diálogos III, Gredos, Madrid, 2008, p. 145 ss.; W. JAEGER, Paideia, FCE., México, 1962, p. 573 ss.
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enamoramiento. Eros es uno de los dioses más antiguos y no es un dios unitario, es doble como Afrodita, pues hay una celeste (ouranía) y otra vulgar (pandemia), Eros más que un dios es un daimon, un mediador entre los dioses y el hombre, de manera caprichosa. Eros siempre es doble: eros y anteros, el amor terrestre o carnal y el amor espiritual. De eros surge la palabra pteros, alas, porque el amor da alas a los enamorados. Igual de encantador es el mito del andrógino que cuenta Aristófanes: los hombres aman porque al inicio eran esféricos y perfectos, tenían ocho extremidades y se desplazaban agilísimamente y llegaban a donde querían, tenían dos frentes y carecían de espalda, se hicieron arrogantes (hybris) e insufribles para los dioses, Zeus decidió dividirlos a todos en dos, “desde entonces mueren de nostalgia por su otra mitad”. La virtud une, puede hacer que el hombre encuentre a su otra mitad. El mal divide, puede provocar que Zeus divida aún más al hombre. Es imposible no recordar el Génesis, con este relato y su intuición sobre la división como fruto del mal. La finalidad del amor es la fecundidad corporal como espiritual, pues el cuerpo humano es imagen de la belleza espiritual, esto conecta el amor erótico con el paterno filial y el fraternal, y partiendo de la evidencia de los dos sexos. Otro de los grandes filósofos del amor es Aristóteles, que desarrolla un tratado de la amistad como necesaria para la ética. En Grecia no existe la amistad entre hombres y mujeres pues no son iguales, por eso Sócrates preguntaba a Critóbulo: “¿conoces a alguien con quien hables menos que con tu mujer?” Y se sabe que la actividad sexual fuera del matrimonio era común. Hay numerosos testimonios de estas culturas en algunos libros de la Biblia, filtradas a través Persia y de otras culturas del Oriente próximo.
Originalidad judeocristiana Los textos bíblicos no desacralizan la sexualidad, más bien constituyen una historia de amor desde el Génesis al Apocalipsis.
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La gran novedad de la Revelación es una doble analogía amorosa: Dios ama a los hombres como un esposo a su esposa y el amor entre los esposos es un reflejo del amor de Dios por el hombre. Las Escrituras tienen una estructura nupcial y consiste —como se verá— nada menos que en la celebración de un casamiento o boda judía. En el mundo hebreo, el amor tiene cuatro significados: ruhah es un amor carnal. El quinah se suele traducir como celo, es un amor de exclusividad y pertenencia, de pasión por el otro. Jesed del corazón, es un amor de misericordia y ternura interior por el otro, su prototipo es amor esponsal y paternal con que Dios ama a Israel y la benevolencia con que los esposos se han de amar mutuamente. Jesed es un abajamiento benevolente hacia el otro y la búsqueda de su promoción, es el amor al que se refiere Pablo en su carta a los Corintios y tiene estas caras: fidelidad exquisita (emunah), lealtad, solidaridad, verdadera amistad, comunidad, amor entrañable, comprensión, servicialidad, respeto y confianza. De emunah deriva la palabra amén, que es aceptar con amor. Finalmente está el rahamim, que es el amor de las entrañas. “¿Puede una madre abandonar al hijo de sus entrañas?, pregunta Yahvé a través de Isaías, y contesta: “pues aunque ella se olvide, Yo nunca te olvidaré, el barro con que te hice está siempre en mis palmas y protejo tu vida dentro de mis murallas”. Estas murallas se refieren al útero, es un amor que concibe a la creatura protegida por las paredes del útero divino y en una permanente creación o generación, Dios hace siempre nuevas todas las cosas. Dios se presenta como Padre, pero ama con amor de madre: Dios teje eternamente a la creatura en su seno. El ser humano es sexuado por ser imagen de Dios. El hombre es imagen de Dios por su capacidad de crear y de crear-se, de dar gloria a Dios de manera consciente y libre, no hay mayor amor que crear y dar libertad a la creatura para que pueda amar por sí misma: dejarla amar. El culmen de la visión sexual judeocristiana es la mística, que concibe la relación con Dios ante todo como una relación amorosa que no excluye ninguno de los grados del amor, desde el afecto hasta el ágape, pasando por lo erótico, como aparece en el Cantar
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de los cantares. En los relatos de los Inicios en el libro del Génesis aparecen las diferencias entre la Escritura y el pensamiento religioso de Oriente. Yahvé aparece como un dios asexual, desaparecen las diosas madre, no hay bodas divinas, Yahvé está solo en el orden divino, este monoteísmo es fruto de una larga maduración, la ley mosaica de la alianza prohíbe prácticas como la prostitución sagrada, las fiestas estacionales, ya que no hay uniones sexuales divinas que representar. El regreso a tales prácticas será castigado o proscrito, como el caso del becerro de oro o las prácticas sexuales en tiempo de los Reyes. El amor constituye el corazón del cristianismo.70 Según la tradición cristiana —inconcebible sin la judía y las Escrituras—, el amor es un movimiento de benevolencia por el que el hombre está llamado a amar al otro como Dios lo amaría, Dios es amor: nadie ama sino es en Dios y eso da al amor humano un mérito infinito, como si fuera Dios quien amara a través de uno. Por eso el amor es una virtud teologal, la tarea de cada uno por excelencia. Esa tarea convierte la vida en un camino de ascensión a Dios, consiste en la integración de las obras por el amor. El amor es comunión con Dios y convierte en eficaces las obras más sencillas. Esto tiene sus consecuencias prácticas en la vida, el privilegio en el amor lo tiene el más débil, a quien hay que promover. Una sociedad que privilegia al más fuerte es de por sí una sociedad enferma, en la que los valores se han in-vertido y per-vertido. Los deseos se ven muchas veces opacados por la mala educación o traicionados por las imposiciones de los medios de comunicación, de la propaganda y la publicidad o de malos hábitos; a veces por la pereza, el abandono y la mediocridad en la vida o por la falta de preparación y claridad respecto a lo que realmente se quiere y sus consecuencias. Todo ello ha desembocado en un gran analfabetismo afectivo que inhabilita a muchos a amar 70 Algunos de los grandes exponentes del tema del amor son Agustín de Hipona, Bernardo de Claraval, Juan de la Cruz, C. S. Lewis, Denis de Rougemont, Anders Nygren, Irving Singer. Tomás de Aquino definirá a partir de allí el amor como “amor est velle bona amato”. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae. I-II, q. 26, a. 4.
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para siempre, esto se refleja en una vulgarización y trivialidad en la visión actual de la sexualidad, de la procreación y de la mujer. El amor entre los hombres es fruto de la diferencia sexuada y es manifestación de la imago Dei, expresión de la imagen divina en el hombre, por el que están llamados a la una caro, una sola carne. Por eso el matrimonio es la base de la sociedad a través de la familia. Pero el amor quedó empañado por el pecado original, éste introdujo —y consiste en— una terrible división dentro de los actos humanos.71 La visión cristiana del amor no se ha librado de malentendidos y exageraciones. Ha habido periodos de influencia estoica y de un maniqueísmo más o menos solapado que han opacado la nobleza del cuerpo a favor del espíritu, idealizando el amor. La relación entre sexualidad, amor y matrimonio no siempre ha sido serena. En los primeros siglos de la era cristiana surgieron pensadores que sostenían que el camino más corto para llegar a Dios era la renuncia al sexo, hubo quienes llegaron a la castración voluntaria interpretando la vocación de eunucos por el Reino de los cielos, como Orígenes de Alejandría. Entre las manifestaciones de pesimismo antropológico está el fenómeno cátaro, tan influyente en la visión del matrimonio y la sexualidad, influirá en la idealización de la mujer y en amor cortés, uno de los capítulos más interesantes de la historia amorosa de Occidente. Momentos de oscuridad son el rigorismo moral y el puritanismo, posterior a Lutero que, a partir de la desconfianza del cuerpo, condenará el placer sexual y dará origen a su vez a movimientos como el romanticismo y la misma revolución sexual.
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Cum-cupiscentia significa división, búsqueda de dos fines en un acto. En el amor cristiano entran diferentes interpretaciones, eros puede ser el camino de subida a Dios, un amor místico, reservado a unos pocos; otro tipo de amor cristiano es nomos, consiste en el descubrimiento de las leyes y su respeto, como una manifestación del amor a Dios, como un tipo de sumisión a la voluntad divina; filia o vivencia de compañerismo y amistad espiritual, constituye otra clave cristiana en el amor. I. SINGER, La naturaleza del amor, vol. II, Siglo XXI, México, 1992, p. 189.
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4. ¿Por qué amamos como amamos? El paganismo tenía un dios para el amor, pero no para el matrimonio, el cristianismo en cambio tiene un Dios para el matrimonio, pero no para el amor. Kierkegaard Para aprender a amar se debe elegir un buen maestro. Durante siglos se han elegido malos maestros. Esta afirmación del filósofo romántico, con su punta de acusación, revela mejor que nada la esquizofrenia que a lo largo del tiempo ha habido en Occidente entre matrimonio y amor. Con ello pone el dedo en la llaga de la tarea pendiente. Primero habría que preguntarse ¿cómo amamos?, ¿cuál es el modelo vigente de amor en la actualidad? La respuesta es sencilla, porque hay una herencia amorosa que se ha ido sobreponiendo en la historia, en sus épocas cálidas. Lo esencial es que sigue pendiente la tarea de introducir el amor en el matrimonio y el matrimonio en el amor.
Tres modelos en nuestro ADN El modelo de amor sentimental y pasajero, resbaladizo y ligero de hoy, se viene fraguando desde el siglo xii. Se ha trasmitido a través de las historias de amor que se encuentran en las novelas, en la literatura amorosa, en los filmes, la televisión y en las canciones. Éstas son las latas, los botes y las envolturas donde se bebe el amor. Lo impresionante es que prácticamente todas las historias de amor durante los últimos ocho siglos están marcadas por una historia de amor, trasmitida a través de mil formas. Se trata de la historia de Tristán e Isolda, como sostiene Denis de Rougemont. Esta historia de amor, siempre refrita, tan encantadora y emocionante, es esencialmente la historia de un adulterio.72 Esta concepción del amor se forjó en el amor cortés. Éste trata de rescatar el amor sincero, de los matrimonios arreglados. El segundo momento es el romanticismo, quiere liberar el amor de la jaula de oro del matrimonio puritano. El tercero, ya en el siglo xx, es la revolución sexual, que 72
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D. DE ROUGEMONT, L’amour et l’Occident, Libraire Plon, París, 1972.
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quiere liberar el amor y la mujer del corsé de las reglas de la moral extrínseca. En tecnología se vive en el siglo xxi, en cuestiones de amor estamos en la edad de las cavernas, el lenguaje es el de los gruñidos y toscos ademanes.
Amor cortés: amar fuera del matrimonio El amor cortés surge hace ochocientos años como una revolución contra las costumbres de los matrimonios arreglados, pero ha tenido un peso colosal en la forma de amar desde entonces.. El núcleo del amor cortés está en la entretenida y apasionante historia de Tristán e Isolda, presente en todas las historias de amor hasta la actualidad.73 Se trata de un mito celta, puesto por escrito en pleno Medievo (las grandes versiones de Tristán e Isolda son las del Béroul y Thomas). El mito es un relato cargado de simbología que resume prodigiosamente muchas situaciones, permite ver múltiples realidades y faces del amor. Los mitos tienen un poder fascinador sin que se sepa por qué, pues contienen elementos sagrados. Tristán e Isolda es una historia de amor eternamente cantada, de mil modos en Occidente. Tristán nace en la desgracia, de allí su nombre, queda huérfano pues su madre Blancaflor no sobrevive a su nacimiento, su vida está llena de nubes. El rey Marcos, su tío, recoge a Tristán en la corte y lo educa en Cornualles. La primera hazaña de Tristán es la derrota del Morholt, un gigante que acude a Cornualles para pedir doncellas como tributo. Con esta proeza, Tristán es nombrado caballero, pero queda herido y, para ser curado, se embarca en una nave sin remos, armado sólo con su espada y un arpa. Al llegar a Irlanda se encuentra a la reina, la única que puede salvarlo, pero es hermana del Morholt y por ello Tristán no revela su nombre y el origen de su mortal herida. Isolda, princesa real lo cura y lo cuida.
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Esto coincide con el nacimiento y difusión de las lenguas romances, de los cantares de gesta y los relatos de caballería, en los que se enfrentan batallas, retos y penalidades por el amor de una dama ajena.
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Años más tarde el rey Marcos se ve obligado a casarse, lo hará con la mujer cuyo cabello de oro le ha sido llevado por una golondrina y envía a Tristán a buscarla. Una tempestad lo arrastra a Irlanda, allí mata a un dragón que amenazaba el reino, herido, es cuidado nuevamente por Isolda. Ésta descubre un buen día que se trata del asesino de su tío e intenta matarlo con su propia espada mientras admira su belleza pues se está bañando, pero Tristán le revela su misión y se embarcan hacia Cornualles para encontrar a su futuro esposo, Marcos. Ya en alta mar, entre tempestades y calores, tienen sed, para ello la sirvienta Brangaine les da a beber, por error, el brebaje preparado por la madre de Isolda y destinado a garantizar el amor de los esposos. A partir de este momento se confiesan su amor y lo vivirán apasionadamente. Según algunos, el enamoramiento mutuo es efecto del filtro que durará tres años o toda la vida, para otros el enamoramiento nace cuando Isolda descubre desnudo a Tristán, para algunos más, es fruto del trato entre ambos. La falta ha sido consumada, pero Tristán permanece fiel a la misión que ha recibido del rey y conduce a Isolda ante Marcos a pesar de la traición. Brangaine pasará la primera noche con Marcos, expiando así su torpeza. Unos barones “felones” denuncian ante el rey el amor entre Tristán e Isolda. Condenado al destierro, Tristán convence con engaño a Marcos de su inocencia. Uno de los felones tiende una trampa a los amantes: siembra “flor de trigo” entre el lecho de Tristán y el de la reina. Tristán se da cuenta de la trampa y salta por encima del espacio que separa los lechos, pero una herida se le abre con el esfuerzo, manchando de sangre la harina, lo que sirve a los felones y a Marcos como prueba del adulterio. Entregarán a Isolda a una banda de leprosos, mientras Tristán es condenado a muerte, se evade (escena de engaño en la capilla), libera a Isolda y con ella se adentra en el bosque de Morois, donde viven tres años una vida de privaciones. Un día, Marcos los sorprende dormidos con la espada entre ambos cuerpos, emocionado el rey toma este gesto como signo de castidad, los perdona y sustituye sigilosamente su espada por la de Tristán. Terminados los tres años se acaba el efecto del filtro y el ermitaño
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Ogrin se ofrece como voluntario para que Tristán devuelva la mujer a su marido el rey. Aunque ella no está muy convencida, pues pide que Tristán se quede en el reino para luego prometer que se encontrará con el caballero al aviso de una señal y ya nada podrá detenerla “ni torre, ni muro, ni castillo”. Comienzan las citas clandestinas con la complicidad del guardabosque. Los barones felones vigilan la virtud de la reina. Ésta pide un juicio divino para probar su inocencia y gracias a un subterfugio triunfa en la prueba: antes de tomar el hierro candente que deja intacta la mano de quien no miente. Jura no haber estado jamás en los brazos de otro hombre que no sea el rey o los del villano que acaba de ayudarla a bajar de la barca. El villano no es otro que Tristán disfrazado…74 Luego vendrán nuevas aventuras y hazañas que hacen la historia más entretenida aún. Al alejarse a otras tierras, Tristán desconfía del amor de Isolda y termina casándose con “Isolda, la de las manos blancas”, por su belleza y por el nombre de Isolda a quien añora. Nuevamente herido en combate hace llamar a la reina Isolda, la rubia, para ser curado por ella. La reina se embarca ondeando una bandera blanca signo de esperanza, Isolda la mujer de Tristán espiaba su llegada y atormentada por los celos le miente a su marido que está en cama anunciándole que la vela del barco que trae a la otra Isolda es negra. Tristán muere del dolor e Isolda, la rubia, igualmente al abrazar el cuerpo inerte de su amante. Sobre la tumba de Tristán nació una vid y sobre la de Isolda un hermoso rosal, y ambos se enlazaron. La primero que llama la atención (siguiendo a De Rougemont) es que el mito de Tristán e Isolda —cuajado de enigmas— tiene una gran actualidad porque representa el modelo de amor que por excelencia ha educado sentimentalmente a generaciones enteras, está presente en las historias de amor hasta la actualidad, basta asomarse a las telenovelas, las canciones o los filmes, pasando por la literatura en general.
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Se ha parafraseado el resumen de D. DE ROUGEMONT, op. cit., p. 27 ss.
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Lo segundo es que sustancialmente es una historia de adulterio entre sus protagonistas. La caballería combate el matrimonio: el amor cortesano nace como una reacción contra la anarquía de las costumbres feudales: el matrimonio se había convertido en un simple medio de enriquecimiento a través de pactos, de anexión de tierras dadas en dote o codiciadas por herencia. Si el negocio resultaba mal, se repudiaba a la mujer. Frente a estos conflictos, el modelo de amor cortés se presenta como un amor auténtico, ideal, basado en la voluntad y la fidelidad.75 La sustancia es que el amor cortés es, en el fondo, incompatible con el matrimonio. En esta historia la felonía y el adulterio son aceptados con naturalidad; el mito no pierde ocasión para rebajar la institución del matrimonio: constantemente se hace burla de Marcos, el rey, casado con Isolda, mientras el héroe y protagonista vive del engaño. Más que combatir el matrimonio, quiere salvar lo genuino del amor, pero concibe éste como una relación puramente espiritual por estar impregnado por la herejía cátara. El tercer elemento es que este modelo de amor está empapado en la herejía cátara. Ésta es una concepción dualista del hombre, en la que el cuerpo es la parte despreciable ante el espíritu, que es la parte elevada. Los trovadores difundían esta concepción idealizando a la mujer en sus historias de amor y combates: se combatía por una dama ajena e idealizada, despreciando el cuerpo. Los trovadores tenían claras influencias de los místicos árabes y éstos, a su vez, de las religiones persas de las que provenía esta visión no cristiana, que se remontaba hasta el hinduismo. Este lenguaje místico e idealizador del amor cortés estará presente en la retórica de la mística católica, italiana y española, aunque referido a la relación amorosa con Dios. El cuarto elemento es que se trata de un amor a sí mismos. De Rougemont resume que aman, pero no se aman, se aman sólo a sí. El amor es una relación que purifica, se usa al otro para “ser mejor”. Se ama el amor más que a la persona. Había que preguntarse si realmente ama Tristán a Isolda y viceversa, el hecho es que no se casan. Quinto elemento. El amor aparece ligado a la muerte: la espada entre los cuerpos, la temeridad y, sobre todo, el desenlace (además de ser una supuesta prueba de amor idealizado); la muerte misma de los amantes revela esa
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J. LE GOFF y J.-C. SCHMITT, Diccionario razonado del Occidente medieval, Akal, Madrid, 1999, voz Amor cortés.
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relación: la pasión es tal que los amantes prefieren morir que separarse y los arbustos cuajados de flores que brotan de las tumbas es otra bella alusión a la muerte. Sexto elemento. Ellos no son responsables de ese enamoramiento, la magia juega un papel importante que se refleja en el filtro. Se tiene que acudir al lenguaje engañoso de los símbolos, los amantes caen en la embriaguez de la pasión por culpa de una pócima y con ello se sacuden toda responsabilidad: la piedra que se lanza sin apuntar va directa al blanco, afirma el autor de L’amour et l’Occident. Los afrodisiacos de los que se habla hoy tienen la mayoría de las veces un toque mágico, pues la magia persuade sin dar razones, hace exclamar a los amantes: “no me puedo oponer a amarte pues no depende de mí”. El amor es una guerra —séptimo elemento—, tiene como objetivo la mutua conquista. En las novelas de caballería, auténticas escuelas del amor, el caballero emprende continuamente luchas y batallas para lograr el vasallaje de su amada, ella se resiste, pero cede. Amadís de Gaula es un ejemplo de esa relación feudal en el terreno amoroso. El resultado es un amor desgraciado, condenado a la ocultación, al fingimiento, el amabam amare de Agustín de Hipona se revela aquí con fuerza: la pasión es por definición sufrimiento y dolor. El noveno elemento es el modelo de mujer que se propone. Es bella, ajustada a los cánones de la época, ajena al matrimonio en cuanto que es idealizada por un amante que no es su marido, igualmente el admirador no idealiza a la propia mujer sino a la ajena. Hay dos modelos de mujer: la amante y esposa. No se concibe a las dos en una: si el amado se casase con la amante ésta devendría esposa y aquél idealizaría a otra. Ahí radica lo definitivo y lo trágico del modelo cortés. Esto lleva al décimo elemento, el amor termina con la posesión de la presa. Esta afirmación es de una impresionante actualidad: todas las historias de amor terminan en una boda de los amantes y con la consabida frase “y se casaron y vivieron felices y comieron perdices”. Termina todo justo cuando la historia comienza. ¿Qué pasa con el amor después de la boda? Sencillamente muere y tendrá que buscarse fuera. La historia real de amor cortés es la de Abelardo y Eloísa. Preceptor y discípula, cuyo tío la tenía destinada a un buen partido para la familia. Abelardo es un revolucionario pues trasgrede las reglas
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de tres formas: enamorándose de una chica reservada a otro por razones de nobleza, rehúye de la idealización consumando la relación y estableciendo una relación de matrimonio, cosa que además pregona como un triunfo. Allí nace el ideal de amor moderno: juntar amor y matrimonio. Al enterarse de los amoríos entre los amantes el tío no duda en acudir a la castración. Después de tan terrible tragedia, deciden entrar a un convento, pero la historia de amor espiritual continúa, revelando así la separación entre amor espiritual y matrimonio reducido a la alianza entre familias. Son conocidas las cartas de amor entre los amantes y las descripciones posteriores, desde el convento, de las experiencias de amor sin ahorro de detalles. Lo sustancial es que esta concepción del amor ha pesado a través de la literatura, que es la que educa en el amor, y las costumbres.76 La Celestina77 y, sobre todo, El Quijote78 representan una crítica más o menos lúcida del amor cortés y sus estragos en el alma, cada una según su estilo y género. Una desde la picardía, el otro desde un realismo renacentista-barroco, no hay que olvidar que la novela de Cervantes es una historia de amor y un testimonio de que la caballeresca estaba más viva que nunca. El Quijote representa para De Rougemont un triunfo de Roma, nunca se subrayará suficientemente su genialidad. El modelo de Tristán volverá a imponerse en la literatura, aunque con excepciones como La plaza Real de Corneille, otra obra que triunfa sobre 76 De Rougemont identifica toda una trayectoria que tiene como punto de partida el Roman de la Rose, del siglo xiii, para entonces las dos versiones del mito —la de Béroul y la de Thomas— llevaban ya un siglo de existencia. Igualmente, en la poesía de Sicilia e Italia se advierte la influencia, Beatriz sería un símbolo de la dama idealizada (es la misma época en la que se introduce la dama o la reina en el ajedrez, como consecuencia de la idealización de la mujer); en el lenguaje de Petrarca se advierte la misma influencia. A partir de allí los relatos de caballería cobrarían una enorme popularidad y difusión. 77
Véase Y. IGLESIAS, Una nueva mirada a la parodia de la novela sentimental en La Celestina, Iberoamericana, Madrid, 2009, p. 13.
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Es suficiente la obra de C. MORÓN, Para entender El Quijote, Rialp, Madrid, 2005. Aunque la lectura de la obra de Cervantes es insustituible.
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el mito, no así en su oponente Racine, que pasa del desencadenamiento del mito al eclipse del mismo, sin darse cuenta está ya uno a las puertas del romanticismo, otra época cálida del amor. Con ello se llega a una de las grandes épocas cálidas de la historia que pesan en la actualidad, el romanticismo.
Amor romántico: eterno enamoramiento La perspectiva romántica, según la cual un príncipe y una princesa se casan y viven felices para siempre, conduce siempre al divorcio.B. Russell
Romanticismo Romanticismo significa dos cosas: un periodo histórico y el modelo de amor fruto de ese periodo. Viene de romantic, que a fines del siglo xvi designaba en Inglaterra el carácter romancesco y aventurero del romance caballeresco medieval, luego se aplicó a lo medieval y al arte gótico. Nace en Alemania con el célebre movimiento Sturm und Drang, cuyos mayores representantes fueron Novalis y F. Schlegel. Es una reacción al neoclásico.79 A partir de allí lo romántico significará también un modelo de amor. El romanticismo es una apasionada rebelión del corazón frente al corsé de las reglas impuestas artificialmente. El romanticismo va de fines del siglo xviii a mediados del xix. Hay temas típicamente románticos como la revaloración del sentimiento y de la fe, amor por la historia, con especial interés en el Medievo, de lo exótico y de una Grecia no clásica sino idealizada, exaltación de aspectos irracionales, místicos y mágicos de la vida; libre expresión de la creatividad subjetiva. Un 79
Para los neoclásicos, periodo anterior al romanticismo, la belleza es más académica y depende de los objetos (unidad, variedad, regularidad, orden, proporción, etc.) más que de la sensación que producen éstos en quien los contempla. La belleza debe proporcionar un placer sereno, ordenado y proporción, imitación del arte griego. Es un estilo académico.
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aspecto muy importante es el de la nostalgia del infinito en lo finito, de lo divino en la naturaleza. Intenta el rescate del ser humano frente a la cuadriculación de la razón y del objetivismo, propios del estilo neoclásico, del iluminismo y del racionalismo. Constituye un rescate del yo frente al absoluto de la razón y del Espíritu que es devenir absoluto. Subraya la imponencia de la naturaleza que sobrecoge al espíritu humano y lo arrastra consigo. Representa un retorno a los dos grandes pilares del Medievo: el cristianismo y la “barbarie” con sus cultos paganos semicristianos. El romanticismo acentúa la voluntad y el sentimiento, subraya lo a-racional y angustia de la vida humana, la grandeza de la vida no puede ser encasillada en cortas medidas científicas, las rebasa y precede a la razón. Constituye una revolución artística, política, social e ideológica tan importante que todavía hoy vive muchos de sus principios: libertad, individualismo, democracia, nacionalismo.80 Por ello es amante de las ruinas, porque en ellas se ve la fuerza de la naturaleza que arrastra todo a su paso y subraya la temporalidad y pequeñez humanas. No se puede encorsetar el amor en el matrimonio. Rousseau afirmaba que no se casaba porque no quería adquirir un compromiso y nunca probaría que el deber le obligaba a ello, “no lo he hecho ni quiero hacerlo”. Los grandes temas del romanticismo. Son la vida humana, el sentido de la existencia, la historicidad de ésta, la muerte y el amor humano, dentro de éste se canta a la mujer, el nacionalismo exaltado hasta el heroísmo. Estos temas casi siempre en el marco de una trascendencia religiosa. El romanticismo es un movimiento individualista por un lado y por otro abandona al individuo a la fuerza de la naturaleza. La autonomía del sujeto como primer logro del pensamiento ilustrado es fundamental para la concepción que el hombre romántico tiene
80 El romanticismo está presente en la revolución industrial inglesa, que desarrolla una clase burguesa y sienta las bases del liberalismo; en la revolución francesa, que proclama los principios de libertad, igualdad y fraternidad, y en la independencia de las naciones iberoamericanas.
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de sí mismo y en relación con la naturaleza, ésta lo envuelve y sobrepasa como se puede apreciar en la pintura de este periodo. El amor es la fuerza que domina todo, comenzando con el macrocosmos, una fuerza frente a la que no se puede luchar, es como un vendaval que arrastra al hombre a su capricho, una especie de copulaciones astrales en palabras de Fourier. El amor es sustancialmente enamoramiento y esto lo convierte en trágico. Eso lleva a iniciar innumerables historias de amor, sin que ninguna cuaje, pues el antídoto contra la pasión es la convivencia. La imagen mental tiene más fuerza que la vivencia real. En la actualidad domina un neo romanticismo. Se expresa en frases como “encontrar el amor”, “el amor va y viene”, “está dormido el amor a la sombra del olvido”, “el amor acaba”, “al corazón no se manda”, “cuando vuelva el amor”, “el matrimonio es la tumba del amor”, “nada es para siempre”, “ya el tiempo lo dirá”, “obedece al corazón, él no se equivoca” y otras. Todo ello se percibe en el poeta sevillano y tardío romántico Bécquer. En su obra presenta el amor humano como una fuerza que arrebata al hombre y lo conduce de un enamoramiento a otro. Con gran sensibilidad y maestría poética describe la pretensión de historia que es el enamoramiento. Pero el amor es sólo enamoramiento y radica en los sentidos externos a través de la mirada, los gestos, las caricias y la contemplación de la figura femenina y su belleza. Enamorarse es alojar a la amada en la propia vida. La amada habita en el amado y éste espera habitar en ella, él quiere suspirar en el viento, llamar a la amada entre las voces de las sombras y respirar junto a ella por la noche a través sus ruidos. El amor provoca en el amado una visión más amable del mundo porque la he visto y me ha mirado, ¡hoy creo en Dios! El amado disfruta de la presencia de la amada, aunque ella duerma o incline la cabeza sobre su pecho o ambos dialoguen con la mirada. En sus Rimas, tal como fueron ordenadas después de su muerte, se advierte con gran coherencia cómo la historia de amor no cuaja y termina en la ruptura y la muerte. El amor es una fuerza que arrastra a quien ha sido flechado por las saetas de Eros y no puede oponerse a él. Es una vibración
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interna que sale en forma de un “No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira […] ¡mientras haya una mujer hermosa habrá poesía! La belleza de la mujer es fuente de la inspiración: ¿Qué es poesía...? ¿Y tú me lo preguntas? ¡Poesía... eres tú! Así comienza el amor y termina afirmando amargamente y postrado en el dolor: Una mujer me ha envenenado el alma, otra mujer me ha envenenado el cuerpo; para culminar con la muerte:»¡Oh, qué amor tan callado el de la muerte! ¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!» y también: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! El amor es una fuerza que se experimenta y es imposible luchar contra él, se presenta sin llamarlo, lleva a un clímax y al éxtasis para un día marcharse y olvidarse dejando a la persona en el dolor: ¡Los suspiros son aire y van al aire! ¡Las lágrimas son agua y van al mar! Dime, mujer, cuando el amor se olvida ¿sabes tú adónde va? El amor es una fuerza que idealiza la realidad, es un movimiento que lo sacude por dentro y que le hace exclamar con un texto sublime: Besa el aura que gime blandamente las leves ondas que jugando riza; el sol besa a la nube de Occidente y de púrpura y oro la matiza; la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza y hasta el sauce, inclinándose a su peso, al río que le besa, vuelve un beso. El amor palpita en los paisajes sobrecogedores y sublimes y en los más hondos sentimientos humanos, en los bosques de corales y a do un rumor no llega. La idolatría del amor lleva al poeta a dejarse llevar por la experiencia inmediata y a exclamar: Amémonos hoy mucho y mañana digámonos ¡adiós! y: ¡cuándo podré dormir con ese sueño en que se acaba el soñar! Oigo flotando en olas de armonías, rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran... ¿Qué sucede? ¿Dime? ¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!
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La fuerza del amor presente en la naturaleza revela el deseo de fusión: Dos rojas lenguas de fuego que a un mismo tronco enlazadas se aproximan y, al besarse, forman una sola llama. Dos notas que del laúd a un tiempo la mano arranca, y en el espacio se encuentran y armoniosas se abrazan. Dos olas que vienen juntas a morir sobre una playa y que al romper se coronan con un penacho de plata. Dos jirones de vapor que del lago se levantan y, al juntarse allá en el cielo, forman una nube blanca. Dos ideas que al par brotan; dos besos que a un tiempo estallan, dos ecos que se confunden; eso son nuestras dos almas. Es idealización de la inalcanzable mujer:
—Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión, de ansia de goces mi alma está llena. ¿A mí me buscas? —No es a ti, no. —Mi frente es pálida, mis trenzas de oro, puedo brindarte dichas sin fin.
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Yo de ternuras guardo un tesoro. ¿A mí me llamas? —No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpórea, soy intangible, no puedo amarte. —¡Oh ven, ven tú!
El romanticismo está lleno de paradojas. Reduce el amor a enamoramiento, allí está su grandeza y su condena: la sucesión de enamoramientos no constituye una historia de amor, esto va generando en el enamorado una sensación de depresión y por ello está íntimamente ligado a la muerte. Para el seductor de Kierkegaard toda historia de amor es de medio año como mínimo. Baudrillard dirá a su vez que no hay peor perversión que la del coleccionista, el seductor no es más que un coleccionista de amores. La convicción de que la historia de amor terminará acarrea el deseo de morir juntos. El amor muchas veces termina con la posesión de la amada y esto hace que termine el amor y se busque un nuevo enamoramiento. El romanticismo es una reacción contra la concepción puritana del matrimonio que subrayaba la responsabilidad y dejaba fuera el eros. Nuevamente las historias de amor terminan en la frase: “se casaron y vivieron felices”: se acaba la historia de amor justo cuando debiera comenzar; no en vano terminan las rimas en un desolado “Qué solos se quedan los muertos”.
El lado crudo del romanticismo y anticipación de la revolución sexual es el marqués de Sade, para el que toda relación humana es de por sí violenta, exclama: “huid sin reservas del amor”. Sus obras están llenas de personajes depravados que gozan con el sufrimiento ajeno y la destrucción sin razón que recuerda el homo homini lupus de Hobbes aplicado al sexo. La erótica consiste en cálculos en un racionalismo morboso. Sade revela asimismo el peso de la educación, su tío que lo tuvo a su cargo, entre los seis y los diez años, tenía como amantes en la misma casa a una madre, su hija y a una criada. Su padre había
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terminado en la cárcel por diversos delitos sexuales. Recuérdese que los estudios de Freud comienzan por el intento de entender los comportamientos sádicos, rescatando que toda relación sexual tiene algo de agresión, tendencia a dominar en un lenguaje de cortejo. La influencia de Sade va mucho más allá de lo sexual, se nota en la morbosidad necrofílica (atracción por la muerte) de la sociedad actual, la fascinación por la violencia, el terror y el crimen, por la noticia amarilla y la comercialización del horror.
Revolución sexual, amar no es más que sexo La revolución sexual es un complejo movimiento, fruto de muchas corrientes y causas, a partir de los años cincuenta del siglo xx, pero que se venía gestando durante décadas. Se caracteriza por el rechazo de los moldes y estructura de la sociedad, en la vivencia de la sexualidad y el amor. Es a la vez síntoma y consecuencia de que ciertos modelos habían dejado de funcionar o acaso nunca lo habían hecho. Se pueden identificar algunos ingredientes de este vasto y lento movimiento: En su aspecto social es una consecuencia y reacción a los horrores de las guerras mundiales, especialmente de la segunda. A la falta de sentido ante tanto dolor y sufrimiento, la sociedad responde convirtiendo el placer y la comodidad en el ideal de la vida. Esto, aunado a la difusión en el consumo de drogas, propició una sociedad volcada a lo fácil y automático. Por el lado de la religión y la moral, la revolución sexual representa una reacción contra los moldes impuestos por el puritanismo sexual de origen anglosajón, junto al debilitamiento de la voluntad en las personas causado por los elementos anteriores. Frente al extrinsecismo moral o moral victoriana con sus escapes a la prostitución tolerada y reglamentada, propone el amor convertido en deseo, tan evidente en la prostitución y la frecuentación de los bajos mundos. Los espectáculos populares o de variedades en las representaciones eróticas iban en aumento, junto con la sátira y la burla de los roles impuestos por la sociedad, en ellos se generalizan cada vez más el histrionismo travesti de gran popularidad en las ciudades.
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La difusión de los anticonceptivos es otra causa que ha provocado la separación técnica entre amor, sexualidad y fecundidad. Será ésta quizá la mayor causa y efecto de todo este movimiento. De esta separación técnica se pasará a la ignorancia absoluta sobre la relación que hay entre estas tres realidades íntimamente humanas. A esto se vino a añadir toda una propaganda neomalthusiana sobre la regulación de la natalidad y explosión demográfica. Lo anterior se propondrá como una liberación femenina de la opresión masculina: liberación de la maternidad, del matrimonio e incluso del placer sexual masculino. Tal actitud había sido ya anticipada por el realismo literario o primer feminismo: cultura flapper y representa el elemento marxista-freudiano o liberación sexual, también llamado liberación femenina. Se introduce un sutil dominio de lo masculino, cumpliendo la profecía de Ortega y Gasset que afirmaba mucho antes que el muchacho se convertiría en el modelo de la sociedad: no se embaraza, no tiene obligaciones, es delgado, fuerte e independiente. La revolución sexual tiene como consecuencia la generalización de todo tipo de relaciones sexuales y su aceptación, y la tolerancia hacia todo tipo de preferencia como expresión de la sexualidad que no debe ser reprimida. Junto con ello se propone la sexualidad como un derecho, produciendo la proliferación de parejas de hecho y la exclusión del matrimonio, prescindiendo del parentesco a favor de la pasión como había anticipado un siglo antes Fourier. El detonante de toda esta situación es el Informe Kinsey. Se trata de un reporte sobre la sexualidad en los Estados Unidos en el que se pretende desvelar la vivencia real de la sexualidad más allá de las normas, de las apariencias y de la hipocresía social. Según una metodología muy particular se presenta en este reporte el comportamiento americano a través de estadísticas. Estas estadísticas ofrecen datos no esperados: la vivencia real de la sexualidad, contradicen las costumbres puritanas y haría palidecer a la decadente sociedad romana del imperio. El informe quiere convencer, con datos, que la práctica sexual del americano medio no corresponde a la moral impuesta por la sociedad: las relaciones prematrimoniales, el recurso a la prostitución, las relaciones y experiencias homosexuales, las relaciones extramaritales y otras
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muchas prácticas son infinitamente más frecuentes de lo que se creía. Se da gran importancia a los experimentos realizados con seres humanos; para llevar a cabo el informe no se dudó en realizar experimentos con miles de niños, que incluían la excitación y abuso para obtener resultados a manos de “profesionales bien entrenados para ello”; además, gran parte de la población encuestada provenía de ambientes dudosos, como prostíbulos y cárceles. La lógica de la metodología es la siguiente: las estadísticas reflejan una realidad social muy diferente a la de las creencias: las prácticas extremas “son muy comunes”. Luego se da un salto: de lo común a lo normal. Para justificar las conclusiones, se acude también a los animales como modelo del comportamiento sexual humano. Se separa la sexualidad de los hombres de la sexualidad de las mujeres y, en general, se reduce la sexualidad a datos y a técnicas (de excitación, por ejemplo). Un dato que desenmascara la pretensión científica del reporte es la población encuestada, pero además el punto de partida para las conclusiones está basado en el uso de personas: los niños. Se da por sentado que hay una sexualidad infantil, y esto es inquietante, ya Freud había combatido la idea de que no hay pulsión sexual en la infancia. Si se toman en cuenta las experiencias radicales no se pasará por alto la injusticia tremenda que implica la invasión a las vidas particulares de niños con prácticas propias de adultos. La conclusión que se extrae de esto es que la incidencia estadística es igual a “lo normal”, aunque se condena la palabra normal aplicada a resultados que contradigan dicho estudio, haciendo un curioso uso de la normalidad, con ello se eleva a normalidad cualquier preferencia o tendencia personal. Se divide a las personas en heterosexuales y homosexuales, definiendo heterosexual como “lo que no es homosexual”, con ello la aplicación del término gai a niños y adolescentes. Queriendo liberar la sexualidad de los prejuicios morales, se cayó en una clara propaganda hacia la homosexualidad. Algunas de las consecuencias y objetivos del Informe Kinsey son la desconexión entre hombres y mujeres en la sexualidad. El informe
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se propone acabar con el tabú que prohíbe las relaciones entre generaciones, y sostiene algunas ideas como las siguientes: el pudor se presenta como una manifestación de histeria; las relaciones prematrimoniales benefician a las mujeres; a los niños les benefician las relaciones sexuales con adultos. De allí surgen los movimientos a favor de la pedofilia: ésta es vista como una orientación emergente e incompatible con la religión cristiana. Desde la ideología keynesiana, la moral en el campo de la sexualidad es herencia de la paranoia judía en materia sexual. Para ello habría que cambiar la mentalidad de la gente y en algunos sectores se vio la urgencia de aplicar y difundir la visión de Kinsey a través de políticas educativas, de ello ha derivado el pansexualismo, las ideologías de gender y sexualidad y ciertos feminismos.81 El amor quedará convertido en consumo y en mutuo uso. Parece que la finalidad última del reporte es la aceptación social de todo tipo de preferencias a través de la legalización y promoción en la reeducación de la sexualidad desde las escuelas. Todo ello promueve una visión de “outlet sex”, el sexo es sexo, independientemente de sus presentaciones. De esta manera el asalto a la sexualidad americana no viene desde la pornografía sino desde la “ciencia”.82 Si algo define la situación actual en el campo del amor es la desorientación, fruto de la disolución entre sexualidad, amor y fecundidad. Combinado con el peso que los medios de comunicación han tomado y la soledad que experimentan la mayoría de los jóvenes y adolescentes da como resultado la incapacidad para leer y expresar los sentimientos y movimientos amorosos. A este panorama se le puede llamar analfabetismo afectivo, como consecuencia en gran parte de la revolución sexual. No se puede pensar el amor en la actualidad sin tener en cuenta la revolución sexual.
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A. H. MASLOW y J. SAKODA (1952). Volunteer-Error in the Kinsey Study, Journal of Abnormal Psychology, 47(2), 259-262.
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La fundación de Playboy y Siecus son parte esencial para propagar una nueva mentalidad de sex outlet.
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Amor líquido: sexo sin amor La forma final. El modelo de amor propio de la actualidad consiste en un amor con fecha de caducidad y reducido a consumo.83 Este modelo es el claro reflejo de la sociedad capitalista, basada en el consumo, que concibe al hombre como una máquina productora y consumidora de cosas y aparatos que se desechan cuando aún sirven. Amor es sinónimo de consumo. El consumismo consiste esencialmente en desechar, no tanto en comprar o usar. En la sociedad actual se compran diariamente millones de cosas desechables, desde botellas de plástico hasta ordenadores y equipos electrónicos, todos con una caducidad impuesta por el siguiente modelo en el aparador y la renovación periódica de los modelos para vender más y cambiar de aparato. La economía está basada en ello y por tal motivo hay frecuentes crisis. Ese mismo esquema aplicado al amor significa “usar y sentirme libre de tirar a la basura cuando ya no me satisfaces”; amar es consumir y consumir consiste en desechar personas, sin compromiso. Este modelo de amor, aparentemente tan divertido, desata una dinámica destructiva: la conciencia de no ser más que un objeto de uso y la angustia y miedo a terminar en el basurero del amor. De allí la manía por ser sexy, la religión del cuerpo y la alucinación por las operaciones, que lo único que hacen es retrasar la fatídica hora de terminar desapareciendo en el cajón del desamor. Acaso la consecuencia más destructiva sea la incapacidad de amar para siempre, para construir una historia con alguien, además de la pobreza de lenguaje y un sentido de depresión, de frustración y cinismo coleccionista. El coleccionismo es una enfermedad de la modernidad que muestra las carencias del hombre de hoy. El coleccionista establece un sistema moral en el que excluye a los seres humanos, es la moralidad de las cosas. El seductor es el coleccionista de imágenes huecas. Se-ducere significa desviar o apartar del camino.
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La característica de los líquidos —a diferencia de los gases y de los sólidos— es que sus moléculas tienen la misma fuerza de cohesión que de repulsión: eso pasa con el amor: “me da igual estar contigo porque podría estar con cualquiera”. El amor apoyado en la tremenda fragilidad de las relaciones, relación pura o pura relación, que se traduce en un “usémonos mientras nos disfrutemos, para eso no tienes que morirte, me basta encontrar a otro que me satisfaga”.
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Resultados: viejas danzas aprendidas en casa Estos modelos que parecen tan lejanos son la fuente del aprendizaje en el amor en los matrimonios de carne y hueso. Para ponerse en marcha y amar con un amor sano hay que ser crítico con los modelos de amor recibidos y con la educación sentimental recibida en casa. Milan y Kay Yercovich han descubierto cuatro estilos o danzas amorosas recibidas en casa que inhabilitan para amar plenamente, pues repetirán esos esquemas recibidos. El evasivo es fruto de unos padres descuidados y poco atentos. De los padres sobreprotectores, ansiosos y demasiado exigentes surgirá una personalidad complaciente, incapaz de decir no y que reprimirá sus miedos tratando de agradar. El vacilante o indeciso es otro tipo fruto de un ambiente ambiguo en las relaciones de los padres que se caracteriza por la inconstancia, por una relación de pareja y con el hijo de altibajos confuso e hipervigilante, las situaciones decidirán la relación. El estilo caótico terminará siendo controlador y víctima, lleno de picos y bajones sentimentales, desde la furia a la autoconmiseración. Es resultado de relaciones poco seguras, violentas si es que no adictivas de los padres. Se pueden imaginar o ver en las parejas reales la combinación de estos estilos sentimentales heredados.84 La relación amorosa y estable entre hombres y mujeres es esencial para la salud de la sociedad, pues de ello depende la formación de los hijos. Ser padres es una tarea hermosa y delicada que incluye el reconocimiento y la bienvenida al hijo para que lleve una relación armónica con sus propios sentimientos, sabiendo regular las emociones de los hijos para que éstos se sientan amados, importantes (sin caer en el narcisismo), confiados y respetados. La mala o incompleta educación sentimental no determina a los hijos ni sus relaciones. Las condiciona y siempre se puede cambiar, a veces con el acompañamiento de un profesional. Síntesis. El primitivismo amoroso se refleja tanto en la reducción del amor a reglas como en el abandono en el instinto y la vulgaridad. Uno reduce el amor a contrato y compromiso, cosifica el amor. El otro extremo lo animaliza. Las soluciones que se han querido dar a esto han caído en el extremo opuesto: el amor cortés busca la autenticidad en el amor frente a la barbarie de concebir el matrimonio como contrato, pero propone la 84
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Cfr. M. y K. YERKOVICH, How we love, Waterbrook, Nueva York, 2017.
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infidelidad como amor auténtico. El amor romántico busca liberarse de las estructuras y del matrimonio entendido como un contrato o una institución de obligaciones , pero quema la historia de amor, reduciéndola a una sucesión de enamoramientos. La revolución sexual es un movimiento mucho más complejo y pobre culturalmente, pero tiene la gran intuición de intentar rescatar a la mujer de los modelos impuestos por la sociedad, sólo que se queda en aspectos técnicos, instintivos y llamativos, y corre el riesgo de imponer a la mujer nuevos modelos masculinos. El amor sigue siendo una tarea siempre nueva que realizar y está en la base de la problemática familiar. El alcoholismo, el consumo de drogas y antidepresivos, los disturbios sexuales, la proliferación de enfermedades mentales, la idolatría del dinero y otros fenómenos lo único que revelan es el fracaso en los modelos que fomenta la sociedad. El problema irresuelto sigue siendo cómo vencer el aislamiento y trascender con los demás.
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5. Matrimonio La primerísima aparición de un nuevo ser se produce en el momento en que sus padres empiezan a amarse. Schopenhauer El hombre sigue teniendo la pretensión de un amor para siempre. El amor es una respuesta a lo sexuado y el matrimonio parece ser el espacio a ese deseo de historia y comunión. Pero sin dejarse el amor colgado en la puerta de la iglesia.
Ámbito natural del amor Es una relación de funciones, por ello corre el riesgo de caer en el funcionalismo y contrato. Es la respuesta al anhelo de amar, ser amado y de fecundidad. Matrimonio viene de matrimonium y a su vez de matrix munire, que significa literalmente administrarse mutuamente la posibilidad de hacerse varón y mujer; suministrarse recíprocamente la potencia máxima de lo que significa la propia sexualidad. El hombre hace mujer a su compañera (madre) y ella lo hace hombre (padre). Hace referencia al nido primordial de todo, tiene la misma raíz de madre y matriz, el ámbito natural del amor de donación. Por ello constituye la base y el paso natural a la familia. “Marido significa estar unido en matrimonio con… y mujer (mulier) no indica otra cosa que estar unida en matrimonio con…”.85 El matrimonio tiene una función social y de allí se desprende su carácter público y religioso. Esta definición viene de una sana antropología de la familia y no desde el capricho y la ocurrencia, y es tan simple y unívoca como reveladora. Sin embargo, el fundamento del matrimonio es el amor, del que el matrimonio es la respuesta y no su ruina; hay que rescatar la sensibilidad actual al amor auténtico y darle estabilidad. El matrimonio es una institución que ratifica dos papeles, el del marido y el de la mujer.
85
150
F. D’AGOSTINO, Elementos para una filosofía de la familia, Rialp, Madrid, 1999, p. 119.
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Los medievales distinguían el matrimonio “in fieri” del “in actu esse”, el primero es el instante en que los novios se prometen fidelidad y se aceptan el uno al otro, este acto los constituye marido y mujer y tiene normalmente un carácter público y se da dentro de una celebración religiosa. El matrimonio como “in actu esse” es el desarrollo o tarea de toda la vida, que se va dando en la vida conyugal, tiene la pretensión de indisolubilidad y constituye una apuesta. Otro elemento esencial del matrimonio, introducido en el Medievo, es la consumación, que en muchas culturas se realiza en la misma ceremonia de casamiento con testigos y todo. No se entiende el matrimonio fuera de la lógica de la duración. La aspiración del amor es a no acabar y de allí la pretensión de indisolubilidad matrimonial, por el bien de ambos y la necesidad de ofrecer un ámbito de estabilidad a los seres más frágiles que son los hijos, también fruto del amor. La familia está en función del más débil. La indisolubilidad parece ser una propiedad del matrimonio y no una imposición religiosa. De hecho, el divorcio ha sido y es aceptado en muchas culturas, pero en la actualidad, en Occidente, está ligado a una reacción contra el puritanismo cristiano que, a su vez, impone la indisolubilidad como algo extrínseco, pues ve el matrimonio más como un contrato que como un anhelo de los esposos. Ambos casos muestran cómo se pisotea el deseo íntimo que acompaña al amor y la experiencia. Cada una de las expresiones o verbos que hacen referencia al matrimonio tienen un sentido: juntarse o ayuntarse (de adiutorium, ayuda en latín) habla de una comunidad de ayuda; casarse significa empatarse, calzar uno con otro, y hace referencia a un proyecto común, que implica encajar, acoplarse uno al otro y combinarse: esposarse (o desposarse) significa atar los destinos en uno, ya no son dos individuos sueltos sino dos personas inseparablemente ligadas. Todas hablan de un mutuo sostén, de compañía y durabilidad, de construir una historia entre los dos. Por eso es el ámbito idóneo del amor, lo que garantiza la estabilidad de los más frágiles y futurizos, los niños. Algo de esto alcanzó a ver Pablo de Tarso que lo hizo exclamar ¡Megalón mysterion!, un mega misterio. El horizontalismo del matrimonio civil de la actualidad carece de las garantías y por ello no infunde confianza, no incluye claramente el amor y contempla, desde el inicio, la posibilidad de la separación y el fracaso.
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Tres perfiles del matrimonio Para designar el matrimonio se usan otros términos que a veces se usan como sinónimos. Lo conyugal. Equivale a conjugar las dos vidas en una historia y realizar una co-biografía, son cónyuges desde la boda, pero esta conyugación se va realizando o actualizando con actos de amor a lo largo de la vida. En un crecimiento para pasar de la pasión de amor a una historia apasionante y serena. Lo nupcial. Significa el carácter celebrativo del matrimonio. El matrimonio consiste en que los esposos celebren la unión cotidianamente con algún gesto sencillo o actividad; que celebren al otro y su existencia; amar significa decir al otro ¡qué bueno que existas!, consiste también en celebrar las pequeñas o grandes metas de la pareja, dejando de lado las pantallas y los distractores banales. Lo esponsal. Proviene de sponda, que en latín significa orilla, como la de un lago, río o mar. Cada uno es una orilla en su soledad. El matrimonio consiste en acercarse a la orilla que es el otro. Esto convierte la unión en un puente e implica la reciprocidad, pues los puentes se construyen desde dos orillas.
¿Qué le pasa al amor después de la boda? La mayoría da por sentado que la boda es la meta y que el matrimonio consiste en un estado invariable. Esto se revela falso después de la luna de miel. En parte porque se prepara todo (todos los aspectos de la boda) menos lo que hay que preparar, que es la conyugación. B. Russell diría que en el primer año todo marcha viento en popa, en el segundo va más o menos bien, en el tercero quizá las cosas sean tolerables, en el cuarto uno empieza a pensar que no vendría mal un poco de variación a la monotonía… a partir del quinto se convierten —si no se cuidan— en policías, guardianes o inquisidores, en tal caso, el fracaso del matrimonio está más en una situación vejatoria e injusta que en el divorcio. El modelo cortés respondería que el amor queda fuera del matrimonio y el romanticismo, que el matrimonio es la tumba del amor, sólo se ama fuera del matrimonio: casarse con Isolda de
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las manos blancas y amar en el fondo a Isolda de los cabellos dorados. Una cierta mentalidad puritana respondería que, efectivamente, el amor queda fuera del matrimonio y que éste es ante todo responsabilidad. El lema de ambas posturas es “amor o responsabilidad”. El modelo actual o amor líquido es más claro y sencillo, excluye el matrimonio, pues niega la posibilidad de escribir una historia entre dos, niega la posibilidad del amor mismo: “sexo sin amor”. El gran reto es escribir, “entre dos”, “una” historia de amor dentro del matrimonio: salvar el amor con el matrimonio y salvar el matrimonio con el amor.86 Eso es una tarea personal, pues no hay dos matrimonios iguales. No se trata de “salvar el matrimonio” sino, con actos libres de amor de ambos, buscar salvar al otro y que, por ser libres, implican renuncia. Por eso la unión libre es por excelencia el matrimonio, en él se está libremente y conlleva una sucesión de actos libres para amar. El matrimonio está sustentado en la amistad y la donación mutua y el mutuo conocimiento que no acaba nunca, si no es así, no es matrimonio. Aquí aparece una de las paradojas humanas: uno se realiza en la medida que realiza al otro. Formas incompletas. La llamada unión libre no tiene mucho de libre pues está apoyada exactamente en lo no libre, en lo que no depende de uno, el sentimiento, el tiempo, las ganas y muchas veces el capricho. Una de las grandes mentiras de la sociedad actual reside en creer que la sexualidad es un fin en sí misma. Por otro lado, durante largas épocas se ha pensado —y se piensa todavía— que el matrimonio es el lugar donde desfogarse sexualmente y que consiste sustancialmente en tener infinitas relaciones sexuales; del lado contrario se concluye que para eso no hace falta el matrimonio. Otra es la relación fincada únicamente en el enamoramiento: la unión de muchas parejas no es fruto de una decisión sino de enamoramiento apasionado, pero sin amistad y menos ágape. Están concentrados en recibir del otro y eso sólo puede conducir al fracaso. ¡Cuánto puede durar una relación fundada en lo que no dura, los sentimientos!, centrada en lo que no depende de uno: en sólo recibir; estabilidad en algo que por definición pasa. El resultado es que muchos quieren amar, pero sin amar. Muchas uniones son la suma de dos egoísmos, de dos monólogos.
86
G. CHAPMAN, Los cinco lenguajes del amor, Unilit, Bogotá, 1960.
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Del analfabetismo afectivo a la gramática del amor Para hablar, leer y escribir es necesaria una gramática, lo mismo en el amor. Hay que leer en el cuerpo y su experiencia, hablar el lenguaje del amor, siguiendo un orden y un proyecto y escribir la historia de amor absolutamente individual a la que cada uno está llamado, dándose al otro. La gramática del amor se aprende contemplando la realidad del cuerpo sexuado tal como se ha venido haciendo. Ser consciente de lo que implica el amor y de los modelos que impone la sociedad para estar continuamente sobre uno mismo. Para entender la sociedad hay que entender la familia, para entender ésta hay que entender el matrimonio, para ello hay que comprender lo que es el amor, para ello se requiere, a su vez, la atención a la vocación del cuerpo sexuado y, finalmente, para ello se requiere inteligencia para descubrir la realidad tal como se presenta y no seguir moldes a ciegas. El camino se puede hacer a la inversa: tener claro lo que es la realidad y la verdad, contemplar la realidad del cuerpo sexuado, que tiene como vocación el amor, cuya respuesta es el matrimonio y sólo así se explica la grandeza de la familia. Escribir en orden es amar integrando todos los grados del amor, el afecto, el eros, la amistad y el ágape. El matrimonio es por excelencia el ámbito del ágape, pero el amor de donación integra y asume todos los grados anteriores del amor: el ágape crea afectos, no los condena, crea situaciones eróticas porque busca el bien del otro, gozar juntos es una manifestación de amistad, se acaricia porque el otro tiene deseos y necesidad de afecto. Así los grados más bajos se convierten en manifestaciones de un amor libre. Más que sacar el amor del matrimonio hay que introducir el romanticismo, lo que algunos llaman mantener lleno el tanque del amor.
Tres recintos del amor conyugal Hoy las personas son muy influenciables por las emociones y se corre el riesgo de reducir el amor a emoción, que es por definición pasajera. Los tres recintos del amor conyugal son el enamoramiento, el vínculo (boda) entre las personas desde el espíritu y la conjugación o conyugación de la vida de ambos en una. Se trata de pasar de la pasión amorosa a una historia apasio-
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nada. En el primer recinto se dan muchas coincidencias, desde el encuentro mismo hasta los gustos, las aficiones y se da una especie de sumisión al otro con tal de no perderlo, y en muchas ocasiones se finge. Es necesario dar el paso al segundo recinto, el vínculo. Éste no es una cuestión sólo legal sino una promesa de convertirse en amadores o promotores del otro, recíprocamente. El matrimonio siempre es una trinidad. No se reduce a un pacto entre dos personas, sino que tiene siempre un horizonte que es la sociedad, es público y se celebra en todas las culturas con una ceremonia religiosa; en la propuesta cristiana la pareja camina hacia el amor de Cristo. El tercer recinto consiste en ir conjugando las propias vidas en una, en coherencia con el nuevo estado.87 Estos recintos se dan en todas las culturas. En el cuadro aparecen según la originalidad cristiana.
Matrimonio
espacio natural del amor
enamoramiento
in fieri
in actu esse
Inclinación amorosa Intuición
Consentimiento Promesa
Cuestión de justicia Camino de redención
87
P. J. VILADRICH, El amor conyugal, entre la vida y la muerte, EUNSA, Madrid, 2005, p. 75.
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Así, el enamoramiento ya no es fruto del sentimiento sino una tarea, hay que recurrir a la maravillosa capacidad humana de crear sentimientos, no se trata de fingir sentimientos, lo que sería hipocresía, sino dar muestras auténticas de amor, como pequeños regalos en los que se busca el bien del otro. Esto es una tarea, es lo más elevado del amor, pues se busca el bien del otro: “llevar el romanticismo al matrimonio”, tratando de lograr un equilibrio entre el deseo y el compromiso, entre la propia necesidad y la donación; entre el amor al otro y el amor a sí. El matrimonio es el lugar donde colmar la incompletez del otro y con ello la propia. La vida propia se descubre como un don absolutamente gratuito y sólo se gana dándose. La mujer es irreductible al hombre y viceversa, y no es lo mismo un padre que una madre, basta pensar en la caricia femenina y en la masculina.
Tres recintos del amor
agape 3er recinto: In actu ese: ir uniéndose
afecto
amistad eros
2do. recinto: Prometerse ser amadores
1er. recinto: Enamoramiento
En el cuadro se pueden identificar las tres estancias según el esquema del amor. Las personas muchas veces se quedan en el primer recinto o estancia que es el enamoramiento. La segunda es el vínculo y la tercera es la conyugación a través de la mutua sumisión y servicio: bajando a las necesidades del otro.
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Amar, misterio y proyecto
En la actualidad la familia se ha reducido al mínimo y algunos perciben el matrimonio más como un refugio que como algo público. Son necesarias las comunidades de matrimonios que hablen el mismo lenguaje, con ideales comunes, para ofrecerse testimonio, alentarse y caminar juntos, de otra manera se vuelve una lucha contra corriente, por la fragilidad y necesidad de ayuda en la virtud, la amistad es la base para una vida honesta, no se puede ser bueno en soledad. Para lograr la conyugación es necesario pasar del mí mismo al nosotros y para ello son necesarios cuatro elementos:
G
Sí mismo, tú, nosotros
Generalidad
S
R
Sexualidad
Reciprocidad
D
Don de sí
La conyugación consiste en ir logrando vivir la relación como un bien y no como un obstáculo para la propia realización, porque lo que realiza a la persona es la promoción del otro. La coherencia de la pareja. Hay parejas en las que falta la congruencia del nosotros, porque viven individualistamente. En las parejas se necesita lograr un clima comunitario, comunidad (del latín cum-munio), significa una constelación de dones poner en común los propios dones y aceptar los del otro. Caminar hacia una mayor capacidad de elección de situaciones que los unan. La conyugación es fruto de la creación de comunidad. No hay parejas perfectas, pero sí unas más congruentes y cercanas al clima comunitario.
II. Vocación personal para amar
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Hay palabras gastadas, erosionadas, y que han perdido su significado o éste aparece totalmente distorsionado y que hay que repensar. La indisolubilidad no es una imposición externa sino el resultado de la misma unión, donde realmente la hay. La castidad no es algo técnico o sinónimo de virginidad o represión sino un amor en plenitud, un reservarse para la persona amada. Servicio es otra palabra manchada por la técnica, el matrimonio si no se entiende como un acto de servicio mutuo, no va a ningún lado. El matrimonio requiere de preparación, no se improvisa. Los judíos tenían una preparación próxima de un año para disponerse y acomodar la existencia a la nueva vida que empezaba ese día. Implica amistad y conocerse mutuamente, tener los mismos ideales. Una relación sin fecha de inicio y carácter público no es un matrimonio y de por sí está destinada al fracaso. Muchas parejas dan la impresión de relaciones improvisadas, allí no puede haber “realmente, metafísicamente” un matrimonio y es inútil vivir como casados cuando la relación no es un matrimonio. El matrimonio es una expresión máxima de libertad, es la expresión de la paradoja de perder para ganar. Consiste en convertir al otro en el jardín que cultivar y esto apela a la fecundidad: el amor genera amor. Es un error casarse sólo para ser feliz y para “realizarse”.88 He aquí las acciones propias de los tres recintos. 88
J. CARRERAS, Las bodas, sexo, fiesta y derecho, Rialp, Madrid, 1998.
Dos tipos de enamoramiento de subida y de bajada Hábitos Que me nazca ser carne Conyugación Esposalizarse Nupcializarse
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Transformación del deseo en vínculo y proyecto
Aspiración Enamoramiento Amar, misterio y proyecto Deseo de ser carne
Cinco pilares de un matrimonio sano No des ricos presentes a tu amada, sino modestos y que los haga valiosos la ocasión. Ovidio Los tiempos de lluvias ponen a prueba las casas, pueden aparecer problemas para los que debemos estar preparados, filtraciones de agua, molestias por la humedad en paredes y techos, goteras y charcos. Otros son más graves y hay que prevenirlos, como las corrientes subterráneas que van erosionando el suelo hasta crear boquetes, a veces se acumula el agua y termina rompiendo paredes enteras o deslaves en algunas zonas. En el matrimonio sucede lo mismo, no por el hecho de estar casados se acaban los problemas, lo normal es que aumenten, pero éstos fortalecen el matrimonio y la familia. Cuando el matrimonio va bien los hijos crecen sanos y seguros y esto une a la familia. Es un proyecto aparentemente de dos, pero responde a un proyecto amoroso de Alguien sobre ambos, por ello requiere de continua atención y renovados cuidados. Esto lo sabía muy bien Juan Pablo II al dedicar gran parte de sus energías a orientar a matrimonios y familias. Conocerse corporalmente: para ello hay que repasar todo lo que se ha dicho sobre el cuerpo sexuado y las capas de lo sexuado. A veces las mujeres pueden sentirse usadas o insatisfechas por falta de diálogo, la curva de la excitación en ellas es más gradual y lenta, en los hombres más abrupta, etc. Esto significa que no se puede amar sin dialogar, sin estar atento a lo que necesita el otro. Cuando no se platican estas cosas, se introducen desconfianzas, miedos e insatisfacciones en la relación. Ya decía Goethe: “Sólo se aprende a conocer lo que se ama y más pleno y profundo será el conocimiento, cuanto más fuerte, vigoroso y vivo sea el amor, incluida la pasión”. El matrimonio consiste en crecer juntos hacia un objetivo común, descubrirse y revelarse a través manifestaciones, como las caricias
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y detalles inesperados, esto hace del matrimonio algo biográfico más que biológico, lo convierte en una historia de dos. Hay que ser conscientes de que el hombre está impregnado por el mal y que esto convierte el matrimonio en un camino mutuo de redención. Conocerse psicológicamente. La regla de oro que es buscar el bien del otro implica el mutuo conocerse y “todo gran amor es hijo de un gran conocimiento” (Leonardo Da Vinci), para ello hay que conocer la propia historia amorosa, lo que uno y otro recibieron en familia, para comprenderse mejor, pero sin obsesionarse ni caer en el determinismo o el miedo a repetir patrones. El matrimonio es una tarea y consiste para los hombres en contar más la propia vida, y para ellas en escuchar y suscitar la conversación. Hay que tener cuidado en no quedar atascado en el pasado y esclavizarse con recuerdos negativos y reproches, sino mirar y construir a futuro. La dimensión psicológica manifiesta la importancia del diálogo franco y del mutuo conocimiento, sin los cuales no se da una historia de amor. La mayoría de los fracasos amorosos comienzan en la falta de comunicación: las palabras fundamentales tienen significados diferentes para hombres y mujeres, no hay que dar por hecho que se han dado a entender. Por falta de comunicación auténtica se reduce la vida al bienestar o a la autocompasión. Todo esto implica conocer las necesidades del otro, suelen ser diferentes a las propias, hay que ser finos para identificar lo que le gusta al otro, si no se le termina dando lo que a uno le gusta recibir. Los gustos y necesidades cambian con el tiempo, no se puede quedar uno eternamente congelado en los mismos regalos y muestras de afecto. Igualmente hay que hacer peticiones y sugerencias, no exigir como los cascarrabias. Tampoco hay que suponer que el otro sabe ya las necesidades o deseos de uno, hay que sugerirlos con delicadeza. Conocer la “edad” del propio matrimonio y platicar sobre las ya vividas. El matrimonio tiene estaciones, hay que saber en cuál se está y si ambos están en sintonía. La primavera, que son los primeros
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Amar, misterio y proyecto
años, es más una etapa de descubrimiento y emoción, de ilusión por el futuro, el enamoramiento inicial pasará y hay que dar el paso a una auténtica amistad, poniendo los pilotes que les sujetarán a la roca: hay una necesidad de aceptarse mutuamente. El verano del matrimonio viene con los hijos, o quizá la infertilidad; se está más ocupado por el trabajo, en esta etapa la necesidad mayor es la de dedicar tiempo de calidad a la relación matrimonial, para ello hay que reservar momentos. El otoño del matrimonio es la época de la cosecha, se recogen los frutos de la estabilidad y la resistencia al tiempo, es la etapa más agotadora por haber adolescentes. La necesidad en esta estación es la de alentarse y apoyarse mutuamente. El invierno puede comenzar con el síndrome del nido vacío, hay menos exigencias externas y se pasa más tiempo juntos; es importante en esta etapa buscar actividades en común y una buena educación. Si Dios les regala nietos esto puede significar la renovación de etapas anteriores siempre con un disfrute mayor. Hay que analizar si ambos estamos en la misma etapa y grado de amor: en el afecto, en el eros, en la amistad o en la donación total. Reservar un momento “para nosotros”. Toda pareja debe decidir “reservar un momento para nosotros”: platicar lo positivo siempre es positivo. Las parejas con sentido reservan un momento a la semana para ellos solos. En esto no hay que tener vergüenza y escribirle algo al otro para leérselo al inicio de ese tiempo reservado para ambos. Puede ser una cena a la semana que se reserve para ambos. Hay que vencer las infinitas barreras del diálogo y planear ese tiempo, para refrescar el romance, divertirse o platicar sobre sus sentimientos, esperanzas, miedos y emociones. Esto es muy importante pues mantiene la frescura, es indispensable para conocerse y apreciar al otro, y asegura una comunicación real y efectiva. Nunca hay que cambiar este tiempo o cancelarlo sin consultar al propio esposo. Este tiempo hay que programarlo y debe tener prioridad sobre otras actividades como el trabajo, los amigos, el deporte y la misma paternidad. Sobra decir que el tiempo de
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pareja no debe interrumpirse con llamadas, el internet, la televisión y otras distracciones. Regresar al principio. Esto significa dos cosas, la primera, acordarse del primer enamoramiento, recordarse uno al otro lo que los atrajo y los enamoró, acordarse de las experiencias agradables de los primeros años y de las dificultades superadas: se sorprenderán de escuchar cosas que no sabían. La segunda es saber que, detrás de todo matrimonio cristiano, hay un proyecto de Dios que los sostiene a ambos en la unidad. Juan Pablo II invitaba a los esposos a regresar al principio y meditar en la vocación de los esposos al amor, es lo que los hace imagen de Dios. Hay que platicar de los momentos especiales que han vivido y por qué fueron especiales e inolvidables, caminando a futuro y escribiendo juntos una historia de amor. La regla del amor es buscar siempre el bien del otro. Lo maravilloso del matrimonio es que, si es tal, es un proyecto de Dios sobre ambos pensado desde toda la eternidad para coincidir y realizar sus vidas inseparablemente. Eso cambia todas las cosas: uno se pregunta qué le gusta al otro, no qué me gustaría a mí regalarle. Él y ella pensados para compartir sus vidas y dar sus apellidos, con todo lo que eso significa, a nuevos seres en una cadena infinita de amor, del amor de Dios. Lo que sostiene el matrimonio no es sólo el deseo de triunfar, el éxito o la estabilidad, sino el amor y el deseo de lograr el proyecto de Dios sobre cada uno juntos, con esto se ha adelantado ya algo de la realidad mistérica del matrimonio.89 En síntesis, se puede decir que el matrimonio es un bien que eleva la naturaleza social del hombre y la perfecciona, el varón y la mujer normalmente están mejor como fruto del matrimonio: la infinita mayoría de la gente anhela estar casada, el matrimonio protege el bienestar de los hijos y les da seguridad, es un sostén de la sociedad 89
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Sobre la comunicación y su tipología como el indiferentismo, la dependencia, la manipulación, la apropiación posesiva, la desconfianza, el independentismo, los celos, los temores y la inseguridad, véase A. POLAINO, Cómo mejorar la comunicación conyugal, Instituto de Ciencias para la Familia, Pamplona, 2007.
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civil y promueve el bien común, crea riqueza y es una institución que incrementa el capital humano y social. Al debilitarse el matrimonio, la sociedad se vuelve peligrosa: aumentan las desigualdades sociales, pues los hijos han crecido sin madres o padres. Una sociedad que promueve el matrimonio funcional es menos manipulable por los gobiernos y protege las libertades de los individuos. Las leyes que regulan el matrimonio son muy importantes. El tema del matrimonio va mucho más allá de lo que se ha dicho, es un misterio sobre el que habrá que volver más adelante, ya desde la teología. Por ahora surge la necesidad de prepararse con la definición de etapas de preparación y de vivencia del amor: noviazgo, vínculo, etapas en el matrimonio.
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6. Familia Mantener la función educativa de la familia sólo es posible cuando el matrimonio es feliz, y esto no siempre ocurre. Russell La familia es la principal tarea del siglo xxi por ser la desembocadura natural del amor y, a la vez, su punto de partida, en ella cristaliza el amor y lo genera de nuevo. Casi todos pretenden formar una familia o llaman familia a su desembocadura amorosa, porque la familia es el principal referente cultural en las sociedades y goza de gran estima en la sociedad. Dada la importancia de la familia para la sociedad y para cada persona, urge afrontarla de manera objetiva para iluminar el lado objetivo, es decir, a todas las personas en una actitud de ayuda. Los tipos de familia o situaciones familiares se han multiplicado en los últimos decenios y ello ha llevado, a su vez, a una gran desorientación en la definición de familia.90
La familia hoy Como datos sociales de la actualidad, lo primero que destaca es que la familia es la principal institución de referencia para las personas y, además, contribuye al desarrollo del capital social de la población.91 Lo segundo es que la familia ha cambiado al cambiar las realidades íntimamente relacionadas con ella: la sexualidad, la mujer, el amor y la procreación: se han multiplicado las formas de familias.92 90 Cfr. P. DONATI, Perchè “la” familia? Le risposte della sociologia relazionale, Cantagalli, Siena, 2008. 91
Estudios serios contienen datos esenciales que arrojan conclusiones irrefutables. Véase F. PLIEGO CARRASCO, Familias y bienestar en sociedades democráticas, Porrúa, México, 2012, p. 231. El estudio analiza la situación de la familia y sus consecuencias para el bienestar de las personas en diversos países.
92
En las últimas décadas, la familia ha experimentado cambios radicales, y han surgido nuevos “tipos de familias”. La familia está en un proceso creciente de diversificación organizativa, se trata de una mutación social y cultural sin precedentes. Algunos cambios
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Esto no es indiferente, de allí se desprende el tercer fenómeno social, las diferentes familias tienen diversas consecuencias en el bienestar de niños y adultos.93 Hay que reconocer en la actualidad una gran inmadurez, ignorancia e inestabilidad en la mayoría de quienes se acercan al matrimonio y quieren formar una familia, se puede hablar de un verdadero analfabetismo afectivo. Se ha relegado a la mujer a la ausencia, se ha deformado la figura femenina y materna por las imposiciones de la vida urbana de la actualidad. Esto, junto a la emigración, ha provocado la difusión de las familias monoparentales. Por otro lado, hay ciertos modelos masculinos de realización o ideales impuestos a la mujer que se reducen al éxito económico y al poder. El resultado es que muchas personas se encuentran atrapadas en estilos de vida que quizá
importantes son éstos: ha aumentado la proporción de solteros en los últimos sesenta años, ha disminuido drásticamente la proporción de personas casadas en estos años y ha aparecido el segmento de separados y aumentado el de divorciados y disminuido la proporción de viudos. Estos datos se pueden consultar en F. PLIEGO CARRASCO, op. cit., p. 230. 93
Los cambios actuales en la familia han venido ocurriendo desde la revolución industrial. Ésta provoca la división física, a partir de entonces se generaliza el trabajo fuera de casa, e incluye tanto al hombre como a la mujer y los hijos. Éstos se van y nace poco a poco la llamada familia nuclear. El realismo literario del siglo xix había denunciado la situación desfavorable de la mujer y su esclavitud dentro de la familia. Se refiere a la mujer burguesa, la muñeca en su casita prisión, que hace suspirar a Nora en Casa de muñecas, de Ibsen: «He sido una muñeca grande en esta casa, como fui una muñeca pequeña en casa de papá y a su vez los niños han sido mis muñecos. Me divertía que jugaran conmigo, y a ellos les divertía verme jugar con ellos. Esto es lo que ha sido nuestro matrimonio...» Y cuando ya no hay remedio para éste, reprocha a su marido: “llevamos ocho años casados. ¿No notas que hoy es la primera vez que tú y yo, marido y mujer, hablamos con seriedad?”, revelando con ello la insufrible monotonía que significa el hogar en la sociedad burguesa. Véanse otras obras de la época como Doña Perfecta, de Pérez Galdós; Madame Bovary de Gustave Flaubert, en la que se observa la monotonía y las desilusiones de la vida cotidiana, el adulterio y el suicidio, aparecen como temas de y otras que provocaron escándalo, con su osada descripción de una mujer que deja su aparentemente idílico matrimonio a causa de su disconformidad con el papel. Es el caso de Casa de muñecas de Ibsen. Véase lo que ya se ha dicho sobre la revolución sexual: los cambios en la mujer a lo largo del siglo xx culminan en la revolución sexual, se banaliza el sexo y se lo reduce a un acto de entretenimiento, a un derecho, la consecuencia es que se ve al hijo no como un don sino como un derecho, pero también como un estorbo, desde el seno materno: ya no son los indefensos los que tienen derecho a crecer en una familia sino los adultos los que reivindican el derecho de posesión del hijo. La mayoría de las mujeres no han sido responsables de esto, más bien ha habido en todo ello una imposición del modelo masculino a la mujer..
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no escogieron. El mejor camino para fomentar familias sanas es, sin duda, la educación y la preparación al matrimonio en el amor.
¿Qué es familia? Familia y familias Para promover a las familias hacia lo mejor es necesaria una definición clara de familia, en singular. Hay que dar varios pasos para definir familia y promover a las familias. La familia es un tipo de comunidad y de relación. Es la “comunidad de solidaridad y amor por excelencia”, para ello ya se ha definido el amor. Esto la convierte en el pilar o célula del tejido social. Una familia lo será en la medida que se acerque a ese ideal. El lugar donde se da el amor con todas las características que se abordaron arriba: donación y gratuidad en plenitud. La familia es el lugar donde se aprende a dar, a recibir y a perdonar, o sea, a ser solidario, que son las cualidades que construyen y sustentan por antonomasia la sociedad, lo contrario del individualismo y la prepotencia, que desgarran el tejido social. Es un tipo de relación. La familia no es una cosa (o una súper cosa) o una sustancia, tampoco es un grupo de personas con una correspondencia sentimental. Más bien es una relación, un modo de ser de las personas, la más íntima que se puede tener: abarca lo biológico, psicológico, legal, formativo, sentimental, etcétera. © Etimología. La familia es un hecho universal, y su significado va directamente en esa línea. Viene de fames, que deriva en famulus (siervo) y significa casa en sentido de comunidad, de habitación y alimento (fames significa hambre). Era la comunidad de personas que dependían del pater, responsable de alimentarlos y encargado general del culto. Detrás de la etimología hay una gran intuición: la familia es la comunidad donde se sacia el hambre. Está en función del más débil. Hambre se refiere a la menesterosidad o necesidad integral del ser humano. Esta necesidad es absoluta en el nacimiento y en los primeros años de la vida, el hombre es el único animal prematuro y desvalido que moriría sin los cuidados y la preocupación externa. La familia
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cubre el conjunto de las necesidades más íntimamente humanas que van más allá del alimento y se refieren sobre todo a la larga y progresiva toma de posesión de sí mismo, en eso consiste la educación. Por ello, Juan Pablo II la llamaba la segunda placenta. La familia es el lugar donde se recibe gratuitamente, sin ella la sociedad se vuelve peligrosa, es el único ámbito donde se promueve al débil, al menor, de manera gratuita. © Familia, término análogo y dependiente. La familia parece ser un término análogo, se aplica a muchas realidades de forma gradual y por tanto reconoce grados. Del amor, se dijo que es una palabra análoga y que concebirla como unívoca o equívoca sólo conduce a deformarlo. El matrimonio, en cambio, por su naturaleza es una palabra unívoca. Definir la familia de manera unívoca, como la llamada “familia tradicional”, significa quedarse en un modelo, que ni siquiera es tan antiguo, y se terminan legitimando todos los modelos. Definirla de modo equívoco significa aceptar de modo acrítico una pluralidad de significados y llamar familia a todos los grupos humanos indiscriminadamente y perdiendo el norte de lo mejor. Se trata más bien de descubrir lo que es familia en singular o en el plano objetivo y buscar lo mejor de todos en el plano subjetivo: las familias de carne y hueso.
Al ser una realidad análoga, esto coloca a la familia como una tarea por buscar siempre lo mejor. Un término análogo, que se aplica a muchas realidades proporcionalmente y en grados, en la medida que se acerca a la definición real. Si el amor nupcial es la definición primera de amor, la definición de familia también ha de partir del amor nupcial. Así, se puede aplicar el término familia en singular a las diversas formas familiares, según se acerquen a la definición, una casa hogar es de alguna manera una familia, pues trata de suplir a ésta, una comunidad religiosa igualmente. En muchos casos se puede hablar de situaciones familiares provenientes de familias. Al estar compuestas por personas, las familias no son algo biológico sino biográfico, con una historia irrepetible. Analogía no es metáfora. La analogía es proporción en el orden real, la metáfora es una comparación poética entre dos realidades: una madre sola y su hijo son análogamente familia, se
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aplica el término familia a una parroquia o a un grupo de artistas muy amigos.
El término familia es dependiente sucesivamente de estos otros: matrimonio, realidad corpórea, sexuada e histórica de la persona, verdad y realidad. Es decir, la verdad es que la realidad llamada persona es corpórea —sexuada, histórica y relacional— por tanto, llamada a amar. El espacio natural del amor es el matrimonio y éste es lo que origina la familia, base de la sociedad. Si en tiempos pasados la familia ahogaba al individuo con los matrimonios arreglados, hoy queda todavía pendiente el reto de introducir el amor en el matrimonio y el matrimonio en el horizonte del enamoramiento.
© Sociología. La sociología constituye un buen punto de partida para la definición de familia. En sentido propio, la familia es un grupo social dotado de al menos tres propiedades: primera, tiene su origen en el matrimonio; segunda, consta esencialmente de marido, mujer e hijos y eventualmente otros parientes; tercera, está estructurada por vínculos legales, económicos, religiosos y, sobre todo, por una muy determinada red de derechos y obligaciones sexuales, entre los que sobresale el tabú del incesto.94
Llama la atención la importancia del tabú del incesto en la definición de la familia: una norma que regula el comportamiento sexual y excluye las relaciones entre generaciones directas, con ello existen padres, hijos, abuelos, tíos, etc., esto no sucede en los animales. El horror irracional al incesto es lo que provoca la exogamia: la relación con personas ajenas al grupo. La razón de todo ello, en el fondo, es el deseo de solidaridad humana y de constituir un tejido social. Por ello hay unas constantes en todas las culturas y momentos históricos: en todos se advierte el tabú del incesto, en todos se celebra el matrimonio con una ceremonia religiosa y en todos tiene un carácter público. Esto muestra que en el hombre lo natural es sobreponerse a la naturaleza. Es aquí donde aparece la importancia que la sexualidad tiene para la familia y donde se nota que la falta de claridad en la sexualidad
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F. D’AGOSTINO, Elementos para una filosofía de la familia, Rialp, Pamplona, 1991, p. 33; C. LÉVI-STRAUSS, Les structures élémentaires de la parenté, FALTA EDITORIAL, París, 1967.
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y en el amor afecta directamente a la familia y ésta a la sociedad. Se entiende mejor todo cuanto se ha dicho hasta aquí desde la verdad y realidad hasta el amor, pasando por el cuerpo sexuado.
Ha habido formas familiares más o menos extensas, patriarcales y matriarcales, monógamas o polígamas, etc. Sin embargo, todas corresponden a una trinidad: padre, madre e hijos. La familia extensa corre el riesgo de diluir al individuo en el grupo, la nuclear tiene el peligro de reducirse a un refugio en medio de la gran sociedad que se percibe como agresiva. Otra forma familiar ha sido la tradicional o burguesa, dominante durante un par de siglos en la modernidad, hoy en franco declive. Urge definir bien la familia no por un capricho académico sino como una exigencia social y para buscar lo mejor, independientemente del propio estilo de vida.
© Puntos de referencia. Si la familia es por excelencia la comunidad de amor y solidaridad, un criterio para definirla es el bienestar que genera en niños, primeramente, y adultos.
Propiedades La familia es respuesta a la sociedad en su necesidad de ciudadanos sanos en todos los aspectos; por otro lado, es una repuesta al amor humano en su donación y necesidad. © Principal recurso de la sociedad. Es en la familia donde se cumple por excelencia la obra de misericordia: “tuve hambre y me disteis de comer”, y la bienaventuranza de los hijos: “bienaventurados los que tienen hambre pues serán saciados”. © Lugar de alianza entre generaciones. Es lo que garantiza el tejido social. En ese sentido la familia es realmente la “célula de la sociedad”. Igualmente, la familia es el lugar del reconocimiento, que es lo contrario de la exclusión: sólo en ella se ama al otro por lo que es, no por lo que
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produce. La familia es el primer ámbito donde se logra un individuo sano y constructivo para la sociedad. Por ello la familia es el principal criterio para cualquier bioética. © Escuela personalizante y de amor. Lo esencial y decisivo es que la familia es el ámbito de promoción del ser humano y lo será en la medida que lo promueva desinteresadamente. Está en función del más frágil, es una comunidad de afecto y promoción desinteresada del ser que se está abriendo a la vida y promueve a la paulatina posesión de sí mismo. Hay una circularidad intrínseca entre familia y sociedad.
La familia es el lugar donde se aprende a ser hijo. Ser hijo significa concebirse como fruto de un don, concebir la vida como un regalo. Es el paso esencial para amarse a sí mismo y poder amar. La conciencia de que la vida es don significa ya un paso para ser padre. En la familia se aprende a ser hermano, es el ámbito donde se desarrolla la vocación que todo hombre tiene a la fraternidad, que es la base de la unión social; como las familias no son perfectas se aprende a perdonar, a superarse. Los hermanos no se escogen pero son como amigos, se aprende a dar, a recibir y a confiar gratuitamente, que es la base de la sociedad. En la familia se aprende a ser padres, a donar gratuitamente y asumir la vida de los hijos como un proyecto propio.
Proclamar la familia como una comunidad de solidaridad y amor ayuda a superar los modelos de familia tradicional o familia burguesa y también el modelo de familia individualista (familia refugio) en el que se pierde de vista la comunidad y el modelo patriarcal, en el que la persona se pierde en la comunidad familiar. Así se entiende que la familia es la desembocadura natural del amor matrimonial y sólo desde el amor constituye la segunda placenta. La familia es el fruto natural del misterio nupcial, de la vocación humana al amor. El matrimonio y la familia son respuestas más que interrogantes a la existencia humana.95
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P. J. VILADRICH, La agonía del matrimonio legal, EUNSA Pamplona, 1997, p. 70.
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© Familia, ethos primordial. La familia es el hogar (ethos) donde se forjan los buenos ciudadanos. No hay ética sin familia, ethos significa morada para el actuar y la familia es el ámbito donde la persona se hace naturalmente buena. Ética significa también teoría (theorao, observar) de la vida: más que biológica ésta es biográfica, requiere dar razón de sí, la familia enseña al individuo a ir respondiendo de sí mismo a la luz del otro. Ethos como armonía de la persona significa el lugar donde se ordenan los valores, donde se aprende la diferencia, el amor en todos sus grados (afecto y eros, amistad y donación), el perdón y la gratitud que cohesionan la sociedad.
Esto convierte la familia en el recurso más importante de la sociedad (más que el agua, el petróleo o los alimentos) y debe ser una clave de trabajo para legisladores, maestros, políticos y gente del espectáculo, sacerdotes, por mencionar algunas actividades. Los problemas actuales, como la violencia, reflejan que el problema es humano y ético más que técnico, y ante los retos propios de la multiculturalidad urge un punto de agarre para una ética adecuada. La familia constituye el ethos primordial del individuo y las sociedades. Sin familia no hay ética, es inútil infundir valores o éticas cuando no se han vivido y mamado desde niños. La familia es lo que cohesiona la sociedad en una relación proporcionada de intereses. La familia es el camino para mejorar la sociedad. Urge una auténtica revolución amorosa.
Buscar lo mejor Si la familia es el principal recurso de la sociedad urge buscar lo mejor para ella y promoverla. No hay familias ni situaciones familiares perfectas. Pero en la medida de lo posible hay que ajustarse a la realidad de la familia, buscando lo mejor de los niños que son quienes tienen derecho a una vida lo más sana posible. La familia, al ser la fiesta de la vida, consiste en crecer, en mirar al futuro, juntos, en equivocarse, perdonar y salir adelante: no hay dos familias iguales. No da igual cualquier desembocadura amorosa o casual, cada uno con autenticidad y honestidad está llamado a hacer de su comunidad una plataforma de amor y solidaridad, de promoción de los más pequeños.
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Homosexualidad, se trata de personas Lo anterior incluye la integración de las personas homosexuales en las familias.96 Lo decisivo es buscar la verdad y eso es una tarea personal, sobre sí mismo con libertad y autenticidad, hasta donde se pueda y superar la obsesión por la pura originalidad o querer regresar al pasado. Es esencial la distinción, porque distinguir es señal de inteligencia y honestidad. En primer lugar, lo homosexual se refiere a sensaciones, inclinaciones de afecto y amor erótico hacia personas del propio sexo, éstas pueden ser o no aceptadas; normalmente estas inclinaciones no son libres, se presentan sin más, nadie es responsable de algo que no ha escogido. En segundo lugar, lo homosexual se refiere a los actos, éstos pueden ser puntuales y aislados, deseados o desgraciadamente fruto de la violencia; o ser consecuencia de hábitos: muchas personas realizan actos homosexuales que se pueden dar en diversas edades sin representar una instalación: una golondrina no hace primavera.97 En tercer lugar, se refiere a una instalación homosexual, ésta atiende a la identidad de la persona que se concibe como homosexual, desde allí vive y proyecta la propia vida, en este sentido no hay moldes, hay tantos tipos de instalación como personas individuales con una historia irrepetible, a pesar de los moldes impuestos por los prejuicios e ignorancia social. Otra cosa muy diferente es la propaganda o promoción de lo gai, como un extremo que 96 Las prácticas homosexuales son tan antiguas como el hombre, pero el fenómeno de instalación homosexual es algo relativamente reciente. Autores como T. Anatrella sostienen que no hay “personas homosexuales”, sino aspectos de homosexualidad en las personas Lo anterior no resta importancia a la historia. Las diferentes sociedades han acogido o reaccionado de maneras muy diferentes ante este fenómeno que van desde la clandestinidad de los actos a la veneración como seres asexuados y la asignación de ciertos papeles en la comunidad, en otras se les ha confinado a los bajos mundos o han sido objeto de horribles persecuciones y torturas, como ha sucedido vergonzosamente en las sociedades puritanas anglosajonas, baste pensar en la penosa historia de Oscar Wilde y la intolerancia que se desató a partir de ella. Después se fraguó lentamente el término gay, en castellano gai, a partir de ciertas rutinas y espectáculos en los que se relacionaba la vida del travesti como glamorosa y feliz. Véanse los estudios de J. J. AYÁN, “La novedad de una visión sobre el cuerpo y la sexualidad…” en L. MELINA y S. BELARDINELLI, Amar en la diferencia, BAC, Madrid, 2013, p. 167; M. FAGGIONI, Actitud y práctica de la Iglesia en la época medieval y moderna, en ID., p. 189. 97 Sobre esto véanse las estadísticas recogidas en G. VAN DEN ARDWEG, Omosessualità e speranza, Ares, Milano, 1995.
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quizá sea producto, en parte de la revolución sexual y en parte de una lucha por lograr derechos y generalizar esa forma de vida. Hay dos extremos a evitar: la promoción indiscriminada de lo homosexual y la condena de las personas y menos por motivos religiosos. M. Foucault ya en los años setenta advertía de la invasión de la sexualidad en la vida actual, es algo central y desde ella se valora y se juzga a las personas, hay una terrible presión para que cada uno defina su deseo sin el que no puede ser feliz. Hay un espejismo de que la gente será feliz a base de transgredir y levantar prohibiciones, y cómo los movimientos de liberación acaban por ser domesticados por nuevas trasgresiones, eso es la propaganda. Hay que superar la tentación de buscar el origen de la homosexualidad en lo técnico, lo biológico y animalesco. Asimismo, es irrelevante que haya sido considerada enfermedad por algunos, y lo haya dejado de ser. Más bien hay que acudir a la historia de cada persona, para no confundir efectos con causas, y no meter a todos los homosexuales en la misma caja. La actitud de amor, servicio y autocrítica lleva a afrontar la propia situación desde diversas perspectivas que aquí se pueden sólo enumerar: Antropología. A partir de la evidencia del cuerpo, hay que recordar que todo ser humano está llamado a amar y desde allí abordar la propia historia. Hay que ir a la historia personal, a las personas de carne y hueso, según un principio de individualización de la persona que no puede ser otro que sus experiencias y sus acciones. La historia personal es irrepetible e incomunicable, está tejida a base de experiencias radicales como ya se ha dicho. Cada uno está llamado a adentrarse en su historia personal y descubrir su vocación al amor, en libertad y con espíritu de servicio y no de autoadmiración, autoconmiseración o egoísmo. Tener en cuenta
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que la orientación sexual se convierte en instalación y representación de sí, habiendo distinguido las diversas configuraciones que toma la homosexualidad. Y sobre todo el peso que en la persona tiene el razonamiento y el comportamiento sexual como significado para su vida. Igualmente hay que cuidar que lo sexual no se convierta en una desproporcionada invasión de la propia vida que sería una reducción y una forma de esclavitud. Pedagogía. El verdadero fin de la pedagogía familiar o no es lograr la autoposesión de la persona y no el entretenimiento o las técnicas. Esto implica la formación de hábitos desde la infancia desde el respeto de la libertad de cada uno. En todos los campos, incluido el sexual (por su peso en la personalidad), no se pueden imponer vigencias sociales ni abandonar a sus ganas y antojos. Las expresiones de lo sexuado tienen un peso y un significado absolutamente diferente en las diversas etapas o edades de la vida, en la infancia, en la adolescencia —que son etapas muy delicadas de formación— en la juventud o en la edad adulta. Psicología. T. Anatrella sostiene que la homosexualidad es un síntoma. Hay que afrontar con libertad la presencia de posibles dificultades como el narcisismo; la autocompasión, el niño conmiserado puede aparecer en el adolescente y en el adulto. Abordar los complejos de inferioridad que se pueden desarrollar en el drama personal de cada uno, las relaciones con los padres de sexo opuesto y propio. Si estos problemas se afrontan en personas no homosexuales ¿por qué la reticencia a abordarlos en aquéllas? Segundo, cuestionarse —como en todas las realidades humanas— si ha habido alguna dificultad en el normal desarrollo de la propia madurez sexual, esto es absolutamente personal, respetando la libertad y el sagrario íntimo de la conciencia individual. Es allí donde cada uno descubre y afronta el misterio de la propia vida. Tercero, hay que preguntarse si se puede amar con el sólo cuerpo, analizar se ha caído en la compulsión y el automatismo y hasta qué punto se obedece a estereotipos. Estas problemáticas no son exclusivas de las personas homosexuales.
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Este trabajo ha de hacerse desde las facultades superiores y desde la gracia y no limitarse a sustituir sentimientos con otros sentimientos. Social y familiar. Estas cuestiones nuevamente conducen a definir y fortalecer la familia. El fenómeno de la soledad en los niños es cada vez más frecuente. Se dan muchas situaciones de aburrimiento, de angustia, convicción de ser una carga y un estorbo para sus padres. Cuando son los niños los que tienen derecho a tener un ambiente amoroso hasta donde se pueda. Religiosa. Todo ser humano está llamado a la perfección en el amor, es decir, a la luz del proyecto amoroso de Dios sobre sí y con las fuerzas con que cada uno cuenta y con la gracia. Esto implica convertir la vida en un camino de lucha y esforzarse por concebirla con relación al amor de Dios.98 De la vocación al amor no están excluidas las personas homosexuales. Hay que descubrir con limpieza de mente y libertad el misterio o proyecto de Dios sobre cada uno, que no tiene nada que ver con imposiciones extrínsecas ni prohibiciones, ni con el apego acrítico y gregario a grupos de propaganda y menos con abandonarse a los propios instintos. Las personas, por el hecho de ser bautizadas, están cobijadas en la familia cristiana y han de ser acogidas.99 La perfección no es un estado sino una actitud de 98 En la Biblia —que, como se verá, es una biblioteca de textos de lo más vario, más que un libro— este tema casi no aparece. Algo hay en los textos legislativos, válidos para aquella época. Se habla de relaciones sexuales, que no es exactamente homosexualidad (no se habla de tendencias ni instalación), sino del sometimiento del otro, es aberrante, pues entre los hijos de Israel no puede haber esclavitud. Se condena por el hecho de ser prácticas de los “demás pueblos”. La sodomía (de Sodoma, otro término mal utilizado en la historia) no es propiamente homosexualidad sino obsesión por los placeres a costa del otro. Muchos siglos después, en las cartas de Pablo a romanos y corintios, nunca se condena a una persona por su tendencia. Lo que se condena es la vulgaridad y el abandono en los propios instintos y pasiones. Hay que acudir a los fundamentos teológicos, o textos fundantes e importantes, que se encuentran en el Génesis. El principio es que Dios hace al hombre bisexual, macho y hembra para ser varón o mujer, cada uno está llamado a afrontar la propia sexualidad en el amor y donación al otro y en la fecundidad que puede ser espiritual. Desde el misterio de la propia vida. Véase el estudio de F. MARTÍN, “La enseñanza bíblica sobre el género humano”, en L. MELINA y S BELARDINELLI, op. cit., p. 91. 99 La Iglesia es el conjunto de todos los bautizados, no sólo los obispos y curas. La moral de
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lucha constante e integración personal, de marcha hacia lo mejor. En el camino de perfección el amor es esencial. A partir de allí la persona ha de buscar vivir con autenticidad. Se pueden emprender caminos de cambio, siempre que sean fruto de la convicción y libertad y de profunda confianza en Dios y no de la suma a nuevos colectivos y autosugestión religiosa.100 ¿En qué se ha de convertir el homosexual? Esta pregunta es inadecuada. Más bien ¿a Quién se ha de convertir? La respuesta es: al amor de Cristo, como todos, quizá con acompañamiento. Se ha de buscar una auténtica solidaridad y servicio hacia las familias en su situación particular, de modo especial hacia las que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad económica, de violencia y de problemas diarios por sacar adelante a los hijos. Debe quedar claro que la propia experiencia de pareja o familiar no debe ser juzgada, ni es de por sí positiva o negativa para el resto de la sociedad. El criterio es buscar con desinterés lo mejor de todas las personas hacia las diversas formas familiares, principalmente las más vulnerables, y hacia las personas homosexuales, no cabe otra actitud. La perspectiva aquí es la de lo mejor para las personas. Hay que distinguir el plano objetivo o ideal del subjetivo o vital. La familia es una tensión y una lucha hacia arriba, por tanto, se ha de valorar la acción de toda persona que dona su vida por los demás, independientemente de su situación familiar. Hay infinidad de hombres, pero sobre todo de mujeres solas que se inmolan a diario por sus hijos y que, por diversas razones, son víctimas de una sociedad desequilibrada y machista. No están en una situación ideal, sin
“tercera persona” exagera el objetivismo y descuida la persona individual. 100 La pastoral debe atender a las personas, anunciando la realidad del amor en sus dimensiones y grados con una actitud de respeto a la maduración de cada persona, un sincero anuncio del amor como vocación, a través de una dilucidación. Ello requiere un camino de crecimiento voluntario y consciente y el acompañamiento hacia la perfección de la persona. La pastoral a las personas homosexuales debe integrarse en una pastoral familiar, en ello no se ha avanzado suficiente. Puede verse la Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, Ciudad del Vaticano, 1986. Véase también la propuesta de J. NICOLOSI, “Una llamada a una pastoral psicológicamente instruida para católicos homosexuales”, en L. MELINA y S. BELARDINELLI, op. cit., p. 395.
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embargo, construyen la sociedad día a día desde un amor sacrificado y real. Muchas personas provienen de relaciones no matrimoniales y, sin embargo, donan su vida desinteresadamente a los más débiles. Todo esto lleva a una reflexión sobre la prevención de situaciones tristes, más que combatir a las personas. Por eso se ha mencionado el carácter análogo y gradual de la familia. Se puede aprender mucho de L. Beethoven o V. van Gogh y otros, arrancados brutalmente de la sociedad por no encajar en los moldes impuestos. ¿Su respuesta? Dejarnos obras desbordantes de luz, gozo y transportes de eternidad.
III. Teología del amor Hasta aquí se ha visto que el ser humano es un ser mistérico, es proyecto y responde a un proyecto previo sobre sí. Se llega a esta conclusión a partir de la evidencia del cuerpo sexuado, cuya vocación es el amor, esto revela su desproporción y excentricidad: tiene su centro fuera de sí y se realiza en el otro a través de la donación. Se han abordado ya la evidencia del cuerpo y sus consecuencias, el amor a la luz de la razón, el matrimonio y la familia. Pero quizá no baste, hay que dar un paso más y ascender a la potente historia más hermosa de amor de cuantas se hayan escrito, tratando de descubrir, cada uno, el significado que tal historia tiene para su vida. Esto es lo más íntimamente humano como se verá y especialmente necesario en la sociedad actual. La gran propuesta es aprender a amar del gran Maestro.
1. La perspectiva teológica El amor es la única pasión que nos identifica con la divinidad. Fourier La teología, más que un conjunto de materias, es una perspectiva. Consiste en ver las cosas y las personas desde el proyecto divino que hay sobre ellas, comenzando por uno mismo. Tratando de descifrar el misterio. La teología es, con la poesía (y el arte en general) y la filosofía, uno de los grandes caminos de sabiduría. De alguna manera, la teología presupone la poesía, en cuanto expresión elevada de lo sublime y fruto de la admiración y estupor ante la realidad; presupone también la filosofía en cuanto razonamiento de lo evidente, como ciencia que busca dar razón de la existencia de las cosas y, sobre todo, de uno mismo. La filosofía en el fondo suscita más preguntas que
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respuestas, desemboca en la contradicción humana y en la trascendencia, en interrogantes más allá de la apariencia; es la puerta de la teología. Todas las ciencias tienen una perspectiva: analizan la realidad desde un punto de vista: la biología lo hace desde la perspectiva de lo orgánico. La química desde la composición de las sustancias a base de elementos; la matemática analiza la realidad desde la perspectiva cuántica y representa ya un nivel de abstracción, etc. Todas las ciencias son necesarias, admirables y útiles, el mundo actual no se podría pensar ni saborear sin las trasformaciones que se han dado en él desde las ciencias. Las ciencias toman un aspecto de la realidad y descuidan el resto. La teología, en cambio, trata de estudiar todas las realidades a la luz del proyecto de Dios, principalmente el designio sobre el hombre, es por ello una perspectiva.101
Tres grandes fuentes donde descubrir el misterio La realidad. Si se está atento a la realidad en general, se experimenta el estupor y lo fascinante de la existencia de las cosas. Se percibe debajo de ellas un orden y razón de ser —a través de las leyes que se descubren en ellas. Detrás del orden debe haber una mente, con un proyecto o un designio que cada uno está llamado a descubrir, en eso consiste dar razón de las cosas y, sobre todo, de sí mismo se trata de ensanchar la mente, aunque con ello se nade contra la corriente ideológica en turno que sofoca los sueños más altos.
101 Etimológicamente, teología significa el estudio o tratado de lo que se refiere a los dioses o a Dios. En sentido subjetivo es la ciencia o conocimiento que Dios tiene de sí mismo. En sentido objetivo es la ciencia que tiene como objeto a Dios, esto supone que hay un designio de Dios sobre la realidad, comenzando por el hombre: conociendo a Dios se conoce al hombre. Aquí se definirá como el análisis de la realidad a la luz del designio divino sobre ella. Estrictamente hablando existe teología sólo en el judaísmo y en el cristianismo. Véase R. LATOURELLE, Teologia, Scienza della Salvezza, Cittadella, Asís, 1971, p. 12 ss.
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El hombre, comenzando por su cuerpo. El drama de la propia existencia es un interrogante que pide razón a cada uno. La grandeza y miseria humanas revelan la vocación humana a algo más que el bienestar. La razón es la aprehensión de las cosas en su conexión, es una necesidad del hombre: justificar su actuar en cada momento. La vida es todo menos instinto, a cada momento tengo que dar razón de mí mismo. El futuro y la perplejidad que lo acompaña introducen una madeja de cuestiones y convierte la vida en proyecto, cuestiones dramáticas como la felicidad, el amor y la muerte. La Revelación es cuanto Dios ha comunicado de sí a través de muchos medios, parte de ella ha sido puesta por escrito y constituye las Sagradas Escrituras, ello requiere la fe. Habría que justificar la Revelación de Dios al hombre y otras cuestiones que rebasan el objetivo de estas páginas. Se irá directamente a tratar de descubrir el designio que en ella hay sobre el hombre y que corresponde con sus más íntimos deseos Algunas de las propiedades de la Revelación son éstas: es universal, está destinada a todos los hombres y ya desde aquí se descubre que el hombre es un ser necesitado de una salvación o redención; es pública o social, está llamada a comunicarse, la comunicación es una característica del amor; la Revelación es jerárquica, no se comunica a cada uno sino a través de medios humanos, aunque cada uno está llamado a razonarla; es progresiva como la vida misma y sigue una pedagogía de la historia humana en general y de la vida de cada uno en particular; y es razonable, adaptada poco a poco a la inteligencia humana y llamada a ese entendida parcialmente. El punto de partida para la teología es pues Dios en su testimonio de sí mismo.102
102 En ese sentido se puede decir que la teología es la ciencia del objeto de la fe, o sea la ciencia de lo revelado por Dios y creído por el hombre. Entonces ¿todos los cristianos son teólogos? No todos los creyentes son teólogos, sin embargo, todos están llamados a iluminar la propia vida desde el designio original del Creador. Ibid., p. 15.
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Teología, ciencia del amor Frente a concepciones modernas de la religión que tratan a Dios como si fuera una paloma de plaza a la que se le puede atraer y amaestrar con un puñado de maíz, la teología es un método de acercarse a la realidad y en sí constituye un procedimiento de estudio que busca el proyecto originario de Dios. Cuando se hace teología de alguna realidad concreta se aplica el método teológico u objeto formal a esa materia u objeto material, en este caso, el amor. La teología conduce a un estilo de vida y saca a la persona de la miopía y del sonambulismo chateante. Se trata de cuestionarse ¿cuál es el proyecto de Dios sobre la sexualidad humana y el amor?103 La respuesta se encontrará acudiendo a las Escrituras y a la tradición de la Iglesia. Se descubrirá con sorpresa que en la Biblia no es que haya sólo infinitas historias de amor, sino que forma toda ella una gran historia de amor esponsal. La teología tiene un carácter histórico porque la historia es el lugar de las manifestaciones de Dios, no puede ser de otra manera, pues el amor es sustancialmente historia entre dos personas. Tiene un carácter cristológico, Cristo es el vértice de la humanidad, el modelo que Dios ha tomado para hacer a cada hombre y la imagen que todo hombre está llamado a realizar en su vida. Éste es el núcleo de todo amor, pues esa imagen no se logra sino amando. Quien ama se convierte en un canal de Dios, Dios lo eleva al nivel de su interlocutor. La Encarnación de Cristo es un hecho central en la vida de todo hombre y de allí debe partir toda reflexión sobre el amor y sobre el cuerpo. Tiene también un carácter eclesiológico en cuanto que cada hombre está llamado a la con-vivencia en la comunidad de la Iglesia. Finalmente, un carácter antropológico por el sentido
103 Por eso la teología es una ciencia de la salvación. Tiene como objeto directo la persona de Cristo en su misterio de la Encarnación. Sobre la relación entre fe y razón véase JUAN PABLO II, Carta Encíclica Fides et ratio.
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que revela al hombre el misterio del hombre mismo, dando sentido la existencia humana.104 En el fondo se trata de un esfuerzo serio y honesto por entender la vida humana y buscar vivirla de modo más humano, a tope. Es un esfuerzo por humanizar las relaciones y encontrar el sentido a las pulsiones, a las tendencias y a los propios sentimientos y ello comienza por entender el propio cuerpo. Este cuerpo que soy yo, que no escogí y que me fue dado, todo él masculino, desde las uñas de los pies hasta la cabeza escasa de cabello, sentado ahora frente al ordenador, de esta edad, con esta historia concreta, sudando porque es verano, escuchando los ruidos de la calle, de otros cuerpos, con sed y deseos. Un cuerpo que un día apareció, se formó y tiene los minutos contados. Mi cuerpo y todas sus posibilidades y sus límites. El único que soy para construir mi historia y cumplir mi misión única e intransferible. La teología del amor comienza por escucharse a sí mismo, no en vano el primerísimo mandamiento es Shemá, Israel: “escucha, tú que luchas con Dios”. Se trata de una maduración personal y una nueva altura desde la cual comprender la propia vida partiendo del cuerpo, superando la pequeñez de una visión puramente biológica, que reduce al hombre a un animal más y a un mero fruto de una evolución ciega, sin razón y sin finalidad.
Regreso inteligente a las Escrituras Antes de abordar los textos es necesaria una somera introducción.105 Las Escrituras son una gran obra de arte, como una catedral gótica, que requiere 104 Hay otras perspectivas sobre el objeto de la teología como apunta Latourelle en las que aquí no se entrará. Véase R. LATOURELLE, op. cit., p. 24. 105 He aquí algunas introducciones más extensas a las Escrituras: J. L. SICRE, Introducción al Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella, 2005; O. EISSFELDT, Introducción al Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 2000; J. DRANE, Introducción al Antiguo Testamento, Clie, Barcelona, 2004; W. SCHMIDT, Introducción al Antiguo Testamento, Sígueme, Sa-
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de preparación. La mayoría ve sólo lo que quiere ver o lo ve todo distorsionado, se necesita la clave para entender la complejidad de tantos libros, lenguas, géneros literarios y autores en tantos siglos de escritura, como un organismo vivo. Hay que escuchar con atención lo que realmente dice. La clave es el amor esponsal: Dios ama al hombre como un esposo a su esposa. La historia de ese amor es la línea conductora de las Escrituras como se verá. Las Escrituras son ante todo una historia de amor —en innumerables formas presentada— más que un libro de ciencia o una pecera de consejos o frases morales. Hay que afrontarla en su unidad y forma final. Eso implica superar la ignorancia, los prejuicios cientificistas y las visiones literales o fundamentalistas. El amor humano por excelencia es el nupcial y es imagen de la relación amorosa que hay entre Dios y el hombre. Habrá que descubrir este mysterion y ocuparse convirtiéndolo en proyecto. Aquí confluyen la razón como búsqueda de la verdad y la Revelación (alétheia) divina.
Despejando prejuicios La Biblia es un sorprendente conjunto de escritos a los que cada uno puede acercarse con total libertad y desde su propia vida, siempre tendrá algo que descubrir. Pero existen varios prejuicios que hay que evitar, el primero está salpicado de ateísmo y consiste en pensar que en la Biblia no hay más que mitos y éstos han sido superados por la ciencia actual. En el extremo contrario está la interpretación literal y fundamentalista como la de un cierto creacionismo que toma al pie de la letra y sin criterio todo lo que ahí se dice sin distinguir.106 Pero hay otros prejuicios menos burdos y hasta bielamanca, 1999, y M. A. TABET, Introducción al Antiguo Testamento, Pentateuco y libros históricos, Palabra, Madrid, 2004. Sobre el Nuevo Testamento puede verse A. PIÑERO, Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, 2008. 106 Los fundamentalismos han hecho mucho daño a lo largo de la historia por ignorancia o por intereses particulares, como denuncia Carlos Cañeque al hablar del fundamentalismo norteamericano, con su visión del cosmos, sus televangelistas, su creacionismo bíblico y la justificación de sus políticas y estrategias, tan evidentes y el daño que ha hecho a millones de personas por todo el mundo. C. CAÑEQUE, “El fundamentalismo norteamericano”, en RDP. Revista de Debat Politic (2003), núm. 7; R. HOLFSTADTER, The Paranoid Style in American Politics, Knopf, Nueva York, 1965. O la clásica de M. WEBER, Ética protestante y el espíritu del capitalismo, Reus, Zaragoza, 2009.
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nintencionados como el inmediatismo o presentismo, consiste en sacar frases aisladas de las Escrituras para confirmar la propia visión de la realidad o para adaptarla a la propia forma de vida. Hay otro que consiste en reducir la Biblia a un manojo de reflexiones espirituales perdiendo el mensaje general y su profundidad, aplicando los pasajes con miopía y sin haber entendido su sentido. Otro prejuicio reside en concebir las Escrituras como una pecera de citas éticas y morales. Finalmente hay quienes consideran vinculante moralmente todo lo que aparece en las Escrituras, sin criterios de tipo sociológico, literario, etc. Frente a muchas de estas formas equivocadas de afrontar los textos advertía ya Orígenes de Alejandría, un hombre que en todos los pliegues de las Escrituras encontraba a Cristo.107 Un sincero análisis de las Escrituras consiste, primero, en descubrir la unidad que hay en esa biblioteca tan amplia y dispar; segundo, en comprender el proyecto o misterio que hay detrás de ese conjunto tan vario y que se refiere en primer lugar al hombre y el sentido y significado últimos de su existencia; la tercera cosa a tener siempre en cuenta es respetar el texto tal como aparece allí y lo que quiere decir, con esos datos y formas que han pasado a la tradición. Se trata de un análisis de las Escrituras para comprender el amor humano en este libro —o biblioteca— del amor por excelencia. Claves para entender las Escrituras. Revelación es una acción de Dios por la que da a conocerse a sí mismo y, por tanto, su proyecto sobre la realidad y sobre el hombre. Los datos de la Revelación están contenidos en la Tradición. Ésta significa el conjunto de bienes que se entregan de una generación a otra en una cultura (del latín trado, entregar, y el sustantivo traditio, entrega). La Revelación ha seguido los cauces naturales humanos y se ha conservado y transmitido de generación en generación. De allí surge la palabra trasmisión, la teología tiene el deber de estudiar los cauces y modos como se han transmitido los datos de la Revelación, esto a su vez lleva a una interpretación. Todo ser humano, comenzando por los cristianos, está llamado a iluminar su vida interpretando las Escrituras. En la interpretación de la Tradición el magisterio es un carisma dejado por 107 Cfr. ORÍGENES, Tratado de los principios, en Obras escogidas, Clie, Barcelona, 2018.
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Cristo a sus apóstoles y sus sucesores para aclarar la tradición y, dentro de ella, las Escrituras, a través de documentos, alocuciones, etc. Cada persona, cristiano o no, está llamada a dar razón de sí misma con honestidad y en coherencia con los datos y acontecimientos según se van presentando.108 En esta gran biblioteca están presentes casi todos los géneros literarios, que incluyen los relatos míticos, épicos, históricos, textos legislativos, proféticos, poéticos (líricos…), con estructuras y métrica propias de aquellas culturas; hay textos evangélicos, epistolares, apocalípticos y otros géneros propios de los hebreos. Hay también dichos legales, históricos, culturales, proféticos, refranes, proverbios y acertijos. Esto supone el inconveniente de una lectura literal. Además, a lo largo de la historia, ha recibido modificaciones, se encuentran en ella descomposturas, restauraciones y remodelaciones hasta llegar a su forma definitiva; hay textos que proceden de una previa tradición oral. Se han cometido muchos errores y abusos por la ignorancia de estos aspectos. La Biblia reúne un gran monumento histórico cargado de símbolos, giros lingüísticos propios de los pueblos que la escribieron, la influencia de los autores humanos con sus temperamentos, su mundo y su cosmovisión propios. Para una verdadera interpretación, hay que tener en cuenta el contexto histórico en cada texto y su lugar dentro del conjunto de las Sagradas Escrituras. Además de los géneros, hay en las Escrituras diferentes tradiciones o hilos narrativos, en el Antiguo Testamento sobresalen éstos: la Sacerdotal, la Yahvista, la Eloísa y la Deuteronómica.109 En el Nuevo Testamento se pueden identificar otras diferentes tradiciones más simples como la Hebraizante, la Joánica, la Petrina y la Paulina. Sin embargo, hay que leer las Escrituras
108 R. LATOURELLE, Teología fundamental, Sígueme, Salamanca, 1992. 109 O. EISSFELDT, op. cit., p. 331.
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en su forma final y tratar de entender cada texto en su con-texto dentro de todo un conjunto.110 Algunos criterios para esta última son los siguientes: ponerse a la escucha, discernir la intención del autor, acercarse con fe (cristiana) y con gran honestidad intelectual, teniendo en cuenta que son escritos para el hombre de todos los tiempos. La Biblia no confirma los pobres argumentos humanos, los ilumina. En ella se presenta el amor humano como un hecho histórico, jurídico, religioso, cultural dentro de su fragilidad natural.
La Biblia cuenta una historia de amor Las dos grandes figuras que se usan en las Escrituras para hablar de Dios y de la comunidad humana son la de Esposo-esposa y la de Padre-hijo. Hay que recordar los diversos significados de amor esponsal en las Escrituras que se refieren a la relación entre Dios y la comunidad: ruha, amor carnal; quinah, celo o amor de pertenencia; jesed, que se refiere a varias acciones simultáneas como mirar, hallar gracia y perfeccionar, y rahamim, que es un amor materno, de las entrañas o del útero. Dios ama a Israel con estos amores como un esposo a su esposa. El jesed tiene muchas manifestaciones: benevolencia, compasión, es lento a la ira y rico en piedad, perdona por dos mil generaciones, es inmensa verdad, bondad y belleza, cura, limpia toda iniquidad como el viento las nubes, se abaja y se pone al servicio del otro, es emunah o fidelidad, un amor de aceptación, constante y perseverante, presupone una decisión y un trabajo personal, tiene la misma raíz de amén y fidelidad a un pacto establecido. En el Nuevo Testamento se añade otro que es el ágape, de origen griego y es un amor de donación total, a diferencia de eros que se refiere más a los sentimientos, aunque ambos términos no son contradictorios.111
110 Es ridículo decir: “la Biblia dice tal o cual cosa” y querer imponerla, habría que citar el libro concreto (en la Biblia hay 73 libros o rollos) y tener en cuenta las circunstancias que rodean ese libro: su género literario, el contexto que ocupa en el conjunto. Las claves principales de acercamiento a la Escritura son la perspectiva espiritual, la literaria, la histórica o la exegética. 111 E. SCHILLEBEECKX, Marriage, Secular Reality and Saving Mystery, vols. I-II, Sheed and Ward, Londres - Melbourne, 1965, p. 57.
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La clave está en los Profetas Los libros de los Profetas son la luz y la clave para entender la unidad de los textos bíblicos. Gracias a ellos se descubre que las Escrituras están orquestadas bajo la imagen de la celebración de una boda judía. La gran novedad de la religión judía respecto a las religiones de los pueblos circundantes es la relación amorosa, esponsal de Yahvé con el pueblo elegido. Afirma Evdokimov con lucidez: “De un extremo a otro de la Biblia resuena un canto inmenso de amor”, que es lo que da unidad a los textos: la celebración del desposorio y boda propiamente hablando, donde toda persona está inserta.112 La historia milenaria de Israel o de la salvación sigue, simbólicamente, el esquema de un casamiento judío, éste duraba un año y tenía dos grandes celebraciones: la primera era el desposorio —que consistía en la entrega de la muchacha por parte de su padre al novio, y ya eran considerados esposo y esposa, aunque no convivían— y, pasado ese año, la boda como tal, en ella el muchacho introducía a la esposa a su casa y se realizaba —en medio de la fiesta— la consumación. Ésta es la gran aportación de los Profetas, para ello hay que describir una boda judía, tan ajena a las costumbres actuales, permeadas en general por lo técnico y lo económico, si no es que por lo superficial.
Un casamiento judío En Occidente una boda dura unas cuantas horas, en Israel el casamiento se realizaba en dos momentos o ceremonias muy definidas separadas por un año: la entrega de la novia al esposo y un año después la cohabitación y consumación, esta segunda ceremonia era mucho más festiva y larga. Primera ceremonia, el desposorio o esponsales Era una ceremonia relativamente sencilla que consistía en la entrega de la joven al esposo, por parte del padre. Los esponsales, llamados
112 P. EVDOKIMOV, El matrimonio, Mensajero, Bilbao, 1969, p. 97.
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shitreerusin, consistían en que el muchacho pedía la novia al padre de ésta llevando, según las posibilidades, el ajuar o mohar (Gn. 34 12, Ex. 22 17, 1 S. 18 25). El pacto por el que eran considerados esposos se sellaba bebiendo de la misma copa de vino, mientras se pronunciaba una bendición. No se trataba de una compraventa de la mujer. A partir de aquí pasaban doce meses para dar lugar a la boda, propiamente. Un año de espera y preparación Desde el momento de los esponsales, la novia era considerada y tratada como esposa. La unión no podía disolverse excepto por un divorcio legal; el incumplimiento de la fidelidad era tratado como adulterio. Después del contrato de esponsales los novios continuaban separados cada uno en la casa de sus padres. Durante este periodo la novia se preparaba para su futuro papel de esposa y el novio se encargaba de conseguir el futuro alojamiento para su mujer, fuera o dentro de la casa de los padres.113 Se daban diversas purificaciones de la novia como preparación a la boda en un miqwaoth o baño ritual, mientras el novio debía preparar la habitación nupcial o chuppah. Segunda ceremonia, la boda Ésta consistía, a su vez, esencialmente en dos acciones fundamentales: conducir a la novia a la casa del novio y consumar la relación, con ritos muy específicos. Se celebraba comúnmente por la tarde del miércoles, esto dejaba los primeros días de la semana para los preparativos, y permitía al marido, si tenía alguna acusación en contra de la supuesta castidad de su prometida, realizarla de inmediato ante el sanedrín local, que se reunía cada jueves. El matrimonio con una viuda se celebraba en jueves por la tarde, lo que permitía tres días de la semana “para gozarse con ella” antes del sábado. Esta ceremonia tenía varios ritos. Comenzaba con la reunión en casa de la novia. 113 E. STAUFFER, “Gaméo”, en G. KITTEL y G. FRIEDRICH, Theological Dictionary of New Testament, Eerdmans, Grand Rapids, 1985, pp. 111-113; J. H. BERNARD, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to Saint John, I. C. C., Edimburgo, 1929, p. 131; J. LEÓN, Teología de la unidad, La Aurora, Buenos Aires, 1971.
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Los invitados —todo el pueblo— convivían en la casa de la novia. Fuera, las chicas de la comunidad vigilaban con antorchas encendidas la llegada del novio. Ésta era anunciada de repente por centinelas, poco antes de la media noche para encontrarse con la novia. El novio iba acompañado de sus amigos (una especie de padrinos) e iluminado por las llamas de las teas, era recibido por los invitados en casa o fuera de la casa de la novia. Se puede adivinar la emoción de todos esperando al novio llegar en medio de la oscuridad. Cortejo nupcial. La procesión con antorchas iba de casa de la novia hacia la casa del padre del novio, donde se realizaría la ceremonia del matrimonio y el agasajo. La novia del Cantar de los cantares hace una descripción de este cortejo (Ct. 3, 6-5-1). Los amigos del novio (kiddushin) desempeñaban un papel esencial en la celebración: se trataba de dos testigos especiales, se encargaban de atender las necesidades de la pareja o actuaban como sus intermediarios. Ofrecían regalos, asistían y atendían a los novios en la habitación nupcial. Eran asimismo los garantes de la virginidad de la novia. Estos testigos firmaban y llevaban el contrato a los padres de la novia. En el contrato estaban contenidas las promesas que el novio se comprometía a realizar con su futura mujer. Se bendecía a la pareja con la imposición del velo o de guirnaldas y se la conducía a la recámara (Tb. 8, 13). Las festividades de la boda comenzaban (Ct. 3, 1; Is. 61, 10; Ez. 16, 12). Durante la procesión se llevaban palmas, granos o monedas y ramas de mirto, que se arrojaban en medio de la música.114 Después de la ceremonia, la pareja era conducida a la habitación nupcial (cheder), que previamente habría preparado el novio, y al lecho nupcial (chuppah). La novia iba ya con su cabello descubierto, pues se quitaba el velo. Aquí el novio entregaba unos regalos a la novia. Las festividades del matrimonio podían durar desde una semana hasta un mes. Al inicio de esta semana, los novios permanecían en 114 Otros pasajes de los Evangelios en los que se hace alusión a la boda como celebración por excelencia del mesías son: Mt. 25 1-13; Mt. 24, 45-51; Lc. 12, 35-48 o Lc. 5 33-35 y Jn. 3, 26-30.
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la cámara nupcial, vigilada por los “amigos del novio”. Cuando el novio finalmente daba una voz, entraban los amigos y salían con el eu-angelion o buena noticia de la consumación del matrimonio. En ese momento salían los novios del cheder, la novia con el velo descubierto. La noticia era recibida con gozo por los invitados, por la importancia de la promesa de una nueva vida, con ello iniciaba la fiesta de la boda, donde se servía comida, se bailaba y se cantaba al son de la música (Sal. 45, 1-17). Las comidas exigían el uso de una gran cantidad de agua para realizar las frecuentes abluciones y lavatorios rituales. Jesús, al presentarse como el Esposo esperado y profetizado, utilizaba las imágenes nupciales; es posible obtener más datos sobre estas costumbres de los evangelios que de muchos otros escritos antiguos.
Yahvé e Israel, una historia de amor A continuación, se describirá cómo las Escrituras están organizadas a manera de una historia de amor que sigue el esquema del casamiento judío. La Biblia comienza con la aparición de la novia, que es el pueblo de Israel, desde su nacimiento, desarrollo, hasta estar lista para los esponsales. Éstos se dan en el desierto, donde se sellará el pacto con el acta de matrimonio que son las Tablas de la Ley. Después, Israel recibirá el mohar o ajuar, que consiste en la Tierra Prometida, una tierra hermosa donde vivir, un hogar en el que ella puede pasear a sus anchas. Pero Israel cae en la infidelidad: comienza a coquetear con los demás pueblos, asume sus costumbres y quiere ser como ellos. Por esta razón insistirán en que quieren tener reyes, abandonando a Dios. Este adulterio se manifiesta en la injusticia, la idolatría y en la prostitución. Por otro lado, los diferentes amantes le prometen de todo, pero la engañan, ella ha caído en sus artimañas.
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El Esposo envía mensajeros —los Profetas— para denunciar y recriminar sus abominaciones, para anunciar las consecuencias si no se arrepiente (Oseas) y para entregarle el libelo de divorcio (Jeremías), a fin de repensar su propia vida. Al verla marcharse, él no sabe qué le duele más, si la infidelidad sufrida o verla a ella, tan frágil y aturdida, caminar encadenada, como una esclava a tierras lejanas: a Babilonia. En la tierra ajena, ella no hace más que llorar la lejanía del esposo, y arrepentirse y prometer un cambio de vida, pero Él no se presenta (Ezequiel). Pasado un tiempo, el muchacho considera suficiente el sufrimiento y sincero el cambio, demuestra que Él es fiel, acude al desierto por ella a consolarla y prometerle que la boda a pesar de todo se va a celebrar (Isaías). Ahora es Él quien la consuela y la reanima con la descripción de la boda que se celebrará, le canta mientras se imaginan la boda: él vendrá entre sus amigos en una procesión mientras ella lo espera en medio de la noche y de sus amigas con antorchas, cantando para celebrar las ceremonias y los banquetes del festejo nupcial (Cantar de los cantares y otros escritos como Tobías). Finalmente, Él le revela entre cantos de amor su verdadera identidad: “yo soy tu creador”, “yo soy tu redentor, el que te trajo del desierto y quien te ha escogido con un amor de esposo, para siempre”, “es tal mi amor que he dado la vida por ti” (canto del Siervo de Yahvé). La comunidad de Israel entiende que ese esposo no es cualquiera sino el Creador y Redentor de todo (Génesis). La esposa entonces se prepara para la celebración de la boda. Finalmente se celebra la boda y la consumación (Evangelios y Apocalipsis).
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2. D e Abraham al Sinaí: aparición y elección de la “novia” La gloria de Dios es el hombre viviente. Ireneo de Lyon Los relatos del Génesis, del capítulo 12 al 50, contienen simbólicamente desde el nacimiento de la comunidad-esposa hasta su edad núbil. Dios irrumpe en la historia humana llamando a un pastor de las llanuras de lo que hoy es Irak: Abrán.115 En poco espacio hay que resumir los ciclos genealógicos de Abraham, Isaac y Jacob y la novela de José. Vale la pena leer los capítulos de todos estos libros que han alimentado la cultura occidental, comenzando por el arte y están repletos de pequeñas historias que van dando sentido a un plan o proyecto general, oculto detrás de ellas, como el origen de la circuncisión como señal del pacto en Gn. 16 o el profundo episodio de la encina de Mambré y la promesa del nacimiento de Isaac en Gn. 18, o el suceso del rapto de Dina y sus dramáticas consecuencias en Gn. 34. La promesa a Abraham de formar un pueblo innumerable, a través del que Dios bendecirá a toda la humanidad. El drama de su único hijo, Isaac, y su sacrificio como prueba suprema de fe y a la vez un simbolismo prefigurador del Esposo (Gn. 22). Continúa con la historia de Isaac, su matrimonio con Rebeca, el nacimiento y crecimiento de Esaú y Jacob y la bendición de éste por parte de su padre. El relato está salpicado de anécdotas que no deben pasarse por alto. Con Jacob y sus hijos, lo que comenzó siendo un individuo ha llegado a ser una familia cada vez más grande. ¿Cómo es que van a parar a Egipto? Lo explica la novela de José inserta en el Génesis, el penúltimo hijo de Jacob y en algún aspecto prefiguración de Cristo. Los relatos de José constituyen una “novella” con su propia unidad dentro del texto. Éstos están llenos de aventuras y se encuentran desde Gn. 39 hasta el final del libro que da paso al libro del Éxodo.116
115 Libros maravillosos que relatan esta historia son, por ejemplo, el de D. ROPS, El pueblo de la Biblia, Palabra, Madrid, 2000, traducido y editado cientos de veces en todas las lenguas occidentales. 116 Para profundizar más en el Pentateuco: R. N. WHYBRAY, El Pentateuco, Desclée De
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Los esponsales: primera parte del casamiento El éxodo consiste, simbólicamente y a la luz retrospectiva de los Profetas, en que la comunidad-esposa sale de su casa para realizar los esponsales en el desierto con Yahvé, ahora que es ya un pueblo numeroso. Es un pacto de amor nupcial y sólo así puede entenderse a fondo. Hay que leer la legislación a la luz de los profetas. Esta historia está salpicada de innumerables detalles con un significado propio, como el pasaje de la zarza ardiente, con su solemne sentido. El hombre salpicado por el mal es como una zarza espinosa a la que Dios habita sin consumirlo. Las numerosas y arduas visitas al palacio del Faraón para convencerlo de dejar libre al pueblo, mientras Dios endurece el corazón de éste; los relatos épicos de la salida, entremezclados, y la larga estancia en el desierto. ¿Por qué el desierto? Porque en él, si uno se sale del camino, se pierde, es el sentido de los mandamientos. El desierto porque es un lugar solitario de encuentro exclusivo entre el esposo y la esposa, un periodo de los primeros amores. El certificado de matrimonio son las Tablas de la Ley, de piedra para que no se borre ni destruya. En el periodo del desierto el pueblo cobra conciencia de su identidad y de su pertenencia exclusiva a Yahvé. Aquí se dan sucesos conmovedores como el del maná y las codornices, el agua que brota de la piedra (Ex. 16 y 17), como del costado de Cristo brotará su Esposa, el relato del becerro de oro y la destrucción de las Tablas. Cuatro códices en clave esponsal. Los libros de la legislación podrán parecer monótonos y tediosos. No hay que quedarse en eso, más bien hay que verlos como parte de una gran pedagogía de Dios sobre el pueblo, y de su lenta maduración irá asimilando el espíritu que late por debajo de la ley. Se expresan en cuatro tradiciones o expresiones del pacto.117 A la luz de los Profetas, su clave es nupcial. Brouwer, Bilbao, 1995. 117 En ellos se encuentran testimonios riquísimos de sociología y costumbres. La clave para entenderlos en general es el valor sagrado de la vida y la necesidad de custodiarla escrupulosamente, como un esposo cuida y se preocupa por la vida y salud de su recién esposa. Piénsese que se trata de un pueblo en camino, poco numeroso y tremendamente frágil frente a los peligros del desierto, a las enfermedades y pestes; sin ello no se entienden ni
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El Decálogo: lo moral como una respuesta de amor esponsal Dios pide exclusividad de la esposa. Los textos que se refieren al amor están íntimamente ligados al matrimonio, se pueden dividir en preceptos familiares y otros sociales. Sólo así se entiende el mandato un poco extraño para la mentalidad actual de no mezclarse con los habitantes de la Tierra Prometida que el pueblo está próximo a tomar, cuyo sentido es el de preservar de la prostitución a los hijos e hijas. Se sabe por los textos bíblicos que las religiones de los pueblos de Canaán incluían la prostitución sagrada.118 Libro de la Alianza esponsal. La alianza es una forma de amor, es entendida por los Profetas en clave de pacto matrimonial. En la tradición de la Alianza aparecen algunos mandatos que tienen
explican las leyes de santidad. No se pueden entender estos textos sino en el contexto de una Alianza con Dios, la ley y su interpretación; es una respuesta de amor al amor de Yahvé que ya ha hecho su parte en el pacto. Sólo así se entienden los mandatos tan particulares de los que aquí se extraen aquellos que tienen que ver con el matrimonio y la familia. Aquí se hará alusión a algunos textos significativos referentes al matrimonio y a la familia agrupados en tradiciones. 118 Sólo esta perspectiva justifica o explica la reacción, tan desproporcionada a los ojos actuales, de Pinjás, que atraviesa con la lanza a un israelita con su amante en medio de una peste que asolaba al pueblo (Nm. 25, 6-8). El mandato de santificar las fiestas y guardar el Sabbat es un mandamiento estrictamente familiar, está dirigido al padre de familia que se encargará de hacerlo cumplir (Ex. 20, 10-12). La única persona exenta de este precepto es la mujer, que tiene que dar de comer y realizar las actividades propias de la casa ese día. Con ello cumple una misión altísima de garantizar la liturgia del Sabbat como día dedicado por Israel a Yahvé. Ese mismo espíritu permea el mandamiento referido a honrar a los padres para vivir mucho tiempo. Yahvé ya ha hecho su parte en esta relación de amor esponsal y paterno filial. “Yo soy Yahvé tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre” (Dt. 5,6: 5,6; Ex. 20, 17 y Dt. 5, 21). “Guárdate de hacer pacto con los habitantes del país en que vas a entrar, para que no sean un lazo en medio de ti […] No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a ti y tú comas de sus sacrificios; y no sea que tomes sus hijas para tus hijos, y que al prostituirse sus hijas tras sus dioses, hagan también que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas” (Ex. 34, 12.15-16).
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como objetivo proteger a la mujer. Por ejemplo, la que obliga al hombre que tiene relaciones sexuales con una virgen a darle la dote y a casarse con ella.119 Códice deuteronómico: escucha y ama. Éste sería el primerísimo de los mandamientos, y su motivación, la invitación a la esposa que es la comunidad: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades” (Dt. 6, 4-9).120 Desde allí se entienden otros textos como los que se refieren a no tener muchas mujeres, marcando una tendencia al ideal de la
119 La misma obligación pesa en el caso de abuso sexual. Algunas de éstas pueden parecer desconcertantes hoy. Hay que tener en cuenta que pertenecen a una época que da suma importancia a la vida, la vida de la esposa e hijo, que es el pueblo mismo. Eso explica las disposiciones sobre la mujer del esclavo. En el caso de una mujer dada en esclavitud, si procreaba, debía ser tratada como hija del suegro (Ex. 21, 2-6; Ex. 22, 15-16). “Si un hombre seduce a una virgen, no desposada, y se acuesta con ella, le pagará la dote, y la tomará por mujer. Y si el padre de ella no quiere dársela, el seductor pagará el dinero de la dote de las vírgenes”. Véase Ex. 22, 15-16. Es exactamente lo que siglos después pasará con un hijo de David: Amnón, que se enamora de Tamar, su hermanastra y hermana de Absalón; urde una estrategia para quedarse a solas con Tamar y forzándola se acuesta con ella. Pero después de esto, Amnón la aborreció “con tan gran aborrecimiento que fue mayor su aborrecimiento que el amor con que la había amado” (2 S. 13, 1-19). Esto dio origen a una cadena de desgracias familiares y luchas internas que fueron debilitando el reino. 120 “No sigas a esos dioses de los pueblos que te rodean, pues el Señor tu Dios está contigo y es un Dios celoso; no vaya a ser que su ira se encienda contra ti y te borre de la faz de la Tierra” (Dt. 6, 15). Esto no lo entendió el rey Salomón, pues “Él amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija de Faraón, moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias, hititas, de los pueblos de los que dijo Yahvé a los israelitas: “No os uniréis a ellas y ellas no se unirán a vosotros, pues de seguro arrastrarán vuestro corazón tras sus dioses”, pero Salomón se apegó a ellas por amor; tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas (1 R. 11, 1-3).
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monogamia;121 o la referente a las mujeres tomadas en la guerra (Dt. 21, 10-14); la protección a la mujer repudiada con la excusa de no ser virgen (Dt. 22, 15-16 22,15). Asimismo, se entiende la dura disposición sobre la pena de muerte a los adúlteros (Dt. 22, 22), la prohibición del incesto (Dt. 23, 1). Igualmente “si un hombre está recién casado, no saldrá a campaña ni se le impondrá compromiso alguno; quedará exento en su casa durante un año, para recrear a la mujer que ha tomado por el valor superior de la descendencia” (Dt. 24, 5). En este contexto aparece la Ley del levirato, que consiste en que el hermano debe casarse con su cuñada viuda para darle descendencia, de allí la gravedad del pecado de Onán, es doble pues se niega a esto último122 y otros preceptos de una plasticidad extrema.123
121 “No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón. Tampoco deberá tener demasiada plata y oro” (Dt. 17, 17). Poseer muchas mujeres es signo de alejamiento de Yahvé, como lo muestra la historia de Roboam con sus sucesivas desgracias familiares, “pues tuvo dieciocho mujeres y sesenta concubinas; y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas” (2 Cor. 11, 18-21). 122 Pero si el cuñado se niega a tomarla por mujer, subirá ella a la puerta donde los ancianos y dirá: Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su hermano en Israel, no quiere ejercer conmigo su levirato. Los ancianos de su ciudad llamarán a ese hombre y le hablarán. Cuando al comparecer diga: No quiero tomarla, su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará su sandalia del pie, le escupirá a la cara y pronunciará estas palabras: Así se hace con el hombre que no edifica la casa de su hermano; y se le dará en Israel el nombre de Casa del descalzado (Dt. 25, 5-10). La gravedad del acto sexual interrumpido está en el engaño de dejar sin descendencia al hermano. “Er, el primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahvé, Yahvé le hizo morir. Entonces Judá dijo a Onán: Cásate con la mujer de tu hermano y cumple como cuñado con ella, procurando descendencia a tu hermano. Onán sabía que aquella descendencia no sería suya, y así, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra, evitando el dar descendencia a su hermano. Pareció mal a Yahvé lo que hacía y le hizo morir también a él (Gn. 38, 1-10) 123 “Si un hombre está peleándose con su hermano, y la mujer de uno de ellos se acerca y, para librar a su marido de los golpes del otro, alarga la mano y agarra a éste por sus partes, tú le cortarás a ella la mano sin piedad.” Esta disposición viene acompañada de la justicia en las medidas: “No tendrás en tu bolsa pesa y pesa, una grande y otra pequeña. No tendrás en tu casa medida y medida, una grande y otra pequeña. Has de tener un peso cabal y exacto, e igualmente una medida cabal y exacta, para que se prolonguen tus días en el suelo que Yahvé tu Dios te da” (Dt. 25, 5-15).
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Leyes de santidad: Israel, apartada para Yahvé. Santo, del latín sanctus, significa separado, apartado del mundo o consagrado, es lo contrario de profano, está relacionado con la perfección, aunque no tiene inmediatamente una connotación moral. En hebreo tiene un sentido parecido de pertenencia, qodesh, significa trascendencia, separación absoluta, por ello el santo por excelencia es Dios. Dios se manifiesta a través de acciones que reflejan su gloria, las acciones de Dios son absolutamente libres y no dependen o responden a las súplicas humanas y menos a la magia o la adivinación. La clave de la santidad es una vida separada para Yahvé. Santidad significa aquí la exclusividad propia de la mujer desposada: Israel está apartado para Yahvé, como una esposa está consagrada a su esposo, es la primicia dedicada sólo a Dios. Ello trae consecuencias: Israel no puede vivir como los demás pueblos ni mezclarse, esto equivaldría a prostituirse y abandonar a Yahvé. Sería como una esposa que acude a otros hombres. Los esposos son santos porque se pertenecen o están apartados para entre sí y para Dios.124 La exclusividad implica que la desnudez pertenece a los esposos. El sentido y significado de la desnudez es la correspondencia en el encuentro sexual, relacionado al conocer, referido aquí al incesto. En el caso de relaciones sodomitas (de sometimiento del otro) no se habla de desnudez. Ya en la moral práctica, el amor conyugal estaba en función de la institución de la familia; la monogamia representaba un ideal al que va tendiendo Israel como sistema; se permitía el divorcio y había una normativa muy
124 Lo anterior implica también, abandonar las costumbres aprendidas en Egipto y las de la Tierra que van a poseer. Se usa aquí la imagen de la desnudez para referirse a la exclusividad, es símbolo de la entrega absoluta, por ello se prohíben el incesto hasta el cuarto grado “no descubrirás la desnudez de tu padre…”; quedan igualmente prohibidos los abominables sacrificios humanos, y la santidad del pueblo excluye los actos homosexuales y el bestialismo, por ser prácticas de esos pueblos, pues “Yo, Yahvé, vuestro Dios” (Lv. 18, 1-29). Junto a ello establece la prohibición de mezclarse con algunos pueblos, en particular, por haber atentado contra Israel: moabitas y ammonitas de Aram (Dt. 23, 4-5. 8-9); en cambio, no tendrá por abominables a los egipcios, que les dieron hospedaje, ni a los idumeos, hermanos de Israel (Lv. 23, 8-9).
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concreta sobre los matrimonios mixtos. El matrimonio en la Antigüedad no es el fruto del enamoramiento sino un deber para traer hijos al mundo. Los hijos eran vistos como una forma de vida eterna, es la forma como se vence la consecuencia del pecado que es la muerte. Se contemplaba el divorcio, desde el mismo desposorio, para proteger a la mujer y no dejarla desvalida. En el libro de Malaquías hay una referencia al espíritu que hay detrás del divorcio: Dios odia el divorcio injusto o prepotente, no se podía divorciar por cualquier causa.
Entrega del mohar e infidelidad de la esposa Después del desierto sigue la entrada en la Tierra Prometida, esto es interpretado por los Profetas como la entrega del mohar (el ajuar) a la esposa que es Israel. Los Profetas interpretarán la toma de la Tierra Prometida como la entrega del nadán o mohar (el ajuar), por parte de Yahvé a la esposa. Éste era una especie de dote que un tiempo se entregaba a la novia como el ajuar y estaba contemplado en la ley (Ex. 22, 16). Esta entrega se relata épicamente en los libros de Josué y Jueces. Mohar. La toma de la Tierra Prometida comienza con la conquista de Jericó, el relato es enternecedor y está repleto de simbolismo. Es un periodo largo en el que las guerras se suceden junto con los héroes, traidores y personajes épicos como Sansón y digresiones emocionantes, historias de amor y terribles sucesos con sus consecuencias como el abominable crimen de Guibeá en el libro de los Jueces (Jc. 19
y 20).
Infidelidad. Pero, apenas tomada la Tierra Prometida, comienza el coqueteo con los pueblos circundantes: su forma de gobierno (monarquía), sus religiones, cultos y prácticas sexuales llamarán la atención del pueblo recién llegado y querrán imitarlos. Todo ello aparece en los libros de Samuel y Reyes, narran en diferentes géneros literarios la historia tal como continúa: toma definitiva de la Tierra Prometida, fin de los conflictos con los pueblos vecinos, la monarquía. La mo-
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narquía es entendida como una concesión de Yahvé al capricho del pueblo de tener reyes y “ser como los otros pueblos”, traicionando la exclusividad que habían prometido en el desierto. Esto representa ya un primer disgusto y decepción para Yahvé, celoso ante la actitud añorante de Israel respecto a esos pueblos. División. El rey en esa concepción encarna el espíritu del pueblo. Los reyes encarnarán la grandeza y la miseria del pueblo: Saúl, la valentía y la desconfianza de Yahvé; David, el amor por Dios y el adulterio y otros pecados; Salomón, la sabiduría y la idolatría. Por ello sobrevendrá la tragedia: a la muerte de éste, la parte norte se desgajará en una guerra civil, tomando el nombre de Israel y estableciendo su capital en Samaria. Al sur se le llamará Judá, con capital en Jerusalén. Esta parte de la historia es imprescindible para entender el mensaje esponsal de los Profetas, pues aquí comenzará la sucesión de desgracias de Israel en manos de los grandes reinos e imperios que se irán sucediendo en la región. Después de la división del Reino, ambos reinos quedarán a merced de los pueblos vecinos. Israel en el norte y Judá en el sur seguirán caminos opuestos, narraciones separadas y conflictos con esos reinos, hasta confluir ambos en la desgracia del destierro de Babilonia o segundo desierto. El destierro de Babilonia es un parteaguas en la historia de Israel, el territorio entero pasará de unas manos a las otras, se irán sucediendo los imperios persa, griego —con varias dinastías— y, finalmente, el romano. Lo importante es no perder el hilo de la interpretación profética. Por ahora basta con lo dicho para hacerse una idea de la sucesión de acontecimientos a los que darán una lectura los Profetas. Esto no es un resumen y menos sustituye la lectura de la Biblia. Se trata de sobrevolar la historia de Israel a la luz de los Profetas.
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3. E l drama de los Profetas: me sedujiste Señor y yo me dejé seducir Mucho merece de nosotros quien se nos dio sin que le mereciéramos. Bernardo de Clairvaux Son sin duda los textos más elevados del Antiguo Testamento, junto con los pilares teológicos del Génesis, los que más penetran en las entrañas afectivas de Yahvé y los que más ahondan en la miseria humana y constituyen los faros que, girando, iluminan la historia de Israel hacia atrás, al proyecto de amor de Yahvé por el hombre y hacia delante con la esperanza del encuentro con el amado, todo esto a través de la imagen de la relación nupcial entre Dios y el Pueblo, y sin los cuales no se entiende la figura de Jesús. Por ello aquí se ha visto la historia de Israel en retrospectiva profética. Las historias que aparecen aquí no son siquiera imaginables si no fueran parte de la Revelación. El amor, el drama, la pasión y los sentimientos de Dios se encarnan hasta el grado de lo emocionante y conmovedor. Pero antes de contemplar algunos textos es necesario ir a una breve y necesaria introducción. Ya desde aquí se puede hablar de Encarnación de Dios en lo humano, al tomarse en serio la historia de cada hombre.
Quienes son los Profetas Los profetas son mediadores entre Dios y el Pueblo y designan también algunos libros centrales de las Escrituras. Estos profetas tienen la misión de denunciar la infidelidad de la comunidad, advertir acerca de las consecuencias de esa infidelidad y, asimismo, anunciar la redención. El término latino de la palabra profeta viene del griego (pro fainw, manifestarse por o a través de uno, hablar por, portavoz) y significa “el que habla por Dios” o instrumento del que se sirve Dios para comunicar su mensaje, en hebreo nebi. Hay que estar muy atentos a no confundir profecías con adivinación,
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en la profecía es Dios quien toma la iniciativa, la adivinación es un esfuerzo humano por conocer el futuro a través de la invocación a los dioses y otras prácticas. Todas las culturas antiguas y religiones han tenido fenómenos de adivinación.125 Igualmente se advierte en las culturas los mediadores entre el hombre y la divinidad, en ello hay también una originalidad absoluta en Israel, donde la iniciativa la toma Yahvé. Entre los mediadores están los Ángeles, en primer lugar, los sacerdotes y los mediadores proféticos, que pueden ser a su vez videntes (el que ve cosas ocultas y a quien se le puede consultar), visionarios (que tiene visiones para servir al rey e iluminar sus decisiones), el hombre de Dios y el Nabí o profeta propiamente dicho.126 Este vocablo se aplica a muchos personajes en el Antiguo Testamento, como Abraham, Moisés e, incluso, a los profetas de Baal. Cabe señalar que las funciones de los profetas son diversas. Lo importante es que designan a los personajes, enviados en el periodo de la monarquía, sobre todo después de la división del Reino y en los libros centrales de esta reflexión sobre el amor.
© La profecía es ante todo una vocación. Es un llamado de Dios,127 no es el resultado de la iniciativa humana ni consiste
125 La adivinación está ligada a la religión y a la magia. Algunas formas de adivinación han consistido en la contemplación de la naturaleza, como el caso de los astrólogos babilonios a los que Isaías hace referencia, hablando a Israel en un lenguaje esponsal y con ironía: “que se levanten y te salven esos que rompen el cielo para escudriñarlo y pronostican lo que va a suceder” (Is. 47, 13); a partir de la observación de los animales, como el vuelo de los pájaros o de sacrificios o ritos; igualmente a partir de la observación de algunos líquidos y uso de instrumentos como copas o lanzamiento de flechas. Se daban casos de adivinación intuitiva como la oniromancia o interpretación de sueños, la necromancia o consulta de los seres de ultratumba como el famoso caso del rey Saúl (1 S. 28, 3). La adivinación se daba también a través de oráculos pedidos o recibidos de las sibilas, por ejemplo, en Gracia, en ocasiones especiales y decisivas como la elección de un monarca o ante la guerra. Los oráculos en los Profetas se caracterizan por ser no pedidos. J. L. SICRE, El Profetismo en Israel, Verbo Divino, Pamplona, 2005, p. 26. 126 Véanse los innumerables ejemplos en: J. L. SICRE, El Profetismo…, p. 69. 127 “Yo he creado al destructor para aniquilar. Ningún arma forjada contra ti tendrá éxito, e
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en una iniciación oculta o en un entrenamiento, sino en una elección divina, casi siempre contra la voluntad del elegido para la ardua misión de reprochar al pueblo su infidelidad, por ello hay que recordar que la misión del profeta no siempre era acogida con entusiasmo.
© Crisis de amor. Esta vocación se da en medio de la crisis en la relación amorosa entre Yahvé e Israel a partir de la infidelidad de éste. Los textos que relatan el llamado, tan personal, diferente e individual, de Yahvé a los Profetas, son esenciales para entender el misterioso actuar de Dios en la historia del hombre y de cada uno.128
En los libros de los profetas se da el núcleo de la historia de amor: la infidelidad de la esposa al amor que había prometido en el Sinaí, la entrega del documento de divorcio a la esposa (Israel), el destierro en Babilonia, el regreso y preparación para la llegada del esposo. El lenguaje de los profetas es nupcial y paterno filial. Sólo desde ellos se entiende la legislación. Recuérdese que el significado de Israel es “el que lucha con Dios” y lo vence, conmueve a Yahvé como una esposa a su esposo y como un hijo a su padre.
© Periodos. La época de los Profetas se puede distinguir en tres periodos: antes, durante y después del destierro de Babilonia. El primero es el momento en que Israel, como esposa, ha coqueteado con la monarquía con los pueblos vecinos, llamando a la conversión y después vaticinando el derrumbe de impugnarás a toda lengua que se levante a juicio contigo. Tal será la heredad de los siervos de Yahvé y las victorias que alcanzarán por mí — oráculo de Yahvé” (Is. 54, 17). 128 Léase con detenimiento Is. 1-13, en que se relata la vocación de Isaías, tratando de identificar minuciosamente los elementos simbólicos que allí aparecen, a diferencia de Jr. 1, 4-10 y de Ez. 1-3.
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los reinos, del Norte primero (Amós y Oseas) y del Sur después (primer Isaías, Jeremías). El segundo abarca el catastrófico destierro en Babilonia (Ezequiel, segundo Isaías): “Por tierra de angustia y aridez, de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza, y sobre giba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil” (Is. 30, 6). El tercero, el regreso del Pueblo nuevamente a la Tierra Prometida, la consolación de Yahvé a Israel y el anuncio de la venida del Redentor Esposo (tercer Isaías), cosa que los profetas no verán, pues la grandeza de su modesta misión termina allí.129 El mensaje de los profetas está dirigido a despertar a Israel de la corrupción en que ha caído, ha idolatrado la monarquía, la riqueza y las prácticas sexuales, siguiendo el modelo de los otros pueblos. Por otro lado, ha banalizado el culto a Dios, burocratizándolo en abierta contradicción con las injusticias. ¿En qué ha consistido la infidelidad del pueblo? Principalmente, en haber abandonado a Yahvé como lo hace una esposa que deja a su marido para irse tras los dioses extranjeros y asimilado sus prácticas religiosas y sexuales como la prostitución sagrada y las injusticias (contra viudas, huérfanos y extranjeros). Si el pueblo no se arrepiente y cambia de conducta, tendrá que regresar al Desierto, a purificarse como en los tiempos del Éxodo y del Sinaí.
© Cómo hablan los profetas. Los profetas trasmiten de mil formas, pero sobre todo a través de tres: oráculos, símbolos o acciones simbólicas y con el drama de su propia vida. Los oráculos son palabras dichas de parte del Dios Yahvé, con la
129 Los profetas enviados al reino del norte son principalmente Amós y Oseas. Al del sur, Isaías, Jeremías y otros menores como Miqueas, Malaquías o Ageo.
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anotación “oráculo de Yahvé”.130 Dentro de los oráculos estaban los ayes y las advertencias.131 Están llenos de símbolos no siempre fáciles de entender. En el lenguaje simbólico de los profetas, los nombres de ciudades como Jerusalén y Samaria, se refieren a la comunidad como una esposa. Los nombres de países o regiones se interpretan como hijos: Israel y Judá son los más comunes. Cuando se refieren al pueblo con especial ternura usan los nombres de Efraín y Benjamín. Asimismo, los reyes son las cabezas de los reinos, los principales responsables de las decisiones, algunos de estos reyes son Roboam, Jeroboam, Ozías y Ajaz. El desierto, es símbolo de purificación, etcétera.
Otra forma de trasmisión son las acciones simbólicas: el profeta recibe un mandato de parte de Dios que le dice: “ve y haz esto para que el pueblo lo vea…”. El amor de Dios se revela de manera tan tajante y humana a que encaren sus sentimientos a través del profeta, trastornando su vida: a Oseas le toca el duro
130 He aquí algunos ejemplos: “Yo me alzaré contra ellos —oráculo de Yahvé Sebaot— y suprimiré en Babilonia el nombre y resto, hijos y nietos —oráculo de Yahvé” (Is. 14,22); “Aquel día —oráculo de Yahvé Sebaot— se removerá la clavija hincada en sitio seguro, cederá y caerá, y se hará añicos el peso que sostenía, porque Yahvé ha hablado” (Is. 22,25); Oráculo sobre Tiro: “Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza. De vuelta del país de Kittim se les ha descubierto” (Is. 23, 1); Oráculo sobre los animales del Negueb: “Por tierra de angustia y aridez, de leona y de león rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza, y sobre jiba de camellos sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil” (Is. 30, 6); “Aterrado, abandonará su tropa, y sus jefes espantados abandonarán su estandarte. Oráculo de Yahvé, que tiene fuego en Sión, y horno en Jerusalén (Is. 31, 9); “Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad, oráculo de Yahvé” (Is. 37, 34); “No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo —oráculo de Yahvé— y tu redentor es el Santo de Israel” (Is. 41,14); “Yo lo he anunciado, he salvado y lo he hecho saber, y no hay entre vosotros ningún extraño. Vosotros sois mis testigos —oráculo de Yahvé— y yo soy Dios” (Is. 43, 12); “Y ahora, ¿qué voy a hacer aquí —oráculo de Yahvé— pues mi pueblo ha sido arrebatado sin motivo? Sus dominadores profieren gritos —oráculo de Yahvé— y todo a lo largo del día mi nombre es blasfemado” (Is. 52, 5). 131 “¡Ay de los hijos rebeldes —oráculo de Yahvé— para ejecutar planes, que no son míos, y para hacer libaciones de alianza, mas no a mi aire, amontonando pecado sobre pecado!” (Is. 30, 1). Véase J. L. SICRE, El profetismo…, p. 164 ss.
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simbolismo de casarse con una prostituta y poner nombres simbólicos a sus hijos (Os. 1); a Jeremías le prohíbe celebrar las bodas con la mujer ya desposada con él (Jr. 16, 1-11); a Ezequiel le prohíbe enterrar y hacer duelo por su esposa recién difunta, ante la inminencia del destierro. Estos duros mandatos deben ser entendidos, en el conjunto de la obra profética y de las Escrituras, como acciones simbólicas. Otros ejemplos son: caminar descalzo y desnudo (Is. 20).
El profeta trasmite también el mensaje de Yahvé a través de escritos y de libros, esto abre un debate sobre la autoría de los libros de los profetas, su formación y extensión. Otra forma como el profeta encarna los sentimientos de Yahvé son las visiones.
Oseas denuncia la infidelidad de la esposa-comunidad El mensaje esencial de este profeta a la comunidad es que su comportamiento hacia Yahvé es más el de una prostituta que el de una esposa. Oseas predica en torno al 700 a. C., en el reino del norte, cuya capital es Samaria, separado del sur hacía ya doscientos años, y se caracteriza por su ternura al dirigirse a Israel con una doble imagen, la de esposa y la de hijo que continuamente se entrelazan. En él se alterna el lenguaje nupcial y paternal hacia Israel. El libro de Oseas se caracteriza por un Dios que encarna los sentimientos de un esposo y padre herido de amor por la infidelidad, su corazón dividido bascula continuamente entre la ira hacia la esposa y una tierna compasión por ella.132 132 Acusación: “Rea de castigo es Samaria, porque se rebeló contra su Dios. A espada caerán, serán sus niños estrellados, y reventadas sus mujeres encintas”. Invitación al cambio: “Vuelve, Israel, a Yahvé tu Dios, pues has tropezado por tus culpas. Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahvé. Decidle: Quita toda culpa; toma lo que es bueno; y en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios”. Recapacitación de la esposa “Asiria no nos salvará, no montaremos ya a caballo, y no diremos más “Dios nuestro” a la obra de nuestros manos, oh tú, en quien halla compasión el huérfano”. Respuesta compadecida de Yahvé y canto a la esposa (y a Israel como hijo) “Yo sanaré su
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“Ve y toma por mujer a una prostituta”. Con este duro mandato comienza la serie de símbolos que encarna Oseas en su propia vida para echar en cara al pueblo su infidelidad. El profeta es prefiguración de Cristo, pues encarna los sentimientos de Yahvé. El Profeta “fue y tomó a Gómer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le dio a luz un hijo” (Os. 1, 3). De esta mujer nacerán tres hijos. Al mayor Oseas le impone, por mandato de Dios, Yizreel, “porque dentro de poco visitaré yo la casa de Jehú por la sangre derramada en Yizreel”. Es un nombre premonitorio en que Dios responde a la infidelidad de Israel con el abandono: poco después Israel será derrotado en ese valle (Esdrelón), donde insensatamente el rey Jehú había enfrentado a los asirios en una batalla desproporcionada e irresponsable, derramando inútilmente la sangre del pueblo (Os. 1, 2-5). Gómer concibe una hija a la que Dios manda ponerle “No deseada, rechazada” (Lo Ruhama: “ya no eres mi amada”) y a un tercer hijo cuyo nombre será “ya no eres mi hijo” (Lo Ami). Inmediatamente, Dios se dirige al pueblo —a través del Profeta— como un padre hacia sus hijos para que reprochen a su madre, a la que ha rechazado como esposa, y ésta se arrepienta de su conducta (Os. 2, 4-15) si no quiere ser humillada, desnudada en público, porque se ha prostituido se ha ido detrás de sus amantes mendigando su paga. Dios amenaza con cercar sus caminos con espinos hasta hacerla reflexionar y exclamar: “Voy a volver a mi primer marido, que entonces me iba mejor que ahora” (Os. 2, 10). Con gran ternura condesciende con la esposa infiel: “No había conocido ella que era Yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite virgen, ¡la plata yo se la multiplicaba, y el oro lo empleaban en Baal!” (2, 10-11). Este pasaje recuerda el regreso de otro personaje, el hijo pródigo. La llevaré al desierto y le hablaré al corazón. Dios tiene un plan para superar la ingratitud humana:
infidelidad, los amaré graciosamente; pues mi cólera se ha apartado de él, seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán, como el del olivo será su esplendor, y su fragancia como la del Líbano. Volverán a sentarse a mi sombra; harán crecer el trigo, florecerán como la vid, su renombre será como el del vino del Líbano. Efraím... ¿qué tiene aún con los ídolos? Yo le atiendo y le miro. Yo soy como un ciprés siempre verde, y gracias a mí se te halla fruto. ¿Quién es sabio para entender estas cosas, inteligente para conocerlas?: Que rectos son los caminos de Yahvé, por ellos caminan los justos, maslos rebeldes en ellos tropiezan (Os. 14, 1-9).
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“Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Y sucederá aquel día oráculo de Yahvé que ella me llamará: Marido mío, y no se confundirá de nombre. Yo quitaré de su boca los nombres de los baales, y no se mentarán más por su nombre. Haré en su favor un pacto el día aquel con la bestia del campo, con el ave del cielo, con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y haré que ellos reposen en seguro. Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahvé. Yo la sembraré para mí en esta tierra, me compadeceré de No compadecida, y diré a No mi pueblo: Tú Mi pueblo, y él dirá: ¡Mi Dios!” (Os. 2, 16-23). Ternura y amor que perdona. En Oseas aparecen textos tiernos y conmovedores en que se resume la historia de Israel como un hijo desde su primera infancia: “Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: a los Baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían incienso. Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os. 11, 1-5). Sin embargo, Israel no lo reconocía y por eso: “Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse. Hará estragos la espada en sus ciudades, aniquilará sus cerrojos y devorará, por sus perversos planes. Mi pueblo tiene
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querencia a su infidelidad; cuando a lo alto se les llama, ni uno hay que se levante.” Pero se quiebra el corazón de Dios y exclama como un padre enternecido, cargado de poesía: “¡Cómo voy a dejarte, Efraím, ¿¡cómo entregarte, Israel!? ¿Voy a dejarte como a Admá, y hacerte semejante a Seboyim? Mi corazón se revuelve contra mí, y a la vez se estremecen mis entrañas. No daré curso al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím, porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré con ira. En pos de Yahvé marcharán, él rugirá como un león; y cuando ruja él, los hijos vendrán azorados de Occidente, azorados vendrán de Egipto, como un pájaro, como paloma desde el país de Asiria; y yo les asentaré en sus casas oráculo de Yahvé” (Os. 11, 8-11). Finalmente, la mujer de Oseas, conmovida por la lealtad y confianza del profeta, se arrepiente y vuelve a su marido para ser fiel, parece un barrunto de la conversión de Israel al amor de Dios. Jeremías. Entrega el documento de divorcio y anuncia el destierro Casi dos siglos después, se presenta otro de los grandes profetas en el reino del Sur o Judá.133 No necesito regalos, Tú eres el Regalo. La voz temblorosa del tímido Jeremías le recuerda al pueblo su pertenencia a Yahvé: a Dios no le sirven las primicias. La primicia del esposo es su esposa más que sus acciones. Cuando un israelita ofrecía las primeras cosechas a Dios, debía recordar “nosotros somos la primicia de Yahvé, lo que Dios ha escogido para sí como una esposa para su esposo”:134 133 No se entrará a los detalles de la complicada historia de ese periodo, pero puede consultarse en J. L. SICRE, Introducción al Antiguo Testamento, p. 233. 134 “Manda a los israelitas en estos términos: Tendréis cuidado de traer a su tiempo mi ofrenda, mi alimento, manjares míos abrasados de calmante aroma” (Nm. 28, 2). Y: “Contarás
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“Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahvé: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada. Consagrado a Yahvé estaba Israel, primicias de su cosecha. Quienquiera que lo coma, será reo; le irá mal, oráculo de Yahvé (Jr. 2, 2-3). Pero la triste realidad es que Israel prefiere a Baal. Yahvé la recrimina: “¿Cómo dices ‘no estoy manchada; en pos de los Baales no anduve?’ ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita liviana que trenza sus derroteros, irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su calentura, ¿quién la calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien que la encuentra acompañada!” (Jr. 2, 23-24). Entrega del documento de divorcio. Dios entrega el documento de divorcio a través de Jeremías. Aunque la mujer puede arrepentirse, Yahvé no tiene otra opción que la de pedir el divorcio a través de un documento, la cosa va en serio. Hay que recordar que en Israel el divorcio era definitivo; según la legislación, un esposo no podía volver a casarse con la mujer repudiada.135 siete semanas. Cuando la hoz comience a cortar las espigas comenzarás a contar estas siete semanas. Y celebrarás en honor de Yahvé, tu Dios, la fiesta de las Semanas, con la ofrenda voluntaria que haga tu mano, en la medida en que Yahvé, tu Dios, te haya bendecido. En presencia de Yahvé, tu Dios, te regocijarás, en el lugar elegido por Yahvé, tu Dios, para morada de su nombre: tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita que vive en tus ciudades, el forastero, el huérfano y la viuda que viven en medio. Te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y cuidarás de poner en práctica estos preceptos” (Dt. 16, 9-12). 135 “Supongamos que despide un marido a su mujer; ella se va de su lado y es de otro hombre: ¿podrá volver a él? ¿no sería como una tierra manchada? Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros, ¡y vas a volver a mí! oráculo de Yahvé. Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia. Se suspendieron las lloviznas de otoño, y faltó lluvia tardía; pero tú tenías rostro de mujer descarada, rehusaste avergonzarte. ¿Es que entonces mismo no me llamabas: Padre mío; el amigo de mi juventud eres tú?; ¿tendrá rencor para siempre?, ¿lo guardará hasta el fin? Ahí tienes cómo has hablado; las maldades que hiciste las has colmado. Yahvé me dijo en tiempos
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Jeremías habla al reino del Sur (Judá), cuyo pecado es mayor, pues no escarmentado en su hermano del Norte (Israel): “Yahvé me dijo en tiempos del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y bajo cualquier árbol frondoso, fornicando allí. En vista de lo que había hecho, dije: No vuelvas a mí. Y no volvió. Vio esto su hermana Judá, la pérfida; vio que, a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la había despedido dándole su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también ella, tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con la piedra y con el leño. A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de todo corazón, sino engañosamente, oráculo de Yahvé” (Jr. 3, 6-10). Ante la dureza del reino del Sur, Jeremías predica en el Norte.136 Un atroz mandato: abandona a tu mujer. Jeremías estaba desposado y esperaba con gran ilusión la boda, sin embargo, recibe este profético mandato como escarmiento para el pueblo: “No tomes mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar”, como un gesto claro para el pueblo, esta orden es un símbolo para Judá de que se acercan los días difíciles de destierro: “Que así dice Yahvé de los hijos e hijas nacidos en este lugar, de sus madres que los dieron a luz y de sus padres que los engendraron en esta tierra”. Y para que quede clara la dimensión del castigo añade: “De muertes miserables
del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y bajo cualquier árbol frondoso, fornicando allí” (Jr. 3, 1-6). 136 “Y me dijo Yahvé: Más justa se ha manifestado Israel, la apóstata, que Judá, la pérfida. Anda y pregona estas palabras al Norte y di: Vuelve, Israel apóstata, oráculo de Yahvé; no estará airado mi semblante contra vosotros, porque piadoso soy oráculo de Yahvé no guardo rencor para siempre. Tan sólo reconoce tu culpa, pues contra Yahvé tu Dios te rebelaste, frecuentaste a extranjeros bajo todo árbol frondoso, y mi voz no oísteis, oráculo de Yahvé” (Jr. 3, 11-13). El reproche se extiende todavía: “Yo había dicho: Sí, te tendré como a un hijo y te daré una tierra espléndida, flor de las heredades de las naciones. Y añadí: Padre me llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis. Pues bien, como engaña una mujer a su compañero, así me ha engañado la casa de Israel, oráculo de Yahvé” (Jr. 3, 19-20).
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morirán, sin que sean plañidos ni sepultados. Se volverán estiércol sobre la haz del suelo. Con espada y hambre serán acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y las bestias de la tierra” (Jr. 16, 1-4). Tu virginidad será reedificada. Ya al final del libro deja un hilo de esperanza, se le aparece Yahvé “de lejos”, como desde la otra orilla de un ancho río: “Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti”. Después de tanta infidelidad y de enviar a Judá al desierto para su purificación añade: “Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre gentes festivas”. Lo anterior es una clara referencia a las celebraciones de las bodas. Finalmente, Dios no se ha divorciado de la esposa y en un canto le dice: “Aún volverás a plantar viñas en los montes de Samaria —alusión a la unificación de los dos reinos, pues Samaria era la capital del norte— más aún: “plantarán los plantadores, y disfrutarán”, posiblemente se refiere a la consumación y a la fecundidad de la esposa y su gozo por los hijos. “Pues habrá un día en que griten los centinelas en la montaña de Efraím: ¡Levantaos y subamos a Sión, adonde Yahvé, el Dios nuestro!” (Jr. 31, 3-6). Este último anuncio es un canto de esperanza y significa nuevamente la reunión de todo el pueblo en uno y hace referencia a uno de los ritos de la boda en que los centinelas avisan la llegada del esposo. Igual significado tienen las siguientes palabras cargadas de amor esponsal: “Plántate hitos, ponte jalones de ruta, presta atención a la calzada, al camino que anduviste. Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas ciudades. ¿Hasta cuándo darás rodeos, oh díscola muchacha? Pues ha creado Yahvé una novedad en la tierra: la Mujer ronda al Varón” (Jr. 31, 21-22).
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Ezequiel, la esposa desolada en el exilio Ezequiel predica en Babilonia a un Israel desterrado de su amada patria que mana leche y miel. Uno de los pasajes más dramáticos de la historia de Israel, se caracteriza por la descripción de las visiones largas que ha tenido. El salmo 136 refleja los sentimientos del pueblo en esa amarga circunstancia: Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. Allí nuestros guardianes nos pedían cantos, alegría nuestros opresores: «¡Canten para nosotros un canto de Sión!». ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera? Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice la mano derecha; que la lengua se me pegue al paladar si no me acordare de ti, si no pusiere a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. Reflexión sobre la propia historia. En pleno destierro, Israel se ve obligado a meditar sobre su propia historia, resumida de forma simbólica en el capítulo 16 de Ezequiel. Se trata de una síntesis de la historia de Israel desde Abraham hasta la infidelidad y el destierro, en forma de largo reproche por parte del Esposo que se ha desvivido por ella.137 Dios cumplió como un esposo yendo mucho más allá de sus obligaciones: “te hiciste hermosa”. “Pero tú te pagaste de tu belleza, te olvidaste de la liberación y del primer amor. Te prostituiste con todos los pueblos vecinos, desde Egipto hasta Caldea e incluso pagabas, a diferencia de las prostitutas,
137 “Me comprometí con juramento, hice alianza contigo —oráculo del Señor— Yahvé y tú fuiste mía. Te bañé con agua, lavé la sangre que te cubría, te ungí con óleo. Te puse vestidos recamados, zapatos de cuero fino, una banda de lino fino y un manto de seda. Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar a tu cuello. Puse un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas, y una espléndida diadema en tu cabeza. Brillabas así de oro y plata, vestida de lino fino, de seda y recamados. Flor de harina, miel y aceite era tu alimento. Te hiciste cada día más hermosa, y llegaste al esplendor de una reina. Tu nombre se difundió entre las naciones, debido a tu belleza, que era perfecta, gracias al esplendor de que yo te había revestido —oráculo del Señor— Yahvé.”
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con las joyas que te había dado y les sacrificaste los vestidos y el alimento que yo te daba”; todo, erigiendo lugares de prostitución, en las alturas y en los cruces de los caminos.138 Pasa de inmediato a reprochar cómo ella sacrificó a algunos de sus hijos a los ídolos de los pueblos vecinos. Se sabe que se practicaban los abominables sacrificios humanos a Astarté, diosa de la fecundidad y de la guerra. Lo mismo en los cultos de Baal. El relato de Elías y los sacerdotes de Baal no es más que un ejemplo de la corrupción que se había apoderado del pueblo. Eusebio de Cesarea descubrió en torno al 314 los escritos de Filón de Biblos, tan horribles eran los relatos contenidos que muchos se rehusaban a creer que aquello hubiera pasado jamás.139 El profeta en retrospectiva anuncia sin tapujos la purificación de la esposa: “tus amantes y tus rivales te humillarán”: clara alusión a la conquista de Judá por Babilonia y al destierro: “te arrancarán lo que yo tu esposo, te he dado”. Yahvé se apiadará de la esposa, pero vuelve inmediatamente a arremeter con celo en contra de ella, pues su crimen ha sido mayor que el de Samaria (reino del Norte): “descubriré tu desnudez ante tus enemigos y desahogaré mi furor contra Ti”, el profeta no se ahorra recriminaciones ni detalles. Pero deja un hilo de esperanza, pues al final el amor fiel del esposo triunfará. Más adelante, en el capítulo 20, se repite nuevamente la historia de amor de Dios hacia el pueblo, pero en clave paterno filial. El profeta se ve obligado a responder a los ancianos de Israel que acuden para consultarle. La respuesta es tajante: “¿A consultarme venís? Por mi vida, que no me dejaré consultar por vosotros, —oráculo del Señor— Yahvé”. Ya que quieren una respuesta, comienza el reproche: “no habéis arrojado de vuestros ojos la basura que aprendisteis en Egipto”, y les recuerda nuevamente lo que Él ha hecho por el pueblo: “os conduciré al desierto para que aprendan a ser hijos”. Después de hartarse de ofrecer sacrificios a su basura de ídolos, fuera de la tierra de Israel. Pero al final los “acogeré amorosamente y allí solicitaré vuestras ofrendas y las primicias de todo lo que me presenten, de todo lo que me consagren” (v. 42), “os perdono por amor a mi nombre no porque os lo merezcáis” (v. 43). 138 La prostitución sagrada se practicaba en lugares escogidos como los cruces de los caminos, los altozanos o debajo de árboles especialmente frondosos. 139 W. KELLER, La Bible Arrachée aux sables, Bibliothèque Amiot Dumont, París, 1956.
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Un duro mandato. Ezequiel recibe un terrible anuncio “mañana morirá tu amada esposa” y un mandato más duro aún: no hacer duelo por su esposa ni enterrarla.140 Consternados los judíos por la conducta de Ezequiel, le preguntan por su significado. La respuesta de Yahvé no se hace esperar. Él abandona a Jerusalén: “Yo voy a profanar mi santuario, orgullo de vuestra fuerza, encanto de vuestros ojos, pasión de vuestras almas. Vuestros hijos y vuestras hijas, que habéis abandonado, caerán a espada”, como un esposo abandona a la esposa infiel y no piensa hacer duelo por Jerusalén, ni por el templo destruido, símbolo de la muerte del pueblo, y les pide que “no hagan duelo por su madre destruida”. “Ezequiel será para vosotros un símbolo; haréis todo lo que él ha hecho. Y cuando esto suceda, sabréis que yo soy el Señor Yahvé” (Ez. 24, 15-24). Isaías, ¡Vuelve esposa mía! El Señor te ha redimido El escrito de Isaías tiene varios autores y consta de al menos tres libros, abarca unos doscientos años, desde el periodo anterior al destierro hasta después de éste. El primer Isaías cuenta la alegoría de la viña, el resumen de la historia de Israel, que se había ya visto en Ezequiel con otro estilo mucho más directo y crudo. Después de reprochar la infidelidad de la viña, la entregará a la destrucción y en manos de los enemigos. “Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Una viña tenía mi amigo en un fértil otero. La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó una torre en medio de ella, y además excavó en ella un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agraces. Ahora, pues, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, venid a juzgar entre mi viña y yo: ¿Qué más se puede hacer ya a mi viña,
140 La palabra de Yahvé me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, mira, voy a quitarte de golpe el encanto de tus ojos. Pero tú no te lamentarás, no llorarás, no te saldrá una lágrima. Suspira en silencio, no hagas duelo de muertos; ciñe el turbante a tu cabeza, ponte tus sandalias en los pies, no te cubras la barba, no comas pan ordinario. Yo hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi mujer; y al día siguiente por la mañana hice como se me había ordenado (Ez. 24, 15-18).
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que no se lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces? Ahora, pues, voy a haceros saber lo que hago yo a mi viña: quitar su seto, y será quemada; desportillar su cerca, y será pisoteada. Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde. Crecerá la zarza y el espino, y a las nubes prohibiré llover sobre ella” (Is. 5, 1-6). La alusión al amigo es importante, se trata del amigo del novio, el testigo de la boda. Profiere en terribles ayes, denunciando la injusticia; estos textos son de una tremenda vigencia hoy. “¡Ay, los que juntáis casa con casa, y campo a campo anexionáis, hasta ocupar todo el sitio y quedaros solos en medio del país!... «¡Quedarán desiertas muchas casas grandes y hermosas, pero sin moradores!». ¡Ay, los que despertando por la mañana andan tras el licor; los que trasnochan, ¡encandilados por el vino!... los que no contemplan la obra de Yahveh, no ven la acción de sus manos. Por eso fue deportado mi pueblo sin sentirlo, sus notables estaban muertos de hambre, y su plebe se resecaba de sed. Por eso ensanchó el seol su seno dilató su boca sin medida, y a él baja su nobleza y su plebe y su turba gozosa… ¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; ¡que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! ¡Ay, los sabios a sus propios ojos, y para sí mismos discretos!” (Is, 5, 14-22). En el segundo Isaías hay textos tan elevados y tiernos que no pueden ser sino revelados. Hay que desmenuzar esta fina poesía para entender su grandeza.
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La esposa ha sufrido ya demasiado en el exilio, Yahvé se presenta soberbio preguntando por el documento de divorcio: “¿Dónde está esa carta de vuestra madre a quien repudié? o ¿a cuál de mis acreedores os vendí?”, y con piedad hace un último y dulce reproche: “Mirad que por vuestras culpas fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías fue repudiada vuestra madre”. Sigue interrogando: “¿Por qué cuando he venido no había nadie, cuando he llamado no hubo quien respondiera?”, como si el pueblo se hubiera escondido de terror, recordando el pasaje de Adán y Eva en el paraíso. “Alza en torno los ojos y mira: todos ellos se han reunido y han venido a ti. ¡Por mi vida! —oráculo de Yahvé— que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás, y te ceñirás con ellos como una novia (Is. 49, 18). Y continúa diciendo: “Yo, Yahvé, soy Dios y no hombre, perdono porque quiero y puedo”. Y añade con ironía, “si tengo las riendas de todas las cosas, ¿no seré capaz de perdonar?: ¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para salvar? Yo, con un gesto, seco el mar, convierto los ríos en desiertos. Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal” (Is. 50, 1-3). Se trata de una serie de preguntas retóricas dirigidas a Israel como a un hijo por su madre: la mandó al desierto, pero nunca perdió el afecto por ella. Yahvé estalla en una invitación a la alegría, en un canto dedicado a la esposa que, consternada, no acaba de creer el perdón de su esposo: “Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido los dolores; que más son los hijos de la abandonada, que los hijos de la casada, dice Yahvé.” Y viene a continuación la gran profecía: se celebrará la segunda parte de las nupcias. Hay que recordar que la boda judía se celebraba en dos tiempos: la promesa y, un año después, la boda propia, recuérdese también que la infidelidad de la esposa y la entrega del documento de divorcio se dio des-
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pués de la promesa y no se había celebrado la boda. La esposa está desolada porque tiene en la mano el documento de divorcio. Éste es el contexto en que Yahvé estalla en un canto a la esposa, es necesario leer y meditar el texto directamente para sopesarlo en su atrevimiento. No hay un texto tan tierno y dulce como éste en ningún rincón de la Tierra: “Ensancha el espacio de tu tienda, las cortinas extiende, no te detengas. Alarga tus sogas, tus clavijas asegura; porque a derecha e izquierda te expandirás, tu prole heredará naciones y ciudades desoladas poblarán. No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no quedarás confundida, pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás, y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás. Porque tu esposo es tu Hacedor, Yahvé Sebaot es su nombre; y el que te rescata, el Santo de Israel, Dios de toda la tierra se llama. Porque como a mujer abandonada y de contristado espíritu, te llamó Yahvé; y la mujer de la juventud ¿es repudiada?, dice tu Dios. Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión te recogeré. En un arranque de furor te oculté mi rostro por un instante, pero con amor eterno te he compadecido, dice Yahvé, tu Redentor” (Is. 54, 1-8). “Ensanchar las tiendas” significa que la boda es inminente, las bodas y los invitados serán muchos. Hace también alusión al número de hijos que le dará. “no te detengas”: no sigas abrumada por tu pecado, olvídate y piensa en la boda. Dios está por retomarte como esposa, e insiste en que no debe sonrojarse ni avergonzarse por su pasado. “Tu esposo es tu hacedor”: sólo hasta aquí entiende Israel que Yahvé no es cualquier dios como los de los pueblos vecinos a los que se había prostituido. Yahvé es Dios, creador de todo: comienza a barruntar el misterio tan grande de amor que la envuelve, Dios la ha creado para tomarla como esposa, con todas las consecuencias. Es el Dios de toda la Tierra, ya no el de los ejércitos. ¿Puede Yahvé repudiar a la muchacha de su juventud? “Por un
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breve instante te abandoné, pero con gran compasión te recogeré.” Israel es la figura de la Iglesia y la figura de cada uno en su relación con Dios. No sólo eso, Yahvé le confiesa a la esposa: “en un arranque de furor te oculté mi rostro, pero con amor eterno me he compadecido”. Yo soy tu Redentor, es decir, el que la ha vuelto a comprar después de haberla mandado a la esclavitud. Prepárate, viene el esposo. Isaías (el tercer Isaías) va mucho más allá todavía en estos cantos tan exaltados y delicados a la esposa: “¡Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación brille como antorcha! Verán las naciones tu justicia, todos los reyes tu gloria, y te llamarán con un nombre nuevo que la boca de Yahvé declarará.” No se pueden comentar todos los símbolos, pero a continuación aparece una corona en la mano de Yahvé, haciendo alusión a la coronación de la esposa dentro de la ceremonia de la boda judía: la boda no se ha realizado, pero ya se está preparando y alude a los cantos de la boda. “Serás corona de adorno en la mano de Yahvé, y tiara real en la palma de tu Dios. No se dirá de ti jamás Abandonada, ni de tu tierra se dirá jamás Desolada, sino que a ti se te llamará Mi Complacencia, y a tu tierra, Desposada. Porque Yahvé se complacerá en ti, y tu tierra será desposada.” He aquí más alusiones a la boda tal como se ha descrito arriba: “Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios. Sobre los muros de Jerusalén he apostado guardianes; ni en todo el día ni en toda la noche estarán callados. Los que hacéis que Yahvé recuerde, no guardéis silencio. No le dejéis descansar, hasta que restablezca, hasta que trueque a Jerusalén en alabanza en la tierra” (Is. 62, 1-7).
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El precio de la redención: los cantos de Siervo doliente. Cristo en la cruz y en el descanso del sábado en el sepulcro representa el precio que Él, esposo, quiso pagar para redimir al hombre: «He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él: dictará ley a las naciones. No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz. Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia; no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho, y su instrucción atenderán las islas” (Is. 42 1.4). «¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre. Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me escondió; hízome como saeta aguda, en su carcaj me guardó. Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré.» Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?» Ahora, pues, dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios era mi fuerza. «Poco es que seas mi siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra»” (Is. 49, 1-6). «El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado. Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí! He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me
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condenará? Pues todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá” (Is. 50, 4.9). “He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera. Así como se asombraron de él muchos — pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana— otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán» (Is. 52, 13-15). “Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes” (Is. 53, 12). ¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? El amor de esposo y Padre en Isaías se trasforma en un amor de las entrañas (rahamim). Dios es Padre, pero ama como una madre. Esto acaba con el aparente desequilibrio masculinita que domina la Antigüedad. El barro de la creación se quedó en las palmas de Dios como un tatuaje y cada persona está rodeada por el amor del Creador, como las paredes de un útero. Con esta afirmación se abre la esperanza en la boda que se celebrará entre Dios y el pueblo. “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ésa llegase a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mí perpetuamente. Apresúrense los que te reedifican, y salgan de ti los que te arruinaron y demolieron. Alza en torno los ojos y mira: todos ellos se han reunido y han venido a ti. ¡Por mi vida! —oráculo de Yahveh— que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás, y te ceñirás con ellos como una novia” (Is. 49, 15-18). Estos textos nos abren las puertas de una profunda reflexión teológica puesta al inicio de las Escrituras: el Génesis.
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Visión profética de la propia vida Algunos teólogos han denunciado con gran valentía la actualidad del mensaje profético ante las nuevas formas de infidelidad adúltera. Algunos ejemplos son el atropello de la población a manos de los sistemas económicos capitalistas, la explotación de los pobres por parte de los ricos o de las naciones más débiles por parte de nuevos totalitarismos en el siglo xx, la descarada opresión que se sigue haciendo hacia los indígenas, la traición de algunos pastores a la Iglesia de los pobres, la desfachatez con la que algunos políticos y gobernantes desangran a los pueblos que deberían servir; la abominación de los secuestradores, mafiosos y todos los que se ceban con la sangre de los más pobres e indefensos como los migrantes.141 Son situaciones similares a las que se encontraron los profetas y que exigen denuncias claras. Hay que aplicar la visión profética también a temas tan injustos como el aborto y el abandono o abuso de los niños, a la situación de explotación impune que sufren tantas mujeres. Muchas de estas reivindicaciones han sembrado de héroes y mártires las tierras iberoamericanas, hoy más que nunca es válido el “ay” de Isaías: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que llaman oscuridad a la luz, y luz a la oscuridad; ¡que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!”142 Yendo al plano estrictamente personal. Cada uno tiene la vocación de profeta de la propia vida, está llamado a leer los signos de los tiempos en el hoy de la vida y a revisar su pasado y su origen. La crisis en la vida o en el matrimonio es un llamado a hacer un alto para juzgar la propia situación. Esto es lo esencial de los profetas: juzgar si uno está a la altura del amor recibido. La propia vida es un don recibido, en el origen de toda vida humana está el infinito amor de Dios que la ha llamado a realizarse en el drama de la existencia y parece que la vida se gana dándola. Éste es el núcleo del misterio: quien quiere ganar su vida la pierde. Cada uno está llamado a examinarse y ver cómo responde hoy al misterio. El amor consiste en redimir al otro y 141 J.-L. SICRE, El Profetismo…, op. cit., pp. 441-459. 142 H. CAMARA, Revolução Dentro da Paz, Sabiá, Río de Janeiro, 1968.
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en dejarse redimir, tiene su ámbito más elevado en el matrimonio, que es asumir al otro como el proyecto o misterio de la propia vida y dejarse ser proyecto. Los profetas son una escuela de humanidad: de perdón ante la ofensa, de paciencia ante la adversidad, de comprensión y de tierno amor esponsal. Desde el uso de la razón y desde la Revelación, la vida no puede ser más que un don, fruto del amor y llamado a donarse. Los profetas son un llamado a mirar las cosas desde el proyecto querido por Dios.
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4. Regreso al Origen Detrás de cada persona hay un gran misterio, el amor que lo precede y aquél al que está llamado. Ó. Perdiz De la mano de los profetas se llega finalmente a estos relatos de los Orígenes. “¡Yo soy tu creador y Redentor!... Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá” (Is. 43,10).
¡Alégrate, tu esposo es tu creador y redentor! Los relatos de los Orígenes fueron colocados como poderosos pilares teológicos para sostener y dar sentido a la existencia humana y de las cosas y corresponden a los primeros once capítulos del libro de la Génesis. Es un balcón al abismo del proyecto divino (mysterion), por ello fueron puestos al inicio del todo, antes de la ley que resultaba ya insuficiente y se prestaba a tantos casos de miopía humana. Son posteriores al exilio y fruto de una larguísima maduración. Estos primeros once capítulos del libro de la Génesis, contienen el proyecto inicial del Creador sobre toda la realidad. Por ello, la historia de Israel comienza hasta el capítulo 12 del Génesis. Son narraciones teológicas redactadas en una época de madurez intelectual y religiosa y reflejan una gran finura simbólica. Por ello se entienden mejor a la luz y después de los profetas. De hecho, son Isaías y, sobre todo, Jesús quienes urgen a sus interlocutores a volver al Principio, contenido en estos relatos.143 Tienen muchos elementos de culturas vecinas, pero son absolutamente originales en su concepción del mundo como ajeno a Dios y no una emanación divina. Sobra decir que es un peligroso error su interpretación literal.
143 Las religiones antiguas ven la sexualidad como una fuerza, como una emanación de la divinidad. Israel conocerá estos mitos y ritos como parte de las culturas que lo rodean, no soportará la tentación de irse tras estos ídolos. Esto constituyó una traición a la relación de amor exclusivo de Israel con Dios, refleja su originalidad, es una relación nupcial.
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Amor: proyecto y redención Cada frase de los relatos de los Orígenes es un concentrado que requiere esponjarse en la reflexión para soltar todo su contenido, establecen el plan general de Dios sobre la creación, fueron escritos bastante avanzada la historia de Israel y representan una meditación metahistórica sobre el proyecto inicial de Dios al crear todas las cosas. Tienen un carácter mítico y un lenguaje simbólico. No hay mayor signo de empobrecimiento de la cultura actual que definir mito como mentira, de acuerdo con la afirmación del psicólogo Rollo May. Hay dos relatos de la creación, el de la tradición yahvista y el de la sacerdotal, los dos grandes pilares que fundamentan el resto de los escritos y revelan la profundidad y proyecto de amor contenido en las Escrituras. Hay la convicción de que el mundo y el hombre tienen sus orígenes en la divinidad frente a la mentalidad actual, predominantemente inmediatista y atea, que opta por la casualidad o el sinsentido o simplemente no cuestiona. Israel llega a la conclusión de que el mundo no tiene su origen en sí mismo, como fruto de una atenta y honesta contemplación de cuanto rodea al hombre. La Tierra, y cuanto hay en ella, de alguna manera revelan la presencia de un creador: las cosas no se hacen solas ni sólo porque sí. Tienen estos textos un carácter fundacional no sólo de comienzo temporal. Usan un lenguaje protológico,144 relatan lo absolutamente nuevo. Cuando habla del principio no se refiere a algo temporal sino al proyecto en la mente de Dios, de querer así y no de otro modo las cosas. Este lenguaje mítico está lleno de representaciones dramáticas y figuradas en las que todo es símbolo. En ellos se pueden ver huellas de autores humanos. Aquí se buscará encontrar el significado de estos textos para el amor, donde la sexualidad es parte fundamental del plan de Dios, nada menos que lo que hace al hombre como Dios, su imagen. El texto comienza con la creación de la bisexualidad o polaridad humana, manifestado esa imagen de Dios, pues es lo que le da la capacidad de crear y de donarse, que es lo propio de Dios, la gratuidad.145
144 Esto es fundativo (de protos, en griego, lo primero) de absoluta novedad y proyecto. 145 P. GRELOT, La copia umana nella Sacra Scrittura, Vita e pensiero, Milán, 1968.
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El relato de los Siete días: Gn. 1, 1-2, 4 Este escrito de la tradición sacerdotal tiene un carácter temporal: presenta la creación como una sucesión de acciones de Dios conducentes a lograr un hábitat idóneo al hombre, algunos datos hablan de este amor precedente de Dios que antecede toda acción humana. La afirmación “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas” habla de la intención de Dios sobre esa masa informe y caótica que es la materia. La sucesión de días con sus respectivas creaturas no responde al capricho o a la ocurrencia: tiene la finalidad de preparar un terreno ideal donde colocar a quien va a ser creado a imagen de Dios. La palabra. El misterio de la creación se debe al puro amor libre de Dios que no tiene necesidad de crear nada. Dios se cierne sobre el líquido primordial y saca a la Tierra del caos y la única continuidad que hay entre Dios y la creación es la Palabra, en Dios decir y crear es un mismo acto y la palabra en el hombre es una participación y semejanza de Dios.146 De ese Verbo hará partícipe al hombre por la imagen y por su Encarnación. La luz. Va penetrando la materia, pues el hombre está hecho para vivir en la luz, clara alusión a la verdad, la Tierra emerge de las aguas y de la oscuridad, es decir, de la muerte. Es en la luz donde se accede a la verdad de las cosas. El mundo humano vive en la luz, las tinieblas son el submundo o lo infrahumano: quien actúa en las tinieblas se hace hijo de la oscuridad. La luz es el símbolo disímil más alto para referirse a Dios. Dios trabaja de día no de noche, Cristo hará lo mismo. Las aguas superiores de las inferiores. La Tierra pende en un frágil equilibrio entre dos aterradoras masas de agua, el mar y el cielo. El agua, como da vida (la lluvia y el agua de los pozos), es también muerte, destrucción y purificación, constituye una terrible realidad destructora: el hombre vive en tierra, el mar es sinónimo de muerte, basta pensar en el relato de Jonás 146 No se trata de una descripción “científica” sino de un relato poético primordial; una meditación sobre el proyecto de Dios al inicio de todo, de la idea que el autor de todo tenía al crear. Esta meditación es relativamente tardía, cuando Israel ha pasado ya por el exilio y refleja la madurez de un pensamiento más elaborado y una cierta influencia de la literatura circundante, aunque la concepción de Dios es absolutamente original.
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y su simbología, en la tempestad calmada, en el paso del mar Rojo y en el diluvio que representa la muerte purificadora, el bautismo se entiende como una inmersión y renacimiento de las aguas o de la muerte. A esta luz puede ser interpretada también la prohibición de comer los frutos del mar que no sean estrictamente los peces. La tierra. El tercer día confina el mar a su sitio, haciendo emerger la tierra firme, que representa la seguridad, el templo estará edificado en tierra firme, la ciudad celeste pisará con cimientos inamovibles. Pero además significa la fuente de alimentación principal, de ella se alimentan los animales y las aves y está destinada a ser cultivada, pero lo caótico sigue existiendo en la creación como hostil a Dios y al hombre.147 Las estrellas. Cuelgan del firmamento las luminarias, del día y de la noche y las estrellas (día cuarto). Las llama conscientemente luminarias para evitar decir Sol y Luna, que representaban dioses en hebreo, y las pone al servicio para aluzar la vida de los hombres y para regir el ritmo de su vida. Esta referencia llena de ternura lleva a algunas consideraciones: la luz es un don no es creación humana. La luminaria Sol es una fuente de calor, luz, energía y vida. La Luna es una lámpara cambiante a la que se le ha atribuido siempre un carácter femenino, es más dulce y delicada y su luz más amable. En el mundo actual en el que ya no existe la noche cuesta más encontrar el sentido y significado del ritmo de la vida humana. Con esta ritmación se introduce la temporalidad y la meditación, cuyo símbolo es la noche, la vida es rítmica y el corazón su reloj. Aurora se presenta entre Selene y Helios y, como un regalo fugaz, los hombres prefieren quedarse en sus pantallas. Los animales. La Tierra está ya preparada para recibir la vida, crea Dios a los animales alados y los acuáticos, los verbos usados subrayan la energía y vitalidad de este día, su fecundidad y abundancia: “bullan las aguas de animales”. El sexto día crea los animales terrestres y al hombre entre ellos: en el centro, les asigna la vegetación como alimento, en medio de este movimiento frenético Dios hace una pausa y crea al hombre varón y mujer de forma directa íntima e intensiva.148 Sexto será sinónimo de pareja e imperfección o necesidad de redención. 147 G. VON RAD, El libro del Génesis. Sígueme, Salamanca, 1988, p. 64. 148 Se trata de un paso del caos al cosmos, se habla de Eloim y no de Yhwh (Yahvé). Crea el mundo para recibir la vida como preparación para quien será el centro de la creación.
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Sexuado, luego imagen y semejanza de Dios La creación del hombre está enmarcada en un anuncio solemne, a diferencia de las cosas y animales. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y mande en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra le creó (Gn. 1, 26-27).149 Hagamos. El plural empleado aquí no es del todo claro, ha sido interpretado como una deliberación, como una alusión a la Trinidad, o como un diálogo con los seres angélicos, lo esencial es que el hombre está más familiarizado con los dioses (Eloím, ángeles) que con los animales y está llamado a la comunión. ¿En qué es el hombre imagen y semejanza de Dios? Respetando el texto, la imagen y semejanza con Dios se refiere a todo el ser del hombre, no sólo al espíritu, y se manifiesta de varias maneras, la primera ya la adelantó el texto mismo: en la palabra: Dios hace al hombre con la palabra y con ello lo hace simbólico y referencial. La segunda, en el poder sobre los animales y las cosas: Dios lo hace imagen o copia (celem), delega al hombre y lo pone en el mundo como su representante, para poner nombres, signo de dominio, atributo que sólo compete a Dios; y demut (trabajar para asemejarse a Eloím) y similitud con Dios: el hombre queda como administrador de Dios ante la creación, con la tarea de cultivar el jardín con armonía y cuidar de los animales. El abuso y destrucción ecológica son signo de irresponsabilidad y olvido de Dios.150 En este mundo hay tres ámbitos: el aéreo, el terrestre y el acuático; con el hombre en el centro para dominar todo lo creado. Deja de trabajar y santifica el séptimo día y, con él, lo hecho. La creación está relatada con un ritmo marcado por el día y la noche y el estribillo “y vio Dios que era bueno”, muy bueno, en el caso del hombre. En este relato temporal no podía faltar la alusión al tercer mandamiento del séptimo día: junto con las primicias, se dedica al Señor una séptima parte del tiempo. 149 Según las interpretaciones clásicas, pero no bíblicas, la frase imagen y semejanza de Dios significaría superioridad del hombre respecto a todo ser viviente, y se manifiesta en las facultades superiores de la inteligencia y la voluntad, es libre, por tanto, como Dios. 150 Aquí habría que meditar en la trasformación radical que el hombre ha hecho de la Tierra,
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La tercera manifestación de la imagen de Dios es lo sexuado, está llamado a amar. Adam en arameo es “humanidad”, ser humano, no tiene plural. Más que andrógino lo hace bisexual, el ser humano creado en dos versiones. Esto refleja su absoluta singularidad respecto al resto de las creaturas: “lo hizo a su imagen por tanto varón y mujer les creó”, lo que Ouellet llama la divina semejanza.151 El ser humano es imagen de Dios en cuanto varón o mujer, en cuanto sexuado. ¿Por qué este atrevimiento? Porque a través de la sexualidad el hombre se dona a sí mismo, cualidad exclusiva de Dios y pro-crea, participando en el poder creador de Dios. En la procreación surge algo, pero se crea Alguien absolutamente nuevo que es la persona del hijo, esto es, una creación, atributo divino. Por ella, el hombre se diviniza porque está llamado a ser un tú, a amar, por ello exclama el salmista “¡lo hiciste poco inferior a los dioses!”152 Además de la procreación, se refiere a la capacidad del hombre de buscar el bien del otro, de dar placer, de ser referente y respectivo, de hacer del otro el propio proyecto. Aquí se revela la excentricidad humana. El hombre está hecho para Dios, el otro se vuelve camino para llegar a Dios y uno se convierte en camino para llevar a Dios al otro. A través de la sexualidad el hombre cumple la vocación amorosa de padre, de hijo, hermano y esposo, así participa directamente de la Trinidad. El texto usa dos sustantivos, imagen (cèlem) significa salido de las manos de Dios como algo creado directamente relacionado con Dios, casi engendrado. La otra es semejanza (demut), ésta constituye una tarea, un proyecto que debe realizar el hombre, perfección, esto convierte la vida humana en una lucha y en una misión, en estar continuamente sobre uno mismo. Las relaciones hombre y mujer no pueden ser instintivas sino fruto de labor recíproca, de la entrega y del amor, tomarse mutuamente como proyecto y tarea el uno del otro, apoyarse en él como lo haría en Dios. para bien y para mal. Los desastres ecológicos vienen a la mente y han desgarrado irreparablemente algunas zonas de la Tierra, animales y personas. La vocación de crear puede ser traicionada y convertirse en destructora. 151 M. OUELLET, Divina somiglianza, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano, 2006. 152 “¡Oh Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos, en boca de los niños, los que aún maman, dispones baluarte frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes. ¡Oh Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! (Sal. 8, 2-3).
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Del texto se desprende una triple tarea: la de la fecundidad: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra” (v. 28); el cuidado de la Tierra, dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento” (v. 29). Finalmente, la del don: la conciencia de haberlo recibido todo gratuitamente y la llamada a darlo gratis. “Os doy como alimento a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida” (v. 30). El último día de la creación está dedicado a la contemplación, al goce y a la gratitud, sin los cuales se corre el riesgo de la animalización o la esclavitud del trabajo y la rutina, el hombre puede gozar de la creación y agradecer el don de la propia existencia que se ha recibido de forma absolutamente gratuita, es un día para el Señor no para las cosas.
Segundo relato, el Edén (Gn. 2, 4 a 3, 24) Cuando se ama nunca se está solo. Kant Este segundo relato es una meditación teológica sobre la intención de Dios al crear todas las cosas y quizá sea más antiguo que el primer relato. A diferencia del primero, éste es una visión más subjetiva, desde la tierra, mientras el otro es una visión “desde arriba”. Se trata de una narración geográfica, a diferencia de la primera que es temporal, pertenece a la tradición Yahvista y habla de tierra, el barro, los ríos, el jardín, la lluvia, etc. Dios forma al hombre de arcilla (Adam a’ dama: hombre y suelo, Homo y humus en sánscrito). Hay que leer el texto con atención y meditar en el significado de algunos de los innumerables símbolos. El origen. Origen en hebreo significa raíz, el sentido de las cosas a partir del plan dado por el hacedor. Comienza con una afirmación tan escueta como fuerte, de un macizo monoteísmo: “estos son los orígenes de los cielos y la tierra…”, todo fue creado, no hay dioses fuera de Yahvé. No había nada sobre la Tierra pues Dios no había hecho llover ni había puesto al hombre para cultivar el suelo. En lugar de llover, había un manantial que regaba la
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superficie. “Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” y parece que lo deja en espera, pues no ha hecho el jardín que inmediatamente se apresta a crear, “plantó Yahvé un jardín en Edén, al Oriente, donde colocó al hombre que había formado”. Aquí hay dos intuiciones geniales del autor: la primera es que Dios lo crea y le sopla en las narices, esto, y antes de que aparezcan los animales, hace del hombre una creatura más relacionada con Dios que con las cosas, es imagen de los dioses y tiene una connaturalidad con ellos. La segunda intuición es que lo crea, lo pone amorosamente junto a sí, para que contemple Adán cómo Yahvé va haciendo las demás cosas; a diferencia del primer relato en el que el hombre se encuentra ya todo hecho. Adán contempla luego cómo Dios hace brotar todo tipo de árboles, en el centro “el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Vio cómo en el centro del jardín brotaba una fuente que se dividía en cuatro ríos, marcando los cuatro puntos cardinales e imaginaba detrás de ellos los principales pueblos alrededor de la Tierra en torno a la esposa deseada desde siempre: Jerusalén. Ella es la creatura por excelencia, el jardín adorable de las delicias de Yahvé. El hombre es limitado. “Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase de él. Y Dios impuso al hombre que se encontraba solo, la posibilidad de comer de todos los frutos menos del de los del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comiere de él, moriría sin remedio. El árbol central es el punto de comunicación con el cielo, tiene un carácter sacro que no se puede violar. Subir al árbol es pretender ser como Dios, dejar de respetar y decidir él lo que está bien o mal, una violación del espacio divino. Aquí hay que preguntarse si Dios “pone” límites o el hombre es limitado de por sí.
Soledad originaria Dios se compadece de la soledad de Adán, pero ya tiene un plan (misterio). Él mismo ha hecho al hombre corpóreo y necesitado. “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”, y formó todos los animales del campo, del cielo y se los puso delante al hombre para que los
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pusiera nombre, símbolo de autoridad y patronazgo. Sin embargo, el hombre seguía igualmente solo. Juan Pablo II interpreta este pasaje desde la subjetividad y tristeza de Adán: ni los animales ni las cosas le llenaban, no le podían ayudar a cultivar el jardín ni tenía con quien compartir la palabra. El cuerpo, siendo el elemento que podría confundir al hombre con los animales, se convierte en el factor que le manifiesta su singularidad, su objetiva diferencia respecto a las demás creaturas y su soledad existencial. La experiencia de la soledad se da en todo ser humano y consiste en darse cuenta de sus límites y la necesidad radical del otro. Todo hombre o mujer es Adán, afronta por primera vez el mundo y la necesidad del otro. Uno mismo es como una mitad de todo lo que significa ser humano. La existencia se revela como pobreza y menesterosidad, como excentricidad no correspondida. Sin embargo, el texto habla de una voluntad expresa de Yahvé de hacerle una compañía independientemente de sus sentimientos, eso no le quita legitimidad a la interpretación del Papa, que la hace a la luz del amor y de milenios de reflexión cristiana.
“Una caro”, una carne sola “Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió.” El sueño, más que una especie de anestesia, significa que Dios hace directamente a Eva y la hace según su propio diseño, no según el deseo o el capricho de Adán. Dios sabe lo que le conviene al hombre y lo que en el fondo sueña. Fabrica del material del hombre a la mujer, sacándola o desprendiéndola de su costado: “rellenando el vacío con carne”.153 Formó una mujer y se la presentó al hombre”, es ischschah, porque del isch fue formada por Él. Isch, se refiere a la fuerza o poder, mientras Adán a la Tierra: la mujer es un regalo de Dios al hombre para dominar. Canto de Adán a Eva. Se despierta Adán y exclama: “¡Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” Ésta será llamada ischschah, porque del varón ha sido tomada. Y se añade la glosa: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne (Bas153 Es inevitable pensar en el mito griego del andrógino, que por su pecado de hybris es separado a mitad por los dioses, que ya se ha comentado arriba.
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sar´ehad)”, haciendo clara alusión a la fidelidad y comunión de vida. Aquí se revela la “Una caro”, la vocación humana a formar una sola carne, no es algo biológico sino biográfico, dejará el hombre a sus padres para adherirse a su mujer.154 Reconoce en ella su espejo, su frente o proyecto y su correspondencia. Concluye diciendo que “estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro”. Como adivinando lo que vendrá casi de inmediato. Dios crea a Eva como ayuda, kenegdó, que significa escudo de Adán para cultivar el huerto. Los esposos están llamados a cultivarse uno al otro y a sostenerse, en eso consiste el proyecto mutuo, han de cuidarse, fomentar las virtudes en el otro. Hay quien cuida sus plantas o su trabajo y descuida a su cónyuge o atiende más a su coche que a su esposa.
El veneno de la desconfianza El veneno se introduce en el matrimonio con la desconfianza mutua. En el cuadro del matrimonio de Giovanni Arnolfini y su esposa, de J. van Eyck, se advierte la presencia inquietante de dos demonios, uno sobre las manos y otro sobre el lecho, son dos presencias del mal, frente a las que hay que estar en pie de lucha, además a través de la ventana hay una referencia al árbol del Edén en el jardín. Este segundo relato mítico de la creación continúa con la introducción del mal en el hombre. Más que un pecado de lujuria, de desobediencia o de soberbia, como se ha interpretado muchas veces, se trata de un pecado de desconfianza que es el gusano que mata el árbol del amor. La desconfianza engloba todos los pecados: la soberbia, la avaricia de apoderarse de algo que no es suyo; de ira ante la idea de no ser dios, gula, pues se exceden del fruto que les toca, es un pecado de envidia ante Dios y de vanidad: es vano pretender lo que no se es y termina siendo un pecado de lujuria: se descubren desnudos y objeto de uso. Eva venía a ayudar al hombre y hace exactamente lo contrario, lo arrastra a la caída. Comienza así el relato de la introducción del mal en el hombre, con la complicidad mutua. Ello acarrea la expulsión del paraíso y el inicio de una historia humana ya impregnada
154 Se trata de una glosa posiblemente posterior, un mandato post exílico de carácter jurídico.
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por el mal. Una alusión también al destierro de Babilonia, o expulsión de la Tierra Prometida.155 El hombre es bueno de por sí, el mal se ha introducido desde fuera. El maligno o Satán, que significa Acusador, se presenta en forma de serpiente, siguiendo la tradición semita, pues ésta muerde, inocula su veneno y desaparece, dejando el veneno dentro. Algunas divinidades eran representadas como serpientes de carácter sexual, lo que indica que fue un pecado de idolatría, es como preferir el diálogo con un perro que con las personas. Así se realizó la introducción del mal en el hombre. La tentación del maligno comienza con una mentira, acusando a Dios de haberlos engañado, de ocultarles las cosas y de una sutil avaricia. Cuando Eva le responde a la serpiente que pueden comer de los frutos del jardín menos los de un árbol, la serpiente vuelve a la carga y acusa a Dios de tirano. Entre tanto la mujer vio que el fruto no estaba tan mal, comió y se lo alargó a su marido. Eva toma la iniciativa, esto significa que el hombre sigue a la mujer, contradice el prejuicio de la pasividad femenina, ese seguir puede convertirse después del pecado en cazar, acosar perseguir o acorralar.156
La desnudez La desnudez es un tema bíblico frecuente cargado de simbolismo. Implica salir del propio aislamiento para encontrar al otro. Desnudarse es una acción de comunicación que plantea la búsqueda de continuidad hacia la mutua posesión. Es vulnerabilidad y riesgo de uso. El erotismo de los corazones es más libre, escribió Bataille. El amor consiste en una lucha por recuperar la limpieza de la desnudez. A partir del pecado la desnudez significa desprotección ante la mirada ajena, vulnerabilidad, humillación. En el hombre se introduce el uso del otro, se convierte en objeto de deseo y tiene que protegerse. La desnudez significará en la Biblia la mujer o la pareja sexual, la 155 Tolkien, recogiendo otras tradiciones, habla de la introducción del mal como de una rebelión del demonio Melkor, que envidioso de la armonía y grandeza de las notas musicales con las que Dios va tejiendo la creación, decide crear sus propias notas, distorsionando el sonido y la melodía. El hombre habrá de optar con su libertad. 156 C. CAFFARRA, Sexualidad a la luz de la antropología y de la biblia, Rialp. Madrid, 1992.
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esposa, y se usará el verbo “conocer”, conocer (la desnudez) significa entrar en intimidad con él, en muchos casos es sinónimo de relación sexual, con toda la carga de amor mutuo e intimidad.157 Una de las consecuencias del pecado es que “se les abrieron los ojos” y descubrieron que estaban desnudos: se les abrieron a la apetencia del mal, a partir del pecado la vista del hombre queda manchada y representa para el otro una amenaza, de allí nace el sentimiento de pudor y la necesidad de cubrirse.158 A partir del pecado se establecen las reglas del vestido, aunque con mal gusto —en el relato se habla de unas hojas chabacanas— y en el momento que el hombre trasgrede las normas básicas que regulan la convivencia se animaliza. Esconderse del amor y acusarse. El relato es de una gran profundidad psicológica, al atardecer Dios bajaba a hablar con ellos, era la hora más esperada del día y ahora, por la desconfianza, se aguarda este momento con angustia. La vergüenza los lleva a esconderse y a justificar los taparrabos con los que se cubren. Ahora viene lo más aterrador: cuando Dios les pregunta por qué se han cubierto. Adán acusa directamente a Eva e indirectamente a Yahvé: “la mujer que me diste como compañera me ofreció el fruto y comí”, como diciendo: “es tu culpa por habérmela dado como compañera”, estaba mejor 157 Un texto legislativo: “Ninguno de vosotros se acerque a una consanguínea suya para descubrir su desnudez… No descubrirás la desnudez de tu padre ni la desnudez de tu madre. Es tu madre; no descubrirás su desnudez. No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la misma desnudez de tu padre. No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o fuera de ella. No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo o de la hija de tu hija, pues es tu propia desnudez. No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, que es tu hermana. No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; es carne de tu padre. No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre; es carne de tu madre. No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre; no te acercarás a su mujer; es la mujer de tu tío. No descubrirás la desnudez de tu nuera, es la mujer de tu hijo; no descubrirás su desnudez. No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano. No descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija, ni tomarás la hija de su hijo ni la hija de su hija para descubrir su desnudez; son tu propia carne; sería un incesto. No tomarás a una mujer juntamente con su hermana, haciéndola rival de ella y descubriendo su desnudez mientras viva la primera. Tampoco te acercarás a una mujer durante la impureza menstrual, para descubrir su desnudez” (Lv. 18, 6-18). 158 Gn. 3,7: “Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores”.
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solo; Eva es más honesta, en lugar de acusar a Adán: “la serpiente me dio el fruto y comí”, aunque es otra excusa o acusación. No hay vuelta atrás, ellos a su vez se han convertido en acusadores (Satán es el acusador mayor), se dan cuenta de que están impregnados por el veneno del mal, Satán se ha introducido en sus vidas y en sus descendientes que, no obstante, no dejan de ser hijos de Dios.159 Esconderse es una forma de negar el amo recibido, recuérdese que jesed es hallar gracia, abajarse y elevar, la oración es ponerse en presencia. Pues bien, ellos se ocultan de la mirada misericordiosa de Dios. Expulsión del paraíso, una ventaja. ¿Fue la expulsión una liberación? El texto afirma que Dios les expulsa para evitar la tentación de comer también del árbol de la vida, se volverían inmortales y, por tanto, incapaces de conversión. Les quiere dar la oportunidad de estar en el tiempo y de recomponer sus vidas. Para ello les llama por primera vez marido y mujer. ¿Es el matrimonio posterior a la expulsión? ¿Hay aquí una intuición del matrimonio como el camino de redención más natural? Las consecuencias del pecado: dominio en la pareja, vergüenza y desunidad. Además de la muerte (porque eres polvo y al polvo tornarás), serán terribles: ella será dominada por el hombre y estará condenada al celo. Por haber escuchado la voz de la mujer y no la de Yahvé, el suelo quedará maldito para el hombre, que tendrá que sufrir para comer y la serpiente se arrastrará para siempre: el mal merodeará, pero siempre bajo la carga de la propia humillación. A partir de entonces las relaciones humanas estarán manchadas por la desconfianza y la necesidad de cubrirse del otro. Éste no es el único texto sobre el mal, hay otro pasaje oscuro que relata la introducción del mal en el hombre y en la Tierra, los dioses se enamoraron y abusaron de las hijas de los hombres, trasmitiendo el mal a sus descendientes (Gn. 6, 1-4). A partir de aquí se suceden una serie de pasajes en los que el hombre va cayendo y se va alejando de Dios, ello se refleja en que los hombres viven cada vez menos. El pecado del hijo de Noé. Después del diluvio viene una prefiguración de la alianza entre Dios y Noé, como la alianza entre un padre y un hijo. Entre los relatos que marcan el alejamiento del hombre de Dios está la narración de 159 Gn. 4, 1-2: “Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un varón con el favor de Yahvé. Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador”.
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los hijos de Noé. El pasaje, con un claro acento simbólico, habla del pecado de Cam ante la embriaguez de su padre. Noé fue el primer cultivador de la vid, acababan de descubrir el vino y no sabían medirse, se embriagó y quedó desnudo en la tienda. Al verlo, Cam burló la desnudez de su padre mientras los otros dos hijos le devolvieron el manto a su padre. Este pasaje ha sido interpretado como un pecado de impiedad, ingratitud u ofensa al padre. Otra interpretación habla de homosexualidad o sodomía por parte de Cam, aprovechando la desnudez del padre o ausencia de la madre. Más bien se trata de un pecado de incesto: Cam ha querido apoderarse de la desnudez de su padre, es decir, de su madre, la alusión al manto es un símbolo de la propia mujer y habla de un deseo o acechanza sexual hacia la propia madre. Éste es un pecado abominable que será castigado con la esclavitud de los descendientes de Cam y quedarán en la lista de los pueblos con quienes no se podrán mezclar, sin quedar manchados por el delito.160
160 En otro texto que ya se ha comentado aparece la misma idea de la desnudez y el manto: “Entonces pasé yo junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo de los amores. Extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo —oráculo del Señor” (Ez. 16, 8).
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5. Israel se prepara para la boda Lo contrario al amor no es el odio sino el uso. Karol Wojtyła Los Profetas han acompañado este largo recorrido por el Antiguo Testamento, sin ellos no se entiende el mensaje sustancial de Jesús que es el amor. Se ha hecho un recorrido por la historia amorosa de Israel, sin embargo, la boda no se ha realizado aún, porque el esposo esperado no ha llegado. El espíritu de todo lo que se ha dicho está concentrado en el Cantar de los cantares y en los Salmos. Representan la preparación para la boda.
El Cantar de los cantares Los cinco poemas sobre el amor humano que componen el canto han sido escasamente leídos, son escasos en la liturgia misma de la Iglesia y, como no es un libro fácil, ha sufrido la segregación a lo largo de la historia por prejuicios y malos entendidos, con el riesgo incluso de salir del canon de las Escrituras. Pero si hay un libro que condensa la historia de amor que son las Escrituras es precisamente éste.161 Se trata de una colección de cantos de amor humano que amenizaban las bodas, tienen muchos puntos de contacto con la poesía amorosa del antiguo Egipto, pero tienen su propia originalidad como la parábola o la alegoría. Si bien se trata de un amor humano, han sido interpretados como una analogía del amor esponsal entre Dios y la comunidad de Israel cumplen con una doble analogía: el amor entre un pastor y su amada y el amor entre Dios e Israel. Esto marca la originalidad de la Revelación judaica respecto a los otros pueblos en los que la relación amorosa y sexual se da entre dioses: el Sol y la Tierra o entre ésta y el Cielo. Este canto es un resumen de la historia de Israel. El amor entre Yahvé y el pueblo constituye una síntesis del mensaje profético, y fue escrito seguramente después de dicho periodo. Esta doble dualidad aquí es la historia de 161 Algunos autores audaces en la historia son Tomás de Kempis con su Imitación de Cristo, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús. Un estudio breve, serio y relativamente reciente es el de U. TERRIONI, El Cantar de los cantares, Paulinas, Buenos Aires, 1985.
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amor entre un pastor y una viñadora; y simbólicamente el amor dramático entre Yahvé y su pueblo, a través de unos cantos de amor entre una muchacha y su prometido y los sentimientos mutuos de enamoramiento, de descubrimiento mutuo, de ausencia y acongojada espera, de encuentro y unión y de dramática convivencia. Es también una expresión desarrollada del primer canto de Adán por Eva. Y, para entender el Cantar, hay que estar permeados del lenguaje de los Profetas.162 Tenían que ser los místicos, como Juan de la Cruz, quienes intuyeran esto a fondo. El mismo Karol Wojtyła, atraído por este lenguaje, realizó su tesis doctoral en el místico castellano. El lenguaje de esta poesía es plástico y detallado, manteniendo siempre la delicadeza de las imágenes que están sacadas del mundo pastoril. No se menciona a Dios más que una vez (Ct. 8, 6) y no se alude a los grandes temas de la historia sagrada como la ley, los profetas, la alianza o el templo; sin embargo, todos estos temas están en este poema a través de la historia amorosa que conforman de modo simbólico. Esto convierte al libro en el canto de amor por antonomasia, lo más santo de las Escrituras, como dijo en su momento Rabí Akiva, defendiendo enérgicamente su pertenencia al canon.163 En el Medievo, Bernardo de Clairvaux se refiere al Cantar como “fruto de todos los demás libros sagrados”. Es sin duda un libro místico que hay que leer sin miedo y superando la pobreza vulgarizante de la actualidad que envenena lo que toca. Teresa de Jesús deploraba que “en general se valora tan poco el amor de Dios que, al leerlo, los pensamientos vuelan allá donde están siempre”, a la vulgaridad.164
La liturgia del cuerpo La liturgia consiste en una serie de ritos con los que se alaba a Dios. Pues bien, los movimientos amorosos en la pareja humana constituyen de por sí
162 Véase la breve y densa obra de M. JIMÉNEZ, Job y el Cantar de los cantares, Edufam, México, 2006. 163 U. TERRIONI, op. cit., p. 13. 164 Hace referencia a la vulgaridad y risas con que un auditorio tomó la predicación sobre el Cantar en un jueves santo; es de suponer que el predicador era Juan de la Cruz, aunque aquí se deja la cuestión a los expertos. TERESA DE JESÚS, Sobre los Cantares, I, 3-5.
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una liturgia del cuerpo, la unión entre el hombre y la mujer son un rito de alabanza a Dios y no un acto biológico o técnico, ya que, como decía Schopenhauer, “en el acto de la copulación se produce la Revelación clara del propio ser”, es una especie de acto religioso. Por ello se requiere de una preparación y conciencia de lo que se hace. El Cantar representa toda liturgia del cuerpo, es una revolución sexual o amorosa. En un mundo masculino se exalta, hasta la mística, la belleza de la mujer. Defiende el amor en un contexto en que el matrimonio era un contrato. Defiende la unidad del matrimonio frente a la poligamia. Hay en el relato un fresco deseo de indisolubilidad frente al divorcio aceptado por la ley.165 En la estructura que expresa el deseo de los enamorados y esposos de unirse para siempre, se identifican cinco escenas, tal como las describe U. Terrioni y que corresponden claramente a la historia de amor que se viene estudiando.166 La primera parte es un diálogo: nace el amor entre los dos jóvenes (Ct. 1, 5-2, 7): encuentro de Israel con Yahvé en el desierto y enamoramiento, posiblemente hace referencia al periodo del destierro en Babilonia y el deseo desgarrador de Israel de reunirse con Dios en su propia tierra. ¿Corresponde la primera parte del casamiento?167 La segunda parte es un monólogo: crece el amor entre muchas pruebas (Ct. 2, 8-3, 5): fin del exilio, Israel enfrenta las pruebas en el desierto rumbo a la Tierra Prometida. La tercera parte es un monólogo: cortejo nupcial, el esposo va al encuentro de la esposa (Ct. 3, 6- 5, 1): Dios e Israel en una misma casa, segunda parte, boda propiamente. La cuarta parte es un monólogo: juegos de amor, el amor de los dos puesto a prueba (Ct. 5, 2-6, 3), restauración del Templo, y el amor no está exento de pruebas: peligros de helenización. El amor es lucha y entrega. La quinta parte es un diálogo, el triunfo del amor en la comunión de vida (Ct. 6, 4- 8, 7): Dios prepara a su Pueblo a la encarnación o presentación de las bodas.
165 E. SCHILLEBEECKX, Marriage…, op. cit., p. 55. 166 U. TERRIONI, El Cantar…, p. 19. La obra de Terrioni tiene una intención mística de unión del alma con Dios y vale la pena su lectura por el carácter de camino espiritual, aquí sólo se hará referencia para el propósito de esta obra. 167 Otro texto valioso es: E. FERNÁNDEZ (ED. y TR.), El cantar más bello, Cantar de los cantares de Salomón, Trotta, Madrid, 1998.
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Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado. Mi amado me habla así: «Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador». Mi amado es para mí y yo soy para él. Ponme como sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo. Porque el amor es más fuerte que la muerte; el celo, obstinado como el infierno. Sus saetas son saetas de fuego. Las grandes aguas no pueden apagar el amor ni los ríos pueden arrastrarlo (Ct. 2, 8-10.14.16; 8, 6-7a). San Juan de la Cruz tradujo el Cantar a lo más elevado de la lengua castellana. He aquí algunos fragmentos, se trata de una elaborada poesía en la que están presentes los símbolos del Antiguo Testamento y que destila los cuatro amores bíblicos mencionados arriba: Esposa 1. ¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido. 2. Pastores, los que fuerdes allá por las majadas al otero: si por ventura vierdes aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. Pregunta a las criaturas 4. ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado! Decid si por vosotros ha pasado. Respuesta de las criaturas 5. Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, e, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura. Esposa 7. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo.
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11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!
30. Por las amenas liras y canto de serenas os conjuro que cesen vuestras iras, y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro.
13. Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos,
Esposo 33. La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado y ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado.
14. la noche sosegada en par de los levantes del aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. 18. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa; y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa: allí le prometí de ser su Esposa. Esposo 27. Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado.
Esposa 35. Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura. 36. Y luego a las subidas cavernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos. 37. Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí, tú, vida mía, aquello que me diste el otro día.
28. Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada. allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada.
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Periodo de silencio y purificación, la esposa se prepara para la boda Se puede uno imaginar a la novia del Cantar dedicando el salmo 23 a Yahvé, su esposo.168 Salmo. De David. Yahveh es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa. Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a por siglos enteros. Una nueva alusión al Esposo son los salmos familiares. Hablan de la construcción de la casa; aquí, la casa se refiere a la familia y las posesiones no sólo a la habitación material. Los Salmos son el vino de la Biblia, tonifican y sosiegan el alma, inspiran una gran confianza y paz a quienes se aventuran en el matrimonio y la consagración. El salmista recuerda al Pueblo que el esposo está a punto de llegar. Es inútil confiar en el hombre cuando es Dios quien forma el amor, es el autor del matrimonio y forma la familia para que los enamorados vean un día a sus nietos. El salmo 127 es una meditación de los novios, en el 128 se realiza el proyecto amoroso con sus frutos: los hijos de los hijos y la paz de Jerusalén, la esposa. No se comentarán, se dejarán a la meditación y deleite del lector.
168 Versión tomada de https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/salmos/23/
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1 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los constructores; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. 2 Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de la fatiga: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! 3 La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: 4 son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. 5 Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. (Sal. 127) 1 Canto de peregrinación. ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! 2 Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. 3 Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. 4 ¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! 5 ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén 6 y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel! (Sal. 128).
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En este periodo se escriben los libros de Rut, Esther y Judit como exaltación de las virtudes de la esposa. ¿Qué es el libro de Tobías sino una preparación para el matrimonio desde una visión sagrada? La boda y las relaciones sexuales no se limitan a lo animal, a la evolución o a la propagación de la especie y otras muestras de animalización. Están íntimamente relacionadas con el misterio o proyecto divino sobre el hombre y la mujer, está íntimamente relacionado con los relatos de los Orígenes. He aquí dos textos, uno del libro de Tobías y el otro del Sirácida. La noche de su boda, Tobías dijo a Sara: «Somos descendientes de un pueblo de santos, y no podemos unirnos como los paganos, que no conocen a Dios». Se levantaron los dos y, juntos, se pusieron a orar con fervor. Pidieron a Dios su protección. Tobías dijo: «Señor, Dios de nuestros padres, que te bendigan el cielo y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas las criaturas que en ellos se encuentran. Tú hiciste a Adán del barro de la tierra y le diste a Eva como compañera. Ahora, Señor, tú lo sabes: si yo me caso con esta hija de Israel, no es para satisfacer mis pasiones, sino solamente para fundar una familia en la que se bendiga tu nombre para siempre». Y Sara, por su parte, dijo: «Ten compasión de nosotros, Señor, ten compasión de nosotros. Que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez» (Tb. 8, 5-10). Dichoso el marido de una mujer buena; se doblarán los años de su vida. La mujer hacendosa hace prosperar al marido; Él cumplirá sus días en paz. El encanto de la mujer alegra a su esposo, y si es sensata, lo hace prosperar. Una mujer discreta es un regalo del Señor; una persona educada no tiene precio. Una mujer modesta es el mayor encanto; nada vale tanto como una mujer reservada. Como el sol que brilla en lo alto del cielo, así es la mujer hermosa en un hogar bien cuidado (Si. 26, 1-4.13-16).
Síntesis La historia de amor que aplica la imagen de esposa al pueblo de Israel tiene tres partes con sus convicciones: la primera es la de haber sido elegido por un
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Dios, de ser un pueblo original; la segunda es la de haber sido redimido y la de que Dios lleva las riendas de la historia; la tercera es el descubrimiento tardío de que ese Dios que les ha elegido y redimido como un esposo a su esposa infiel, es nada menos que su Creador.169 Esta historia es leída en clave nupcial por los Profetas. El primero es la elección, “Yo te he elegido”, y abarca la formación del pueblo a partir de Abraham hasta la Monarquía. Los profetas interpretan este periodo como el nacimiento y crecimiento de la novia, que va desde Abraham y el nacimiento del Pueblo elegido hasta la vocación de Moisés;170 su centro está en la Alianza esponsal o promesa, realizada en el Sinaí con el pacto en el desierto: comienza el periodo de preparación a la boda y concluye con la entrega del mohar o ajuar, que es la Tierra Prometida. El segundo periodo va desde el inicio de la monarquía y la separación del reino en dos —al norte Israel y al sur Judá— hasta el regreso de Babilonia. Incluye los conflictos y sometimiento a los pueblos vecinos que culminarán con el terrible exilio. La interpretación que de este periodo dan los profetas es que el pueblo ha sido infiel como una esposa a su esposo, si no se convierte irá al destierro, una vez que se confirma éste, es visto como un proceso de maduración y arrepentimiento y nostalgia por el esposo. Es el periodo de la redención. El tercer periodo comienza con el regreso del destierro, Israel estará bajo el dominio de los persas, griegos y romanos, sucesivamente, los profetas lo interpretarán como un periodo de preparación a la llegada del esposo, es el periodo tardío en que Israel madura la creación: “Yo te he creado”, la novia profundiza el amor tan grande del esposo que la ha creado. Es aquí donde se dan los textos de los Orígenes (la primara parte del Génesis), es decir, los poderosos pilares que sostienen el resto de los textos y que hablan del proyecto de Dios, pues la ley es insuficiente. Son textos metahistóricos o una meditación y regreso al Origen (Gn. 1-11); son dos fundamentos teológicos que necesitaban la tradición patriarcal y mosaica.171 En este periodo la misión profética ha terminado, dejan al pueblo en la cima del misterio de 169 S. HERRMANN, Historia de Israel, Sígueme, Salamanca, 2003. 170 Véase el estudio del Génesis de G. VON RAD, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, 1988. 171 Ibid., p. 53.
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la creación (Tercer Isaías) y su proyecto y en la esperanza de la venida del esposo, que todavía no llega. Un cuarto periodo sería la celebración de la boda tan esperada, es el Nuevo Testamento: Jesús se presenta como el esposo esperado, rodeado de infinidad de imágenes que hacen alusión a la boda, como las parábolas y signos, Eu-angelós, del griego ev-angellos, significa justo el buen anuncio que los amigos del novio comunican al mundo entero, el evangelio de Juan es especialmente simbólico en este lenguaje amoroso, como se verá. Finalmente, el apocalipsis, en su mensaje lleno de esperanza y lenguaje simbólico, recapitula todo con la celebración de la boda del Cordero. A continuación, hay una guía de lectura de los textos.
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6. Jesús, Esposo e Hijo Alza en torno los ojos y mira: todos ellos se han reunido y han venido a ti. ¡Por mi vida! — oráculo de Yahveh — que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás, y te ceñirás con ellos como una novia. Isaías
Juan presenta a Jesús como “el esposo” El evangelio de Juan es especial, está en perfecta sintonía y sucesión con los Orígenes y los Profetas. Basta ver la estructura con la que va acompasando el primer capítulo que corresponde a los seis días del Génesis.172 Jesús va realizando acciones importantes que preparan su presentación como el Esposo esperado en el sexto día, es el día en que Dios crea al hombre, varón y mujer. Como si toda la Escritura hubiera esperado este momento solemne en que Jesús se presenta en Caná como el esposo, revelando la grandeza del amor de Dios por los hombres. Presentándose como el esposo, instituye el mysterion del matrimonio. He aquí el sucederse de los días como en el relato de los Siete días. Primer día: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba ante Dios en el principio. Por Ella se hizo todo, y nada llegó a ser sin Ella. Lo que fue hecho. Tenía vida en ella, y para los hombres la vida era luz… Esto sucedió en Betabara, al otro lado del río Jordán, donde Juan bautizaba (Jn. 1, 1 ss.): El esposo no es cualquiera, “es tu creador y redentor”, Cristo es el Verbo encarnado. Segundo día, el amigo del novio anuncia la venida de Jesús. “Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía a su encuentro, y exclamó: «Ahí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo». De él yo hablaba al decir: Detrás de mí viene un hombre que ya está delante de mí, porque era antes que yo…” (Jn. 1, 29-30). 172 B. OGNIBENI, Il matrimonio alla luce del Nuovo Testamento, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano, 2007.
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Tercer día, el amigo del novio presenta a Jesús: “Al día siguiente Juan se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: «Ese es el Cordero de Dios»” (Jn. 1, 35-36). Cuarto día: “Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo: «Sígueme… «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas, es Jesús, el hijo de José de Nazaret” (Jn. 1, 43-44): Jesús llama a los “amigos del novio”. Se trata de la procesión hacia el lugar de la boda, es curioso que Juan escoja Galilea y no Jerusalén. ¿Es una referencia a la universalidad de su mensaje? Galilea era de alguna manera la transición del pueblo hebreo a los gentiles.
Jesús se presenta como el Esposo en unas bodas Tres días después, es decir, el sexto día, Jesús se presenta como el Esposo esperado pues se celebra una boda en Caná de Galilea (Jn. 2, 1-11). El seis representa el día de la creación de la pareja humana, por ello también habla de seis tinajas de piedra, pues son las nuevas Tablas de la Ley del amor. Se había acabado el agua, lo humano había dado ya lo suyo, se necesita ahora la gracia divina, y el mayordomo lo ignoraba, ¿se refiere a las autoridades religiosas? Llenarlas hasta arriba es una alusión a la superabundancia de la gracia. María, mujer y madre. La presencia de la Madre de Jesús significa su figura de esposa y función de madre, en María se concentra lo más puro del pueblo de Israel como la esposa perfecta, la Jerusalén mística, la esposa como Dios la proyectó, fiel y confiada, por ello Cristo la llama mujer, es símbolo de Jerusalén y de la Iglesia. Su misión es dar a conocer al esposo que es Cristo. María dice: «haced lo que Él os diga». Está citando la respuesta del pueblo el día de la Alianza o esponsales en el Sinaí: «Nosotros haremos todo lo que el Señor ha dicho» (Ex. 19,8) y presenta a Jesús como nuevo Moisés. En la cruz, María será llamada de nuevo madre y mujer. El vino y el signo del agua. Ha sido interpretado como el paso a la nueva Alianza, ha llegado el momento de llevar el matrimonio a su verdadera potencia, es signo del amor de Dios al hombre, al mysterion (eso significa
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sacramento), de allí el gesto de convertir el agua en vino. La presencia de Cristo en la celebración de todo matrimonio le da esa fuerza. El agua provenía justamente de las metretas judías de la purificación, lazo con la tradición profética y veterotestamentaria, que ha sido la preparación. Son también alusión clara a la purificación del cuerpo como algo bueno y la referencia a la gracia que se desprende de la sacramentalidad. Manifestó su gloria. Con ello los discípulos descubren que están frente al Esposo que esperaba el Pueblo que los ha elegido como amigos y testigos del esposo o novio. Cristo ha querido presentarse al pueblo para ser identificado con una imagen conocida por todos: la del esposo. En Juan aparece más adelante la parábola del buen pastor, alusión a su vez al esposo del Cantar. Este fue el primer signo. Juan articula su Evangelio siguiendo siete signos o epifanías, más que milagros son siete presentaciones que Cristo hace de Sí, como los siete sacramentos. El primero fue éste de la boda y el agua convertida en vino, representa el matrimonio como prototipo. El segundo es la curación del hijo de un cortesano o de un funcionario real: la salvación es universal. El tercero es la curación del paralítico en la piscina de Bet jesed, Cristo es la casa de la compasión. El cuarto es la multiplicación de los panes: Cristo es alimento. En el quinto, Jesús camina sobre las aguas, ¿Cristo es el Espíritu que aleteaba sobre las aguas primordiales y está por encima del mal? El sexto es la asombrosa y conmovedora curación del ciego de nacimiento, Jesús se presenta como la luz y el Tabernáculo. El séptimo signo es la resurrección de Lázaro, en él, Cristo se muestra como la resurrección y la vida.
Los amigos del esposo En el capítulo 3, Jesús responde con la misma figura usada por los profetas para referirse a sí mismo como el esposo y a Juan como el amigo del esposo. Los discípulos de Juan el Bautista recelan que Jesús ya tenga sus propios
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discípulos, a lo que Juan responde claramente diciéndoles que Jesús es el novio y que él es el amigo del novio, aquel que está a su servicio durante la boda (Jn. 3, 28-30). En la última cena, Jesús eleva a sus discípulos a amigos del novio, interpretándose como la institución del sacerdocio cristiano. En ese sentido el sacerdote es el amigo del novio, el que realiza la liturgia o colabora en la unión del esposo con la esposa (Jn. 15, 15). Los esposos, por su lado, están llamados en su vida matrimonial a amarse como los amigos del novio que es Cristo, como si con su matrimonio estuvieran preparando la boda de Jesús.173 El esposo se presenta a Samaria. Este emocionante relato va también en perfecta sintonía con el lenguaje profético.174 El encuentro de Jesús con la samaritana tiene el mismo tono nupcial. La samaritana personifica a todo el pueblo. Si bien es Jerusalén la imagen de la novia, Samaria lo es en cuanto parte del pueblo elegido. Sin embargo, le echa en cara que ha tenido cinco maridos. Se refiere con un lenguaje profético a los cinco pueblos introducidos por Asiria y que no fueron nunca maridos sino intrusos. Pero ahora ha llegado la hora también para Samaria como puente entre el pueblo judío y todos los hombres.175 El amigo del esposo acoge a la esposa. Sin forzar el texto, el pasaje de la cruz en que Jesús confía a María al cuidado de Juan puede ser interpretado como paralelo a las bodas de Caná. El autor del evangelio alude aquí nuevamente a María como el fruto más elevado del pueblo, escogida para ser madre y a la que Jesús encomienda la humanidad, y como prototipo de Jerusalén, la esposa purificada y preparada para la boda (Jn. 19, 26-27). ¿Qué es ese otro encuentro con Magdalena después de la resurrección, sino otro encuentro esponsal de una mujer convertida?
173 K. WOJTYŁA , Sposi amici dello sposo. Omelie su matrimnio e familia, Cantagalli, Siena, 2014. 174 Los samaritanos eran un pueblo, mitad judío mitad pagano. Después de la división del reino, los asirios habían introducido cinco tribus paganas obligando a mezclarse, por ello eran despreciados por los judíos como traidores e impuros. Ya en tiempos de Jesús, Samaria se encontraba entre Galilea y Judea. “Y el rey de Asiria trajo hombres de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria en lugar de los hijos de Israel. Y tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus ciudades” (2 R. 17, 24). 175 J. L. SICRE, “Ni agua ni pan” en: www.feadulta.com
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Los Sinópticos, Jesús, Esposo y Maestro Tanto amo Dios al mundo que le entregó a su propio hijo. Juan En los Sinópticos, Jesús se presenta también como el Esposo en las parábolas y en algunos gestos como el llanto y lamentos de Jesús sobre Jerusalén, en perfecta sintonía con los reproches de los profetas por la infidelidad de la esposa y su dureza de corazón (Lc. 19, 41-18) .176 Otra clara alusión a su figura de esposo es el pasaje en que los discípulos recogen espigas en día de reposo, ante la acusación de no hacer ayuno, Jesús defiende a los discípulos respondiendo que “los amigos del novio no pueden hacer ayuno mientras están celebrando la boda” (Mt. 12, 1-8). Aquí, aclara Juan (el Bautista) no ser más que el amigo del novio e indigno de desatar la sandalia. No se trata de un gesto de humildad sino una clara referencia a la novia, ya que, como se sabe, la sandalia simbolizaba el órgano femenino y el pie el masculino. Lo que quiere decir Juan es: “yo no soy el esposo esperado, el amigo del novio no se queda con la novia”. Eso es el profeta, el amigo del novio.
Jesús maestro Jesús se presenta también como un maestro, nebí (Mc. 6, 34). Los maestros interpretaban las Escrituras para discernir cuestiones cotidianas. Había varias escuelas de interpretación más o menos rigoristas. Las enseñanzas de Jesús, el Maestro misericordioso están concentradas en las Bienaventuranzas que resumen la nueva ley del amor. En diversas ocasiones Cristo enseña en el Templo, y en particular a sus discípulos, en otras la enseñanza es a partir
176 Los evangelios sinópticos son Marcos, Mateo y Lucas. Se llaman así porque representan tres presentaciones del primer anuncio cristiano a diversas comunidades de los primeros cristianos. El de Marcos está dirigido a los romanos, el de Mateo a los hebreos y el de Lucas a los griegos convertidos.
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de alguna discusión o provocación de fariseos o saduceos. Jesús enseña sobre todo en parábolas. Maestro con autoridad. La gran novedad de Jesús es que Él hablaba con autoridad, superando la ley dejada por Moisés, lo cual representaba un escándalo en su entorno: “escuchasteis… pero yo os digo…”, como diciendo: “no estáis obligados a obedecer esos mandamientos pues son fruto de la dureza del corazón”. Otra muestra de autoridad es que él llama a sus discípulos y no al revés; y los envía a predicar (Mt. 10, 2-12: 10, 2). Jesús hablaba como los profetas con signos. A la dureza y estrechez de los fariseos, los sacerdotes y los saduceos, responde tajante: “quien esté libre de culpa que arroje la primera piedra” (Jn. 8, 1-11). Con esta autoridad viene a corregir las pobres interpretaciones en materia de sexualidad. Cristo Maestro se remonta al principio. Ante las cuestiones más profundamente humanas Jesús se remonta no a los preceptos más o menos miopes o a las modas, menos aún al capricho del momento o falsas compasiones, superando así el inmediatismo chato de los fariseos. Jesús se remonta al principio, al proyecto original de Dios sobre las cosas y las personas, que coincide con el anhelo humano de eternidad en el amor. En el plan originario de Dios y en los deseos del corazón humano está la indisolubilidad del matrimonio, pues los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre… Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así.177 Según este proyecto el hombre está hecho para la mujer y viceversa, y esto excluye el divorcio. Jesús es tajante al afirmar que el hombre que se casa con una divorciada comete adulterio. El divorcio contradice el matrimonio y coloca a los divorciados en situación de adulterio. Habrá que abordar esta cuestión a propósito de la indisolubilidad en el tema del matrimonio cristiano como misterio. En las Bienaventuranzas ha dicho:
177 Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer, excepto por fornicación y se case con otra, comete adulterio. Dícenle sus discípulos: Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no conviene casarse. Pero él les dijo: No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda (Mt. 19, 3-12; Mc. 10, 2-12; Lc. 16, 18).
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También se dijo: «El que se divorcie de su mujer, debe darle un certificado de divorcio.» Pero yo les digo: Si un hombre se divorcia de su mujer, excepto en caso de infidelidad, es como mandarla a cometer adulterio: el hombre que se case con la mujer divorciada comete adulterio (Mt. 5, 31-32). La apostilla “excepto en caso de infidelidad” —llamada también el inciso mateano— ha gastado barriles de tinta en la historia. La indisolubilidad del matrimonio parece ser una aportación cristiana lentamente madurada en la historia por la elevación de este a sacramento y gozar de la fuerza de la gracia. Este inciso mateano ha sido interpretado de numerosas formas en la tradición cristiana, algunas de las cuales no excluyen el divorcio. Apoyados en él, hasta muy entrado el Medievo, se aceptaba el divorcio ante muchas situaciones. Para muchos Padres de la Iglesia, el adulterio —de la mujer— equivale a una anulación del matrimonio y están divididos sobre si se permiten unas segundas nupcias. El Ambrosiaster las permite, otros las toleran y otros se opondrán a ellas. Para algunos como B. Ognibeni no es una concesión al divorcio sino la alusión a un matrimonio no existente: “excepto que vivan en infidelidad…”, significaría que no hay divorcio donde no ha habido matrimonio. Esto merece una profundización para no dar por sentadas cosas que han cambiado en la historia y es una cuestión esencial para la unión con las Iglesias de Oriente.178 Cristo Maestro baja al corazón necesitado de redención. En los Sinópticos, en el contexto de las bienaventuranzas se encuentra una novedad absoluta, la referencia al corazón: el adulterio comienza en el corazón (Mt. 5, 2728), de hecho, el reducir el adulterio a algo meramente técnico conduce a la ambigüedad y sobre todo la mujer queda desprotegida. Aquí hay una gran sabiduría digna de meditar en la actualidad, los deseos consentidos, no las tentaciones, introducen una división en la persona y la desconfianza de la que se habló arriba. De ahí la necesidad de una ascesis de la vista y de la imaginación para no traicionar al otro con el corazón. Esto no tiene nada que ver con conciencias escrupulosas, sino con una fidelidad también de la mente.
178 Cfr. B. OGNIBENI, Il matrimonio alla luce…; F. GIL, Divorcio en la Iglesia, Atenas, Madrid, 1993, p. 23 ss.
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Fraguar el fin último: la resurrección. La ceguera espiritual y el presentismo hacen que el hombre se olvide de su destino. Jesús viene a recordar la vocación excelsa del hombre. La relación no es fin en sí misma sino una preparación al encuentro en la resurrección con la persona amorosa de Cristo. No habrá más matrimonios ni procreación. Sin embargo, no se excluyen las relaciones de parentesco, que son parte esencial de la historia personal de cada uno, la familia y el matrimonio existen en función de la resurrección.179 Estas tres perspectivas son las que asume Karol Wojtyła en las tres primeras partes de su Teología del amor y que representan una fuente apenas explorada.
Parábolas del esposo En algunas de las principales parábolas el Maestro hace referencia a sí mismo como el esposo esperado y profetizado. Ante las acusaciones de los saduceos o de los discípulos de Juan, Cristo responde: “¿Quieren ustedes que los compañeros del novio estén de duelo, mientras el novio está con ellos? Llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces ayunarán”.180 Una de las parábolas más emotivas es la del hombre que prepara un gran banquete de bodas para su hijo, con esmero dispone todos los detalles y escoge los mejores animales para la fiesta, envía mensajeros con la ilusión de compartir su banquete con muchos invitados, pero éstos desprecian a los enviados y con excusas burdas se disculpan, las actividades que ponen como pretexto son todas impuras e insuficientes para faltar a una fiesta: la compra de un campo, de una yunta de bueyes, alguno tiene la osadía de celebrar su boda el mismo día, en un gesto supremo de desprecio.181 Mateo va más allá y 179 Mt. 12, 24-25: Jesús les contestó: ¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Véase también Lc. 20, 34-36. 180 Mt. 9, 14-15; Mc. 2, 18-20 y en Lc. 5, 33-35. 181 Lc. 14, 16-24. 16. Jesús respondió: «Un hombre dio un gran banquete e invitó a mucha gente. A la hora de la comida envió a un sirviente a decir a los invitados: «Vengan, que ya está todo listo.» Pero todos por igual comenzaron a disculparse. El primero dijo: «Acabo de comprar un
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habla de cómo los invitados maltratan y asesinan a los heraldos, el rey monta en cólera y tiene tiempo para enviar un ejército a arrasar la ciudad de los invitados descorteses y enviar a los siervos a los cruces de los caminos para invitar a los más pobres. Esta parábola tiene otra explicación: la invitación a las bodas a los pueblos y hombres de toda la Tierra y hace una explícita referencia al rechazo por parte del pueblo elegido, se trata de una clara alusión a la infidelidad de la época de los profetas. Pero la cosa no acaba allí, ya en pleno banquete, el rey acude a saludar a los nuevos invitados, pero descubre con irritación que uno no lleva el traje de fiesta. “Le dijo: Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: átenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos”. Esta reacción que parece desproporcionada, como si el rey aprovechara a este pobre para descargar la ira provocada por los invitados ingratos, que a estas alturas ya estaban muertos, consiste más bien en otro gesto de desprecio e ingratitud: el invitado rechaza el traje que se ofrecía a los invitados a la entrada del banquete (Mt. 22, 2-14). Otra clara alusión es la parábola de las vírgenes necias. Se trata de unas muchachas mal preparadas para la boda y es un reclamo a la vigilancia y a la disposición interior. Esta parábola está dentro del discurso escatológico en el que Jesús vuelve a la imagen de las bodas. Parece injusto el desenlace del relato, pero hay que tener en cuenta que se trata de una celebración socampo y tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes.» Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes.» Y otro dijo: «Acabo de casarme y por lo tanto no puedo ir.» Al regresar, el sirviente se lo contó a su patrón, que se enojó. Pero dijo al sirviente: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos.» Volvió el sirviente y dijo: «Señor, se hizo lo que mandaste y todavía queda lugar.» El patrón entonces dijo al sirviente: «Vete por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar hasta que se llene mi casa. En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete.»
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lemne en la que cada invitado tenía un papel que representar, de no hacerlo estaba estropeando la boda y no se trata de cualquiera sino de la del Esposo por excelencia. Por ello invita a la vigilancia y estar en pie de lucha para estar preparados para el juicio, pues nadie sabe ni el día ni la hora (Mt. 25, 1-13). La indisolubilidad del vínculo matrimonial causa perplejidad, parece una exigencia irrealizable. Pero el matrimonio cristiano está asistido por la gracia. Jesús no impuso a los esposos una carga imposible de llevar o demasiado pesada (Mt. 11, 29-30), lo pesado es vivir el matrimonio teniendo como horizonte el divorcio que es la ley de Moisés. Jesús lo que hace es restablecer el orden inicial de la creación impregnado por el mal. El sacramento da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en una nueva dimensión. El matrimonio es el seguimiento de Cristo y una lucha por amor, más que un abandono en los sentimientos. El matrimonio es una cruz. Ésta significa no sólo una pesada carga sino, sobre todo, un medio de redención, los esposos son una cruz el uno para el otro, están llamados a cargarse con amor a recargarse y apoyarse amorosamente en el otro.
Pablo y el misterio Los escritos del apóstol son un testimonio valiosísimo para comprender el matrimonio entre los primerísimos cristianos, la mayoría de cultura grecorromana. Ayudan a entender la mentalidad de aquellas personas, los hábitos adquiridos y la novedad con la que se presenta el mensaje cristiano.182 La problemática varía de una comunidad a otra. Los dos textos esenciales, que hay que meditar en serio, son 1 Co. 13 y Ef. 5, 32. En el primero, Pablo desglosa los atributos de jesed. “Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos 182 A los Tesalonicenses les exhorta a ser coherentes con la nueva vida y a abandonar la porneia o prostitución y a comportarse con respeto y santidad (1 Ts. 4, 3-8). A los romanos les habla en otro tono, como a conocedores del derecho familiar y matrimonial, pues la Revelación no se opone al derecho natural, (Rm. 7, 1-6).
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los misterios —el saber más elevado—, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor (1 Co. 13, 1-13). Este texto en el que se resume lo esencial del mensaje cristiano parece el resultado de una larga introducción. Las costumbres y hábitos de los corintios eran abiertamente contrarias el espíritu cristiano y una buena parte de los ya bautizados no habían cambiado mucho de vida, como el caso del que convivía con la propia madrastra, con la indiferencia de la comunidad. Pero además en ese grupo se habían introducido otras prácticas que contradecían su consagración cristiana como la prostitución y el abuso del alcohol y las relaciones sexuales prohibidas o inmorales, que —cuando son representativas— son como una mala levadura para la comunidad, por el mal testimonio. Las malas compañías no son indiferentes, pues todo trato deja una huella. Todo ello equivalía a entregar el cuerpo de Cristo, que es la comunidad de bautizados, a una prostituta; a la vez el cuerpo es un templo del Espíritu Santo. Esto implica que queda excluido el divorcio (1 Co. 5-7).
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Por otro lado, aconseja sobre puntos específicos como los matrimonios mixtos. La virginidad representa una especial unión con el Señor, es un estado mejor y una opción para vivir como si no se estuviese casado. Aunque la regla es que cada uno conserve el estado que tenía en el momento de convertirse al cristianismo. Hace referencia a la edad para casarse, aunque manteniendo la primacía de la virginidad. A propósito de la oración y de cubrirse la cabeza, se nota en Pablo su herencia judía, al ver en la mujer una imagen del hombre y no al revés, estableciendo una jerarquía en la pareja (1 Co. 11, 2-16). El matrimonio como remedio a la concupiscencia, en el caso de los viudos, o la indisolubilidad y sus consecuencias, para ello hay que vivir con una conciencia escatológica. Sólo así se vive libre de preocupaciones. A estos mismos corintios les anima a valorar el cuerpo y a donarse mutuamente, habla del derecho conyugal que no se puede negar a menos que sea fruto de un mutuo acuerdo. El privilegio paulino consiste en que, en los matrimonios mixtos, la parte cristiana santifica la relación y, según Pablo, eso le da el derecho de repudiar al cónyuge no cristiano en favor de la fe (1 Co. 7, 12-15), esta excepción a la indisolubilidad confirma que ésta es una propiedad del matrimonio cristiano en sentido estricto y se ha aplicado innumerables veces en la historia. El otro texto es el de los Efesios, se trata de un texto de carácter parenético o de exhortación a vivir una vida matrimonial coherente con el nuevo llamado, aparece la gran intuición que ha sido punto de partida para la reflexión sobre la sacramentalidad del matrimonio, el Megalón Mysterion: “gran misterio es éste”. Quienes están casados están metidos en un gran misterio, cada matrimonio desde su imperfección es una figura de la unión amorosa de Cristo con su esposa, la Iglesia. Es lo que sostiene el matrimonio y el modelo de amor al que están llamados los esposos. Ése es el proyecto de Dios sobre cada hombre.183 183 Pablo no aspira a romper con las estructuras sociales sino a dar a las prácticas cotidianas un sentido cristiano; sobre este texto hay que volver. Véanse 1 Tm. 2, 8-15, se percibe el peso de las costumbres de la época. Y en 1 Tm. 5, 3-16: el trato que se debe dar a las viudas.
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Apocalipsis, las bodas definitivas Las Escrituras terminan con uno de los libros más bellos, aunque también de los más ignorados o manoseados por el prejuicio. De género apocalíptico y cuajado de símbolos, tiene como fin consolar a los cristianos sumergidos en la tribulación y las persecuciones, con la esperanza del triunfo de Cristo esposo. De ahí su actualidad. Este libro cargado de esperanza es una recapitulación mística de toda la historia con un lenguaje simbólico como el de los Profetas. Lo interesante es que no sólo sigue en perfecta sintonía con la temática del amor esponsal, sino que constituye el final de una larga celebración del matrimonio, las bodas del Cordero (Ap. 14, 1-5). La vida cristiana no es otra cosa que la celebración de las bodas de Cristo con la Iglesia. Las Escrituras quedarían inconclusas sin este maravilloso final apoteósico y victorioso. No es un libro de fácil lectura, pero se intuye la esencia: la vida cristiana en medio de la prueba es una fiesta de la Boda de Cristo con su Iglesia, representada en los matrimonios y las personas consagradas. La eucaristía misma es la celebración de la unión amorosa de Cristo con el hombre. Esto cambia la perspectiva puritana con la que comúnmente se ve al cristianismo como un conjunto de doctrinas o como una lista de prohibiciones (Ap. 17, 4). Basten estos textos por ahora, en espera de un estudio más detallado. La Biblia termina con estas palabras: Y salió del trono una voz que decía: «Alaben a nuestro Dios, todos sus servidores, todos los que honran a Dios, pequeños y grandes.» Y oí el ruido de una multitud inmensa, como el ruido del estruendo de las olas, como el fragor de fuertes truenos. Y decían: Aleluya. Ahora reina el Señor Dios, el Todopoderoso. Alegrémonos, regocijémonos, démosle honor y gloria, porque han llegado las bodas del Cordero. Su esposa se ha engalanado, la han vestido de lino fino, deslumbrante de blancura —el lino son las buenas acciones de los santos— (Ap. 19, 5-8). Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar no existe ya. Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su
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esposo. Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios-con-ellos; él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado.» (Ap. 21, 1-4) Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para decirles lo que se refiere a las Iglesias. «Yo soy el Brote y el Descendiente de David, la estrella radiante de la mañana.» El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!» Que el que escucha diga también: «¡Ven!» El que tenga sed, que se acerque, y el que lo desee, reciba gratuitamente el agua de la vida. El que da fe de estas palabras dice: «Sí, vengo pronto.» Amén. Ven, Señor Jesús (Ap. 22, 16-17.20).
Síntesis Desde la evidencia, se ha hecho un recorrido desde la realidad hasta la familia, se ha descubierto la vocación de toda persona a amar por su carácter nupcial o esponsal. Desde la Revelación, se ha visto que es un proyecto la manera que Dios ha escogido para que el hombre sea como Dios, no podía ser otra que en su capacidad de amar y dar gratuitamente. Las dos figuras que se usan en las Sagradas Escrituras para referirse a Dios y a su pueblo son las de Esposo y Padre y esposa e hijo, respectivamente. Así la estructura de las Escrituras es la historia de amor bajo el esquema del casamiento judío. Toda la historia de amor que se ha visto arriba está resumida de alguna manera en cada matrimonio cristiano. Las personas casadas participan y están insertas en esa gran historia que es el gran Misterio. ¡Qué grande debe ser este misterio del matrimonio que Jesús mismo se presenta como el esposo esperado bajo infinidad de signos!
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7. El matrimonio, un mega misterio Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente. Pascal Se ha abordado el amor humano a la luz de lo evidente: la Revelación judeocristiana. Habrá que ver ahora las consecuencias de todo lo anterior para el matrimonio a la luz de la Revelación.
El matrimonio no es una invención humana El matrimonio es el sacramento primordial que de alguna manera existe desde la creación del hombre como cuasi sacramento. Pero ¿qué significa sacramento? Sacramentum fue la palabra latina usada para traducir mysterion, proyecto. Significa la participación del hombre en el misterio de amor de Dios. Allí donde hay una pareja humana que quiere unirse para siempre con un carácter público y religioso, estableciendo un pacto de amor, hay una prefiguración del sacramento. No depende del arbitrio humano, tiene a Dios como autor y está llamado a divinizarse que es lo propiamente humano. El matrimonio no es una casualidad ni fruto de la evolución sino la respuesta a un misterio, es decir, un proyecto sobre la diferencia sexuada humana, es un sacramento. El sacramento hace al hombre semejante al Padre. Lo hace capaz de amar y crear (procrear) y acompañar a nuevos seres en su camino de salvación y, sobre todo, cumple en sí lo propio de Dios, que es engendrar o generar. En ese esquema de la boda judía, la vida cristiana consiste toda ella en la celebración de las bodas de Cristo con la Iglesia, esto es el culmen de la Revelación en las Escrituras. Quienes se unen en matrimonio están pensados para encontrarse en la historia, amarse y perseverar y dar nombre y apellidos a nuevos seres. Eso sin excluir la libertad y fragilidad humanas. Convierte el matrimonio en una trinidad con el advenimiento o la esperanza del hijo. Hace al hombre como Cristo. Primero, lo eleva a amar al otro como Cristo ama a la Iglesia, y a esto revela que el matrimonio es mucho más que un
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proyecto entre dos para lograr estabilidad y metas comunes. Segundo, el matrimonio es un camino de redención mutua. Por el mal introducido en el hombre, este proyecto se convierte en una lucha por perseverar en el amor y sobreponerse al instinto. Amando, el hombre permite a Cristo redimirlo y redimir al otro. Lo hace como el espíritu. Esto es presencia de amor entre dos personas. ¿Poesía? Sí, porque las realidades más tremendas del hombre lo son, éstas son las verdades que se desprenden del proyecto cristiano y que millones de personas han vivido con mayor o menor conciencia y han testimoniado. A todo ello se le llama sacramentalidad del matrimonio. Sacramento significa misterio y proyecto. Se corre el riesgo de cosificar el sacramento o reducirlo a un requisito, perdiendo de vista el misterio. La relación humana va mucho más allá del instinto. Todo esto es a lo que se refiere Pablo cuando habla del Megalón mysterion (Ef. 5, 22-33). Pablo tiene la gran intuición de descubrir que el matrimonio está colocado en la relación de amor entre Cristo y la Iglesia y que consiste en ir realizándose o conyugándose por la acción de Cristo y la libertad de los cónyuges. Una lectura superficial del texto le ha dado más importancia a los consejos que Pablo da sobre la vivencia del matrimonio, descuidando el núcleo y el fundamento sobre el que se asienta el matrimonio: el misterio.184 El matrimonio es una realidad mistérica, responde a un proyecto divino que hay que escrutar, un proyecto de amor que pocas veces se ha meditado a fondo. El matrimonio no se reduce a un simple desfogue pasional —como ingenuamente creían algunos antes de casarse— o al ámbito donde desahogar un cierto instinto procreativo o peor, como un obstáculo a la autorrealización. Responde al designio divino sobre la sexualidad humana, desde el que se entiende la unión, la compañía y la procreación.
184 Esta obra no es un tratado del sacramento del matrimonio, ni lo desarrolla a fondo. Para ello son más que suficientes obras como A. SARMIENTO, El matrimonio cristiano, EUNSA, Madrid, 2006; P. ADNÉS, El matrimonio, Herder, Barcelona, 1979. Para una buena historia de la maduración del sacramento: E. SCHILLEBEECKX, Marriage, Secular Reality and Saving Mystery I-II, Shed and Ward, London / Melbourne, 1965.
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Lenta maduración de la idea de mysterion La teología del matrimonio ha tenido un largo desarrollo y no es ni simple ni monolítica. Sería absurdo pensar que desde el inicio del cristianismo se ha entendido a fondo el misterio del que participan los esposos o que se celebraba como en la actualidad, con ramos de azar, dentro de la iglesia, anillos, arras y la familia en torno arrojando arroz o pétalos de rosa, mientras alguna mujer gimotea de emoción en el fondo de la iglesia. No, la comprensión del matrimonio es fruto un camino milenario. En todas las culturas y épocas el matrimonio ha tenido un carácter público y religioso, ha tenido un aspecto jurídico y uno litúrgico o celebrativo. Igualmente, todas las culturas conciben la palabra matrimonio como un vínculo puntual y el comienzo de una vida en común o conyugación. Esto incluye los diferentes aspectos del sacramento: la celebración o liturgia, el derecho que se desprende del vínculo y que hace al matrimonio una cuestión de justicia y la comprensión de lo que se realiza en el fondo. Además, hay otras realidades íntimamente relacionadas con el matrimonio como los fines, la validez del contrato, la publicidad de la celebración. Pueblos antiguos. Para los primeros cristianos el matrimonio era una realidad mundana teñida de un carácter religioso por haberse bautizado. Los primeros pueblos a los que se dirige el mensaje cristiano —y que aquí interesan— son los griegos, los romanos y los llamados pueblos germánicos.185 Su influencia fue fundamental en la organización y prácticas posteriores en Occidente. Religión familiar. Para los romanos el matrimonio era una realidad religiosa y pública orientada a la familia y a formar un fogar. El matrimonio no estaba basado en relaciones interpersonales o en el amor entre los esposos sino en el deber del culto a los dioses. El esposo era una especie de sacerdote del fuego, de allí la palabra hogar; el encargado del culto de los antepasados y de los dioses de la familia: manes, lares y penates. La familia era por definición 185 Junto con éstos, hay otros pueblos no menos importantes como los armenios, los etíopes, persas e indios.
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una comunidad religiosa e incluía a los esclavos. El matrimonio significaba para la mujer el paso de una religión a otra: del hogar paterno al del esposo. De hecho, los nombres de la celebración de la boda se refieren más a ella que al esposo. La celebración de la boda tenía tres momentos: Exdosis (éxodo) o Ductio puellae: era el desposorio o entrega de la doncella que pasaba de la religión paterna a la del esposo; la pompé o domum ductio: introducción a casa del esposo, mediante una ceremonia, con la que comenzaba la individua vitae consuetudo, la vida en común, ella pasaba a encargarse del fuego del hogar. Finalmente, la telos: la boda propiamente dicha o celebración de la boda en torno a la inminente consumación.186 Estos gestos correspondían a las culturas indoeuropeas con variantes. Para los griegos y romanos el matrimonio era monógamo. Éste era el ideal, en la práctica y a la llegada del cristianismo la sociedad se encontraba en una franca decadencia moral y de instituciones y en un proceso de “secularización”, es decir, de alejamiento de las motivaciones religiosas para el matrimonio, un divorcio entre ética y religión. Lo que hacía válido el matrimonio era el consensus que se manifestaba a través de la conferratio (panis farreus): los esposos compartían una simbólica torta de bodas, de allí viene la tradición del pastel de bodas que significa que a partir de la boda comparten la vida entera. Estas cuestiones estaban contempladas en las tablas IV y V de las Doce tablas. Lo que hacía válido el matrimonio era por tanto el consenso y la presencia de muchos testigos. Otros cristianos provenían del contexto cultural asirio-babilónico, para ellos el matrimonio era formalmente un contrato legal simbolizado por las arras (de ahí su tradición), como un testimonio del contrato.187 186 Sobre esto hay numerosos estudios, basta ver por ahora I. JENKINS, La vida cotidiana en Grecia y Roma, AKAL, Barcelona, 1998, p. 15 ss.; X. ESPLUGA, M. MIRÓ y I. VINAIXA, Vida religiosa en la Antigua Roma, UOC, Barcelona, 2003, p. 69 ss. 187 Esta tradición volverá a aparecer siglos después entre los mozárabes, no deben ser con-
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Primeros cristianos Para los primeros cristianos que provenían de estos pueblos, el matrimonio era una cuestión terrena o civil, penetrada del espíritu cristiano, pero no lo concebían como un sacramento como hoy. Para poder casarse bastaba el permiso y bendición del obispo. Se introdujeron algunos conflictos como el reconocimiento civil, la licitud de celebrar las bodas con ritos paganos que incluían sacrificios a los dioses y otros. Es la época de los Santos Padres, la Iglesia se limita a bendecir la realidad conyugal y a insistir en el cambio de vida que implica la conversión.188 Pronto los cristianos tuvieron que dar razón de su fe ante la circunstancia, las prácticas o los ataques y cuestiones de todo tipo. La diferencia que establece el cristianismo está orientada más bien a un cambio de vida, se pone por tanto el énfasis en la moral: los cristianos no pueden vivir como los paganos. Es conocida la emblemática Carta a Diogneto, un documento valioso de autor y destinatario desconocido, que refleja la originalidad del cristiano en el contexto pagano.189 fundidas con la dote. Tradicionalmente consisten en 13 monedas que corresponden a los meses del año y una para los pobres y que los novios intercambian en la celebración y simboliza la compartición de los bienes materiales de la nueva sociedad. 188 Como se sabe los Padres o Santos padres son una sucesión de pensadores que van desde el siglo i hasta el viii. Son los primeros filósofos y teólogos cristianos que trataron de responder a las exigencias intelectuales del cristianismo, ad intra, tratan de dilucidar las principales cuestiones doctrinales y sus consecuencias morales, luchando contra las herejías o errores. Ad extra, tratan de dar razón de la nueva fe ante las posturas filosóficas o religiosas. Suelen dividirse en: apostólicos: los que suceden inmediatamente a los Apóstoles; apologetas o defensores contra las grandes herejías o ataques; y luego entre padres de Oriente o griegos y padres de Occidente o latinos. 189 “Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. A la verdad, esta doctrina no ha sido inventada gracias al talento y especulación de hombres curiosos; ni profesan, como otros hacen, una enseñanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida
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Surgen cuestiones como el divorcio y sus condiciones, los matrimonios mixtos y las herejías.190 La herejía más común fue el maniqueísmo, cuya consecuencia eran la negación del matrimonio por considerarlo pecaminoso y sucio.191 El maniqueísmo está hoy más presente de lo que se imagina uno. Frente a esto Clemente y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable, y, por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se les maldice y se les declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se les injuria y ellos dan honra. Hacen bien y se les castiga como malhechores; condenados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extranjeros; son perseguidos por los griegos y, sin embargo, los mismos que les aborrecen no saben decir el motivo de su odio. VI. Mas para decirlo brevemente, lo que es el alma al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo”, cfr. Carta a Diogneto V- VI, en J. J. AYÁN (Ed.), Padres apostólicos, Ciudad Nueva, Madrid, 2000, p. 560. 190 Una herejía es la negación de alguna verdad de fe. Las herejías tienen sus consecuencias en el matrimonio por la concepción que sostienen del ser humano, a tal idea del ser humano corresponderá un concepto del matrimonio. 191 El maniqueísmo (de Mani, un sacerdote persa, su fundador c. 216-c. 276) se presenta como una solución equivocada al problema terrible del mal. Sostiene el dualismo en todas las cosas, es decir, un principio del bien, lo espiritual, y otro del mal, lo material. En abierta contradicción con el cristianismo que afirma que hay un solo creador, por tanto, las cosas son buenas. Para los maniqueos hay dos fuerzas o dioses, el mal y el bien. Entre los maniqueos estuvo el gran san Agustín, nada menos que nueve años. Después de los cuales refuta a esta secta diciendo que no puede haber un mal absoluto, un mal puro, esto es una contradicción, puesto que todo lo que existe, es, tiene que ser, y lo que es, por ese mismo hecho, es bueno, tiene, al menos, la bondad del ser. La consecuencia moral es que los maniqueos eran “puritanos”, condenaban todo lo material, el cuerpo humano, las relaciones sexuales pues engendran más cuerpos, si el cuerpo del hombre es malo, y el espíritu bueno. La vida humana consiste en una lucha para liberarse del cuerpo, mediante el conocimiento (en esto, los maniqueos son gnósticos). Estas cuestiones llevan a la convicción de que el cuerpo humano por la creación y la encarnación de Cristo no pueden sino ser buenos, por su vocación a la resurrección, ello a su vez exige un trabajo por la propia perfección.
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de Alejandría en el siglo iii habla de la bondad del matrimonio, de su finalidad que es la ayuda que la mujer da al hombre en el cuidado de la casa. Defienden contra los rigoristas (que concebían el matrimonio como una vida de segunda clase) la dignidad del matrimonio inspirado en la unión de Cristo con la Iglesia. En general se advierte una lenta y difícil asimilación de la sexualidad por parte del cristianismo. En algunos ambientes se advierte una preferencia por la virginidad como superior al matrimonio, como en Tertuliano u Orígenes, que incluso llegó a la castración voluntaria.192 Éstos verán el matrimonio como una condescendencia respecto a la naturaleza caída del hombre, como un remedium concupiscentiae, el estado normal de cristiano sería la virginidad. Más aún, la sexualidad sería fruto del pecado o creada en vistas del mismo, como para Gregorio de Nisa.193 Los Padres occidentales como Ambrosio o Jerónimo son defensores del matrimonio. San Agustín,194 el doctor del matrimonio cristiano, sostiene que la bondad del matrimonio viene de los tres fines: proles, fides et sacramentum. A partir de aquí se hablará de matrimonio como lo que es: un conjunto de bienes. La proles designa la procreación y educación de los hijos; la fides, la unión, la castidad y el amor y condescendencia mutua en el matrimonio, que excluye el adulterio; el sacramentum es el valor simbólico del matrimonio respecto a la unión de Cristo con la Iglesia. Después de san Agustín, los padres tienden a repetir la doctrina agustiniana y sostienen en general que la unión conyugal queda justificada sólo por la procreación. Otras cuestiones, como la indisolubilidad, tienen diferentes respuestas, ésta se rompe con el adulterio (muerte moral) y da al hombre el derecho a unas 192 ORÍGENES, Com. in Io., 19, 4,GCS; 392; Véase también: Com. in Cant., 2, GCS 7, 188; TERTULIANO, Ad uxorem, 2, 9 (PL 1, 1302). 193 GREGORIO DE NISA, De hominis opificio 17, PG 44, pp. 188-189. 194 Tiene numerosas obras dedicadas al matrimonio como De continentia, De santa virginitate, De bono viduitatis, De nuptiis et concupiscentia.
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segundas nupcias. A partir del siglo vi aparece en Oriente la Iglesia griega que admite el divorcio y, por tanto, nuevas nupcias en vida del cónyuge.195 Todos los padres están de acuerdo con la monogamia, sin embargo, no hay total unanimidad respecto a las segundas nupcias, la mayoría de los padres es poco favorable al matrimonio de los viudos.
Lenta cristalización del siglo iv al xi Esta época está marcada por las invasiones de pueblos ajenos a Roma. En la oscura época posterior a las invasiones y reacomodamiento de los pueblos que fueron invadiendo Europa, se advierte una lenta maduración en la comprensión del matrimonio: poco a poco se va formando una liturgia. Los germánicos concebían el matrimonio más como un pacto entre clanes que individual y se daba propiamente con la consumación; para los romanos el matrimonio quedaba constituido con el consensus. Esto ha tenido más peso del que se puede imaginar: concibe la familia como superior al individuo: los matrimonios son arreglados. Aquellos celebraban el matrimonio en dos tiempos, los esponsales y la boda propiamente dicha, en la que se daba la consumación. Para los celtas y anglos, el matrimonio era una transacción o contrato, casi la compra de la mujer. En medio de esta barbarie se fue formando una liturgia no obligatoria que consistía en la bendición sacerdotal y la imposición del velo por el sacerdote (se daba ya en tiempos de Dámaso en el 366), no cabe imaginarse la celebración de la boda dentro de la iglesia. A partir del siglo ix, hay una tendencia a convertir el matrimonio en una cuestión eclesial, como la obligación de bendecir a la pareja en la entrega de la dote, o del ajuar (wittum). Así se llegará a concebir la boda como una celebración exclusivamente eclesial y la reivindicación de la Iglesia de ese derecho.
195 E. SCHILLEBEEKCX, op. cit., p. 245.
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Siglos xi al xiii: el matrimonio como sacramentum En el Medievo hay una grande reflexión y elevada espiritualidad en torno al amor y a la definición del matrimonio, entre los principales representantes están Hugo de san Víctor y Tomas de Aquino (que murió antes de terminar el tratado del sacramento del matrimonio). El matrimonio se concibe como una comunión espiritual y corporal, de ahí la indisolubilidad del matrimonio consumado, la mayoría de los pensadores conciben el matrimonio como un sacramento, en ello la liturgia matrimonial será un punto de partida. El matrimonio es un símbolo sagrado, que sirve como gracia medicinal y a la vez como gracia activa. Se incluye asimismo al matrimonio entre los siete sacramentos pues se trata de un signo efectivo de salvación. Se dan reflexiones tan elevadas como éstas: la imposición del velo en el matrimonio, que se remonta al velo de las vírgenes, hace que la virginidad ilumine el estado del matrimonio como una consagración: cuando se desprecia el celibato se desprecia el matrimonio y viceversa.196 La indisolubilidad del matrimonio se apoya, según Tomás de Aquino en el hecho de que el matrimonio es un sacramento o símbolo de la unión indefectible de Cristo con la Iglesia.197 Cada una de estas realidades merece un tratado y una profunda reflexión especialmente urgente en el mundo de hoy. La mente tan ordenada y rigurosa de estos grandes teólogos define los fines del matrimonio, sus propiedades y sus requisitos, desarrollando así las grandes intuiciones de Agustín de Hipona sobre el sacramentum y el simbolismo encerrado en el megalón mysterion de Ef. 5, 33. En este rico periodo se suceden grandes escuelas con diferentes posturas respecto a cuestiones como la materia y forma del matrimonio y su constitución: el consenso o la consumación.198 196 Ibid., p. 274. 197 TOMAS DE AQUINO, In ad Ep., 5, lect. 10. 198 Sobre las grandes escuelas del Medievo, sus aportaciones y la maduración antes de Trento, véase E. SCHILLEBEEKCX, The Marriage, op. cit., p. 254 ss.; p. 312 ss.
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De este periodo tan fecundo se puede concluir diciendo que el matrimonio es un mysterium salutis, un misterio de salvación. Lo anterior fue teniendo sus consecuencias en la reflexión sobre la naturaleza jurídica que se desprende del sacramento. En 1139 se había condenado el desprecio de la unión conyugal legítima, a propósito de la herejía cátara (Concilio de Letrán), que constituye otra oleada maniquea y se incluía el matrimonio en los siete sacramentos, esto en la proposición de fe al emperador Miguel Paleólogo en 1274 (Concilio de Lyon) y en el célebre decreto Pro Armeniis de 1439 (Concilio de Florencia).
Trento Este concilio de mitad del siglo xvi —quizá el más importante y decisivo de la historia de la Iglesia— representó una verdadera reforma y redefinición cuyos efectos directos durarán hasta bien entrado el siglo xx. Trento recoge la tradición y respecto al matrimonio se mueve en dos coordenadas: la respuesta al ataque que los luteranos hacen a los fundamentos mismos del matrimonio, ¡negando la sacramentalidad! y la relación con las Iglesias orientales que aceptan el divorcio. Trento cristaliza la reflexión medieval y lo más importante es que allí solidifica la forma jurídica del matrimonio: la Iglesia tiene poder de jurisdicción en materia matrimonial: derecho romano y escolástica, sin negar la civil. Esto, apoyada en el carácter sacramental del matrimonio. A partir de allí se establecen formas jurídicas para contraer matrimonio, necesarias para su validez y se prohíben los matrimonios clandestinos declarándolos no sólo ilícitos sino inválidos (véase el documento Tametsi). Se confirma que los ministros son los esposos y el sacerdote es el testigo por parte de la Iglesia, el lugar y la fórmula litúrgica. El concilio no quiere ser exhaustivo ni abarcar todos los aspectos, dejando gran libertad pastoral. Muchas de las disposiciones han venido después como interpretaciones al mismo.
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Desde el siglo xvii se irá corriendo el riesgo de reducirlo a contrato, por el peso que irá teniendo el derecho y la cuadriculación escolástica y se va prescindiendo de la dimensión amorosa. En el mundo anglosajón se niega la sacramentalidad y paradójicamente crece el rigorismo. A partir del siglo xviii se va dando un proceso de secularización que desemboca en la aceptación del divorcio por la Revolución francesa. La separación entre fe y razón irá creciendo y replegando a la Iglesia a la sacristía y sus pronunciamientos, desde el rincón de las prohibiciones. No es casual que en medio de todo esto se proclame la indisolubilidad del Papa. La postura de millones de católicos ejemplares, como Louis Pasteur, es emblemática de la época: dejaban colgada la fe en la entrada del laboratorio, para ponerse la bata de la razón.
Vaticano II Toda esta situación se volvió insostenible y urgía una nueva bocanada de aire fresco. Grandes movimientos de renovación surgieron en el siglo xx, tanto intelectuales como pastorales. Desembocarán en el Concilio Vaticano II. Surgirán nuevos retos como la revolución sexual. En una sociedad que ha dejado de ser cristiana, el discurso no puede ser el mismo: el de mandar, prohibir y obedecer. El mundo convulso necesitaba una gramática del amor: una propedéutica: de allí el fracaso rotundo en la recepción de la encíclica Humanae vitae: es clarividente, pero cayó en un mundo que no hablaba ya ese lenguaje.
Institución y elementos clásicos Los frutos son la institución. Cristo instituyó el sacramento del matrimonio con una serie de actos. En las bodas de Caná, Cristo se presenta a sí mismo como el Esposo y presenta a María como el fruto más logrado de Israel, como la novia y la esposa fiel. La cruz representa el momento de la consu-
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mación de amor de Cristo por la Iglesia, y la vida de los cristianos representa la vida cotidiana de esposos entre Cristo y la Iglesia. Éste es el Gran misterio (Megalón mysterion) al que se refiere Pablo en la intuición que tiene al escribir a los Efesios (Ef. 5, 31-32). La Eucaristía a su vez es la celebración y la continua unión de Cristo con la Iglesia. El bautismo es la elevación del ser humano a amigo del esposo y con ello participa directamente en el mysterion de Cristo esposo. La vida cristiana se convierte en un esfuerzo por estar a la altura de ese amor. Elementos. A partir de Trento y en un lenguaje escolástico se ha tratado de identificar los tres grandes elementos del matrimonio como signo de salvación. La materia serían las palabras de los esposos durante la administración del sacramento, en cuanto donación. La forma serían las mismas palabras en cuanto aceptación mutua. El ministro son los esposos que se administran mutuamente el sacramento in nomine Christi de dos maneras: en el momento del rito y durante toda la vida, por ello es el sacramento primordial, porque entra en el drama de una vida entera y esto es otro elemento que invoca la indisolubilidad. Todos los demás sacramentos tienen sentido por el matrimonio. Esto tiene sus consecuencias: en un auténtico matrimonio los esposos buscan la perfección y amarse como Cristo ama a la Iglesia, amarse como Dios amaría al otro y amarlo porque se ve en él a Cristo. Esto no es fácil ni se logra en un solo acto o reduciéndolo a una ensoñación, sino que es un trabajo de toda la vida y en ello consiste la lucha matrimonial por la perfección, en medio de los defectos naturales.199
199 A. SARMIENTO, El matrimonio…, op. cit., p. 249.
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Proyecto por descubrir Un buen matrimonio es en el que cada uno nombra al otro guardián de su soledad. R. M. Rilke Proyecto hacia atrás consiste en descubrir el plan o designio que hay sobre lo que uno encuentra. El ser humano es infinitamente más complejo que las cosas porque tiene edades y es irrepetible, al final cada uno ha de hurgar en el propio destino a través de su experiencia. Uno de los objetivos de la perspectiva teológica es descubrir el designio de Dios sobre el cuerpo sexuado y parece que se realiza en el matrimonio. A veces la explicación del matrimonio como un sacramento se queda en “el signo” y en cuestiones periféricas o doctrinales y se olvida el abismo al que se asoma. Es ante todo un proyecto de Dios sobre ambos y un proyecto de ambos a futuro: caminar juntos hacia Cristo y no sólo entretenerse. Objetivamente el fin primario del matrimonio es la procreación y el secundario es la unión de los esposos. Subjetivamente el fin principal es la unión de ambos y el secundario la procreación de los hijos, que incluye su acompañamiento y educación.200 Ante el drama de la infecundidad, los esposos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio. Todas estas realidades son especialmente difíciles de entender y vivir para quien vive en clave de masa o reduce la propia vida al nivel del tener o del hacer o espera que le resuelvan la vida. Requiere una apuesta por el sentido de la vida, el matrimonio es una apuesta por el otro.
Iter atque ordo: proyecto qué realizar Iter significa camino y ordo, el nuevo orden que ha de ir tomando la vida de ambos. El matrimonio in actu esse significa que los esposos se administran el sacramento durante toda la vida, esto sí que es un misterio, un proyecto 200 Ibidem, p. 356.
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y un quehacer de redención. El matrimonio consiste en convertir al otro en el proyecto de la propia vida, la principal tarea y empresa más importante no se la puede dejar en quiebra por falta de amor o descuido, pues ella también ha hecho de uno su proyecto de vida. Los esposos han de ser conscientes de que en medio del camino (la rutina no cabe en él) de la vida, son ellos la tarea mutua más importante, son el jardín que cultivar recíprocamente, son la principal apuesta vital el uno del otro, siguiendo el consejo agustino: “da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta”. Proyecto hacia delante significa ponerse en marcha con un plan de vida para tratar de realizar ese designio en la propia vida, con originalidad; definiendo etapas y metas. Llama la atención que haya matrimonios sin un proyecto de vida. El proyecto de vida será más ambicioso y eficaz mientras más aspectos de ambos incluya, comenzando con la perfección mutua, pero ha de incluir también aspectos prácticos como el dinero y los bienes. Se hacen planes para todo, lo trágico sería excluir el proyecto del matrimonio, quizá sea la causa principal del fracaso. Se ha de tener un plan de vida en común, ponerse metas altas y no ir sobrepasando el tiempo esperando a ver cómo salen las cosas. “El amor es física, el matrimonio, química”, decía A. Dumas. Consiste esencialmente en compartir. Hay que bajar a los últimos detalles, aclarar desde antes de casarse cómo van a administrar el dinero de ambos, quién se va a ocupar de qué, cuándo se visitará a los padres y a los suegros, cuántos hijos piensan tener, cómo los van a educar, qué relación van a seguir teniendo con los amigos comunes y propios, qué van a hacer en los tiempos libres, cómo van a cultivar la amistad, establecer los tiempos exclusivos para ambos. Si amor es buscar el bien para el otro, esto se tiene que verificar en la práctica, pues “donde hay un matrimonio sin amor habrá un amor sin matrimonio”, señalaba B. Franklin. Parece mentira, pero la mayoría de las rupturas se dan por estupideces cotidianas, pequeñas grietas que se van convirtiendo en zanjas y éstas en verdaderos abismos de soledad. Parece mentira también que lo más importante que es la vida amorosa de dos personas se deje en manos del tiempo y de la suerte sin un plan común de crecimiento. Hay matrimonios que parecen más compañeros de piso que una historia sólida de dos, en algunos ni siquiera hay amistad, mucho menos donación y entrega total.
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La familia, iglesia doméstica. Las familias constituyen la “familia de Dios”, son faros que iluminan la vida de muchos, por eso están llamadas a participar juntos “en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras” (Lumen gentium 10). La familia es por excelencia “escuela del más rico humanismo” (Gaudium et spes 52, 1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida. La familia es la primera iglesia. Agustín decía que en el jardín de la Iglesia se cultivan las rosas de los mártires, los lirios de las vírgenes, las yedras de los casados, las violetas de las viudas.
Matrimonio, males y camino de redención Parece que el mal se ceba en la relación entre el hombre y la mujer, se manifiesta a través de la discordia, la prepotencia, la posesión y la dependencia, el intento de dominio del otro, la infidelidad, la falta de respeto, los celos enfermizos y malentendidos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Guy de Maupassant decía que el matrimonio consiste en compartir los malos humores de día y los malos olores de noche. El matrimonio es evidentemente una cruz. Hay un desorden introducido desde fuera, la persona no es mala de por sí, sino que está impregnada por el mal, son las consecuencias de lo que se denomina como pecado original. Consecuencias del mal original. Éstas no son sólo para las personas sino también para la pareja. Son estas tres: la vergüenza, el dominio y la desunidad. La vergüenza consiste en la ocultación y la falta de comprensión del otro y dificultades para comunicarse y decirse a sí mismos, en parte por la diferencia sexual. El dominio se refleja en miles de formas: control del otro, posesión, dependencias patógenas, etc. La desunidad se experimenta en la tensión entre el cuerpo y el espíritu, entre lo mejor y lo vulgar, pero también en la dificultad para realizar una sola carne o historia entre ambos.201 Se trata de un desorden que puede ser superado con ayuda de las costumbres, pero sobre todo con un trabajo personal y con la gracia. El mal carácter puede reeducarse. 201 Y. SEMEN, La preparation au marriage, Presses de la Renassance, París, 2002, p. 133.
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Redención. El matrimonio es para buscar la perfección y no hay otro camino que el servicio y la reciproca sumisión. Ya se ha dicho que la perfección no es un estado sino una actitud de lucha por lo mejor. El matrimonio cristiano cuenta con la gracia del sacramento del matrimonio. Ésta es un carisma y está destinada a fortalecer la unidad de los casados. Otro nombre de la perfección es la santidad. Santidad es pertenencia mutua y los esposos son santos por el hecho de estar casados. A la vez están llamados a santificarse y redimirse mutuamente, «se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos» (Lumen gentium 11 y 41). Esto incluye el sacrificio, éste no significa necesariamente algo doloroso, significa hacer sagrado algo (sacrum facere), eso puede ser la relación sexual o cenar juntos. El matrimonio se convierte así en cruz. La cruz no significa dolor, inmolación y muerte, sino, ante todo, significa redención, apuntalada por la gracia de Dios. Ésta ayuda a sobrellevar y superar los daños del pecado como el repliegue sobre sí mismo, el egoísmo, la búsqueda del propio placer, para abrirse al otro, ayudarse y donarse mutuamente. La fidelidad. La consecuencia del amor es la fidelidad para buscar lo mejor para ambos y para los hijos, ya que una familia sana proviene de un matrimonio sano. «Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos, exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad» (Gaudium et spes 48, 1). Los esposos están llamados a amarse con las características del amor bíblico: Jesed, que es amor de ternura, emunah o fidelidad y constancia en el amor y quinah, que significa exclusividad absoluta, derivada de la propia naturaleza del matrimonio. La comunión humana más importante y profunda es la del matrimonio y, por ende, excluye la poligamia. «La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor» (Gaudium et spes 49, 2). Las tres se recapitulan en el ágape o caritas, que es el amor de donación, la búsqueda del bien del otro. El testimonio. El amor convierte el matrimonio en un testimonio de la existencia y presencia de Dios en el mundo y un camino privilegiado para la santidad, por su participación tan especial en el amor de Dios. Los esposos dan este testimonio con la gracia de Dios, a veces en condiciones muy difíciles, son los grandes constructores de la sociedad y merecen la gratitud
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y el apoyo de la comunidad eclesial y civil, comenzando por las leyes, que deberían favorecer a la familia. El matrimonio es la estructura que garantiza la comunión de las personas y la realización paulatina de un nuevo ser, es la segunda placenta en la que los seres más frágiles encontrarán cobijo y acogida e irán tomando posesión de sí mismos. Es la sociedad que asegura las bases de la familia, principal recurso de una comunidad o de una sociedad.
El matrimonio es una celebración El matrimonio cristiano es la celebración durante la vida del misterio cristiano. Comienza y se constituye en un rito, pero constituye también la celebración del amor el resto de la vida. En la mayoría de las culturas el matrimonio ha sido siempre la fiesta por antonomasia. La celebración de la boda cristiana se realiza, desde hace quinientos años, dentro de la iglesia y en la misa para enmarcar el matrimonio dentro del contexto de la salvación y de la analogía del amor entre Cristo y la Iglesia, que tiene su culmen en la Eucaristía. Para que sea válida, digna y fructuosa, se invita a los novios a recibir la penitencia. La participación de la Iglesia en la celebración ha cambiado a lo largo de la historia.202 Para que haya un real y verdadero matrimonio, la mutua donación y aceptación han de ser libres, con pleno uso de la inteligencia y la voluntad: sabiendo lo que están realizando y queriéndolo realizar, significa que no pueden obrar por coacción, miedo o violencia; no puede ser delegado y ha de estar libre de algún impedimento natural o eclesiástico.203 Dado que “lo que hace el matrimonio» es el consentimiento, si no lo hay no se da el matrimonio, saldrían de la iglesia como entraron: solteros. El consentimiento consiste en «un acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente», con este acto se convierten en una caro, una sola carne. Ésta es la razón por la que la Iglesia es tan estricta en la forma eclesiástica de la celebración del matrimonio, desde el Concilio de Trento.204 Esto garanti202 A. SARMIENTO, El matrimonio…, op. cit., p. 171. 203 Sobre ello véase el Código de Derecho Canónico (=CIC), can. 1057, 1. 204 Justamente para evitar los abusos como los matrimonios clandestinos, el repudio por cualquier causa y otros. Véase Concilio de Trento: DS 1813-1816; CIC, can. 1108).
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za el carácter público y religioso del matrimonio, y con ello se aclaran los derechos y deberes de los esposos y para con los hijos, da certeza sobre el estado de vida de las personas, y así protege a los esposos, integrándolos en la comunidad o ethos de los casados. Lo anterior dejar ver la importancia de una seria preparación al matrimonio.205 El ejemplo y la enseñanza de unos buenos padres y por las familias son la mejor preparación, pero dada la inercia social y la situación actual de la familia, se requiere de una preparación expresa. Es indispensable también crear ambientes sanos como grupos y movimientos de matrimonios con valores y fines comunes.206
205 A. SARMIENTO, El matrimonio…, op. cit., p. 211. 206 Sobre los matrimonios mixtos y la disparidad de cultos, el Catecismo de la Iglesia católica habla en los números del 1633 al 1637.
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8. ¿ Para siempre? El matrimonio es una cosa exagerada, es como si uno para quitarse el hambre, comprase un restaurante. R. Pozzetto El divorcio es el reconocimiento de una derrota. Lo primero que hay que destacar es la pretensión de eternidad propia del amor, y a pesar de ello en casi todas las culturas se acepta el divorcio. Respecto a las Escrituras, la legislación del Antiguo Testamento permitía el divorcio, permeada de sklero-kardías o dureza del corazón humano, como aclara Jesús. Sin embargo, hay un ideal de indisolubilidad que se manifiesta primero en la imago: si el hombre es imagen y semejanza de Dios, está llamado a la fidelidad. Segundo, en la historia amorosa entre Yahvé e Israel, Yahvé es fiel a Israel a pesar de la infidelidad de éste y aun habiéndole entregado el documento del divorcio, lo retira por fidelidad a sí mismo. Tercero, la referencia de Jesús al principio es clara: el proyecto original de Dios es la unidad. Cuarto, la institución por parte de Cristo confirma la sacralidad de la unión que el hombre no puede desgarrar. Esto muestra la originalidad cristiana: el matrimonio cristiano es indisoluble, pues descansa sobre el amor de Cristo y la Iglesia y cuenta con la fuerza de la gracia. Ya en la historia, la definición clásica de matrimonio de Pedro Lombardo va en la línea, viri mulierisque coniunctio maritalis inter legitimas personas individuam vitae consuetudinem retinens,207 supone la comunión de vida, la exclusividad y uno de sus efectos naturales es la indisolubilidad. Ni siquiera los
207 PEDRO LOMBARDO, IV Sent., d. 27, c. 2. Está apoyada en la definición del derecho romano y su esencia es que el matrimonio es una sola vida hecha entre dos. Es una unión de tipo marital: del latín mas maris: principio generador. Presupone, al menos de derecho, la consumación. Supone también la aptitud y legitimidad para esta alianza y vida, que serán explicitadas en el derecho canónico después de una reflexión secular, véase para ello el apartado dedicado a aspectos del derecho. El derecho canónico define el matrimonio como “la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados” (CIC, can. 1055, 1).
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ministros —los esposos— tienen la facultad de disolverlo. Pero ¿puede ser disuelto desde fuera? ¿Hay excepciones? Hay cuatro grados de apartamiento del otro en la pareja: uno es la nulidad —que no anulación— y significa reconocer que nunca hubo vínculo sustancialmente por falta de conocimiento y libertad, como se aclarará adelante. Otro es el divorcio, que consiste en la ruptura arbitraria y unilateral por parte de los hombres de algo que ha unido Dios. El tercero es la separación, reconociendo que hay matrimonio. La cuarta es la disolución de un matrimonio real, por parte de quien puede atar y desatar en la Tierra. A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido tres rendijas por las que se ha aceptado el divorcio y la disolución: el inciso mateano, el privilegio paulino y el privilegio petrino. El inciso mateano (o apostilla) es esta afirmación a propósito de la indisolubilidad: “excepto en caso de infidelidad”. El privilegio paulino es la posibilidad de disolución de un matrimonio natural legítimo en el caso de que uno de los dos contrayentes se convierta a la fe y se haga imposible la convivencia pacífica por la mala voluntad del otro. El ejercicio de este privilegio supone la existencia de una amenaza efectiva para la fe.208 El privilegio petrino es la autoridad que tiene el obispo de Roma, como sucesor de Pedro, de atar y desatar y, por tanto, de disolver un matrimonio. Con frecuencia se han confundido las cosas. El inciso mateano ha sido interpretado sobre todo en Oriente como un caso de muerte moral: el adúltero es como si estuviera muerto moralmente, con ello la parte ofendida queda libre. Las Iglesias de Oriente en esto no han cambiado sustancialmente.209 En la Iglesia
208 I Co. 7, 12. “Por ello el objetivo es el de salvaguardar ese bien cuando realmente se den las condiciones que lo pongan en peligro. En ese caso queda superada la indisolubilidad natural, ya que está en juego una causa superior. La superioridad del bien de la fe está fuera de discusión, pero la importancia del bien de la indisolubilidad exige que esta excepción se aplique sólo en casos y por razones de extrema gravedad”. Y. BARTOCETTI, “Privilegio paulino”, en DTM, 1000; G. GHIRLANDA, El derecho en la Iglesia, misterio de comunión, San Pablo, Madrid, 1992, pp. 445-451. 209 El divorcio merece un buen estudio histórico para no dar por sentadas o perennes, cosas que han cambiado en la historia y es una cuestión esencial para la unión con las Iglesias de Oriente, F. GIL, Divorcio en la Iglesia, op. cit., p. 23.
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latina, hasta Trento, se llegó a aceptar el divorcio ante algunas situaciones, como una solución extrema a los problemas insalvables del matrimonio. En las Iglesias orientales existe el divorcio. Esto no es fruto de un día o del capricho sino de una reflexión centenaria, que además ha tenido influjo en la Iglesia latina, por ejemplo, en Elvira se aceptan divorcios de esa índole. En decretales pontificias en algunos casos se concede nuevo matrimonio a la mujer ofendida, lo mismo en algunas colecciones canónicas del Medievo, hasta irse ampliando la aplicación de la muerte moral, aunque hasta el siglo xii no se encuentran intentos de sistematización doctrinal del tema. El principio es más o menos: “Dios separa a través de su Iglesia”, haciendo alusión al primado de Pedro “privilegio petrino” .210 A partir de allí se va dando un sesgo antidivorcista, es la época de las grandes escuelas canónicas como Bolonia y París. Aparece la disolución a la que a veces se le llama divorcio de matrimonios no consumados (ante profesión religiosa y otras causas graves) y por herejía, aplicando el privilegio paulino. Aunque la cosa se va decantando hacia la negación del divorcio. F. Gil habla de los primeros “catorce siglos de búsqueda del divorcio para remediar graves conflictos matrimoniales”, en las Iglesias latina y orientales. El Concilio de Trento se mueve entre dos aguas: una son los reformados (que niegan la sacramentalidad del matrimonio, convirtiéndolo en una cuestión puramente civil), frente a ellos defiende la sacramentalidad del matrimonio y su indisolubilidad. La otra son las Iglesias orientales. Frente a ellas afirma la indisolubilidad intrínseca del matrimonio y la disolubilidad extrínseca: intrínsecamente indisoluble, pero soluble desde fuera por la autoridad del papa. En los siglos posteriores, ante nuevos intentos de los reyes de manipular a la Iglesia, se va reforzando la autoridad del papa, surge la “potestad vicaria” como aplicación del inciso mateano. Ante los nuevos
210 F. GIL, Divorcio…, op. cit., p. 67.
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cristianos del Nuevo Mundo, por ejemplo, para facilitar su ingreso a la fe. La doctrina vigente (aunque no absoluta e infalible) desde entonces es que un matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por autoridad humana. Desde Trento la doctrina al respecto no ha cambiado un ápice. Se puede resumir así: La mejor solución sería la reconciliación, si es posible, y la actitud cristiana es la de ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situación en la fidelidad al vínculo de su matrimonio que permanece indisoluble (Cfr. Familiaris consortio 83). La Iglesia latina admite la separación física de los esposos (divorcio imperfecto) y el fin de la cohabitación ante situaciones difíciles que lo ameriten, no dejan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva unión. En esas dificultades no hay que excluir el recurso a la nulidad. El divorcio civil de un matrimonio cristiano es una cuestión diferente, contradice la naturaleza del matrimonio que es la indisolubilidad y la unidad, arrastra consigo numerosos problemas de tipo moral, pastoral y de testimonio para los demás. La Iglesia no puede reconocer como válida una nueva unión. Por lo pronto se les invita a escuchar la Palabra de Dios, a “frecuentar la misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar sus hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios” (Familiaris consortio 84). Las dificultades naturales de todo matrimonio revelan la necesidad de acompañamiento para prevenir. Pero también hace falta un acompañamiento a personas divorciadas o en nuevas uniones. Aclarada la indisolubilidad intrínseca del matrimonio, la discusión de los grandes maestros gira en torno a la autoridad del papa, que le viene de su potestad especial dada por Cristo. Muchos sostienen que si el papa puede separar por potestad vicaria: la iglesia puede extender su poder de disolución a todos los matrimonios no sólo al no consumado, por la autoridad dada por Cristo de atar y desatar. Estos maestros denuncian un cierto estancamiento en la
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reflexión, respecto a la relación con las Iglesias orientales y en la falta de respuestas a las dramáticas situaciones personales.211 Sostienen que los argumentos a favor de la imposibilidad de disolución del matrimonio descansan en tradiciones medievales introducidas en el derecho y canonizadas en Trento, y que las cosas han cambiado. La Iglesia oficial ha optado por la cautela y la reserva. Dos posturas. Actualmente las diferentes posturas pueden resumirse en estas dos: una sostiene que el matrimonio es de derecho divino y ningún poder humano, ni el papa, puede permitir el divorcio; esta postura es más de sociólogos y moralistas. Otra, en cambio, sostiene que hay situaciones en las que el bien es la disolución del matrimonio, apelando a una misericordia especial de la madre Iglesia; en esta postura hay más juristas y gente de pastoral, más cercana a la problemática cotidiana. El mismo catecismo reconoce que la problemática ha sido aparcada por la paz. Las dos apostillas, la mateana (Mt. 19, 9) y el privilegio paulino (1 Co. 7, 12), quedan en pie. En 1965 un obispo melquita (Zoghbi)) pidió en el Concilio Vaticano II la consideración de nuevas nupcias para la persona abandonada o en caso de sufrir adulterio. El obispo simplemente estaba apelando a la tradición de las Iglesias orientales en la materia que aplican el inciso mateano, bajo el concepto de muerte moral, a diversas situaciones parecidas. Juan Pablo II fue al núcleo de la cuestión, que es la seria preparación al matrimonio con sus consecuencias. Con ello cambió el tono de inercia oficial del debate, más que dar argumentos escolásticos y apoyados en tradiciones sociales medievales (la consumación como argumento para la indisolubilidad). En clave de familia, dedicó al tema del amor humano cuatro años de enseñanzas, con carácter magisterial, en las célebres audiencias de los miércoles. El divorcio se puede predecir, prevenir y evitar con una buena preparación, con acompañamiento en las dificultades o con mejor no ca-
211 Un estudio más a fondo y detallado sobre estas cuestiones está en: F. GIL, Divorcio…, op. cit., p. 90 ss.
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sarse. El papa polaco, en la exhortación apostólica Familiaris consortio, fruto del sínodo extraordinario sobre la familia —tan afectuosamente preparado por Él— da argumentos teológicos, huyendo de las elucubraciones clásicas sobre el derecho natural. Por otro lado, insiste en una atención pastoral a católicos divorciados y vueltos a casar. Sin embargo, hay verdaderos callejones sin salida y situaciones que no se reducen a la vulgaridad de los matrimonios a prueba o sujetos a la contingencia del tiempo o de los sentimientos o faltos de preparación. La nueva perspectiva de Juan Pablo II era ya bastante, pero se aparcaba nuevamente la cuestión del divorcio a la prudencia y el apego a lo seguro. El sínodo extraordinario de 1985 despertó nuevamente la cuestión, como la posibilidad de nuevas nupcias, invocando el camino de la misericordia por parte de la Iglesia en tantos casos. Ante las apremiantes necesidades pastorales, los argumentos de quienes apelan al divorcio como solución extrema vuelven a la carga.212 212 El argumento teológico: no se trataría de un rompimiento arbitrario por parte de los esposos, sino de apelar a la autoridad del papa (disolubilidad extrínseca). Este argumento se puede desdoblar así: primero, si el papa está por encima del derecho puede dispensar del mismo derecho, no por propia potestad sino la que le viene de Cristo; el segundo es que si puede disolver una matrimonio no consumado, por qué no un consumado: la Iglesia puede extender su poder de disolución a todos los matrimonios; el tercero, no se trata de una cuestión de gabinete sino social y pastoral urgentes; cuarto, la misericordia de la Iglesia invocada para tantos cristianos que se encuentran en una situación de fracaso y además de abandono por parte de la Iglesia: anulación vincular por la Iglesia del primer matrimonio y segundas nupcias para evitar el problema de la comunión a unos bígamos (argumentos de los cardenales Shirayanagi y Kasper). El argumento teológico definitivo a favor de la disolución extrínseca es el “Todo lo que desatareis…”, el papa puede de hecho disolver un matrimonio no consumado. Argumento histórico. Aunque también teológico, se trata de la insuficiencia del argumento de la cópula carnal (matrimonio consumado) que se introdujo por influencia de los pueblos germánicos y es relativamente tardía. Ambrosio mucho antes ya había prevenido que lo que hace el matrimonio no es la cópula sino el pacto conyugal. Si este pacto lo puede disolver el papa, ¿por qué no lo secundario? Tomás de Aquino sostenía que la cópula no es de necesidad para el sacramento… al ser una operación queda en un orden secundario, el de los accidentes. ¿Puede lo accidental hacer más
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Frente a sus argumentos habrá que ver si la cópula es accidental o no, dada la posibilidad de una nueva vida. Quizá lo más importante es que la comprensión del matrimonio ha progresado y se ha entendido mejor la grandeza del misterio al que están llamados los esposos. La opción por la prudencia y el aparcamiento del problema puede deberse a la impreparación de la actualidad a los cambios. Los medios de comunicación y la ignorancia generalizada en estos temas, más que un bien, crearían desorientación, confusión y falsas expectativas, como pretender la disolución por cualquier excusa.
Cambio de perspectiva El núcleo del problema en la actualidad es la inmadurez, la ignorancia respecto al matrimonio, la fragilidad ante el esfuerzo, la inestabilidad que genera el vivir de impulsos y la escasa o nula preparación al matrimonio. En eso la Iglesia tiene algo de responsabilidad. ¿El problema de fondo no estará en la reducción del matrimonio a un contrato y en el peso exagerado del derecho a costa del amor? ¿Las parroquias y movimientos no deberían ser más una comunidad creativa que feligreses o adeptos? Recuérdese que el Código de derecho casi ni menciona el amor, echando con ello más fuego a la división casi milenaria entre matrimonio y amor.213 Después de todo lo
esencial la esencia? ¿Por qué si durante dos mil años se ha disuelto el matrimonio sacramental, no se puede disolver ante el accidente de la cópula (matrimonio consumado)? La respuesta de que ningún poder humano puede intervenir es prudente y sólo aparca el problema. Los argumentos pastorales no son menores. Ante todo, está el valor del individuo, se debe buscar fundamentalmente el bien del individuo en su relación con la sociedad, en favor de la fe cristiana, hay que buscar un equilibrio entre la institución y la salvación personal, este principio se aplica para entrar en la fe, pero si no se aplica a los que ya están dentro da la impresión de un proselitismo interesado. Por otro lado, se mete en el mismo saco al ofensor, al equivocado y a la víctima o inocente de la infidelidad, esto representa para muchos un escándalo cuando el Fundador de la Iglesia dio plenos poderes a su representante en la Tierra “muchos decretales, concilios y disposiciones papales dieron muestra de mayor sensibilidad en el oscuro Medievo que hoy”. F. GIL, Divorcio..., op. cit., p. 130.
213 Hay una sola mención en el n. 1063, a propósito de la pastoral.
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que se ha dicho arriba y siendo el núcleo de la fe cristiana, esto causa, al menos, perplejidad. ¿Cómo se pueden preparar los jóvenes a amar para siempre si se les propone el matrimonio como la tumba del amor? Es aquí donde aparece insidiosamente de nuevo el riesgo de la cosificación del realismo, que se ha tocado arriba. La inercia en la vivencia de un cristianismo en tercera persona y no en clave personal es una consecuencia de eso: se ha tendido a concebir la indisolubilidad como una exigencia extrínseca y no como una aspiración de los esposos, y ello requiere conocerse y una cierta madurez. Un pionero en la nueva perspectiva es Juan Pablo II, su revolución apenas ha sido conocida y menos explotada. Fue a lo esencial, exponer una larga preparación que va desde la evidencia del cuerpo hasta la Revelación y es en esencia lo que se ha hecho en esta obra. En lugar de sofocar el amor hay que ordenarlo e integrar amor y responsabilidad. Pero esto implica la superación del acartonamiento realista que cosifica la relación y del idealismo que extravía al individuo en el relativismo. Las Iglesias han de simplificar las formas para fomentar el matrimonio, esto incluye los aspectos económicos. En muchos ambientes la gente no se casa por esas cuestiones. Parte de la preparación es la de subrayar los aspectos esenciales del matrimonio y superar los lastres históricos que llevan a muchos a no casarse por los gastos que ciertas tradiciones imponen, son cuestiones periféricas al sacramento, pero importantes. Todos preparan la boda, pocos el matrimonio.
Preparación y adolescentismo Es normal que en todas las relaciones haya diferencias, se pase por crisis y periodos de purificación, con diálogo y mirando hacia delante, hacia el proyecto que se han propuesto. Pero muchas veces los conflictos en la relación son los que destapan las coladeras de las cosas mal hechas. El adolescentismo es una inmadurez generalizada para el matrimonio, es la suma de las siguientes carencias, tan comunes en la actualidad: una falta de preparación al matrimonio, una gran inconsciencia respecto a lo que se realiza y una concepción del amor que excluye la durabilidad. En muchos casos se llega a una verdadera incapacidad o inhabilidad para el matrimonio por los hábitos
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de uso y abuso de las personas. Eso aparte del desconocimiento de la disciplina cristiana en estos asuntos, como el derecho, los motivos de fondo y las características propias del matrimonio cristiano. El siguiente cuadro muestra la cadena de la habilidad para amar. La persona nace con un temperamento con que ha de formar un carácter, que es lo que le da la personalidad o instalación psíquica capaz de actos buenos a través de hábitos para tener la aptitud y no sólo la actitud.
La cadena de la
habilidad para amar
persona
personalidad Carácter Temperamento
Actitud Aptitud Hábitos Para poder amar
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Actuar humano
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El problema es de preparación, los caprichos del secularismo y el amor líquido pesan mucho en las decisiones de la gente y han provocado que de por sí muchas personas no se casen “por la iglesia”, pero entre los que acuden al sacramento hay que ver cuántos lo hacen por motivos insuficientes que tienen más que ver con la vanidad que con el deseo y la conciencia de lo que se realiza. Respecto a la conciencia, el matrimonio requiere saber lo que se hace (inteligencia), quererlo realizar (voluntad) y estar dispuesto a afrontar sus consecuencias (libertad), al ver muchas historias, queda la seria duda si los que “contraían matrimonio” eran libres y sabían lo que estaban cometiendo. Todo ello contribuye en el fondo a un analfabetismo afectivo alejado de la realidad del matrimonio, esto hace que en muchas relaciones ni siquiera haya amistad, mucho menos la pretensión de donarse y aceptar al otro tal cual es. Éstas son las cuestiones de actualidad: la urgencia de una gramática del amor. Las otras, como la administración de los sacramentos a los divorciados y vueltos a casar, merece atención sobre todo porque toca a personas con nombres y apellidos, pero se evitarían muchos dolores de cabeza si la gente supiera lo que está haciendo, lo hiciera libremente y afrontara las consecuencias con altura. Síntesis. Quedan claras algunas verdades. La primera es que el cristianismo concibe el matrimonio como un sacramento con carácter indisoluble intrínsecamente. La segunda es que cualquier veredicto humano que pretenda romper el vínculo como el divorcio civil es una mera apariencia, aunque con ello se pretenda la legalidad civil. La tercera es que la indisolubilidad se apoya en el hecho de ser sacramento: la indisolubilidad es el fruto del amor apoyado en el amor fiel de Cristo por su Iglesia. La cuarta es que ni los cónyuges tienen la potestad para romper el vínculo. Sin embargo, hay serios argumentos de carácter escriturístico, histórico, teológico y pastoral para una disolución extrínseca, es decir, por la autoridad de Pedro. Hay que reconocer el trabajo de los tribunales que cada vez son más ágiles y reconducen las situaciones hacia la nulidad, profundizando en las verdaderas causas de los conflictos, sin embargo, hay mucho por hacer y por simplificar. En todas estas cuestiones debería tener cierta preparación la persona interesada en la promoción del matrimonio y la familia.
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9. E sposos y protagonistas, aspectos de derecho canónico El matrimonio es una sapiente institución del Creador para realizar en la humanidad su proyecto de amor. Pablo VI El matrimonio es una alianza de amor, un pacto entre dos personas y por tanto es una realidad intrínsecamente jurídica cuyos protagonistas son el esposo y la esposa. Esta alianza es indisoluble allí donde se haya realizado el sacramento. Sin embargo, en el matrimonio se puede dar el fracaso. Por ello urge aclarar los aspectos de derecho sobre matrimonio, pues hay una gran falta de conciencia, ignorancia y prejuicios sobre lo que se puede hacer al respecto.214 Se puede vivir serenamente después de una ruptura, agotando el recurso de la nulidad, que no es tan difícil, a pesar de lo que se ha simplificado. Ante una situación de fracaso y serios problemas, lo primero que hay que hacer es hablar, dialogar, orar y recordar el amor primero, buscar las causas, procurar perdonarse sinceramente. Todos los matrimonios pasan por crisis. Lo segundo es tener la valentía de buscar ayuda o saber a quién acudir, por ejemplo, matrimonios maduros o duraderos, a algún sacerdote maduro. No se recomienda buscar ayuda siempre a la propia familia o al primer psicólogo (debería tener claro lo que es el matrimonio y apostar por la alianza), menos a los amigos de juerga. Las dificultades son normales, pero hay que reconocer que algunas son, por muchas circunstancias, insalvables. Aclarar las cosas es una cuestión de honestidad, pues con frecuencia se provocan más dolores de cabeza como familias rotas, ulteriores relaciones sin garantía, sufrimiento personal e infligido a otros, la indisposición para recibir los sacramentos y una vida desordenada, si es que no deprimida, por ello urge tomar conciencia ante esta situación y buscar con sinceridad una solución. 214 El Código de Derecho Canónico establece que el proceso de anulación no debe durar más de doce meses y la apelación obligatoria puede durar de dos a seis meses (c. 1453). Si los trámites duran más de lo estipulado, deberán acudir al Obispo de la Diócesis.
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Tres posibilidades. La primera es que se trate de dificultades fuertes pero propias del matrimonio; la segunda es que en realidad no haya un matrimonio entre ambos, se puede descubrir con sorpresa que no se han dado las condiciones para un auténtico matrimonio y se haya salido de la ceremonia tal como se entró, solteros; en ese caso se trata de confirmar su nulidad. Una tercera posibilidad es concluir que ha habido un verdadero matrimonio, pero es conveniente la separación física.215 El divorcio es algo muy diferente, consiste en la disolución de un matrimonio real. No todo el mundo es hábil para el matrimonio, es hábil quien no tiene impedimentos matrimoniales, éstos son numerosos, aunque la gente en general los ignore. Es esencial la capacidad de consentir deliberadamente, según las normas canónicas, y cumplir con la forma jurídica ordinaria o extraordinaria.
Los impedimentos matrimoniales La minoría de edad para contraer matrimonio, es necesario en los varones haber cumplido 16 años y en las mujeres 14 años. La impotencia, cuyo efecto es impedir la cópula o coito de manera humana, es decir, voluntaria. Para que sea un impedimento, ha de ser determinada antes del matrimonio y permanente, la duda no anula el matrimonio y se considera pasajera la que tiene causas psicológicas. El lazo conyugal (estar casado) aunque se trate de un matrimonio no consumado. La disparidad de cultos: es inválida una unión donde sólo una de las personas es bautizada. Es válido el matrimonio ante la duda de bautismo de alguna de las partes, mientras no se compruebe lo contrario.216 El orden sagrado: el diácono, presbítero u obispo no pueden contraer matrimonio canónico. Aunque se permite la ordenación 215 Una breve e inteligente síntesis del Código de Derecho en materia de matrimonio es A. MOLINA, Los matrimonios que nunca existieron, IMDOSOC, México, 2000. 216 Los apartados sobre el matrimonio en el Código de Derecho Canónico van de los números 1055 a 1165.
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diaconal a personas casadas. Junto con esto, el voto público perpetuo de castidad (c. 1088). El rapto: Ningún matrimonio será válido si se hace contra la voluntad de una de las partes, ya sea por rapto, obligación, etc. El conyugicidio: el matrimonio fruto del asesinato del propio cónyuge o del de la persona con quien uno quiere casarse. La consanguinidad en línea recta: es nulo el matrimonio hasta el cuarto grado. Igual en caso de afinidad: en línea recta, entre el varón y los consanguíneos de su mujer y entre la mujer y los consanguíneos de su marido. La pública honestidad: es nulo en línea recta y primer grado entre los hijos de un concubino con el otro; es decir, entre el varón y las consanguíneas de la mujer y viceversa. Lo mismo en el caso de parentesco legal de adopción: esto afecta al adoptante, adoptado y sus descendientes y ascendientes, así como los adoptados con los hijos carnales del adoptante. Los impedimentos que ni siquiera el Papa puede dispensar son la consanguinidad en línea recta (padres e hijos, abuelos y nietos) o en línea colateral (entre hermanos), así como el impedimento de impotencia, lazo en matrimonio rato y consumado. El Papa puede dispensar de estos impedimentos: orden sagrado, el voto público perpetuo de castidad expedido por un instituto religioso de derecho pontificio y el crimen. El ordinario local (obispo) puede dispensar del impedimento de edad ante peligro de muerte. Consentimiento y sus deficiencias. El conocimiento y la voluntad son necesarios para la realización del matrimonio. El fallo en alguna de estas facultades puede anularlo. Por parte de la inteligencia están la ignorancia sobre el carácter que tiene el matrimonio de amor estable, entre hombre y mujer y en orden a los hijos, con cierta cooperación sexual y el grave error sobre la identidad de la persona o sobre cualidades directas o fingidas por los contrayentes o dolosamente ocultadas, con los consiguientes males que perturban la vida conyugal.
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Condiciones o situaciones Por parte de la voluntad son la falta de libertad o el rechazo de la sacramentalidad y del amor de benevolencia en el matrimonio que pueden invalidarlo; el miedo o la presión para realizar el matrimonio, rechazar el matrimonio verdadero quedándose en apariencias, rechazar la unidad, la fidelidad y la indisolubilidad propias del matrimonio, lo mismo que rechazar la procreación y el derecho a los actos conyugales. En el caso de un matrimonio condicionado, si la condición es sobre el futuro, es inválido, si es sobre el pasado puede resultar válido. Lo anterior incluye la celebración del matrimonio, puede estar condicionado principalmente por el miedo como la amenaza de los padres o la familia o que el matrimonio sea el precio que tenga que pagar para librarse de ellos. Por parte del conocimiento. Es parte esencial del matrimonio saber en qué consiste. El hombre y la mujer se comprometen a actuar con la verdad a realizar una alianza irrevocable para formar un matrimonio. Las principales condiciones y carencias son: carencia del uso de razón o sentido común: como los enfermos mentales graves (con carencia de razón habitual). La carencia de razón puede ser transitoria: estado de ebriedad o drogadicción y carecer de libertad interna. Otra es el grave defecto de discreción de juicio, o incapacidad valorativa de su comportamiento y las consecuencias de sus actos. Otro grave impedimento es la incapacidad de asumir las obligaciones esenciales. Ya sea por causas de naturaleza psíquica deteriorada, ya por mala educación recibida o malos hábitos o incapacidad para la fidelidad o para querer el bien del otro cónyuge; hay personas moralmente imposibilitadas para cumplir con lo pactado. El desconocimiento de la identidad del matrimonio. Los juristas lo llaman un error sustancial de derecho. Hay un mínimo que todos deben saber acerca de un matrimonio: vivir en la misma casa, compartir la vida, que está formado por varón y mujer, que la
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convivencia de los cónyuges es permanente, para toda la vida, que el objetivo de todo matrimonio es la procreación y supone la apertura a la vida. Es impedimento el error sobre la persona y cualidades, por fingimiento, engaño o simulación. Desgraciadamente hay gente que finge un matrimonio, igual el error provocado dolosamente hace nulo el matrimonio cuando recae sobre cualidades jurídicas, sociales, morales, religiosas o referentes a graves problemas de salud física o psíquica. Entre los casos más comunes están estos: enfermedad grave, matrimonio civil previo, el internamiento en centro psiquiátrico, la filiación extramatrimonial, el embarazo de otro, haber estado en la cárcel, la incredulidad, la ocultación de la esterilidad, pertenencia a otra religión, graves desviaciones sexuales, la gran diferencia de edad, titulación universitaria, etc. La simulación puede ser parcial como la exclusión de los hijos o la exclusión de la fidelidad, la exclusión de la dignidad sacramental, todas estas situaciones son causa de nulidad.
Por parte de la forma jurídica Hay una forma jurídica para la realización del sacramento sin la cual es inválido. El consentimiento forma parte esencial de la ceremonia de la boda y se exhibe de forma ordinaria, ante un testigo sagrado (sacerdote) y otros dos testigos. Excepcionalmente (forma extraordinaria) sólo ante dos testigos. A veces se permite acudir a la forma civil. El matrimonio por procurador es un caso especial.
Declaración de nulidad Puede suceder que el matrimonio se haya celebrado inválidamente, si incurren en alguno o más impedimentos, no se les considera esposos. Se trata de un matrimonio nulo. Y al darse cuenta, si así lo desean pueden convalidarlo a través de un párroco. Si no desean hacerlo o su matrimonio no se puede convalidar, pueden separarse y presentar al Tribunal eclesiástico las causales que ameriten la
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nulidad. Otros motivos para la disolución del matrimonio son la consumación o el privilegio de la fe o paulino. Hay que distinguir pues entre separación, divorcio y nulidad. La separación es el distanciamiento o rompimiento de la cohabitación, no del vínculo matrimonial; el divorcio es la ruptura del vínculo existente, permitiéndole contraer nuevas nupcias con diferentes personas; esto es admitido sólo en las Iglesias orientales. La nulidad es la invalidez de un matrimonio por haber incurrido en alguno o varios de los impedimentos, equivale a no haberse casado.
Aspectos procesales Para la nulidad de un matrimonio intervienen abogados, asesores y procuradores como representantes ante los Tribunales eclesiásticos; éstos deben ser católicos, con aprobación del obispo diocesano y con conocimiento de las cuestiones matrimoniales. Parece complicado pero la vida misma se ha vuelto complicada por los cambios de domicilio y de trabajo actuales.217 El proceso inicia en el momento en que el demandante presenta ante el Tribunal su solicitud o expediente, se determinan las causas de invalidez (fijación del dubio o duda) para su sentencia y se abre el periodo introductorio. Pruebas. Como en todo juicio hay pruebas, fruto del interrogatorio de los cónyuges que por separado hacen su declaración bajo juramento. La prueba documental pueden ser documentos oficiales (expedidos por notarios, jueces, párrocos) o documentos privados (cartas o escritos personales), además de la prueba testifical están los testigos (familiares, amigos, vecinos) que deben decir la verdad de lo que saben o han vivido y constituyen una gran fuerza probatoria.
217 Están, por ejemplo: el Tribunal de la diócesis donde se contrajo el matrimonio, el Tribunal donde el cónyuge demandado tiene su domicilio canónico, la parroquia y diócesis a la que pertenece, el Tribunal del lugar donde reside habitualmente el que inicia el pleito y el Tribunal del lugar donde se encuentran las pruebas: testigos, documentos.
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Junto con ello hay pruebas periciales cuando haga falta como en casos de impotencia o de anomalías psíquicas. Éstas las llevan a cabo ginecólogos, urólogos o psiquiatras, seguidas de réplicas y confrontación con las normas jurídicas de las cuales los abogados presentan. Sentencia. Finalmente se da la sentencia: La sentencia tiene que decir las causas por las que el matrimonio es válido o inválido. El ponente (uno de los jueces) redacta la sentencia, se pone a votación y se les comunica a las partes (procuradores). Apelación. Existe la apelación a un tribunal superior que debe confirmar la decisión de los jueces que dictaron la sentencia; sólo entonces la pareja recupera su libertad. En caso de inconformidad existe el recurso a una segunda instancia: el arzobispado y si es preciso a una tercera: la nunciatura.
Disolución del matrimonio Los matrimonios sacramentales que se pueden disolver son aquellos que no reúnen las condiciones mencionadas arriba, como el matrimonio no consumado.218 Existe también la disolución del matrimonio a favor de la fe, o privilegio paulino, el caso de los polígamos, si el polígamo se bautiza puede escoger a la primera, y si se rehúsa puede escoger a una de las demás. La persona se puede volver a casar ante la imposibilidad de cohabitar con su cónyuge no bautizado o por cautividad.219
218 Las faltas de consumación pueden tener varias causas: rehusarse a hacerlo; anomalías psicosexuales o causas de fuerza mayor; por no realizar la cópula de modo humano (inseminación, violencia física, o que se realice por amenazas graves). Cuando no se logra consumar aunque lo deseen aun con la consulta a urólogos, sexólogos. Deben acudir a la parroquia o a un centro de orientación familiar cristiano para recibir información necesaria para la disolución o la dispensa del papa por no consumación. 219 Si dos no bautizados al momento de casarse, únicamente uno de ellos decide bautizarse, pero el otro no, y el oponente no cohabita de manera tranquila con la bautizada ni se quiere bautizar, se le permite a la persona bautizada casarse con otra persona.
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10. Mejor no casarse Casarse está bien. No casarse está mejor. Agustín de Hipona Toda persona está llamada a amar, esta vocación al amor se realiza en dos posibles estados: de modo común en el matrimonio y a través del celibato. Siempre ha habido personas que existencialmente no se sienten llamadas al matrimonio por una experiencia religiosa o un ideal elevado. Celibato (del latín caelibis) significa dedicado a las cosas del cielo, aunque no siempre tiene motivaciones religiosas, puede incluso ser fruto de una obligación, como sucedía a los eunucos o esclavos de la Antigüedad. El celibato se refiere a hombres y mujeres, el término de virginidad se refiere sólo a las mujeres, pues en el varón no se habla de virginidad. Algo muy diferente es la castidad, que se refiere a la virtud de reservarse para una persona sola y, por tanto, aplica a todos: casados y no casados. En el núcleo del celibato cristiano hay tres elementos, el primero es que se debe a una experiencia de fe; el segundo es que el celibato auténticamente cristiano es fruto de una opción libre y voluntaria (a diferencia de los eunucos que así nacieron y otros que así los han hecho los hombres); tercero, es una opción por amor y no una renuncia ni menos fruto del complejo, miedo, narcisismo, resentimiento o egolatría. A lo largo de la historia se han mezclado muchas motivaciones insuficientes tanto humanas como religiosas. Pero hay que comenzar superando la mentalidad simplista o vulgar que lo concibe como algo imposible o fruto de la represión. Igualmente importante es no confundir sacerdocio con celibato.
Eunoukía, no agamía Que se trata de una vocación, lo refleja el término eu-noikoi (o eunukoi), que se ha usado desde el inicio, y no a-gamía o a-gamoi, que significa sin pareja o soltero y tiene una connotación negativa, hace referencia a la soledad originaria y a la necesidad de no estar solo. La raíz eu significa un bien para la casa (oikía) que es la Iglesia, es una dedicación o consagración para amar. Eunoikoi significaba castrado, pero también ayuda de cámara u oficial de
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corte, un hombre de plena disponibilidad para el bien de la casa. En sentido cristiano es el amigo del esposo: el que le prepara la esposa para su deleite. El eunuco es el que está fascinado por el Reino de los Cielos y por ello le es imposible vivir el matrimonio, es una exigencia soberana del llamado a dar testimonio de la resurrección. Un “eunuco por el Reino” es una constante evocación a algo más allá que la vida “normal” de este mundo, está por ello al servicio del Esposo que es Cristo y su esposa la Iglesia. La convicción por este estado de vida tiene su punto de partida en una experiencia religiosa que no entiende quien no la ha tenido.
Históricamente… Desde los orígenes del cristianismo, ha habido la convicción de que el celibato constituía un estado de vida de consagración siguiendo el consejo de Cristo de renunciar a todo por Él. A partir del siglo III van disminuyendo las persecuciones y cada vez más cristianos se sienten llamados a este estado (en esa época, lo normal era que los sacerdotes no sólo estuvieran casados, sino que estaban íntimamente ligados a la propia familia). Aunque surgió también en esa época el encratismo (de encrateia, manía por la continencia) era un abuso y sostenían que la vida propiamente cristiana era el celibato, creían que los tres frutos del mal eran la mujer, el vino y la carne y había que evitarlos, los que se casaban pasaban a ser cristianos de segunda o casi infieles. Los Padres defendieron siempre con vigor la dignidad de la vida matrimonial, pero tienen ciertas afirmaciones satíricas sobre el matrimonio, como que la gestación, el alumbramiento y la educación sólo producen disgustos, así que dieron pie a la preferencia por el celibato.220 El encratismo en cambio
220 Son afirmaciones satíricas que han existido siempre y que no hay que sacar de contexto. Véase AMBROSIO, De virginibus 1 c. 6, n. 25-26: PL 16, 195-196; BASILIO, Epist. 2, 2: PG 32, 224-225. Otros ejemplos son que “la vida matrimonial solo conoce dificultades” (JERÓNIMO, Ad Jovinianum I, 28: PL 23, 243-250) o es una amarga carga, es un triste drama (AMBROSIO, De viduis c.13, n. 81: PL 16, 259, o “la amarga alegría de tener hijos”. P. DE LABRIOLLE, Les satires de Juvénal, Étude et analyse, Mellotée, París, 1932, pp. 192-197.
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desprecia abiertamente el matrimonio, pues se trata de una corriente de origen dualista y gnóstico, por ello es condenado por la Iglesia (Sínodo de Gangra) y de hecho en el Concilio de Nicea no se obliga a los sacerdotes ni al celibato ni a la continencia, aunque sí prohíbe el matrimonio después de recibidas las órdenes mayores (después de ser diácono, presbítero y obispo).221 Algunas expresiones como castidad perfecta o virginidad han causado más desorientación que ayuda. Entre quienes escogían esta forma de vida muchos cayeron en rarezas y extravagancias, daban más la impresión de vanidad e insociabilidad que de verdadera vocación. Comienzan a nacer por ello las comunidades con reglas muy sencillas como las de Benito de Nursia, cuya comunidad salvó la cultura occidental a través del espíritu de comunidad, ascetismo, belleza, creación de cultura, oración y trabajo. Forjan una tradición de familias religiosas. En el siglo xii se da una profunda renovación espiritual en Occidente y se revalora el celibato como un camino a amar, no sin excesos de espiritualismo y de idealización, véase arriba la idealización del amor que se dio justo en esos siglos, como el amor cortés. Hasta entonces se permitían los sacerdotes casados, aunque se les pedía continencia (y en algunos casos hasta se les pedía sed non caste tamen caute, si no 221 En Oriente ya se escogían Obispos sólo de entre los monjes o célibes. Con estos pasos se va confundiendo poco a poco celibato con sacerdocio. En Iberia se impone de hecho el celibato por primera vez (año 305, en el Sínodo de Elvira), los sacerdotes no podían casarse y para el sacerdote se exigía el celibato, de allí pasa a la Galia y crea un problema: ¿los sacerdotes casados tienen que abandonar a sus mujeres? Surge también otro conflicto, el de si los hijos podían heredar los beneficios eclesiásticos como las órdenes y bienes materiales. Aparece entonces la solución de vivir como hermano y hermana y, de hecho, muchos sacerdotes vivían en comunidades en casa del obispo. Hasta el siglo xii, en la Iglesia latina se permite a los sacerdotes estar casados, pero en general se les exigía la continencia. Como se sabe, en el siglo xi, después de muchos abusos y de una perversión generalizada, se impone el celibato a los sacerdotes (reforma gregoriana, por parte de Gregorio VII) y se irá aplicando gradualmente. Esto hace que se confundan las cosas: se pensará que el sacerdocio es sinónimo de celibato y éste, más que como una vocación, será visto como una renuncia. Véase E. SCHILLEBEECKX, El celibato ministerial, Sígueme, Salamanca, 1968, p. 44 ss.
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sois célibes al menos sed discretos). Poco a poco va tomando tintes jurídicos, como muchas realidades en el Medievo, que culminarán con el ordenamiento hecho por Trento en el siglo xvi y así hasta la actualidad, en parte dando paso a la identificación, si no confusión, entre sacerdocio y celibato. Entre las motivaciones para el celibato ha habido de todo, por ello hay que ser crítico.
Motivaciones insuficientes La renuncia al matrimonio ha existido en muchas culturas, en el hinduismo y budismo es parte de la renuncia para conducir a un estado de no imperfección; en el mundo grecorromano era símbolo de una especial cercanía con los dioses, y las relaciones sexuales se consideraban una manifestación de los espíritus malignos (piénsese en las vestales). Otra motivación es la que ve en la vida matrimonial una causa de división para quien quiere dedicarse de lleno a Dios, es la experiencia que tiene Pablo después de conocer el misterio de Cristo; en Pablo está presente otra motivación: la oración es contacto con el “buen espíritu” o Dios y es contraria a la sexualidad, contacto con los espíritus malignos, de la cultura grecolatina (1 Co. 7,5). Estas motivaciones se siguen escuchando en la actualidad. Para muchas culturas antiguas, las relaciones sexuales son incompatibles con el culto, son sucias para quien se dedica al altar, esta concepción se advierte en el Levítico y otros textos (Is. 52, 11) y ha tenido influjo en la concepción del celibato: “omnis coitus inmundus”. Otra manera de ver el celibato es como una ascesis o virtus (fortaleza, la misma raíz de vir, varón), en esta visión se advierte no poco orgullo si no un desprecio hacia quienes no logran los músculos de la continencia. Más al extremo están las formas de maniqueísmo o dualismo que ve en el matrimonio, en las relaciones sexuales y en la procreación, manifestaciones de apego a la materia y al mal (estas visiones han desembarcado varias veces en Occidente a lo largo de la historia, como los cátaros, personas tan espirituales
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como soberbias). Los Padres se refieren al celibato poniendo en guardia contra el orgullo. Agustín, finamente, pide “concédeme, Dios, el poder para realizar lo que me mandas y mándame luego lo que quieras”,222 con ello se supera la visión pagana de autosuficiencia (autarkeia) y se lo ve como un don. Hay motivos sociológicos como la cuestión de las herencias tanto ministeriales como, sobre todo, de bienes. El sacerdote, al ser célibe, evitaba el abuso del avunculus o “tío”, que en el Medioevo era una autoridad en la estructura familiar y aprovechaba para repartir a sus anchas, esta motivación pesó en la imposición del celibato a los sacerdotes en esos siglos. En la actualidad hay otras motivaciones como la autorrealización, o nuevas formas de maniqueísmo que desprecian el matrimonio a favor de dedicarse a uno mismo y la visión negativa del matrimonio y de la relación como un obstáculo. El miedo y sus parientes son otras motivaciones hoy comunes y, con ellas, la falta de compromiso. Percibir el celibato como solución a una problemática personal, para la sanación de las propias heridas o para colmar necesidades afectivas son otras motivaciones insuficientes, y con las cuales se reduce a una especie de voluntariado altruista para sentirse bien.
Amar con todo el corazón El núcleo del celibato no es la renuncia sino el amor a Cristo y su servicio. Bienaventurado quien le sirve en humildad con amor, dirá Francisco de Asís. El celibato implica la fecundidad espiritual. ¿Por amor a quién? Siguiendo la reflexión anterior, el celibato es un estado de vida en el que la persona se asume en una relación amorosa con Dios, como un representante de la Iglesia en su amor de esposa. Cristo es el centro de su vida, para seguirle adonde lo llame. “Hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos
222 AGUSTÍN, Confesiones X, 29, 40, BAC, Madrid, 1985, p. 426.
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por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mt. 19, 12). Existe esta vocación todavía en una sociedad invadida por el positivismo y el cosismo. Otra motivación es la escatológica, que consiste en vivir como ángeles. Hay que poner en guardia contra el pálido concepto actual de los ángeles, que los ve como asexuados, azucarados, afeminados o volcados a los caprichos humanos. En realidad, son potencias, personalidades poderosas dispuestas a servir a Dios aun a costa de descargar con furia su fuerza como un rayo ante el mal. La perspectiva escatológica es la disponibilidad plena y libre al servicio de Dios, es la que caracteriza a Jesús y a María. Con ello se descubren las dimensiones cristológica, eclesiológica y escatológica del celibato. Dios es el anhelo del célibe, encontrarse con él amorosamente en clave escatológica, donde apagar definitivamente la inquietud del corazón. El conocimiento de Dios proviene de una vida dedicada a Dios, nuestro esplendor es Dios, es corazón de nuestro corazón, nuestra alegría, nuestra esperanza. Dios, nuestra fecundidad.223 El celibato no consiste en volverse asexuado, sino en amar desde la propia instalación sexuada y en clave esponsal. Lo esencial en el celibato —como en el matrimonio— es la decisión libre de amar, no puede ser fruto de la obligación externa, pues contradice el amor. Sólo se puede entender como una opción por amor y en entera libertad y conciencia, de otro modo se convierte en una obligación extrínseca, con lo que pierde sentido y mérito. El matrimonio ilumina la vida de celibato, pues los célibes están llamados a amar con un amor esponsal a Cristo y en Él a todos, y los esposos están llamados a vivir pensando en la resurrección. Celibato y santidad. Santidad, como en el matrimonio, es pertenencia y exclusividad y tarea de amar a Dios con todo el corazón, antes que malentendida impecabilidad ética. La purificación del corazón es el arte de amar a Dios con todo el corazón, Dios es la plenitud de la que se ha hablado arriba. Por tanto, los llamados por este camino no son visionarios, ayatolas o faná223 P. G. CABRA, Con tutto il cuore, Queriniana, Brescia, 1980.
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ticos, son personas sencillas que se han tomado a Dios en serio y realizan así la redención del corazón, en comunidad. No deja de ser humano y expuesto a la caída y a echar raíces en cualquier tierra. Cabra afirmar que el único adulto maduro es el santo.224
Ascesis: estar en guardia para elegir El celibato tiene un valor sacrificial, implica tomar la cruz de cada día que es la continencia. Conlleva discernir lo que entra en la persona y se agita en ella. La ascesis es colaboración con el Espíritu, es decisiva la celosa custodia del corazón, especialmente en tiempos actuales, bajo el tsunami pansexualista. Si no se ha llevado con altura la noche, no se verá el alba y si no se ha muerto a sí mismo, no se resucitará.225 Muchos se extraviaron en la noche por no conocer, por inexperiencia o por inconstancia, no entendieron el precio del amor divino o no lo supieron pagar. El hombre que busca la pureza de corazón y sencillez de mente trata de no atarse a las cosas. Quemar las inmundicias significa guardar los sentidos para no llenarse de basura la cabeza, lo mirado se vuelve recuerdo y el recuerdo deseo irrefrenable. Otra acción es la de mirar toda belleza humana como creatura de Dios llamada a darle gloria. En el camino de purificación, la soledad es el gran laboratorio donde encontrar a Dios. Todo ello exige un camino formativo.226 Hay que rodearse en la soledad de huéspedes honestos, como buenas lecturas, y compañeros sabios. El célibe está llamado a amar la soledad sin ser un solitario.
224 “Un rey potentísimo envió a dos funcionarios ante la reina. Vuelve el primero y dice solo lo que ha oído, porque había refrenado prudentemente sus ojos sin volverlos a donde no debía. Vuelve el segundo y tras exponer sus asuntos hizo un largo elogio de la belleza de la reina […] finalmente el rey pronuncia la sentencia: al primero, tú quédate en mi corte pues eres discreto y respetuoso. Al segundo en cambio que lo echen pues no quiero atentados en mi casa contra mi honor”, Ibidem, p. 74. 225 L. LEGRAND, La doctrina bíblica de la virginidad, Verbo Divino, Estella, 1963. 226 A. LÓPEZ AMAT, El seguimiento radical de Cristo, Encuentro, Madrid, 1987.
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Urgencia de la madurez afectiva y gramática del amor Hoy los candidatos al celibato y al sacerdocio, y los mismos sacerdotes, están expuestos al riesgo de la inercia del celibato por tradición, la descomposición social en materia de educación sexual y la automatización de las personas por los medios de comunicación. Esto se resume en soledad y despiste existencial. ¿Cuál puede ser el resultado de tal ofuscación? La inmadurez humana, tan generalizada en la actualidad, inhabilita para amar, tanto en el matrimonio como en el celibato por el Reino de los Cielos y también para el sacerdocio. Es una ilusión esperar que el celibato, el apostolado o el matrimonio sean medicina de tal inhabilidad. Más bien se ha de trabajar en la disposición a amar, con acompañamiento en clave esponsal y tener la experiencia de familia, haciendo comunidad. Quien no ha elegido voluntariamente no casarse requiere acompañamiento para pasar de la resignación a la vivencia gozosa de la vida en clave esponsal. Hay todavía mucho intelectualismo o descuido y casi ausencia de formación afectiva en los seminarios. De por sí, la gente está cada vez más sola y las familias más rotas. Esto crea auténticas bombas de tiempo…227 El célibe ha de formarse en el tema de la familia y con familias, en un estudio serio sobre el matrimonio, en teología del amor y no quedarse en los clásicos manuales sobre el sacramento. Aquí aparece la necesidad de una pastoral familiar encaminada a hacer de las parroquias verdaderas comunidades de familias y no de individuos sueltos. Los religiosos y los seminaristas han de concebirse como hijos amados llamados a amar.228
227 Cfr. M. E. LUPARIA, Prevenire la pedofilia... comindiando da noi, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano, 2011. 228 Para este tema véase F. J. INSA, Amar y enseñar a amar. La formación de la afectividad en los candidatos al sacerdocio, Palabra, Madrid, 2018.
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Hoy los jóvenes abordan con mayor apertura, naturalidad y franqueza todos los problemas, pero también son más frágiles emocionalmente y menos resistentes a la frustración. El tsunami afectivo y sexual al que se enfrentará el sacerdote, el narcisismo, el obsesivo cuidado del cuerpo y la dependencia de las pantallas son algunos factores culturales propios de hoy. Hay factores espirituales, la pregunta ¿sabes si es digno? debería hacerse en cada paso del proceso de formación.
La madurez afectiva y sexuada Consiste en tener un claro sentido de una elección.229 La educación afectiva comienza por una sana educación sexual. Lo sexuado es un don que compartir y no una propiedad privada para el placer. Hay educadores para el celibato y también falsos célibes. Manifestaciones de madurez son el conocimiento del propio corazón y de la situación interior, la capacidad de donarse, la libertad afectiva y de relacionarse objetivamente. Libre es todo muchacho o muchacha capaz de establecer relaciones objetivas consigo mismo y con los demás, con Dios y con la realidad, y estar reconciliado con la vida y con su pasado.230 Madurez afectiva es conciencia de la profecía celibataria como vocación a amar en plenitud. El sacerdote, por ejemplo, es un maestro en el amor. Esta plenitud es vertical, con Dios, y horizontal, con los otros. Es experiencial no sólo intelectiva. El celibato es una relación profunda y gratificante. Brota de la conciencia de la relación esponsal con Dios. Sólo desde allí se entiende la renuncia. Es una 229 Es necesaria la madurez para integrar la sexualidad y sus capas. Más en la situación actual, caracterizada por el pansexualismo, la justificación de “normalidad” a todo tipo de prácticas y el acceso indiscriminado a la información. Otras características son la presión social por definir la propia sexualidad, el bombardeo de la “educación oficial” con su visión zoológica de la sexualidad. A. CENCINI, Virginidad y celibato hoy. Por una sexualidad pascual, Sal Terrae, Santander, 2006. 230 https://www.youtube.com/watch?v=dKkboQzitXs
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relación libre que abraza todo el mundo. El célibe maduro tiene clara la concepción cristiana de la sexualidad como manifestación de la imago Dei, porque el cuerpo revela al hombre y expresa la persona. Supera la visión banal de la sexualidad sin sentido y la percibe como una brújula al amor. No se puede dividir entre una sexualidad procreativa y otra hedonista. Toda sexualidad es abierta a la fecundidad y la llamada hedonista es uso del otro (esto no significa negar el placer sexual que se ha de dar a la pareja) y que identifica sexualidad con sensualidad.231 En el célibe se requiere una gestión de las pulsiones que no sea un malestar. El estar bien profundo es una condición feliz en la que la persona experimenta la sensación agradable de una buena salud física y psíquica, incluye la paz espiritual y la relación, se convierte en un bien para los otros. A diferencia del bienestar superficial que se reduce a las cosas. Manifestaciones de inmadurez sexuada. En el orden evolutivo de la persona, son la falta de identidad y orientación sexual, la fijación en etapas de por sí pasajeras, como la adolescencia o la regresión. En el orden de los contenidos puede darse una sexualidad carente de misterio, se reduce lo sexuado a un fin en sí mismo, a un juguete, a pobre relación de uso o cerrada a la fecundidad. En lo sexual, hay que formar hacia el amor atentos a todas las capas de lo sexuado, que van de lo genital a lo mistérico.
Celibato y sacerdocio Se estableció una especie de candado entre sacerdocio y celibato en la Iglesia latina y ha distraído de la eunoukía bíblica: la incapacidad para el matrimonio por la fascinación que causa el Reino. Esto convierte el celibato sacerdotal en una tarea pendiente. El sacerdocio no es un derecho sino una vocación asumida voluntariamente, con la disciplina que lo acompaña y ésta en parte 231 M. E. LUPARIA. Prevenire la pedofilia... op. cit., p. 106.
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es hija de la historia. Ante la desorientación actual, hay que aclarar que no se trata de que los sacerdotes se casen sino de que personas casadas puedan acceder al sacerdocio. Antes de plantear el acceso al sacerdocio por parte de personas casadas, hay que revalorar el celibato y tomar conciencia sobre su significado amoroso y ya después abordar su acceso. A la vez se mantiene en pie la invitación de Jesús de dejarlo todo por el Reino, incluida la casa (familia y posesiones). Hay muchos célibes y personas casadas cuya vocación es el sacerdocio, como se ve en las Iglesias y ritos orientales. El argumento del “amor indiviso” es insuficiente también para el sacerdocio,232 lo es también el de la tendencia a la perfección, que coloca al matrimonio en una especie de segundo plano, no sin una cierta punta de maniqueísmo. Amar a Dios no puede ser sólo un “consejo evangélico” ni exclusivo de quien no se casa, como finamente vio ya Tomás de Aquino en su tiempo y llamó sin tapujos a esa actitud, pestiferam doctrinam.233 Hay que valorar el celibato en los sacerdotes, la Iglesia católica en su rito latino acepta hoy por hoy sólo célibes al sacerdocio, lo esencial es que el celibato es voluntario; por otro lado, la Iglesia no obliga a nadie a ser sacerdote y muchos lo han llevado con gran coherencia y alegría. He aquí el testimonio de un sacerdote que encontraron unos peregrinos en el Camino de Santiago: “Llegábamos al albergue habitualmente como a las cuatro de la tarde. Nos duchábamos y lavábamos la ropa para usarla al día siguiente. En la mochila solamente llevábamos una muda. Después, íbamos a la parroquia del pueblo a rezar y a tener la Santa Misa, a la que invitábamos a gente durante el Camino. Cada día venían muchos. Especialmente cercano fue un grupo de unos 16 italianos, de una parroquia de Verona. El segundo día vinieron a misa con nosotros 232 Constitución apostólica Lumen gentium 44. Véanse las posibles interpretaciones o aplicaciones de esta afirmación en E. SCILLEBEECKX, El celibato…, op. cit., p. 86. 233 TOMAS DE AQUINO, Contra pestiferam doctrinam retrahentium homines a religionis ingressus 2, 165, n. 759.
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y cantaron unos cantos admirables. Desde entonces, cada día los encontrábamos por el Camino. Como suelen ser los italianos, eran muy alegres y espontáneos. En Palas de Rei, nos pusimos a cantar en plena calle y echar porras. Por cierto, me admiró mucho el párroco de ese pueblo: nos prestó la iglesia con gran caridad, nos dejó la custodia para exponer el Santísimo y estuvo toda la hora eucarística rezando con nosotros. Al final, conversando con él, nos dijo que llevaba en esa parroquia ¡62 años! Empezó con 24, cuando no había ni iglesia —él se encargó de construirla— y ahí seguía, fiel a su misión, con 86 años… ¡Eso es perseverancia!”. No es un testimonio directo del celibato, pero sí de vida plena e identidad gozosa.
Conclusión ¿Puede tener el celibato sólo una motivación religiosa? Parece que no, puede ser suficiente como una realidad terrena, pero parece que no consiste en la consagración a algo sino a alguien: servir a través de la ciencia, del arte, la enseñanza, etc. Nietzsche decía “un filósofo casado me parece un personaje de comedia”, aunque él mismo intentó casarse, y Bacon afirmaba que las mejores obras habían sido escritas por célibes u hombres sin niños. En ese sentido sería suficiente amar en lo que se hace a las personas o vivirlo como una forma de amor a los demás, sólo se justifica cuando se estima el matrimonio y no como una reacción contra él. La entrega voluntaria a un valor determinado lleva consigo el amor, las personas —sobre todo mujeres— que se encuentran en esa situación sin quizá escogerla están llamadas a empeñar la voluntad y superar al resignación. La persona que renuncia al matrimonio por un valor, en el fondo se está uniendo a la acción de Cristo.
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11. Espiritualidad, vivir el misterio Para ir adonde quieres has de ir por donde no quieres. Juan de la Cruz Ha llegado la hora de ponerse en marcha y aplicar la Teología del amor a la propia vida en el matrimonio y en la familia. Una de las maneras más claras de vivir esto es cultivar la propia espiritualidad. Ésta es la llave de la perseverancia en el amor.
¿Qué es la espiritualidad? La espiritualidad es el cultivo del espíritu, en general consiste en la búsqueda de la perfección o la vivencia de la vida “sobrenatural” o más bien en plenitud. Más que a lo sobrenatural, hay que llevar lo natural en el hombre a su máxima potencia que es su parentesco divino, superando el simple bienestar, el contentamiento de los demás y el seguimiento de las pautas establecidas por la sociedad. Consiste en unificar a la persona y querer una sola cosa, señoreando sobre la dispersión a la que arrastra el mundo. La espiritualidad radica en buscar la perfección por amor, teniendo clara la meta y finalidad de la vida. Es por tanto una relación. La perfección está en buscar agradar en todo a Dios, dándole gloria, en eso está la realización humana.234 La espiritualidad del matrimonio y la familia busca la perfección
234 En la historia, todos los pueblos han cultivado siempre una relación con la divinidad, han tratado de dar sentido a sus vidas con dimensiones más allá de las meramente físicas, biológicas o fisiológicas. En el cristianismo se ha cultivado desde el inicio la espiritualidad, pero cada época ha interpretado la vivencia interior con una identidad propia, de acuerdo con las necesidades. Así se puede identificar la época patrística: entre los Padres griegos se pueden destacar Clemente Romano, Ignacio de Antioquía, Policarpo, Clemente de Alejandría, Atanasio, Cirilo de Jerusalén, la Escuela Capadocia, Juan Crisóstomo. Los grandes exponentes de las escuelas patrísticas latinas son: Cipriano, Jerónimo, Agustín de Hipona, León Magno y Benito de Nursia. Ya muy entrada la Edad Media se pueden distinguir las diferentes escuelas que se fueron formando y cuya iluminación de la vida tiene plena vigencia: la Escuela benedictina, la Escuela de San Víctor, la Escuela cartuja, la Escuela dominicana, la Escuela franciscana (en la que sobresalen San Buenaventura
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del otro. Por eso es la forma más elevada de humanizar a la sociedad, viviendo en clave de lo mejor y no contentarse con infravivir o sobrevivir. Por su inmersión en el misterio, el hombre es excéntrico, llamado a amar. Eso requiere sembrar hábitos para cosechar virtudes, lograr un mejor matrimonio y una familia más integrada. Creando vidas con sentido y sensibles a los grandes dramas de la vida. No hay mayor fuente de paz. Lo anterior convierte la vida en continua lucha en la que hay metas (aspecto positivo o pars construens) y defectos o dificultades que afrontar y que superar (aspecto negativo o pars destruens).
Las trampas de lo espiritual La sed religiosa del hombre en la actualidad a veces opta por religiones y prácticas chatarra que sólo lo entretienen y confunden. De allí la invasión desproporcionada de nuevos grupos religiosos, sobre todo de origen oriental, que buscan llenar el vacío de las sociedades con prácticas light y a la medida de la mediocridad occidental, cuando se tiene sed cualquier charco es bueno. Con esto no se quiere condenar ni minusvalorar las grandes religiones y caminos de sabiduría de Oriente, con sus grandes intuiciones, más bien hay que estar atentos a lo genuino de los movimientos que llegan a Occidente. Otro error es creer que la espiritualidad es un lujo, algo postizo o sobreañadido a la persona, sino su trabajo más interior. No debe confundirse con prácticas puramente externas o raras que, lejos de hacer crecer el espíritu, lo distraen. Tampoco consiste en la
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y Raimundo Lulio), se encuentran también autores independientes como Tomás de Kempis, Juan Gersón, Catalina de Génova. En la Edad Moderna hay una continuidad de las escuelas anteriores y nacen la Escuela agustiniana, la Escuela carmelitana (en la que despuntan Teresa de Jesús y Juan de la Cruz), la Escuela ignaciana, más recientemente está la Escuela salesiana (a partir de Francisco de Sales), la Escuela francesa del siglo xvii, entre los autores independientes de las escuelas están: Alfonso María de Liguori, Felipe Neri, Pablo de la Cruz, J. Scheeben y Charles de Foucauld, entre muchos otros.
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manipulación de lo sagrado, como si los ángeles, los santos y el mismo Dios fueran animales de zoológico que acariciar. No hay que confundirla con meros sentimientos de compañía o autosatisfacción, y usar velas, inciensos o aromas que tienen otras buenas funciones. Tampoco se trata de meros estados de relajación, producto de ejercicios de estiramiento, de respiración o del consumo de ciertas sustancias, ni se reduce a terapias o estados psíquicos o mentales y que responden al estrés propio de las grandes ciudades, pero poco tienen que ver con la espiritualidad. Ciertamente la oración, la reflexión o la meditación requieren de estados de serenidad, se deben poner los medios para aislarse y recogerse, pero no hay que quedarse en los medios o reducir la espiritualidad a esos estados de descanso. Una sana espiritualidad no fomenta el egocentrismo y el ansia de experiencias fantásticas, está llamada a crecer para donarse a los demás. El amor es lo que distingue la espiritualidad de los ejercicios de narcisismo egoísta en los que la persona se concentra en sí misma, despreciando muchas veces a los imperfectos y mirando con ternura a quien no alcanza los estados de conciencia ideal. No hay que confundir la espiritualidad con devociones sacadas de contexto, como fenómenos de masa, advocaciones exclusivas a algunos santos: si se desconoce la vida del santo y no se le imita en las virtudes, mala señal. Ciertas prácticas, como las peregrinaciones, las procesiones, las novenas o las velas y otras, ayudan, pero no deben absolutizarse, en todas hay el riesgo del solipsismo, de la reducción de lo religioso a puros sentimientos y el riesgo de quedarse en la periferia. Espiritualidad no es convertir cosas muy buenas en religión, como el ejercicio, la salud, las velas, el cuidado de animales o el simple bienestar.
Beber de las grandes fuentes Las fuentes principales de la espiritualidad donde encontrar a Cristo son las Sagradas Escrituras, la liturgia y los sacramentos. Con ellas vienen después la
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tradición de la Iglesia, los escritos de los místicos y santos, la razón en cuanto contemplación iluminada por la fe, las vidas de los santos, la experiencia religiosa y sabiduría de los no cristianos. Puede ayudar a la espiritualidad, la psicología, la experiencia propia en el trato con los demás y la conversación profunda. Las claves principales son: La liturgia reúne las fuentes. La clave de la vida interior por excelencia es la vivencia de la liturgia: es la manera más práctica de meterse en el misterio de la salvación y dar sentido a la propia vida, al matrimonio y a la familia, a lo largo del año. Vivir la liturgia equivale a vivir cada año la historia de la salvación, los misterios de la vida de Cristo y seguir el ejemplo de los santos. Si se contempla la naturaleza y su cambio a través de las estaciones, se puede constatar que acompañan perfectamente la vivencia del año litúrgico. Con el Adviento se vive de manera profunda el Antiguo Testamento, en la espera de la venida de Jesucristo, se vive el espíritu profético que ve al pueblo de Israel como una esposa a Jerusalén y como la prefiguración de la esposa que se prepara para la venida de Yahvé como esposo. La Navidad es un periodo profundísimo de reflexión y gratitud, de fiesta y de una contemplación de Jesús niño desde la ternura y fragilidad, que encierra todo el misterio de la Encarnación. Junto con la Navidad está la Epifanía (que en Oriente se celebran juntas) y la presentación de Jesús al Templo. No hay que olvidar que es redentor hasta el último gesto de la vida de Cristo, por ello se celebran los misterios de su vida. El periodo ordinario es un camino de espera pautado por las solemnidades y por las fiestas, celebraciones o conmemoraciones de los santos. Es un periodo para dar verdadero sentido a la propia vida en medio de la rutina, la santificación del trabajo, etc. Este periodo recuerda que la mayor parte de la vida de Jesús trascurrió compartiendo lo más cotidiano de la vida humana. El periodo ordinario está partido por la cuaresma y las celebraciones del Triduo sacro y la Pascua a las que sigue la celebración de Pentecostés, que son los mayores misterios de la fe y especiales momentos de gracia. Otros ejercicios son ponerse en la presencia de Dios, el examen de conciencia al final del día y el fortalecimiento del carácter. Obstáculos. Los más comunes para el propio crecimiento son la falta de carácter y de constancia una vez comenzado el camino de perfección. Con él, la falta de verdadero deseo de perfección: en muchas ocasiones no se toma una decisión firme o se hace con superficialidad, sin llegar al fondo en
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la propia vida. La falta o deficiente dirección espiritual es otro.235 Las características principales del deseo de santidad son éstas: ha de ser sobrenatural, humilde, confiado, predominante, constante y progresivo, eficaz y práctico.
La finalidad de la vida, dar gloria a Dios En la vida es importante estar apegado a la realidad y vivir en la verdad, y la verdad es que el hombre es un ser abierto al misterio por el amor. La finalidad de la vida consiste en dar gloria a Dios buscando la perfección en el amor. Hacer la verdad sobre la propia vida significa reconocerse creatura: el olvido de esta verdad ha llevado a muchos a la desgracia y a vivir la vida sin sentido. De ahí se desprende que la vida tiene sentido porque detrás de cada vida humana hay un amor infinito y precedente que lo ha puesto en la existencia, bastaría esta consideración para vivir la vida con gratitud y estupor. Otra verdad que se deriva de esto es que la vida tiene un sentido: Alguien me ha colocado aquí para una misión y una vocación insustituible, Alguien cree y espera en mí. Todas las creaturas dan gloria a Dios de manera inconsciente pero el hombre tiene la grandeza de la libertad y conciencia de dar gloria.236 Él puede resplandecer infinitamente más que las creaturas u opacar ese brillo convirtiéndose en un hoyo negro de egoísmo. En el hombre hay algo que da gloria a Dios por el hecho de existir, pero sobre todo hay alguien llamado a dar gloria a Dios con sus propios actos libres. Dar gloria a Dios significa que mis actos deben reflejar el brillo de Dios, resplandecer y conducir a los demás a alabar a Dios, ¡toda una misión! La vida es dada pero no es dada hecha, Dios le ha dado la posibilidad de llegar a ser aquello a lo que está llamado, corriendo también el riesgo de quedarse a medias. La perfección, más que un estado, es una actitud de lucha, por amor al otro, no algo egocéntrico o concentrado en el embelleci235 Véanse sus características y consejos para escoger un director en J. A. ROYO MARÍN, Ser o no ser santo, esa es la cuestión, Palabra, Madrid, 2000, pp. 21-35. 236 Gloria, en griego doxa y en hebreo shekinah, significa brillo, resplandor, es una palabra usada para referirse al resplandor dejado en las creaturas por el creador. En todas las creaturas resplandece el brillo del creador, especialmente en el hombre. Se ha entendido la gloria de Dios también como la dirección que todas las creaturas tienen hacia Dios, como en un regreso a Él.
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miento propio. A la perfección se le ha llamado también santificación, lo cual significa un camino que implica toda la vida. Al final la cuestión definitiva en la vida es ser santos en comunión con los demás.237
Perspectivas de vida La Trinidad. La santidad puede ser concebida como la inhabitación de la Trinidad en la vida: vivir en presencia de Dios como padre y como amigo, y ver en los demás a seres habitados por la Trinidad y otros cristos. Tomás de Aquino afirma admirablemente que “poseemos solo aquello que libremente podemos usar y disfrutar. Ahora bien, solo por la gracia santificante tenemos la potestad de disfrutar de la persona divina […] por el don de la gracia santificante es perfeccionada la criatura racional, no solo para usar libremente de aquel don creado, sino para gozar de la misma persona divina”.238 Esto se logra a través de una fe viva, una caridad ardiente y una esperanza gozosa mediante el recogimiento profundo y de actos de adoración a Dios. La configuración con Cristo. Consiste en buscar en todo actuar la manera como actuaría Cristo en las circunstancias de la vida, tomando a Cristo como camino de la propia vida, es decir, como modelo de lo que es caminar en la historia personal; Jesucristo como verdad de lo que es ser humano en su persona, en sus obras, en sus palabras y en Jesucristo como trasmisor de vida en plenitud. Otras claves son la Virgen María, la Iglesia como cuerpo místico, la perfección de la caridad: amar al otro como lo ama Dios, amarlo en Dios y dejarse amar sintiendo el amor de Dios en el otro; la conformación de la voluntad con la de Dios: ver todos los acontecimientos a la luz del plan de Dios sobre mí. Hay que recordar que el llamado a la santidad es universal. Configurar con Cristo el matrimonio y la familia significa convertirlos en un lugar donde dar la vida por el otro y servirlo. Escalar, juntos, una cuerda para dos. Los esposos están llamados a escalar juntos. Perfección viene de la palabra latina per-fieri, y se compone de la partícula per y el verbo fieri (hacerse, devenir), significa llevar algo hasta el final, culminar; tiene las connotaciones de acabamiento, refinamiento y esmero. 237 Véase al respecto la obra de J. A. ROYO MARÍN, Ser o no ser santos…, op. cit. 238 TOMÁS DE AQUINO, STh. I, q. 43, 3 c. et ad I.
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Fieri es un verbo especial que significa hacerse a sí mismo, a diferencia de facere, que significa hacer cosas o fabricar. En el hombre, a diferencia de las cosas, la perfección es una tarea y una misión. Las cosas y los animales son perfectos dentro de su especie y cualidades. En la persona, mientras el cuerpo va en declive, debería ésta mantener y acrecentar su fuerza y ser más bella espiritualmente. En el matrimonio la perfección significa proyectar todo esto juntos. El primer paso para la perfección es un sincero deseo de luchar por ella.
Cultivar el jardín del otro El matrimonio se ha comparado siempre con un jardín. El matrimonio es el huerto plantado “del monte en la ladera, que con la primavera de bella flor cubierto ya muestra en esperanza el fruto cierto”, en palabras de Luis de León. La ladera es la orilla del otro, la esponsalidad. Está llamado a ser primavera, es decir, tener siempre flores que son las virtudes y frutos que son los actos de servicio. El jardín del matrimonio muestra ya el fruto cierto que es el paraíso del cielo, siendo testimonio para los otros. Los esposos están llamados a santificarse mutuamente. Dentro de esta dinámica están los sacramentos de la reconciliación y la eucaristía. No en vano Botticelli pintó La primavera como un regalo de bodas, en la que la labor de los esposos y la presencia de la gracia cultivan un jardín donde Afrodita y Eros dominan, bendicen y enseñan las virtudes y las tres gracias: darse placer, cultivar la belleza propia y la del otro y darse fidelidad, para salir del propio invierno que es la soledad y la oscuridad. El matrimonio está llamado a ser un estado de vida en el que ambos, con sus defectos y virtudes, luchan con un fin común. Esto se realiza a través del diálogo mutuo, en todas sus manifestaciones: comprensión, silencio, charla, diversiones en común, largos ratos de conversación y actividades juntos que manifiesten una autentica y sincera amistad, indispensable para ser mejores. En la actualidad urge crear comunidades de matrimonios con los mismos ideales para formar un ethos o clima propicio para cultivar las virtudes. Hay una dimensión negativa de la vida interior que es la del dominio de la concupiscencia y la lucha contra los obstáculos o enemigos del alma. El
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principal es el pecado, que suele mostrarse en forma de ignorancia, de malicia, de fragilidad, de indiferencia y de pereza. El mal objetivo tradicionalmente se ha dividido en tres (pueden recibir otros nombres): el demonio, el mundo y la carne. La acción del demonio se presenta a través de tentaciones, de infidelidad. El mundo consiste en poner a la creatura por encima de Dios, usando, por ejemplo, al otro. La lucha contra la carne implica toda una labor de purificación activa de las facultades humanas como los sentidos, las pasiones, la inteligencia, la voluntad.
Desierto en la ciudad, espiritualidad en pareja y familia En la actualidad es mayor el riesgo de vivir volcado hacia fuera, embalado por las actividades y el trabajo, el tránsito y las ocupaciones, huyendo continuamente de sí mismo, obedeciendo ciegamente a los impulsos, a las obligaciones ajenas. El hombre corre el riesgo de no encontrarse nunca a sí mismo, las prisas, el ruido, la música a todas horas sofocan toda capacidad de hallarse y preguntarse por el sentido de la vida. El resultado es la insatisfacción y el sentimiento de vacío interior en medio de la vorágine de movimientos. Además, es una de las mayores causas de enfriamiento en el amor de los esposos, desde que se casan están ya ocupados cada uno en lo suyo. El camino más seguro para tener lleno el pozo del amor es la frecuencia en los sacramentos. Esto coloca al espíritu en un dinamismo, como el ejercicio es al cuerpo. Las más importantes son las virtudes teologales que pueden ser tomadas cada una de ellas como claves para la propia vida: Fe, Esperanza y Caridad. Descendiendo en la escala de las virtudes están las cardinales: prudencia, justicia, fortaleza, templanza; sería bueno comenzar proponiéndose una virtud por año.239 Observación. Ante esto es urgente tomar conciencia de sí mismo. Para ello hay que reservar varios momentos en pareja, juntos o por separado. Hay que escoger un momento durante el día para encontrarse consigo mismo y, en el fondo, con el propio destino. Observar significa detenerse o detener la mirada para admirarse por la marcha o movimiento de las cosas. ¿Qué ob239 Sobre las virtudes, véase el sugerente y completo libro de J. PIEPER, Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid, 1998.
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servar? La naturaleza en general, el campo, los bosques, los desiertos, las montañas, el mar, las plantas, los animales. Actualmente hay más dificultad en esto, pero se puede hacer de mil maneras a través de internet o programas maravillosos y documentales de ciencia sobre la Tierra, el espacio las diferentes zonas del planeta, etc. La observación del universo y sus dimensiones, el lugar que ocupa la Tierra y la pequeñez del ser humano. El arte es una excelente fuente de observación y de admiración. Las personas y sus historias son otro comienzo para la observación, especialmente los niños en su fragilidad, pureza y transparencia y las vidas de los santos. La principal fuente de observación son las Escrituras. La observación es un hábito que se logra con la repetición de actos. Para ello hay que reservar un momento en el día, aislarse de todo ruido, de toda forma de comunicación con los demás, superando la tentación o sensación de estar perdiendo el tiempo. Fromm recomienda meditar media hora al inicio del día para comenzar con sentido. Meditación. Es el paso siguiente, consiste en ponderar lo que se está observando, sopesar el sentido que tiene para mi vida, el lugar y tiempo que yo ocupo en la historia y en el espacio: dónde estoy parado, con qué cuento, para hacer qué. Es decir, cuál es el sentido de mi vida a partir de la circunstancia en la que me encuentro en la inmensidad del espacio y del tiempo. Qué sentido tiene la vida y la certeza de la muerte en esta enormidad. Contemplación. Es el siguiente escalón. Consiste en abandonarse al amor. Esto significa contemplarse en el contexto de todo lo que existe y descubrirse a sí mismo como el fruto de un amor precedente: la propia existencia no puede ser sino consecuencia del amor de Alguien, que por puro amor ha decidido mi efectividad y duración, para que yo gozara de su grandeza. La oración. Es la respuesta al jesed de Dios. Orar es una comunicación con Dios que consiste en escuchar, dejarse mirar por Dios, ponerse a la escucha en su presencia para recibir gracia y ser elevado. Puede ser de alabanza, de gratitud, de petición de perdón o de petición de alguna gracia especial. Esta comunicación con Dios tiene varias modalidades: la oración vocal, son todas esas fórmulas que sirven para rezar, tienen la ventaja de que ya están hechas, el riesgo que se corre es el de recitarlas sin sentido. Hay que meditar en lo que se está repitiendo; el Padrenuestro, el Avemaría son las más comunes, pero hay una serie casi infinita de estas oraciones. Entre las oraciones vocales compuestas está el rosario, éste consiste en una oración mixta que, a
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base de repetir rítmicamente unas fórmulas, se medita en los misterios y en su significado para la propia vida. Es posible tener un oratorio en casa, un espacio por pequeño que sea, un lugar de referencia donde retirarse solo o en familia para leer, meditar, orar.
Acompañarse de María, Esposa y Madre No es casualidad que los demonios, enemigos del género humano, se ensañen contra la mujer y la familia, pues en realidad es la más temida, más que todos los santos juntos. Ella en sus mensajes ha dicho “al final mi corazón inmaculado triunfará”. Ella vestida de sol disipa las tinieblas de espíritu como la luna ilumina la noche de los sentidos y del espíritu, como las estrellas, guía el matrimonio en el océano del mundo. Por ello Bernardo de Claraval, parafraseando al autor bíblico, invita a subir al Carmelo y mirar hacia María. Ella es testimonio de paz, de escucha, de ternura y de perdón. También ella perdonó a los verdugos de su Hijo, que no eran sólo los presentes en el Calvario sino los de todas las generaciones de hombres. Ella rompe las redes del mal y reduce a la inutilidad toda tentación. Un solo suspiro que Ella presente a la Trinidad vale más que todas las fuerzas humanas, votos y deseos buenos y que todo el ridículo poder del mundo. Ella es esposa y madre de las dos naturalezas, la divina y la humana. Su rosario es tanto escalera al cielo como enérgico látigo contra el maligno.
Experiencia de finitud y perdón La experiencia en la vida matrimonial muestra muchas caras del drama de la finitud humana. Las limitaciones del cuerpo y sus achaques, que aparecen con la edad, la fragilidad afectiva y el cambio continuo de estados de ánimo, la inteligencia falible, la voluntad debilitada con el tiempo son sólo algunas. En el matrimonio se dan las ofensas, éstas pueden ser físicas, afectivas, psíquicas, intelectuales, cocinadas en la mente o imprevistas, ofensas morales
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y espirituales, cada una con sus propias dificultades y complicaciones.240 ¡Cuántas veces surge la necesidad de perdonar y ser perdonado! Ofensor y ofendido han de recorrer un camino penoso muchas veces. Uno, por el peso de la ofensa cometida, la culpa y el remordimiento. Otro, en el enigma de la ofensa sufrida que priva de sentido u ocasiona rencor y deseo de venganza. Del ofensor se espera la confesión y las muestras de cambio, quizá después de un tiempo de paciente espera. El ofendido puede comenzar con una voluntad de perdón y, en un segundo momento, el perdón mismo. Hay que hacer un examen de conciencia y analizar las propias ofensas y la manera de confesarlas con prudencia. Antes del matrimonio hay que tener los ojos bien abiertos, después, medio cerrados. En el campo de las faltas hay muchas posibilidades, lo comprensible, lo excusable, lo subjetivamente imperdonable. Por parte de la voluntad, los resortes psíquicos necesarios y la voluntad misma de perdonar. Además, está el monstruo de la memoria y la capacidad para olvidar e integrar el pasado. Está también la dimensión moral del perdón, que ha de respetar los tiempos, su prudencia, la justicia, la fortaleza para perdonar y los ejemplos de la dulzura y bondad al perdonar. Agustín decía que se puede ser muy cruel al perdonar. El perdón real no se puede sobrellevar a fondo más que en la persona de Cristo. Para ello hay que meditar en su vida, sobre todo, la Pasión y sus enseñanzas, y asimilar éstas en el silencio de la propia madurez, distinguiendo entre la ofensa y el ofensor. La pasión de Cristo tiene un alcance universal, representa la posibilidad de perdonar a todos los hombres; la petición de perdón no es gratuita ni fácil, exige señales. La persona de Cristo da fuerza y motivación al perdón y da esperanza para la propia acción en el matrimonio. En ese sentido, el pecado es la ofensa por antonomasia y todo ser humano es pecador. Un medio eficaz para perdonar es recordar lo que uno ha recibido y le ha sido perdonado, ello a su vez requiere de observación y meditación en la propia vida y en la de los demás y tratar de vivir en clave de conversión. Eso convierte al hombre en capaz de perdonar dentro de toda una pedagogía y gestación humana.
240 He aquí una seria reflexión sobre el perdón: J. LAFITTE, El perdón transfigurado, EIUNSA, Pamplona, 1999.
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Después de asomarnos apenas al fenómeno del perdón, se ofrecen aquí algunos textos clásicos de los grandes maestros de la vida espiritual para meditar y contemplar; se trata de textos de fray Luis de León y de san Juan de la Cruz:
La vida retirada ¡Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido;
Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio Moro, en jaspe sustentado!
Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido; no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atenido.
No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera.
Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.
¿Qué presta a mi contento si soy del vano dedo señalado; si, en busca deste viento, ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado?
Del monte en la ladera, por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera de bella flor cubierto ya muestra en esperanza el fruto cierto.
¡Oh monte, oh fuente, oh río! ¡Oh secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navío, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso.
Y como codiciosa por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura.
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Y luego, sosegada, el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo y con diversas flores va esparciendo.
A mí una pobrecilla mesa de amable paz bien abastada me basta, y la vajilla, de fino oro labrada sea de quien la mar no teme airada.
El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido; los árboles menea con un manso ruïdo que del oro y del cetro pone olvido.
Y mientras miserablemente se están los otros abrasando con sed insacïable del peligroso mando, tendido yo a la sombra esté cantando.
Téngase su tesoro los que de un falso leño se confían; no es mío ver el lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían.
A la sombra tendido, de hiedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.
La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna, al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía.
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El amor de Dios es personal Dios, así como no ama cosa fuera de sí, así ninguna cosa ama más bajamente que a sí, porque todo lo ama por sí, y así el amor tiene la razón del fin, de donde no ama las cosas por lo que ellas son en sí. Por tanto, amar Dios al alma es meterla en cierta manera en sí mismo, igualándole consigo. y así ama al alma en sí consigo con el mismo amor que él se ama. Y por eso en cada obra, por cuanto la hace en Dios merece el alma el amor de Dios, porque, puesta en esta gracia y alteza, en cada obra merece al mismo Dios.
Oh quién pudiera decir aquí cuán imposible es al alma que tiene apetitos juzgar de las cosas de Dios como ellas son. Porque para acertar a juzgar las cosas de Dios totalmente, se ha de echar el apetito y gusto fuera y no las ha de juzgar con él, porque infaliblemente vendrá a tener las cosas de Dios por no de Dios y las no de Dios por de Dios. Porque estando aquella catarata y nube sobre el ojo del juicio no ve sino catarata unas veces de un color y otras de otro como ellas se le ponen y piensa que la catarata es Dios porque no ve más que catarata. Y de esta manera, el apetito y gustos sensitivos impiden el conocimiento de las cosas altas.
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12. K . Wojtyła y la Teología del amor Karol Wojtyła y Juan Pablo II están ya presentes en las páginas de esta obra, pero hay que dedicarle un espacio que sirva de síntesis.
Herencia de un grande La figura de Juan Pablo II no es para quedarse indiferente, de hecho, la mayoría vivió su canonización con gran entusiasmo y una minoría con indignación, si no con desprecio, quizá influida por una cierta propaganda. Pero ambas reacciones, la del entusiasmo abultado y del rechazo por sistema, se quedan en los sentimientos y se saltan la riqueza de vida y herencia dejada por este hombre excepcional. Ciertamente, Juan Pablo II, como todo hombre, habrá tenido sus defectos; se puede criticar su intransigencia ante algunas teologías de la liberación o frente a los grupos integristas, pero su vida y su enseñanza van mucho más allá. El papa polaco se caracterizó por buscar sincera y tenazmente la perfección cristiana, motivo fundamental de su canonización.241 Ahora se trata de crecer aprovechando el legado apenas explorado de este hombre de múltiples vertientes. La trascendencia del dolor. El dolor tocó a su puerta desde la infancia; en la foto de su primera comunión aparece un Karol lacerado y reflexivo por la reciente muerte de su madre. Poco después morirá su hermano mayor, que estudiaba medicina; Karol conservará toda la vida su estetoscopio en el escritorio de trabajo. En plena invasión nazi y soviética a Polonia muere su Padre cuando Karol alternaba su actividad de picapedrero y estudiante de teatro. Siendo papa no se bajó de la cruz, en sus últimos años, en medio
241 Ó. PERDIZ, “¿Qué nos deja Juan Pablo II?”, en La Familia Cristiana, julio de 2014, pp. 28-29.
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de una lenta y punzante agonía, que rompía su capacidad de comunicación. La carta Salvifici doloris testimonia que el sufrimiento humano es redención en Cristo. El trabajo como participación en el poder creador de Dios y perfección de la persona. Esta verdad lo acompañó en una vida de esfuerzo infatigable, como obrero, actor o profesor; ya después, siendo sacerdote y obispo, nunca se ahorró un solo esfuerzo por llegar a la gente y ayudarla a dar sentido a sus vidas. Siendo profesor de Ética en la Universidad de Cracovia, donaba por completo su salario para ayudar a los estudiantes más necesitados. Sentido de la oración. Su vida estaba sostenida y alimentada por el más allá, por una relación casi natural con Dios y con María; oraba con el cuerpo tendido en el suelo y diariamente pasaba horas de contemplación en la capilla. Además, meditaba a diario todos los misterios del Rosario. La mística que caracterizó su vida está íntimamente tejida con los acontecimientos de Fátima y del Señor de la Misericordia. Por eso, es un extraordinario testimonio de una vida profunda y con sentido. El Papa de la Familia. Poco antes de morir, expresó su deseo de ser recordado como el Papa de la Familia. No se trataba de una ocurrencia del momento, sino quizá su mayor herencia, apenas explotada y en el fondo su mayor preocupación, y a la que le dedicó sus mejores esfuerzos. Desde su ordenación sacerdotal, formó grupos de jóvenes católicos en medio de la persecución de su país, estos chicos fueron creciendo, adentrándose en el amor y formando familias, y eso empujaba a Karol a formarse lo mejor posible para ayudarles a encontrar la vocación al amor. La Teología del amor se fue fraguando desde entonces con una gran sinceridad intelectual, plasmada en escritos de una profundidad teológica y filosófica excepcionales. Ésta consiste en preguntarse por el significado y sentido de la sexualidad humana a partir de la contemplación del cuerpo, cuya vocación parece ser el amor. En esto el hombre no está solo, sino que responde a un proyecto amoroso de Dios sobre él.
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Fue tal su preocupación por la familia y el matrimonio, que quiso fundar un Pontificio Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, con su sede central en la Universidad Lateranense de Roma. En la mañana del 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima, firmó con tinta el documento fundacional y, por la tarde, con su propia sangre en el atentado. Vida. Karol Wojtyła nació en Wadowice el 18 de mayo de1920, cerca de Cracovia. Estudió Filología Polaca en la Universidad Jagellónica de esa ciudad. La primera vocación de Karol fue la poesía y el teatro, hay que entender que la identidad polaca en los momentos más amargos y comprometedores de su historia ha sido salvada por los grandes creadores: los artistas.242 Karol abandona la carrera debido a la invasión nazi de Polonia y el drama de la guerra que tocó especialmente a su país. Él mismo narra cómo una mañana llegaron a la universidad y ya no pudieron entrar, pues los nazis estaban deportando a sus queridos profesores. Decidió entonces hacerse sacerdote y comenzó sus estudios de filosofía de manera clandestina. En ese contexto descubre su segunda vocación, la filosofía. Se ordenó en 1946 y se trasladó a Roma, donde realizó su tesis doctoral en teología sobre san Juan de la Cruz (1948), y con ello llega su tercera vocación, la teología. Regresa a Polonia y en 1954 realiza su tesis doctoral en filosofía sobre Max Scheler y ese mismo año es nombrado profesor de Ética en la Universidad de Lublin.243 Allí impartió cursos —alternándolos con su trabajo sacerdotal— que dieron lugar al comienzo de su original producción filosófica. En 1958 fue consagrado obispo y en 1960 publicó Amor y responsabilidad. 242 Para darse una idea rápida y completa sobre la cultura y tradiciones literarias polacas, véase el estudio de A. RUBIO, “Cineastas, novelistas y poetas polacos: la cultura humanista de Juan Pablo II”, en: J. M. BURGOS (Ed.), La filosofía personalista de Karol Wojtyła, Palabra, Madrid, 2007, p. 45 ss. 243 Sobre ese periodo, véase: G. WEIGEL, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza, Plaza & Janés, Barcelona, 1999. Y también la obras de K. WOJTYŁA, El hombre y su destino, Palabra, Madrid, 2005; ID., Mi visión del hombre, Palabra, Madrid, 2008.
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Fue llamado a participar en el Concilio Vaticano II, primero como obispo, después como arzobispo de Cracovia. El papa Pablo VI lo nombra cardenal en 1967. Tuvo gran influencia en la elaboración de la constitución Gaudium et spes.244 En 1969 publicó Persona y acto. En 1978 fue elegido papa y escogió el nombre de Juan Pablo II. Desarrolló una ingente labor pastoral e intelectual entre la que destaca la Teología del amor, dividida en seis partes y distribuida en 129 Audiencias de los miércoles. Murió el 2 de abril de 2005.
Pensamiento Wojtyła tiene una triple vocación, la de poeta, filósofo y teólogo. Entre sus aportaciones al pensamiento contemporáneo están: una, haber trasladado la ética del campo extrínseco y ajeno al yo concreto, es decir, a mí y partiendo de mí, aunque él no habla en primera persona sino desde el “sujeto que actúa”. Para ello emprendió la titánica labor de repensar la ética (Amor y responsabilidad) y, por debajo de ella, los fundamentos antropológicos del actuar humano (Persona y acción), ya siendo papa este esfuerzo se dirigió todavía más a fondo: a la Revelación, y de allí surgen las Catequesis sobre el amor humano (lo que algunos llaman teología del cuerpo o del amor), sobre un texto polaco que Wojtyła había ido elaborando. Otra es su esfuerzo por integrar los grados del amor, superando una visión negativa de lo erótico como algo que dominar desde las facultades superiores. En Amor y responsabilidad la palabra clave es la y, frente a otras propuestas que podrían llamarse amor o responsabilidad. La solidez de su antropología es una de las causas del derrumbe del muro de Berlín con todos sus significados. Ésta es una síntesis entre el tomismo y la fenomenología y que resumiría su personalismo orientado a la ética y, en el fondo, a la familia. Su producción filosófica es limitada pero profunda y rica. Para ello habrá que ver los rasgos principales de su pensamiento siguiendo su trayectoria intelectual. Pasó del pensamiento simbólico y literario al filosófico. En el bienio de estudios filosóficos, Karol Wojtyła se encontró casi de bruces con la metafísica escolástica y tomista abstracta, compleja y llena de fórmulas. Después 244 G. MARENGO, Giovanni Paolo e il Concilio, una sfida e un compito, Cantagalli, Siena, 2011.
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de una dura lucha intelectual por comprender, el resultado daba sus frutos: “más importante que la nota, es para mí el mundo nuevo que se me abre delante después de esta lucha con la filosofía”, le dijo al examinador de metafísica.245 Había logrado entender que la filosofía no es un capricho intelectual ni una materia, sino un abordaje de la realidad tal como se presenta, sin abandonar su sensibilidad e interés por los problemas humanos. En esa línea escolástico-tomista escribe la tesis doctoral La fe en San Juan de la Cruz, en el Angelicum de Roma en 1948, su director será Garrigou-Lagrange. En su pensamiento comienza ya a dar importancia a la experiencia y la vivencia subjetiva.246 A su regreso a Polonia, enriquecerá su pensamiento con visiones diferentes del tomismo (Maritain y Gilson), alguna visión más tradicional como la de Stanislaw Adamczyk y de un tomismo trascendental de Lovaina, liderado por Mieczyslaw Krapiec. Su tesis en filosofía sobre Max Scheler: Valoración sobre la posibilidad de construir la ética cristiana sobre las bases del sistema de Max Scheler, en 1954,247 marca una altura en su vida y una madura síntesis de pensamiento. Con ello lograría una visión más completa del método fenomenológico, que se reflejará en obras como Persona y acto y complementará su formación. De Scheler salva el método, rescata la importancia de los modelos y de la experiencia moral, pero critica su concepción actualista de la persona y su emotivismo, incompatibles con la ética cristiana. A partir de aquí los dos pilares de su pensamiento serán el tomismo y el método fenomenológico, resumidos en un personalismo con influjo del personalismo francés. Con ello sintetiza la experiencia y la objetividad.248
245 A. FROSSARD, Retrato de Juan Pablo II, Planeta, Barcelona, 1990, p. 16. 246 J. MERECKI, “Las fuentes de la filosofía de Karol Wojtyła”, en: J. M. BURGOS (Ed.), La filosofía personalista de Karol Wojtyła, Palabra, Madrid, 2007, p. 13 ss. 247 G. REALE, “Karol Wojtyła, Pellegrino sulle tre vie che portano alla veritá: arte, filosofia e religione”, en: K. WOJTYŁA, Metafisica della persona, Bompiani, Roma, 2006, pp. IXCXXXII. 248 La visión tomista acepta, en general, la originalidad absoluta de cada ser humano por ser persona, apegándose a la definición de Boecio, pero se extraña en ella un análisis de la conciencia y de la autoconciencia como realidades radicadas en la persona. En esta visión se ve muy bien la persona en su existencia y acción objetivas, pero es difícil vislumbrar allí las experiencias vividas de la persona como principios de individuación radical.
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El pensamiento y la obra de Karol Wojtyła seguirá un orden de preocupaciones: la ética, el amor humano, la antropología, la teología a partir del cuerpo o proyecto divino sobre el amor humano. Como se ve, sigue un camino partiendo de las exigencias prácticas hacia el fundamento último, con ello llega a la metafísica y en último término a la teología.249 Wojtyła justifica la ética frente a sus múltiples reducciones como el hedonismo, el empirismo (Hume) o el apriorismo kantiano.250 Acude a la originalidad de la experiencia moral. El camino de Wojtyła será parecido al de Ortega o Julián Marías. Se trata de pasar de un sistema de presupuestos externos a mí, como realidad concreta, a la experiencia de la moralidad como punto de partida de la ética, pero superando el subjetivismo o el emotivismo. Sólo así se sale del callejón del empirismo extremo, que reduce la moral a pura experiencia y del apriorismo moral. La primera experiencia es la del cuerpo en su evidencia. Ésta requiere de interpretación desde la razón y desde la Revelación. La teología consiste en dar razón de la evidencia a la luz de la Revelación y en descubrir el designio de Dios sobre la propia existencia para actuar en consecuencia. La experiencia del bien y el mal es una experiencia común y originaria, accesible a todo hombre e irreductible a cualquier otra categoría filosófica. Si el hombre entiende lo que es el bien y el mal se debe exclusivamente a que lo ha experimentado interiormente.
249 Entre 1954 y 1961, la ética fue el centro de su atención, siendo profesor en la universidad católica de Lublin. Las respuestas escolásticas insuficientes y la moral de tercera persona, demasiado objetivista, revelaban que algunos puntos no estaban bien planteados. Por otra parte, integra el tomismo con la fenomenología. La labor no sistemática de esos años está recogida en la obra Mi visión del hombre y El hombre y su destino. La persona se revela en la ética, ésta no surge de ninguna estructura externa al sujeto, no es una construcción mental o fruto de presiones sociológicas, nace de un principio real y originario: la experiencia moral y la experiencia del deber, y no en sentido kantiano, como una estructura formal de la razón práctica, sino en un sentido profundamente realista, como la experiencia que todo sujeto posee —en cada acción concreta— de que debe hacer el bien y evitar el mal. 250 Para el empirismo, la ética se reduce a la consecución de placer y a instrumentalizar la inteligencia a favor de la voluntad. Para Kant, en cambio, es lo contrario: un firme formalismo moral sin contenidos.
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La preocupación fundamental de Wojtyła era la problemática en el amor y la sexualidad de muchas parejas de muchachos, desde universitarios hasta campesinos, a los que atendía desde joven.
Obras Amor y responsabilidad constituye una profunda y seria reflexión sobre el amor humano. Karol Wojtyła logra el difícil equilibrio entre estos dos aspectos aparentemente contradictorios. Amor, en griego eros, fue considerado después por muchos como algo bajo, relacionado sólo con la concupiscencia y con la necesidad de procrear, casi como un mal necesario; basta pensar en la concepción cátara del hombre y de la sexualidad. A partir de la Reforma vuelve a aparecer el privilegio de la responsabilidad sobre el amor, y quizá sea eso el núcleo del puritanismo. El amor constituyó siempre una preocupación para Wojtyła, pero el punto de partida no fue para él lo académico sino lo pastoral: la necesidad de dar razón de sí, como explica con sencillez en Cruzando el umbral de la esperanza, el fruto de una necesidad y de una experiencia. Los temas que luego aparecerán en Persona y acto ya están aquí. Con esta obra se comienza ya a superar la manualística, la casuística y la moral objetivista de tercera persona para pasar a una en primera persona o en la perspectiva del sujeto que actúa. El punto de partida es la persona. La moral sexual cristiana es un principio positivo, estimulante e integrador, no un freno externo o extrínseco a las tendencias naturales. Wojtyła —utilizando el método fenomenológico— recorre las etapas, modalidades y deformaciones del amor (concupiscencia, benevolencia, amistad, emoción, pudor, continencia, templanza, ternura, etc.) y sienta unas bases sólidas, aunque ampliables y mejorables, de una teoría personalista del amor sexual que debe confluir en el matrimonio como su expresión plena. Esta visión del matrimonio y de la familia acabaría influyendo en la Constitución Gaudium et spes
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del Concilio Vaticano II, que repensó la teología del matrimonio, y en las Catequesis sobre el amor humano predicadas por Juan Pablo II al comienzo de su pontificado, que corresponden en realidad a un texto escrito antes de ser elegido Sumo Pontífice. En síntesis, el punto de partida es la persona. La castidad sólo puede ser acogida por los hombres si la descubren en su interior, en clave de integración, no como un mero freno externo a sus tendencias. La ética cristiana estaba generalmente condicionada por una perspectiva negativa y casuística. Busca integrar la sexualidad y los grados del amor en las relaciones sexuadas entre el hombre y la mujer. Así, la sexualidad deja de ser un impulso biológico para convertirse en una tendencia que relaciona a dos personas: el hombre y la mujer. El matrimonio se entiende como el ámbito del amor y el campo para la familia y no como un mero resultado del instinto de procreación. Persona y acción.251 No es un libro de moral sino de antropología, pero pensado para poner las bases de una ética adecuada y una vida lograda, representa el fondo antropológico de su ética. Hay que tener en cuenta que primero escribe una obra de ética y luego otra de antropología. Su objetivo es el de profundizar en el fondo último del actuar humano en esa reflexión ética: ésta necesitaba un fuerte fundamento antropológico. El repensamiento de la ética lleva a un replanteamiento de la antropología. Si no, el proyecto quedaría inconcluso. Aborda la persona desde la acción y no desde la esencia o conceptos: los actos humanos revelan a la persona, replanteando con aire fresco
251 Aquí se seguirá la edición castellana K. WOTYLA, Persona y acción, BAC, Madrid, 2007, teniendo en cuenta que esta edición se apega a la edición inglesa. El título original de 1969 en polaco es Osoba i Czyn. En 1979 fue publicada la edición inglesa preparada por Anna-Teresa Tymieniecka, que se presentó como texto “definitivo” con el título de The Acting Person. Se ha cuestionado el influjo de la Tymieniecka hacia una cierta fenomenología, desfigurando la originalidad y el equilibrio de esa edición. Se toma como edición definitiva: Osoba i czyn oraz inne studia antropologiczne, Towarzystwo Naukowe, KUL, Lublin, 1994, en italiano: Persona e atto. Testo polacco a fronte, Bompiani, Milán, 2001. La Libreria Editrice Vaticana en 1982 había ya editado el texto latino tomado de la previa edición italiana.
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las cuestiones de la filosofía tradicional, superando la visión estática del hombre, pero superando también la descripción meramente fenomenológica. Le da una especial importancia a la experiencia como instrumento metodológico para acercar, integrar y superar las posiciones enfrentadas del objetivismo y a la vez tratando de superar el idealismo, dando el lugar a la persona, sujeto de la experiencia, sin renunciar a la universalidad de la misma. La experiencia es ante todo conciencia del propio acto: la conciencia no se reduce al mero conocimiento de las propias acciones, como sostiene la postura tradicional, sino que abarca la vivencia de estas acciones, su interpretación, revelando así la estructura dinámica de la persona, su instalación y proyecto. Y dando con ello más importancia a la subjetividad. Dicho de otra manera, una metafísica antropológica “desde dentro”, desde la interioridad del sujeto.252
Teología del amor Todo ello cristalizó en las catequesis sobre el amor humano, a las que dedicó —ya siendo papa— cuatro años de las audiencias generales de los miércoles, o catequesis, fruto del manuscrito o borrador polaco. Su preocupación fundamental es la de ofrecer una gramática del amor, trenzando experiencia y Revelación. He aquí una síntesis apretada de las catequesis, siguiendo el orden del propio autor.
Estilo Está presentada en forma de catequesis, dentro de las audiencias. Las audiencias son encuentros del papa con los fieles que fueron instituyéndose a partir de la invasión de Italia a los Estados pontificios y se formalizaron como tales con Pablo VI, asumiéndolas como parte de su magisterio. Las Catequesis del amor humano están 252 K. WOTYLA, Persona y acción, BAC, Madrid, 2007, p. 4 ss.
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repartidas en partes o ciclos, de forma progresiva desde el Principio hasta el actuar amoroso cotidiano.253 Pueden ser vistas como una fundamentación de la familia o como la gran introducción antropológica que faltaba a la encíclica Humanae vitae y, en general, a la presentación de la moral tradicional, a cuya publicación él se opuso en su momento por la falta de un andamiaje previo para su comprensión: el mundo había cambiado, las sociedades ya no eran cristianas y la clave de la vida cristiana misma no era ya el de la obediencia sino el cuestionamiento y la búsqueda de convicción, además del clima de desorientación general causada en parte por la revolución sexual. La encíclica se movía todavía un poco en un lenguaje extrínseco, cuando la nueva perspectiva era la de la convicción personal a través de la experiencia.
Primera parte: Tríptico de las palabras de Cristo o fundamentos Las 129 catequesis están organizadas en dos trípticos. El primero consiste en una antropología teológica, siguiendo el esquema clásico de los orígenes, pecado y sus consecuencias y el llamado a la resurrección, pero novedoso en la forma y metodología. El segundo trata sobre los estados de vida en los que se realiza la vocación esponsal: el celibato y el matrimonio como caminos de redención y, en tercer lugar, los principios éticos que se desprenden de esa vocación. Primer ciclo: Cristo se remonta al Principio, al proyecto originario de Dios sobre el hombre corpóreo. Aquí se analizan los relatos de la creación. En ellos Juan Pablo II identifica algunas experiencias originarias y palabras clave que requieren interpretación, como la soledad desde un sentido intimista y subjetivo, la unidad
253 Una buena síntesis se lee en Y. SEMEN, La sexualité selon Jean-Paul II, Presses de la Renaissance, París, 2004. En español: ID., La sexualidad según Juan Pablo II, Desclée de Brouwer, París, 2011.
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como aspiración y como proyecto divino sobre la bisexualidad humana original, el sueño, la desnudez y sus diversos significados y otros puntos como la inocencia. De allí se extrae evidentemente el significado esponsal del cuerpo y de la persona y se deriva la dimensión y lógica del don, que es don de sí. El papa se detiene en el significado del “conocer” bíblico, como intimidad y relación. Segundo ciclo. Cristo se remonta al corazón humano, a la luz del sermón de la montaña. El hombre está impregnado por el mal o concupiscencia, eso introduce la vergüenza originaria y el riesgo de usar al otro. Esto lleva a una corrupción en el significado del don. La concupiscencia es un amor dividido, en el corazón comienza el adulterio. Pero el corazón, más que acusado, es llamado a la redención. A vivir de acuerdo con el espíritu, llamado a la pureza y no al abandono a los instintos; en ello, el arte juega un papel esencial. El matrimonio representa el camino de redención del corazón. El pecado tiene unas consecuencias individuales, pero también para la pareja. En esa lógica, el matrimonio se convierte en el lugar de la vergüenza, el dominio y la desunidad. Se adivina aquí la necesidad de redención individual y, sobre todo, otra originalidad: presentar el matrimonio como camino natural y común de redención. Eso lo hará en el ciclo quinto. Tercer ciclo. Cristo se remonta o apela a la resurrección. El hombre está llamado a resucitar. El papa invita a levantar la mirada de los quehaceres humanos para concentrarse en la tarea principal: la vocación personal a la resurrección. Esto cambia la perspectiva del matrimonio y le da sentido de redención e ilumina el amor humano. Representa la divinización del hombre y su encuentro con Cristo.
Segunda parte: Tríptico de los estados de vida El papa va descendiendo de lo anterior hacia la vocación universal al amor, el misterio del matrimonio y las consecuencias éticas y morales de la vocación humana al amor.
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Cuarto ciclo. El celibato, usando un lenguaje clásico, lo llama también continencia por el Reino de los Cielos o virginidad. Consiste en la posibilidad de percibir al matrimonio y al celibato como lo que son: expresiones del amor y no de la renuncia. Son también carisma para la Iglesia y testimonio y recuerdo de la resurrección. Son un camino esponsal, por ello el celibato y el matrimonio se iluminan mutuamente, son expresiones de la única vocación humana que es el amor. Quinto ciclo. El matrimonio es una alianza de amor, un mysterion (sacramentum) o proyecto divino sobre el matrimonio. Lo iluminan los Profetas, está ya en el Génesis, pero lo instituye Cristo, haciendo del matrimonio el misterio de salvación. El papa explica la dimensión del signo dentro del sacramento y su significado para la vida de los cónyuges. La liturgia del cuerpo ocupa un lugar privilegiado y representa una novedad: las relaciones sexuales son el modo de dar gloria a Dios si son fruto del amor de entrega total. El matrimonio es el sacramento primordial y a la vez da la fuerza para sobrellevarlo, convirtiéndolo en camino de redención. Presenta el matrimonio como camino de redención, pues es el lugar donde se vive la relación amorosa y esponsal de Cristo con su Iglesia. Así, los esposos están llamados a imitar la acción de Cristo, que es dar la vida por el cónyuge y la de la Iglesia, que es la reciproca sumisión, y se supera también la vieja y cómoda interpretación de que la sumisión era sólo de la mujer al marido. Sexto ciclo. Las catequesis son una propedéutica a la Humanae vitae. Sólo después del recorrido, se entienden las cuestiones morales que se desprenden con naturalidad. Hay caminos inadecuados en moral, como limitarse a dar indicaciones morales o dejar a las personas o parejas abandonadas a sus instintos o a su conciencia. Hay que justificarlas y ofrecer caminos de acompañamiento. No se entienden la familia y la fidelidad sino después del recorrido, desde la evidencia y la Revelación. Se comprenden así problemas como la paternidad responsable, la regulación de la natalidad y la procreación asistida.
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Igualmente se desprende la espiritualidad del matrimonio a la luz de la mutua consagración y del don de sí. Karol Wojtyła es un verdadero y auténtico revolucionario sexual. Estas catequesis representan un retorno a las Escrituras, a la experiencia humana y a la marcha responsable en que se ha de poner el cristiano.
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Conclusión La vida, mistérica realidad
El olvido de la grandeza humana, y su llamado al misterio, deriva también en el olvido de la creación, representa uno de los elementos mayores de la crisis actual y de la debilidad de la sociedad. Esto se manifiesta en las recaídas del clima cultural, de la sensibilidad moral y la desorientación jurídica. En la medida que se pierde el principio y el fin últimos, se oscurece la percepción de la dignidad humana y se abre la amenazante vía hacia la cultura de la muerte. Sin embargo, la experiencia y la atención a la evidencia del cuerpo llevan al drama del amor, y éste es una puerta para descubrir la vocación tremenda del hombre a divinizarse. Hombre y mujer son imagen de Dios y la familia es la presencia de la Trinidad en la Tierra. La vida humana no se entiende sino en su apertura al misterio del amor, que consiste en dar y recibir con la convicción de que se está amando y recibiendo el ser de Alguien, que es fiel y no abandona, dentro de la comunidad universal de la Iglesia. Levantarse cada mañana pensando en que la vida es una fiesta de bodas en la que se da la consumación amorosa de Cristo con la esposa, cambia la perspectiva; la otra opción es reducir la vida a animalidad, ver la jornada que comienza como una carga de entretenimiento o aburrimiento, como una pesada piedra de Sísifo por rodar para mañana comenzar de nuevo. Este libro ayudará al acompañamiento y a la pastoral en todo tipo de situaciones, porque nadie en absoluto está excluido ni del amor de Cristo ni de una vocación a amar. Siempre habrá esperanzas para una alianza amorosa con Cristo.
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Hay que terminar con un canto filosófico teológico de una elevación sublime en su simplicidad, compuesto por un hombre que se enamoró de la simplicidad y ternura con que Dios se manifiesta en la naturaleza. Es el resumen de cuanto se ha dicho.
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Dolce sentire come nel mio cuore, ora umilmente, sta nascendo amore. Dolce capire che non son piu’ solo
Dulce sentir cómo en mi corazón, humildemente ahora va naciendo el amor. Dulce saber que ya no estoy solo,
ma che son parte di una immensa vita,
Sino que soy parte de una inmensa vida,
che generosa risplende intorno a me:
Que generosa resplandece en torno mío,
dono di Lui del suo immenso amore.
Don de él, de su inmenso amor.
Ci ha dato il cielo e le chiare stelle fratello sole e sorella luna;
Nos ha dado el cielo y las claras estrellas, Hermano sol, y hermana luna;
la madre terra con frutti, prati e fiori
La madre tierra, con frutos, prados y flores,
il fuoco, il vento, l’aria e l’acqua pura
El fuego, el viento, el aire y el agua pura,
fonte di vita, per le sue creature
Fuente de vida para sus criaturas,
dono di Lui, del suo immenso amore
Inmenso don de su infinito amor.
dono di Lui, del suo immenso amore.
Inmenso don de su infinito amor.
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Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia
El Instituto Juan Pablo II ofrece respuestas y alternativas de solución ante los desafíos y problemas que la familia y el matrimonio encuentran en nuestros días; ciertamente son tiempos de crisis pero también tiempos de profunda esperanza. En el Instituto contamos con una larga experiencia y tenemos como fundador al mismo Papa Juan Pablo II, que después de una profunda reflexión y desde su experiencia como pastor, erigió el Instituto en Roma el 13 de mayo de 1981. El matrimonio y la familia constituyen “realidades fundamentales de nuestro tiempo” y junto a ellas, otras como la sexualidad, el amor y la mujer; el Instituto ofrece la preparación adecuada para una vida profesional dedicada al apoyo y atención de las familias y constituye un trampolín privilegiado para trabajar por una sociedad más justa y humana que reconozca el puesto y papel esencial de ambos: matrimonio y familia como las bases y cimientos más sólidos del mundo de hoy. La familia está pasando por profundas trasformaciones, y todo ello se convierte en un ambicioso objeto de estudio y de trabajo profesional en múltiples áreas. El Instituto tiene la ventaja de abordar toda la realidad matrimonial y familiar desde una visión interdisciplinaria que incluye la pedagogía, con la conciencia de que el hombre es persona; la psicología, sin olvidar la dimensión relacional y familiar del individuo; el derecho, conscientes de que la
familia es de por sí sujeto de derecho; la medicina, conociendo los aspectos relacionados con la procreación y la dimensión biológica humana y sus consecuencias éticas. Y todo estudio se centra en una antropología fundada en la comunión de personas que deriva de una comprensión integral del ser humano en sintonía con el plan de Dios para el hombre. Con esta visión completa e integral, el Instituto Juan Pablo II está convencido de la prioridad que se debe dar a la familia: © como comunidad de amor y de solidaridad por excelencia, © como lugar de encuentro y alianza entre los hombres, © como principal recurso con que cuenta nuestra sociedad. El Instituto es una gran comunidad internacional y tiene su sede central en Roma, en la Universidad Lateranense, está presente también en España, Zambia, Benín, Brasil, Corea, Australia, India y Estados Unidos; su presidente internacional es Mons. Livio Melina, autor de varias obras sobre el matrimonio y la familia. En México comenzó en 1992 con las sedes de Guadalajara, México y Monterrey y tiene más de veinte años formando profesionales comprometidos con programas de licenciatura, maestría y diplomados con el fin de colaborar eficazmente en la instauración de una cultura de la familia en nuestro país. Actualmente, el Instituto está presente también en León, Mérida, Puebla y Querétaro.
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Antropología y teología del amor Este libro se terminó de imprimir el 15 de marzo de 2021. En Beracah, Calle 11, No. 291, Int. 301, Colonia Prohogar, Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX.