Agujeros negros de la mente: claves de salud psíquica

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José Luis Trechera

Agujeros negros de la mente Claves de salud psíquica

Tj’- r t ' r z c í z p j z .

Desclée De Brouwer

A G U J E R O S N E G R O S DE LA M E N T E C l a v e s de s a lu d p s í q u i c a

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J o s é Luis T r e c h e r a H e r r e r o s

A G U J E R O S N E G R O S DE LA M E N T E C l a v e s de s a lu d p s í q u i c a Prólogo de Luis López-Yarto

D esclée De Brouwer

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu­ ción, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

José Luis Trechera H erreros, 2005 ©

EDITORIAL DESCLÉE DE BROUW ER, S.A., 2005 Henao, 6 - 48009 BILBAO

www.edesclee.com in fo@ edesclee.com (C) Ilustraciones: M a. Guadalupe M edinilla M ontenegro

D iseñ o de colección : L uis A lonso

Impreso en España - Printed in Spain ISBN: 84-330-2032-3 D epósito Legal: BI-2849/05 Im presión: RGM, S.A. - Bilbao

A todos aquellos con los que hemos ido aprendiendo a vivir

índice

Prólogo: Luis López-Y arto.....................................................................................

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Introducción.............................................................................................................

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PRIMERA PARTE: ¿QUIÉN ESTÁ CUERDO?..............................................

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1. ¿Estoy mal? ¿Cuándo acudir al psicólogo?...............................................

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2. El eslabón perdido: ¿El homo sapiens actual?.........................................

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3. ¿Por qué somos como somos? El arte de amargarse la vida.................. 39 4. Atrapados en la historia: El peso del pasado............................................

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SEGUNDA PARTE: LA RELACIÓN TERAPÉUTICA: ¿CÓMO AYUDAR SIN HACER NI HACERME DAÑO?...........................

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5. Falsas relaciones de ayuda.............................................................................

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6. El "darse cuenta"............................................................................................... 81 7. Aprender del fracaso.......................................................................................

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8. Los chantajes afectivos...................................................................................

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9. "Es imposible no comunicar"........................................................................ 107 10. La inteligencia emocional: ¿Moda o necesidad?...................................... 117 TERCERA PARTE: EL CONTEXTO FAMILIAR............................................ 129 11. Mitos familiares................................................................................................ 131 12. Amor de padres................................................................................................. 141 13. A la búsqueda de los padres perdidos........................................................ 151

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CUARTA PARTE: PSICOPATOLOGÍAS COTIDIANAS............................ 161 14. Autoestima versus narcisismo: La tentación de mirarse el ombligo... 163 15. Ansiedad y estrés: El agobio que bloquea e inutiliza............................ 173 16. El miedo a la libertad...................................................................................... 185 17. Fundamentalismo: La negación del otro.................................................... 193 18. Mi hijo no se droga, sólo bebe......................................................................203 19. La ludopatía: Cuando jugar no es un juego.............................................. 215 Referencias bibliográficas...................................................................................... 227

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Prólogo

Hace años algunas librerías neoyorkinas añadieron una estantería a las con­ vencionales. Junto a la que exhibía el título Psychology, colocaban una rotulada Pop Psychology. Los libreros sabían que habían dado con un señuelo para más de uno. Los lectores, por su parte, comenzaron a dividirse en detractores y defensores de los que ahora llamamos libros de autoayuda. José Luis Trechera abandona sus agujeros negros en manos del lector, como el que confía un arma en manos de un soldado torpe, porque cree que con ella puede manejarse en algunas situaciones de la vida. Pero él sabe muy bien que es un arma pequeña y frágil, si se compara con la tarea para la que está desti­ nada. Y sonríe con indulgencia. Estamos ante un libro de ayuda psicológica, pero no ante un libro de psicología pop. Porque la psicología pop puede ser gra­ ciosa, pero no es capaz de la sutileza del sentido del humor. La actitud humorista sabe del valor y la profundidad de las cosas. Podría­ mos decir que sabe de la seriedad y el respeto con el que hay que contemplar el mundo exterior nuestro que nos cobija y el mundo interior nuestro que cobija­ mos. Pero la actitud humorista conoce bien las dimensiones abarcables del mundo exterior, y lo diminuto de nuestro pequeño corazón, arrastrado, como una gota más, en la procesión de humanos que es la vida. Y por eso la actitud humorista se embarca en la vida y en sus problemas con hondura, porque sabe que merecen la pena, pero sonríe a la vez, porque conoce que nada es absoluto y nada merece la pena del todo. "Los agujeros negros de la mente" comienzan con una metáfora ya en el títu­ lo. Una metáfora que es como un juego en el que la psicología se pone al lado de la astrofísica, una de las más solemnes ciencias actuales, para reírse un poco junto a ella de sus mutuas agudezas y sus mutuas impotencias. ¿Queréis saber algo de lo que quiere decir el enfermar, y el sanar? No va a ser fácil, pero tam­ poco imposible. Habrá que convocar a los sabios antiguos, a los magos del pen-

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samiento y de la literatura, a los filósofos y a los fabulistas. No podremos olvi­ dar a los cuentacuentos. Pero tampoco a los grandes orientadores de la Psicolo­ gía actual. Todos tienen algo que decirnos, y nos lo van a decir. Kurt Lewin, en una cita que bien puede ser de las más repetidas de los últi­ mos tiempos, dijo para la posteridad que lo más práctico en psicología era una buena teoría. Que nadie se engañe con las innumerables -y seductoras- citas de este libro. Estas citas son como los refranes de Sancho en el Quijote, que ocul­ tan casi siempre el rostro de Cervantes. Y Cervantes sonríe al ver cómo, a tra­ vés de la sabiduría comprimida de los refranes, ha ingerido el lector las dosis enormes de humanismo que él quería transmitirle. Que nadie se engañe con las citas, digo, porque no son ellas (con toda su densa sabiduría) las que mantienen la sustancia teórica del conjunto. "Los agujeros negros de la mente" se mantie­ nen sobre una base de teoría psicológica muy coherente. Administra, como sin advertirlo, exposiciones amablemente claras y sucintas del cognitivismo, del psicoanálisis, de la psicología de la gestalt, de la psicología humanística. El autor juega a hablar de lo que sabe muy bien, proporcionando una muy prácti­ ca teoría, como le hubiera gustado a Lewin. Así hace fácil lo difícil. ¡Qué osadía, colocar el intento de Mehrabian por someter a las leyes de la psicometría un concepto complejo y rebelde, como es el de la empatía, junto a la parábola del padre, el hijo y su burro! Nada hay más práctico en psicología que una teoría, es verdad. Y, añade el autor sin decirlo: si se sabe formular con un serio sentido del humor. Claro que, al final de cada capítulo, el lector va a encontrar innumerables ins­ trumentos, en forma de cuestionarios, historietas, hojas de registro personal, como una invitación a la reflexión y al autodiagnóstico. Frecuentemente, tras estos instrumentos figura una frase como ésta: "¿Qué reacción le provoca esta historia?" (y en este momento se supone que el lector hace una pausa reflexiva). Al final de estas líneas tengo el deseo de formular una pregunta semejante: ¿Le provoca curiosidad este prólogo? No haga pausa. Comience ya la lectura. Luis López-Yarto Elizalde

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Introducción

"Caer en un agujero negro se ha convertido en uno de los horrores comunes de la cien­ cia ficción, pero estos fenómenos ya pueden ser considerados realidades científicas". (S. Hawking)

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Desde la infancia nos ha llamado la atención la grandeza e inmensidad del Universo. Vivir la experiencia de contemplar las estrellas en una noche despe­ jada, aparte de ser un espectáculo estético inigualable, es una magnífica cura de humildad. Sin embargo, es sorprendente la escasez de datos de los que realmente disponemos sobre el Cosmos. Así, siempre nos ha intrigado la idea de los "agujeros negros". ¿En qué consistían? ¿Por qué se denominaban "negros"? ¿Se podría quedar alguien atrapado y entrar en una situación de "no retorno"? La misma sensación la hemos experimentado cuando nos relacionamos con las personas a través del asesoramiento psicológico. Intentar comprender al ser humano es una tarea apasionante. Tras una serie de años en contacto directo con "el alma que sufre", no nos dejamos de sorprender con las miserias y gran­ dezas de las personas y permanentemente se intuyen y vislumbran zonas o "agujeros negros" a los que resulta difícil acceder. Igualmente, nos interpela la pobreza de conocimientos para explicar esos procesos cognitivos. No en vano, durante siglos todo lo relacionado con la salud mental ha estado rodeado de un cierto misterio o halo enigmático. No es raro que incluso hoy en día sea campo abonado para todo tipo de supersticiones y "pócimas mágicas" de supuestos videntes o gurús que se presentan como salvadores para solucionar cualquier problema que tenga que ver con lo que popularmente se describe como "estar mal de los nervios". Ambas experiencias explican el por qué del título del libro. Salvando las dis­ tancias, podríamos establecer algunas comparaciones entre los "agujeros negros" del universo y la mente humana. Según los científicos un "agujero negro" es una región del espacio-tiempo de la cual ni siquiera la luz puede escapar debido a la enorme intensidad de su gravedad. ¿Qué podríamos resal­ tar respecto a ambos "agujeros negros"? • Presentan una impresionante capacidad para retener toda la materia conte­ nida en su interior. Muchos conflictos psicológicos cobran tal fuerza e intensidad que consumen todas las energías de la persona que los sufre. • No son fáciles de observar desde el exterior. Son "tan negros" que no pueden captarse a simple insta o con un telescopio, y sólo se pueden “sentir" los efec­ tos gravitacionales producidos por su enorme masa. No hay áreas orgánicas o físicas en la que podamos ubicar los trastornes mentales, pero si somos conscientes de sus consecuencias. Quizás no dispongamos actualmente de la tecnología adecuada.

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• A su vez, absorben cualquier objeto con masa que caiga en su campo gravitacional. Las personas con problemas psicológicos están tan ensimisma­ das que hacen que todo gire a su alrededor y pueden "succionar" como "vampiros emocionales" a todos aquellos con los que se relacionan. • Presentan una gran dificultad para poder emitir la luz. Los sujetos que piden ayuda psicológica tienen graves problemas para expresarse y salir fuera de sí. • En el interior de un agujero negro el espacio y el tiempo desaparecen. El reloj se detiene y las leyes de la naturaleza no rigen. Hay individuos que viven "atrapados en historias personales". Así, algo que ha ocurrido hace muchos años puede seguir actuando en el presente. A lo largo de estas páginas pretendemos exponer de manera breve y sencilla las reflexiones y prácticas que hemos ido elaborando a través de nuestras expe­ riencias con distintos colectivos. Muchas de estas ideas se han ido "fraguando" tanto en la relación terapéutica como en charlas, cursos o seminarios y espe­ cialmente en las colaboraciones de la Revista Diálogo Familia-Colegio. Con la experiencia acumulada queremos ofrecer un material que sea útil y le sirva a todos aquellos que pretendan arriesgarse en la apasionante aventura del cono­ cimiento y mejora personal. Frente a un contexto social que a veces presenta un horizonte que tiende a crear "zonas de no retorno" similar a la de los "agujeros negros", la obra quie­ re animar a afrontar la vida con esperanza. De ahí que se planteen pistas e ins­ trumentos -cuestionarios, escalas o ejercicios-, que posibiliten alternativas y ayuden a "aclarar" e "iluminar" las zonas oscuras. No hay tarea más ardua pero más gratificante que responsabilizarse de la existencia y convertirse en el pro­ tagonista principal de la propia vida. Somos conscientes de que vivimos en "tierras de penumbra" y que estamos en tiempos de cierta desazón y de búsqueda de seguridades fáciles y cómodas. Sin embargo, nunca como hoy la vida hay que ir a buscarla. Cada día nos abre a múltiples experiencias que pueden ser posibilidades enriquecedoras de encuentro personal y de maduración. Cada mañana hay que comenzar a cami­ nar de nuevo, aprender a respirar y asumir el riesgo de vivir en sociedad. Concluimos haciendo nuestra una frase atribuida a Lutero: "Incluso aunque supiera que el mundo se iba a acabar, al día siguiente plantaría un árbol"

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Primera Parte ¿QUIÉN ESTÁ CUERDO? "Ahora queremos unos cuantos locos. ¡Miren adónde nos han llevado los cuerdos!". (B. Shaw)

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¿Estoy mal? ¿Cuándo acudir al psicólogo?

1 "La mayoría de los hombres llevan sus vidas en callada desesperación". (H.D. Thoreau)

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"El 90% de lo que sabemos sobre el cerebro humano lo hemos aprendido en la últi­ ma década”. Para bien -sobre todo de los profesionales de la salud mental- o para mal, la Psicología está de moda. Hoy más que nunca determinados términos propios del entorno psicológico han pasado a ser de uso general: "Antonio tiene una cri­ sis de ansiedad", "Isabel está atravesando una depresión", "Los Pérez van a un psicólogo para ver si salvan su relación de pareja", "Pedro acude a un grupo de terapia"... ¿Qué nos pasa? ¿Nos sentimos débiles y por tanto más necesitados de ayu­ das externas? o quizás, ¿gracias a un mayor nivel cultural, hemos descubierto nuevos procedimientos para madurar y afrontar mejor las situaciones adversas de la vida? No es raro que dentro de un contexto cultural de profundas tradi­ ciones religiosas, algunos, en tono irónico, describan la situación como si la dis­ minución del uso del confesionario haya sido proporcional al aumento de las consultas psicológicas. El tema no es superfluo o para tomarlo a broma. Somos uno de los países con mayor nivel de consumo de psicofármacos. ¿Estamos tan mal psicológicamen­ te? Si es así, ¿cuándo deberíamos acudir a un profesional de la salud mental? 1. ¿QUÉ HAY QUE ENTENDER POR ALTERACIÓN PSICOLÓGICA? "Una definición de la "locura" sería querer repetir el mismo comportamiento una y otra vez y esperar resultados distintos”. Es imposible hablar de algo "anormal" si no se realiza la comparación con un referente que se considera adecuado y que se plantea como norma. En la práctica, se suelen utilizar diversos criterios para establecer la normalidad en una conducta: 1. La norma estadística. Según este postulado se entiende que algo es anor­ mal cuando se desvía de la media general de la población. Ahora bien, la apli­ cación de tal criterio no es tan sencilla. Por ejemplo, un pigmeo con una altura de 1,80 cm sería desproporcionado respecto a la media de la tribu. Sin embar­ go, ¿se podría enfocar como una "alteración" y por tanto, habría que establecer algún tipo de tratamiento que lo condujera a la "normalidad"? No olvidemos que muchas personas "excéntricas" han sido posteriormente consideradas como genios o transformadores sociales. Por ejemplo, Gandhi, San Francisco de

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Asís o V. Van Gogh. R. W. Emerson decía que "si un hombre no marcha al ritmo de la tropa es que quizás esté escuchando a otro tamborilero". 2. D esviación respecto al funcionam iento ideal. Este enfoque tiene en cuen­ ta la consideración de la normalidad en el hecho de responder o cumplir ple­ namente la función propia de un determinado sujeto u órgano. Es decir, alguien se consideraría como normal si funcionara adecuadamente en relación con un ideal. En la práctica esta distinción plantea serios interrogantes. Así, una persona con un cociente intelectual (C.E) de 200 habría desarrollado al máximo su capa­ cidad intelectual, sin embargo sería un "anormal" respecto al común de los mortales. Al mismo tiempo, desde este planteamiento se podría cuestionar si la salud existe como tal o más bien es un ideal al que aspiramos. Por ejemplo, el 90% de la población tiene caries y no es deseable mantener esa situación. De ahí que A. Huxley afirmara que "la investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano". 3. Criterio sociológico. Sería adecuado lo establecido conforme a un deter­ minado entorno cultural. Sin embargo, ¿una cultura tiene derecho a erigirse en canon de la normalidad? Tenemos como ejemplo determinadas tradiciones cul­ turales que se cuestionan en la actualidad: esclavitud de niños o la marginación de la mujer. ¿Hasta qué punto hay que respetar ciertas prácticas que van contra la propia dignidad humana? Así se explica que surgiera en nuestro contexto un movimiento contracultu­ ral, la Antipsiquiatría, que ha cuestionado el concepto de salud mental como pro­ pio de una cultura que en sí misma está enferma. ¿El trastorno mental no sería la liberación de una sociedad neurótica y alienada? R. Laing llega a afirmar que los esquizofrénicos son como "la luz que empezó a romper a través de las grietas de nuestras mentes demasiado cerradas". A su vez, la mera "adaptación" a la sociedad en que se viva no es un signo de normalidad. Por ejemplo, en una sociedad esclavista el "superadaptado" puede ser alguien "más enfermo" que el que se rebela y protesta ante esa situa­ ción. No está muy lejos en el tiempo el ejemplo de Nelson Mándela y sus años de presidio. 4. In capacidad para situarse ante la realidad. La persona con cierta pato­ logía psicológica distorsiona la realidad. Es verdad que en algunos momentos todos podemos tener una confusión, sin embargo aquí se resalta el hecho de que la dificultad para captar lo externo pueda ser causa de problemas para el sujeto.

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La diferencia entre distintos trastornos psicológicos, como la neurosis de la psicosis, va a radicar en esta variable. El neurótico mantiene una relación deformada con la realidad, pero es consciente de tal situación. Por ejemplo, alguien que tiene miedo a volar en avión o a subirse a un ascensor, lo recono­ ce, aunque se siente incapaz para solucionarlo. Sin embargo, el psicótico rompe con su entorno y vive "su propia realidad". Así, puede oír voces o ver figuras que no existen realmente, pero que sí tienen sentido en su "mundo" particular. 5. Experimenta un m alestar subjetivo. La persona se siente mal y a disgusto consigo misma y con su contexto. El sujeto realiza comportamientos o tiene pensamientos que producen consecuencias psicológicas desagradables, que le paralizan y bloquean, y por ello, son indeseables. Este criterio sería válido para los que así lo expresaran, pero existen situa­ ciones en que alguien realiza comportamientos extraños y se siente muy feliz y a gusto. Como ejemplo, recordemos el personaje de Hannibal en la película El silencio de los corderos. 6. Pérdida de control y desadaptación. El individuo puede presentar com­ portamientos que anulen su autonomía y pongan en peligro su vida o la de los demás. Por ejemplo, un drogadicto o una joven anoréxica experimentan tal des­ control que realizan actos que van contra su propia existencia. Si algo queda claro, es la dificultad para distinguir lo que sería un compor­ tamiento anormal. En esta línea, diversas investigaciones han cuestionado incluso el diagnóstico de distintos especialistas sobre unos mismos sujetos. Así, se ha demostrado cómo un actor que se hace pasar por enfermo mental es eva­ luado de manera diferente según el especialista que lo describa. 2. ¿QUÉ ES LA SALUD MENTAL? "La salud mental se caracteriza por la actitud para amar y crear, por una exis­ tencia sin vínculos incestuosos, por un sentido profundo de la identidad basado en una experiencia personal de sí mismo en tanto que sujeto y agente de sus pro­ pios potenciales, por la captación de la realidad interna y externa a s í mismo; es decir, por el desarrollo de la objetividad y de la razón". (E. Fromm) Cada profesional de la Psicología insistirá en distintos rasgos para resaltar el concepto de salud mental. Desde nuestra experiencia clínica a modo de decá­ logo, destacaríamos los siguientes:

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Decálogo para una buena salud mental 1. C apacidad para quererse a s i m ism o, a los otros y al entorno que le rodea. A veces por un falso concepto de humildad, llegamos a ser el "peor enemigo de uno mismo". Si no nos aceptamos y queremos, difícilmente podremos aceptar y querer a los demás, ya que iremos buscando en los otros lo que echamos en falta en nosotros y podríamos caer en situaciones de dependencia, sumisión, manipulación o utilización mutua. No lejos de esta idea está el precepto evangélico que afirma: Ama a tu prójimo como a ti mismo. 2. A ceptar sin destruirse las distintas frustraciones de la vida. Sólo se madura cuando se van integrando las adversidades de la existencia. Elegir supone "renunciar" a algo. Una persona madura no lo ve como una limitación sino como un valor o expe­ riencia positiva. Soy libre para no hacer aquello que creo que no me ayuda a crecer. 3. A daptación o flex ib ilid a d ante las diversas circunstancias o contextos. Alguien inse­ guro se percibe bloqueado o "formateado" y cualquier situación extraña le perturba y provoca malestar. La persona madura se abre a nuevas experiencias y aquello que aparentemente es una amenaza lo convierte en una oportunidad. 4. Eficiencia. El ser humano debe tener un funcionamiento eficaz, bien físico, social o intelectual. Es fundamental experimentar que lo que se realiza tiene cierta utilidad o se hace con algún sentido. 5. Creatividad. Aún dentro de la rutina el sujeto tiene la sensación de que realiza sus actividades de manera original o con su sello personal. Se caracteriza por la capaci­ dad de asombro y de gozar con las experiencias cotidianas. La persona creativa des­ pliega espontaneidad, curiosidad e iniciativa. 6. A rm onía interior. Se ha de procurar la ausencia de conflicto y lograr una integración de todas las habilidades. Siempre podemos mejorar, pero estar a gusto consigo mismo es el punto de partida para avanzar, ya que de lo contrario se "escapará" de la realidad y se buscarán "soluciones mágicas". 7. Sentido p ositiv o de la vida. Capacidad para disfrutar con cada tarea, dimensión lúdica, sentido del humor o ironía no agresiva. La persona madura es capaz de reír­ se de sí misma. Es la actitud contraria al sentimiento de culpa. La culpa bloquea e inutiliza al sujeto y "pide" un castigo para resarcir la situación. De ahí que alguien atrapado por la culpa se niegue a disfrutar o aceptar un mínimo de felicidad en su existencia. 8. Comunicación y relación social. Debe potenciar una interacción positiva con los demás. Ha de tener capacidad para establecer relaciones profundamente amorosas e íntimas con unas pocas personas. 9. Sentido de trascendencia. Abierto a algún tipo de vivencia de lo inabarcable, bien explícitamente religiosa o no. Por ejemplo, el sentido de la fraternidad, la identifica­ ción con el género humano, la solidaridad, la justicia, la naturaleza, etc. 10. C apacidad de autonom ía. El ser humano no es una "marioneta, un mero reflejo de sus circunstancias, sino que puede controlar su entorno. Tiene iniciativa propia y actúa con independencia frente a los demás o ante las condiciones sociales.

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3. ¿CUÁNDO ACUDIR AL PSICÓLOGO? "La salud mental es la adaptación de los seres humanos al mundo y al otro con el máximo de eficacia y de felicidad. No solamente el rendimiento, o nada más que una cierta satisfacción, o la virtud de someterse de buen grado a las reglas del juego, sino todo esto a la vez. Es la aptitud de mantener un humor igual, una inteligencia alerta, un comportamiento que consigue cierta consideración social, una disposición de carácter favorable". (K. Menninger) Todos somos fincas manifiestamente mejorables, siempre podemos profundizar, mejorar y descubrir algo nuevo. Muchos, con tiempo y dinero, no paran de intentarlo. Así, conocemos casos que parecen estar abonados al Colegio de Psicólogos ya que pasan periódicamente por diversos terapeutas, buscando la "pócima mágica" para resolver su existencia. Otras muchas personas puede que lo necesiten y no se lo plantean. De ahí que surja la pregunta, ¿cuándo sería conveniente acudir a un profesional de la Psicología? Teniendo presente lo descrito en las páginas anteriores y dejando a un lado los casos de pérdida de control de la realidad y en los que hay que actuar más directamente desde fuera, resaltaríamos como criterio básico para plantearse una atención psicológica la experiencia de malestar subjetivo. Tenemos que ser partidarios de la felicidad, sin embargo, cuando nos inunda la impotencia, la des­ gana, el desánimo, la desidia, o su contrapeso, un hiperactivismo desmesurado, y todo ello va acompañado de desaciertos o fallos en nuestras relaciones socia­ les, puede ser una llamada de atención para plantearnos una confrontación psi­ cológica. Otra pregunta clave es ¿a qué profesional acudir? He aquí algunas falacias que nos pueden aportar algo de luz: Falacias sobre la relación terapéutica "La terapia tiene que englobar un número determ inado de sesiones o un tiem po largo". La primera entrevista debe servir para crear un marco terapéutico adecua­ do a cada individuo. Cada situación personal es distinta y no es el sujeto el que se tiene que adaptar al enfoque teórico del terapeuta sino éste a cada paciente. A veces, unos pocos encuentros pueden ser suficientes. Sería cuestionable el criterio de establecer las mismas fórmulas para todos o caer en los análisis interminables. Por ejemplo, ¿acudiríamos a un sastre que confeccionara el mismo traje a todos sus clientes?

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"No puedo tom ar ninguna decisión sin confrontarla antes con mi terapeuta". Un buen profesional es aquel que intenta crear cuanto antes un contexto de autonomía y no fomenta la dependencia. El objetivo es que el sujeto vuele con sus propias alas lo antes posible. De ahí que haya que tener cuidado con todo tipo de muletas (fár­ macos, seguimientos terapéuticos, grupos "sectarios", etc.) que mantienen la situa­ ción de dependencia. A su vez, el sufrimiento psicológico puede tender a crear un estado de "protección o victimización" del sujeto que lo padece. Freud hablaba del beneficio secundario de la enfermedad. Romper ese círculo vicioso es uno de los pasos previos e imprescindible para que se empiecen a afrontar los problemas. "Gracias a tal profesional, me he 'curado'". No debemos olvidar que el centro de la terapia es la persona que pide asesoramiento. Las sesiones no deben ser la pro­ yección del narcisismo o engreimiento del terapeuta. El psicólogo no es un gurú o guía espiritual que tiene la verdad absoluta y "salva" a los que a él acuden, sino el que ayuda para que los sujetos confronten y puedan ser conscientes de su realidad. Así como el que posibilita el desarrollo de habilidades para que los pacientes pue­ dan por ellos mismos situarse de manera distinta. "Es necesario escarbar en mi p a sa d o para conocer m ejor m i presente". No todo el mundo necesita remover el pasado. El objeüvo no es hurgar en las heridas sino cons­ truir. Las sesiones no deben servir para satisfacer los "deseos detecüvescos" del terapeuta. Lo fundamental es ofrecer pistas para interpelar o cuestionar al sujeto y desarrollar recursos para afrontar determinadas situaciones o contextos. "Si no pag as tal cantidad, no lo valoras". Todo profesional tiene derecho a vivir dignamente, pero no es razonable cargar sobre lo económico el peso del efecto tera­ péutico. Es curioso que algunos terapeutas insistan en la necesidad de respetar un precio mínimo en las sesiones y no se cuestionan plantear un tope máximo. Parte de la mala imagen pública sobre el quehacer psicoterapéutico viene de la expe­ riencia vivida por algunos que tras largos tratamientos psicológicos, el único bene­ ficio lo recibía el psicólogo en su cuenta corriente.

Tenemos derecho a ser protagonistas de nuestras propias vidas. Es verdad que nos encontramos con un libro en el que las primeras páginas han sido escri­ tas por otros, pero he ahí nuestra responsabilidad para continuar y elaborar el guión que queramos. A lo largo de ese camino podemos tener situaciones en las que amigos o profesionales de la salud nos puedan asesorar. Sin embargo, la construcción del relato ha de tener nuestro sello personal y por mucho riesgo que plantee, es una responsabilidad que nos pertenece y no debemos descargar en los demás.

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ANEXOS "Hay personas que tienen tanto miedo a la muerte que son incapaces de empezar a vivir". (H. Van-Dyke) 1. Cuestionario sobre salud mental (CSM)1______________________________ Responda a las siguientes preguntas según haya sido su situación personal en las últimas semanas. Recuerde que no hay una respuesta mejor que otra, sino que lo importante es describir su estado de bienestar actual. Conteste según el siguiente criterio: 1: Nunca 2: Casi nunca 3: Casi siempre 4: Siempre 1. ¿Se siente constantemente agobiado/a y en tensión? 2. ¿Padece cierto malestar físico -dolor de cabeza, náuseas, dolores en el pecho, problemas gastrointestinales...- y no encuentra causas biológicas? 3. ¿Experimenta la sensación de que no tiene sentido su vida? 4. ¿Se percibe incapaz para tomar decisiones? 5. ¿Presenta fuertes oscilaciones y cambios de humor? Aveces sin ánimo, fatigado /ay otras veces lleno de energía y superactivo /a 6. ¿Las preocupaciones le hacen conciliar mal el sueño? 7. ¿Tiene el pensamiento de que vale poco como persona? 8. ¿Se siente incapaz de disfrutar de las actividades cotidianas? 9. ¿Tiene la sensación de que está "anestesiado /a" o insensible ante la realidad externa? 10. ¿Se experimenta de alguna manera infeliz o deprimido/a? 11. ¿Suele perder la confianza en sí mismo /a? 12. ¿Tiene la sensación de que no puede superar sus dificultades? 13. ¿Se siente como "ausente" o incapaz de involucrarse en actividades? 14. ¿Le inunda una sensación de intranquilidad sin causa aparente y que le bloquea en sus actuaciones? 15. ¿Experimenta cambios súbitos en su vida? ¿Se percibe irritable, agitado /a, agresivo /a? 16. ¿Se siente incapaz para hacer frente a sus problemas? 17. ¿Se observa ensimismado /ay encerrado /a en sí mismo /a? 18. ¿Le es difícil concentrarse en las actividades que realiza? 19. ¿Se le han pasado por la cabeza ciertas ideas de hacerse daño o autodestructivas? 20. ¿Se siente cansado/a y apático/a? ¿Le resulta "pesado" el vivir? 1. Elaborado a partir de la práctica clínica.

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Evaluación El objetivo de la prueba es ser consciente de la orientación o tendencia que se puede presentar respecto a la salud mental. Sume las puntuaciones elegidas y compárelas con el siguiente baremo: Puntuación

N ivel de desajuste m ental

60-80

¡Peligro! ¡Cuidado! Tiene que intentar cambiar la situación. Plantéese algún tipo de ayuda psicológica

40-60

Preste atención si la tendencia es a puntuar alto

20-40

Nivel bajo. Manténgase así y potencie hábitos de salud mental sanos

2. Auditoría interna: "Las patas de la mesa"_____________________________ "Un hombre no puede hacerlo bien en un área de la inda, si está ocupado hacién­ dolo mal en otra. La vida es un todo indivisible". (M. Gandhi) O bjetivo Comparamos a la persona madura con una mesa equilibrada de seis patas. Para que se mantenga estable es necesario que los soportes sean robustos y propor­ cionados. Si están desajustados es más fácil que no sostengan bien el peso que se coloque encima. ¿Cuáles son las "patas" o áreas fundamentales de nuestra existencia? Describimos las siguientes: •

• • • • •

Profesional. ¿Cómo se experimenta la dimensión profesional? Se refiere a todo lo relacionado con la realización personal en una actividad. No necesariamente tiene que ser el trabajo, puede incluir también el estudio o la atención del hogar. Lo fun­ damental es que se viva con sentido la tarea que se lleve a cabo. Familia. ¿Cómo se sitúa ante la familia? Engloba las experiencias y relaciones con la familia de origen y con la estructura familiar que se va construyendo. Afectividad. ¿Cómo se expresa e implica afectivamente? Abarca la expresión de emociones y sentimientos, así como la dimensión sexual de la persona. Social. ¿Cómo se relaciona con el entorno? ¿Participa en grupos? ¿Es sensible a la realidad extema? Ocio. ¿Cómo se organiza el tiempo libre? ¿Qué tipo de aficiones o inquietudes apa­ recen? Proyecto. ¿Qué valores preocupan y se quisiera potenciar en el estilo de vida?

MAI OR

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A g u j e r o s

n e gr os

de

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me nt e

Procedimiento Tienes a tu disposición 100 unidades, ¿cómo las distribuirías según el peso o la importancia que le das a las distintas áreas en tu estilo de vida? Si pudieras escribir una "carta a los Reyes Magos" ¿Cómo te gustaría "redis­ tribuir" esas áreas? Teniendo en cuenta los resultados de la columna de Diferencias, ¿qué tendría que mejorar? A R EA S

¿C óm o es en la actualidad?

¿C óm o m e g ustaría que fuera?

100

100

P rofesion al F am ilia A fectividad Social Ocio Proyecto TO TAL

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D iferencias

"AUDITORÍA INTERNA"

PROYECTO

PROFESIONAL

(¿Qué valores quiero potenciar en mi vida?)

SOCIAL

AFECTIVIDAD

(Relación con el entorno, participación en g n ip o s...)

(Sexualidad, expresión de emociones y sentimientos)

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(Trabajo, estudio, ocupación...)

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